Citemos lo que ya en 1920 pensaban los revolucionarios de los sindicatos:
"Sus intenciones contrarrevolucionarias quedan atestiguadas por la comunidad de trabajo (arbeitsgemeinschafdt) por la paz social, que los mismos constituyen conjuntamente con los industriales alemanes." ... "El carácter contrarrevolucionario de las organizaciones sindicales es tan notorio que muchos patrones en Alemania solo contratan obreros que pertenecen a una agrupación sindical."
Del Programa del K.A.P.D. (Partido Comunista Obrero Alemán, Mayo de 1920)Muchos de los sindicatos actuales tienen por origen la recuperación/liquidación de asociaciones que en un principio fueron concebidas por proletarios para la defensa de sus intereses y como tales, se enfrentaron al capital y su Estado. Otros, por el contrario surgieron desde un principio como estructuras de encuadramiento de la fuerza de trabajo, como expresiones de la conciliación de clases y por lo tanto, fueron desde el origen. armas de la burguesía para organizar a los obreros en su provecho.
El proceso de liquidación/recuperación de los primeros y de la afirmación histórica de estos últimos, fue siempre fomentado, en forma más o menos consciente, por el capitalismo: patrones, gobiernos, policías, partidos del orden en su versión clásica o socialdemócrata,... hicieron todo lo que estuvo a su alcance para que todo sindicato fuese como hoy una estructura de defensa del capitalismo; cuya expresión más elevada es la participación obrera sindicalmente encuadrada en la guerra capitalista.
Ello puede verificarse en todas partes. En la Alemania de Hitler, en la España del Frente Popular y la Franquista, en la Italia de Mussolini, en los Estados Unidos antes y durante la Guerra, en la Francia del Frente Popular, en la Rusia de Stalin, en la histórica potencia imperialista del Japón... los sindicatos constituyeron una fuerza fundamental de la industrialización con marcha militar y del encuadramiento de la fuerza de trabajo para que sirviera de carne de cañón de los intereses imperialistas. No es de extrañar que en todos esos casos a la hora de "darles trabajo" los patrones prefirieran los obreros sindicalizados a los no sindicalizados, que en Rusia resultaba imposible la vida sin sindicalizarse, que Hitler o Mussolini hayan querido imponer la sindicalización obligatoria.
En América abundan los ejemplos del sindicalismo fomentado desde arriba como fuerza del capital y su Estado, para hacer trabajar más a los obreros, para reprimir a los proletarios revolucionarios y hasta hacerlos servir de carne de cañón cuando es necesario. En la Argentina la CGT oficial sirvió como fuerza de contención burguesa y proporcionó los cuerpos de choque y de represión paramilitar y todavía hoy constituye un aliado privilegiado del oficialismo; en Cuba el sindicalismo lograba (2) imponer un aumento de la tasa de explotación en base a la plusvalía absoluta es decir al aumento del tiempo de trabajo y constituyeron centros de control Estatal y movilización militarista e imperialista de la población; en el Perú el Estado organizó en diversas oportunidades, formas de movilización nacional y apoyo al gobierno contra la agitación revolucionaria, en base a los sindicatos, como por ejemplo el Sinamos ("Sistema nacional de movilización" implementado en la última época de Velazo Alvarado y continuado por Morales Bermudez), en Uruguay la CNT que hace figura de izquierda, constituyó el principal baluarte del Estado contra la impresionante huelga general por tiempo indeterminado que conmoviera a todo el país durante 1973 (3); en Estados Unidos el sindicalismo de conciliación de clase y movilización nacional que históricamente se constituyera contra las asociaciones obreras clasistas, como los IWW de las primeras décadas del siglo, ha permitido dar al mundo ejemplo de sacrificio de los trabajadores por la nación,...
La potencia de la burguesía de recuperación de las organizaciones que en un origen era obrero, ha aumentado notablemente. Por ello, si bien es cierto, que hoy todos los sindicatos son burgueses y que hace 150 años había aun muchos que no habían sido liquidados por el capitalismo es mentira que el apoyo capitalista a los "buenos" sindicatos sea un proceso reciente. Siempre el capital apoyó el desarrollo del sindicalismo de conciliación de clases y luchó por liquidar o recuperar (en base al conjunto de mecanismos democráticos) las asociaciones clasistas. Como también es mentira que los grandes sindicatos nacionales cambiaran de función o de naturaleza de clase en 1914 por su participación masiva en la guerra imperialista; en realidad participaron masivamente en la guerra porque ya eran fuerzas de la burguesía para encuadrar a los obreros, de la misma manera que lo eran, desde su origen, los partidos socialdemócratas. Estos últimos verdaderas fuerzas estratégicas de la burguesía para encuadrar a los obreros, desarrollaron dichos organismos en paralelismo con el politicismo y el electoralismo, como la mejor forma "económica" de liquidar la autonomía revolucionaria clasista.
Ya en el siglo pasado, incluso fuerzas del capital que en el esquema ideológico en que se supone que se dividen los partidos democráticos (por supuesto que falso como lo hemos dicho muchas veces), se sitúan aun más a la derecha que los partidos socialdemócratas admitían la necesidad de los sindicatos como forma de canalizar la inevitable lucha de clases.
¡Hasta la Iglesia Católica Apostólica y Romana, se manifestaba a favor de los sindicatos como mecanismo de liquidar las luchas proletarias e impedir las huelgas!. Sin tapujos, exigía del Gobierno que los apoyara.
Así la Encíclica "Rerum Novarum" de 1891 decía descaradamente:
"El último siglo, destruyó a los viejos gremios que los protegían, sin dejar nada que los sustituyeran. Todo principio y todo sentimiento religioso desaparecieron de las leyes y de las instituciones públicas y así, poco a poco, los trabajadores aislados y sin defensa, con el tiempo quedaron a la merced de patrones inhumanos y de la codicia de una competencia sin límites. No es raro que un trabajo demasiado prolongado o demasiado penoso, o un salario considerado (sic) demasiado débil den lugar a esos paros deseados y decididos que se denominan huelgas. Le corresponde al poder público, el aportar un remedio, frente a esas llagas tan comunes y al mismo tiempo tan peligrosas, pues ese tipo de paro se despliega no únicamente en detrimento de los patrones y de los obreros... sino que dañan a los intereses generales de la sociedad y como con facilidad degeneran en violencias y tumultos, la tranquilidad pública se encuentra entonces comprometida."Por ello el Papa de la época declaraba que "ve con placer el desarrollo de sociedades de ese tipo (sindicatos o similares NDR) tanto las compuestas únicamente por obreros, como las mixtas, es decir, que reúnan en su seno a obreros y patrones". Agregaba que deseaba que dichos sindicatos "crezcan en número y en la eficacidad de su acción" y que dichos gremios aporten "los más preciados frutos siempre que continúen desarrollándose y que la prudencia presida siempre su organización". Para concluir expresaba el deseo de que "el Estado proteja a esas asociaciones fundadas en el derecho y que sin embargo no se inmiscuya en su gobierno interno".
Frente a ello algunos burgueses no dudan en tomar iniciativas originales. En este artículo comentaremos algunos ejemplos al respecto, que se dieron en Francia.
"Claude Bébéar, el patrón del grupo de empresas de Seguro AXA patió el nido al tomar la iniciativa de darle a su personal un 'cheque sindical' que los obreros solo pueden utilizar para pagar la cotización de la organización sindical que elijan."Sin embargo dicha iniciativa, no tuvo el éxito que este burgués (¡y los otros!) hubiesen esperado:
"De la indiferencia se pasó a la hostilidad: más de la mitad de los asalariados de AXA prefirieron tirar el cheque a la basura que dárselo a una organización."Frente a esa forma abierta en que los patrones intentaban empujar a los obreros hacia los sindicatos, los sindicalistas, tal vez con mayor experiencia en la materia, pidieron que la ayuda aportada por los patrones fuera más discreta. Se temía que el remedio fuese peor que la enfermedad y que este hecho contribuyera aun más al proceso de descredibilización general y acelerada de dicha estructura burguesa.
En dicho número "La Expansión" da diferentes sugestiones y consejos a los patrones para un mejor apoyo del sindicalismo:
"Claro que muchas grandes empresas contribuyen a hacer viables las centrales sindicales, por ejemplo comprando espacios publicitarios en sus periódicos o manteniendo a los sindicalistas permanentes."Obsérvese con que naturalidad se habla entre burgueses de repartir la plusvalía con los sindicalistas más obsecuentes. Como se reconoce como algo de todos los días que al sindicato y a los sindicalistas los paga la patronal por los imprescindibles servicios que prestan.
A continuación el mismo periódico, toma a su propia cuenta la advertencia que hiciera Bernard Brunhes, hombre de, lo que era entonces, el gobierno socialista, consejero de Pierre Mauroy:
"Toda ayuda demasiado visible por parte de los empresarios corre el riesgo de disminuir un poco más la credibilidad" (de los sindicatos).Si siempre fue importante para aplastar al proletariado el hacerle tomar como victorias lo que en realidad fueron sus derrotas y de presentarle las organizaciones que su enemigo disponía para encuadrarlo como sus propias organizaciones, hoy resulta claro, que solo quedan algunos burgueses radicales de izquierda y algunos sindicalistas predicando que ese gato de la burguesía es la liebre de la revolución.
La mayoría de los burgueses conscientes, como "La Expansión" (¡periódico más representativo imposible de esa consciencia burguesa!) están cada vez más preocupados por la baja de adherentes, que se constata como un fenómeno general.
"Se comprende que las centrales sindicales, que a principios de la década del 80 hacían un escrutinio tras otro para asentar su legitimidad (elecciones paritarias, elecciones para la seguridad social), se encuentren hoy mucho menos interesadas en los mismos ante la evidencia de la baja de su audiencia; el número de delegados sindicales en las empresas privadas, unos 400.000 es apenas inferior al de los adherentes, evaluado a unos 500.000."
Es decir que en los sindicatos franceses solo quedan los delegados,
sus amigos íntimos y un puñado de crédulos y chupamedias.
"La Expansión", llena de sabios consejos para sus lectores llamados a tomar en el futuro, grandes decisiones, cita luego a Michel Krich, director general de Bostitch, hablando de los delegados de la CGT (Confederation General des Travailleurs, central sindical dirigida por el Partido "Comunista" Francés) y de la CFDT (Conféderation Française des Travailleurs, central sindical dirigida por el Partido "Socialista" Francés).
"Pero ellos al menos, tienen la experiencia de la negociación y constituyen un factor de estabilidad..."Y agrega descaradamente tal cual:
"No hay nada que teman más los patrones que las acciones inorganizadas, los descontentos no canalizados."Es decir más claro imposible. Se reconoce a los sindicalistas como les mejores gestionarios del "capital" fuerza de trabajo, como los más responsables y se dice claramente, que lo que realmente se debe temer, es a los obreros no organizados por ellos, no canalizados por ellos. Porque evidentemente cuando se habla de los "inorganizados" de los "descontentos no canalizados", se refieren estrictamente a los "no canalizados" hacia los intereses de esta sociedad de muerte, inorganizados con respecto a esos mataderos de los intereses inmediatos e históricos que son los sindicatos. Lo que simultáneamente se está expresando implícitamente es el verdadero temor de la afirmación del proletariado revolucionario, del surgimiento, en y para la lucha, de sus propias organizaciones de clase, afuera y en contra todo el sistema sindical de encuadramiento estatal de los obreros.
Citemos otra declaración lúcida acerca de la cuestión sindical y su triste situación actual. Quien habla es Raymond Soubi, consejero "social" del gobierno de Chirac y Barre:
"Un gobierno -como también todo empresario inteligente- debería preocuparse más en reforzar los intermediarios sindicales responsables y no ponerse contento con su mayor debilidad... Hay cada vez menos huelgas. Habrá cada vez más huelgas... espontáneas, no controladas... Dada la debilidad de los sindicatos, las empresas se encuentran expuestas a que la presión sea tal que se produzca una explosión sin que el sistema de alarma funcione, y sin que enseguida los sindicatos puedan asumir compromisos en nombre de los asalariados..."
"L'école libératrice", órgano del SNI -9/1/88.Pero dejemos ahora a los mismos sindicalistas, que son mucho más explícitos en cuanto al verdadero papel que desempeñan. Nicole Netat, secretario general adjunto de la CFDT hace unos años, ante la cuestión de las candidaturas sindicales declaraba:
"Sería demasiado fácil para los empresarios, el apoyar candidaturas y el tener frente a ellos a delegados dóciles. Pero el interés de la empresa no es ese. Al contrario, pues en primer lugar ese falso consenso esconde las verdaderas tensiones que pueden explotar sin ningún signo que las anuncie y sin control."¡Con que claridad se expresan!. En nombre del interés de las empresas (¡lo repiten para que le quede bien claro a los patrones que todavía no lo hayan comprendido!) los delegados sindicales no pueden aparecer como "delegados dóciles". Para defender mejor el interés común (¡a todos los burgueses!), para prever, evitar y canalizar las verdaderas tensiones que pueden ser explosivas, lo mejor es que dichos sindicalistas tengan un aspecto más "combativo".
¡Clarita como el agua pura, la ideología del sindicalismo "combativo"! Se trata de que la apariencia de oposición siga manteniéndose pues de lo contrario la indestructible oposición real de clases no puede ser canalizada. Se trata de que los patrones comprendan bien lo indispensables que son las pseudo luchas que organizan los sindicatos, de hacerles ver bien que las "huelgas", las "manifestaciones" sindicales se hacen por su bien y gracias a ellas se impiden las verdaderas luchas proletarias. El problema, es por supuesto, que el proletariado en todo el mundo se siente cada vez menos atraído por esos simulacros de lucha. Véase al respecto "Características generales de las luchas de la época actual" en Comunismo número 33.
Evidentemente que "La Expansión" nos presenta todo eso como si fuera una novedad (la burguesía vive de las novedades, de los productos nuevos y de presentar innovaciones que en realidad son más viejas que andar a pie), cuando en realidad, como vimos esa realidad existe desde que el sindicalismo se transformó en potencia y desde hace muchas décadas los revolucionarios denunciaron ese proceso. Lo único que podemos a esta altura considerar una paradoja es que aun queden obreros que crean que esas son sus organizaciones, que los sindicatos sirven a sus intereses inmediatos, cuando todo el mundo oficial -desde los patrones a los sindicalistas burgueses, pasando por la policía- considera a los sindicatos como verdaderas organizaciones del Estado al servicio del orden y de la civilización.
Claro que también hay un acuerdo entre todo ese mundo oficial para que los reconocimientos y agradecimientos mutuos entre patrones y sindicalistas no sea demasiado público. Citemos una última vez a "La Expansión":
"El Director General de Usinor-Salicor quiso incluir en el acuerdo la siguiente cláusula: 'El ejercicio de un mandato sindical es un elemento valorizante para el desarrollo de una carrera profesional'. Los sindicalistas que firmaban el acuerdo se manifestaron contra la aparición de dicha frase y lograron que la misma no figure en el prospecto que iba a ser distribuido al personal."
