Pero todas esas peroratas no podían lograr evitar, la catástrofe de la sociedad capitalista. La barbarie, la crisis, la guerra sigue estando ahí nomás, a la vuelta de la esquina, tal vez en este preciso instante, ... tal vez cuando se firme el nuevo tratado de paz...
A nosotros, nos tratan de locos, de amargados, de contreras..., porque nunca compartimos ese optimismo idílico con el que los medios de difusión imbecilizan ciclicamente a la gente, y cuando todo el mundo habla de paz, de fin de las guerras, ... seguimos difundiendo nuestras posiciones invariantes, mostrando la realidad tan amarga como es: el capitalismo no solo no elimina las guerras, sino que las generaliza; sin las guerras el capitalismo no viviría. Y más aún, contra esa imbécil oposición entre guerra y paz, que nos presenta la opinión pública nosotros reafirmamos, contra toda la corriente, las posiciones de siempre del comunismo revolucionario: la paz no es más que parte de la guerra capitalista e imperialista, la paz es siempre una paz armada entre potencias que prepara una nueva guerra; al mismo tiempo que ponemos en evidencia el papel invariante de todos los pacifistas de contribución a la guerra, y denunciamos cada parloteo de paz o tratado de paz, como un paso más en la preparación de la guerra.
"¡Cuando los burgueses hablan de paz, están preparando la guerra!". Esta afirmación tiene hoy, que el espectáculo de la paz es omnipresente, más actualidad que nunca:
Hoy o mañana, cuando le quieran echar la culpa de la guerra a tal o tal chivo espiatorio y nos lleven al matadero con el cuento de la lucha por la paz, por la democracia, la civilización, el progreso, o lo que carajo sea, nuestra respuesta fue, es y será siempre:
Resulta que ahora en Occidente, el chivo espiatorio resultó ser Sadam Hussein. Ni más ni menos que el que ayer fuera considerado "salvador del mundo libre contra fanatismo religioso del Iran", quien recibiera apoyo sistemático de todas las grandes vedetes universales en los parloteos de paz (solo a título ejemplativo recordemos que las potencias que más armas vendieron a Irak en la última década fue la URSS de Gorbatchev y la Francia del Sr. Mitterand).Luchemos contra nuestra propria burguesia, opongamos a la guerra capitalista la revolución social universal.
¡Cuánta mierda!, ¡cuánto cinismo!, los mismos que ayer callaban la guerra social que se desarrollaba en Irak, la resistencia del proletariado a ir a la guerra, los asesinatos masivos de desertores en todo el Irak, los bombardeos de las regiones pantanosas (en donde se concentró la resistencia revolucionaria a la guerra) por la propia aviación irakí, la barbarie suprema dirigida por Sadam Hussein (1), ponen hoy el grito en el cielo, porque a este mismo señor se le ocurre ocupar algunos kilometros cuadrados (con mucho olor a petroleo!), sin que les parezca contradictorio, el también haberse callado cuando USA ocupaba Granada o Panamá.
Nos dicen que este sr. Sadan Hussein, es un bárbaro, un energúmeno, un peligro universal, un nuevo Hitler (como ayer nos prepararon contra Ayatollah Komeni o Kadafi!) ... con la misma "naturalidad" que ayer lo alababan y adulaban para poder vender sus sofisticadas aparatos de matar. Así París firmó los primeros contratos para la venta de sesenta aviones Mirage y de doscientos carros de combate AMX, en 1975 luego que el entonces primer Ministro francés, Valéry Giscard D'Estaing declarara que Sadam Hussein "es un dirigente realista, consciente de sus responsabilidades, y constantemente preocupado por los interéses de su país y el buen equilibrio de esta región del mundo". Este amor idílico entre los jefes de ambas potencias terroristas, no cesó a lo largo de estos 15 años. Así este mismo año, el 7 de febrero de 1990, el ministro francés de la defensa, Jean Pierre Chevènement declaraba: "Sadan Hussein es un dirigente valiente y querido, con visión de conjunto y de largo plazo", al mismo tiempo que felicitaba a las autoridades de ese país, por el lanzamiento de un nuevo misil balístico, porque constituía, según él, "un éxito en el reforzamiento de la defensa del país".
Pero, en sus mentiras, en sus vaivenes, en sus maniobras, ellos no dejan de expresar parte de la verdad (a su manera y desde su punto de vista de clase) y así como afirman hoy que Sadam Hussein es un sanguinario y un energúmeno (por razones muy diferentes a las que nos llevan a nosotros a afirmar lo mismo, claro está), no les han alcanzado los espacios de los medios de difusión para afirmar que el Estado de Irak, es un Estado Terrorista (por lo de la llamada "toma de rehenes" (2)). En realidad tanto Busch, Mitterand, Gortbachev como su admirado par, Saddam Hussein, tan "realista y conciente de sus responsabilidades" son sanguinarios y energúmenos, de la misma forma que es terrorista cada uno de sus Estados (que en realidad no son más que tentáculos locales del Estado terrorista mundial del capital).
Más aún, no es porque estos señores sean bárbaros, caníbales y energúmenos, que el mundo está nuevamente sometido a la locura y la barbarie de una movilización militarista generalizada; sino que esta sociedad bárbara y criminal solo puede cooptar este tipo de gente para dirigirla. Hitler, Roosvelt o Stalin, no fueron tampoco locos, sino productos coherentes del capital y su barbarie.
No es este el lugar para aportar nuestro granito de arena a la especulación generalizada, sobre si la guerra sí, o la guerra no, ... todavía ... (3); simplemente nos parece importante subrayar que la actual repolarización del mundo y los enfrentamientos que se preparan no nos parecen maduros aún, en cuanto a constitución de bloques y mistificaciones para el objetivo supremo de la burguesía de llevar a la guerra generalizada al proletariado mundial. Sin subestimar la adhesión que ha suscitado Saddan Hussein en extensas masas del proletariado internacional, por el odio que éstas sienten contra los Estados gendarmes de las grandes potencias imperialistas, nos parece que el "carnicero de Bagdad" está demasiado quemado frente a sus propias tropas y población, (como también lo está Yasser Arafat o Kadafí) para constituir un polo creíble frente a la adhesión masiva que tienen las potencias occidentales y cristianas, y lograr los objetivos supremos del capital. Esta afirmación, no excluye el desarrollo de la polarización y de los conflictos militares a corto plazo, sino que tiende a advertir sobre el peligro de una polarización interburguesa internacional mucho más neta, atrayente y por lo tanto peligrosa para el proletariado mundial, si las mismas banderas de Saddan Hussein son retomadas por fracciones del capital menos quemadas frente a sus propias poblaciones.
La agitación acerca de la guerra del golfo, asume así diferentes funciones. Más allá de las evidentes contradicciones imperialistas, que solo constituyen la parte más visible de lo que está en juego para la burguesía, la cruzada llevada adelante por la burguesía occidental "progresista y civilizada" para aplastar a "Sadam el Bárbaro", manifiestan la confirmación del papel de gendarme internacional, que este campo burgués juega y pretende mantener en el mundo. Los cruzados de la "democracia", a golpes de cañón y glasnot, tratan de afirmar así, su derecho (4) a intervenir donde se les antoje, a los efectos de afirmar cada vez más su forma de dictadura terrorista de la libertad de cambio y de empresa, sobre todo el mundo. La posibilidad evocada por los Estados de Francia, Rusia, y Estados Unidos, de asumir una acción armada contra Ceausescu, en diciembre del año pasado, cuando las grandes luchas en Rumania (ver texto correspondiente en esta misma revista), eran ya un paso suplementario en la afirmación del proceso guerrero que esos gendarmes de la democracia quieren imponer. El envío de tropas americanas, francesas, inglesas, ... al Golfo, acompañadas de los buenos deseos de Moscú y de las Naciones Unidas, no es más que la continuidad de ese mismo proceso de preparación de una guerra total, mucho más generalizada, como solución del capital para resolver la crisis que lo carcome.
Los pasos en la preparación de la guerra se marcan hoy principalmente, por el ambiente de terror generalizado compuesto en torno a las tensiones en el Golfo, así como en todo el Medio Oriente y secundariamente, por la militarización de otros conflictos tanto en Africa como en América Central y América del Sur. Paralelamente a las campañas pacifistas, que tienden a probar que la guerra es la última cosa a la que se recurriría y solamente si no se tiene más remedio, se busca acostumbrar al proletariado a la idea de guerra, incluso antes de enviarlo a recibir las primeras balaceras en el frente. Pero la guerra, ya es mucho más que una idea para los miles y miles de conscriptos que ya fueron enviados al frente: para ellos, para sus amigos y familias, el reventar para satisfacer los interéses de los mercaderes es, ya hoy, una perspectiva bien material.
