COMUNISMO

Dictadura del proletariado para la abolición del trabajo asalariado

Organo central en castellano del Grupo Comunista Internacionalista (GCI)


COMUNISMO No.40 (Marzo 1997):



Situación actual de la restructuración capitalista en Rusia

* * *

Desde hace muchos meses la región del Cáucaso ocupa regularmente el primer plano de los medios de comunicación; horrorosas escenas se reproducen a un ritmo infernal: bombardeos, osarios, masacres, ayudas humanitarias, toma de rehenes, ataques, contra-ataques,...

Sin embargo, según la propaganda de la burguesía mundial, la caída del muro de Berlín producida hace 7 años (1), debía marcar "el fin del comunismo", y la creación de un "nuevo orden mundial" en el que no habrían más guerras, ni miseria, ni antagonismos sociales... En pocas palabras, la impresión que se daba entonces era que comenzaba, a partir de ese instante, un mundo de paz, de bienestar y de armonía universal para el conjunto de la humanidad. Pero la ilusión que se quiso dar duró muy poco, rápidamente hubo que reconocer lo evidente, el paraíso sobre la tierra dejaba un gusto muy conocido; no solamente nada había verdaderamente cambiado, sino que todo continuó empeorando: en los cuatro rincones del planeta miseria y guerra no dejaban de desarrollarse, exacerbando el abismo entre la acumulación de la riqueza en un polo y la miseria total en el otro, lo que aviva cada vez más el antagonismo mundial entre la clase que posee los medios de producción, la burguesía, y la clase desposeída de estos, el proletariado. Los defensores del viejo mundo pueden celebrar alegremente el 50º aniversario de la Organización de las Naciones Unidas, pero la aspiración burguesa de una sociedad del Capital purificada de sus contradicciones se ha manifestado, otra vez más, por lo que es: una pura mistificación.

Los que en Rusia creyeron que las Perestroika, los Glasnost,... el derrumbe de un muro fisurado, la abertura de las fronteras, el desarrollo del "mercado libre", la implantación de los Mac Donald y los despachos de Coca Cola... iban a permitirles vivir mejor, no han terminado de raspar el fondo de las basuras para encontrar algo para comer. El sueño enganchandor del paraíso "made in USA" se ha desvanecido rápidamente frente a la siniestra realidad. Todo el mundo no se puede ofrecer un gran automóvil, perfumes de lujo, pieles,... y llenarse los bolsillos de dólares. La miseria, que debía desaparecer para siempre, golpea brutalmente a todos los desposeídos. Toda la bulla demagógica que hicieron los creadores de opinión pública no ha podido ocultar que los "cambios" (2) en el Este no han mejorado las condiciones de supervivencia de los proletarios de esta región. Al contrario, han empeorado con el desarrollo de todas las contradicciones del Capital. Y para los proletarios que se entusiasmaron con el enésimo plan de reformas que el sistema capitalista impuso para posponer su agonía, solo les queda el constatar que otra vez se dejaron adormecer.

Las restructuraciones en el Este tienen los mismos colores que las que se dieron en el Oeste: en todos lados implican despidos masivos, baja de salarios, expulsiones, deportaciones, masacres,... desarrollo exponencial de la miseria y de la guerra; en todos lados los burgueses luchan, con márgenes más estrechos, para mantener sus capitales en reproducción ampliada dentro del contexto de una guerra por imponerse en la competencia cada vez más violenta; en todos lados esto significa el aumento gigantesco de la tasa de explotación de los proletarios, en todos lados... puesto que tanto en el Este como en el Oeste, en el Norte como en el Sur, y a pesar de las apariencias y los discursos ideológicos, es el mismo modo de producción, mundial desde hace siglos, quien las impone en todas partes.

La situación en Rusia no fue, entonces, una excepción a las contradicciones inherentes al capitalismo, sino por el contrario su confirmación total. El nuevo ataque frontal contra las condiciones de vida de la clase explotada, que la burguesía en el Este posponía ante el terror de la emergencia de incontrolables y violentas respuestas de destrucción de este viejo mundo podrido, tenía tarde o temprano que dirigirse necesariamente contra nosotros. Como el mito del "país o Estado socialista" (en nombre del cual se habían impuesto setenta años de contrarrevolución) tocaba su fin, había que cubrirlo de nuevos atavíos y adoptar por nuevas formas: el ajuste de la explotación tenía que presentarse bajo un nuevo sol.

Es así que a la nueva careta de la explotación se le llamó Perestroika (restructuración), liberalización del mercado, de los precios... Glasnost (transparencia), apertura de las fronteras, pluralismo de los partidos políticos,... el fin de la URSS y la creación de la CEI.

En correspondencia con toda la campaña que alaba las llamadas nuevas libertades de comunicar, de invertir, de comercializar, de circular... -fundamento del capitalismo que existió siempre tanto en el Este como en el Oeste-, la burguesía desarrolla infinitas campañas nacionalistas que definen la trayectoria del progreso económico como únicamente posible gracias a la emancipación de las repúblicas de la ex-URSS, a los derechos de los pueblos a disponer de ellos mismos,... Es así que surgen y se desarrollan cientos de guerras de independencia, de liberación nacional que atribuían todo conflicto de intereses al denominado robo del usufructo de la producción de una región por parte de otra,... a la denominada sujeción de un pueblo por parte de otro, de una cultura por parte de otra, de una etnia por parte de otra,... obligando a toda reacción contra la degradación brutal de las condiciones de vida a identificarse con uno u otro término de estas polarizaciones, todas burgueses, y excluyendo, por ello, toda afirmación del antagonismo clase contra clase, proletariado contra burguesía.

Es así que Tayikistan, Azerbaiyan, Georgia, Abkhazia, Armenia, Ossetia, Moldavia, Chechenia, Afghanistan,... fueron el teatro de conflictos en los cuales se logró que muchos proletarios creyendo defender sus aspiraciones a un mundo mejor caían en diversas formas de apoyo a una fracción burguesa contra otra, lo que los llevó a masacrarse mutuamente por el bien del Capital y a negar su existencia como clase al abandonar las luchas por sus propios intereses y por ello la verdadera lucha por el comunismo.

La masacre en Chechenia, y en todo el Cáucaso, es un ejemplo de como el Capital intenta, en esta región, como en el resto del mundo (Ejemplo en ex-Yugoslavia, en Ruanda, en Burundi, en Irak, en Perú, en Colombia, etc.) canalizar todos los conflictos que surgen inevitablemente de su crisis de desvalorización mundial. Cuanto más se deje el proletariado adormecer, cegar, asesinar,... en defensa de la patria rusa, chechena, georgiana, azeria,... serbia, bosníaca, palestina, u otra, mejor sobrevivirá el Capital.

"Terapia de choque" contra el proletariado

Las modificaciones de los estatutos de las empresas -modificaciones de la jurisdicción que concierne la propiedad privada (leyes sobre la autogestión de las "empresas del Estado", sobre las "cooperativas privadas", distribución de cheques de privatización...)- las políticas de liberación de precios, la reforma de la moneda,..., bajo la égida de Gorbachev o de Eltsin, bajo la bandera de la ex-URSS o de la ahora llamada CEI, obedecen a la necesidad de liberar la economía de las estructuras proteccionistas cuya cantidad se había transformado en un serio obstáculo al desarrollo de las fuerzas productivas y a la extracción del plusvalor en Rusia (3).

El significado de estas reformas para el proletariado es el de un salto calitativo muy importante en el desarrollo de la explotación de su fuerza de trabajo. La mayoría de los trabajadores que tienen un trabajo continúan trabajando sin ser pagados mientras que los precios no dejan de subir, los desocupados han quedado simplemente reducidos a errar por las calles o a vivir de pequeños tráficos. Actualmente, 44.5 millones de habitantes de Rusia (es decir un tercio de la población) viven por debajo de lo que se denomina "umbral de la pobreza". El proletariado, frente al desarrollo brutal de la miseria, respondió con diversos movimientos de acción directa, entre los cuales debe destacarse, por su fuerza, el movimiento huelguístico en el sector minero. Dentro de una situación ya tormentosa, estos movimientos huelguísticos acentuaron a su vez el caos económico y empujaron a los diversos gobiernos tanto a frenar como a acelerar la política de reformas. Como los movimientos bursátiles, los movimientos huelguísticos exigen respuestas por parte de los administradores centrales del Capital en un espacio dado.

Una de las primeras reformas del gobierno de Eltsin/Gaïdar en enero del 92 fue lo que se llamó la política de la "verdad de los precios", o también de la "liberalización de los precios"; política cuya concreción más importante fue la subida de los precios de los productos de base. En muchos casos, esos vertigionosos aumentos de precios fueron, al menos localmente, anuladas debido a las manifestaciones de descontento que, en ciertas ocasiones, asumieron la forma de violentos enfrentamientos con la milicia y de expropiaciones, como fue el caso en Stravropol, Vladimir y Kirov, así como en Moscú y Leningrado. A pesar de toda esa resistencia la inflación llegó en l992 al récord de 2500 %.

A partir de octubre de 1992, para lograr una mayor adhesión ideológica del trabajador a su empresa, para una mayor sumisión que redunde en un aumento de la intensidad y de la extensión del trabajo se intenta, a partir de octubre del 92, convencer a los obreros de comprar su propia cárcel industrial. En el sector agrícola se intenta exactamente lo mismo a través del reparto, a veces a cambio de algo de dinero, a veces gratuito, de las tierras de los koljoses y de los sovjoses, entre los obreros que trabajaban. A pesar de todo, todas estas tentativas de "privatización" (4) terminaron en el fracaso más rotundo: no solo el engaño, que tanto propagandeaba el gobierno, de "transformarse en propietario de su tierra", no funcionó, sino que cada reforma en vez de aumentar la cantidad de trabajo efectuada por los proletarios (en cantidad dedicada e intensidad del mismo) chocó con toda una serie de resistencias de los proletarios en el trabajo mismo. Por ejemplo la cosecha de 1995 fue 20% inferior a la del año anterior; ¡resultando la peor de los últimos 30 años! En otras regiones, como en Ucrania, los proletarios destruyeron la producción, incendiaron los productos terminados, sabotearon los depósitos, dejaron pudrir mercancías, etc.

El ataque contra la clase obrera no podía limitarse a estos fracasos, era necesario que tomase otras formas para buscar imponerse. Es así que se da otra ola de "reformas" que se concretaron en la reducción de las inversiones en las empresas moribundas (que según el Fondo Monetario Internacional son entre 70 y 80% del total de empresas), la disminución de las subvenciones del sector escolar, salud,...

Otra medida que el gobierno decidió, en julio del 93, para encauzar el desarrollo vertiginoso de la inflación, fue la conversión formal del rublo soviético en rublo ruso. Una gigantesca masa monetaria desapareció en esta operación al no poder cambiarse por el nuevo billete. El proletariado tremendamente perjudicado por la medida reaccionó también contra la misma: se produjeron, principalmente en Omsk (Siberia) una serie de protestas y motines llamados "revueltas del rublo". En la misma época se desarrollan otras formas de lucha que desgraciadamente no podemos detallar por falta de informaciones precisas como fue la "revuelta de la leche" durante el verano del 93.

Todas estas políticas tienen como común denominador el intentar imponer un aumento drástico del ritmo de trabajo y una reducción del salario relativo y casi siempre del salario real. "Comer menos y trabajar más" es el programa único de todas las fracciones burguesas. Pese a que las políticas de precio, inflación, reforma de la moneda, se tradujeron en una disminución drástica del salario y en general en un aumento de la explotación que permitió esperar un aumento de las ganancias, los resultados no fueron los esperados, sino que por el contrario "la terapia de choque" aceleró la disminución de la producción que ya se había constatado en años anteriores.

Bajo los auspicios del FMI, se organizó un nuevo cambio de personal: un "nuevo equipo", ampliamente subvencionado por miles de millones de dólares procedentes de los grandes centros financieros del mundo (FMI, bancos alemanes, franceses, CEE,...) se puso a trabajar con el objetivo de realizar los saludables cambios, esperando esta vez obtener algo más de apoyo entre los proletarios.

Nuevo gobierno, nuevo ataque contra el proletariado

Una de las consecuencias del mito de la existencia de los "países socialistas" y de los "Estados obreros" en los países del Este fue que toda crítica de las condiciones de vida resultaba canalizada por la burguesía de oposición hacia una aspiración, que llegó a ser muy general, de vivir como en el Oeste. La imagen del Oeste era la de un paraíso en el cual todos eran ricos, cualquiera disponía de todo, y puede hacer lo que quiere... Con la caída del muro esta imagen comienza a fisurarse y lo que persiste es la polarización entre los que quieren el "cambio", los "reformadores" (defensores de la ilusión occidental) y los que preconizan el regreso al antiguo sistema, los "conservadores" (nostálgicos de lo que ellos, junto con los burgueses de todo pelo y color, denominaron "comunismo"). Toda critica de la sociedad es así canalizada en una crítica de sus gestores que por supuesto deja intactos sus fundamentos. Los salarios no pagados, las alzas de precio, los cortes de electricidad, la falta de vivienda,... todo se le atribuye a las reformas o a la falta de reformas, a la buena o mala gestión de tal partido, de tal presidente, a tal primer ministro, a la cámara alta o baja del parlamento,... Y es lógico que nos perdamos en todo ese laberinto (lo que es un objetivo de nuestros enemigos) cuando se pierde de vista que toda lucha contra la degradación permanente de nuestras condiciones de vida es simultáneamente lucha contra la esencia misma de esta sociedad, contra todo lo que sustenta la relación trabajo asalariado/Capital, contra el conjunto de las estructuras del Estado: partidos, sindicatos, parlamentos, fondos monetarios, bancos, patrones...; que no son otra cosa que las distintas instancias y aparatos de la organización mundial de la dictadura de la burguesía y de sus intereses mercantiles.

La instalación del nuevo equipo Eltsin/Chernomyrdin, en diciembre del 92, corresponde a la necesidad burguesa de hacer creíble la polarización reformistas/conservadores, modificando un poco su imagen, el color, las pretensiones, para así limitar toda reacción contra los necesarios cierres de fábricas, despidos, disminución de salarios, pérdida de la vivienda,... Y con esto se produce la gran paradoja, de que ahora son los stalinistas los que tienen el papel de encuadramiento de toda oposición a las medidas gubernamentales.

Claro que ¡no fueron suficientes setenta años de gestión de la explotación obrera para que el auto-denominado Estado obrero pudiese organizar el indispensable y brutal aumento de la explotación sin terminar de descreditarse y provocar una violenta explosión de la clase obrera contra "su" Estado! En efecto, las nuevas medidas, al ser impuestas por el "nuevo régimen", permitieron salvar el mito del Estado obrero y evitaron el surgimiento de enfrentamientos de clase mucho más graves. Este artificio de la burguesía fue mucho más hábil de lo imaginado, puesto que el aumento vertiginoso de la miseria lanza a muchos proletarios a echar de menos el tiempo de la gestión stalinista del capitalismo. Las reacciones a la austeridad permanecen, así, encerradas en la falsa polarización: retornar al "comunismo" o desarrollar el "liberalismo". Dicha polarización impide la identificación del verdadero enemigo del proletariado: el Capital pintado de rojo o de azul. De esa manera se preserva siempre una fracción de oposición burguesa que toma la iniciativa o canaliza las respuestas que inevitablemente se dan y se darán.

Es así que a partir del otoño 1992 se emprende una lucha entre la presidencia (los "reformadores") y el parlamento (los "conservadores") cuyo objetivo es liquidar toda autonomía del movimiento de contestación sometiéndolo a esta polarización burguesa. La organización de esta oposición demagógica llegó a encuadrar gran parte de la energía proletaria que se oponía a la creciente degradación de las condiciones de vida. Esta política pudo encandilar a un gran número de proletarios como fue, por ejemplo, el simulacro de insurrección que organiza la oposición durante octubre del 93 en Moscú. Detrás del espectáculo de la toma de los locales de la televisión (la torre de Ostankino) y de la defensa del parlamento (la Casa Blanca) contra las élites presidenciales, y de la imagen que los medios de comunicación occidentales y rusos nos daban, se ocultaba perfectamente otra cosa: la oposición parlamentaria no pretendía una vuelta hacia atrás sino que expresaba abiertamente la necesidad de destruir el movimiento de contestación creciente y encuadrarlo en la polarización burguesa. Como lo señala claramente uno de los comentadores más lúcidos de la época, la alternativa era esa o la explosión social que ninguna fracción del Capital hubiese podido controlar: "El problema no se encuentra en que el Parlamento se haya mostrado conservador sino en el coste colosal de la política de reformas del gobierno. El Presidente se encuentra frente a un dilema: continuar con la misma orientación asumiendo el riesgo de provocar, en otoño, explosiones sociales y una paralización de las empresas industriales, con todas las consecuencias imprevisibles para su administración, o modificar su política a pesar de la presión del Parlamento y de todos los adversarios de la "terapia de choque". (Literatournayya Gazeta - octubre 1992).

La liquidación de la "rebelión" se materializó principalmente en el encarcelamiento de un gran número de obreros combativos apresados en las redes políticas de los antiguos dirigentes stalinistas del país, mientras que a estos últimos se les liberaba.

