Los volantes y textos que presentamos a continuación fueron todos realizados por compañeros que con nosotros luchan por centralizar la comunidad de lucha proletaria contra el capitalismo, una comunidad, sin lugar a dudas, todavía demasiado poco consciente de su propia existencia y de su fuerza histórica.
Para empezar proponemos nuestro proprio volante, fue difundido internacionalmente y fue reproducido en alemán, inglés, árabe, francés, griego, húngaro, kurdo, portugués, ruso, checoslovaco,... Las diferentes versiones se encuentran disponibles en nuestro Sitio de Internet.
A continuación presentamos otros 2 panfletos contra la guerra que fueron elaborados por compañeros en Estados Unidos y en Hungría y distribuidos durante estos últimos meses en diferentes países, en diferentes ocasiones y por diferentes grupos y compañeros.
Queremos subrayar en esta ocasión, la solidaridad y la colaboración que se ha ido procesando entre diferentes minorías revolucionarias que, afirmando posiciones de clase, luchan por centralizar sus energías en su contraposición a la guerra y a la dictadura capitalista en general.
¡Rompamos el sectarismo! Solo con el desarrollo del asociacionismo proletario, difundiendo las posiciones de los comunistas, asumiendo las discusiones internacionales, organizando las minorías revolucionarias y el intercambio militante, podremos retomar el camino de una verdadera centralización internacional de nuestra comunidad de lucha. No nos cansaremos de repetir: ¡el capitalismo es mundial y mundialmente será destruido!
El primero de esos panfletos se titula "Contra la guerra, contra la paz" ("Against War, against Peace"); y fue hecho por compañeros en Estados Unidos y puesto al verso de la versión inglesa de nuestro volante. Así ambos se difundieron conjuntamente en varias ocasiones, como por ejemplo durante una manifestación en Portland, en el Estado de Oregón (Estados Unidos).
El panfleto que reproducimos a continuación, "¡Abajo la guerra capitalista!", fue difundido en Hungría, país que el capital había, repentinamente, transformado en línea de frente. Dicho panfleto, difundido en tan explosiva región, es un patético llamado a los proletarios (que se encuentran en esa impresionante situación) a la lucha contra la guerra, al derrotismo revolucionario. El mismo, fue traducido en inglés y difundido por nuestro grupo internacionalmente, bajo la firma de "Proletarios Internacionalistas".
Para terminar, presentamos una contribución que fuera difundida en diferentes países de habla inglesa y en diferentes versiones, también bajo la firma de "Proletarios Internacionalistas". La versión que presentamos aquí, es una versión actualizada, redactada y difundida inmediatamente después del cese del fuego. Dicho texto se titula "En los Balcanes... ¿proteger la población contra los dictadores? ¡NO! ¡Una vez más, la guerra y la paz contra el proletariado!".
Siempre es en nombre...
de la PAZ... en los
Balcanes,
de la LIBERTAD... del
pueblo Kosovar o Serbio,
de la AYUDA HUMANITARIA...
para los "pueblos oprimidos",
del DERECHO DE INGERENCIA...
humanitaria,
... que nos preparan ¡la paz... de los cementerios!
En los hechos se contraponen a las masas que constante e irreflexivamente apoyan la fuerza militar y se encuentran confrontados a una situación de incapacidad para dar una perspectiva de oposición eficaz a las intervenciones.
Las consignas lanzadas durante las recientes manifestaciones contra la guerra, parecen más o menos repartirse entre las posiciones pacifistas y las reformulaciones de la izquierda clásica trotskista o maoista. Cada uno de estos enfoques contiene elementos que permiten comprender las condiciones de la masacre actual (estamos escribiendo en el mismo momento en que se está bombardeando Yugoslavia e Irak). Así, los pacifistas comprenden que las acciones de cada campo sirven principalmente para polarizar la situación. Los izquierdistas leninistas se dan cuenta de que cada campo se encuentra motivado por las fuerzas del mercado y por la necesidad de preservar el capitalismo. Cada una de estas posiciones comporta, igualmente, aspectos totalmente ridículos. La ideología pacifista quiere hacernos creer que el gobierno, el poder, o "nosotros" podríamos, de una manera u otra, simplemente darnos cuenta de los "errores" que se cometieron y cambiar el curso de la guerra. Los grupos leninistas buscan una nación particular que se pueda presentar como "oprimida" y omiten, naturalmente, el interés común de todos los gángsteres nacionales. Y ni hablar de las múltiples variaciones "socialistas" que aún hablan de "imperialismo" cuando el capitalismo ya ha conquistado el mundo entero y que la intervención de la OTAN favorece claramente al reforzamiento del nacionalismo sangriento de Yugoslavia/Serbia.
Todos niegan el hecho de que la guerra es el resultado inherente de la vida cotidiana, normal. Lo que es llamado ingenuamente paz -trabajo, mercancía y televisión- es la salud del Estado y de la máquina de guerra. El desarrollo de la vivienda, del parque industrial y de los hipermercados crea y son creados por el complejo industrial militar. La producción militar no se limita a alimentar la economía, sino también a todas las instituciones dictatoriales: desde el MacDonald a Microsoft pasando por el Ministerio de la Defensa el fortalecimiento es mutuo. Las guerras actuales son, a justo título, llamadas "acciones policiales". El ejército americano interviene a escala mundial de la misma forma que lo hacen los policías a nivel local, pero siempre para mantener y proteger el mismo orden sangriento. El objetivo de la OTAN no es solo dominar Kosovo, sino también controlar la dirección de su desarrollo - asegurar el reino de la explotación y la paz.
Como en Somalia, la guerra en Kosovo impone una "solución humanitaria" a los desposeídos que hubieran rechazado la sumisión. Esta solución humanitaria no es más que el orden del propio capitalismo. Las organizaciones "humanitarias" del mundo entero se han mostrado tal como son: verdaderos peones del mundo capitalista, como la OTAN. Mientras que algunas ONG no son más que simples coberturas de las agencias de inteligencia occidentales, el problema fundamental de éstas es principalmente en colocar a los desposeídos en una situación de dependencia y arrastrarlos hacia el orden del desarrollo. Por ello, las ONG sirven como los complementarios asistentes sociales, los blandos ("soft cops") de los cuerpos duros que constituyen los milicos de la OTAN. La paz humanitaria que la OTAN, las ONG, y la ONU intentan imponer está precisamente destinada a mantener a los proletarios en una posición de dependencia. Cuando las diferentes naciones u organizaciones no se ponen de acuerdo con respecto a los métodos, de lo que se trata es de saber simplemente quien cortará la torta. Los campos "humanitarios" de refugiados organizados por la ONU instalados luego de la insurrección contra Saddam Hussein en el Norte de Irak ("Kurdistan") ilustran perfectamente este proceso. Estos campos exigían que los proletarios entregasen las armas a cambio de comida, cuando era la misma ONU que había decidido un embargo de esa comida contra Irak. Esos campos fueron utilizados para derrotar a los proletarios rebeldes que luchaban contra el supuesto enemigo de los Estados Unidos: Saddan Hussein. En los hechos, las fuerzas armadas americanas asesinaron, durante la guerra del Golfo, a 50.000 desertores irakís y trabajaron duro para mantener a Saddan Hussein en el poder. (Es muy probable que una vez que se despeje la polvareda en Kosovo, descubramos que hubo rebeliones similares y que fueron reprimidas en ambos campos. Claro está que la situación actual no nos permite conocer estos hechos). En cualquier caso, el orden actual de guerra y de paz es un orden directamente contra el proletariado y contra nuestras luchas, contra nuestro repudio de la dictadura del dinero, del trabajo y de la burocracia.
¡Nos hablan de paz... y nos llevan a la guerra!
La guerra no es un error fatal. Todo lo contrario. Ella resulta de la esencia misma del capitalismo cuyo funcionamiento se basa en el combate económico permanente entre las diferentes fracciones del capital. El capital es por esencia imperialista. La conquista y la disputa permanente por mercados forma parte de su modo de funcionamiento normal. La proliferación de centros de guerra es un fenómeno necesario y es el proletariado que sufre una degradación de sus condiciones de vida cuando las diferentes fracciones del capital entran en guerra abierta. Además la guerra se encuentra en nuestra vida de todos los días: cuando se nos condena a trabajar; cuando vivir o simplemente subsistir, resulta cada vez más difícil... Pero periódicamente esa "paz" capitalista es reemplazada por la guerra abierta.
¡La guerra es siempre contra los intereses del proletariado!
¿Cuales son las efectos de la guerra
en la realidad cotidiana?
- muerte en el frente y en las trincheras...
- muerte en los campos de prisioneros
- muerte en los campos de refugiados, al
borde de los caminos, al lado de las fosas colectivas...
- muerte en los hogares, bajo las ruinas
de las casas...
- reclutamiento, movilización,...
para que nos masacremos los unos a los otros, para forzarnos a matar a
nuestros hermanos proletarios por el interés del capital...
- trabajo obligatorio, militarización
del trabajo, aumento de su intensidad...
- hambre, miseria, aumento de los precios,
penurias...
Esta realidad hace totalmente evidente el hecho de que la guerra es contra el proletariado, contra nuestros intereses y contra nuestra lucha. Esta guerra es un nuevo episodio en la lista sin fin de los ataques del Estado capitalista mundial contra el proletariado. Esta enésima guerra no es más que el puro producto del mundo capitalista y de la explotación.
La guerra en Yugoslavia marca un nuevo paso hacia un guerra más generalizada a través de la "aceptación" ("aceptación" impuesta por el terror y el chantaje permanente), del hecho de que la guerra es la perspectiva "natural" de una sociedad en crisis. La mayoría de los proletarios miran pasivamente la progresión de las masacres en sus pantallas de televisión: como la crisis es "natural", el desempleo, la miseria y los sacrificios de todo género devienen igualmente "naturales". No se protesta más, se comienza a aceptar el sacrificio. ¡Y siguiendo esa misma lógica, muy pronto nos encontraremos en el tren que parte hacia el frente!
Todo esto no tiene nada de sorprendente, cuando vemos que hoy en día la mayoría de los proletarios (especialmente en Europa) permanecen prisioneros del patriotismo y de otros marcos ideológicos burgueses, como el "pacifismo", el "anti-imperialismo", e incluso el "antifascismo" (todas estas ideologías defienden la democracia, es decir el orden social del capitalismo), cuando vemos que hoy en día el proletariado internacional es incapaz de afirmar su naturaleza revolucionaria por su propio proyecto comunista.
Mientras nos comportemos como consumidores pasivos, como simples espectadores de nuestras miserable vidas, como "idiotas útiles", todo podrá acontecernos. ¡Qué no nos sorprenda si mañana los buenos ciudadanos comienzan a matarse por cualquier cosa! Vecino contra vecino, colega contra colega, proletario contra proletario.
Como la guerra y la amenaza constante que ella implica, se están transformando en un hecho "normal", el terrorismo que viven los proletarios no solo se acrecienta en los Estados directamente implicados en la guerra, sino en el mundo entero. ¡Y mientras que el capitalismo nos hace la guerra... nos habla de paz y de humanitarismo! Las campañas humanitarias, las acciones de apoyo, etc. no son más que medios de chantaje que sirven para reforzar el control sobre el proletariado (aunque de paso abren un mercado para las toneladas de productos invendibles).
El ELK (Ejército de Liberación del Kosovo) también forma parte del Estado burgués, como todas las fracciones en presencia. Su nacionalismo lo prueba, como su ejército que enrola a la fuerza y terroriza a la población exactamente de la misma manera que la policía serbia, como sus campos de concentración, que llaman campos de refugiados, en los que los esbirros del ELK seleccionan a todos aquellos que se encuentran aptos para el servicio militar para enviarlos al frente, donde las muerte les espera.
Nosotros, comunistas, estamos contra todos los campos, contra los serbios y contra los albaneses, contra la OTAN y contra toda "la comunidad internacional", contra todos los Estados, contra todas las fracciones burguesas. ¡Nosotros no tenemos patria! ¡Ser patriota es ser asesino!
Hungría se ha transformado en un país
que se encuentra en primera línea del frente.
Que podemos esperar:
- una intensificación de la guerra,
visto que la movilización de reservistas, la preparación
de la guardia civil de defensa, etc. ya comenzaron,
- la estabilización de las condiciones
de guerra,
- la agudización de las incitaciones
nacionalistas, la extensión del irredentismo (hoy Voivodina, mañana
Transilvania, Eslovaquia,...)
- el aumento de precios, las medidas de
seguridad necesarias a la guerra,
- el mayor control del proletariado, la
intensificación del terror del Estado oficial (policía, guardias
de seguridad) y no oficial (bandas fascistas).
¡¡¡LUCHAR CONTRA LA GUERRA EQUIVALE A LUCHAR CONTRA EL CAPITALISMO!!!
No somos impotentes, al contrario tenemos como riqueza la gran experiencia histórica de nuestra clase. Debemos reapropiarnos de la memoria colectiva de nuestras luchas. Es eso que nos dará la dirección clasista de nuestras propias actividades y nos evitará reproducir los errores del pasado. Sabemos también que nuestras luchas arrastran perspectivas reales: es la vida misma que está en juego. ¡Mirando hacia el futuro, queremos destruir la no vida, nuestra miseria, la explotación!
En este combate solo podemos contar con nuestra propia fuerza, la fuerza del proletariado mundial. Ataquemos a "nuestra propia" burguesía, aquella con la que estamos confrontados directa y primariamente. El internacionalismo no significa "hacer algo por los proletarios en todos lados", sino la afirmación de la comunidad de intereses y de lucha que compartimos con nuestros hermanos y hermanas en Serbia, en Kosovo y en todas partes del mundo... El derrotismo revolucionario es sinónimo de la lucha por la derrota de "su propia" burguesía ¡contra la totalidad del orden burgués!
¡Hermanos proletarios! ¡no os dejéis engañar por el capital! ¡Organizaos contra el capitalismo! ¡Sabotead la producción! ¡Desertad del ejército! ¡Voltead vuestra arma contra el enemigo real!
¡Leed, difundid este volante, discutidlo con otros!
«Protección del pueblo contra los dictadores?»¡ NO !Una vez más, guerra y paz contra el proletariado |
Como todas las guerras de la era capitalista la guerra en los Balcanes fue una guerra entre las diferentes fracciones burguesas en disputa por las mejores condiciones para realizar su ganancia. La condición esencial que la misma se haya impuesto es la sumisión de los proletarios a la paz social, la desmoralización con respecto a toda tentativa de lucha, la aceptación de condiciones de vida infames, es decir la liquidación del proletariado como fuerza. Y la guerra de los Balcanes fue antes que nada esa afirmación del capital contra el proletariado.
Hay que decir y repetir las guerras capitalistas, en el pasado y en el presente, están directamente determinadas por las inevitables contradicciones de clase contenidas en los fundamentos mismos del sistema capitalista internacional.
Las guerras imperialistas solo son períodos inevitables de rompimiento violento de paces burguesas establecidas a su vez sobre millones de cadáveres. Guerra y paz no pueden separarse, a pesar de que las diferentes ideologías y partidos burgueses las opongan para fortificar la dominación social capitalista sobre los proletarios del mundo entero por un período mucho más grande. Desde que el capital domina el mundo, hace muchos siglos, podemos comprobar que la paz de la burguesía condujo y conducirá a nuevas guerras imperialistas de destrucción humana, de masacre de nuestra clase.
Así, los conflictos y paces burguesas, hoy como ayer, se edifican sobre los cadáveres de los proletarios. La destrucción de la autonomía de clase, la liquidación de las organizaciones proletarias, la fortificación del terrorismo de Estado, se desarrollan conjuntamente con el despliegue de las contradicciones existentes entre las diferentes fuerzas capitalistas regionales e internacionales que luchan por controlar el timón del Estado. Cuando logran encuadrar a los proletarios e imponer la paz social, cuando se los divide según los intereses de sus enemigos en diferentes categorías sociales y económicas, etnias, nacionalidades, colores y religiones el Estado encuentra las mejores condiciones para llevar adelante sus guerras. En esa perspectiva las fuerzas de manutención de la paz, los pacifistas, los humanistas, los protectores de refugiados y las ONG son tan importantes como lo son los pacíficos batallones de infantería, los paracomnados o la sofisticada aviación: todos buscan imponer sus reglas de clase y fortificar la dominación social.
Este sistema social siempre impuso sus intereses egoístas inhumanos, los del beneficio, del reino del dinero, la economía nacional y los intereses de su dominación de clase, frente a cualquier otro interés. Para nosotros, la sociedad civilizada es sinónimo de: trabajo, hambruna, aislamiento, terror, ciencia, prisiones, fronteras,... guerras. En esta sociedad las necesidades humanas están totalmente excluidas, no tienen la fuerza para imponerse: nuestras necesidades se encuentran totalmente oprimidas por las leyes propias de la civilización, es decir por la dictadura de la mercancía y la esclavitud asalariada. Por eso la guerra contra la humanidad en esta sociedad es permanente. En otras palabras, la civilización es un vampiro que se alimenta de la sangre de los trabajadores, el capital vive en permanente guerra contra nuestra humanidad, es él quien nos explota, nos destruye, nos asesina cotidianamente sea extorcándonos nuestra fuerza productiva en el trabajo o sea cuando directamente se nos masacra en la guerras.
Esta es la inhumana realidad y sociedad que todas las religiones, partidos, pacifistas, reformistas, humanistas, ecologistas y gobiernos tratan de mantener, enparchar y defender. Todas esas ideologías y fuerzas aspiran, a pesar de las diferencias que puedan existir entre ellas, a mantener a los humanos como una clase mundialmente explotada, a los proletarios como esclavos de la civilización, del progreso, del desarrollo, de la economía y la nación. El verdadero significado de todo esto para nuestra clase es: crecimiento de la miseria, degradación humana y masacres.
Pacifistas y reformistas, demócratas de todo tipo, despliegan su política contrarrevolucionaria en nombre de la humanidad, de la protección de la naturaleza, de la paz y contra la guerra. La tarea principal de estas fuerzas del capital es siempre la misma: destrucción de las iniciativas revolucionarias, de la solidaridad de nuestra clase, división de nuestra comunidad de lucha y destrucción de nuestras organizaciones militantes.