Enfrentamiento militar inmediato en el Golfo o no, la nueva declaración de guerra contra el proletariado mundial no pudo ser más evidente desde principios de agosto de este año, cuando en todos los países del mundo se llama a la movilización, a la defensa de la patria, a soportar una austeridad mucho más violenta aún so pretexto de la guerra que ellos mismos prepararon.
La castástrofe de la sociedad del capital resulta más inocultable que nunca, la mortífera paz (las conferencias cumbres sobre la infancia reconocen 40.000 niños por día asesinados por "la miseria" incluso en épocas de paz) combinada con una depresión explosiva que ya ha comenzado, será combinada por guerras impresionantes cuya barbarie nadie puede limitar, ni predecir.
La barbarie y la guerra, no están en el "golfo" ni en el otro extremo del mundo, sino por todos lados, en la vida corriente, en la condena a la desocupación, al trabajo, a la miseria, a la austeridad, a la defensa de la patria, a la persecusión, a la cárcel...
En efecto, todo el espectáculo entorno al Golfo, busca hacernos olvidar que en realidad, la verdadera guerra se desarrolla aquí y ahora, contra la burguesía que nos explota y terroriza; es la guerra llevada adelante por "nuestros" gobiernos para imponernos la austeridad y liquidar toda oposición frente al "peligro de guerra". La guerra no es, esa idea lejana y ajena a nosotros, que nos venden los medios de difusión; la guerra se desarrolla aquí y ahora, es la llevada adelante por la burguesía contra nuestra clase para aumentar la explotación, para hacernos soportar todo el peso de la crísis del sistema capitalista, para imponernos más miseria, para aplastarnos con condiciones de vida cada vez más insoportables, antes que terminar de aplastarnos con el peso de la muerte y la paz de las tumbas!.
En esa supervivencia de todos los días a la que nos condenan, se expresa hoy más que nunca el canibalismo supremo de décadas de contrarrevolución. Este siniestro mundo de muerte y terrorismo de Estado, solo podrá ser enterrado por la lucha proletaria, por la REVOLUCION.
Desde el punto de vista de la humanidad entera, no hay otro camino, ni otra salida, que responder a la violencia y al terrorismo de esta sociedad putrefacta, por la violencia y el terrorismo liberador del proletariado revolucionario. io. Hoy como siempre, luchemos por la constitución del proletariado en clase y por lo tanto en Partido mundial, verdadero sepulturero de esta sociedad criminal.
"No es la crítica, sino la revolución,
que es la fuerza motriz de la historia..."
(Marx - Engels: "La ideología alemana") |
"Lo que más me preocupa, es el peligro
de una huelga general de los obreros y una revuelta de los campesinos."
(Nota privada del rey Ferdinand, 8 de abril de 1917) |
El objetivo de este texto no es el de "dar lecciones" a los proletarios que se lanzaron a la lucha directamente contra el régimen asesino de Rumania y por ello, (a través este enfrentamiento), contra el Estado del capitalismo mundial. Nuestro objetivo es el de extraer algunas lecciones del movimiento real de nuestra clase, para que en base a lo que sucedió entre las dos clases, contribuir a evaluar nuestra situación y nuestras tareas y para contribuir a la clarificación de los puntos programáticos de nuestro movimiento, asumiendo lo que el mismo significa en el presente, reestableciendo nuestros lazos con el pasado, lo que constituye una condición para el futuro...
La historia de la revuelta proletaria en Rumania, de la masacre que la siguió y del encuadramiento burgués (exitoso) de las fuerzas locales de los proletarios, muestra "condensadamente" toda la situación de nuestra clase hoy, el estado actual de la relación de fuerzas entre proletario y burguesía, la debilidad de los momivientos proletarios que surgen a pesar de esta correlación de fuerzas desfavorable.
Lo que nosotros queremos mostrar en este texto es, antes que nada, la concreción del capitalismo mundial en las condiciones particulares y locales de Rumania, concreción que es mundialmente identificada con el modelo de un burgués (Ceausescu) y el culto a su personalidad (que no es ni más ni menos la concreción del culto del individuo, generalizado en el sistema capitalista) llevado al extremo. Concreción local del capitalismo, simbolizada por este individuo, que sin embargo no es el "dirigente" real del proceso unitario que encabeza; sino que él mismo es dirigido por las leyes universales de reproducción / valorización del capital, y en ultima instancia, sacrificado para asegurar, localmente, la continuidad del sistema del cual fue agente y beneficiario.
Hablaremos también, de los proletarios en general y en particular de los que viven, trabajan, y pelean en Rumania. Es decir, hablaremos principalmente de (nuestras) luchas desencadenadas por el mismo sistema universal que determina a los burgueses a explotarnos y oprimirnos; así como, del encuadramiento social de los proletarios en Rumania, de la represión efectuada por el Estado para quebrar la dinámica de su lucha, para dividirlos, para hacerlos volver al sistema de trabajo contra el cual se habían sublevado.
Lucha y encuadramiento: el proceso que describiremos en los capitulos que siguen, no es más que un episodio en la historia de la lucha de clase. Lucha de la burguesía contra el proletariado, décadas de dominación casi absoluta del sistema de esclavitud asalariada, de ciudadanización de individualización, de competencia, es decir de terror estatal. Lucha del proletariado, durante largo tiempo fundamentalmente pasivo, por su situación de derrota, pero a veces obligado, incluso en dicha situación, (por las fuerzas históricas de su naturaleza de clase imposibles de destruir), a de sublevarse, al menos en base a explosiones puntuales, que rompen el cuadro social de su existencia como mero capital variable.
Y luego, con el agotamiento momentaneo de la dinámica de la revuelta, determinado por la situación mundial, se vuelve al encuadramiento casi completo: al triunfo de la nación, de la economía, de la gestión del sistema mercantil; al triunfo del estado democrático, con todos sus corolarios: el individuo libre, el ciudadano reivindicando y gozando de sus derechos... expresado por las ideologías de la independencia nacional, de la autonomía de las nacionalidades, de las categorías, de los individuos, de los derechos del hombre, la moralidad, la racionalidad, la libertad...
No nos interesa aquí repetir toda la mierda de la historiografía burguesa; hay sin embargo algunos elementos históricos que merecen toda nuestra atención, incluso en relación a los sucesos específicos de diciembre de 1989 que nuestro texto trata.
En 1437 - 1438, en reacción por el deterioro de sus condiciones de vida, los siervos de Transilvania (una importante región multilingüe que se sitúa en la parte norte de la actual Rumania) se sublevaron - junto con los proletarios urbanos ya numerosos en la región - contra sus señores. Los explotados, de lengua rumana y húngara, unificados por sus intereses de clase, se enfrentaron - como siempre y en todas partes en la historia de la lucha de clases - con un enemigo que también se unificó para aplastarlos: "la unión de las tres naciones", es decir los señores húngaros, sículos y los burgueses alemanes, de Transilvania. Luego de una larga serie de batallas, de negociaciones, promesas y maniobras para dividir el campo de los explotados, aquella unidad de los explotadores, logró eliminar las fuerzas insurrectas. Como siempre, dicho episodio fue epilogado por una sangrienta represión.
También la guerra campesina en Hungría, en 1514, ligó en una serie de aspectos a explotados que vivían en parte de la actual Rumania. Doya (Dozsa), el dirigente de los campesinos en lucha, comenzó su historia personal de lucha en Transilvania, en donde participó en el movimiento de los campesinos "rumanos" y "húngaros" de la región contra los señores locales (1). El ejército insurreccional de Doya (30.000 combatientes armados) proclamó en 1514 que "los señores deben vivir como pobres". Al fin de la guerra campesina, luego del sitio de Timisoara, fue el gobierno de Transilvania que intevino para salvar las fuerzas de los explotadores húngaros. La represión fue de una ferocidad desconocida: Doya como lo describe Engels en "La guerra campesina en Alemania", fue ejecutado de una manera que corrrespondía a la rabia y a la fantasía salvaje de los Señores; 60.000 fue el número de los campesinos que resultaron muertos durante las luchas o que fueron ejecutados.