Aprovechando los acontecimientos, el gobierno simuló retroceder, marcando, momentáneamente, una nueva pausa en la imposición de las reformas, que por supuesto tenía también por objetivo anestesiar, distraer al proletariado. La situación social, pese a que era extremadamente tensa, podía permanecer todavía bajo control gracias a las "redes de seguridad" que la burguesía había tendido para amortizar la violencia del choque; así, por ejemplo, ¡muchos obreros pudieron conservar su trabajo, incluso si no trabajaban, o lo hacían poco,... con un pequeño salario o sin salario! (5). A pesar de que no tenía una rentabilidad inmediata, esta política pudo mantenerse provisoriamente porque era el precio que la burguesía tenía que pagar para mantener la frágil paz social. Pero el Capital tiene que encontrar otras soluciones,... no puede continuar indefinidamente trabajando a pérdida. Un ejemplo de ello es la situación en las minas en donde desde hace muchos años por no ser rentables hay una presión burguesa para cerrarlas definitivamente. Uno de los últimos planes preveía el cierre de más o menos 70% de las minas, el despido de 500.000 mineros de un total de 850.000, la supresión de las "ventajas sociales de empresa"... Este proyecto fue casi imposible comenzarlo pues los mineros reaccionaron rechazando el sacrificio a través de numerosos movimientos huelguísticas.

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"Siempre han existido, desde Prudhon a Kautsky, desde Hitler hasta Fidel Castro, desde Stalin a Mussolini, desde Bernstein a Perón, desde Mao Tse Tung a Komeni, desde Arafat a Gorbachov,... y otros reformadores, fracciones burguesas progresistas, partidarias de grandes reformas, con un discurso populista, obrerista, "contra la riqueza", "contra los monopolios", "contra la oligarquía", "contra las pocas familias propietarias del país", "contra la plutocracia"... y en favor de las instituciones "sociales". Estas fracciones corresponden a la tendencia histórica permanente del capital a auto-reformarse a revolucionar constantemente la base productiva y la estructura social, manteniendo, claro está, lo fundamental: el asalariado, la explotación del hombre por el hombre. Su función específica es la de presentarse como alternativa a las formas clásicas de dominación (función decisiva para polarizar la sociedad en dos polos burgueses), presentar las reformas como el objetivo de toda lucha y en la lucha intercapitalista aparecer como los sectores más capaces de controlar los sectores radicalizados de la sociedad. Su importancia relativa, en las distintas épocas o países, deriva de su credibilidad frente a los proletarios, es decir de su capacidad para controlar a los obreros y liquidar toda autonomía de clase, a través de reformas (o promesas de reformas) que harían menos visible la esclavitud asalariada, más "viable" la miseria efectiva y en los hechos más firme la dictadura social capitalista. Cualquiera sea su reformismo, la burguesía es enemiga irreconciliable del proletariado, y cualquiera sea su discurso, todas ellas recurrirán al terror abierto (¡qué no es "privilegio" de la derecha o de los fascistas!) contra el proletariado si la preservación del sistema lo comanda. Frente a tales fracciones, el programa del proletariado no cambia un ápice, y contra todo tipo de apoyadores críticos, aquel está forzado a organizarse en fuerza para aplastarlas y liquidarlas junto a todas las otras".
"Tesis de Orientación Programática del Grupo Comunista Internacionalista", Tesis No. 36

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La importancia de los movimientos huelguísticos en las minas

Los mineros en muchos casos asumieron la iniciativa de amplios movimientos huelguísticos que paralizaron regiones enteras. La razón principal, por la cual los mineros se encontraron en el origen de ese tipo de iniciativa, fue en general el enorme retraso en el pago de salarios, que llegó en algunos casos a 6 meses.

Desde el 89 se producen importantes movimientos masivos de huelga que arrancaron de Kuzbass en Siberia. En la primavera del 93 los mineros del Donbass (Ucrania) tomaron la posta. En marzo del 94, las huelgas se extienden a todas las minas siendo los bastiones principales: Vorkuta (Gran Norte) y Kuzbass.

En diciembre del 94, el gobierno pone 270 millones de dólares a disposición para pagar lo atrasado y para que los trabajadores vuelvan al trabajo en Ucrania. En el 95, el gobierno proyecta cerrar 38 pozos en donde trabajan 40.000 mineros. La disminución de la productividad en Ucrania es enorme y hoy se tiene que importar carbón cuando en el pasado fue el primer centro de explotación de esa mercancía. A partir del 90 la producción disminuye a la mitad.

Frente a las dificultades para aplicar los planes de cierre de las minas, los economistas calculan que los gastos de mantenimiento de un gran número de desocupados es mucho más elevado que el mantener los minas abiertas. En efecto, con la inflación galopante y el retraso en el pago de los salarios obreros, varios pozos caen bajo las normas fijadas de reducción de costos de producción y como consecuencia las minas existentes continuaron utilizando cotidianamente la misma cantidad de mineros. Se acumula así cada vez mayor número de salarios impagos: en enero del 96 el total de los salarios retrasados equivalía a 122 millones de dólares.

En octubre del 95, los sindicatos, respondiendo a la presión generalizada, organizan paros nacionales, por las mismas razones: salarios no pagados, condiciones de trabajo cada vez más peligrosas dado que en todos los pozos que se mantienen abiertos, por las razones arriba invocadas, la manutención es nula puesto que están condenados a cerrar... Así, en Pervcomayskaya, en una de las minas más modernas de Kuzbass se produjo un accidente que provocó la muerte de 15 proletarios.

El 3 de octubre del 95, en Vorkuta (Norte de Rusia), 77 mineros del pozo Promyshlennya se declaran en huelga de hambre. En el Extremo Oriente, en la región de Primorye, los mineros organizan una marcha hacia la capital regional, Vladivistok, contra la perspectiva de despidos masivos.

Las reivindicaciones que predominan en el movimiento son: sea la independencia con respecto a Moscú, sea la vuelta al "viejo sistema" en el cual por lo menos se pagaban regularmente los endebles salarios.

En febrero del 96, los mineros de 142 minas (sobre un total de 250) de Ucrania se declaran en huelga, lo que a su vez provoca la paralización del 70% de la actividad industrial. 800.000 trabajadores se encuentran en lucha, exigiendo el pago de los salarios retrasados, junto con otras reivindicaciones no clasistas (como sucede en general en esta fase) como el subsidio de 1.5 billones de dólares para renovar las industrias. El invierno fue particularmente duro, el más frío desde hace cincuenta años. El gobierno otorga entonces 21 millones de dólares para pagar los salarios de los mineros; luego se pagan 79 millones de dólares más; pero todo esto no constituye más que los dos tercios de lo que los mineros exigían como mínimo. El 13 de febrero solamente 40 minas se mantienen bloqueadas. El 16, los sindicatos llaman para que se vuelva al trabajo, pero en 25 minas los obreros rechazan el llamado sindical y continúan su lucha. Frente a ello los sindicatos planifican una enorme manifestación para el 21 de febrero y un paro general... de dos horas. La falta de inversión en las minas ocasiona condiciones de trabajo cada vez más peligrosas. El 18 de febrero, tres mineros mueren de un nuevo accidente, ¡lo que lleva a 43 el número de muertos durante los cinco primeros meses del 96!

En agosto del 96, en la cuenca del Don de la región de Rostov (Sur), los mineros de 19 pozos paralizan totalmente la producción. En los otros 6 pozos se continua extrayendo carbón pero los mineros no lo entregan. 40.000 mineros se movilizan, así, para reclamar lo que se les debe; el total de salarios retrasados es entonces de 80 millones de dólares. 50.000 obreros de las empresa directamente dependientes del carbón (abastecimiento, transporte) se unen al movimiento. El gobierno, para frenarlo, paga 20 millones de dólares lo que cubre apenas cuatro meses del salario de los mineros. Los mineros de 11 pozos de la cuenca de Vorkauta (Gran Norte) amenazan con la huelga si no se les paga su salario... los de Kuzbasse, Siberia oriental, siguen el ejemplo. En el extremo Oriente, 13.000 mineros paralizan toda la región de Primorye desde hace tres semanas; 12 pozos de los 14 se encuentran inmovilizados, 403 mineros prosiguen una huelga de hambre y reclaman enormes cifras por salarios impagos. El gobierno vuelve a ceder parcialmente pagando 9 millones de dólares lo que solamente representa dos meses de los 6 que se les debe. Se paraliza toda la región de Vladivostok: las centrales hidro-eléctricas y la mayoría de las fábricas se ven forzadas a suspender todas sus actividades. En Louchegorsk, 300 empleados de la central hidro-eléctrica deciden declarar una huelga de hambre para protestar contra el no pago de sus salarios. ¡Hasta el ejército se encontró privado de electricidad y los sistemas de alarma que señalan la frontera con la China se paralizan!. Se reduce el tráfico ferroviario al mínimo y los transportes públicos quedan totalmente inmovilizados. Este movimiento se extiende a la isla de Sakhaline, en la que otros 1.500 mineros se declaran en pie de lucha.

Todas estas informaciones, dadas de golpe, pueden resultar fastidiosas, sin embargo nos dan una visión aproximada de la situación que impera en Rusia:

A pesar de todo, para el gobierno de lo que se trata es de una carrera contra el reloj para detener estos movimientos. Por ello periódicamente realiza concesiones, como por ejemplo en diciembre de 1993 aumenta de 100% el salario mínimo. En esas circunstancias el gobierno tuvo que poner en circulación 150 mil millones de rublos lo que por supuesto implica un nuevo impulso inflacionista, un aumento del endeudamiento y del déficit público. Eltsin justificó esa política alegando que había que tener en cuenta el "coste social" de las medidas de austeridad producidas por la "terapia de choque". En abril del 94, Rijkov, ex-primer ministro soviético, se inquieta por la situación caótica y lanza un grito desesperado destinado a la burguesía mundial: "... la caldera social está por reventar, la presión está al máximo. Hay que optar entre abrir un poco la válvula, para que la presión disminuya o esperar la explosión."

En el exterior del espacio de la Federación Rusa también estallaron importantes huelgas, como por ejemplo en Bielorusia en febrero del 94, cuando se produce un movimiento huelguístico generalizado debido también al retraso en el pago de los salarios. Esta política, de retraso salarial, ocasiona en los hechos una baja generalizada del salario real (cuando los asalariados reciben el salario de unos meses anteriores el poder de compra de los mismos es muy inferior) y hace más miserables aún las condiciones de vida impuestas al proletario.

En marzo del 94, el movimiento huelguístico en las minas se generaliza a otros sectores: como la salud (huelga de los trabajadores de las ambulancias), la enseñanza (maestros, profesores,...). A fines de ese mismo año en las industrias de armamento en Moscú, en las minas de Tula, en las fábricas de automóviles AutoVaz (Lada) en Togliattigrad,... en las industrias nucleares de Siberia, los obreros se declaran en huelga a pesar de que las mismas se encuentran prohibidas en esos sectores estratégicos. El nuevo gobierno, que intentaba hacer una pausa para atacar a los "sectores no competitivos", se encontró frente a un descontento generalizado. En menos de tres años, el nuevo equipo dirigente se encontraba también desgastado, desprestigiado, vacío de proyecto socialmente digerible. Los cambios ministeriales, las luchas por el poder, la corrupción generalizada,... por un lado y por el otro, las huelgas, las manifestaciones,... minaron seriamente el prestigio de estos "hombres nuevos" que tenían que "salvar la Casa Rusa de la catástrofe". Las calecitas electorales (elecciones parlamentarias en diciembre del 95 y presidenciales en junio del 96) no lograron remediar en un ápice la situación en Rusia, lo que llega a constituir una preocupación importante para la burguesía mundial.

La guerra en Chechenia: guerra abierta contra el proletariado

Frente a la disminución y al no pago de los salarios, al alza vertiginosa de los precios de las mercancías de consumo obrero, de la vivienda, de los transportes, de la calefacción,... el proletariado continúa respondiendo con cierta movilización. Movilización que la burguesía solo logra contener en forma aleatoria, temiendo siempre, el desarrollo de una respuesta de clase mucho más fuerte y clara, dirigida contra el Estado burgués. Pero en la medida en que esta respuesta no se afirma aun suficientemente como una respuesta de clase que fortalece su dirección propia afuera y contra toda alternativa burguesa, se deja el camino libre para que la burguesía tome en sus manos la situación, lo que por supuesto intenta hacer el equipo gubernamental Eltsin/Chernomyrdin. Será precisamente en base a la guerra con Chechenia que dicho equipo intentará canalizar el peligro de un desbordamiento de la movilización contra la austeridad hacia una contradicción interburguesa.

En base a ello la burguesía rusa espera ganar a dos niveles:

Las esferas dirigentes, frente a la situación caótica por la que atraviesa el Estado Ruso, optaron por la "solución" de la guerra, lo que fue perfectamente comprendido y apoyado por todas las fracciones burguesas (¡hasta por los trotskistas!). El Estado americano, alemán, la ONU, la Unión Europea,... declararon cada uno por su cuenta que se trataba de un "asunto ruso interno"; afirmación que por supuesto implica otorgar carta blanca a la burguesía local para realizar las matanzas que se impongan, que más allá del terrorismo interburgués implica siempre la aniquilación de "su propio" proletariado.

La tan deseada paz social mundial pasa por estabilizar las tensiones en Rusia y hoy, más que nunca, la fracción Eltsin es apoyada por el Estado mundial pues se la considera como la mejor muralla contra las explosiones sociales. El secretario de Estado de los Estados Unidos, Warren Cristopher, declara en ocasión del bombardeo de Grozny, que lo que Rusia busca es "... organizar elecciones libres en Chechenia para permitir que los ciudadanos determinen su futuro en conformidad con la constitución rusa." No hay ningún cinismo en la declaración de este importante personero del Estado mundial, sino simplemente una perfecta comprensión de lo que realmente se juega: asegurar un "regreso a la normalidad" es decir afirmar el terror cotidiano para estabilizar la paz social.

La movilización de los proletarios, bajo la bandera de la patria rusa, toma cuerpo en base a una enorme campaña contra "la mafia chechena". El gobierno designa y diaboliza de esa manera a un chivo expiatorio contra el cual debe descargarse toda la ira y las frustraciones populares. Como se hizo ayer con el judío, hoy le toca el turno al caucasiano como responsable de todas las desgracias de la tierra: carestía, aumento de los precios, criminalidad galopante, inseguridad... En base a una impresionante campaña de propaganda todos los aparatos del Estado hacen los máximos esfuerzos para escamotear los intereses reales que están en juego.

Esta guerra, como todas las guerras burguesas, es directamente ¡UNA GUERRA CONTRA EL PROLETARIADO! Los bombardeos, de la aviación y artillería rusa contra Grozny y otras ciudades y pueblos de la región en vez de atacar los "objetivos estrictamente militares" como lo pretenden los comunicados oficiales, tienen como objetivo principal los barrios obreros, en los que ocasionan miles de muertos. Se bombardean viviendas, hospitales, orfelinatos, se ametrallan omnibuses repletos de fugitivos,... No puede haber dudas de que los burgueses se ensañan contra la vida de los proletarios: se apunta contra los barrios obreros, se destruye en primer término los lugares en donde viven los proletarios. Todo el arsenal destructivo, concebido por el genio burgués para destruir, es utilizado sin piedad: bombas con perdigones, bombas de fragmentación, bombas de perforación. Paralela y coherentemente se puede constatar que jamás atacaron seriamente, por ejemplo, las instalaciones estratégicas de Grozny, la torre de la televisión, los puentes, la refinería de petróleo, el oleoducto... y los pocos estragos ocasionados a estos objetivos estratégicos fueron rápidamente restaurados luego de la toma de la ciudad. El único objetivo, de los bombardeos masivos e incesantes, es aterrorizar a los proletarios.

Esta guerra pretende, por una parte, imponer el orden a través de la sujeción del proletariado a la bandera rusa, ¡a reconocerla como si fuese suya, como protectora y prometedora de un futuro!. Del otro lado encuadra toda resistencia a la guerra en la defensa de Chechenia contra el invasor ruso, lo que impulsa a la creencia de que los proletarios bajo uniforme ruso son enemigos del proletariado en Chechenia.

Otro objetivo importante de esta guerra, frente a una situación de incertidumbre generalizada con respecto al futuro, es la necesidad para cada burguesía de comenzar los ejercicios prácticos que le permitirán enfrentar al proletariado en las zonas urbanas; es decir en las tradicionales zonas de amontonamiento de proletarios y de seguros focos de explosión social. El general Grachev, Ministro de Defensa, confiesa, de la misma manera que lo harán algunos de sus colegas de la OTAN, que: "No necesitamos maniobras estratégicas, la amenaza de una guerra mundial se aleja. Nos hace falta entrenamiento para ejercitar nuestras fuerzas armadas en guerras locales". El terror impuesto a los habitantes de Grozny, como en toda la región, es un entrenamiento a título preventivo que permitirá elucidar la forma represiva que se utilizará contra todo eventual sublevamiento de clase; la contrainsurgencia es la preocupación central de las fuerzas armadas.

La lucha asesina entre los autodenominados "independentistas" y los "rusos" no es otra cosa que la única alternativa, claramente afirmada por ciertas fracciones burguesas, que permitirá, a una fracción, asumir la dominación y la explotación capitalista en esa región, frente a otras fracciones opuestas en la competencia. Las negociaciones de paz, en este proceso permanente de guerra comercial, no hacen más que ratificar las nuevas relaciones de fuerza que se establecen durante el enfrentamiento militar. La reconciliación nacional, luego de la masacre física del proletariado, busca enterrar toda tentativa de lucha autónoma del proletariado.

