COMUNISMO

Dictadura del proletariado para la abolición del trabajo asalariado

Organo central en castellano del Grupo Comunista Internacionalista (GCI)


COMUNISMO No.59 (Mayo 2009)

CATÁSTROFE Y REVOLUCIÓN II



Catástrofe capitalista y luchas proletarias

(segunda parte) (1)

EL CAPITAL O LA TIERRA

Contrariamente a lo que nos cuentan nuestros enemigos, el aumento general de precio de los productos necesarios a la supervivencia no se debe a la especulación. Esto último no es más que el mecanismo que acompaña y refuerza la tendencia al aumento general de precios de los productos alimenticios pero no explica ese aumento. A la inversa, es más bien el aumento general del valor de esos productos que hace que la especulación sea posible y rentable y que provoque un aumento coyuntural excesivo de precios por encima de los valores. La especulación al alza siempre está basada en mercancías cuyo valor unitario tiende a aumentar, en aquellas en que es previsible que la demanda superará a la oferta. Nadie tendría, por ejemplo, la mala idea de especular al alza con computadores o teléfonos móviles, dado que los valores unitarios de los mismos tiende a disminuir sin cesar. En efecto, los procedimientos de producción de los computadores y móviles se mejoran permanentemente, la productividad del trabajo en esos sectores no para de aumentar, lo que implica una disminución permanente del valor (porque la cantidad del trabajo necesario en la fabricación de tales productos, y por lo tanto su valor de cambio, disminuye) y a la vez un aumento de su oferta en los mercados (la disminución de los valores unitarios es compensada por un aumento del volumen de la producción). Hay entonces una oferta siempre mayor de computadores más performantes a un precio siempre menor. El capitalista que especulara, guardando ese tipo de productos esperando venderlos más caros, sería loco o suicida, pero lo que es seguro es que perdería todo su capital.

Los capitalistas especulan únicamente con lo que el capital no puede producir a voluntad, como por ejemplo con el petróleo. Efectivamente, es sabido que las reservas de petróleo están en vías de agotamiento, que cada barril adicional de petróleo requiere cada vez más trabajo. Esta situación provoca, incontestablemente, un aumento del valor del petróleo, contrariamente a lo que sucede con productos como los computadores y los móviles. No hay que ser ningún experto financiero para darse cuenta que el alza, a largo plazo, es continua (más allá de las bajas pasajeras ligadas a las políticas petroleras de los Estados o de correcciones coyunturales producidas luego de la subida exorbitante de precios derivada de un exceso especulativo) y que justamente es rentable especular con petróleo. La especulación es, recordémoslo, una expresión «natural» de la vida del capital circulando, reproduciéndose. Si bien ella puede efectivamente exagerar el movimiento de aumento de precios, jugando sobre la ley de la oferta y la demanda, siempre se produce una corrección a corto o mediano plazo, es decir una disminución. Es lo que sucede hoy, cuando cerramos este artículo con el petróleo y parcialmente con los otros productos que tienen un importante componente de «naturaleza». Pero debe distinguirse siempre este fenómeno, en donde la sobreventa conlleva luego una cierta caída ligada al mercado, que será siempre un fenómeno de corto o mediano plazo, del de la determinación del valor de las mercancías a largo plazo (2). La especulación no es entonces el fundamento del aumento de todos esos precios e incluso la misma no tendría lugar si no hay un aumento efectivo del valor intrínseco de esos productos. Dicho de otra manera: son los límites reales en la producción y extracción de petróleo, el hecho de que su agotamiento es una perspectiva cierta a nivel mundial (3), que provocan un aumento del valor y empujan a la especulación sobre ese producto en todos los mercados.

Con relación al aumento de precios de los productos agrícolas, pensamos, como en el caso del petróleo, que la especulación no hace más que amplificar el fenómeno pero que no es la causa primera del aumento de esos precios. Si los capitalistas especulan sobre los productos agrícolas es, también como en el caso del petróleo, porque estamos frente a un aumento real de su valor, aunque esto sea algo más complicado de analizar que el caso del petróleo. En efecto, aunque una explicación completa no puede ser realizada en el cuadro de este texto, nosotros pensamos que, más allá de las apariencias, las razones fundamentales son las mismas.

La dificultad estriba en que los valores y precios de los productos alimenticios contradice la tendencia generalizada a la disminución de los valores unitarios ligada al aumento permanente de la productividad del trabajo. Es verdad que la tecnología incorporada disminuye cada vez más el trabajo vivo inmediatamente necesario a la transformación de las materias primas en productos finales y debería teóricamente disminuir el valor unitario. Pero ello sería olvidar que en la producción de mercancías entran igualmente materias brutas como la tierra, el agua, el petróleo, que no pueden producirse a voluntad, cuya producción es limitada y que además se encuentran apropiadas por el capital. Se olvida así que una parte importante de la renta de la tierra entra en el valor de los productos alimenticios (el precio de la tierra aumentó mucho en los últimos años en todas partes), como se olvida también que el agotamiento de los suelos (provocados por la erosión «natural» y la intensidad de la agricultura capitalista) y de la disponibilidad del agua potable aumenta fatalmente la cantidad de trabajo necesaria a la producción de productos alimenticios.

En el texto « Salario, precio y ganancia », Marx señala claramente que las condiciones naturales de trabajo y el estado de las fuerzas productivas del trabajo son los dos elementos principales e indisociables de los cuales depende la fuerza productiva del trabajo y por lo tanto el valor de los productos.

«Si las respectivas cantidades de trabajo necesario para producir las mercancías respectivas permaneciesen constantes, sería también constantes sus valores relativos. Pero no sucede así. La cantidad de trabajo necesario para producir una mercancía cambia constantemente, al cambiar las fuerzas productivas del trabajo aplicado (...) Si, por ejemplo, al crecer la población se hiciese necesario cultivar terrenos menos fértiles, habría que invertir una cantidad mayor de trabajo para obtener la misma producción, y esto haría subir el valor de los productos agrícolas. De otra parte, si un solo hilador, con ayuda de los modernos medios de producción, convierte en hilo, al cabo de la jornada, miles de veces más algodón que antes en el mismo tiempo con la rueca, es evidente que ahora cada libra de algodón absorberá miles de veces menos trabajo de hilado que antes, y, por consiguiente, el valor que el proceso de hilado incorpora a cada libra de algodón será miles de veces menor. Y en la misma proporción bajará el valor del hilo.»

Marx concluye: «Las fuerzas productivas del trabajo dependerán, principalmente:
1. De las condiciones naturales del trabajo: fertilidad del suelo, riqueza de los yacimientos, etc.
2. Del perfeccionamiento progresivo de las fuerzas sociales del trabajo por efecto de la producción en gran escala, la concentración del capital, la combinación del trabajo, la división del trabajo, la maquinaria, los métodos perfeccionados de trabajo, la aplicación de la fuerza química y de otras fuerzas naturales, la reducción del tiempo y del espacio gracias a los medios de comunicación y de transporte, y todos los demás inventos mediante los cuales la ciencia obliga a las fuerzas naturales a ponerse al servicio del trabajo.»

Bajo el modo de producción capitalista, se ve claramente que el desarrollo del segundo elemento empuja inexorablemente a la destrucción del primero (a saber las condiciones naturales del trabajo). En efecto, el desarrollo extraordinario de las fuerzas de trabajo sociales, es decir capitalistas, se ha efectuado en detrimento de la Tierra (4): hoy la tierra cultivable es cada vez más escasa, como el petróleo, el agua potable y los otros «recursos naturales», haciendo que las condiciones naturales del trabajo sean cada vez menos favorables a un aumento de la fuerza productiva del trabajo. Dicho de otra manera, el aumento incesante de la fuerza productiva del trabajo por el capital se encuentra irresistiblemente limitado, contrarrestado, por las condiciones naturales del trabajo. A pesar de los medios puestos en obra por el capital, por medio de la ciencia, como decía Marx, para superar esas condiciones naturales, las mismas, tarde o temprano, vuelven a imponerse. A pesar de la sed insaciable de ganancia, que conduce al capital a pretender someter toda la naturaleza a sus necesidades de valorización, las condiciones reales de la producción física están siempre condicionadas por la Tierra. Y si el capital desarrolla la fuerza productiva de los hombres como fuerza hostil, antagónica y destructora de la Tierra, a la inversa, la revolución comunista se afirma como reconciliación de la actividad humana con la Tierra.

La explotación agrícola, orientada en función de las necesidades inmediatas de la valorización capitalista cada vez más intensiva, exige cada vez más trabajo para hacer que la tierra siga, a pesar de todo, siendo cultivable, lo que implica la tendencia inexorable al aumento de valores y precios agrícolas en el largo plazo. Además, la destrucción permanente de las tierras cultivables por el capital (desertificación, erosión, urbanización, infraestructuras...) provoca la escasez relativa creciente e irreversible, bajo el capital, de la tierra. Es verdad, la tonelada de arroz, de trigo, de papas, de legumbres... puede contener menos de trabajo incorporado en el conjunto de las operaciones técnicas que van desde la siembra hasta la góndola del supermercado, pero en contradicción con ello, contiene una parte cada vez mayor de trabajo ligada a la preparación de la tierra (para hacerla cultivable) y requiere mayor trabajo en el aprovisionamiento de recursos necesarios para la producción (agua, nutrimentos...) y la distribución (petróleo y/u otras fuentes de energía). Correlativamente con ello, y dada la creciente escasez de tierra cultivable, de agua, petróleo y otros recursos naturales (es decir de Tierra en general), el precio pagado para utilizar esos elementos –la renta–, que es un precio de monopolio, sigue aumentando.

Así, el aumento de todos los precios de los productos provenientes de la tierra en 2007 y principios de 2008 (así como los que provienen del subsuelo o de los mares) se debe fundamentalmente a las mismas razones que el petróleo. En cada tonelada de arroz, de trigo, de carne, de lana, de pescado...hay un porcentaje mayor del valor que va a pagar la renta de la tierra así como de las otras materias brutas que entran en su composición (petróleo, agua…) en relación al trabajo inmediato necesario para producirla (5).

En realidad, el capital desde hace décadas no ha parado de hacer todo lo posible para contrarrestar esta inexorable tendencia al aumento de los precios alimenticios. Gracias a eso tenemos derecho a un tipo de «comida» que tiene cada vez menos componentes naturales, que contiene cada vez menos «Tierra» (como conjunto de recursos naturales de nuestra especie). Amadeo Bordiga tenía razón cuando afirmaba, frente a toda la ilustración imbecilizada por la ciencia y la tecnología moderna, que nuestro período histórico sería conocido en el futuro como «la edad de la baratija», como el reinado de la porquería (6). La expresión general de esta tendencia a disminuir la cantidad de tierra contenida en los productos es evidentemente la comida basura de los supermercados y fastfood. Una expresión más específica de esa misma tendencia es el desarrollo de los hidrocultivos que permite producir rápidamente vegetales llenos de agua, pero que tiene como resultado, para el proletariado, que esos productos son mucho más pobres en nutrimentos (7).

Los productos modificados genéticamente también tienen su papel en esta parcela. Modifican algunos aspectos genéticos para abaratar la producción con consecuencias catastróficas para el ser humano. Por ejemplo: hacen que el producto sea resistente a pesticidas. ¡Que nuestro estómago no sea tan resistente a largo plazo comiendo esta mierda infectada de toxinas es, claro está, mera anécdota para nuestros enemigos!

No debe olvidarse que para el capital, la disminución del valor de los artículos que sirven para la alimentación del proletariado es un medio para aumentar la tasa de explotación a nivel mundial y por lo tanto para mejorar la tasa de ganancia a nivel global. Si el capital pudiese alimentar exclusivamente a los proletarios de teléfonos móviles y otros productos de plástico (algunos de los cuales se llaman «hamburguesas», «pollos», «salmones»...) que contienen cada vez menos trabajo y tierra lo haría. Es evidente que, dada la escasez relativa pero creciente del valor de los elementos naturales, el capital tiene interés en que los artículos de consumo proletario en general contengan lo menos posible de naturaleza. Un «pollo» de supermercado, que es en realidad una masa de gelatina insípida pegada a los huesos que todavía guarda el nombre de su volátil antepasado en función de las necesidades de la tasa de ganancia, contiene mucho menos de trabajo humano así como todavía menos de Tierra (espacio, biomasa) que un pollo de granja y todavía muchísimo menos de lo que así se llamaba en el tiempo en que nuestros abuelos eran niños. Más todavía, es producido en muchísimo menos tiempo (entre un tercio y un décimo) que los pollos de hace algunas décadas, en función evidentemente de las necesidades de rentabilidad (velocidad de rotación del capital), lo que evidentemente se traduce en menor cantidad de trabajo (menor alimentación por biomasa obtenida, menos cuidados, etc).

Este tipo de disminución del valor de los productos alimenticios, y en general de todos los medios de consumo proletario, se ha traducido en el mayor aumento de la tasa de explotación (plusvalía dividida por el capital variable) de la historia de la humanidad. En efecto, lo que ha permitido el aumento de la ganancia y el desarrollo de este sistema ha sido esa falsificación generalizada y permanente de todas las mercancías haciendo que ellas sean cada vez más pobres, sintéticas y tóxicas.

A un nivel todavía más global, la «comida basura» no es más que otro aspecto o momento del largo y doloroso proceso histórico general de la desposesión del ser humano de la Tierra, que acompaña ineluctablemente desde sus orígenes al desarrollo del capital. Este proceso general consiste fundamentalmente en una privación de los proletarios de su relación con la Tierra (8), del disfrute humano de pertenecer a ella y su sustitución por la apropiación privativa de ella por parte del capital.

Ello se expresa:

Esto último se ha hecho fundamentalmente por medio de los organismos genéticamente modificados (OGM): por procedimientos científicos se modifican los genes de las plantas volviéndolas estériles, la reproducción misma de lo necesario a la vida del ser humano tiende a ser privatizada.

Se ve igualmente cada vez más casos en los cuales las multinacionales patentan propiedades de plantas tradicionales cuyas propiedades son conocidas desde hace siglos por las poblaciones autóctonas. Para ello basta con tomar una planta, estudiar su composición, cambiar o agregar un elemento cualquiera y patentar la fórmula. Fue lo que hizo, por ejemplo, Proctor en el Colorado. Luego de una serie de manipulaciones científicas y de maniobras administrativas (lo que incluye el convencimiento y las comisiones y otras coimas otorgadas a funcionarios competentes y cómplices) patentó el fríjol amarillo mejicano, que se consume en México desde hace muchos siglos, y exigió, desde ese momento, tasas de casi un dólar por kilo de fríjol vendido. No sólo el capital continúa la guerra de separación del ser humano con respecto a la Tierra, privándolo de medios de subsistencia, sino que ese proceso, con la catástrofe de la sociedad presente, adopta proporciones gigantescas.

La cuestión demográfica

“Como la población tiende incesantemente a superar los límites de los medios de subsistencia, la beneficencia es una locura total, un apoyo oficial a la miseria. Todo lo que el Estado puede hacer, es abandonar la miseria a su propia suerte y facilitar al máximo la muerte de los miserables. (Malthus)”
Todo comportamiento humano debe reencontrar, por la fuerza ideológica, legislativa, económica, armada…el interés del modo de producción capitalista, a quien le importa un bledo el interés particular de los humanos así como el interés general de la humanidad. La cuestión demográfica no escapa a esta regla.
Si la sed de beneficio de los capitalistas precisa de una mano de obra abundante, la producción de la mercancía fuerza de trabajo, la producción de proletarios aumentará. Y cuando los proletarios devienen excedentes, al punto de no responder a las necesidades de un ejército de reserva y que el capital no tiene interés en ellos, hay que destruirlos como sucede con todas las otras mercancías: por las guerras, por el hambre, por las epidemias y en general por las despiadadas y antihumanas condiciones generales de existencia.
El pretexto demográfico sirve para justificar la miseria en el mundo y la destrucción de los recursos naturales, que esconde la realidad de un modo de producción que favorece la explotación y destrucción de los recursos naturales, de la misma manera que la explotación sin límites del hombre. Sin embargo, es evidente que no son los estómagos de los proletarios que empobrecen las tierras fértiles, ni la sed de los proletarios que contaminan los ríos, mares,.., ni la frivolidad de los proletarios que se traga los recursos energéticos…, es la producción de mercancías, que no tiene en absoluto como objetivo el de responder a las necesidades humanas sino el de la plusvalía y, conjuntamente, la apropiación violenta de todo medio de subsistencia por la burguesía, sedienta de beneficios.
El aumento de la población mundial en el transcurso del siglo XX, que aparece como vertiginoso, tiene que ser reencuadrado en el contexto de las necesidades de fuerza de trabajo de la economía mundial. Sin embargo, producir los medios de subsistencia para seis mil millones de seres humanos, o más, no debería presentar muchas dificultades, si los “recursos humanos” no fuesen dilapidados en actividades antihumanas que no tienen ninguna razón de existir si no es la propiedad privada, si los proletarios no sacrificasen su vida protegiendo el mundo del dinero, si los burgueses fueran desposeídos de su poder de desposesión. Sólo el comunismo podrá abolir la penuria.
El muro erguido contra la humanidad y que siempre nos preguntamos cuando nos reventaremos contra él, fue construido hace apenas algunos siglos por el capital, con la ayuda, bajo coacción, del proletariado. Es al proletariado que le corresponde la tarea de destruirlo, destruyendo las fundaciones de este sistema que prueba cada día que su existencia futura es completamente incompatible con la de la humanidad.

Todo el desarrollo del capital está marcado por esa contradicción infernal con la madre Tierra, de la cual todos los animales y el hombre en particular son parte constitutiva. Desde el punto de vista ideológico, el capital impone así la verdadera «civilización» como subordinación total del campo a las ciudades, superioridad del «progreso» sobre la barbarie, del cemento sobre la tierra, de la industria sobre la ganadería y la agricultura (9). El crecimiento económico infinito es la ideología suprema del capital, que pretende así lograr la dominación total de la Tierra.

Toda la historia de la sociedad burguesa es la historia de esa separación del ser humano con la Tierra (¡separación que continúa hoy!) y de la pretensión burguesa de superar la relación natural entre el ser humano como parte de la Tierra, como perteneciente a la Tierra. Si bien ese proceso adopta hoy niveles demenciales, es importante subrayar que la separación total es imposible. El capital quisiera superar todo límite, pero su capacidad real se encuentra limitada por la naturaleza misma del ser humano. Es verdad que los proletarios terminan «comiendo» teléfonos móviles y otros espejitos de colores, en base a una satisfacción de las necesidades enajenadas, es verdad que ello desarrolla la ilusión sobre la perennidad del mundo actual, sobretodo si se logra cautivar a los proletarios con los catálogos siempre caducos y siempre renovados de esas baratijas, o bien haciéndoles clasificar las basuras (la creencia en el efecto positivo que ese trabajo, no pagado, tendría sobre el planeta no hace en realidad más que prolongar la esperanza de vida del sistema que lo destruye) o en ir a votar, pero todo tiene un límite y el límite del capital es el proletariado, que no parece dispuesto a seguir solo comiendo móviles y Mac Donald y que, contra toda la lógica del sistema, quiere seguir al menos comiendo arroz, trigo, carne, mandioca, pescado...y sobretodo que además de todo está volviendo a salir a la calle para gritarlo.

Nunca podrá el capitalismo solucionar el problema de la alimentación humana, bien por el contrario, el capitalismo está agravando cada vez más y globalmente la posibilidad de supervivencia de la especie humana (así como de las otras formas de vida) en la Tierra. La contradicción entre el capital y la Tierra, y por consecuencia entre el capital y la supervivencia de toda especie viva, se agrava y se seguirá agravando cada vez más.

Como el capital, durante siglos, siguió separando al ser humano de su disfrute de la Tierra, la lucha contra el capitalismo siempre ha sido la lucha de los seres humanos para resistir a esa separación con la Tierra. Durante siglos la socialdemocracia, invariante adoradora del mito de la civilización, de la ciencia y del progreso, despreció la lucha del proletariado del campo y/o de las poblaciones aborígenes y su encarnizada resistencia contra esa separación. Fue esa misma socialdemocracia la principal teorizadora de la ideología progresista y racista del obrero industrial más apto para la lucha revolucionaria que su hermano de la campaña «más atrasado». Sin embargo, en todas las insurrecciones proletarias no sólo se afirmó la tendencia de los proletarios (urbanos-rurales) a unificarse, sino que las reivindicaciones más importantes de la lucha contra el capital se unifican con la de las luchas por la Tierra: abolición de la propiedad privada. T mayúscula, pues incluye siempre, la lucha por la abolición de la propiedad privada de los mares, ríos, aire. Tanto para los proletarios de la ciudad como del campo, la cuestión de la alimentación es siempre la base (10). Toda gran lucha revolucionaria de los siglos XIX y XX (México, Rusia, España...) puso a nivel central la necesidad de destruir el poder del Estado burgués, la necesidad de reapropiarse de la Tierra y de destruir el capitalismo.

CHILE

Presos mapuche en Huelga de Hambre desde el 13 de Marzo: a la kalle!
«Cierto es que deben ser los propios afectados quienes se levanten contra el desinterés y la injusticia, asumiendo conciente y responsablemente el nivel y las consecuencias que pueden devenir de cada lucha y acción, pero ello en ningún caso significa que nosotros (el resto) debamos permanecer impávidos mientras el conflicto se desarrolla. No podemos ser espectadores de un conflicto que puede terminar con la vida de compañeros en el sur. Y aquí es, quizá, donde está la raíz de la forma de encarar el tema mapuche…las organizaciones que se articulan por la libertad, contra el capitalismo, en universidades, en poblaciones, ¿sienten realmente a los presos mapuche como compañeros?, ¿hasta dónde esa división constante entre mapuche y no mapuche está afectando la solidaridad? Quizás muchos grupos se mantienen al margen para no aparecer comulgando con discursos como los de «liberación nacional mapuche» o «nación mapuche». Para nosotros la lucha, el objetivo mayor apunta contra el capitalismo y su división en clases sociales, responsables directos de la explotación y la miseria, por ello no queremos un territorio «liberado» (aún cuando esa liberación no explica su organización interna: ¿según clan, familia, clases sociales, cantidad de territorio?), queremos un mundo sin explotados ni explotadores. No nos representa la constante (y tan común en estos tiempo) de separar las luchas tanto en razas, géneros, opciones sexuales, posición ante los animales, preferencias de anticonceptivos y un millón de etcéteras.
Esa separación en millones de partes y especificidades solo ha conseguido una evidente y clara disgregación de la fuerza, de la capacidad de aglutinamiento y un desdibujamiento de los verdaderos horizontes. ¿Cuál es la lucha por el condón?, no la entendemos…….es claro para muchos que al oponernos a la imposición constante y sistemática de una clase sobre otra, luego de estallada la guerra social, seremos nosotros y nosotras quienes decidiremos organizadamente como repartiremos los condones o si los usaremos o no, o de que material estarán hechos, etc. Pero en este y un sinnúmero de ejemplos más, la lucha es contra el capitalismo y las clases sociales, porque yo no puedo esperar que sea este sistema quien meentregue una solución al problema generado por este propio sistema.
La clase burguesa, dueña de represas, fundos, plantas de celulosa, empresas constructoras… ¿será ella quién me ayude a resolver el problema tanto de aguas contaminadas, tierras expropiadas, caminos que me cobran por llegar a mi casa…¿será ella?, la respuesta es tan pero tan obvia que ni la escribiremos…
En fin y pese a las diferencias en los discursos, en las formas de llevarlos a cabo y a la rabia que puede darnos que haya organizaciones que pierden el norte a cada rato, hay una cosa que rescatar, grande como un sol e innegable: los compañeros en el sur están presos, reprimidos por el mismo sistema que sin mediar diferencias nos reprime y encarcela a nosotros (o a muchos de nosotros). La misma clase social la que nos explota en la ciudad, está explotando, amedrentando, reprimiendo a los compañeros mapuche, con la gran diferencia de que allá cuentan con el aislamiento que ampara sus atrocidades, como el hecho de que fuerzas especiales de carabineros hayan golpeado tanto a una niña de 11 años, que ésta finalmente perdió su ojito o que una compañera embarazada haya perdido a su hijo en una sesión de golpes.
Esta es una realidad y comulguemos o no con cada uno de los postulados con los compañeros en huelga de hambre, estemos o no de acuerdo con la gente que se levanta y resiste un allanamiento, la solidaridad debe expresarse, haciendo la salvedad en los discursos, pero en la práctica debe expresarse. La soledad en las luchas es lo que busca el capital, es su base para seguir perpetuándose. Porque están presos, encarcelados por el mismo ordenamiento social que ha encarcelado y reprimido a tantos, porque se levantan ya con el único recurso que les queda estando en prisión, con una huelga de hambre, porque están aislados y no se tienen más que a sí mismos, porque son igualmente explotados y proletarios que se levantan, por eso son nuestros compañeros, y vaya para ellos un abrazo de solidaridad.
Agencia de Prensa Proletaria -Chile

Hoy también, las reacciones del proletariado en todo el mundo son, fundamentalmente, lucha de la humanidad para reapropiarse de la Tierra contra la dictadura del capital. Independientemente de la consciencia de los protagonistas, es una lucha revolucionaria, que necesita asumirse como tal, afirmando la necesidad de la revolución social, de la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, de la reunificación de la especie humana con la Tierra. Estamos convencidos de que, en la medida de que esta lucha se exacerbará nuevamente como generalización de la resistencia a la deterioración de las condiciones de existencia, la lucha histórica de la humanidad contra la separación histórica con la tierra tomará cada vez mayor importancia y se asumirá como tal.