El objetivo común de los reformistas, sean de derecha o de izquierda, es la manutención de las bases que causan el sufrimiento humano: la sociedad capitalista y su Estado. Los cambios que proponen y la oposición que claman con respecto a una situación política o social particular, no son más que llorisqueos que fortifican el progreso económico burgués, la sociedad y el Estado. En otras palabras, su preocupación no parte del interés proletario, ni de nuestras condiciones de esclavitud, sino, como siempre, de la preocupación de mantener a flote y fortalecer el orden, la ley y la organización social de la clase burguesa. Para pasar a cobre los beneficios de la explotación terrorista del proletariado, les resulta tan indispensable la guerra como la paz y el sacrificio permanente y brutal de un número siempre superior de proletarios.
Día a día, la burguesía asesina masivamente a mujeres, hombres y niños en los accidentes de trabajo (1), con el hambre, las enfermedades producidas por la miseria, las catástrofes "naturales",... La aniquilación en el trabajo o por la ausencia de trabajo, en las guerras y en las deportaciones es el producto genuino de la imperiosa necesidad del capital de extorcar cada vez más beneficio. Y poco importa si se producen desiertos y osarios, polución y contaminación irreversible, bajo el reino del capital, nuestro estado de supervivencia no es más que un estado de guerra permanente: la guerra cotidiana del capital contra la humanidad.
El Estado siempre justificó, y justificará, el terrorismo y el carácter inhumano de su civilización, de su economía y de su sociedad, presentándolo como el mejor producto de la historia de la humanidad. Según la burguesía, cuyo bienestar y poder depende directamente de la explotación de los trabajadores y de su existencia como población desposeída de todo medio de vida a excepción de su fuerza de trabajo, la civilización, el progreso y el desarrollo de esta sociedad capitalista tienen como punto de partida el interés humano. Humanidad, interés humano y bienestar no son términos nuevos en el vocabulario de la burguesía cuando se pretende justificar los intereses, objetivos, políticas, ideologías y acciones de su clase. Así, la explotación, la esclavitud, la destrucción, las guerras y las condiciones cada vez más miserables de vida de todos los seres del planeta son justificados por todos los campos burgueses, sea cual sea su color o tendencia, desde siempre como si fuesen el interés de todos.
El terrorismo y el poder civilizador del Estado se perpetúa en función de su capacidad de mantener al proletariado como simple fuerza de trabajo reproductora del capital y como carne de cañón en las guerras nacionalistas e imperialistas.
Todos los partidos burgueses, los dirigentes gubernamentales y las diferentes estructuras ideológicas pretenden convencernos de que cada guerra es el producto de una situación particular, que no tiene relación alguna con su sociedad de clase. Algunos, como la OTAN y el ELK, la defienden, desde sus posiciones e intereses, como una guerra humanitaria para salvar y proteger a los albaneses o kosovares de un nuevo Hitler: el dictador Milosevic. Otros, pro-Milosevic y anti-NATO la condenan como una agresión inaceptable contra la soberanía de un Estado. Otros buscan en el pasado las "raíces del odio" que justificarían el pretendido carácter étnico de la guerra, para luego proponer soluciones pacíficas, negociaciones entre los diferentes campos bélicos. Pero todos niegan la esencia de esta guerra.
Cualquiera que sea el nombre que se le de a los bombas empleadas, cualquiera sea el nombre que se le pongan a las destrucciones ocasionadas, cualquiera sean los justificativos o denominaciones empleadas para designar los desplazamientos de población o los campos de refugiados (como por ejemplo "bombas de alta precisión", "científicas" o "tecnológicas", "purificación étnica") el objetivo siempre es el mismo: aumento de la explotación y masacre de nuestra clase.
Más allá de las diferencias que puedan existir entre Clinton, Blair, Milosevic, Saddam... y otros dirigentes de Estados, de sus conflictos y alianzas, de sus paces y guerras, de sus desarrollos y destrucciones, de sus ciencias y religiones, de sus ayudas humanitarias y controles de seguridad... todos sirven a un solo interés: el mantener el dominio de la paz social, que no es más que el cementerio de la clase trabajadora.
No existe, ni existió, ni existirán, "buenos" o "malos" dirigentes burgueses, "malos" o "buenos" partidos burgueses, ni tampoco tiene sentido hablar de "malas" o "buenas" naciones o Estados. Ayer, hoy y mañana, el interés de la clase burguesa se encuentra y se encontrará siempre en total oposición con el del proletariado. El trabajo, la explotación, la miseria y la guerra son las concretizaciones de ese interés.
La guerra en el Golfo mostró, una vez más, cual es la triste realidad de la guerra burguesa: destrucción y masacre de los proletarios en Irak. También de esa guerra se dijo que era una "guerra legítima de liberación del pueblo Irakí de las garras del dictador Saddam". Y aún hoy, en nombre de esa "guerra legítima" las bombas de la OTAN siguen destruyendo cotidianamente las ciudades de Irak: todos los días hay "civiles" muertos, es decir se asesinan proletarios. Sabemos que en 1990, cuando estalló esa guerra, se produjeron importantes movimientos proletarios que atacaron decididamente al Estado en Irak, que durante los conflictos entre los Aliados y el gobierno baasista en 1991, la fuerza proletaria se concretó en poderosos levantamientos revolucionarios en toda la región. Frente a esa situación crítica, los Aliados retiraron sus fuerzas y cesaron sus hostilidades contra Saddam. Para el proletariado revolucionario la razón es obvia: se trataba de proteger el poder capitalista, a los Baasistas (los que supuestamente eran "sus enemigos") y al orden social burgués de los proletarios subversivos. Se trataba de asegurar que la Guardia Republicana de Saddam destruyera y masacrara a los proletarios que enfrentaban al Estado. Esa tarea fue y sigue siendo asumida magistralmente por los ejércitos, los nacionalistas, los Islámicos y otras fuerzas represivas del Estado. El resultado sigue siendo que Saddam se mantiene en el gobierno asumiendo las tareas propias de su clase: asesinando con el apoyo directo de las fuerzas Aliadas y su ayuda humanitaria.
El gobierno Baasista, establecido y fortificado por el apoyo directo de todos los poderosos gobiernos democráticos del mundo entero, como el Británico, Francés, Ruso, y el de USA, no se diferencia de las otras fuerzas burguesas, ni de los otros gobiernos, en lo que respecta al asesinato y al ejercicio del terrorismo contra los proletarios en Irak. Se podrá reemplazar a Milosevic o a Saddam y su partido, se podrá poner en su lugar a otras fracciones burguesas más "aceptables", más hábiles para restablecer la paz social, pero jamás se hará esto en beneficio de los trabajadores, sino por el contrario para mejorar la dominación y mantenerlos como esclavos asalariados del sistema capitalista, para usarlos como carne de cañón de la economía nacional y de las guerras imperialistas.
Este es el mismo escenario que se repite en Yugoslavia, contrariamente a todas las mentiras difundidas por la burguesía con respecto a los objetivos y a los medios de su guerra. El objetivo de la OTAN era, desde mucho antes del espectáculo de las negociaciones de Rambouillet en donde según nos dicen se trató de hacer lo posible por evitar la guerra, el de instalar una fuerza internacional en el Kosovo para controlar la región. Hoy, todas las regiones que avecinan Kosovo, principalmente Macedonia y Albania, están repletas de bases de la OTAN. ¡El objetivo fue alcanzado! Así el Estado en Albania, que hace dos años (1997) fue sacudido por violentos enfrentamientos de clase, que la burguesía solo logró controlar a duras penas y en forma parcial se encuentra hoy defendido hasta los dientes en base a que todo el territorio albanés se encuentra cuadrillado por bases militaro-humanistas dispuestas a desplazarse, estacionarse, bombardear, reprimir... "en caso de una nueva crisis" como lo sugirió el portavoz de la OTAN, Sr. Shea, durante una sesión informativa.
Todo esto nos hace recordar la verdadera razón de los bombardeos del 91 en Vucovar, puerto industrial de Croacia, en donde el poder había sido paralizado por huelgas y otras acciones de clase que sacudieron todo el territorio de la ex-Yugoslavia durante los año 1987, 88, 89. y que en dicha ciudad llegaron hasta la ocupación obrera del Parlamento Federal. El bombardeo fue efectivamente la respuesta burguesa al accionar obrero: desde el 27 de agosto hasta el 18 de noviembre de 1991, es decir durante más de cien días, esta ciudad fue sometida a una ostensible operación de destrucción, de bombardeo sistemático y abandonada a la defensa exclusiva de los obreros que la ocupaban. Los burgueses ya la habían abandonado y el gobierno croato a quien supuestamente le correspondería haber defendido "su territorio", no intervino. La fuerza de la solidaridad obrera, que se daba en aquella época contra toda la intoxicación ideológica que pretendía dividir al proletariado en serbios, croatas y otras nacionalidades, se materializó principalmente en la deserción del 86% de soldados del ejército serbio movilizado para entrar en Vukovar.
También tenemos que recordar que las pretendidas rivalidades étnicas y religiosas fueron bendecidas y propagandeadas por todas las fuerzas burguesas, como mejor manera de desarrollar la guerra contra el proletariado. No debe olvidarse tampoco que las divisiones y "purificaciones" étnicas fomentadas e impuestas por el terrorismo de las diferentes fracciones burguesas fueron oficializadas por los acuerdos de Dayton, presididos por el Estado Noramericano, bajo el nombre de "confinación" y que para asegurar la aplicación de los mismos se enviaron 60.000 soldados de la OTAN. También esto nos permite recordar que la burguesía hizo todo lo posible por imponer sus divisiones étnicas en Albania, fragmentando al país en Norte y Sur, cuando se desencadenaron las luchas en 1997 tratando por todos los medios de dividir al proletariado.
La justificación inicial de la guerra del Kosovo fue la de desarmar al ELK, que es otro ejército financiado por la burguesía internacional para desarrollar el sentimiento nacionalista albanés y para canalizar, a todo proletario que quiera tomar las armas contra el Estado, reclutándolo para un ejército de liberación nacional. Esta fue, es y será siempre la alternativa que la burguesía opondrá a todo intento de emancipación proletaria de este sistema. Durante la guerra la OTAN, a pesar de sus declaraciones contradictorias, daba armas al ELK, a los efectos de asegurar un mínimo de intervención terrestre (2).
Los bombardeos de la OTAN, lejos de proteger a los habitantes de Kosovo, aceleraron el flujo de refugiados que escapaban a la región sometida a sangre y fuego. Las tropas de la OTAN, en colaboración con los ONG pudieron así controlar el flujo de la población, la construcción de los campos, las deportaciones. Las fuerzas aliadas organizaron, así en complementariedad con las fuerzas policiales y el ejército serbio, la destrucción de los vínculos proletarios. Vemos que es en base al terrorismo general contra los proletarios en Serbia, en Kosovo, en Albania y en el mundo entero que la burguesía asegura la paz social.
La llamada guerra humanitaria para proteger a los civiles Albaneses adquirió una fuerza inusitada gracias a los armas de gran "precisión" de la OTAN: no solo no protegieron a nadie sino que ocasionaron sufrimientos y masacres mucho mayores. Los efectos desvastadores de esas armas de guerra, la aplicación de los avances tecnológicos y científicos, de los que tanto se enorgullecen todos los demócratas superan en realidad todas las estadísticas que nos han dado. El desastre que esa guerra supone para el medio ambiente dada la alteración global de las condiciones de supervivencia contiene todos los elementos para un desastre humano general. "No hay problema", afirma la burguesía y los principales jefes políticos demócratas, porque como las guerras son contra dictadores de la calaña de Hitler, Saddam y Milosevic, ellas son "justas y nobles" y las destrucciones y masacres que inevitablemente ocasionan se justifican ampliamente. De todas maneras para la OTAN, los muertos no son más que objeto de estadísticas; los bombardeos de fábricas, hospitales, prisiones, trenes, columnas de "refugiados",... (en Serbia y en Kosovo) no son más que los "efectos colaterales" de una guerra "justa" de "protección de un pueblo", de "ayuda humanitaria".
Pero como lo hemos comprobado a través de la historia la realidad es otra: por un lado las guerras burguesas producen víctimas entre los trabajadores y la destrucción transforma las condiciones de vida de los proletarios haciendo a ésta cada vez más miserable e inhumana; y por el otro lado, los que vencen son los burgueses, sus diversos frentes y fracciones y ello independientemente de que la jetas de los dictadores y políticos (fascistas o antifascistas) sean, o no, cambiadas.
Todas las fracciones burguesas tratan de convencernos de que en sus guerras hay bandos "malos, perversos, inhumanos" y otros "buenos, civilizados, humanos" mientras que nosotros vivimos cotidianamente el terror y las torturas de esta sociedad y no necesitamos de sus campañas para darnos cuenta de la verdadera naturaleza de sus competidores, de sus "enemigos-amigos" (Saddam, Milosevic, OTAN, Fascistas o antifascistas): son todos iguales civilizados, nacionalistas, democráticos,... son todos contrarrevolucionarios y terroristas. Todos nos obligan a trabajar, cuando tenemos sangre fresca y vendible en los períodos de paz y se unen, también unánimemente, para conducirnos a sus guerras cuando el beneficio se los exige, para masacrarnos masivamente cuando somos sobreabundantes con respecto a sus necesidades de valorización. Para nuestra clase esta es la verdadera diferencia que existe entre paz y guerra.
¿Pero qué otra cosa es la civilización capitalista? Qué otra cosa que las masacres de los indios en América, que la esclavitud de los africanos, que las llamadas Primera y Segunda Guerra Mundial, que la guerra de Vietnam, que Hiroshima, Nagasaki, Halabja y las infinitas masacres cotidianas que se dan en el trabajo y las catástrofes "naturales" que se producen diariamente en el mundo entero. Mientras que el proletariado internacional no se organice y no desarrolle su actividad subversiva contra la economía nacional y contra "su propia" burguesía en el mundo entero, el capital continuará su catastrófico desarrollo pautado por la destrucción permanente de la humanidad.
Sin lugar a dudas el proletariado siempre opone una resistencia a la guerra, oposición que en este caso se concretó en la deserción de soldados del ejército serbio (3) y de los "refugiados" de los campos de concentración, en las manifestaciones y otras formas de lucha, pero asimismo es necesario constatar que estas acciones fueron muy minoritarias. Tampoco nos cabe dudas de que la fortificación del campo "vencedor" no depende del poder del arsenal armamentista sino de la capacidad de destruir la resistencia proletaria contra el capital y sus guerras. Así la expulsión de Saddam Husseim de Kuwait no fue debida a la fuerza logística de los Aliados como se dijo sino, por el contrario, a la lucha del proletariado que en Irak se opuso a los sacrificios "por su país" y al hecho de que ese mismo proletariado dirigió sus armas contra "su propia" burguesía y desertó masivamente del ejército. ¡El terror que la burguesía siembra sobre la tierra solo tiene como límite la lucha que nuestra clase le opone!
Breve cronología de las sublevaciones en Serbia
Las sublevaciones que estallaron en el momento culminante de la guerra confirman que, incluso en la peor situación, nuestra clase sigue siendo la única alternativa viviente ante el horror capitalista. Los reclutas que desertaron del frente de Kosovo, sus padres y los otros proletarios que atacaron físicamente los edificios representativos del Estado (intendencias, canales de televisión, etc.) mostraron con sus actos una admirable falta de patriotismo, un verdadero espíritu derrotista revolucionario. Dichas acciones se inscriben en continuidad con el rechazo de los proletarios de esa región de combatir en las guerras burguesas: amotinamientos de Kragusevac en 1991, Banja Luka en 1993, etc.El 14 de mayo, varios ataúdes llegan desde el frente a Krusevac, pequeña ciudad industrial de 100.000 habitantes y a Alexandrovac. Los días siguientes, miles de proletarios manifiestan contra la guerra y atacan los edificios municipales y militares, así como la estación de la televisión local. En Alexandrovac, unos mil proletarios impiden físicamente la partida de reservistas que son enviados al frente. El Intendente y el jefe del SPS local tratan de interponerse pero los manifestantes los agarran a palos.
Muchos manifestantes serán arrestados y acusados por el Estado de "sabotear la defensa del país" y de "traición, colaboración directa con el enemigo y de trabar la defensa de la nación". En el mismo momento más de mil reservistas desertan del frente de Kosovo y suben hacia Alexandrovac y Krusevac para socorrer a sus hermanos de clase reprimidos por "su propio" Estado. Proclaman que no volverán al frente y exigen la finalización de la guerra. El movimiento se extiende a otras ciudades como Kraljevo, Raska, Baljevac, Prokuplje y Cacak.
Los proletarios en lucha, tanto los sometidos al uniforme militar como los que no, organizan manifestaciones, mitines, en donde se critica abierta y violentamente la unión sagrada de la "patria en peligro". Es muy importante distinguir este movimiento de acción directa del proletariado contra el esfuerzo de guerra con respecto a la tentativa de las fracciones burguesas de recuperar la lucha creando en el mismo momento diversas iniciativas como el "Parlamento de los Ciudadanos" en Cacak que llamaban a los reservistas a "obedecer la ley militar".
Los sublevados llegan a establecer una cierta correlación de fuerzas provisoria con la autoridad militar local, pero no saben realmente que hacer: ninguna directiva de extensión del movimiento es asumida claramente. Se quedan esperando las diversas noticias que llegan y actúan en forma pasiva. Frente a las diversas declaraciones y promesas lanzadas por las agentes estatales se muestran enormemente crédulos. La represión, el cerco policial de la ciudad de Krusevac y la prohibición de todo tipo de reunión o manifestación en lugares públicos durante los bombardeos terminarán liquidando el movimiento. En los días siguientes tres de los sublevados son condenados a cuatro años de prisión por un tribunal militar en Nis. Otros 24 sublevados siguen en instancia de proceso.
Estas informaciones datan de mediados de junio, luego de lo cual no hemos logrado obtener nuevas informaciones.
¡Solidaridad clasista con los derrotistas revolucionarios de todos los campos!
¡Ser patriota es ser asesino!
¡Abajo todos los Estados!
