COMUNISMO

Dictadura del proletariado para la abolición del trabajo asalariado

Organo central en castellano del Grupo Comunista Internacionalista (GCI)


COMUNISMO No.57 (Febrero 2008):



¿Proletario yo?

Contribución a la definición del proletariado (1)

Primera Parte: Dominación de clase y negación del proletariado

* * *

La dominación burguesa se mantiene porque el proletariado no la destruye. Si hasta ahora no ha sido capaz de hacerlo es porque esta clase social no se ha constituido aún en fuerza lo suficientemente compacta y potente para ello.

Ahora bien, para constituirse en fuerza de abolición del sistema social se requiere que la lucha por la vida se cristalice en una actividad revolucionaria voluntaria y consciente. La consciencia histórica de la necesidad de constituirse en fuerza, en partido, está determinada a su vez por las condiciones materiales, por la explotación y la lucha contra la explotación, por la contradicción cada día más explosiva entre las posibilidades que tiene la humanidad en función del desarrollo de las fuerzas productivas y la miserable realidad en la que se mantiene la mayor parte de la especie humana.

Los revolucionarios han constatado más de una vez que esa determinación histórica general hacia la revolución social no es lineal, no es inmediata, y que puede ser retrasada, condicionada, desviada por muchísimos factores de orden político, ideológico, religioso, cultural, etc. Por eso en condiciones materiales impresionantemente catastróficas, como las actuales, la protesta contra dichas condiciones no se asume, directamente, como quisiéramos, como acción organizada y centralizada para la destrucción del capitalismo (2).

En esas condiciones hay diferentes tipos de movimientos sociales del proletariado, desde las simples protestas, huelgas o manifestaciones callejeras que responden a tal o cual acto de un patrón, un ministro o el gobierno, hasta movimientos mucho más generales y violentos que atacan a todos los partidos y fuerzas del capitalismo en presencia y que en los hechos están mostrando una tendencia mucho más general a atacar todo el orden burgués. Pero incluso en estos casos la consciencia que tienen los protagonistas de pertenecer a una misma clase que lucha en todos los países del planeta, la necesidad de organizarse y centralizarse mundialmente, la consciencia de la necesidad de destrucción de la sociedad burguesa, no es para nada comparable con la que caracterizó al proletariado mundial en los años 1917-23, ni tampoco con la que se desarrolló en los años 1968-73. En muchos de nuestros trabajos intentamos trazar las líneas generales que determinan y caracterizan el período actual de lucha y la contradicción entre la fuerza con que reaparece aquí y allá el proletariado internacional y su bajísimo nivel de organización internacional permanente, de asociacionismo, de conciencia de clase.

En nuestros diferentes textos analizamos los cimientos de la dominación burguesa, la democracia, los diferentes subterfugios de la misma para desarmar, desorientar y aplastar todo tipo de revuelta proletaria que no sepa, en un momento dado, pasar a la ofensiva y mostrarse como una fuerza centralizada compacta y decidida luchando por su dictadura contra la sociedad mercantil.

No es por casualidad que las herramientas del poder del capital son siempre las mismas. La repolarización de la sociedad en diferentes alternativas burguesas, del estilo derecha contra izquierda (3), antifascistas contra fascistas, liberales contra antineoliberales, nacionalistas contra imperialistas, frentepopulistas contra nacionalistas, dictadores contra demócratas, militaristas contra pacifistas, islamistas contra cristianos, republicanos contra monárquicos, no es una forma entre otras de reorganizar la dominación burguesa que está en peligro, sino el método general que tiene la sociedad (¡desde hace muchos siglos!) para transformar la rabia social contra la sociedad en rabia al interior de la sociedad, la guerra social en guerra interburguesa, la bronca proletaria en delegaciones y negociaciones al interior del estado, el cuestionamiento de toda la sociedad en cuestionamiento de una forma particular de dominación, la lucha contra el capitalismo en lucha en contra de una fracción burguesa y a favor de otra.

Si el secreto de la revolución es la autonomía del proletariado y la constitución del mismo en clase y por lo tanto en partido; la clave de la contrarrevolución es la atomización del proletariado y su canalización dentro de la sociedad al servicio de la lucha de tal fracción contra tal otra. Si los mayores triunfos de la revolución mundial están siempre ligados a la conquista de la autonomía de clase, a la transformación de la guerra imperialista en guerra social revolucionaria como por ejemplo el proceso que conduce a la insurrección de 1917 en Rusia o en Ucrania un poco después, los mayores triunfos de la contrarrevolución están todos ligados a una liquidación del proletariado como fuerza autónoma y su repolarización dentro de las fuerzas burguesas, como por ejemplo el proceso que va desde la insurrección proletaria de Asturias en 1934 y julio de 1936 en Barcelona hasta su alineamiento internacional en el fascismo y antifascismo y el comienzo de la “segunda” guerra mundial.

Esta forma general de acción de la contrarrevolución se articula con un conjunto de elementos fundamentales de la democracia, como el terrorismo de Estado, las promesas parlamentarias, los escuadrones de la muerte, las guerrillas nacionalistas, las patotas patronales o/y sindicales, los llamados a elecciones, las movilizaciones para defender el Estado de derecho,... elementos todos que confluyen para desarmar y liquidar al proletariado. Nuestros trabajos sobre la actualidad contienen cientos de referencias y explicaciones concretas como tal o cual partido de tal o tal país utiliza la bandera electoral, la bandera nacionalista, la bandera de la paz, la bandera de los derechos del hombre ... para aturdir al proletariado en el momento decisivo, para desviarlo de sus objetivos propios, para hacer diversión en el mismo momento en que otras fracciones (¡o las mismas!) organizan la masacre y el aprisionamiento de sus elementos más decididos. Al estos elementos podríamos designarlos aquí, solo a los efectos de ser más claros, como los elementos políticos de la dominación democrática.

En otros trabajos hemos descrito el funcionamiento normal de la sociedad burguesa actual, el proceso general de atomización cotidiano, de ciudadanización, de imbecilización generalizado que ha hecho del ser humano un bien amaestrado animal cuya actividad central consiste en ser espectador (¡y no solo televisivo!). Contribuyen a dicha obra (4) todos los medios de de información, lo que se llama arte y cultura, la escuela, la ciencia, las iglesias y sectas, las estructuras alternativas, los medios de comunicación y fabricación de ideas,  la urbanización, los productos químicos, drogas y psicofármacos, los juegos, la seguridad social, la medicina, la psicología, los circos y otras distracciones organizadas,...Solo para hacer esta exposición lo más clara posible los denominaremos elementos sociales de la dominación democrática.

Es indispensable tener claro que ambos tipos de elementos, al mismo tiempo que son diferentes caras de la misma realidad, están a su vez determinados por lo que es la esencia de la dominación democrática, la economía mercantil, la producción y reproducción de la sociedad como confluencia de vendedores y compradores libres de mercancías, como encuentro de individuos confinados en su propio ser, como pugna de egoísmos recíprocos, como la expresión de la lucha de todos contra todos, como contraposición libre de arbitrios e intereses privados. Al respecto no debe olvidarse que los tan cacareados derechos humanos no son más que la formalización jurídica de esta oposición recíproca entre los individuos, que “ninguno de los llamados derechos humanos va por tanto más allá del hombre egoísta, del hombre como miembro de la sociedad burguesa, es decir del individuo replegado sobre sí mismo, su interés privado y su arbitrio privado y disociado de la comunidad” (Marx: “La cuestión judía”).

Está muy lejos de nosotros el pretender separar o dividir la dominación burguesa en sus aspectos económicos, políticos, ideológicos, sociales como hacen los estructuralistas como si aquellos aspectos pudiesen ser tratados como entidades separadas (¡que luego la teoría articula!); toda nuestra concepción concibe a la totalidad como calidad diferente de la suma de las partes. Además basta aislar un elemento para comprobar que en él se encuentra la totalidad, que lo social, por ejemplo, es a la vez económico, ideológico y político (5). No hay duda pues que no se tratan de diferentes realidades o estructuras sino únicamente de aspectos, de ángulos de percepción, de una misma realidad, como sucede por ejemplo con conceptos como el de capital, burguesía y Estado burgués por un lado o clase y partido proletario del otro.

Lo que hacemos es utilizar una clasificación relativamente arbitraria de los diferentes elementos para poner en evidencia mejor la democracia como globalidad y el análisis que podemos efectuar por separado de los aspectos de esa totalidad sólo tiene validez entre nosotros en la medida que contribuye a captar la globalidad de la dominación burguesa (o que nos permite más fácilmente discutir de ella) y es concebido como parte de una acción contra esa globalidad. Como el lector puede comprobar, la mayoría de nuestros trabajos al respecto denuncian la totalidad de la dominación burguesa y están concebidos como armas de lucha contra la misma. Y ello incluso cuando tratamos únicamente de un aspecto de esa totalidad, en la medida en que siempre ponemos en evidencia la ligazón efectiva que tiene ese aspecto con la lucha internacional e histórica contra la sociedad burguesa en su conjunto.

Es con esas premisas que definiremos el objetivo específico de esta pequeña contribución. Trataremos de analizar un elemento fundamental y de base que hoy es decisivo en la reproducción de la totalidad, en la persistencia de la contrarrevolución. Como veremos en este artículo el elemento primario, que caracteriza la forma actual de la dominación burguesa y permite la coherencia actual de los elementos económicos, políticos y sociales de la democracia, es la inconsciencia de clase, la mitología que permite al proletario hoy considerarse cualquier cosa menos un proletario. Primario, básico, porque es sobre esa no consciencia de pertenecer a una misma clase que se fundamenta toda la dominación.

Pondremos en evidencia entonces que la clave de la dominación burguesa en la actualidad es el haber extendido la negación histórica del proletariado como clase, luego de las derrotas de las mayores olas revolucionarias de la historia (6) a un nivel tan generalizado que el proletariado mismo reproduce esa negación, porque en su vida de todos los días, se desconoce como clase, porque su práctica no es realmente práctica clasista. De más está decir que esa negación del proletariado como clase, base de toda esta sociedad de explotación, miseria y destrucción sin fin, aunque encuentre en la consciencia su expresión, no es una mera cuestión teórica y mucho menos una simple cuestión de ideas, sino un problema eminentemente práctico y que solo encontrará su solución histórica en la práctica revolucionaria.

La clave de la dominación burguesa en la actualidad es el haber extendido la negación histórica del proletariado como clase... a un nivel tan generalizado que el proletariado mismo reproduce esa negación, porque en su vida de todos los días, se desconoce como clase, porque su práctica no es realmente práctica clasista.

La inconsciencia de clase

En efecto, la televisión y el fútbol, las elecciones y los sindicatos, la “droga” y la “música”, la play station y los consoladores (teléfonos móviles, chats...), la política de izquierda y de derecha, las distintas banderas nacionales, la corrupción y la “crisis”, el (¡¿neo?!)liberalismo y su oposición, las bandas parapoliciales y sindicales, la guerrilla nacionalista y la islámica, el alternativismo y sus talleres autogestionados, los gobiernos populares y las campañas antiterroristas,... funcionan perfectamente como mecanismos de falsificación, de desviación, de canalización, de repolarización (7), de destrucción de los esfuerzos del proletariado por organizarse, porqueel proletariado mismo no se reconoce como clase y porque desconoce su potencia histórica y su programa.

O formulado de otra manera. Si hoy le resulta tan fácil a la burguesía responder a una lucha proletaria en cualquier parte, ello se debe sin dudas a que el proletariado del resto del mundo no se reconoce en la misma, a que por un conjunto de mecanismos de control (y hasta de fabricación) de la información, de la historia... el capitalismo logra que los proletarios del mundo crean que lo que sucede en otra parte no tiene nada que ver con lo que sucede “aquí”, al hecho de que la ausencia de asociación, de discusión, de prensa proletaria internacionalista... se cristalice en una total inconsciencia en cuanto a la realidad, llevando a una dispersión total de la potencia proletaria mundial que queda reducida a un conjunto de espectadores que se imaginan que en “Albania la gente protesta contra una gigantesca estafa”, en “Argelia quieren imponer el islamismo”, en “Estados Unidos los que protestan son los negros o los latinos... de todas formas ahí no hay miseria”, que en “Argentina o Brasil hay saqueos porque hay hambre provocada por la corrupción”, que en “Irak la lucha es entre las masas dirigidas por los nacionalistas y el Estado central” o peor “entre diferentes fracciones islámicas” “que en África se lucha entre tal o cual tribu o etnia”, que en “México la alternativa es el subcomandante Marcos”... (8) y/o que la contradicción es entre un Chavez y un Bush.

Ese sentimiento de que lo que pasa en otra parte es diferente, es evidentemente clave en la negación del proletariado como clase. A él contribuyen todos los mecanismos ideológicos. La insolidaridad general de clase, se sustenta en que a cada uno se lo hace creer que él no será afectado por lo que pasa en el mundo, que su salvación está en la mejora local (de la comuna o la ciudad), que él estará a salvo gracias al sindicato o a la mejora de la economía nacional. Todas las estructuras del capital le dirán que aquella lucha no es la suya y cuando no logran convencerlo organizarán una campaña humanitaria para destruir la solidaridad de clase y enfrentar la acción directa del proletariado en lucha.

Resultaría absurda una discusión que quisiera determinar si la destrucción del proletariado por la contrarrevolución (luego de las diferentes olas revolucionarias de 1917/23 y en menor medida de 1967/73) es la que “explica” ese desconocimiento general que tiene el proletariado de sí mismo como clase y consiguientemente el actual éxito en los mecanismos actuales de la democracia; o si por el contrario es el funcionamiento normal de esos mecanismos los que por su efectividad en la idiotización (también en el sentido original de desconocimiento, desinterés por “la política”) generalizada hacen posible que el proletariado se desconozca a sí mismo, que ignore totalmente lo que sucede en el mundo hoy y lo que sucedió antes cuando efectivamente el proletariado se contraponía como fuerza mundial consciente (9) a todo el orden establecido. Es un hecho que ambos procesos han contribuido y contribuyen a ese desconocimiento de clase que caracteriza hoy al proletariado.

