COMUNISMO

Dictadura del proletariado para la abolición del trabajo asalariado

Organo central en castellano del Grupo Comunista Internacionalista (GCI)


COMUNISMO No.58 (Deciembre 2008):



La catástrofe capitalista alcanza nuevas cumbres

Breve excursión bajo el sol negro del capital

Según el discurso de los explotadores, la desaparición brutal de la constelación soviética en 1989 debía, finalmente, consagrar la luminosa y definitiva victoria del capitalismo sobre el socialismo, en realidad ponía en evidencia la incapacidad de dirigir policialmente al capital, de compensar políticamente las diferencias cada vez mayores dictadas por la ley del valor, de subsanar en el largo plazo la ausencia de dinamismo tecnológico por protección política. La pretensión burguesa de controlar y planificar el capital, encarnado por la URSS y sus aliados, terminó en las basuras de la historia y mostrando su total y completo fracaso. Allí, la desvalorización generalizada, que estranguló a la bestia capitalista desde mediados de los años setenta, terminó por destruir toda veleidad de reformarla, de cambiarla para darle un atavismo más humano. El mercado y la ley del valor han demostrado que el libre cambio es el único y exclusivo dios al que todos tienen que adorar. Todos los dirigentes del planeta, inclusive los antiguos marxistas-leninistas, los verdaderos trotskistas, los aparatistas de todo género, los incorregibles libertarios, los socialistas de izquierda, los herederos del presidente Mao... como los auténticos guerrilleros, todos, de derecha como de izquierda, incluso sus extremos, se reacomodaron, sin muchas dificultades, al culto de los “beneficios del mercado y de su mano invisible”, aunque muchos de ellos, reconvertidos al altermundialismo proclamen algunas reformas y regulaciones para mejorar estatalmente por medio de tasas u otras reformas la tan invisible y mencionada mano. Del otro lado hasta las dictaduras más liberales, como la de Bush, aplicaban abiertamente viejos principios keynesianos y reconocían la función del gasto público y la guerra para impulsar la economía. Fue como si ante la consciencia general de la burguesía de la imposibilidad de un verdadero control del capitalismo, todas las fracciones de la clase dominante hubiesen reconocido en sus contrincantes lo que ellos también aportaban a la defensa común de la dominación de clase. La política económica mundial se unificó más todavía, en todas partes se aplicaron las mismas recetas: la derecha e izquierda de la burguesía mostraban abiertamente su identidad. fundamental tanto tiempo escondida. Desde entonces todos los ojos se dirigieron exclusivamente hacia Washington, que encarnaba la nueva Roma del inicio del milenio. La burguesía estadounidense triunfante, vista como un nuevo Mesías que desciende a la Tierra, será investida, por todos sus adeptos, de una misión casi divina: encarnar, en carne y hueso, la nueva religión bajo la etiqueta de “nuevo orden mundial”, en venta en todos los supermercados de la ideología dominante. Este nuevo orden debía procurar en una santa trinidad: la “paz”, la “prosperidad” y el “bienestar” al mundo entero. World peace through World trade, la paz mundial por el comercio mundial, se enunciaba como el único y exclusivo credo que el mundo entero era invitado a retomar como esencia y a glorificar. Toda la humanidad –finalmente unificada en un único y exclusivo “pueblo global” tenía que adoptar ese credo para beneficiarse de los placeres eternos prometidos por aquellos que anunciaban el “fin de la historia” y el advenimiento de un “capitalismo eterno” y “sin límites”.

Desgraciadamente para ellos, la celebración del culto no duró más de lo que dura la llegada de las golondrinas en primavera, es decir apenas algunas semanas. Rápidamente, la desilusión cortó el paso a todos estos ardores. El siglo XX terminaba como había comenzado: en el lodo y la sangre. Aterradoras carnicerías humanas azotaban casi la totalidad de las tierras de nuestro infierno planetario. Hasta Europa, eximida durante casi un medio siglo, encontraba nuevamente los caminos de la guerra con la implosión de los Balcanes. La destrucción de ciudades enteras, la masacre, la violación, el encarcelamiento... de miles de hombres, mujeres, niños, asediaban, con todo su horror y con la bendición de todos los gobiernos del mundo, la colaboración abierta de la ONU y de diversas ONG, a una hora y media de avión de París. En sólo algunos meses, la práctica totalidad de los países del antiguo bloque soviético se transformaron también en la presa de esa plaga típicamente capitalista: LA GUERRA, que trajo consigo, la muerte y la miseria de poblaciones ya desangradas por treinta años de sacrificio consentido bajo el altar de la “guerra fría”. Todos los escalones del antiguo imperio estalinista eran asolados: el Cáucaso, Asia central... En África, en todo el continente, el hambre caníbal de la mercancía condenó a muerte a 4 millones de seres humanos que perecieron directamente en inmundos osarios alrededor de la región de los Grandes Lagos. Y ni hablar de las otras guerras que devastaron (y continúan devastando) la mayor parte de los países de ese continente. Agréguese aún, a ese desfile lúgubre, los otros cadáveres y las otras miserias que desbordan los cementerios de esta sociedad caníbal. Las guerras siguen perpetuándose en Medio Oriente, en las islas indonesias, en Sierra Leona, en la represión en Haití, en Irak, en Colombia, en Palestina, en Afganistán, en Líbano... como reconoce abiertamente la ONU (1). El tan jactado, por los ideólogos de la mercancía y el libre cambio, futuro resplandeciente se parece, como dos gotas de agua, al desteñido pasado. Todo había cambiado, y sin embargo todo ha quedado idéntico, o mejor dicho, sigue empeorando.

Los sucesivos crash de la bolsa Wall Street, que arrastraron a todas las bolsas del mundo fueron haciendo añicos la ideología del mundo idílico que habían augurado. La prometida prosperidad generalizada por la “nueva economía” se volatilizó en los primeros años del siglo haciendo que desaparezcan miles de millones de dólares y empujando a la quiebra a un número incalculable de pequeños empresarios que habían creído en los milagros de la santa virgen de Silicon Valley. La burbuja terminó por reventar y la burbuja especulativa creada en torno a la informática se fundió como la nieve ante los rayos del sol. Luego de esa fecha otras “crisis financieras” fueron pautando el sistema capitalista mundial y señalando, pese a quien pese, sus límites históricos. Cuando cerramos este número la crisis generalizada de todos los bancos, compañías de seguros y otras instituciones financieras mundiales sigue agravándose; ya nadie puede ocultar, que además la misma que ya es notoria en la construcción y en general el sector inmobiliaria afectará irreversible e irremediablemente a todos los sectores de la “economía real”.

La nueva Roma del capital mundial tuvo muchas dificultades para ocultar su inmensa vulnerabilidad. Apenas entronizada en le panteón de la mayor potencia que el mundo haya conocido, sus templos más sagrados, el WTC, el Pentágono, el Capitolio, fueron profanados por un puñado de “innobles bárbaros”, que con simples cuchillos lograron desbaratar las murallas más sofisticadas y aseguradas de la pax americana. Desde esa entonces, cada día que pasa el planeta se sumerge un poco más en la catástrofe del capital. Bajo pretexto de “guerra contra el terrorismo”, los conflictos militares abrasan el mundo entero, a una cadencia cada vez más infernal. Una fundación suiza, llamada “Centro por la democratización de los ejércitos”, censa 23 que clasifica sea en “guerra” o en “conflictos internos”. Junto a esta desolación, en estos últimos meses, otros pájaros de mal augurio anuncian incesantemente nuevos cataclismos sanitarios, ecológicos, climáticos, ver aún económicos. Regularmente, gran parte de los periódicos del mundo abren con titulares que anuncian, como los boletines meteorológicos, la llegada inexorable de nuevas tempestades financieras y/o bursátiles. La catástrofe capitalista abarca todo nivel de nuestras vidas, ¡está presente por todos lados, cada vez más palpable, cada vez más visible!

oOo

El capital, en su búsqueda permanente de nuevos espacios de valorización, provoca incesantemente gigantescos cambios en la organización, la estructuración y las condiciones mismas de explotación. Estos cambios se dan no solamente a nivel directo, en donde se encuentra el proletariado delante del instrumento de trabajo, a este nivel las condiciones de explotación continúan cambiando incesantemente, día a día empeorándose, sino también al nivel mismo de las estructuras sociales, políticas, económicas que el capital se ha dotado (y que ayer le permitían extraer plusvalía), y que devienen cada día, cada momento, más obsoletas, lo que implica su transformación, ver desaparición y la necesidad de reemplazarlas por otras más competitivas. La desaparición de la URSS, del Pacto de Varsovia y, más recientemente, la dislocación de toda una serie de organizaciones estatales (2) a lo largo del mundo forma parte de esa dinámica. El modo de producción capitalista revoluciona constantemente su propio universo, cada día, lo reforma, lo renueva, lo redefine, lo cambia para poder encontrar nuevas, y cada vez más potentes, condiciones de explotación que le permita organizar su valorización a niveles superiores jamás alcanzados. Como un vampiro, sediento de sangre fresca, el capital, en su búsqueda frenética del precioso líquido –el plusvalor–, obliga a cada capitalista a reestructurar, a adquirir nuevas sociedades, a fusionar con otras, a deslocalizar, a compensar los gastos, a licenciar, a disminuir los salarios, a acrecentar el tiempo de trabajo, a inyectar nuevas tecnologías en el proceso productivo... todo esto en el cambio permanente, anunciando nuevas condiciones de explotación de nuestra clase, haciéndolas aún peores que las precedentes. Como ya lo afirmaba Marx en el Manifiesto del Partido Comunista en 1848: “La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales.”

El capitalismo no es un universo tranquilo en el que todo permanece eternamente inmovilizado, todo está en perpetuo cambio, en revolución permanente, en movimiento. Desde el desmoronamiento de las antiguas estructuras estatales hasta la redefinición del paisaje económico, por una concentración cada vez más poderosa de capitales en pocas manos, el proceso de valorización ha conocido, durante estos 30 últimos años, una aceleración sin precedente en su necesidad de trastornar todo, y hasta lo vivido por el hombre en este planeta.

Sea por la guerra, por la imposición de planes de austeridad sucesivos, por la destrucción de la biosfera, por el hambre y las epidemias, por la concentración de la propiedad agrícola (que expropia violentamente a masas enormes de “campesinos pobres”), por el endeudamiento, o por la esperanza de encontrar un futuro mejor... millones de hombres, mujeres y niños han sido arrancados del campo para instalarse en a las zonas urbanas. Por primera vez en la historia de la humanidad, y es importante subrayarlo, más de 50% de la población mundial se encuentra concentrada en un espacio reducido llamado medio urbano. Esta concentración de fuerza de trabajo alcanza niveles espantosos en casi todos los continentes, con picos que sobrepasan, en algunas regiones, el 80%. En solo algunas décadas, el espacio urbano creció desmesuradamente devorando gigantescos territorios a través de todo el planeta. Para tomar el ejemplo de Jartum, Sudan, ¡en 1988, la ciudad es cuarenta veces más vasta en superficie que en 1955! Y lo que es cierto para la superficie, lo es también para la población. En Lusaka, los barrios periféricos abrigan más de dos tercios de la población urbana.

“La aglomeración de Manila es una de las zonas más densamente pobladas del planeta. En cualquier barrio cerca de los centros comerciales, el precio por metro cuadrado excede de lejos el ingreso anual de un chofer de colectivo o de un guardia privado. Sin embargo, la propia naturaleza de las fuentes de ingreso posible obliga a residir a proximidades de los lugares en donde se concentra todo, puesto que el alejamiento supone costes prohibitivos en tiempo y dinero... La consecuencia lógica de esto es la práctica generalizada del ocupar. Casi todos los intersticios vacantes, dejados por el acondicionamiento de la ciudad, son inmediatamente llenados por viviendas de fortuna que baten todos los record inimaginables en materia de densidad de población.” (3)

En Hong Kong, 250.000 personas sobreviven en inmundas terrazas, en las que han construido sus habitaciones sobre pozos de aeración abarrotados, en el centro de construcciones, y ni hablar de aquéllos, innumerables (más del 10% de la población total), que solamente encontraron domicilio en las viejas barcas, que aún flotan entre las destruidas, en donde se amontonan a millares. En ambos casos, los mercaderes del sueño han construido jaulas, de allí la expresión local “hombres enjaulados”, que designa el espacio de vida que no sobrepasa 1,8 m² por persona. En el mundo de la mercancía nada se deja al azar, todo se compra y todo se vende, el espacio tiene un precio, de alquiler claro está. Así, un habitante sobre diez en Phom Pen “vive” bajo techo. Más de un millón y medio de habitantes de El Cairo “viven” en las mismas condiciones. Toda esa población está expuesta a la contaminación producida por la circulación, las industrias de cemento, así como por la arena del desierto, lo que provoca toda una serie de alergias, enfermedades de las vías respiratorias.

“Muy lejos de las estructuras de vidrio y acero, imaginadas por generaciones pasadas de urbanistas, las ciudades del futuro son esencialmente construidas con ladrillos, paja, plástico reciclado, perpiaño, chapa ondulada y madera de recuperación. En vez de ciudades de vidrio levantándose hacia el cielo, una gran parte del mundo urbano del siglo XXI vegeta de manera sórdida en la contaminación, los excrementos y la descomposición”. (4)

Esta es la realidad sórdida de ese “nuevo orden económico mundial”, que como vemos se encuentra muy lejos de las imágenes estereotipadas que prometían “bienestar, paz y prosperidad”. La concentración de la mayoría de la población del planeta en espacios cada vez más restringidos, para así ejercer un mejor control y explotación, dio a luz la generalización de las barriadas miserables, las favelas y los tugurios en todos los continentes (5), sin excepción alguna. En casi todos los casos, la gran mayoría de esas casuchas son construidas en terrenos de bajo valor económico, en lugares peligrosos, como tierras proclives a grandes inundaciones, en laderas, pantanos o lugares contaminados en los que nadie quiere vivir. Estudios efectuados en 1990 revelaron que una cuarta parte de las favelas de Sao Paulo fueron construidas en lugares peligrosamente deteriorados y que las otras tres cuartas partes se extendían en laderas abruptas o en bordes de ríos mal estabilizados. Todos viven bajo la espada de Damocles de un riesgo muerte eminente. Las favelas de Río de Janeiro no tienen nada que envidar a las de Sao Paulo. También están construidas en tierras quebradizas que son el teatro de frecuentes tragedias, como la que tuvo lugar en 1966-1967 donde 2.000 seres humanos murieron arrastrados por torrentes de lodo y restos, o como los recientes deslizamientos en una favela de Egipto, donde murieron miles de personas. Los mismos problemas, con las mismas soluciones, también los encontramos en Norte América, en donde lluvias diluvianas provocaron una avalancha de lodo que destruyó la favela de Mamayes, construida sobre una vertiente inestable encima de Ponce, en Puerto Rico, el balance humano fue también dramático: 500 muertos. La triste realidad de este mundo del dinero, en el que solamente los beneficios cuentan, solo puede engendrar nuevas, y aún terribles, catástrofes como lo demostró la travesía del huracán Katrina en 2005 sobre Nueva Orleáns. Los 1.500 muertos no fueron víctimas de “condiciones naturales” sino de la organización social de esta sociedad de la mercancía. Los diques cedieron, no sólo porque no se efectúo inversión alguna para su mantenimiento, sino, también, porque los burgueses, que debían de tomar las decisiones al respecto, sabían perfectamente que si los diques se derrumbaban la inundación arrasaría exclusivamente a los “barrios pobres”, lo que de un golpe permitiría echar para siempre a esos habitantes del centro de la ciudad. Así podrían construir una new Nueva Orleáns, con más casinos, centros comerciales, parques para turistas, salas de congreso, hoteles... en pocas palabras: otra nueva y maravillosa Disneylandia del dinero.

La falta de espacio en la ciudad empuja a que los proletarios se instalen en cualquier lugar, incluso en lugares peligrosos, como los alrededores de fábricas químicas, oleoductos o refinerías. No fue por casualidad que en diciembre de 1984 una nube tóxica (isocyanate de metileno) de la fábrica Union Carbide, en Bhopal, India, mató entre 7.000 y 10.000 personas el primer día, y alrededor de 15.000 a 30.000 en los días que siguieron la catástrofe. En estos últimos años, las favelas y los suburbios crecieron como hongos, incluso al lado de fábricas peligrosas. En Buenos Aires, la gran mayoría de las “villas de emergencia”, construidas por clandestinos procedentes de Bolivia o Paraguay, se encuentran en las orillas fétidas del extremadamente contaminado Río de la Reconquista y Río de la Matanza.

“El agua estancada y las aguas usadas, no procesadas, tiradas por el alcantarillado, engendran un hedor terrible y la zona entera esta plagada de ratas, mosquitos, moscas y otros insectos.” (6)

Cada día que pasa, la catástrofe capitalista se vuelve más inmediatamente palpable, visible. Según el geógrafo, especialista en riesgos ambientales, Keneth Hewitt, los terremotos han destruido alrededor de 100 millones de habitaciones en el curso del siglo XX, esencialmente en las favelas, en los barrios en vía de empobrecimiento o en los pueblos rurales. “El riesgo sísmico es tan desigualmente repartido en la mayoría de las ciudades que se ha podido forjar el término de ‘terremoto de clase’ para dar cuenta de la naturaleza fundamentalmente injusta de las catástrofes.” Hoy en día la casi totalidad de los seres humanos se encuentran expuestos a riesgos de terremotos, erupciones volcánicas y tsunamis, así como de tormentas violentas, ciclones y otras tempestades devastadoras.

En Lagos, capital de Nigeria, la tasa de ocupación del suelo alcanza niveles totalmente insostenibles. En 1972, 90.000 personas vivían en Ajegunle –suburbio de Lagos que se extendía sobre 8 km² de terreno pantanoso– ¡Hoy se estima a 1,5 millones la cantidad de personas que viven en ese mismo espacio! En China, entre 1987 y 1992 el éxodo rural fue tal que se estima en un millón de hectáreas los terrenos agrícolas que fueron transformados en terrenos urbanizados. En Egipto, la expansión urbana ha alcanzado niveles de una amplitud crítica. En los alrededores de El Cairo, la ciudad ha ido tragando más de 30.000 hectáreas por año, superficie casi equivalente a la de los terrenos agrícolas ganados sobre el desierto gracias a los titánicos programas de irrigación de la represa de Asuán. Todos los continentes son arrasados por la amplitud del desastre capitalista. La sociedad burguesa cada vez concentra más a la fuerza de trabajo en menos espacio, lo que hace que incluso quienes se las arreglan para poseer una habitación no puedan arreglarla, ni mantenerla, por lo que la misma se encuentre en un estado cada vez más ruinoso. Así, los “callejones” de Lima, construidos por uno de los más grandes propietarios urbanos de la capital, la Iglesia católica, son esencialmente viviendas (en donde el hacinamiento es inmenso, 85 personas comparten un solo grifo de agua y 93 los mismos aseos) construidas con estructuras prefabricadas de madera (que se deterioran muy rápidamente) y que se transforman en verdaderas trampas para sus ocupantes cuando se desploman.

En Europa y Estados Unidos la regla no hace excepción. “Clandestinos”, especie de favelas construidas con todo lo que se encuentre, reaparecieron recientemente en la periferia de Lisboa y se siguen agrandando en Nápoles, en Atenas. En Estados Unidos, el mismo fenómeno se desarrolla bajo la forma de “colonias” alrededor de ciudades como El Paso y Palm Springs. El auge de las favelas en Europa declina con respecto a otro mundo, menos visible, más discreto, pero igualmente catastrófico, que los sociólogos de moda se apresuraron en bautizar como la “caravanización de la habitación”, término que designa la imposibilidad que tienen cada vez más “nuevos pobres” (otro neologismo para negar la existencia del proletariado), de alojarse en la ciudad. Los mismos se ven obligados a buscar refugio en caravanas de camping en zonas superpobladas pero perdidas en medio de húmedos bosques o al borde de riachuelos que muchas veces desbordan durante el invierno, inundando toda la vida de esa gente. Los mercaderes, de todo ese ensopado ideológico moderno, nos explican, muy doctamente, que el auge de las favelas en el espacio urbano es una característica del “tercer mundo” y que solamente afecta excepcionalmente a las grandes metrópolis occidentales. Estos putrefactos ideólogos sólo tienen como objetivo oponer a los proletarios de un territorio a aquéllos que viven en otro. Estos adoradores de la mercancía tienen tanta mierda en los ojos que no llegan ni siquiera a distinguir la miseria que supura en sus propias ciudades modelo. ¿Qué diferencia puede encontrarse entre cualquier favela, como las que hemos descrito en África, América Latina, Medio Oriente, y los tugurios de Harlem o los de Dublín, o las habitaciones para los sobrevivientes de los bombardeos aliados, construidos luego de la guerra, en Berlín (llamados Mietskaserne), o los “dumbells” del Lower East Side de Nueva York, o, en fin, los innumerables “HLM” (Habitaciones de Alquiler Moderado), lúgubres edificios adonde se concentra a las capas más marginales del proletariado en los suburbios franceses? El límite entre barrios enteros en abandono, cada vez más parecidos a los tugurios, y las favelas se hace más inconsistente con el paso del tiempo. En sólo algunas décadas, este planeta, que cada vez se parece más al infierno descrito por las diversas religiones, en donde se apiñan a los habitantes en enormes aglomeraciones devastadas por la desocupación, la miseria, la droga, las bandas, la represión policial..., se ha transformado en una inmensa cloaca a cielo abierto. La civilización capitalista no es más que un verdadero cementerio en donde los mismos polos de valorización, los más centrales, no escapan a la putrefacción que la carcome. El capital, afligido de una gangrena generalizada, la desvalorización, está pudriéndose totalmente. Jean Ziegler, tercermundista, diputado suizo, alto representante de la ONU..., en un reciente libro, Les nouveaux maîtres du monde (los nuevos dueños del mundo), describe, con un asombro apenas disimulado, su estupefacción cuando encuentra, en el mismo Washington, la capital de la nueva Roma, lo que bien conocía en África: ¡las favelas!

“A dos calles detrás del Capitolio se abre otro universo. Una frontera invisible pasa a través de los tilos y corta el asfalto carbonizado. ‘Don’t go there, please’(no se meta ahí, por favor) me dice el senador de Nueva York, que con una infinita simpatía me hizo visitar el sótano, los salones y la sala de sesión de la cámara alta. Por ‘there’(ahí) designaba los barrios negros, el gueto, una tierra asquerosa devastada por el crack, el alcohol y el crimen. Esos barrios alojan a la inmensa mayoría de habitantes de Washington DC... En Pennsylvania Avenue busqué desesperadamente un taxi que quisiera conducirme ‘allí’... ‘De acuerdo, me dijo un chofer originario de Etiopia, pero sin ninguna parada y yo escojo las avenidas por las que pasaremos’. Y fue así que percibí un universo de bastidores de autos, de inmuebles destripados sin vidrios, de niños andrajosos, todos negros, con ojos apagados por el crack. La miseria del mundo se extiende hasta el umbral de la Casa Blanca.”

“Bienestar, Paz y Prosperidad” es la Santa Trinidad idílica del tan alabado, por los librecambistas de la “nueva economía” y del “nuevo orden mundial”, “capitalismo sin barreras”. Pero la prosaica realidad de aquella Trinidad es: Guerra, Miseria y Favelas y todo lo demás son sólo eslóganes publicitarios burgueses que se desploman frente a cifras que hablan por sí mismas. Sobre 500.000 emigrantes que llegan cada año a Nueva Delhi, en India, 400.000 acaban en las favelas. En Calcuta, miles de hombres comparten piezas de 45 m² que apiñan a más de 14 personas. En París no es raro encontrar varias familias compartiendo el mismo tugurio . Entre 1989 y 1999, 85% del crecimiento demográfico en Kenia fue absorbido por las fétidas y sobrepobladas favelas de Nairobi y Mombasa. De la misma manera, hoy en día el centro de la ciudad de Ulan-Bator, capital de Mongolia, se encuentra cercada por un mar de carpas, llamadas gers, donde viven por lo menos 500.000 ex productores pecuarios expulsados de sus tierras por la miseria; entre ellos muy pocos son los que logran comer más de una vez por día. En El Cairo, un millón de proletarios utilizan las tumbas de los Mamelucos, erigidas en el siglo XVIII, como vivienda. Después de la guerra de Seis Días, en 1967, ese cementerio, transformado en una especie de isla rodeada de autopistas casi siempre embotelladas, fue ocupado por miles de refugiados expulsados por el ejército israelí del Sinaí y de la región de Suez. Desde ese entonces, otros cementerios han sido usados para servir de morada de los vivos, como los cementerios judíos abandonados de El Cairo. Decididamente, bajo la sociedad del capital, ¡más vale estar muerto que vivo! La burguesía tiene mucho más consideración por los cadáveres, que transforma voluntariamente en parque de turistas, como el Valle de los Reyes o las Pirámides, que por los vivos mal pagados, con los que no sabe qué hacer.