En efecto, el proletariado se encuentra hoy en día globalmente encuadrado en un abanico de movimientos reformistas, pacifistas, nacionalistas, religiosos, etc. La ideología burguesa de defensa de la paz tiene todavía un fuerte y masivo impacto al interior de los proletarios. Mientras la paz burguesa nos asesina cotidianamente y fortifica nuestro enemigo, pacifistas, reformistas, humanistas, obras de caridad y ayuda para los pobres siguen contando con amplio apoyo. Por otra parte, el conjunto de paces burguesas se mantienen a través y por la explotación intensa de nuestra fuerza de trabajo y por lo tanto, muy frágiles, vulnerables y susceptibles de explotar violentamente en cualquier momento o lugar. Lo mismo sucede con todas las divisiones del poder burgués al interior de las naciones y fuerzas estatales que se mantienen y se estructuran en y por el poder de la "paz". Veamos, por ejemplo, el caso de la ONU. La función y papel de esa institución es un claro ejemplo del tipo de paz y hermandad internacional que la burguesía concibe y clama con tanto entusiasmo. Por sus tareas y objetivos, este super poder internacional de la burguesía estuvo siempre activamente presente en la preparación de ataques contra nuestra resistencia clasista y en la masacre de nuestros hermanos proletarios por todo el mundo. Esta tarea la ejerció preferencialmente cuando las fuerzas locales de la burguesía se encontraban superados para enfrentar los disturbios e insurrecciones proletarias. Una vez resuelto el conflicto con el proletariado, la ONU fortifica su fuerza política a la zaga de los intereses de la fracción estatal más influyente a nivel internacional, imponiendo armisticios artificiales que solamente provocarán más conflictos. Esto es lo que sucedió en todos los ceses de fuego y acuerdos de paz que impuso en todo el mundo: en Vietnam, Europa, Palestina, Irlanda, el Golfo, Asia, Africa y América. Los acuerdos de paz en los Balcanes también revelan el carácter contrarrevolucionario y terrorista de la paz burguesa dado que dividen al proletariado en diferentes identidades nacionales y lo conducen, bajo el estímulo concertado de todos los medios de fabricación de la ideología estatal, al odio y la masacre interétnicas. Todas esas masacres de nuestros hermanos de clase se hacen en favor de los intereses de nuestra clase enemiga: el sistema capitalista mundial, personificado en "nuestros propios" explotadores, "nuestras propias" naciones, "nuestros ejércitos, partidos y gobiernos.
La paz burguesa es, sin dudas, una puerta para nuevas guerras y masacres proletarias. Hoy en día son los pacifistas, las ayudas a los refugiados, las organizaciones humanitarias que asumen muy responsablemente estas tareas. No solo nos engañan cuando pretenden suprimir las causas de la guerra o proteger a los civiles, sino que también participan directamente en el desarmamento del proletariado y en la fortificación de los controles policiales en los campos de prisioneros y refugiados. Hasta llegan a colaborar directamente en las masacres, como sucedió en Irak, en Ruanda, en Somalia, en Sabra & Shatila, en Srebenica... Luego de cada intervención internacional pacificadora la sangre proletaria corrió a chorros y resultan incalculables los muertos, los mutilados, los torturados. En Palestina, el UNRWA (Agencia de la ONU), fundada luego de la guerra de 1948-49 entre los Estados Arabes e Israel (4), organizó, durante la década del 50, innumerables campos de refugiados en el Líbano, Siria, Jordania, Gaza. Esta agencia, como los bancos occidentales, controla a los proletarios en la región utilizando, en su función de identificación de elementos revolucionarios y "terroristas" y colaboración general con las fuerzas represivas de la región, el viejo método de la zanahoria y el garrote: ¡también distribuye alimentos, medicinas, vestimenta...! En Irak, la ONU ponía todo su esmero en convencer a los "civiles" de que se encontraban protegidos (y desarmados) en los campos y regiones que esta organización controlaba... hasta que el ejército iraquí aparecía en masa para masacrar. Cuando la masacre comenzaba la posibilidad de escapar era mucho más remota. Esta situación sigue reproduciéndose y los riesgos de nuevas masacres son enormes.
En Bosnia, Ruanda, Somalia,... las fuerzas del mantenimiento de la paz de la ONU han participado directamente en las masacres. Las organizaciones pacifistas y humanitaristas trabajan hermanadas con otros ejércitos burgueses y con organizaciones paramilitares de todo tipo: juntos asesina a los proletarios y producen lo que luego llaman masacres de "serbios" realizada por los "nacionalistas albaneses" o masacres de "kosovares" realizada por los "serbios". ¡Esto lo hacen en todos los conflictos!.
La lista de políticas de paz y acciones burguesas contra el proletariado es enorme y solo se terminará cuando nosotros, proletarios internacionalistas, nos organicemos como una clase internacionalista, revolucionaria, contra el dominio de esta sociedad inhumana en todos los lugares del mundo.
Para terminar una vez por todas con todas las masacres mundiales y el terrorismo del Estado hay que destruir el progreso de la economía nacional en todo el mundo. La mayoría del proletariado mundial se encuentra totalmente embrutecido y lobotomizado por el período de paz social que actualmente vivimos. Durante muchas décadas, la explotación del proletariado se ha mantenido sin verdaderas luchas revolucionarias. La mayoría de los proletarios, reducidos a simples ciudadanos asumen las exigencias de las funciones democráticas y organizan su actividad en las instituciones nacionalistas y reformistas sirviendo así a los intereses de su enemigo de clase. Prisioneros de la ideología burguesa, actúan contra sus propios intereses de clase. Esta es la penible realidad que constatamos en las luchas que se dan a nivel mundial: incluso en los momentos más álgidos muchos resultan castrados por la influencia enorme de la ideología de la pasividad, por el reformismo y el nacionalismo. Mientras la mayoría de los proletarios se mantengan prisioneros de las ideologías burguesas y defiendan el interés de la nación, la democracia y el Estado, su situación será siempre la misma y el capitalismo podrá facilmente seguir sometiendo a la humanidad a sus destrucciones. Más aún, podrá seguir imponiéndonos sus guerras en las que los asesinados y sacrificados, siempre son los proletarios.
Durante el mes de abril de 1999, hubo marineros griegos que se amotinaron abordo del destructor "Themistoklis", que había sido enviado al mar Adriático para participar en los bombardeos de la OTAN. Al día de hoy, no tenemos información sobre las consecuencias de la acción de esos marineros, ni tampoco tenemos otros detalles sobre las perspectivas políticas que los mismos se daban. Sin embargo, la negativa a tirar contra sus hermanos en Yugoslavia, así como su rechazo a ser tratados como carne de cañón, se sitúan claramente en el camino que lleva a la organización del derrotismo revolucionario. Para dar a conocer esa valerosa actitud compañera, publicamos a continuación la carta que esos marinos firmaron colectivamente explicando las razones que los llevaron a amotinarse:"El barco no debe navegar. Nosotros protestamos con todas nuestras fuerzas contra esta misión. El barco no parte para hacer un entrenamiento, sino que será colocado bajo las ordenes del comando de la OTAN y participará, de una manera o de otra en las operaciones y en los bombardeos de la OTAN a partir del Mar Adriático. Las seguridades que nos han dado, en cuanto a que el barco no participaría, no nos convencen. Además, al principio, el trayecto del navío era diferente y ahora se nos envía al Adriático. El dinero que nos ofrecen para atraernos no nos hará cambiar de parecer con respecto a esta misión. Los marineros y el equipaje de la Marina de Guerra no son carne de cañón.
¡No hay trabajo para nuestro barco afuera de nuestras fronteras!
¡El barco no debe partir!
Los responsables oficiales deben saberlo, si el navío parte a pesar de todo del puerto, ello se hará sin nuestro consentimiento y sin el de nuestros padres.
Llamamos a los griegos a anular esta misión.
Unimos nuestras voces a las del pueblo.
- Contra el bárbaro ataque de la OTAN contra Yugoslavia.
- Para impedir que nuestro país provea de armas a la OTAN."
(Firmado:) Marineros del Destructor "Themistoklis" - 14 de abril de 1999.
Los hechos hablan por si mismos: lo que los proletarios ganaron fue la fortificación de sus cadenas como esclavos asalariados y el aumento del terror capitalista que controla en forma cada vez más poderosa todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. La burguesía fortificó su economía y su poder a expensas de los explotados. ¡Cuánto más nos hablan de paz, más preparan los próximos ataques contra nuestra clase, sea directamente en la guerra o indirectamente defendiendo los negocios burgueses!
El desarrollo del ejército y el aumento gigantesco del potencial destructivo militar siempre constituyeron el centro y la vanguardia del desarrollo científico y tecnológico internacional así como del desarrollo de la economía internacional. Paz, civilización, progreso y desarrollo democrático en esta sociedad riman a la perfección con explotación humana, miseria y guerras de destrucción de seres humanos. Las guerras son productos directos del capitalismo, el Estado y la burguesía, sea ésta liberal, socialista, pacifista, nacionalista, conservadora, fascista o antifascista. Todos, sea cual sea su etiqueta, su programa, su política y su acción en justificación de las guerras, son responsables directos de las consecuencias inevitables que trae su sociedad de explotación: exclusiones, xenofobia, racismo, nacionalismo, terrorismo y guerras.
Un "incontrolado" doctor de la OTAN, frente a la masacre de refugiados perpetuada por un piloto que conducía un F-16, afirmaba: "¿Cómo se puede imaginar a un piloto de un país democrático practicar deliberadamente una acción similar?" Inicialmente, se negó esta masacre y toda referencia a la misma se la presentó como una propaganda Serbia contra la OTAN. Luego se lanzaron explicaciones totalmente incoherentes y falsas, hasta que finalmente reconocieron que se mataron a algunos refugiados, se mutilaron a otros pero, claro está, se hizo por "error". Estos desmentidos, falsificaciones y nuevos reconocimientos de "errores" y "pérdidas colaterales" se repitieron muchísimas veces. Se bombardeaba intensivamente todo el territorio yugoslavo, durante semanas y semanas y luego cínicamente nos dicen que se mataba a la gente solo en forma "accidental" e "involuntaria". ¡La falsificación es enorme, tan enorme como la lobotomización de los cerebros que la aceptan! Los objetivos inhumanos de esta sociedad, su realidad, sus guerras se ocultan por todos los medios; la burguesía nos presenta su política anti-humana, sus proyectos, acciones y en general su sociedad, como si se tratara de ¡servir a los seres humanos!
Los reformistas, socialdemócratas y pacifistas jugaron, en esta guerra un papel contrarrevolucionario de primera importancia desarmando al proletariado destruyendo sus organizaciones y acciones de clase, encerrando a los proletarios como simples obreros, reduciéndolos a simples ciudadanos. Es por eso que funcionaron tan bien como carne de cañón.
Hicieron exactamente lo mismo que sus ancestros que durante la llamada Primera Guerra Mundial cavaron las tumbas destinadas al proletariado revolucionario en Europa y asesinaron a miles en los campos de batalla, en las ciudades y en los pueblos. La burguesía de Clinton a Blair, de Schröeder a Jospin, de Bush a Major/Thatcher, de Khol a Chirac/Cohn Bendit... intenta convencer a sus simpatizantes, a sus electores y a los trabajadores crédulos de que en algún lugar de este mundo se encuentra un sanguinario dictador que hay que controlar y reprimir manu militari en aras del bienestar humano. Las guerras anti-fascistas, anti-nazis, anti-soviets, anti-imperialistas se presentan ahora como "guerras justas, de redención humana y de protección de la población mundial", como "intervenciones humanitarias" con respecto a peligrosos dictadores, que hoy se llaman Castro, Gadaffi, Saddam, Milosevic, etc.
La guerra capitalista en Kosovo e Irak fue el resultado de profundas contradicciones políticas, económicas y militares entre diferentes fracciones burguesas por el control de una región del mundo, en este caso Europa del Este y Medio Oriente respectivamente.
La libertad de comercio y de competencia es la ley general del capital; y es esta misma ley la que hace que el capitalismo no pueda vivir sin guerra. Por eso es absurdo y reaccionario desfilar en las manifestaciones pacifistas que gritan "¡parad la guerra!" al mismo tiempo que se hace funcionar la economía capitalista.
Hoy, pese a todas las contradicciones existentes en los Estados que componen la OTAN, ésta se ha convertido en potencia supercentralizadora del poder terrorista capaz de controlar la totalidad de la población del globo. En cuanto a los llamados pueblos iraquís, bosníacos, albaneses o serbios les importan un bledo. Lo único que le interesa en realidad son los buenos negocios, el control del poder, el dominio de los sectores rentables. Nos engañan cuando nos hablan de liberar al llamado pueblo iraquí, albanés, palestino, indú o judío pues lo único que les interesa es la aceleración del ritmo de acumulación cueste la sangre que cueste y la imposición de su civilización y de su poder de dominación de la clase obrera mundial.
Las minorías revolucionarias, que conocen este abc desde siempre, luchan contra las ideologías burguesas, contra el poder de los medios de comunicación y en general contra toda la política burguesa. Son conscientes de que el interés del proletario, de la comunidad humana mundial se encuentra afuera y en contra de la sociedad del capital, de todas sus instituciones estatales. Como en el pasado y en algunas experiencias recientes de lucha contra la burguesía, han demostrado que solamente el movimiento revolucionario contra todas las fuerzas burguesas puede forjar al proletariado como clase autónoma, como verdadera fuerza unificada que subvertirá la explotación capitalista, sus guerras y sus paces. Clase contra clase, comunidad de necesidades humanas contra dictadura del capital, programa y Partido revolucionario del proletariado internacionalista contra todas las fracciones burguesas, comunismo contra capitalismo.
Hoy, la mayor parte del proletario mundial, especialmente en Europa y Estados Unidos, vive en el silencio y la pasividad con respecto a las condiciones de opresión y terrorismo generalizado que pautan su vida en esta sociedad. Muchos proletarios apoyan el nacionalismo y se sacrifican en aras del interés nación, ¡es decir el interés de sus enemigos!. Muchos creen que el reformismo, los socialdemócratas, y los pacifistas pueden aportar algo de bueno. Muchos son utilizados como carne de cañón en los conflictos "étnicos", "religiosos" y nacionales que proliferan por el mundo, otros son "felices" con el "American Way of live" o se creen "privilegiados" por vivir en Europa. Así soportan "mejor" los aumentos en la intensidad del trabajo, la vida miserable, anti-humana, la esclavitud de la cultura capitalista, del dinero, del mercado, de los juegos, los asesinatos, enfermedades, deformaciones, contaminación,... en dos palabras soportan contentos la explotación y todo lo que inevitablemente la acompaña.
El proletariado para emanciparse de la esclavitud asalariada y de las catástrofes capitalistas tiene que dirigir su lucha y odio de clase contra todas las fuerzas burguesas, contra todos los programas que le permiten a la burguesía defender sus intereses. Tenemos que organizarnos en base a nuestro programa revolucionario, nuestras necesidades humanas, nuestra comunidad de lucha mundial, para destruir totalmente esta sociedad burguesa y su Estado terrorista.
Esta fue la dirección que tomó el proletariado revolucionario en Irak, en 1991, cuando denunciaba a Bush y Saddam como enemigos de clase, cuando denunciaba que ambos nos masacraban (¡y siguen asesinándonos!). Hoy Clinton, Blair, Jospin, Milosevic y compañía asesinan, con sus paces y sus guerras, a los proletarios en Yugoslavia, como en el mundo entero. Las fuerzas burguesas en Irak hicieron todo lo posible para destruir la unificación creciente de las fuerzas proletarias en el Sur, Centro y Norte de Irak, para lo que utilizaron las diferencias de cultura y lengua como un buen pretexto de división. Así se trataba de introducir el viejo método de separar y dividir al proletariado basándose en cualquier tipo de diferencias. El asesinato masivo, el sufrimiento humano, la salud y la destrucción de la naturaleza que perpetúa la sociedad capitalista y su Estado mundial, no podrán ser destruidas en base a las ideologías pacifistas, reformistas y sus programas humanitarios. Por el contrario, todos estos, a pesar de sus diferentes tendencias, participan directa y activamente en el aumento de la explotación capitalista, en el terror y las guerras.
Forman también parte de las fuerzas burguesas, de sus partidos y de sus ideologías, los trotskistas, ecologistas, humanistas y liberales "radicales", que detrás de la descarada apología de la democracia y del terror capitalista condenan (falsamente, claro está), "esta" guerra y no dejan de proclamar sus deseos de paz. Lo que buscan es fortificar la ilusión de que las guerras pueden ser evitadas por su influencia en la opinión pública, en los medios de comunicación, o a través de políticas adecuadas y esfuerzos democráticos de parte de los gobiernos. La oposición burguesa a la guerra no es más que un mecanismo directo del Estado y una maniobra que busca desviar la acción real revolucionaria contra la guerra y contra el sistema capitalista.
Los medios de comunicación en todas partes pretenden convencernos de que la guerra fue entre Serbios y Albaneses, desarrollando la mística idea según la cual "Serbios" y "Albaneses" se masacran mutuamente, que se odiaron siempre a causa de "sus" orígenes y religiones diferentes. ¡Mentira total! Con ello se trata de ocultar la verdadera responsabilidad de la sociedad burguesa en esta guerra, como de todas las guerras que se dieron en la historia del capitalismo. No obstante, no pueden ocultarnos que tuvieron que hacer prueba de una enorme energía para lograr movilizar a sus respectivos ejércitos. El gobierno Serbio tuvo que enfrentar deserciones y acciones contra la guerra que resultaron ser cada vez más numerosas. El ELK por su parte y a pesar de la propaganda y el apoyo de la OTAN, tuvo enormes dificultades para construir sus regimientos dado que su guerra no logró suscitar el entusiasmo entre los proletarios amontonados en los campos de refugiados. La división del proletariado fue, y es, el objetivo mayor de estas organizaciones. Se organizaron masacres, se impuso el terror siempre en base a criterios "étnicos" y "nacionalistas". El secreto y finalidad de todo este accionar es claro: ocultar la naturaleza anti-proletaria de la guerra y revestirla de atavíos religiosos, nacionalistas y étnicos.