Pero la consolidación de esta estrategia burguesa resultó más difícil de lo previsto. Cuando en diciembre del 94, se decidió enviar blindados a Chechenia, se produjeron movimientos de desobediencia en las filas del ejército: numerosos fueron los soldados que se negaron a participar en la guerra. ¡Los preparativos militares resultaron ser totalmente insuficientes para hacer olvidar, a los proletarios, sus "pequeñas, mezquinas y egoístas" preocupaciones salariales frente a la "honrosa" reafirmación de los intereses nacionalistas, imperialistas de la "Gran" Rusia! ¡El uniforme no fue suficiente para disciplinar a los soldados en el interés de la nación! Le costó muchísimo a la expedición militar llegar a la puerta de la capital, Grozny, por la cantidad de desertores, el repudio al combate y la fraternización con los soldados del otro campo.

Numerosos oficiales, conscientes de la poca moral de la tropa, del peligro de dislocación de sus unidades de combate, de los riesgos de amotinamiento frente a la apertura del combate militar, decidieron mantener sus tanques a 50 kilómetros al oeste de la ciudad y se negaron a pasar a la ofensiva; la iniciativa del ataque fue tomada por la aviación y la artillería. En tales circunstancias, el gobierno de Chermomyridin decide retirar al ejército del frente para "evitar el contagio de la contestación", y dejar el terreno libre a las tropas de élite, dentro de las cuales se encontraban las famosos fuerzas especiales de la división anti-insurgencia Yerzinski. Un dirigente Checheno, analizando la moral de sus adversarios, afirmaba que "... el problema principal del ejército ruso es que sus soldados se niegan a combatir; son los batallones especiales que imponen el combate, se alinean en segunda línea dispuestos a matarlos si retroceden". Unos días antes, un coronel de las fuerzas especiales del Ministerio del Interior, comandante de tropas consideradas como seguras, decide desobedecer las ordenes de progresión de su columna, compuesta de una centena de hombres, y regresa a la base. Este ejemplo nos muestra hasta donde llegó la indisciplina y la desobediencia que gangrenaba todos los cuerpos del ejército, incluyendo a las tropas de élite. Si los jefes de estas unidades desobedecían las órdenes era porque se daban perfectamente cuenta, sobre el terreno, de la imposibilidad de organizar la guerra. Dichos oficiales, que se presentaban como disidentes por su desobediencia, realizan en realidad una excelente obra de salvataje de su Estado dado que su indisciplina puntual les permite ganar a su causa a los soldados descontentos. Así se crea una nueva polarización interna al ejército entre un campo "pacifista" (como el clan del general Lebed) y otro conocido en esta ocasión como "belicista" (como la del Ministro de Defensa, Grachev). Los generales indisciplinados, al estructurar una perspectiva engañosa para soldados que hubiesen podido constituir una alternativa revolucionaria a su derrotismo, canalizan el repudio a la guerra dentro de una perspectiva pacifista, lo que limita el desarrollo de conflictos mucho más graves para el ejército.

Mientras que en Moscú se decretaba la prolongación del servicio militar obligatorio por un año y medio y hasta por dos años y se suprimían los permisos de los estudiantes, del frente llegaban otras noticias alarmantes: los reclutas en Chechenia corrían tanto riesgo de morir de hambre como de perecer bajo las balas. El simple soldado, proletario en uniforme ruso,... harapiento y casi sin calzado fue reducido a mendigar pan, cigarrillos, fuego,... Miles de jóvenes manifiestan en Moscú y Petrogrado, pocos son los reclutas que se presentan a los cuarteles, la mitad de 1.6 millones llamados a las armas en 1996 se incorporan a su unidad, ¡de cada dos convocados uno solo se presenta! La insumisión y la deserción, favorecida y apoyada por las familias y amigos que esconden, alimentan, protegen a los soldados contra la milicia, se extiende cuantitativa y calitativamente. Se fundan asociaciones de madres que organizan convoyes para recuperar, por la fuerza, a sus hijos del frente.

Desde la declaración del alto el fuego, la situación en la región no ha mejorado de un ápice. Aslan Maskhadov, jefe del Estado Mayor de las tropas independentistas afirma que "Hay más muertos en Chechenia desde que finalizó la guerra que durante el período de combates".

A modo de conclusión...

La guerra en Chechenia no ha logrado eliminar las convulsiones sociales que desgarran tanto al ejército como a todas las estructuras de la sociedad; por el contrario, cada salario no pagado, cada muerte en los lugares de trabajo o por hambre, cada ataque de la milicia... hace más fuerte el rechazo a dejarse llevar como borrego al matadero; lo que choca violentamente con la política de unión sagrada, de austeridad, de sacrificio,..., ¡desarticulándola! La simple operación policial que se pretendía debía ser el objetivo de la intervención de las tropas rusas en Chechenia, se transformó en un verdadero atolladero. ¡Se calcula en aproximadamente 100.000 los muertos en dicha guerra! Lo que recuerda, evidentemente, la situación de la guerra en Afganistán, durante la cual el ejército ruso también tuvo grandes problemas para encuadrar a sus soldados en el combate.

La Duma (parlamento) asustada por el marasmo militar, la crisis política y la presión de los conflictos sociales que paralizaba la producción en ciertas regiones, decreta un aumento del salario mínimo de un 300 por ciento. El margen de maniobra de la burguesía es estrecho: se concede o se corre el riesgo de la explosión social. El FMI se opuso enérgicamente a ese aumento y continua condicionando su ayuda a la aplicación estricta de un "plan de ajuste estructural". Pero a pesar de todo se firmó un acuerdo entre Rusia y el FMI por un préstamo de 10 mil millones de dólares: "Rusia necesita este acuerdo, el mundo necesita una economía rusa sin problemas..." declaran los voceros de es órgano del Estado mundial que es el FMI. Esta cita, en contradicción flagrante con la ideología que pretende que la guerra de Chechenia es "un problema de orden interior a Rusia", muestra de forma cristalina, lo que está realmente en juego: el peligro de la extensión de las luchas sociales afuera de las fronteras de Rusia y dice abiertamente que el objetivo principal es el restablecimiento, cueste lo que cueste, de la paz social en Rusia como condición indispensable para garantizar la de toda la región.

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No se pagan los salarios, se abastecen los comercios pero las billeteras y monederos se encuentran vacíos. Una de las últimas promesas electorales era la de pagar las pensiones, cuando en los hechos ¡mientras el importe de las pensiones se multiplicó por 1.000, el precio del pan resultaba multiplicado por 14.000! Estas cifras solo pueden darnos una vaga imagen del extraordinario aumento de la tasa de explotación en Rusia desde la tan cacareada caída del muro de Berlín. Otro ejemplo de la degradación de las condiciones de supervivencia en Rusia es el último cese fuego en Chechenia que originó un exilio, hacia Rusia, de decenas de miles de civiles de origen ruso, lo que vino a sumarse a los tres millones de emigrados de los países de la ex-URSS que se instalaron en Rusia. Estos, que no tienen trabajo, ni vivienda, ¡son tratados por los otros proletarios como competidores suplementarios en el mercado de la fuerza de trabajo, completamente saturado, y por el Estado, como sus primeros enemigos potenciales! ¡Cómo afirmamos antes, quienes creyeron encontrar su salvación en el fin del muro y la aplicación del modelo occidental en Rusia, no han terminado de raspar el fondo de las basuras para encontrar algo que comer!

Pese a los grandes contradicciones existentes, la lucha del proletariado en Rusia se limita, en la mayoría de los casos, a paros realizados barrio por barrio, región por región y a acciones pacíficas como la huelga de hambre. Los sindicatos, pese a que la discordia reina en las asambleas, conservan la fuerza como para decidir de la vuelta al trabajo. Más aún los sindicatos designan a quienes el gobierno debe otorgarles una parte de los salarios retrasados para así incitar a que los obreros menos combativos regresen al trabajo. Los que continúan el movimiento resultan, entonces, acorralados por los sindicatos. Por otro lado, las reivindicaciones expresan la aspiración de regresar a la situación anterior y no un contra-ataque contra el aumento brutal de la tasa de explotación. El movimiento de lucha no es capaz aún de asumir las conclusiones que se imponen: la necesidad de organizar la lucha afuera y contra de todas las estructuras del Estado burgués, el rechazo de toda alternativa de gestión burguesa, la solidaridad entre todos los sectores: obreros de la industria, refugiados, desocupados,... ¡la lucha es la misma!

Todos estos hechos evidencian los grandes límites de las reacciones del proletariado, la incapacidad, a pesar de que se reacciona contra los diferentes planes de austeridad y de guerra, de reapropiarse de su camino de clase, reivindicando abiertamente la huelga de clase y el derrotismo revolucionario. Desgraciadamente tenemos que constatar una vez más que el proletariado, en este caso en Rusia, tiene grandes dificultades para despojarse de los efectos mortales de setenta años de contrarrevolución intensa y retomar el camino de la revolución que sus ancestros no dudaron en tomar en febrero y octubre de 1917.

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Los acontecimientos que hemos subrayado en este texto nos demuestran como la burguesía utiliza siempre los mismos canales para descarrilar la lucha de nuestra de clase de sus objetivos revolucionarios, llegando incluso a movilizar a los proletarios en guerras por la defensa exclusiva de intereses nacionales, es decir burgueses.

La restructuración, sea cual sea el discurso con el que se la formula, las reformas de las instituciones, a cada cual más democrática,... tienen como prolongación lógica el sometimiento de los proletarios a la bandera de una u otra fracción burguesa. La guerra, llévese adelante en nombre de la liberación nacional, de la defensa de los intereses regionales o de una purificación étnica, es siempre la guerra contra el proletariado y en la medida en que éste se deje enrolar en uno u otro de estos bandos, el resultado ha sido, es y será también el mismo: miseria, masacres, deportaciones,...

Las campañas electorales, el hecho de designar a algunos culpables de corrupción, el cambio permanente de roles al interior del personal del Estado, haciendo caer algunas cabezas designadas como los chivos expiatorios de la ocasión,... no son más que espectáculos conscientemente elaborados por la burguesía para imbecilizar a aquellos crédulos que esperan obtener de esas maniobras una mejora en sus condiciones de vida.

Por otro lado, las polarizaciones Rusia contra Chechenia, "belicistas" contra "pacifistas", "reformadores" contra "conservadores",... son todas burguesas. Todas las promesas de un futuro mejor en esta sociedad son completamente falsas, mentirosas y constituyen parte de la maniobra política de la burguesía para asesinar nuestra fuerza de lucha. No tenemos ningún interés común con tal o cual fracción burguesa, sino que por el contrario nuestros intereses más elementales se encuentran en las antípodas de los de toda fracción burguesa. No les hagamos ninguna concesión, ni en cuanto a nuestra participación en el producto, ni en cuanto a la fuerza de nuestra lucha, luchemos con todas nuestras fuerzas para que no sigan viviendo a costa nuestro.

¡ Seamos intransigentes en nuestra lucha !

 ¡ Contra todas las fracciones burguesas !

 ¡ Contra toda unión nacional !

Notas

1. Ver nuestro texto: "Un mur tombe, la misère continue" en nuestra revista central en francés: Communisme No.30, enero 1990.
2. Nosotros rechazamos totalmente la ideología que presenta el fin de la URSS y su transformación en CEI como un "cambio". Se trata solo de un momento de reforma, que es la característica permanente del desarrollo del Capital. En efecto para sobrevivir y justificarse el Capital requiere periódicamente variar superficialmente su forma, modificar sus banderas, cambiar el partido que se encuentra en el gobierno, pasar del bonapartismo a la república o vice versa,... conservando y si es posible consolidando lo esencial: la sociedad mercantil generalizada, la formación social capitalista.
3. Conviene observar que esta problemática es inherente a toda gestión de la economía capitalista: todos los gobiernos del mundo oscilan continuamente entre la "opción proteccionista" y la "opción liberal"; la primera intenta contrarrestar ciertos efectos de la competencia para evitar el estallido brutal de las contradicciones propias al sistema capitalista -política que se materializa especialmente en el hecho de inyectar periódicamente capitales para mantener en funcionamiento a las empresas no competitivas-, evitando (o mejor dicho postergando en el tiempo, porque tarde o temprano se hará inevitable) el ataque brutal de las condiciones de vida de los proletarios, para así mantener al sistema frente a sus inevitables deflagraciones interburguesas e interclasistas; la segunda deja más libre curso a las implacables leyes de la competencia que eliminan, sin rodeo, todo capital no rentable, lo que implica necesariamente despidos masivos así como una ruptura de las alianzas interburguesas, lo que inevitablemente conduce a guerras frecuentes, con cada vez más riesgo de generalización. Al mismo tiempo ello hace correr el peligro de un resurgimiento de las luchas proletarias contra la explotación capitalista en general como reacción a los saltos calitativos, brutales, rápidos y sin tapujos de la intensificación de la explotación del proletariado, de la deteriorización general de todas las condiciones de supervivencia.
4. Ponemos "privatizar" entre comillas puesto que la propiedad privada de los medios de producción es la esencia misma de la relación capitalista: en Rusia como en toda la URSS, el productor directo siempre fue privado, incluso con el partido bolchevique en el poder, de los medios de producción como lo atestigua el hecho de que siempre tuvo que vender su fuerza de trabajo, como su única mercancía para recibir medios para vivir: el asalariado nunca fue abolido. Cuando la burguesía habla de "privatizar" y de "desprivatizar", de lo que se trata es de diversas opciones de gestión burguesas, algunas más liberales y otras más proteccionistas. Las mismas se adoptan en función de la relación de fuerzas entre fracciones del capital, en función de la imposición de diversos modelos de acumulación, en función de que una fracción logre imponer su propiedad de los medios de producción frente a otra; en fin se adopta una u otra política económica en función de los acuerdos interfracciones que intentan limitar los efectos desvastadores de la guerra competitiva que se libran inevitablemente los capitales.
5. Además de otorgarse licencias obligatorias sin goce de sueldo, se atribuían salarios de hasta un 70 por ciento mientras se dejaba la fábrica cerrada por "razones técnicas", se acordaron ventajas en especie como bonos para retirar productos en los almacenes de alimentos y se dan facilidades para acceder a la vivienda, a las escuelas, a las guarderías, se mantiene la medicina gratuita,... A veces se busca mantener al trabajador con una relación de dependencia aunque no se le paga salario, y dando como único incentivo la promesa, más o menos vaga, de que algún día podría obtener un salario y recuperar la remuneración correspondiente a las horas trabajadas.
6. Ver nuestro texto: "De la Guerra en Yugoslavia. Guerra Imperialista contra el Proletariado Mundial"Comunismo No.34, abril 1994.
7. En el caso de la Chechenia, Grozni es un nudo de comunicación crucial para la región: ¡por allí pasan la única ruta, el oleoducto y los ferrocarriles que conectan los puertos rusos del Mar Negro al mar Caspio! Se comprende entonces la importancia estratégica de esa ciudad.



¡No hay inundaciones en Bangladesh!

* * *

El capital se impuso desde los siglos XV y XVI como modo de producción mundial. Desde entonces cementa cada ladrillo de la fábricas, de las minas, de las oficinas donde extorca el plusvalor de aquellos a quienes explota; engrasa cada engranaje de las máquinas, de los aviones, de los computadores con la sangre de aquellos de quienes extrae la plusvalía. Las leyes que le son inmanentes determinan un desarrollo por polos -polos de concentración de la riqueza que coexisten con otros en donde se condensa la miseria-, pero por todas partes, en el Norte como en el Sur, en el Este como en el Oeste su dictadura comanda.

La esencia mundial del modo de producción capitalista determina igualmente el carácter internacional del proletariado como clase universal concentrando, a la vez, toda la realidad de la explotación, y todas las condiciones de la revolución. Por todas partes y en condiciones cada vez peores, cada vez más aterradoras, los proletarios se ven forzados a vender su única propiedad, su fuerza de trabajo, para no reventar. Por eso, es también mundialmente que tienen que luchar, intentando enfrentar la rapacidad de los burgueses. Sean blancos, amarillos, negros, o indios, que usen mono de obrero, poncho, turban, camisola o guayabera en todas las latitudes se encuentra la misma contradicción social.

No es solo en México, Argentina o Brasil que se manifiesta la lucha de clases, sino que en Nigeria o en Irak, en Argelia o en Estados Unidos, en Alemania o Indonesia, estallan huelgas, motines, revueltas, se producen expropiaciones o diversas formas de ataques a la propiedad privada, que rompen, aunque sea fugazmente, la paz social que el Estado impone. Claro que para la burguesía no es muy útil insistir sobre el hecho de que las condiciones de existencia de los proletarios desembocan por todas partes en la contraposición violenta al mismo sistema social. Por el contrario, todo se hace, precisamente, para que el proletario en Argentina o en México no se reconozca en la realidad de su hermano de clase en Asia, en Europa, o en Africa y viceversa. Es mejor encerrar televisivamente a Ruanda o Irak en caóticas imágenes de miseria, de catástrofes, de barbarie, que hacer un zoom sobre las determinaciones sociales que se encuentran en el origen de los conflictos y su desarrollo. El modelo de un mundo dividido entre tipos de países (por ejemplo países "pobres" y "ricos", países "capitalistas" y "socialistas") es impuesto para desdibujar y disimular la contraposición general de clases a nivel internacional. Desplazar la contradicción es, para la ideología dominante, otra manera de negar la lucha de clases.