No se trata de dos problemas diferentes uno superado por el progreso y otro para el futuro como los progresistas y socialdemócratas sostienen, sino y como cada gran lucha revolucionaria del proletariado puso en evidencia la cuestión de la Tierra y la destrucción del capital es un solo y mismo problema: sólo destruyendo el capitalismo el ser humano podrá realizar una relación verdaderamente humana con su especie, con todas las otras y con la Tierra.

Ya vemos hoy, como en algunas luchas los proletarios comienzan a cambiar su visión con respecto a esa resistencia histórica y a revalorizar las luchas de los «pueblos originarios», «indígenas» o «aborígenes» (que la burguesía se complace en llamar, en función de su propio pasado y visión del mundo, como «primeras naciones») contra el capitalismo y el Estado. Esta evolución es muy importante en el proceso que conduce a la unificación de las luchas proletarias contra el capital. De la misma forma, bajo el efecto del crecimiento de los movimientos de revuelta se observa, por ejemplo, en los Mapuches una tendencia a ligar cada vez más sus luchas a las de otros proletarios que también enfrentan al Estado y con los que se encuentran seguido compartiendo las mismas cárceles, las mismas represiones.

HOMOGENIZACIÓN, UNIFICACIÓN Y ASOCIACIONISMO

Volvamos entonces al análisis de la coyuntura. El ataque del capital es general, el aumento de precios de todo lo necesario para la supervivencia es inocultable y concierne al proletariado de todos los países, que se ve confrontado a una brutal disminución de su salario relativo así como de su salario real y al consecuente aumento de la explotación. Las luchas proletarias contra dicho ataque son la expresión de la contradicción entre el capital y la humanidad, la expresión de la contradicción entre la dictadura de la ganancia y la vida en la Tierra.

Reafirmemos el abc: el ataque cuantitativo y cualitativo contra la supervivencia de nuestra especie no tiene ninguna causa exterior al capital y a su lógica. El mayor progreso del capital no puede ser otro que la agravación de esta situación, que la exacerbación de la contradicción entre el capital y la humanidad, entre la sociedad burguesa y la Tierra. Para el capital, la Tierra misma se ha vuelto insuficiente: las necesidades de valorización y la brutal e insaciable sed de ganancia están estrangulando la vida y creando un desastre del cual no podemos todavía medir ni la amplitud, ni su actual aceleración.

No es necesario ser comunista para afirmar que sin cambio vamos derechito contra el muro, pero, sin embargo, hay muy pocos humanos que afirman claramente que si no destruimos el capitalismo, es el capitalismo el que destruirá la especie humana y solo existen algunos puñados de revolucionarios, de comunistas, que afirman la imperiosa necesidad de la dictadura del proletariado para abolir el trabajo asalariado como condición indispensable de la supervivencia de la especie humana.

Pero, más allá de la dificultad del proletariado para afirmar hoy su proyecto de clase, resultado en gran parte de la exacerbación del individualismo de la sociedad burguesa, es imperioso constatar que nuestra clase reaccionó de manera generalizada al aumento de los artículos de primera necesidad y en forma mucho más unificada de lo que el mismo proletariado tiene consciencia. Los ataques actuales del capital produjeron efectivamente una ola de luchas proletarias que tocó casi todos los países del globo. Ello muestra bien que la catástrofe de la sociedad burguesa –que aumenta y homogeneiza sin cesar los sufrimientos del proletariado– no puede más que volver a poner al orden del día la unidad esencial del proletariado y favorecer la tendencia a la unificación de esas luchas. Desde nuestro punto de vista, es evidente que el aumento de los productos alimenticios acelera esta tendencia. Si esta tendencia a la unificación no puede ser probada de manera «científica» y que la misma no aparece de primera ante la simple observación –y mucho menos ante los ojos del ciudadano atomizado–, el desarrollo de la lucha de clases en 2007/2008 nos parece ser un signo palpable de la actualidad de ese proceso de unificación. Nuestra propia discusión internacional al respecto se ha ido clarificando gracias a la realidad misma de la lucha de clases en este último año. Sería demasiado optimista ver en todo eso la reconstitución misma del proletariado como clase mundial, pero resulta incontestable que esa tendencia histórica vuelve a expresarse netamente.

Claro que la burguesía tiene evidente interés en esconder esta tendencia a la unificación de las luchas de nuestra clase. A eso responden las descalificaciones y etiquetas atribuidas por la burguesía a las diferentes luchas: «revuelta de los suburbios», «revueltas del hambre en el Tercer Mundo», «conflictos étnicos religiosos», «atentados terroristas», «huelgas salariales», «lucha de los pueblos reprimidos», etc. Claro que esas ideologías separadoras no son la única base del no reconocimiento mutuo de los proletarios y de sus luchas respectivas. Las propias condiciones materiales de vida, como expusimos en la primera parte de este artículo (ver Comunismo número 58), influyen también en ese no reconocimiento (11).

A continuación reproducimos un texto difundido en noviembre 2007 y firmado por “les preneurs et preneuses d’otages du campus universitaire de Grenoble” (los secuestradores y secuestradoras del campo universitario de Grenoble) (Francia). Aunque lamentablemente no da una perspectiva que supere el territorio francés, este texto expresa la lucha de proletarios por organizarse y romper con los límites que traban nuestra lucha.

¡Por la intensificación y la convergencia de las luchas!

Desde hace algunos años las luchas son imparables (1) La revuelta va mucho más allá que la simple protesta y la misma estalla cada vez más seguido, en base a sobresaltos más o menos durables e intensos.
El Estado siempre es el blanco. Los sindicatos y organizaciones de izquierda se repliegan e intentan calmar el juego.
No es necesario buscar muy lejos para encontrar lo que nos empuja a la revuelta: las relaciones sociales capitalistas ahogan a la mayor parte de los individuos en una vida de mierda (2). Policía, trabajo, dinero, jerarquías, discriminaciones, desposesión de nuestras vidas, todo es una mierda y por eso, todas las ocasiones son buenas para hacer comprender a los defensores del sistema que no podrán seguirnos sumergiendo nuestra jeta en la mierda sin que reaccionemos.
Desde algunas semanas pila de gente sale una vez más a la calle a manifestar. Pero sabemos para que sirven las manifestaciones planificadas. Para absolutamente nada. Tienes derecho a manifestarte pacíficamente, estamos en democracia. Pero no te sorprendas si el poder reprime, estamos en democracia.
Los ferroviarios declaran la huelga y la mantienen toda una semana, se desorganiza toda la circulación de trenes en Francia, pero el gobierno no cede, solo “negocia” con la CGT (Central General de Trabajadores NDR) y los otros sindicatos, que de manera suave, van adormeciendo la rabia de los ferroviarios. Contra ello, grupos de ferroviarios por toda Francia llevan adelante acciones directas ilegales para intensificar la lucha (sabotaje de líneas y saqueos de estaciones).
Lo mismo sucede en las luchas estudiantiles: numerosas facultades son bloqueadas y ocupadas, algunos son expulsados por la milicada (tres veces en Grenoble, pero también en París, Nantes, Rennes, Strasbourg, Montpellier, Lyon, etc.)
Los principales sindicatos abandonan la lucha y “negocian” migajas. En algunas facultades se dan actos de sabotaje (por ejemplo contra las cámaras de control video) y algunas manifestaciones salvajes viran al enfrentamiento con la policía y a la destrucción de comercios y automóviles (principalmente en París y Grenoble). Numerosos colegios son ocupados y/o bloqueados y la alegría y energía de las manifestaciones salvajes se hacen fuertes entre los estudiantes.
En estos últimos tiempos, otros sectores entraron en huelga, como los pescadores y los asalariado(a)s de EDF (Electricidad de Francia), que también practicaron el bloqueo y el sabotaje para dar más potencia a sus luchas.
Esos momentos de lucha nos llenan de alegría. Cuando la determinación gana frente a la resignación, la consigna demagógica de Sarkozy podemos hacerla nuestra: “juntos, todo deviene posible”.
Y es allí que surgen los obstáculos, hablamos de convergencia de las luchas pero en realidad cada uno(a) lucha por su lado. Este es el problema de las luchas corporativistas y reformistas... Del sistema capitalista solo podemos esperar reformas, lo que en el mejor de los casos significa que tendremos una vida de mierda un poco menos podrida. Hace un año y medio el CPE no pasó, lo que fue positivo, pero por definición nada ha cambiado y eso no nos basta.
Otra vez, desde los barrios más miserables de Francia, nos llega un impulso insurreccional menos restrictivo: el domingo 25 de noviembre 2007 en Villiers-le-Bel (en el suburbio norte de Paris), dos jóvenes que circulaban en una pequeña moto fueron atropellados por un coche de policía y murieron instantáneamente. Como hace dos años, eso desencadenó varias revueltas en el barrio. Decenas y centenas de personas se levantaron contra los milicos: la comisaría de Villiers-le-Bel fue incendiada, la de Arnouville (ciudad vecina) fue saqueada. Varios coches fueron incendiados, entre ellos vehículos de policía y de bomberos.
Como hicieron con los huelguistas de transporte y lo(a)s que bloquearon las universidades, las medias están al acecho y se apresuran en insultar a los amotinado(a)s: en France info, por ejemplo, el 6 de noviembre, un asalariado (3) de una agencia inmobiliaria (4) de Villiers-le-Bel declara que es “estúpido” destruir en el mismo barrio en que viven los mismos sedicioso(a)s... Pero, en esos momentos, la rabia se expresa como puede. De todas maneras, ¿qué se ha destruido o quemado, a parte de coches, esa noche? “Comicos” (¿? NDR), concesionarios automovilísticos, una agencia inmobiliaria, comercios, entre ellos una joyería que fue saqueada (¡bien hecho!)
Los propietarios se quejan por que destrozamos sus comercios, pero no se cuestionan, en absoluto, como ellos con su avasallamiento revientan nuestras vidas en tres mil pedazos. El único medio para salvarse es hacer dinero de cualquier manera: todo el mundo permanece en “modo” supervivencia, y los que “salen adelante” (“los integrados”) cambian de campo. Es la ley de la selva y no hay que tenerle miedo a las palabras, eso se llama “capitalismo”.
No hay fatalidad, este sistema de explotación e inigualdad no tiene absolutamente nada de “natural”. Entonces, ¿Por qué Debiéramos Quedarnos Tranquilos? (5)
A la izquierda, la reacción es clara cuando preguntamos a François Hollande (jefe del Partido Socialista) si él “entiende” a los amotinado(a)s, responde clarito: “no hay que entender, hay que castigar” (6).
En pocas palabras, siempre es el mismo circo político-mediático.
Y si la mejor de las policías no viste uniforme (7), esto no impide que la milicada en uniforme (la BAC, los “RG”, y los infiltrados) esté presente en masa y por todos lados, desde el campus de Grenoble hasta él de Fontaine y él de Villeneuve, pasando por las calles del centro de la ciudad.
Lo que prueba que el Estado nos mete permanentemente un máximo de presión... pero no abandonaremos la lucha (8).
“Les preneurs et preneuses
d’otages du campus universitaire
de Grenoble»/SMH, Noviembre 2007
Notas:
1. Últimamente podemos destacar: el movimiento liceal/estudiantil durante la primavera 2005, las revueltas en los suburbios en toda Francia en otoño 2005, el movimiento “anti CPE” (contrato especial del primer empleo) en la primavera 2006, los motines en la Estación del Norte de Paris, marzo 2007, la acción directa contra los locales de partidos políticos y las manifestaciones “salvajes” antes y durante las elecciones presidenciales, etc.
2. Si, es verdad a niveles muy diferentes y esas diferencias constituyen la base con la que “juegan” aquellos que intentan dividirnos.
3. ¿Un cuadro? ¿un subdirector? ¿un empleado de base? no lo sabremos.
4. A parte de los burgueses forrados de dinero, ¿quién no ha sentido las ganas de reventar la vitrina de una inmobiliaria? ¿Quién, de una manera u otra, no ha tenido o tiene que soportar las dificultades para conseguir vivienda? ¿Quién nos expropia el “derecho” de vivir bajo techo, si no es el Estado, los propietarios y las inmobiliarias?
5. Mientras que la censura utiliza todas sus fuerzas, los siniestros puercos sindicales, frente a los “lamentables” excesos represivos, invocan la mala suerte y llaman a su estado mayor.
6. En France Info, 26 de noviembre 2007.
7. Puesto que la mejor de las policías es tu trabajo, tu tele, tus deudas, tus ansiolíticos, neurolépticos, antidepresivos... la mejor de las policías es todo lo que te hace marchar derecho, con tu propio consentimiento, sin mostrar tus colmillos...
8. Y ¡qué no nos vengan a decir que tenemos que ir a votar! Ni por Segolene Royal, ni por el que sea, lo que queremos es cambiar las relaciones sociales. El problema no está en el nombre o la cabeza del Presidente de la República, el problema es la República, el Estado, la jerarquía social, económica y política, es un sistema. Pues si, tenemos mucho que hacer para revolucionar este mundo de mierda, pero no tenemos gran cosa que perder...

Así, si en textos anteriores, pusimos en evidencia que uno de los aspectos de la realidad catastrófica del capital es el desarrollo de las favelas, de las barriadas miserables y de los suburbios dormitorios, es importante subrayar hoy, que el hecho de encerrar a los proletarios en guetos (donde los 2/3 son inmigrantes), que el impedirles salir de los mismos en base a la represión (controles policiales, organización de los transportes, prohibiciones de salir a la calle a partir de una cierta hora, etc.), busca (y en muchos casos logra) imponer ideologías coherentes de separación, que el resto del proletariado desprecia a quienes viven en esos barrios favelizados y los consideren como la escoria, el subproletariado, el lumpen, etc. El urbanismo es la organización del espacio en función de las necesidades del capital para contener y reprimir al proletariado. Esa milicada apenas solapada «naturaliza» las separaciones y participa plenamente de ese no reconocimiento subjetivo de los proletarios de no pertenecer a la misma clase. Del lado de los proletarios excedentes, que viven en esos barrios, su encierro y abandono total a una suerte miserable hace nacer a veces en ellos, de forma contradictoria, a la vez elementos de un repliegue comunitario (religioso o nacionalista en relación a la región o el país de origen) y/o de autodestrucción (aumento de la violencia entre proletarios, embrutecimiento en base a drogas (12)) y una oposición básica al sistema, que se traduce en general en la ausencia de ilusiones en cuanto a su reforma. Ambas tendencias pueden, al mismo tiempo, hacer muy difícil que esos proletarios reconozcan como suya la lucha de los proletarios que tienen un trabajo, dado que para ellos representan parte de una sociedad de la que se consideran excluidos.

Simultáneamente, las separaciones resultantes de la políticas urbanísticas burguesas participan también en esa división de las filas proletarias y constituyen, al lado de las separaciones ideológicas mantenidas por la socialdemocracia, un verdadero cordón sanitario físico y directamente material contra la afirmación de la unidad esencial del proletariado. En todos los aspectos de la vida bajo el capital, la burguesía desarrolla permanentemente su arsenal de aparatos, estructuras y mecanismos –tanto ideológicos como directamente materiales– para prevenir, trabar y/o reprimir físicamente todo proceso de unificación de luchas en función de sus diferentes estados. Todos ellos tienen como objetivo el proteger el orden social capitalista contra los ataques de su ejecutor y enterrador histórico: el proletariado.

Las ideologías, según las cuales los proletarios tendrían diferentes intereses y compartimentos que defender, tienen todavía una fuerza material, bien real, y traban siempre el reconocimiento, que los propios proletarios podrían hacer, de la identidad profunda de su condición y de sus luchas. Pero a pesar de ello, ningún aparato de la burguesía puede hacer desaparecer la unidad esencial que, por su contenido, tienen las luchas proletarias. En cualquier lugar o capa del proletariado que la lucha contra el capital se manifieste, ella contiene y en alguna manera expresa la totalidad y unidad del proyecto que hace del proletariado la primera clase de la historia que es al mismo tiempo explotada y revolucionaria.

Para nosotros, el proceso actual, relativo y contradictorio, de unificación de lucha del proletariado mundial es el resultado directo de la catástrofe capitalista que estamos padeciendo y de ninguna manera podría ser el resultado de la acción voluntaria de un partido, ni de la consciencia, bien por el contrario la catástrofe capitalista fuerza al proletariado a unificarse contra el capitalismo y a constituirse en fuerza, organizándose y expresando la consciencia de la necesidad de la revolución social.

En efecto, la degradación de las condiciones de supervivencia y los consecutivos ataques capitalistas contra la vida de los proletarios, al adoptar una dimensión cada vez más global, empujan a que la reacción de nuestra clase sea cada vez más homogénea, tanto en el tiempo como en la forma y el contenido de esas luchas. Ese es un aspecto mayor de la dinámica catastrófica del capital, que juega contra si mismo, incitando cada vez más a su «propio enterrador» a unificarse en la lucha a nivel mundial. Cuanto más satisface sus necesidades insaciables de ganancia, el capital debilita más las separaciones y barreras ideológicas que había creado, así como las fronteras y barreras materiales que había erigido para asegurar la explotación del proletariado. Cuanto más se profundice la catástrofe capitalista y más se desarrollen las luchas, más difícil le será a nuestro enemigo sembrar y mantener la cizaña en el seno de nuestra clase, pues las mismas diferencias objetivas en el seno de nuestra clase –bases materiales útiles a la división y a la reproducción de la inconsciencia de clase– tienden a disminuir, o a pasar a un segundo plano en el terreno de la confrontación social. La burguesía es consciente del hecho de que tendrá que afrontar a un proletariado cada vez más unificado y se prepara para ello.

Como ya lo subrayaba Marx en «Las luchas de clases en Francia», es en las luchas, contra los ataques capitalistas, que el proletariado va perdiendo sus ilusiones: cada derrota, es al mismo tiempo una victoria, afirmaba substancialmente Marx, porque las luchas hacen caer las máscaras utilizadas rompiendo, cada vez más claramente por la burguesía. Sólo el desarrollo de la lucha permite al proletariado ir rompiendo, cada vez más claramente, con las separaciones que la burguesía le impone. No es una cuestión de consciencia o de un pretendido partido, sino la misma profundización de la catástrofe capitalista la que fuerza al proletariado a luchar y, en ese proceso, a asumir en forma cada vez más clara el antagonismo de clase. El desarrollo de la catástrofe capitalista hace cada vez más patente la polarización de la sociedad en los dos campos enemigos: la burguesía y el proletariado.

Sin embargo, hoy es evidente que la simultaneidad, la amplitud e incluso la claridad de la reacción proletaria internacional están en contradicción flagrante con la ausencia de consciencia clara del proyecto social revolucionario, del comunismo, así como con la ausencia de reconocimiento mutuo de esas luchas como acción mundial de una sola clase en lucha. Tampoco constatamos una mayor consciencia acerca de la necesidad internacional de organizarse contra nuestro enemigo. Si bien la unicidad del proletariado se manifiesta, más que nunca, ante la generalización de la política de austeridad contra él, si bien los focos de lucha y sus objetivos expresan claramente la unicidad de nuestro interés de clase mundial y hasta el hecho de que la lucha es contra el mismo enemigo, los procesos reales de centralización siguen siendo sumamente escasos y localizados. La falta de asociacionismo (con cierta permanencia), de afirmaciones programáticas, de continuidad, de centralización internacional, íntimamente ligados a la destrucción profunda de los lazos sociales expuesta anteriormente,... continua siendo la gran laguna del proletariado en su lucha por destruir esta sociedad criminal.

Desde un punto de vista histórico, el estado de nuestra clase es, pues, totalmente diferente al que existía en las décadas anteriores a la gran ola revolucionaria internacional de los años 1917/19, cuando el asociacionismo proletario era generalizado en todas partes, cuando la prensa clasista era el organizador colectivo de millones de proletarios que se reconocían como clase y proclamaban internacionalmente la necesidad de destruir la sociedad capitalista mundial.

Pero no por ello sería correcto tomar ese período como LA referencia histórica, como criterio absoluto y sentenciar, como lo hacen los típicos «revolucionarios profesionales», dictaminando que «no hay consciencia», que «no hay organización», que «no hay partido», ¡cómo si hubiese que, en base al pasado, constituir un esquema formal al cual la lucha debiera adaptarse!

Más allá de criticar/enfrentar esas caricaturas leninistas, ampliamente promocionadas por toda la socialdemocracia a pretensión «radical», resulta imprescindible relativizar también esa falta de organización y consciencia de clase:

El análisis de esta situación contradictoria es de vital importancia: si de un lado la generalización, la masividad, la fuerza y la capacidad de combate están aseguradas en el futuro inmediato, la capacidad de triunfar a nivel mundial, frente al capital unificado, no se encuentra asegurada en absoluto. La inconsciencia de clase (es decir de comunidad de interés, de objetivo) facilita no sólo las distorsiones y falsificaciones de la lucha de nuestra clase (y por ello su aislamiento, etapa indispensable para asegurar impunemente la represión) y deja así el campo libre para la pérdida de autonomía del movimiento (o para que nunca llegue realmente a afirmarse), para su atascamiento en el frentismo con diversas fracciones burguesas hasta la transformación de la lucha de clases en guerra interburguesa. La superación o no de esta contradicción, entre la amplitud de la reacción proletaria y la falta de asociacionismo consciente a nivel internacional, jugará, desde nuestro punto de vista, un papel decisivo en la resolución –revolucionaria o contrarrevolucionaria– de la contradicción social global. Así en una situación en donde la proporción de minorías revolucionarias con relación al movimiento real del proletariado es más pequeña que nunca, la lucha contracorriente de esas minorías será más decisiva que nunca.

Tomemos un ejemplo de brutal actualidad y reafirmemos la perspectiva comunista. Es verdad que el Pentágono asociado a otras fuerzas imperialistas actúa contra el gobierno boliviano y el venezolano, como lo denuncia la izquierda nacionalista burguesa hoy. Sin embargo, frente a la situación de catástrofe general de todo el sistema burgués y sus ataques contra el proletariado y frente a la lucha proletaria, la acción y los intereses del Pentágono coinciden integral y fundamentalmente con los de todos los gobiernos del mundo (incluidos muy particularmente los de «izquierda») en el objetivo estratégico de neutralizar la lucha actual contra el sistema social y el alistamiento del proletariado detrás de las fracciones burguesas. Pentágono y gobiernos auto proclamados «anti-imperialistas» actúan de hecho en base al mismo interés de clase: hacer pasar a un segundo plano la lucha que se desarrolla en todo el continente americano y en el mundo contra el aumento de precios de los productos de base y repolarizar toda la sociedad según las contradicciones intergubernamentales, entre de un lado los gobiernos nacionalistas burgueses de América Latina (como el de Venezuela, Bolivia, Nicaragua...) y de otra parte el gobierno de Estado Unidos.

Frente a ello, la acción revolucionaria minoritaria debe afirmar como siempre:

«¡Ninguna solidaridad con ningún gobierno, con ningún Estado!»

«Todo Estado es enemigo de la lucha del proletariado»

«Contra el capitalismo por la revolución social»

Porque indudablemente no será aceptando las polarizaciones entre Estados y sirviéndoles de carne de cañón que nosotros, proletarios, comeremos mejor, respiraremos mejor, beberemos mejor, amaremos mejor... viviremos mejor; sino al contrario, luchando contra el capitalismo y todos los Estados, constituyéndonos en clase, en partido, imponiendo nuestros intereses mundiales revolucionarios.

¡POR LA REVOLUCIÓN COMUNISTA MUNDIAL!

¡ORGANIAZARSE PARA DESTRUIR EL SISTEMA SOCIAL QUE NOS DESTRUYE!