Sin embargo cada vez que el proletariado emerge como clase autónoma e internacionalista en antagonismo a las guerras capitalistas, no deja ningún lugar para que las religiones, etnias, naciones e ideologías de Estado logren dividirlo en diversos campos.
Solo se podrá destruir este sistema de esclavitud asalariada y las masacres y catástrofes que le son inherentes con la revolución humana universal que acabará con los ejércitos y los gobiernos, con las organizaciones económicas y políticas de la burguesía. Muchas veces el proletariado inició esta subversión, profundamente humana, sin lograr derrocar completamente el orden social, sin concluir su victoria. La burguesía, a través de sus organizaciones reformistas, socialdemócratas, de derecha e izquierda ha logrado hasta el momento aplastar las insurrecciones proletarias, masacrar a los proletarios y falsificar los objetivos de la acción de nuestra clase. El impacto de esta reescritura de la historia domina actualmente nuestra clase, que desconoce hasta su propia fuerza, sus perspectivas y su programa histórico, por lo que afirmar la posibilidad inmediata de una verdadera revolución sería simplista.
Por eso para nosotros, proletarios revolucionarios, es extremadamente crucial y necesario desde y adonde existen las posibilidades de:
¡Transformemos la guerra burguesa en guerra contra todas las fracciones, contra todos los partidos, contra todos los jefes del Estado burgués!
¡Abajo Francia, Irak, Cuba, USA, Yugoslavia, Israel, Rusia, Inglaterra, Albania, y todas las naciones!
La cuestión de la guerra y la revolución, la cuestión de la contraposición entre guerra y revolución ha sido central desde los orígenes del movimiento obrero. En efecto, es en períodos de guerra y revolución (y toda la historia nos muestra la interacción entre estos dos polos) que más claramente se ve quienes están de un lado y quienes están del otro de la barricada; la posición frente a la guerra y la revolución ha sido históricamente el punto culminante en donde un conjunto de fuerzas y partidos que se habían dicho revolucionarios (o socialistas, o anarquistas, o comunistas...) quedan totalmente desenmascarados por su realidad contrarrevolucionaria (1) afirmando que tal "guerra es justa", que tal país "fue agredido", que se oponen "a la guerra pero... en estas circunstancias...", que "apoyan la liberación de tal nación... contra tal otra..."
En cambio desde le punto de vista revolucionario, las cosas no tienen recovecos, ni vueltas. No hay que esperar a que la guerra se declare para ver de que naturaleza es, no hay que especular con la geopolítica estatal como hacen los intelectuales burgueses o los periódicos cultos (como El Mundo Diplomático), no hay que conocer las declaraciones en nombre de la paz que harán ambos contrincantes para saber quien es "agresor" o "agredido". Como todas las posiciones programáticas del comunismo, la posición de los revolucionarios frente a la guerra entre Estados burgueses (o fracciones nacionalistas que pretenden la autonomía o la independencia) es simple y terminante:
Dicha posición clásica de los revolucionarios, de oponerse con todas sus fuerzas a toda guerra entre Estados nacionales, no viene de una cuestión de ideas sobre como quisiéramos que fuera el mundo, común denominador de todos los pacifistas que, siempre en nombre de la paz eterna, terminan invariantemente de uno u otro lado de la guerra capitalista, ratificando su vocación de defender en realidad la "paz de las tumbas". Viene por el contrario de los intereses materiales del proletariado; del hecho de que su contraposición general al capital no es una contraposición a tal o cual fracción burguesa en función de la política gubernamental desarrollada sino a toda la burguesía cualquiera sea la política que lleve adelante. La contraposición práctica a toda guerra entre Estados es la consecuencia inevitable del hecho tangible de que nuestros intereses no se contraponen a los burgueses por ser estos "fascistas" o "demócratas", de derecha o de izquierda, nacional imperialistas o imperialistas nacionales, sino pura y llanamente por ser burgueses; de la verdad ineludible de que entre explotador y explotado no puede haber ninguna unidad que no beneficie al primero; de que todo frente o apoyo crítico a un bando contra el otro beneficia a la burguesía contra el proletariado.
Cada clase actúa en función de sus intereses y su programa fundamental. El capital no es más que capitales enfrentados, en el capital mismo está contenida la guerra entre capitales, precisamente por eso todas las fracciones burguesas, cualquiera sea el discurso, participan de una u otra forma en la guerra comercial y en la guerra militar que se deriva de la naturaleza misma del valor luchando contra otros valores por valorizarse. De la misma manera, el proletariado solo puede actuar como clase, negándose a ser carne de cañón de las guerras nacionales. No se trata de una opción entre muchas, sino de su existencia misma como clase, del hecho de que el proletariado no contiene ningún interés particular o regional a defender que lo oponga a otros proletarios sino que por el contrario cada fracción del proletariado por más limitada que sea su acción de clase contra el capital contiene la globalidad, expresa los intereses de la humanidad contraponiéndose a toda guerra.
Se nos dirá que en muchísimas guerras nacionales los proletarios han participado y apoyado uno u otro bando. Es cierto, pero no lo hacen en función de sus intereses propios, lo hacen precisamente en base a la dominación ideológica de la clase dominante, no lo hacen como clase mundial sino como carne de cañón de los burgueses, no lo hacen como clase revolucionaria sino negándose como clase y adhiriendo al pueblo, a la nación, que es la negación misma del proletariado (que "no tiene patria"). La guerra burguesa, con participación masiva y popular (como por ejemplo la llamada "segunda" guerra mundial), es la liquidación directa del proletariado, del sujeto mismo de la revolución en beneficio del capital. De ahí que más allá de los intereses subjetivos que llevan a cada capitalista, a cada fracción burguesa a la guerra comercial y luego a la guerra militar, el capital en su conjunto tiene un interés objetivoen la guerra: la destrucción del sujeto mismo de la revolución, la desaparición, a veces por un largo período histórico, del comunismo como fuerza.
Frente a ello el desarrollo del proletariado como clase parte de la vida misma. En efecto nuestra lucha comienza con nuestra existencia misma como clase, por encontrarnos en contraposición desde nuestro nacimiento a la propiedad privada, al capital, al Estado. Por eso nuestras posiciones, en tanto que proletarios revolucionarios organizados, no parten de consideraciones sobre lo que dicen los bandos en lucha, sino de nuestro enfrentamiento de siempre contra la explotación, contra las inhumanas condiciones de vida que este sistema impone y que llegan a su nivel supremo (de inhumanidad) en las guerras.
Pero como la guerra es la esencia misma de esta sociedad, como el capitalismo no puede vivir sin guerras periódicas y su mismo ciclo de vida se basa en las destrucciones sucesivas de las fuerzas productivas, la única oposición real, radical, profunda a las guerras es la oposición revolucionaria; solo la revolución social puede liquidar las guerras para siempre.
Por eso el grito de los revolucionarios frente a las guerras ha sido invariantemente el transformar la guerra imperialista en guerra social por la revolución universal.
Sin embargo esta sola consigna se ha mostrado históricamente como insuficiente. En efecto, la contraposición real a la guerra y al capital internacional significa prácticamente una contraposición abierta con la burguesía y el Estado que en cada bando recluta para la guerra. Dicha contraposición se expresa muy prácticamente porque la burguesía utiliza todo el arsenal terrorista de su Estado para imponer la adhesión a la guerra y el reclutamiento: estado de guerra, censura generalizada, movilización general, fanatismo nacionalista (racismo, xenofobia, sectarismo religioso), acusaciones a los revolucionarios de favorecer el bando opuesto (muchas veces acusaciones concretas de espía de tal país o de tal otro), de "alta traición a la nación" etc (3). En tales circunstancias declararse contra la guerra en general y contra toda la burguesía en general sin una acción concreta contra el aumento de la explotación que toda guerra genera, sin una pelea cotidiana contra la guerra concreta que realiza el Estado contra el proletariado, resulta una mera fórmula de propaganda y no una dirección revolucionaria de la acción. En efecto la guerra burguesa se concreta antes que nada en la guerra del Estado contra "su" proletariado, es decir contra el proletariado en ese mismo país para quebrarlo, para liquidar las minorías revolucionarias y llevarlo mansito a la guerra burguesa. Es decir que resulta indispensable, ineludible, impostergable, el asumir el hecho de que "el enemigo está en nuestro propio país", que es "nuestra propia" burguesía, "nuestro propio" Estado. Es en la lucha proletaria por provocar la derrota de "su propia" burguesía, de "su propio" Estado, que el proletariado asume realmente la solidaridad internacionalista con la revolución mundial. O dicho desde el punto de vista de la globalidad, la revolución mundial es precisamente la generalización del derrotismo revolucionario del proletariado mundial.
Más todavía, el proletariado "de" tal o cual país (4) no puede asestar un golpe de clase a "su" burguesía y a "su" Estado ni tenderle la mano a su hermano de clase que "en el otro bando" que está también en guerra contra "su" burguesía y "su" Estado, sin cometer un "delito de alta traición", sin contribuir a la derrota de "su propio ejército", sin actuar abiertamente por la disgregación del ejército de "su propio país". Además el derrotismo revolucionario se concreta no solo en la fraternidad en los frentes con los soldados (proletarios en uniforme) del "otro bando" (único aspecto admitido por el centrismo), sino en la acción concreta para destruir "su propio" ejército.
Históricamente los revolucionarios se distinguen también aquí de los centristas por llamar a la organización independiente de soldados contra los oficiales, por dirigir la acción directa de sabotaje del ejército, por levantar la consigna tirar contra "sus propios oficiales" (y llevarla adelante con todas sus fuerzas), por dar vuelta los fusiles apuntados hacia "el enemigo extranjero" haciéndolos apuntar contra los "oficiales" de la patria.
En efecto la experiencia de la guerra y la revolución, y en particular la experiencia concreta de la llamada "primera guerra" mundial, permitió dejar clarito que la consigna de lucha revolucionaria contra la guerra burguesa, es totalmente insuficiente y prácticamente centrista, si no iba acompañada de la concreción práctica, es decir de la lucha abierta contra "su propia" burguesía, por la derrota de "su propio" Estado, pues en todos los casos la "guerra contra el extranjero" implica antes que nada una "guerra contra el proletariado" de ese país. En efecto cuando se está prácticamente enfrentando una movilización general dirigida por una burguesía y un Estado nacional concreto el decir que se lucha "contra toda la burguesía por igual", o el levantar únicamente la consigna de la "lucha revolucionaria contra la guerra" sin actuar concretamente por la derrota de "su propio" país es caer en el propagandismo (5) y hacerle el juego al chovinismo. Durante aquella guerra todo el centro de la Segunda Internacional (por oposición a la derecha que se declaró por "la defensa de la patria") declaraba oponer la revolución a la guerra y lanzaba consignas tan radicales como "guerra a la guerra" pero al mismo tiempo se oponía a las consignas derrotistas revolucionarias porque decía, (¡igual que los generales del ejército!) que ello beneficia al enemigo nacional y levantaba consignas como "ni victoria, ni derrota".
No debe olvidarse que ninguna fracción burguesa se declara nunca por la guerra sino que todas dicen luchar por la paz: hasta los generales saben que la paz no es más que un arma fundamental de la guerra. Los socialdemócratas como E. David cuando votaron los créditos de guerra (6) no lo hicieron tampoco en nombre de la guerra sino de la paz y para "impedir la derrota". E. David justificaba así su voto: "El sentido de nuestra votación del 4 de agosto es este: no en pro de la guerra, sino contra la derrota." Es claro que frente a la guerra que se concreta en la guerra entre el proletariado y "su propio" Estado, tanto esta posición clásica del socialismo burgués, como aquella que dice "ni victoria ni derrota" desorganiza al proletariado y contribuye a llevarlo al matadero.
Lenin en este punto se alineó con la "izquierda comunista internacional" que se contraponía a la posición centrista dominante en las conferencias internacionales (de Kiental, de Zimmerwald). Contrariamente al fetichismo individual y a pesar de todas las críticas que nosotros hemos efectuado contra Lenin, no tenemos reparos en citarlo en esos años en los que efectivamente coincidía con la crítica efectuada por los revolucionarios, cuando en la práctica se situaba en lucha contra el centrismo socialdemócrata:
"La 'lucha revolucionaria contra la guerra' no es sino una de esas exclamaciones vacías y sin contenido, en la que son maestros los héroes de la II Internacional, si por ellas no entendemos las acciones revolucionarias contra el propio gobierno también en tiempos de guerra. Basta meditar un momento para comprenderlo así. Pero las acciones revolucionarias en época de guerra, contra el propio gobierno, significan indudable e indiscutiblemente, no sólo que se desea la derrota de este gobierno, sino también que se contribuye en forma activa a esa derrota... En tiempos de guerra, la revolución es una guerra civil, y la transformación de una guerra de gobiernos en guerra civil por una parte, es facilitada por los reveses militares (por la 'derrota') de los gobiernos, y por la otra es imposible contribuir prácticamente a esa transformación si no se contribuye, al mismo tiempo, a la derrota... Si los chovinistas (así como el Comité de Organización y la fracción de Chjeidze) rechazan la 'consigna' de la derrota es justamente porque es la única consigna que hace un llamamiento consecuente a llevar a cabo acciones revolucionarias contra su propio gobierno durante la guerra. Porque si no hay acciones revolucionarias, no valen un comino las millones de frases archirevolucionarias sobre la lucha contra 'la guerra y las condiciones, etc'... Los adversarios de la consigna de la derrota tienen miedo pura y simplemente de sí mismos, porque no se atreven a mirar cara a cara el hecho evidentísimo de que existe una relación indisoluble entre la agitación revolucionaria y la contribución necesaria para su derrota... Quien defiende la consigna de 'ni victoria, ni derrota' es un chovinista consciente o inconsciente; en el mejor de los casos es un pequeño burgués conciliador, pero de todos modos un enemigo de la política proletaria, un partidario de los gobiernos actuales, de las clases dominantes actuales." (7)
Obsérvese que también esta concreción de la posición de siempre de los revolucionarios, de contraponer la revolución social a la guerra, que consiste en el derrotismo revolucionario, no surge de ninguna especulación ideológica sobre la política de tal o cual fracción burguesa, sino de la esencia misma del proletariado, de sus necesidades vitales. En efecto toda la lucha del proletariado, todo el contenido programático de la revolución comunista, surge de la lucha contra la explotación. Lo más natural es que el proletariado frente a la guerra no solo no abandone la lucha permanente contra la explotación (lucha contra "sus propios" patrones, contra "sus propios" burgueses, contra "sus propios" sindicatos, contra "su propio" gobierno) sino que intensifique la misma, porque la guerra implica siempre que todas las condiciones de explotación y en general todas las condiciones de vida (y lucha) se vean brutalmente agravadas. Serán esos mismos burgueses, esos mismos sindicalistas, esos mismos políticos y gobernantes los que sin excepción tratarán de que el proletariado haga abstracción de sus condiciones de vida y pidan más sacrificios, más trabajo con menos paga y muchas otras cosas que dependen de los países o circunstancias, pero que van desde la colecta voluntaria para el frente, pasando por el decreto ministerial que impone días de trabajo forzado para sostener el esfuerzo de guerra, o que de ahora en adelante tal porcentaje del salario va para que la "nación" pueda hacer la guerra (¡Sadam Hussein llegó a imponer varios meses de trabajo gratis para financiar su guerra!). En dichas circunstancias mientras el nacionalismo ataca al proletariado, el centrismo trata de dilatar la lucha revolucionaria inmediata (8) contra los sectores de la burguesía que imponen directamente los sacrificios de guerra, para lo cual no dudarán en levantar consignas vagas acerca de la oposición de la revolución a la guerra en general, diciendo que no hay que hacerle el juego al "país enemigo", que la lucha contra el capitalismo en general no requiere en absoluto del derrotismo revolucionario porque todas las fracciones del capital son iguales (9) como sucedió con todo el centrismo socialdemócrata. Es justamente, en esos momentos en donde toda lucha inmediata contra la explotación asume el carácter de sabotaje del esfuerzo nacional de guerra y donde la lucha revolucionaria pasa a ser indispensable hasta para obtener el pan de cada día, que esas posiciones del centrismo, que se asemejan a una clásica posición de neutralidad burguesa aumentada de un conjunto de declaraciones rimbombantes contra la guerra y por la revolución, pueden revelarse como la última barrera de contención contrarrevolucionaria.
En todos los casos de guerra se aumenta directamente la tasa de explotación (plusvalor sobre capital variable), al mismo tiempo que se le impone al proletariado una degradación de todas las condiciones de existencia producida por la guerra misma, por la destrucción, por el desabastecimiento (y el consecutivo aumento de precios), y porque la guerra implica además que el terrorismo del Estado será utilizado para llevar a los proletarios a morir y a matar en el frente de batalla.
Por eso la posición de luchar contra "su propia" burguesía, pelear por la derrota de "su propio" campo nacional (imperialista) no es algo que los revolucionarios tienen que inventar o introducir desde afuera en el movimiento, sino que también esto resulta del desarrollo mismo de la lucha contra la explotación que, con la guerra, da un salto cualitativo. La separación entre economía y política con la que se quiere engatusar a los proletarios y que parece tener una cierta realidad en tiempos de paz, queda prácticamente liquidada durante la guerra: toda ilusión de defender las condiciones económicas del proletariado sin hacer política se desmorona, toda acción del proletariado por defender sus intereses vitales se contrapone a la política de "su propio" Estado: la lucha "económica" del proletariado en tiempos de guerra es directamente una lucha derrotista, es directamente una lucha revolucionaria. El derrotismo revolucionario es una cuestión de vida o muerte para el proletariado. Toda acción basada en los intereses proletarios conduce a la derrota "de su propio Estado" y como dice Lenin contra los centristas, aunque estos no quieran asumirlo, toda agitación realmente revolucionaria es una contribución a la derrota de "su propio campo".