Resulta mucho más interesante para desmenuzar (analítica y  prácticamente) la dominación burguesa estudiar los diferentes niveles de este desconocimiento del proletariado de su propio ser, de esta autonegación negativa del proletariado como clase internacional: negación de su propia vida, de su propia lucha, negación que reproduce la dominación burguesa.

Entendemos por “negación negativa del proletariado” la que realiza el desarrollo mismo del capital, su reafirmación, su reproducción ampliada, porque en la misma el proletariado no es sujeto sino simple objeto: negación de su fuerza, atomización ciudadana, reducción a simple parte del capital reproduciéndose (capital variable). El ejemplo supremo de esta negación es la masacre generalizada en la guerra imperialista en donde como carneros con banderitas nacionales respectivas los hombres se matan entre ellos, constituyendo así parte indispensable del ciclo del capital reproduciéndose (crisis, guerra, reconstrucción, expansión, crisis...): aquí, el proletariado no es más que carne de cañón. En oposición a esto, como veremos en este texto, entendemos por negación positiva del proletariado su constitución en fuerza, en clase dominante, para abolir el trabajo asalariado y el capital y por lo tanto todas las clases sociales, negándose así positivamente como clase. En ambos casos el proletariado se niega, pero mientras en la negación negativa el sujeto activo es el capital, en esta última, que es además una negación definitiva e infinitamente más rica en determinaciones, el sujeto es el proletariado mismo y es en este sentido que puede (debe) concebirse la revolución comunista como la autonegación del proletariado.

Es precisamente esto lo que queremos tratar en este texto como pequeña contribución a la inversión de la praxis que concluirá con la reafirmación del proletariado, su constitución en clase y por lo tanto en partido, para su verdadera autonegación positiva: la constitución en clase dominante para abolirse como clase y abolir así para siempre todas las clases, toda la explotación y toda la dominación secular de clases y constituirse en verdadera comunidad humana mundial.

Sentimientos individual y colectivo, sociológico y político de la no pertenencia al proletariado

El no reconocimiento del proletariado como clase, que encuentra su máxima expresión en los niveles sociales y políticos, cuando la mayoría del proletariado mundial desconoce como suya una lucha en cualquier otra parte, puede asumir innumerables formas o aspectos, desde las más particulares e individuales a aspectos mucho más generales e ideológicos.

Causa y/o consecuencia, resulta claro que hoy el proletario no siente como suya la lucha del proletario en otra parte del mundo, de la misma manera que tampoco se siente proletario en el sentido más elemental de la palabra.

A alguno lo hacen creer que no es proletario porque es empleado, el otro cree que no lo es porque está desocupado, el de más allá se siente campesino en oposición al obrero, otro se cree comerciante porque es vendedor ambulante, muchos otros se sienten demasiado niños o demasiado viejos para ser proletarios, habrá también quien por ser mujer se sienta menos concernida por la cuestión de su clase o quien sienta la opresión racial como más determinante que la de clase y en vez de sentirse proletario negro, proletario latino o proletario amarillo, se siente negro, latino o amarillo... y para quienes superen estas formas más elementales de negación inmediata de la realidad de proletario habrá otras formas más político-ideológicas de esa misma negación como el sentirse “antiimperialista”, “antineoliberal”, “palestino”, “judío”, “cubano”, “de izquierda”, “francés”, “yanqui”, “aymara”, “kurdo”, “croata”, “obrero de un país rico”, “feminista”, “antiracista”, etc. Justamente esas negaciones del proletario mismo son las que consolidan la ideología burguesa del “verdadero proletario” que como se sabe es obrero industrial hombre, nacional, y mira con desprecio al lumpen, al estudiante, al que saquea, al inmigrante, a la mujer y a “todos esos negros”.

Un compañero de nuestro grupo que trabajaba en la industria automotriz como obrero fue convocado un día y se le dijo que cambiaría de estatuto, que sería promovido, que desde ahora en adelante no sería más obrero sino empleado. Fue toda una sorpresa el constatar la semana siguiente que solo ganaba medio por ciento más y que su trabajo continuaba siendo el mismo, pero que por supuesto se le había otorgado un estatuto por el cual ya no debía sentirse igual que los obreros que trabajaban junto a él, se lo invitaba así a participar en la ilusión de distinguirse de sus compañeros de siempre. Otro compañero que era granjero y vivía trabajando para pagar a los bancos que le prestaron para comprar la granja, a los capitalistas vendedores de la semilla y los fertilizantes, a los que le vendieron la poca maquinaria que compró a plazos... (en muchos casos se trata de una sola empresa que asegura todas estas funciones como capitalista) constataba que en la región ninguno de los que vivía como él se consideraba parte del proletariado, que era muy difícil proponer actividades comunes porque casi todos se creían propietarios. Un vendedor de revistas en el subte (metro) y en los ómnibus nos contaba también que en dicha profesión la mayoría se cree libre, comerciante... y no tienen consciencia de que en la práctica están vendiendo su vida, su fuerza vital a cambio de unas migajas que les permiten subsistir.

Entre los que se denominan “cuellos blancos” la inconsciencia de clase, es decir la ilusión de no pertenecer al proletariado, es todavía peor. El hecho de que la producción se cosifique bajo formas más abstractas y la ideología de distinguirse del obrero manual aumenta la ilusión. Está el oficinista convencido no sólo de que su trabajo es menos fatigante y destructivo que el del obrero de fábrica o el minero y de que no es comparable cagarse la vista (¡y mucho más) con el computador 8 horas por día con la vida miserable de un minero, sino que en base a esto se considera muy superior y diferente del otro y ni por asomo se da cuenta que la esencia de su vida es exactamente la misma: la venta de sí mismo para poder subsistir. Está el maestro de escuela que porque modela cerebros en vez de otras materias mercantiles cree que es menos proletario o el empleado de estado a quien se le promete el empleo de por vida y por eso cree tener, a diferencia del resto de su clase que vive la amenaza permanente de la desocupación, el futuro asegurado, una seguridad que lo situaría totalmente afuera del proletariado.

Los escolares, los estudiantes o en general los sectores que no están en ese momento vendiendo su fuerza de trabajo y “siendo directamente explotados” (10) se creen en general flotando entre las clases y mucho menos proletarios que el obrero que vive al lado o hasta ¡en su propia casa!. Todo lo que socialmente se designa por educación y cultura está destinado a producir trabajadores con consciencia de ciudadanos, proletarios con ideología de “hombres libres”, productores con la ideología de “consumidores”. A los hijos de proletarios que van a la escuela primaria, secundaria y/o universitaria, que reciben además unas buena dosis cotidiana de televisión y van siendo así formados como fuerza del trabajo del capital (¡toda la formación científico técnica es esto y nada más que esto!) se les inculca (¡de la misma manera que en la Edad Media se les imponía el cristianismo!) el libre arbitrio con respecto a sus vidas, se les oculta que son parte de una clase reproduciéndose como esclava. Cuanto más libre se cree el proletario (“soy libre de decidir”) (11) más dócil y sumiso será con respecto a su explotación, más idiota útil será en toda su vida. Así, al mismo tiempo que se le va imponiendo, desde la guardería o los primeros años de escuela, elementos indispensables para aceptar luego la disciplina de la oficina, la fábrica o el supermercado (disciplina y orden escolar, horario de trabajo, recreación como corta suspensión entre dos tiempos de trabajo, volver a la casa para reproducir sus energías para soportar... más escuela y luego más trabajo), se le hace creer que está estudiando para decidir lo que luego será, para poder ser “libre” luego. Así el aprendiz de esclavo repite la frase que le impone su opresor y que lo encadena: “estudio para poder trabajar en lo que quiera”. Lo que el esclavo asalariado cree que es su libertad son en realidad las leyes del mercado de fuerza humana que se ofrece al mejor postor para ser explotada. Aquella creencia permite que la oferta de fuerza de trabajo se adecue a las necesidades futuras del capital que se expresará en la demanda de esclavos asalariados. Su función de clase reproduciéndose como explotada será mejor asumida en la misma medida en que sus componentes se crean realizando su libertad; esos esclavos preparando y afirmando su propia esclavitud asalariada serán tanto mejores en la misma medida en que se crean no pertenecer a la clase de los explotados. Incluso cuando los estudiantes de hogares proletarios entran en lucha no rompen o no lo hacen de manera suficientemente radical con toda esa ideología, esa inconsciencia de clase se cristaliza en la pretensión de ser un movimiento propio, “el movimiento estudiantil”, sin contar aquí la fuerza de las ideologías marxistas-leninistas u otras que hablarán de un “movimiento pequeño burgués” y repetirán a coro con toda la contrarrevolución que “los estudiantes quieren tal cosa o reclaman tal otra”, que “el movimiento estudiantil aspira a...” ¡cómo si pudiesen tener intereses propios!; ¡como si existiese entre el capital y el proletariado un tercer sector en el medio de las clases con intereses diferentes a ambas! Todas las ideologías sobre la originalidad del “movimiento estudiantil” expresan los intereses de la clase dominante, su deseo de que exista entre ella y el amenazante proletariado una categoría sin clases que sirva de amortiguador, de colchón social. ¡Cómo si en una época de la vida los seres humanos pudieran reproducirse sin pertenecer a ninguna de las clases! ¡Cómo si por el hecho de ir al liceo o a la universidad se diluyera la pertenencia a una clase social!

Lo mismo sucede con otras categorías policlasistas como la de campesino, que solo quiere decir habitante del campo (¡cómo ciudadano, quiere decir original y evidentemente, habitante de la ciudad!) y que invariantemente sirve para confundir y someter al proletariado agrícola. Al poner al trabajador del campo en una misma bolsa que el capitalista agrario y el terrateniente se lo aísla de su hermano proletario de la ciudad y de los otros países. Y sobre ese suelo mojado llueven luego los discursos sobre la miseria de los paisanos, sobre el aislamiento de los sin tierra y la pobreza del campesino,... La tan cacareada debilidad del campesino no es otra cosa que ese proceso ideológico de separación y aislamiento que la burguesía de todos los colores reproduce por todos los medios a su alcance. Cuando además hay características raciales o económicas que permiten aumentar todavía más esta separación se insiste en ellas, como hizo históricamente el marxismo leninismo para aumentar la explotación y desarrollar el capital, como reproducen en la propaganda las organizaciones estalinistas y maoístas o hasta en el cine izquierdista latinoamericano. Así se habla de campesinos, de indígenas, de cuentapropistas, de paisanos pobres y medios, desconociendo incluso la unidad real del movimiento proletario en lucha contra el capital y el estado.

Miserabilismo y aislamiento de los que luchan

Pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre los miles de mecanismos más sutiles o más burdos con que el capitalismo le esconde la realidad inmediata de proletario a su enemigo histórico, negándolo como tal y haciendo de él, de esa manera, su víctima. Hasta la “inocente” descripción de la miseria absoluta, de la miseria extrema, acompañada de todo tipo de alternativas caritativistas forma parte de esta negación del proletariado como clase: la insistencia hasta el cansancio en el lado “objetivo” de la miseria (como por ejemplo se hace con “los indios de Chiapas” o los condenados al hambre en África) impide ver el aspecto dinámicamente subversivo de la misma y tiene por objetivo liquidar la solidaridad revolucionaria en nombre de la pobreza.

Así, cuando esos “pobres”, asumiendo prácticamente todas sus determinaciones proletarias, entran en abierta revuelta contra el capital y el estado, los dormidos proletarios del resto del mundo, si por acaso se enteran, no ven en la misma más que una protesta de “pobres”. Sobre esta base es muy fácil para el estado organizar el aislamiento total de esos proletarios en lucha: a los “pobres indios”, a los “pobres negros” se les envía algunos kilos de arroz con la condición claro está de que abandonen su pelea. Las ONG, los humanitaristas de izquierda y derecha, las iglesias, partidos y sindicatos utilizan esta inconsciencia de clase generalizada para que los proletarios de todo el mundo se queden con la consciencia tranquila por haber hecho un poco de caridad, mientras en realidad se transforman en partícipes objetivos de la liquidación de la revuelta proletaria.

La propaganda estatal o paraestatal tiene por función esencial, en todas partes, la división del proletariado. Cada reemergencia del proletariado como clase va acompañada de una descalificación voluntaria y consciente de los sectores de vanguardia proletaria, de los sectores que llevan la contraposición de la propiedad privada al terreno de la acción directa. En absolutamente todas las revueltas proletarias esa descalificación va dirigida, en primer lugar, a que los proletarios de esa misma región o país no se sientan concernidos, y si se puede que se opongan a la misma y en segundo lugar a aislar esa revuelta de los proletarios de otras regiones y países.

Así se descalificó como revolución campesina a la lucha del proletariado en México, Rusia y España en la primera mitad del siglo XX y en todos los casos se le atribuyó a la lucha objetivos diferentes que la lucha del proletariado internacional. Primero se negó el carácter proletario de la revolución en México con la participación de la gran mayoría de los partidos llamados socialistas y anarquistas que proclamaban que, en ese país, el proletariado tenía interés en desarrollar primero el capitalismo y que el gobierno de tal y cual era además de progresista antiimperialista. Luego se le atribuyó a la revolución en Rusia objetivos únicamente demócrataburgueses y de desarrollo del capitalismo, aislándose así a los proletarios que, en el campo y las ciudades de ese país, habían proclamado la revolución social contra el capital. Unas décadas después, contra la lucha del proletariado en España se creó un muro de falsificación antifascista, negando con el terror republicano y estalinista y la propaganda internacional antifascista la verdadera lucha de los proletarios en ese país. Y estos son sólo tres ejemplos, evidentemente importantísimos, de esa ola de lucha que conmovió todos los continentes.