El ejemplo de Bangladesh va permitirnos argumentar todo esto.

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Hace ya varios años que Bangladesh, en donde se concentran 120 millones de seres humanos en un territorio de 143.000 km2 es sacudido regularmente por violentas tempestades sociales. Pero globalmente lo que se ve y de lo que se oye hablar en los medios de difusión acerca de este país es sobre... ¡las inundaciones! Esta dimensión de la realidad de Bangladesh es mucho más presentable y queda en harmonía con lo que al espectador puede mostrársele y que ha sido educado para que "quiera ver". Además una inundación o un tifón, son fenómenos mucho más fáciles de introducir en la categoría de las fatalidades que las huelgas o las revueltas. Más todavía, ¿para qué deteriorar la imagen de un país hecho de "demasiada agua y demasiados pobres"?

Pero sería imposible esconder completamente la existencia de la lucha de clases y,a pesar de todos los méritos de los medios de difusión, algunas informaciones pasan. A continuación algunas de esas escasas informaciones que a fines de 1994 aparecieron en los periódicos:

"El 4 de diciembre de 1994, miles de policías, de milicianos auxiliares (Ansars) mal equipados y mal pagados se amotinan, ocupan dos cuarteles y toman como rehenes a 22 oficiales y controlan el cuartel general y el centro de entrenamiento de la capital Dacca. Al cabo de 4 días, cuando el amotinamiento toca otras provincias, la represión se abate sobre el movimiento. Las tropas de élite del ejército toman por asalto los cuarteles ocupados utilizando para ello el armamento pesado: cañones, lanza granadas, helicópteros, gas, carros blindados,... haciendo según datos oficiales, 4 muertos y 50 heridos."

Un primer biombo ideológico se rompe: ¡no hay solo mendigos desarmados, empapados y en harapos en ese país! Será necesario dar una explicación diferente, caer en las tradicionales explicaciones entre partidos "oficiales" y partidos de "oposición".

¿Qué nos dicen los mercaderes de la desinformación organizada para explicar estos amotinamientos? Los burgueses nos presentan dichos acontecimientos como un episodio suplementario de la guerra "por el poder" que se libran dos mujeres, una Primer Ministro y Presidente del Partido Nacional de Bangladesh y la otra la dirigente de la Liga Awami, considerada como la oposición. El ciudadano puede volver a dormir tranquilo, feliz de saber que todo esto se encuentra bien circunscrito en el mundo de la democracia adonde no existe la lucha de clases. Los periodistas han cumplido perfectamente con su papel. ¿Pero que pretende esconder la clase dominante? Si las contradicciones sociales son tales que hasta los milicos se amotinan, la situación social debe ser mucho más explosiva de lo que se nos dice.

En efecto, el motín de diciembre de 1994 es solo un episodio entre muchos de una larga historia de lucha de clases.

En el mismo momento en que el motín se desarrollaba, un amplio movimiento social paralizaba todo el país. Dos momentos que la burguesía tendrá mucho cuidado en separar, para hacer de ellos una realidad bien diferente, afirmando así, SU VERDAD y su información por todo el mundo, con el objetivo de preservar y mantener su realidad como eterna. Nosotros sabemos que ambos momentos no son más que uno solo; que ellos manifiestan la lucha del proletariado por afirmar una misma comunidad de intereses frente al explotador, a pesar de que no haya logrado unificar sus consignas y dotarse de una dirección propia. De hecho si rascamos un poco la cáscara de la desinformación que pesa acerca de ese país, por las razones que hemos evocado antes, uno se da cuenta rápidamente que esos acontecimientos, que llegaron a su punto culminante durante los años 1994-95, son el resultado de un largo proceso de luchas que comenzó en la década de los 80 y del cual queremos dar aquí una breve descripción.

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En los años 80, la crisis que golpea a nivel planetario, encuentra también su expresión en Bangladesh. Las medidas de austeridad, tomadas regularmente para que vuelva a marchar la máquina de producir ganancias, se suceden a un ritmo infernal, aquí como en todas partes: baja de salarios, aumento de precios, devaluaciones sucesivas de la moneda, despidos masivos,... Dichas medidas, asociadas a las consecuencias de las "catástrofes naturales" (inundaciones, ciclones,... ver recuadro) y a las resultantes de la Guerra del Golfo (1), aumentaron violentamente el nivel de miseria de los proletarios de esa región. Todas esas condiciones que hicieron todavía más insoportable la vida y dejaron en evidencia de que los proletarios no tienen nada que perder, lo empujaron a una violenta lucha: huelgas clasificadas como "salvajes" en 1989, vasto movimiento de agitación social desde octubre a diciembre de 1990 que culminó con violentas revueltas en especial en Dacca, la capital del país.

Las luchas llegaron a tal nivel durante este período que el Estado se vio obligado a sustituir al general Ershan, que se había instalado a la cabeza del gobierno por un golpe de Estado en 1982. La burguesía se cambia así de careta y se pone la pomada de una reforma constitucional. Nuevos actores más creíbles, como la Liga Awami y el Partido Nacional de Bangladesh, pasan a dominar la escena política para mantener y reforzar la explotación. Pero la existencia del circo parlamentario no resuelve absolutamente nada. El Partido Nacional de Bangladesh, instalado en el gobierno, no hizo otra cosa que asumir la continuidad del programa capitalista y toma nuevas medidas de "racionalización de la economía": despido de 30.000 nuevos proletarios "excedentarios" en los ferrocarriles, en la industria del yute y en la compañía nacional de aviación, la BIMAN. Pocas informaciones filtran y llegan hasta nosotros sobre las reacciones de nuestra clase frente a tales medidas, pero no es posible ocultar completamente la existencia de violentos conflictos que periódicamente estallan y perturban la marcha infernal de la máquina capitalista entre 1992 y 1996. Veremos algunos ejemplos.

En enero de 1992, son brutalmente reprimidas las manifestaciones realizadas por varios miles de jóvenes obreros en la capital. Según los verdugos encargados de la represión las reivindicaciones de los manifestantes "amenazaban seriamente la balanza de pagos". En febrero de 1993, una huelga de obreros del sector textil provoca la furia de los capitalistas que envían a sus perros de caza a reprimirla brutalmente con el beneplácito de la burguesía mundial. Para el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, no se debe ceder ni una pulgada, aquí como en todas partes la austeridad debe golpear fuerte; el capitalismo siempre necesita extraer más ganancias, aumentar el lucro. Los expertos de la Unión Europea recomiendan al gobierno ir todavía más lejos en la reestructuración capitalista y cerrar doce empresas textiles no rentables, lo que provoca el despido de miles de obreros. Pero éstos no aceptan y vuelven a declarar la huelga.

Mientras se continúan radicalizando los enfrentamientos aparecen nuevas polarizaciones (o mejor dicho se reviven viejas polarizaciones) que buscan desviar a los proletarios del camino de lucha emprendido: divisiones entre obreros "hindúes" y "musulmanes", aparición de la guerrilla nacionalista "mongola", etc... Las centrales sindicales por su parte, juegan su papel tradicional de amortiguación intentando recuperar las luchas. En marzo de 1993 los sindicatos intentan ponerse a la cabeza del movimiento lanzando la consigna de "huelga general". Los obreros en lucha desde hace semanas desbordan ampliamente el paro de trabajo sindical, se corta el tránsito en todas las grandes rutas y se erigen barreras en las vías de trenes paralizando la economía nacional. La agitación social se generaliza a todos los sectores. En octubre de 1993 son cerradas 4 universidades, calificadas por el gobierno como "centros conspirativos y terroristas". El descrédito del gobierno del "Partido Nacional de Bangladesh" solo dos años después de haber llegado al gobierno, es tan grande que se piensa en hacer jugar la clásica alternancia entre los partidos burgueses. Se prepara otro equipo, y a partir de noviembre de 1993 y durante todo el 94, los partidos de la llamada oposición, con la Liga Awami a la cabeza, se preparan para llevar el sombrero de todas las miserias que los proletarios soportan desde la caída de los militares. Para parecer todavía más creíbles y alistar a los obreros detrás de su bandera, la Liga Awami lanza un gran movimiento de boycott de la Asamblea Nacional, ya totalmente desacreditada, y llama a la población a exigir un nuevo carnaval electoral.

Pero a pesar de todas esas viejas armas burguesas, nada impide que la tensión social continúe agudizándose durante todo el año 1994. Sobre un fondo de huelgas, Dacca se encuentra totalmente bloqueada el 26 de abril. La oposición al plan de austeridad, todavía más draconiano que el anterior y tan codiciado por el gobierno y la banca mundial sigue desarrollándose en el transcurso de los días siguientes. Entre los burgueses, la inquietud aumenta, los llamados a la restauración de la paz social, como condición para hacer "buenos negocios" se suceden. Es en ese sentido que los inversores extranjeros incitan al poder local a mostrarse más firme frente a los huelguistas: "Estamos preocupados por problemas esenciales como el orden, la seguridad y la estabilidad gubernamental, sino, ¿cómo podríamos esperar atraer las inversiones?".

Huelgas y manifestaciones se suceden, en los diferentes sectores, en abril, mayo y junio de 1994. En julio la oposición al gobierno trata de recuperar el movimiento, para lo cual lanza una campaña para realizar una "gran jornada de defensa de la democracia contra el ascenso del integrismo musulmán". Pero estas tentativas cuadran mal con las reivindicaciones de los proletarios que continúan luchando por mejorar su vida de todos los días. Los sindicatos pasan entonces a primer plano de la escena intentando evitar todo desbordamiento y pretendiendo canalizar el movimiento hacia el apoyo de a la Liga Awami. Para ello, organizan paros pacíficos de trabajo, con encierro de los obreros en la fábrica o en la casa, paro de brazos cruzados que impiden toda extensión del conflicto; al mismo tiempo, que en nombre del movimiento, los sindicatos se sientan a negociar para obtener algunas reformas que por supuesto presentarán como "grandes victorias obreras". En recompensa, el gobierno abandona la persecución contra 10 líderes sindicales al mismo tiempo que condena a 5 militantes proletarios a la cadena perpetua por "actividad terrorista", traducción estatal de la acción directa de esos proletarios consistente en organizar manifestaciones, huelgas, la lucha contra los carneros, los sabotajes de la producción... y otras acciones contra las medidas de austeridad.

Pero el circo de las negociaciones sindicatos/gobierno, no es suficiente para calmar los espíritus; la lucha continúa y se producen violentos enfrentamientos que contraponen las barrigas vacías a las fuerzas del orden burgués, en especial en el gran puerto de Chittagong, verdadero pulmón económico de toda la región. El tráfico es sistemáticamente paralizado por los estibadores, a quienes se unen otros huelguistas que logran parar totalmente la carga y descarga de todo el puerto. En setiembre de 1994, se producen nuevas huelgas y nuevas manifestaciones en la capital Dacca y otra vez en Chitagong.

Según las pocas informaciones que pudieron filtrar del black-out organizado por la burguesía, los antagonismos de clase que sacuden esta región resultan amplificados por la ferocidad de las condiciones locales de organización de la explotación capitalista. Un ejemplo entre muchos otros: en setiembre de 1994 unos 200 trabajadores, entre ellos niños de menos de 14 años, se ven oponer el loc-out patronal luego de varias semanas de huelgas que habían sido desencadenadas para poner término a los insultos, los golpes, las horas suplementarias no pagadas, el acoso sexual, la reducción de salarios por ausencias debidas a enfermedades, o por el tiempo pasado en el baño. Frente a la huelga y la organización proletaria de una caja de resistencia, la respuesta patronal fue la de hacer arrestar a 5 obreros por "terrorismo". Los acusados son secuestrados y apaleados por los agentes de la empresa. Sus mujeres, que protestan contra ellos, también serán apaleadas; todo lo que puede darnos una idea de la brutalidad con que se organiza el proceso de explotación capitalista en Bangladesh. Frente a ello no puede extrañarnos que toda huelga, toda manifestación asuma directamente la forma de enfrentamiento directo, físico, con las fuerzas del capital y rechace el encuadramiento pacifista propio a todos aquellos que intentan convencernos de que solo actuando en forma "calma y razonable" obtendremos satisfacción.

También en el campo, la agitación se extiende. En octubre de 1994 grupos proletarios incendian una buena parte de la producción de yute en protesta por la baja de salarios. En ese mismo mes, dos mil niños manifiestan en Dacca contra la decisión del gobierno de prohibirles trabajar. Para comprender la situación es necesario saber que muchas familias solo logran subsistir en base a los miserables salarios de los niños y, digan lo que digan los demócratas moralistas, si los niños muy muy jóvenes se ven obligados a venderse, a prostituirse en las fábricas o en las calles, por un pedazo de pan, no es para satisfacer el "vicio de sus padres" sino por el contrario, por la miseria en la cual esta sociedad necrófaga hunde a los proletarios, incluidos los niños, empujándolos a la prostitución sexual u otra, cada vez más temprano en todas partes del inmundo infierno capitalista.

En noviembre de 1994, estallan nuevos conflictos en el sector textil; en ese momento la lucha de clases llega a un nivel desconocido desde 1989. Las fuerzas represivas son desvastadas por una serie de amotinamientos. En diciembre de 1994, sobre un fondo de huelgas, de manifestaciones, de revueltas que sacuden todo el país, cuarteles enteros se sublevan negándose a obedecer al gobierno. Las fuerzas de represión clásicas no resultan suficientes, dado que se encuentran gangrenadas por las contradicciones sociales, la luchas de clases penetra en los cuarteles y los vuelve inseguros. La patronal se ve obligada a organizar milicias privadas para hacer una guerra sucia que los milicos oficiales no son capaces de continuar. En coherencia con ello se utilizan tropas de élite del ejército para aplastar a los amotinados e intentar restablecer el orden. La cantidad de muertos ya no se cuenta, pero el movimiento de contestación social continúa al firme. Así comienza el año 1995 y el 22 de enero miles de obreros del textil vuelven a declarar la huelga y a asumir la acción directa. Bloquean las rutas y las vías de los trenes en todo el país y enfrentan a las fuerzas represivas que no dudan en tirar contra los insurgentes. Una vez más el movimiento se hace fuerte en el complejo portuario de Chittagong. Las manifestaciones masivas se generalizan y una bomba artesanal explota ante el paso del cortejo del primer ministro.

En abril el movimiento huelguístico se desarrolla nuevamente, generalizándose a todas las empresas, resultando particularmente potente en el sector de transportes. Se exige un aumento inmediato de salarios así como una prima compensatoria de la "carestía de la vida". Los enfrentamientos con las milicias blancas hacen varios heridos y una vez más la burguesía intenta inyectar el veneno electoral en las venas de los proletarios para desviarlos de su lucha.

En noviembre de 1995, en pleno desarrollo de una "jornada antigubernamental" llamada por los partidos de oposición, el proletariado le pasa por arriba al servicio de orden de la oposición a su majestad y la jornada se transforma en una serie de enfrentamientos que se generalizan en la capital Dacca. El 30 de diciembre, Bangladesh se encuentra totalmente paralizado, los trenes, los autobuses, los aviones, los barcos,... nada funciona. Grupos de obreros volantes, notoriamente bien organizados, aseguran la generalización y la lucha contra los posibles rompehuelgas, controlando las entradas y salidas de las estaciones, los depósitos, los aeropuertos, y los puertos. La economía nacional, tan querida por los burgueses del mundo entero, se encuentra en una situación caótica, nada circula, los negocios no andan. Si bien no hay dudas de que los proletarios agarran así del cogote a su enemigo histórico, las informaciones que filtran no nos permiten sacar gran cosa con respecto a la capacidad de no someterse a la mortal polarización interburguesa: "gobierno/oposición". No llega hasta nosotros ningún detalle significativo que permita medir la capacidad real de los proletarios de extraer lecciones de las luchas para afirmarse contra todas las fracciones burguesas, contra todos los partidos políticos, para contraponerse a todos los sindicalistas, denunciándolos por lo que son en realidad: gestionarios del capital.

En el año 1996 no parece haberse producido un cambio en el clima social; las informaciones que llegan hasta nosotros no hablan para nada de un retorno a la calma, tan codiciado por todo el capital. Al contrario, ya en enero, en el transcurso de una nueva ola de huelgas, se producen enfrentamientos que hacen necesaria la intervención masiva del ejército nacional intentando restablecer la calma. La omnipresencia de las tropas represivas es lo corriente, las cárceles están repletas. Frente a la gravedad de la situación, la burguesía hace renunciar al primer ministro en ejercicio y organiza otro carnaval electoral. Mientras tanto, varias unidades militares marchan sobre Dacca, amenazando con un golpe de Estado militar como solución a las luchas sociales. Al fin se realizan las elecciones, en junio de 1996, pero durante las mismas se producen importantes disturbios, en los cuales es muy difícil, con la información disponible, saber en que medida corresponden a la simple lucha entre fracciones electorales rivales o por el contrario a la lucha desarrollada por el proletariado, que arrojan un saldo de al menos 20 muertos y 300 heridos. Finalmente los milicos vuelven a sus cuarteles y se proclama la victoria de la Liga Awami. Esta vez todos los partidos habían llamado a votar, a pesar de lo cual se produce una importante tasa de abstencionismo, aunque desconocemos la cifra exacta.

oOo

A pesar de que los medios de comunicación nos muestran una realidad troncada o que directamente nos esconden todo lo que pasa resulta entonces imposible esconder en Bangladesh el desarrollo de las universales contradicciones de clases. En Los Angeles o en Dacca, en Lagos (2) o en Paris, el proletariado lucha enfrentando el mismo tipo de ataques contra las condiciones de supervivencia. Por eso la reacción de la burguesía adopta las mismas formas en todas partes; aprovechando nuestras propias debilidades busca eliminar una situación de hervidero social. Pero ¿cómo actúa la burguesía contra nuestros intereses? Cada vez que el proletariado busca afirmar sus intereses, la burguesía se obstina en desviar sus luchas hacia objetivos reformistas: izquierda contra derecha, civiles contra militares, musulmanes contra hindús como en Bangladesh.