En 1784, la revuelta dirigida por Horia, Closca, y Crisan hicieron temblar todo el orden de la explotación en la región de los dos lados del río Mures. 30.000 siervos, artesanos y mineros "rumanos" y "húngaros" una vez más unidos en la lucha de clase, se rebelaron contra la oligarquía local y el Estado personificado, entonces por el emperador Habsburgo. Fueron otra vez, las ilusiones en relación con las promesas de los señores que prácticamente privaron al ejército de los insurgentes de su fuerza y permitieron a los explotadores reforzarse y ahogar la rebelión en un baño de sangre. Crisan se suicidó en la carcel, Horia y Closca pelearon hasta lo último y fueron ejecutados con sus compañeros de una manera horrible. La despiadada represión fue seguida, como siempre, por una reforma estatal "para limitar el despotismo de la oligarquía local" (decreto del emperador Habsburgo, José II).
En 1821, una revuelta de los explotados del campo en la región de Moldavia y de Tara Romineasca y dirigida por Tudor Vladimirescu, llegó a tener tal éxito, que los insurrectos ocuparon la capital del país, Bucarest. Pero rápidamente, esta lucha fue encuadrada por el movimeinto burgués de liberación nacional (contra Rusia y Turquía) y consecuentemente el enemigo de clase, logró aplastar de inmediato todo elemento de clase que se expresaba en la revuelta.
En 1848 (como parte de la ola internacional de luchas), las regiones centrales del movimiento revolucionario en Rumania fueron nuevamente Tara Romineasca, la Moldavia y la Transilvania. Y fue la internacional de los explotadores quien logró aplastar el movimiento: el Zar de Rusia envió su ejercito a Moldavia; en Tara Romineasca fue la clase dominante local junto con las tropas de Turquía que lograror liquidar la rebelión; en Transilvania el imperio Habsburgo logró encuadrar el movimento y desgastarlo contra el "enemigo directo" de la nación , es decir el gobierno húngaro (que por su parte, también estaba impulsando una guerra de liberación nacional contra Austria, como forma de encuadrar y aplastar los elementos revolucionario surgidos en ese entonces en Hungría ...).
En 1907 una revuelta proletaria extraordinariamente fuerte, hizo temblar el orden en Rumania entera. La misma, fue ahogada en un impresionante baño de sangre. Caba señalar la participación activa de las unidades de artillería del ejército en la represión. En las sangrientas batallas, unos 11.000 proletarios, en su mayoría agrícolas, resultaron ejecutados por las autoridades del gobierno rumano.
En 1918, principalmente durante el verano, otra vez se dan un conjunto de huelgas y de manifestaciones violentas. En varias regiones los proletarios del agro, ocupan tierras. Los consejos obreros llegan a tomar el control de varias ciudades como Timisoara, Arad, Oradea, Resita, Dej. El partido prohibido en 1916 surge ahora como partido legal (Partidul Socialist din Rumania) y se radicaliza de inmediato y declara que "el objetivo de la clase obrera es la creación de la dictadura del proletariado y la realización del comunismo" (2). En diciembre de 1918 el Consejo Nacional Rumano (organización burguesa popular de encuadramiento de la lucha proletaria) comienza su campaña de promesas en Alba Iulia declarando que: "la asamblea del pueblo rumano" propone una distribución de tierras y "el respeto de los derechos y libertades democráticas, luego de la unificación de la patria rumana". Tres miembros del consejo fueron cooptados por el rey para formar parte del gobierno de Rumania.
Durante el mismo mes de diciembre de 1918, comienza la huelga general de los obreros petroleros en el valle de Prahoava; simultanemente, miles de obreros de la industria metalúrgica manifiestan en Bucarest cantando la Internacional. El 13 de diciembre, los linotipistas organizan una manifestación en la capital pidendo "pan y tierra", al mismo tiempo que reivindican el "fin del estado de sitio y la proclamación de una república socialista". El gobierno liberal de Bratianu responde con las ametralladoras. Un centenar de obreros caen asesinados por las balas del orden; centenas serán torturados en prisión. En 1989 en Timisoara, será el aniversario de esta manifestación que marcará el comienzo de la revuelta!!
En 1919 se desarrollan un conjunto de huelgas y de luchas en donde los proletarios no dudan en empuñar las armas. Se produce entonces la "Comuna de Petrosani", la huelga general del proletariado de Timisoara,... la revuelta de los mineros y otros proletarios en el valle del río Jiu (en donde se inicia toda una trayectoria de lucha clasista) que proclaman la huelga general del 17 de enero de 1919 gritando, con las armas en la mano, que no se interesan por la república húngara, ni por ninguna otra república: que lo único que les interesa es la lucha por una "república socialista"...
Y la derrota, es siempre señalada por la división en categorías y en nacionalidades, por la competencia, por el individualismo, por los arreglos en nombre de un pretendido "mal menor", por las ilusiones acerca de las promesas de reformas, por el encuadramiento corporativista, por categoría, nacionalista...
Unidad nacional contra el proletariado: el primero de diciembre de 1918, en Alba Iulia, la constitución definitiva de Rumania, luego de la desintegración del Imperio Habsburgo, significa el comienzo de la vigorosa participación de las fuerzas rumanas de la burguesía en la gran tarea de aplastar el movimiento insurreccional en el territorio del Estado nacional y también más allá de la frontera (participación del ejército rumano, desde abril de 1919 en la intervención contra la república de los consejos de Hungría).
Aún no se vivía la derrota total de nuestra clase que unos años depués pondría fin a la mayor ola de luchas internacionales del proletariado, ni a nivel rumano, ni a nivel mundial; los terroristas blancos rumanos se encontraban aún desbordados en los años 1919-1923: rebeliones de marinos, huelgas mineras, huelgas de los obreros de la industria petrolera, huelga general de 1921. Incluso más tarde, en los años 1924-1928, hubo importantes explosiones: huelgas y manifestaciones violentas en Bucarest, Cluj, el valle del Mures y el de Prahova, en Buhusi, en Timisoara, hasta la lucha desesperada de los obreros de los ferrocarriles y de la industria petrolera en enero - febrero 1933, último sobresalto local de la ola de luchas internacionales antes de la larga y terrible noche contrarrevolucionaria.
"Desde hace mucho tiempo, hay una contradicción fundamental y cada vez más aguda entre el socialismo y el comunismo" (sic).(Ceausescu, según un lapsus del "PC" rumano del 14 de noviembre de 1989)
Paralelamente a los acontecimientos similares en los otros países del Este, una reestructuración del poder estatal y de los metodos de administración del capitalismo en Rumania se da durante el período 1946 - 1949. Los puntos culminantes de este proceso político y económico fueron: la transición de la monarquía a la república popular; la unificación de los dos partidos socialdemócratas (partido socialdemócrata y partido "comunista" en realidad estalinista), con Jorge Gueorguiu - Dej como secretario general; la introducción de un sistema administrativo de partido único; la centralización, principalmente administrativa, del aparato de producción capitalista, para intentar contrabalancear el retrazo relativo (con respecto a otras regiones) de la centralización "orgánica" del capital y para reforzar las bases de un proteccionismo llevado casi al extremo (nacionalizaciones, reorganización "socialista" de la agricultura); la introducción del sistema de "planificación" (ilusa tentativa de la fracción burguesa gobernante de prever y planificar el funcionamiento de la economía capitalista), etc.
Pero, por supuesto que, con la transición de la guerra a la paz capitalista, el período de la miseria más profunda y de la explotación sin límites, no había terminado. Por el contrario, en Rumania, los horrores de la reconstrucción de la economía nacional serán agravados por el hechode que dicho país pasa a ser miembro del bloque del Este. Este, el supuesto campo socialista, con Rusia estalinista a la cabeza, trata de competir contra el otro gran bloque económico, político y militar de la burguesía mundial, para lo cual se ve obligado a contrabalancear sus desventajas (principalmente debidas a las debilidades históricas en la concentración y centralización del capital) con una centralización administrativa y (lo que es mucho más grave para los proletarios locales) con un terror capitalista increible que tiene por objetivo, el extorcar la mayor cantidad posible de plusvalía absoluta.
En el contexto de este esfuerzo, durante el período de Gueorguiu - Dej y luego (de 1965) en el de Ceausescu, la fracción burguesa en el poder, impulsa por todos los métodos imaginables e inimaginables, la acumulación del capital, la industrialización del país, la "centralización" y la "racionalización" en la utilización de los "recursos" (comprendidos los proletarios), etc. apoyándose, para ello, en un aparato estatal hiperorganizado, hiperpolicial, hiperdisciplinado, (en especial en lo que concierne a las prácticas de opresión, pues los burgueses rumanos nunca fueron demasiado disciplinados en relación al respeto de sus propias leyes) y en una ideología ultra - nacionalista y progresista, mezclada con (pero nunca subordinada a) algunas frases del leninismo y del estalinismo acerca de la llamada "transformación socialista".