¡Abajo la propiedad privada!

La catástrofe capitalista, que castiga duramente todo el planeta, precipita a una parte cada vez mayor de la población mundial hacia soluciones de supervivencia cada vez más extremas, cada vez más ilegales, cada vez más en oposición a la sacro santa propiedad privada. Los proletarios de la capital argentina se organizaron, frente a la imposibilidad financiera de poder alojarse, para ocupar por la fuerza toda una serie de fábricas u otros edificios abandonados por sus propietarios. ¡Solamente en la Capital Federal hay unos de 100.000 ocupantes! “Os horrorizáis dice Marx en el Manifiesto del Partido Comunista de que queramos abolir la propiedad privada. Pero, en vuestra sociedad actual, la propiedad privada está abolida para las nueve décimas partes de sus miembros; la misma existe precisamente porque no existe para esas nueve décimas partes. Nos reprocháis, pues, el querer abolir una forma de propiedad que no puede existir sino a condición de que la inmensa mayoría de la sociedad sea privada de propiedad.”

¡El progreso es la muerte!

Todos los años, el cóctel de pauperización urbana y circulación de mercancías provoca una verdadera hecatombe en el mundo entero. Más de un millón de personas mueren por año en los accidentes de carretera. En Lagos, donde sus habitantes pasan más de tres horas por día para ir a trabajar, muchos conductores de minibús (especie de taxis colectivos) son frecuentemente arrebatados por accesos de locura y conducen en sentido contrario, invaden las veredas..., provocando masacres tan sangrientas que recientemente el propio ministerio de transporte tuvo que imponer exámenes psicológicos obligatorios a los conductores. En 2003, en China, más de 250.000 personas han muerto, o fueron gravemente heridas, en accidentes de circulación. La motorización galopante tiene también otro efecto, el de exacerbar la contaminación atmosférica. Este efecto se magnifica porque los vehículos utilizados son extremadamente antiguos. Según un estudio reciente, la contaminación atmosférica es mortal en México, Sao Paulo, Nueva Delhi y Pekín. El simple hecho de respirar el aire de Bombay equivale a fumar dos paquetes y medio de cigarrillos por día. Recientemente el Centro por la Ciencia del Medio Ambiente de Nueva Delhi declaró que las ciudades indias estaban en proceso de transformarse en “cámaras de gas mortal”.

¡Cada vez más control!

Las autoridades de Nueva York han comprado nuevas torres móviles para fortificar el control policial de la ciudad. Estas torres de control pueden ser fácilmente desplazadas y están equipadas de cámaras de visión nocturna y pueden funcionar con o sin personal. “La policía piensa utilizar esas torres para controlar las manifestaciones y también los barrios en los que la criminalidad está en alza.” Una de esas torres se acaba de instalar en un cruce del barrio de Harlem.
La guerra, que causa estragos en casi todo el planeta, empuja a una parte cada vez mayor de la humanidad a buscar refugio al interior de las grandes ciudades, esperando así escapar al incesante crecimiento de las masacres. Finalmente, un gran número de favelas que pueblan el planeta no son más que inmensos campos de refugiados, fugados de las guerras. Así, los cuatro millones de muertos, que las diversas guerras provocaron alrededor de los Grandes Lagos africanos, empujaron a muchos millones más a escapar buscar refugio en lugares menos expuestos. Al menos así lo pensaban. Sin lugar a dudas, el mayor campamento fue Goma, al noreste del Congo, que conglomeró, en condiciones de vida espantosas, a más de 700.000 personas. Los que pudieron escapar a los machetazos de Ruanda, perecieron en esos gigantescos campos de concentración, bajo control directo de la ONU y de las mayores ONG, de hambre y cólera. En la actualidad, el suburbio de Jartum cuenta con 4 gigantescos campos donde se aglutinan más de un millón y medio de víctimas de sucesivas guerras engendradas por el control del petróleo en Dafur. Kabul no escapó a la misma tragedia, como lo indicaba el Washington Post del 26 de agosto 2002: “En el distrito de Karte Ariana, centenas de familias que huyeron de las zonas de combate se refugiaron en un laberinto de favelas verticales, sin cocina ni baños; dormían de a l5 o 20 en la misma choza”. También en Europa, un gran número de refugiados ocupan las periferias de grandes ciudades como Belgrado, en donde los diez años de guerra de los Balcanes han arrancado a miles de personas de sus lugares de nacimiento para apiñarlos en la “ciudad blanca”.

En América Latina, la guerra en Colombia ha generado gigantescas implantaciones en los alrededores de Bogotá, Sumapaz, Ciudad Bolívar, Usme… así como también en Soacha Una ONG indica, en uno de sus informes, que “los más desplazados son excluidos sociales, privados de toda forma legal de vida y de trabajo. Hoy en día, (en 2002), 653 800 habitantes de Bogotá no tenían trabajo en la ciudad y, lo más indignante, la mitad entre ellos tenían menos de veintinueve años”. (7)

Lo que se ha transformado en la norma para una gran parte del mundo, lo es también para Medio Oriente, donde uno de los campos de refugiados más antiguo existe todavía, 60 años después de su creación: la franja de Gaza. En 1948 se instalaron los primeros refugiados sobre esta franja de tierra desértica, acorralada entre Israel, Egipto y el mar, para escapar al terror que hacía reinar las milicias israelíes, encargadas de vaciar los pueblos de sus habitantes para instalar a los nuevos colonos. La franja de Gaza, que es una de las favelas mayores del mundo, concentra en su territorio de apenas algunos kilómetros cuadrados, una población estimada en más de 1.300.000 habitantes de los cuales 750.000 son refugiados. Más de los dos tercios de esos habitantes intentan vivir, si eso fuese posible, con menos de dos dólares por día, en un lugar en el cual todo está racionado por el bloqueo hermético que impone el ejército de Israel. En ese gigantesco campo, la comida y los otros productos de primera necesidad entran a cuentagotas y los pobladores son sometidos a increíbles extorsiones para procurarse lo elemental, por parte del conjunto de partidos políticos y sus milicias. No es por casualidad que la mayoría de los habitantes (70% de desocupados) tienen la sensación terrible de vivir encerrados en un gigantesco corredor de la muerte, sin ningún futuro posible. El odio de los milicos que lo someten a tales condiciones es tan grande que no es sorprendente ver a viejos, mujeres y niños enfrentar, con simples piedras en mano, a los tanques del ejército israelí, asumiendo sin miedo, el riesgo de prisión, tortura y muerte. Desde 1967, en los llamados “territorios ocupados”, más de una persona sobre cinco ha estado, o se encuentra todavía, en las cárceles del estado en Israel.

Estas no son más que algunas constataciones de la putrefacción de esta sociedad, sin que por ello su sepulturero, el proletariado, se decida de una vez por todas a empuñar la pala para cumplir su tarea histórica, es decir enterrar definitivamente al capitalismo y sus miserias abriendo así la vía a la comunidad humana, al comunismo.

Por último, luego del cuchitril insalubre y superpoblado en la favela, del local de ocupas, del tugurio, de la caravana, del campo de refugiados... queda aún una última solución para aquellos que verdaderamente no tienen nada para encontrar un techo: la calle. Bombay detiene el récord absoluto con más de 1,5 millones de personas oficialmente (en realidad mucho más) viviendo en las aceras. Contrariamente al estereotipo occidental, según el cual, el prototipo de miserable en India es un campesino que viene del alejado campo a la ciudad para mendigar, la gran mayoría de esos proletarios, forzados a vivir en la calle, son habitantes normales de la ciudad y tienen un trabajo (8) (como conductores de rickshaws culí, trabajadores de la construcción, cargadores en los mercados... y todo lo que pueda permitirles sobrevivir, como la venta ambulante, camarero...) que apenas le alcanza para comer. No se pueden permitir gastos de transportes, ni las distancias de una habitación en los suburbios Estas condiciones obligan, a la mayoría de esos Condenados de la Tierra, a dormir en el mismo piso para recomponerse de una dura jornada laboral. La China seudosocialista no escapa a este fenómeno. A pesar de que las estadísticas hacen alarde de altas tasas en el aumento de la producción, los burgueses tienen muchos problemas en ocultar la miseria de los trabajadores que producen todas esas riquezas. Bajo el término “población fluctuante” se clasifica a más de cien millones de clandestinos (¡si, 100.000.000!) que, por el simple hecho de haber abandonado su lugar de residencia sin el permiso necesario, se encuentran privados oficialmente de toda posibilidad legal de encontrar una vivienda en las grandes ciudades. Las ZES, zonas económicamente especiales, concentran paradojas genuinamente capitalistas: son regiones que producen cantidades enormes de mercancías y los que la producen no poseen absolutamente nada, ¡ni un minúsculo techo para dormir! Y lo que es verdad en China lo es también en Estados Unidos. En Los Ángeles y Nueva York se hace difícil ocultar a sus “fluctuantes” ciudadanos, hoy cifrados en más de 100.000 seres humanos en cada una de esas ciudades, entre los cuales se encuentra un número creciente de familias que permanentemente acampan en las calles del centro de la ciudad, los parques o los accesos de las autopistas. Entre esos “fluctuantes” encontramos también, como recientemente lo subrayara una agencia de prensa china, un gran número de exmercenarios que combatieron en las fuerzas norteamericanas “contra la subversión comunista”. Acosados por los fantasmas de aquellos a quienes torturaron, violaron... esos verdaderos “héroes americanos” no son más que ruinas humanas; he ahí un buen ejemplo, para los proletarios activos de esa región del mundo, que tenemos que agitar en las narices de esos jóvenes imbéciles que continúan, aún hoy en día, alistándose en ese ejercito de asesinos, esos con cráneo rapado y abarrotado de estupideces sobre la patria, la gloria, el honor, la democracia y otras sandeces burguesas. ¡He allí vuestro futuro! ¡En la calle como los perros! (¡y hasta peor que muchos perros!)

En sólo algunos años, tugurios, favelas, campos, caravanas, asentamientos, calles... se han transformado en la regla general del hábitat de los hombres en la Tierra. En un número creciente de casos, las inmundicias urbanas y los explotados indeseables terminan juntos: en los infames lugares llamados Quarantina, al borde de Beirut; Hillat Kusha, en la periferia de Jartum; Santa Cruz Meyehualco, en México; hasta la hoy célebre “Montaña fumante” de Manila. He ahí como el capital deposita, concentra, las mercancías desvalorizadas, sin que le importe mucho que en este caso se trate de seres humanos. Favelas e inmundicias se generalizan a través todo el planeta, y ya se están transformando en el futuro para toda la humanidad. Incluso Kabul, “liberada del terrorismo” por las tropas norteamericanas, no es una excepción. El director de la planificación urbana de Kabul se queja afirmando que la ciudad “Se está transformando en una gigantesco vertedero...se queja desesperado el director de la planificación urbana de Kabul refiriéndose a la ciudad Dos millones de personas producen 800 m³ de desechos sólidos cada 24 horas. Incluso si se hiciese tres colectas por día, los 40 camiones puestos a disposición sólo podrían transportar de 200 a 300 m³”. (9)

La catástrofe capitalista no se limita únicamente a la gestión de basura, que esta sociedad del lucro produce a profusión; el agua misma, tan necesaria para la vida, se transforma, también, en una fuente de catástrofes.

“La mitad de las favelas de Sao Paolo se sitúan sobre las orillas de las reservas de agua de la ciudad, lo que crea un riesgo sanitario importante, puesto que los ocupantes tiran directamente sus desechos en las reservas y en los arroyos que las alimentan. Los sistemas de control de calidad de la red municipal de distribución del agua tuvieron numerosos fallos durante estos últimos años. Claro que se aumenta el cloro en el agua para prevenir las enfermedades entéricas, pero difícilmente se puede controlar la proliferación de algas, que crecen vertiginosamente por la acumulación de materias orgánicas.” (10)

La catástrofe capitalista produce una paradoja suplementaria: el ayuntamiento de esta ciudad utiliza 170.000 toneladas de productos químicos para procesar el agua y hacerla potable. En Nairobi, el agua de la canilla no es más potable, pues la misma fuente está contaminada por materias fecales. En América Latina, por ejemplo, el 90% de las aguas servidas o residuales es directamente vertido en los arroyos y ríos. A nivel sanitario, la mayor parte de las grandes ciudades del capitalismo triunfante no son más que gigantescas cloacas congestionadas que desbordan por todas partes. La mierda capitalista está en todos lados, en las materias orgánicas, humanas o animales, en los pesticidas y otros abonos químicos que terminan contaminando la mayor parte de las fuentes existentes de agua potable. En Francia, el ejemplo de Bretaña es pavoroso; las normas europeas, por supuesto ya flexibles, ¡han sido superadas en 28 veces! ¡He ahí el progreso capitalista! Ya en 1844, Friedrich Engels describía en La situación de la clase obrera en Inglaterra hechos idénticos en estos términos: “Sólo había un cuarto de baño, en la mayor parte de los casos inabordable claro está, para alrededor de 120 personas. Abajo corre, más bien estanca, el Irk, estrecho riachuelo, negro como la brea y con un olor nauseabundo, lleno de inmundicias y detritus”. Lo que fue cierto para Inglaterra se ha transformado hoy en día, en la norma para toda la humanidad.

¡El capitalismo es la civilización de la mierda!

Las consecuencias son catastróficas para los seres humanos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ¡las enfermedades producidas por la contaminación del agua, la evacuación del lodo y la basura matan oficialmente a más de 30.000 personas por día y son la causa directa del 75% de infecciones que corroe a la humanidad. Diarrea, gastroenteritis, cólicos, fiebre tifoidea y otras fiebres paratifoideas se han transformado en las causas principales que matan, en solo pocos días, a lactantes. Cólera, disentería, dengue y malaria se disputan el palmarés de la mortalidad. En Bagdad, en la inmensa favela de Ciudad Sadr, las epidemias de hepatitis y fiebre tifoidea han alcanzado niveles difícilmente controlables. Los bombardeos estadounidenses han destruido las ya muy insuficientes infraestructuras que existían, y hoy en día el agua residual de las cloacas se vierte directamente en la red de distribución del agua. Un testigo relata que a simple vista se podía observar filamentos de excrementos humanos que escurrían a través de las canillas de agua supuestamente potable. En verano, la temperatura a la sombra en Bagdad supera los 45º y no se puede encontrar un pozo de agua a muchos kilómetros a la redonda. No es difícil imaginar los estragos que esto puede causar en la población.

La burguesía nos ha vendido el espejismo de la “aldea global”, concepto aséptico embalado en celofán, que no puede ocultar más la terrible realidad de este mundo, ¡qué cada vez se parece más a un vertedero! En muy poco tiempo, el hacinamiento entre millones de seres humanos, animales y basuras de todo tipo ha transformado esos lugares y ciudades, en inmensas incubadores a cielo abierto, en donde nuevas bacterias y virus se cultivan cotidianamente, anunciando así futuras catástrofes sanitarias. En estos últimos años hasta han reaparecido antiguas enfermedades que la OMS daba por “desaparecidas”, mientras que aquellos que se prostituyen delante todo lo que respira la ciencia nos habían prometido su total erradicación para fines del siglo fines del XX o principios del XXI. Sólo en el año 2001, la enfermedad del sueño ha matado a más de 300.000 personas, la fiebre negra dio mejores resultados, eliminando a más de 500.000 personas en Brasil, Bangladesh, India y Nepal. Otra epidemia hizo su reaparición, a pesar que había desaparecido en los años setenta, la tuberculosis. Las execrables condiciones de higiene y vida, en la que se encuentra un número creciente de seres humanos, han producido la reaparición de la tuberculosis, que en pocos años ha ocasionado la muerte y el sufrimiento de más de ocho millones de seres humanos. Agreguemos a este siniestro cuadro la muerte, cada 30 segundos, de niños por paludismo en 2006. Los antiguos medicamentos no producen reacción alguna, los agentes transmisores han devenido más resistentes a los antibióticos utilizados en sobredosis para hacer crecer más rápido a los animales y enriquecer a las firmas agropecuarias y a los laboratorios y firmas farmacéuticas multinacionales. Mientras el 40% de la población mundial vive en regiones en donde el paludismo reina, la respuesta del negocio farmacéutico estuvo a la altura de lo que el capitalismo propone como solución al excedente, en relación a sus necesidades actuales de valorización de fuerza de trabajo: ¡La muerte! Entre 1975 y 1996, la industria farmacéutica desarrolló 12.223 nuevas moléculas, pero sólo (11) se relacionaban al tratamiento de enfermedades como el paludismo, la tuberculosis, la enfermedad del sueño o la fiebre negra.

Y ni siquiera hemos visto todo lo que se oculta detrás de los vocablos de SIDA, STRAAS, Ebola, Chikungunya y otros virus como el H5N1, capaces de viajar a la velocidad de un avión de línea y de provocar millones de muertes en el espacio de algunas semanas. En la actualidad, ésa es la realidad cotidiana de la batalla de la humanidad, el mundo de muerte que el capitalismo no puede esconder más, pues su catástrofe es enorme y generalizada.

1. De “la lucha contra la pobreza” a la criminalización de los explotados

A principios de los años noventa, el Banco Mundial señalaba, a los administradores de la catástrofe capitalista, la problemática de la “pobreza urbanizada”: “La pobreza urbana se transformará en el problema más importante y el políticamente más explosivo del próximo siglo”. (11)

Cuanto más se generaliza la crisis de desvalorización a todos los sectores del capital, las soluciones son cada vez más las mismas para todas las fracciones burguesas: la criminalización de una gran parte de nuestra clase. Por su simple presencia, los sectores del proletariado excedente (12) sacan a luz la putrefacción del sistema capitalista, pero evidentemente todos los aparatos ideológicos del Estado se encargan de anunciarnos que los culpables son esos proletarios. Como siempre en la historia de este sistema abyecto, pero hoy más que nunca, dichos proletarios son (des) calificados de delincuentes, vendedores de droga, vagabundos, chusma, parásitos... Por doquier los discursos de gobiernos, patrones, sindicatos, medios de comunicación, sociólogos y otros energúmenos a sueldo de esta sociedad antropófaga son iguales: el proletariado es una clase peligrosa que hay que domar, encarcelar, controlar, reprimir, someter, educar... y hasta “limpiar al Kärscher” (marca de máquina de agua a alta presión, de limpieza industrial), como declaraba en 2005 el en ese entonces ministro del interior francés, Nicolás Sarkozy.

La criminalización del proletariado excedente se ha transformado en el discurso omnipresente, como única respuesta burguesa frente al desarrollo de esta catastrófica organización social. No existe otro. A derecha como izquierda, en el sur como en el norte, en el centro o las favelas, la simple existencia de excedentes proletarios es sinónimo de una verdadera pesadilla viviente para la burguesía. El terror que engendran las reacciones potenciales de ese proletariado, despojado de todo, ante la clase dominante es enorme y provoca por todos lados el mismo reflejo.

“La guerra contra las favelas llegará a parecerse peligrosamente a una batalla por el control de las implantaciones y habitaciones de los pobres, y de hecho a una ofensiva contra los mismos pobres.” (13)

Todos los burgueses del mundo saben que ese follón no puede continuar desarrollándose indefinidamente. Cada día que pasa esto se transforma en algo todavía más insostenible, incontrolable, potencialmente explosivo. Por ello, la única solución es más milicos, prisiones, represión, cámaras, “tolerancia cero”, muros, barreras, alambrados, alambre de espino... en pocas palabras, siguiendo su lenguaje, cada vez más “guerra a los pobres”. A este nivel, la burguesía en Estados Unidos estuvo siempre adelantada con respecto a sus colegas del mundo entero. Según las estadísticas oficiales, cada año más de l,5 millones de “pobres” pasan a la categoría de “muy pobres”, es decir que, a pesar de tener un trabajo, esos proletarios no llegan a sobrevivir. Hoy en día, más de 36 millones de explotados viven en eso que la burguesía llama “la inseguridad alimentaria”, en otras palabras, no se alimentan suficientemente. La desocupación toca a más de 9 millones de trabajadores, 5 millones no figuran en estas estadísticas y más de 25 millones tienen un empleo a tiempo parcial.

“Los trabajadores estadounidenses se encuentran obligados a trabajar cada vez más tiempo para simplemente pagar sus facturas. Para un trabajador a tiempo completo, el tiempo de trabajo paso de 1.720 horas por año en 1973 a 1.898 horas por año en 1988, o sea un aumento de 178, es decir más de cuatro semanas adicionales por año.” (14)

Añadamos a esto que el nivel de endeudamiento en ese país ha pasado de 22% del ingreso en 1946 a más del 110% en la actualidad. El endeudamiento, facilitado por la distribución de cartas de crédito, se ha triplicado entre 1989 y 2001. Las municipalidades y los organismos de caridad señalan que la demanda de comida y víveres de primera necesidad se incrementa exponencialmente desde hace muchos años. 43 millones de personas no tienen un seguro de enfermedad, lo que significa que el más pequeño accidente tiene que ser pagado al contado, lo que a su vez fuerza al proletario al endeudamiento.

Nacer en una familia sin seguro medico en Estados Unidos aumenta alrededor 50% el riesgo de morir antes de alcanzar el primer año. 85.000 personas mueren prematuramente cada año en dicho país por falta de atención médica. Más de l,3 millones de jóvenes se fugan o se encuentran sin techo y viven corrientemente en las calles. La situación de las infraestructuras (rutas, puentes, transportes públicos, sistema de abastecimiento de agua y electricidad...) es, en muchas partes, semejante a la de la población: todo se derrumba. Sólo es necesario asomarse a la actualidad para encontrar una cantidad infinita de ejemplos. No es por casualidad que, en Estados Unidos, país modelo para el capitalismo de librecambio, los cortes de electricidad duran frecuentemente horas enteras, como si se viviese en Bagdad o Kinshasa. En su búsqueda desenfrenada de nuevos beneficios, el capitalismo abandona aquello que no es suficientemente rentable, incluso la fuerza de trabajo transformándola en superabundante incluso como ejercito de reserva de la producción industrial y agrícola capitalista.

Finalmente, bajo el vocablo “lucha contra la pobreza”, sólo se oculta la guerra abierta contra los explotados que exceden las necesidades del capital. Los discursos de “tolerancia cero” sólo tienen un significado: la limpieza sistemática de las calles de todos los “mendigos, sin techo, delincuentes juveniles, violencias urbanas...”; en pocas palabras del excedente proletario, de ese inmenso ejército de reserva que no consigue vender su fuerza de trabajo para sobrevivir. Esa cantidad, cada vez más importante, de indeseables es empujada sistemáticamente hacia los suburbios o favelas o/y apiñados en el único lugar en donde el capitalismo puede aún reservarles un lugar: la cárcel.

En Estados Unidos unos siete millones de proletarios se encuentran, de una forma u otra, privados de libertad. La represión sistemática de la miseria, llevada adelante en Estados Unidos, hace que hoy ese país tenga encerrado al 25% de todos los prisioneros del mundo, en una población que apenas representa el 5% de la población mundial. La industria de las prisiones, con la de la guerra, es uno de los raros sectores en plena expansión en ese país modelo de toda la burguesía. Las empresas que se ocupan de la construcción, el abastecimiento, el control... de las prisiones cotizan en Wall Street. Como escribe el Left Business Observer:

“Esta industria hace sus propias presentaciones comerciales, sus convenciones, sus sitios web, sus catálogos de venta por correspondencia e internet. Hacen también sus campañas publicitarias, tienen sociedades de arquitectura, de construcción, de correduría en Wall Street, sus organismos de abastecimiento en fontanería, sus empresas de fabricación de comidas, de productos y materiales a prueba de balas, de celdas acolchadas. Mas aún, la industria federal de prisiones es la que fabrica el 100% de los cascos militares, equipos de municiones, chaleco antibalas, cartas de identidad, camisas y pantalones, carpas y sacos de dormir, bidones.”