Notas

1. La primera parte de este artículo fue publicada en Comunismo número 58.
2. Es lo que se observa también con los signos de valor como el dólar o el euro, las fluctuaciones de los «valores» de todas las divisas sobre el mercado es permanente, pero a largo plazo, todas ellas pierden valor en términos relativos a las mercancías que tienen valor intrínseco.
3. Aprovechamos el tema para demarcarnos de aquellos que basados en esta perspectiva, del agotamiento del petróleo, imaginan que ello significará el fin del capitalismo haciendo innecesaria hasta la misma revolución social. En realidad la tendencia al agotamiento del petróleo ya está provocando una revolución de las fuerzas productivas y energéticas, verificable hasta en la velocidad de valorización de las empresas de desarrollo, investigación y producción de energías alternativas para reorganizar el capitalismo a nivel global. El capital no sólo se adapta a la misma y rentabiliza las alternativas, sino que produce al mismo tiempo las ideologías ecologistas que rentabilizan todavía más rápido las inversiones en energías alternativas. No sólo la ecología se ha vuelto un negocio rentable en todas las ramas de la producción, sino que la etiqueta “ecológica”, “natural”, “alternativa”, “sustentable” se ha vuelto un argumento central de propaganda y venta y de dinamización de las acciones de toda compañía que utilice esos argumentos. ¡Hasta existe un mercado, evidentemente en plena expansión, de “gestión de catástrofe”! No, compañeros, el capitalismo no se termina porque se vaya agotando el petróleo, o porque produce cada vez más catástrofe, como siempre dijeron los revolucionarios no es suficiente con enunciar que el capitalismo merece morir, hay que matarlo y enterrarlo y sólo puede realizar esta tarea el proletariado constituido en fuerza internacional.
4. Aquí nosotros estamos utilizando el termino «Tierra» en su carácter más general en tanto que planeta Tierra, o si se quiere la Naturaleza como el ecosistema en donde se desarrolla toda la vida, en particular la vida de la especie humana, que evidentemente requiere de todas las otras especies para su propia supervivencia. Dicho termino comprende no solo la tierra en el sentido estrecho de la palabra, sino el agua, los minerales, las selvas y bosques, los mares, los animales y vegetales... y todo lo que el capitalismo llama «recursos naturales». Toda le Tierra ha sido apropiada por el capital y se encuentra sometida a la dictadura de la tasa de ganancia que pone en peligro la supervivencia misma de la vida sobre la misma. La expresión de esta contradicción es la contradicción de clases o dicho de otra forma se concentra en la contradicción entre la perennidad del capitalismo o de la vida.
5. Subrayemos igualmente que es justamente porque la cantidad de tierra es limitada (y sobretodo de tierra cultivable) que la producción de artículos de primera necesidad entra en contradicción con la producción de alimentación para los animales (que a su vez sirven para la alimentación humana) o para las materias que servirán de biocarburantes. ¡Si!, el consejo de los ecologistas de mantener el modo de producción capitalista actual sustituyendo el petróleo por biocarburantes contribuye también a aumentar el precio de los artículos de primera necesidad. Pero la producción de biocarburantes no es en sí la explicación del aumento generalizado de precios, ésta es más bien otra consecuencia de la penuria generalizada de tierra también provocada por el capitalismo, así que, en última instancia, un factor coadyudante. Agreguemos además a ese nivel, que también es verdad que el capitalismo ha puesto en competencia la comida humana no solo con la de los chanchos, las vacas, pollos y pescados, sino que ahora con lo que «comen» los autos, camiones. Repitamos, sin embargo, que la razón general de aumento en los precios de los productos que provienen de la agricultura es la más general que venimos de exponer y no podrá ser solucionada ni siquiera imponiéndoles a los proletarios que coman los cereales que se le dan de comer a los animales, como pretenden muchos ecologistas (¡siempre preocupados en disminuir nuestra «huella ecologista»!), ni tampoco haciendo desaparecer de la tierra a los biocarburantes.
6. La dictadura de la tasa de ganancia impone este reinado: para que el capital circule rápido cuanto más corta sea la esperanza de vida de los productos es mejor para el capital. No solo es “baratija” porqué contiene cada vez menos tierra, sino también, y consecuentemente, porque esa misma tasa de ganancia exige que el producto sea lo menos durable posible. Así cuantas mercancías que ni siquiera han sido consumidos en tanto que valores de uso, son destruidas, cuantas mercancías son producidas para desaparecer lo más rápidamente posible.
7. Sin llegar al extremo de la “carne” hecha a partir de mierda humana (¡que no es una broma sino una realidad de la que se vanaglorian los empresarios productores de ella en Japón!) pensemos también a la generalización de la acuacultura, que pretende sustituir la criminal e impresionante destrucción de los mares operada en las últimas décadas por la producción masiva de pescado cada vez más artificial (con alimentación cada vez lejana de la natural). Luego se sorprenden de que el pescado resultante no contenga ni las vitaminas, ni los oligoelementos, ni el Omega 3..., que contiene el pescado que vive en ríos y mares. Nosotros ya no nos sorprendemos de los resultados nefastos de ningún progreso del capital.
8. Recordemos, al pasar, que esto es precisamente el progreso que tantas loas recibe de todas las fracciones de la clase dominante y de sus idiotas útiles. Reafirmemos que en la contraposición histórica entre todos los progresistas de la historia y la resistencia humana contra el progreso, nosotros comunistas, nos situamos siempre del lado de la resistencia humana.
9. A ese proceso corresponden todas las ideologías acerca de la superioridad de la civilización (particularmente ligadas a las religiones monoteístas) con relación a todos los otros seres humanos (hasta el extremo de negarles dicha condición a negros e indígenas) con relación a todas las especies y también en relación con los «pueblos» ligados a la tierra. La exterminación de los indígenas, así como la esclavitud generalizada que realizó el capitalismo, se justificó con dicha ideología. La ideología de la civilización capitalista considera invariablemente al ser humano ligado a la tierra como inferior frente al hombre libre. En todos los países y épocas, existen palabras despectivas y racistas que corresponden a esa cultura civilizadora del capital y que son utilizadas para designar la ignorancia, la incultura...: paisano, terrón, canario, terraja, «viene del barro», terroni (del italiano).
10. Esa relación de los obreros de la industria con la tierra, se expresa claramente en todos los casos en el cual los obreros industriales acaban de ser arrancados por el capital de la tierra. Así el movimiento ludista, en el que los proletarios destruían las máquinas, expresa a la vez la resistencia a aquella separación y la resistencia a someterse al ritmo infernal de la máquina, en realidad el ritmo de valorización del capital y de la sumisión de su ser a la burguesía. Ver al respecto el artículo «El obrero y la máquina» de Ricardo Flores Magón. La palabra «sabotaje» expresa, también, esa contradicción directamente vivida por el hombre ligado todavía a la tierra con respecto a la industrialización: el «sabot» era el zapato del hombre de la campaña, que se introducía en los engranajes de la máquina para impedirle seguir con su ritmo infernal..
11. Ver « ¿Proletario yo? » en Comunismo número 57
12. Siempre la burguesía utilizó diferentes tipos de drogas para abombar a los proletarios de los barrios marginales, como en muchas ocasiones ha sido denunciado por grupos revolucionarios. El papel actual de la pasta base, impuesta por los aparatos centrales e imperiales del Estado en América Latina es ejemplar en ese sentido como mecanismo de embrutecimiento y destrucción ultra violento de los proletarios y de todas las relaciones humanas que quisieran preservar. La destrucción humana llega a tales niveles que no es excesivo comprar la situación con el terrorismo y la desaparición de personas efectuada por el Estado en años anteriores. Por eso grupos de familiares y otros proletarios solidarios ya se organizan en muchos países de Sudamérica para escrachar a los principales traficantes y denunciar los aparatos policiales y militares que están detrás de esa acción estatal de liquidación física de marginales y descontentos.

LECTURA CRÍTICA

Des-colonialidad del poder: el horizonte alternativo - Aníbal Quijano
Desde mediados de 1973, el patrón de poder global colonial-moderno (1) inició un proceso de radical reconfiguración con un carácter contrarrevolucionario. Mediante el desempleo masivo, llevó a los trabajadores a una derrota mundial y, con la desintegración del despotismo burocrático (llamado “campo socialista”) y la implosión final de la URSS, eliminó a sus rivales en la hegemonía mundial, lo que también produjo la desintegración de los movimientos y organizaciones que le eran realmente crí­ticas y antagonistas. De ese modo, las más profundas tendencias que le son inherentes en este contexto histórico pudieron ser desarrolladas virtualmente sin resistencia hasta mediados del decenio final del siglo XX.
Este proceso implica todo un nuevo período histórico cuya significación es equivalente a lo que ocurrió con la llamada “revolución industrial burguesa”, pero que conduce a la actual existencia social en un sentido histórico virtualmente inverso al que fue entonces producido. No sólo las formas de dominación, de discriminación, de explotación serán -son ya, en realidad- cada vez más brutales y violentas. Lleva a la destrucción de las condiciones de vida en nuestro planeta, a la deliberada polari­zación social extrema y a la extinción por hambre de una gran parte de nuestra especie. Peor aún, mucho peor, está logrando hacer hegemónico un sentido común capaz de conformarse y de convivir con todo eso mientras pueda usarlo y consumirlo. Es decir, básicamente lo contrario a lo que fue el proyecto central de la colonial-modernidad.
Al mismo tiempo, el capitalismo colonial-moderno ha lo­grado producir un desarrollo científico-tecnológico que saca el mayor provecho de la nueva inteligencia de la especie, individual y asociada, lo que permite una producción material e inmaterial sin límites previos en escala mundial. Esto ha generado, en el capital, un nivel donde ya no se produce empleo asalariado, sino que opera por medio de una nueva forma de acumulación financiera y que requiere el máximo control de la subjetividad y de la autoridad.
Así pues, el capitalismo colonial-moderno ya no produce ni producirá más empleos ni más salario, salvo “precarizados” y “flexibilizados”, ni más servicios públicos o libertades civiles. Todo lo contrario. La esclavitud y la servidumbre están en plena reexpansión, con su perversa ética social ahora explícita de nuevo, siempre al servicio del capitalismo.
Los deseos y necesidades de poder y de lucro de los controladores de este poder son cada vez más ilimitados y perversos. Todo recurso es, en ese sentido, instrumental para esos fines. Esto lleva a la destrucción de nuestra casa común, el planeta, y a matarnos entre nosotros. De ese modo, en su fase actual, este patrón de poder es el mayor peligro global.
Ahora comenzamos a saber, sin embargo, que esa misma tecnología también permitiría producir todo lo que la población del mundo necesita sin recurrir a la dominación/discriminación/ explotación/violencia. Esto implica que el capitalismo no sólo es peligroso, sino que, por otro lado, ya no es útil ni necesario. Por el contrario, es prescindible. Dada su peligrosidad, prescindir del capitalismo colonial-moderno es una necesidad urgente. El actual nuevo periodo implica, en esta perspectiva, su conflicto más profundo y nos coloca a todos en una auténtica encrucijada histórica.
Ya no es suficiente, pues, resistir a la globalización neoliberal. Las conquistas que nos han sido arrebatadas en los últimos 40 años no serán restauradas. Ya no basta luchar contra el impe­rialismo unipolar de EU, ya que comenzamos a tener otro multipolar (la Unión Europea, China, India, Rusia, Brasil) que de ningún modo será menos brutal y violento. Ahora es necesario, urgente en verdad, pasar de la resistencia a la alternativa, y es precisamente eso lo que estamos haciendo. América Latina es el centro mismo de esta nueva etapa del movimiento mundial de la sociedad contra el capitalismo colonial-moderno.
A las luchas de los dominados y explotados del mundo in­dustrial y urbano, por resistir al neoliberalismo globalizado en defensa de empleo, salario, seguridad, servicios públicos, ciuda­danía, se suman ahora las luchas de los “indígenas” de todo el mundo, los más dominados entre las víctimas de la colonialidad del poder global, que permanecen en defensa de los elementos fundamentales de su sobrevivencia. Tales elementos son mal llamados “recursos naturales”, desde la perspectiva eurocéntrica de explotación de la naturaleza: el agua, las florestas y el oxígeno, los demás seres vivos, las plantas alimenticias y medicinales, en fin, todo lo que los “indígenas” han usado, producido y repro­ducido por miles de años y todos los materiales que permiten la producción de la existencia social. Por eso, los “indígenas” y, de modo creciente, todos los demás sectores de la población mundial -comenzando por la comunidad científica mundial y los intelectuales y profesionales de las capas medias, así cómo los trabajadores de todo el mundo industrial-urbano— están des­cubriendo que, dadas las tendencias destructivas del capitalismo actual, esos recursos de sobrevivencia de los “indígenas” son nada menos que recursos de la defensa de la vida misma en el planeta y que son, precisamente, los que el capitalismo colonial-moderno está llevando a la destrucción total.
Está emergiendo una vasta coalición social que puede ser —de hecho es— un nuevo movimiento mundial de la sociedad. Surge de la continua comprobación de que el actual capitalis­mo colonial-moderno es un riesgo inminente de destrucción de la vida en nuestro planeta. Pero, al mismo tiempo, también comienza a descubrir que, por su propio desarrollo científico y tecnológico, este patrón de poder es no sólo peligroso, sino finalmente innecesario e inútil.
Ha comenzado así un proceso de des-colonialidad de la existencia social. Un nuevo horizonte histórico está emergiendo, lo cual implica, en primer término, nuestra emancipación del eurocentrismo, esa forma de producir subjetividad (imaginario social, memoria histórica y conocimiento) de modo distorsiona­do y distorsionante que, aparte de la violencia, es el más eficaz instrumento de control que el capitalismo colonial-moderno tiene para mantener la existencia social de la especie humana dentro de este patrón de poder. La emancipación significa descubrir que los recursos de sobrevivencia de los “indígenas” del mundo son los mismos recursos de la vida en el planeta y descubrir, al mismo tiempo, en el mismo movimiento de nuestras luchas, que ya tenemos la tecnología social para prescindir del capitalismo.
Estamos también aprendiendo a organizarnos y a movili­zarnos desde esa misma perspectiva: produciendo ya nuestras propias formas de existencia social, liberadas de dominación, de discriminación racista, etnicista, sexista; produciendo nuevas formas de comunidad como nuestra principal forma de autoridad política; produciendo libertad y autonomía para cada individuo, como una expresión de la diversidad social y de la solidaridad; decidiendo democráticamente lo que necesitamos y queremos producir; acudiendo a y usando los máximos niveles de la tecnología para producir los bienes y valores que necesitemos; expandiendo la reciprocidad en la distribución de trabajo, de productos, de servicios; produciendo desde ese piso social la ética social alternativa a la del mercado y del lucro colonial-capitalista. Eso es lo que significa la producción democrática de una sociedad democrática.
Estas son las disyuntivas históricas del período que estamos viviendo y configurando con nuestras luchas y nuestros movi­mientos. Es un tiempo de lucha y opciones. América Latina fue el espacio original y el momento inicial de formación del capitalismo colonial-moderno. Hoy es, por fin, el centro mismo de la resistencia mundial y de la producción de alternativas contra este patrón de poder.
Quijano
Nota
1. El debate sobre esta cuestión fue abierto con “Colonialidad y modernidad/ racionalidad” (Perú Indígena, vol. 13, No. 29, Lima, 1991, pp. 11-20), y “La americanidad como concepto o las Américas en el moderno sistema-mundo”, en coautoría con Immanuel Wallerstein, en Internacional Journal of Social Sciences, No. 134, París, noviembre de 1992.
Publicamos este articulito porque nos pareció muy bien expuesta la agravación de la barbarie de la civilización capitalista, así como el empeoramiento de todas las condiciones de supervivencia y explotación como producto de la derrota del proletariado. Nos parece que Quijano realiza una buena síntesis de las perspectivas del capitalismo, incapaz no sólo de alimentar al ser humano, de “producir” “empleos” o “salarios”,…y que va a la destrucción de la casa común: “el planeta y a matarnos entre nosotros”.
También saludamos que el autor reconozca que el problema es el capitalismo mismo y que “Ya no es suficiente, pues, resistir a la globalización neoliberal” y que “Ya no basta luchar contra el impe­rialismo unipolar de EU” lo que marca una buena ruptura con la izquierda dominante que en general ese medio de intelectuales no ha efectuado. En base a esas rupturas plantea bien la contradicción central entre el capitalismo mundial, que significa un peligro para la vida del planeta, y (a pesar de que discrepemos con su adición sociologista de sectores sociales) “un nuevo (2) movimiento mundial de la sociedad”. Y en ese contexto es que Quijano afirma la emergencia de un nuevo horizonte histórico, adonde subraya nuestra indispensable emancipación del eurocentrismo como instrumento de control, de violencia y distorsión histórica que siempre sirvió para reproducir el poder de esta sociedad racista y esclavista. Es sumamente lúcido y potente que contra la barbarie del capitalismo colonial-moderno Quijano afirme la lucha de los “indígenas” del mundo como parte orgánica de la lucha del proletariado, afirmando al mismo tiempo que la lucha por la supervivencia y la defensa del planeta es una misma lucha. Más aún subrayando que, en esa parte del proletariado, no tiene ningún sentido la separación entre lucha inmediata y lucha histórica, que más que en otros sectores del proletariado los “indígenas” cuando luchan por lo inmediato (contra la desposesión y contra la contaminación de la tierra y otros elementos naturales necesarios a su supervivencia) están luchando por los intereses de todos los explotados.
Nos sentimos identificados con ese planteo y con como plantea la contradicción central entre el sistema social y nuestro movimiento, nuestras luchas. Es cuando el autor quiere afirmar la parte positiva de esta perspectiva que tenemos divergencias decisivas con él. Así todo lo que dice de la democracia, como “la producción democrática de una sociedad democrática” es una lamentable concesión no sólo al capitalismo (hemos expuesto más de una vez que la democracia es un producto de la sociedad mercantil y del capitalismo en particular), sino hasta al mismo eurocentrismo (el modelo de dominación democrático es el que ha padecido el planeta desde la imposición de la hegemonía Europea). Se podría pensar que es sólo una cuestión de terminología, porque muchas veces quienes luchan contra la dominación y opresión capitalistas utilizan todavía la terminología de los opresores, reivindicando la democracia directa u “obrera” pero hay varios elementos en lo que afirma de positivo Quijano, que muestran que no es así: como la propia defensa de la “libertad y autonomía para cada individuo”. En efecto, el individuo mismo es un producto del desarrollo de la mercancía y el mismo sólo se hizo libre y autónomo por la afirmación de su capacidad de comprar y vender consecuentemente a su separación histórica de la comunidad. No, no se puede reivindicar al individuo autónomo y pretender que ese mismo individuo no sea egoísta, no se puede aspirar a la autonomía de cada individuo y quejarse de que ese mismo individuo se erija en propietario privado y nos prive de lo indispensable para vivir, de la misma manera que no se puede reivindicar a la democracia y quejarse porque esa misma democracia aplica el terror del Estado capitalista. Es tan absurdo como imaginarse una sociedad capitalista en la que “todos seamos ricos”.
Y esto es fundamental a la hora de hablar de “nuestras propias formas de existencia social, liberadas de dominación, de discriminación racista, etnicista, sexista; produciendo nuevas formas de comunidad” porque la verdadera comunidad humana no puede coexistir con el capitalismo, ni con el individuo, ni con la democracia. La única verdadera comunidad antes de la destrucción social del capitalismo, antes de la abolición de la propiedad privada y el Estado, es la comunidad de los que luchan contra este sistema social. Toda ilusión de construir comunidades de producción y de vida diferentes sin destruir este sistema social mundial, es decir coexistiendo pacíficamente con el capitalismo, no sólo es una posición utópica, sino que sirve invariantemente para desviar la energía de destrucción de este sistema social, permitiendo así al Estado capitalista reorganizarse para reventar, sin piedad, al proletariado revolucionario. Aunque sea un abc repitámoslo: LA REVOLUCIÓN ES INDISPENSABLE.
Por último es importante señalar que no es cierto que “América Latina fue el espacio original y el momento inicial de formación del capitalismo colonial-moderno” ¿Y el resto de América? Al contrario esta idea también nos parece una concesión al eurocentrismo. ¿Y China? ¿Y Japón? ¿Y la revolución en el mercado mundial del siglo XIII principalmente en el Pacífico? ¿Y el desarrollo comercial de los países árabes? ¿y las guerras imperialistas entre Europa y el Medio Oriente?
Como también nos parece falso afirmar que América Latina “Hoy es, por fin, el centro mismo de la resistencia mundial y de la producción de alternativas contra este patrón de poder”. No sabemos bien en que está pensando el autor, pero no sólo es un desconocimiento de las luchas del proletariado en otros continentes, en donde además también hay una gran contraposición entre los “indígenas” y las grandes multinacionales capitalistas que por ejemplo quieren desarrollar los “biocombustibles” (¡como en Indonesia!), sino que nos tememos que esté identificando como alternativas a lo que en realidad son respuestas del Estado a la lucha proletaria internacional, como los movimientos sociales todavía digitados por los gobiernos de izquierda burguesa en el continente. La condición indispensable para que se afirme la comunidad de lucha contra el capital es la contraposición a todos los gobiernos, incluidos los que se autodenominan socialistas, anticapitalistas y pro indígenas (3).

LAS “NUEVAS FORMAS DE COMUNIDAD” SÓLO PODRÁN DESARROLLARSE CONTRA EL CAPITAL Y TODOS LOS ESTADOS.

Notas
2. En realidad no es nuevo más que en la consciencia de ciertos sectores (incluyendo al propio Quijano), la unidad de la lucha contra el capital del proletariado internacional incluido los “indígenas” existe desde la misma resistencia a la separación del ser humano de la tierra para hacerlo trabajador asalariado, como lo reivindicaron grupos revolucionarios de diferentes partes del mundo en los siglos XIX y XX. Cabe subrayar al respecto a la revolución proletaria mexicana de principios de siglo y a su vanguardia comunista reagrupada en torno a Ricardo Flores Magón que siempre identificaron la resistencia indígena con la lucha internacional del proletariado por la revolución.
3. Tanto Quijano como otros autores o militantes son poco claros en cuanto a su oposición y denuncia del gobierno de Chavez, o del de Morales… y la canalización que los mismos realizan, de los movimientos sociales que luchan contra la depredación capitalista, hacia el apoyo a los Estados nacionales.

ESTRATEGIA DEL TERROR DE ESTADO: REPRIMIRLOS HASTA ENVIAR A TODOS AL HOSPITAL

En una entrevista concedida, en octubre 2008, a tres diarios italianos, en el contexto de manifestaciones contra la reforma de la educación en Italia, Francesco Cossiga, ex ministro del Interior y presidente de la república de ese país, enunció el método que debería seguir el gobierno para quebrar el movimiento.