Una de las razones de que aún puedan jugar ese papel, es un cierto respeto temeroso que sienten los obreros frente a "su" sindicato. Esa creencia, cuasi religiosa en los sindicatos proviene del hecho de que todavía tienen una cierta imagen "obrera" basada en la historia (oficial, la contada en función de los intereses burgueses) que nos cuenta que ha sido necesario imponer la existencia de los sindicatos por la fuerza obrera, que dichas asociaciones, son el producto de muchos sacrificios obreros y que "no es porque hoy los burócratas hagan una política contra nosotros que podemos abandonarlos como armas de lucha". La burguesía tuvo y tiene una enorme capacidad de hacer que el proletariado identifique sus organizaciones con estos órganos de encuadramiento, su unidad con el aplastamiento que el sindicato significa, su fuerza histórica con su negación,... en fin, las actuales estructuras del Estado burgués, denominadas sindicatos, con las asociaciones que pautaron históricamente la afirmación del proletariado como clase opuesta a todo el orden establecido.
Pero los sindicatos, no tienen más éxito que los curas en su lucha por impedir las luchas obreras, aunque ambos sean enemigos declarados de las mismas. La fuerza de los sindicatos se sustenta en su presencia en las empresas, en el pseudocompañerismo de los delegados que trabajan junto con los operarios y empleados, que los conocen, que van de copas con ellos y que saben así como "encarar" a cada uno, como convencerlos, como hacerlos "razonables", como hacerles "tomar consciencia de sus verdaderos intereses", como explicarles que tal medida antiobrera no es tan mala como se cree (o que si lo es no hay otra solución y constituye el mal menor), en fin como y porque hay que parar la huelga y entrar a trabajar porque la huelga "ya no es popular".
Ese "compañerismo" hace que los sindicalistas sean los mejores policías vestidos de civil que pueda concebirse. Cotidianamente presentes en los lugares de trabajo y confrontados diariamente al desarrollo del movimiento social, ellos conocen bien a "los cabecillas", a los "agitadores", a los "violentos", a "los calentones", a "los incontrolables". Ello les permite sea someterlos a la represión de sus propios servicios de seguridad, los cuerpos de choque sindicales, que no escatiman esfuerzos en imponer sus impresionantes matones, dando golpizas y si es necesario llegando hasta el asesinato; sea el denunciarlos a los patrones para que los echen o a los otros servicios del orden más oficiales, para que estos (a quienes se les reconoce en la materia una mayor efectividad) puedan llevarlos presos, torturarlos, ejecutarlos. Claro que el abanico de posibilidades que sindicalistas y patrones utilizan para disuadir o escarmentar a los agitadores, es mucho más amplio: el someterlos a los puestos de trabajos más penosos, el ponerlos en listas negras, el no pagarles tales primas o sancionarlos de una y mil maneras, el ponerlos a las cabezas de las listas de despidos del próximo acuerdo de reestructuración, etc.
Un poco por la fuerza de todas estas armas, otro poco por la costumbre, la ideología y la violencia, los sindicatos siguen desempeñando un importante papel en las luchas internacionales contra la autonomía del proletariado; aunque por supuesto el descrédito actual de los mismos determina que jueguen un papel menos decisivo que en el pasado, y corren el riesgo de no resistir durablemente frente a una ola de luchas verdaderamente importante. Gestionar la paz social mientras dure y enfrentar al proletariado en lucha, son cosas bien diferentes.
Sin embargo, no hay que hacerse ilusiones, la burguesía tiene muchos recursos y posibilidades y desde que las luchas proletarias se desarrollan, la burguesía desarrolla un abanico de respuestas contra las mismas.
Frente a un desarrollo de las luchas obreras, es evidente que los sindicatos o parte de ellos se radizalicen. Se criticarán los "burócratas", se denunciarán sus maniobras, se harán rupturas desde un punto de vista formal, se harán incluso enfrentamientos físicos. Pero por supuesto que esas críticas, desde el punto de vista de un sindicalismo de base o asambleista, no tienen otro objetivo que el responder a las luchas recredibilizando el sindicalismo, o dicho de otra manera que el criticar a los sindicatos para salvar al sindicalismo en tanto que práctica e ideología contrapuesta a la revolución.
Las organizaciones contrarrevolucionarias, no pueden ser reformadas y transformadas en organizaciones proletarias, sino que deben ser destruidas hasta en sus fundamentos. Y ello es válido tanto para la iglesia y el ejército como para los sindicatos, como lo han sostenido invariantemente los comunistas (denominados "de izquierda") desde hace más de 70 años.
Evidentemente que ante aquel desarrollo de las luchas proletarias, diferentes delegados sindicales de base de la izquierda o de la extrema "izquierda" de la burguesía, se radicalizarán aun más e intentarán crear, a la imagen de las asociaciones revolucionarias más o menos espontáneas del proletariado, otros sindicatos más radicales. Florecerán entonces una vez más, los sindicatos autónomos, las federaciones y las coordinadoras que se darán una imagen más radical para defender mejor la esencia de la sociedad burguesa. Sin embargo, se distinguirán, de las organizaciones del proletariado clasista, por su defensa de los tradicionales valores de la iglesia y de los sindicatos tradicionales: defensa del trabajo, de la máquina y de las herramientas de trabajo, defensa de "la razón" contra el "egoísmo obrero" ("hay que tener en cuenta los intereses de todos") detrás de lo cual se esconde invariablemente la defensa de la economía, de la región,... de la patria, la sumisión de los intereses proletarios a los intereses más globales del capital nacional, estatal o/y internacional. La fuerza de estas "nuevas" organizaciones sindicales, consiste fundamentalmente, claro está, en su aparente oposición a las clásicas organizaciones sindicales.
Pero cuando la revolución se desarrolla, cuando la crítica comunista barre todas las ideologías bajo su paso, así como todas las prácticas burguesas, cuando el proletariado se organiza en fuerza, en clase, en Partido, la revolución destruye también las organizaciones contrarrevolucionarias, los sindicatos.
Si en un primer tiempo, las organizaciones obreras que van surgiendo contra aquellas (4) expresan las debilidades de una clase que sale de la contrarrevolución y por ello lleva consigo todos los estigmatismos derivados de su sumisión pasada; con el desarrollo de la lucha y la radicalización continua de la crítica revolucionaria práctico-teórica que irá cada vez más a la raíz de las cosas, se irán liquidando todas esas debilidades. Así, gracias a la actividad de los comunistas, actuando como fracción, las organizaciones obreras incipientes y dubitativas vivirán una crisis político organizativa que en la mayoría de los casos culminará con la escisión y la constitución de dos organizaciones representativas de los dos lados de la barricada.
En ese movimiento histórico, las organizaciones sindicales, así como sus hermanitas menores más o menos radicales, serán los blancos de las armas de la crítica y de la crítica por las armas del proletariado.
"... Sustancialmente la posición comunista no ha cambiado; hoy es la misma que ayer... lo que se han modificado son las formas de su aplicación particular, dado que el cuadro social ha sufrido profundos trastornos. Esto es válido en general y específicamente en la 'cuestión sindical'.Actualmente el Estado burgués no se limita a tolerar los sindicatos que, hasta mediados del siglo XIX prohibía... Ahora los acepta, los fomenta y llega hasta financiarlos. Los burócratas sindicales comparten el trono con patrones y ministros en las comisiones paritarias, los tribunales de trabajo, los consejos centrales de la economía, los bancos estatales, etc... Este hecho materializa la elevación de los sindicatos al estatuto de potencia reconocida y asociada a la gestión del Estado capitalista...
Los sindicatos durante los años 1914 al 18/21, mostraron abiertamente, en todas partes del mundo, lo que eran en realidad desde muchos años atrás, órganos de la contrarrevolución... En el transcurso de los 60 años que siguieron, no hubo ninguna lucha obrera que no se viese obligada a enfrentar violentamente a los sindicatos y recurrir a la huelga calificada de 'salvaje' por los representantes de la civilización. Esta evolución de la situación no es propia a un país o grupo de países, sino que caracteriza a la lucha de clases en todo el mundo: proletarios y sindicatos se levantan mundialmente el uno contra el otro."
"Movimiento comunista y sindicatos" Comunismo nº 5 páginas 16 y 17.
"En la medida que los sindicatos se fusionaron con el poder del Estado capitalista integrándolo, la directiva estratégica del comunismo con respecto al Estado burgués es valida también para los sindicatos: destrucción por la fuerza de las armas. Esta indicación no tiene un valor contingente y variable, sino un valor imperativo y general. La misma se basa en el postulado esencial del comunismo, que a la dictadura del capital contrapone la dictadura del proletariado fundamentada en la liquidación física de todos los elementos de fuerza que se ligan de lejos o de cerca al Estado burgués."Tesis Nº 4. "Movimiento comunista y sindicatos" Comunismo nº 5.
"La preparación para la destrucción violenta de los sindicatos pasa exclusivamente por la lucha llevada fuera y contra éstos. En ninguna parte y de ninguna manera, los sindicatos defienden los intereses de la clase obrera, ni sobre el plano histórico, ni sobre el inmediato (dos aspectos indisociablemente ligados de una misma lucha de clases). Es necesario incluso combatirlos en la lucha más elemental dado que las reivindicaciones, los métodos de lucha y las formas de organización que estos proponen entran en contradicción con las necesidades fundamentales de las masas obreras y constituyen mecanismos diversionistas en beneficio de los intereses capitalistas." oOo
Tesis Nº 5. "Movimiento comunista y sindicatos" Comunismo nº 5.
"Hoy en día el papel de la propaganda y de la agitación comunista es el de mostrar al proletariado el contenido revolucionario de su revuelta contra la disciplina sindical y de la actitud anti-sindical que tuvo que adoptar en la lucha. El trabajo comunista debe contribuir a destruir las ilusiones burguesas entre los obreros, según las cuales todavía existirían sindicatos con "dirección traidora" susceptibles de ser recuperados por el proletariado. La crítica comunista de los actuales sindicatos, es una crítica de contenido, antes de ser una crítica de formas. Los sindicatos no son reformistas (es decir burgueses) porque tienen 'malos dirigentes' y porque están burocratizados. Por el contrario poseen una burocracia y buenos dirigentes en relación al contenido que expresan y para su consolidación. El reformismo determina tanto la existencia y la proliferación de burócratas sindicales; como también la de militantes sindicalistas de base, que a cada escalón del aparato constituyen la personificación viviente de una política reformista." oOo
Tesis número 6. "Movimiento comunista y sindicatos" Comunismo número 6.
Se nos habla de conflictos étnicos. Se nos presenta el conflicto entre hutus y tutsis como el resultado de "la desgraciada perseverancia de costumbres ancestrales", de "comportamientos bárbaros" que sobrevivieron a la obra civilizadora del progreso (1).
Para negar la naturaleza intrínseca del capitalismo, que es explotación, exclusión, hambre, guerra... y que domina el planeta entero desde hace siglos, la burguesía nos hace creer que Ruanda es un país "subdesarrollado", es decir que no es un país capitalista (o no suficientemente capitalista (2)), que aún existen modos de producción arcaicos, de tipo feudal... y que es éste "retraso económico", la "falta de democracia", lo que explica las "costumbres bárbaras que hoy determinan las masacres entre hutus y tutsis. Así todo resulta fácil, la burguesía no solo se presenta como si no tuviese nada que ver con las masacres que se desarrollan sino que además se esconde detrás de sus misiones humanitarias y se presenta como la que salvará a los "pobres ruandeses" del pantano en el que se metieron.
Pero lo que sucede en Ruanda, no tiene nada que ver con toda esa leyenda difundida por los medios de prensa. En primer lugar, los ruandeses, tanto tutsis como hutus, no existen (3). Lo que existe en Ruanda, como en todos los países de este mundo capitalista, son burgueses y proletarios; es decir de un lado una clase social que detenta todo y que se enriquece, se enriquece... y del otro una masa de proletarios que solo poseen su fuerza de trabajo, que están obligados a vender día tras día por un salario... y que se empobrece, se empobrece... hasta reventar de hambre. Lo mismo sucede en Francia, Argentina, Estados Unidos,... en todos los países del mundo. Esta división en clases, en dos clases sociales, es mundial. Por todas partes, desde Ruanda a Burundi, Zaire o Sudáfrica, y desde Tailandia a China, Cuba o Japón, el antagonismo que determina la vida de esas sociedades es el mismo: burguesía-proletariado.
En Ruanda existen dos clases que se enfrentan: la burguesía, sea de origen hutu o tutsi, irlandesa, anglosajona, vasca u occitana... y el proletariado, sea cual fuese su origen, hutu, tutsi, pakistaní... Los que fabrican la opinión publica utilizan, para ocultar esta realidad, toda una serie de subterfugios; así, por ejemplo, los artículos de prensa, luego de señalar los enfrentamientos en Burundi, entre "campesinos hutus" y "ejército tutsi", solo hablan de enfrentamientos entre hutus y tutsis... Esto nos permite constatar como se transforma un enfrentamiento de clases --sublevación de proletarios que fue ahogada por la represión militar--, es decir un momento del enfrentamiento general del proletariado contra el Estado, en realidades intrínsicamente aclasistas, en conceptos étnicos (4).
Hoy en día de lo que se trata, tanto en Ruanda como en Yugoslavia, Somalia o Irak, es de llevar adelante una guerra contra el proletariado; contra un proletariado que se ha transformado en una mercancía excesiva para el Capital y que para no poner en peligro la valorización de éste es necesario destruirlo, contra un proletariado que, pese a las diferencias cualitativas en su grado de enfrentamiento, se insurge negando la no vida del capital. Mientras que la situación se dirige hacia la explosión social (5), los proletarios en estas regiones se encuentran aislados frente a ejércitos burgueses procedentes del mundo entero.
En la actualidad, en Burundi, Ruanda o Zaire, los proletarios se tienen que enfrentar no solamente a los ejércitos de dichos países (en Ruanda los proletarios soportan los tiros del FAR y el Interhamwe por un lado, y del FPR por otro) sino también a los ejércitos estadounidense, francés, inglés, belga y... a las fuerzas de la ONU.
¿Por qué se concentran tantos ejércitos en esta región del mundo? Porque la situación de desvalorización de la fuerza de trabajo ha alcanzado niveles tan demenciales que pone en peligro la continuidad del sistema de explotación capitalista (6), porque allí también existen muchos capitales que defender y porque se ha abierto, desde hace varios años, un período de desestabilización social que ha ocasionado, por un lado,
Lo que está en juego en Ruanda no presenta, en efecto, rasgo de originalidad alguno. Si todos los burgueses asesinan en esta parte del mundo es para obtener el mejor lugar posible en la nueva correlación de fuerza que surgirá una vez finalizado el conflicto.
Como podemos observar, todos estos burgueses no se pelean por obtener la medalla del que salvó a los pobres ruandeses de su triste destino, sino por el oro, el wolframio, el uranio, el gas natural... ¡qué para explotarlos se necesita a los "pobres ruandeses", proletarios sumisos y disciplinados que puedan sudar el máximo de valor posible y así llenar los bolsillos de estos señores! Lo único que le interesa al capitalista es el obtener el máximo de beneficio posible. Actualmente, en Ruanda, son principalmente los capitales "franceses", "estadounidenses", "ingleses" y "belgas" los que se han comprometido en esa búsqueda. Dichos capitales, como se puede constatar, no se miran como perritos de porcelana ni solo se disputan la bolsa, sino que por el contrario, actúan como perros rabiosos tironeando de la carroña, se enfrentan con las armas en la mano, y se reparten el botín sobre los cadáveres de los proletarios que van dejando en el campo de batalla.