Años más tarde, se le atribuyó a toda la ola revolucionaria internacional del 1968/73, en cada país objetivos diferentes, para lo cual sirvió muchísimo la división ideológica del mundo en tres (¡del primer al tercer mundo!) y cuando en países y regiones enteras el proletariado cuestionó con las armas el poder burgués, las organizaciones de izquierda cómplices se encargaron de aislar esas revueltas diciendo que eran movimientos del tercer mundo, que solo eran estudiantes, o que era la aristocracia obrera (12).

Más cerca de nosotros, al proletariado  insurrecto en Irán (fin de los años setenta), o años más tarde en Irak (principios de la década del 90), se lo descalificaba como islamista. Y en los últimos años toda la propaganda burguesa fue utilizada para decir que los piqueteros argentinos no eran más que desocupados y lúmpenes, que los jóvenes de los banlieues (suburbios) franceses no pertenecían al proletariado, que las revueltas en cualquier parte sólo son “revueltas de hambre”...

La propaganda burguesa para esa descalificación (del gobierno, y de la oposición y hasta de los que se proclaman revolucionarios) es siempre burda, primaria, racista, obrerista, sexista, imperialista, eurocentrista... Ni siquiera importan los argumentos, “son jóvenes”, “son lúmpenes”, “tienen otro color” “no tienen criterios y queman los autos de los obreros”, “son inmigrantes”, “son musulmanes”... lo importante es proclamar que el que lucha es diferente, que su color de piel no es el mismo, que su cultura explica ese “acto irracional”. Lo crucial es que el proletariado de ese país no se sienta solidario, que los proletarios de otras partes consideren esa revuelta como extraña a su propia vida, a su propia condición de existencia, a su propia pelea.

Ese tipo de falsificación es esencial a la dominación burguesa. La misma funciona porque el proletariado no puede entrar en lucha como totalidad mundial, sino que necesariamente las luchas son desiguales a nivel sectorial, regional... Aunque por su contenido la lucha proletaria en cualquier lugar contiene los intereses de la clase mundial y de la humanidad toda, la misma se manifiesta necesariamente en alguna parte, y precisamente en esa contradicción entre lo global y lo particular es que toda la contrarrevolución actúa, para que en lo particular no se asuma lo global, para que los proletarios de otras partes no sientan como suya la lucha de los proletarios en cualquier parte. Esa falsificación es el combustible mismo de este sistema y de la dominación de clase, es mucho más que un problema de ideas, es la negación práctica del proletariado como clase mundial y lo que le permite al capital enfrentar al proletariado paquete por paquete.

Así se da la paradoja que el capital que contiene en sí todas las divisiones, toda la competencia, todas las guerras y masacres imperialistas, actúa como unidad frente a toda acción proletaria en cualquier parte; mientras, que el proletariado que contiene la unificación humana, la comunidad humana surgiendo en contraposición con el capital en todas partes, que en cualquier lucha local está expresando por su contenido el porvenir comunista, actúa separado y desunido frente al monstruo capitalista mundial. Así se reproduce la dominación general del capital y el proletariado es negado en su vida misma como clase, como fuerza, como perspectiva y programa revolucionario.

El capital que contiene en sí todas las divisiones, toda la competencia, todas las guerras y masacres imperialistas, actúa como unidad frente a toda acción proletaria en cualquier parte.

El desarrollo de la negación: hasta la guerra imperialista

La negación efectiva del proletariado como fuerza, basada en esa propaganda obrerista, racista, elitista, imperialista, es la que permite aislar a los sectores en lucha, pero es además la que consolida la ciudadanización de los proletarios, la ideología principal para hacer a los proletarios cómplices de su propia burguesía, la que permite enviar a los batallones de obreros al campo de batalla contra la revolución, la que en última instancia permite que todas las guerras represivas e imperialistas sean posibles.

La negación del proletariado como clase es la que posibilita, por ejemplo, que la burguesía en México, en plena revolución proletaria y gracias a los servicios de la socialista y libertaria Casa del Obrero Mundial y su discurso “antiimperialista”, logre reclutar batallones represivos diciendo que los revoltosos solo son campesinos. Esa negación del carácter proletario de la revolución social en México, permitió aislar al proletariado de ese país en plena lucha de sus hermanos de clase en todo el mundo: la prensa internacional habla de revuelta campesina. Organizaciones “socialistas”, “libertarias”, de otras partes del mundo dicen que no es más que una lucha política para imponer tal o cual caudillo (13). No se trata solo de un ejemplo, particularmente importante porque es así que se liquida la primera gran revolución proletaria del siglo XX, sino del método general que la burguesía emplea para negar el movimiento proletario, aislarlo y destruirlo prácticamente.

¡No existen batallones de burgueses y generales para reprimir! Como en México entonces, siempre fueron y serán proletarios encuadrados por la democracia que tirarán contra los proletarios insurrectos. La reproducción ampliada de la sociedad burguesa en su conjunto depende de esta indispensable masacre de los proletarios en lucha por otros proletarios actuando como fuerza de choque capitalista.

La máxima expresión de esta negación del proletariado es la guerra imperialista, es decir cuando el proletariado en base a diferentes pretextos (la paz, la democracia, la patria...) es puesto al servicio de su propia burguesía y se lo alista al servicio de “su propio” estado. El festín máximo del capital es la guerra interimperialista, es decir esa suprema negación negativa del proletariado en donde los proletarios defendiendo sus respectivas “patrias” (en realidad los intereses del capitalismo) se masacran mutuamente. La desaparición del proletariado como clase llega a su máxima expresión cuando sólo actúan los pueblos despedazándose, las patrias enfrentándose. La destrucción de seres, la mutilación, la liquidación de los medios de vida necesarios al ser humano, confirma esa negación horrenda del proletariado llevada a su súmmum.

Más globalmente, en toda la historia del capitalismo se puede constatar que las potencias imperialistas se desarrollan como represoras y gendarmes internacionales de represión de toda revuelta proletaria, precisamente por la sumisión de “su propio” proletariado al funcionamiento de esa potencia imperialista: por proporcionar los hombres que realizan esa represión internacional, por contribuir a la misma con su trabajo, sus votos, su pasividad... Las acciones internacionales de represión del movimiento del proletariado internacional son posibles porque en las potencias que realizan esa represión la negación del proletariado como clase se encuentra lo suficientemente consolidada para que el estado pueda seguir reclutando para esas masacres y/o para la contribución pasiva a las mismas, en fin, porque la oposición a esa política imperialista no es más que una mera oposición de opinión y/o pacifista y no se logra cristalizar como una real contraposición proletaria, revolucionaria, que impida esas guerras y masacres.

Sin esa negación del proletariado que actúe al servicio del capital, sus guerras, sus masacres, sería imposible que esta sociedad siguiera existiendo. De ahí que sea tan importante la afirmación del proletariado como clase o mejor dicho afirmar el proceso por el cual el proletariado, contra todas las falsificaciones ideológicas, se define prácticamente como clase, como fuerza y proyecto revolucionario. Esto es lo que intentaremos delimitar en la segunda parte de este texto que publicaremos próximamente.

Notas

1. “Definición” no en el sentido que le da la ciencia, la burguesía, no en el sentido meramente ideológico, conceptual, sino en el sentido de definición histórica, de determinación práctica, como veremos a los largo de esta contribución. Lo mismo es aplicable al término negación.
2. Entiéndase bien, que no decimos, como haría la socialdemocracia, que esa lucha no es una lucha histórica sino inmediata, que tampoco decimos que es una lucha solo económica, etc., sino que subrayamos que aunque ella sea por su esencia una lucha de contraposición al capital y el estado no se asume como tal. Para nosotros no se trata de introducir la consciencia, ni el carácter final e histórico de la lucha contra el capitalismo porque en la medida que el progreso del capitalismo va desarrollando toda su barbarie cualquier lucha que se base en las necesidades humanas se contrapone con la rentabilidad del capital y en su sentido más general es una lucha esencialmente revolucionaria. Pero lo que decimos es que en períodos como el actual de poco asociacionismo clasista, casi nulo conocimiento del programa revolucionario, etc. esas luchas no asumen lo que realmente portan en su seno, no desarrollan la potencia que contienen, no se apropian de su propio contenido revolucionario, lo que se concreta en la no asunción de las tendencias inherentes a la generalización, la organización, la centralización... En ese sentido es mucho más correcto decir que “no se asume como acción revolucionaria centralizada” que decir “no se transforma en” aunque aquella construcción, es muy poco utilizada por resultar mucho más pesada.
3. No olvidemos que la realidad de esas categorías interburguesas es relativa como los revolucionarios lo han afirmado siempre. No se trata de programas socioeconómicos diferentes sino de diferentes discursos de encuadramiento y dominación. No hay una derecha que sea realmente diferente de la izquierda. El fascismo que hoy se considera de derecha proviene de la izquierda y ha extraído su programa de la izquierda del socialismo italiano. El nazismo o el franquismo por su parte han realizado partes esenciales del programa de lo que entonces se autoproclamaba socialismo y del mismo frentepopulismo. En fin todo nacionalismo es inherentemente imperialismo, la mejor de las democracias es incuestionablemente una dictadura y la más cruel de las dictaduras realiza la democracia...
4. Sería imposible hacer una enumeración exhaustiva de esos elementos tanto por la extensión como por la heterogeneidad de los mismos y porque necesariamente entre ellos siempre se pueden clasificar y reclasificar y unos se pueden incluir en otros y viceversa. No debe olvidarse que todos ellos aunque asuman formas de estructuras complejas o de instituciones producen mercancías y sobretodo contribuyen a la fabricación de la principal de ellas: la fuerza de trabajo siempre presta a aceptar la explotación y dominación.
5. Esto es todavía más claro si vamos más hacia lo particular y tomamos cualquier elemento importante, lo veremos reaparecer en todas las esferas en las formas más variadas. Por ejemplo la ciencia es como se dice clásicamente una fuerza productiva del capital cuando se pone al servicio de la producción (aumento de la composición técnica del capital) y explotación (control de tiempos y movimientos, gestión del personal,...) y se podría clasificar en lo económico. Pero inmediatamente aparece que la misma se utiliza para organizar las ciudades en función de las necesidades de circulación de las mercancías y contra los posibles levantamientos proletarios (y se llama urbanización), o para amansar a las masas en base a productos químicos de todo tipo, o para falsificar los alimentos, o para reprimir manifestaciones, o para la guerra o para ocultar el origen de la deficiencia inmunológica en vías de generalización y atribuírselo a un virus, o para cualquier otra campaña de intoxicación física y/o ideológica... Y sería fácil comprobar que con este análisis se podría hacer un enorme viaje hasta lo infinitamente pequeño.
6. Como dijimos en la nota acerca de la “definición” del proletariado, nosotros hablamos de “negación” en el sentido práctico, como derrota física, político/ideológica y como reproducción histórica de la misma. Ver más adelante.
7. No olvidemos que el trabajo mismo hace de la actividad vital una actividad enajenada, que la reproducción entera de la vida bajo el capital es reproducción de la enajenación, que produciendo el proletario reproduce al mismo tiempo el poder de su enemigo y su propia enajenación humana. Que todos los mecanismos ideológicos mencionados se sustentan en esa reproducción de la enajenación.
8. Ver en Comunismo número 45 el subrayado titulado “AMÉRICA ¡Arriba los que luchan contra el capital y el estado!” en donde constatábamos que las importantes luchas que se desarrollaban en un conjunto de países de América eran encasilladas y falsificadas por todo el sistema dominante de información presentando lo que sucedía en cada país como algo totalmente diferente, cuando en realidad se trata en todos lados del mismo sujeto, el proletariado internacional: “campesinos e indígenas” en Paraguay, “indígenas” en Ecuador, “campesinos” sin tierra en Brasil, “familiares de los desaparecidos” en Argentina, “mineros” en Chile, “manifestantes” y “lumpenes” en Costa Rica, “estudiantes” en Mexico.
9. Para nosotros “consciente” no quiere decir nunca mayoritariamente consciente, ni tampoco intelectualmente consciente. Habrá más de uno que nos diga que la mayoría no era consciente tampoco en el 1917/19 y/o que no hay documentos para afirmar el elemento consciente en el sentido de la totalidad del programa revolucionario. En efecto estarán constatando debilidades evidentes incluso presentes en la ola revolucionaria más importante que ha conocido la humanidad. Nosotros decimos “consciente” en términos relativos e históricos y porque en esos tiempos el proletariado llegó a existir como fuerza internacional que se reconocía como tal: millones de proletarios en todo el mundo reconocían la lucha proletaria en otras partes como su lucha, como la misma lucha histórica de la humanidad contra la sociedad capitalista. Se trataba de una fuerza internacional consciente y actuante independientemente de los límites de esa consciencia, independientemente de mayorías o minorías en las diferentes regiones, independientemente de que dicha consciencia no llegase a expresar con toda su fuerza a nivel intelectual. En fin “consciente” en términos relativos a toda la historia de nuestra clase.
10. Es imprescindible aclarar tres cosas que, en realidad, sólo pueden ser comprendidas en toda su significación teniendo en cuenta la totalidad de la crítica de la economía y sociedad burguesa realizada por los comunistas desde siempre y en particular el conjunto de nuestras publicaciones acerca de la delimitación histórica de nuestra clase. Primero, que el considerar que los mismos no son productores de valor es el punto de vista del capital cuya utopía es sin dudas que toda la humanidad esté siempre produciendo inmediatamente valor, pero en la realidad estos sectores reproductores de la fuerza de trabajo son indispensables en la valorización global del capital. Más, ese punto de vista refleja las dificultades de siempre del capital de concebirse como capital total porque el mismo no es otra cosa que suma de capitales individuales, de ahí que considere a todos esos sectores como improductivos. Segundo que incluso en los casos en que el capitalista individual no gane directamente a costa de ellos (como en los casos donde la enseñanza misma es un negocio particular), dichos sectores contribuyen a la creación del valor (fuerza de trabajo valorizándose) y forman parte del trabajador colectivo que reproduce el capital total. Socialmente no son más que fuerza de trabajo desarrollándose en función de las necesidades del capital. Tercero, que nuestra posición de clase implica situarnos en las antípodas de aquel punto de vista. Cómo no partimos del valor reproduciéndose (y mucho menos del capital individual), sino de la humanidad sometida a la dictadura de ese valor en proceso, los criterios de clase no los hacemos derivar en absoluto de la discusión acerca de la producción inmediata de valor o del absurdo inmediatismo que espera clasificar a cada individuo en una clase social. Como expondremos en este texto y en general en nuestras contribuciones las clases se determinan por sus intereses, por su lucha, por su contraposición.
11. Ver Comunismo Nº 43 “De la libertad”, “La libertad es la esclavitud asalariada”.
12. Este calificativo (como el de lúmpenes) fue utilizado por toda la izquierda burguesa para desconocer el carácter proletario de un sinnúmero de revueltas proletarias vanguardizadas por sectores radicales del proletariado, como por ejemplo, los mineros frente a los gobiernos de izquierda burguesa.