“Presidente Cossiga, ¿piensa usted que Berlusconi exageró cuando amenazó utilizar la fuerza pública contra los estudiantes?
“Pues depende, si pensamos que es el presidente del consejo de un Estado fuerte, no, actuó muy bien. Sin embargo, dado que Italia es un Estado débil y que no hay en la oposición el partido de granito que es el PCI sino el evanescente PD, temo que los hechos no sigan las palabras y que consecuentemente Berlusconi haga triste figura”
“¿Cuáles son los hechos que deben seguir?”
“Maroni (actual ministro del Interior del gobierno Berlusconi) tendría que actuar como yo, cuando era Ministro del Interior”
“¿Es decir?
“Hay que dejarlos actuar. Retirar las fuerzas policiales de la calle y de las universidades, infiltrar el movimiento con agentes provocadores preparados a todo, y dejar que durante una decena de días los manifestantes puedan saquear las tiendas, incendien los coches y pongan a hierro y fuego las ciudades”
“¿Y luego?”
“Luego, basándose en el consenso popular, el sonido de las ambulancias tendrá que prevalecer sobre las sirenas de los coches de la Policía y de los Carabinieri.”
“¿En que sentido…?
“En el sentido que las fuerzas policiales no tendrían que tener piedad y enviar a todos al hospital. No merece la pena detenerlos, porque los jueces los pondrían otra vez en libertad, pero hay que herirlos hasta sangrarlos y herir también a los profesores que incitan a los manifestantes”.
“¿También a los profesores?”
“Sí, especialmente a los profesores. Claro que no a los más viejos, pero si a los más jóvenes profesores. ¿Nos damos cuenta de la gravedad de lo que está pasando? Son los profesores que adoctrinan a los niños y los hacen descender a la calle: ¡es un comportamiento criminal!”
No se puede ser más claro, es una receta general para enfrentar al proletariado en la calle. Para imponer el terror de estado (¡porque de eso se trata!), dice el viejo jefe de la represión europea, se requiere preparar el terreno. Para golpear a los que se encuentran a la vanguardia del movimiento hay primero que aislarlos de la sociedad, porque si no, podría ser peligroso. Como siempre, aconseja nuestro enemigo, para hacer la guerra es indispensable hablar de paz, hay que presentarse como pacifista (retirar las fuerzas policiales de la calle) para preparar un golpe mucho más contundente. Infiltrar el movimiento con agentes provocadores preparados a todo, es decir a atacar objetivos que desprestigien al movimiento, saqueando tiendas, quemando coches y poniendo a fuego y sangre las ciudades. Lo dice clarito para reprimir sin ningún límite y aplicar el escarmiento que merecen se requiere preparar el terreno rompiendo todo y haciendo que las ambulancias prevalezcan frente a los coches de policía, es decir que se hable mucho más de los heridos inocentes que de los cagados a palos por los milicos. Sólo después de lograr eses consenso hay que enviarlos al hospital, golpearlos sin piedad hasta “herirlos hasta sangrarlos”, antes existe el riesgo de que la población se sienta solidaria de los proletarios que descienden a la calle y atacan los símbolos del Estado y del capital, antes de que los agentes provocadores preparados a todo desnaturalicen el movimiento el sonido que prevalece es el de los milicos y sus vehículos (las sirenas de los coches de la Policía y de los Carabinieri) y se corre el riesgo de que todo el proletariado los enfrente.
La maniobra es no sólo pérfida y clara, sino clásica. Es algo así como el ABC en la estrategia de la dominación y el poder, la represión abierta siempre puede unificar al dominado y explotado, es mucho mejor infiltrar provocadores para desorganizar, para desviar el movimiento provocando confusión en medios y objetivos, en enemigos y perspectivas. Cuando el proletariado está desafiando la propiedad privada, saqueando supermercados y atacando edificios y locales que expresan la dominación capitalista (centros represivos, locales de partidos y sindicatos oficiales, organismos internacionales y embajadas, bancos, compañías de seguro…) el provocador ataca (y empuja a atacar) al pequeño almacén del barrio, al boliche del vecino, o a “los extranjeros”. En todas las grandes revueltas desde Los Angeles (tentativa de transformar la revuelta en contradicciones entre negros, latinos o/y coreanos) a las de Argentina (tentativa de los aparatos parapoliciales de responsabilizar de la crisis y atacar a los inmigrados bolivianos, peruanos, paraguayos, o/y cabecitas negras), para sólo subrayar dos ejemplos relevantes, el poder y los medios de fabricación de la opinión pública intentaron echar la culpa a minorías étnicas y desviar la energía proletaria que emergía contra el Estado hacia grupos humanos de otro color o cultura.
Por eso nos pareció sumamente importante como revelación del método de nuestros enemigos ante el cual las minorías proletarias deben estar alertas, tanto para saber que la retirada de los milicos de la calle puede preceder una reorganización para golpear con más fuerza y lejos de distenderse requiere preparar consecuentemente la fuerza de autodefensa, como para actuar para reafirmar objetivos y perspectivas y denunciar los verdaderos provocadores que invariantemente llevan a diluir la fuerza proletaria generando contradicciones internas, o buscando que se ataque a tal o tal parte del proletariado “extranjero”.
No, compañeros, no nos equivoquemos los que tiran piedras o/y molotovs contra los centros de poder y represión, los que saquean los grandes centros de distribución, los que paralizan la producción y distribución de mercancías en su lucha contra el poder, NO SON LOS PROVOCADORES, bien por el contrario, ellos son nuestros hermanos de clase, nuestros compañeros. Los provocadores (en general milicos disfrazados de manifestantes) son por el contrario, los que dentro de nuestras manifestaciones tratan de frenar la violencia contra la burguesía, los que tratan de reprimirlas y cuando no pueden se infiltran en las mismas para desorganizarlas, desorientarlas, llevarlas a atacar objetivos totalmente liquidacionistas de la fuerza de clase, en particular a minorías inmigrantes o consideradas étnicamente diferentes o/y a destruir las cosas que poseen otros proletarios. El objetivo de siempre de nuestros enemigos es liquidar la fuerza proletaria y/o canalizarla para que los proletarios de revienten entre ellos. Para eso trabajan todos los ideólogos y fuerzas represivas del Estado.
Por último conviene subrayar que estas declaraciones de Cossiga fueron utilizadas por otros enemigos del proletariado para afirmar: que “la violencia minoritaria, el sabotaje… es lo que buscan desde el Estado” y más globalmente para sostener que todo “desbordamiento minoritario y violento de las manifestaciones pacíficas es producto de agentes provocadores”. La falsificación es evidente: Cossiga no dice en absoluto que la violencia minoritaria y radical es producto del Estado, sino que expone la táctica para enfrentarla. Los provocadores no tienen por función radicalizar la violencia del proletariado contra el capitalismo, sino liquidarla. La acción provocadora no busca impulsar la violencia sino volverla odiosa para la masa de la población y justificar así su represión violenta.
En el fondo Cossiga y la izquierda burguesa (pongamos el caso de Olivier Besancenot, portavoz de la LCR u otras organizaciones contrarrevolucionarias) interpreta ese tipo de declaraciones para el mismo objetivo: golpear a los sectores del proletariado que impulsan a la lucha, aislar a la minoría más activa denunciándolos como provocadores. En todos los casos se busca denigrar y descalificar la acción directa proletaria y las minorías consecuentes.
Para el proletariado revolucionario, todos los que buscan liquidar la acción directa minoritaria son provocadores al servicio del orden capitalista y el Estado, en todas partes del mundo.



Tierra

Ricardo Flores Magón

Millones de seres humanos dirigen en estos momentos al cielo su triste mirada, con la esperanza de encontrar más allá de las estrellas que alcanzan a ver, ese algo que es el todo porque constituye el fin, forma el objeto del doloroso esfuerzo, del penoso batallar de la especie hombre desde que sus pasos vacilantes la pusieron un palmo adelante de las especies irracionales: ese algo es la felicidad.¡La felicidad! La felicidad no es de este mundo, dicen las religiones: la felicidad está en el cielo, está más allá de la tumba. Y el rebaño humano levanta la vista, e ignorante de la ciencia del cielo, piensa que este está muy lejos cuando sus pies se apoyan precisamente en este astro, que con sus hermanos constituye la gloria y la grandeza del Firmamento.

La Tierra forma parte del cielo; la humanidad, por lo mismo, está en el cielo. No hay que levantar la vista con la esperanza de encontrar la felicidad detrás de esos astros que embellecen nuestras noches: la felicidad está aquí, en el astro Tierra, y no se conquista con rezos, no se consigue con oraciones, ni ruegos, ni humillaciones ni llantos: hay que disputarla de pie y por la fuerza, porque los dioses de la Tierra no son como los de las religiones: blandos a la oración y al ruego; los dioses de la Tierra tienen soldados, tienen polizontes, tienen jueces, tienen verdugos, tienen presidios, tienen horcas, tienen leyes, todo lo cual constituye lo que se llama instituciones, montañas escarpadas que impiden a la humanidad alargar el brazo y apoderarse de la Tierra, hacerla suya, someterla a su servicio, con lo que se haría de la felicidad el patrimonio de todos y no el privilegio exclusivo de los pocos que hoy la detentan.

La Tierra es de todos... La propiedad territorial se basa en el crimen, y, por lo mismo, es una institución inmoral. Esta institución es la fuente de todos los males que afligen al ser humano. El vicio, el crimen, la prostitución, el despotismo, de ella nacen. Para protegerla se hacen necesarios el ejército, la judicatura, el parlamento, la policía, el presidio, el cadalso, la iglesia, el gobierno y un enjambre de empleados y de zánganos, siendo todos ellos mantenidos precisamente por los que no tienen un terrón para reclinar la cabeza, por los que vinieron a la vida cuando la Tierra estaba ya repartida entre unos cuantos bandidos que se la apropiaron por la fuerza o entre los descendientes de esos bandidos, que han venido poseyéndola, por el llamado derecho de herencia.

La Tierra es el elemento principal del cual se extrae o se hace producir todo lo que es necesario para la vida… Y todo esto pertenece a unos cuantos, hace felices a unos cuantos, da poder a unos cuantos, cuando la Naturaleza lo hizo para todos.

De esta tremenda injusticia nacen todos los males que afligen a la especie humana al producir la miseria. La miseria envilece, la miseria prostituye, la miseria empuja al crimen, la miseria bestializa el rostro, el cuerpo y la inteligencia.

Degradadas, y, lo que es peor, sin consciencia de su vergüenza, pasan las generaciones en medio de la abundancia y de la riqueza sin probar la felicidad acaparada por unos pocos. Al pertenecer la Tierra a unos cuantos, los que no la poseen tienen que alquilarse a los que la poseen para siquiera tener en pie la piel y la osamenta. La humillación del salario o el hambre: éste es el dilema con que la propiedad territorial recibe a cada nuevo ser que viene a la vida; dilema de hierro que empuja a la humanidad a ponerse ella misma las cadenas de la esclavitud, si no quiere perecer de hambre o entregarse al, crimen o a la prostitución…

Pero de la masa esclava y enlodada surgen los rebeldes; de un mar de espaldas emergen las cabezas de los primeros revolucionarios. El rebaño tiembla presintiendo el castigo; la tiranía tiembla presintiendo el ataque, y, rompiendo el silencio, un grito, que parece un trueno, rueda sobre las espaldas y llega hasta los tronos: ¡Tierra!

¡Tierra!, gritaron los Gracos; ¡Tierra!, gritaron los anabaptistas de Munzer; ¡Tierra!, gritó Babeuf; ¡Tierra!, gritó Bakunin; ¡Tierra!, gritó Ferrer; ¡Tierra!, grita la Revolución mexicana, y este grito ahogado cien veces en sangre en el curso de las edades; este grito que corresponde a una idea guardada con cariño a través de los tiempos por todos los rebeldes del planeta…

Esclavos, empuñad el winchester. Trabajad la Tierra cuando hayáis tomado posesión de ella. Trabajar en estos momentos la Tierra es remacharse la cadena, porque se produce más riqueza para los amos y la riqueza es poder, la riqueza es fuerza, fuerza física y fuerza moral, y los fuertes os tendrán siempre sujetos. Sed fuertes vosotros, sed fuertes todos y ricos haciéndoos dueños de la Tierra; pero para eso necesitáis el fusil: compradlo, pedidlo prestado en último caso, y lanzaos a la lucha gritando con todas vuestras fuerzas: ¡Tierra y Libertad!

De Regeneración, 1º de octubre de 1910.



Grecia:

Catástrofe capitalista y luchas proletarias

Esto continúa...

“…La condición indispensable de una insurrección victoriosa es que se extienda…” (1)

Internacionalmente y durante los últimos meses, la revuelta del proletariado, contra el capitalismo mundial, tal como afirmáramos en la primera parte de este artículo, se siguió concretando, en la misma medida en que la sociedad burguesa seguía queriendo descargar toda su catastrófica situación sobre la pauperizada población del globo. La misma asumió en Grecia la forma de lucha en las cárceles, lucha de lo sin papeles, luchas de estudiantes, revueltas de marginales..., durante muchos meses, hasta generalizarse en diciembre de 2008, anticipando así lo que puede y debe suceder en otros países y al mismo tiempo indicando elementos del camino a seguir. Es decir que esa protesta proletaria internacional e internacionalista contra el capitalismo, (que cuando escribimos estas páginas vuelve a manifestarse en Madagascar, Guadalupe, Martinica, La Reunión…) fue adquiriendo cada vez más fuerza en Grecia, hasta el estallido generalizado que se produce en diciembre, a la ocasión del asesinato del joven Alexis Grigoropoulos por parte de los esbirros de este oprobioso sistema social.

Las células, las casillas, los compartimentos, que en todas partes el capitalismo había construido, gracias a todo tipo de alcahuetes que niegan la lucha proletaria, fueron hecho añicos por el propio movimiento, aunque no sea mas que en ese país y durante los momentos más álgidos de la lucha. No solo porque ahí, en los enfrentamientos, estaban los proletarios como tales (desocupados y obreros, locales y extranjeros, estudiantes y favelizados, precarios y temporales, jóvenes -¡y hasta niños!- y viejos, mujeres y hombres, sin papeles y legales, presos y sueltos, encapuchados y a cara descubierta, escolares y maestros, “campesinos”-trabajadores agrícolas- y “ciudadanos”-trabajadores urbanos…) peleando contra su enemigo, sino porque el movimiento mismo, por todos los medios a su alcance (volantes, Internet, publicaciones, revistas…) denunció explícitamente todas esas descalificaciones con que los enemigos de siempre insultaron y trataron de aislar/liquidar a ese extraordinario y generoso movimiento social.

“De quien son las acciones que le mantienen y extienden la llama...Los anarquistas? los estudiantes? los inmigrantes? los desempleados y humillados? la juventud de los suburbios ricos del norte y del sur? los gitanos? los «hooligans»? los trabajadores? A todos ellos pertenecen las acciones que dan forma a la lava imparable del volcán que despertó cuando el impensable asesinato de Alexandros sacudió toda Grecia el pasado sábado...” Proclaman las primeras expresiones del movimiento que llegan a todo el mundo (2). Más allá de los límites de esas primeras manifestaciones escritas del movimiento, las mismas se contraponen a todo lo que se trata de trasmitir por los medios, porque expresa que la revuelta es de todos.

Si en la revuelta de los suburbios franceses la descalificación e insulto tuvieron total impunidad y hasta en nombre del proletariado se insultó a los proletarios que luchaban, en Grecia intentaron de todo pero la fuerza del movimiento logró ridiculizar, y hasta escrachar, como defensores del Estado, a todos los que quisieron descalificarla y reducirla a una categoría. Enemigos y medios dijeron, como siempre, que se trataba «sólo» de anarquistas, de hooligans, de jóvenes... que solo querían romper, pero la extensión y generalización de la revuelta a todo el país y los propios comunicados que proclamaron el carácter proletario y revolucionario de la revuelta no dejaron lugar a dudas a los otros proletarios, no sólo en Grecia, sino en otros países y regiones. Al mismo tiempo las proclamas dejaban clarito que no se trataba, como decía la prensa del mundo, de querer cambiar a la derecha por la izquierda, de rechazar un programa gubernamental para adoptar otro, o de cambiar el gobierno para volver a la normalidad. Bien por el contrario, hasta la misma normalidad, el mismo tren cotidiano, era denunciado por la revuelta proletaria como lo que es: esclavitud asalariada y chantaje permanente. Contra cada una de las falsificaciones de siempre de la contrarrevolución, el movimiento grita su/nuestra verdad.

Hacía mucho tiempo que el proletariado, en alguna parte del mundo y en pleno combate, no proclamaba tan clara y precisamente sus objetivos revolucionarios: “Somos parte de la revuelta de la vida contra la muerte cotidiana que nos imponen las relaciones sociales existentes” se puede leer en un comunicado compañero (3). El mismo agrega a continuación: “Erigimos una barricada inquebrantable contra la repugnante normalidad del ciclo de producción y distribución. En la situación actual, nada es más importante que consolidar esta barricada frente al enemigo de clase. Incluso aunque nos repleguemos ante la presión de la escoria (para-) estatal y la insuficiencia de la barricada, sabemos que ya nada volverá a ser igual en nuestras vidas”.

¡Qué formidable afirmación del proletariado como clase! ¡Qué terrorífica, para toda la clase dominante, reafirmación de la lucha proletaria por la abolición del sistema social, para toda la clase dominante! Vivimos además una situación histórica en la que se recompone un nuevo sujeto de clase, que porta desde hace mucho la responsabilidad de asumir el rol de enterrador del sistema capitalista. Creemos que el proletariado nunca ha sido una clase por su posición, sino que más bien al contrario, se constituye como clase para sí misma en el enfrentamiento contra el capital, primero en la práctica para tan sólo después adquirir conciencia de sus propios actos.” (4)

Es en la calle que el proletariado renace, es en la contraposición al capital que el proletariado se delimita y redefine, la misma teoría revolucionaria es reafirmada por expresiones de vanguardia. Hasta el concepto mismo de proletariado, siempre falsificado, sociologizado, a menudo reducido al obrero industrial e invariantemente sacado de su dinámica de contraposición social (5), por todas las fuerzas contrarrevolucionarias, es afirmado por compañeros: ¡el proletariado…se constituye …en el enfrentamiento contra el capital! El proletariado se afirma como fuerza contra “el trabajo asalariado (que) siempre ha sido un chantaje…” (idem).

Cuando ya no se podía ocultar ni nacional, ni internacionalmente, la generalización de la revuelta, nuestro enemigo de siempre explicó por todos los medios de difusión, que el “gobierno de derecha había hecho errores”, que “debiera renunciar”. Pero llovieron los comunicados y las proclamas que denunciaban tremenda mentira. “Los políticos y periodistas se burlan de nuestro movimiento, tratando de imponer en él su propia carencia de racionalidad. Según ellos, nos rebelamos porque nuestro gobierno es corrupto, o porque nos gustaría tener acceso a más dinero, más empleo. Destrozamos los bancos porque reconocemos el dinero como causa central de nuestras penas, si rompemos los vidrios de los escaparates no es porque la vida sea cara sino porque la mercancía nos impide vivir a cualquier precio. Si atacamos a la escoria policial, no es sólo en venganza por nuestros compañeros muertos sino porque entre este mundo y el que deseamos, siempre van a constituir un obstáculo.” (6)

¡Que importante que es para la lucha que el proletariado reconozca que su enemigo no es tal o tal gobierno, tal o cual partido y ni siquiera todos los gobiernos y todos los partidos, sino el dinero, el capital, las relaciones sociales de producción actuales! Y que a pesar de todas las campañas antiterroristas organizadas por todos los Estados del mundo, para consolidar su propio monopolio del terror, los proletarios en Grecia, en plena pelea, hayan proclamado y escrito en las calles griegas: “¡Terrorismo es el trabajo asalariado! Ninguna paz para los jefes (patrones).” (7)

Es verdad que al lado de esta escalofriante comprensión de la necesidad de la revolución social, es decir de que es indispensable destruir totalmente el sistema capitalista, el movimiento se afirma también en base a expresiones mucho menos claras, modestas, turbias.

“Se nos acusa a menudo de que nuestra revuelta es ciega, desarticulada, meramente reactiva... que aun no sabemos lo que queremos y lo que no, que somos ladrones y destructores. Pero si que sabemos de sobra que queremos y por supuesto que no queremos. No queremos policías pagados para aterrorizar adolescentes, ni guerra química que bloquea nuestros pulmones y bloquea nuestros ojos. No queremos policías antidisturbios, guardaespaldas, chulos de putas, parásitos, seguratas, profesiones todas ellas basadas en la fuerza y la violencia. No queremos aire polucionado, bosques quemados, hormigón que tape el cielo. No queremos prisiones que aniquilen al individuo, leyes absurdas sobre el canabis, videocamaras que supervisan todo para defender la propiedad de objetos inanimados. Por eso, en este borrador de manifiesto para una nueva vida después de la revuelta, exigimos e impondremos lo que a continuación sigue:

1) Liberar el centro de Atenas de los coches. La ciudad para los ciclistas, peatones y los niños.
2) Transformación de los bancos quemados en asilos para los pobres, bibliotecas, locales gratuitos de internet y «coffe shops» al estilo de Amsterdam.
3) Convertir las comisarías destruidas en cocinas populares que ofrecerán comida natural y gratis a quien quiera que la necesite y la pida.
4) Fin de la propiedad intelectual. Circulación libre y gratuita de material intelectual e informativo, conexiones a internet gratuitas con moderna fibra óptica.
5) Reemplazar el uso de gasolina y gas natural por placas de energía solar y fuentes de energía completamente reciclables.
6) Asaltar todos los burdeles que se hallan defendidos por la policía y liberación inmediata de todas las prostitutas forzadas. Reconocimiento de la sexualidad femenina y el derecho a ser expresado libremente y sin coacciones. Ninguna piedad para violadores y pedófilos. Ninguna humillación para todos aquellos que vivan su sexualidad de una manera diferente siempre y cuando no usen la imposición de la fuerza para conseguirlo.
7) Asaltar las prisiones y liberar a todos excepto aquellos relacionados con crímenes de pederastia, violación y racismo.
8) Prioridad total para los niños y sus necesidades de amor, juego y ternura.
9) Infraestructuras educativas y medicas libres con la simultanea eliminación de la arbitrariedad y poder de ciertas profesiones. Relaciones responsables, abiertas, igualitarias y amigables entre pacientes y médicos, profesores y alumnos.
10) Medios de transporte libres y uso generalizado de la bici. Expansión del ferrocarril por todo el país.

Esto son «grosso modo» las 10 puntos aprobados hasta ahora. LO QUE QUEREMOS Y CONSEGUIREMOS. Quizás otros puntos también esenciales estén ausentes pero los ya decididos son innegociables.”

Sería muy fácil reírse de tales propuestas o ridiculizar lo limitado de tales puntos. Sin embargo, en esa enumeración de medidas surgidas de discusiones y asambleas nosotros subrayamos, antes que nada, tanto el rechazo total del mundo actual, como la enumeración de lo “que no queremos”. El rechazo, la negación, constituye el punto de partida de todo movimiento revolucionario. Reafirmemos además que esa negación, no mendiga, no le pide nada a nadie (ni siquiera al Estado), sino que quiere imponer. Que además esas expresiones tienen el mérito enorme de partir de la base fundamental de que para cambiar algo hay que reventar la autoridad del Estado e imponer por la violencia otra cosa. Siempre es saludable que el movimiento quiera transformar los centros de especulación y represión (bancos, comisarías…) en algo que sirva para el ser humano, aunque todavía no se sepa bien como pueden obtenerse objetivos similares. Por último, merece subrayarse que los protagonistas tienen consciencia de que eso (¡que es en realidad sumamente poco!) es sólo lo que quieren imponer enseguida. Que además proclaman que esos puntos no son negociables y que hay otros puntos también esenciales que verán después.

Si, si es verdad que ese manifiesto contiene un conjunto de ilusiones propias de un movimiento incipiente y heterogéneo, que se ve empujado por las circunstancias y la presión ideológica a expresar rápida y apresuradamente soluciones positivas, sin haber todavía afirmado lo suficiente su fuerza negativa de toda la sociedad existente. Es por eso que aparecen soluciones un poco ilusas en como cambiar lo que los afecta más en la vida inmediata, sin haber ido afirmado todavía la necesidad de destruir los fundamentos de todo el sistema social de explotación. Si también es cierto que en esas expresiones se nota la influencia nefasta de ideologías a la moda de la izquierda y de los ecologistas que, como no podía ser de otra forma, limitan reformistamente el horizonte de todo movimiento. Fueron y serán límites en los próximos movimientos proletarios que la revolución deberá enfrentar, pero lo importante no son esas tímidas (y muchas veces reformistas) medidas inmediatas (aunque algunas resulten muy simpáticas), sino la afirmación de la negación de lo que existe, la contraposición violenta contra todo el mundo del capital defendido por la izquierda, el centro y la derecha.

Por último queremos subrayar el punto 7: “Asaltar las prisiones y liberar a todos” (más allá de los límites de la formulación). Es diferente a los otros puntos en la medida en que no es algo que se busca conseguir, sino que expresa una necesidad crucial del movimiento, que el mismo todavía no tiene la fuerza de asumir. Lo que se expresa es, por lo tanto, una necesidad importante, pero todavía inasumible, como en alguna medida también lo pueden ser otros como el punto 1 o el 5, pero a diferencia de todos los otros, se sitúa abiertamente contra la estructura democrática y jurídica de la propiedad privada y de la dominación burguesa y en esa medida implica una ruptura más clara con el reformismo.

El estallido del proletariado en Grecia alumbra al mundo. No son las propuestas positivas, sino la radicalidad de la crítica de la sociedad actual sin justamente formular demandas hacia el poder, lo que evidentemente es lo que más aterrorizó a todo el poder burgués a nivel internacional. Como dicen expresiones revolucionarias de los proletarios en lucha: “La insurrección de diciembre no lleva consigo ninguna demanda concreta, precisamente porque los sujetos que en ella participan sufren día a día la negativa de la clase dominante a aceptar cualquier demanda, y por lo tanto la conocen a la perfección. Los susurros de la izquierda, que en un comienzo pedía la retirada del gobierno, se transformaron en un terror mudo y un intento desesperado por calmar la incontrolable ola insurreccional. La ausencia de demandas reformistas refleja una subyacente (aunque aún inconsciente) disposición a la subversión radical y a la superación de las relaciones mercantiles existentes, y la creación de relaciones cualitativamente nuevas.” (8)

La fuerza del movimiento en Grecia está basada además, en oposición a otras regiones y en particular a países de la misma Europa (en donde el proletariado no sale a la calle como debiera cuando se reprime a los sin papeles, a los presos, a los marginales o se cometen actos abiertamente racistas), en el hecho de que la burguesía y sus diferentes aparatos no lograron aislar a las capas del proletariado que, bastante antes de diciembre, habían llevado luchas ejemplares que tuvieron repercusión en todo el país y también internacionalmente. Nos referimos en general a los sectores que soportan cotidianamente la represión abierta del Estado, como los presos, los sin papeles, los inmigrantes, los jóvenes inconformistas y/o que nunca tuvieron lo que la buena sociedad llama “un trabajo normal”…, así como en general a todos los proletarios irregulares, precarios y peor pagados, que sin duda fueron los que iniciaron el movimiento:

“Somos la generación de los 400 euros. De los programas “stage” del organismo de empleo, del trabajo flexible, de la eterna capacitación (siempre a cuenta nuestra), de la precariedad, de la carestía, de los dos diplomas que no sirven para nada. De la eliminación de nuestros derechos laborales, de nuestra humillación por parte de patrones, políticos y los demás. Somos la generación que la encierran en escuelas, intentando meter en nuestras cabezas sus nacionalismos, sus prejuicios, su lujuria por la patria, su mentira, su subordinación. Somos los chavos (9) a los que humillan y provocan los antidisturbios, los policías secretos, o los guardias especiales y todos los demás policías que hizo su democracia (y puso por todos lados como otro ejército de ocupación) cuando nos encontramos en su camino, los objetos diarios de su abuso del poder. Somos los heridos de las marchas de los estudiantes y de los alumnos, nuestras cabezas fueron golpeadas contra el asfalto, nuestra dignidad fue eliminada bajo sus botas, nuestras manos fueron quebradas por los toletes, nuestras caras fueron machacadas por sus puñetazos, nuestros pulmones todavía contienen los gases que nos echaron, que están prohibidos según acuerdos internacionales. Moriremos prematuramente porque no estuvimos de acuerdo con las leyes que nos están robando la vida. Somos los detenidos que nos arrastramos en juicios por años, Panagiotis que llevaba zapatos de un color equivocado y se quedó 40 días en la cárcel, Dimitrios Augustinos que pasó por el lugar equivocado en el momento equivocado, los 50 heridos en el hospital Evangelismos el 8 de marzo de 2007. Nosotros incendiamos sus bancos. Nosotros nos enfrentamos con la policía. Nosotros destruimos la paz social que están construyendo día y noche lavando el cerebro de los ciudadanos para que obedezcan y se callen. Nosotros seguimos iluminando las noches frías que nos trajeron.” (10)

La fuerza del proletariado en Grecia es no haberle negado la solidaridad a aquellas capas que estaban en enfrentamiento mucho más declarado con el capitalismo y el Estado. Si, fueron las luchas de los presos, de los marginales, de los sin papeles,…que resonó como propia en todo el proletariado y el origen real del movimiento. Ya en noviembre de 2008, cuando la lucha en las cárceles se generalizó y más de 7000 de los 12000 presos participaron de un conjunto de medidas de protesta (entre las cuales la huelga de hambre comenzada el 3 de ese mes (11)), la lucha no pudo ser encerrada y la protesta se hizo sentir en las calles, como en la radicalización de la manifestación del 17 de noviembre (12). La acción directa organizada de pequeños grupos se hace sentir durante todo el mes de noviembre 2008. Se hacen acciones contra represores y también contra formas de vigilancia ciudadana, por ejemplo se destruyen cámaras de vigilancia en diferentes lugares estratégicos. Ya en ese momento la lucha repercutió afuera y constituyó un primer llamado a la solidaridad internacional con el proletariado que combatía en ese país. En ese mismo movimiento se inscribió la lucha de diferentes grupos de inmigrantes y sin papeles que también entraron en huelga de hambre, junto con otras manifestaciones y acciones (ejemplo la ocupación del ayuntamiento de la ciudad de Janiá) lo que a la vez suscitó un nuevo impulso a todo el movimiento proletario que se expresará violentamente en varias ciudades y particularmente en la manifestación del 5 de diciembre en Atenas. La lucha se fue haciendo cada vez más cotidiana, así como la respuesta represiva de la democracia ateniense, hasta el asesinato de Alexis, que fue la gota que derramó el vaso.