Y cuando los medios de falsificación y desinformación internacional hacen referencia a lo que sucede en la región, se refieren siempre a esas manifestaciones encuadradas, desviadas hacia una reforma del sistema, escondiendo así la unicidad de los intereses de nuestra clase. Por su parte nuestra clase se encuentra todavía muy endeblemente organizada, no disponiendo de prensa propia que resulta tan importante para el combate, ni de una red organizativa, ni de grupos comunistas suficientemente fuertes para enfrentar todos los reformismos, lo que la hace fácil presa de todas las falsas representaciones de la situación que da la burguesía.

Hoy es más difícil todavía para muchos proletarios -más allá de la comunidad objetiva de intereses que los unifica- el reconocerse en la lucha de los proletarios de otras partes del mundo. Vistos desde América o Europa por ejemplo, el silencio de los medios de difusión, la folclórica información, y la falsificación de la verdad funcionan como una gigante pantalla sumamente eficaz contra el desarrollo de la lucha de clases en Bangladesh. Eso sucede en todas partes en donde los combates sociales se desarrollan en zonas en donde la circulación de información de un hecho depende antes que nada de la dimensión espectacular que el mismo espectáculo puede darle (3): si no es posible confirmar el "folclore" tradicional asociado al lugar en cuestión -las inundaciones en Bangladesh, la cantidad de chinos en China, los indios en Chiapas o los negros en Los Angeles, por ejemplo- el espectáculo será estrictamente limitado a una sórdida exposición del número de víctimas en proporción con la distancia kilométrica o/y cultural que separa el lugar de la información con el informado en tanto que objeto de la información.

Los múltiples modos de desinformación cotidiana de la lucha de clase y la ocultación histórica del movimiento comunista constituyen dos fases complementarias de la afirmación terrorista de un mundo en donde la explotación, que constituye la esencia, es categórica y sistemáticamente negada, infirmada, desmentida, por la ideología dominante. Como la represión, como el encuadramiento sindical y político, la organización sistemática de la desinformación constituye uno de los pilares básicos del Estado capitalista.

¡No hay inundaciones en Bangladesh!

Por medio de esta pequeña contribución nosotros aportamos nuestro esfuerzo para romper el muro del silencio que rodean las luchas proletarias y marcamos nuestra solidaridad de clase con nuestro hermanos que luchan tanto en Asia como en Europa, en América como en Oceanía o en Africa, por nuestras mismas razones, por las mismas necesidades que luchamos nosotros "aquí".

¿Y ahora que lecciones podemos extraer de las luchas?

Apoyar a nuestros hermanos de clase "allá" es también criticar las debilidades, es conformar una comunidad de acción y de crítica que refuerce la lucha proletaria para no encontrarse cada vez desarmado frente a los mismos enemigos, que utilizan las mismas trampas. Así debemos también subrayar las debilidades que estuvieron presentes en todo el movimiento de luchas en Bangladesh desde 1989:

Estas dos características resumen los límites del movimiento de lucha que se han desarrollado en la región desde hace más de 7 años. La falta de organización, de centralización, de dirección del movimiento se prolonga precisamente por las dificultades que tiene el proletariado para extraer las lecciones de sus derrotas y así poder avanzar. Estos movimientos han sido masivos, violentos y se desarrollaron en general afuera de las estructuras de encuadramiento burgués, pero hemos podido constatar, también cada vez, la incapacidad del proletariado para dotarse de una dirección propia, lo que ha llevado a los proletarios derrotados a volver a caer en el torbellino levantado por las estructuras de las que hubieran debido desembarazarse para entrar en lucha.

¡Salud a los proletarios en lucha en Asia y en todo el mundo!

¡Actuemos contra la desinformación!

¡El proletariado no tiene patria!

¡Rompamos el aislamiento!

Notas

1. En efecto, como consecuencia de la guerra 90.000 obreros fueron repatriados de Kuwait y de Irak. Ello reforzará la miseria de un numero mucho mayor de personas en Bangladesh (aproximadamente un millón), dado que hasta entonces cada proletario "emigrante" en esos países enviaba dinero que permitía vivir a más o menos 12 personas.
2. Ver al respecto nuestro texto "Lucha de clases en Nigeria" en el numero 37 de Comunismo, adonde también se intenta romper el muro del silencio que encierra a los combates del proletariado en la región.
3. La dictadura de la tasa de ganancia también en el sector información hace que solo pase en la televisión, la radio, o sea publicado en un diario, la información que permita vender, la que coincida con la moda, la que corresponda con las creencias y mitos dominantes, en fin, la que deje mejor petrificado al espectador en su papel de idiota útil.


Hambrunas e inundaciones asesinas... gracias a la nación y al progreso

Bangladesh, que antes se llamaba Bengala, era una región conocida en el Siglo I de nuestra era por su oro, sus perlas, sus especies, sus esencias aromáticas. Era entonces un importante centro comercial con puertos, rutas y ríos en gran parte navegables.

En 1406, el intérprete chino de una expedición comercial habla todavía de una región "económicamente próspera" adonde se fabrican, tijeras, cuchillos, espadas, fusiles, vasos, objetos pintados, 5 ó 6 tipos de algodón, pañuelos, sombreros de seda con bordados en oro... En la región abundan los cultivos de sésamo, mijo, porotos, jengibre, cebolla...

Fue necesaria la llegada de los capitalistas ingleses y del progreso correspondiente a principios del siglo XVIII para que las condiciones de existencia se degraden poco a poco.

Con la implantación de la Compañía de Indias, el comercio con Inglaterra se desarrolla enormemente en base a las reglas impuestas por el capital británico. Rápidamente, Inglaterra comienza a producir las telas que en un principio importaba de Bengala, lo que provoca una profunda transformación en la región: de región productora de bienes finales la región de Bengala pasa a ser productora de materias primas. Las consecuencias de este cambio son enormes para la agricultura que pasa de la policultura destinada al autoconsumo al monocultivo dirigida hacia la exportación, lo que por supuesto implica la consecuente movilización de tierras para destinarlas al monocultivo. Desde entonces, como en todas partes en donde predomina el monocultivo que pasa hacer casi el único producto de la tierra, las sucesivas crisis de esa materia prima en el mercado mundial determinan periódicas y severas hambrunas. La primera de esas hambrunas remonta a 1770. Insistimos en esto que es siempre ocultado por todos los progresistas que nos presentan un pasado terrible mejorado gracias al desarrollo del sistema burgués: el origen de las hambrunas es el desarrollo y progreso del capital y no una situación propia a las condiciones climáticas o geográficas de la región, como nos quieren hacer creer. Esta situación empeorará más aun con la llegada de otro monocultivo todavía más especulativo: el opio. Destinado al mercado chino, el opio será acaparado y comerciado por los mercaderes ingleses durante todo el siglo XIX y hasta 1939.

En 1947, la India es dividida en 2: por un lado la Federación India y por el otro Pakistan, compuesto por dos territorios separados por una distancia de 1.500 kilómetros. Entre Pakistan Occidental y Pakistan Oriental apoyado por India, estalla una guerra cuya consecuencia será, en 1971, la creación del actual Bangladesh (ex-Pakistan oriental).

Con anterioridad a la aparición de la India, no se habla de inundaciones porque en la región en donde ahora se repiten las mismas causando tantos daños, no había gente. ¡Y no es para menos! Constituida por el extremo sur del delta del río Gange, esta región se mantuvo casi desierta hasta 1947 por estar compuesta casi exclusivamente de pantanos y terrenos cenagosos.

¿Qué es lo que pudo empujar a la población a instalarse en la región? Los intereses imperialistas.

La partición de la India, efectuada con el apoyo de Inglaterra, fue oficialmente realizada para impedir las guerras religiosas entre los hindúes (mayoritarios) y los musulmanes (minoritarios). En base a la misma los hindúes debían vivir en la Federación India (la India en la actualidad) y los musulmanes en Pakistan occidental y oriental. Para hacer respetar esa partición artificial se imponen enormes desplazamientos de población, que hoy serían calificados de "epuración étnica". Pakistán oriental (el futuro Bangladesh) representa la parte menos interesante de Bengala -en términos económicos- y si ese es el territorio destinado a los musulmanes ello se debe, entre otros elementos, a la presión de la burguesía hidú que lograba así asegurarse la región más próspera, apoyada para ello por los capitalistas ingleses que buscan mantener relaciones comerciales con la mayor parte de su ex-colonia.

El aumento artificial de la población en el actual Bangladesh, fue causado entonces, en primer termino por los desplazamientos masivos y en segundo lugar por una demografía galopante. Es así que ese pequeño país, más chico que Ecuador o el Uruguay, tiene una densidad de población de 810 habitantes por kilómetro cuadrado, habiendo regiones generalmente inundadas donde se amontonan hasta 1000 personas por kilómetro cuadrado (solo a título comparativo digamos que Holanda y Bélgica, que históricamente han sido siempre citados como ejemplo de países muy densamente poblados tienen unas 350 personas por kilómetro cuadrado; en el otro extremo podríamos citar a Bolivia que con una extensión de más de un millón de kilómetros cuadrados tiene solo 8 millones de habitantes; es decir ¡menos de 8 habitantes por kilómetro cuadrado! y es aquí que vienen las misiones humanitarias a imponer los controles de natalidad y hasta a esterilizar a las indias bolivianas!). ¡Había que poner esas masas humanas en alguna parte! La única solución aceptable para el capitalismo internacional era empujarlas a ocupar las zonas pantanosas y cenagosas de las que hemos hablado. Encerradas por un lado por fronteras políticas sumamente herméticas y por el otro por el mar, esas masas humanas sufren de cada subida de las aguas y cientos de miles de seres humanos mueren ahogados durante cada crecida. Y todo eso porque el progreso capitalista obligó a grandes masas humanas a vivir en lugares inapropiados adonde nadie antes hubiese pensado ir a vivir. Los cientos de miles de muertos que se repiten no es más que el precio permanente que paga la humanidad porque el Progreso capitalista y la Nación de Bangladesh puedan perdurar.



Subrayamos

El bombardeo de Dresde : Notas adicionales

* * *

Con respecto al artículo "El capitalismo en plena acción: el bombardeo de Dresde" que publicamos en Comunismo número 39 (páginas 27 y siguientes), un lector nos envió algunas informaciones suplementarias que resultan complementarias con respecto a los elementos de que disponíamos. Las notas de este compañero confirman lo avanzado en el artículo en el sentido de que el campo antifascista no tiene nada que envidiar al campo fascista cuando de lo que se trata es de liquidar las masas inútiles de proletarios desde el punto de vista del Capital o cuando las mismas resultan peligrosas para la paz social.

"... Es sumamente importante combatir las mentiras justificadoras de la guerra 39-45 como lo subraya el artículo acerca del bombardeo de Dresde. Pero parecería que el artículo ha dejado de lado algunos detalles que pueden tener una utilidad nada secundaria para mostrar que la barbarie no se encontraba en un solo campo.

Con respecto a las modalidades del bombardeo, es necesario subrayar que cuando los ataques de Hamburgo, Kassel, Darmstadt, Brunswick, la tempestad de fuego producida solo había sido un resultado imprevisto del bombardeo, mientras que en Dresde, la tempestad de fuego fue un objetivo previsto. Ello resulta evidente por el tipo de bomba utilizada y su empleo: primero bombas explosivas que rompían los techos y las ventanas, luego bombas incendiarias -el 75% de las bombas transportadas en el primer bombardeo eran bombas incendiarias- que propagaban el incendio en la ciudad atravesada entonces por corrientes de aire.

Por otra parte, la segunda ola de bombardeos tenía por función el destruir tanto los cuerpos de salvataje que intentaban salvar lo que se podía, como los bomberos que intentaban circunscribir el incendio, así como los convoyes cargados de provisiones de auxilio. En el artículo se dice únicamente que 'Los aviones caza de los aliados llegaron hasta ametrallar a las columnas de refugiados que se escapaban de la ciudad sometida a fuego y sangre y también a los equipos de auxilio que llegaban de localidades vecinas'. La barbarie real fue todavía peor: el bombardear los equipos de salvataje no era únicamente el objetivo de los aviones caza, sino de toda una ola de bombardeos que tenían por misión oficial el provocar la máxima destrucción posible. Se podría además haber indicado abajo que la metralla lanzada desde los aviones caza no tenían nada de fortuitos, que no se debían al sadismo de los lobos malos contra los corderitos, sino bien por el contrario, que eran la misión oficial confiada a los aviones caza luego del ataque de los bombardeos.

Con respecto a los objetivos tácticos del bombardeo, el artículo debía haber señalado el hecho aberrante -según la propia lógica militar- de que el aeródromo de Dresde-Klotzche (adonde se encontraban centenas de aviones -caza y de transporte alejados del frente del Este- que ni se movieron del suelo por razones sobre las que sería inútil detenerse, ni siquiera para dar un poco de buena consciencia a los pilotos de los bombarderos de tirar bombas sobre una ciudad que al menos se defiende) no fue atacado en absoluto a pesar de que los bombarderos lo sobrevolaban. Así, un objetivo militar totalmente a mano de los bombarderos que pretendía atacar objetivos militares, fue dejado intacto.

Más allá del bombardeo de Dresde y siempre con el objetivo de desmistificar la guerra 39-45, recordemos un hecho muy poco mencionado y que sin embargo es muy útil en nuestro combate contra los mitos maniqueístas que justifican la masacre.

Mientras se desarrollaba el proceso de Nuremberg y se denunciaban los horrores cometidos por los nazis, los estadounidenses -que promovían ese proceso- integraban en sus equipos de investigación sobre armas bacteriológicas y químicas a sabios japoneses que habían causado estragos en el territorio chino que estaba ocupado. Como parte de una unidad de investigación habían efectuado experimentos utilizando para ello a los prisioneros de guerra así como experiencias en gran escala con la población china. Habían efectuado diversas experiencias acerca de los límites de la resistencia humana con respecto al calor, al frío,... así como estudios acerca de los mecanismos de propagación de las enfermedades en las poblaciones civiles, que entre otros resultados, causaron una epidemia de peste en la región de Nankin que fue provocada por la largada desde aviones del contenido de varios contenedores llenos de pulgas contaminadas. Cuando Japón se rindió, los estadounidenses, que se encontraban en retraso en el dominio de la guerra bacteriológica y química en relación con los rusos, camuflaron la recuperación que hicieron de esos criminales por el sacrificio de sus alter ego nazis, que estaban menos avanzados en sus investigaciones. Así lo que los sabios nazis de Nuremberg pagaron, no fue el horror de las experiencias efectuadas sobre los presos y la población civil, sino el hecho de que no habían producido bastante resultados."



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La propaganda hipócrita de la O.N.U.

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A continuación reproducimos algunos extractos de un artículo publicado el 10 de setiembre 1995 en el diario británico The Observer que sin quererlo revela, como diferentes gobiernos, en este caso el de los Estados Unidos, el de Gran Bretaña y el de los Países Bajos, junto con organismos supra-nacionales como la ONU, colaboran para hacer triunfar sus objetivos politiqueros de acuerdo a los intereses de los Estados más influyentes.

Estas informaciones, más allá de la hipocresía de los periodistas (1), corroboran lo que ya sabemos quienes, partiendo de la negación de las ideologías, de la propaganda y de la visión de la historia como la obra de individuos todo poderosos, analizamos la realidad de la guerra siguiendo exclusivamente la demarcación de nuestros intereses de clase que se encuentran en contraposición total con la sociedad existente y con todos sus representantes.

Toda propaganda en torno a la paz, las campañas humanitarias, los famosos "corredores de seguridad" u otras "zonas protegidas" son trampas destinadas a lobotomizarnos, transformarnos en espectadores impotentes frente a nuestra propia destrucción. Los objetivos de esta propaganda son la desposesión completa, el aislamiento, la inactivación de todos los proletarios transformados en seres indiferentes frente a las torturas y bombardeos infligidos a nuestros hermanos de clase en todas partes del mundo. Toda respuesta clara frente a estas orgías capitalistas, es decir a las guerras, se debilitan cuando se crea la división al interior de nuestra clase. Una vez que nos han transformado en seres impotentes, la única alternativa que nos queda es la de apoyar, sin protestar, las intervenciones de estos representantes "del mundo civilizado", llámense "los cascos azules" u otro nombre que adopten estos clanes mercenarios.

La O.N.U. se ha transformado en una herramienta privilegiada para imponer la guerra contra nuestra clase; al respecto, las guerras en Medio Oriente, en Somalia y en ex-Yugoslavia son reveladoras. A través de la O.N.U., pretendidamente neutral, supuestamente "en misión de paz" toda la propaganda guerrera se desarrolla principalmente en beneficio de los intereses de los Estados más poderosos que asocian, a través de relaciones de interdependencia, la adhesión de la gran mayoría de los otros Estados.