Recibimos y publicamos:

Terremoto y capitalismo

En esta época, en que la concreción de la catástrofe de la sociedad burguesa la viven cotidianamente millones de proletarios en todas partes del globo, queremos subrayar las posiciones de los militantes y grupos que, contra viento y marea, gritan abiertamente que no hay nada de natural en las anunciadas catástrofes, que tampoco son la culpa del “hombre” a secas, como dicen los medios de fabricación de la opinión, sino exclusivamente la dictadura de la ganancia del capital. Publicamos a continuación la declaración de denuncia que hiciera el GLP desde el Perú frente al terremoto que devastó las tierras de la región peruana, afuera y en contra de todas las campañas de mentiras y lloriqueos que los medios orquestaron. Ayer Perú, hoy Bangladesh, mañana... las causas son las mismas, las mentiras también, el inmundo sistema social burgués es una permanente catástrofe para la especie humana. Y frente a ello también hay dos prácticas antagónicas, la caridad y la lucha, el humanitarismo y la revuelta, las campañas burguesas y la lucha del proletariado, la criminal reproducción ampliada del capitalismo y la lucha por la revolución social.

* * *

Terremoto y capitalismo

Nuestro grupo sale al frente de la gigantesca campaña de lloriqueos y mentiras en relación al reciente terremoto que afecto a los proletarios de Ica, Chincha, Pisco y Huancavelica y denunciamos que el autentico causante de tanta muerte y devastacion no es la naturaleza sino este sistema putrefacto llamado capitalismo. A continuación enumeramos nuestras conclusiones.
1) la negligencia estatal y las miserables condiciones de vida de los proletarios contribuyeron a la devastacion y las muertes.
 

En el Perú siempre han habido y habrán terremotos. La burguesía,  su Estado lo saben bien. Y sabían que Ica es uno de las zonas amenazadas por un sismo desde  hace un año atras según un  informe predictibo del Instituto Geofísico; sin embargo, nada se hizo: en el lugar no se instalaron despensas, ni reservorios de agua, ni centrales eléctricas de emergencia u hospitales con el mínimo equipamiento para desastres. El día 15 de agosto llegó el terremoto y todo se vino abajo; los proletarios sobrevivientes  quedaron a oscuras, en shock, con hambre, frío, heridos y muertos a centenas, durmiendo a la intemperie. Los poquísimos hospitales colapsaron casi inmediatamente al saturarse de victimas y varios se cayeron muriendo muchos proletarios aplastados. Como un huracán  en tres feroces minutos no solo se cayeron casas y edificios sino se vino abajo tambien el mito del crecimiento y de la prosperidad economica de ica quedando al descubierto la infame miseria de los proletarios. Comenzando por los cientos de muertos por la caída de casas hechas de adobe, debido a los míseros sueldos que paga la burguesía agroexportadora  y que no alcanza para comprar material noble. Los proletarios construyeron a si sus propias tumbas.

Con ello se demuestra que a la burguesía y su Estado les interesa un carajo como vive el proletariado. Para ellos primero son los negocios y las ganancias; vender la “Ica turística”, ”agroexportadora”, llenándose la jeta con el “cero desempleo”,”el paraíso de las inversiones”. Y  ahí están las consecuencias: miles de damnificados que perdieron lo poco que tenían. Así se revela las dos caras del capital: riqueza y miseria, conviviendo, juntas en ica, como en todo el perú, cómo en todo el planeta.

2) la mentada “ayuda” tuvo caracter comercial y represivo.

A medida que transcurrían las horas y llegaban los informes, la burguesía y sus medios se regodeaban con las lágrimas y los pedidos de ayuda desesperados de los damnificados. A través de la radio y la tv se comienza a desplegar  “campañas de solidaridad”,”peruanos unidos” y demás sandeces con lo cual se dedicaban a idiotizar al resto del proletariado con harto derroche de hipocresía, y sentimentalismo. Surge entonces el gran show de la caridad  y por el escenario montado por la burguesía desfilaron Telefónica, las mineras, cerveceras, textiles, bancos, adex, confiep, deportistas, curas, la farándula, cantantes y toda la mierda telegénica. Las empresas, por supuesto, aprovechando para marketearse con gigantescos avisos colocados sobre sus “donaciones”.

A la miserable e hipócrita cruzada se hicieron presentes los políticos con García a la cabeza, sus ministros, los congresistas, alcaldes, presidentes regionales, todos dedicados a figuretear (con lagrimas de cocodrilo de por medio) en medio de las ruinas y los cadáveres aun tibios. No podía faltar la izquierda del capital: las ong; la cgtp que prometió no hacer “paros” en estos días; el sutep y los buenos chicos de Patria Roja (la “jotace” con gorras y politos incluidos), los anarcocenegistas juntando ropa en plaza Francia y los humalistas con sus hordas regalando latas con la cara de Chávez.  A pesar de todo, la “ayuda” no llegaba y la cólera proletaria amenazaba por convertirse en hechos. Consciente de ello García y los jefes policiales hicieron llamados a la “tranquilidad” a la vez que despacharon contingentes de tombos y milicos para “garantizar la seguridad», es decir, para proteger la propiedad  privada. en esta medida se rebelo el terror burgues a un levantamiento proletario y a la generalizacion del pillaje como se dio despues. ¡a la desesperacion y rabia proletarias, el estado burgues respondio con lo de siempre: zanahoria y balas!!!!!!!

3) el proletariado no espero e impuso la dictadura de las necesidades.

El proletariado no creyó por más tiempo las mentiras del gobierno ni hizo caso a los llamados a la calma ni a la pasividad, pues la “ayuda” nunca llegaba. Los proletarios más decididos y llenos de odio a este orden que los (nos!) condena a morir a pedazos, tomo las calles y asalto los centros mercantiles que aun quedaban en pie, cagandose en la sacrosanta propiedad privada. Primero saquearon los camiones atascados en la carretera; luego, las tiendas, depósitos y farmacias, pasando por encima incluso, de la policía y los milicos ya desplegados en la ciudad devastada. Los proletarios levantaron todo lo necesario para sobrevivir (arroz, leche, pan, fideos, pañales, medicinas) y, como no, la rabiosa prensa de la burguesía vomitó sus informes afirmando que los saqueos eran obra de “pandilleros”, “buitres”,”maleantes” o los presos evadidos de Cachiche y Tambo de Mora. puras mentiras. fue el proletariado, nuestros hermanos de clase quienes sin esperar la caridad burguesa de lima se apropiaban, por la violencia, de los productos que nos pertenecen.  Desesperada, en Lima, la burguesía aceleró el acopio de  donaciones y el ministro de la represión, Alva Castro, despachó más milicos para reimponer la paz social que era amenazada por un desborde insurreccional.

4) el desastre evidencio la dictadura del dinero, el imperio de la mercancia.

Claramente se vio como es la maldita comunidad del dinero, el reino del Capital el que manda en esta sociedad democrática y no las necesidades humanas. Casi inmediatamente después del terremoto los precios se dispararon:3 panes por un sol; dos soles por una caja de fósforos; la botella de agua a 10 soles, etc.!!!!!!. En las zonas devastadas quien no poseía el reputo dinero se jodía. La mayoría de los proletarios son peones, obreros y eventuales, con ingresos ínfimos. Así pues comieron en ollas comunes incluso hasta carne de gato. Y en medio de esta situación la mercancía no pierde sus fueros y el dinero es el mediador obligado para satisfacer las necesidades. El proletariado al no poseerlo saqueó y satisfizo directamen te sus necesidades. Este es el verdadero problema, no la “corrupción” ni los “malditos” que suben los precios. El problema real es este sistema basado en el mercado, la mercancia, la oferta yla demanda, la produccion al servicio de las ganancias.  Por supuesto, la subida de precios ahora se extiende a los ladrillos y el cemento con el negocio de la “reconstrucción”, ante lo cual el asesino García  y toda la prensa hipócrita se estremecen y chillan pidiendo “investigación “ a indecopi, sabiendo que esto es parte del show humanitario y que todo quedara en informes tardíos y amañados.

5) la reconstruccion, otro negocio para la burguesia.

Y la burguesía, solo pocas horas después del desastre, se frotaba las manos, sobre la sangre proletaria aún fresca. El negocio incluirá la reconstrucción de viviendas, edificios, hospitales, hoteles, carreteras, cárceles. Desde el saque congresistas, ministros, economistas y demás parásitos clamaron por entregar la reconstrucción a la empresa privada. El Estado ha hecho un llamado a todos los buitres de la burguesía para que vayan a invertir en la reconstrucción “pues tendrán buenas ganancias”.Para ello ya anunció la concesión del agua potable, la luz, los aeropuertos y puertos y todo lo que haya. El nombramiento del pollero y asesino Favre como jefe de FORSUR (acompañado de otros burgueses como Climper, Figari o Kuscinsky) representará una nueva danza de millones a favor de nuestros enemigos. Como en la reconstrucción de Irak después del bombardeo yanqui; como en México del 85, o Indonesia y Nueva Orleáns en 2005 ¡¡una vez mas los capitales se revalorizan sobre montañas de ruinas y cadaveres proletarios!!!

Y eso será la reconstrucción. los proletarios volveran a ser explotados, a ser esclavos asalariados y la plusvalia nuevamente sera apropiada y almacenada a costa de nuestro sudor!!!.

Esto es lo que se esconde detrás del terremoto en Ica y de lo que nadie quiere hablar. Esta es la verdadera faz del Capital: explotación y ganancias.

¡NO SON LOS FENOMENOS NATURALES LOS ENEMIGOS DE NUESTRA CLASE
SINO EL CAPITALISMO ASESINO DE LA HUMANIDAD!

¡ABAJO LAS HIPOCRITAS CAMPAÑAS CARITATIVAS POR LOS DANMIFICADOS!

¡LA UNICA Y VERDADERA AYUDA PARA NUESTROS HERMANOS DE CLASE EN ICA
ES LUCHAR POR DESTRUIR ESTE SISTEMA PUTRFACTO!

¡VIVA EL COMUNISMO Y LA ANARQUIA!

G.L.P.
Página web y contacto:
www.geocities.com/grupolp/
glproletaria@hotmail.com




La reconciliación democrática

El artículo que aquí reproducimos fue publicado en el Periódico “¡Libertad!” (Publicación del Grupo Anarquista Libertad) No. 40 enero-febrero 2007. Nos parece importante reproducirlo tanto por la importante y profunda crítica de fondo y a contracorriente de la democracia (sin comillas), sino porque nos da cuenta de lo que ha ido sucediendo en Argentina y explica la baja del nivel de lucha autónoma del proletariado. La denuncia de todas las fuerzas y mecanismos que contribuyen en ese proceso de cooptación estatal de las luchas proletarias es una tarea fundamental de los revolucionarios.

* * *

La democracia imperante es el triunfo de la dictadura. Y habría que decir que demo­cracia no necesita de comillas ni de adjetivaciones que remarquen una supuesta false­dad por burguesa, representativa o imperfecta. Ni está corrompido su edénico origen ateniense ni está traicionada su finalidad social. Esto es verdadera democracia porque, más allá de que mute en tiempo o espacio, su carácter es siempre el mismo: el consen­timiento de la esclavitud, la participación de los oprimidos en la construcción de la propia cárcel. Por supuesto que no es perfecta, como algunos se lamentan; tiene errores, gracias a Dios...
La dictadura no es un error de la democracia. Aquella anida enfundada en el cinto de ésta hasta que los canales del diálogo entre la sociedad y el Estado -es decir, la política- resultan insuficientes para el mantenimiento del orden. Es entonces cuando es desenvainada de los cuarteles para formatear a la democracia de los escollos de su nor­mal proceso, el consentimiento de la esclavitud.
 

El pasado proceso de reorganización de la democracia, es decir, la dictadura, es decir, el exterminio sistemático de los opositores que amenazaron el normal exterminio sistemático realizado por la burguesía, cumplió sus objetivos. Objetivos que las fuerzas militares habían fijado en cumplir hasta en tiempos más o menos preestipulados. En Argentina el retorno a la democracia se vio precipitado porque las cúpulas militares se excedieron de su función del exterminio interno para aventurarse en una guerra no pautada: la de Malvinas. A diferencia, en Chile, la recanalízación democrática no fue negociada con la oposición permitida sino que fue el resultado de los propios meca­nismos institucionales que la propia cúpula militar había fijado.

El triunfo de la democracia -es decir, de la dictadura- consiste en su legitimización como orden social; afirmación que se sostiene tanto con la acepción de utopía perfectible como con la de mal menor preferible. Pero por sobre todo, la mentalidad que atraviesa las diferentes acepciones y que constituye el pilar de la legitimización de la democracia es el reclamo de enjuiciamiento a los operadores directos del exterminio.