Estas guerras, objetivamente de destrucción masiva de excedente de fuerza de trabajo presentan desde el punto de vista de los intereses interburgueses dos funciones: el reparto de los recursos naturales, vías de comunicación, etc. y el encuadramiento de proletarios a los que se les explotará para escupir valor a través de la incorporación de los primeros en el proceso de producción.
En cierto momento del desarrollo de la guerra, cuando cada buitre haya marcado bien su territorio, la paz delimitará las posiciones de cada uno, las consagrará en un tratado, ratificará las relaciones de fuerza establecidas manu militari... ¡la paz no es más que la consagración de la guerra! A los proletarios, que tuvieron que soportar los dolores más duros, la pérdida de sus compañeros, de sus familiares, que tuvieron que errar en rutas y campos en los que reinaban el tifus y otras enfermedades, el hambre, la sed, la falta de todo... se les prepara para que acepten, sin protestar, las impresionantes condiciones de vida que el capital les impone.
El comercio de armas es también un elemento crucial en estas guerras. Por un lado tenemos la carrera para acaparar el mercado de compra y venta de esas máquinas de guerra, prolongación militar de los intereses competitivos de diferentes fracciones burguesas que se enfrentan en la región, y por el otro tenemos el encuadramiento militar de la región, es decir el encuadramiento militar del proletariado.
Si por un lado los burgueses se unifican para llevar adelante la guerra contra el proletariado, por otra parte se encuentran divididos según sus intereses particulares, que son necesariamente diferentes. La competencia no respeta las leyes de buena convivencia y cortesía enunciadas en los tratados de buena educación, sino que por el contrario es el motor de la guerra perpetua que se declaran los burgueses entre ellos. Es esta guerra burguesa, la guerra interimperialista, la que se da hoy en día en Ruanda, y la que, si es necesario, masacra a millones de proletarios para llevarse adelante, como lo han demostrado las guerras en Somalia, Irak, Vietnam, la del 14-18 o la del 39-45... como el "descubrimiento" de América con sus 90 millones de muertos lo mostró, o como hoy lo evidencian la guerra en Yugoslavia o los millones de muertos y los tres millones de exilados en Ruanda. La burguesía no retrocede ante nada, ella no tiene escrúpulo humanitario alguno.
Sus misiones humanitarias sólo son la mejor cobertura que ha encontrado para ocultar el horror que contiene su sistema, ¡el de sólo vivir de las guerras! El fundamento principal de estas misiones es el de formar parte de la movilización para la guerra, más aún, ellas representan un momento muy importante de las campañas ideológicas indispensables para preparar su estallido: todas las fracciones burguesas llevan adelante la guerra en nombre del humanitarismo y de los derechos del hombre. Las misiones humanitarias se constituyen perfectamente como un poderoso acto beligerante llevado adelante por una constelación imperialista contra otra.
El ejército estadounidense, concentrado en Goma, pretende no participar en la mantención de la paz, ni integrarse en la misión de ayuda (Minuar) de las Naciones Unidas en Ruanda, sino exclusivamente "mantenerse en la región por un tiempo indeterminado para colaborar con el esfuerzo humanitario"... Las tropas francesas que ocuparon los territorios del sudoeste de Ruanda y que se han instalado en Goma, Bukavu y Kisangani lo hicieron también bajo la cobertura de instalar una "zona de seguridad humanitaria".
Todos repiten la misma copla humanitaria, ¡cómo si la presencia de todos los ejércitos no fuera para hacer la guerra!, ¡sus intenciones son maravillosamente pacíficas! y ¡jamás se vieron tantas fotos de soldados que ayudan a los niños, que llevan agua, comida y aún "consuelo moral"! ¡Jamás se vio a tanto mercenario, de aquellos que se venden para llevar adelante cualquier guerra, formados para reventar a negros o árabes, hender una sonrisa, agarrar un saco de harina y posar para la foto, si es posible con un niño en brazos, para así vender su asquerosa mentira humanitaria. El sarcasmo no tiene límites, ¡hasta se hacen certámenes para ver cual es el mejor negativo fotográfico de un niño agonizante! ¿¡Contemplación o asesinato?!
Así es cómo las peores masacres, genocidios, se venden. Los burgueses tienen clarito sus objetivos y saben, también perfectamente, que la lucha proletaria detiene la guerra, por ello hacen estudios de mercado para ver como su repugnante guerra puede ser aceptada por el público. Estos señores buscan, como para toda lata de salchichas, el mejor embalaje que les permita vender su producto. Las imágenes que los medios de difusión nos presentan de la guerra son también muy estudiadas, todas las imágenes de soldados que ayudan a los niños no tienen nada de inocente ni de generosidad. Si tenemos en cuenta que hoy por hoy todo el mundo tiene más o menos claro la podredumbre que nos rodea, la corrupción de los políticos, las estafas de todo tipo, que la Justicia también se puede comprar, y que se vende... es fácil comprender como el estudio de mercado evidencia que el maltrato de niños es susceptible de conmocionar al gran público. Es ésta la razón que explica porqué en cada reportaje sobre África negra nos bombardean con fotos de soldados que juegan con los niños al buen samaritano.
Las imágenes de la guerra de Golfo, por ejemplo, fueron estrictamente estudiadas para evitar el síndrome de Vietnam, es decir para destruir la memoria, aún fresca, de la guerra abyecta, cruel, antihumana (puesto que los objetivos de toda guerra burguesa son abyectos, crueles, antihumanos); para borrar de la memoria obrera el recuerdo de las movilizaciones contra la guerra y contra la sociedad en general, y para crear la imagen de una guerra limpia, civilizadora, humanizadora, por los derechos del hombre y restablecer el orden del trabajo, del sacrificio por la patria, de la guerra... Y así todos los agentes de la contrarrevolución continúan en ese camino para justificar todas las guerras que se dan actualmente en el mundo. Hoy más que nunca, la supervivencia del sistema capitalista plantea la necesidad de la generalización de la guerra y ¡hoy más que nunca el discurso de la burguesía es el de la paz en el mundo!
La burguesía, para ocultar su realidad belicista, no retrocede ante nada. Como hemos visto utiliza sus estudios de mercado, selecciona sus imágenes, reescribe la historia... Cada vez es más difícil saber, a través de los medios de comunicación, lo que ocurre hoy en el mundo. La realidad de las contradicciones de clases son cada vez más ocultadas, el silencio y las mentiras son cada vez más enormes. De los hechos mismos la prensa nos dice cada vez menos, de lo que se ocupan los "medios de información" es de decirnos lo que declaró tal o tal gobernante o diplomático y en última instancia se concentran en explicarnos lo que hay que pensar. Cuando la prensa nos habla de la situación existente en cualquier parte del mundo, es porque la burguesía ya controla la situación y las contradicciones proletariado contra burguesía han sido desviadas y canalizadas por las contradicciones interburguesas y/o ahogadas en un baño de sangre. La prensa nos informa entonces de las polarizaciones tal como las burguesía las ha reestablecido. El caso yugoslavo es chocante: mientras que se daban enfrentamientos de clase y se generalizaba el ataque al Estado, sólo se filtraban poquísimas informaciones, pero cuando la burguesía logró aplastar la lucha, desviarla de sus objetivos de clase, transformar el enfrentamiento burguesía-proletariado en una polarización propia a su esencia --serbios contra musulmanes, croatas, etc.-- todos los medios de comunicación vomitaron documentos, reportajes, emisiones especiales que daban en detalle el "rol histórico de los serbios", el "destino particular de los bosnios musulmanes"..., y que sustituían el antagonismo fundamental proletariado-burguesía por contradicciones interregionales, interburguesas...
Si algunos elementos de información a propósito de la realidad de la luchas de clases, de los reales objetivos de las guerras, pasaron a pesar de todo el control realizado por la burguesía, se debió al serruche de patas que se hacen los propios burgueses. Así, por ejemplo, los diarios belgas publicaron con respecto a la guerra en Ruanda los testimonios del FPR que denigraba la operación turquoise del ejército francés... los diarios franceses han hecho alarde del despliege de las fuerzas estadounidenses en toda África... ¿Porqué? Porque el interés de ciertas fracciones burguesas se encuentra en la "denuncia" de sus competidores, lo que no les impide cambiar sus declaraciones cuando la relación de fuerzas cambia. Las informaciones dadas por la burguesía conducen siempre, puesto que son la expresión de sus intereses competitivos, parciales, a la toma de partido por una fracción contra la otra. Más aún, en el cúmulo de este género de "denuncias" --reportajes a sensación, flashes...--, en la medida que las informaciones se limitan a los epifenómenos, a aspectos marginales, donde se presentan las situaciones como inextricables "puesto que las contradicciones son diversas", se divulgan los factores no esenciales, se individualizan las responsabilidades... banalizan el horror de la guerra. Lo mismo sucede con la denuncia de los "crímenes de guerra" (los susodichos abusos, excesos, arbitrariedades...) que no hacen más que restablecer la legitimidad de la guerra.
Es por ello que a pesar de que algunos artículos de prensa nos hablen de las luchas de influencia que llevan adelante las grandes potencias capitalistas, lo que queda, en última instancia, en la cabeza del ciudadano medio, el mensaje que pasa, es el del "beneficio humano" de las misiones humanitarias.
Estas mentiras, por más inmensas que sean, se avalan como si fueran la realidad. Hoy en día, el sumun del horror pasa, por más grotesco que parezca, como verdaderas misiones humanitarias. Los estados inglés, francés, belga, estadounidense y otros, mientras que organizan a sabiendas la guerra, llegan a hacerse pasar por los grandes salvadores de una situación de la que no son responsables.
Este gran lavado de cerebro colectivo es facilitado por el hecho de que la burguesía controla todos los canales de información, y de que la prensa obrera casi no existe. Por eso, con respecto a la guerra del Golfo, los burgueses se pusieron de acuerdo en decir que era una guerra por el petróleo, y en ocultar completamente la existencia de insurrecciones proletarias contra la guerra. Insurrecciones que no tenían como objetivo defender Irak, Kuwait, Estados Unidos o Kurdistán, sino la lucha contra todas las fracciones burguesas y contra los nacionalistas kurdos, y contra la guardia republicana baasista, y contra el ejército estadounidense y compañía. Si los ecos de esta lucha proletaria pudieron atravesar las fronteras fue por la existencia de una centralización --aún embrionaria-- de fuerzas proletarias en todo el mundo. Es indispensable para el desarrollo de nuestras lucha, el no dejarse embrutecer por lo que nos dice la prensa burguesa con respecto a la difusión de información, la propagación de una huelga, la organización de la solidaridad... De la misma manera que es vital para la revolución el que nos organicemos afuera y en contra de los sindicatos, lo es el organizarse afuera y en contra de la prensa burguesa. Desarrollemos nuestra prensa, nuestras redes de información, de coordinación y de centralización de nuestras luchas. ¡"La emancipación del proletariado será la obra de ellos mismos"!
De lo que no se habla es del verdadero papel de las ONG (organizaciones no gubernamentales), de los Médicos sin Fronteras, de la Cruz Roja y otras organizaciones... que conjuntamente con los cascos azules organizan la policía de los campos de refugiados.
¡El poder que detentan estas misiones humanitarias es enorme! Luego de haber despojado a los proletarios de todo lo que tenían (casa, pedazo de tierra, enseres domésticos...), de haberlos concentrado en campos y de haberles hecho la supervivencia aún mas dependiente de la clase burguesa (¡qué continúa poseyendo los medios de producción... y de destrucción!), nuestros "corazones de dios" (7) que pululan en los organismos humanitarios tratan de gestionar el terror provocado por las inevitables epidemias y hambrunas: ¡en una mano, algo de comida y agua y en la otra el palo! La regla es es muy simple: todo aquel que no responde a los criterios de "refugiados" no tiene derecho a los auxilios alimentarios y médicos. ¡Si no obedeces, ya puedes reventar!
Mientras ciertos reportajes denuncian toda clase de tráfico que se hace a partir de los convoyes de alimentos, mantas y medicamentos, cuando son los proletarios, que reventando de sed y de hambre amenazan a los policías del campo (¡a "nuestros corazones de dios"!), se insurgen y "roban" un poco de agua o un saco de harina se grita ¡escándalo, escándalo!, se les trata de bandidos, se les mete en prisión y/o se les asesina. ¡Cómo es posible que aquellos a los que se les destinó esta caridad, para los que todos estos esfuerzos se organizan, por los que nos sacrificamos, falten de reconocimiento, de humildad en la miseria! (¡nos faltan palabras para calificar tanta hipocresía!). Pero cuando se trata de los militares, que generalmente se encuentran a la cabeza de ese tipo de tráfico, no hay problemas, siempre los ejércitos siempre robaron, violaron... ¡es legítimo!
En Somalia, donde la resistencia del proletariado fue más fuerte (los recientes amotinamientos en Mogadisco materializan esta fuerza), los convoyes "humanitarios" fueron sistemáticamente recibidos a pedradas y desvalijados por los proletarios que tomaron por su propia cuenta la organización de la distribución (8). Asimismo, les quedó clarito que todos los ejércitos que intervenían, con casco azul o kaki, no eran amigos (¡!), sino que estaban allí para desarmar y restaurar en todo su poder el orden del trabajo... y de la miseria. Realidades inseparables.
En Irak, la presión ejercida contra los proletarios que se refugiaban en las montañas de Kurdistán, no padeció de ninguna ambigüedad: les damos de comer si entregan sus armas. Las misiones humanitarias, que colaboraban directamente con las fuerzas nacionalistas que atascaron a los proletarios insurrectos en las montañas, se mostraron claramente agentes del desarme del proletariado.
El proyecto de estas misiones en Ruanda, Burundi y Zaire fue el mismo: una vez terminada la masacre mantener a los proletarios, a través de la hambruna y de la represión, bajo la égida del terror.
Como se puede observar, los campos de refugiados son campos de reproducción del proletariado como capital variable: se les desposee completamente de todo medio de vida, se mantiene la presión con el fusil en la espalda, se les encarcela, se les controla hasta el más mínimo gesto, se les hace la vida dolorosamente tributaria de la posibilidad o no de regresar para vender su fuerza de trabajo en esos presidios llamados fábricas. Los campos de refugiados son recintos de represión y de reserva de la fuerza de trabajo disponible según las necesidades de valorización del capital, es decir son campos de concentración.
La prensa y los estados mayores de todos los ejércitos del mundo afirman que es el hambre lo que determina el envió de los convoyes humanitarios; pero lo que motiva a los burgueses no es la miseria sino el terror a la reacción proletaria contra esta miseria. Cuando queda cruelmente claro que en esta sociedad el hombre no tiene nada que perder más que sus cadenas... el salto que se da para romper finalmente estas cadenas es rápidamente atravesado. Y eso es lo que les aterroriza a los burgueses en Somalia, Ruanda, Zaire, Sudán...
Los misioneros contemporáneos han reemplazado la cruz y el agua bendita por un casco azul y un costal de harina, pero detrás de ellos se arrastran siempre las cadenas de la esclavitud asalariada, y las masacres y los campos de concentración.