Por eso siempre que en nombre de lo que sea se nos dice que hay que abandonar la lucha contra la explotación, o que no es la más importante en este momento sino que el enemigo principal es otro (por ejemplo tal dictadura, o el fascismo (10)), lo que se está buscando es pura y simplemente liquidar la lucha del proletariado. Peor todavía, como el proletariado no puede en épocas de guerra defender sus condiciones más elementales de vida sin luchar contra "sus propios" burgueses, sin actuar abiertamente por la derrota de "su propio" gobierno, si no lo hace, el proletariado no solo deja de lado sus intereses materiales más elementales, sino su existencia misma como clase.
Es decir que las posiciones de los revolucionarios frente a la guerra se encuentran en completa conformidad con las posiciones generales pues las mismas surgen de los intereses mismos del proletariado, de los intereses inmediatos e históricos del proletariado que son inseparables. Bajo ningún aspecto, bajo ninguna circunstancia, el proletariado puede tener interés en sacrificar nada, absolutamente nada en nombre de la guerra contra el enemigo exterior o en nombre, de que como los enemigos son todos iguales, lo mejor frente a la cuestión de la guerra es "ni derrota ni victoria". Siempre que se hable de dejar de lado las condiciones mismas de vida, de sacrificarse en nombre de la lucha contra el fascismo, contra el imperialismo, contra el enemigo exterior,... se está traicionando los intereses del proletariado.
Para terminar debemos responder a una última objeción con la que desde siempre se combate la posición derrotista de los revolucionarios. Es evidente que toda la contrarrevolución asimilará la derrota nacional con la victoria del bando nacional adverso y fue en base a dicha argumentación que los centristas levantaban consignas como ni victoria, ni derrota. Pero es evidente que esta posición se sitúa exclusivamente en el cuadro nacional (y no de clase) y que no ve en la guerra otra cosa que triunfos nacionales y no liquidación revolucionaria del ejército, insurrección proletaria, etc. Más aún, aunque esta posición se disfrace de izquierda o de extrema izquierda es la misma argumentación militarista e imperialista de los generales que conducen la guerra: para ellos es lógico que el proletariado revolucionario sea un verdadero "traidor nacional", que "favorece al enemigo de la patria". La realidad es que cuanto más se acelera la derrota del ejército nacional y más sublevamientos de tropas y motines insurreccionales se producen, más fraternización se da en los frentes, más se debilita también el ejército nacional adverso y es históricamente verificable que son los oficiales de "nuestro propio" ejército que se entenderán con los del bando adverso para luchar contra el movimiento proletario. Lo que es totalmente normal porque la descomposición insurreccional del Estado supera siempre el cuadro estrictamente nacional y cuando el proletariado está realmente atacando a "su propia burguesía", a "su propio ejército", a "su propio Estado", está en el mismísimo acto atacando a toda la burguesía, a todos los ejércitos burgueses, a todo el Estado mundial, en síntesis al capital mundial. No es por otras razones que frente a ese proceso de derrotismo generalizado, vemos en toda la historia capitalista a toda la burguesía mundial tendiendo a unificarse, a lograr acuerdos contra la deserción en ambos campos, a atacar conjuntamente los bastiones insurreccionales. Es inevitable, entonces, que el enfrentamiento de clase contra clase pase a primer plano.
O mejor dicho, volviendo a lo que argumentábamos antes la derrota revolucionaria es la mejor manera de transformar internacionalmente la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria, la guerra entre naciones o fracciones del capital en revolución social.
Además cuanto más se afirma la derrota y desorganización de "nuestro propio" Estado, más incapaz de reprimir la acción revolucionaria será ese Estado y más fáciles resultarán las comunicaciones y la centralización de la acción revolucionaria llevada adelante conjuntamente con el proletariado del otro campo. La lucha "contra la propia burguesía" y contra "su propio" Estado llega así a su nivel supremo cuando de los dos lados del frente burgués de batalla, la agitación y la acción directa va provocando la desorganización y derrota revolucionaria de todos los ejércitos fortificándose frente a ellos la acción revolucionaria del proletariado.
Claro que en muchos casos el derrotismo revolucionario es mucho más fuerte en un campo que en el otro, lo que se puede producir generalmente porque el desgaste político-militar del ejército de un campo es mayor que el otro o/y por la misma acción revolucionaria, por la organización de soldados, por la decisión de los sectores de vanguardia del proletariado. Desde el punto de vista burgués también ello será utilizado para afirmar que por ello se favorece el campo nacional opuesto. Sin embargo la fuerza del derrotismo revolucionario en un campo permite una acción todavía más decidida para desarrollar y fortificar el derrotismo revolucionario en el campo adverso por los mismos mecanismos que están dando resultados en "nuestro" campo. La acción coordinada con los internacionalistas que se encuentran en el otro campo permitirá una propaganda derrotista mucho más eficaz, los llamados a la deserción "en el otro campo" tendrán mucha más fuerza y serán mejor comprendidos por los soldados del mismo.
En efecto no hay que olvidar ni un instante que la transformación de la guerra imperialista en guerra social revolucionaria es posible por la generalización del derrotismo revolucionario, lo que a la vez requiere una agitación y una acción directa en todos los campos que deberá ser instrumentalizada por los sectores de vanguardia del proletariado coordinando el accionar por encima de las líneas de frente que la burguesía internacional intente imponer. Será precisamente en el campo en donde el derrotismo revolucionario es más general y profundo que las minorías de vanguardia se encuentren con mayor capacidad para desarrollar el derrotismo revolucionario también en el "campo adverso". Resulta evidente que en donde el derrotismo revolucionario es débil, donde la represión es exitosa, etc. la mayor ayuda internacionalista vendrá de los compañeros que en el "otro campo" van logrando imponer la derrota revolucionaria. Como decíamos antes la mejor ayuda de los compañeros del "otro campo" vendrá de la derrota revolucionaria de "su" ejército que en la medida que lo van logrando adquieren mayor capacidad para convocar a la fraternización en los frentes, a la deserción, a la organización de la lucha por la generalización del derrotismo de todos los ejércitos burgueses.
El derrotismo revolucionario es por su propio contenido general y nunca nacional, por eso aunque el mismo se exprese a diferentes niveles en los diferentes países o campos burgueses, al irse concretando en un país o campo tiende inevitablemente a generalizarse a los otros. Dicha determinación histórica es lógicamente tomada a cargo y dirigida por la vanguardia proletaria que intentará concentrar sus esfuerzos derrotistas (de propaganda, de acción, de sabotaje...) precisamente en aquellos lugares y "campos" de la guerra imperialista en donde el derrotismo tenga menos fuerza para mostrar al proletariado de "ese campo" que con el derrotismo revolucionario no tienen nada que perder sino un mundo a ganar.
En todas las grandes experiencias revolucionarias se ha podido constatar ese fenómeno inevitable de generalización del derrotismo revolucionario (11). Contrariamente a todos los argumentos defensistas o neutralistas (de los centristas) lejos de ser más dominable o invadible un país en el cual el derrotismo revolucionario se ha impuesto resulta un enorme riesgo para la burguesía del bando opuesto el mantener la guerra interburguesa. Desde la Comuna de París a la revolución proletaria en Rusia en 1917 se puede constatar que frente al movimiento insurreccional del proletariado el "ejército nacional adverso" se encontró paralizado, con gran tendencia a la fraternización y a los movimientos de tropa contra "su propia" burguesía. Cuando en el 18/19, la burguesía alemana quiso desconocer esta ley y continuar la guerra imperialista contra Rusia insurrecta, se encontró rápidamente con que el derrotismo revolucionario tomaba una inusitada fuerza en Alemania misma gracias al "contagio" y a la acción derrotista revolucionaria de los comunistas de ambos campos: el resultado fue la insurrección proletaria también en Alemania (aunque la misma luego fue derrotada). Los antiguos aliados de Rusia también declararon la guerra a la Rusia revolucionaria por "no respeto de los acuerdos diplomáticos y militares anteriores" y casi una decena de ejércitos intentaron liquidar el movimiento insurreccional en ese país. Pero también aquí el derrotismo revolucionario se generalizó por todos esos ejércitos y la organización de obreros y soldados, así como la fraternización, el fusilamiento de oficiales, la ocupación de buques por los marineros en revuelta y de cuarteles por la tropa fue muy importante en las fuerzas armadas francesas, belgas, inglesas,... El derrotismo revolucionario fue general en todos los países que habían participado en la guerra así como lo fue la ola de insurrección proletaria mundial en 1919 hasta el extremo que los burgueses más lúcidos comprendieron que no es posible combatir la insurrección y el derrotismo revolucionario enviando más soldados, más ejércitos porque los mismos se descomponen frente al proletariado insurrecto en forma cada vez más rápida y violenta. Dicha verdad fue expresada por Wiston Churchil diciendo que intentar parar una insurrección en base al ejército es igual que intentar parar una inundación con una escoba.
Es decir que el derrotismo revolucionario no debe ser nunca concebido como una cuestión de países o de naciones, sino como una contraposición general del proletariado contra el capital. En efecto, hasta el presente hemos hablando, sin ninguna otra aclaración, de "nuestra propia" burguesía, "nuestro propio" Estado, etc. y como todos nuestros lectores saben, nuestro grupo no ha dejado de afirmar desde su origen que el Estado es mundial, que el capital es mundial. Desde el punto de vista derrotista revolucionario cuando se actúa contra "su propia" burguesía o "su propio" Estado no se puede bajo ningún aspecto creerse que se trata de una cuestión de nacionalidad de los burgueses o del gobierno como nuestros enemigos intentando deformar el contenido invariante de nuestras posiciones tratarán de hacer creer. Nos cansamos de repetir que el proletariado debe luchar contra todos los burgueses y contra todos los gobiernos. Se trata de afirmar la lucha contra los patrones directos y los represores directos pero como parte de la lucha mundial del proletariado contra la burguesía mundial. El proletariado no puede luchar por medio de intermediarios de ningún tipo, por eso mismo la lucha contra el capital, es siempre lucha contra la explotación directa y la represión estatal directa. No es una opción, sino una necesidad. Por eso mismo el parlamentarismo nunca podía servir al proletariado, porque éste solo puede luchar por sus intereses por medio de su propia acción directa. Es esa lucha contra la explotación y la represión directa que ataca las bases mismas de la acumulación mundial del capital y el Estado mundial. O dicho de otra forma: la característica central de la lucha del proletariado es la centralidad orgánica de su acción directa contra el capital, por la cual (y en contraposición a la lucha del capital) aunque dicha lucha se produzca en un solo barrio, distrito industrial, o ciudad, contiene la totalidad y representa, independientemente de la consciencia que de ello tengan los protagonistas inmediatos, los intereses orgánicos generales del proletariado como globalidad.
Las determinaciones centrales de la lucha de la burguesía y del proletariado son exactamente opuestas. Por más general que pretenda ser la lucha de una fracción burguesa (12) siempre contiene el interés egoísta y particular porque la valorización ataca a otros procesos de valorización con intereses contradictorios. Por eso su unidad es fundamentalmente una unidad democrática, una alianza inestable, resultado de unificar intereses contrapuestos y que se vuelve a resquebrajar una y otra vez. Los diferentes niveles de unificación burguesa, son siempre unificación contra otros y todos se producen para enfrentar mejor al competidor (o enemigo militar). En cambio en el proletariado, por más particular que sea una lucha concreta, la misma afirma su ser orgánico como totalidad frente al capital en su conjunto.
Por eso cuando decimos "nuestro propio" Estado, "nuestra propia" burguesía nosotros entendemos, no la burguesía y el Estado de esa nación (13), sino simple y directamente la burguesía que nos está explotando directamente, los represores que nos están reprimiendo directamente, los curas o/y sindicalistas que tenemos enfrente y que quieren llevarnos al matadero de la guerra, en fin el tentáculo del Estado mundial que nos está apretando y que debemos cortar para mejorar la correlación de fuerzas general frente al monstruo capitalista internacional.
Si en un momento dado para reimponer el orden del capital los patrones directos que enfrentamos son sustituidos por otros, o el gobierno nacional solicita ayuda al exterior para reprimir, el derrotismo revolucionario continuará aplicándose totalmente contra esos nuevos patrones y represores directos independientemente de la nacionalidad de los mismos de la misma manera y por las mismas razones que se enfrentaron a los viejos patrones y al viejo gobierno. Esto es sumamente importante frente a toda la problemática burguesa e imperialista de la liberación nacional porque muchas veces la lucha contra los burgueses locales se la trata de desviar hacia la lucha contra los burgueses "imperiales" (14) y en muchos casos la lucha entre las fracciones nacionales trata de imponerse contra la lucha de clases. La situación más compleja a la que se puede llegar es cuando la burguesía local totalmente superada por "su propio" proletariado y teniendo en su oposición a sectores burgueses que hacen discursos "antimperialistas" solicita la ayuda a la "imperialista" para reprimir al proletariado insurrecto o cuando la fracción burguesa que se dice "antimperialista" se impone militarmente frente a las otras. En esos casos se trata de acorralar al proletariado entre dos fuerzas imperialistas, buscando así transformar la lucha social que él lleva adelante en guerra imperialista. Pero incluso en esta situación no se está frente a algo nuevo, sino a la clásica guerra imperialista contra el proletariado disfrazada, como toda guerra imperialista de banderitas nacionales (15). Claro está que frente a ella la posición de los revolucionarios no cambia en absoluto sino al contrario: el derrotismo revolucionario, muestra toda su pertinencia y sigue aplicándose integralmente tanto frente a los "liberadores de la nación" que se pretenden antimperialistas como frente a la fuerza militar de la "potencia imperial" que intenta reimponer el orden.
Es decir que en absolutamente todos los casos la lucha revolucionaria por transformar la guerra imperialista en guerra social contra "su propia" burguesía se concreta en el derrotismo revolucionario, es decir en la lucha contra el enemigo que se encuentra "en nuestro propio país", contra el que asume directamente, en nombre del capital mundial, "nuestra" explotación directa, "nuestra" represión directa. La fuerza del proletariado para enfrentar al capital depende precisamente de su capacidad para adaptarse a la lucha contra las diferentes fracciones burguesas, contra las diferentes formas de dominación que el capital intenta.
Es en este sentido que frente a toda guerra burguesa los revolucionarios han levantado, levantan y levantarán siempre la misma consigna del derrotismo revolucionario.
Hoy como ayer:
Si a ese señor lo hubieran fusilado los obreros en cualquier barrio de Santiago, si un grupo de "incontrolados" lo hubiera ajusticiado cuando paseaba su asqueroso cuerpo, si sus tripas hubiesen sido utilizadas para colgar unos cuantos torturadores más, podríamos regocijarnos y festejar por haber ganado al menos una batalla, en toda esta guerra, en la que, es la burguesía que sigue ganando.
Pero lamentablemente no es el caso. Bien por el contrario, el proletariado internacional aparece realmente postrado frente a un siniestro espectáculo en el que los verdaderos protagonistas son diferentes personajes del Estado: Pinochet jugando el papel del "malo" de la película, mientras que jueces, lores, diputados parecen jugar el papel de los "buenos", por los que habría que hinchar.
Podríamos empezar denunciando a todos los "buenos" de la película, a todos los demócratas por su complicidad más o menos abierta con esas u otras formas de terrorismo de Estado. Ni un juez español, por ejemplo, podría quedar excento de su participación en el terror del Estado (de hoy o de ayer), y mucho menos el tristemente célebre Baltasar Garzón que es por excelencia el juez del "antiterrorismo" que al mismo tiempo que persigue a Pinochet o a los altos funcionarios socialistas españoles por su guerra sucia contra el ETA, dirige los cuerpos especiales de la policía política en su accionar represor de los militantes proletarios que luchan contra el Estado, autorizando las largas incomunicaciones de los presos, los brutales interrogatorios y los prepotentes traslados y que es cuestionado, hasta por la misma burguesía, a lo largo y ancho de España, por la violación de los derechos humanos más elementales, como el derecho de expresión y de prensa (1). Garzón es sin dudas, de la misma calaña que Pinochet.
Hasta las propias Madres de Plaza de Mayo, conocidas por su intransigencia, en algún momento tuvieron la esperanza de que el famoso Baltasar Garzón estuviera del lado del ajusticiamiento de los tenebrosos personajes causantes del terrorismo de Estado Latinoaméricano, pero muy pronto comprendieron que también ese Juez forma parte del terrorismo de Estado español y por lo tanto del terrorismo de Estado internacional del capital. Y no dudaron en denunciarlo:
"Al comienzo de las actuaciones de Baltasar Grarzón en el juicio a los genocidas argentinos, recibimos numerosas denuncias sobre los más terribles casos de torturas a los prisioneros políticos españoles, con el consentimiento de la Audiencia Nacional.
Para las Madres de Plaza de Mayo, con 21 años de lucha a cuestas, enfrentando primero la dictadura militar y luego los gobiernos títeres de los Estados Unidos, soportando gobiernos de narcotraficantes y asesinos, Baltasar Grazón era una esperanza. Creíamos que en algún país del mundo existía la justicia y que los jueces eran hombres probos y dignos.
Con el correr del tiempo fuimos aprendiendo que Garzón tomaba sus decisiones de acuerdo a los cálculos políticos y no en función de la ley y la justicia. La liberación de Silingo fue una bofetada en las esperanzas de las Madres de Plaza de Mayo de obtener justicia. Comprendimos que esos procesos eran útiles para acosar a los genocidas en la Argentina, pero que no existía una determinación clara de condenar a los responsables de la desaparición de nuestros 30.000 hijos.
Al mismo tiempo que descubríamos las manipulaciones políticas de Garzón en este juicio comenzamos a descubrir el verdadero rostro de la Justicia Española. Descubrimos que la tortura, las violaciones y las ejecuciones son parte de las herramientas del terrorismo de Estado ordenado primero por Felipe Gonzalez y ahora por Aznar.
Los jueces de la Audiencia Nacional nos mostraron sus verdaderos rostros: los mismos que poseían los jueces argentinos de la dictadura y los mismos que exhibían los jueces del nazismo." (2)Y si la Audiencia Nacional fuese otra cosa que una institución cómplice del terrorismo de Estado democrático ¿no hubiese empezado por juzgar a los miembros históricos del aparato policial fascista español a quienes nunca inquietaron? ¿si no fuese cómplice de la impunidad legalizada no se hubiese ocupado un poco de juzgar los militares criminales franquistas que se pasean por las calles españolas? ¿o acaso podemos considerar que Pinochet es más criminal que los criminales franquistas o argentinos?