El mérito de este articulo es el de permitirnos entrever algo de la hipócrita la propaganda humanista de las Naciones Unidas.

"Médicos de la ONU destruyeron una pelícuila que contenía escenas vergonzosas: los cascos azules permanecían impasibles mientras que los Serbios bosníacos procedían a masarar a los musulmanes en Srebenica. La destrucción de esta película se inscribir en una cadena de hechos que pretendía impedir toda divulgación de la masacre de Srebenica. Esta película mostraba la caída, hace algunos meses, de la "Zona protegida" por la O.N.U. en la que se sospecha qu fueron asesinados por soldados serbios bosníacos unos 2.700 soldados musulmanes que se habían rendido. Hemos podido establecer que 3 gobiernos occidentales, entre ellos el de Gran Bretaña, ocultaron y destruyeron pruebas de la masacre. Este tipo de procedimiento de la O.N.U. despojan, al tribunal internacional que juzgara los crímenes de guerra, de pruebas de una importancia vital para el juicio de los asesinos.

... Apenas caida la ciudad, el Ministerio británico de Defensa pasó a la ofensiva, tratando de negar y ocultar las pruebas de la masacre. Mientras el mundo entero miraba las imágenes de las mujeres refugiadas de Srebenica haciendo un gesto con la mano como de corte de cogote, que era lo que pensaban habían hecho con sus maridos, los responsables de los servicios secretos M 15 informaban a los corresponsales de guerra de Londres que los comandantes musulmanes de Srebenica habían desaparecido poco después de la caída de la ciudad... El resultado fue inmediato. El diario "The Times" publica dos artículos, uno el 14 de julio "Las fuerzas armadas musulmanes no defienden la ciudad contra los Serbios" y otro 2 semanas después: "Las tropas del enclave musulmán reaparecen 2 semanas más tarde". El mensaje del M16 se logró trasmitir con éxito y al mismo tiempo se logró invalidar los temores de las mujeres de Srebenica. La O.N.U. tenía una visión clara de lo que sucedía cuando la campaña británica de desinformación se ponía en ruta. Nuestro diario pudo obtener un memorándum confidencial a la atención de M. Akashi, establecido por un investigador de las Naciones Unidas para las relaciones civiles, el Sr. Michel Moussali, de fecha 31 de julio 1995. El memorándum concluye: 'Mientras que el número exacto de los que fueron asesinados, maltratados, detenidos y sexualmente agredidos permanece desconocido, los testimonios precisos de personas desplazadas y de miembros de las Naciones Unidos muestran que soldados serbios bosníacos cometieron violaciones graves de los derechos del hombre universalmente reconocidos, entre ellas la detención arbitraria y masiva de hombres y adolescentes civiles, así como ejecuciones sumarias'. No se puede concebir que el Ministerio de Defensa, que tiene operando en el lugar a la segunda fuerza militar en importancia, después de la de Francia, no haya se haya enterado de las conclusiones del memorándum de M. Moussali.

... El informe continúa: 'El contingente Holandés de la fuerza de mantenimiento de la paz encontró, cerca de un río o un de un arroyuelo, diez (o nueve) cuerpos de hombres vestidos de civil. Uno de los soldados observó que parecería que estos hombres tenían agujeros de balas en la parte trasera del cráneo'. El informe agrega: 'Se habría sacado dos series de fotos de esta escena'.

... Las tropas holandesas grabaron, también, un documental video con diversas escenas de la caída de Srebenica. El general Hans Couzy, Comandante en jefe del ejército real holandés, admite que el video "fue destruido" por orden suya, puesto que este video hubiese perimitido también la identificar a las tropas holandesas. Por su parte el Ministerio de la Defensa holandés, dice que los rollos de película grabados por las tropas holandesas fueron destruidos, por utilización errónea de los líquidos durante el revelado en Holanda."

Extractos de The Observer - 10/09/1995

Nota

1. Hipocresía necesaria para legitimar la propaganda burguesa. En este caso se trata de reivindicar una guerra "justa", sin miseria y sin sufrimientos, en la que los "tíranos culpables" los "brutos sanguinarios" tendrán, en última instancia, que doblegarse y rendir cuentas "ante el tribunal de la historia".



Subrayamos

Un paso más del modelo represivo italiano

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Queremos subrayar aquí el nuevo paso represivo dado por el Estado Italiano contra grupos de militantes proletarios. Queremos denunciar la acción del Estado y solidarizarnos con todos los compañeros golpeados con esa acción. Queremos llamar ampliamente a la lucha y a la solidaridad compañera contra esa nueva acción beligerante del terrorismo de Estado mundial.

Una vez más ese gran laboratorio de la contrarrevolución que ha sido Italia, ese Estado modelo represivo que ha sido desde hace años el Estado en Italia, esos cuerpos jurídicos y represivos que son tan buen ejemplo a nivel internacional en amalgamar, en producir arrepentidos, colaboradores, disociados,... han dado un nuevo y representativo salto cualitativo.

Hace unos años el Estado italiano se destacaba mundialmente por haber utilizado maravillosamente la táctica de la amalgama para meter en una misma bolsa y acusar de terrorista a sectores enteros del movimiento proletario, a los que no se les podía oficialmente culpar de ningún hecho delictivo concreto. Desde hace unos años la táctica represiva del Estado italiano fue la de combinar bombas, puestas por los propios milicos o por sectores manipulados por ellos, para desarrollar el temor entre la población y legitimar así todo el accionar terrorista del Estado. Desde hace más de una década y media el Estado Italiano combina su acción terrorista, común a todo Estado (en particular, la tortura física y psicológica), con una legislación, para favorecer la delación, el arrepentimiento, la colaboración..., que constituye un modelo jurídico internacional tomado como ejemplo por las fuerzas policiales y judiciales de un número cada vez mayor de países.

Ahora, concretamente, a partir de algunas acciones represivas, en donde se encuentra como culpable a algún "anarquista", así como de algunos allanamientos, que dan por resultado el descubrimiento de armas, y sobretodo de vagas declaraciones de una arrepentida (1), los inquisidores del Estado, representados por el fiscal de Roma, Antonio Marini, van montando una campaña de Estado en el que se acusa de "banda armada" a diferentes grupos y militantes autodefinidos como "anarquistas". En realidad no se buscan culpables en particular, sino que se trata de declarar ilegal a todo un movimiento contradictorio, con diferentes estructuras y posiciones y cuyo punto común sería el de definirse como "anarquistas" (2).

Por supuesto este tipo de ataques del Estado no se dirige contra los "anarquistas" en general, dado que una parte de los que se autodenominan así son, en Italia, como en todo el mundo, claramente reformistas y pacifistas, brindándole, de esa forma, excelentes servicios al Estado. Por otro lado, como en el pasado, el Estado Italiano presiona a todos los sectores a los que amalgama para que se disocien, se disculpen, etc. y obtienen excelentes resultados. Así como en el pasado, ante la represión de las Brigadas Rojas, de Prima Linea y otros grupos, hubo una lluvia de declaraciones de disociación, ahora, algunos sectores del anarquismo oficial, como el "circolo Berneri" y la FAI, no dudaron en disociarse en base a comunicados en los que declaraban que los inculpados no eran anarquistas sino provocadores y tratan fundamentalmente de disculparse frente al Estado explicando que jamás los anarquistas harán acciones armadas.

Por ello es lógico que, en la misma medida en que los agentes de la represión dejen tranquilos a los "anarquistas" oficiales, traten de identificar y golpear duramente a aquellos que consideran como enemigos reales del Estado. Por supuesto que ello, teniendo en cuenta la visión de un milico y de un juez, que no conciben la subversión como un producto "natural" e inevitable de la miseria y la opresión, sino de una banda de conspiradores, produce como resultado un sin número de errores, que los lleva a condenar incluso a militantes y sectores enteros que no desarrollan ninguna actividad revolucionaria (y viceversa).

Desde fines del 95, y durante todo 1996, se dan un conjunto de procesos, allanamientos, arrestos, acusaciones, amalgamas, declaraciones, campañas, ... cuyo punto más álgido es entre el 16 y el 17 de diciembre, en donde se allana unas 60 casas y apartamentos en varias ciudades italianas, se arresta a decenas de militantes y se produce el pasaje a la clandestinidad de varios militantes más. Mientras que solo a algunos de los arrestados se los inculpa de homicidio y de rapiña, por unos asaltos a bancos, a la gran mayoría de ellos se les aplica indiscriminadamente, y sin más prueba que la acusación de formar parte de la misma banda armada (una organización que se denominaría "Organizzazione Rivoluzionaria Anarchica Insurrezionalista"), un conjunto de tipificaciones asociativas: "banda armada", "asociación subversiva", "posesión de armas y explosivos" y "atentados contra estructuras de utilidad pública".

Subrayamos esta notoria amalgama de militantes a los que no se les puede probar ninguna acción armada, ni tampoco la utilización de armas, no porque nosotros quisiéramos solidarizarnos con "inocentes" y no con quienes realizaron acciones armadas contra la propiedad privada y el Estado, como hace un gran número de organizaciones políticas reformistas y oportunistas, dado que los "culpables" formaron y forman parte integrante de nuestro movimiento en el sentido más amplio de la palabra; como siempre lo reivindicaron los revolucionarios desde la época de Marx y Bakunin a la de Flores Magón y Rodolfo González Pacheco. Lo hacemos porque nos parece fundamental denunciar el hecho de que el Estado no quiere reprimir a los que hicieron tal o cual "delito", sino a todos aquellos que representan un peligro para él, hayan o no cometido tal o cual "delito", se les pueda probar o no tal o cual tipificación. En síntesis, porque resulta fundamental dejar claro, denunciar, la táctica estatal de la amalgama (así como de los arrepentidos, de los colaboradores...) como forma de reprimir a un movimiento social muy vasto, para asegurar y reproducir la dominación de clase. Subrayemos entonces que los inculpados han negado formalmente pertenecer a una misma organización clandestina y han explicado que ideológicamente una "organización revolucionaria anarquista para hacer la insurrección", como estructura específica y separada, sería un sin sentido para quien se dice "anarquista", que la concepción misma que tal sigla revelaría sería más bien leninista y por lo tanto ajena a sus posiciones:

"Los jueces saben bien que no existe la organización anarquista de la que hablan. Saben que el modelo de la banda armada -obtenido de mirarse al espejo- no pueden aplicarlo a las relaciones reales entre los anarquistas. Individuos que se encuentran sobre la base de la afinidad, es decir a partir de las diferencias propias, y desarrollan iniciativas sin formalizar uniones propias, individuos que se organizan, es verdad, pero nunca de modo rígido y vertical, no pueden ser una banda armada. Y ello no solo porque rechazan la clandestinidad (rechazo que es significativo), sino porque no aceptan alistarse -ni como sigla ni como programa- en una estructura que hace del encuentro armado una realidad separada respecto a la totalidad subversiva. Esto no cambia en absoluto si algún anarquista, individualmente y asumiendo toda su responsabilidad, decida usar las armas. Así, siguiendo con la fantasía, incluso si todos los investigados o más aún si todos los anarquistas del mundo entero hubiesen -además de haber escrito, haber discutido, haber hecho el amor, difundido manifiestos, insultado a los jefes, desertado del trabajo, ocupado espacios, recuperado mercancías- usado armas, tal hecho no haría tampoco de ellos una banda armada. Es el poder quien necesita inventarla.... Lo que los jueces quieren hacer pasar, una vez más, es la ilusión de que a fuera de la supervivencia y la espera solo queda la organización armada... Por suerte la insurrección no es lo que los órganos represivos quisieran que fuera..."

Para terminar este subrayado damos a continuación algunas direcciones que han sido publicadas sea para obtener informaciones sobre los reprimidos, como para mejorar la red de solidaridad con ellos:
 

CANENERO
Casella Postale 4120
50135 Firenze
ITALIA
Teléfono y Fax: 055/631413
El Paso Occupato
via Passo Buole 47
10127 Torino
ITALIA
E-mail: elpasosq@freenet.hut.fi
Tel: 011-317 41 07
Solidaritätskomitee Italien
c/o Infoladen
Breisacherstr. 12
81667 Munich
Germany

Notas

1. Namsetchi Mojdeh es la "arrepentida" en base a cuyas declaraciones que contienen varios errores notables y probados, se acusa a todo un movimiento.

2. Uno de los compañeros arrestados es Alfredo M. Bonano, acusado de ser la "cabeza de la banda armada clandestina" que. más allá de las divergencias políticas que puede tener con nuestra posiciones, ha hecho excelentes trabajos, por ejemplo de denuncia de la amnistía en Italia, y ha republicado y difundido un conjunto de textos históricos de comunistas (de la llamada "izquierda comunista internacional" como Pannekoek) en base a la editora "Anarchismo Editions".



Subrayamos

¡El proletariado en Albania no parece esperar demasiado de las alternativas burguesas!

* * *

Estábamos cerrando este número de la revista cuando llegan las primeras noticias de que la ola de protestas que conmueve Albania toma proporciones más serias. Con emoción e inmensa alegría recibimos la noticia, esta mañana, de que los "revoltosos" (¡Ah! ¡que júbilo profundo escuchar una vez más que los proletarios incontrolados vuelven a primer plano!) habían destruido varios edificios oficiales, que ocuparon cuarteles (¡y hasta barcos!) y se apoderaron de las armas y que en ciudades del Sur quemaron varias comisarías así como el Buró Central de la Policía Política, con milicos y torturadores adentro, que 3 o 4 conocidos torturadores fueron quemados vivos por los "insurrectos", en fin, que habría varios más que resultaron linchados por esos queridos incontrolados. Y lo más importante es que todo esto sucede cuando el gobierno, dirigido por Sali Berisha, se apresta a asumir un nuevo período gubernamental y la oposición burguesa (los viejos stalinistas) concentran todos sus esfuerzos para canalizar electoralmente toda la rabia proletaria ¡Parecería que por aquí no va a marchar tan bien, como esperaban, el planteo reformo- socialo- trosco- anarco- catolico- stalo- democrático de juicios civiles o/y militares para los culpables de la tortura y la desaparición de nuestros hermanos proletarios!

¡Ni carnavales electorales, ni el cuento de los juicios!

¡Viva la revuelta proletaria en Albania y en todas partes!

* 3 de marzo de 1997 *




 

Aporte para la memoria histórica de las luchas del proletariado en México

* * *

En números anteriores hemos ido publicando algunos materiales acerca de la lucha revolucionaria del proletariado en México (ver Comunismo número 34, Comunismo número 35, Comunismo número 36), con el objetivo de contribuir a la lucha actual del proletariado por su autonomía clasista en México y en todas partes.

Ahora, en un momento en que la "crema" de la izquierda internacional, o como se le dice ahora la izquierda "caviar", con Madame Mitterand o Regis Debray a la cabeza (1), encuentra, en el Subcomandante Marcos y sus acólitos, el modelo por excelencia de canalización de la protesta, de socialismo burgués, de "alternativa al neoliberalismo", como invariantemente dicen todos los reformistas, nos parece una excelente forma de patear el hormiguero el publicar textos históricos de los militantes internacionalistas que lucharon en ese país para dejar en evidencia la contraposición total, que siempre existió y existirá, entre la izquierda burguesa y las posiciones revolucionarias del proletariado.

En un momento en que distintos grupos izquierdistas de América Latina y el mundo, constituidos por exmaoistas, extrotskistas, exguerrilleros y todo tipo de izquierdistas burgués (en búsqueda de una nueva credibilidad ante la catástrofe de lo modelos de "socialismo" burgués - es decir capitalismo - que defendieron antes: Rusia, países del Este, Cuba, China,...), junto con partidarios de la liberación nacional, de las reformas agrarias,... afirman ese proyecto "alternativo al neoliberalismo" hablando de paz, de democracia, de reformas,... nos parecía indispensable contraponerlo al proyecto histórico de la revolución utilizando para ello, viejos textos, viejas armas de lucha del proletariado internacional gestadas en México mismo.

Nuestro enemigo, el enemigo de los revolucionarios de México ayer y hoy, el enemigo del proletariado mundial no es el liberalismo, ni tampoco el neo (?!) (2) liberalismo, sino el capitalismo mundial, el sistema capitalista en su conjunto, el capital a secas, incluido claro está todos aquellos sectores sociales que pretenden combatir la derecha del capital preservando lo esencial de esta sociedad, todos aquellos sectores que tanto cacarean contra el neoliberalismo y nos aconsejan luchar contra él por medio de reformas, de la paz, de la democracia y no sé que otro sacrosanto "derecho".

En contraposición total con esa moda actual, en donde guerrilleros, nacionalistas, guevaristas, maoistas, castristas,... tratan de mostrarse "razonables", pacíficos, demócratas, "responsables", "hombres serios", aceptables por los grandes medios de difusión, como el Subcomandante Marcos o los miembros del Comando del MRTA que en el Perú ocupa (cuando escribimos esta introducción) la embajada del Japón, nosotros publicamos, conscientes de hacerlo a contracorriente, algunos textos históricos que no llaman a la paz sino a la guerra revolucionaria, que no imploran derechos sino que constituyen un grito subversivo de rebelión social, que no buscan una alternativa a una cierta forma de gestión liberal del capitalismo, sino que pelean por su destrucción. Contra toda la corriente y la moda actual de buscar soluciones "diferentes" frente a la crisis, de proponer "alternativas" a la violencia, estos materiales son la expresión misma de la lucha de siempre del proletariado contra el capitalismo y por eso tienen la fuerza y la frescura de mostrar a la violencia, a la rebelión como parte fundamental de la evolución material de todos los procesos físicos, de cualquier forma de vida, de presentar el terrorismo de los de arriba como la forma "natural" de preservación social y por ello de reivindicar abiertamente la rebelión, la guerra de clase contra clase.