Este papel de milico lo asumen, sin ningún reparo, hoy en día los "Médicos sin Fronteras". Éstos presentan el desarrollo de su acción de la siguiente manera: no jugar exclusivamente el papel de médico sino directamente ocuparse de la verificación de la aplicación de los derechos del hombre. Como ya lo hemos denunciado en muchas ocasiones, los derechos del hombre son:
Si comparamos los nuevos objetivos de Médicos sin Fronteras con una declaración del congreso de Estados Unidos ("... prevemos un papel cada vez más activo e importante del reforzamiento y la expansión de la democracia y de los derechos del hombre en todos los países en vías de desarrollo"), podemos ver como "Médicos sin Fronteras" se inscribe perfectamente en la continuidad de los objetivos imperialistas de los poderosos de este mundo.
La defensa de los derechos del hombre, las obras de caridad, los médicos abnegados... y las misiones humanitarias son las bases indispensables que le permiten a la burguesía generalizar el exilio como método de dispersión del proletariado.
El exilio es, antes que nada, lo que permite reventar una zona de concentración de proletarios que amenaza con transformarse en un área de centralización de la lucha proletaria. Es la destrucción de la solidaridad militante: los proletarios pierden a sus compañeros de lucha, que son dispersados y enviados a destinos que se ignoran, y donde tanto el idioma como la gente que vive en ese lugar le resultan totalmente desconocidos... Hay que empezar de nuevo: verificar si existe o no una comunidad de lucha, reconstruir la solidaridad militante... La organización de la lucha se hace más difícil en la medida que las condiciones de supervivencia son acaparantes: se absorbe toda la energía en la búsqueda necesaria de alimento, agua, vivienda... Los niños lloran de hambre, las epidemias proliferan provocando la muerte de grandes masas de exilados... Los imperativos están allí clavándonos un puñal en la garganta, la falta de todo es tan brutal que corrientemente se reemplazan los criterios de clase por el "arreglate como puedas": se está dispuesto a golpear a un antiguo compañero por un pedazo de pan. Y para perfeccionar el aislamiento y la desorientación de los proletarios exilados nuestros "corazones de dios" se encargan de cambiar regularmente a los grupos de refugiados de un campo a otro bajo diversos pretextos.
Todo este comercio de carne humana no es aceptado como le gustaría a la burguesía: la revuelta estalla en ciertos campos (9). El proletariado, en vez de arrodillarse delante del altar de la caridad (que consagra todo el poder del dinero y sobre el cual no se ha vacilado en sacrificar a sus compañeros de lucha), se levanta denunciando la organización voluntaria de la penuria, el envenenamiento del agua... y amenazando a los "corazones de dios" de las misiones humanitarias.
La burguesía no retrocede frente a nada cuando defiende sus intereses. Por eso, para mantener encadenados a los proletarios al destino que el Capital les reserva, la burguesía está obligada a ideologizar el horror cotidiano de la guerra a través de la abnegación y del martirio, y hoy a la masacre de los proletarios se le llama "misión humanitaria". Sin embargo, estas misiones ¡sólo tienen la abnegación y el martirio que les da el sacrificio de los proletarios en los altares del Capital! "Misiones humanitarias"... es exactamente en base a ellas que el Estado mundial de la burguesía organiza la policía mundial contra el proletariado.
Policía mundial, porque la policía organizada en estos campos no tiene como único objetivo el encuadramiento del proletariado en estas regiones. Las campañas publicitarias en favor de las misiones humanitarias no son únicamente favorables a los capitales que acumulan en esos espacios productivos. Es frente al proletariado mundial que las campañas humanitarias marcan su tono. En efecto, gracias a estas campañas los más sangrientos torturadores pasan por bienhechores, salvadores, y las masacres de nuestros hermanos de clase por un problema de otra civilización que no nos concierne. Así se nos hace creer que existe "un problema africano" y se nos hace esperar "una solución africana" (como hicieron los pacifistas durante la guerra del Golfo al proponer "una solución árabe"), o un "problema étnico", frente a lo cual la única solución debería ser también "étnica". Todo se estructura para que el proletariado "de acá" no reconozca el destino de los proletarios "de allá" como suyo, y para que el único acto de "solidaridad" que puedan concebir sea el de depositar una limosna.
Para colmo, las campañas publicitarias de las ONG han proporcionado millones de dólares a las grandes cadenas de supermercados, que organizan ventas especiales de productos no perecederos que se envían a los campos de refugiados (¡¡!!). Publicidad para las grandes cadenas de supermercados, publicidad por los derechos del hombre, publicidad para la guerra, publicidad para hacernos creer que "acá" no podemos quejarnos pues vivimos bien (¡¡!!).
Contra todo este menjunge repugnante de mentiras, recojamos la consigna que los comunistas lanzaron desde siempre:
"Proletarios de todos los países, unámosnos."
Los imperialistas se enfrentan violentamente en todas los puntos del planeta. La carrera por la obtención del beneficio es cada vez más ávida. Los capitalistas se comen entre sí, pero el que paga la factura de esta guerra es el proletariado. Nuestra clase le sirve, al capital, como carne de cañón que le permite llevar adelante su necesidad, que se hace cada vez más imperiosa con el desarrollo de la catástrofe capitalista, de revalorización a través de la destrucción de capitales excedentarios (en especial la mercancía fuerza de trabajo), lo que implica, ni más mi menos, ¡la exterminación de proletarios!
Una vez reestablecida la globalidad donde se inscribe el enfrentamiento interimperialista en Ruanda, podemos pasar a la realidad inmediata, a la forma particular de estos enfrentamientos. En Ruanda se enfrentan actualmente dos estados: el de Francia y el de Estados Unidos. Ruanda fue una antigua colonia alemana, luego belga, para finalmente devenir colonia francesa. El estado francés apoya a las FAR (fuerzas amadas del antiguo gobierno). El FRP, hoy en día triunfante, fue armado por el estado norteamericano. Este es el mismo enfrentamiento que se da en Sudán, donde el estado norteamericano y el estado inglés apoyan al Ejército Popular de Liberación, mientras que el estado francés apoya al gobierno de Khartum. Lo mismo sucede en Yemen, donde el puerto de Aden se encuentra en las manos de las fuerzas estadounidenses, mientras que Djibour es una base de las fuerzas francesas...
Cada conflicto, aparentemente aislado, confinado a las fronteras de un país o una región, forma parte de una estrategia global elaborada por las grandes potencias. Se podría reconstruir un mapa del mundo en el que se mencionara la disposición de todas las fuerzas imperialistas, y seguramente ya lo hizo la burguesía y es lo que efectivamente nos vende la prensa burguesa. Pero con estos análisis no podemos llegar muy lejos, puesto que estos elementos solo nos dan una parte de la realidad. Por ello permanecer a este nivel equivale a reproducir la visión limitada y limitativa de la clase dominante, a permanecer como espectadores de un conflicto entre las "grandes potencias" frente al cual el proletariado se siente infinitamente pequeño e impotente.
El análisis solo es clasista cuando se analiza los hechos a nivel de la contradicción burguesía-proletariado contradicción que hoy se expresa en el hecho que es el proletariado, a pesar de que solamente ciertos capitales salgan de la guerra en Ruanda triunfantes, al que se reduce a ¡¡simples ruinas sobre las cuales se reconstruirán las nuevas industrias!!
Situarse a nivel de la contradicción burguesía-proletariado implica, comprender la guerra en Ruanda como un momento de la guerra que toda la burguesía, lleva mundialmente adelante contra el proletariado. Es decir la guerra que la burguesía lleva a cabo hoy "aquí" contra el proletariado, en base a despidos, desalojos, aumento de la intensidad del trabajo... y de represión de toda tentativa de lucha, es la condición necesaria de la guerra tal como la lleva hoy en Ruanda. Todos los sacrificios impuestos en una parte se constituyen en perfecta complementariedad con el sacrificio de las vidas en los frentes de las guerras imperialistas otra parte. Luego de reventar trabajando lo único que nos queda es morir por la patria. ¡Esta es la única perspectiva capitalista!, y es esta misma perspectiva que se le ofreció (¡!) al proletariado en Ruanda. Tanto "aquí" como "allá" es fundamentalmente la misma guerra contra el proletariado la que se lleva adelante. La guerra declarada, militar, como en Ruanda, es la prolongación de la guerra llevada adelante "aquí" en nombre de la paz social, es la misma guerra llevada a sus extremos. "Acá" se suprimen poco a poco las retribuciones por desempleo, "allá" se elimina a los proletarios a golpe de machete; en ambos lados se responde a la necesidad del capital de destruir el excedente de fuerza de trabajo, de destruir físicamente al sujeto siempre amenanzante de la revolución social. El paso de una situación a la otra muestra claramente que la falta de respuesta proletaria frente a los ataques cada vez más brutales a sus condiciones de vida, lleva derechito a la guerra.
Es la amenaza de esta perspectiva sangrienta la que mantiene al proletariado mundial dentro del marco del terror. Terror de afirmar sus propios intereses de clase contra la guerra burguesa. En nombre del pleno empleo nos hacen aceptar las disminuciones de salarios; en nombre de la lucha contra el paro nos suprimen los subsidios por desempleo... ¡en nombre de la paz nos hacen aceptar la guerra! Y cuando permanecemos anonadados por las imágenes de las masacres en Ruanda y sobre todo por el sentimiento de impotencia con respecto a esas masacres, la opinión pública no tiene ningún problema en imponer la creencia de que "aquí se vive mejor" cuando la realidad es totalmente diferente para el proletariado: cuando más se calle y se deje reventar mas recibirá bombas en la cabeza. Cuando más nos callamos "aquí", con respecto a lo que pasa "allá", dejamos más libre el camino de la burguesía para desarrollar su guerra en todo el planeta.
Más aún, hoy en día, el silencio del proletariado internacional con respecto a los ataques cada vez más agudos a sus condiciones de existencia es un apoyo implícito a la guerra en Ruanda.
¡Abramos los ojos, las medidas, cada vez más draconianas que nos impone el capital, son una preparación para vivir situaciones de austeridad demencial, como es el caso de Ruanda!
La única solidaridad con el proletariado diezmando por la guerra en Ruanda es la lucha contra la lógica que nos impone el capital: trabajar cada vez más por un salario cada vez más miserable para luego morir por la patria.
Afirmamos que los hutus, los tutsis o los ruandeses no existen, como podríamos afirmarlo también de los mexicanos o de los franceses... porque nos situamos dentro de la perspectiva de nuestra clase. Claro está, que cuando salimos de esta perspectiva existen los negros, los blancos,... y entre los negros existen aquellos que descienden de los hutus o de los tutsis, de la misma manera que existen las mujeres, los hombres...; pero estas categorías no son los elementos fundamentales de la sociedad. La dictadura del dinero ha divido la sociedad en dos clases sociales con intereses irreversiblemente antagónicos. Esta división determina todas las relaciones humanas que existen en la actualidad. Por esa razón los criterios de color de la piel, de pertenecer a uno u otro grupo étnico, lingüísticos... son totalmente secundarios. Hay hutus y tutsis burgueses y hutus y tutsis proletarios, como hay mujeres burguesas y mujeres proletarias; etcétera. Por ello no solamente no tomamos esas categorías, los hutus, los tutsis, los negros, los blancos, por que no abordan la realidad determinante, sino también porque niegan la realidad de clases. El objetivo de éstas es el de ocultar la identidad de clase de nuestro solo y único enemigo, la burguesía, y el de dividir al proletariado en una serie de "capas sociales" con intereses particulares. Además, estas categorías se edifican para definir la existencia o no de naciones por las cuales se envían a millones de proletarios, por todo el mundo, a la masacre. Contra la afirmación contrarrevolucionaria de estas pseudoidentidades étnicas, lingüísticas... nacionales, reafirmamos la consigna que lanzaron siempre los comunistas: el proletariado no tiene patria. El proletariado es una clase mundial, y tiene, por todas partes del mundo, sean cuales fuesen sus condiciones particulares de explotación, los mimos intereses.Ver nuestras contratesis "Contra la mitología que justifica la liberación nacional", aparecidas en: Comunismo Nº 4, 5, 7 y 10.
Cuando afirmamos, con respecto a la guerra en Ruanda, que toda guerra es contra el proletariado, no hacemos alusión, para su explicación, a un maquiavelismo grosero según el cual los más altos responsables de las diversas naciones que se enfrentan definen juntos sistemáticamente y en la oscuridad los medios a través de los cuales se elimina el máximo número de proletarios de ambos campos y el momento en que la guerra estallará para llevar adelante dichos objetivos. Las motivaciones subjetivas de cada fracción burguesa se sitúan, la mayoría de veces, cuando el proletariado no se enfrenta claramente a su enemigo histórico, en la búsqueda de un reforzamiento de sus posiciones frente a sus competidores. Las guerras solo son las materializaciones inevitables de las oposiciones entre las múltiples parcelas que componen el Capital, y estas contradicciones son las que precisamente constituyen la forma suprema de destrucción de nuestra clase. oOo
Evidentemente, la intención subjetiva, desde el punto de vista de la fracción burguesa que interviene en la guerra, se sitúa, para cada parte capitalista, en la voluntad de preservar tal o cual mercado, de apropiarse de los medios de producción, de apoyar tal o cual interés económico particular... para lo cual es lógico que movilice en nombre de la nación de los hutus, los tutsis, etc. Sin embargo, esto no impide que el papel objetivo de la guerra sea la afirmación de la competencia capitalista, la destrucción del ser revolucionario: el proletariado. Es a este nivel, que es el nivel fundamental, cuando toda guerra capitalista, al margen de la motivación subjetiva, es siempre una guerra contra el proletariado.
Presentamos a continuación un volante de compañeros internacionalistas, que desde el Perú, en un momentos particularmente difícil, de nacionalismo, campañas militaristas y terrorismo de Estado reafirman la posición de siempre de los revolucionarios:
La verdad es que los medios de comunicación, los gobernantes y los burgueses del Perú y Ecuador lo único que quieren es hacer una pantalla que oculten sus fracasos políticos y sus negociados. Y para ello recurren a lo de siempre: ¡A LA GUERRA!
Como siempre, seremos los trabajadores los primeros en ser enviados al matadero en nombre de la patria. Entonces, ¿Qué cosa es la PATRIA? y ¿Qué nos ha dado para que demos la vida por ella? Nosotros los Acratas respondemos que lo único que hemos obtenido es desempleo, hambre, miseria, tuberculosis y palo con rochabus cuando salimos a protestar a las calles.
Esta ha sido y será la Patria para los trabajadores: Explotación, miseria y Palo. Por lo tanto, el proletariado no tiene Patria. Los trabajadores de Ecuador, Chile, Colombia y Brasil son igual de explotados que nosotros y por lo tanto son nuestros hermanos de luchas y sufrimientos. Pero ahí están los gobernantes difundiendo el estúpido nacionalismo para que los proletarios tomemos las armas contra otros proletarios; en lugar de unirnos todos como clase contra nuestro explotador.
Por todo esto, compañero trabajador, estudiante, ambulante, la Patria y el Nacionalismo no son más que mentiras que los eternos explotadores del pueblo, utilizan para separarnos de nuestros hermanos trabajadores de otros países; porque ellos saben bien que sólo separándonos podrán seguir manteniendo nuestras cadenas. No les hagamos el juego.
Nosotros afirmamos como siempre lo hemos hecho, a contra corriente de esta ideología asfixiante que intenta ahogar al proletariado en la ignorancia de su propia realidad, que no existe ni el "pueblo palestino", ni el "pueblo israelita!", ni "colonos", ni "ocupados", sino que tanto en Palestina, en Gaza, en Cisjordania, como en Israel y como en todas partes, existen dos clases sociales antagónicas y enemigas.