Podríamos también denunciar a cada uno de los lores de su majestad o más bien recordar el papel histórico de esos criminales de toga, legítimos agentes de ese tenebroso Estado corsario. Podríamos gritar lo absurdo y ridículo que es pretender hacer justicia con Pinochet sin hacer contra todo el cuerpo policial y el ejército chileno y recordar que cuando la masacre de proletarios en Chile en 1973 y años siguientes todo el mundo sabía que: Pinochet no podía hacer lo que hizo sin la complicidad de otros Estados nacionales de América Latina y el mundo. Podríamos volver a subrayar lo que hasta la izquierda burguesa denunció siempre: que Pinochet no es más que un títere dirigido por intereses internacionales mucho más poderosos y recordar la participación directa de otras fuerzas de seguridad o de empresas multinacionales en la preparación masacre: como el Pentágono, la C.I.A. o la ITT.
El "espectáculo Pinochet" para cumplir el objetivo de lavada de jeta del Estado burgués mundial y de postrar al proletariado frente a ese magnífico espectáculo, necesitaba presentarlo como la encarnación misma de la maldad y por eso mismo no debía mezclarse con otros personajes. Todo lo que circula en los medios de modelación de la opinión pública tiende a hacer olvidar que cuando el golpe de Pinochet todo el mundo sabía que la represión fue, como en la Argentina, Uruguay, Bolivia, Brasil, Paraguay, Perú... de esos años coordinada entre los milicos de todos esos países ("Operación Condor") y dirigida centralmente por el Estado de Estados Unidos (¡coordinación que siguió existiendo durante años y que con total seguridad debe existir hoy!), que si se condena a Pinochet como más alto responsable del terrorismo de Estado (cuando en realidad fue una especie de subgerente chileno de designos generales del capital mundial), habría que condenar con igual (o mayor) razón a toda la plana mayor de los Estados Unidos (como de varios países europeos) y en particular al mismísimo señor Regan, a Henry Kissingir, a Cyrus Vance, a Bush así como también a muchos otros notables jefes de Estado de la época.
Lo que también quieren que olvidemos con el espectáculo Pinochet, es la complicidad general de la Democracia Cristiana internacional y nacional así como del propio Eduardo Frei con toda la matanza que Pinochet y compañía llevaron a cabo. Lo que de paso dejaría mucho más clarito porqué Eduardo Frei (hijo) invoca hoy la soberanía de Chile, para pedir la libertad de Pinochet.
Asímismo se olvida el apoyo económico, así como en armamento e instructores policiales que recibió el Gobierno de Pinochet durante años de Gobiernos de izquierda y de derecha de la tan representativa democracia europea. Citemos como ejemplos el brindado por el Gobierno de la Tatcher (esta señora, es una de las pocas, que no ha escondido su profunda amistad con Pinochet), y el dado por el Gobierno Socialista de España que presidiera Felipe Gonzalez. ¡Y qué decir del papel del Vaticano que nunca habló de humanidad cuando los pinochetistas perpetuaron la masacre y que hoy habla de razones humanitarias para pedir la libertad de... Pinochet!
Mucho más olvidadas aún se encuentran las propias lecciones proletarias sobre la responsabilidad directa, en la impresionante masacre de los proletarios, de la Unidad Popular y su lider Salvador Allende. Recordemos que bajo ese gobierno el proletariado en Chile gritaba desesperado que la masacre se preparaba gracias a la represión que ya se había iniciado bajo el Gobierno del señor Allende. Como decía la carta que le dirigieron los Cordones Industriales a Allende unos días antes del golpe militar: "(usted) será responsable de llevar al país, no a una guerra civil que ya está en pleno desarrollo, sino a la masacre fría, planificada de la clase obrera más consciente y organizada de Latinoamérica y que que será responsabilidad histórica de este gobierno llevado al poder y mantenido con tanto sacrificio por los trabajadores, pobladores, campesinos, estudiantes, intelectuales, profesionales, a la destrucción y descabezamiento quizás por qué plazo y a qué costo sangriento, de no sólo el proceso revolucionario chileno sino también el de todos los pueblos latinoaméricanos que están luchando por el socialismo." (3) Con Allende, Prats y Pinochet (que el propio Allende había nombrado) el gobierno y las fuerzas armadas fueron atacando y desarmando sistemáticamente al proletariado, es decir destruyendo la única barrera existente que impedía el terrorismo de Estado abierto que la burguesía internacional reclamaba en ese momento. Como denunciaba el mismo documento "la Ley de Control de armas, nueva 'ley maldita', que solo ha servido para vejar a los trabajadores, con los allanimientos practicados a las industrias y poblaciones, que está sirviendo como un ensayo general para los sectores sediciosos de las Fuerzas Armadas, que así estudian la organización y capacidad de respuesta de la clase obrera, en un intento para intimidarlos e identificar a sus dirigentes". Cuando el proletariado gritaba esto Allende, confiando en su amigo Pinochet (por eso la burguesía chilena de izquierda explicaría luego el golpe por lo que llamaron "generales traidores"), continuaba avalando el indispensable golpeteo previo y fichaje que las fuerzas represivas estaban realizando contra toda organización autónoma del proletariado.
Más aún: ¿Podemos olvidar que la masacre de Pinochet fue posible porque la acción decidida del ejército chileno logró sorprender a muchos gracias a la propaganda que había realizado el Estado acerca "de la tradición democrática y antigolpiesta del ejército chileno", propaganda realizada por la boca del propio Allende que se basaba en su propia estupidez socialdemócrata y en la profunda imbecilidad de los asesores y analistas identificados con la sociología francesa (encabezada por Alain Tourain)? ¿Podemos olvidar que cada vez que el proletariado salió a la calle reclamando armas Allende respondió diciendo que había que volver a casa, que besar a su mujer,... que todo iba bien? ¿Podemos olvidar que los artífices del desarme del proletariado y la masacre proletaria fueron entonces las mismas fuerzas que hoy en Chile ejercen el poder: el eje Democracia Cristiana - Partido Socialista? ¿o que este Frei es el doble de su padre viejo admirador de Hitler?
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Perla de la burguesía:
"En 1973, me entrevisté varias noches con Allende en su casa. Le advertí, como hicieron otros muchos de que se estaba preparando un golpe. Incluso le enseñé los testimonios grabados de quienes dme confesaban los preparativos de la operación. Pero él me decía que yo era un iluso "No estamos en España -decía- El ejército chileno tiene más de cien años de tradición democrática."
Quién habla en primera persona es el fotógrafo Miguel Herberg; extractado de un artículo de Javiar Cuartas publicado en el periódico Nueva España el 7/12/98 y que fuera reproducido en marzo de 1999 en el BICEL.
Claro que la puesta en escena de Pinochet se basa en las condiciones muy particulares que reúne tan importante y repugnante personaje. En efecto Pinochet es a nivel internacional el dictador por excelencia. Lo que lo caracteriza no es la famosa violación de derechos humanos, la tortura, la desaparición forzosa de personas, el asesinato sistemático de luchadores proletarios, porque este es un verdadero mínimo común denominador con muchos personajes en los cuatro puntos del globo. Sin ir más lejos en el propio continente con Jorge Rafael Vidella, Stroesner, Gregorio Alvarez, Alberto Fujimori,... que sin dudas han hecho masacres comparables a las realizadas por el famoso Pinochet. Si algo caracteriza a Pinochet frente a los otros, además de su asquerosa jeta y su repugnante expresión siempre cubierta de sus famosos lentes negros (que ya de por sí lo habilitan a cumplir mucho más esa función de monstruo que nos presentan los medios de difusión (4)), es el haber aparecido públicamente liquidando a sus antiguos aliados (Allende y compañía) y sin tener ninguna consideración por el funcionamiento del orden constitucional existente hasta entonces. Lo que le da ese prestigioso título internacional a Pinochet, de aparecer como mucho más dictador que los otros, es el hecho de haber emergido liquidando violentamente una opción que amplios sectores burgueses consideraban como la suya: la socialdemocracia internacional bajo su forma socialista, stalinista o trotskista. Los otros mataron igual o más gente que Pinochet y compañía pero se fueron imponiendo paulatina y democráticamente e hicieron las masacres con aval total o parcial de las instituciones democráticas que en muchos casos mantuvieron. Incluso a nivel internacional los casos de Argentina, de Perú, de Uruguay, de Paraguay, de Bolivia,... son para la burguesía mundial mucho más difíciles de explicar que el caso Chile. En aquellos las dictaduras aparecen demasiado claramente como el producto del desarrollo y las necesidades de las instituciones democráticas (y por ejemplo en Argentina, Uruguay, Perú... se tortura, secuestra y mata abietamente en plena república parlamentaria) mientras que la de Chile, (si se exceptúa, claro está, algunos puñados de militantes torturados o liquidados en pleno gobierno de Allende, como por ejemplo los militantes del VOP), aparece como si fuese una ruptura con aquellas. También por esta razón, la dictadura de Pinochet desempeña mejor el papel de modelo que las otras. Aquí la dictadura puede presentarse como algo opuesto a la democracia lo que coincide con el interés de la burguesía internacional en ocultar que su sistema democrático es en realidad una dictadura, en ocultar que las instituciones democráticas preven siempre la guerra de clases y el terrorismo abierto contra el proletariado cuando este lucha contra todo el poder del Estado.
Por todo lo dicho nosotros no podemos más que sentir una profunda repugnancia no solo por lo que muestra el espectáculo Pinochet, sino también por lo que esconde.
En efecto desde el punto de vista más general de las contradicciones de clase quién se beneficia con el espectáculo Pinochet es evidentemente el capital y el Estado que aparece depurándose, limpiándose de la maldad: el terrorismo de Estado nos es presentado así como opuesto a la democracia (5), toda la campaña publicitaria tiende a mostrarnos que no es el capitalismo que engendra el terrorismo de Estado en todas sus formas sino los dictadores, los que tienen jeta de malos.
De la misma manera se hace en cada guerra, en cada masacre generalizada. Siempre se explica la barbarie generalizada por culpa de tal o tal loco o dictador. Se hace la caricatura Pinochet como ayer se hizo la caricatura Hitler, de Sadaam Hussein o de Milosevic. Se extermina, se tiran bombas en ciudades enteras y barrios proletarios, como en la llamada Segunda Guerra Mundial, y hoy en Irak o en la ex-Yugoslavia en nombre de enfrentar a tal o cual personaje e implantar la paz. Se trata de esconder que la barbarie de las guerras son el producto "natural" de la sociedad del capital, de la evolución y el progreso inherente a la sociedad burguesa. Parafaseando a algunos compañeros que hace varios años denunciaban la política burguesa del antifacismo y la puesta en primer plano de Hitler para ocultar la barbarie democrática en "Auschwitz, el gran Alibí" podemos decir que Pinochet es hoy el gran alibí de la burguesía mundial (6).
Precisamente por todas esas razones:
- porque sirve como alibí como sirvió Nuremberg (7),
frente a la barbarie generalizada del capital.
- porque ese barullo es más lo que esconde que lo que muestra.
- porque se vuelve a crear una polarización interburguesa en
base a su inmunidad o no.
- porque se sitúa el asunto en la esfera jurídica de
los Estados y muy lejos de la acción directa.
- porque le sirve al Estado mundial para presentarse como opuesto a
las prácticas de terrorismo Estatal que sin embargo le son esenciales.
- porque la democracia internacional se recredibiliza condenando a
un dictador por "no ser democrático".
Enfin por lo más importante de todo: porque desmoviliza al proletariado, porque lo postra frente al siniestro espectáculo de lo jurídico democrático al interior del Estado: de Inglaterra, de España, de Chile... porque se afirma así la política general de la burguesía de sacar la lucha contra la impunidad de la calle y llevarla a los juzgados y los parlamentos.
En efecto, la receta infalible del Estado mundial ha sido, es y será, la de sacar "La lucha por los desaparecidos y contra la impunidad" (8) del terreno de la fuerza, del terreno de la calle y llevarlo al terreno formal de la propia justicia burguesa, de los papeles, de los sellados, de los expedientes, de los hombres de corbata y la togas negras. La dominación burguesa requiere sacar dicha cuestión del terreno del enfrentamiento de clase en el cual se corre el riesgo de que los torturadores y criminales del Estado democrático sean juzgados en la calle o atacados por los proletarios y tranquilizar a la masa haciéndola creer que serán los jueces, las leyes, los parlamentos, las instituciones burguesas quienes harán justicia. En fin, los propios torturadores, los propios asesinos están mucho más tranquilos cuando lo que los amenaza no son los proletarios incontrolados sino sus propios colegas del Estado. Dentro de la justicia institucional lo más que arriesgan los criminales del Estado es una "prisión" de lujo, como las que tuvieron durante un período algunos de los criminales de Estado argentinos (o la que también hoy tienen algunos notables milicos torturadores de ese país) o como la de Pinochet hoy. Como dicen las presas chilenas Pinochet no sufrirá ninguna de las vejaciones que soportan los que están presos por pelear contra el Estado:
"A él no lo secuestraron los aparatos represivos que nos detuvieron a nosotr@s. A él no lo torturaron delante de sus hijos, no le pusieron corriente, no lo golpearon, no le vendaron los ojos, no lo presionaron durante días de interrogatorio.
A él no lo sometieron a la incomunicación de días interminables, a la indefensión de no ver a nadie más que a los verdugos, a la incertidumbre de no saber si saldría vivo o muerto... como a nosotr@s.
A él no lo han satanizado en el espectáculo público de los medios de comunicación, ahora es un pobre viejo; en Chile no le han dicho ni delincuente, ni terrorista... como a nosotr@s.
A él no lo llevaron a la cárcel nuevamente incomunicado, amenazado, buscando debilitarlo o derrotarlo... como a nosotr@s.
A él no lo han llevado ni a juzgados ni a fiscalías militares, no lo han sometido a procesos aberrantes, no lo condenaron a cadena perpétua ni a pena de muerte ni a 300 años de prisión... como a nosotr@s.
A él nadie se atreverá a fusilarlo por asesino, por terrorista, por genocida... aunque eso es lo que merece, seguro que por una u otra razón quedará libre y no encerrado por años, como a nosotr@s." (9)Todo lo contrario: Pinochet es tratado como un rey. Entre ellos han logrado el acuerdo de que quien pague la nota sean las Fuerzas Armadas Chilenas,... es decir paradoja de las paradojas hasta la lujosa estadía europea de Pinochet en una suntuosa residencia británica es pagada por plusvalía extorcada al proletariado en Chile... mientras que los presos proletarios en ese país siguen siendo tratados por la "joven democracia" de la misma forma que los trataba Pinochet.
En Chile hoy mismo, no todas las manifestaciones están por o contra mantener en prisión a Pinochet como han tratado de hacer creer a nivel internacional. Como la carta citada antes lo testimonia, el proletariado en ese país sigue su lucha contra la impunidad y muchos sectores del mismo rechazan el mito y el espectáculo montado en torno a la figura de Pinochet.
Pero no cabe dudad de que lo que más ha cuestionado la impunidad generalizada que el Estado burgués mundial impuso y quiere imponer en América Latina es lo que se conoce en la Argentina como "operación ESCRACHE" (10).
Bajo diferentes denominaciones (Madres, Abuelas, Familiares, Hijos...) y contra toda la política de los partidos políticos y las tentativas institucionales de aministiar y consagrar la impunidad ("Ley de punto final", "Ley de Obediencia Debida", etc.) la lucha ha mantenido una constancia ejemplar. Lejos de haberse ido agotando por el desgaste o la avanzada edad de sus mejores exponentes y a pesar de sus momentos bajos, ha ido adquiriendo nuevas fuerzas: lo que más preocupa al Estado en la Argentina (y en otros países) es el hecho de que nuevas generaciones de proletarios hayan vuelto a levantar las viejas banderas del movimiento. Por ejemplo la consigna "ni olvido, ni perdón", que tanto aterroriza a los criminales de Estado, vuelve a hacer temblar los adoquines adquiriendo tal vez, más fuerza que en el pasado: sobre todo en la medida en que, cuando la creían más o menos agotada, vuelve a ser asumida por nuevas generaciones como parte de su lucha revolucionaria contra el capital y el Estado.
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La mentira de los juicios y de las cárceles de los torturadores
Nunca el Estado democrático burgués liquidará a sus mejores representantes los milicos torturadores, al contrario los protegerá siempre. La izquierda burguesa siempre trató de canalizar la rabia proletaria contra los milicos hacia las instituciones, hacia los juicios. ¡En Uruguay el cretinismo parlamentario llegó al extremo de hacerle juntar firmas a la gente para hacer un referendum cuya máxima reivindicación era el juicio a los milicos!.
Veamos como resume una de las Madres de Plaza de Mayo (Evel Petrini) la mentira de los juicios:
"El gobierno constitucional de Alfonsín, que fue el que golpeó los cuarteles para que fueran a salvar el país los militares y bajaran al gobierno constitucional (de Isabel Perón), primero hizo un juicio fatuo donde quiso hacerse reconocer como el gran demócrata y ese juicio estaba totalmente preparado, totalmente trenzado por los milicos, porque de treinta mil desaparecidos se eligieron setecientos casos, fueron juzgados solamente doscientos setenta y condenados nada más que setenta. Así que sacad la proporción de lo que fue el juicio. El que fue tan homenajeado, Strassera, como fiscal, era un juez de la dictadura, así que de golpe y porrazo, de un juez de la dictadura que tiraba nuestros habeas corpus a la basura y nos decía: 'Señora, no pregunte por su hijo porque no está acá en el país o estará con otra mujer', ese mismo era el que estaba juzgando a los militares, así que mal podemos creer que fueran a hacer justicia. Fueron a cárceles especiales, a unas cárceles que les hicieron especiales con cancha de golf, que los iba a visitar la familia, chalés que les hicieron especiales a los cinco o seis que quedaron condenados. Así que fue una farsa total y absoluta y a nosotras nos dijeron que no teníamos que ir a la plaza porque éramos antiargentinas y dábamos una mala imagen en el país y bueno, cuando las Malvinas, dijeron también que éramos antiargentinas, que no apoyábamos la guerra, entonces, todos esos tratamientos que sufrimos las Madres, con el tiempo fueron demostrando, desgraciadamente, que teníamos razón: que no había una intención política de detener a los asesinos, porque ellos también hablan de personas y son personas, son instituciones, porque las instituciones las formas las personas y las personas fueron las que hicieron, todas esas atrocidades. Todas, con órdenes superiores, desde más arriba hasta más abajo, todo aquel que conoce lo que son las Fuerzas Armadas sabe que hay un mando pero que todos, desde arriba a abajo, hacen lo que les manda el mando y que si no lo hacen, si no lo quieren hacer, tienen que salir. Y por lo visto no salió ninguno. De manera que son todos los milicos, todas las fuerzas Armadas, toda la Iglesia de la cúpula (menos los curas de base) que en ese momento compartían con los militares las decisiones y los campos de concentración, de cómo y porqué tenían que matar a nuestros hijos. Así que las madres condenamos todo eso, cosas que jamás fueron tocadas en los juicios. Después vino Menen y decretó los indultos de forma que liberó a los pocos que habían sido condenados, así que es todo una farsa, es todo un convenio, es todo un acomodo o una tranza con los militares para que les dieran el poder..."