La reconciliación nacional reclamada por los sectores reaccionarios, y repudiada por la izquierda, se está llevando a cabo, precisamente, al afirmar a la legalidad y al Estado, junto con la policía, la cárcel, los jueces y todas las instituciones represivas, como los garantes del respeto humano. La reconciliación del Estado con la sociedad es el principal resultado de los reclamos y la puesta en marcha de su autodepuración, según las exigencias actuales. Esto no se dio sin contradicciones. Las primeras tentativas, a finales de 1a década de los ‘80, no habían logrado acumular la suficiente fuerza cívica y mediática y la depuración estatal apenas pudo dar unos pasos. La progresiva pérdida de la capacidad de resistencia de los sectores actuantes del Proceso gracias al creciente consenso democrático que, por un lado, los evidenciaba como ya obsoletos e innece­sarios y, por el otro, por las denuncias de los movimientos de derechos humanos que lograron eco en las capas medias y altas de la sociedad, propició, en el marco de una corriente internacional que resignifica y potencia el carácter absoluto de la Ley por sobre las relatividades nacionales, la reubicación de esos elementos usados en los espacios físicos del residuo social -las cárceles-, y como estigma de irracionalidad o de exabrupto estatal dentro del imaginario colectivo.

Los muertos y desaparecidos significan lo visible y manifiesto del Proceso mientras que el miedo, calado más profunda e invisiblemente en la conciencia colectiva, ha empujado a toda una generación social a refugiarse bajo el manto de los mismos verdu­gos que ayer masacraron á 30 mil personas. Los centros de detención legales son esgri­midos en respuesta a los que no estuvieron sancionados por la Constitución.  La cárcel, la misma tortura que siglos atrás era exhibida en forma de suplicio por las calles y hoy solapada con sombra y cemento, es legitimada como la dispensaría de lo humanamente justo, y el juez y el carcelero pasan a ser los fundamentales garantes de ello.

Hoy, los beneficiarios de la dictadura, la burguesía, -“los responsables intelectuales” ya “olvidados y perdonados”- son al mismo tiempo quienes reniegan de las tácticas pasadas empleadas y son los que se deshacen de los perros viejos. Estos andan sueltos, adiestrados y recelosos de sus amos, que no fueron tan leales como ellos mismos...

Las fuerzas del orden, cumplida ya su función de instaurar la democracia, son llamadas ahora a reorganizarse acorde a las exigencias de la legalidad. Los elementos regresivos y reticentes son limpiados o encausados desde esa exigencia que es legiti­mada como legalidad protectora y garante de humanidad. Los elementos directamente afectados resisten remarcando la importancia de la función que cumplieron para el mantenimiento de la seguridad estatal. Desechados por el Estado que busca reempla­zarlos por nuevas generaciones según la funcionalidad coyuntural, se mueven por los márgenes de la legitimidad que ahora aquél redelimita y redefine, apoyado en los movi­mientos que históricamente le reclamaron actualización.

En los casos de Julio López y Luis Gerez -éste último completamente oficializado y oficialista- el gobierno se ha puesto a la cabeza del reclamo de esos movimientos. Como ayer el Estado se apropió de la vida de miles, como ayer se apropió de los hijos de los desaparecidos; hoy, la apropiación de los desaparecidos por parte del Estado es reivindicarlos luego de torturarlos, alabarlos luego de arrojarlos desde aviones, rehabi­litarlos luego de la picana, de la capucha... El Poder se erigió pisoteando los cuerpos y hoy se pretende revestir con la lucha y con lo que una generación de jóvenes brindó. Mudos, acallados en las fosas, bajo las aguas, entre el cemento de columnas; el asesino se erige como vocero de sus víctimas y se apropia del derecho de venganza, haciendo del sadismo su justicia.

Semejante apropiación es solo posible por esta reconciliación social, resultado de una progresiva entrega de “todo”.

A.G.
Grupo Anarquista Libertad
www.geocities.com/grupo_libertad
publicación_libertad@yahoo.com.ar




Presentación del texto

Guerra de clases en Oaxaca

de Proletarios Internacionalistas, marzo de 2007

* * *

A continuación publicamos un texto sobre las luchas que se dieron en el estado de Oaxaca, México, a partir de mayo 2006 (1). Actualmente todas las fuerzas socialdemócratas se han apoderado de esos sucesos para llevar adelante una campaña de apoyo a todo lo que, en el movimiento, persigue liquidarlo. La toma de posición, firmada por Proletarios Internacionalistas, por el contrario, afirma las rupturas de clase planteadas por el movimiento, subraya los puntos fuertes de la lucha que se afirmara rompiendo con las proposiciones de los sindicatos, con los callejones sin salida de las denuncias judiciales y las negociaciones que sólo pueden conducir a tragarse la rabia y aceptar los sacrificios. Dicha lucha se afirmó desde el principio atacando al estado y sus instituciones: comisarías, tribunales, administraciones, televisiones, radios, sedes gubernamentales...
 

Mientras que el movimiento resistía sólidamente a los asaltos del ejército y paralizaba eficazmente la economía del estado de Oaxaca, la Asamblea, que será luego oficializada como la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca), se dio como perspectiva elaborar una nueva “unidad nacional”, y empujar a los proletarios a abandonar las barricadas y sus reivindicaciones salariales en nombre de la elaboración de una “nueva democracia y gobernabilidad” en Oaxaca, de una “nueva economía social y solidaria”, de una “nueva educación”, de la “armonía, justicia y equidad social”, de soluciones para preservar el “patrimonio histórico, cultural y natural de Oaxaca” (en otras palabras, la industria de turismo) y desarrollar los “medios de comunicación al servicio de los pueblos” (es decir volver a imponer el criterio de mercando en la difusión de la información). Volver a poner de pie al estado, ese fue el objetivo esencial de esa Asamblea.

La Asamblea aseguró así el buen funcionamiento de la ciudad: ¡los mercados fueron abastecidos, los transportes públicos volvieron a circular, los restaurantes y cafés abrieron... se crearon comisiones de salud, de higiene y de seguridad! ¡Delincuentes y ladrones fueron entregados a la Asamblea y ésta decidió las condenas! ¡Cuando se pone a disposición de la Asamblea a un miembro de los escuadrones de la muerte, francotirador, paramilitar, ella decide sistemáticamente entregarlo a la justicia federal! Es decir a los mismos que comandaban las expediciones de esas unidades paramilitares, en una situación en que el orden social ya no podía ser mantenido por las instituciones habituales del estado. La APPO se jacta de haber creado sus propias fuerzas de policía: la Policía del Magisterio Oaxaqueño (POMO).

He allí los elementos que muestran la función de esa Asamblea: retomar el control de la vida pública en mano, desposeer al movimiento de sus iniciativas, restablecer el respeto de la propiedad privada y la sumisión a la justicia burguesa; es decir a la misma que fomenta los escuadrones de la muerte para intimidar y aterrorizar a los proletariados que osan sublevarse contra el orden y el estado.

Esos elementos muestran la fosa (de clase) existente entre el primer impulso de lucha, de ataque a la mercancía, a la propiedad privada y de solidaridad frente a la represión de un lado, y del otro el movimiento de pacificación social organizado por la APPO. La APPO no está contra la propiedad privada, la desposesión de los medios de vida y la explotación de la fuerza de trabajo. La APPO por el contrario se declara por una economía y una democracia de las cuales se habrían borrado los aspectos más crueles para, en última instancia, ¡hacer que todos vuelvan a trabajar para el capital!

Claro está que un movimiento de la envergadura del que se desarrolló en la región no puede sobrevivir sin extenderse más allá de las reivindicaciones particulares de los profesores, y más allá de las fronteras del estado de Oaxaca, de México... cada vez más extenso. Esa necesaria extensión del movimiento fue distorsionada por la Asamblea al limitar las reivindicaciones del mismo a la dimisión del gobernador Ulises Ruíz Ortiz y el reconocimiento de las nuevas instancias elaboradas por ella misma y destinadas a suplantar las antiguas en la organización del estado en Oaxaca. ¡La APPO quiere demostrar su legitimidad en el relevo del antiguo gobernador!

En base a marchas, que desgastan inútilmente la combatividad de los proletarios que enfrentan al estado, de demostraciones pacíficas que embotan los reflejos de clase y que hacen vulnerables a los proletarios, en base a discusiones interminables para reformar el estado, en base a foros sociales, a fuerza de reducir la oposición al estado a la simple demanda de renuncia de una de sus cabezas, se prepara el terreno para las campañas electorales... la APPO, conjuntamente con las fuerzas militares, se ha constituido en principal agente de la contrarrevolución en el movimiento.

Internacionalmente, en nombre de “Viva la comuna de Oaxaca”, lo que todos los socialdemócratas celebraron fue el encerramiento del movimiento en los problemas de administración de la ciudad de Oaxaca, fue la toma en mano, por la APPO, de lo que el movimiento había originalmente debilitado: las instituciones burguesas que garantizan la economía capitalista. En vez de solidarizarse con los insurrectos de Oaxaca, de reconocer en la lucha de los proletarios en Oaxaca la lucha de los proletarios del mundo entero contra la misma miseria, la misma guerra que nos impone incesantemente la burguesía, lo que predominó en las campañas de apoyo “a los pueblos de Oaxaca” fue el apoyo a la APPO, a todo lo que intenta transformar lo que ese movimiento desplegó contra el estado en movimiento de protesta civil y cívico, de reforma del estado.

Tres semanas antes de las elecciones planificadas para principios de julio 2007, los profesores, que no abandonaron la lucha, decidieron sabotear la propaganda electoral, destruyeron el material, que llegaba en camión, para organizar las elecciones. Como en Argelia, en 2001, en donde los proletarios insurrectos incendiaron las urnas y los colegios electorales, otra vez se estructura la misma respuesta de clase con respecto a las tentativas de recuperar nuestras luchas.

Contrariamente a las campañas que apoyan todo lo que intenta liquidar el movimiento en las vías de la reforma del estado, el texto que reproducimos parte de las fuerzas de la lucha e intenta desprender cuales son las trampas en las que el movimiento cayo para así encarrilarlo en la reforma del estado, controlado por la APPO.

Nota

1. Debe señalarse que en México en general y en Oaxaca en particular la lucha del proletariado ha mantenido un alto nivel desde hace décadas y que los maestros han estado a la cabeza de la misma.


Guerra de clases en Oaxaca

De mayo hasta diciembre de 2006, el movimiento social de lucha generalizada en la región de Oaxaca ha restablecido diferentes formas de lucha clásicas del proletariado: huelga ilimitada, ocupación o/y blocaje (plantón), reapropiación, organización autónoma y centralizada, barricadas. Los proletarios han atacado con fuerza y determinación todo lo que representa el estado:

- Han destrozado, quemado u ocupado comisarías, administraciones, cadenas de televisión, radio, hoteles...
- Han saboteado la economía capitalista, haciendo huir a los turistas e impidiendo la libre circulación de las mercancías.
- Han apropiado medios de expresión y comunicación -radios, periódicos, muros de la ciudad, autobuses- para hacer propaganda proletaria, organizarse y extender el movimiento.
- Han atacado a los perros policiales y han expulsado el poder regional. Contra columnas de policías sobre equipadas y sobreentrenadas, a pesar del cansancio producido por meses de lucha y vigilia, a pesar de la habitual propaganda derrotista de los izquierdistas, a pesar del riesgo de ser asesinado en cualquier momento, los proletarios se lanzan de manera espontánea al asalto de las fuerzas represivas y a menudo las hacen retroceder o las ponen seriamente en dificultades. El 14 de junio y el 2 de noviembre, los represores sufren grandes derrotas, ¡lo que hace temblar muy en serio el mito de la invencibilidad del estado!
- Han retomado diversos elementos de la guerra de clase insurreccional: desde la pedrada limpia a los lanza bazucas (1). Así se generalizó la producción masiva de cócteles molotov, la recuperación de escudos de los policías, la formación de barricadas para controlar las idas y venidas, e impedir la infiltración de los perros del estado y también para proteger a los barrios de los policías y de los escuadrones de la muerte. Las barricadas, regularmente reforzadas, se alimentan en permanencia, a través de los llamados en las radios ocupadas; muchos proletarios instalan campamentos e impulsan, en la organización de la defensa proletaria toda una vida colectiva.
- La ayuda mutua, la solidaridad en la lucha ha sido muy importante: la distribución de medios de protección contra los gases, la ayuda para esconder a los proletarios más expuestos o perseguidos por la policía, la fuerte cohesión cuando se ataca a la policía o se defienden las barricadas... Constatamos que en esa región del mundo pervive cierta comunidad de lucha, y se inflama la llama de los vínculos y reflejos humanos, mientras que en otros lugares se encuentra en un estado de destrucción avanzada y que requeriría de mucho para reconstituirse.

Hoy es vital captar cómo la burguesía ha podido oponerse a tal movimiento, como el estado ha podido, con éxito, vencer una lucha de esencia proletaria a través de la acción todas sus fuerzas contrarrevolucionarias vivas, las fuerzas represivas, los sindicatos, los izquierdistas, la propaganda mediática...

El 22 de mayo, los proletarios del sector de la educación se movilizan a partir de reivindicaciones salariales y en torno a las condiciones sociales del sector. A la huelga se añade la ocupación de la plaza central de Oaxaca, punto donde convergen miles de profesores procedentes de la ciudad, pero también de otros pueblos de toda la región. Ese movimiento se radicaliza con rapidez hasta concentrar y movilizar a miles y miles de proletarios. Hay ocupaciones de rutas y del rectorado, «plantón» en el centro histórico y turístico de la ciudad, aparecen las primeras barricadas...

La burguesía local intenta destruir el movimiento con la represión militar, pero el proletario no se deja impresionar; al contrario, esta tentativa del estado es un fracaso; en la madrugada del 14 de junio, los policías atacan el campamento donde se encuentran 20.000 huelguistas, y centenas de proletarios se solidarizan de manera espontánea y hacen sufrir, así, un primer revés a las fuerzas del estado.

Esta inversión de la relación de fuerzas no se produce por casualidad. Las tradiciones de lucha y de resistencia ancestrales son importantes en esta región del mundo, sea por su relación con la proximidad geográfica y «cultural» con movimientos y organizaciones proletarias (Chiapas (2) y Guerrero), particularmente activas desde hace más de diez años o por las recientes huelgas en la metalurgia en Lázaro Cárdenas, sin olvidar las luchas sociales en Atenco (3).