La mistificación de la "liberación nacional", como cualquier otra ideología, toma como base material ciertos aspectos parciales de la realidad. Así, no es necesario leerse todo esa interminable e indigesta literatura ideológica "trotskista" o "maoista" para darse cuenta que en la medida en que el Estado Israelí ha logrado imponer la paz social al interior de sus fronteras y constituirse en gendarme regional, se erige como representante de toda la burguesía mundial. Cuando los proletarios arman un poco de desorden o se concentran peligrosamente en la región, ¡rápidamente surge el ejército israelí para imponer el orden... y hacer correr la sangre!
El enorme poder que tiene este Estado surge de la forma particular en que ha logrado imponer la democracia, es decir del éxito histórico que ha tenido en su función de negar los antagonismos de clase y de unificar a todos bajo su ala nacionalisto-protectora. Manteniendo y desarrollando la imagen de nación eternamente oprimida, de pueblo perseguido, rodeada de poderosos enemigos, el Estado israelí ha adorado y mimado la amenaza de la agresión externa (como Cuba!) que le ha permitido recuperar para su hueste a todos los ciudadanos nacionales (o meter en prisión a todos los proletarios recalcitrantes) y situarse en el papel de víctima frente a los ciudadanos del resto del mundo.
Si esta ideología de "el enemigo-en-las-puertas-del-país", basada en la comunidad ficticia del "judío-eternamente-perseguido", fue preciosamente alimentada es porque para destruir al enemigo, mil veces más peligroso, que puede surgir en el interior es necesario agitar el espectro del enemigo exterior.
El Estado utiliza siempre los mismos pretextos de "traición al interés nacional", de "crimen contra la nación", de "colaboración con el enemigo" para fusilar, encerrar en las cárceles, deportar a todo aquel que cuestiona el orden interior, el equilibro del terror democrático que niega la lucha de clases.
El Estado Israelí no solo no hace excepción a esta regla para solidificar las clases sociales detrás de la defensa nacional sino que también es particularmente impresionante la ideología democrática y la religión claro está, pero también el sionismo, la identidad judía y el antifascismo. La representación internacional que hoy se hace a propósito de la última guerra mundial consolida perfectamente este conglomerado ideológico: se transforma ideológicamente una guerra de destrucción generalizada de fuerzas productivas, de millones de proletarios de todas nacionalidades en una guerra de destrucción únicamente de "judíos". ¡Israel se basa en esta deformación histórica para justificar la necesidad de su existencia como nación! El antirracismo democrático es el fundamento ideológico, del terrorismo racista del Estado de Israel.
La trampa logra atrapar otra vez al proletariado de la región cuando la OLP (apoyada por la extrema izquierda burguesa internacional) saca sus elementos fundamentales, que les permite erguir su unión nacional, de la existencia muy real del desfase de las relaciones de fuerza existentes entre los dos Estados.
Invariantemente el sentimiento nacionalista de la "nación oprimida" se exacerba proporcionalmente al terror que inspira "el enemigo de la nación"; en efecto, las burguesías locales, los aspirantes gestores palestinos de la fuerza de trabajo local, no tienen muchos problemas para convencer a "sus" proletarios que una nación liberada del yugo israelí será mucho más humana.
Y hoy en día el sueño de la nación palestina liberada de la opresión del Estado israelí, sueño de todos los que defendieron bien o mal la tan cacareada "lucha de liberación nacional del pueblo palestino" y que dieron su apoyo (siempre críticamente bien entendido, para mantener la consciencia tranquila) a la OLP, toma progresivamente cuerpo y fronteras: los acuerdos de paz entre Arafat y Rabin finalmente han permitido la edificación de una verdadera nación palestina.
Una nación palestina y una nación israelí se levantan convivialmente con un reconocimiento mutuo de fronteras; el futuro mostrará hasta que punto eso pesa contra las ideologías que en ambas partes solidificaban, con el cuco del enemigo exterior, la paz social nacional.
Pero el Estado en Israel como en Palestina no podía hacer algo distinto. Por un lado la unión nacional realizada en torno a la guerra impulsada por Israel comienza seriamente a quebrarse y el ejército israelí tiene cada vez más dificultades para mantener el orden no solo en Palestina sino también en sus propias filas, y por el otro, en la misma Palestina, el Intifada comienza claramente a hacer emerger las contradicciones sociales en los territorios ocupados, la OLP se descredibiliza cada vez más frente a los ojos de los proletarios en lucha (2).
El Estado de Israel veía decrecer su legitimidad internacional; su careta de víctima se va diluyendo dejando lugar a su verdadera jeta de verdugo. Por su parte Arafat tenía gran necesidad de retomar las cosas en mano y redorar su blasón. Por ello de común acuerdo y bajo el ojo conmovido de la burguesía mundial, firman los acuerdos de paz y dejan escapar un suspiro de alivio: finalmente se podrá realizar la necesidad imperiosa de acabar con el Intifada, finalmente se terminará con la "revuelta de piedras" que humillaba Israel y perturbada la búsqueda frenética de reconocimiento internacional de la OLP (3).
La instalación territorial del Estado Palestino requiere imperativamente poner punto final a este desorden. Este interés es compartido por el Estado de Israel que ve de mal ojo el peligroso desmoronamiento de su credibilidad y del potencial de estima con el que todavía cuenta a nivel mundial. Finalmente, la "revuelta de piedras" tenía que terminarse puesto que representaba una amenaza permanente para la burguesía mundial debido a la "facilidad" con la que proletarios, desarmados pero decididos, resistían a uno de las mejores fuerzas antimotines del mundo; ejemplo peligroso que empezaba a ser reivindicado, un poco por todo el mundo. Por ejemplo en Trafalgar Square en Inglaterra y Vaulx-en-Velin en Francia, los proletarios que enfrentaban el capital se reivindicaban expresamente en continuidad con aquella revuelta.
Así las fracciones burguesas, ayer rivales, se abrazan hoy frente a los ojos admirados de la extrema izquierda internacional, y unifican sus esfuerzos para "concretizar el acuerdo y hacerlo aceptable a los ojos de las dos opiniones públicas" (4). La firma del acuerdo de paz no es más que culminación espectacular de la lucha de siempre de los burgueses palestinos e israelíes contra el proletariado en la región. Ayer de lo que se trataba era de dividir para reinar, para ello las fracciones burguesas se prendían de sus trapitos nacionales exacerbando los odios, hoy se promueve la unión y la fraternidad entre "los primos" y la conciliación está al orden del día; de lo que se trata ahora es de reconciliar para dominar mejor.
Y los sueños de los stalinistas de todos los países se realizan: ¡Palestina vuela hacia la libertad!; pero ¿cuál es entonces la verdadera esencia de esa "libertad" tan defendida por los apoyadores de diferentes fracciones burguesas? Es esa que reina en Nicaragua, en Rumania, o en Vietnam: ¡la libertad de explotar a los proletarios entregados, atados pies y manos, a la unión nacional por la larga lucha de liberación nacional! ¡La libertad de encarcelar a los recalcitrantes a la nueva patria, gracias a la ayuda activa de las antiguas fuerzas armadas de liberación reconvertidas en fuerzas de policía!
Mientras que Rabin y Arafat disertan, es el aparato de represión, conocido bajo el nombre de "aparato de manutención del orden" que se instala en primer lugar en los nuevos "territorios autónomos" palestinos.
¡Qué gran victoria, qué enorme paso hacia adelante en la liberación del hombre: los proletarios en Palestina tienen ahora el derecho de dejarse reprimir por sus propios policías! ¡Cómo aquellos miembros de E.T.A. que decían que preferían ser torturados por la "Ertzaintza", la policía autónoma vasca! ¡Qué orgullo para la extrema izquierda internacional! Todas sus fracciones, todas esas múltiples sectas enemigas, aparecen unificadas en la recompensa final a sus oraciones: ¡un Estado palestino que dispone de sus propias fuerzas de represión nacional!
Desde el 13 de diciembre de 1993, fecha oficial de retirada de las tropas israelíes de Jerico y de Gaza (5), los proletarios de estas dos ciudades tienen el inmenso privilegio de ver desplegarse, frente a ellos (gran conquista de toda lucha de liberación nacional) ¡una policía palestina! Y no es cualquier policía sino una "fuerza poderosa" compuesta de un efectivo de 30.000 hombres equipados de material ligero (fusiles y metralletas) y sostenidas financieramente por la CEE y los Estados Unidos. El Estado israelí se mantendrá, a pesar de todo, vigilante y verificará "si los palestinos son capaces o no de controlar el terrorismo" como lo afirmaba Yossi Beilin, brazo derecho de S. Peres.
Omar al-Khatib, el Nº2 de la OLP, encargado de las Relaciones de seguridad, se ha asegurado especialmente que estos agradables señores sean "entrenados para la lucha anti-terrorista, anti-motín y contra la criminalidad". Los Estados de Europa y de Estados Unidos se encargan de asegurar que esta formación sea la más eficaz y envían para ello especialistas en la manutención del orden.
Pero esto no es todo, el acuerdo de paz precisa además que los servicios secretos palestinos (¡de los que Israel elogia el profesionalismo!) tendrán que transmitir al Estado hebreo "las informaciones sobre los grupos palestinos radicales".
¡Proletarios de Palestina, tu enemigo esta en tu propio país, es tu propia burguesía!
Luego de haberte encerrado en la trampa de la liberación nacional, la burguesía reclama tu participación en la reconstrucción nacional, y para asegurarse tu colaboración ella "cuenta sobre la importancia de los efectivos de la policía no únicamente para reducir el paro, sino para 'disuadir al máximo los disturbios'".
A partir de ahora, proletarios, las balas que te alcanzarán, las bombas que harán saltar tu casa, los garrotazos que te pegarán... serán "palestinos". No te tendrás que inquietar más puesto que la nueva policía solamente será compuesta de hombres de confianza, reclutados y formados con el mejor cuidado por un palestino: Ibrahim Youssouf Mouhana y este señor sabe llevar adelante bien su tarea: ¡antiguo oficial de policía formado en la escuela de policía de Israel!
Este es el programa de la nueva patria proletario que se te propone: una zanahoria y el garrote bien preparado para cuando te animes a apartarte del orden que impone el Capital. He aquí lo que soportarás cada día: las balas, las torturas, los calabozos de Arafat que no tienen nada que envidiar a los de Rabin. Hoy como ayer, cuando luchemos por defender nuestros intereses de clase, la burguesía responderá de la misma manera: ¡con la metralleta y el plomo!
Nosotros no tenemos patria, ni territorio o Estado que defender. Nuestros intereses son idénticos en todas partes del mundo. Organicémosnos sin concesiones al nacionalismo. Solamente nuestro internacionalismo nos permitirá derrocar a este sistema de muerte.
Desde el punto de vista del capital, fue progreso la conquista, la colonización de América como lo fue la generalización de la esclavitud; como también lo fue la economía de guerra tanto para la acumulación de valor, como para el desarrollo tecnológico y el control efectivo y la militarización de la población. Las propias guerras mundiales o más recientemente la guerra de Vietnam o la guerra del Golfo constituyeron otros tantos jalones de progreso del capital y su barbarie.
Paralelamente el Estado, que no es otra cosa que el capital concentrado en fuerza de opresión y dominación, realizaba grandes progresos, como por ejemplo la generalización del voto así como la masificación de las cárceles, el control policial de toda la población así como la sindicalización de la clase obrera, el registro general y la obligación de poseer un documento de identidad así como el análisis científico de las huellas digitales,... De la misma manera el Estado ha ampliado su papel no solo profundizando la histórica separación entre los productores y sus medios de vida para que en forma siempre creciente todo ser dependa de la venta de su fuerza de trabajo para vivir, sino también controlando y oficializando una cantidad de actos que antes se realizaban en forma particular. No solo es un progreso para el capital y el Estado que los habitantes del trópico compren Coca-Cola en vez de tomar agua de coco, que compren arroz en vez de vivir de la pesca, sino que para parir, el común de los mortales vaya a un hospital, que esté obligado a registrar a sus hijos, que se sienta obligado a casarse frente a un cura o un juez, en fin que no pueda ocuparse de su hijo sino que para trabajar tenga que enviarlo a la guardería.
Todos esos progresos se van condicionando mutuamente. Cuanto más se desarrolla el capital, más se contrapone con la humanidad y por eso más se hace necesaria la opresión y la dictadura. Ningún rey o tirano de la antigüedad tuvo un control tan grande de sus súbditos, ni un aparato represivo tan importante, como el que dispone cualquier "estadito" (1) en el presente. Y es una ilusión mil veces desmentida por la realidad el que la sociedad moderna requeriría menos policía o menos cárceles, o que algún día todo el mundo trabajaría por voluntad propia. Todo lo contrario, cuanto más progresa esta sociedad de explotación y opresión, más imprescindible se hace el desarrollo de todos los mecanismos directos de represión y opresión para mantener la humanidad como fuerza de trabajo del capital.
La esclavitud nunca se suprimió, sino que por el contrario, se la disfrazó. El trabajo forzado fue desarrollado en base a otros mecanismos modernos, como lo es la generalización del asalariado, sin por ello dejar de utilizarse el trabajo forzado sin tapujos. Los grandes campos de concentración organizados por el capital fueron una potencialización muy superior a todo lo que el modo de producción exclusivamente esclavista había desarrollado. Y además, la esclavitud sin frase (acompañando la esclavitud asalariada) sigue siendo una realidad del mundo actual, con toda su modernidad, en muchísimos países, tanto en algunas zonas de Estados Unidos (2), como en general en todas las cárceles del mundo.
El progreso del capital es tal que, las cárceles no dan abasto en el mundo entero, los policías tampoco. Cuanto más progresa el capital, más se desarrolla la opulencia y la miseria, el desarrollo despilfarrador y la carencia de lo más elemental,... Y más indispensable se hacen los controles, los policías, los tribunales, las cárceles. Entre las noticias de actualidad, no podemos dejar de subrayar algunos elementos notables del capital y del Estado, tanto por el hecho de ser confirmaciones evidentes de que todo lo que promete el capital es más represión y barbarie, como porque constituyen progresos sensibles en los mecanismos generales de represión.
¡Y sin embargo las noticias en ese sentido se repiten!
Así, según la agencia Ansa: "El estado de Alabama, restableció el uso de cadenas para los detenidos desenpolvando un método que dejó de utilizarse hace 30 años (¡solo! NDR) en Estados Unidos" ... "El nuevo comisario de la cárcel, Ron Jones, declaró que 'ver a los presos en cadenas hará reflexionar a los jóvenes y los convencerá que el delito no paga'"
Así antes de que pudiera verse el triste espectáculo de presos encadenados, escoltados por policías y sometidos al trabajo forzado en la televisión de todo el mundo la misma noticia de la agencia Ansa decía que "en las próximas semanas 400 detenidos serán destinados a los trabajos forzados en las rutas y campos fuera de la cárcel, y se repetirá un espectáculo que sólo se vio en los viejos films: escuadras de hombres encadenados entre ellos, en grupos de cinco".
En otro de los Estados de Estados Unidos, en ese mismo momento (febrero - abril de 1995), se producía una viva polémica acerca de la necesidad o no de castrar a los responsables de "graves delitos sexuales".