En Rumania, nunca hubo planificación, como tampoco lo hubo en ninguno de los países que se autoproclamaban como "economías planificadas", por el simple hecho de que el capital es implanificable. Lo máximo que la burguesía hizo, como en cualquier otro país del mundo, dada la naturaleza anarquista de la reproducción del capital, fue la estimación de los niveles de producción futuros, en base a proyecciones a partir del pasado e intentar corregir ciertas tendencias. Lo que se practicó durante el gobierno de Ceausescu, fue una política económica centralizadora, que tenía por objetivo el mantener una especie de economía de guerra permanente y el tratar de suplir la ausencia de verdadera centralización orgánica del capital en base a una centralización administrativa de la producción capitalista, inevitablemente anarquista. No es este el lugar adecuado, para dar una descripción exhaustiva de ese tipo de gestión del capitalismo; para mostrar el absurdo de la afirmación según la cual los burgueses del Este realizan, mal o bien, una planificiación de la economía, algunos ejemplos rumanos de lo contrario resultarán suficientes.
Incluso según las propias estadísticas oficiales (siempre bien arregladitas), las diferencias entre los resultados económicos esperados según los planes y los efectivamente realizados siempre fueron enormes. Mientras los planificadores pretenden prever y dirigir el proceso de la producción (haciendo en los hechos una mezcla de proyecciones científicas, de formulación de deseos y de declaraciones de voluntad burguesa), la ley del valor cumple su papel a través de los mecanismos mercantiles y "corrige" toda planificación voluntarista.
En 1970, el gobierno rumano elabora un plan ambicioso para el desarrollo de la industria antómica hasta el año 1980, según el cual las capacidades productivas de los centros atómicos deben llegar, en dicha fecha, a una producción de 1800 a 2400 MW. El único problema es que no es el plan que determina el funcionamiento de la economía capitalista y en 1980 no había aún ninguna implantación atómica completa funcionando en Rumania.
Citemos ahora un documento oficial que no deja ninguna dudas de como se "planifican" los precios. Nos referimos a un documento del 17 de diciembre de 1981 que lleva el largo y significativo título de "Resolución del Comité Ejecutivo Político del Comité Central del Partido Comunista de Rumania acerca de la aplicación de las nuevas medidas con el objetivo de mejorar la motivación de los productores". En el mismo se lee que dicho CEP del CC del PCR "parte del principio fundamental de nuestra economía nacional según el cual se debe corregir los precios sobre la base del proceso productivo, de los costos de la producción, de las necesidades de trabajo y de los cambios de los precios en el mercado mundial..." Y efectivamente, era sobre tales bases que los "planificadores" corregían entonces, los precios planificados de los productos agrícolas (dandole así la benedicción a cambios del orden de 20 a 60 por ciento). En lo que concierne a los planes de producción para la agricultura, la actividad de planificación significaba a veces una simple predicción del tipo "El año que viene el tiempo será bueno". Es así que en 1981 la producción agrícola disminuía de 1 %, cuando los planes preveían un aumento del 9 % con respecto al año anterior.
Y ese era el destino de todos los planes anuales, es decir de los de corto plazo. En 1978, por ejemplo, se había anunciado un 11 % de aumento en la producción industrial y al fin los economistas servidores del sistema tuvieron que hacer mil malabarismos con las cifras para establecer un resultado real que se le pareciera: 9 %. En cuanto al comercio exterior, en ese mismo año se preveía un aumento del 19 % y a pesar de los malabarismos no se llegó a más del 10 %. (Ceausescu hizo todo lo posible para desarrollar los vínculos políticos y económicos con el extranjero y particularmente con la CEE. También aquí jugó un papel de vanguardia en el Este). En cuanto al aumento de la productividad se había planificado un 9 % y el resultado oficial, invariantemente inflado, fue de 7%.
Estos resultados no son malos desde el punto de vista burgués, al contrario; cualquier burgués se hubiese frotado las manos orgulloso de tales progresos en el desarrollo de sus negocios. Lo que aquí pusimos en evidencia, no son pues los malos resultados económicos, sino que en Rumania, como en todo el "campo socialista", lo único realmente planificado y realizado ha sido desde el principio, la continua explotación de los proletarios, una explotación sin escrúpulos y mantenida con todos los instrumentos del terrorismo capitalista.
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Construcción aeronáutica
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Bucarest
Brasov
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Celulas de avión
Motores bajo licencia Helicópteros Aviones de entrenamiento |
Construcción naval
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Constanta
Mangalia Tulcea, Galati
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Petroleros, mineraleros
hasta 165.000 toneladas Petroleros, mineraleros, barcos militares Cargos Cargos |
Siderurgia
(acero) (aluminio) |
Galati
Hunedoara Resita Slatina |
9 millones de toneladas
4 millones de toneladas 1,5 millones de toneladas 420.000 toneladas |
Máquinas
agrícolas, tractores |
Brasov
Miercurea Ciuc Craiova |
50.000 tractores (65 c)
15.000 tractores con orugas 10.000 tractores (180 c) |
Autos
particulares |
Pitesti
Craiova Cimpulung |
120.000 vehículos
80.000 vehículos particulares 25.000 vehículos |
Camiones,
autobuses |
Brasov
Bucarest |
30.000 camiones de 6 a 20 toneladas
4.000 camiones y autobuses |
No son más que algunos ejemplos y no se trata necesariamente de una industria obsoleta, ni de una fuerza de trabajo sin calificación. Luego de la masacre de proletarios insurrectos en Rumania, habrá una carrera entre empresas europeas ansiosas de aprovechar el cambio en la linea política del gobierno rumano. Este, por su parte, se lanzará también en la competencia regional para atraer los colegas burgueses occidentales: "Nosotros proponemos mejores condiciones financieras que las que se ofrecen en la región para las inversiones extranjeras"... (4). British Aerospace negociará un nuevo programa de cooperación para la fabricación de cincuenta nuevos aviones BAC y para instalar nuevos motores en los viejos aparatos construidos bajo licencia de la sociedad británica. El aleman MAN comienza las negociaciones para la constitución de una sociedad de capitales mixtos con los burgueses rumanos para la fabricación en Rumania de motores Diesel para camiones y barcos. Grandes empresas italianas, japonesas, francesas (Interagra, Rhône - Poulenc, Dim, principalmente) envían sus emisarios a la capital rumana...
Evidentemente, que ello no es más que la continuación de una cooperación que existía desde mucho antes, primero que nada por la integración histórica de Rumania, desde que existe como Estado Nacional, en el sistema mundial del capitalismo y además por toda la política del clan Ceausescu en este sentido, como puede percibirse al constatar la compresión y el respeto mutuo que existió siempre, entre dicho clan y sus colegas del Oeste, desde los principales ejecutivos de la Renault y la Citroen, a los políticos prestigiosos como Nixon, Giscard, Schmidt y compañía.
Incluso las ceremonias "socialistas" del poder ponían en primer plano el signo de la integración continua de Rumania en el sistema universal del capitalismo. Por ejemplo entre los "regalos" que decoraban el XIIavo Congreso del PCR en 1979 el más brillante era la torre de perforaciones de petroleo del Mar Negro, llamada "Gloria" y que fue construida con la ayuda y en base a los planes norteamericanos. Y en el 80, para financiar los trabajos, del canal entre el Danubio y el mar Negro (que era un proyecto de prestigio del gobierno de Ceausescu, que se realizaba en base al trabajo forzado y militarizado de decenas de miles de proletarios incluyendo presos y estudiantes...), Bucarest contó con los créditos de los bancos internacionales (dicho canal, que funciona desde 1984, es hoy sistemáticamente condenado por la gran prensa, como una expresión de la "gigantomanía del dictador"...)
En lo que respecta a la llamada "democratización" de las democracias populares, Rumania es por ejemplo el primer país de Europa del Este a incluir la posibilidad de plebiscitos en su Constitución. El 23 de octubre de 1986, la Gran Asamblea nacional adopta, por supuesto que por unanimidad, una reforma a la Constitución de 1974 para permitir la organización de plebiscitos. Y ya el 23 de noviembre de 1986, un plebiscito, indiscutiblemente "popular" se organizó con bombos y platillos. En el mismo los ciudadanos rumanos debían pronunciarse "a favor o en contra" de una reducción unilateral de 5 % en los gastos militares. Dicha propuesta la había efectuado el propio Ceausescu, quien subrayaba así su "contribución a la causa de la paz y el bienestar del pueblo", especificando que dicha reducción equivalía a una disminución de 10.000 hombres, de 250 carros de asalto y blindados, de 130 piezas de artillería y de 26 aviones; es decir una economía de 1.350 millones de lei. Como puede verse en la demagogia pacifista, el Sr. Gorbatchev, no es más que un alumno recalcitrante de Ceausescu. (En ese entonces, los efectivos del ejército rumano, se estimaron a 189.700 hombres (6)).
