Dictadura del proletariado para la abolición
del trabajo asalariado
extractos de nuestros "Tesis de Orientación
Programática" (Tesis No.44 a 50)
44.
El movimiento comunista real, como ser consciente,
como Partido, se ha ido demarcando en su larga lucha histórica de
todas las fuerzas e ideologías de la contrarrevolución afirmando,
en forma cada vez más clara, la unidid indisociable entre dictadura
del proletariado y abolición del trabajo prolariado. La destrucción
de las relaciones capitalistas de producción es necesariamente la
obra despótica (despotismo de las necesidades humanas contra la
ley del valor) de la fuerza organizada y centralizada del proletariado
para ejercer su dominación de clase: el Estado del proletariado
mundial. Este Estado no es ni popular, ni libre, pues ni reune a las distintas
clases ni capas del pueblo, sino exclusivamente al proletariado organizada
en Partido y no se construye en interés de la libertad, sino por
la necesidad de reprimir por el terror revolucionario a toda fuerza de
la reacción. Por lo tanto, las corrientes que, en nombre del antiautoritarismo
en general niegan todo Estado o pretenden hacer del Estado de la transición
un Estado "libre", "popular", "democrático", o en el cual participarían
fuerzas no proletarias, no solo contribuye a sembrar la confusión
entre los proletarios, sino que objetivamente sirven a la contrarrevolución.
45.
Pero el Estado del proletariado,
no tiene nada que ver con el Estado actual (burgués) con un gobierno
"obrero", el objetivo de la lucha del proletariado no es el de tomar el
poder político del Estado y ponerlo a su servicio, pues el Estado
burgués, sea cual sea su dirección, seguirá reproduciendo
el capital. Toda pretención de utilizar el Estado burgués
para servir al proletariado es una utopía reaccionaria, uno de los
mejores métodos de la contrarrevolución para desviar los
efectos desvastadores de una insurrección obrera contra el Estado
burgués y contra la tiranía del valor valorizándose.
La lucha del proletariado, tiene por objetivo, por el contrario, la
destrucción, la demolición total del Estado burgués
y de su poder econónico-social. El Estado burgués
no se extingue, ni se extinguirá jamás, es necesario suprimirlo,
demolirlo por la violencia, conjuntamente con la dictadura mercantil y
democrática de la cual emerge y que reproduce. El único Estado
que se extinguirá será, por el contrario, el del proletariado
(semi-Estado) que en su desarrollo, consolidación, extensión,
se irá extinguiendo en el mismo proceso de liquidación del
capital.
46.
La revolución proletaria
no consiste, por lo tanto, primero en ocupar la dirección del Estado
para luego realizar una serie de "reformas sociales", si no que por el
contrario es una revolución que desde su punto de partida a su objetivo
final es una revolución social, que parte de la necesidad social
de destruir integralmente el poder total (militar, económico, ideológico,
político,...) de la sociedad burguesa y tiene como objetivo la sociedad
comunista, que parte de la separación del hombre real, de su ser
colectivo (Gemeinwesen) y tiene por objetivo la constitución de
la verdadera Gemeinwesen del hombre: el ser humano. Es evidente
que esta revolución social, en la medida en que requiere el derrocamiento
del poder existente y tiene necesidad de destrucción y de disolución,
comprende la lucha política; pero allí donde empieza su actividad
social organizadora, donde surgen el objetivo y el contenido que le son
propios, el comunismo rechaza su envoltura política. Por esa razón
la revolución proletaria tampoco es reductible a una cuestión
económica de gestión de la producción, de control
obrero, etc., sino que por el contrario tiene la necesidad de destruir
violentamente todas las instituciones y aparatos de la contrarrevolución
que aseguran la dictadura del valor contra las necesidades humanas, para
poder realizar la actividad organizadora de la sociedad hacia el comunismo.
47.
Tanto la desviación politicista, según
la cual el proletariado deberiá ocupar el Estado de la sociedad
capitalista, para reformar la sociedad, como la desviación economicista,
según la cual el problema se reduce a ocupar, controlar y gestionar
la producción y la distribución, casi siempre combinadas
en una misma teoría, constituyen ideologías funestamente
contrarrevolucionarias que han servido de últimas barreras de contención
capitalista en momentos cruciales y que el proletariado deberá enfrentar,
suprimir y enterrar.
48.