La producción va desde material de guerra, pasando por más del 92% del mercado estadounidense de comida preparada, hasta material de informática y la cría de perros para ciegos. Gracias al trabajo en las prisiones, Estados Unidos vuelve a ser un punto atractivo para los capitales del mundo entero. A la gran mayoría de proletarios presos se la somete a condiciones privilegiadas (para los explotadores, ¡evidentemente!) de explotación. Hasta Microsoft ha repatriado una gran parte de sus productos para fabricarlos en las prisiones. Recientemente, el gran patrón de Nike pudo deleitarse anunciando en una prisión modelo que “Nike va a transferir su producción de Indonesia, pues aquí nos ofrecéis un trabajo competitivo y los gastos de transporte son casi inexistentes, a lo que cabe añadir que nuestro mercado principal se encuentra aquí, en nuestro hermoso país”.

La población penitenciaria sigue aumentando en Estados Unidos a un ritmo vertiginoso, en sólo algunos años, la muy tranquilizadora lucha contra el terrorismo y la “caza a los pobres” han permitido encarcelar a cualquiera bajo cualquier pretexto. Desde el encarcelamiento de trabajadores ilegales, pasando por la “tolerancia cero”, hasta el encarcelamiento por 25 años o a perpetuidad en virtud de la regla de los “tres golpes” (15) han superpoblado todas las prisiones. De cada 32 adultos, uno está en prisión o en libertad condicional, lo que se traduce en más de dos millones y medio de detenidos y casi cinco millones de individuos en libertad condicional. Ya ni siquiera tomamos en cuenta los diversos toques de queda, que son regularmente impuestos entre las diez de la noche y las seis la mañana, en muchas ciudades de Estados Unidos, como si fuera Bagdad, que precipitan a centenas de jóvenes cotidianamente en detención preventiva simplemente por haber infringido esta reglamentación, que no es más que un momento de esa gigantesca lucha que el capital lleva adelante cotidianamente contra el proletariado. A fines de 2005, el condado de Los Ángeles puso en línea un sitio Internet, lacountymurders.com, destinado a sus habitantes para que tomen conciencia de que la guerra que se libra todos los días en las calles de esa ciudad es la misma que se desarrolla en otras ciudades en guerra, como en Bagdad.

“Los estadounidenses se han acostumbrando a tomar en cuenta la amenaza terrorista a nivel nacional... y se han entristecido por la muerte de numerosos soldados nuestros lejos de sus hogares. También existe otra guerra, igualmente mortal, en las calles del condado de Los Ángeles. Firmado: el sheriff del condado.”

La criminalización de nuestra clase abre el mejor camino a la represión, a la guerra abierta contra los proletarios. Todos los pretextos son buenos para hacerle comprender, al explotado, que su verdadero lugar, en esta sociedad del detritus, se encuentra abajo, totalmente debajo de la escala social.

Claro está que esto no sucede únicamente en Estados Unidos, sino en el mundo entero. En todas partes se organizan grandes operaciones de limpieza de pobres expulsándolos del centro de las ciudades, para lo cual se utilizan diversos acontecimientos como congresos, visitas de altos dignatarios extranjeros, competiciones deportivas (como los Juegos Olímpicos, o los Mundiales de Fútbol) concursos de belleza y otros festivales internacionales. Los damnificados de la Tierra saben que en esas ocasiones el terror burgués contra ellos se generaliza. En tales ocasiones las fuerzas del orden burgués hacen todo lo posible para hacer desaparecer –en apariencia, entiéndase bien la lepra, la suciedad, en breve, el lado negativo de la contradicción capitalista, y para ello no escatiman ningún esfuerzo contra los sectores más golpeados de nuestra clase.

“Los habitantes de Manila tienen un horror muy particular a ese género de ‘campañas de embellecimiento’. Durante el reino de Imelda Marcos sobre el gobierno de la ciudad, los habitantes de las favelas fueron sucesivamente expulsados del trayecto de los cortejos de gala del concurso Miss Universo 1974, durante la visita del presidente Ford en 1975 y de la cumbre del Banco Mundial y del FMI en 1976. En total, 160.000 ocupantes fueron expulsados lejos de todo campo de visión de los medios de comunicación. Entre ellos, numerosos fueron a parar a la periferia de Manila, a 30 kilómetros o más de sus antiguos hogares. Luego vino el “Poder del Pueblo” de Corazón Aquino, que fue aún más brutal: 600.000 ocupantes fueron expulsados, en la mayoría de las veces no estaba previsto lugar alguno para realojarlos. A pesar de todas sus promesas, durante la campaña electoral, sobre la protección de la vivienda de los pobres, José Estrada, sucesor de Aquino, optó por la misma política de expulsiones masivas. 22.000 casas fueron arrasadas durante el transcurso del primer semestre de 1999. Luego, en noviembre 1999, durante la cumbre de la Asociaciones de las Naciones del Sudeste Asiático, los equipos de demolición atacaron la favela de Dabu-Daby, en Passay. Cuando 2.000 residentes formaron un muro humano, el poder acudió a un equipo de intervención especial, armado de fusiles de asalto M16. Su intervención dejó cuatro muertos y veinte heridos, viviendas incendiadas, con todo lo que contenían. A la fuerza los habitantes fueron alojados en la boca de salida de varias cloacas. Consecuentemente sus niños resultaron infectados con gérmenes gastrointestinales y dichas enfermedades produjeron, muchas muertes.” (16)

Asimismo, durante los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988, sólo para la construcción del estadio que debía acoger la competición internacional se desterró de la ciudad a 720.000 personas. Sin embargo, los desplazamientos masivos de población no son sólo provocados por la construcción de estadios o grandes represas. Las inquietudes gubernamentales por la ecología tuvieron el mismo impacto catastrófico en aquellos que viven en la pobreza extrema. Así en Yamuna Pushta (el jhuggi –favela que se extiende a lo largo de la Yamuna River en Nueva Delhi, en donde vivían más de 150.000 refugiados procedentes de Bengala) en 2004, el gobierno local procedió, a pesar de manifestaciones y la resistencia, a la limpieza de la zona para instalar un lugar de paseo y equipos turísticos en el borde del río. Mientras que los administradores locales recibían los elogios internacionales por su “plan verde”, los residentes eran desplazados de golpe y a la fuerza, en camiones, hacia una nueva favela periférica situada 20 kilómetros más lejos, lo que les implicó una perdida estimada en 50% de sus ingresos en gastos de transporte: “Por lo menos tenemos que gastar la mitad de lo que ganamos para pagarnos una ida y vuelta entre nuestra vivienda y nuestro trabajo”.

¡Viva la delación!

Un creciente número de liceos y universidades en Estados Unidos incitan a sus estudiantes a la delación, ofreciendo recompensas a cambio de informaciones sobre “delitos o violaciones del reglamento interno”. Dinero, pizzas y lugares de parking gratuitos son ofrecidos a todo aquel que denuncie a un compañero por posesión de armas, droga, alcohol, o por actos de vandalismo o todo tipo de infracción a las reglas. Desde hace poco, el condado de Houston en Virginia ofrece 500 dólares por informaciones que permitan arrestar a personas que hayan cometido, o estén por cometer, un delito. Se desarrollan sistemas de seguridad para que las líneas telefónicas, los sitios web, los buzones… puedan garantizar la confidencialidad de la delación.
Ciertos sociólogos tienen inquietudes con respecto al programa “Student Crime Stoppers” puesto que “destruye el sentimiento de pertenecer a un grupo” y puede conducir hasta accesos de locura como el tomar un arma y tirar contra todo el mundo (tiroteo en el liceo de Colombine, Red Lake... la lista es muy larga). También dicen que, “todo eso crea un clima denso de desconfianza entre los alumnos”. El profesor de educación de la Universidad de Temple, en California, observa “esa idea de vigilancia entre alumnos tiene algo desagradable que nos hace recordar mucho a lo que sucedía en la Unión Soviética y en la Alemania nazi. Es mal civismo. Habría, más bien, que convencer a los estudiantes de la necesidad de hablar, pero sin prometerles una recompensa”. ¡Sic!

¡La propiedad privada es sagrada! ¡Los proletarios sólo tienen que irse a reventar más lejos!

Para no soportar los gastos y los tiempos de largos trámites judiciales y administrativos, las autoridades, los propietarios o los contratistas que quieren expulsar, corrientemente prefieren desencadenar un incendio criminal para deshacerse de los ocupantes precarios. Manila goza de una triste reputación en la materia: “Entre febrero y abril 1993, se dieron ocho incendios mayores en las favelas, inclusive incendios criminales activados en Smoky Montain, Aroma Beach y Navotas. La zona más amenazada se encuentra próxima de los terminales, en donde está prevista la extensión del terminal de flete. Uno de los métodos predilectos de los propietarios filipinos, adeptos a lo que prefieren llamar la ‘demolición caliente’, es el de agarrar una rata o gato –los gatos mueren más rápidamente- bañarlos en gasolina, inflamarlos y soltarlos en las favelas que quieren despejar... los incendios provocados de esta manera son difíciles a combatir pues, antes de morir, el desdichado animal puede expandir el fuego a numerosas cabañas.”
Mike Davis, Le pire des mondes possibles, Éditions La Découverte, 2006.

¿Qué hace la policía en Brasil? Asesina...

A fines de 2006, “bandas de traficantes de droga”, según el comunicado de la policía, atacaron ocho comisarías de Río de Janeiro, así como un hospital, e incendiaron varios coches y cuatro autobuses de la policía en diferentes barrios. En total, más de doce ataques fueron perpetuados, se mató e hirió a más de ocho policías. Según el alcalde de la ciudad, Cesar Maia, “esas bandas” habrían actuado para castigar a la policía que, desde muchos meses atrás, organizó, con policías que colaboraban una vez terminada sus horas de servicio, represalias contra todo lo que de lejos o de cerca representaba una amenaza al orden. En respuesta al ataque de “esas bandas”, la policía, con la ayuda de milicias privadas, ocupó militarmente doce favelas. En el mes de mayo 2005, la policía ya había ocupado, por varios días, esos barrios obreros. Los enfrentamientos provocaron la muerte de 170 personas, entre los cuales 40 policías. En Sao Paulo también, la guerra es cada vez más abierta entre los habitantes de las favelas y los diferentes cuerpos policiales, que siempre justifican la represión del proletariado en nombre de la lucha contra la droga.

¡Los falsos amigos del proletariado manos a la obra!

En Francia también diversas organizaciones de extrema izquierda participaron plenamente en la represión común, como Lutte Ouvrière, que lanzó el siguiente llamado: “Es evidentemente necesario parar las violencias que pesan sobre población que aspira legítimamente a la calma. En este contexto, la acción de las fuerzas del orden debe inscribirse en un cuadro estrictamente legal (¡sic!) y no debe conducir a exageraciones”. Lutte de classe, órgano de Lutte Ouvrière, febrero 2006.
Cuando desde el gobierno, la derecha promulgó “el estado de emergencia”, el 8 de noviembre 2005, para enfrentar a las revueltas, la izquierda en la oposición a su majestad, no sólo no se opuso, sino que al contrario, la apoyó. No es de extrañar pues había sido también la izquierda quien se había reapropiado de esa vieja figura legal, que oficializa el terrorismo democrático, ya en 1955. En efecto en ese entonces el Ministro del Interior de la época, frente al sublevamiento en África del Norte, había declarado “Argelia es Francia” y promulgado el “estado de emergencia” para reprimir abiertamente y generalizar la tortura contra sus enemigos. Claro que además ese mismísimo ministro había ordenado tirar a bala limpia contra los obreros de Nantes, en huelga…Ese Ministro era un tal... François Mitterand. No nos sorprendamos entonces de que en el 2005, el alcalde socialista de Noisy-le-Grand, Michel Pajon, siguiendo la tradición de Mitterand y en general de la izquierda burguesa, haya ordenado la intervención del ejército contra “los incendiarios” de favelas y suburbios.
Estas deportaciones de poblaciones enteras no son únicamente la obra de “infames capitalistas a sueldo del FMI y el Banco Mundial”, para parafrasear a esos imbéciles tercermundistas (17), sino que son inherentes a toda “buena administración” y común a todas las gestiones del capital, a los burgueses de cualquier tendencia. Así, los estalinistas, que dirigían ayer el ayuntamiento de Calcuta, vaciaron literalmente el centro de sus ocupantes ilegales. En Angola, cuando el MPLA (Movimiento popular de liberación de Angola), de tendencia marxista leninista, tomó el control de los centros de poder expulsó a todos los “pobres” de Luanda, la capital. En 2001, los antiguos dirigentes del MPLA reconvertidos en “los beneficios del mercado y de su mano invisible”, volvieron a expulsar por la fuerza a más de 10.000 familias de Boavista, en la bahía de Luanda, para construir residencias de lujo. Dos resistentes fueron asesinados, los demás proletarios fueron transportados en camión y abandonados a 40 kilómetros de sus antiguos domicilios. En Europa se vive también la misma situación que en las regiones tropicales. Recordemos la expulsión de los inmigrantes de Sonacotra y la destrucción de sus casas en Vénissieux Vitry, por los asesinos a las órdenes del ayuntamiento, dirigido entonces por el Partido “Comunista” Francés en 1980. Y ni hablar de los 25.000 “ilegales” expulsados cada año de Francia, por todos los gobiernos de izquierda o de derecha.

En la actualidad, estas prácticas son ampliamente utilizadas en China, por auténticos marxistas leninistas “confiados en el futuro socialista del país”. Entre 1991 y 1997, en Shangai más de un millón y medio de seres humanos fueron expulsados para dar paso a la construcción de gigantescos rascacielos, apartamentos de lujo con dos de centros comerciales y autopistas para acceder a ellos. En el transcurso de ese mismo periodo, más de un millón de habitantes de Pekín sufrieron la misma especie de injurias. Cada diez años, en la capital celeste se construye un cinturón periférico de autopistas para asegurar el desplazamiento de mercancías y la buena marcha de los negocios. Esas nuevas autopistas exigen nuevas deportaciones, la destrucción de antiguos barrios con el fin de empujar a la infame plebe a lugares muchos más lejos del centro estratégico.

En Santo Domingo, también podemos citar ejemplos de la guerra internacional contra nuestra clase. Entre 1986 y 1992, en la capital de ese país, 180.000 personas fueron desplazadas y se arrasaron barrios enteros. “El plan, escriben investigadores que trabajan en Sabana Perdida, consistía en deshacerse de los elementos indeseable en los barrios obreros de la ciudad alta, empujándolos hacia la periferia. Las reminiscencias de las revueltas de 1965 y los levantamientos de 1984 hacían pensar que sería más prudente erradicar esos focos de oposición y de resistencia política”. Edmundo Morel y Manuel Mejía “The Dominican Republic”.

La estrategia de limpieza urbana, dentro de una estrategia contrainsurreccional, no es algo nuevo bajo el sol negro del capital. Ya bajo el imperio romano se adoptó esa estrategia, luego se fue fortificando durante los siguientes siglos para hoy en día llegar a una militarización creciente del espacio urbano. Hacia fines de los años sesenta, esa limpieza social se generaliza a través de todo el planeta. En Brasil desde fines de la década del 60/principios del 70 se desarrolla una campaña de expulsión sistemática de los ocupantes ilegales, con la colaboración de las fuerzas armadas. El objetivo anunciado al principio fue el de “eliminar todas las favelas de Río de Janeiro en diez años”. Así fueron arrasadas varias favelas y se expulsaron cientos de miles de habitantes, pero la resistencia de los habitantes siempre impidió que los planes fueran más lejos.

En Argentina, también se hicieron campañas cuasi militares de erradicación de villas miserias, que se mantuvieron en todas las circunstancias con “el proceso” o sin él. La liquidación de barrios enteros fue sistemáticamente estudiada por urbanistas y realizada con la colaboración del organismo gubernamental del USAID (especie de ONG en realidad bajo órdenes directas del Pentágono), dentro de una estrategia abiertamente contrainsurreccional, con el objetivo claramente declarado de despejar a los proletarios de las zonas neurálgicas, como la del centro de la ciudad, en donde corrientemente se concentran los lugares del poder. Entre 1967 y 1970, se lanzó un Plan de Erradicación de Villas de Emergencia en Argentina que, luego de destruida la ola de luchas proletarias en la década del 70, se incrementó todavía más, expulsándose a cientos de miles de proletarios de Capital Federal.

En El Cairo, los mismos métodos fueron aplicados luego de las revueltas de enero 1977, que estallaron cuando el Sadat redujo a la mitad las subvenciones que Nasser había otorgado (en su lenguaje populista) “a los pobres” para encontrar vivienda. La reacción fue terrible, barrios enteros de proletarios atacaron hoteles de cinco estrellas, casinos, discotecas, centros comerciales, comisarías y devastaron todo lo que encontraron a su paso. La respuesta burguesa fue terrible, la represión se abatió contra los proletarios (hubo más de 80 muertos y unos 1000 heridos) y las prisiones se llenaron de explotados procedentes de las favelas de las que habían partido las manifestaciones. En venganza, y también como estrategia contra la insurgencia proletaria, todos esos barrios miserables fueron allanados y hasta arrasados: como Ishash al-Turguman, Bulaq, barrio bastante céntrico de El Cairo. Sadat declaró a los periodistas extranjeros, que acudieron para admirar al nuevo faraón de grandes obras civilizadoras, que esos “barrios eran un nido de rebeldes, en donde se esconden comunistas”, que “lamentablemente no pudieron ir a extraer de todas partes porque las calles son tan estrechas que los patrulleros policiales no pueden entrar”. Como Bonaparte y su arquitecto Haussman en París, Sadat soñaba con volver a diseñar El Cairo. Farha Ghannam subraya que Sadat “como Napoleón III en su tiempo, quería volver a diseñar el centro de la ciudad para un mejor dominio y un mejor control policial”. Los habitantes de las favelas fueron divididos en dos grupos y expulsados al exterior de la ciudad, el barrio fue arrasado y transformado en un parking. Por falta de tiempo y dinero, Sadat nunca pudo ver realizado su proyecto y El Cairo sigue siendo, como todas las grandes ciudades del mundo, un foco potencial, de revolución mundial, que en el futuro volverá a brillar para hacer, junto con mil otros, desparecer definitivamente el capitalismo y todos sus horrores.

Desde fines de los años setenta, el argumento de la “lucha contra la criminalidad”, e incluso la “lucha contra el terrorismo”, se ha transformado en un pretexto, como tantos útiles, para arrasar los barrios proletarios más miserables y criminalizar a sus habitantes. En Cisjordania, el ejército israelí utiliza ese pretexto y se sirve de viejos estatutos británicos y hasta otomanos, para la expulsión de familias o la destrucción de casas de “terroristas”. En Dhaka, las autoridades municipales utilizaron la muerte de un policía, en 1999, para demoler con buldózeres 19 “favelas criminales” y expulsar a 50.000 personas. En Pekín, en 1995, la erradicación del pueblo de Zhejiang, enorme favela situada en el límite sur de la capital y verdadero foco de lucha durante los sucesos de la plaza Tiananmen en 1989, fue conducida como una verdadera operación militar: 5.000 milicos y cuadros del Partido, armados hasta los dientes, hacen irrupción en la madrugada en ese barrio arrasando con todo y deportando a los campos de concentración y de trabajo, a unos 18.621 proletarios clasificados como “ilegales”. En nombre de la lucha contra la “criminalidad, el bandolerismo y terrorismo”, el primer ministro, Li Peng, dirigió personalmente esa operación policial.

En Zimbabwe, el presidente Roberto Mugabe (ex guerrillero anti apartheid), dirigió, a principios de mayo 2005, la primera fase de “la operación Murambasvina”, traducción literal de “expulsión de las deshechos”. La policía organizó un asalto, con todas las de la ley, contra las favelas de Harare y Bulawayo. El 27 de mayo 2005, la BBC reproduce las clarísimas órdenes de un oficial:

“A partir de mañana, quiero ver en mi escritorio informes que digan que hemos liquidado gente. El presidente nos cubre integralmente en esta operación y ustedes no tienen nada que temer. Consideren esta operación como una operación de guerra.”

A mediados de julio, unos 700.000 “desechos” habían sido expulsados y, aunque no conocemos cifras exactas, se habrían asesinado a decenas de proletarios y herido y arrestado a muchas centenas de indeseables. El capitalismo es la guerra cotidiana contra el proletariado mundial.

Y que decir de lo que vivimos en Francia, durante las llamadas “revueltas de los suburbios” en noviembre 2005. ¿Existen diferencias entre acá y allá? Cuando Sarkozy, rodeado de importantes dispositivos policiales, insulta a los proletarios tratándolos de “escoria”, en lugar de “desechos”, ¿existe una diferencia? ¿Y qué decir de esas liquidaciones físicas, hipócritamente calificada de “errores”, que pueden constatarse en los diarios de todos los países? Todos los medios de información/intoxicación mundiales justifican ideológicamente esas cotidianas masacres, “por errores o excesos policiales”, tan indispensables para la defensa de la propiedad privada internacional cuando, destilando todo el desprecio y odio que tienen de nuestra clase, descalifican a los proletarios, así asesinados, de “delincuentes juveniles”, “malandros” “lúmpenes”, “gamberros”, “drogadictos”…

A título de pequeñísimo ejemplo, de las masacres por “errores policiales” y la protección social e impunidad de que gozan, socialmente y estatalmente, los agentes de esos asesinatos, citemos al diario francés Liberatión del 8 de octubre 1990:”En Lyon es larga la lista de víctimas que ha alimentado la cólera de los jóvenes en revuelta. En octubre 1982, Wahid Hachichi (Vaulx-en-Velin) y Ahmed Bouteja (Bron) fueron asesinados. En noviembre 1982, el policía Bernard Raffine mató a Mohamed Adidou. Sobreseimiento. El 6 de marzo 1985, Barbed Barka, de 15 años (de Vaulx-en-Velin) fue asesinado durante un control. Policía multado. En junio 1987 fue asesinado, por las balas de dos gendarmes, Mustapha Kacir (Vaulx-en-Velin). Sin consecuencias judiciales. En septiembre 1985, Noredine Mechta es asesinada por los vigilantes de una discoteca. Aziz Bougherza, en Moins, sucumbió en junio 1987, también bajo las balas de la gendarmería. Farid Oumrani, 17 años, fue asesinado en otoño de 1988 por una bala tirada por su espalda por un taxista. En diciembre de 1989, Abdallah Bouafia, de 42 años, padre de dos hijos, murió en Lyon a consecuencia de torturas infligidas por cuatro vigilantes. El 9 de agosto de 1990, Akin Merabet (de Crémieu), 22 años, fue asesinado, como 18 meses antes lo había sido su hermano.”

Durante las revueltas en los suburbios, todas las fracciones burguesas tuvieron el mismo discurso: ¡queremos más y más “seguridad”! No fue únicamente Sarkozy que nos trató de “escoria” y envío a los milicos para suprimir las cabezas que sobresalían de las filas.

También Ségolène Royal, ex candidata a la elección presidencial, desde la izquierda preconizaba abiertamente el encuadramiento militar de los “jóvenes delincuentes”. En vez de enviarlos a las cárceles, la izquierda propone, pura y simplemente la deportación de esos proletarios, decididamente muy inquietos, y su alistamiento en los batallones disciplinarios del ejército, para que aprendan a ponerse derecho y responder “¡por supuesto jefe, sí patrón!”. En América del Sur (Argentina, Brasil, Uruguay, Chile…) muchos ex guerrilleros en el gobierno (Montoneros, Tupamaros, exmariguelistas...) no tienen ni vergüenza cuando aconsejan o ponen en prácticas soluciones de ese tipo, buscando militarizar a la juventud para que, de paso, esté preparada como carne de cañón para el imperialismo. “Es mejor que se les obligue a trabajar, que se les movilice y militarice antes que pasen la vida fumando porros” declaran descaradamente esos ex guerrilleros que hoy son verdaderos mujeres y hombres de Estado.

Los trotskistas de Lutte Ouvirère (Lucha Obrera) no valen más cuando afirman comprender el “miedo de los habitantes de las grandes urbanizaciones cuando llega la noche” y preconizan movilizar a más “policías de proximidad” en las entradas de los edificios. Con respecto a la Liga “Comunista” Revolucionaria trotskista y su infatigable líder, Alain Krivine, no encontró nada mejor, durante las revueltas de 2005, que organizar con “los habitantes del barrio” rondas para “restablecer la calma”. Agreguemos, a esta lista ya larga de representantes abiertos del Partido del Orden burgués, al Partido “Comunista” francés y su órgano “L’Humanité” que tituló en esos días: “El orden tiene que ser restablecido”.