En lo que concierne a la economía, el régimen impulsa, desde 1979 con mucho ardor y aplaudido por los observadores occidentales, la descentralización de los poderes de decisión y de las responsabilidades - especialmente a nivel regional. Ceausescu, el gran reformador (entre los primeros) del sistema estalinista, quiere asegurar un mejor funcionamiento del mercado, aunque justifica sus modificaciones (no hay que olvidarse que es el jefe de un partido que se dice "comunista") haciendo referencia a la necesidad de "realizar planes".
El Comité Central del PCR, aprueba en su reunión del 30 de junio de 1983, el programa para la "realización completa de la autogestión obrera y la autonomía de las empresas", para aumentar el "interés material" ("cointeresarea materiala") de los trabajadores en la producción (7) En ese programa, se encuentra, dos años antes de que Gorbatchev llegue al gobierno en Rusia, todos los elementos de la política de la perestroika y una serie de aspectos de toda reestructuración económica en cualquier país del mundo. El iniciador y dirigente directo de la elaboración de este programa era: Nicolas Ceausescu.
Además, fue él quien, ya en 1982 (!), introdujo el "sistema de los dividendos para los trabajadores", aplicando desde muy temprano (en todo caso desde mucho antes que Gorbachev en Rusia o, por ejemplo, el Gobierno de Solidarnosc en Polonia) y llevando a la práctica, la ideología tacherista del "capitalismo popular". Ceausescu dice: "Los trabajadores accionistas, se sienten más claramente propietarios de la propiedad socialista, por lo tanto hacen esfuerzos más consecuentes para la defensa y el desarrollo de sus fábricas, para aumentar la rentabilidad y la eficacidad de las empresas" (Conferencia nacional del PCR de diciembre de 1982).
Dicho sistema preveía una participación de los trabajadores en las inversiones de "sus" fábricas, con acciones de valor de 5000 a 50.000 lei. El dividendo garantido era de 5 % (que en ese entonces era el máximo interés dado por las cuentas de ahorro en Rumania), o aún más si la empresa ganaba más (es decir si los obreros "propietarios" con su propia colaboración lograban que la tasa de explotación del capital sea aún mayor). Con gran entusiasmo, la agencia de prensa Reuter, no había tardado en hacer una apología delirante de las exelentes perspectivas de una iniciativa como esa: "Si cada uno de los 7 millones de trabajadores rumanos asumieran inversiones por 25.000 lei, la suma de sus capitales llegaría a 175 mil millones de lei, lo que es casi equivalente al presupuesto nacional del país" (8) En esta época, el salario medio mensual de un obrero en Rumania era de 2200 lei (equivalente a 200 dólares oficialmente y a entre 30 y 50 en la realidad)...
Es evidente que el objetivo real de este plan (como el de la actual perestroika) es por un lado el de disminuir aún más drásticamente el poder de compra de los obreros en Rumania, porque hasta el consumo proletario de 30 dólares por mes, les parecía exagerado tanto a los burgueses del Este como del Oeste; por el otro, la consolidación de un supuesto "interés común" entre obrero y empresa, entre proletario y la producción y "productividad" de "su" empresa.
Claro, que esta posibilidad de "hacerse capitalistas", fue recibida por los "7 millones de obreros" en forma mucho menos entusiasta, que lo que esperaba Reuter. Lo que por supuesto hacía lloriquear a los burgueses del mundo entero, acerca de la "falta de confianza" que los proletarios tienen en el "perestroikismo". La tan esperada carrera hacia la compra de "acciones populares" no tuvo lugar; los proletarios rumanos estaban demasiado ocupados en hacer la cola cotidiana frente a los comercios "Alimentara"...
Lo que para los burgueses rumanos era una cuestión de ser cada vez más competitivos a nivel internacional (política de ajuste de cinturones, carrera para atraer las inversiones, limitación del salario social, acumulación / concentración / centralización del capital, etc.) era presentado a los proletarios (con la ayuda directa de toda la propaganda mundial), como una cuestión de pago o no pago de la "deuda común de la nación". La figura de Ceausescu, jugó también desde ese punto de vista, un papel extremadamente útil, en el muestrario de los Alan Garcia, Fidel Castro, Carlos Menen, representando un elemento indispensable tanto para la "derecha" que predicaba el pago honesto y disciplinado de la deuda, como para la "izquierda", que proclama la Burgfrieden, el compromiso nacional interclasista, en nombre del no pago y de la lucha antiimperialista. Pero es cada vez más dificil de distinguir, incuso formalmente, esos terminos de "derecha" e "izquierda" (en cuanto a lo esencial, siempre fue claro para nosotros que nunca hubo nunca diferencia); por ejemplo en Hungría es el partido democrata cristiano, que se populariza ahora, con la reivindicación del no pago de la deuda exterior...).
Sin dudas, la economía nacional rumana tuvo algunos problemas con respecto a la deuda, en especial al principio de la década de los 80. Con la guerra Irán - Irak, los burgueses rumanos, perdieron temporariamente la posibilidad de disponer en condiciones ventajosas de petroleo necesario para utilizar las enormes capacidades instaladas de las refinerías rumanas. Antes de la guerra, los contratos con Iran e Irak se basaban principalmente en los acuerdos de cooperación y en los acuerdos "barter" (mercancía contra mercancía); pero durante la guerra esta situación se deterioró violentamente y Rumania tenía que pagar su petroleo en divisas.
Por otra parte, el régimen de Ceausescu, fue de los primeros en el Este que intentaron asegurar su competitividad en base a las compras de tecnologías occidentales, integrándose lo más posible en las organizaciones formales e informales de la cooperación económica de la "OCDE". Ya en 1972 Rumania se hizo miembro del Fondo Monetario Internacional y de la Banca Mundial y "gracias a su política exterior independiente", como decían en tono de alabanza sus amigos occidentales, Ceausescu contó siempre con el apoyo de todos los gobiernos, en especial el de los Estados Unidos de Norteamérica, cuando pedía nuevos créditos para desarrollar (como decía él), el "nivel de civilización del pueblo rumano" (9).
Y por supuesto, que la banca internacional necesitaba de esos mercados para sus capitales. Así a fines de 1981 la deuda exterior de Rumania asciende, según algunas estimaciones occidentales, a 11,4 millones de dólares (10) y en el mundo bancario existen dudas acerca de la solvencia de los países del Este, en especial por la situación que se vive en Polonia. Frente a ello Bucarest no dudará en tratar de convencer a sus acreedores de que la situación de "Rumania no es igual a la de Polonia" y que "las dificultades de solvencia de Bucarest son solo transitorias" (11).
Por lo tanto la campaña de "pagar todo" no se debió a la supuesta locura personal de Ceausescu, como se nos quiere hacer creer, sino a la necesidad de la fracción gobernante de mantener una credibilidad frente a sus pares. Además, como dijimos, esta campaña del gobierno, tiene como objetivo principal el justificar un aumento de la explotación de los proletarios en Rumania que, en terminos de plusvalor extorcado, resulta 10 veces más rentable que los créditos. La prueba irrefutable de ese excelente negocio, es que en 1989, cuando según la propaganda oficial, la economía nacional, se había liberado de las "deudas del pueblo rumano", la política de ajuste de cinturones se mantuvo inalterada.
La situación real a principios de 1990, muestra bien hasta que punto, la mistificación burguesa acerca de la deuda de la economía nacional, ha llegado. En efecto en ese momento la deuda oficial es inferior a los 200 millones de dolares (deudas frente a algunas sociedades privadas, así como cuotaspartes de organismos internacionales) mientras que la "economía nacional rumana" es acreedora de casi 2.500 millones de dolares que deben otras "economías nacionales" como Irak, Egipto y Sudán.
Vale la pena mencionar aquí, que en otras dos "economías nacionales" aún más endeudadas que la rumana (la de Yugoslavia y la de Hungría), que trataron esta cuestión en forma muy diferente a la que empleó Ceausescu, (si bien en los 3 países se logró mantener cuidadosamente la credibilidad frente a los acreedores, pagando puntualmente los intereses y las amortizaciones convenidas, la única fracción que decidió liberarse de sus deudas fue la de Ceausescu), la situación de los proletarios se deterioró al menos a la misma velocidad que la de sus hermanos en Rumania (puede ser que incluso en Yugoslavia y Hungría esta deteriorización haya sido aún más brutal, aunque en términos absolutos haya sido menos espectácular).