Después de esa represión, la movilización se acelera. El 15 de junio, los proletarios se reinstalan en el centro de la ciudad, esta vez en mayor número y con más determinación; luego, al día siguiente, se movilizan y bloquean nuevamente las rutas. La relación de fuerza permite la liberación de nueve detenidos.

El 16 de junio, más de 300.000 personas hacen una marcha de diez kilómetros, exigiendo la renuncia del gobernador Ruiz (4), marcha interminable bajo un sol de Satán. Esas manifestaciones de masas, corrientes en todas las latitudes, paseos pacíficos en un ambiente donde los proletarios tienen la ilusión de representar una fuerza importante por su número, se desarrollaron a todo lo largo del movimiento de manera paralela y en contradicción con el desarrollo de los enfrentamientos de clase, pues lo que determina una relación de fuerzas es la extensión de los actos radicales -ataques a la propiedad privada, bloqueos económicos..., de las mercancías, de los puertos y aeropuertos- y la constitución del proletariado como una fuerza autónoma y subversiva.

El 17 y 18 de junio, una convergencia de numerosos movimientos indígenas, sindicales y civiles... crea la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), encabezada por la sección 22 (es decir del Estado de Oaxaca), que toma alguna distancia con respecto al sindicato federal de la educación (SNTE) bajo control del poder. Todos esos movimientos se disuelven en una sola asamblea «soberana», que aparentemente tiene siempre lugar en la ciudad, lo que evidentemente representa una desventaja mayor para los proletarios que viven más lejos, ya que la región es particularmente montañosa. Se puede suponer que es uno de los medios para entregar más poder de decisión y de acción a manos de los sindicalistas y otros partidos socialdemócratas, casi exclusivamente establecidos en la ciudad.

En los días siguientes se intensifican los bloqueos.

Con una aparente disminución durante el período de las elecciones presidenciales del 2 de julio, las semanas siguientes los proletarios ocupan ayuntamientos, edificios administrativos, hoteles turísticos, se reapropian de vehículos del estado y perturban seriamente la economía capitalista, impidiendo su buen funcionamiento y comprometiendo el turismo, hoy particularmente importante en ésta región.

El primero de agosto, dos mil mujeres organizan un «cacerolazo», y de paso ocupan los locales de la televisión regional, iniciando una dinámica de requisición de los medios de uso de la palabra. El 22, después de la expulsión de la televisión por paramilitares, los proletarios se apropian de las radios y, en ciertos momentos, de periódicos, lo que les permite, en primer lugar, pasar por encima de la desinformación y difundir su propaganda (5) y, sobre todo, disponer de una herramienta de coordinación de sus acciones de insumisión extremadamente eficiente. En los días siguientes, la represión larvada, que se había hecho efectiva desde dos o tres semanas antes, con comandos, infiltraciones y disparos a ciegas, se amplifica y se concentra en particular contra las radios ocupadas. El estado no puede tolerar que el proletariado se apodere de los medios de propaganda para denunciar sus mentiras, para organizar y extender su movimiento.

Al mismo tiempo, a consecuencia de una «caravana de la muerte», como se la denominó comúnmente, miles de barricadas se erigen de forma espontánea en muchas partes de la ciudad y de los alrededores. Por otro lado, durante todo este tiempo el lavado de cerebro que intenta la burguesía y que los medios de comunicación del mundo entero se apresuraron de reproducir- se acentúa, gimiendo sobre las pérdidas del turismo y el lucro económico cesante. Cómo es lógico este lavado de cerebro vehicula todas las mierdas sociológicas del capital. Por ejemplo, dice que los insurrectos son indios o marginales, lúmpenes perezosos que no valen nada. Así uno de esos periodistas milico escribe: «Las calles apestan al sudor del indio y el graffiti anarco punk».

El estado emprende entonces el aplastamiento definitivo de la punta de lanza del movimiento, los proletarios de la educación: cede a todas sus reivindicaciones, entregándolos así a las presiones de los sindicalistas. Así, el 27 de octubre estos últimos obtienen el fin de la huelga: dividir para reinar, y en este caso para debilitar mejor la lucha (6).

A fines de octubre, muchos proletarios defienden y consiguen mantener algunas barricadas. El 2 de noviembre, las fuerzas represivas del estado atacan el último bastión del movimiento, la universidad, y la última radio ocupada, Radio Universidad, y sufren un serio revés (7).

Durante el mes de noviembre se organiza lo que debe constituir las bases de un consejo de los movimientos componentes de la APPO, un congreso que debería elaborar una especie de programa de gobierno popular y de reformas, con un plan y todo eso. Evidentemente, los sindicalistas y políticos ya se han apropiado del mando, y están posicionados para constituir lo esencial de ese consejo permanente y consiguen ser elegidos. Al principio, la APPO, como todas las organizaciones izquierdistas, se encuentra a la cola del movimiento, apoyándose en sus debilidades -pacifismo, ingenuidad, electoralismo...- y amplificándolas. Con la legitimidad que le da la estafa democrática, la APPO asume, desde entonces, el papel de mantenimiento del orden al interior del movimiento, ¡lo que rápidamente queda claro para los proletarios más combativos!

El 25 de noviembre, los proletarios queman algunos edificios del estado, y esos izquierdistas intentan frenarlos, tratándolos de provocadores, de policías infiltrados, y diseminando sus venenos: el inmovilismo y el pacifismo. Pero nadie entra en ese juego de mierda de desolidarizarse con la violencia de clase, y los líderes de la APPO son expulsados al grito de: «¡Es el pueblo quien decide!». Ese día, la radio no cumple su papel federativo y centralizador -seguro que ya está neutralizada por las fuerzas contrarrevolucionarias de la APPO, so pretexto de presiones y para evitar el baño de sangre- . Los proletarios no consiguen retomar los puntos estratégicos de la ciudad.

Por supuesto, las fuerzas del estado, en su dinámica de no dejar desarrollar ninguna tentativa de organización autónoma, no tienen nada de pacífico: Policía Federal Preventiva, «caravana de la muerte», milicias estatales... Alrededor del 25 de enero, un comando de cien personas armados de bastones, piedras, botellas y pistolas intentan interrumpir una reunión del «gobierno popular municipal» en San Antonino Castillo Velasco, sin éxito. Pero vuelven al día siguiente. El estado envía a Oaxaca comandos para acosar a los proletarios y poner a la población local bajo presión, lo que se traduce en muchos muertos y heridos por balas. Después de ese acoso, se desarrolla la preparación abierta a la represión masiva. El estado, después de haber conseguido fragilizar el movimiento con la destrucción de las barricadas, planifica una represión selectiva - con el establecimiento de una lista negra - de los proletarios más activos, arrestándolos en sus casas o los lugares de explotación. Así mismo, con el pretexto de luchar contra la droga, se refuerzan los controles en las carreteras del estado de Oaxaca, para acosar a los proletarios que participan en el movimiento. La ley del capital, del beneficio, puede imponerse de nuevo plenamente. Después de los arrestos, las familias deben pagar fortunas y gastar mucha energía para arrancar a los suyos de la chirona. Más tarde, algunos de los líderes de la APPO, como Flavio Sosa, también son arrestados y encarcelados. ¡Qué tipo de ingratitud de la burguesía contra su ala izquierda, que hizo todo lo posible para evitar el desbordamiento y la extensión de la insurrección! Pero todo entra en orden, pues hoy la APPO decide participar en las próximas elecciones de agosto al congreso local y los ayuntamientos. URO saluda su sabiduría de entrar al fin en el juego institucional, en pocas palabras democrático, el más extendido en todo el mundo para engañar al proletariado, haciéndole creer que el estado puede acarrear mejoras reales a su vida.

Como puntos débiles más generales del movimiento podemos decir:

1. A pesar de una dinámica clara de reapropiación de los medios necesarios para la lucha en contra de la legalidad burguesa, el proletariado no ha atacado clara y extensamente la propiedad privada y las riquezas que se apropia en permanencia la burguesía, en hipermercados, palacios burgueses y haciendo recuperaciones dentro de las administraciones, de los stocks...

2. Hay que discutir sobre una cierta apología de las barricadas, sobre la ilusión de su fuerza, porque representan sólo una defensa limitada. Limitamos las infiltraciones de la policía, ¿y afuera? Concentramos todas las fuerzas en el perímetro interno y estamos a la merced de las fuerzas del estado, que fuera tienen un largo campo para organizarse, replegarse con tranquilidad y asediar mejor la ciudad. De ahí la necesidad de movilizar y estructurar la defensa desde afuera, por ejemplo, con bloqueos de rutas, antes de que el estado pueda posicionar sus tanques -como hizo cerca de Oaxaca- en puntos estratégicos.

3. Otra critica importante a la dirección que ha tomado este movimiento es su encerramiento local; lo que surge de varios escritos y comunicados es la voluntad de construir el «socialismo» en una sola cuidad: la «comuna libre» de Oaxaca. Eso ilustra el antagonismo entre los que quieren integrarse en el funcionamiento capitalista, tomando las riendas del poder local y quedarse ahí, y los que actúan en confrontación total con cualquier forma del estado. Para estos últimos, es evidente que la lucha no puede limitarse a ninguna frontera, sino tiene que ampliarse a un enfrentamiento global. A parte de una tentativa de generalizar el movimiento hacia la ciudad de México, a través de una marcha iniciada el 21 de septiembre, los intentos de ampliación geográfica parecen haberse reducido a realizar llamados a apoyos, efectuando una distinción entre los que luchan in situ en confrontación violenta y los demás, para quienes la solidaridad se limita a acciones simbólicas de protestas en embajadas, a peticiones o lamentaciones sobre las victimas del estado. Mientras que el proletariado no tiene un interés específico dentro de un país u otro, la causa de la miseria es, en todas partes, la dictadura burguesa contra la cual hay que organizarse mundialmente. La solidaridad internacional viene de nuestro reconocimiento de enemigos comunes y de asumir los mismos medios de lucha -piquetes y huelgas salvajes; bloqueos de rutas, ocupación, motín, reapropiaciones...- independientemente de los particularismos locales o sociológicos. Luchas importantes toman lugar en otras provincias de México, pero también en Argelia, Argentina, Irak, China, Bangladesh, Bolivia, Perú, Líbano, Palestina, Ecuador, Francia, Grecia, Chile, Guinea Conakry... Luchas aisladas que, demasiadas veces, se ignoran cuando podrían intensificarse, intercambiando experiencias, formas de organización y crítica de todo tipo de recuperación...

4. Por supuesto el movimiento, a pesar de las minorías revolucionarias que están en una dinámica ofensiva, no se ha debilitado sólo por culpa de la represión y el acoso de la policía, sino también por las divisiones e ilusiones reformistas exacerbadas por los sindicatos y otros izquierdistas. El papel de todas esas fuerzas solapadas del estado es siempre de llevar el movimiento hasta objetivos reformistas y razonables. Lograron llevar a la parte dura del movimiento -un movimiento que parte de reivindicaciones sociales - hacia reivindicaciones de cambio de políticos del régimen. La destitución de URO fue una diversión echa para conseguir con facilidad la aprobación general, lo que impedía pensar en otras formas de acción, a parte de sus paseos, y ofrecer al capital una puerta de salida a la crisis.

Es importante subrayar el hecho de que durante los momentos de fortificación y ofensiva del proletariado, se desarrolla sistemáticamente paralelamente una fuerza que se nutre de la combatividad del «movimiento» hasta imponer una dirección reformista, pacifista, negociadora:

- Al mismo tiempo que se busca la perspectiva revolucionaria y la insurrección proletaria, que tiene por meta imponer la dictadura de las necesidades humanas, esas fuerzas reformistas hablan de desarrollo de entidades de autogestión -caracoles en Chiapas, empresas autogestionadas o MTD en Argentina, movimientos de ciudadanos y alter mundialistas en Europa y América del Norte...-, que con su crecimiento podrían a lo largo del tiempo tomar el relevo de la economía capitalista, una especie de contra poder que pondría a la burguesía frente al hecho o la llevaría a renunciar al poder y a poner en pie una economía más humana -¡otro mundo es posible!-. ¡Tantas ilusiones tan criminales! Jamás la burguesía dejará el poder por sí misma. Su función está determinada por la necesidad del capital de aumentar siempre el beneficio. ¡Para conseguir su fin sólo puede proponer al proletariado explotación, miseria, guerra y metralla.

- Al mismo tiempo que los proletariados toman las armas y hacen barricadas contra la represión, que supuso una decena de muertos y numerosos heridos y detenciones, la dirección principal del APPO se queda dentro de la consigna suicida de resistencia pacífica, lo que equivale a desarmar al proletariado arrastrándolo hacia un inevitable fracaso. Como siempre y al mismo tiempo, el estado prepara de manera abierta la represión.

- Cuando la auto organización proletaria se estructura dentro de la lucha, el APPO habla de delegaciones, representatividad, «fuerza de la razón». Su credo es el de siempre más democracia, una democracia mejor a través de asambleas soberanas, sobre todo demostrativas dada su incapacidad real a representar un contra poder lo que queda a nivel de ilusión. Su combate se sitúa sobre todo en ese terreno, acaparándose así progresivamente de los medios principales de comunicaciones -como radios, periódicos, transportes...-, neutralizándolos.

- Mientras que el descontento general del proletariado es muy fuerte y aunque en un pasado reciente hubo luchas duras, la práctica democrática del APPO con sus miembros sindicales y políticos no van en el sentido de una generalización y crecimiento geográfico, haciendo lo posible para integrar otros sectores importantes, como los hostales, el PEMEX, el petróleo, la electricidad... Al contrario, en el momento más fuerte de la lucha, éstos insisten sobre una práctica desmovilizadora, con asambleas cerradas y discusiones sin fin, encerrada en la ciudad. Ningún sindicato -SME, UNT o CNTE-, con sus amplias estructuras, tanto a escala regional, nacional o sectorial, ha llamado a ninguna huelga, lo que permite entender por qué la marcha empezada a fines de septiembre murió por falta de energía combativa.