Así la agencia Ansa decía en un cable internacional del 29 de marzo de 1995: "Una propuesta de castrar a los culpables de graves delitos sexuales está provocando una encendida polémica aun antes de convertirse en ley en el estado de Texas. El proyecto de ley, aprobado por amplia mayoría por el Senado del Estado, ofrece al detenido la elección entre la castración y la cárcel..."
Y aunque el senador demócrata Royce West se indignara diciendo que eso es una barbarie y declarara: "¿cuál será ahora el próximo paso? ¿cortar la mano a los ladrones?", nosotros decimos ¿y porqué no? ¿acaso no existen "otros Estados" apoyados por esos mismos capitales que hacen exactamente eso? ¿acaso los torturadores y asesinos a sueldo de la policía de medio planeta no reciben instrucciones de los mismos policías que los republicanos y los demócratas de Estados Unidos aplauden? y ¿acaso el Estado que corta manos en otros puntos del globo no es en última instancia el mismo que el que hoy quiere cortar huevos y pitos en los Estados Unidos?.
Oigamos la argumentación de los republicanos de Tejas. El que habla es el senador republicano Teel Bivins y se refiere a los que a su juicio deben ser castrados: "Esta gente es a menudo víctima de instintos incontrolables, muchos de ellos han pedido por su propia iniciativa someterse a una intervención quirúrgica para poner fin a sus apetitos y poder vivir una vida normal."
¡"Vida normal"...! ¡"Vida normal"...!
El único comentario que podemos hacer es nuestro más fervoroso deseo de que pronto el proletariado en plena plaza pública lo haga vivir ese tipo de "vida normal" a ese sujeto.
Pero sigamos con su argumentación. El Sr. Bivins sostiene que la propuesta efectuada dejará la libertad de elección al delincuente acerca de la castración o no: "la decisión de amputación de los testículos, sería del todo voluntaria". Como siempre detrás de la libertad de elección está el garrote y en este caso además el chantaje. Por supuesto que el proletariado revolucionario no chantajeará a este señor, pero tampoco le dará "el derecho de elegir".
El Sr. Bivins agrega que ha "evaluado con atención los estudios sobre la castración en algunos países europeos (¡modelo democrático obliga! NDR), los cuales sugieren que la eviración reduce enormemente las probabilidades de repetir los delitos sexuales".
Hay que tener en cuenta que ese proyecto de ley ya fue aprobado por el Senado, lo que está mostrando hasta que punto ese tipo de manera de pensar y de actuar supuestamente de la Edad Media, vuelve a ponerse de moda y corresponde a formas cada vez más modernas y necesarias de opresión Estatal y no solo característica de la barbarie de los "Estados Islámicos".
La agencia Ansa concluía la noticia señalando que para que ese proyecto adquiera fuerza de ley tiene que ser aprobado por la Cámara Baja de Texas y después obtener la firma del gobernador...
Aunque a muchos progresistas puede molestar, nosotros no tenemos reparos en afirmar que este es un gran progreso del capital, del control de la vida por parte del Estado, un desarrollo impresionante de los mecanismos de opresión con que cuenta nuestro enemigo.
"Los promotores del proyecto estiman que se trata del instrumento más revolucionario al servicio de la policía (sic) desde la introducción de las huellas digitales hace casi un siglo."(3) Y "el ministro del interior Michael Howard se felicitó por esta novedad terriblemente excitante que permite a Gran Bretaña encontrarse a la vanguardia del combate contra la criminalidad."
"El fichero... se encuentra en Birmighan, en el centro de Inglaterra y su acceso se encuentra restringido y protegido por importantes medidas de seguridad. El mismo, registra la fórmula ADN de personas que ya han sido condenadas o simplemente interrogadas en el cuadro de una investigación, gracias al análisis de un cabello o de la saliva."
"Desde el año pasado, la ley permite efectuar ese tipo de extracción de todo sospechoso, incluso sin su acuerdo. El objetivo de la policía es el de fichar a 135.000 británicos en el primer año, prioritariamente en el caso de asesinatos y de robos cometidos con violencia. En un determinado plazo se espera acumular la información acerca de 5.000.000 de personas, es decir el 10 por ciento de la población. La gestión de ese fichero movilizará a 60 investigadores y científicos full time."
La información periodística nos señala que bastarán 7 días para comparar los datos del fichero a los recogidos en el lugar de un delito y establecer quien lo cometió (si el autor está ya fichado) con un margen de error inferior a uno en varios millones y que el costo de dicha operación, de análisis de la muestra y confrontación con el fichero será sumamente módico: unos 65 dólares.
Por supuesto que todo esto se viene a agregar a otros grandes avances recientes en este mundo que está dejando chica a las más siniestras profecías orwelianas. Citemos otros dos grandes avances del Estado de Gran Bretaña:
Y continúa "Le Soir": "Ese fichaje está previsto por el decreto real que fija las misiones del INC. El sistema informático fue instalado recientemente y hace más o menos un mes se comenzaron a introducir los datos que resultaron de las pesquisas genéticas provenientes de diferentes laboratorios autorizados"...Las huellas (genéticas) son obtenidas por el análisis genético de una gota de sangre, de esperma o de un tejido humano (piel, cabello). Ellas permiten determinar una estampa genética específica a cada individuo y parcialmente similar a la de sus padres. La técnica de las huellas genéticas se utiliza seguido en el caso de asesinatos o de violaciones, cuando es posible extraer un poco de esperma o de sangre del supuesto autor de los hechos. Las muestras tratadas permitirán, gracias al fichero, hacer eventuales aproximaciones entre otros asuntos en donde la culpabilidad del autor ya había sido establecida. Pero solo un magistrado -director del fichero- podrá establecer la relación entre una huella y una persona. (¡otra vez nos dicen que podemos dormir tranquilos, que estamos protegidos por la ley! NDR) Esta precaución está inspirada por la ley del 8 de diciembre de 1992 acerca de la protección de la vida privada. La misma autoriza la constitución de ficheros (el individuo no es propietario de los datos que le conciernen y no puede oponerse), pero ella impone límites en cuanto a los ficheros que permiten la identificación de las personas... pero la ley es más permisiva cuando se trata de misiones de la policía judicial o de la policía administrativa." (¡de lo que tampoco podemos extrañarnos! NDR)
Y como si todo eso fuera poco en ese mismo día el periódico Le Soir nos informa que no solo se interesan en ese fichero los jueces y la policía sino también los patrones: "Si la genética puede revelarse útil para los jueces, es probable que pronto sea explotada... por los empleadores. Investigadores de la escuela de sociología de la Université Libre de Bruxelles comenzaron un estudio para conocer las opiniones del patronato y de los sindicatos al respecto... ¿Los empleadores rechazarán pronto los Curriculum Vitae de los candidatos que no adjuntan un certificado médico perfecto?"
Se nos dirá que no es la ciencia que está mal, sino la utilización que de ella se hace para oprimir, que la culpa no la tiene la genética del empleo policial de la misma. Este punto de vista común, a todo el progresismo, tanto a la derecha burguesa como al stalinismo, al trotskismo y en general a la socialdemocracia, es una aplicación particular de una concepción mucho más general que considera a las fuerzas productivas como neutras y que estarán al servicio de la barbarie o de la humanidad en función de quien y como la utilice. Lo que se olvida en toda esta concepción es que quien concibe las fuerzas productivas es el capital, que quien decide lo que la ciencia investiga y produce es la tasa de ganancia, que quien manda en la genética o en la ciencia no es la neutralidad investigativa sino el mercado, que quien dirige los laboratorios e ilumina los científicos es el dinero constante y sonante, que quien tiene la última palabra en la concepción de lo que se investiga y lo que no, es el financiamiento y por lo tanto los aparatos centrales del Estado. El círculo se cierra, no es solo que la policía utiliza la ciencia, sino que la ciencia desde su punto de partida a su meta final está concebida como un asunto de Estado, como un servicio de la policía.
Y a propósito de esos servicios de policía, cuando cerrábamos este subrayado nos vino otra noticia importante acerca de los progresos del Estado.
Como no alcanzan las balas se utiliza el progresismo, pero también las mafias de las drogas, las sectas religiosas, los nuevos servicios sociales y muchas novedades más.... En todos los barrios de Caracas luego de la ola de luchas del 89 se instalaron comisarías y centros de asistencia para controlar a la población, para detectar y canalizar todo foco de rebelión y en general para que la población se acostumbrara a convivir con ellos. En todas partes del mundo se fichan a los niños desde las escuelas y guarderías y actúan en ellas diferentes tipos de asistentes sociales, que en realidad hacen una función de investigación y en general de agente de prevención y policial. Últimamente, hemos ido sabiendo que en varios países de América Latina y no Latina (pero suponemos que en los otros continentes también) los organismos humanitarios tan preocupados por la salud como de costumbre, en las policlínicas que instalaban o que regenteaban, repartían gratuitamente Valium y otros tranquilizante derivados del Diacepán. Más aun, que en algunas villas miserias y chabolas el porcentaje de dependientes de esas drogas duras era superior a la mitad... y algunos compañeros habitantes en las mismas consideraban que ese era el principal componente del mantenimiento de la pasividad general.
Pero siguen progresando. Ahora ya no alcanza con ello. En Estados Unidos se prepara una legislación que hará obligatorio el uso de neurolépticos (4) para los "sin techo".
Concretamente el Senador de Estados Unidos Nancy Kassebaum elegido por el Estado de Kansas y Presidente del Comité de Trabajo y Recursos Humanos del Senado ha elaborado un proyecto de ley que según nos informa David Oaks (5) "propone aplicarle el estatuto de los IOC ("Involuntary Outpatient Commitment") a los sin casa (homeless)". Dicho informe nos explica a continuación que los IOC son pacientes psiquiátricos, autorizados a salir del hospital psiquiátrico (¡porque tampoco los Hospitales psiquiátricos dan abasto!) pero obligados a presentarse y recibir inyecciones de neurolépticos que los mantiene permanentemente drogados.
"Los IOC existen actualmente en más de la mitad de los Estados Unidos y se trata de personas que viven afuera, en su comunidad, que no violan ninguna ley, ni causan disturbios contra nadie, pero que deben presentarse regularmente en su comunidad mental de salud para recibir inyecciones de drogas neurolépticas de larga acción como Haldol o Prolixin. Y es muy simple si se rechaza el tratamiento químico, los encierran. El efecto de esta "inyección depósito" te golpea la cabeza durante semanas... Cuando tu nombre salta en el computador y no te presentas a la inyección, un equipo móvil especializado en el tratamiento agresivo es enviado a tu búsqueda y cuando te agarra te da la inyección en donde sea. En la calle a estos cretinos se los conoce con el nombre de "envenenadores sobre ruedas". El fundamentalismo farmacéutico se ha embarcado en una verdadera cruzada química para inyectarnos por la fuerza -especialmente a los americanos sin casa- poderosas neurotoxinas, algunas veces de por vida, dilapidando millones de impuestos pagados para crear personas dependientes... nuestro país está al borde de aceptar un Nuevo Mundo Maravilloso gracias a una "solución final" de la pobreza."
Ese mismo organismo (DENDRITE) denuncia un conjunto de "efectos secundarios" de la inyección de tales drogas:
a) Así nos informa que esos neurolépticos pueden matar porque uno de sus efectos principales es impedir salir el calor del cuerpo. Más aun, tal vez en esto esté parte de la explicación de la gente que según dice la prensa "muere de calor". En efecto, últimamente cada vez que hay una ola de calor los hospitales se llenan y hay muchos muertos frente a lo cual se da como única explicación que es por el calor! La razón principal debe ser sin duda la contaminación ambiental que justamente en un momento en donde no hay precipitaciones, ni circulación de viento y gran emisión de CO 2 es mucho más grave y se produce una fuerte concentración de ozono que perjudica principalmente a las personas con problemas respiratorios (asmas, alergias) (6). Pero no dudamos de que el uso de neurolépticos sea otro factor de muerte escondido detrás de los que mueren por ¿¡el calor!? (¡realmente pretenden que creamos cualquier cosa!). Davis Oaks dice refiriéndose a la última ola de calor: "El siguiente item apareció en los periódicos de hoy, 19 de julio, vía la Associated Press de Chicago, acerca de la ola de calor que sacudió la mayoría de los Estados Unidos "En Milwaukee, se dijo oficialmente que el calor causó o contribuyó a producir 60 muertes. El Examinador Médico Jeffrey Jentzen (entendemos que fue él quien practicó el examen medical de los muertos "por calor" NDR) declaró que más o menos 18 de entre ellos estaban tomando drogas anti-psicóticas que bloquean la capacidad del cuerpo para expulsar el calor". Antes de ver esto, precisamente ayer, yo había enviado algunas cartas dando 7 argumentos contra la posición de forzar a los pacientes exteriores de psiquiatría (Involuntary Outpatient Commitment o IOC) a recibir esa droga. El primero de esos argumentos era que durante las olas de calor, el darles por la fuerza neurolépticos podía matarlos..."
b) "Los neurolépticos pueden matar y causar lesiones de muchas otras formas... como los ataques cardíacos o puede producir lesiones cerebrales en los pacientes que lo utilizan a largo plazo, incluido la contracción del cerebro que es de tal magnitud que actualmente puede medirse..."
c) Está además suficientemente establecido por diferentes experiencias que "en el largo plazo, los neurolépticos pueden producir el efecto opuesto al que se busca".
d) Algunas asociaciones de "sobrevivientes" a esas drogas y de resistencia contra ese tipo de despotismo psiquiátrico utilizan la palabra "tortura" para designar la "inyección forzada de neurolépticos" ... "Los que se resisten a esas inyecciones describen sus efectos como parecidos a la lobotomía e irónicamente, las áreas del cerebro afectadas por esas drogas son algunos de los lóbulos frontales afectadas por la lobotomía."
Uno de los focos de agitación proletaria se organizó entorno a los obreros del sector petrolero; sector vital para la economía nacional. Nigeria es el quinto productor de la OPEP, su producción es equivalente a la de Kuwait. Los obreros del petróleo, que cuentan con una gran experiencia de lucha que se manifiesta regularmente a través de huelgas y sabotajes de la producción en el delta de Nigeria (la principal concentración de pozos, refinerías, terminales petroleros y de gas en la región), llevaron adelante un potente movimiento huelguístico que conmovió a toda la economía nacional y repercutió sobre la marcha de la economía internacional.
Este movimiento, que se dio en un país definido por la ideología dominante como "Subdesarrollado" (con toda la connotación racista y progresista que la expresión contiene y que va hasta negar la existencia de proletarios en esas regiones), fue una reacción importantísima de nuestra clase contra las agresiones que sufre. Las repercusiones de esta lucha se sintieron a nivel mundial: el precio del barril del petróleo aumentó vertiginosamente bajo la presión de la parálisis de las refinerías nigerianas y del paro de las exportaciones.
Esta lucha, se da en una coyuntura que la burguesía internacional consideraba como favorable. Se hablaba de "la salida del túnel", se decía "estamos llegando al fin de la recesión" y se publicaban cifras en las que se anunciaba un "aumento de la actividad industrial" por supuesto basado en la imposición de una austeridad generalizada contra el proletariado. En ese preciso momento en que los ideólogos burgueses creían haber enterrado para siempre al proletariado; éste resurgía potentemente, también en el corazón mismo de Africa, y se afirmaba a través de su lucha.