2. Respuesta burguesa a la catástrofe capitalista; bunkerización, ilusiones policiales y dificultades militares

“Podríamos escribir toda una historia sobre las invenciones creadas desde 1830 para defender al capital contra las revueltas obreros.” Karl Marx, El capital.

Frente a la actual descomposición sin precedentes del orden capitalista, la única respuesta que la burguesía puede dar es siempre la misma: más milicos, comisarios, vigilantes, prisiones, neurolépticos, tranquilizantes, asistentes sociales, drogas duras... siempre más represión gracias a la utilización masiva de tecnologías, como las cámaras de vídeo de control, ya omnipresentes en todos los espacios urbanos, incluso en las autopistas, en el interior de las empresas, en las guarderías infantiles... Todo debe ser controlado, la privación de la propiedad requiere la vigilancia total, la burguesía aspira al totalitarismo securitario y al omnipotente control. En sólo algunos años se ha desarrollado una verdadera red electrónica interconectada en todo el planeta que centraliza enormes bases de datos en los que son almacenados dirección, cuenta bancaria, localizaciones, desplazamientos, los sitios visitados en internet, conversaciones telefónicas (móviles y fijas), costumbres alimentarias (a través de las tarjetas de fidelidad ofrecidas gratis por muchos hipermercados), historial médico, antecedentes penales, papeles de identidad, amigos... de cada individuo, fotos. En su búsqueda por dotarse de la máxima seguridad, la burguesía ha terminado encerrándose en espacios cada vez más cerrados, más protegidos, más tranquilos, más amurallados, más digitalizados. La ilusión de seguridad total pasa por la creación de murallas, de paredes de seguridad, de empalizadas, de alambrados, de pórticos electrónicos con lectura de huellas digitales, con reconocimiento vocal u ocular. Frente al océano de miseria que la sumerge, esta bunkerización (18) creciente del modo de vida burgués tiende a transformarse en la norma a nivel mundial. Cuanto más se intensifica la catástrofe capitalista, más la burguesía levanta alambrados, construye muros, fabrica murallas... Sólo en algunos años han crecido como hongos muchas zonas off world (afuera del mundo) en las periferias de las grandes ciudades. Los burgueses viven en refugios, detrás de altas murallas electrificadas, en casi completa autarquía, con hospitales, centros comerciales, cines, clubes de golf, restaurantes, universidades, oficinas, centros de negocio... en el interior de sus zonas de refugio. Viven en villas señoriales, en dominios protegidas por un ejército de vigilantes y perros, disponibles 24 horas al día, totalmente equipados con generadores de emergencia y con toda clase de equipos privados necesarios para esa vida encarcelada.

El secreto de esas apacibles viviendas reside en el alambrado eléctrico, último grito, que rodea la urbanización entera o, como le llamamos, los ‘lugares asegurados’. Estos alambrados de 100 voltios, originalmente concebidos para jaulas de leones, provocan un choque eléctrico brutal, que pone a todo visitante indeseable fuera de combate sin matarlo (19).

Esta búsqueda obsesiva de la seguridad se encuentra tanto en California como en los suburbios de Pekín, Manila, Johannesburgo, Río, Sao Paulo, Caracas, México, y de manera menos visible ya se está extendiendo a todas las grandes ciudades. En Paris la autopista que rodea la ciudad, llamada periférico, tiende a ser transformada en un verdadero muro infranqueable para los proletarios que viven en los suburbios subversivos. En nombre de “la lucha contre el terrorismo”, se realizan operaciones para “pacificar”, como “Vigipirate”, que busca extirpar a los proletarios del centro urbano. La presencia de militares armados, vestidos como los cuerpos especiales de contrainsurgencia, como si se tratase de una guerra, no sólo pretende disuadir a los proletarios de aventurarse en la ciudad, lugar de concentración de poderes, sino también busca imponer esos dispositivos de excepción como la norma, la regla, como algo totalmente banal. Se ha hecho corriente y banal en Francia, a pesar de que no exista ninguna guerra oficialmente declarada, el ver a hombres en uniforme de guerra, armados hasta los dientes, circulando por las calles. Los controles se han vuelto sistemáticos, con la violencia que es habitual, las redadas en plena calle se han generalizado junto con los registros, las palizas de las fuerzas del orden, los secuestros oficiales totalmente legalizados, los juicios por cualquier cosa o las detenciones solo para afirmar la prepotencia como método de sumisión. En pocas palabras, se hace banal, cotidiano, rutinario, omnipresente al terror de Estado capitalista en nombre de lo que los medios justifican como “la protección de la seguridad”. Indudablemente, la burguesía se ha hecho maestra en el arte de presentarnos la seguridad de la propiedad privada y de su sistema social como “nuestra seguridad”, llegando hasta hacernos atragantar la defensa de sus intereses como sinónimo de defensa de los intereses de todos.

En ciertos países se ha dado un paso suplementario en la militarización del espacio urbano, al unificar esas zonas off world entre ellas a través de gigantescas autopistas, creando así una “red fortificada” de rutas estratégicas, bien preservadas, iluminadas y rápidas, que no solamente aseguran el desplazamiento de todo lo relacionado con los negocios, sino también de las fuerzas represivas.

“Hoy en día, las autopistas privadas de Buenos Aires permiten a los ricos permanecer, a tiempo completo, en sus “posesiones” (sus casas country club) de Pilar, en suburbios apartados, y trabajar en el centro. En Lagos se abrió un ancho corredor a través de las favelas, densamente pobladas, para construir una vía Express para los empresarios privados y los dignatarios del estado que habitan en los ricos suburbios de Ajah.” (20)

En las grandes ciudades asiáticas (Tokio, Bangkok,…) las autopistas sobre elevadas constituyen “otro mundo” de limpieza y riqueza, de hoteles, estaciones de servicio, restaurantes, servicios de belleza y de estética, centros comerciales… cada vez más separado con respecto a las viejas ciudades del bajo mundo tupido de callejuelas, con plétora de vendedores ambulantes, sobrepobladas, mugrientas, ruidosas, contaminadas…

En este sistema social al borde de la implosión, la militarización del espacio se ha transformado en una realidad perseverante. La presencia militar, desplegada permanentemente en nuestras calles, solo tiene una función: la de mantener el terror latente en forma permanente contra el proletariado, para paralizar toda veleidad de acción, puesto que la gran mayoría de esas tropas que invaden nuestros barrios son, en general, las mismas que la burguesía despliega a lo largo y ancho del mundo para asegurar el orden y sus intereses. ¿Cuántos proletarios en Francia pueden aún tener dudas de que la mayoría de las unidades que reprimieron las revueltas de noviembre 2005 o las que patrullan bajo el cuadro de Vigipirate son las mismas que imponen el terror capitalista, en Abidján, Yamena, Kinshasa, Kabul o Puerto Príncipe? Lo mismo sucede en Estados Unidos, donde para hacer frente a ese gigantesco saqueo, que precedió al paso del huracán Katrina, el Pentágono tuvo que retirar precipitadamente tropas de Irak para enviarlas a asegurar el orden social en Nueva Orleans mismo. El mismo proceder se utiliza en todo el mundo, es decir la guerra abierta y brutal contra los proletarios tanto en Estados Unidos o Francia como en Irak, Afganistán, Haití... para asegurar, por medio del terror, la paz social tan necesaria para el buen funcionamiento de la máquina capitalista. En esa ocasión, el propio gobernador de Texas no tuvo pelos en la lengua para advertir a los “ladrones” y otros “sinvergüenzas” que las tropas que les hacían frente sabían manejar muy bien las armas y que lo habían mostrado suficientemente su destreza en la represión en Irak. La guerra contra el proletariado no se desarrolla únicamente a miles de kilómetros de donde vivimos, ella está presente también en nuestras ciudades, en nuestros barrios y en nuestras calles. Aunque a veces lo olvidemos ¡La guerra social está también aquí!

Hoy en día las zonas off world no se limitan a ciertos barrios de alto copete que hay que proteger contra los hambrientos; países, continentes enteros se constituyen como off world. Estados Unidos, Israel o Europa construyen gigantescas murallas en las que miles de guardias armados son apostados para “protegernos” de un ejército de “terroristas” que se acercan a nuestras puertas y que sólo esperan un momento de inadvertencia para meterse en nuestro territorio para sembrar la muerte y la desolación. Es la fábula que, de forma más o menos sutiles, los medios nos inculcan. Recientemente el gobierno de George Bush hizo votar, por una mayoría de senadores (republicanos y demócratas), un nuevo presupuesto, de más de 10 mil millones de dólares, para “terminar el muro que, desde el golfo de México al océano Pacífico, protege Estados Unidos”. Pero ¿de qué se protegen Estados Unidos, Europa, Israel...?, ¿de algunos terroristas inocuos, como lo afirma Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea (21)? ¿O de esos millones de seres humanos que revientan de hambre y van a Estados Unidos, como a otros países de Europa o Israel, para escapar de la miseria? El año pasado, para más de 380.000 ilegales arrestados por la policía de fronteras, el sueño americano se vino para abajo en las cárceles del estado. En Europa, la primavera no trae solamente golondrinas, sino también cargamentos enteros de pobres diablos en las playas de Canarias, Lampedusa, Ceuta, Grecia... y muchos dejan no solamente su dinero sino también sus ilusiones y su pellejo. Según cifras oficiales, desde 1988 a 2006 habrían muerto más de 12.500 inmigrantes tratando de alcanzar el “paraíso” europeo.

La frenética carrera en la que se ha lanzado en estos últimos años la burguesía, para escapar al mundo apocalíptico que produce, no es suficiente para salvarla de la explosión social que la acecha. ¡El capitalismo produce la miseria mucho más rápidamente que el tiempo que necesita para construir cualquier muro o alambrado de protección! Las contradicciones que minan y llevan a este sistema a la agonía, son cada vez más visibles para todos, cada vez más insuperables para aquellos que tienen la pretensión de administrar la putrefacción del capitalismo. La militarización del espacio social no le será suficiente a la burguesía para asegurar la perennidad de su mundo. Los muros se construyen muy lentamente con respecto a la podredumbre, cada vez más acelerada, del viejo mundo. Esto es lo que constata la CIA, en un informe de 2002, cuando subraya la inquietud que le produce el “número creciente de trabajadores sin trabajo o subempleados en el mundo” y agrega que tarde o temprano las revueltas serán generalizadas. Según diversas fuentes a fines del siglo XX el número de desocupados y subocupados ya habrían superado los mil millones de trabajadores, es decir más de un tercio de la población activa mundial.

La burguesía sabe perfectamente, y desde hace mucho tiempo, que protegerse detrás de altos muros no es suficiente para asegurar en lo más mínimo su orden y que debe desarrollar exponencialmente la represión abierta en todas partes. La debacle estadounidense en Mogadiscio en 1993, vendida en gran pantalla por Hollywood en La caída del halcón negro, donde el ataque a un convoy militar, por los proletarios en armas, produjo 60% de pérdidas (muertos y heridos) a las tropas de elite del Army Rangers y obligó a los teóricos militares a reconsiderar completamente lo que llaman en el lenguaje burocrático del Pentágono, los MOUT, Military Operations on Urbanized Terrains (Operaciones Militares en Medio Urbano). En otras palabras se trata de reorganizar el mantenimiento del orden capitalista a través de operaciones de policía, gendarmería…, a través de las operaciones militares/humanitarias que se desarrollan en todo el mundo. En 1997, una comisión de investigación de la Defensa Nacional en Estados Unidos criticó la falta de preparación del ejército con respecto a los “perpetuos combates en los laberínticos callejones de las ciudades”... Desde ese entonces, todos los cuerpos del ejército de Estados Unidos participan, bajo la coordinación de un grupo de trabajo interejércitos, en entrenamientos de operativos en medio urbano (JUOTWG) y en cursos prácticos para dominar las técnicas de combate callejero.

“La guerra futura tendrá lugar en las calles, en el alcantarillado, en los rascacielos y en las zonas de viviendas tentaculares y anárquicas que forman parte de las ciudades incontroladas del planeta... Nuestra reciente historia militar cuenta con varios nombres de ciudades –Tuzla, Mogadiscio, Los Ángeles, Beirut, Panamá, Hue, Saigón, Santo Domingo, pero esos combates sólo habrán sido un prólogo; el verdadero drama está todavía por llegar.” (22)

¡”El verdadero drama está todavía por llegar”! El mayor del Army War College de Estados Unidos ¡no podía ser más lúcido! Hoy en día, la burguesía se plantea las cuestiones que sabe perfectamente que tendrá que enfrentar mañana. Se trata de una guerra de clases entre, de un lado, “sus” soldados, “sus” mercenarios, “sus” generales, “sus” ONG, “sus” medios de comunicación... para parafrasear al mayor Peters, defensores del orden burgués a través de todo el mundo, y del otro lado, nuestra clase concentrada, como jamás lo estuvo, por las necesidades del capital en gigantescos espacios urbanos, contaminados, supurando miseria, enfermedad, muerte, y en lucha contra esas condiciones de existencia cada vez más inhumanas.

Para los burgueses, la generalización de conflictos sociales no es una hipótesis entre otras, sino, más que nunca, la dirección de todo su horizonte. Es jodido constatar que los explotadores tienen conciencia del carácter ineluctable de la crisis social que los amenaza, que se preparan para ello, que preparan cuerpos especializados en la lucha contra la insurgencia urbana, mientras que en el proletariado predomina el desconcierto, la duda, la laxitud, la desmoralización, la confusión programática, e incluso las ideologías individualistas y antiorganizativas que lo dominan. ¡Qué paradoja! Hoy por hoy, ¡los burgueses, por lo menos algunos, tienen una claridad mucho más grande que los proletarios sobre lo que está en juego para el futuro del mundo! En ese sentido vivimos una época muy triste, y hoy en día es difícil ver, que otra cosa que mucho más catástrofe, permitirá, al fin, revertir esa terrible situación en la que se encuentra metida nuestra clase. Claro que el desarrollo cuantitativo y cualitativo de la putrefacción y descomposición de la sociedad capitalista, seguirá empujando a nuestra clase a luchar, seguirá forzando al proletariado, a pesar de sus estúpidas ilusiones y creencias, a retomar el camino hacia la lucha por el comunismo. No se trata de una cuestión de voluntad, sino más bien de una relación de fuerzas entre el proletariado y la burguesía. Sin embargo estamos forzados a constatar que hoy en día la situación no nos es favorable, que la catástrofe generalizada, en la que se hunde la humanidad, y que exige que el proletariado reaccione y encuentre su camino de clase para terminar una vez por todas con esta sociedad antropófaga, no cuaja en fuerza internacional y ello, a pesar de la valerosa acción contracorriente de los grupos revolucionarios, como el GCI, que con sus modestas fuerzas intentan forjar una dirección, un eje programático que es vital para triunfar en esa lucha. ¡La urgencia es esa! Los mismos burgueses se inquietan y preparan sus alternativas económicas y represivas (23), mientras que nuestra clase no logra aún forjarse como potencia destructiva de este mundo que nos destruye a todos. Sabemos que en el fondo los que administran el capital internacionalmente sólo pueden contener y/o retrasar la generalización de la crisis, posponer el final apocalíptico, más no impedirla. Sólo el proletariado, en tanto que actor de una profunda revolución social, puede realmente poner fin a la catástrofe engendrada por este modo de producción. Pero lamentablemente la mayoría de los proletarios creen que todavía están a salvo, que la catástrofe esta en otra parte y concierne a otros seres humanos. Eso es lo que hace inevitable que la putrefacción se siga agudizando, que se siga generalizando hasta que cada vez haya más proletarios forzados a reaccionar y pelear contra esta sociedad.

¡Pero todavía no estamos allí! Mientras tanto los estrategas internacionales de la contrainsurgencia siguen pronosticando grandes enfrentamientos sociales en las mayores ciudades del mundo. En los años noventa, la Rand Corporation, asentada en Santa Mónica, especie de club de reflexión fundado en 1946 por la Fuerza Aérea de Estados Unidos y la importante empresa del complejo militar e industrial de Locheed-Martin, ya había emprendido toda una serie de trabajos que iban en el mismo sentido de lo que nos dice el mayor Ralp Peters (que citamos antes). Sus investigadores ya se habían concentrado en las estadísticas de la criminalidad urbana, los problemas de salud pública, la planificación del espacio urbano... en los barrios llamados desheredados, para sacar conclusiones tan claras como las del mayor Peters:

“La urbanización de la pobreza mundial ha producido la urbanización de la insurrección.”

¡Nosotros no inventamos absolutamente nada! ¡La frase anterior es el título exacto del informe! ¡Lo que constituye todo un programa! La Rand Corporation advertía, a los que dirigen los gobiernos, ya a fines de los años noventa, que “ni la doctrina, ni el adiestramiento, ni el material del ejército estadounidense están concebidos para llevar adelante operaciones de combates contrainsurreccionales”. Efectivamente, la Rand Corporation, el Army War College, el Pentágono... y otros círculos dirigentes del mundo discuten claramente, desde hace muchos décadas, sobre la contrainsurgencia, la contrarrevolución, el mantenimiento del orden, la liquidación del proletariado. Incluso, estos últimos años, las unidades de combate han intentado sacar lecciones de las diversas desventuras que sufrieron en la mayoría de los campos de enfrentamiento en los que se comprometieron como fuerza de policía, de gendarmería del mundo. Los propios estrategas de la infantería de Estados Unidos y de los Marines se unieron a la jauría de analistas para elaborar una nueva doctrina conjunta de la contrainsurrección. En un documento publicado podemos leer que las operaciones actuales en Afganistán y en Irak son fracasos patentes, a pesar de los discursos evasivos de la administración estadounidense y de sus aliados, que continúan destilando mentiras sobre la “lucha mundial contre el terrorismo”.

¿El ejército Estados Unidos es un ejército como los demás?

En la actualidad, la hegemonía de Estados Unidos es enorme. Dicho país representa más del 60% de los gastos mundiales en armamento, mientras que su población es más o menos un 5 % del total mundial. Como gendarme mundial ha dividido el planeta en diversas zonas de comando militar. Como lo muestra la carta de los “Combatant Commanders”, esos comandos son una especie de virreinatos que concentran en sus manos más medios de destrucción que el gendarme más fuerte de segunda categoría. Hoy en día existen seis virreinatos: uno que abarca toda África, creado en febrero 2007, USAFRICOM (United Status Africa Command), los otros son USCENTCOM (United Status Central Command), USEUCOM (United State European Command), USPACOM, (United State Pacific Command), USNORTHCOM (United Status Norther Comand) y USSOUTHCOM (United State Southern Command).
A todas estas divisiones militares del planeta, que garantizan la paz social y se confunden hoy en día con la pax americana, hay que agregar los 12 portaaviones y naves que les son asociados, y que son poderosas flotas que embarcan aviones, comandos y otras de tropas de desembarque, controlan permanentemente no solamente todos los mares del planeta, sino que también son capaces de atacar en cualquier parte del mundo. La segunda flota se despliega en el Océano Atlántico; la tercera en el océano Pacífico Este; la quinta del Golfo Pérsico al mar de Omán; la sexta tiene a su cargo todo el Mediterráneo; y la séptima se despliega en el Pacífico Oeste y el océano Índico.
Además de ese terrible despliegue de fuerza a través toda la superficie terrestre, totalmente estructurado como un vasto campo militar, se adjunta una red de más de 700 bases militares en manos del Pentágono, que son los eslabones de una verdadera red que aprisiona al proletariado mundial en una poderosa camisola de fuerza.

“El ejército británico se debilita” titula la prensa británica en diversas ocasiones

En 2005 el Ejército territorial de su Majestad tuvo que enfrentar la retirada de sus filas, por no renovación de contrato, a más de 6.000 soldados de infantería. En 2006, a pesar de una costosa campaña publicitaria, sólo reclutaron alrededor de 600 nuevos soldados británicos Según un informe oficial, publicado recientemente, la Infantería británica tiene, en estos momentos, un total de 35.000 soldados, su nivel más bajo desde su creación oficial, en 1907, de los cuales solamente 12.000 son operativos para intervenir de refuerzo en Oriente Próximo. Para paliar ese grave déficit, se previó que una “prima de reclutamiento” de 500 libras (735 euros) fuese otorgada por cada soldado “apadrinado” durante el periodo de Navidad del 2006. Hoy en día, el ejército británico se encuentra obligado a transformar a todos sus soldados en sargentos reclutadores.

¿Principio de una crisis al interior del ejército de Estados Unidos?

Incluso los cuadros superiores ya no están al abrigo del derrotismo que comienza a gangrenar el ejército de Estados Unidos. Ehren Wataba, oficial superior de infantería, se negó ir con sus colegas en el momento de partir hacia Irak. Es la primera vez que un alto grado estadounidense se niega a servir en Irak, corriendo el riesgo de ser llevado ante un tribunal militar.
“La masacre de civiles y los malos tratos infligidos a los prisioneros no solamente son una injusticia flagrante sino también una violación de las leyes militares” anuncia este oficial a la prensa, para luego añadir: “Mi participación en esta guerra me transformaría en un criminal de guerra, lo que rechazo categóricamente.”
En efecto el atascamiento y empantanamiento de las tropas de Estados Unidos en Irak y el de las de la OTAN en Afganistán corresponden a la misma dinámica y muestran la enorme dificultad que nuestros enemigos tienen a imponer el orden por medio del terror. En abril 2003, Bagdad había sido tomada en tres semanas, pues los que estaban dispuestos a morir por Saddam Hussein eran muy pocos. Un año más tarde fue necesario muchos meses y desplegar fuerzas considerables para vencer a algunos miles de proletarios, mal equipados, atrincherados en la pequeña ciudad de Faluya. Frente a ejércitos bañados en la ideología de “cero muertos”, los proletarios que se alzaron contra sus verdugos no tuvieron miedo de morir con las armas en mano y supieron infligir perdidas importantes a mercenarios superequipados que se creían invulnerables. Para tomar un ejemplo, desde 2004 el cuerpo de los Marines estadounidense desplegó más de 30.000 hombres en una sola provincia, Al-Anbar, al oeste del Irak, sin lograr pacificarla. Más de 700 marines han dejado el pellejo, sin contar los heridos, mutilados y la situación continúa degradándose cada vez más. Frente a la más alta tecnología jamás desplegada en un campo de batalla, los proletarios utilizan medios artesanales para asesinar a los mercenarios, destruir su moral y cohesión como tropas de represión. En Irak, como en Afganistán y en el Líbano, durante el verano 2006, los “artefactos explosivos improvisados” (IED en inglés), generalmente fabricados a partir de un obús o de un proyectil y una pequeña carga explosiva, es decir realizados con un pequeño puñado de dólares, logran producir daños considerables entre las tropas mercenarias del orden burgués mundial.

De los 3.800 militares norteamericanos, que oficialmente habían muerto en Irak a fines de 2006, más de 800 cayeron bajo el peso de los IED. Mientras que los ataques por IED pasaron de 10 por día, en 2004, a más de 50, en 2006. El Pentágono confirma que el stock de obuses expropiados, por los proletarios una vez derrocado Saddam Hussein, ¡permiten perpetuar este tipo de ataque durante más de 250 años! Las rutas de esta región son tan inseguras que las tropas de gendarmería prefieren desplazarse en helicóptero, haciendo varias pequeñas escalas desde una base fortificada a otra, lo que provoca el desgaste prematuro del material. Hoy en día en Irak, la mayor parte de helicópteros se estrellan por averías intempestivas provocadas por el desgaste anticipado de las máquinas y no por tiros enemigos. Frente a la multiplicación de ataques IED, una carrera contra el reloj ha sido lanzada en el seno del ejército de Estados Unidos para blindar, al máximo, todo lo que circula: camión, jeep, vehículos de transporte de tropas, ambulancia, camión cisterna... pero ni así, el complejo militar industrial logra aportar la cantidad de vehículos y otros aparatos, considerados necesarios por ellos mismos para mantener el orden, ahí adonde el mismo está asegurado por los gendarmes norteamericanos. El terror gana al equipaje de esos vehículos (que cada vez más se las arreglan para evitar la patrulla de los lugares peligrosos) contradiciendo lo que su jerarquía declara a diario: que todo el territorio está bajo control. A pesar de todos los discursos oficiales, ésta es la realidad de las diversas intervenciones actuales de gendarmería. El proletariado no se somete, resiste a la invasión de los policías-mercenarios encargados de mantener el orden capitalista. Los grandes Estados gendarmes se encuentran totalmente sumergidos en la mierda, y comenzando por el primero de ellos: Estados Unidos. Hoy Irak, Afganistán, como otras regiones del mundo (como Haití, Guinea (24), la franja de Gaza, Colombia, Asia central, Somalia, etc.), siguen siendo totalmente zonas inseguras para el capital. De ahí los gritos desesperados de los militares del Pentágono, relevados por un número creciente de pacifistas y diputados demócratas-republicanos, a propósito del calendario de retirada de las tropas de ese nuevo Vietnam que en pocos años ha devenido Irak. Pero esto sólo es posible si la susodicha resistencia se transforma en una alternativa creíble capaz de embarcar a los proletarios insumisos en las filas del nacionalismo, islamismo o aún en una mezcla híbrida de esas dos ideologías. Por el momento no se ve surgir algo consistente al respecto, incluso si ya no se oculta el hecho de que el Pentágono se encuentra en conversaciones abiertas con esta resistencia, si ésta a intervalos regulares anuncia su unificación y su constitución como equipo de recambio, que debiera terminar una vez por todas con las luchas proletarias. La mezcla de antiguos torturadores baasistas y de nuevos cruzados islamistas, está muy lejos de inspirar confianza a un proletariado que ha vivido en Irak, como en Irán y Afganistán, más de treinta años de represión y masacre perpetuada por nacionalistas y mullahs. Con seguridad, la retirada de las tropas mercenarias de Irak no será hecha mañana, como indican, a pesar de los discursos populistas hechos precedentemente, todos los candidatos a las elecciones presidenciales estadounidenses.