Con el paso del tiempo, la falta de iniciativas lo bastante fuertes para neutralizar la contrarrevolución y oponerse a la organización de la represión (como ocupaciones de puertos, aeropuertos, bloqueos de rutas permanentes para impedir las tropas de llegar, destrucción u ocupación de la radio ciudadana...), y la falta de un crecimiento de la lucha, sufriendo las presiones del estado -tanto militares como el chantaje económico para sobrevivir...-, el movimiento social sólo podía llegar a un bajón que el estado utilizará para intentar liquidarlo.

Marzo 2007
Proletarios internacionalistas
proletairesenavant@hotmail.fr

¡Qué vivan miles de Oaxacas en todas partes del mundo!

Rompamos con la paz social

Solidaricémonos con nuestros hermanos y hermanas proletarias de todo el mundo

¡Hagamos lo mismo donde estamos presentes!

¡Qué viva la revolución!

Notas

1. Amotinados equipados con bazucas artesanales, simples tubos de PVC para lanzar diferentes tipos de petardos.
2. No nos referimos al EZLN, organización burguesa, sino a las luchas que en esa región se desarrollan y que no son repercutidas por las cámaras del mundo del espectáculo alter mundialista.
3. En Atenco, un año de luchas importantes contra una expropiación masiva con vistas a construir un aeropuerto; los amotinamientos, las ocupaciones y una relación de fuerzas favorable día tras día en sus tierras han dado como resultado el abandono puro y duro del proyecto en agosto 2002; un clima explosivo se mantiene desde hace cinco años.
4. Ulises Ruiz Ortiz, llamado URO, gobernador de Oaxaca, es odiado porque tiene una manera de administrar los asuntos capitalistas demasiado liberal, es decir, favoreciendo el enriquecimiento personal, el clientelismo y el desprecio del «populacho».
5. A menudo se puede dar cuenta de la radicalidad de un movimiento social a través de textos que los alimentan. Durante todo el período del movimiento, los escritos sin concesiones y revolucionarios de Ricardo Flores Magón circulan por millares...
6. La organización de los derechos humanos SERAPAZ llego hasta proponer una tregua de cien días con un mantenimiento al margen de URO. Un comité cívico dirigiría la ciudad y la función de policía sería efectuada bajo el poder central... Con una consecuencia evidente, el reflujo del movimiento.
7. El 2 de noviembre, cuando Radio Universidad anuncia el ataque contra la universidad, muchas mujeres salen a la calle e intentan quitarles los escudos a los policías. Llevan vinagre y Coca-cola, para distribuirlos como protección contra los gases... rompen baldosas, a veces con las manos, para hacer municiones... a las doce y cuarto, la llegada de cuatros tanques y reservas de gases lacrimógenos provoca cierto alivio entre los policías... Muchos cócteles Molotov, inicialmente almacenados en carritos, vuelan y logran incendiar algunos tanques y herir a algunos policías. Otras armas son utilizadas, como botellas de gas inflamable, hondas y bazukas en PVC, y gracias a uno de ello, en un momento de la batalla, los proletarios están a punto de darle a un helicóptero que dando vueltas en el cielo regaba gas. Los proletarios devuelven las bombas lacrimógenas provenientes de las líneas de los policías y los helicópteros, lo que pone a algunos de ésos a lloriquear y a protegerse bajo sus colegas; además, varios pierden una parte de sus equipos a causa de las pedradas y otros proyectiles. El momento decisivo es la llegada de miles de proletarios, quienes poco a poco rodean la PFP. Después de algunas horas de combate, los proletarios consiguen inmovilizar un tanque y prenderle fuego, haciendo huir a sus ocupantes. Poco tiempo después, a los policías les empieza a faltar gas lacrimógeno y son rodeados en cada una de las cinco calles, cuando llega la orden de retirarse. Al inicio de los combates, un jefe de un equipo de limpiadores debe retirar una barricada, gritando, y empuja a sus obreros a sostener la PFP. Primero llegan 500 proletarios, pero poco después son miles los que lanzan piedras..., lo que les obliga a huir con sus camionetas. ¡Esa tarde, un mozo de un hotel de lujo, que sirve al estado de base, se ríe al escuchar las justificaciones de un funcionario, que habla de una retirada estratégica! Ese mismo mozo va más tarde a participar en una barricada en su barrio. El 25 de noviembre, en Macedonio Alcalá y Murgina, los bazuqeros forman una línea, protegidos por escudos, algunos de ellos recuperados durante otros enfrentamientos en los últimos cinco meses.



Luchas proletarias en Guinea Conakry

* * *

En enero de 2007, tras el anuncio de una nueva subida de precios de los productos de primera necesidad, una huelga paraliza Guinea Conakry -pequeño país de diez millones de habitantes, en África occidental- al emblemático grito de «¡Cambio!». El gobierno, dirigido durante las últimas décadas por Lansana Conté, proclama enseguida el estado de sitio y la ley marcial e impone un control total de la información cierre de cybercafés, radios, diarios... que escapan a sus órdenes. Los militares sitian la capital, Conakry. En los días que siguen todos los abusos típicos de las fuerzas del orden se intensifican. El balance de la represión, tras los 18 días de lucha, es de decenas de muertos, centenas de heridos, innumerables presos, la mayoría torturados.

Pero el movimiento, alimentado por largos años de humillación y miseria, es ascendente y esas primeras balas de la represión no logran paralizarlo. Un acuerdo entre los sindicatos y el gobierno, el 27 de enero, y la promesa del nombramiento de un nuevo primer ministro intentan simbolizar «el cambio» y consigue apaciguar la lucha momentáneamente. Sin embargo, cuando se sabe que el nominado es Eugène Camara, un político con fama de corrupto y próximo a Conté, la rabia vuelve a apoderarse de muchos proletarios, sobre todo jóvenes, que se mantienen organizados y se niegan a volver al trabajo.

Desde el 9 de febrero se reemprende la lucha; los proletarios, lejos de conformarse con desfilar como borregos, expresan su rabia enfrentándose contra la policía y alzando barricadas. Al día siguiente, el coche de Conté es apedreado por estudiantes de secundaria; dos jóvenes mueren en la acción. En Kankan, los proletarios matan a un militar que les estaba disparando. En Labe y Pita, los juzgados son incendiados. En Siguiri, los insurrectos queman el hotel del ministro de economía e intentan asaltar la cárcel para liberar a los compañeros presos. En otras localidades también se levantan barricadas y se destruyen y saquean mansiones, edificios oficiales y comisarías. En algunos casos, los proletarios se llevan las armas. Un redactor del Guinée Conakry Info se lamentaba de lo ocurrido: «Edificios públicos y supermercados han sido blancos del pillaje, muchos coches han sido destruidos, es inútil seguir describiendo los detalles de estos incidentes, acaecidos en la casi totalidad de ciudades del país».

El movimiento tiene tanta fuerza que contamina a las fuerzas encargadas de reprimir. El 12 de febrero, a pesar del aumento de sueldos para todos los militares del país, los soldados del campo de Alpha Yaya, próximo a la capital, desertan y se unen a los manifestantes portando armas y municiones.

Es comprensible que los insurrectos exigieran la salida de Lansana Conté, porque ese personaje simboliza la miseria que sacude al proletariado de Guinea y la representación de la burguesía mundial; no es, pues, un vulgar fantoche. Sin embargo, sólo las fuerzas burguesas pueden afirmar que los proletarios caídos en Conakry deseaban únicamente la destitución de este mandatario de setenta y tres años, enfermo de leucemia y diabetes. Exactamente en ese campo, el burgués, ubicamos al denominado «Grupo Comunista Revolucionario Internacionalista» que declaraba que «había que encontrar un fin positivo al levantamiento», como la partida de Conté y unas elecciones libres, es decir, una solución en el marco del capitalismo.

En Guinea Conakry, como en todas partes, si las relaciones de explotación no se suprimen, la renuncia de Conté no cambiará en nada este circo social. Nuestros explotadores tienen una enorme flexibilidad a la hora de tener a uno u otro garante y gestor de sus intereses, por eso no les preocupa si tienen que cambiar de gobernantes constantemente. Ha habido miles de ejemplos de cambios (con elecciones «libres», como en Francia en 2007, o los golpes de estado, como en Argelia en 1991) del personal que se sitúa en la cima del estado, y eso no ha hecho avanzar nunca a nuestro movimiento ni transformar nuestra condición de proletarios, de explotados. Al contrario, los cambios de gobernantes es una medida que consuela a muchos proletarios en lucha, que parecen conformarse con una lavada de cara del estado. El caso Evo Morales en Bolivia es un claro ejemplo.

En muchos conflictos, las consignas contra uno u otro mandatario en concreto fueron un motor de la lucha, porque unieron a millones de explotados bajo un mismo grito no respetuoso con el civismo que tanto necesitan los burgueses, pero a la vez fueron un freno porque el cese de un gobernante es una medida espectacular que suele paralizar las movilizaciones.

En el caso de Guinea Conakry, esa consigna expresó mucho más que la exigencia de que el cabrón de Conté abandonase el gobierno, expresaba la rabia y el hartazgo de las miserables condiciones de existencia del proletariado en dicho país (hambre, vida sin agua ni electricidad, paro, sueldos paupérrimos, miedo...). Sin embargo la misma muestra la debilidad, los límites de esa lucha y como tales debe ser criticada. Los pedidos de renuncias de tal o cual personaje siempre es un límite, en ese sentido pensamos que es importante el salto que significó el grito de «¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!» del proletariado en Argentina.

Los constantes cambios de explotadores no cambian en nada nuestra condición de explotados. Por eso, el comunismo no hace la guerra a individuos concretos, sino que como decía uno de nuestros compañeros del pasado, Mijail Bakunin, ataca el modo de producción terrorista que produce la guerra y la miseria permanente. Es el modo de producción, por su misma esencia de aumento de la ganancia y del beneficio, el que nos impone los mayores sacrificios, poco importa en el fondo qué figura se encarga de llevar a cabo dicha política. ¡Es al sistema capitalista en su conjunto el que hay que dinamitar!

¡Abajo todos los gobiernos, todos los estados y todos aquéllos que se presentan para gestionar nuestras insufribles condiciones de vida!

La “patria de los derechos del hombre” es el mejor apoyo de la “dictadura” de Conté

Qué payasada la que hacen los medios occidentales llamando a Conté “dictador”. ¡Qué sería de este monigote sin el apoyo directo y total de la burguesía francesa y su ejército que, como todo buen “régimen parlamentario” nunca ha dejado de apoyar las “dictaduras” que aseguran la paz social necesaria a la valorización de su parte del mercado! ¡Cómo no recordar hoy las torturas y masacres francesas en Argelia, o la ayuda de todos los gobiernos franceses (especialmente los “socialistas”) a la formación de los escuadrones de la muerte del Con Sur de América y particularmente de las dictaduras de Pinochet y de los milicos argentinos! Fue esa misma burguesía francesa y sus cuerpos represivos que instalaron en su puesto a Conte y compañía en 1984 por medio de un golpe de estado y que lo apoya desde entonces financiando, formando y equipando al ejército guineano. ¿O acaso los dictadores no son además accionarios de las multinacionales francesas que hacen fabulosas ganancias? ¿O Total no realizó en 2006, una ganancia neta de impuestos de 12 mil millones de euros? Quienes llaman “dictador” a Conte tienen un interés evidente en el asunto: desviar nuestra lucha hacia cambios de personal a la cabeza de la empresa Guinea Conakry S. A. Quieren otros señores, otras jetas, otros uniformes, otros gritos contra nosotros, con tal que el sistema perdure. 

Además del ejército oficial empleado contra el proletariado, el estado de Guinea Conakry se apoya en las “boinas rojas”, verdaderos escuadrones de la muerte que como sus pares en el mundo se encargan de imponer el terrorismo estatal y que comanda el hijo de Conte, así como también en comandos especiales formados en Liberia y Guinea Bissau. Y por sobretodas las cosas, cuenta con el apoyo de las fuerzas represivas francesas siempre prontas a actuar, como lo han hecho siempre en esa región. La mayor parte del contingente francés se encuentra acantonado en Gabón y un navío de guerra, que constituye el apoyo logístico indispensable, se estaciona en el propio Golfo de Guinea. Los instructores y otros profesores de tortura franceses se encuentran evidentemente en el país mismo. Hay que señalar que Francia es el principal abastecedor de ese país, cuyas reservas de bauxita (segundo productor mundial), así como de diamantes, llenan los bolsillos de los directores y accionistas de las multinacionales occidentales: Bouygues, Bollore, Total, BNP-Paribas, Alcatel, etc.

Otra debilidad de nuestra lucha en Guinea Conakry reside en la confianza que hubo en los sindicatos, la trampa número uno de toda movilización. Las dos centrales sindicales, la USTG y la CNTG, habían sido  las que habían llamado a la huelga en enero de 2007. Lo hicieron para negociar el precio de la fuerza de trabajo, y no para poner todo patas arriba y luchar por un cambio de las condiciones de vida. Luego, en varias ocasiones, declararon que se vieron superados por los acontecimientos y llamaron a la paz social. El 21 de febrero, en la mesa de negociaciones con nuestros verdugos, Ibrahim Fofana, declaró: «Hemos venido para que juntos contribuyamos a calmar la cosa y levantar el estado de sitio». En Guinea Conakry, como en todas partes, los sindicatos son los guardias de la patronal, un pilar básico del estado, son el estado, controlan a la clase obrera y la movilizan hacia los lugares en que saben que están los soldados esperando. Así en enero, una «marcha pacífica», encuadrada y dirigida por los sindicatos, fue detenida por una barrera policial sobre un puente, cuando llegaba a la capital Conakry. Los manifestantes de las primeras filas se arrodillaron y alzaron sus brazos al aire. La policía respondió con fuego y un camión militar se abalanzó sobre la muchedumbre, aplastando a varios manifestantes.