Aprovechamos la ocasión para saludar a nuestros hermanos proletarios en Nigeria y para observar, de paso, como las ideologías eurocentristas, que se obstinan en negar el carácter proletario de estas luchas, caen en el ridículo más espectacular. Frente a la tesis burguesa desarrolladas por grupos autoproclamados "internacionalistas" que denigran la lucha de los obreros cuando la misma no se sitúa en los "países centrales industrializados"; frente a esta tesis racista y nacionalista que solo concibe al proletariado como "blanco", "europeo", y hasta parisino; frente a esta visión eurocentrista que no es más que la negación en acto del internacionalismo proletario, la acción anti-capitalista en Nigeria reafirma con fuerza y en la práctica la universalidad de las condiciones de existencia y de lucha del proletariado mundial. En Nigeria, como en cualquier rincón de este planeta, nuestra práctica, para imponer nuestras necesidades de clase, es idéntica: huelgas, revueltas y tentativas de organización de la lucha.
Cada vez que el proletariado actúa como clase y que a través de la acción directa intenta afirmarse como fuerza autónoma, la burguesía cubre las luchas primero con el silencio total y el ocultamiento sistemático: ni siquiera se habla de lo que pasa en el país concernido. Luego, en un segundo tiempo son presentadas como lo que no son, por ejemplo, "luchas para una mejor democracia"... La insurrección proletaria en Irak en marzo 1991 es un ejemplo edificante de lo que la burguesía es capaz de hacer en materia de mentira organizada (2).
De todas maneras, lo que es cierto es que el proletariado en Nigeria no ha respetado las reglas del juego de la "alternancia democrática", sino que opuso a la perspectiva que la burguesía proponía para justificar su democracia: militares versus civiles, la de la lucha clase contra clase.
La historia de nuestra clase en Nigeria, como en todos lados, esta marcada de numerosas luchas, muchas veces sangrientas, por la defensa de sus intereses inmediatos (y por ello históricos) contra los sacrificios impuestos por la burguesía mundial. Antes de evocar el movimiento actual resulta imprescindible referirnos brevemente a algunas luchas que le antecedieron.
La reacción proletaria fue tal que el FMI tuvo que manifestar su reticencia a continuar otorgando prestamos si no se daban "mejoras rápidas". En otros términos, el Estado mundial da carta blanca y exige a sus lacayos locales que aplasten toda resistencia a la aplicación de las medidas. En situación de paz social inestable como esas, las diferentes fracciones burguesas buscan la más adecuada para hacer pasar la píldora de la austeridad; en el caso que nos ocupa fueron los militares los designados para llevar adelante esta tarea. "¿Cómo un gobierno civil podría aplicar en estas condiciones las medidas de austeridad indispensables a la ejecución del plan de ajustes estructurales?" escribía la prensa en esos momentos.
En 1988 en respuesta a los clásicos aumentos del precio de los carburantes aconsejados por el Fondo, se producen diferentes revueltas principalmente en Jos y en Sokoto. Estas revueltas fueron solo las premisas de las que vendrían después. En mayo y junio 1989, varias ciudades como Lagos, Ibadan, Benin City y Port Harcourt, se levantaron contra los planes del FMI; en los enfrentamientos entre los proletarios combativos y la policía se contó entre cien y doscientos muertos. "El ejército abrió fuego para impedir una generalización de los enfrentamientos y del cuestionamiento que estos podían hacer de la política de ajuste estructural..." declara abiertamente un diario burgués. Muchos testimonios declaran que entre los soldados se da un ambiente propicio a la fraternización con los proletarios. Temiendo la continuidad de los enfrentamientos la burguesía, no se atrevió a aumentar el precio de las tarifas públicas y a bajar las subsidios de los productos de base, como estaba previsto.
En abril 1991 estallan nuevos enfrentamientos en el Norte, en Kano, Katsina y Bauchi, y nuevamente en Lagos. Y como siempre para impedir que esta lucha se asocie a otros momentos y con otros lugares, la burguesía impulsará el desarrollo de las polarizaciones inter-étnicas intentando así, en base al micro nacionalismo resultante, dividir a los proletarios y atomizar su lucha. Todos los medios de información se ponen en movimiento para parcializar, para dividir al proletariado en categorías específicas que contienen, cada una, una cosa particular para defender; se trata por todos los medios de liquidar al proletariado en un mosaico de especificidades religiosas, étnicas, políticas,... lo único que se ve es "musulmanes en el norte", "cristianos en el sur", "partidarios de los militares en las llanuras elevadas", "partidarios de la alternancia democrática a lo largo de las costas". ¡Que engaño!
Pero en el norte como en el sur, en el este como en el oeste, los intereses antagónicos que conducen a los proletariados a luchar contra su enemigo, son los mismos y esta realidad es mucha más clara en los momentos cruciales de la lucha (4). Un ejemplo de esto se dio a fines de mayo 1993, cuando el emir de Kano (un gran centro industrial del norte, "musulmán" ¡cómo afirman con mucho gusto los periodistas!) fue lapidado por los proletarios de un barrio pobre durante la sacro santa procesión del Sallah o Fiesta del sacrificio. Indudablemente esto relativiza todas las fábulas a propósito de la religiosidad de los proletarios de la región y los intereses pretendidamente diferentes que de ello emanarían.
En mayo 1992, en el mismo momento en que los proletarios ocupan las calles de Los Angeles en Estados Unidos, resurgen nuevas revueltas proletarias por todos partes en Nigeria: Lagos, Ibadan, Kaduna, Port Harcourt, Benin City, Abuja,... El motivo inmediato: una devaluación de 70% de la moneda nigeriana y una gran escasez de carburantes que provoca un aumento importante en los precios de los transportes públicos. Con mucha dificultad los sindicatos logran imponer el orden luego de muchos días de enfrentamientos y con la ayuda de las fuerzas represivas del ejército.
Fue en este contexto de inestabilidad social creciente, que la burguesía sacará de su manga el viejo comodín: organiza elecciones presidenciales, el 12 de junio 1993. Se organizará un gran espectáculo que opondrá al candidato militar, general Babandiga, el civil multimillonario Moshod Abiola, candidato del "Partido Social-Demócrata". Este último, para juntar un máximo de votos en los barrios proletarios de las grandes ciudades, lanza una campaña electoral centrada en el tema demagógico y populista de "Adiós a la pobreza" Y ¿porqué no hagámosnos todos millonarios?. ¡Como si la burguesía nos pudiera ofrecer otra cosa diferente que miseria y más miseria!
Estas elecciones fueron un fracaso estrepitoso para todas las fracciones burguesas. En las concentraciones organizadas para apoyar a la fracción militar en Kano, Kaduna o Katsina (región que fue tradicionalmente uno de los feudos de esta fracción) la afluencia es decepcionante. El 23 de junio, los militares anulan las elecciones y publican un comunicado que justifica la anulación del "proceso democrático", diciendo explícitamente que el golpe es para "evitar que el sistema legal y judicial del país sea ridiculizado". Los civiles declaran escandalizados que se trata de una "confiscación del proceso democrático". En realidad la anulación de las elecciones no es más que la continuidad lógica de la no publicación de los resultados oficiales, pues de lo que se trataba era de elecciones que no expresaban un verdadero resultado: solamente 30% de la población fue a votar. La tasa de abstención alcanzó el 70%, lo que es siempre relativamente significativo desde nuestro punto de vista pues expresa, aunque solo sea de manera muy pasiva, un cierto rechazo del proletariado a colaborar con los cambios en la gestión de su explotación. Lo que busca el proletariado es la transformación profunda de sus condiciones de vida y en su interior "sabe" de alguna manera que ello no cambiará con elecciones aunque la izquierda de la burguesía intente hacerle creer lo contrario. Y en efecto, su vida es un infierno permanentemente alimentado por la obligación de trabajar para sobrevivir, de hacerse explotar, una negación de la vida humana, y sin lugar a dudas no es a través de las elecciones que cambiará su situación.
Cuando la burguesía habla de "proceso democrático" y reivindica las elecciones libres, el respeto de los derechos democráticos, la libertad de prensa,... de lo que se trata es de un simple cambio de forma de gobierno que no cuestiona ni la explotación ni tampoco la situación de los proletarios. En Nigeria de lo que se trataba era de cambiar un régimen de tipo bonapartista por uno de tipo parlamentario. La democracia, como ya lo hemos afirmado incansablemente, es la expresión de una realidad mercantil que pretende negar la existencia de proletarios y burgueses en las categorías compradores y vendedores, por ello una determinación profunda de la democracia es la de alistar a los proletarios (negados como clase) y transformarlos en ciudadanos responsables (es decir silenciosos y embrutecidos por el discurso de los que explotan) sea por la fuerza... o por el voto. El voto mismo no expresa más que la docilidad con respecto al sistema de explotación del proletariado. Lo crucial, para la burguesía, es que cada ciudadano participe en las elecciones y se transforme, por ello, en dependiente de su voto: si no está contento solo le queda esperar las nuevas elecciones para escoger un mejor gestor, un nuevo gobernante, un nuevo verdugo. El juego parlamentario solo puede funcionar con la participación de una mayoría de proletarios individualizados (negados como clase), solo la creencia y la participación del pueblo (negación efectiva de las clases) puede legitimar el carnaval electoral.
Cuando, como en el caso de Nigeria, se expresa un rechazo general a ese carnaval electoral, a la burguesía como clase se le está planteando un problema para asegurar su dominación, y resulta imperativo que una fracción de ella, sea sindicalista, militar, religiosa u otra, asuma la tarea de dirigir la contraofensiva. Al Capital le es indiferente que sus administradores gubernamentales sean civiles o militares, laicos o religiosos, de izquierda o de derecha, lo que le importa es que sus imperativos sean realizados. Evidentemente, cada forma de gobierno (parlamentario o bonapartista) tiene sus ventajas y sus inconvenientes y jamás son únicamente civiles o militares. Los gobiernos más bien parlamentarios (asimilados a gobiernos civiles) no tienen ninguna dificultad en imponer medidas de austeridad, organizar golpes de estado; asimismo los gobiernos más bien bonapartistas (asimilados a gobiernos militares) se disponen a jugar el juego del voto cuando esto les facilita la tarea. Todo depende del margen de maniobra del que dispone la fracción dirigente, margen que depende de la situación social.
Así podemos observar que estas formas de gobierno se alternan: cuando una pierde su credibilidad la otra la reemplaza y viceversa; pero sea cual fuese la forma que toma un gobierno es siempre la necesidad de gestión del Capital que determina la elección y ello, a pesar de que sea la correlación de fuerzas entre las clases la que impone en última instancia a la burguesía tal o cual forma de gobierno. "La anulación del proceso democrático", como lo evoca el comunicado de los generales nigerianos, expresa solamente el pasaje de una forma de gobierno a otra. La reivindicación de los civiles de continuar "el proceso democrático" manifiesta la necesidad de colocar un nuevo "fusible" que saltará en caso de que los militares no logren controlar la situación, impidiendo que se queme toda la "instalación".
Y esto fue lo que precisamente sucedió a fines de junio de 1993 cuando la agitación ganó nuevamente terreno. El movimiento se desarrolla a partir de las ciudades del sud-oeste, donde los proletarios comienzan a ocupar la calle y levantar barricadas. En Ibadan, proletariosatacan la prisión y liberan varias centenas de detenidos. En Lagos, devastan el local de los sindicatos en protesta contra la anulación de la huelga general.
Del 5 al 7 de julio 1993, en el mismo momento en que Abiola y su banda se autoproclaman victoriosos de las elecciones y llaman al pueblo para que le otorgue su confianza, el proletariado toma la calle, los enfrentamientos con las fuerzas del orden y las expropiaciones se generalizan. En Lagos, el gobierno se muestra incapaz de parar la revuelta; los proletarios en lucha recorren los barrios de la ciudad manifestando, llamando a la lucha y al mismo tiempo atacando la propiedad privada y expropiando lo que necesitan. Masas compactas de proletarios bajan de los suburbios al centro de la ciudad, erigen barricadas, incendian autos, y atacan al Banco central de Nigeria y a muchos supermercados. La policía retrocede dejando varios muertos en las calles. Los insurrectos logran controlar las principales arterias de la ciudad y los puentes. Atacan convoyes militares para procurarse armas e incendian los vehículos del ejército. En el ejército mismo, como en 1989 "estallan múltiples disensiones", según afirman los diarios. No podemos afirmar con certeza si se trataba de motines, de actos de derrotismo revolucionario o de nuevas polarizaciones interburguesas, porque no disponemos de información al respecto, pero lo que si podemos decir es que detrás de estas "disensiones" se encuentra como motor la contradicción social.
En las semanas siguientes a este enfrentamiento, los civiles y los militares negocian en vistas de formar un gobierno de unión nacional. Sin embargo, la fracción militar no cree que los civiles sean capaces de controlar la situación social. Durante todo el mes de agosto, la fracción civil y los sindicatos tratarán de mostrar lo contrario. La agitación continúa y los obreros de la industria de petróleo declaran huelga tras huelga, sobretodo en las refinerías de Port Harcourt. El movimento se extiende también a la de Kaduna. A fines de Agosto, luego de 8 años de buenos y leales servicios, el general Babangida en un gesto de apaciguamiento y pacificación social cede el lugar a un gobierno civil.
Uno de los problemas al que se encuentran confrontados los gestores del capital durante estas huelgas es, evidentemente, el de mantener los beneficios que se saca de la explotación de los obreros del petróleo. Ahora bien, la lucha de clases en el sector al paralizar la producción ocasionó una perturbación general en los circuitos de aprovisionamiento de carburante, que produjo efectos negativos en otros sectores de la economía. Además el gobierno, para evitar las explosiones sociales, provocadas por un aumento de precios de todos los artículos ocasionado por un aumento del precio del combustible, llegó a subvencionar hasta en 95% la gasolina. De esa manera la gasolina se vendía en las estaciones a 0,70 naira, es decir a unos 3 centésimos de dolar por litro. Pero como en los países fronterizos el carburante se vende a precios que van desde medio dolar a casi 80 centavos, es decir unas 17 a 26 veces más caro, una parte muy importante de la producción nacional se vende afuera, lo que a su vez agrava la escasez y empuja a un importante aumento en el precio interno. La burguesía explica los aumentos de precio por fenómenos de corrupción o por otros justificativos, cuando la realidad del problema es el como ajustar la alza de precios de los carburantes sin provocar una explosión social (5).
En noviembre del 93, el gobierno civil decide una nueva alza del precio del carburante de 700% a 900%. El proletariado se pone en pie de lucha y decreta la huelga general. Como no tienen más remedio, los sindicatos se suben en el tren en marcha plegándose a la huelga. Las grandes ciudades industriales, como Lagos, Ibadan, Abuja, se paralizan completamente. En los alrededores de Lagos se dan enfrentamientos violentos entre los proletarios de un lado y la policía y el ejército del otro... El gobierno civil reconoce su incapacidad a encuadrar la agitación social y se ve obligado a renunciar. Los militares, bajo la dirección del general Sanni Abacha, toman una vez más la situación en manos. Preocupados con la perspectiva de una importante extensión de las luchas, deciden reaccionar rápidamente por la fuerza para aplastar la huelga: "el país no puede enfrentar por mucho tiempo la dislocación y la destrucción de su economía" declaran los militares. Solo unos pocos meses había durado la tentativa civil de apaciguar la revuelta proletaria y el fracaso, a pesar de todos los esfuerzos de los sindicatos y los "civiles" era notorio.