Desde ese momento nada será como antes. No podemos hacer una crónica del movimiento, sólo subrayar algunos elementos sintéticos: el domingo “desde Internet y teléfonos celulares se trama un invisible tejido de comunicación entre miles y miles de estudiantes de secundaria en toda Grecia. Nadie se da cuenta. El hecho es que el lunes en la madrugada las secundarias están cerradas… los jóvenes… en las calles. Bloquean calles y carreteras, y enfocan toda la rabia que les provoca el asesinato de Alexis contra las sedes policíacas. No queda casi ni una comisaría que no esté bloqueada por los alumnos, lo mismo en ciudades pequeñas, pequeñísimas, que en barrios de Atenas y de Salónica, que no han conocido a lo largo de su existencia manifestación alguna o algo parecido. Y amanece con hijos e hijas fuera de las sedes policiales quemando patrullas o tirando naranjas, piedras, huevos y pinturas a los edificios de las fuerzas del orden. Son jóvenes de 13, 15 o 16 años que enfocan su rabia hacia ese objetivo… (El) martes en la noche (ya) los noticiarios de la televisión ya no saben qué decir primero y qué después. Todos los centros de las ciudades de Grecia son devorados por las llamas. Una información sobresale: en un suburbio de Atenas, donde viven gitanos, 600 de ellos ocuparon el cuartel policial, le prendieron fuego e hirieron con escopetas a dos gendarmes. En 23 cárceles del país todos los presos se niegan a cenar, en apoyo y solidaridad a la revuelta. Después de las palabras provocadoras del abogado que defiende al policía asesino, diciendo que Alexis murió a causa de una bala perdida, los estudiantes de secundaria vuelven a cerrar las escuelas. Cercan 25 comisarías de Atenas y 20 más del interior. Cortan el tránsito de 20 avenidas. Ocupan 190 secundarias en Grecia. En la mayoría de las universidades no hay clases. En unas 20 ciudades los bancos y las tiendas de lujo son devoradas por el fuego.” (13)

Otras descripciones del movimiento, que se hacen circular por Internet, describen lo imparable de la hermosa rabia proletaria y el significado de lo que se ataca: “La gente se enoja. No, no es cierto. No es sólo un enojo. Es una rabia acumulada. Una rabia que ya quiso salir a las calles y arrastrar todo lo que hay en ellas. Y salió. La gente con su rabia salió a las calles y pusieron Atenas, y también casi todas las ciudades de este país, en estado de emergencia. Jóvenes en su mayoría, con piedras en sus manos y rabia en sus corazones, salieron a la calle. Y lo arrastraron todo. Junto con los basureros, los pavimentos, los edificios, las tiendas, los bancos, los coches arrastraron también las promesas rotas y el presente que les niegan. Arrastraron la mala educación, la falta de empleo, la inseguridad del futuro, el presente que nos oprime, el pasado que se olvidó. Arrastraron los símbolos que el sistema les ofrece mirar de lejos porque tocarlos cuesta mucho. Arrastraron los símbolos que además ni siquiera necesitan. Arrastraron los lujosos anuncios, espejos de una vida encarcelada dentro de las cuatro paredes del trabajo, de la escuela, de la universidad, obedeciendo órdenes de gente que chupa toda su energía a cambio de migajas… Más de 400 escuelas secundarias en todo el país están ocupadas hasta el día de hoy. Igual que muchas universidades y ya existe una coordinadora de acciones de estudiantes y alumnos. Todos los días alumnos y alumnas de secundaria llegan a diferentes sedes de la policía, las rodean, gritan a los policías, les tiran piedras, queman sus coches, los enfrentan. Los enfrentan a diario en las calles sin pensar en el riesgo ni en las consecuencias. Rabia pura y hermosa. Los jóvenes en este país ya gritaron su “ya basta”. Y piden de la sociedad entera que esté a su lado, que grite su “ya basta” igual que ellos y ellas, que tomemos nuestras vidas en nuestras manos. Y la gente en los barrios de Atenas y de otras ciudades en algunos casos los escuchó. En varios barrios se organizan ocupaciones de edificios municipales y en general hay un intento de organizarse más y coordinar acciones. Hay protestas generalizadas. Barricadas se arman todas las noches alrededor de la universidad politécnica de Atenas y resisten toda la noche contra la policía. Los más reprimidos encontraron también su oportunidad de expresar su rabia. Los gitanos que sufren la represión policíaca y la impunidad, los migrantes que a diario matan de diferentes maneras salieron también a las calles y agarraron las piedras igual que l@s jóvenes.” (14)

En este período histórico de tanta división adentro del proletariado lo más importante de la lucha en Grecia es, como ya dijimos, la fuerza que tuvo la clase para hacer estallar los compartimentos y casillas que son fundamentales en la dominación burguesa. Contra todo el desprecio oficial, contra el racismo propio al capital y al buen ciudadano…, el proletariado asumió sus intereses peleando unido y los presos, los inmigrantes, los jóvenes y otras capas siempre discriminadas…, si bien en momentos se enfrentaron solos a toda la burguesía coaligada, en diciembre al unificarse y afirmarse en la calle hicieron brillar a todo el país y la irradiación luminosa llegó a ser tan potente que alumbró a proletarios de todo el mundo.

Lejos de ignorar el problema del racismo, y otros compartimentos que funcionan en permanencia para mantener la dominación y opresión capitalista (15), el movimiento lo asumió como tal y no faltaron las discusiones y las proclamas que trataron la cuestión de los inmigrados y extranjeros. La consciencia de clase se afirmó incluso contra las separaciones de siempre, los protagonistas reivindicaron abiertamente que en la lucha se encontraban codo a codo con los proletarios locales, proletarios inmigrados y también proletarios refugiados.

“En el cuadro de esta movilización ampliada, detrás de las manifestaciones de los estudiantes de vanguardia, hay una participación masiva de la segunda generación de inmigrados e igualmente numerosos refugiados. Estos se lanzan a la calle en pequeño número, con poca organización pero con gran espontaneidad e impetuosidad. Son actualmente los más activos entre los extranjeros que viven en Grecia... Los hijos de los inmigrados se movilizan en masa y dinámicamente…se trata de un segundo noviembre 2005 francés…Estos días son también los nuestros. Estas jornadas son también por las centenas de inmigrados y refugiados asesinados en las fronteras, en las comisarías, en los lugares de trabajo... Estas jornadas son también por GRAMOZ, PALOUSI, LOAN, MPERNTELIMA, ENTISON, GIAXAI, TONI, ONOUXA, AMNPTOURAKIM, INTRIZ, MONTASER, MOXAMENT ASTRAF, y tantos otros que nosotros no olvidamos…Estas jornadas son por la violencia policial cotidiana que queda impune y sin respuesta. Son por las humillaciones en la fronteras y en los centros de detención de inmigrados… Estos días son por la explotación continuada y sin parar…Estos días son por el precio que nos hacen pagar solamente por existir y respirar, por todos los momentos que hemos tenido que apretar los dientes frente a los insultos, son por todos los momentos en que no reaccionamos aunque teníamos las mejores razones del mundo de hacerlo porque nuestros muertos y nuestra rabia no correspondían a las formas admitidas, ni juntaba votos, ni eran titulares en las primeras páginas de los medios… Estos días pertenecen a todos los marginales, a los excluidos, a las personas castigadas de nombres difícilmente pronunciables y de historias incomprensibles. Estos días pertenecen a los que mueren todos los días en el Mar Egeo y el Río Evros, a todos los asesinados en la frontera o en la calle en pleno Atenas. Pertenecen a la comunidad Rom de Zefyri, a los toxicómanos de Eksarhia. Estos días pertenecen a los niños de la calle Mesollogiu, a los no integrados, a los estudiantes incontrolables. Gracias Alexis, estos días nos pertenecen a todos nosotros.” (16)

La lucha del proletariado en Grecia afirma así el internacionalismo del proletariado como clase, justamente en Europa, centro histórico mundial del colonialismo y el racismo. La contraposición entre el mundo presente y el futuro no podía ser más clara, entre el mundo del capital, su racismo, sus guerras, sus esclavismos y sus masacres y una sociedad, sin toda esa inhumanidad, llevada adelante por el proletariado en su lucha revolucionaria.

Si, es verdad que, como tantas otras veces, el movimiento comenzó con sectores particulares del proletariado, que luego, cuando se radicalizó partiendo de la muerte de un joven, lo que más se veía en las calles, reconocen los propios compañeros en lucha, eran jóvenes, casi niños (como había sucedido con los suburbios y luego con la lucha anti CPE en Francia). Claro que, como en otras ocasiones, eso se vivió al principio como un problema por parte de los “niños” protagonistas, pero hubo una relativa superación de la cuestión por la continuidad del movimiento y la mayor generalización que siguió (generalización sectorial y también geográfica). Dicha reafirmación del proletariado como clase tuvo un simpático intercambio generacional de comunicados, del cual subrayamos en recuadro algunos elementos, adonde los “niños” hacen una buena y saludable crítica del conformismo y del ciudadanismo de los adultos, de sus propios padres.

QUEREMOS UN MUNDO MEJOR. ¡AYÚDENNOS!

No somos terroristas, «encapuchados» ni «desconocidos conocidos»
¡SOMOS VUESTROS HIJOS!
Esos conocidos desconocidos...
Queremos soñar - ¡no nos maten los sueños!
Tenemos pasión - ¡no nos paren!
¡ACUÉRDENSE!
Hace tiempo que ustedes eran jóvenes también.
Ahora están persiguiendo el dinero, solo les interesa la «fachada» de las cosas.
Se hicieron gordos y calvos.
¡OLVIDARON!
Esperábamos que nos apoyaran, que tuvieran un poco de interés,
que nosotr@s por una vez nos enorgulleciésemos de ustedes
¡EN VANO!
Ustedes viven vidas falsas. Tienen la cabeza inclinada,
los pantalones abajo y están esperando el día que se van a morir
¡No tienen imaginación, no se enamoran, no crean nada!
Sólo venden y compran:
TODO MATERIAL - AMOR POR NINGUNA PARTE - VERDAD POR NINGUNA PARTE ¿Dónde están los padres? ¿Dónde están los artistas? ¿Por qué no salen a
las calles para protegernos?
¡NOS ESTÁN MATANDO. AYÚDENNOS!
LOS NIÑOS

PD: No nos hacen falta más lacrimógenos para llorar. Lo podemos conseguir solos.

Este comunicado tuvo una gran circulación, tanto al interior de Grecia, como internacionalmente y, por supuesto, no faltaron quienes denigraron a los autores, pero también hubo respuestas que iban en ese mismo sentido, llamando a la participación de todos los proletarios y son las que queremos subrayar. Ver más adelante la:“Carta a los estudiantes escrita por trabajadores atenienses” firmada por Proletarios.

Evidentemente que como en otras partes, hubo sectores del proletariado que no se movieron, que siguieron impertérritos frente a su televisión, digiriendo toda el veneno ideológico necesario a la reproducción del buen ciudadano. Siempre habrá proletarios que traicionan a su clase y se hacen silenciosos partícipes de su represión como denuncia el volante de los “niños”. No son los burgueses, los que salen a matar y reprimir a los proletarios que luchan. Los burgueses temblaban y se escondían. Toda la dominación de clases se basa en la capacidad de la clase dominante de hacer que una parte de los proletarios reprima a la otra.

En Grecia, los protagonistas no sólo denunciaron, como vimos, al ciudadano cómplice en general, sino también a quienes no tomaban partido o que no rompen con las manifestaciones ciudadanas dirigidas por la izquierda y los sindicatos: “Los propietarios de la mercancía llamada fuerza de trabajo, que la han invertido en el mercado a cambio de seguridad social y con la esperanza de ver a su prole escapar de su condición mediante el ascenso en la escala social, continúan observando a los insurrectos sin tomar parte, pero también sin llamar a la policía para disolverlos. Junto con la sustitución de la seguridad social por la seguridad policial y el colapso del mercado de la movilidad social, muchos trabajadores, bajo la carga del fracasado universo de la ideología pequeño burguesa y la economía mixta, se mueven hacia una (socialmente importante) justificación moral del levantamiento juvenil, pero sin unirse aún a su ataque contra este mundo asesino. Siguen arrastrando sus cadáveres en las letanías de tres meses de los sindicalistas profesionales, y defendiendo un triste derrotismo sectorial contra la rabiosa agresividad de clase que rápidamente pasa a primer plano. Estos dos mundos se encontraron el lunes, 8 de diciembre, en las calles, y el país al completo prendió. El mundo del derrotismo sectorial tomó las calles para defender el derecho democrático de los roles separados del ciudadano, el trabajador, el consumidor, a participar en manifestaciones sin que les disparasen. Muy cerca de allí, el mundo de la agresividad de clase tomó las calles en forma de pequeñas “bandas” organizadas que rompen, queman, saquean y rompen las aceras para lanzar adoquines a los asesinos. El primer mundo (al menos tal y como lo expresa el discurso de los sindicalistas profesionales) temía tanto la presencia del segundo, que el miércoles 10 de diciembre, trató de manifestarse sin la molesta presencia de los “riff-raff”.Ya estaba sobre la mesa el dilema acerca de cómo estar en la calle: bien con la seguridad democrática de los ciudadanos, o bien con el enfrentamiento solidario del grupo, el bloque agresivo, la marcha que defiende la existencia de cada uno mediante barricadas y rotundos ataques.” (17)

Muchas expresiones del movimiento denuncian, con razón y violencia, a todos esos sectores que, si bien se indignan de la muerte de Alexis y manifiestan pacíficamente contra ello, se encuentran totalmente sometidos a la ideología dominante y se hacen cómplices del poder en su vida cotidiana: “Los que eligen hablar sólo de la “inhumanidad” del asesinato de un chico de 16 años, los que no pueden contener las salivas que les provoca el placer oculto de ver una serie más verdadera en la televisión, son los que no encuentran razones para percibir este acontecimiento de una manera “guerrerocivilopolémica”…son los que no pueden sentirse la seguridad por ellos mismos y su propiedad y buscan la dicha en el Estado, son los que llenan las tiendas con cámaras de vigilancia, los que creen que las de las calles no son bastantes…Y los que creen que son esas mismas que les salvarán…son los que apuntan sus escopetas contra los inmigrantes, ahí donde las fuerzas del complejo ejercito-policial no bastan…son los telespectadores que ante el asesinato de Mondaser Mohammed Ashraf en la comisaría de c/Petru Ralli, tan sólo cambian de canal…son los que bajaron en la calle tan sólo para contar las pérdidas materiales de los enfrentamientos extendidos que siguieron los próximos días...” (18)

Los compañeros describen una realidad. Los sectores del proletariado que tienen más seguridad de empleo, que son muchas veces los más sindicalizados por esa misma razón, son los sectores más conservadores. Una gran mayoría de ellos, con sus ilusiones e ideas, constituyen un freno a la solidaridad y lucha proletaria. Incluso, más allá de los que ocupan un lugar “privilegiado” en el aparato productivo, el ciudadanismo tiene un importante peso contrarrevolucionario. Los partidos de izquierda de la burguesía son fundamentales en el desarrollo de esa ideología y tienen en Grecia, como en otros países, en aquellos sectores de la producción, un baluarte importante que se sitúa siempre contra la lucha comunista. Una excelente acción, contra los sectores más sindicalizados y conservadores del proletariado, fue la ocupación implementada por la Asamblea General de Trabajadores Insurrectos de Atenas (19) de la sede central de la “Confederación General de Trabajadores de Grecia”, porque permitió denunciar muchas mentiras mediáticas, poner, al menos durante ese breve período, ese local, pagado por los proletarios y siempre al servicio del orden burgués, al servicio del movimiento y enfrentar el encuadramiento contrarrevolucionario de los sindicatos. Más allá de la utilidad misma de ese local central, la ocupación fue todo un símbolo de lucha y denuncia del aparato sindical y de su burocracia, como lo subraya el mismo comunicado:

“Para desenmascarar el rol de la burocracia sindical y su trabajo de sapa contra la insurrección, y no sólo ahí. El GSEE e integralmente todo el mecanismo sindical que lo ha apoyado durante décadas y décadas, menosprecia las luchas, negocia nuestra fuerza de trabajo por migajas y perpetúa el sistema de explotación y esclavitud asalariada. La postura del GSEE del pasado miércoles es bastante reveladora: el GSEE canceló la manifestación de trabajadores que estaba programada, imponiendo en su lugar la organización de una pequeña reunión en la plaza de Syntagma, asegurándose de este modo que la gente se marchase cuanto antes de la plaza, ya que temían que los trabajadores nos viéramos infectados del virus de la insurrección”

Pero incluso dentro de esa misma y valiosísima acción directa se contraponen, como en todas partes y períodos, dos clásicas tendencias una que sólo critica la burocracia sindical (en general la izquierda de la socialdemocracia) y otra que va a la raíz de la cuestión criticando las bases mismas del sindicato como aparato de la opresión capitalista: “Desde el comienzo era evidente que existían dos tendencias al interior de la ocupación: una obrerista, que quería utilizar la ocupación simbólicamente para criticar a la burocracia sindical y promover la idea de una base independiente de la influencia politicista; y la otra, proletaria, que quería atacar otra institución de la sociedad capitalista, criticar el sindicalismo y utilizar local para crear otra comunidad de lucha en el contexto de la generalización de los disturbios.” (20)

Evidentemente que los sindicalistas y su fuerza de choque no podían permitir tal afrenta realizada por el proletariado revolucionario. El mismo día intentaron por la fuerza recuperar la central para lo cual puso en movimiento una fuerza de más de 50 personas que intentaron desalojar a los ocupantes, pero los mismos resistieron y gracias a los ocupantes de la ASOEE (Universidad de Economía de Atenas) lograron rechazar el desalojo a eso de las tres de la tarde. Para reafirmar la ocupación se llamó a una concentración que se hizo unas horas más tarde y en la que participaron unas 800 personas.

A pesar de todos estos esfuerzos, debemos reconocer que el trabajo de nuestros enemigos siguió dando resultados y que, de la enorme cantidad de proletarios que se encontraron en la calle, no fueron muchos los que en esos días de lucha venían de romper o rompieron con el encuadramiento sindical y burgués. Muchos trabajadores de la gran industria fueron más espectadores que protagonistas, es decir que no asumieron la lucha que sus compañeros de vanguardia les indicaban, lo que fue un límite real de la revuelta. Sin embargo cuando la crisis se agudiza más, hasta aquella seguridad de empleo, que tanto alimenta el conformismo, se tambalea y los proletarios de las grandes empresas también rompen con el encuadramiento sindical y de la socialdemocracia en general y pueden desempeñar un papel importantísimo en la lucha. Al respecto nos parece clarificante hacer una comparación con la revuelta proletaria en Argentina en 2001/2002, en donde la crisis había llegado a un nivel de profundidad tal que hasta esos sectores también salieron a la calle, lo que no fue tan general en Grecia. Sin dudas en Europa todavía el capitalismo no ha atacado de frente a todos esos sectores, lo que posibilita la acción de todos los aparatos del Estado para dividir al proletariado (y muy particularmente de los sindicatos). A pesar de lo que hoy llaman crisis, la catástrofe del capital en Europa se ha descargado principalmente sobre las franjas más recientes y excluidas del proletariado (jóvenes, inmigrantes, precarios, temporales, marginales, sin papeles…) que consecuentemente son las que han estado a la cabeza en todas las grandes luchas en ese continente. Tal vez, por eso mismo, las características son diferentes que las que fueron ayer en Argentina. En Grecia, en el estallido y en la tendencia insurreccional el proletariado parece jugarse el todo por el todo, mientras en Argentina el movimiento tenía una duración mucho mayor pero estaba más infectado por las ilusiones politicistas (Asamblea Constituyente, reformismo clásico, banderitas argentinas,…) y sobretodo por las salidas gestionistas (autogestión, emprendimientos productivos organizados por desocupados…) que en el fondo fueron la fuerza principal al interior del movimiento para su liquidación. En Grecia, por ejemplo, casi no tuvo fuerza (contrarrevolucionaria) en el movimiento la ideología Negrista (o de Holloway) o del tan mentado subcomandante Marcos de querer cambiar al mundo sin plantear la cuestión del poder. En Grecia el movimiento planteó desde el principio un desafío generalizado al poder (al estilo del “¡que se vayan todos!” de los proletarios en Argentina) y afirmó abiertamente su objetivo insurreccionalista y sólo se detuvo ante su aislamiento, o mejor dicho, ante el hecho de que, sin la lucha abierta del proletariado de los otros países (al menos de los otros países Europeos, dicen los volantes) no se podía ir (todavía) mucho más lejos.

También en esto hubo una gran lucidez de los sectores de vanguardia: “Sabemos que ha llegado el momento de pensar estratégicamente. En este momento tan importante sabemos que la condición indispensable de una insurrección victoriosa es que se extienda, al menos, a nivel europeo. Los pasados años hemos visto y hemos aprendido: las contracumbres a lo largo del mundo, los disturbios estudiantiles y en los suburbios de Francia, el movimiento anti-TAV en Italia, la Comuna de Oaxaca, los disturbios de Montreal, la agresiva defensa de Ungdomshuset en Copenague, los disturbios contra la Convención Nacional Republicana en los Estados Unidos, y la lista continúa. Nacidos en la catástrofe, somos los hijos de una crisis global: política, social, económica y ecológica. Sabemos que este mundo es un callejón sin salida. Hay que estar loco para agarrarse a sus ruinas. Hay que ser acertado para autoorganizarse.” (21)

Los llamados desde Grecia se multiplicaron y en el mundo entero se hizo sentir la solidaridad con la revuelta proletaria en Grecia. “Los efectos internacionales son palpables. Se han registrado manifestaciones de solidaridad y ataques a las embajadas griegas en todo el mundo, desde Moscú a Nueva York y desde Copenhague a Ciudad de México. Las declaraciones y manifiestos de las asambleas de estudiantes en Grecia son prácticamente traducidos al instante y subidos a la Red en inglés, francés, italiano, turco y serbio. Durante los primeros días de la revuelta, los bloggers trataron de reunir una lista de todas las muestras de solidaridad que estaban teniendo lugar, pero la tarea se demostró imposible: había, literalmente, cientos de ellas; miles de personas habían tomado las calles. El último sábado, día mundial contra la violencia policial, hubo sonadas manifestaciones en más de 30 ciudades de todo el mundo.” (22)

Como repercusiones y muestras de solidaridad es mucho más de lo que ha habido en otras ocasiones y revueltas en estos últimos años. Esperemos que ello esté indicando que por más dormido que estaba el proletariado internacional, en cuanto a la lucha en otra parte, la catástrofe actual de la sociedad burguesa y la respuesta contundente de los proletarios en Grecia, hayan sido una sacudida vital que comience a hacerlo despertar (contra la voluntad de toda la burguesía). ¿Es que estamos ante un punto de inflexión en la inconsciencia de clase y ya nadie podrá ser indiferente ante la catástrofe, que se hace cada vez más cotidiana y esa valerosa lucha contra el sistema?: “La noche del 10 de diciembre echaron un cóctel Molotof en el consulado griego de Moscú, mientras que en el de Nueva York rompían un cristal y escribieron con un spray ‘asesinos, Alexis estuvo aquí’.Y naturalmente hubo manifestaciones así como ocupaciones de consulados, entre las que pude contar: Londres, París, Edimburgo, Barcelona, Florencia, Roma, Berna, Zagreb, Bratislava, La Haya, Melbourne, San Francisco, Dublín, Glasgow, en casi todas las ciudades de Alemania. Aquí, en Bruselas, también nosotros organizamos una…” (23) Con el pasar de los días y gracias a otros grupos compañeros podemos ampliar la lista de las ciudades y países adonde se ocuparon consulados, embajadas o centros culturales griegos, así como los ataques a comisarías y bancos y las pintadas de solidaridad con la revuelta en Grecia: Berlin, Istambul, Bordeaux, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Uruguay, Chipre…

Una de las mayores dificultades del proletariado, en todas partes, es el “que hacer” para arrancar a los compañeros apresados de las garras represivas, luego de cada pequeño conflicto o gran batalla. En la actual correlación internacional de fuerzas es evidente la tremenda incapacidad del proletariado para asumir esa necesidad en un terreno clasista. La imposibilidad de imponer la liberación de los compañeros presos por la acción directa y la fuerza es un elemento de chantaje permanente, con el que la democracia y sus agentes juega siempre, para llevarnos a su terreno: al del individuo aislado frente al Estado, al del ciudadano sólo frente a todo el aparato jurídico, en donde evidentemente no queda otra “defensa”, que la defensa individual en el terreno del derecho y la “solidaridad” basada en el envío de ayuda material para soportar la cárcel, hacer frente a los juicios y pagar el abogado. La difícil discusión de cómo enfrentar la situación en cada caso concreto, no debe hacernos perder de vista que la burguesía ejerce la dictadura no sólo cuando apresa a los compañeros, sino cuando impone por la fuerza el derecho y nos fuerza a esa defensa individual como ciudadanos. El derecho del ciudadano, que tanto pregonan todos nuestros enemigos, siempre tiene ese componente de terror de Estado, que se aplica contra la organización del proletariado en fuerza.