A pesar de que estos textos deben situarse en una época de preparación a la insurrección proletaria (1907-1910), por haber sido escritos en el período que precede la mayor ola de acción revolucionaria del proletariado iniciada en octubre noviembre de 1910 (aunque precedida por algunas sublevaciones armadas emprendidas por los compañeros de Ricardo Flores Magón en 1908) y que en ese sentido debemos remarcar que los mismos fueron escritos en un período diferente al de hoy, publicamos exclusivamente textos que tienen una validez muy general y que por eso no requieren largas presentaciones, ni en cuanto a la situación, ni a los personajes de los que se hablan en el mismo. Es decir que utilizamos los mismos criterios que en los casos anteriores de publicar exclusivamente materiales que puedan ser utilizados directamente hoy sin que se requiera para su comprensión un conocimiento de la revolución y contrarrevolución en México en esos años. En ese sentido se adecuan para que lectores, corresponsales, compañeros, militantes revolucionarios organizados o no, busquen las formas de reproducirlos, fotocopiarlos, hacerlos conocer entre los proletarios y los utilicen así como armas de lucha de nuestra clase contra todos aquellos que hoy tratan de canalizar la rabia y energía revolucionaria hacia callejones sin salida como "la lucha contra el neoliberalismo", el pacifismo en todas sus formas, el democratismo, etc.

El primero de esos textos "Vamos hacia la Vida", fue escrito en San Francisco, California en julio de 1907 (3) y publicado por primera vez en el periódico "Revolución" de Los Angeles, aunque luego reimpreso en Regeneración número 5 del 1º de octubre de 1910. Los revolucionarios de entonces no podían prever, que una vez derrotada la revolución internacional, se impondrían muchas décadas de contrarrevolución y que en base a ella se impondrían nuevamente tiempos en donde una vez más las masas serían movilizadas por los nacionalismos, por las religiones,... Como otros textos de la época que llaman a la revuelta, a la indisciplina, a no ser "hombres serios", a la rebeldía,... estos escritos tienen una potencia imperecedera, una fuerza que aun hoy se contrapone con toda la ideología dominante, más allá de tal o tal límite puntual. Incluso los límites que el mismo autor teme y proyecta en la época: "... para los revolucionarios de mañana nuestros actos habrán sido de hombres serios" no han resultado así. En efecto a pesar de que ese texto se inscribe en la primera fase revolucionaria y que el grupo de vanguardia de la revolución del proletariado en México, nucleado en torno a Ricardo Flores Magón no ha realizado todavía todas las rupturas necesarias con el reformismo (4), constituye, desde nuestro punto de vista, un excelente ejemplo de llamado a la pelea, hacia la vida, hacia la revolución.

"A los proletarios", "El derecho a la Rebelión" y "Predicar la paz es un crimen" escritos en setiembre de 1910, es decir pleno período preinsurreccional, son textos abiertamente comprometidos con el proceso de preparación a la acción revolucionaria del proletariado y no dudamos de que nuestros lectores sientan, en su carne, la fuerza revolucionaria de los mismos y que de los mismos saquen mil ideas para utilizar en el futuro. Nosotros solo queremos aquí subrayar algunos aspectos de los mismos.

Así, queremos remarcar en el primero de estos artículos, la extraordinaria capacidad del autor para evidenciar el hecho de que la revolución no se provoca, de que la revolución no es el fruto de la voluntad, de la "acción de los revolucionarios", sino que se produce por la evolución natural de la sociedad, por el desgaste generalizado de la opresión y que por lo tanto el problema no es el de hacer entrar a miles de hombres en la acción directa revolucionaria, sino que el verdadero problema es el de la dirección de la revolución. La preocupación central de los revolucionarios en México en esos años, es la misma de la de todos los revolucionarios: que la revolución no sea parada, desviada, canalizada, transformada en un simple cambio de jeta en la jefatura del Estado burgués, que la misma se desarrolle en todo su contenido social hasta la destrucción total de esta sociedad de explotación y de opresión. Como hemos afirmado más de una vez el deber de los revolucionarios no es el de "hacer la revolución" o el de "hacer el partido", como el leninismo o/y el guevarismo dicen, sino bien por el contrario el de dirigir la revolución y el partido para que no degeneren y sucumban desviados hacia el reformismo, el de impulsar el máximo desarrollo de los mismos hasta la destrucción total de la sociedad capitalista.

Ese artículo forma parte a su vez de una prédica mucho más general contra los peligros, que se verificarán prácticamente enseguida, de la transformación de la revolución social del proletariado en una mera "revolución" por las libertades políticas, en una simple "revolución democrático burguesa".

Con respecto al segundo de estos artículos "El derecho a la rebelión"ya subrayamos la importancia contracorriente, incluso para el día de hoy, de mostrar la rebelión como necesidad imperiosa del ser humano, como el impulso vital más decisivo de la humanidad.

En cuanto a "Predicar la paz es un crimen" subrayemos únicamente, junto a Ricardo Flores Magón, nuestro vómito contra la paz de la sociedad burguesa y no olvidemos nunca que los primeros enemigos que hay que aplastar son a aquellos que predican en nuestras filas las ideas de la burguesía, a aquellos que constituyen el más seguro apoyo de todo despotismo "levantémonos todos para aplastar, primero a los cobardes que predican la paz; enseguida a los tiranos". A propósito de ello recordemos entonces que ningún despotismo se hubiese impuesto sin los predicadores de la paz, que, para solo dar algunos ejemplos obvios, que no hubiese habido Nazis sin socialdemócratas, fascistas sin socialopacifistas, Pinochet sin Allende, Franco sin República Española,...

Notas

1. La expresión "crema" de la izquierda o "izquierda caviar" podría dejar entender que habría intereses realmente diferentes dentro de la izquierda, cuando para nosotros la misma es invariantemente burguesa, como lo decimos a continuación. En efecto, algunos sectores izquierdistas, siempre críticos de sus jefes u hombres notables, han utilizado ésta u otras expresiones (cómo "burócrata", "bonzo", "oficialista"...) para reivindicar una oposición entre "izquierda e izquierdismo", "base y dirección", "jefes y movimiento", "izquierda y nueva izquierda" etc. que en realidad no contiene una oposición fundamental; peor aún el "basismo", el "movimentismo", el "izquierdismo" y en general todas las expresiones que reivindican una alternativa de mayor democracia de base... no son más que el enganche necesario de la izquierda en general, que el anzuelo con mejor carnada que puede exponer el reformismo, que la expresión "radicalizada" de un conjunto que es burgués.
2. ¿¡Qué carajo tiene de "neo"!?
3. Los textos que publicamos en este número fueron escritos en principio por Ricardo Flores Magón aunque todo parece indicar que algunos, como precisamente "Vamos hacia la vida" fue redactado con la colaboración decisiva de otros militantes del nucleo de vanguardia del proletariado en esos años, como Práxedis Guerrero, Enrique Flores Magón...
4. En efecto hay una revolución conceptual teórico práctica, que expondremos con mayor detalle cuando hagamos un trabajo más general acerca de la "revolución y la contrarrevolución en México, entre los primeros escritos de esos militantes anteriores a 1910 y la ruptura revolucionaria que se producirá en esos años, en donde ese nucleo pasa de ser la expresión más de izquierda de un proyecto radical reformista burgués a una afirmación como nucleo revolucionario comunista en contraposición total con todo reformismo burgués. En este artículo de 1907 es lógico entonces que se encuentren aun algunos elementos de no ruptura como por ejemplo cuando dice "somos la plebe que con Juárez sostiene la Reforma". Debe sin embargo señalarse que ese mismo proceso de radicalización de la "revolución burguesa" hasta la ruptura revolucioanria total es común en todas las fracciones de vanguardia del proletariado, desde los militantes agrupados en torno a Babeuf durante "la revolución francesa", a los sectores más radicales de los bolcheviques en Rusia, pasando claro está por el nucleo de militantes que junto con Marx y Engels pasaron de "La liga de los Justos" y otras tentativas más o menos radicales a la afirmación del programa revolucionario en base al Manifiesto Comunista y las sucesivas afirmaciones del comunismo de los años posteriores.



REGENERACION

Vamos hacia la vida

No vamos los revolucionarios en pos de una quimera: vamos en pos de la realidad. Los pueblos ya no toman las armas para imponer un dios o una religión; los dioses se pudren en los libros sagrados; las religiones se deslíen en las sombras de la indiferencia. El Korán, los Vedas, la Biblia, ya no esplenden: en sus hojas amarillentas agonizan los dioses tristes como el sol en un crepúsculo de invierno.

Vamos hacia la vida. Ayer fue el cielo el objetivo de los pueblos; ahora es la tierra. Ya no hay manos que empuñen las lanzas de los caballeros. La cimitarra de Alá yace en las vitrinas de los museos. Las hordas del dios de Israel se hacen ateas. El polvo de los dogmas va desapareciendo al soplo de los años.

Los pueblos ya no se rebelan, porque prefieren adorar un dios en vez de otro. Las grandes conmociones sociales que tuvieron su génesis en las religiones, han quedado petrificadas en la historia. La Revolución francesa conquistó el derecho de pensar; pero no conquistó el derecho de vivir, y a tomar este derecho se disponen los hombres conscientes de todos loa países y de todas las razas.

Todos tenemos derecho de vivir, dicen los pensadores, y esta doctrina humana ha llegado al corazón de la gleba como un rocío bienhechor. Vivir, para el hombre, no significa vegetar. Vivir significa ser libre y ser feliz. Tenemos, pues, todos derecho a la libertad y a la felicidad.

La desigualdad social murió en teoría al morir la metafísica por la rebeldía del pensamiento. Es necesario que muera en la práctica. A este fin encaminan sus esfuerzos todos los hombres libres de la tierra.

He aquí por qué los revolucionarios no vamos en pos de una quimera. No luchamos por abstracciones, sino por materialidades. Queremos tierra para todos, para todos pan. Ya que forzosamente ha de correr sangre, que las conquistas que se obtengan beneficien a todos y no a determinada casta social.

Por eso nos escuchan las multitudes; por eso nuestra voz llega hasta las masas y la sacude y las despierta, y, pobres como somos, podemos levantar un pueblo.

Somos la plebe; pero no la plebe de los Faraones, mustia y doliente; ni la plebe que bate palmas al paso de Porfirio Díaz. Somos la plebe rebelde al yugo; somos la plebe de Espartaco, la plebe que con Munzer proclama la igualdad, la plebe que con Camilio Desmoulins aplasta la Bastilla, la plebe que con Hidalgo incendia Granaditas, somos la plebe que con Juárez sostiene la Reforma.

Somos la plebe que despierta en medio de la francachela de los hartos y arroja a los cuatro vientos como un trueno esta frase formidable: "¡Todos tenemos derecho a ser libres y felices!" Y el pueblo, que ya no espera que descienda a algún Sinaí la palabra de Dios grabada en unas tablas, nos escucha. Debajo de las burdas telas se inflaman los corazones de los leales. En las negras pocilgas, donde se amontonan y pudren los que fabrican la felicidad de los de arriba, entra un rayo de esperanza. En los surcos medita el peón. En el vientre de la tierra el minero repite la frase a sus compañeros de cadenas. Por todas partes se escucha la respiración anhelosa de los que van a rebelarse. En la obscuridad, mil manos nerviosas acarician el arma y mil pechos impacientes consideran siglos los días que faltan para que se escuche este grito de hombres: ¡rebeldía!

El miedo huye de los pechos: sólo los viles lo guardan. El miedo es un fardo pesado, del que se despojan los valientes que se avergüenzan de ser bestias de carga. Los fardos obligan a encorvarse, y los valientes quieren andar erguidos. Si hay que soportar algún peso, que sea un peso digno de titanes; que sea el peso del mundo o de un universo de responsabilidades.

¡Sumisión! Es el grito de los viles; ¡rebeldía! Es el grito de los hombres. Luzbel, rebelde, es más digno que el esbirro Gabriel, sumiso.

Bienaventurado los corazones donde enraiza la protesta. ¡Indisciplina y rebeldía! Bellas flores que no han sido debidamente cultivadas.

Los timoratos palidecen de miedo y los hombres "serios" se escandalizan al oír nuestras palabras; los timoratos y los hombres "serios" de hoy, que adoran a Cristo, fueron los mismos que ayer lo condenaron y lo crucificaron por rebelde. Los que hoy levantan estatuas a los hombres de genio, fueron los que ayer los persiguieron, los cargaron de cadenas o los echaron a la hoguera. Los que torturaron al Galileo y le exigieron su retractación, hoy lo glorifican; los que quemaron vivo a Giordano Bruno, hoy lo admiran; las manos que tiraron de la cuerda que ahorcó a John Brown, el generoso defensor de los negros, fueron las mismas que más tarde rompieron las cadenas de la esclavitud por la guerra de secesión; los que ayer condenaron, excomulgaron y degradaron a Hidalgo, hoy lo veneran; las manos temblorosas que llevaron la cicuta a los labios de Sócrates, escriben hoy llorosas apologías de ese titán del pensamiento.

"Todo hombre -dice Carlos Malato- es a la vez un REACCIONARIO de otro hombre y el REVOLUCIONARIO de otro también".

Para los reaccionarios -hombres "serios" de hoy- somos revolucionarios; para los revolucionarios de mañana nuestros actos habrán sido de hombres "serios". Las ideas de la humanidad varían siempre en el sentido del progreso, y es absurdo pretender que sean inmutables como las figuras de las plantas y los animales impresas en las capas geológicas.

Pero si los timoratos y los hombres "serios" palidecen de miedo y se escandalizan con nuestra doctrina, la gleba se alienta. Los rostros que la miseria y el dolor han hecho feos, se transfiguran; por las mejillas tostadas ya no corren lágrimas; se humanizan las caras, todavía mejor, se divinizan, animadas por el fuego sagrado de la rebelión. ¿Qué escultor ha esculpido, jamás un héroe feo? ¿Qué pintor ha dejado en el lienzo la figura deforme de algún héroe? Hay una luz misteriosa que envuelve a los héroes y los hace deslumbradores. Hidalgo, Juárez, Morelos, Zaragoza, deslumbran como soles. Los griegos colocaban a sus héroes entre los semidioses.

Vamos hacia la vida; por eso se alienta la gleba, por eso ha despertado el gigante y por eso no retroceden los bravos. Desde su Olimpo, fabricado sobre las piedras de Chapultepec, un Júpiter de zarzuela pone precio a las cabezas de los que luchan; sus manos viejas firman sentencias de caníbales, sus canas deshonradas se rizan como los pelos de un lobo atacado de rabia. Deshonra de la ancianidad, este viejo perverso se aferra a la vida con la desesperación de un náufrago. Ha quitado la vida a miles de hombres y lucha a brazo partido con la muerte para no perder la suya.

No importa; los revolucionarios vamos adelante. El abismo no nos detiene: el agua es más bella despeñándose.

Si morimos, moriremos como soles: despidiendo luz.

Este artículo fue escrito en San Francisco, California, en julio de 1907, y publicado en el mismo mes en Los Angeles, California, en un periódico llamado "Revolución". Después se volvió a reimprimir en el número 5 de "Regeneración", 1 de octubre de 1910.

A los proletarios

Obreros, escuchad: muy pronto quedará rota la infame paz que por más de treinta años hemos sufrido los mexicanos. La calma del momento contiene en potencia la insurrección del mañana. La revolución es la consecuencia lógica de los mil hechos que han constituido el despotismo que ahora vemos en agonía. Ella tiene que venir indefectiblemente, fatalmente con la puntualidad con que aparece de nuevo el sol para desvanecer la angustia de la noche. Y vais a ser vosotros, obreros, la fuerza de esa revolución. Van a ser vuestros brazos los que empuñen el fusil reivindicador. Vuestra va a ser la sangre que matizará el suelo patrio, como rojas flores de fuego. Si algunos ojos van a llorar su luto y su viudez, esos serán los de vuestras madres, de vuestras esposas, de vuestras hijas. Vosotros, pues, vais a ser el músculo de la voluntad nacional convertida en fuerza.

La revolución tiene que efectuarse irremisiblemente, y, lo que es mejor todavía, tiene que triunfar, esto es, tiene que llegar a sangre y fuego hasta el cubil donde celebran su último festín los chacales que os han devorado en esta larga noche de treinta y cuatro años. Pero ¿es esto todo? ¿No os parece absurdo llegar hasta el sacrificio por el simple capricho de cambiar de amos?

Obreros, amigos míos, escuchad: es preciso, es urgente que llevéis a la revolución que se acerca la conciencia de la época; es preciso, es urgente que encarnéis en la pugna magna el espíritu del siglo. De lo contrario, la revolución que con cariño vemos incubarse en nada diferirá de las ya casi olvidadas revueltas fomentadas por la burguesía y dirigidas por el caudillaje militaresco, en las cuales no jugasteis el papel heroico de propulsores conscientes, sino el nada airoso de carne de cañón.

Sabedlo de una vez: derramar sangre para llevar al Poder a otro bandido que oprima al pueblo, es un crimen, y eso será lo que suceda si tomáis las armas sin más objeto que derribar a Díaz para poner en su lugar un nuevo gobernante.