En diciembre de 93 se llega a una situación en la que los "militares" parecían, al fin, haber logrado afixiar toda reivindicación y la lucha de los proletarios parecía ahogada bajo la feroz represión del nuevo gobierno.
Esas luchas se manifiestan, según la información que tenemos, desde principios del mes de junio cuando estallan motines en los barrios obreros de Lagos. Otra vez se erigen barricadas y los principales ejes de comunicación de la región son saboteados bloqueándose toda libre circulación de mercancías. En este momento de la correlación de fuerzas, la burguesía intenta otra vez de hacer jugar su vieja carta de "alternancia democrática".
A mediados de junio, "la oposición democrática" organiza una campaña llamando a "los ciudadanos responsables contra el régimen militar", para que peleen para que el siempre multimillonario Abiola ocupe nuevamente el sillón presidencial. También organiza una semana de "desobediencia civil" que culmina con las jornadas "ciudades-muertas", caricaturas de las "jornadas de barricadas" (¡sic!), y otras "jornadas de ruegos". Pero, en Nigeria como en Zaire u otras regiones de Africa, esas tentativas de movilización organizadas por la fracción burguesa en la oposición no tienen un gran eco y no lo tuvieron entonces.
A partir del 4 de julio 1994, el movimiento de huelga se extiende con la nueva entrada en escena, de los obreros del petróleo que para defender sus intereses, desarrollan el enfrentamiento social en todo el país y a todos los niveles de la producción. El Estado se estructura, en este sector, en torno de los poderosos sindicatos, verdaderas piedras angulares de la contrarrevolución: el NUPENG ("Sindicato de los trabajadores del petróleo y del gas natural") y el PENGASSAN ("Sindicato de los cuadros de la industria petrolera"). Los sindicatos, muy preocupados por evitar la pérdida de control de los proletarios que se organizan autónomamente, se encuentran obligados a abandonar la presión e intentar encuadrar la lucha llamando a una "huelga ilimitada", que de todas maneras se perfilaba como inevitable. Así, el 12 de julio la NLC ("Nigerian Labour Congress"), la central sindical más importante, reconoce la huelga general. Los sindicatos, para no perder el control de las luchas se integran en la huelga y toman la dirección. Desde esta óptica es mucho más fácil sabotear la generalización de la lucha; así hicieron todo lo posible por conducir la oposición de clase del terreno social en la que se situaba (reivindicaciones salariales, lucha contra la miseria, el desempleo,...) al terreno estrictamente político, al del reemplazamiento de una fracción burguesa, los militares, por otra, los civiles. A pesar de todos los esfuerzos que desplegó el sindicato, la huelga paraliza toda la actividad productiva en Lagos y otras ciudades de gran concentración proletaria. Paralelamente la represión se acrecienta por todos lados. Mientras que los obreros del centro petroquímico de Warri enfrentan el lock-out, la penuria de carburante paraliza todo el país.
El 18 de julio la revuelta proletaria sigue afirmándose y extendiendo. Los habitantes de los suburbios y barrios marginales de Lagos e Ibadan, salen a las calles en pie de lucha. Se producen grandes y sangrientas jornadas de enfrentamientos. Entre los 20 muertos que se reconocerán oficialmente, el régimen llorará muchos policías que fueron exterminados a palos por los manifestantes. En Port Harcourt, como ya dijimos, una de las más grandes refinerías del país, las consecuencias de las huelgas son tales que el ministro del petróleo afirma que serán necesarios muchos meses para solucionar los "problemas técnicos provocados".
El 21 de julio, el llamado de volver al trabajo, lanzado por los sindicatos recibe una sola respuesta: la multiplicación de las huelgas y manifestaciones. El 26 de julio, se producen nuevos enfrentamientos en Lagos, los huelguistas imponen por la fuerza el paro general de la producción y el comercio. El proletariado no solo responde a la violencia de arriba con la violencia de abajo sino que ataca abiertamente a la propiedad privada, se producen saqueos en los centros comerciales intentando así asegurar el abastecimiento más elemental. Al finalizar el mes, los sindicatos previenen a las compañías petroleras advirtiéndoles de los riesgos de sabotajes que se corren si los patrones continúan empleando a amarillos para quebrar la huelga. En muchos casos y como corresponden, los huelguistas le romperán la jeta o le darán terribles golpizas a estos amarillos (compuestos principalmente de obreros jubilados y expatriados entre los que se encontraban ingenieros europeos y americanos). Los sindicatos declaran públicamente que no controlan a "sus bases".
A principios de agosto (siempre del 94), después de un mes de huelga y enfrentamientos, la burguesía mundial comienza a inquietarse por el aumento del precio del barril de petróleo en el mercado mundial. Otra vez más, es la persistencia de los enfrentamientos sociales que impone al Estado, vía los sindicatos, la necesidad de medidas para conducir los ataques violentos de los proletarios hacia reivindicaciones negociables. El 3 de agosto la NLC decreta una nueva "huelga general" e intenta conducir el movimiento proletario a un cuestionamiento razonable que tenga en cuenta los intereses de la nación. Pero otra vez grupos de proletarios organizados van más allá de esta "huelga general", que no era más que una farsa, un simple paro sindicalista y la transforman en un verdadero enfrentamiento social: incendios, saqueos y barricadas en diversos barrios obreros del norte de Lagos,... Ya la víspera, en los mismos barrios, grupos de "jóvenes vagabundos" (dice la prensa) expropiaron y repartieron el contenido de camiones que llevaban alimentos. Mientras los periódicos hablan de pillajes y un reparto desordenado "entre los que pasaban por las calles" nosotros reconocemos en tales actos un principio elemental y primario de la expropiación general y el reparto según las necesidades que porta en sí el proletariado revolucionario.
Los sindicatos, constatando que su "huelga" se transformaba en huelga enserio, deciden poner fin al paro y llaman para que se vuelva al trabajo. Este llamado, como los anteriores, es desconocido por el proletariado que sigue en pie de lucha.
Todo ese accionar proletario proporcionó como es lógico, un serio golpe a la economía nacional. En Lagos los cortes de electricidad, son cada vez más frecuentes, los transportes públicos casi no funcionan, y las centrales eléctricas se encuentran paralizadas por falta de carburante. El 5 de agosto, las refinerías de Port Harcourt tienen que cerrar de nuevo por la huelga. El 8 de agosto la compañía Shell anuncia la suspensión "hasta nueva orden" de sus exportaciones de bruto como consecuencia de los destrozos causados "en el contexto de la huelga" en un importante oleoducto.
El gobierno, para imponer la vuelta al trabajo, se ve obligado a purificar sus propias estructuras. El 17 de agosto disuelve los tres principales sindicatos que se mostraron incapaces de controlar y dirigir razonablemente a los proletarios. Esta medida, por más espectacular que sea, no es más que una sanción simple y temporal que será anulada una vez que la situación social lo permita; su función no es más que la de intentar credibilizar, mejorar la imagen ya demasiado deteriorada de los sindicatos.
Simultáneamente, la burguesía endurece su tono y amenaza: "cada nuevo acto de vandalismo contra las instalaciones estratégicas del país será rápida y firmemente reprimida". Con estas amenazas la burguesía no solo confiesa encontrarse en peligro sino también la necesidad de pasar a la ofensiva. Unas horas más tarde, cuando se manifiesta en Kaduna (gran centro comercial del norte) y Benin-City, se dan enfrentamientos violentos que contraponen a huelguistas y al ejército que había sido desplegado hacia los lugares estratégicos de la ciudad. La Shell anuncia el cierre de su terminal petrolero de Focados (uno de los más importantes) como consecuencia del sabotaje de sus instalaciones...
A pesar de los despidos, del lock-out, de reclutamiento de amarillos, de la represión abierta, los proletarios no vuelven inmediatamente a sus puestos de trabajo, la huelga de los obreros del petróleo, eje de todo el movimiento, continúa. El gobierno necesitará más de dos semanas y media más para llegar a controlar la situación y obligar a los proletarios a plegar el lomo y entrar a trabajar. El 26 de agosto todas las grandes empresas públicas (petróleo, compañía de electricidad, etc) fueron militarizadas; el ejército se encarga de distribuir masivamente el carburante necesario para relanzar la producción, las gasolineras son aprovisionadas por el ejército. El 29 de agosto el ejército ocupa Wari y Port Hacourt. El 5 de setiembre la huelga parece quebrarse, en todo caso el aprovisionamiento de gasolina se hace efectivo (6). Luego de estos acontecimientos no hemos recibido más noticias, salvo que el orden reina y que las medidas represivas se intensificaron todavía más.
Antes que nada, tenemos que constatar otra vez más la falta de informaciones precisas, directas. Solo disponemos de lo que la burguesía ha dejado filtrar a través de sus medios de comunicación, lo que es consecuencia de la trágica ausencia de redes de centralización proletaria internacional e internacionalista.
Nosotros hemos querido, a través de este texto, hacer circular la poca información que tenemos a nuestra disposición a propósito de la lucha que llevan adelante nuestros hermanos de clase en Nigeria, dándoles, por supuesto otra óptica, nuestra óptica. Pero, comprenderá el lector que es muy difícil saber exactamente lo que está sucediendo, cuando nos basamos en informaciones provenientes, de los diarios burgueses y otros medios de comunicación de nuestros enemigos. Al respecto no debe olvidarse que los aspectos organizativos y de continuidad de la lucha, las manifestaciones de violencia proletaria, sus enfrentamientos con los diferentes aparatos del Estado burgués (sindicato, ejército,...)... cuando son difundidas lo son con grandes distorsiones. El periodismo solo puede reproducir el punto de vista limitado, el cortísimo horizonte que le permite la ideología dominante al servicio de la cual él se encuentra. Consecuentemente con este punto de vista no se habla en ninguna parte de la existencia de minorías organizadas, ni se reproducen los textos que expresan rupturas con la democracia o manifestaciones de solidaridad proletaria. Estos hechos no son difundidos simplemente por no corresponder al pestilento y limitado cuadro ideológico democrático propio a los medios de comunicación internacional. Al respecto no debe olvidarse nunca, que lo que se ve desde lejos como espontáneo, como producto de las masas ciegas, es siempre el resultado de la acción de alguna minoría decidida, que cualquiera que haya en serio participado en la lucha de nuestra clase, sabe que hasta la más mínima huelga, asamblea o manifestación requiere un grupo decidido que la lleve adelante y que la espontaneidad que se ve desde afuera y de lejos no es cierta, salvo claro está en el sentido más histórico del termino: que es la sociedad burguesa y sus antagonismos que crean inevitablemente la necesidad de la revuelta proletaria (así como la de la organización de la misma) y no tal o tal idea o consciencia.
En resumidas cuentas, no tenemos ninguna ilusión con respecto a las informaciones que sacamos de nuestros enemigos y debemos reconocer como una expresión de nuestra debilidad manifiesta la casi-inexistencia de estructuras propias a nuestra clase, que a su vez está mostrando la correlación de fuerzas internacionales en favor de la burguesía.
¿Cuáles fueron las formas organizativas que surgieron en estos años de lucha en Nigeria? ¿Cuáles fueron las consignas que lanzó el proletariado y especialmente su vanguardia? ¿Cuáles fueron las lecciones que nuestra clase sacó de su experiencia?... Estas son algunas de las tantas interrogantes a las que no tenemos respuesta.
Por lo dicho anteriormente, aunque actualmente no tengamos elementos para analizar los niveles de ruptura proletaria que se expresaron en esta lucha, especialmente en lo concerniente a la existencia, permanente o no, de minorías organizadas, no dudamos, constatando la agitación social que se mantuvo durante todos estos años, que el proceso en ese sentido debe haber sido muy rico. En efecto sabemos por ejemplo que la acción directa surgió en diferentes momentos y que los actos de sabotaje se dieron regularmente en simbiosis con el desarrollo del movimiento huelguístico, lo que manifiesta la existencia de diferentes y ricos niveles organizativos de nuestra clase y ello pese a que a menudo estos actos permanecen limitados en sus objetivos, en el tiempo y en el espacio.
No dudamos que la represión contra los proletarios fue terrible, sabemos que se le encajó condenas que iban de 10 años a la pena capital a centenas de militantes obreros y todo eso con el objetivo de cerrar el camino que intentarán abrir los más lúcidos militantes que impulsaron las grandes luchas: el balance de la lucha y la constitución de núcleos activos en la organización internacional e internacionalista del proletariado.
También podemos constatar a título de conclusión, que la burguesía, tuvo muchas dificultades para controlar la situación y ello a pesar de utilizar todas las cartas que tiene: sindicatos, tentativas de polarización derecha/izquierda, elecciones, represión abierta, alternancia civil-militar...
Sin embargo, en Nigeria, a diferencia de otras experiencias de enfrentamientos que se dan por todo el mundo, parecería que el movimiento no ha sido destruido. En efecto, el "escenario" de lucha en la mayoría de los otros países, durante estos últimos años ha sido el de proletarios que destruyen, queman, se reapropian de las mercancías, se enfrentan violentamente a los milicos, sabotean,... ocupan las calles, se enfrentan violentamente a todos los aparatos del Estado, sin que la continuidad y la homogeneización de sus acciones, la generalización, se desarrolle. Una vez que la lucha retrocede las manifestaciones de solidaridad y de organización que sobreviven a la interrupción del movimiento son muy pocas.
En efecto en Nigeria, como vimos a través de este texto, todo pareciera mostrar que desde 1988 a la fecha la lucha continúa: todas las tentativas de imponerle al proletariado el camino de la democracia fracasaron y en todos los casos aquel volvió a encontrar el camino de su lucha. Ninguna de las tácticas pareciera lograr liquidar al proletariado, ni las promesas de elecciones libres de los civiles, ni los garrotazos de los militares, ni la combinación de ambas han logrado liquidar la lucha. El proletariado reaccionó en contra de cada gobierno a través de huelgas, sabotajes, reapropiaciones, marcando así, en su ataque sistemático contra todos los aparatos del Estado, una continuidad en su lucha que contrasta con las características generales de las luchas de hoy en día (7).
Esta situación se distingue entonces, en ese sentido, de la situación general en la que constatamos convulsiones sociales que cuestionan al Capital pero que no desarrollan, lamentablemente, una continuidad, lo que hace que las mismas se limiten en el tiempo y en el espacio. Reiterando una vez más, los límites que tiene nuestro análisis dada la falta de información válida podemos decir entonces que la lucha de clases en Nigeria, por su continuidad, pereciera contradecir positivamente las características generales que presenta la lucha de clases a nivel internacional en período actual.
Y contra todos los que todavía albergan ilusiones y gritan que el proletariado ha muerto y que la lucha de clases no existe más, contra todos los que no tienen otra cosa que admirar que su propio ombligo y que consideran a Europa como el centro del mundo, contra todos los que, para dividirnos, no ven más que lo particular de nuestras condiciones de existencia según las latitudes en las que luchamos, nosotros afirmamos que enfrentamos, en todos lados de este planeta, al mismo enemigo, envuelto en los mismos oropeles. Por todos lados el proletariado tiene que enfrentar a los mismos ejércitos, a los mismos sindicatos, a los mismos medios de comunicación, a los mismos demócratas, a las mismos curas,...
A la HOMOGENEIDAD de nuestras condiciones de supervivencia, cada vez más deplorables en todas partes, respondamos con la UNICIDAD de las reacciones proletarias!