Claro que esas acciones directas internacionales deben ser saludadas como ejemplo y contraponerlas a las propuestas de siempre de la izquierda burguesa, que caricatura la solidaridad (o mejor dicho trata de desviarla, impedirla…), impulsando manifestaciones pacíficas, peticiones, carnavales inofensivos, o campañas humanitarias y caritativas.

Pero es básico recordar que todavía no hay una verdadera solidaridad clasista, fuerte, organizada (capaz por ejemplo de arrancar a los presos de las cárceles…), que es totalmente insuficiente lo que hacemos los proletarios de otras partes con respecto a un extraordinario movimiento como ese.

Pero, como tantas veces lo hemos expuesto, por más importante y valerosa que puede ser la acción directa del proletariado internacional con la lucha del proletariado en una región, la verdadera solidaridad es la intensificación de la lucha contra la burguesía en todas partes. La más profunda solidaridad es cuando simultáneamente en todas partes se sale a la calle a pelear contra el mismo enemigo. Sólo así el triunfo de la revolución social será posible, como lo expresaron muchos grupos internacionalistas.

“Compañeros, sigamos el ejemplo de nuestros hermanos en Grecia que está desbordando toda tentativa de integración democrática. No nos creamos las artimañas con las que nos quieren enredar. Todos los políticos, en el gobierno o en la oposición, los de izquierda o de derecha, los cuerpos represivos, los periodistas y demás voceros del capital… Todos ellos son expresiones de la bestia capitalista, recambios, falsas oposiciones y herramientas para aplastarnos. Es todo este mundo el que queremos cambiar desde sus cimientos. Y para ello solo contamos con nosotros mismos, organizados fuera y contra todos los aparatos del Estado (partidos, sindicatos, ONGs…), rompiendo las divisiones que quieren imponernos (jóvenes/ viejos, trabajadores/ estudiantes/ parados, emigrantes/ autóctonos…)” (24)

Desde Rosario, Argentina también se afirma esa posición de que la verdadera solidaridad es luchar contra el capitalismo en todas partes, enfrentar a “su propia burguesía”: “¿Por qué reaccionar frente estos hechos, algo que está sucediendo a tantos kilómetros de donde intentamos vivir? Porque los explotados y oprimidos no tenemos patria: el patriotismo sirve a la clase dominante para ocultar el antagonismo social en el que vivimos, es la excusa para separarnos como dominados, para que no logremos una identidad de clase. Porque nosotros fuimos, somos y seremos quienes atentan contra esta forma de no-vida. Por esto, nos solidarizamos con las personas que llevan adelante las revueltas en Grecia afirmando la vida, destruyendo lo que les destruye (y lo que nos destruye). Recuperando los alimentos hechos por nuestros hermanos, tomando las universidades para reunirse, enfrentándose a la policía, recuperando las calles, actuando fuera y contra partidos o sindicatos, mostrándonos que la verdadera organización es desde abajo.“Trabajadores, desocupados, estudiantes, encapu-chados” categorizan los medios de información burgueses, para aislar y dividir: ¡¡Proletarios todos!! Decimos nosotros. En consecuencia, luchemos y organicémonos contra “nuestra” propia burguesía en “nuestra” propia región…” (25)

La inconsciencia de clase del proletariado en Europa, y en general en el mundo, sigue pesando contra esa indispensable salida a la calle masiva, en todas partes, que es tan vital e indispensable para la transformación de la revuelta en revolución social internacional. Evidentemente que sin ello, como dicen los compañeros de la ASOEE (ver comunicado ya citado), aunque nos entristezca la idea realista de que tarde o temprano tendremos que volver a la normalidad y se luche por mantener y extender la revuelta, llega un momento en que la correlación de fuerzas impide seguir. Y es importante decirlo con toda claridad, porque eso de que en Grecia la “insurrección debiera ser mantenida todo el tiempo posible”, según comunicados que se hacen circular sobre Internet, nos parece una total falta de perspectiva revolucionaria. Ese pretendido “insurreccionalismo” desconoce lo más decisivo que tiene una insurrección proletaria que es la concentración, la organización y la centralización de la fuerza proletaria para liquidar el poder del capital y todas sus fuerzas represivas organizadas (26).

El internacionalismo del proletariado todavía se limita entonces a esas acciones, de todas maneras ejemplares e imprescindibles, de grupos proletarios muy minoritarios que en diferentes regiones del planeta salieron a la calle a brindar apoyo a la revuelta en Grecia, a atacar símbolos y representaciones del poder en todas partes, a difundir manifiestos, proclamas y llamadas a la lucha al endormecido proletariado que en otros países “ve” lo que (le dicen nuestros enemigos que) “pasa en Grecia” a través la imagen caricaturizada y castrante de la televisión. Lamentablemente los somníferos y otras drogas ideológicas todavía funcionan e impiden que el fuego se extienda. Si, es verdad, esta vez hubo más de lo que hubo por otras revueltas proletarias, como la de Irak, Argelia, Argentina,… y también hubo una sensación de identificación a nivel internacional que creaba un clima que, aunque no se expresara en acciones, denotaba un sentimiento incipiente de clase mundial que parecía enterrado. En discusiones militantes, en asambleas, en publicaciones, en bares, en Internet… constatamos que numerosos proletarios que hace poco estaban abombados por idioteces, ideologías y pacifismo, se identificaban de una forma u otra en esa formidable expresión violenta de nuestra clase. Pero si bien se sintió remerger embrionariamente esa sensación de pertenecer a una misma clase contrapuesta al mundo del capital, no se puede hablar todavía de extensión internacional de la revuelta proletaria.

No es la falta de internacionalismo del proletariado en Grecia que impide la extensión, sino al contrario es la inconsciencia de internacionalismo del proletariado en las otras regiones que marca los límites objetivos de la revuelta Griega. Desde Grecia el proletariado hizo todo lo que a su alcance estaba para no quedar aislado y su acción misma fue internacionalista e iluminó a todos los hermanos proletarios, que querían ver la grandeza de la revolución posible que aquella revuelta indica. Más aún, el proletariado en Grecia, no sólo con su acción y sus proclamas y manifiestos, llamaba a sus hermanos a largarse a la batalla, sino que en plena revuelta actuó prácticamente en solidaridad con el proletariado de otros países, y no sólo con los proletarios de otros orígenes que estaban peleando en Grecia. Así hubo volantes y acciones en Grecia que denunciaban y luchaban contra la represión terrorista efectuada, justamente en esos días, por el Estado de Israel (y de Estados Unidos) del proletariado que habita en la banda de Gaza. Ello muestra que frente al terrorismo de Estado internacional sólo con la fuerza y la acción directa se puede ser solidario.

Queremos subrayar al respecto algo sumamente importante. En pleno movimiento, los proletarios en Grecia se enteraron de que Estados Unidos abastecía militarmente a los criminales del Estado Judío, pasando por el puerto de Astakos, y lucharon por todos los medios para impedirlo. Así informa de la situación “Voices of resistance from an occupied London” (27): ”Reportajes de la prensa mayoritaria han revelado que la armada norteamericana está tratando de fletar 250 contenedores de unos 20 pies,…, llenos de munición (unas 3000 toneladas) desde el puerto privado de Astakos hacia Israel en un envío especial de armas para ayudar y seguir alimentando los crímenes de guerra contra la gente de Gaza. Las informaciones sobre cuando se intentara llevar a cabo el transporte son contradictorias. Las posibles fechas son el 15, 25 o 31 de Enero. … grupos e individuos …se encuentran organizando un bloqueo a nivel nacional el puerto de Astakos. El movimiento anti-autoritario, el movimiento internacional contra la guerra y las asambleas locales de grupos e individuos del pueblo de Astakos ya han lanzado llamamientos para una concentración en el puerto de esta ciudad el día 15 de Enero.”

Unos días después el Estado de Estados Unidos comunicaba, a sus pares de Israel, que el envío había sido cancelado, aduciendo no se sabe bien que tipo de razones; pero los luchadores sociales en Grecia, en Palestina y en el mundo sabíamos bien de que nuestros enemigos prefirieron parar el envío (y tal vez hacerlo de otra forma o utilizando otra vía) que hacerlo en contra de la solidaridad proletaria internacional, pues esto último hubiese provocado una violencia muy clara de clase contra clase a nivel general que, a su vez, hubiese sido un elemento objetivamente concientizador del proletariado a nivel internacional. Eso es lo que más miedo les da: que quede en evidencia que la lucha revolucionario del proletariado es lo único que puede parar las guerras y las represiones y masacres Estatales, dejando en ridículo todos los discursos y manifestaciones pacifistas.

Queda preguntarnos ¿qué queda de la revuelta de Grecia? Citemos una vez más la lucidez de los protagonistas: “Todo comienza y madura en la violencia -pero nada se queda ahí. La violencia destructora que se desató en los acontecimientos de diciembre ha causado el parón de la normalidad capitalista en el centro de la metrópolis, una condición necesaria pero insuficiente para la transformación de la insurrección en un intento de liberación social. La desestabilización de la sociedad capitalista es imposible sin paralizar su economía -esto es, sin interrumpir la función de los centros de producción y distribución, mediante el sabotaje, las ocupaciones y las huelgas. La ausencia de una propuesta positiva y creadora de una nueva manera de organizar las relaciones sociales era -hasta ahora- algo más que evidente. No obstante, la insurrección de diciembre debe entenderse en el contexto histórico del endurecimiento de la lucha de clases que se está dando a nivel internacional.” (28)

Cuando cerramos este número la lucha del proletariado en Grecia sigue. Evidentemente que en forma más reducida. Luego de una ola de piquetes en rutas y autopistas protagonizada principalmente por el proletariado agrícola, siguen una serie de ocupaciones y sobretodo perduran asambleas, estructuras, grupos que hacen un balance de lo sucedido y extraen lecciones y directivas para la próxima explosión que es tan segura como que la catástrofe del capital seguirá concretándose.

Nada será igual, ni en Grecia ni en ninguna parte. Los compañeros que estuvieron en la calle en Grecia tienen mucho que sintetizar y trasmitir para los combates que se avecinan en toda Europa, en todo el mundo. Esperamos que esta recapitulación, efectuada, gracias a ellos, sirva también como contribución en ese sentido.

EL PROLETARIADO EN GRECIA MUESTRA EL INDISPENSABLE CAMINO A SEGUIR EN TODAS PARTES

EJÉRCITO: REPRESIÓN Y DESCOMPOSICIÓN

La contradicción entre el ejército como aparato represivo del Estado y los soldados, en tanto que proletarios en uniforme que pueden frenar la represión, está presente en toda gran lucha. Cuando los otros aparatos del Estado no dan abasto todas las fuerzas internacionales del capital impulsan al ejército local, coordinado y empujado por asesores y fuerzas internacionales (en general de los grandes Gendarmes internacionales) a reprimir el movimiento social. Conocemos muchos movimientos magníficos del proletariado que fueron ahogados en sangre por esa acción de las fuerzas opresoras del mundo, instrumentalizando a escuadrones de la muerte y al ejército local para liquidar la revolución.
Cuando ya habíamos escrito el texto anterior, conocimos el comunicado que presentamos a continuación, y que prueba que Grecia no fue una excepción. La burguesía no sólo griega, sino internacional (y evidentemente las organizaciones represivas internacionales como la OTAN, el Pentágono, la Unión Europea…) empujaron al ejército para asumir su tarea natural: aplastar en sangre la revuelta. Pero la revuelta proletaria había penetrado demasiado en el proletariado para que los soldados estuviesen dispuestos a reprimir a sus hermanos. Lamentablemente no conocemos otros detalles, pero el volante que sigue muestra hasta que punto la revuelta había minado la obediencia en el ejército y que un número grande de soldados no estaba dispuesto a obedecer las órdenes de represión. Lo publicamos íntegro dándole prioridad sobre otras cosas previstas por la importancia que consideramos que tiene.
¡Saludamos a los soldados griegos que se negaron a obedecer!
¡Esa desobediencia es un ejemplo a seguir por los soldados del mundo entero!
¡Saludamos a las minorías revolucionarias que hicieron posible esa desobediencia, ese comunicado que es la base de la descomposición de las fuerzas represivas!
 

NOS NEGAMOS A CONVERTIRNOS EN FUERZAS DE REPRESIÓN CONTRA LAS MOVILIZACIONES; APOYAMOS LA LUCHA DE LOS ESTUDIANTES DE LAS ESCUELAS/UNIVERSIDADES Y TRABAJADORES

Somos soldados de toda Grecia. Soldados que, en Hania, recibimos ordenes de enfrentar universitarios, trabajadores y bomberos del movimiento antimilitar cargando nuestras armas. [Soldados] que estamos cargando el peso de las reformas y de la “”preparación” del ejercito Griego. [Soldados que] vivimos a diario a través del acoso ideológico del militarismo, nacionalismo, falta de paga, explotación y de la sumisión a nuestros “superiores”
En los campamentos militares [en los que servimos], escuchamos de otro “accidente aislado”: La muerte, [causada] por una bala policía, de un joven de 15 años llamado Alexis. Escuchamos los slogans llegados desde fuera de las universidades como un trueno lejano.
¿Acaso la muerte de tres de nuestros colegas en Agosto no fueron también llamados “incidentes aislados?” No fue la muerte de cada uno de los 42 soldados muertos en los últimos 3 años y medio también llamados “incidentes aislados”
Escuchamos que Atenas, Tesalónica y un número cada vez mayor de ciudades en Grecia se convirtieron en campos de disturbios, campos donde la rabia de miles de jóvenes, trabajadores y desempleados ha sido desencadenada.
A pesar de que estamos vestidos con uniformes militares y “ropa de trabajo”, protegiendo el campamento, haciendo mandados, siendo sirvientes de los “superiores”, seguimos sintiéndonos allí [en esos mismos campos], cuando vivíamos, como estudiantes universitarios, trabajadores y desempleados desesperados recibíamos sus “balas desviadas” y soportábamos la desesperación de la precariedad, de la explotación, los despidos y las actuaciones judiciales
Oímos susurros e insinuaciones de los oficiales del ejercito, oímos la amenaza del gobierno, hecha publica, sobre la imposición de un “estado de emergencia” Sabemos muy bien lo que esto significa. Lo vivimos a través de la intensificación [del trabajo], el aumento de las tareas [militares], condiciones extremas con un dedo en el gatillo.
Ayer nos ordenaron tener cuidado y “mantener los ojos abiertos”. Nosotros preguntamos: ¿A QUIEN NOS ORDENAN TEMER?
Hoy, se nos ordenó estar “listos y alertas”. Nosotros preguntamos ¿ALERTA DE QUIEN DEBEMOS ESTAR?
Nos ordenaron estar listos para declarar un estado de ALERTA al mismo tiempo que:
- Distribuyeron armas cargadas a algunas unidades en Attiki [donde esta Atenas] incluso acompañadas por la orden de que serán usadas contra civiles si se hacen amenazadores. (Ejemplo: Una unidad militar en Menidi, cerca de los ataques a los cuarteles policiales en Zephiri.)
- Distribuyeron bayonetas a los soldados en Evros [en la frontera con Turquía]
- Ordenaron inspirar el miedo a los manifestantes moviendo pelotones hacia campamentos militares periféricos
- Ordenaron mover patrullas policiales a los campos militares en Nayplio-Tripoli-Korinthos para salvaguardarlos.
- Distribuyeron balas de plástico en el cuartel de Korinthos para disparar contra nuestros propios ciudadanos si se mueven de forma “amenazadora” (¿Según quien???)
- Posicionaron una unidad especial en el monumento al “soldado desconocido” justo enfrente de los manifestantes el sábado 13 de diciembre y apostaron soldados del cuartel de Nayplio contra la demostración de los trabajadores
- Amenazaron [a los ciudadanos] con unidades de operaciones especiales de Alemania e Italia en el rol de ejercito ocupante- revelando la verdadera cara anti-obrera/autoritaria de la unión europea.
La policía dispara apuntando al presente y el futuro de la revuelta. Por eso preparan al ejército para que asuma las tareas de una fuerza policial y a la sociedad para que acepte el regreso del ejército del totalitarismo reformista.
Nos están preparando para enfrentar a nuestros amigos, conocidos, hermanos y hermanas.
Nos preparan para enfrentar a nuestros antiguos y futuros colegas en el trabajo y la universidad.
Esta secuencia de medidas muestra que los lideres del ejercito y policía, con el consentimiento de Hinofotis (ex miembro del ejercito profesional, actualmente viceministro del interior, responsable de disturbios “interiores”), del comando general del ejercito, de todo el gobierno, de los dirigentes de la Unión Europea, de los dueños de negocios como ciudadanos furiosos y de la extrema derecha, apuntan a utilizar las fuerzas armadas como una Fuerza de Ocupación – no son ustedes quienes nos llaman “cuerpo de paz” cuando nos mandan al exterior a hacer exactamente las mismas cosas? – en las ciudades donde nacimos, en los barrios y calles en que caminamos.
El liderazgo político-militar olvida que somos parte de esa misma juventud. Olvidan que somos carne de la carne de un joven que es confrontado con el desierto de la realidad dentro y fuera de los campamentos militares. De una juventud que esta indignada, no subordinada; y lo más importante: SIN MIEDO SOMOS CIVILES UNIFORMADOS.
No aceptaremos convertirnos en herramientas del miedo que algunos pretenden imponer a la sociedad, como un espantapájaros. No aceptaremos convertirnos en una fuerza de represión y terror. No enfrentaremos al pueblo con el que compartimos los mismos miedos, necesidades y deseos- Futuro común, peligros y esperanzas.
NOS NEGAMOS A TOMAR LAS CALLES EN NOMBRE DE CUALQUIER ESTADO DE ALERTA CONTRA NUESTROS HERMANOS Y HERMANAS.
Como jóvenes en uniforme, expresamos nuestra solidaridad con las personas que están luchando y gritamos que no nos volveremos peones del estado policial o de la represión estatal. Nosotros nunca enfrentaremos a nuestro pueblo. No permitiremos la imposición de una situación en los cuerpos del ejército que traerá a la mente los días de 1967 [Cuando el ejército Griego realizó su último golpe de estado].
Cientos de soldados de más de 42 cuarteles.

Notas

1. “Desde Grecia: Llamada a una nueva Internacional” Se trata de “textos repartidos en Grecia” en http://www.solidariasgrecia.org/Desde-Grecia-Llamada-a-una-nueva.
2. Extracto traducido de Indymedia London de uno de los primeros volantes surgido de las asambleas y que muestra un gran nivel de espontaneidad e inocencia sobre los objetivos del movimiento que comentamos más adelante.
3. “Destruimos el presente porque venimos del futuro” Comunicado de proletari@s de la facultad ocupada de ASOEE (Universidad de Economía de Atenas). Ver texto íntegro más adelante.
4. Idem.
5. Ver “Proletario yo?”, en Comunismo No. 57
6. “Desde Grecia: Llamada a una nueva Internacional”.
7. De varios comunicados, pintadas y rayadas en diferentes ciudades griegas. Subrayamos que la palabra jefe con la que esta consigna se hizo conocer en Europa, no tiene mucho sentido en griego nos dice un compañero. En todo caso, parecería ser más bien una traducción ideológica (dominante en los materiales de circulación Indiymedia) y sumamente empobrecedora de la realidad, al lado de la condenación del trabajo asalariado que, en vez de cuestionar sólo la jefatura o el aspecto político de la relación, proclama la necesidad de destruir toda la relación social capitalista.
8. De “Destruimos el presente porque venimos del futuro” ya citado.
9. Pequeñísima cosa (viene de centavo), “niño” pero muy despectivamente cómo “cholito”, “pendejo” “guacho”, …
10. Del documento titulado “No tenemos ilusiones. No tenemos ninguna esperanza. Por eso somos peligrosos. Se acabaron sus noches tranquilas” que publicamos integralmente en recuadro al final.
11. “Nosotrxs lxs presxs en los centros de exterminio del estado griego, cansados de las falsas promesas de todos los ministros de justicia de los últimos diez años sobre la mejora de las condiciones penitenciarias, decidimos movilizarnos y exigir nuestras justas reivindicaciones” declara un comunicado. La prensa internacional informa: “ A partir del 3 de Noviembre 08, más de 8000 presos y presas de las cárceles del estado griego empezaron un ayuno masivo que culminó con una huelga de hambre que se han ido juntando más de 7000 presxs”.
12. En todos los aniversarios de la “caída de la dictadura” se hace una manifestación, pero este año por la lucha de los presos la misma se radicalizó y se proclamó la solidaridad con los presos y su lucha que estaba en un momento culminante.
13. “La revuelta en Grecia, obra de los jóvenes que vieron asesinado su horizonte” publicado por Eugenia Apostolou; La Jornada.
14. “La rabia de la juventud” Colectivo ALANA.
15. El racismo real, que tantas veces utiliza un discurso supuestamente antirracista, siempre trata la cuestión cómo si no fuese un problema, o como si sólo lo fuese en el caso del racismo cómo ideología. En realidad el peor de los racismos es el que existe en la esencia misma de las relaciones sociales capitalistas, por el cual la fuerza de trabajo de un obrero nacional y blanco vale mucho más que la de un negro y/o extranjero y el mismo es tanto más pernicioso cuando se lo trata como si no existiese y se lo acompaña de un discurso ideológico “antirracista”.
16. Dicho comunicado fue distribuido el 15/12/2008 y al final tiene la aclaración y firma siguientes: “Este texto fue distribuido por la Asociación de Inmigrados Albaneses a los estudiantes que rodean la sede central de Policía”
17. De “Destruimos el presente porque venimos del futuro” ya citado.
18. Panfleto difundido el 15 de diciembre 2008 y firmado “local autogestionado de la escuela arquitectónica”.
19. Ver más adelante el recuadro correspondiente.
20. Extraído de: “Des nouvelles du Front” – http://dndf.org ver en la cronología el 17 de diciembre.
21. De “Desde Grecia: Llamada a una nueva Internacional” ya citado.
22. Uri Gordon: “Grecia: ¿preámbulo de una revolución?”
23. Akis Gavriilidis: “Grecia: Por qué estoy con los encapuchados” de donde subrayamos además. Lo que está ocurriendo esta última semana es la segunda revolución griega, y en mi opinión es quizás más importante que la primera -y en cualquier caso, seguramente más masiva. También es quizás la primera vez en mi vida que me siento orgulloso de ser griego. Estos días constituyen la mayor contribución de la Grecia contemporánea a la civilización mundial, y es la primera vez -tal vez la segunda después de 1821, pero con una dimensión geográfica y demográfica mucho mayor que entonces, que las miradas del mundo entero se dirigen hacia Grecia con admiración y esperanza.”
24. Del llamado efectuado por el Comité de Asturias en solidaridad con las luchas en Grecia solidariosg@gmail.com. Ver al final texto completo en recuadro.
25. El llamado es titulado: “¡¡VAMOS A ILUMINAR LA OSCURIDAD!!” y está firmado: Anarquistas Rosario www.anarquistasrosario.cjb.net - anarquistasrosario@yahoo.com.ar
26. No pretendemos aquí tratar la compleja cuestión de quienes se autodenominan “insurreccionalistas”. Quienes proclamamos la necesidad de la dictadura de la revolución, somos partidarios de la insurrección proletaria y, en esa medida, (como todos los revolucionarios) somos insurreccionalistas. Aquí sólo tratamos de denunciar una corriente que se autoproclama “insurreccionalista” sin serlo, una corriente que en el fondo no sólo no actúa por la insurrección sino que desvirtúa la misma asimilándola a cualquier tipo de acción directa.
27. Ver al respecto el artículo completo en inglés en: http://www.occupiedlondon.org/blog/
28. De “Destruimos el presente porque venimos del futuro” ya citado.