Mientras que la burguesía pensó alcanzar una invulnerabilidad completa y eterna, luego de la caída del “muro de Berlín” en 1989, hoy ya se encuentra en una situación que en esa época ni se le ocurría: ¡enfrentar a corto plazo dos, tres... nuevos Vietnam! Parece cada vez más claro que la burguesía comienza a percibir que se encuentra en un callejón sin salida, que más allá de las ilusiones policiales es imposible controlar todo y que ahí adonde opta por la ocupación militar abierta la resistencia proletaria le impide reestablecer el orden. Justamente es esa resistencia contra la ocupación militar la que empuja a sectores del proletariado, de los países de donde salen las tropas de intervención, a no enrolarse en las filas del ejército.

Mientras que la catástrofe capitalista, que apenas acabamos de describir en las páginas precedentes, provoca una necesidad creciente de envío de nuevas tropas para asegurar la paz social en todo el mundo, el simple hecho de arriesgar el pellejo provoca una verdadera hemorragia en el enrolamiento de mercenarios al servicio de esa política. En Estados Unidos, el nuevo secretario de estado de defensa, Robert Gates, puede entusiasmarse con su décimo plan de reclutamiento de más de 93.000 hombres y aumentar las primas por enrolamiento, las que acumuladas rozan los 25.000 dólares, pero las oficinas de reclutamiento, cuando no son saqueadas por los proletarios que se oponen al papel que juega Estados Unidos en el mundo, permanecen desesperadamente vacías. Para enfrentar la cruel carencia en hombres (25), el Pentágono se vio obligado a extender, de 12 a 15 meses, el tiempo de presencia obligatorio en el suelo iraquí de los soldados norteamericanos antes de su traslado, por un año, a zonas sin combate. Después de haber reclutado en las prisiones de Estados Unidos, a cambio de reducciones de condena sustanciales, es la famosa green card que se agita delante las narices de los candidatos a la inmigración para que acepten vestir el infame uniforme de mercenarios a sueldo del ejército de Estados Unidos. Pero hagan lo que hagan los poderosos de este mundo para reclutar cretinos que desempeñen sus siniestras labores, los que regresan de la devastación iraquí se apresuran para no renovar su contrato. Toda una serie de cuadros, desde el sargento primero, verdadero “yacimiento de eficacia” como lo apela su jerarquía, hasta algunos capitanes y jefes superiores, prefieren dimitir a formar parte de la tripulación de un barco que se está hundiendo.

Y todavía ni hemos hablado del número creciente de desertores que ni siquiera han esperado la conclusión de su contrato para abandonar esa infame institución de asesinos que es el ejército. ¡Las cifras varían entre 5.000 y 15.000 hombres! Y lo que viene no da buenos augurios. Recientemente el Ejército de Estados Unidos compró en el cementerio de Harlington un espacio para más de 20.000 nuevas tumbas.

He ahí donde hoy se encuentra la burguesía hoy. Empantanada e incapacitada militarmente para ganar diversas guerras de gendarmería. Incapacitada para ocultar el aumento de la masacres de civiles, incapacitada para impedir la deserción creciente, la carencia de reclutas, el aumento del número de heridos y muertos en las filas de los ejércitos gendarmes, así como también entre los mercenarios privados. Al mismo tiempo que se siguen incrementando, según ellos mismos, las necesidades de intervención en el mundo.

Incluso si algunos fragmentos de información circulan en los grandes medios de comunicación, si regularmente algunos ex jefes del Estado Mayor estadounidenses o británicos, o Generales retirados, anuncian un nuevo Vietnam, el hombre de la calle, la opinión pública... el idiota útil al capital se encuentra muy lejos de darse cuenta que la catástrofe militar está tomando proporciones cada vez más abismales. Hay que decir que el control total de los medios de comunicación es una de las lecciones que el Pentágono supo sacar de la guerra de Vietnam, y así logra guardar todo esto relativamente en secreto.

Es evidente que esta situación no puede perdurar eternamente. Estados Unidos y sus aliados se encuentran en un momento crucial y el riesgo de ver la descomposición, a corto plazo, de sus propias tropas deviene significativo. Otra pesadilla vietnamita entra en el escenario y el mismo Pentágono se anuncia incapaz de enfrentarla y afirma claramente que no se responsabilizan en endosar las consecuencias de dicho escenario. Es seguro que los próximos años serán cruciales, con respecto a la capacidad de encontrar verdaderas soluciones para sacar a las tropas norteamericanas y sus aliados del pantano iraquí y afgano. ¿Pero bajo qué forma? La situación es tan peligrosa que se necesitaría un mago para respondernos. Nada puede seguir así, como ya lo saben y lo dicen burgueses conscientes en todo el mundo. ¿Cómo hacer para impedir el riesgo de las insurrecciones urbanas? ¿Cómo sacarse de encima a tanto proletario peligroso? ¿Cómo gestionar el excedente de fuerza de trabajo, que la guerra debería eliminar físicamente? ¿Cuáles son las posibilidades reales, para el capital, de continuar su ciclo de valorización-desvalorización, deteniendo al mismo tiempo el espectro que le acosa, la revolución proletaria?

3. A modo de conclusión provisoria

A lo largo de toda esta excursión bajo el sol negro del capital, hemos intentado abordar, dando toda una serie de ejemplos concretos, la catástrofe capitalista desde el ángulo de la vida cotidiana del proletariado a través de todo el planeta. Nos parece importante poner una realidad en las palabras y no contentarse con enunciar simplemente lo que es. Hoy en día esta catástrofe es tan profunda que ya se ha transformado en inmediatamente palpable, visible y se condensa en todos los aspectos de la vida de los proletarios. Primero el trabajo, nunca fue tan penoso, destructor y poco remunerador. Lo sigue la alimentación, cada vez más degradada y contaminada, así como el agua potable o el aire que se respira. Sin lugar a dudas, también las condiciones de vivienda han alcanzado niveles de defecación desconocidas hasta hoy en día, como hemos visto. Las enfermedades provocadas por todas estas causas tan “naturales” como la bomba atómica, son cada vez mas virulentas y masivas, destruyen y pulverizan a millones de seres humanos. Las guerras también son cada vez más generalizadas y destructivas. En fin, el biotopo, en el que nuestra especie vive, se degrada cada vez más peligrosamente, envenenándonos,...y anunciando la posibilidad misma de la desaparición, en los próximos decenios, de todo lo que vive en la superficie terrestre. En pocas palabras, el capitalismo se presenta, de manera visible y palpable, a una masa creciente de proletarios a lo largo del mundo, como lo que es: un verdadero Apocalipsis, un infierno. Podríamos alargar hasta el infinito su descripción para llegar a las mismas conclusiones: el capital ha llegado a exacerbar, a un nivel increíble, sus propias contradicciones y sobre todo la más esencial, es decir la producción de una clase social pletórica, con la que no sabe que hacer, con respecto a sus necesidades actuales de su propia valorización-desvalorización. Hoy en día hay demasiados capitales que no llegan a valorizarse, la desvalorización golpea por todos lados, inclusive al capital variable, a los proletarios. Como Marx observaba en el Manifiesto del Partido Comunista: “¿Cómo vence esta crisis la burguesía? De una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos. ¿De que modo lo hace, pues? Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas”.

Pauperización generalizada, condiciones de explotación cada vez más duras, generalización de la guerra... actualmente es por estos medios que se produce la destrucción masiva del proletariado. Por el momento, la burguesía llega a controlar, disciplinar, adiestrar, a hacerlo trabajar, a sindicarlo, a que se conforme con su suerte... a hacerlo reventar en los campos, en las guerras... Pero, como podemos constarlo día tras día, el proceso de valorización-desvalorización se embala y requiere nuevas guerras, cada vez más grandes, poderosas; el ogro capitalista vocifera, a las orejas de sus administradores, tengo sed, necesito cada vez más sangre, mi apetito se hace cada día más desmesurado, preciso más cadáveres. La muerte de proletarios sobreabundantes y la destrucción masiva de capitales incapaces de valorizarse están a la orden del día en la agenda capitalista para relanzar un nuevo ciclo de crecimiento. Para el capital las guerras locales ya no le son suficientes, ¡hay que generalizarlas! De ello depende la propia supervivencia del capital.

En este espiral de destrucción, todo termina reventando y los diques que deberían contener ese enorme exceso de fuerza productiva excedentaria, comienza ostensiblemente a resquebrajarse. Las grietas están por todas partes. Las generaciones precedentes de administradores del capital sólo han aplazado, a partir de toda una serie de trucos y astucias, como la creación desenfrenada de capital ficticio, la catástrofe. Pero con eso no hacen más que “preparar crisis más extensas y más violentas”, como decía Marx. Todos los recónditos escondrijos de este planeta se encuentran afligidos por el Apocalipsis capitalista. Como hemos demostrado, la mierda se encuentra por todos lados y adquiere niveles nunca vistos. La catástrofe se expresa por todos lados, hasta entre los proletariados incorporados en los ejércitos asesinos de nuestros hermanos de clase, que hoy comienzan a dudar, a plantearse interrogantes y/o intentan salvar su pellejo. La burguesía se encuentra cada vez más empantanada por todas partes.

Podríamos, sin problemas, describir la catástrofe capitalista bajo otros ángulos, como por ejemplo el de las finanzas, los créditos, la bolsa y el dólar... y encontraríamos las mismas grietas, las mismas fisuras, los mismos crujidos de un mundo que no acaba de reventar, agonizar, y que al mismo tiempo continúa representándose en una imagen lisa y sublime de si mismo. La burguesía, particularmente sus fracciones más librecambistas, creyó que desde 1989 podría permitirse todo lo que nunca se había atrevido a hacer antes. Emborrachada de poder, nos anunció el “fin de la historia”. Pero la historia es mucho más testaruda de lo que ella creyó, especialmente la historia de las luchas de clases, y contra aquella leyenda la misma historia, parece retrucar que no es su fin, sino el de la burguesía.

Las contradicciones que minan al capitalismo se seguirán fortaleciendo, exacerbando, la catástrofe alcanzará nuevas cumbres; las explosiones sociales serán más violentas… Estas son las premisas de otro salto decisivo en la lucha de clases, como ya lo decía Antón Pannekoek, en 1934:

“El movimiento obrero no tiene que esperar una catástrofe final, sino muchas catástrofes, políticas (como las guerras) y económicas (como las crisis que estallan repetidamente, a veces con regularidad, a veces sin regularidad, pero que en general, con el tamaño creciente del capitalismo, se vuelven cada vez más devastadoras). Así las ilusiones y las tendencias de tranquilidad en el proletariado se desplomarán repetidamente, y estallarán hondas y agudas luchas de clases. Parece ser una contradicción que la crisis actual, más profunda y devastadora que cualquier otra, no haya dado señales del despertar de la revolución proletaria. Pero la eliminación de las viejas ilusiones es su primera gran tarea... Graves luchas tienen necesariamente que tener lugar. Y si la crisis actual amaina, nuevas crisis y nuevas luchas aparecerán. En estas luchas la clase obrera desarrollará su fortaleza, descubrirá sus objetivos, se entrenará, se hará independiente y aprenderá a toma su destino (o sea la producción social) en sus propias manos. En este proceso se consigue la destrucción del capitalismo, La autoliberación del proletariado es el derrumbe del capitalismo.”

Notas

1. A título de ejemplo, según los criterios de la ONU, el ejército de Estados Unidos condujo 10 operaciones mayores de 1950 a 1989 y 25 entre 1990 y 1997.
2. La lista de países que han casi desaparecido de la superficie de la Tierra o que han sido despedazados por interesas imperialistas es muy larga a enumerar: Yugoslavia, República Democrática Alemana, Checoslovaquia, URSS, Somalia, Zaire, Sudán, Irak, Afganistán, Yemen del Norte, Yemen del Sur...
3. Erhard Berner, Defending a place in the city of Manilla, Quezon City, 1998.
4. Mike Davis, Le pire des mondes possibles, Éditions La Découverte, 2006.
5. En castellano no existe ninguna palabra general para designar a los barrios miserables y ser entendido en todas partes, a pesar de que la misma palabra barrio tiene su origen, según la Academia, en lo que es «exterior y salvaje» (Barrio= del árabe hispánico ‘bárri’, exterior, y este del árabe clásico ‘barrî’ salvaje) En cada región o país existe una diferente, por lo que siempre tenemos dificultad, en una revista internacional, para utilizar una. Además muchas veces la misma palabra designa también a los barrios ricos en el mismo u otro país (barriada, barrio, colonia…).Va aquí una lista de palabras que designan los barrios miserables: barrio, villa, población, población callampa, barrio de chabolas, tugurio, cantegril, cante, nopal, colonia proletaria, colonia popular, suburbio, barrio marginal, villa miseria, barriada, precario, arrabal, asentamiento, poblado chabolista, chacarita, pueblo joven, invasión, ciudad perdida… Por eso hemos cambiado muchas veces y en este texto utilizamos una que no es castellana, sino de origen portugués/brasilero que creemos, a pesar de tener origen en otro idioma, sea hoy la más utilizada de todas en el mundo castellano: favela. Puede ser útil saber que además hay otras dos palabras no castellanas que hoy son internacionales para designar lo mismo: «slum» que viene de la India y “Trench town” que viene de Jamaica.
6. David Keeling, Buenos Aires: Global Dreams, Local Crises, 1996.
7. Projet Couseling Services “Deteriorating Bogotá: Displacement and war in Urban Centres”, Colombia regional report: Bogota, diciembre de 2002.
8. Según las estadísticas de la ONU, ¡más del 70% tienen trabajo! Verdaderamente estamos muy lejos de las caricaturas construidas por sociólogos y otros sátrapas caritativo humanistas y difundidas por televisión.
9. Washington Post, 26 de agosto de 2002.
10. Suzanna Taschner, A water pollution crisis in the Americas, 2003.
11. Documento de trabajo del grupo de investigación Finanzas y Desarrollo, Banco Mundial, enero de 2000.
12. El capital necesita claro está una cierta cantidad de fuerza de trabajo excedente que hace presión en el precio de la fuerza de trabajo para que no suba, pero aquí nos referimos a una cantidad de exceso que supera aquella necesidad y se transforma en algo cualitativamente diferente que se generaliza en todo el mundo: masas de proletarios incontrolados, sin ninguna posibilidad de integración laboral y consecuentemente definidos como peligrosos para la sociedad burguesa.
13. Nandini Gooptu, The politics of the urban poor in early twentieth-century India, Cambridge, 2001.
14. Notas electorales del Partido Demócrata, febrero de 2004.
15. Literalmente «tres golpes y está fuera de juego». Sólo es necesario acumular tres condenas, aún las más banales, como la posesión de un gramo de marihuana, para ser condenado a más de 25 años sin reducción de pena.
16. Helen Basili, Demolition the Scourge of the urban poor, mayo de 2000.
17. Izquierdistas y tercermundistas sólo ven la catástrofe engendrada por el capital como un simple problema de administración o/y de explotación entre países ricos y países pobres, entre naciones del norte y el sur. En el interior de su miserable comprensión del capital, las clases sociales desaparecen. Por ejemplo, los izquierdistas que giran alrededor de Attac piensan que con un simple impuesto sobre los flujos financieros mundiales (impuesto Tobin-Attac) y equilibrando los intercambios comerciales se podría hacer menos catastrófica la vida bajo el capital. Lo que quieren crear es un capitalismo más humano, más igualitario, sin guerras, sin prisiones y sin explotación. En pocas palabras difunden la utopía del capital cómo si fuese posible y en base a ello defienden el putrefacto mundo actual y son parte activa de su reproducción.
18. Para utilizar un neologismo que solamente es una versión más militarizada de la versión ligera conocida bajo el vocablo «cocón»: cada uno en su hogar, aislado de los otros. Esta sociedad mercantil se ha vuelto un verdadero presidio, extendido a nivel planetario. A los proletarios se los encierra en las cárceles, en los campos, en las favelas…y al mismo tiempo los burgueses encierran sus centros de recreación, sus centros comerciales, sus dominios, sus clubes privados, sus jardines, sus casas,… ¡De miedo se encierran ellos mismos!
19. Mike Davis cita al respecto el estudio de Murray Williams “Gated Villages Catch on among City’s Super-Rich”. Para mayor información técnica sobre los alambrados eléctricos ver: www.electerrific.co.za.
20. Dennis Rodgers, Crime, insecurity and spatial organization in Managua, octubre de 2004.
21. Si hoy en día la Comisión europea presenta las grandes líneas de la respuesta al terrorismo, ayer su presidente hizo una comparación inesperada. El terrorismo ‘forma parte de los riesgos de la vida contemporánea’ declaró en Lisboa. Subrayó a continuación que los accidentes de carretera en Portugal ‘han producido más muertos que cualquier atentado terrorista’ según comunicado de la AFP. Otro ejemplo, que va en el mismo sentido es que según el director del Instituto de Seguro Nacional israelí, responsable del pago de compensaciones a las víctimas del terrorismo, en 2006, murieron ¡66 civiles israelíes por terrorismo!
22. Major Ralph Peters, Our soldiers, their cities, Parameters, Army War College, 1996.
23. Al Gore, ex vicepresidente del gobierno de Clinton, es uno de esos burgueses convencido que hay que cambiar el mundo para mantenerlo tal como está. En sus conferencias internacionales (por las que exige 100.000 dólares por cada una) explica, a los hombres de negocios y a los dirigentes de este mundo, que el capitalismo podrá, después de haber recalentado el planeta durante varios decenios, obtener los mismos beneficios, si no más, si invirtiera en su enfriamiento. Un nuevo mercado se crea y Al Gore, Nicolás Hulot, Joseph Stieglitz... son los nuevos profetas. ¡Aleluya!
24. Ver nuestro artículo «Luchas proletarias en Guinea Conakry», en Comunismo No. 57, febrero 2008.
25. En Irak hay menos tropas que policías en las calles de Nueva York, en donde se asegura el mantenimiento del orden en condiciones mucho más difíciles y para una población mucho más numerosa. Lo mismo sucede en Afganistán, en donde la OTAN ha llegado, con enormes dificultades, a enviar un contingente cuatro veces inferior en número que él de los soviéticos en 1980.


EL DERECHO DE PROPIEDAD

Entre todos los absurdos que la humanidad venera, éste es uno de los más grandes y es uno de los más venerados.
El derecho de propiedad es antiquísimo, tan antiguo como la estupidez y la ceguedad de los hombres; pero la sola antigüedad de un derecho no puede darle el derecho de sobrevivir. Si es un derecho absurdo, hay que acabar con él no importando que haya nacido cuando la humanidad cubría sus desnudeces con las pieles de los animales.
El derecho de propiedad es un derecho absurdo porque tuvo por origen el crimen, el fraude, el abuso de la fuerza. En un principio no existía el derecho de propiedad territorial de un solo individuo. Las tierras eran trabajadas en común, los bosques surtían de leña a los hogares de todos, las cosechas se repartían a los miembros de la comunidad según sus necesidades…
El origen de la propiedad territorial ha sido la violencia, por la violencia se sostiene aún; pues que si algún hombre quiere usar un pedazo de tierra sin el consentimiento del llamado dueño, tiene que ir a la cárcel, custodiado precisamente por los esbirros que están mantenidos, no por los dueños de las tierras, sino por el pueblo trabajador, pues aunque las contribuciones salen aparentemente de los cofres de los ricos, éstos se dan buena maña para reembolsarse el dinero pagando salarios de hambre a los obreros o vendiéndoles los artículos de primera necesidad a alto precio. Así, pues, el pueblo, con su trabajo, sostiene a los esbirros que le privan de tomar lo que le pertenece…
Algunos maderistas simpatizan con la idea de entregar al pueblo la tierra; pero, conservadores al fin, quieren que el acto revista una solemnidad legal, esto es, quieren que un Congreso decrete la expropiación. He escrito mucho sobre la materia, y me admira que haya todavía quien no pueda entender lo que he dicho, pues tengo la pretensión de que he hablado con entera claridad. Ningún Congreso, he dicho, se atreverá a decretar la expropiación de la tierra, porque a los bancos del Congreso no van a ir los hambrientos, sino los hartos; porque a los bancos del Congreso no van a ir los trabajadores, sino sus amos; no van a ir los ignorantes y los pobres, sino los intelectuales y los ricos. Es decir, en el Congreso tendrán representación las llamadas clases directoras: los ricos, los literatos, los hombres de ciencia, los profesionistas; pero no se permitirá que cuele ahí a ningún trabajador de pico y pala, a ningún peón, a ningún obrero, y si, por un verdadero milagro, logra franquear el umbral del recinto de las leyes algún trabajador, ¿cómo podría luchar contra hombres avezados en las luchas de la palabra? ¿Cómo podría hacer preponderar sus ideas si le faltaban los conocimientos científicos que la burguesía posee en abundancia? Pero podría decirse que el pueblo trabajador enviaría personas competentes al Congreso para que lo representen. En todo el mundo están desprestigiados los llamados representantes del Trabajo en los Parlamentos. Son tan burgueses como cualquier otro representante. ¿Qué han hecho los representantes obreros del pueblo inglés en la Cámara de los Comunes? ¿Qué ventaja objetiva han obtenido los representantes obreros en el Parlamento francés? En el Parlamento alemán hay gran número de representantes obreros, y ¿qué han hecho en pro de la libertad económica de los trabajadores? El Parlamento austrohúngaro es notable por el número crecido de representantes obreros que se sientan en sus bancos, y sin embargo, el problema del hambre está en Austria-Hungría sin resolver, como en cualquiera otro país en que no hay representantes del trabajo en el Congreso.
Hay, pues, que desengañarse. La expropiación de la tierra de las manos de los ricos, debe hacerse efectiva durante la presente insurrección…
Ricardo Flores Magón, (De Regeneración, 18 de marzo de 1911)



Catástrofe capitalista y luchas proletarias

Primera parte

El artículo anterior, publicado por primera vez en francés en Communisme 59, hace algo más de un año suscitó muchas reacciones y discusiones. El principal problema criticado es, con toda razón, la falta de distancia de nuestro texto con respecto al libro de Mike Davis El peor de los mundos posibles (1), del cual extrajimos una cantidad importante de datos y reproducimos amplios extractos. Por esa vía se colaron algunos aspectos importantes de la ideología del autor que no compartimos y frente a los cuales no explicitamos, como hubiéramos debido hacerlo, nuestras divergencias (2). Por esa misma influencia se focalizó la atención en los casos de miseria absoluta, marginalizando en los hechos la importancia de la degradación relativa de las condiciones de supervivencia del proletariado y en particular en los ataques que, contra esas condiciones, vive el proletariado en su totalidad independientemente del nivel inicial. Así, a pesar de que ese articulo haya subrayado las similitudes entre las diferentes situaciones vividas por la masa de proletarios, no insiste lo suficiente en la inevitable exacerbación de la miseria relativa generalizada como límite general de la sociedad burguesa.