Represión: policía, ejercito y Securitate reprimen bestialmente; el numero de asesinados y desaparecidos, y presos, se desconoce. Concesiones, reformas...: el gobierno adopta algunas medidas de "compromiso" tendientes a dividir y pacificar a los mineros, como una disminución el tiempo de trabajo y un aumento de salarios. Pero estas "concesiones", que por otra parte fueron acompañadas de una represión selectiva contra los "instigadores" del movimiento, fueron rapidamente dejadas sin efecto, una vez que el regimen logró consolidar la paz social de la explotación en el valle.
Esta historia se repetirá de la misma forma en 1989 - 90 : salvo que esta última vez quien anunciará esas concesiones será el Frente de Salvación Nacional, luego de la represión efectuada bajo el gobierno anterior (de Ceausescu).
En lo que concierne, los primeros esfuerzos para encuadrar el descontento, fue fundado un "Sindicato de Obreros, Campesinos y Soldados" en la ilegalidad en 1978, en la región de Mures; algunos meses más tarde, durante la primavera de 1979, se constituye en Bucarest la "Alianza de Sindicatos Libres de Trabajadores de Rumania" (SLOMR). Pero la economía nacional, no necesitaba aún organizaciones fuertes de este tipo: sus organizadores fueron encarcelados y los "sindicatos libres" fueron disueltos.
Sin embargo, vale la pena dar un vistazo a las reivindicaciones de la Alianza: derecho de cambiar el lugar de trabajo (limitado entonces por leyes reestrictivas); "salarios justos"; condiciones de trabajo que "respeten la dignidad humana",etc. En base a ese tipo de medidas, decía la Alianza de Sindicatos Libres "se podría aumentar la productividad del trabajo y asegurar la transición del trabajo penible hacia un trabajo lleno de alegría" (sic). Como puede verse hoy en 1990, se puede vivir en Rumania la realización del trabajo "lleno de alegría" .... Muchas gracias, sindicatos libres!!!
"La deuda exterior de Rumania es más importante que la de Polonia (12) , ... es imposible encontrar carne desde hace semanas, el pan, el azucar, el café, el aceite, se encuentran racionados y las colas frente a los comercios son cada vez más largas... En Rumania no hay aún un "Solidarisnosc" para ahogar el antagonismo entre el proletariado y el Estado, para hacer sentar en una misma mesa de negociaciones a obreros, curas y gobernantes... (13). Para impedir toda protesta, la policía es omnipresente en la capital... Tropas de la policía política fueron empleadas para pacificar la región... Los obreros, al enfrentar a los milicos, el partido y todas las fuerzas de la burguesía, demolieron una vez más el mito de los pretendidos 'Estados obreros' en la región. Sus 'dificultades' no son el producto de una mala gestión del Estado, de las empresas o de los abusos de la nomenclatura. El Estado burgués no está dirigido por imbéciles incompetentes... sino que su existencia misma es incompatible con todo pretendido funcionamiento armonioso de la sociedad!" (14)
En coherencia con su ideología nacionalista a ultranza, popularizada en Rumania para justificar la más salvaje de las explotaciones, el régimen rumano puede vanagloriarse de haber contribuido en forma importante a reforzar el nacionalismo a nivel mundial. Los intelectuales nacionalistas del PCR han aceptado incluso la confrontación con sus colegas rusos, en base a la tesis de la prioridad de la nación en relación a la "Realpolitik" del bloque (es decir el "internacionalismo" propagado por Moscu para esconder su propio nacionalismo).
Un ejemplo de estas fricciones, lo constituyó en 1983, la polémica entre la revista rusa Novoe Vremia y la revista rumana Contemporanul (ambas controladas de la misma manera por las autoridades del partido), que reflejan las querellas políticas entre los jefes de los Partidos "hermanos" (en este caso entre Ceausescu y Gromiko, el Ministro de Relaciones Exteriores ruso), acerca de cuestiones políticas tan decisivas como Afganistan, Israel, las campañas de paz, etc. y de cuestiones económicas, aún más lamentables, como el problema de la venta del petroleo ruso para la industria petrolera rumana (principalmente sobre el precio de dichas ventas). Las dos revistas llegaron a atacarsese mutuamente discutiendo cuestiones en donde el absurdo llegaba a niveles ionescoicos, de si "el socialismo debe ser también nacional" (posición de la Novoe Vremia) o si "por el contrario" "la nación debe ser también socialista" (posición de Contemporanul).
La discusión sería solo ridícula, si no supiesemos que la ideología y el encuadramiento práctico representada por cada uno de los participantes, pero formulada mucho más claramente por el burgués rumano Vasile Iota (15) , refleja aún hoy una terrible realidad de encuadramiento y masacre - en nombre del progresismo patriótico- de millones de proletarios en todas partes del mundo. "El proletariado, escribe Iota, como clase revolucionaria, siempre ha defendido los intereses de su propia nación, y luego de haber tomado el poder, ha sabido asumir la responsabilidad del destino de la nación socialista. Por ello es totalmente absurdo el contraponer la lucha de clases a la lucha por la liberación nacional, por la independencia contra el imperialismo y el neocolonialismo, contra toda forma de opresión extranjera" En efecto, en nombre de esta ideología, millones de proletarios encuadrados por movimientos nacionalistas son carne de cañón en este preciso instante desde El Salvador a el Tibet, desde el Tigre a Transkei, desde España a Irlanda...
Durante ese período, las "excentricidades" del régimen rumano, son más o menos aceptadas por los aliados del Este, la cohesión del Pacto de Varsovia es capaz de soportar los signos de la falta de disciplina, como la renuncia de Rumania a la organización militar del Pacto (solución similar a la de Francia con respecto a la OTAN), el mantenimiento de relaciones diplomáticas entre Bucarest y Tel Aviv luego de la guerra de 1967, o la "linea separada" de Ceausescu en conexción con la intevención militar en Checoslovaquia. Incluso las fricciones con Hungría, acerca de la cuestión de Transilvania (utilizada por ambos países de la misma manera para desarrollar la unidad nacional) se mantienen a un nivel moderado, limitadas en general a las discusiones esotéricas acerca de la existencia o no existencia de la "continuidad daco-rumana" (16).
Solo de vez en cuando, uno de los gobiernos rivales, se dedica a utilzar este juego político de continua alternancia, "revitalizando" la cuestión de la Transilvania: cuando hay tensión en Rumania, es el gobierno de Bucarest que hace propaganda acerca de la "amenaza contra la integridad territorial del país"; cuando hay una tensión social en Hungría, es el gobierno de ese país que se preocupa por la suerte de "la minoría húngara de Transilvania". Esta cuestión será aún más importante luego de la parlamentarización de la vida política en ambos países, para todas las fracciones burguesas, en su competenica por mostrar su mayor capacidad para asegurar la unidad nacional y la defensa de los interéses de la nación. En lo que concierne a la "nacionalidad alemana", en Rumania, el hecho de que el régimen de Ceausescu haga el comercio de carne humana, pidiendo un precio en divisas por cada trabajador "alemán" autorizado a emigrar, nunca impidió los excelentes lazos diplómáticos entre Rumania y Alemania Occidental en el plano económico.
Lo mismo, puede constatarse en relación a las relaciones con Rusia y Hungría: hasta los últimos días del régimen de Ceausescu, la cooperación económica se desarrolló sin problemas, a pesar del espectáculo acerca de las "discrepancias políticas". La comprensión mutua entre los capitalistas rumanos y húngaros, era tan completa, que los gobiernos estaban a veces obligados a esconderla, cuando se trataba de incitar los "ánimos" nacionalistas.
Así sucedió, por ejemplo, cuando la "guerra de la gasolina" entre Rumania y otros países del Este en 1979, cuando Bucarest decició que desde ese momento, solo se vendería gasolina a los turistas provenientes de países "hermanos" que pagaran en divisas "duras". En realidad, se trató más de un conflicto político / propagandístico, y menos de un conficto de tipo económico. Cada país implicado tenían necesidad, en ese momento, de un poco de "escándalo" de ese tipo: Rumania y Hungría, por la deteriorización cada vez más rápida del nivel de vida de los proletarios; Rusia, porque se preparaba para su "pequeña guerra" de Afganistan y con la ayuda de ese escándalo, entre otros, podía posponer las reacciones de descontento que se multiplicarían; Checoslovaquia, porque la fracción burguesa gobernante, comenzaba a sentir los efectos de una disminución progresiva de la falta de competitividad de ls industria checa en el mercado mundial y en consecuencia, por la actividad reforzada de las diversas corrientes burguesas rivales...