Extractado de un reportaje hecho a Evel Petrini (secretaria de Las Madres de Plaza de Mayo) por el periódico de la CNT de España de diciembre de 1998.
El ESCRACHE en contraposición a un conjunto de propuestas institucionales de la burguesía para "juzgar a los responsables" ("jucios civiles", "plebiscitos","apelaciones", "comisiones de investigación parlamentarias" "anulación jurídica de tal ley" "voto verde",...) se caracteriza por la participación directa del proletariado. Como en los otros países se denuncia a los torturadores y asesinos, en especial a aquellos que se habían constituido "una nueva vida" encubriendo su papel criminal en la liquidación de los militantes revolucionarios. Grupos de hombres y mujeres que no están dispuestos a aceptar lo que promete la justicia institucional cuando descubrían a un torturador que había escondido su pasado, hacían lo posible por denunciarlo.
Pero enseguida el ESCRACHE (como el significado de dicha palabra lo dice) fue mucho más que la simple denuncia: en algunos casos se hace una manifestación frente a la casa de tan pasible ciudadano y se grita en el barrio su pasado, en otros se acude a su trabajo y se lo denuncia, en otros se lo tiran huevos podridos, en otros se hace terrible escándalo en su barrio con bombos y platillos, en otros se distribuyen volantes del sujeto bien escrachadito con fotos del pasado y del presente, y en muchos casos se escribe en las paredes de su propia casa... En la mayoría de los ESCRACHES se utilizan varios de estos procedimientos, intentando en todos los casos, liquidarle al sujeto en cuestión su cínica y pacífica existencia ciudadana. Los ESCRACHES en contraposición con otras formas de denuncias, se caractarizan por la agitación callejera, por hacer mucho ruido, por incorporar a vecinos a la actividad, por ser una actividad que puede reproducirse en forma cada vez más ampliada.
ESCRACHAR a alguien es darle tundas a uno, quemarlo publicamente, fotografiarlo. Según el diccionario de Lunfardo de José Golbello ESCRACHE del verbo ESCRACHAR significa: "Arrojar algo con fuerza. Zurrar, dar a uno muchos azotes o golpes." Según ese autor el término viene "del genovés (scraccâ) o del piamontés (scracè) expectorar". Pensamos que tampoco está lejos del francés "écrasser" o del italiano "schiacciare" porque en los diferentes significados que dicha palabra se utiliza en la Argentina también expresa: reventarlo, aplastarlo, chocarlo dejarlo totalmente achatado, convertirlo en un escracho (que a la vez quiere decir algo feo, horroroso, repugnante).
Gobelo dice además que ESCRACHO quiere decir "Fotografía de una persona, especialmente de su rostro. Cara, rostro -dicho por lo general despectivamente-. Persona fea y desagradable".
Al principio las organizaciones que la lanzaron denominaron esa campaña "Conozcamos a nuestros asesinos" y su objetivo primero era la denuncia. Pero la intervención de decidida de algunos círculos y compañeros permitió ampliar los objetivos iniciales, al mismo tiempo que fue adoptando el nombre de ESCRACHE (creemos que a fines de 1997 y principios del 98) que ya portaba una de las Comisiones de H.I.J.O.S. (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio).
Es interesante conocer algunos casos para comprender el desarrollo cualitativo del movimiento. Salvo información contraria, el primer escrachado fue Jorge Magnaco, médico ginecólogo de quien se sabía que atendía los partos en el centro de desaparición forzada denominado ESMA. Su acción fue clave para sacarles los hijos recién nacidos a las madres que serían "desaparecidas" y entregárselos a los que los mantienen secuestrados (la mayoría milicos de alta o media graduación, que a la vez participaban en los operativos de tortura, secuestro y asesinato) en muchos casos, hasta hoy. Hasta su escrache el Sr. Magnaco como muchos otros torturadores, asesinos y cómplices varios, vivía una apacible y cómoda vida de médico "de prestigio" sin que su sucio pasado fuera conocido por la mayoría de sus colegas y menos por sus pacientes. Aparentemente en base a una investigación televisiva se logró averiguar que trabajaba en el Sanatorio Mitre. Lo primero que hizo una delegación de los organismos que luchan contra la impunidad fue ir al Sanatorio y hacer conocer a los patrones de la institución médica la realidad y tratar de convencerlos de echarlo. Pero es evidente que para un capitalista esto no podía ser argumento y la pacífica petición fue rechazada. ¡Fue necesario toda una lucha para comenzar a arruinarle la vida a tan asqueroso sujeto!. Efectivamente fueron necesarias varias manifestaciones desde el sanatorio a su casa así como un sin número de pegatinas y pintadas para quemarlo realmente y que por aquella misma razón por la que lo habían mantenido (en última instancia la rentabilidad) los patrones del sanatorio se vieran obligados a echarlo a la calle.
Y esto es y fue muy importante, porque desde el principio se verificaba que solo la acción decidida y directa, y no el diálogo con burgueses, podía realmente portar sus frutos tanto en la quemada de un secuestrador, como en su abierto castigo social. Es decir se lograba un castigo importante (¡claro que mucho menor que el que merecen!) hacerlo perder su trabajo, imponerle un baja de su nivel de ingreso y de vida, tal vez hacerlo perder su estatuto social, quemarlo en el barrio y en todas partes sin mediación de los burgueses y sin sentarse a esperar que la justicia institucional hiciera algo. ¡Luego de más de 15 años de promesas de la justicia democrática habría que ser demasiado iluso para seguir esperando! ¡Ya no creen ni muchos de los que creyeron en el democrático cuento del Sr. Alfonsin por ahí por 1984!. ¡Lo que no se había logrado en muchos años de lucha lo lograba imponer el accionar directo de una minoritaria manifestación proletaria!
Con diferentes resultados, en los meses siguientes se hicieron otros ESCRACHES: el de Julio Simón (alias "Turco"), el de Juan del Cerro (alias "Colores") en diciembre del mismo año. En esos casos grupos de compañeros hacen algunas acciones previas a la llamada a la manifestación general de ESCRACHE en el propio barrio: se habla con los vecinos, se hacen volantes con la foto y el prontuario del torturador, se le pinta la casa ("aquí vive un asesino"). En estas acciones se va constatando que, gracias a toda la estrategia leguleya del Estado democrático, el torturador se había considerado hasta el momento absolutamente impune y que en la mayoría de los casos los vecinos no conocen nada y se sorprenden mucho al conocer que ese ciudadano modelo que ven pasar todos los días, con el pan o el diario bajo el brazo, es en realidad un asesino, un monstruoso torturador, uno de los hombres claves del terrorismo de Estado. Y pasada la sorpresa muchos vecinos se pliegan a la acción: algunos participan en la manifestación, otros deciden no venderle más pan, en otros casos la parada de taxis o remises de la esquina no le envía más coche, se le cierran las posibilidades de crédito en el barrio, etc. Muchos quieren echarlos del barrio, otros dicen que hay que pelear hasta hacer que esos sujetos se pudran en la cárcel (11). En fin varios torturadores se han mudado tratando de ponerse al abrigo de nuevos escraches.
En muchos casos los escrachados, fueron hace algunos años condenados por la justicia burguesa. Algunos de ellos estuvieron algunos meses con arrestos domiciliarios o en cárceles de lujo pero el espectro político argentino los aministió y liberó a todos en base a las leyes de Punto Final y Obediencia Debida e Indultos. Por lo tanto los escraches se sitúan directamente contra estas leyes y contra todo el espectro político argentino que lo aprobó. La contraposición con la justicia burguesa, con la justicia formal se asume explicitamente en las consignas levantadas: "Contra la Ley de punto final", "Contra la Ley de Obediencia Debida" y todavía más claro: "Por la condena social hacia la condena real".
Esta consigna, unificaba, por ejemplo, a los militantes que efectuaron el escrache de Antonio Domingo BUSSI. Este escrache era una verdadera prueba de fuego, un salto de calidad con respecto a los otros, principalmente porque Bussi no es solo un milico (General) torturador y jefe de la represión más, sino que es dirigente oficialista en la actualidad: Gobernador de la Provincia de Tucumán. Bussi no es un representante de la "dictadura militar", sino que sus principales méritos como terrorista de Estado los realizó antes, en pleno gobierno de instituciones democráticas, durante el Gobierno peronista. En efecto dicho sujeto fue el Jefe supremo del plan de exterminio desarrollado por la burguesía argentina denominado "Operativo Independencia". En ese sentido se puede decir que Bussi fue un verdadero precursor demócrata de toda la política militar de terrorismo de Estado abierto que luego sería general en todo el país, durante lo que se llamó primeramente "El Proceso" y luego "La Dictadura" (12). En ese sentido también el escrache de Bussi es una prueba de fuego, porque se sitúa contra toda la corriente que quiere responsabilizar de las masacres únicamente a la "dictadura militar", como si antes y después de ella no se hubiesen empleado exactamente los mismos procedimientos. Bussi, ejerce las funciones de Gobernador de la provincia, también hoy, en nombre de la república democrática (su partido es el Partido Republicano). El escrache era complicado por la dificultad de reunir compañeros en pleno campo controlado policialmente por adversario, pero también por lo lejos que queda de Buenos Aires y lo difícil y costoso que era desplazar tantos compañeros de otras provincias. Conociendo la proximidad de su escrache Bussi huyó hacia Buenos Aires adonde pasó el fin de semana y envió a reprimir a 5.000 milicos. A pesar del impresionante despliegue policial (un compañero decía que al principio de los escraches había uno o dos policías de custodia, en cambio "hoy ponen 5 policías por cada manifestante, además de los infiltrados de civil") y que no se pudo llegar a la Casa de Gobierno, debido al cordón represivo que la protegía, se lograron objetivos importantes con la manifestación, efectúandose actos y la plaza que llevaba por nombre "Operativo Independencia" (recuerdo macabro de la represión) fue bautizada con el nombre del militante "Fredy Rojas" asesinado en 1987. Además se colocaron otras placas con inscripciones tales como "Compañero desaparecido" y "Memoria y Justicia".
Es decir que incluso en ese caso muy difícil se lograron objetivos importantes de unificación y escrache. Muchos otros milicos altos fueron también escrachados, incluso los más altos mandos: Galtieri, Videla, Massera, Astiz, Etchecolatz, Acosta y Suarez Mason. Al mismo tiempo que dichas acciones unifican se van superando los objetivos iniciales y el ESCRACHE se va haciendo más potente.
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Etchecolatz el buen ciudadano
"Señor vecino: no puedo ser infiel a mi norma de respeto y consideración por mis iguales. No estoy obligado a esgrimir ningún tipo de excusas por los episodios registrados en la víspera, porque nunca he participado ni participo en todo cuanto sea expresión de violencia, pero sí es mi deber y obligación de buen ciudadano y vecino transmitirle mi pesar por los momentos de incertidumbre y riesgos que injustamente debió soportar."
La conmovedora notita que antecede la pasó el ex comisario general Miguel Etchecolatz (jefe de policía de Buenos Aires durante el período de Mayor represión, mano derecha del General Camps, responsable de varios campos de concentración -el Pozo de Quilmes, el COT 1 Martínez, Puerto Vasco y Arana-, responsable de la "Noche de los Lápices") por debajo de la puerta a sus vecinos del edificio de Pueyrredón y Córdoba, luego del escrache que hizo H.I.J.O.S. Este buen ciudadano había sido condenado a 23 años de prisión por asesinatos y torturas reiterados, pero fue liberado por la ley de Obediencia Debida. Como en otros casos hoy Etchecolatz es enjuiciado por la desaparición de bebés en cautiverio.
Como el singificado de la palabra lo dice. ESCRACHAR implica dejar completamente "pegado", "incendiado", "incinerado" (como también se dice en el lunfardo),... al escrachado. Se busca quemarlo publicamente para siempre, reventarle la seguridad en la que vive, aplastarlo con la publicidad de sus propias atrocidades, arruinarle la doble vida que se construyó en la que se esconde el pasado de torturador y asesino.
Los escraches son convocadas por diferentes grupos y asociaciones proletarias ligadas a los desaparecidos y a la lucha histórica contra la impunidad. Lo más importante a subrayar al respecto es que a las Madres de Plaza de Mayo, a las Abuelas de Plaza de Mayo y a las diferentes asociaciones de "Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas", se le han ido agregando cada vez más jóvenes proletarios activos, agrupados muchos de ellos en la asociación, que ya mencionamos, que se diera el significativo nombre de H.I.J.O.S.
Las mismas se convocan en base a afiches y volantes, algunos de los cuales nosotros reproducimos en este mismo artículo con el objetivo de difundirlos y que se hagan conocer en otros países.
La fuerza del operación ESCRACHE y el consiguiente pánico que ha suscitado la misma en las fuerzas represivas se debe antes que nada al protagonismo mismo de los proletarios: lejos de dejarse las cosas en manos de las insitituciones burguesas, de los jueces y parlamentos, se asume la acción directa de escrachar a un torturador. Más aún, la acción parte de la denuncia de todas las instituciones burguesas, que lejos de haber hecho algo contra los milicos asesinos y torturadores han asegurado la impunidad: todos los gobiernos desde 1984, los partidos políticos correspondientes, el poder judicial en todos sus escalones, la Iglesia que siempre fue cómplice del terrorismo Estatal, el parlamento, las leyes de Punto Final y Obediencia Debida,...
Además no solo se exige la "recuperación de nuestros hermanos secuestrados y nacidos en cautiverio durante la dictadura" y la "carcel (para) todos los genocidas y cómplices", sino que se levantan abiertamente consignas contra el perdón y la reconciliación que (en base a dar algunas zanahorias a los familiares damnificados) todas las fuerzas burguesas aspiran a imponer. Las consignas fundamentales siguen siendo:
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La tortura y la desaparición física de los militantes proletarios no fue un exceso de los militares, ni la locura de algunos oficiales sino una política general del estado argentino.
De una entrevista al capitán Adolfo Scilingo (torturador y "desaparecedor" oficial de la Armada) realizada por Página 12 y republicado por el periódico Hika:
"... En las conversaciones entre ustedes ¿cómo se referían a eso?
Se le llamaba vuelo. Era normal, aunque en este momento parezca una aberración. Así como Pernías o Rolón dijeron a los senadores que el tema de la tortura para sacar información al enemigo era lo que se había adoptado en forma regular, esto también. Cuando recibí la orden fui al sótano, donde estaban los que iban a volar. Abajo no quedaba nadie. Así se les informó que iban a ser trasladados al sur y que por ese motivo se les iba a poner una vacuna. Se les aplicó una vacuna... quiero decir una dosis para atontarlos, sedante. Así se les adormecía.
¿Quién la aplicaba?
Un médico naval. Después se les subió a un camión verde de la Armada con toldo de lona. Fuimos a Aeroparque, entramos por la parte de atrás. Se cargaron como zombies a los subversivos y se embarcaron en el avión.
¿Quiénes participaron?
La mayoría de los oficiales de la Armada hizo un vuelo, era para rotar gente, una especie de comunión.
¿En qué consistía esa comunión?
Era algo que había que hacerlo. No sé lo que vivirán los verdugos cuando tienen que matar, bajar las cuchillas o en las sillas eléctricas. A nadie le gustaba hacerlo, no era algo agradable. Pero se hacía y se entendía que era la mejor forma, no se discutía. Era algo supremo que se hacía por el país. Un acto supremo. Cuando se recibía la orden no se hablaba más del tema. Se cumplía en forma automática. Venían rotando de todo el país. Alguno puede haberse salvado, pero en forma anecdótica. No era un grupito, fue toda la Armada.
¿Cuál era la reacción de los detenidos cuando les decían lo de la vacuna y del traslado?
Estaban contentos.
¿Sospechaban de qué se trataba?
Para nada. Nadie tenía conciencia de que iba a morir. Una vez que despegaba el avión, el médico que iba a bordo les aplicaba una segunda dosis, un calmante poderosísimo. Quedaban dormidos.
Cuando los prisioneros se dormían ¿qué hacían ustedes?
Esto es muy morboso.
Morboso es lo que hicieron ustedes.
Hay cuatro cosas que me tienen mal. Los dos vuelos que hice, la persona que vi torturar y el recuerdo del ruido de las cadenas y los grillos. Los vi apenas un par de veces, pero no puedo olvidar ese ruido. No quiero hablar de eso. Déjeme ir.
Esto no es el ESMA. Usted está aquí por su voluntad y se puede ir cuando quiera.
Si, ya sé. No quise decir eso. Hay detalles que son importantes pero me cuesta contarlos. Lo pienso y me rayo (1). Se los desvestía desmayados y cuando el comandante del avión daba la orden en función de donde estaba el avión, mar afuera de Punta Indio, se abría la portezuela y se los arrojaba desnudos uno por uno. Esa es la historia real que nadie puede desmentir. Se hacía desde aviones Skyvan de Prefectura y en aviones Electra de la Armada..."
(1) "Me rayo" significa "me vuelvo loco".