Por lo tanto, si bien el proletariado en toda
la fase insurreccional (y antes) ocupará los medios de producción
(fábricas, centros de comunicación, minas, campos,...) y
se servirá de ello para sus necesidades (lo que de hecho distorsiona
los mecanismos de valorización del capital y se sitúa ya
en la línea de reorientación total de la producción
y la distribución sobre otras bases), toda esa actividad deberá
tener como objetivo central el triunfo generalizado, internacionalmente,
de la insurrección, rechazando firmemente cualquier ilusión
de gestionar la sociedad sin la destrucción de la contrarrevolución
organizada. Para ello, la centralización, la organización
más acabada posible, del proletariado en Partido, es indispensable.
Solo el
Partido Comunista, aferrado sólidamente a
su programa histórico, puede desarrollar una acción
centralizada y centralizadora que impida la dispersión localista,
la ilusión gestionista, el federalismo democrático y el intercambio
entre unidades de producción independientes (fuente del trabajo
privado opuesto al social y por lo tanto de la reorganización mercantil),...
que dotando a todos los proletarios de una dirección única,
asegure la máxima concentración de fuerzas para el aplastamiento
social, económico y político de la contrarrevolución.
49.
La insurrección armada es un salto cualitativo
pero no es irreversible. El Estado burgués no se destruye con ella,
sino liquidando todas las bases que lo sustentan, y esto no es posible
al interior de un país o grupo de países. Por ello, en los
bastiones proletarios en donde la insurrección haya triunfado, el
proletariado deberá utilizar el poder que posee sobre esa parte
de la sociedad capitalista mundial para expropiar y enfrentar al capital
en todos los terrenos (político-militar, propagandístico,
económico, etc.) poniendo en ejecución todas las medidas
posibles para orientar la producción y la distribución de
acuerdo con sus necesidades e intereses (es decir necesidades e intereses
de la humanidad), lo que implica ir destruyendo la sociedad mercantil y
el trabajo asalariado, pero todas esas medidas deben estar estrictamente
supeditadas al objetivo central de extender la revolución
a nivel mundial, rechazando toda ilusión de construir un
"Estado obrero" (o varios) en plena economía mundial productora
de mercancías, o peor aún, la ilusión de construir
el socialismo en un país o grupo de países. Para ello es
indispensable que la centralización y la dirección efectiva
del movimiento comunista sea única y mundial, que cada interés
regionalista o nacionalista (siempre burgués) sea combatido firmemente,
supeditando cada parte a los intereses generales del movimiento. Solo la
centralización
compacta y organica del proletariado mundial, constituido en Partido,
que en las batallas insurreccionales, se habrá fortificado, programática,
numérica, organizativa y militarmente, podrá enfrentar todo
intento restaurativo.
50.
La revolución proletaria, ni en sus objetivos,
ni en sus fases intermedias, tiene nada en común con las "revoluciones"
políticas burguesas, salvo, claro está, el uso de las armas
y el derrocamiento del poder existe.
-
Las "revoluciones" burguesas tienden a cambiar
el personal del gobierno, o la forma de un Estado nacional por otro, la
revolución proletaria, por el contrario, tiende a destruir el Estado
nacional y a liquidar toda nación o patria.
-
Las "revoluciones" burguesas se hacen en nombre
del bienestar del pueblo y reproducen la esclavitud asalariada de la mayor
parte de la sociedad, utilizan la frase social para perseguir sus estrechas
fines políticos, utilizan un discurso universal para afirmar los
intereses particulares de otra minoría; la revolución del
proletariado en cambio, por más regional que sea su origen, por
más minoritaria que sea la fracción proletaria que se lanza
primera a la lucha, por más pobre y limitada a la política
que puede ser su frase, encierra en ella un contenido social universal.
-
Las "revoluciones" burguesas se basan en la
democracia, en los derechos del ciudadano, etc, pues parte de la necesidad
de una de sus fracciones de no continuar separada del ser colectivo del
capital, el Estado, y aspiran sea a controlarlo o a compartir en su seno
democrático ese poder político. La revolución proletaria
parte de una realidad enteramente diferente, pues el ser colectivo del
que se haya separado el trabajador es un ser colectivo de realidad distinta,
de distinto alcance que la comunidad política; ese ser colectivo,
esa comunidad del que le separa su propio trabajo es la vida misma, la
vida física e intelectual, la actividad humana, el goce humano,
el ser humano y, por lo tanto, no aspira a compartir democrática
el poder, sino que surge de la necesidad imperiosa de liquidar ese
poder, esa democracia, que lo separa de su humanidad, de su Gemeinwesen.
"El ser humano es la verdadera Gemeinwesen del hombre".