En lo que concierne la popularidad del régimen rumano en el Oeste durante ese período, nos limitaremos aquí a efectuar una cita de un reportaje efectuado a Ceausescú, por el canal ARD de la República Federal Alemana en 1984, cuando dicho sujeto visitara ese país (17). El periodista de la ARD dijo textualmente: "Sr. Presidente, vuestros esfuerzos para preservar la paz y asegurar la continuidad del diálogo entre el Este y el Oeste, llaman enormemente la atención y gozan de un reconocimiento en todas partes del mundo". A continuación rindió homenaje al "campeón de la libertad de los pueblos" diciendo: "Vuestra política exterior siempre expresó los principios de la independencia nacional, el rechazo a las pretensiones de hegemonía, de la no ingerencia en los asuntos internos de los otros países".
Es verdad, que también en la política internacional, Ceausescu -el cura de la política de paz y estratega en la guerra contra los proletarios en lucha- fue precursor de los Regan, Gorgatchev, Tatcher y de sus otros colegas, que comenzaron a utilizar ese tipo de discurso pacifista mucho más tarde que él. Ya en 1979, en un discurso pronunciado en Lupeni, Ceausescu declaraba: "La política de aumentar los armamentos es injustificable, ... La continuidad de esta política, sería insoportable para nuestro pueblo." El Presidente propuso entonces, la disminución de diez por ciento del presupuesto militar del Pacto de Varsovia; e independientemente de la aceptación o no de esta posición, declaró que Rumania decidía una "moratoria" unilateral (espectáculo de independencia nacional!) de sus gastos militares. Pero por supuesto que, esta política, no impidió el desarrollo indiscutiblemente "high-tech", de las fuerzas del orden rumano, incluida la Securitate, para masacrar a los proletarios en caso de necesidad en los confictos de clase locales, o/y en una gerra ilnterburguesa interna o internacional. Mientras tanto, Ceausescu, le hace la competencia al Papa de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, en lo que concierne a la propaganda pacifista: ambos multiplican sus llamados a Brejnev y Reagan para que terminen con la carrera armamentista y se dediquen (como el papa o Ceausescu, casi no hay necesidad de decirlo) al desarrollo del "bienestar de la humanidad".
E incluso cuando, la fracción de la burguesía mundial, que gobierna en Rumania se ve obligada a acercarse un poco más de Rusia (por consideraciones ligadas a la competencia entre Polonia y Rumania, por ejemplo, para reservarse -en detrimento de la otra fracción nacional capitalista- una mayor proporción en las entregas de petróleo ruso, relativamente barato), el gobierno rumano trata de guardar su imagen de independencia: los miembros del clan "Ceausescu", hablando confidencialmente con sus amigos "eurocomunistas" italianos (en 1981), les aseguran que esas pequeñas modificaciones en la táctica no cambian en nada la estrategia de "equidistancia" de Rumania (18).
"Hemos creado todo lo que es necesario a la vida humana"(Ceausescu, 25 de diciembre de 1989)
Nuestro objetivo aquí, no es el de crear la impresión de que dicho proceso fuese diferente" o que fuese peor en Rumania que por ejemplo en Africa, en Asia o en America del Sur. También en Europa y USA, los mismos métodos son utilizados por la burguesía, el mismo tipo de proceso se desarrolla a pesar de que, en correspondencia con una diversificación superficial en el sistema capitalista mundial, los niveles absolutos de miseria sean diferentes (recordemos al pasar que también los niveles de productividad de las unidades capitalistas nacionales, regionales son diferentes).
Lo que por el contrario queremos subrayar con esta descripción, de la concreción específica para Rumania, de lo que en realidad es un ataque universal de la burguesía contra las condiciones de vida del proletariado del mundo entero, es que la razón de las revueltas repetidas en este país, desde las del valle de Jiu en 1977 hasta diciembre de l989, no tiene nada que ver con la "falta de democracia", ni con la "dictadura de un loco" (Ceausescu) como lo dice la propaganda burguesa. Solo conociendo los terribles y continuos ataques que sufren los proletarios en Rumania y constatando que viven los mismos conflictos que cada uno de nosotros, cada uno de nuestros hermanos en cualquier parte del mundo, puede comprenderse los porqués de dichas revueltas, captar las fuerzas inexorables que nos empujan, a cada uno de nosotros, en cualquier parte del mundo, a través de sublevamientos contradictorios y de derrotas sangrientas, hacia la próxima insurrección proletaria generalizada e internacional, ... hacia la revolución mundial.
Los proletarios en Rumania -los mineros de la región de Jiu, los tipógrafos de Timisora, los jóvenes de Bucarest, los metalúrgicos de Galati...- fueron y son empujados por las mismas fuerzas historico-universales que nuestros hermanos de Krakow, de Tripoli, de Berlín, de Rosario, de Shangai. Como lo señalaramos hace 9 años en nuestro órgano central en francés ("Le Communiste entonces, "Communisme" hoy), las "dificultades" del proletariado mundial y las revueltas proletarias puntuales y aisladas, a proposito de las revueltas de 1981 en Rumania: "no son el producto de una mala gestión del Estado o de las empresas, ni se deben a los abusos de la nomenclatura. El Estado burgués no está dirigido por imbéciles incompetentes".
Lo que describiremos a continuación, no son más que algunos elementos locales, elegidos arbitrariamente entre los innumerables ejemplos del canibalismo del sistema del Capital; algunos elementos que ponen al sanguinario burgués asesino Ceausescu, en su verdadero contexto del capitalismo moribundo, cruel, maduro para ser abolido para siempre.
¡Nos toca a nosotros darle el golpe de gracia!
Dicho proceso, acompañado por el acuerdo total entre el gobierno y todos sus socios comerciales en el mundo, continua durante toda la década; simultaneamente, la prensa mundial, cumpliendo su papel de propagar el humanismo y la resignación, hacia los proletarios del sistema universal del capital, no cesará de lloriquear invocando el "destino del pueblo rumano".
Hablando de la miseria de los obreros (llamados "el pueblo" a pesar de que los burgueses rumanos, que también pertenecen al pueblo de ciudadanos rumanos, viven, por supuesto, en condiciones nada miserables) en Rumania, la propaganda de las distintas fracciones rivales de la burguesía mundial, siempre ha presentado como causa de la misma, a la escasez. En realidad, nunca hubo escasez absoluta de objetos de consumo; en Rumania como en cualquier otra parte, con dinero se puede comprar cualquier cosa. Lo que sucede es que todo cuesta caro, salvo la fuerza de trabajo (actualmente, el salario medio de un obrero es de 2800 a 3000 lei, el equivalente a 140 dólares según las autoridades rumanas, o de 60 dolares según la verdadera relación de cambio lei-dolar). Los precios oficiales solo existen para quienes no pueden pagar los precios del mercado "negro" (real); tanto en el campo como en las ciudades los proletarios que no pueden acceder a esos productos, hacen largas colas para procurarse algo, en general de pésima calidad y en una ración limitada (20). Si por el contrario, se puede pagar el precio real, todo es accesible y no hay que hacer cola: 30 a 50 lei, por 10 huevos,es decir el doble de precio oficial y el equivalente a casi 3 horas de trabajo; el salario de dos días enteros por un kilo de carne; el salario de 3 años por un auto del Este; el salario de 10 años por un auto del Oeste y el salario de 10 años por un miserable apartamentito.
El objetivo declarado en dicho programa era (según expuso en dicha oportunidad, ante la Asamblea Nacional el vice-ministro Alexandrina Gainuse): "la satisfacción equilibrada de las necesidades de consumo de alimentos para cada miembro de la sociedad"; se trataría de un programa "profundamente científico, real, de naturaleza revolucionaria" para reestablecer "el equilibrio entre el consumo efectivo del hombre y sus necesidades reales de alimentación".
Según el programa "la ciencia y las experiencias de los médicos nos dan una serie de ejemplos que muestran los efectos nefastos para la salud de un consumo exajerado y desmesurado" (sic!) de muchos productos alimenticios. Más claro imposible, fue para defender los proletarios contra nuestras propias tendencias a la "sobrealimentación" (sic!) y a los "excesos", que los burgueses reunidos en la Asamblea Nacional, tomaron dichas medidas, tendientes a modificar la estructura de la alimentación para los obreros en las fábricas, para los niños en las guarderías y escuelas, y en general para la "población" en los comercios...