La larga opresión que ha sufrido el pueblo mexicano; la desesperación que se ha apoderado de todos como el resultado de esa opresión, han fecundado en el alma entristecida del pueblo una sola ambición: la de un cambio en los hombres del Gobierno. Ya no se soporta a los hombres actuales; se les odia con toda la fuerza de un odio por tanto tiempo comprimido, y la idea fija de un cambio de gobernantes ha venido a empequeñecer los ideales; los principios salvadores han quedado subordinados al solo deseo del cambio en la Administración pública. Un ejemplo tristísimo de la verdad de esto se encuentra en ese loco entusiasmo, en esa absurda alegría con que se acogió la candidatura de uno de los funcionarios más perversos, de uno de los verdugos más crueles que ha tenido la nación mexicana: la candidatura de Bernardo Reyes.

Cuando se lanzó esa candidatura, no reflexionó el pueblo mexicano acerca de la personalidad del postulado. Lo interesante para él, para el pueblo, era el cambio. La desesperación popular parecía haberse cristalizado en estas palabras: cualquiera, menos Díaz, y como el que está a punto de rodar hacia un abismo, se asió de la candidatura reyista como de un clavo ardiendo. Por fortuna, si Reyes es ambicioso, al mismo tiempo es cobarde para ponerse frente a Díaz y luchar contra él. Esta cobardía salvó al pueblo mexicano de sufrir una tiranía más cruel, una opresión más salvaje, si cabe, que la que actualmente lamenta.

Para evitar estos lamentables extravíos, es preciso reflexionar. La revolución es inminente: ni el Gobierno ni los oposicionistas podrán detenerla. Un cuerpo cae por su propio peso, obedeciendo las leyes de la gravedad; una sociedad revolucionaria, obedeciendo leyes sociológicas incontrastables. Pretender oponerse a que la revolución estalle, es una locura que sólo puede cometer el pequeño grupo de interesados en que no suceda tal cosa. Y ya que la revolución tiene que estallar, sin que nadie ni nada pueda contenerla, buen es, obreros, que saquéis de ese gran movimiento popular todas las ventajas que trae en su seno y que serían para la burguesía, si, inconscientes de vuestros derechos como clase productora de la riqueza social, figuraseis en la contienda simplemente como máquinas de matar y de destruir, pero sin llevar en vuestros cerebros la idea clara y precisa de vuestra emancipación y engrandecimiento sociales.

Tened en cuenta, obreros, que sois los únicos productores de la riqueza. Casas, palacios, ferrocarriles, barcos, fábricas, campos cultivados, todo, absolutamente todo está hecho por vuestra manos creadoras y, sin embargo, de todo carecéis. Tejéis las telas, y andáis casi desnudos; cosecháis el grano, y apenas tenéis un miserable mendrugo que llevar a la familia; edificáis casas y palacios, y habitáis covachas y desvanes; los metales que arrancáis de la tierra sólo sirven para hacer más poderosos a vuestros amos, y, por lo mismo, más pesada y más dura vuestra cadena. Mientras más producís, más pobres sois y menos libres, por la sencilla razón de que hacéis a vuestros señores más ricos y más libres, porque la libertad política sólo aprovecha a los ricos. Así pues, si vais a la revolución con el propósito de derribar al despotismo de Porfirio Díaz, cosa que lograréis indudablemente, porque el triunfo es seguro, si os va bien después del triunfo, obtendréis un Gobierno que ponga en vigor la Constitución de 1857, y, con ello, habréis adquirido, al menos por escrito, vuestra libertad política; pero en la práctica seguiréis siendo tan esclavos como hoy, y como hoy sólo tendréis un derecho: el de reventar de miseria.

La libertad política requiere la concurrencia de otra libertad para ser efectiva: esa libertad es la económica: los ricos gozan de libertad económica y es por ello por lo que son los únicos que se benefician con la libertad política.

Cuando la Junta Organizadora del Partido Liberal mexicano formuló el programa promulgado en St. Louis, Mo., el 1º de julio de 1906, tuvo la convicción, convicción que tiene todavía, firmísima convicción que guarda con cariño, de que la libertad política debe ir acompañada de la libertad económica para ser efectiva. Por eso se exponen en el programa los medios que hay que emplear para que el proletariado mexicano pueda conquistar su independencia económica.

Si a la lucha que se aproxima no lleváis la convicción de que sois los productores de la riqueza social, y de que por ese solo hecho tenéis el derecho no sólo de vivir, sino de gozar de todas las comodidades materiales y de todos los beneficios morales e intelectuales de que ahora se aprovechan exclusivamente vuestros amos, no haréis obra revolucionaria tal como la sienten vuestros hermanos de los países más cultos. Si no sois conscientes de vuestros derechos como clase productora, la burguesía se aprovechará de vuestro sacrificios, de vuestra sangre y del dolor de los vuestros, del mismo modo que hoy se aprovecha de vuestro trabajo, de vuestra salud y de vuestro porvenir en la fábrica, en el campo, en el taller, en la mina.

Así pues, obreros, es necesario que os deis cuenta de que tenéis más derechos que los que os otorga la Constitución política de 1857, y, sobre todo, convenceos de que, por el solo hecho de vivir y de formar parte de la humanidad, tenéis el inalienable derecho de la felicidad. La felicidad no es patrimonio exclusivo de vuestros amos y señores, sino vuestro también y con mejor derecho de vuestra parte, porque sois los que producís todo lo que hace amena y confortable la vida.

Ahora sólo me resta exhortaros a que no desmayéis. Veo en vosotros el firme propósito de lanzaros a la revolución para derribar el despotismo más vergonzoso, más odioso que ha pesado sobre la raza mexicana: el de Porfirio Díaz. Vuestra actitud merece el aplauso de todo hombre horado; pero os repito, llevar al combate la conciencia de que la revolución se hace por vosotros, de que el movimiento se sostiene con vuestra sangre y de que los frutos de esa lucha serán vuestros y de vuestras familias, si sostenéis con la entereza que da la convicción vuestro derecho a gozar de todos los beneficios de la civilización.

Proletarios: tened presente que vais a ser el nervio de la revolución; id a ella, no como el ganado que se lleva al matadero, sino como hombres conscientes de todos sus derechos. Id a la lucha; tocad resueltamente a las puertas de la epopeya; la gloria os espera impaciente de que no hayáis hecho pedazos todavía vuestras cadenas en el cráneo de nuestros verdugos.

"Regeneración", 3 de septiembre de 1910

El derecho de rebelion

Desde lo alto de su roca el Buitre Viejo acecha. Una claridad inquietante comienza a disipar las sombras que en el horizonte amontonó el Crimen, y en la lividez del paisaje aparece adivinarse la silueta de un gigante que avanza: es la Insurrección.

El Buitre Viejo se sumerge en el abismo de su conciencia, hurga los lodos del bajo fondo; pero nada halla en aquellas negruras que le explique el porqué de la rebelión. Acude entonces a los recuerdos; hombres y cosas y fechas y circunstancias pasan por su mente como un desfile dantesco: pasan los mártires de Veracruz, pálidos, mostrando las heridas de sus cuerpos recibidas una noche, a la luz de un farolillo, en el patio de un cartel, por soldados borrachos mandados por un jefe borracho también de vino y de miedo; pasan los obreros de "El Republicano", lívidos, las ropas humildes y las carnes desgarradas por los sables y las bayonetas de los esbirros; pasan las familias de Papantla, ancianos, mujeres, niños, acribillados a balazos; pasan los obreros de Cananea, sublimes en su sacrificio chorreando sangre, pasan los trabajadores de Río Blanco, magníficos, mostrando las heridas denunciadoras del crimen oficial; pasan los mártires de Juchitán, de Velardeña, de Monterrey, de Acayucan, de Tomóchic; pasan Ordóñez, Olmos y Contreras, Rivero Echegaray, Martínez, Valadés, Martínez Carreón; pasan Ramírez Bonilla, Albertos, Kankum, Leyva, Lugo; pasan legiones de espectros, legiones de viudas, legiones de huérfanos, legiones de prisioneros y el pueblo entero pasa, desnudo, macilento, débil por la ignorancia y el hambre.

El Buitre Viejo alisa con rabia las plumas alborotadas por el torbellino de los recuerdos, sin encontrar en éstos el porqué de la Revolución. Su conciencia de ave de rapiña justifica la muerte. ¿Hay cadáveres? La vida está asegurada.

Así viven las clases dominantes: del sufrimiento y de la muerte de las clases dominadas, y pobres y ricos, oprimidos y déspotas, en virtud de la costumbre y de las preocupaciones heredadas, consideran natural este absurdo estado de cosas.

Pero un día uno de los esclavos toma un periódico y lo lee: es un periódico libertario. En él se ve cómo el rico abusa del pobre sin más derecho que el de la fuerza y la astucia; en él se ve cómo el Gobierno abusa del pueblo sin otro derecho que el de la fuerza. El esclavo piensa entonces y acaba por concluir que, hoy como ayer, la fuerza es soberana y, consecuente con su pensamiento, se hace rebelde. A la fuerza no se la domina con razones: a la fuerza se la domina con la fuerza.

El derecho de rebelión penetra en las conciencias, el descontento crece, el malestar se hace insoportable, la protesta estalla al fin y se inflama el ambiente. Se respira una atmósfera fuerte por los efluvios de rebeldía que la saturan y el horizonte comienza a aclararse. Desde lo alto de su roca el Buitre Viejo acecha. De las llanadas no suben ya rumores de quejas, ni de suspiros, ni de llantos: es rugido el que se escucha. Baja la vista y se estremece, no percibe una sola espalda: es que el pueblo se ha puesto de pie.

Bendito momento aquel en que un pueblo se yergue. Ya no es el rebaño de lomos tostados por el sol, ya no es la muchedumbre sórdida de resignados y de sumisos, sino la hueste de rebeldes que se lanza a la conquista de la tierra ennoblecida porque al fin la pisan hombres.

El derecho de rebelión es sagrado porque su ejercicio es indispensable para romper los obstáculos que se oponen al derecho de vivir. Rebeldía, grita la mariposa al romper el capullo que la aprisiona: rebeldía, grita la yema al desgarrar la recia corteza que la cierra el paso; rebeldía, grita el grano en el surco al agrietar la tierra para recibir los rayos del sol; rebeldía, grita el tierno ser humano al desgarrar las entrañas maternas; rebeldía, grita el pueblo cuando se pone de pie para aplastar a tiranos y explotadores.

La rebeldía es la vida; la sumisión es la muerte. ¿Hay rebeldes en un pueblo? La vida está asegurada y asegurados están también el arte y la ciencia y la industria. Desde Prometeo hasta Kropotkin, los rebeldes han hecho avanzar a la humanidad.

Supremo derecho de los instantes supremos en la rebeldía. Sin ella, la humanidad andaría perdida aún en aquel lejano crepúsculo que la Historia llama la Edad de Piedra; sin ella la inteligencia humana hace tiempo que habría naufragado en el lodo de los dogmas; sin ella, los pueblos vivirían aún de rodillas ante los principios de derecho divino; sin ella, esta América hermosa continuaría durmiendo bajo la protección del misterioso océano; sin ella, los hombres verían aún perfilarse los recios contornos de esa afrenta humana que se llamó la Bastilla.

Y el Buitre Viejo acecha desde lo alto de su roca, fija la sanguinolenta pupila en el gigante que avanza sin darse cuenta aún del porqué de la insurrección. El derecho de rebelión no lo entienden los tiranos.

"Regeneración", 10 de septiembre de 1910

Predicar la paz es un crimen

Trémulo y pálido, inquieta la mirada, colgante el belfo, un hombre se abre paso entre la multitud, y dando tropezones, arrastrando los pies como si fueran de plomo, sube a la tribuna: es el Miedo quien va a hablar. Filosofía de bestias de cuadra es la que predica. "La paz es buena, dice; la paz es un gran bien. La vida es dulce y es amable, prosigue; cuidemos, pues, la vida."

Momentos antes, altivos tribunos habían sacudido a aquella multitud, y el heroísmo, el arrojo y la rebelde audacia habían hecho vibrar aquellas almas, almas proletarias, espíritus taciturnos de vencidos seculares que, al grito de rebelión, habían sentido levantarse de los más escondidos rincones de su ser el ansia de los héroes, el coraje de los bravos. Un grito más, y aquellos esclavos habrían dejado caer con rabia ese fardo que los encorva y los somete con más eficacia que el presidio y el cadalso: el respeto a los de arriba. Pero el Miedo se encarama y habla; sus palabras pasan sobre aquellas cabezas como un soplo de invierno; y los entusiasmos se apagan, el ansia ardiente se entumece, y aquellos seres humanos, que habían podido llegar a los umbrales del heroísmo e iban ya a franquear sus puertas, abren los ojos con espanto y retroceden para caer de nuevo envilecidos y sumisos a los pies de sus verdugos, repitiendo las palabras malditas: "la paz es buena; la paz es un gran bien".

Esta es la historia de todos los humanos esfuerzos hacia la libertad y la felicidad. Poniendo en riesgo su vida y su bienestar, habla el apóstol. Los esclavos se enderezan y escuchan. La vívida palabra del apóstol cae sobre las almas entristecidas por el secular dolor como un bálsamo bienhechor. Es un consuelo saber que todos, por el hecho solo de nacer, tenemos derecho a vivir y a ser felices. ¿No somos felices? Es que hay alguien que pone obstáculos al libre disfrute de la felicidad. Y el apóstol habla entonces del amo, del fraile, del soldado y del gobernante. Estos pesan sobre los proletarios desde que apareció el primer ladrón que dijo: "este pedazo de tierra es mío," y desde entones han moldeado a su antojo la inteligencia humana, amedrentándola unos con el temor al infierno y aterrorizándola otros con el calabozo y la muerte. De aquí deriva el religioso respeto a los de arriba; respeto al fraile que embrutece; respeto al soldado que asesina; respeto al gobernante que oprime; respeto al amo que vive del trabajo de los parias, y ese respeto prescrito por las leyes, tan admirablemente dispuestas que con ellas sólo se benefician los de arriba y se perjudican los de abajo, oprime a la humanidad, la hace esclava, la hace desgraciada porque quita el derecho al libre examen, arrebata la prerrogativa de gozar de todos los bienes con que nos brinda la Naturaleza, no tienta la civilización y hace al hombre incapaz de levantar la vista y mirar de frente a sus opresores.

Contra ese respeto habla el apóstol y sus palabras son inyecciones de santa soberbia que vigoriza a las multitudes. El deseo de ser libres se apodera y el espíritu de la justicia inmortal parece que al fin se decide a echar sus raíces en el corazón del hombre. Pero viene el Miedo y habla; se sobrecogen de terror los corazones; los brazos más firmes dejan caer con desaliento las armas libertarias y de los labios envilecidos brotan una por una las odiosas palabras: la vida es dulce y amable; cuidemos, pues, la vida.

Y bien, predicar la paz es un crimen. Predicar la paz cuando el tirano nos deshonra imponiéndonos su voluntad; cuando el rico nos extorsiona hasta convertirnos en sus esclavos: cuando el Gobierno, y la Burguesía y el Clero matan toda aspiración y toda esperanza; predicar la paz en tales circunstancias es cobarde, es vil, es criminal. La paz con cadenas es una afrenta que se debe rechazar. Hay paz en la ergástula, hay paz en el cementerio, hay paz en el convento; pero esa paz no es vida; esa paz no enaltece; esa es la paz de Porfirio Díaz, la paz en que medra el eunuco y se prostituye el ciudadano; la paz de los Césares, la paz de los sátrapas del Oriente. Un paz así, ¡maldita sea!

Contra una paz así debemos rebelarnos todos los que todavía andamos en dos pies. La muerte en medio de la Revolución es más dulce que la vida en medio de la opresión. La libertad o la muerte, deber ser nuestro grito, y a su conjuro levantémonos todos para aplastar, primero, a los cobardes que predican la paz; en seguida, a los tiranos.

Primero a los cobardes, porque ellos son el más seguro apoyo de todo despotismo y los enemigos más peligrosos de todo progreso. "Blasfemia," gritan los cobardes. Sí, bendita blasfemia, responde el revolucionario; blasfemia creadora; blasfemia vidente, blasfemia sabia; blasfemia justa. La blasfemia puso sus manos en los altares y los tronos de la tierra, y los hizo pedazos; la blasfemia se elevó al cielo donde otra corte, la celestial, imperaba y la hizo añicos con la razón dejando en su lugar soles magníficos cuya composición química nos dio a conocer; la blasfemia rompió el freno con que la ignorancia tenía fija a la Tierra en un punto del espacio y la echó a rodar en su elipse gloriosa alrededor del Sol; la blasfemia arrancó el rayo de las manos de Júpiter y lo redujo a prisión en la botella de Leyde, e infatigable y audaz la blasfemia, después de haber llegado al cielo y derribado dioses; después de haber encadenado las fuerzas ciegas de la naturaleza; después de haber descubierto la impostura del derecho divino de los llamados señores de la Tierra; después de haber escudriñado los mares de la Tierra; después de haber escudriñando los mares hasta encontrar el protoplasma, o sea la más pequeña raíz del árbol zoológico cuyo más bello fruto es el hombre, se levanta serena, con la serenidad augusta de la Ciencia, para formular ante el Capital esta sencilla pregunta: ¿por qué reinas?

Obreros de la Revolución: cultivad de irreverencia.

"Regeneración", 17 de septiembre de 1910