En todo caso, dicho texto hubiera debido, al menos, emprender una reflexión crítica acerca de los límites de la principal fuente utilizada, marcando la distancia e incluso el antagonismo entre algunas posiciones del autor y nuestro propio cuadro programático tal como lo hicimos, con respecto a ese mismo autor –Mike Davis– cuando nos referimos ampliamente a su libro City of quartz al escribir el texto sobre las cárceles en Estados Unidos aparecido en Comunismo No.47 (julio 2001).

“La mayoría de las informaciones que damos aquí con respecto a Los Ángeles vienen del libro City of Quartz (Los Ángeles, capital del futuro), de Mike Davis, Ediciones La découverte (1997) y particularmente del capítulo cuarto, Los Ángeles fortaleza. El autor da gran número de datos que permiten delimitar la realidad de las clases sociales y el capitalismo en Estados Unidos, pero recae en el más puro reformismo cuando se trata de plantear una acción concreta. Ello evidencia los límites de la comprensión que se encuentra en dicha descripción de la realidad social. Mike Davis lleva adelante una campaña por una propuesta de ley que preconiza la organización de una fuerza de paz urbana destinada a ayudar y supervisar un proceso de tregua entre las bandas en Los Ángeles: es decir quiere más milicos. Esto muestra, una vez más, que el reformismo conduce, incluso cuando se pretende original, a la reivindicación de nuevas fuerzas represivas.”

Además de los problemas mencionados, es evidente que la relación entre la degradación de las condiciones de supervivencia de los proletarios y lo que nos interesa prioritariamente, es decir la revolución, no está bien explicado en dicho artículo. El proletariado, como sujeto de la revolución solo surge a través de la cita final de Pannekoek. A pesar de que ella expresa el ABC de nuestro programa, la relación entre profundización de la crisis, el desarrollo de la lucha del proletariado y el hundimiento final del capitalismo es presentada de una manera demasiado general, válida para todas las épocas y no puede expresar lo que la situación actual tiene de particular.

Retomemos las conclusiones que preceden a esta cita en ese artículo:

«A lo largo de toda esta excursión bajo el sol negro del capital, hemos intentado abordar, dando toda una serie de ejemplos concretos, la catástrofe capitalista desde el ángulo de la vida cotidiana del proletariado a través de todo el planeta. Nos parece importante poner una realidad en las palabras y no contentarse con enunciar simplemente lo que es. Hoy en día esta catástrofe es tan profunda que ya se ha transformado en inmediatamente palpable, visible y se condensa en todos los aspectos de la vida de los proletarios. Primero el trabajo, nunca fue tan penoso, destructor y poco remunerador. Lo sigue la alimentación, cada vez más degradada y contaminada, así como el agua potable o el aire que se respira. Sin lugar a dudas, también las condiciones de vivienda han alcanzado niveles de defecación desconocidas hasta hoy en día, como hemos visto. Las enfermedades provocadas por todas estas causas tan “naturales” como la bomba atómica, son cada vez más virulentas y masivas, destruyen y pulverizan a millones de seres humanos. Las guerras también son cada vez más generalizadas y destructivas. En fin, el biotopo, en el que nuestra especie vive, se degrada cada vez más peligrosamente, envenenándonos,... y anunciando la posibilidad misma de la desaparición, en los próximos decenios, de todo lo que vive en la superficie terrestre. En pocas palabras, el capitalismo se presenta, de manera visible y palpable, a una masa creciente de proletarios a lo largo del mundo, como lo que es: un verdadero Apocalipsis, un infierno. Podríamos alargar hasta el infinito su descripción para llegar a las mismas conclusiones: el capital ha llegado a exacerbar, a un nivel increíble, sus propias contradicciones y sobre todo la más esencial, es decir la producción de una clase social pletórica, con la que no sabe que hacer, con respecto a sus necesidades actuales de su propia valorización-desvalorización. Hoy en día hay demasiados capitales que no llegan a valorizarse, la desvalorización golpea por todos lados, inclusive al capital variable, a los proletarios. Como Marx observaba en el Manifiesto del Partido Comunista: “¿Cómo vence esta crisis la burguesía? De una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos. ¿De que modo lo hace, pues? Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas”.

Pauperización generalizada, condiciones de explotación cada vez más duras, generalización de la guerra... actualmente es por estos medios que se produce la destrucción masiva del proletariado. Por el momento, la burguesía llega a controlar, disciplinar, adiestrar, a hacerlo trabajar, a sindicarlo, a que se conforme con su suerte... a hacerlo reventar en los campos, en las guerras... Pero, como podemos constarlo día tras día, el proceso de valorización-desvalorización se embala y requiere nuevas guerras, cada vez más grandes, poderosas; el ogro capitalista vocifera, a las orejas de sus administradores, tengo sed, necesito cada vez más sangre, mi apetito se hace cada día más desmesurado, preciso más cadáveres. La muerte de proletarios sobreabundantes y la destrucción masiva de capitales incapaces de valorizarse están a la orden del día en la agenda capitalista para relanzar un nuevo ciclo de crecimiento. Para el capital las guerras locales ya no le son suficientes, ¡hay que generalizarlas! De ello depende la propia supervivencia del capital.»

Como vemos la conclusión insistía en la ineluctable exacerbación de la contradicción entre las necesidades humanas y las del capital –entre las cuales la guerra constituye el elemento superior– pero no trataba en absoluto la cuestión de saber cómo el desarrollo de esta contradicción se concreta en el terreno del enfrentamiento abierto entre las clases.

Evidentemente que nosotros, así como todos los grupos revolucionarios, discutimos desde siempre, del desarrollo de esa contradicción, pero pensamos que nuestras publicaciones no reflejan todavía lo suficiente el análisis de la misma. Sin hacer explícito y público este análisis, la cita de Pannekoek no surge como resultado de todo un desarrollo, sino que puede aparecer como una especie de esquema o deseo. En efecto, en ausencia de una explicación pertinente, la afirmación según la cual «La autoliberación del proletariado es el derrumbe del capitalismo» aparece como una fórmula abstracta y queda sujeta a múltiples interpretaciones. Por ejemplo, el lector podría tener la sensación de una concepción mecanicista del proceso revolucionario que se expresa corrientemente con este esquema: «la entrada en una fase de descomposición del capital determinaría el surgimiento de una clase para sí, de un verdadero proletariado revolucionario puro, desembarazado de las contradicciones que minan al proletariado como clase en sí.»

Claro que este tipo de visión esquemática no se encuentra en nuestro texto pero debemos admitir que dada la ausencia de clarificación sobre el hundimiento del capitalismo, así como sobre la relación entre condiciones objetivas y la acción subjetiva del proletariado, el equívoco era posible.

DESTRUCTURACIÓN DEL PROLETARIADO E IDEOLOGÍA

En realidad esa famosa discusión acerca de la relación entre la catástrofe del capital y su destrucción positiva por el proletariado se encuentra presente en toda la historia de nuestro movimiento, toda la historia del proletariado revolucionario, toda la historia de nuestro partido. Nosotros la hemos abordado de diferentes formas desde que nuestro grupo existe. Y es evidente que el tipo de esquema que practicamos en el texto anterior, entre la constatación de la catástrofe y la revolución, refleja la debilidad de nuestro propio movimiento y de sus expresiones de vanguardia, que a la vez constatan lo profunda que es la catástrofe a todos los niveles de la vida del capital y el lamentable nivel de asociacionismo proletario, de estructuración y de centralización revolucionaria a nivel internacional. Lejos de disminuir, la contradicción no deja de profundizarse entre la total incapacidad del modo de producción capitalista para satisfacer las necesidades de las grandes masas de seres humanos y la no organización del proletariado mundial en fuerza para destruir esta sociedad. Toda expresión revolucionaria encuentra hoy esta dificultad real para expresar la relación entre catástrofe y revolución, entre empeoramiento generalizado de todas las condiciones de supervivencia y la destrucción revolucionaria de la sociedad actual.

A nivel global, ello se explica por una serie de triunfos ideológicos del capital que desanima toda asociación y lucha proletaria que afirme su propia perspectiva, entre los cuales podemos subrayar algunas decisivas:

Pero la dificultad general para expresar la relación contradictoria actual entre catástrofe y revolución se explica también por los mecanismos propios a la reproducción del capital, mecanismos que podríamos considerar como pre-ideológicos o, mejor dicho, que constituyen la materia prima de las ideologías. El que «cada uno se arregle como pueda» es a la vez el producto de la sociedad mercantil generalizada y a la vez produce un conjunto de mercancías adecuadas para el desarrollo y reproducción ampliada de ese aislamiento de todos con todos. Si la televisión (y sus complementos como el vídeo, los juegos pantalla...) había sido un paso decisivo contra toda vida asociativa de los proletarios, que fueron, por esa vía, encerrados cada uno en su casa y alejados de centros de discusión y de la misma calle; la persistente y siempre creciente tendencia a la subordinación de toda la vida a la imagen y el espectáculo continúa profundizándose. Actualmente la tendencia generalizada a la sustitución de las relaciones (todavía en algo) reales por virtuales constituye otro salto de calidad remarcable en la producción del individuo burgués: el hombre como lobo del hombre.

No sólo el capitalismo había separado los seres humanos, haciendo de ellos miserables individuos mediatizados por la propiedad privada y la mercancía, no sólo toda relación entre humanos había sido subordinada a las representaciones y mediatizadas por imágenes, no sólo los mismos aparecían disueltos en el espectáculo de un mundo desembarazado de su contradicción fundamental, sino que ahora resulta indispensable, para ser admitido en el reino de esas relaciones «reales» y enajenadas entre individuos aislados, el ser el feliz propietario de un conjunto de artefactos efímeros y reemplazables, chucherías cuya función es la de asegurar, en todo momento e instantáneamente, la comunicación «de lo separado en tanto que separado» (y al mismo tiempo asegurar al capital la total sobredisponibilidad del asalariado a su servicio), confiriendo así, a la multitud de egos enfermos y angustiados, un «lugar activo» en el mundo en función de «sus propios gustos» (¡también fabricados por las mismas empresas!) y que tienen por función el producir la ilusión de que esas relaciones son realmente humanas: teléfonos móviles, mp3, internet (a su vez el simple email tiende a ser superado por la inflación creciente de blogs, chats, y otros espejitos de colores).

Nuestros compañeros, contactos, grupos hermanos... es decir todas las expresiones de nuestra comunidad de lucha viven cotidianamente esta realidad. Sufrimos todos en nuestra propia carne esta contradicción brutal entre la agravación de todas nuestras condiciones de existencia y la falta brutal del asociacionismo proletario, de consciencia y centralización de nuestras fuerzas. Ésa es la razón fundamental por la cual resulta tan difícil expresar en la actualidad la perspectiva revolucionaria.

Así nuestras discusiones para afirmar nuestra perspectiva muestran nuestras propias debilidades, es decir las de nuestra clase y de todas las minorías revolucionarias en la fase actual. Las mismas ponen en evidencia que la cuestión de la perspectiva revolucionaria no es más hoy que ayer solucionable por un supuesto partido u organización, ni por un Rambo de la revolución, de la misma manera que ellas ponen en evidencia que los problemas que nosotros sufrimos en nuestra propia carne no son problemas particulares de nuestro grupo, ni solucionables por la voluntad. Esas discusiones nos enviaban y reenviaban no a buscar las soluciones en tal o cual receta sobre la actividad o las consignas a defender, como lo hacen siempre los oportunistas que terminan invariantemente haciéndose absorber por todo tipo de programa reformista, por cualquier tipo de programa «transitorio», y en última instancia por la ciudadanización y el culto de la libertad individual, sino por el contrario en las contradicciones propias del capital, en su incapacidad para satisfacer los intereses más elementales del ser humano.

Si en el texto anterior habíamos puesto el acento sobre todo en los máximos –en términos absolutos– a los que llega la degradación de las condiciones de supervivencia del proletariado en el mundo en ciertas regiones (favelización, intoxicación, envenenamiento del agua potable, supervivencia en la mierda, drogas...), hoy queremos insistir más específicamente, a la luz del desarrollo de la lucha de clases en este último año, sobre la brutal degradación –en términos relativos– de las condiciones de supervivencia de los proletarios en todo el mundo y las reacciones proletarias que contra esa degradación se comienzan a reproducir en todo el mundo. Así, el aumento de los precios del petróleo y de los productos alimenticios se tradujo directamente en un ataque del nivel de vida del conjunto de los proletarios del mundo, a diferentes niveles, al cual no escapa ni siquiera las franjas consideradas más favorecidas del proletariado. Dicho ataque masivo y general provocó, por primera vez desde hace mucho tiempo, una reacción directamente mundial del proletariado, si no en la homogeneidad de sus expresiones (y todavía menos en el reconocimiento de esta unicidad por el propio proletariado), al menos en la simultaneidad en las luchas proletarias. La simplificación de las contradicciones, de la cual siempre hablamos los revolucionarios, operó así un gigantesco paso. Nos parece importante pararnos un poco en estos elementos, como también en las fuerzas desplegadas por la clase dominante para parar y esconder este proceso.

Algunos elementos de las luchas actuales de nuestra clase y sobre la forma en que nuestros enemigos esconden su unidad esencial

Siendo imposible ocultar pura y simplemente las diversas reacciones de nuestra clase en el mundo, la prensa burguesa cumplió con su papel de guardián del orden capitalista (la prensa marxista leninista desempeñó esta inmunda tarea con concienzudo empeño) presentando ese movimiento como si las diferentes expresiones fuesen ajenas las unas a las otras y tuviesen naturaleza y orígenes diferentes. Ahí adonde nosotros vemos expresiones de una misma reacción fundamental del proletariado, frente a un amplio ataque de todas sus condiciones de existencia (condiciones de explotación, salarios, precios de artículos de base, guerras, deportaciones, represión, contaminaciones...) por parte del capital mundial, los medias de todo tipo se empeñaron en distinguir y llamar en forma diferente a las reacciones proletarias:
  1. «Las revueltas provocadas por el hambre» que tocaron violentamente a una treintena de países del «tercer mundo», constituyendo así, lo que denominaron, un «cinturón explosivo que rodea a todo el planeta desde la latitud 30 en el Norte hasta el Ecuador». En esta categoría fueron clasificadas las reacciones del proletariado frente a la crisis en México, en Haití, en una docena de países de África (Guinea, Costa de Marfil, Nigeria, Senegal, Camerún, Somalía, Sudán, Egipto...), en la península india (Pakistán, India, Bangladesh) y otras partes de Asia (China, Vietnam, Tailandia, Indonesia...). Dichas «revueltas de hambre» son presentadas como producto no del capitalismo como globalidad, sino bien al contrario como el producto específico del «neoliberalismo», de los intercambios desiguales entre Norte y Sur heredados del colonialismo, de la especulación en las bolsas sobre los productos de los países del «tercer mundo» y de la imposición del monocultivo. Incluso la denuncia de las políticas neocoloniales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que en los hechos financian los monocultivos, de productos destinados a la exportación, en función de los intereses de las grandes multinacionales, es presentado como un mal en sí, que se podría arreglar sin atacar al capitalismo como sistema mundial.
  2. Las manifestaciones y huelgas «contra la carestía de la vida» y la consecuente pérdida del «poder de compra» (6) (Estados Unidos, Europa occidental y oriental, algunos países de América Latina).
  3. Las revueltas de las favelas y otros suburbios proletarios (Europa y América, principalmente Latina) que son presentadas como una expresión del malestar de la juventud excluida del mundo del trabajo y en algunos casos fruto de la inmigración.
  4. Los «atentados terroristas», revueltas y otras expresiones de lucha contra los militares y otras instituciones estatales y paraestatales en los países en que la centralización mundial del terror de Estado se impone en base a la ocupación militar y/o las operaciones humanitarias (Irak, Afganistán, Pakistán, Palestina, y otros territorios ocupados por Israel, Haití, Costa de Marfil...), así como en aquéllos en donde la represión burguesa tiene como estrategia central la sistemática amalgama entre el movimiento del proletariado y las organización nacionalistas y/o marxistas leninistas (País Vasco en España, Colombia, Chechenia, Nepal...) (7).
En base a esa separación, la socialdemocracia nos vende, para cada uno de esos problemas definidos como «de naturaleza y origen particular», una solución evidentemente particular:
  1. La regulación internacional de la política económica mundial en lo que concierne las «revueltas provocadas por el hambre».
  2. La revalorización de los salarios (llamando la atención sobre las negociaciones y manipulaciones basadas en el índice del costo de la vida) y los controles gubernamentales de precios sobre artículos de primera necesidad.
  3. La reinserción socio profesional de los jóvenes excluidos.
  4. La pacificación de las regiones consideradas ingobernables en base a un esquema de dominación político, militar y humanitario. Ver al respecto el recuadro en la página siguiente: «Dice el enemigo».
Dichas soluciones reformistas y humanitarias, que pretenden mejorar para cada caso específico las condiciones de la vida de los pobres manteniendo al sistema capitalista, constituyen en realidad verdaderos cordones sanitarios que buscan impedir el desarrollo unificado de las luchas de nuestra clase a nivel mundial. Más aún, el establecimiento mismo de esas distinciones estrictas entre las «revueltas» (para designar las reacciones del proletariado en los países del «tercer mundo» y en los barrios periférico de los «otros mundos»), las «manifestaciones» y «huelgas», y/o de los «atentados terroristas» (para designar las reacciones proletarias en las zonas consideradas «ingobernables» de este mundo), constituye el primer cordón sanitario contra la unificación de la lucha del proletariado en el mundo.

PAÍSES AFECTADOS POR LA OLA DE REVUELTAS PROLETARIAS

Reproducimos a continuación, la lista de países aparecida en el artículo “La ceinture explosive” (La cintura explosiva), disponible en www.mondialisme.org y difundido en la revista Echanges No. 124 (primavera 2008). Esta lista recoge una treintena de países afectados por la ola de luchas provocada por el alza brutal del precio de los productos de primera necesidad.

Marruecos, Egipto, Burkina-Faso, Camerún, Costa de Marfi l, Guinea, Kenia, Nigeria, Senegal, Somalia, Sudán, Chad, Zimbabwe, Haití, México, Bangladesh, Birmania, Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos, India, Indonesia, Irán, Malasia, Uzbekistan, Filipinas, Pakistán, Tailandia, Timor, Vietnam, Yemen.

Podemos completar esta lista con una docena de países relevados en 2007 y 2008 principalmente a partir de las hojas de información mensuales de Echanges et Mouvement intituladas “Dans le monde d’une classe en lutte” (En el mundo una clase en lucha) igualmente publicadas en www.mondialisme.org.

Argelia, Túnez, Gabón, África del Sur, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Perú, Canadá, República Dominicana, China, Mongolia.

En estos países podemos considerar que el proletariado se ha manifestado desbordando los encuadramientos socialdemócratas, sea a través de manifestaciones, de revueltas, de sublevaciones, de ataques selectivos o de expropiaciones. Evidentemente estas dos listas no son exhaustivas, visto la ausencia de fuentes en esta materia. Permanecemos tributarios de la cruel ausencia de prensa proletaria y por ella de la difi cultad de obtener información consistente sobre las luchas de nuestra clase a través del mundo. Por otro lado, de más está decir que las olas de lucha no tienen fronteras, por ello se pide al lector tener en cuenta que la referencia a países sólo es utilizada en tanto que signifi cación geográfica.

Algunos países, o grupo de países, son el objeto de pequeños cuadros repartidos, en el presente texto, en función de la fuerza del movimiento y de las informaciones que parecen destacables.

En efecto, al término revuelta se lo trata de connotar peyorativamente, lo que gracias a la propaganda socialdemócrata se ha impuesto bastante en la opinión pública, lográndose que dicho termino se identifique en general «al desencadenamiento de pasiones e instintos más viles del ser humano», a la reacción «arcaica y primaria de las masas populares» que evidentemente no pueden tener ninguna perspectiva. Dicha imposición ideológica va a la par, evidentemente, con la oposición entre ese «movimiento irracional» y el «desarrollo del movimiento obrero moderno» (es decir encuadrado-neutralizado por la socialdemocracia). En el cuadro ciudadano, la revuelta toma así el significado de luchas incivilizadas o predemocráticas. Es sistemáticamente utilizado para designar las luchas proletarias de los países que ellos llaman «subdesarrollados», de los suburbios occidentales o también las acciones obreras consideradas demasiado «salvajes». Estas distinciones terminológicas contribuyen así a mantener la división entre, por un lado, los métodos pacifistas y las seudo huelgas impuestas por la socialdemocracia en los llamados «países capitalistas avanzados» (de los cuales los marxistas leninistas radicales de esos mismos países quisieran hacer «la verdadera –y única– forma de lucha» que llevaría a la «revolución») y los otros movimientos de bronca «espontáneos, desorganizados y con objetivos ambiguos» de la «escoria social» de las favelas o de los «subproletarios vagos» de los países del «tercer mundo», o incluso aquellos «que hacen huelgas salvajes y actos de violencia» y/o «ataques terroristas» contra las estructuras militares, políticas o económicas del Estado dirigidas por «grupúsculos extremistas».

De la misma manera, clasificando una serie de reacciones de nuestra clase como «revueltas del hambre» y pegándoles la etiqueta «tercer mundo» se logra hacer creer que quienes no tienen hambre no tienen porqué preocuparse, que quienes no viven en el «tercer mundo» tampoco. Se esconde así que es la misma sociedad capitalista, la mismísima que produce los más potentes computadores, las más fantásticas ciudades y las más criminales armas de destrucción masiva, la que produce, al mismo tiempo, el hambre en el mundo; que es exactamente la misma que provoca ahora mismo la disminución del salario real de todos los proletarios del mundo.

Egipto

En un contexto de tensión social creciente y de multiplicación de huelgas no controladas por los sindicatos y el Estado, el aumento vertiginoso de los precios de los alimentos, en 2008, provocó la multiplicación de manifestaciones y motines, la extensión y la convergencia de las luchas, como la de 27,000 obreros textiles en Mahalla el Gazla ciudad industrial del delta del Nilo, que dejaron la fábrica que ocupaban para tomar las calles, con la convergencia de unos 10.000 obreros de las fábricas de ese mismo sector.

Indonesia

Desde 2007, el precio de la soja (base del tofu, alimento corriente) aumnetó en forma explosiva. El precio del aceite de palma (Indonesia es uno de los primeros productores mundiales) se duplicó en solo algunos meses. En enero 2008, el gobierno lanzó “medidas de control de los precios” decretando, al mismo tiempo, el estado de emergencia para reprimir las manifestaciones de rabia masiva, especialmente en las calles de Yakarta. En mayo, las subvenciones gubernamentales de la gasolina fueron radicalmente reducidas, lo que ocasionó una repentina subida de precios, con las repercusiones habituales en todos los alimentos de base. Ante todo eso grandes masas proletarias salen a manifestar en las calles de la capital y en varias ciudades importantes.

India

En agosto 2007, estallan revueltas contra la penuria alimenticia, acompañadas de expropiaciones de supermercados, depósitos de víveres… La represión será violenta (Estado de Bihar). Los proletarios no podían consumir aceite, trigo, arroz y frijoles. Las lluvias catastróficas o la sequía, según las regiones, empeoraron brutalmente sus condiciones de vida. En agosto 2008, las “revueltas de hambre” estallan principalmente en el este de India (en el Estado septentrional de Uttar Pradesh), en donde se dieron inundaciones sin precedentes en 50 años que desplazaron a más de dos millones de personas y destruyeron 250,000 habitaciones. En Supaul, la “ayuda” humanitaria lanzada desde los helicópteros hirió a una treintena de personas y mató a un niño. Se señalan saqueos en muchas partes, y principalmente recuperaciones de cereales en varias ciudades del Estado de Bihar, en donde la catástrofe del capital se concreta en hambre y más hambre.
Marruecos, Argelia y Túnez son, desde hace unos años, el teatro de revueltas contra la degradación de las condiciones de vida. En 2007, en Marruecos (especialmente en Sefrou), como durante las “revueltas contra el alza del coste de vida” de1984, el gobierno retrocede frente a la revuelta contra el alza de los precios de los alimentos de base, de las facturas del agua y electricidad, del coste de las remuneraciones hospitalarias y de otros servicios públicos. En mayo-junio 2008, el movimiento parte del bloqueo del puerto de pesca de Sidi Ifni por jóvenes desocupados, y se extiende a las ciudades próximas. Al mismo tiempo, en Túnez estallan revueltas en Feriana y en las ciudades cercanas que se encuentran en la región minera del sur, alrededor de Gafsa. Toda la población desciende a la calle para expulsar a la policía. El 7 de junio, se despliega al ejército en Redyef, en la misma zona después que enfrentamientos, acompañados de expropiaciones y saqueos, hayan provocado un muerto y 26 heridos. Finalmente, Argelia no permaneció pacificada, múltiples motines cotidianos atravesaron el país. El Estado es el blanco de la rabia proletaria, como durante las luchas de 2001-2002, y las que precedieron a esos años. También ahora comisarías y cuarteles fueron tomadas por asalto y electos “representantes del pueblo” se escaparon raspando de la muchedumbre que les insultaba, abucheaba y amenazaba.
Clasificando a los proletarios entre los que tienen hambre y los que no tienen se está ocultando que en terminos reales de verdadera satisfacción de necesidades humanas, es el conjunto de los proletarios que tiene «hambre» de verdadera comida sana y saludable. Efectivamente, con la generalización de la comida basura –desprovista de oligoelementos esenciales, desvitaminizada, cancerígena...– el capital «hambrea» sustancialmente al conjunto de los proletarios que son cada vez más víctimas de carencias alimentarias graves en todas partes del mundo, sin que haya ningún país que pueda ser excepción, y sobre todo en los llamados «países desarrollados» adonde es reino y señor el fast food, es decir «la comida sólo para renovar lo más rápido posible la fuerza de trabajo».Éste es otro aspecto de la incapacidad flagrante del capital para alimentar realmente a la humanidad, en todo el mundo.