Seleccion de documentos

Destruimos el presente porque venimos del futuro

Comunicado de proletarios de la facultad ocupada ASOEE (Universidad de Economía de Atenas)

La primera luz del alba viene tras la oscuridad más profunda.
Hasta el sábado 6 de diciembre de 2008 por la noche podríamos decir que jusqu’ ici tout va bien, observando la caída individual de cada uno de nosotros en el desierto del sistema capitalista. En ese momento llegó la grieta, y la locura destructora de buena parte de la juventud del país. En un primer momento, como tantas veces en la historia, fueron los hechos los que tomaron la palabra.
Primero, el arma del policía, reivindicando como suya la repulsa del fenómeno de la vida por parte de cualquier tipo de Autoridad. Se derramó la sangre de un adolescente, e inmediatamente el llanto se transmitió de forma instantánea desde Exarhia hasta el centro económico de la metrópolis y otras grandes ciudades, un llanto de llamas y cristales rotos, que transformaba bancos y centros comerciales en una nube de rabia con la inscripción: VENGANZA.
Dos días más tarde los centros navideños de las ciudades parecían haber sido objetivos de bombardeos de guerra, mientras que la economía de crisis recibía otro soplo de muerte en su corazón por hordas de “hooligans” destrozando mercancías. “El Tratado de Varkiza se ha roto, estamos en guerra de nuevo”. Hablamos del regreso de la lucha de clases al primer plano, hablamos de la solución a la crisis: Para nosotros. Y tan sólo estamos empezando. Vamos hacia delante…
Somos parte de la revuelta de la vida contra la muerte cotidiana que nos imponen las relaciones sociales existentes. Con la fuerza destructora que latía dentro de nosotros, llevamos a cabo un salvaje (aunque contradictorio) ataque a la institución de la propiedad privada. Ocupamos las calles, respiramos libres a pesar del gas lacrimógeno, atacando la peor parte de nosotros mismos: nuestra imagen como esclavos de nuestros jefes, cuya forma más extrema y repugnante es el policía.
Erigimos una barricada inquebrantable contra la repugnante normalidad del ciclo de producción y distribución. En la situación actual, nada es más importante que consolidar esta barricada frente al enemigo de clase. Incluso aunque nos repleguemos ante la presión de la escoria (para-) estatal y la insuficiencia de la barricada, sabemos que ya nada volverá a ser igual en nuestras vidas.
Vivimos además una situación histórica en la que se recompone un nuevo sujeto de clase, que porta desde hace mucho la responsabilidad de asumir el rol de enterrador del sistema capitalista. Creemos que el proletariado nunca ha sido una clase por su posición, sino que más bien al contrario, se constituye como clase para sí misma en el enfrentamiento contra el capital, primero en la práctica para tan sólo después adquirir conciencia de sus propios actos. La recomposición está teniendo lugar por parte de grupos de sujetos que se dan cuenta de que no tienen ningún control sobre sus propias vidas, provenientes de estratos sociales que han sido -o están siendo- exprimidos en el fondo del barril, y que se están adentrando en una contradictoria trayectoria hacia la unificación.
El trabajo asalariado siempre ha sido un chantaje. Actualmente lo es con más intensidad, en tanto que aumenta el número de trabajadores empleados tan sólo circunstancialmente y con contratos precarios en sectores que, mientras que son necesarios para la reproducción de la dominación capitalista, no tienen utilidad social en absoluto. En estos sectores, las luchas de clase, desterradas del campo de la autogestión de la producción, se mueven en el del bloqueo y el sabotaje generalizados.
De manera simultánea, la automatización de la producción y el abandono de las políticas de pleno empleo crean grandes reservas de proletarios en paro empujados al margen de la sociedad, que recurren a trabajos inseguros o a la economía sumergida e ilegal para sobrevivir. Parados, trabajadores precarios, estudiantes de instituto y universidad destinados a ser futuros esclavos asalariados, trabajadores inmigrantes de la primera o de la segunda generación que diariamente viven la marginalización y la represión constituyen, junto con las minorías de trabajadores radicales, la comunidad de insurrectos de diciembre, una comunidad basada en la común condición de la alienación y la explotación que define a una sociedad basada en el trabajo-mercancía.
Recordemos que la víspera de estos días festivos la celebraron aquellos que están en un escalón aún inferior, los que han perdido todo disfrute en el martirio de la democracia, los presos de las cárceles griegas.
Los propietarios de la mercancía llamada fuerza de trabajo, que la han invertido en el mercado a cambio de seguridad social y con la esperanza de ver a su prole escapar de su condición mediante el ascenso en la escala social, continúan observando a los insurrectos sin tomar parte, pero también sin llamar a la policía para disolverlos. Junto con la sustitución de la seguridad social por la seguridad policial y el colapso del mercado de la movilidad social, muchos trabajadores, bajo la carga del fracasado universo de la ideología pequeño burguesa y la economía mixta, se mueven hacia una (socialmente importante) justificación moral del levantamiento juvenil, pero sin unirse aún a su ataque contra este mundo asesino.
Siguen arrastrando sus cadáveres en las letanías de tres meses de los sindicalistas profesionales, y defendiendo un triste derrotismo sectorial contra la rabiosa agresividad de clase que rápidamente pasa a primer plano. Estos dos mundos se encontraron el lunes, 8 de diciembre, en las calles, y el país al completo prendió. El mundo del derrotismo sectorial tomó las calles para defender el derecho democrático de los roles separados del ciudadano, el trabajador, el consumidor, a participar en manifestaciones sin que les disparasen. Muy cerca de allí, el mundo de la agresividad de clase tomó las calles en forma de pequeñas “bandas” organizadas que rompen, queman, saquean y rompen las aceras para lanzar adoquines a los asesinos. El primer mundo (al menos tal y como lo expresa el discurso de los sindicalistas profesionales) temía tanto la presencia del segundo, que el miércoles 10 de diciembre, trató de manifestarse sin la molesta presencia de los “riff-raff”.
Ya estaba sobre la mesa el dilema acerca de cómo estar en la calle: bien con la seguridad democrática de los ciudadanos, o bien con el enfrentamiento solidario del grupo, el bloque agresivo, la marcha que defiende la existencia de cada uno mediante barricadas y rotundos ataques.
Los acontecimientos de diciembre de 2008 (”Dekemvriana”) son el último capítulo de una serie de insurrecciones que recorren todo el mundo capitalista. En su fase decadente, la sociedad capitalista ni puede, ni tiene como objetivo lograr el consentimiento de los explotados mediante la aceptación de demandas parciales.
Tan sólo queda su represión. Con la restructuración comenzada a mediados de los setenta (para repeler el motín proletario llamado “movimiento del 68”), el capital se encontró con la siguiente contradicción: mientras que por un lado poseía la habilidad de crear una masa humana de pasivos telespectadores y consumidores de mercancías, de manera simultánea debía negarles (mediante la reducción de salarios) la posibilidad de adquirir estas mercancías.
Desde este punto de vista, no debería sorprender el saqueo de un centro comercial en la calle Stadiou por parte de gente que diariamente comparte las promesas de una falsa felicidad de consumo mientras ve cómo se le niegan los medios para cumplir estas promesas.
La insurrección de diciembre no lleva consigo ninguna demanda concreta, precisamente porque los sujetos que en ella participan sufren día a día la negativa de la clase dominante a aceptar cualquier demanda, y por lo tanto la conocen a la perfección. Los susurros de la izquierda, que en un comienzo pedía la retirada del gobierno, se transformaron en un terror mudo y un intento desesperado por calmar la incontrolable ola insurreccional. La ausencia de demandas reformistas refleja una subyacente (aunque aún inconsciente) disposición a la subversión radical y a la superación de las relaciones mercantiles existentes, y la creación de unas relaciones cualitativamente nuevas.
Todo comienza y madura en la violencia -pero nada se queda ahí. La violencia destructora que se desató en los acontecimientos de diciembre ha causado el parón de la normalidad capitalista en el centro de la metrópolis, una condición necesaria pero insuficiente para la transformación de la insurrección en un intento de liberación social.
La desestabilización de la sociedad capitalista es imposible sin paralizar su economía -esto es, sin interrumpir la función de los centros de producción y distribución, mediante el sabotaje, las ocupaciones y las huelgas. La ausencia de una propuesta positiva y creadora de una nueva manera de organizar las relaciones sociales era -hasta ahora- algo más que evidente. No obstante, la insurrección de diciembre debe entenderse en el contexto histórico del endurecimiento de la lucha de clases que se está dando a nivel internacional.
Una serie de prácticas de lucha -algunas de la cuales han salido a la superficie de forma elemental en muchos países donde han tenido lugar importantes conflictos de clase- proponen y desarrollan a un nivel embrionario la comunidad humana que va a abolir y trascender de manera creativa las relaciones mercantiles alienadas: las escuelas ocupadas pueden emplearse como centros donde organizarse para tomar las calles y el espacio público en general; las anti-lecciones organizadas en el contexto del reciente movimiento de estudiantes/trabajadores precarios en Italia, poniendo el conocimiento al servicio de la comunidad que se está formando; expropiaciones colectivas en supermercados y librerías, y la vida colectiva en las ocupaciones como modo de auto-cumplimiento de las promesas de alimentación, vivienda y libros gratis; una contestación radical a las relaciones de propiedad, la cooperación en vez de la apropiación personal (y a veces la reventa) de las mercancías expropiadas, la conexión de asambleas de barrio, comenzando por los asuntos locales, prefigura pues una sociedad donde las decisiones son tomadas y ejecutadas sin la mediación de ningún poder separado (sf. Oaxaca); transporte gratuito con los medios de transporte públicos, las déménages (invadir las agencias de empleo y tirar todo su material a la calle) como se hicieron en el movimiento anti-CPE en Francia.
Estas (y muchas otras, que resultan de la inteligencia personal y colectiva), son las prácticas que pueden enriquecer y fertilizar las fuerzas de la negación, para que en medio de la confusión de la insurrección, comience a tomar forma la sociedad libre y comunista.
Hacemos todo lo que está a nuestro alcance para no abandonar las ocupaciones y las calles, porque no queremos irnos a casa. Nos entristece la idea “realista” de que tarde o temprano tendremos que volver a la normalidad. Nos llenamos de alegría con la idea de que estamos en el comienzo de un proceso histórico de auge de la lucha de clases, y de que si queremos, si luchamos por ello, si creemos en ello, lo que nos puede sacar de la crisis, es la salida revolucionaria del sistema.

Diciembre 24, 2008

Proletarios de la ocupada ASOEE (Universidad de Economía de Atenas)

Desde Grecia: Llamada a una nueva internacional

Martes 23 de diciembre de 2008

Los políticos y periodistas se burlan de nuestro movimiento, tratando de imponer en él su propia carencia de racionalidad. Según ellos, nos rebelamos porque nuestro gobierno es corrupto, o porque nos gustaría tener acceso a más dinero, más empleo.
Destrozamos los bancos porque reconocemos el dinero como causa central de nuestras penas, si rompemos las lunas de los escaparates no es porque la vida sea cara sino porque la mercancía nos impide vivir a cualquier precio. Si atacamos a la escoria policial, no es sólo en venganza por nuestros compañeros muertos sino porque entre este mundo y el que deseamos, siempre van a suponer un obstáculo.
Sabemos que ha llegado el momento de pensar estratégicamente. En este momento tan importante sabemos que la condición indispensable de una insurrección victoriosa es que se extienda, al menos, a nivel europeo. Los pasados años hemos visto y hemos aprendido: las contracumbres a lo largo del mundo, los disturbios estudiantiles y en los suburbios de Francia, el movimiento anti-TAV en Italia, la Comuna de Oaxaca, los disturbios de Montreal, la agresiva defensa de Ungdomshuset en Copenague, los disturbios contra la Convención Nacional Republicana en los Estados Unidos, y la lista continúa.
Nacidos en la catástrofe, somos los hijos de una crisis global: política, social, económica y ecológica. Sabemos que este mundo es un callejón sin salida. Hay que estar loco para agarrarse a sus ruinas. Hay que ser acertado para autoorganizarse.
Hay una obviedad en el rechazo total a los partidos y organizaciones políticas; son parte del viejo mundo. Somos los hijos engreídos de esta sociedad y no queremos nada de ella. Ese es el pecado que nunca nos perdonarán. Tras las máscaras negras, somos vuestros hijos. Y nos estamos organizando.
No nos esforzaríamos tanto en destruir lo material de este mundo, sus bancos, sus supermercados, sus comisarías, si no supiéramos que en al mismo tiempo socavamos su metafísica, sus ideales, sus ideas y su lógica.
Los medios describirán todo lo ocurrido las pasadas semanas como una expresión de nihilismo. Lo que no entienden es que en el proceso de asalto y acoso a su realidad, hemos experimentado una forma de comunidad superior, de reparto, una forma superior de organización alegre y espontánea que establece la base de un mundo distinto.
Cualquiera podría decir que nuestra revuelta encuentra su propio fin en que se limita a la destrucción. Esto sería cierto en caso de que junto a las los enfrentamientos callejeros, no hubiésemos establecido la necesaria organización que requiere un movimiento a largo plazo: cantinas provistas por saqueos regulares, enfermerías para sanar a nuestros heridos, los medios para imprimir nuestros propios periódicos, nuestra propia radio. A medida que liberamos territorio del imperio del Estado y su policía, debemos ocuparlo, llenarlo y transformar sus usos de manera que sirvan al movimiento. De este modo, el movimiento nunca para de crecer
Por toda Europa, los gobiernos tiemblan. Seguro que lo que más temen no es que se reproduzcan los disturbios locales sino la posibilidad real de que la juventud occidental encuentre sus causas comunes y se levante como una sola para darle a esta sociedad su golpe final.
Esta llamada va dirigida a todo el que quiera escucharla:
Desde Berlín a Madrid, de Londres a Tarnac, todo es posible.
La solidaridad debe transformarse en complicidad. Los enfrentamientos deben expandirse. Deben declararse las comunas.
De esta manera, la situación nunca retornará a la normalidad. De esta manera las ideas y prácticas que nos unen serán lazos reales.
De este modo seremos ingobernables.
Un saludo revolucionario a los compañeros de todo el mundo. A los detenidos, ¡os sacaremos!

Extraído de Indymedia Barcelona, traducido por Klinamen.

 

DECLARACIÓN DE LA ASAMBLEA GENERAL DE TRABAJADORES INSURRECOS DE ATENAS

O decidimos nuestra historia o dejamos que la decidan por nosotros
Desde las ocho de la mañana del día de hoy miércoles 17 de diciembre de 2008, trabajadores de base hemos ocupado la sede de GSEE (Confederación General de Trabajadores de Grecia) en Atenas. Es el momento de acabar con la mediación de los sindicatos amarillos que no representan a nadie.
Acabemos con la mentira mediática de los 500 encapuchados: La revuelta sigue viva.
Declaramos la sede de GSEE en Espacio liberado para todos los trabajadores del país.
¡Huelga General ya!
¡Inmediata puesta en libertad de todos los presos de la revuelta!
Nosotros, trabajadores manuales, empleados, parados, trabajadores temporales, locales o inmigrantes, no somos pasivos telespectadores. Desde el asesinato de Alexandros Grigoropoulos la noche del sábado hemos participado en las manifestaciones, en los enfrentamientos con la policía, las ocupaciones del centro y de los barrios. Una y otra vez hemos tenido que dejar el trabajo y nuestras obligaciones diarias para tomar las calles con los estudiantes, los universitarios y los demás proletarios en lucha.
HEMOS DECIDIDO OCUPAR LA SEDE DEL GSEE (“Confederación General de Trabajadores de Grecia)
-Para convertirlo en un espacio de libre expresión y un punto de encuentro para los trabajadores
-Para desmentir la falacia extendida por los medios que nos sitúa a los trabajadores al margen de los enfrentamientos, y que define la rabia de estos días como el asunto de unos 500 “encapuchados”, “hooligans” o cualquier otro cuento, mientras las pantallas de televisión nos presentan como víctimas del enfrentamiento, mientras la crisis capitalista en Grecia y en todo el mundo da lugar a incontables despidos que los medios y sus directivos tratan como un “fenómeno natural”.
-Para desenmascarar el rol de la burocracia sindical y su trabajo de sapa contra la insurrección, y no sólo ahí. El GSEE e integralmente todo el mecanismo sindical que lo ha apoyado durante décadas y décadas, menosprecia las luchas, negocia nuestra fuerza de trabajo por migajas y perpetúa el sistema de explotación y esclavitud asalariada. La postura del GSEE del pasado miércoles es bastante reveladora: el GSEE canceló la manifestación de trabajadores que estaba programada, imponiendo en su lugar la organización de una pequeña reunión en la plaza de Syntagma, asegurándose de este modo que la gente se marchase cuanto antes de la plaza, ya que temían que los trabajadores nos viéramos infectados del virus de la insurrección.
-Para abrir este espacio por primera vez -como una continuación de la apertura social generada por la insurrección en sí-, un espacio construido con nuestras contribuciones, y del que hemos sido excluidos. Durante todos estos años hemos confiado nuestros destinos en salvadores de todo pelaje, y terminamos perdiendo nuestra dignidad. Como trabajadores debemos comenzar a asumir nuestras responsabilidades, y dejar de ceder nuestras esperanzas a buenos líderes o representantes “aptos”. Debemos hacernos con nuestra propia voz, encontrarnos y reunirnos, hablar, decidir, y actuar. Contra el ataque generalizado que soportamos. La creación de resistencias colectivas “de base” es el único camino.
-Para propagar la idea de la auto-organización y la solidaridad en los puestos de trabajo, los comités de lucha y las prácticas colectivas desde abajo, aboliendo a los burócratas sindicalistas.
-Todos estos años hemos tragado con la miseria, la complacencia, la violencia en el trabajo. Llegamos a acostumbrarnos a contar los lisiados y nuestros muertos -los mal llamados “accidentes laborales”. Nos acabamos acostumbrando a mirar a otro lado ante la muerte de los inmigrantes -nuestros compañeros de clase-. Estamos cansados de vivir con la ansiedad de tener que asegurarnos un sueldo, unos ingresos, y una pensión que ahora parece un sueño lejano.
Igual que luchamos para no abandonar nuestras vidas en manos de los jefes y los representantes sindicales, de la misma manera no abandonaremos a los rebeldes arrestados en manos del estado y el sistema jurídico.

INMEDIATA LIBERACIÓN SIN CARGOS DE LOS DETENIDOS

AUTOORGANIZACIÓN DE LOS TRABAJADORES

HUELGA GENERAL

ASAMBLEA DE TRABAJADORES DEL EDIFICIO “LIBERADO” DEL GSEE

Miércoles, 17 de diciembre de 2008, a las 18 horas

CARTA A LOS ESTUDIANTES ESCRITA POR TRABAJADORES ATENIENSES

Nuestra diferencia de edad y el distanciamiento general nos dificulta discutir con vosotros en las calles; esta es la razón por la que os mandamos esta carta.
La mayoría de nosotros aún no nos hemos quedado calvos ni nos ha salido barriga. Somos parte del movimiento de 1990-91. Habéis tenido que oír hablar de aquello. En aquel entonces, cuando habíamos ocupado nuestras escuelas durante 30-35 días, los fascistas mataron a un profesor porque fue más allá de su rol natural (el de ser nuestro guardián) y cruzó la línea hacia el lado opuesto: vino con nosotros, a nuestra lucha. Entonces, hasta el más duro de nosotros fue a la calle a los disturbios. Sin embargo, nosotros ni siquiera pensamos en hacer lo que tan fácilmente hacéis vosotros hoy: atacar comisarías (aunque cantábamos aquello de «quemar comisarías...»). Así pues, habéis ido más allá que nosotros, como ocurre siempre en la historia. Las condiciones son diferentes, por supuesto. En los 90 nos compraron con la excusa del éxito personal y algunos de nosotros nos lo tragamos. Ahora la gente no se cree este cuento de hadas. Vuestros hermanos mayores nos lo demostraron durante el movimiento estudiantil de 2006-07; vosotros ahora les escupís su cuento de hadas a la cara.
Todo bien hasta el momento. Ahora comienzan las buenas y difíciles cuestiones.
Para empezar, os decimos que lo que hemos aprendido de vuestras luchas y de nuestras derrotas (porque mientras el mundo no sea nuestro siempre seremos perdedores) y podéis emplear lo que hemos aprendido como queráis:
No os quedéis solos. Llamadnos; llamad a tanta gente como sea posible. No sabemos cómo podéis hacerlo, encontraréis la manera. Ya habéis ocupado vuestras escuelas y nos decís que la razón más importante es que no os gustan. Bien. Ya que las habéis ocupado, invertidle el rol. Intercambiad vuestras ocupaciones con otra gente. Dejad que vuestras escuelas sean el primer hogar para nuestras nuevas relaciones. Su arma más potente es nuestra división. Tal y como vosotros no teméis atacar las comisarías porque estáis unidos, no temáis llamarnos para cambiar nuestras vidas todos juntos.
No escuchéis a ninguna organización política (ni anarquista ni ninguna). Haced lo que necesitéis. Confiad en la gente, no en esquemas e ideas abstractas. Confiad en vuestras relaciones directas con la gente. Confiad en vuestros amigos: haced vuestra lucha de cuanta más gente posible, vuestra gente. No les escuchéis cuando os digan que vuestra lucha no tiene contenido político y que debería obtenerlo. Vuestra lucha es el contenido. Tan sólo tenéis vuestra lucha y está en vuestras manos asegurar su avance. Tan sólo ella puede cambiar vuestra vida, a vosotros y las relaciones reales con vuestros compañeros.
No temáis actuar cuando os enfrentéis a cosas nuevas. Cada uno de nosotros, ahora que nos hacemos mayores, tiene algo sembrado en su cerebro. Vosotros también, aunque seáis jóvenes. No olvidéis la importancia de este hecho. En 1991, nos enfrentamos al olor de un nuevo mundo y, creednos, lo encontramos difícil. Habíamos aprendido que siempre debe haber límites. No temáis la destrucción de mercancías. No os asustéis ante los saqueos de tiendas. Lo hacemos porque es nuestro. Vosotros (como nosotros en el pasado) habéis sido criados para levantaros todas las mañanas con el fin de hacer cosas que más tarde no serán vuestras. Recuperémoslas y compartámoslas. Tal y como hacemos con nuestros amigos y el amor.
Os pedimos disculpas por escribir esta carta tan rápidamente, pero lo hacemos al ritmo del trabajo, en secreto para evitar que se entere el jefe. Somos prisioneros en el trabajo, como vosotros en la escuela. Ahora mentiremos a nuestro jefe y dejaremos el trabajo: nos reuniremos con vosotros en Syntagma con piedras en las manos.

Proletarios

Texto repartido en el funeral de Alexis Grigoropoulos

No nos critiquéis antes de entendernos.
No nos apuntéis con el dedo antes de vernos.
No nos censuréis antes de hablarnos.
No nos matéis antes de dejarnos vivir.
Somos vuestros hijos y nietos, vuestros vecinos o amigos...
Somos la sociedad que habéis creado... Somos el resultado de las generaciones de indiferencia, de no creer en nada, del pasotismo, de la apatía...
Ahora...Quemamos para que no nos quememos,
Rompemos para que no nos rompan,
Nos Rebelamos porque ya estamos hart@s de este mundo
¡Estamos con vosotr@s!
¡Estas noches son de Alexis!
Hay que cambiar el mundo, y si no lo conseguimos al menos lo habremos intentado.
¡Que se extienda la revuelta!
 

No tenemos ilusiones.

No tenemos ninguna esperanza.

Por eso somos peligrosos.

Se acabaron sus noches tranquilas.