Demócratas occidentales deploran que estos bravos sindicalistas sean reprimidos como vulgares proletarios. En Guinea, algunos líderes sindicales, como otros sindicalistas de base, también sufrieron la represión e incluso fueron torturados. No sabemos cuántos siguen encarcelados. Esta realidad es aprovechada por el aparato sindical contra nosotros y nuestros intereses, metiendo mano en el movimiento con un prestigio reforzado.

Una rara lucidez hizo que la popular secretaria general de la CNGT, Rabiatou Serah Diallo, que en las manifestaciones se situaba en primera línea y por ello fue apaleada, declarara: «Soy mujer y madre de seis niños. Cuando meto en el fuego la marmita es para alimentar a mis hijos; pero la marmita está vacía y es eso lo que sitúa al país en el fuego». Declaraciones como ésa y su práctica en las manifestaciones le dieron una influencia en las movilizaciones que no pasó desapercibida para la contrarrevolución que, tras su gira europea durante la primavera, ¡la invitó a participar en la gestión estatal de la fuerza del trabajo local una vez pacificado el país! ¿Acaso Nelson Mandela, en Sudáfrica, no fue torturado y estuvo en la cárcel veinte años antes de convertirse en el maravilloso presidente negro querido por los demócratas de todo el mundo?

Los acontecimientos de enero y febrero de 2007 son la continuación de las luchas que, desde hace dos años, se producen en Guinea Conakry. En noviembre de 2005, al igual que en marzo y junio de 2006, las huelgas generales (puntuales o de varios días) interrumpieron la buena marcha del sistema capitalista.

Los sindicatos siguen haciendo llamados a la calma y embanderándose con la perspectiva de recambio en los centros de poder: «Es nuestra obligación decir a la gente lo importante que es participar en las [elecciones] parlamentarias para que podamos tener un parlamento que goce de credibilidad», Rabiatou Serah Diallo, directora de la Confederación Nacional de Trabajadores.

A pesar de los millones de euros de ayuda de la burguesía internacional, las elecciones están siendo aplazadas una y otra vez por falta de condiciones de seguridad para realizarlas. El temor ante nuevas olas de ira del proletariado sigue presente.

¡Desarrollemos «aquí» la lucha de nuestros camaradas «allá»!

¡Rompamos los cercos con los que los burgueses aíslan nuestras luchas!

¡Viva  el internacionalismo proletario!



Subrayamos

“Ciudadano, ya estás muerto”

Los niños estaban jugando al fútbol, gritando, jugando, corriendo, viviendo... hasta que rompen un vidrio. El pelotazo fue tan grande que la pelota entra por la ventana del apartamento de un vecino, bastante viejo. Pero éste no reacciona. Lo que despista a los chiquilines es que la televisión sigue marchando, pero no se animan a ir a buscar la pelota. Aunque espían siguen despistados y así pasan los días. Los niños le dicen a sus padres y estos a los vecinos, todos se inquietan y van a tocar el timbre y golpear la puerta del viejo, pero nada, a pesar de que la televisión, que se escucha desde afuera, sigue y sigue. Al fin llaman a la policía, a la amiga de la familia y descubren al hombre muerto. Los expertos son formales: ¡el viejo estaba muerto desde hace un año! ¡un año!

Sentado en su sillón frente a la televisión, que seguía vivita y coleando. El cadáver estaba ahí desde hace un año, mirando la televisión. Suponemos que gracias a los progresos del capital la jubilación o pensión del viejo llegaba a su banco y con ella el banco pagaba automáticamente el alquiler, la luz, el agua, la televisión...

¡En realidad poco importa que el tipo siga vivo, lo importante es que siga pagando!

¿No es esa la realidad de todo telespectador? El pasaje de la vida a la muerte se efectúa sin dolor, porque delante de la televisión, todos estamos en zona roja, de paso, abúlicos, pasivos, subsumidos por la imagen que consume nuestra vida. El proletario, cuando se somete al espectáculo, queda hecho trapo, arrugado, sometido, encandilado, sojuzgado, idiotizado,... se deja teledevorar por el Estado. Así el hombre reducido al silencio escucha como el capital monologa.

¿Y qué decir de ese pasajero de colectivo, que estuvo más de 4 horas muerto y que los diferentes pasajeros con los que compartió el colectivo ni siquiera se dieron cuenta. ¡La más impresionante de las ficciones es incapaz de igualar nuestra prosaica realidad! ¿En qué se diferencian y en que se parecen los muertos, de los “vivos”? El proletario sometido al estado de ciudadano, amorfo, apático, es un muerto-vivo.

No hace mucho tiempo, algunos compañeros impresionados por otro hecho similar, que se había producido en Europa, lo habían comentado a gente corriente en Senegal y otros países africanos. Y sencillamente, en África, no creían eso de que alguien había muerto en la total soledad y que los vecinos habían pasado meses en descubrir el cadáver. Les decían que era imposible, que lo habían inventado o que lo habían inventado los diarios, que ¿cómo el vecino no iba a saber?, ¿cómo el almacenero de la esquina podía no haberlo remarcado? ¿y la familia? Sencillamente eso es imposible en África (¡aunque ya no en las grandes ciudades de ese continente!) como es todavía imposible en la mayor parte de Asia, de América, Europa... o en realidad en todas partes si salimos de las grandes urbes. Y también como hubiese sido imposible e inconcebible hace un siglo en cualquier parte del mundo. La comunidad humana castigada y oprimida subsistía parcialmente, a pesar del desarrollo secular del individuo atomizado, producto histórico del mercado y del valor. La soledad no era tan generalizada. Todavía ese hoy omnipresente individuo libre de las últimas fases del atroz progreso capitalista no había conquistado su total autonomía y soledad. El progreso no había todavía creado tanto egoísmo. Todavía predominaba un tejido social mínimo y el reinado  total del individuo puro y libre no era totalizador. El arreglate como puedas y el cada cual para sí, tan importante en la estructuración de la dominación y opresión capitalistas, aunque secretados permanentemente por el mercado y la democracia, no eran todavía tan omnipresentes.

Hoy la cuestión no es llorar ante ese, esos, muertos en la más terrible soledad, que a pesar de su diversidad y banalidad, muestran la tragedia de una humanidad derrotada, de una clase social adormecida, aletargada, entumecida. Hoy por el contrario la cuestión es subrayar que esa terrible realidad se rompe en pedazos, cuando y solo cuando el proletariado lucha. Muchos ejemplos recientes (como el de Argentina, Bolivia, Argelia... ) muestran que esa libertad y egoísmo individual son a su vez destruidos y superados cuando la acción directa proletaria da un salto cualitativo y remerge el asociacionismo, cuando el mismo se organiza territorialmente por barrios y por organismos de coordinación por ciudad y/o país.

La publicidad que hace la sociedad burguesa de esas muertes aisladas sirve a nuestros enemigos para afirmar la ideología de la naturaleza eternamente egoísta del Individuo y repetir hasta el cansancio que el hombre es un lobo para el hombre, que siempre fue así y que nada lo podrá cambiar.

Ese individuo, del que tanto se habla y a partir del cual se construye toda la superestructura de la sociedad, es en realidad un producto, relativamente moderno, de la sociedad mercantil, de la propia sociedad burguesa, una proyección aclasista y a histórica del burgués mismo, que solo busca la maximización de su ganancia (1) y a quien justamente le importa un carajo el individuo excedente. Una vez consumida la fuerza de trabajo del proletario, ese individuo excedente socialmente ya no tiene valor, y es tratado como tal, por toda la sociedad, cómo esos 15.000 viejos proletarios, asesinados por la canícula del verano de 2003 en Francia. Si asesinados, a pesar de las absurdas justificaciones gubernamentales francesas.

Si subrayamos esos incidentes es para reafirmar que lo que se presenta como una comunidad (“¿acaso no es linda la vida? repiten sin cesar radios y televisiones) es la más individualista y egoísta de todas las sociedades que han existido. A pesar de la propaganda sosa, ¡bajo el capital todos estamos solos, la gente no se ve, la gente no se toca, no se habla, no se siente, no se quiere, no se ama!

«De manera general, decir que el hombre se ha vuelto extranjero a su propio ser genérico, es decir que los hombres se han vuelto extranjeros los unos con respecto a los otros y que cada uno de ellos se ha vuelto extranjero a la esencia humana”
Marx, Manuscritos de 1844, capítulo sobre el “trabajo enajenado”.

Pero el capital no logrará aniquilar la contradicción entre sus necesidades de valorización y las necesidades humanas, a pesar de que las mismas sean necesidades enajenadas. Cuanto más tiende a dehumanizarnos, a hacernos vivir y reventar como subhumanos en un anonimato atroz, más se reafirma en contraposición a esa no-vida, la perspectiva de la transformación radical de todas las relaciones sociales y la destrucción del dinero. Son las atroces condiciones de supervivencia que crean, en negativo, las determinaciones de nuestra lucha por una sociedad humana.

¡Negación de lo que nos niega!

¡Destrucción de lo que nos destruye!

Es lo que hacen los proletarios en lucha en todos los rincones del mundo. Resisten, pelean, y se enfrentan contra lo que los destruye y cuando, por desgracia, mueren peleando, su muerte tiene un valor para toda la comunidad de lucha y no esa indiferencia general que suscitan esos muertos de los que hablamos antes.

Esa es nuestra lucha, retomemos la bandera de la REVOLUCIÓN MUNDIAL.

1 Ver “Contribuciones a la crítica de la economía” en Comunismo. Números 21, 22, 23.



Subrayamos

A propósito de asesinos, terroristas y suicidas

“Hay más bajas de veteranos de Irak y Afganistán en EE.UU. que en Irak y Afganistán. Se suicidaron al volver. Una investigación de CBS News reveló que en el 2005, en 45 de los 50 estados de la Unión se quitaron la vida 6.256 efectivos que habían participado en esas guerras (www.cbsnews.com, 13-11-07). Un promedio de 120 por semana... en sólo un año, casi el doble de los caídos en más de cuatro de conflicto. Padecían lo que hoy se llama «desórdenes por estrés postraumático» (PTSD, por sus siglas en inglés), una generalidad que oculta muchas cosas: horrores del combate, crímenes cometidos o vistos cometer, desilusiones de «la libertad y la democracia» que iban a llevar a esos países, angustias, pesadillas, remordimientos y a saber cuánto más. Son cifras escalofriantes: cada unidad del total corresponde sobre todo a un joven.

La investigación duró cinco meses y reunió información de fuentes oficiales de los estados, del departamento de cuestiones atinentes a los veteranos de guerra y de la Oficina de Censos de EE.UU. Se consultó a especialistas y se comparó la tasa de suicidios de los veteranos con la del resto de la población. Los datos para el 2004 revelan que la primera duplicó con creces a la última: del 17,5 al 21,8 por cien mil contra el 9,4 por cien mil. Para el 2005, fueron del 18,7 al 20,8 y el 8,9 por cien mil, respectivamente. El número de suicidas varones triplica al de las mujeres. Y la tasa más alta se dio entre los veteranos de 20 a 24 años: es de tres a cuatro veces superior a la del mismo grupo etario de quienes no fueron a la guerra. Son estadísticas que el Pentágono no suele difundir. Explica que se trata de «problemas personales».

Más del 25 por ciento de efectivos en actividad y el 50 por ciento de los reservistas que regresaron a su casa presentan síntomas de trastornos mentales (Reuters 13-11-07). Cuando el presidente Bush dice que los terroristas suicidas «no son como nosotros; no valoran la vida como lo hacemos nosotros» incurre en una tremenda ironía, tomando en cuenta los miles de soldados y veteranos estadounidenses que se quitan la vida. No eran fieles del Islam ni árabes que W. desprecia, sino -con excepción de los psicópatas de siempre-personas que se alistaron por pobreza o buscando oportunidades de carrera y no porque querían matar civiles.

«Sentí cómo ese silencio gritaba dentro mío», expresó Jessica Harrell cuando vio a su hermano, de regreso de Irak, muerto de mano propia. Hubo quienes se pegaron un tiro, otros se ahorcaron. Pero esto poco importa a la Casa Blanca. Son material desechable o ingresan al rubro «daños colaterales». Todavía se suicidan veteranos de otras guerras. Y hay mujeres invisibles: por ejemplo, las viudas de Vietnam.

Penny Coleman era una de ellas y vivió largos años con la carga del suicidio de su esposo Daniel... Señala en un artículo que difunde el Independent Media Institute, organismo que apoya al periodismo independiente (www.alternet.org, 26-11-7): «Hay algo de superioridad tan jactanciosa en la manera con que hablamos de los atacantes suicidas y de las culturas que los producen. Y asoma un pensamiento inquietante. En 2005, 6256 veteranos estadounidenses se quitaron la vida. Ese mismo año, hubo alrededor de 150 muertes documentadas de atacantes suicidas en Irak. Hagan la cuenta. La proporción es de 40 a 1. ¿Quién se muestra más eficaz entonces en la creación de una cultura de suicidio y de martirio? Si George Bush tiene razón (cuando dice) que es la desesperación, la desidia y la pobreza las que empujan a la gente a cometer tales actos, ¿no vale la pena subrayar que estamos haciendo en la materia un trabajo mucho mejor?».

Lo que antecede lo reproducimos de una nota difundida por el periodista argentino Juan Gelman titulada: “El grito silencioso”.

Evidentemente nos alegramos de la importancia de la cifra de estos criminales de estado que terminan suicidándose. No conocemos las cifras de 2006, ni de 2007, ni de los milicos suicidados de Israel, España, Italia, Rusia y otros gendarmes imperialistas, que evidentemente se ocultan sistemáticamente, pero no dudamos de que las cifras también deben de ser importantes. Sólo queremos agregar que esos milicos suicidas son todo un símbolo de la catástrofe de la sociedad que van a representar, masacrando a seres humanos en los más recónditos rincones del planeta.