En fin, este aspecto se liga a los señalados antes, toda la terminología acerca de los países «subdesarrollados», «en vías de desarrollo» o del «tercer mundo» tiende a presentar esas regiones como menos capitalistas, cuando en realidad esas hambrunas son el más puro producto del capitalismo. Al esconder las causas se esconden las soluciones: la destrucción del capitalismo. Particularizando los problemas del hambre –o del llamado «tercer mundo» en general– se esconde la generalización del ataque capitalista contra el proletariado, la homogenización de las condiciones de vida a nivel internacional de los proletarios, y evidentemente se esconden también la naturaleza proletaria común de los ataques contra el capital y el Estado que empiezan nuevamente a desarrollarse ante nuestros ojos.

La terminología no tiene absolutamente nada de neutro, sino, bien por el contrario, la misma tiene simultáneamente dos objetivos claros: el liquidar el carácter general de las reacciones del proletariado e impedir la afirmación de la perspectiva revolucionaria contra el sistema global que nos ataca.

Camerún

En febrero y marzo, luego de la alza del precio de los carburantes, de la harina, del cemento,... estallaron revueltas en la mayoría de las ciudades, con saqueos y expropiaciones de supermercados y almacenes. La respuesta del Estado fue más garrote que zanahorias. Habría más de 100 muertos causados por la represión, y una pequeña disminución del precio de los carburantes.

Panamá

En agosto 2008, se organizan diversas manifestaciones para protestar contra “el aumento del coste de la vida y por mejoras salariales” en la ciudad de Panamá, como también en diferentes ciudades del interior (Santiago, David y Changuinola), provincias de Santiago, centro del país, como en ciudades occidentales (Chiriqui y Bocas del Toro) fronterizas con Costa Rica.

Birmania

Nos presentaron la lucha como lucha “contra la junta militar” y “por la democracia”, ocultándonos que, antes que se operara esta recuperación por parte de los medios de comunicación internacional y antes que las imágenes de monjes budistas azafranados, también proletarios, acaparasen los telediarios, en Birmania el proletariado había salido a la calle para protestar contra... la misma alza de los precios que se había producido en todas partes del mundo. Desde agosto 2007, a pesar del recuerdo vivaz de la represión de hace veinte años, las manifestaciones comenzaron a ser cada vez más grandes y la revuelta se fue generalizando a todo el país. El alza brutal del precio de los carburantes (66%) y del gas (535%) provocó el aumento de los precios de los productos alimenticios y duplicó el precio de los transportes en común. Estamos claramente frente a una protesta directamente proletaria, contra la baja del salario real y por ello contra el capitalismo y el Estado. Los militares solo son agentes particulares del poder del capital (y particularmente de las multinacionales occidentales y orientales, francesas, americanas, chinas,...), han hecho su trabajo sucio al servicio de la tasa de ganancia. En lo que se refiere a los monjes azafranados, a pesar de su función de “amortiguador” social al servicio del orden y la paz social, como en todas partes fueron afectados por la caída del nivel de vida. No fueron ellos los que emprendieron el movimiento, por el contrario ellos lo siguieron y retomaron sus consignas contra el aumento de precios y contra el gobierno. Como de costumbre, los medios de comunicación burgueses se focalizaron en la franja más pacifista, religiosa, democrática del movimiento para presentarla como la iniciadora y la esencia misma de la lucha.
Sin embargo, dichos clichés, cuidadosamente reproducidos por todos los medios de desinformación del mundo, no resisten al más mínimo análisis de los movimientos reales de lucha del proletariado a través del mundo. Incluso partiendo de todos los filtros y falsificaciones que la burguesía difunde no es difícil poner en evidencia que:
  1. Las llamadas «revueltas del hambre» de los países llamados «subdesarrollados» se encuentran también pautadas por huelgas llevadas adelante por asalariados y que las manifestaciones tuvieron objetivamente los mismos blancos que en otras partes, principalmente las estructuras del Estado así como las fuerzas represivas y humanitarias internacionales que apoyan a los gobiernos locales en su política de represión y mantenimiento del orden.
  2. Las llamadas «manifestaciones y huelgas contra la carestía de la vida» de los proletarios de Europa superaron últimamente, en varias ocasiones, el nivel de las manifestaciones y huelgas pacíficas organizadas por la socialdemocracia. Diversas acciones directas y bloqueos «salvajes» de la producción y el transporte fueron llevadas a cabo por los proletarios en el transcurso de la lucha, rompiendo así el cuadro de los procedimientos de concertación social (citemos como ejemplo a los pescadores españoles que organizaron el bloqueo «salvaje» de los puertos; o los camioneros que bloquearon las rutas de Francia, España y otros países).
  3. Los llamados «revoltosos» de las barriadas europeas no solo quemaron autos de sus vecinos y las garitas de autobús, como dijo la prensa burguesa, sino que atacaron un gran número de blancos que simbolizan claramente el capital y la opresión estatal y que el movimiento designaba como la «gran mafia del capitalismo»: comisarías, iglesias, intendencias, centrales eléctricas y de gaz, locales escolares y liceales, grandes concesionarios automotrices, bancos, cajeros automáticos, juzgados y palacios de justicia, empresas, locales de todos los partidos políticos, inmobiliarias, correos, Mac Donalds y otros fast foods, centros comerciales, centros deportivos y culturales, agencias de viaje, vehículos y equipos de prensa, oficinas de turismo,... mostrando de esa manera que los objetivos de la lucha son mucho menos ambiguos que lo que dicen los leninistas, que sólo ven al lumpen; mostrando que en realidad esa lucha se contrapone al mundo del trabajo asalariado y el valor (8).
  4. Las llamadas «zonas ingobernables» son en realidad verdaderos polvorines sociales desde hace años. Detrás del velo de los conflictos religiosos, nacionalistas o interétnicos (9), las medias ocultan una realidad social sumamente tensa, en la que las condiciones de trabajo, de salario, así como de desocupación generalizada han provocado, y continúan provocando, importantes huelgas y manifestaciones proletarias, violentamente reprimidas por los gobiernos locales. La exacerbación de las tensiones sociales en dichas regiones es tan importante que el enfrentamiento contra las fuerzas estatales es cotidiano y, frente a la reiteración de situaciones semiinsurreccionales, han requerido la intervención de fuerzas internacionales (humanitarias y/o militares) a los efectos de tratar de restablecer el orden social de la explotación y la opresión.
Es necesario subrayar, para terminar, que muchas situaciones de lucha no responden bien a esos esquemas, hasta tal punto que los medios no logran hacerlas entrar en ninguna de las categorías creadas. Así, por ejemplo, es difícil hacer entrar las luchas que se producen desde hace años en Chile, México o Argelia, que no corresponden bien ni al esquema del «subdesarrollo» ni al de guerra abierta, y que regionalmente presentan aspectos semiinsurreccionales que superan ampliamente tanto el cuadro de «luchas salariales» como el de las revueltas de los suburbios. El propio desarrollo y radicalización hacen cada vez más difícil su falsificación-clasificación en las esquemáticas y rígidas categorías que la ideología dominante expresa a través de sus medios de comunicación.

República dominicana

Desde el principio de 2008 se generalizan las manifestaciones, huelgas generales y enfrentamientos con las fuerzas del orden. Las mismas se afirman contra el alza de los precios de los productos de consumo diario, los cortes de electricidad, por la normalización de la distribución del agua, así que por aumentos de salarios en el sector público y privado.

Guinea-Conakry

Desde las luchas que relatamos en nuestra última revista, la paz social no ha logrado imponerse en Guinea Conakry: enfrentamientos en las calles por el abastecimiento en electricidad (totalmente insuficiente en numerosos barrios proletarios), y respuestas masivas contra las tentativas del Estado de “limpiar las calles” de la capital de proletarios que se procuran su supervivencia con la venta ambulante.

África del Sur, agosto 2008

“Eat the rich” (¡comeos a los ricos!) es uno de los eslóganes lanzados en las huelgas y manifestaciones contra el alza de precios (particularmente la electricidad) en las que participaron varios millones de trabajadores.

Mongolia

En julio 2008, estalla la revuelta proletaria en la capital, Ulan Bator. Saqueos e incendio de edificios oficiales son moneda corriente. El estado de emergencia es decretado por el gobierno. Los violentos enfrentamientos dejaron un saldo de 5 muertos, 329 heridos. Según cifras oficiales entre estos heridos 108 son milicos.

Bangladesh

Las reacciones contra la pobreza y el aumento de la miseria se manifestaron, durante todo el año 2006, 2007 y a principios de 2008, a través de huelgas no controladas por los sindicatos. Estas se transformaron rápidamente en revueltas y se extendieron por todo el territorio a pesar del estado de emergencia decretado, en enero 2007, por un gobierno provisorio asentado en el ejército. La caída de 50% del salario real y la catastrófica situación alimenticia que de ella deriva fueron aún agravadas por las condiciones climáticas, en particular por el ciclón Sidr que golpeó el país en noviembre 2007 y que provocó más de 2,2 millones de damnificados. A principios de 2008, a pesar del estado de emergencia aplicado por el ejército, los miles de arrestados y las represiones de 2007 contra los trabajadores de las empresas textiles, la revuelta proletaria vuelve a estallar. No solamente el salario mínimo fijado para apagar la precedente ola de huelgas y revueltas no había sido aún aplicado, sino que, como antes, esos mismos salarios de miseria eran pagados irregularmente. En 2007, 4.000 fábricas fueron el teatro de huelgas incontroladas y declaradas “salvajes”, 46 fábricas fueron incendiadas, centenas expropiadas y desvastadas. El conflicto que revienta a principios de enero del 2008 demuestra que una explosión puede surgir a partir de la más mínima exacción patronal. El precio del arroz se multiplicó por dos en un año y la comida representa 70% del salario, las huelgas, la mayoría de veces acompañadas de manifestaciones violentas exigiendo el aumento de salarios, se multiplicaron y fueron violentamente reprimidas. En abril 15,000 proletarios del textil volvieron a declararse en huelga. En las zonas económicamente especiales (EPZ), una prohibición de huelgas permite despedir, sin indemnización, a todo trabajador considerado como responsable de “disturbios sociales”. Prohibiciones y represiones no lograron encauzar la persistencia de luchas por salarios y estas desembocan generalmente en invasiones, saqueos, véase incendios, de fábricas. En agosto, se hace un inventario: desde principios del año 200 fábricas habían sido atacadas en conflictos salariales. Y cuando los proletarios salen de las fábricas para bloquear carreteras y vías de comunicaciones ferroviarias, las tentativas de dispersión de la policía hacen virar esos movimientos hacia la revuelta generalizada.

¡La lucha proletaria es una sola!

En el contexto actual, de dificultades encontradas por el movimiento proletario para expresar la relación entre catástrofe y revolución, entre agravación de las condiciones de supervivencia y de destrucción revolucionaria de la sociedad actual, es significativo que un grupo proletario como Echanges (10) reproduzca, en cierta medida, las separaciones evocadas antes. Este grupo, que hace un excelente trabajo en su número 124 de la primavera de 2008 bajo el título de La ceinture explosive (El cinturón explosivo, ver recuadro correspondiente), titula en ese mismo número: Union Européenne: Luttes pour les revalorisations de salaire et abolition du salariat (Unión Europea: luchas por la revalorización del salario y la abolición del asalariado).

Es importante subrayar que la lucha por revalorizar el salario es la misma que la lucha por abolir el trabajo asalariado; sin embargo constatamos que los compañeros de ese grupo no dicen lo mismo, en ninguna parte de su artículo, sobre El cinturón explosivo. En efecto, a pesar de que, al hablar de los disturbios de la miseria social, se afirme que «más allá de todos los particularismos, se produjo una especie [¿porqué una especie? NDR] de movimiento global contra el sistema», Échangesno dice en ninguna parte que ese movimiento global contra el capitalismo tiene por objetivo su destrucción, que los proletarios «de la miseria social» al luchar por la revalorización de sus condiciones de supervivencia luchan también por la abolición del asalariado y de la mercancía que los hambrea. Dicho de otra forma Echangesseñala correctamente la lucha contra la baja del poder de compra en Europa como una lucha por la abolición del asalariado, pero no dice lo mismo con respecto a los «disturbios de la miseria social», como si esas luchas pudieran ser diferentes o tener otro objetivo que la abolición del trabajo asalariado. Tal vez se trate de diferentes compañeros redactores y que en conjunto los compañeros de Échangesvean perfectamente que dichas luchas también están dirigidas contra el asalariado, pero es profundamente lamentable que sólo le atribuyan el objetivo de la abolición del asalariado a las luchas en Europa.

México

Desde comienzos del 2007, las protestas se amplifican contra el fuerte aumento de la tortilla y la totalidad de productos alimentarios (evaluados hoy en día entre 40 y 100%). El 31 de enero 2007, decenas de miles de manifestantes convergieron hacia la capital. El proletariado continúa descendiendo a la calle durante todo el año 2008, el gobierno se vio forzado a controlar los precios de los alimentos. Más allá de la diversidad de las consignas exhibidas, todos los manifestantes protestan contra el aumento de los precios de los alimentos, la precariedad de los salarios, la disminución de la calidad de vida, la política gubernamental y en particular las pretendidas “reformas estructurales” anticipadas por el presidente Felipe Calderón, entre las cuales la llamada “reforma energética”. Durante la huelga general del 2 de septiembre, las concentraciones se multiplican, los proletarios ocupan diferentes edificios privados y públicos, como la Planta de PEMEX (Petróleo Mexicano) en Zapopan, el aeropuerto de Guadalajara,... Además organizan piquetes para bloquear rutas importantes, como la ruta La Barca-Zamora. Por la tarde, diferentes organizaciones de jubilados y estudiantes toman, simbólicamente el Palacio Federal y marchan hacia el Palacio Gubernamental en donde había una concentración, como también a la Plaza de Armas.

Haiti histórico

Para la burguesía mundial, Haití siempre fue un rompecabezas. Vanguardia de la lucha revolucionaria en los siglos XIX y XX, el proletariado de ese país empezó el siglo también dando el ejemplo. Para los aparatos del Estado mundial, “no es más que una cuestión de negros”. La agravación de las condiciones de supervivencia no sería, como en todas partes, debido al progreso de la sociedad burguesa, sino que se debería a los problemas locales “entre grupos sociales”, sin tener el descaro de producir y oponer “etnias” como han logrado hacer en otras partes. Si en los años 60 era imposible para los Estados Unidos contar con la ayuda de la milicada de otros Estados americanos, hoy, con la ayuda de los gobiernos de izquierda (adornando por innumerables exguerrilleros) del continente, lo están logrando. Así, ante la invasión y la represión del proletariado en la Republica Dominicana a mediados de la década del 60 y luego ante la guerra de Viet Nam, el Estado de Estados Unidos había intentado integrar en la represión a milicos de varios países de la región, pero la respuesta proletaria en algunos países, por ejemplo en Argentina, fue tan grande contra esas masacre y guerras que no lo lograron. Por el contrario hoy en Haiti, con la receta/ pretexto de la “ayuda humanitaria”, es decir del chantaje basado en la comida a cambio del sometimiento, el imperialismo ha logrado enviar a Haiti milicos de muchísimos países. Desde 2004, se han enviado más de 8000 milicos con casco azul que intentan quebrar la ejemplar resistencia de los proletarios de ese país contra la invasión. Entre ellos 1200 brasileros, 1150 uruguayos, 1110 de Nepal…

Haití

Durante todo el 2007 y a principios del 2008, las protestas se sucedieron contra “el encarecimiento de la vida” y contra las diferentes intervenciones militares extranjeras. Los manifestantes (puestos por los medias en las categorías “estudiantes””marginales”, habitantes de “arrabales”...) enfrentaron a una auténtica fuerza internacional contrainsurgente compuesta por milicos nepaleses, chilenos, brasileros, canadienses, argentinos, uruguayos, españoles, de Sri Lanka,... Con este tipo de internacional de la represión, el imperialismo realiza un enorme paso en adelante en la represión del proletariado. En abril 2008, la radicalización de las protestas, una huelga general y las barricadas contre el aumento de los precios hicieron caer el gobierno. Según Echanges et Mouvement (Intercambios y Movimientos) “Los 3 y 4 de abril, los manifestantes ‘contra el encarecimiento de la vida’ se enfrentaron a los Cascos azules de la ONU. En el sur de la isla, los camiones de arroz y un almacén de víveres fueron saqueados. Ese primer día hubo cuatro muertos, después hubo otro muerto en las manifestaciones del 7”... “En abril estalla una enorme revuelta en una ciudad del sur Les Cayes: la masa ataca una comisaría y expropia, camiones conteniendo alimentos y particularmente arroz. La revuelta se extiende a Port au Prince, la capital en donde el palacio presidencial es tomando por asalto. Pero el poder capitalista con la ONU a la cabeza logró ‘restablecer el orden’: 4 muertos, 15 heridos”. A pesar de las fuerzas internacionales enroladas en la isla contra nuestra clase, un nuevo ascenso de luchas se desarrollo en agosto 2008, cuando cerrábamos este artículo.
A pesar de sus esfuerzos reales para dar cuenta y analizar las luchas actuales, este equívoco le hace el juego a la división, le hace el juego a los mitos socialdemócratas del progreso, como si en Europa la lucha estuviese más próxima de la lucha liquidadora del capitalismo. Esta visión sobrentiende que los proletarios cuya disminución del poder de compra no provoque directamente el hambre podrían estar más cerca de la lucha por la abolición del trabajo salariado. De esta manera, la formulación misma permite poner en evidencia lo absurdo de tal visión. Así, por ejemplo, en un país como México, en donde el proletariado protesta masivamente en la calle contra el aumento de la tortilla y donde la totalidad del proletariado se siente concernido, ¡habría algunos que lucharían por la abolición del trabajo asalariado (¿los que no tienen hambre?) y los otros no! La cuestión es de vital importancia, por lo que vale la pena traducir y citar in extenso lo que escribe Echanges al respecto: «Es en esa lucha contra la relación social salarial, contra el asalariado mismo, que el proletariado logrará su emancipación, que pasará del estado de clase en sí (clase para el capital) en clase para sí. Es ese proceso que debemos poner en evidencia, incluso si en Europa el carácter de las luchas es muy diferente al de algunos de los países llamados ‘emergentes’». Es imposible entender la frontera que quisieron establecer. En cuanto al fondo de la cuestión, nosotros afirmamos justamente lo contrario: sin ninguna ambigüedad, las luchas tienen el mismo origen y consecuentemente el mismo objetivo, es decir están dirigidas contra la misma cosa, es decir la miseria creciente a la que nos somete la sociedad actual. Todo el entrevero, que ellos agregan, con respecto a la «clase en sí» y la «clase para si», en lugar de clarificar lo que sea de esta seudo diferencia no hace más que aumentar la confusión, planteando en los hechos la cuestión como una oposición dualista (dualismo típico de la socialdemocracia que nosotros creemos realmente que los compañeros han superado) entre las luchas dirigidas contra la relación salarial y otras que no lo serían (11) ¿O tal vez los compañeros sugieren que esta diferencia se encontraría en el nivel de consciencia como haría caricaturalmente la socialdemocracia leninista? ¿E incluso en ese caso, creen realmente que el proletariado en Europa expresa un nivel más elevado de consciencia o de la llamada «clase para si»?

Seamos claritos: no hay dos tipos de luchas proletarias, toda lucha contra el aumento de la miseria proletaria es al mismo tiempo una lucha contra la sociedad burguesa, sean o no conscientes de ello los proletarios, o mejor dicho independientemente de los diferentes niveles de consciencia que existen en nuestra lucha. Pensamos que los compañeros de Échanges serían incapaces de encontrar un sólo argumento en cuanto a la supuesta naturaleza «muy diferente del carácter de las luchas» en Europa.

Las llamadas revueltas del hambre: el proletariado en lucha

La contradicción entre las necesidades humanas y las necesidades del capital (la ganancia capitalista), es cada vez más aguda en todo el mundo. Los criminales tejes y manejes de bolsas y mercados, el calendario cínico y asesino de los planes de ajuste estructurales, significan para nuestra clase cada vez más miseria, privación, envenenamiento cotidiano y generalizado. La catástrofe del capital se acelera y ¡es siempre nuestra clase la que paga la cuenta!

El capital nos ha desposeído de todo para obligarnos a trabajar

Cuando no tiene más necesidad de nuestra fuerza de trabajo, nos hace reventar

El capital mata y no tiene otra cosa que ofrecernos

Pero el proletariado no traga eternamente la brutalidad creciente de los múltiples ataques contra sus condiciones de vida. Estas últimas semanas, en decenas de países, nuestra clase tomó la calle, reapropiándose de medios de vida y enfrentando al estado.

Frente a esta reacción humana, la socialdemocracia deplora los saqueos y revueltas “sin salida”. En nombre de la salvación del planeta, nos predica la austeridad, la abnegación y la sumisión. Denuncia tal o cual “efecto perverso del sistema” y retoma el viejo mito del maltusianismo de la “sobrepoblación mundial” buscando así encerrarnos en sus elucubraciones y proyectos de regular o crear impuestos a la ganancia para así hacer “más humana” la barbarie capitalista.

Hoy, en todos los rincones del planeta, los proletarios revientan, por el ataque generalizado contra el “poder de compra”. Sin embargo la resignación, la aceptación socialdemócrata del “mal menor” prevalece hoy en día: lo peor no estaría pasando aquí y ahora, sino como siempre afuera, más lejos, en el otra parte del mundo considerada “más pobre”, “más explotada”

Con el indispensable apoyo de los idiotas útiles, de los ciudadanos dóciles que votan y clasifican la basura, de los espectadores que hundidos en el diván frente a sus televisores derraman, quizás, una lágrima furtiva por “la violencia y el hambre en el mundo” entre dos resultados electorales o deportivos, la burguesía puede aún mantener las luchas de nuestra clase en el aislamiento y restablecer su paz social ¡asesinando impunemente a nuestros hermanos de clase en lucha por las más elementales necesidades humanas!

Reventar o luchar, no hay otra alternativa para el proletariado

Apoyemos a nuestros hermanos de clase en lucha, luchemos en todas partes contra la explotación

Revueltas del hambre-Revueltas en los suburbios... son nuestras luchas

Nuestro enemigo, el capital, es el mismo, en todas partes del mundo

¿Este sistema esta enfermo? ¡Qué reviente!