Así por ejemplo, algunos compañeros piensan que en la situación actual el ESCRACHE es, (dicho con mucha ironía) lamentablemente mutuo. Es decir que no solo se escracha al milico torturador o jefe de los operaciones de secuestro y desaparición de militantes o de sus hijos, sino que los propios participantes, sobretodo cuando son pocos, quedan totalmente escrachados, filmados y conocidos por las fuerzas represivas. No nos cabe duda de la realidad de este hecho, que resulta más o menos inevitable en una situación como la actual, en la que dichas operaciones no son lo masivas que debieran ser y es relativamente fácil de identificar a los militantes presentes. Se pueden y se deben adoptar medidas mínimas al respecto. No hay dudas que el exceso de publicidad puede perjudicar a los propios militantes y hasta limitar los efectos mismos del escrache (13). Pero es importante tener claro que todo avance ha implicado riesgos de ese tipo y militantes fichados (como en el caso de las históricas y valientes MADRES) y que solo la generalización, la mayor masificación de éstas y otras acciones proletarias hará que el trabajo de "inteligencia" de los periodistas y otros milicos sea menos eficaz.
En cuanto al contenido de las consignas hay algunas que puede ser comprendida como un pedido o exigencia al Estado que éste podría cumplir, por ejemplo cambiando una ley por otra y metiendo algún milico más preso, para liquidar el movimiento. No hay que olvidarse que todos los demócratas, los partidos políticos e instituciones del Estado están ahí precisamente para transformar una necesidad del proletariado en una reforma institucional (14), una consigna desarrollada en la calle en un decreto o ley. Así por ejemplo en el Uruguay la enorme energía proletaria que existía contra los torturadores y asesinos fue hábilmente canalizada por todo el espectro político con protagonismo claro de la izquierda (incluidos muchos de los grupos de ex-guerrilleros, como los "Tupamaros" oficialistas) hacia adentro del marco insititucional, es decir hacia el Estado burgués. La polémica lagalista entorno a leyes y plebiscitos, las movilizaciones por votos verdes y otras distracciones terminó desmoralizando a muchos militantes y liquidando gran parte de aquel movimiento.
Y efectivamente es lo que sigue tratándose de hacer. En primer lugar se ha tratado de enmarcar jurídicamente al movimiento en base a las propias leyes de Punto Final y Obediencia Debida, afirmando que solo se puede acusar a los milicos responsables del secuestro de niños.
Para ser más exactos resulta necesaria una breve explicación. Desde el punto de vista jurídico los milicos fueron declarados, por aquellas leyes, penalmente irresponsables de todas las atrocidades contra los luchadores sociales. Frente a ello algunos de los colectivos que luchan contra la impunidad aducieron que aquellas leyes no resultan aplicables cuando se trata de niños. Esta visión fue aceptada por algunos jueces y cuando algunos milicos fueron citados, sus abogados adujeron la prescripción. La respuesta jurídica fue que no puede haber prescripción en todos los casos de bebés y niños desaparecidos, porque se trata de secuestro y solo puede comenzar el plazo de la prescripción cuando el delito haya terminado, lo que no es el caso de la cantidad de bebes que todavía no aparecieron: por lo tanto esos milicos son totalmente condenables hoy por secuestro porque siguen cometiendo el delito.
Debemos comprender la fuerza del argumento jurídico que logró que unos cuantos miembros importantes de la represión histórica fueran condenados a prisión (Vidella, Massera,...), pero es necesario insistir una vez más en que todo ese embrollo jurídico no es nuestro terreno, no es el terreno del proletariado, no es el terreno de la verdadera lucha contra la impunidad. Debemos entender que estamos en el terreno de nuestros enemigos, en el terreno de la burguesía, en el terreno de las instituciones jurídicas en el que por definición no pueden encontrar justicia los que luchan contra todas ellas. Como lo hemos explicado en otras ocasiones si ellos (los gobernantes, los jueces, los parlamentarios, las instituciones del capital...) aceptan tal cosa del movimiento es por dos cosas: por la fuerza misma del movimiento que los obliga a hacer concesiones y porque en base a esas concesiones se pretende quebrar al movimiento. Es decir que si alguno de esos criminales como Vidella se encuentra arrestado (15), es en última instancia para calmarnos, para mostrarnos que la justicia burguesa sirve... en síntesis por las mismas razones que Pinochet: para desarmar el movimiento, para postrar al proletariado.
Se nos dirá que es gracias a la lucha que ellos se encuentran en prisión. Y estamos totalmente de acuerdo, pero insistimos: si ellos los meten en cana no es precisamente para que la lucha siga y sea cada vez más potente (que es lo que nos interesa a los proletarios) sino, por el contrario, para que la lucha cese. Es en el fondo la única razón que tienen para meter presos a sus hermanos de clase, a esos terroristas de Estado que son tan esenciales para el buen funcionamiento de toda democracia y que en un momento ellos mismos pusieron a reprimir. Teniendo en cuenta todas las maniobras que hicieron para perdonarlos, indultarlos, excusarlos por la "obediencia debida"; ¡no vamos a creernos de golpe que ahora los quieren condenar!.
Más aún, por más que podamos comprender a todos aquellos que se enfrascaron en todo ese embrollo jurídico para que sean culpados los culpables, no nos deben caber dudas que si los culpan no es por razones jurídicas en las que siempre que les convino se cagaron, sino precisamente porque el movimiento es fuerte, porque ha demostrado una continuidad ejemplar, porque ha logrado volver a poner la cuestión de la lucha contra la impunidad en el centro de la actualidad. Sea como sea, lo importante es no olvidar ni un segundo, que la justicia institucional cuando mete alguno de esos monstruos presos no lo hace gracias a su iniciativa, sino como respuesta de las instituciones burguesas frente al movimiento: es decir porque es considerada la mejor respuesta de las instituciones burguesas para liquidar el movimiento. En efecto, toda respuesta del Estado se basa en la estrategia de la dominación, de la destructuración de cualquier fuerza que cuestione el orden burgués.
Además, de paso, al aceptarse que sea únicamente en los casos en que no hay prescripción que se condena a los milicos ¿no se está afirmando y aceptando que todos los demás casos están prescriptos? ¡cuándo para nosotros no debe haber prescripción que valga!
Además, al aceptarse que solo sean condenables a quienes se le puede probar que participaron en el secuestro de niños ¿no se está aceptando las leyes que inocentaron a los que "simplemente" torturaron e hicieron más de 30.000 desaparecidos? ¡cuándo para nosotros esos milicos nunca tendrán perdón de ningún tipo!
Al aceptarse que sean "encarcelados" en esas prisiones de lujo que sus pares ponen a disposición ¿no se está aceptando que ese es el castigo que se merecen? ¡cuándo nosotros sabemos que todo eso es un simulacro de justicia y una burla contra la humanidad!
En fin al, aceptar como justicia esa burla gigantesca, ¿no se está aumentando la ilusión de que la justicia burguesa podría hacer justicia? ¿no son nuestros enemigos los que en realidad ganan con todo ese simulacro?
Además el desarrollo de los escraches no solo ha permitido que se siga quemando a torturadores inocentados por distintas leyes e indultos, sino que se enfrenta abiertamente a instituciones enteras y en general toda la política burguesa, al mismo tiempo que se recuerda a los desaparecidos y más aun se reivindica su lucha revolucionaria.
Así H.I.J.O.S. y otras agrupaciones por ejemplo el 11 de agosto de 1998 lanzaron una "Jornada de denuncia a la Iglesia Cómplice". En la misma se difundieron volantes escrachando a los principales jerarcas de la Iglesia oficial, mostrándolos mientras compartían momentos felices con los principales milicos, al mismo tiempo que se homenajeaba a los que habían caido luchando contra el Estado.
Tampoco se salva la prensa cómplice y sus propietarios. Así se aprovechó la fiesta del centenario del diario LA NUEVA PROVINCIA de Bahía Blanca para escrachar a toda la familia Massot propietaria del mismo. La fiesta del centenario en la que había un "buffet froid" y 2000 invitados (¡Menen, tal vez prevenido no fue!) tuvo como "musica de fondo" la lectura de los editoriales de hace unos años en donde dicho periódico apoyaba a los grandes milicos asesinos (dando el ejemplo de sujetos de la tenor de "Alfredo Astiz") y como "animación externa" la gritería de protesta y la simbólica quema por cada manifestante de ejemplares de ese periódico.
Otro ejemplo en el 20 avo aniversario del campeonato del mundo de futbol que ganara Argentina, H.I.J.O.S. publica un afiche adonde aparecen festejando el comandante general de la Armada, Emilio Massera, el presidente de la Nación Jorge Rafael Videla y el comandante en jefe de la Aeronáutica brigadier general Orlando Ramón Agosti. En el mismo la copa de "Argentina 78" es una calavera con gorra de milico. En el impresionante afiche puede leerse en grandes letras: "Cuando el pueblo festejaba el campeonato del mundo ellos festejaban el genocidio".
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"De la igualdad, la injusticia y otras yerbas"
"Nos rebelamos ante la impunidad y por ello pedimos justicia pero no ignoramos que la justicia de la sociedad que consagra la injusticia no es más que una burla. Al igual que la política de exterminio de los militantes populares en los 70, las grandes injusticias que nos conmueven se hicieron y continúan haciéndose con la tolerancia de amplios sectores sociales. Como lo hemos experimentado aquí, la justicia suele no llegar a los responsables visibles. Las leyes de punto final y obediencia debida y luego los indultos a los genocidas, son prueba de ello. Pero aún cuando la justicia encarcela a los asesinos, no sólo es incapaz de reparar las injusticias sino que crea la ficción de que los injustos están presos y la calle es de los justos. La justicia en la sociedad jerárquica sólo sirve para aquietar las conciencias.
La única manera de defendernos de las injusticias es la denuncia permanente, enfrentarnos en forma continua con la verdad y forzar que la gente se entere. Señalar a los asesinos, a sus colaboradores, a los que se beneficiaron con sus acciones, a los que las toleraron. Permitir que la gente conozca quien es su vecino, romper con el anonimato que permite la ciudad. Hacer que aquellos que permitieron y permiten las grandes injusticias de nuestra época se enfrenten a las consecuencias de sus acciones y a la mirada y la reacción de todas las personas. No es con la ley que combatiremos la injusticias sino con la convicción de que todos somos iguales y con nuestra voluntad para defenderla. La sociedad argentina ha redescubierto una palabra para nombrar esta estrategia de resistencia a la injusticia. Los hijos de desaparecidos que pelean contra la impunidad y el olvido lo llaman: E S C R A C H E.
Extractado del texto con ese título que publicara la revista
"A Desalambrar" Número 10
Casilla de Correo 18 C.P. 1871 - Buenos Aires - Argentina.
Claro que no es necesario que una lucha se defina como revolucionaria para que lo sea. Los ejemplos históricos abundan en donde el proletariado llevó adelante un movimiento insurreccional revolucionario con consignas como "tierra y libertad" como en México o más vagas todavía, como "paz y pan" como en Rusia. Lo que queremos subrayar es que en Argentina y el Cono Sur el triunfo de la contrarrevolución y el terrorismo de Estado había sido tal que nadie se animaba a hablar de revolución y que muchas veces los que luchaban contra el Estado se encontraban prisioneros de reivindicaciones burguesas como los "derechos del hombre". Lo que queremos subrayar es que este movimiento que está reemergiendo ya comienza a asumir de nuevo que no se trata de pedirle derechos al Estado, que justamente la lucha que habían emprendido los hijos o padres desaparecidos era una lucha por la revolución social y que -aunque los mismos hayan cometido errores- no hay otra salida que la lucha revolucionaria.
En las declaraciones públicas de los HIJOS, MADRES... se nota una asumación cada vez más clara de ello. Ya no se insiste en la "inocencia" de su familiar sino que se lo reivindica en su acción, en su prácticam ya no se llora la injusticia sino que se reivindica la lucha de los que murieron peleando: "mi padre fue un militante revolucionario"; "mi hija se incorporó a la lucha por todos nosotros"; "ellos lucharon por la revolución, porque era y es necesaria" (16). La presidenta histórica de la Asociación de MADRES DE LA PLAZA DE MAYO, Hebe Bonifani, por ejemplo proclama abiertamente todo esto. Por ejemplo:
"Aprendimos muchas cosas en la lucha, aprendimos a amar a la Revolución con una intensidad increíble, porque la revolución son nuestros hijos, pero nos costó un tiempo darnos cuenta que ellos eran la revolución y cuando así fue, nuestro amor creció y no nos cabe en el cuerpo. Nuestros hijos están más vivos que nunca en esta plaza, porque los que estamos acá somos los que peleamos, los que no creemos en el sistema, los que enfrentamos con toda nuestra fuerza la degradación que se da en la clase política... Hay que parepararse con una ideología firme como una piedra, que no se mueva, que nos permita caminar con la cabeza alta, una ideología como la que tenían los nuestros, que eran sonrientes, que vivían, que amaban, luchaban, militaban y tenían la mejor esperanza; ellos no llegaron a cumplir los sueños, tal vez nosotros tampoco, pero es obligación de ustedes que el sueño de los 30.000 se cumpla."Sin embargo a pesar de la enorme demostración de humanidad y lucha contra este putrefacto sistema social que están dando esos grupos de proletarios en Argentina no cabe dudas de que la correlación de fuerzas no es favorable. La derrota ha sido demasiado profunda, todavía hay demasiado pocos proletarios que se reconocen en esa lucha tanto en el terreno local como en el terreno internacional. El interés de los luchadores no es desconocer este hecho, sino asumirlo como un problema muy serio. La generalización de esa lucha no es solo un deseo revolucionario sino una necesidad imperiosa.
Por eso la lucha contra la impunidad debe necesariamente ligarse a todas las otras luchas que lleva adelante el proletariado hoy, a nivel internacional. En base a ello y a afimar cada vez más abiertamente que esa lucha es una lucha revolucionaria, que solo enfrentando al capitalismo se combate la impunidad el movimiento seguirá desarrollándose en fuerza y capacidad.
Por otra parte, lo que se ha ido verificando en todo este tiempo es ese ABC del programa del proletariado de que no será en el marco institucional que se solucionarán sus reivindicaciones, no será su enemigo -el Estado burgués- el que le dará satisfacción, sino que se trata de una relación de fuerzas: solo la violencia revolucionaria podrá liquidar la impunidad. Tampoco es interés de los que luchan desconocer este hecho.
Correlación de fuerzas entre las clases, generalización del movimiento y de las reivindicacines proletarias, necesidad de la violencia revolucionaria, son claves ineludibles de la lucha contra la impunidad y en última instancia de la lucha de siempre por la revolución social. Si exactamente la misma lucha por la que murieron peleando los 30.000 como dice Hebe Bonifani.
Hace un tiempo Astiz declaraba a diestra y siniestra que había matado y que no dudaría en matar otra vez. Otros han ido más lejos todavía.
El ex Mayor Hugo Abete, preso por haber participado en un alzamiento carapintada, declaraba desde la cárcel en julio del 98 refiriéndose a la operación escrache:
"(es) un plan perfectamente elaborado que, en sus fines más espurios, prosigue lo que la subversión empezó con la lucha armada y ahora continúa por otros medios... La destitución de Astiz, la detención de Videla y las otras que seguramente ocurrirán son parte de ese plan, como lo son... las denominadas operaciones escrache... Personalmente creo que si se aplica el mismo criterio confusionista que hoy impera en la sociedad, el buen vecino estaría en todo su derecho de escrachar las casas de aquellos que no hacen nada por protegerlo a él y a su propiedad. También lo estarían los militares y sus familiares, quienes podrían hacer los mismo con las casas de los subversivos o sus parientes. Así nuevamente, ante la carencia de autoridad y la evidente falta de concordia política, los militares volverían a emplear los mismos métodos de quienes los agreden. Y esto me hace acordar que en forma parecida comenzó la guerra contra la subversión, cuando los jueces amenazados se acobardaron, quedaron paralizados y dejaron de actuar, y los militares tuvimos que salir a combatir la impunidad de los que ponían bombas, secuestraban y asesinaban indiscriminadamente. ¿La confusión, la impunidad, y el odio nos llevarán nuevamente a repetir la historia?."Es decir que los criminales saben perfectamente que se trata de una cuestión de fuerza. Al declarar esto están diciéndole claramente a la clase que representan que aquella tiene necesidad de ellos, que el democrático sistema existente requiere del terrorismo estatal, que la desaparición forzosa de personas, el asesinato masivo de militantes, fue y será la única forma de mantener el repugnante sistema social que defienden: el capitalismo y su democracia. La alternativa que ofrecen es: o se aceptan todas las consecuencias del terrorismo de Estado o les volveremos a aplicar el terrorismo del Estado democrático.
Pero como dijimos esto plantea desafíos muy serios al movimiento contra la impunidad en particular y en general a todo el proletariado. Solo la generalización de la lucha, la extensión a todos los países, la organización y la potencia revolucionaria del proletariado podrá liquidar la impunidad del terrorismo de Estado.
¡Generalicemos el escrache de torturadores a todo el planeta!. ¡Aumentemos la potencia, la fuerza, la generalización de los escraches!.
Pero al mismo tiempo afirmemos claramente que sin la destrucción de la sociedad burguesa siempre habrá torturadores, criminales de Estado y milicos asesinos, asumamos el hecho de que solo la revolución social liquidará para siempre el terrorismo de Estado, que resulta indispensable la dictadura revolucionaria del proletariado que aplaste y destruya integralmente tanto al Estado terrorista como a la sociedad que el mismo representa y defiende: el sistema capitalista mundial.
Retomemenos entonces la bandera revolucionaria de los militantes proletarios desaparecidos y asesinados, no solo de la década del 70, sino la de nuestros queridos compañeros Rosigna, Severino Di Giovani y tantos otros que murieron peleando contra el Estado burgués en Argentina, que cayeron en ese país combatiendo por la revolución mundial. Asumamos el caráter enteramente internacionalista de esa lucha de siempre de los fusilados, de los encarcelados, de los desaparecidos, de los perseguidos en todo el mundo por ese mismo enemigo: el capitalismo y su Estado.