Les escuchamos cada día en los noticieros de la tele. Declaraciones, contra declaraciones y después comentarios y todo lo demás para lo que ustedes llaman nuestra información “objetiva”.
Basta ya.
Ahora nos van a escuchar a nosotros.
Somos la generación de los 400 euros. De los programas “stage” del organismo de empleo, del trabajo flexible, de la eterna capacitación (siempre a costa nuestra), de la precariedad, de la carestía, de los dos diplomas que no sirven para nada. De la eliminación de nuestros derechos laborales, de nuestra humillación por parte de patrones, políticos y los demás.
Somos la generación que la encierran en escuelas, intentando meter en nuestras cabezas sus nacionalismos, sus prejuicios, su lujuria por la patria, su mentira, su subordinación.
Somos los chavos a los que humillan y provocan los antidisturbios, los policías secretos, o los guardias especiales y todos los demás policías que hizo su democracia (y puso por todos lados como otro ejército de ocupación) cuando nos encontramos en su camino, los objetos diarios de su abuso del poder.
Somos los heridos de las marchas de los estudiantes y de los alumnos, nuestras cabezas fueron golpeadas contra el asfalto, nuestra dignidad fue eliminada bajo sus botas, nuestras manos fueron quebradas por los toletes, nuestras caras fueron machacadas por sus puñetazos, nuestros pulmones todavía contienen los gases que nos echaron, que están prohibidos según acuerdos internacionales. Moriremos prematuramente porque no estuvimos de acuerdo con las leyes que nos están robando la vida. Somos los detenidos que nos arrastramos en juicios por años, Panagiotis que llevaba zapatos de un color equivocado y se quedó 40 días en la cárcel, Dimitrios Augustinos que pasó por el lugar equivocado en el momento equivocado, los 50 heridos en el hospital Evangelismos el 8 de marzo de 2007.
Nosotros incendiamos sus bancos. Nosotros nos enfrentamos con la policía. Nosotros destruimos la paz social que están construyendo día y noche lavando el cerebro de los ciudadanos para que obedezcan y se callen. Nosotros seguimos iluminando las noches frías que nos trajeron. Nosotros seguimos ensuciando las paredes con consignas que aunque sus ojos vean nunca llegarán a sus oídos. Nosotros nos vengamos por Alexis en las barricadas, el mismo sábado en que los buenos ciudadanos burlaban otra vez sus conciencias con la violación semanal. No es que nuestras palabras sean crueles. Cruel es su realidad. Alexis fue la gota que hizo desbordar el vaso. Cada noche va a ser de él de aquí en adelante.
Se acabaron sus noches tranquilas.
Péguennos, échennos gases, deténgannos, tírennos balas de goma como las que llevan tirando desde el sábado, apúntennos con sus pistolas o den tiros al aire (¿o a nosotros tal vez?). Alisten al paraestado, como están haciendo ahora en Patras o a esos periodistas siempre dispuestos, la mano larga real del poder. A Pretenteris, Evangelatos, Triantafilopulos, Kapsis, Tremi, Pavlopulos, Papajelas. Y a todos los demás. De ellos depende su éxito. Escondan las imágenes de la brutalidad policial, tapen los escándalos que apestan, aprueben sus medidas antipopulares con “consenso social”.
El lunes en Atenas pusieron a sus agentes a destruir los pequeños comercios. Nosotros los vimos saliendo de las filas de la policía. Hay incluso fotos. Las van a ocultar a esas también, con mucho éxito. Ya sus papagayos, después de los primeros disturbios, repiten bien los que ustedes les enseñaron.
El martes no respetaron ni siquiera el funeral de Alexis. Mandaron a los antidisturbios a su funeral para provocar a niños de 15 años. Tiraron gases lacrimógenos y detuvieron a niños. Ustedes profanaron al mismo chico que asesinaron.
¡Ya basta con las mentiras! No somos los encapuchados ni los conocidos-desconocidos. Somos muchos y estamos furiosos. Ya paren de repetir tonterías. Desde Komotini hasta Janiá, de norte a sur nuestra rabia se desborda. Cayeron con todos los medios que su monstruoso poder dispone para eliminarnos. Con toletes, balas, lacrimógenos, medios de comunicación masiva, provocaciones, paraestado.
No tenemos ilusiones. No tenemos ninguna esperanza. Por eso somos peligrosos.
No nos hacemos ilusiones que van a tomar todo eso en cuenta. Todos los días entierran nuestros gritos en su mentira.
Adiós. Nos van a ver desde sus sofás en sus televisiones.
«Historia ahí vamos. Mira arriba hacia el cielo»

Texto anónimo que alcanzó gran difusión

LA LUCHA SOCIAL EN GRECIA ES NUESTRA LUCHA

La muerte de Alexandros en Grecia, los violentos disturbios en respuesta y la detención de cientos de manifestantes en ese país, las movilizaciones en diversas ciudades europeas, las recientes detenciones y palizas policiales en Madrid y Barcelona, la operaciones policiales contra compañeros en Francia acusados de los sabotajes a las catenarias del tren, los registros en viviendas y locales de solidarios en Bélgica, las recientes huelgas de hambre en numerosas cárceles del mundo, el asesinato en Chile de Juan Cruz y la militarización de poblaciones en ese país, los motines en los suburbios… Todo esto compañeros, forma parte de la lucha entre quienes queremos derribar la sociedad de clases y quienes la defienden.
Ante la extensión de la lucha, el Estado multiplica en todo el mundo sus golpes represivos para neutralizarla. Pero en estos días los proletarios estamos respondiendo a la violencia del estado con la violencia revolucionaria. Grecia está siendo el pulmón de la lucha.
Compañeros, sigamos el ejemplo de nuestros hermanos en Grecia que está desbordando toda tentativa de integración democrática. No nos creamos las artimañas con las que nos quieren enredar. Todos los políticos, en el gobierno o en la oposición, los de izquierda o de derecha, los cuerpos represivos, los periodistas y demás voceros del capital… Todos ellos son expresiones de la bestia capitalista, recambios, falsas oposiciones y herramientas para aplastarnos. Es todo este mundo el que queremos cambiar desde sus cimientos. Y para ello solo contamos con nosotros mismos, organizados fuera y contra todos los aparatos del Estado (partidos, sindicatos, ONGs…), rompiendo las divisiones que quieren imponernos (jóvenes/viejos, trabajadores/estudiantes/parados, emigrantes/autóctonos…)
Compañeros, organicemos con inteligencia nuestra lucha, extendámosla, estructuremos de manera eficaz la violencia organizada de nuestra clase. Evitemos el enfrentamiento cuerpo a cuerpo que facilita la labor policial, golpeemos donde les duele, discutamos conjuntamente los aspectos de la lucha.
Los disturbios que hoy inquietan a los burgueses pueden agudizarse. Sin embargo también pueden refluir hoy o mañana, pero lo que no podemos es desestructurar los lazos de unión que hemos tejido en las calles. Si la lucha decae, mantengamos las estructuras, hagamos balance de los aciertos y los errores para próximos envites, convirtamos este episodio de lucha en una potencia para el futuro. Y sobre todo no olvidemos a los reprimidos en Grecia, Madrid, Barcelona, o donde sea, no dejemos que sean triturados por la maquina represiva del capitalismo, hagamos frente al terrorismo estatal. Es hora de que el miedo cambie de campo.

¡ A LA CALLE, A LUCHAR!

¡A DESTRUIR LO QUE NOS DESTRUYE!

Comité de Asturias en solidaridad con las luchas en Grecia

solidariosg@gmail.com

Estamos contra el sistema capitalista que nos condena a trabajar 10-12 horas por un sueldo de mierda, que destruye nuestro entorno y la poca naturaleza que nos queda, que condena a millones como nosotros a morir de hambre, agotamiento o asesinados en el mal llamado “tercer mundo”, o en su intento de llegar a este aun peor llamado “primero”, que ha transformado la sociedad en una agregado de personas que sólo se relacionan para quitarse el sitio en el metro. Estamos contra el estado y contra la democracia en la que un puñado de políticos profesionales se encargan de gestionar nuestras vidas, de decirnos qué hacer y qué no hacer en función de sus intereses y de su clase social.

Comunicado Asamblea Solidarixs Grecia (España)



El proletariado también grita “no va más” en otras latitudes

MADAGASCAR LA ROJA (1)

Fines 2008, principios 2009, se expande y se confirma la catástrofe del capital y la revuelta proletaria. La actualidad sigue ardiendo, cada discurso sobre la “crisis” anuncia medidas peores que el capital descarga contra los proletarios. Frente a ello las revueltas siguen arreciando con fuerzas y debilidades, pero con las mismas características centrales que describimos en el número anterior de Comunismo y que subrayamos en la revuelta proletaria en Grecia: Islandia, Egipto, Haití, Kenia, Corea del Sur, Madagascar, Guadalupe, Martinico,… para sólo nombrar las que nos han parecido más significativas.
La propia barrera eurocentrista y racista, que tanto separa a los proletarios, al mismo tiempo que desfigura todo lo que pasa en el mundo, que descalifica revueltas en nombre de que “están lejos del centro” o que son “indígenas” o “sin perspectivas” o que se trata “sólo” (¡!) de “revueltas de hambre”, comienza a vislumbrarse como insuficiente. En todas partes en donde se ha llegado a enfrentar seriamente al poder del capital y el Estado se desarrolla el incipiente sentimiento de que la revuelta en Grecia, en Egipto… ¡es la nuestra!
¡Sí, es “sólo” el renacimiento de la revuelta proletaria!
¡Pero que saludable es que el sentimiento de pertenecer a una misma clase en lucha vuelva a sentirse aunque sea en forma totalmente incipiente!

UNA SOLA CLASE: EL PROLETARIADO.

UN SOLO Y ÚNICO OBJETIVO: LA COMUNIDAD HUMANA MUNDIAL.

Hoy en día, la expresión « Madagascar la Roja » recobra su doble sentido. No es sólo “la isla roja” de las guías turísticas, por el color de su tierra, sino otra vez más: la isla que enrojece con la hoguera de la revuelta… Recordemos el vasto movimiento proletario que irrumpió en la isla una vez terminada la “Segunda guerra mundial”. Esta lucha, a semejanza de todas las que reventaron en el mismo momento en otras colonias francesas, fue presentada como un movimiento de “liberación nacional” y solo pudo ser subyugada por el asesinato de casi 90.000 proletarios en el transcurso de dos años de feroz represión (2). Recordemos también el “mayo malgache” de 1972 que se inscribe incontestablemente en la ola de luchas de los años 1967-75 y que fue una reacción a los primeros ataques masivos del capital producidos cuando este llegaba al fin de su ciclo expansivo que precedió a la “Segunda guerra mundial”. Recordemos las luchas de 1991 y 2002…

A principios de 2009, surgieron nuevamente importantes luchas que estremecieron la isla de Madagascar. En estos tiempos de concreción de la catástrofe del capital y de importantes luchas proletarias hay que estar totalmente telelobotomizado para tragarse el show mediático, ofrecido a la “opinión pública”, que reduce lo que estas luchas ponen realmente en juego a un “combate de jefes”, entre el presidente Ravalomanana y su “opositor” Rajoelina (dos hombres de negocio que hicieron fortuna, conquistaron la alcaldía de Antananarivo antes de acceder, uno luego el otro, a la función presidencial). No obstante, en Madagascar, como en Guadalupe, Martinica o Grecia, el proletariado enfrenta los ataques que el capital asesta a sus condiciones de vida. Como en Grecia o en Guadalupe, grandes sectores del proletariado viven en carne y hueso el significado profundo de todas esas promesas soporíficas que lanza la burguesía, cualesquiera sea su fracción, y que solo pueden ofrecer lo que el capitalismo en crisis es capaz de aflojar, ¡es decir nada o casi nada!... y, al fin y al cabo lo que ofrece en realidad es cada vez más miseria y muerte.

Como en otras latitudes, en Madagascar es evidente que las políticas actuales del capitalismo en crisis (o mejor dicho del capital global que alcanza los límites absolutos de su ciclo de valorización y encuentra agotada toda posibilidad de retroceder esos limites en base a una nueva inyección de capital ficticio), empujan a una parte cada vez más importante del proletariado, a luchar más abierta y directamente contra el Estado y a abandonar toda ilusión de reforma como medio para solucionar los problemas que la humanidad padece.

Así, el lunes 26 de enero en Madagascar, luego de numerosas concentraciones masivas y un llamado a la “huelga general”, miles de proletarios descienden de los “barrios bajos” y se dirigen a la plaza del 13 de mayo, en el centro de la capital Antananarivo y desbordan por completo la concentración pacifica convocada por la “oposición” democrática. Decenas de supermercados fueron atacados y sistemáticamente saqueados e incendiados, entre ellos la cadena Tiko perteneciente a la familia de Ravalomanana. Otros blancos fueron atacados, como el inmueble de la radiotelevisión del Estado, que fue saqueado e incendiado, al igual que varios edificios escolares y domicilios en los barrios burgueses. Ni los llamados a la calma, lanzados por Ravalomanana así como por Ranoelina, ni el toque de queda, pudieron pacificar a los proletarios en lucha: los motines y saqueos continuaron durante tres días y tres noches, se extendieron como un reguero de pólvora, a las principales ciudades de las provincias de Mahajanga, Tulear, Antsirabé, Fianarantsoa, Tamatave, Antsiranana, Majunga, Toamasina, Ambositra, Farafangana, etc. Los saqueos y ataques a la propiedad privada fueron masivos y se extendieron por todas partes. Los enfrentamientos entre partidarios del orden y luchadores sociales dejaron más de un centenar de muertos. Asimismo, conviene subrayar el amotinamiento de los presos de la cárcel central de Antananarivo, en base a lo cual un gran número de detenidos lograron escaparse.

Queremos hacer hincapié en una acción concluyente de la revuelta proletaria que fue sistemáticamente acallada por las medias internacionales porque la misma revela bien el rechazo y el odio proletario con respecto a todo lo que representa “el régimen” y particularmente los gestores directos y visibles de nuestra miseria. El martes 3 de febrero, el ministro de economía (entendámonos: ministro de la explotación y de la miseria) hizo su viaje de inspección y de explicaciones en provincia. Cuando su avión aterrizó en el aeródromo de la ciudad de Farafangana, una masa de proletarios fue a su encuentro para ajustarle cuentas. El avión es incendiado, la infraestructura aeroportuaria destruida y los saqueos se extienden a la ciudad. El ministro es perseguido hasta un hotel, en donde se refugia. Se escapó raspando del linchamiento y solo encontró su salvación gracias a un helicóptero venido de la capital. “Farafangana asemejaba a una ciudad sin Estado. Tan pronto se dio la alerta, los representantes de la autoridad se fugaron”, se lamenta el alcalde de la ciudad frente a las medios malgaches.

“SI VOY ME LINCHAN”

En esta revista, y más precisamente en la segunda parte de nuestro texto “Catástrofe capitalista y luchas proletarias” en “El capital y la tierra”, analizamos la contradicción fundamental entre las necesidad de valorización del Capital y la Tierra, esa tierra que nos alimenta y de la cual la especie humana es cada vez más violentamente separada por este agonizante modo de producción. La historia del capitalismo es la historia de la desposesión de nuestros medios de existencia.
Esa contradicción entre el Capital y la Tierra se expresó claramente en los mismos fundamentos del movimiento proletario que estremeció el orden burgués en Madagascar. Así, uno de los elementos que desencadenaron la cólera proletaria fue el proyecto, dado a conocimiento público en noviembre 2008, de la multinacional surcoreana “Daewood Logistics” de adjudicarse una superficie equivalente a Ile-de-France, o a la mitad del territorio belga, para “cultivar en un país rico en tierras pero pobre en divisas los productos que necesitan los habitantes de países pobres en tierra pero ricos en divisas.” (3) Desde mayo 2008, “Daewoo Logistics” tomó medidas para arrendar, al Estado malgache, 1,3 millones de hectáreas de tierras. Su objetivo era producir, para 2025, 4 millones de toneladas de maíz y 5 millones de toneladas de aceite de palma por año para comerciarlas en el mercado surcoreano. En otras palabras, hacer un máximo de beneficio en una región en la que los salarios son ridículamente bajos: “Esta región, indica el director regional del desarrollo durable (¡sic!) Funcionario del ministerio de Agricultura, tiene un potencial fuerte agrícola, pero los campesinos no tienen aún la lógica del mercado. Producen para alimentarse. No tienen los medios financieros, ni culturales, para abrirse a la economía de mercado” ¡Este esbirro del capital evoca, así, claramente el antagonismo existente entre ese vil y salvaje instinto de cultivar para alimentarse… y los designios superiores del mercado! Es cierto que aquello que los burgueses llaman con desdeño “agricultura de subsistencia” ocupa todavía una proporción importante de la tierra cultivada en Madagascar: de 35 millones de hectáreas de tierras arables en la isla, las tierras en donde se cultiva para el mercado son sólo 3 millones, afirman las autoridades. Todo el resto son para el capital tierras desperdiciadas en esa “agricultura de subsistencia”. En una gran parte de las tierras codiciadas por “Daewoo” “…hay miles de familias que viven y subsisten de la misma. El problema es que no han tomado las medidas necesarias para titular su tierra. ¿Por qué quiere usted que lo hagan? Desde hace generaciones, la tierra les pertenece. Estamos en la cultura oral.”
El proletariado rechazó unánimemente el proyecto: “No queremos oír hablar, esta tierra es nuestra, es nuestra única riqueza: ella nos permite vivir y es aquí que enterramos a nuestros ancestros… Si nos la quitan, no tengo nada más… Jamás cambiaré mi tierra por un trabajo. ¿Qué les voy a dejar a mis hijos para el futuro?”

Evidentemente, la buena marcha de los negocios no puede ponerse en aprietos por ese tipo de consideraciones, tan anacrónicas como triviales, y el derecho notarial dará prontamente su bendición a las expropiaciones manu militari. Sin embargo, el derecho notarial, como las intervenciones de su brazo armado, sufre de la finitud esencial a todo proyecto burgués: pierde todo carácter absoluto frente a la intransigencia de la lucha proletaria.

Esto es lo que nos demuestran claramente las luchas proletarias en Madagascar. En efecto, fueron numerosos los proletarios que, durante las manifestaciones, tomaron como objetivo las oficinas de “Daewoo” en la zona de negocios de Antananarivo (Ivandry). Frente a esos ataques repetidos, los iniciadores del proyecto se vieron obligados a ponerlo en tela de juicio, por lo menos provisoriamente: “Tendremos que retardar nuestro proyecto de inversión en Madagascar, esencialmente por la inestabilidad política que reina” afirmó, en Seúl el 12 de febrero, uno de los dirigentes de “Daewoo Logistics”. Los mismos burgueses malgaches prefieren ir con cuidado, por el miedo que le tienen a la rabia de sus administrados: “No sabemos absolutamente nada sobre ese proyecto, y ¡nos piden que lo hagamos aceptar por la población!... Me pidieron que fuese a ver a los campesinos para pedirles que acepten la operación, ¡Pero si voy me linchan!

La fuerza del movimiento en Madagascar llegó a quebrantar las fuerzas de represión, la policía, la gendarmería, el ejército. Durante las primeras 36 horas de motines, los milicos y soldados brillaban por su ausencia en las calles, las órdenes de represión no eran escuchadas por el común de los soldados. Frente a esta situación, el presidente Ravalomanana decidió acortar su viaje al extranjero y regresar apresuradamente a la capital. Una vez bien a resguardo, declara su intención de “restablecer el orden” y “salvaguardar la República”, con la conciencia clara que es su propia autoridad que vacila y que tiene que restablecer. Para ello, y teniendo en cuenta la poca credibilidad que tiene en la cohesión de las fuerzas armadas regulares y la fuerza de un movimiento de clase en pleno proceso de generalización, Ravalomanana (con seguridad con apoyos internacionales) moviliza a su guardia presidencial y contrata mercenarios y consejeros militares blancos (entre otros, sudafricanos). La represión del “sábado rojo” será así la obra de esas unidades especiales que fueron los últimos garantes de la autoridad del Estado.

Las disensiones en el ejército se manifestaron abiertamente el 8 de marzo. Los soldados del CAPSAT (Cuerpo de personal de servicios administrativos y técnicos) principalmente de Soanierana, se amotinaron en un importante campo militar, que se encuentra a las puertas de la capital, para protestar contra la represión de las manifestaciones. ¡La negativa, de parte de las fuerzas del orden, de disparar contra sus hermanos de clase es siempre un momento crucial en el enfrentamiento entre el proletariado y el Estado! En efecto, la cooptación de proletarios en las fuerzas de represión es la piedra angular de la dominación burguesa. Las luchas de clase en Bolivia, en 2001, fueron un ejemplo ilustre de esta contradicción: importantes sectores de la policía pasaron “con armas y equipos” al lado del proletariado en lucha, tomando cuarteles, vaciando las armerías y enfrentando a las unidades de elite como última muralla de defensa del Estado. Desgraciadamente en Madagascar, como sucede corrientemente en otros lugares, los límites y flaquezas del movimiento neutralizaron la fuerza subversiva de este rechazo explícito de los soldados a disparar, transformándolo, en apoyo implícito a la “alternancia democrática” representada por “la oposición” bajo la figura de Rajoelina.

A partir del 16 y 17 de marzo, todo se acelera: ciertos elementos amotinados del ejército toman posesión de las oficinas de la presidencia de Ambohitsirohitra (¡también se toma el banco central!), el presidente Ravalomanana se siente abandonado y prefiere pasar el relevo a otros personajes más aceptables por no haber participado directamente en la gestión de la catástrofe capitalista. Un “directorio militar” es nombrado y encargado de asegurar una transición tranquila. Cierto número de amotinados deciden no seguir a ese directorio y arrestan, en el acto, a varios generales que forman parte de los dirigentes de ese directorio. Desgraciadamente el motín no logra desarrollarse ni impulsar más, con todas las consecuencias que ello hubiese implicado, la dinámica de esas primeras manifestaciones de derrotismo revolucionario. Frente a esta situación, es decir el terror que tiene el orden del vacío, Ravalomana resuelve ceder su lugar a Rajoelina. Esa “alternancia democrática” tuvo más fuerza para liquidar el movimiento que todo lo intentando por el Estado antes.

Sólo podemos ver en los fuertes límites del asociacionismo proletario una de las debilidades mayores que le fueron fatales a ese poderoso episodio (pero la serie no hace más que comenzar) de revuelta radical contra todo el sistema capitalista. Esta revuelta se manifiesta a través de motines, saqueos y ataques bien dirigidos, pero parecería que no llegó a dar un salto cualitativo a nivel de la coordinación, organización, aunque solo fuese para agitar al interior de sectores indecisos del proletariado o para crear vínculos y redes fuertes y durables con los prisioneros y soldados amotinados.

A pesar de dos meses de intensísimas luchas en Madagascar, una parte del proletariado no rompió con las ilusiones democráticas, legalistas, reformistas, que atribuyen los orígenes de todos los males a la política del presidente en ejercicio. Aunque sectores proletarios en lucha, en sus denuncias y manifiestos, señalaron, claramente, el origen capitalista de sus sufrimientos sociales actuales, la revuelta no logró explicitar claramente su ruptura con la sumisión democrática y ciudadana y con sus manifestaciones corderiles, ni extenderse en el tiempo y en el espacio; lo que constituye evidentemente uno de los grandes problemas de las luchas proletarias en el mundo.

Durante su primer meeting de victoria, en la plaza 13 de mayo, Rajoelina declaró que haría todo “lo posible para que los Malgaches salgan de la pobreza” prometiendo “bajar el precio del arroz”. ¡Qué ironía!, Ravalomana, cuando accedió a la presidencia en 2002, ya había prometido “enriquecer a los pobres” y los resultados fueron los que ya conocemos: deterioro catastrófico de las condiciones de vida del proletariado. Fue esa misma catástrofe que dio un primer impulso a las luchas de nuestra clase en Madagascar, y estas tiraron a tierra las ilusiones de obtener el más mínimo mejoramiento de la situación de vida de los explotados. Las máscaras del gobierno de Ravalomana cayeron, los medios burgueses fabricaron rápidamente una nueva careta alternativa y le dieron a Rajoelina el apodo de “TGV”, “por su carácter luchador” y sobre todo “por la rapidez de su ascensión social”. Pero esa mascara puede caer tan rápidamente como el tiempo que fue necesario para fabricarla, la indocilidad de nuestra clase, para aceptar las medidas inevitables que atacan sus condiciones de supervivencia, ya están planteando el descarrilamiento rápido de ese fogoso “TGV” presidencial.

¡Destruyamos lo que nos destruye!

¡Contra el aislamiento de nuestra lucha desarrollemos el asociacionismo proletario a escala internacional!

¡ALLÍ ES AQUÍ, E INVERSAMENTE!

Notas

1. Cómo es imposible en este medio seguir la actualidad y mucho menos pretender analizar cada revuelta proletaria sólo podemos subrayar algunas. En este número subrayemos algo de lo sucedido en Madagascar sabiendo que, en términos relativos a la importancia de la revuelta, fue evidentemente más ocultado en cuanto a su contenido real que lo que sucede en otras partes.
2. Esta lucha de explotados, como muchas otras en esa época y aún hoy en día (poblaciones “indígenas”, “campesinos”, “mapuches” en Chile, etc.), serán y son fácilmente catalogadas como “nacionalistas”, bajo consideraciones que no parten de la fuerza profunda que las anima (la lucha contra la miseria y la explotación, contra la represión), sino más bien en base a la capacidad, de ciertas fracciones burguesas, de instrumentalizar, encuadrar, las limitaciones del movimiento y sus perspectivas, como también de aislarlas, para así conducirlas a la reforma del modo de producción y explotación por medio, en este caso, de una lucha de liberación nacional.
3. Todas las citas con respecto al « caso Daewoo » provienen del diario francés “Liberation” del 24/02/2009.