Grupo Comunista Internacionalista - Abril 2008

BP 33 - Saint-Gilles (BRU) 3 - 1060 Bruxelles - Belgique (importante, no mencionar el nombre del grupo)
email: info [at] gci-icg [dot] org - nuestras revistas en internet: http://gci-icg.org
Compañeros este volante es una expresión de nuestra clase en lucha, ¡difundidlo!
Las únicas diferencias que se puede pueden encontrar no reside justamente en la división entre países, entre Europa y el resto del mundo, sino más bien entre sectores del proletariado de cada país, entre los sectores del proletariado más encuadrado por los partidos, sindicatos y otros aparatos de Estado y los sectores menos integrados como los desocupados, los excluidos, los favelizados, los clasificados como marginados, lumpenproletarios, «campesinos sin tierra».. Es verdad que se habla más fácilmente de revueltas en lo que, nuestros enemigos, llaman «tercer mundo» que en Europa (pero también en países de América Latina y Asia) en donde estamos más habituados a que las protestas sociales de los proletarios estén más canalizadas por los simples paros de trabajo y las manifestaciones pacíficas. Es verdad también que el término revuelta en Europa parece reservado a los movimientos de los suburbios, de los marginales, de los excluidos, de las favelas. He ahí la verdadera diferencia: el cordón sanitario que la burguesía trata de imponer en todas partes para dividir al proletariado (12), entre por un lado las protestas ciudadanas, los paros de trabajo legales, las marchas corderiles y otras seudo protestas y por el otro lado las «revueltas» de los incontrolados. Todas las ramas de la socialdemocracia, y principalmente las marxistas leninistas, están ahí para explicar y teorizar que «los verdaderos proletarios» no se dejan arrastrar por la «escoria social de los suburbios», por el lumpen proletariado, que los «verdaderos proletarios» adhieren a los sindicatos.

Bolivia

Frente a la lucha proletaria, que en Bolivia tiene una gran tradición insurreccional, reconfirmada en 2003 y a la incapacidad del gobierno burgués de controlar la paz social, lo que incluso se confirmó por la ocupación proletaria de ciudades que la burguesía de derecha reclamaba como autónomas, la burguesía internacional intenta polarizar la sociedad en contradicciones interburguesas: progobierno o proautonomismo (apoyada esta opción por el Pentágono). Pero tal vez el tiro le termine saliendo por la culata.
En base a un plan central dirigido por los aparatos centrales del estado mundial se intentó dar un golpe de estado en Bolivia. Para ello Estados Unidos envío como embajador a Golberg, especialista confirmado en la ex Yugoslavia, para, desde su experiencia en secesión (y escuadrones de la muerte), organizar el golpe. Así, en septiembre los golpistas, a partir de zonas que quieren autonomizar con respecto al Estado central, ocuparon y sabotearon lugares claves de la producción (como yacimientos petrolíferos, gas, etc.), edificios gubernamentales, ciudades, medios de comunicación, así como centros de reunión y asociación de proletarios.
La movilización contra el golpe no solo fue importante, sino que rompió el cuadro pacífico y legalista que las polarizaciones interbuguesas intentaban imponerle. Una vez más el proletariado pasa a la acción directa, la lucha se organiza en la práctica fuera del Gobierno y hace imposible el plan de control de la oposición al golpe dirigida desde los aparatos democráticos del estado. Así el proletariado corta rutas, mantiene bloqueos y hasta ocupa ciudades (Cochabamba que los golpistas aspiraban a transformar en unas de sus fortalezas)… El espectro de las insurrecciones del pasado se hace presente en todos los protagonistas, la burguesía tiembla nuevamente.
Fracasado el golpe, la burguesía intenta darle nuevos brillos a su polarización: golpistas, Estados Unidos, “neo-liberales”, “fascistas”, por un lado, e indigenistas, socialistas, demócratas, anti- Estados Unidos, del otro. Se organizan marchas pacíficas, sindicales, etc. para apoyar al gobierno MAS y a Morales; enemigos de antaño se sientan a negociar para calmar una situación que potencialmente se les iba de las manos y que corría el riesgo de generalizarse fuera de la frontera boliviana. Los gobiernos de turno de otros Estados se declaran contra el golpe autonomista, para evitar que la máscara del gobierno y del MAS caiga.
Pero la situación social sigue en la palestra, el proletariado en Bolivia vive en carne propia la agudización de la miseria, sin que el gobierno de Morales tenga algo diferente que ofrecerle. “En rigor, los dos años del gobierno de Morales no han significado un cambio positivo para los más pobres del oriente. Los pobres siguen igual o peor que antes, y Evo no les ofrece nada tangible
“La rebelión de los 100 clanes”
Por otra parte el proletariado confirmó, una vez más, que sólo la acción directa contra el Estado, la fuerza de clase, protege al proletariado de los golpes de Estado, de la represión capitalista, de la miseria,...
Pero a pesar de todos los esfuerzos desplegados para dividir al proletariado, a las medias les cuesta cada vez más esconder el carácter general del aumento de los productos alimenticios. Detrás de la «baja del poder de compra», el proletariado de todos los países se encuentra confrontado a una brutal disminución del salario relativo y del salario real. Es fundamental reafirmar esta cuestión: el ataque del capital es un fenómeno directamente MUNDIAL, concreción muy clara del «progreso del capital». No se debe a la diferencia del Norte y el Sur, del Este o el Oeste, no se debe «aquí a la «falta de progreso» allá a la «crisis de las subprimes», o en otra parte «a la corrupción». Ella es en todas partes la expresión de la necesidad de la burguesía mundial de contrarrestar la tendencia a la disminución de la tasa de ganancia aumentando internacionalmente la tasa de explotación.

Siempre lo afirmamos: jamás la mercancía deshambreará a los seres humanos, nunca la sociedad del capital y la consecuente dictadura de la ganancia podrá solucionar los problemas fundamentales del ser humano: cualquiera sean las fracciones burguesas en el gobierno -proteccionistas o (neo)liberales, de «derecha» o de «izquierda», cualquiera sea la parte del planeta, la sociedad mercantil no podrá nunca evitar el hambre, ni las guerras, ni la destrucción progresiva (pero en expansión) del planeta. Al contrario, la sociedad mercantil es la causa del agotamiento de la tierra; su desarrollo no puede producir otra cosa que la condena a la exclusión, al hambre y a la muerte a un número siempre creciente de proletarios. El crecimiento de las hambrunas es un fenómeno típica mente capitalista (¡y no precapitalista!) que nunca podrá solucionar la sociedad mercantil (13). El aumento general de los precios de la energía y los artículos de primera necesidad (más allá del fenómeno coyuntural de alza exagerada y baja posterior) es una realidad fundamental y a largo plazo irreversible, más allá del epifenómeno de la oscilación especulativa a corto plazo. A largo plazo, la evolución de los precios de la energía y de los medios elementales de vida son la expresión de la contradicción más global entre capital y especie humana y más todavía entre sociedad burguesa y la tierra (es decir todas las formas de vida en el planeta, todos los elementos vitales como el aire, el agua, la tierra...).

En el próximo número continuaremos este artículo sobre la catástrofe y las luchas proletarias, analizando precisamente esta contradicción entre el capital y la tierra, para volver al desarrollo actual de las luchas proletarias, evaluar las dificultades y realidades de la homogeneización, unificación y el asociacionismo proletario y afirmar así la perspectiva revolucionaria.

CHILE:

En esta última década, surgieron múltiples expresiones de lucha, a partir de los cuales el proletariado unifica, en el tiempo y espacio, sus luchas: los mapuches, los prisioneros, los estudiantes, las poblaciones (Villa Francia, Lo Hermida, La Pincoya, Pudahuel, La Victoria, etc.)... así como consignas y luchas contra la intervención del propio Estado Chileno en Haití. También se desarrollaron diferentes niveles asociacionistas, como centros de documentación, bibliotecas, editoriales, organizaciones de lucha contra las prisiones, encapuchados,... movimientos y organizaciones formales e informales que tienden a centralizarse (los “insureccionalistas”, los “encapuchados”, por ejemplo) A continuación subrayamos algunas expresiones proletarias que grupos y militantes expresan y que están mostrando, que en ese país, la lucha proletaria contra el capitalismo y el Estado, expresa, A CONTRA CORRIENTE, un nivel de consciencia revolucionaria que deja en ridículo a todos aquellos que en la lucha de “los jóvenes, de los pobres, de los marginales, de los favelados”…, no ven más que expresiones ciegas o sin perspectiva. Luchemos entonces por difundir esa consciencia justamente contra todos los socialdemócratas y otros leninistas que quieren inocularle “su” consciencia.
“No nos cansaremos de decir –como lo hicimos en julio de 2004 tras la muerte de los mineros del carbón de Río Turbio Argentina- que todos ellos son mártires del movimiento obrero mundial, victimas en cada uno de los casos de la sed insaciable de ganancia de la patronal, que como en estos casos y como sucede día a día bajo el sistema capitalista-imperialista mundial reaccionario en su totalidad, es la asesina de los compañeros muertos.
No obstante los mineros y trabajadores contratistas de El Teniente nuevamente supimos nadar contra la corriente y el 1 de marzo con el paro espontáneo hicimos sentir nuestro descontento, odio de clase y coraje.
Ante la pasividad y quietud de la burocracia sindical de la CUT-que durante esos días se abrazaba con Lagos y las palabras de su presidente Arturo Martinez eran sólo para elogiar los “avances para los trabajadores” ocurridos en su gobierno- opusimos la lucha directa.
El paro del 28 de febrero de los mineros mexicanos, nuestro paro del 1 de marzo, por los compañeros muertos en ambos países, ponen sobre la mesa como una condición para el triunfo de las demandas obreras, la coordinación continental y mundial de los trabajadores. La patronal, los monopolios imperialistas que nos sobre explotan, tienen intereses particulares en cada país, que es donde instalan sus negocios, la clase obrera en cambio tiene uno el mismo interés en todos los países, un único y mismo enemigo, una sola lucha que librar: luchar contra los explotadores para acabar con la explotación.
¡Viva la lucha de los obreros mineros de El Teniente, de México y de toda América!
¡Por una lucha coordinadora a nivel mundial, por el castigo a los patrones y gobiernos asesinos de mineros!
¡Asumamos este compromiso por nuestros compañeros José Ramírez y Arnoldo Mendoza!.”
Extractos de: Declaración de mineros de El Teniente
Boletín Nº1 del “movimiento de contratistas aperrados” de El Teniente, fechado en marzo del 2006
Por la extensión de la revuelta

“Quien se siente a esperar que algo cambie, y se quedan llorando sus muertos, y vea en la juventud el único momento para luchar, esta condenado a ser cómplice de la muerte de nuestros compañeros y la mantención de este macabro sistema...”. “Nuestro rol activo en esta guerra tiene que transformarse en mantener el conflicto constante, no solo en estas fechas (se refiere al dial del Joven combatiente NDR) sino que también en hacerla irrecuperable por parte del reformismo y el estado. No se lo permitiremos nunca. Jamás caminaremos junto a ellos, estamos de distintos lados de la barricada, el que la cruza, es nuestro enemigo de clase...”.“Nuestro deber es proyectar la revolución social como objetivo de todo enfrentamiento sin dejar espacio alguno para burgueses de izquierda o reformistas...” “Por la destrucción del capital y la construcción de una humanidad radicalmente distinta.”

Juventud Kombatiente Santiasko. Chile, Marzo 2008
Citas sacadas de “Macul con Grecia. Más allá de las Barricadas” de las discusiones entre encapuchados Editorial Afinando la Puntería

A la pregunta porqué salen a cortar las calles en favor de los presos políticos:

“Salimos a la calle porque los compañeros cayeron en condiciones de lucha subversiva contra los pacos y el sistema imperante, lo cual nos identifica bastante con ellos...” Martín
“Los cortes se realizan porque uno se siente hermanado con la causa de los presos, si bien ellos luchaban de otras formas y bajo lineamientos políticos que no todos compartimos (particularmente yo no)” Manuel
“Los presos políticos subversivos se encuentran encarcelados por rebelarse violenta y radicalmente contra el orden impuesto. Los presos encarcelados por robar o matar, son sólo la consecuencia de la misma mierda que provoca el capitalismo” Nicolás
“La democracia no era vista como una victoria, si no al revés, como el peor escenario de la derrota, en donde la gran mayoría de los chilenos estaba perdiendo pero se sentía ganador y por lo mismo se retiraba a su casa a ver como las nuevas cúpulas políticas administraban el país...no hay otra opción, el capitalismo no se reforma, se destruye, nada de humanizarlo ni coexistir pacíficamente con él...” Mario
“... todos proponemos cosas similares: abolición del trabajo, abolición del Estado y sus organismos, abolición del dinero, abolición del suelo como mercancía, abolición de la propiedad privada, una sociedad sin clases,... Se acabará la división social y técnica del trabajo” Antonio
“... el capitalismo no se va a destruir porque un solo país ya no quiera regirse por él, debe ser un tema global” agrega Nicolás
“¿Autoritarios?... ¿por qué? ... a lo que nosotros aspiramos no es el imponerle nuestro planteos a todo el mundo si no que ese todo, por lo menos el “todo” explotado, tome real conciencia de que sus problemas no son naturales, no son porque si, son producidos por otra clase, que necesita imperiosamente que él jamás tome el control de su vida” Martín
“hay una manipulación grosera de los conceptos, porque ahora resulta que soy yo el autoritario y el fascista porque quiero y deseo un mundo sin clases sociales, sin capitalismo, sin opresores ni oprimidos.Yo soy el fascista ahora, porque como asumo que esta es una guerra que en algún momento se agudizará y el enfrentamiento entre las partes devendrá en muertos y en un derramamiento de sangre, es lamentable, pero así es, no creo en una revolución de guante blanco. No creo en el pluralismo hippie de dejar expresarse y vivir a quienes históricamente han matado, explotado y sometido a otros seres humanos.Un proceso revolucionario no debe dar cabida a quienes han vivido a costa de la miseria de otros, a quienes le han impuesto a la mayoría vivir precariamente mientras ellos, la minoría veranea en lago Caburga, mientras unos viven hacinados en una pieza, otros tienen helipuerto privado. Oh si, seré autoritario, a los cerdos burgueses no les permitiré explotar nunca más!!!” agrega Pablo
“El mayor logro que se puede sacar de todos los años de salidas, es que aún haya gente saliendo a la calle y que la represión no haya podido eliminar el accionar” Antonio
“Si yo estoy contra los pacos es porque ellos han sido adiestrados para proteger los intereses económicos de un determinada clase social, que se mantiene cagando al resto en la medida que ese resto no se levante. Los pacos son la expresión represiva de un sistema que reprime de diferentes formas. Entonces no puedo basar mi lucha en estar contra los pacos, tengo que ser verdaderamente radical e ir a la base del problema, que es el sistema social que genera no solamente pacos, sino que desigualdad y miseria” Pablo

NO NOS ENGAÑEMOS:
TODAS NUESTRAS PROTESTAS SON VIOLENTAS,
INCLUSO LAS QUE SON “PACÍFICAS”

Cada paro, toma, asamblea y marcha es un acto de violencia contra la normalidad capitalista, contra la pasividad y la obediencia, contra el estado y la propiedad. Esta violencia no la empezamos nosotrxs, pero tenemos que continuarla hasta el final si queremos dejar de vivir como esclavos. DESDE AHORA, TODO RETROCESO SERÍA UNA DERROTA. Y la única forma de avanzar es hacer que los poderosos coman su propia mierda. La burguesía apuesta siempre a dividir a los explotados, maniobrando para que cada sector levante sus propias demandas y se olvide de los demás. Así, los estudiantes luchan sólo por sus propias demandas, los trabajadores por las suyas y así también los pobladores. Esta capacidad para dividirnos es la mayor arma de nuestros enemigos y en eso consiste su violencia contra nosotrxs. Pero nuestra realidad es una sola: somos una misma clase: el estudiante está condenado a ser trabajador, el trabajador es un esclavo a sueldo: por eso está sentenciado a luchar. Por eso es vital entender la lucha como una sola. Por eso, el peor golpe para el Estado y las clases dominantes será romper estas falsas paredes que mantienen esta falsa desunión.”

Panfleto anónimo difundido en tomas y disturbios
El proletariado, durante sus luchas y su historia, se ha reconocido –en distintos momentos de la lucha- con diversos nombres: luddismo, comunismo, anarquismo, consejismo, sólo por mencionar algunos. Lo que importa aquí es el fin con el que han actuado, la destrucción de la sociedad de clases, y no los usos que han dado después los burgueses, incapaces de inventar nada por su cuenta, al apropiarse de tales conceptos Para poder romper con la sociedad de clases de la burguesía, el proletariado ha de saber primero romper con todo el séquito de falsos críticos, que con su postura complaciente (escondida tras ropajes radicales), no hace sino asegurar la dominación burguesa.
Agencia de Prensa Proletaria -Chile
Las técnicas legales y los procedimientos policiales que establecen si una persona es culpable o inocente, son parte de la cultura del poder. Para un@ revolucionari@ los procedimientos que se exponen como “evidencias” lógicas no tienen ningún valor.
Es a la propia conciencia revolucionaria a la que un@ debe responder, y no a la evidencia de la situación orquestada por el enemigo que hace y deshace las reglas del juego a su placer.
Para un@ “demócrata” por el contrario, hay una neta diferencia entre ser culpable o inocente.
Culpable es aquel que quebranta la ley de una manera clara, y ha sido juzgado y condenado por ello. Por el contrario, inocentes son los que no hicieron aquello de lo que habían sido acusados.
Comprendiendo que la propiedad privada no se acaba con una okupacion, ya que el capitalismo no se destruye por casas, provincias, regiones o países particulares entendemos que no seremos libres hasta que todos seamos libres.
Nos reconocemos como seres críticos frente a esta realidad de opresión a la cual proponemos la superación de la sociedad de clases y la subversión de sus relaciones sociales, porque sabemos que esto no siempre ha sido así y tenemos claro que nosotrxs lxs oprimidos somos quienes podemos cambiar nuestra realidad.
BIBLIOTECA POPULAR SACCO Y VANZETTI
Enero del 2007
“La oposición del proletariado a la sociedad de clases no deriva de la adopción de un discurso determinado, ni de una identidad, ni tan siquiera de una postura política tal y como las conocemos. La oposición de los proletarios contra la burguesía es una cuestión material y no ideal, una cuestión de vida, de un programa histórico vivo.
Cuando los proletarios de todos los países han hecho temblar el orden burgués, han surgido desde aquellos falsos críticos una producción en serie de eslóganes que han calado bastante fuerte, y que como consecuencia han nublado la visión y han terminado por confundir a nuestra clase.
Desviar la atención hacia otro lugar que no sea la lucha de clases es la táctica que han ocupado una y otra vez las burguesías nacionales. La lucha antifascista se configura en este sentido, con el único fin de transformar la lucha de clases en una lucha con intereses interburgueses (tal y como aquellas luchas de “liberación nacional”). Con esta lógica se construyeron alianzas que llamaban a “luchar contra la bestia fascista”, cuando silenciosamente la bestia burguesa nacional acribillaba proletarios que se negaban a picar el anzuelo.
La existencia del proletariado es sólo posible excluyendo todo frente, toda alianza de clase, es sólo en esta dirección cuando el proletariado puede plantear su proyecto histórico.
Desde aquí un saludo a los compas antifascistas que están ahora tras las rejas pues son víctimas tanto de la ideología burguesa como de su consecuente sistema capitalista. Pero también a ellos un llamado a agudizar la visión y a romper con toda tendencia que juegue un papel de complicidad con la dictadura burguesa; a luchar por los intereses de nuestra clase, en una ruptura total con toda corriente que ataque los efectos y no las causas de este orden.
¡Fascista o antifascista, los únicos enemigos de nuestra clase son la burguesía y sus perros guardianes! ¡Guerra social para liberarse!
El proletariado solo puede obtener su autonomía rompiendo de una vez y para siempre con la ideología democrática. Nada es democrático en la lucha de clases, que tantos proletarios estén entrampados en aquella tradición democrática no demuestra otra cosa que la debilidad de nuestra clase en periodos de reflujo. Es precisamente en estos momentos de ruptura violenta donde el proletariado logra dilucidar sus rupturas, afirmar su proyecto autónomo y revolucionario. Jamás el proletariado podrá imponerse por medio de la democracia, pues en ella residen las cadenas que lo atan a esta sociedad.”
Agencia de Prensa Proletaria -Chile-

Notas

1. Mike Davis: «Le pire des mondes possibles» La Découverte 2006.
2. Podemos citar al respecto el hecho de atribuir en lo que concierne a Brasil y Argentina, la limpieza de las barriadas proletarias exclusivamente a las «juntas militares» cuando en realidad dicha política fue impulsada, con una continuidad ejemplar por todos los gobiernos que se fueron sucediendo durante décadas. Evidentemente en la versión castellana, publicada en este mismo número, ese tipo de errores, así como otros menos importantes fueron corregidos.
3. Ver: «De la libertad: la libertad es la esclavitud» en Comunismo No. 43 (Enero 1999) , reeditado y mejorado en el libro «Contra la Democracia» de Miriam Qarmat, ediciones Ruptura, distribuido en América del Sur por Libros Anarres (Corrientes 4790, Argentina, tel +54-11-4857-1248; edicionanarres@gmail.com) y en Europa por Virus c/Aurora 23, 08001 Barcelona, España, tel/fax +42 93 441 38 14; virus@pangea.org)
4. Una explicación algo más detallada de estos mecanismos se encuentra también en el libro de Miriam Qarmat que citamos antes.
5. Algunos compañeros nos previenen diciendo que « esas cerezas » no son las primeras y que seguramente tampoco serán las últimas. Es verdad, pero también lo es el hecho de que todas esas innovaciones no son nunca otra cosa diferente que más de la misma porquería, que todo progreso no es más que la versión modernizada de los viejos espejitos de colores que los colonizadores daban a los indígenas a cambio de pudrirles la vida que tenían antes.
6. La denominación corriente « poder de compra », para referirse al salario real, a la cantidad de mercancías que pueden comprarse, no es para nada inocente. La misma es altamente significativa en cuanto a la forma que el Estado, y en particular la social democracia, entiende circunscribir el «poder» de la clase obrera al tamaño de un carrito de supermercado. No olvidemos entonces que si bien el monto del salario real en un momento dado expresa siempre la correlación de fuerzas entre las clases, por el contrario el hecho mismo de la compra de mercancías (y la venta de la fuerza de trabajo que la incluye y precede) no es para nada la expresión de ningún «poder», de ninguna conquista, sino al contrario de la esclavitud a la que nuestra clase se encuentra reducida.
7. Los medios burgueses más sutiles, menos sometidas a la reproducción servil de las versiones oficiales dictadas por el Pentágono, como es el caso de algunos de ellos en América Latina, por ejemplo, operan una diferenciación entre “terrorismo” (lo que dicho sea de paso legitimiza las campañas anti terroristas del Estado Mundial) y lo que ellos definen como «luchas o guerrillas de resistencia contra el imperialismo de EEUU e Israel» en la que ponen diversas expresiones de lo mismo, como si fueran casos diferentes. Clasifican así, por ejemplo, a las resistencias en Irak, Afganistán, territorios reprimidos por el estado de Israel, las luchas en el país vasco «español», en Colombia... De esa manera se crea una categoría mediática suplementaria, en donde en general no se afirma lo proletario sino la «resistencia nacional». En el fondo ese tipo de medios más de izquierda, realizan un ocultamiento todavía más subitil y efectivo de la lucha internacional del proletariado como clase.
8. Para una mayor información acerca de estas luchas y los objetivos que los «revoltosos» atacaron es recomendable el folleto: «C7 H16» publicada en 2006 subtitulada «G la rage..et je la garde» («la rabia y yo la guardo») telecargable libremente (en pdf para el folleto y en mp3 para el «street Cd que se adjunta) en la dirección siguiente: http://c7h16.internetdown.org – Contacto: c7h16@internetdown.org
9. Todas esas dimensiones ideológicos se concretizan evidentemente contra el proletariado, pero las mismas no constituyen nunca la base material de los conflictos sociales. Esas polarizaciones burguesas de mierda, como lo hemos expuesto muchísimas veces, tienen éxito cuando se puede enrolar a los proletarios en las mismas y esto es posible cuando a la lucha proletaria se la logra aislar y cantonar nacional o regionalmente, haciéndole así perder su contenido revolucionario e internacionalista.
10. Échanges BP 241, 75866 Paris Cedex 18, France. Email: echanges.mouvements@1aposte.net; http//www.mondialisme.org
11. Y agregan en nota: «Cuando Marx dice ‘el proletariado es revolucionario o no es nada’ ello implica decir que el proletariado individualizado, desmigado, frente al capital no es más que una clase en sí. La clase para sí es el producto de la superación del simple antagonismo de clase por su lucha y su solidaridad»
12. Sobre este punto pensamos que los compañeros de Échanges estarán totalmente de acuerdo con nosotros.
13. Como decía Amadeo Bordiga: «Mai la merce sffamera al uomo».