Claro que, dicho programa es completado por una impulsión de la "educación científica" de los proletarios para hacerles comprender la necesidad de todo esto, dado que en realidad no es más que una sanción jurídica de un proceso que existe desde hace tiempo. De todas formas, el programa de alimentación científica, al permitir una reducción, aún mayor, de los artículos disponibles en los comercios oficiales, los ALIMENTARA, contribuyó a "sanear" a los proletarios en Rumania, ayudándolos, a asumir la revuelta abierta y masiva, aunque de forma aislada y breve,contra el sistema científico inhumano del capital.
Se trata de una real modernización. La urbanización, el desarrollo (exigido por todas partes por las relaciones de producción capitalista) de los centros urbanos, con condiciones inhumanas que se deterioran día a día, son condiciones generales que pertenecen a la vida de nuestra clase en todas partes, desde Asia a América Latina: demolición de las viejas jaulas en que se encerraba a la fuerza de trabajo y construcción de jaulas nuevas peores aún, con espacios aún más reducidos, con una contaminación aún más mortal, con barrios aún más controlados por los milicos, con un control socio-estatal aún más efectivo.
La única diferencia aquí: la fracción de Ceausescu está apurada; no quiere esperar a que el desarrollo "natural" del capitalismo haga su obra de destrucción de todo lo que aún pueda parecerse, (mirando de lejos) a una vida no completamente absorbida por la producción mercantil. Además, para asegurar la acumulación y la productividad, se necesita utilizar verdaderamente en la agricultura, cada centímetro cuadrado de tierra cultivable. Y en Rumania no hay demasiada: menos de 0,5 hectáreas por cápita, lo que evidentemente sería más que suficiente para alimentar los proletarios, pero totalmente insuficiente para satisfacer las necesidades de ganancia de los burgueses.
De hecho, el régimen en Rumania impulsa, con sus medidas de política económica, un proceso "natural" del capitalismo preexistente: la transición de la miseria del campo a la miseria en las ciudades. La migración continua de los proletarios hacia las ciudades fue acelerada por la hemogenización rápida de las condiciones de vida (por ejemplo, un aspecto de esta urbanización de los pueblos de campaña son las colas que hacen los "campesinos", -sí, también ellos- delante de los comercios, con la esperanza de poder comprar un poco de carne o de pan...).Ese proceso fue complementado por una serie de decisiones, como por ejemplo, la tomada (de nuevo) en 1983 por el gobierno rumano, según la cual, la vía del progreso es la de construir unicamente casas de varios pisos en las ciudades, "para economizar las tierras cultivables".
Ya en 1970, la fuga de los proletarios del campo hacia la ciudad, se había hecho masiva. Por ejemplo, la revista Flacara, a principios de la década del 80 escribe que "la despoblación rural toma dimensiones catastróficas" en la región de los Carpatos del Norte (21). Los salarios de las cooperativas agrícolas fueron siempre miserables; ahora con la política de austeridad del gobierno aplicada también en los pueblos de campaña, la posibilidad misma de supervivencia, para un numero siempre mayor de proletarios, resulta totalmente puesta en cuestión.
No fue por casualidad, que una de las esferas en donde el régimen comenzó la militarización de la producción (al lado de la construcción del canal en el Mar Negro, ya mencionado, en donde la actividad despótica de los oficiales de rango superior puede ser considerada como natural, sabiendo que la mayor parte de la fuerza de trabajo utilizada en dicha construcción, consiste en el trabajo forzado de soldados y de presos (22)) fue en la agricultura. En efecto, en 1980, Ceausescu lanzaba la consigna de que la obligación de la "población" de participar en los trabajos urgentes de la agricultura, "debe ser tratada como una cuestión de movilización militar" (23). En esos mismos años, un periódico publicado para orientar a los jóvenes en el cumplimiento de las tareas de estudios y de la producción para la nación constata que los que no quieren participar en esta movilización son culpables de sabotaje y de desersión (24).
Por lo tanto, paralelamente con la modernización de la producción (industrialización racionalización...) el régimen rumano dá una impulsión a la modernización de los lugares de producción y reproducción de la fuerza de trabajo, que será utilizada como capital variable en el ciclo de valorización: la racionalización de los centros de habitación. En la propia Bucarest, dicha política es aplicada a ritmo acelerado: la ciudad antigua es demolida a un ritmo acelerado y se la comienza a reemplazar por construcciones prefabricadas modernas. La consigna es la eficacidad; en los barrios demolidos, muchos viejos habitantes, que no comprenden lo que está sucediendo, se suicidan. Ese mismo proceso se inicia en otras ciudades como Botosani, Falticeni, Suceava...
La "sistematización" del campo parte de los pueblos y aldeas que rodean la capital y se extiende a otras regiones. Calles enteras y hasta poblados enteros son demolidos. Y las autoridades no dudan en emplear la violencia, para obligar a los proletarios a mudarse hacia los nuevos "centros de población" concebidos para la industrialización de la reproducción de la fuerza de trabajo agrícola. De ahí el nombre del nuevo tipo de habitación: "centro agro-industrial". De más está decir que este cambio, es realmente catastrófico para los proletarios de la campaña: con el mismo, ellos pierden su pedacito de tierra adonde podían tener algunos animales y producir un poco de comida para su propia alimentación; y por otra parte en la mayoría de los casos las habitaciones en los centros modernos son muchas veces más miserables y siempre más chicas que las viejas casas demolidas.
Y sin embargo, este es el progreso capitalista, imparable y sumiso a la ley del valor, en cualquier parte del mundo, haya o no Ceausescu. La única diferencia es que Ceausescu, como gestionario del capital, quiere ser lo más eficaz posible. Así, en menos de 20 años, un desarrollo vertiginoso de la civilización del capital tiene lugar en Rumania: en 1965 menos del 25 % de la población vive en las ciudades, en 1982 más del 50 % !.
En efecto, contrariamente a las explicaciones mentirosas dadas en occidente, en relación a dicho fenómeno, tan singular en la década del 80 (singular en el sentido de que dicho fenómeno de realizar una campaña para aumentar la población es excepcional en la actualidad y se limita solo a algunos países como Rumania, Hungría, Alemania del Este, etc.), el mismo, no obedece en absoluto a la (pretendida) locura personal de Ceausescu. Es por el contrario, totalmente inherente a la lógica del sistema, que procura la "grandeza nacional de Rumania" que la fracción gobernante quiera mantener el crecimiento de la economía nacional a pesar de la crísis mundial y sus efectos locales. Y cuando ésta se agrava y la competencia internacional se agudiza, las condiciones para mantener dicho crecimiento, en base a los aumentos de productividad (desarrollo tecnológico) se hacen cada vez más difíciles y es lógico que los burgueses locales tiendan a aumentar la cantidad absoluta de fuerza de trabajo disponible, pues en base a ello no solo se busca aumentar la producción futura, sino presionar los salarios a la baja y aumentar la tasa de explotación y de ganancia.
Cabe destacar, en conexión directa con las ilusiones acerca de un crecimiento económico continuo basado en el desarrollo "extensivo", que esta orientación ha sido dominante, en la política de varias fracciones gobernantes en los países vecinos, que tanto las fracciones "conservadoras" como las "reformistas" buscan por los mismos métodos, utilizar esa fuerza de trabajo abaratada.
La ideología de la "necesidad del crecimiento demográfico" para asegurar la grandeza nacional, no es más que un reflejo y un impulso para la consolidación de dicho esfuerzo, lógico, racional, capitalista. Y la política forzada para llegar a dicho objetivo, en Rumania, no es más ni menos inhumana que la de la castración forzada de millones de proletarios en la India, durante las decadas del 70 y del 80, ni, más ni menos bestial que la de la "desmotivación económica" utilizados en China para impedir el aumento numérico de proletarios que resultan excedentes para la reproducción del capital.
Ya durante el período de la llamada acumulación "socialista" relativamente imperturbada, durante la década del 60, la fracción rumana de la burguesía prohíbe los abortos (25). La producción de fuerza de trabajo, es también militarizada: así Ceausescu, haciendo referencia a la "ley de continuidad nacional" declarará que "los que no asumen el deber de tener hijos, son desertores de la nación" y clarifica a continuación " el embrión humano es la propiedad de la sociedad entera". Las mujeres rumanas, como buenas ciudadanas, deben contribuir más eficazmente a la produccción de la fuerza de trabajo destinada a servir de capital variable. Procrear y parir mucho, es el "deber patriótico".
El contenido del humanismo depende siempre de las necesidades del capital, la argumentación humanista es siempre la que corresponde a la reproducción del sistema capitalista: para los burgueses de la India (para los Gandhi, hermano y hermana por ejemplo) la solución humanista a la miseria de los proletarios pasa por la limitación del numero de nacimientos y la castración forzada de las mujeres; para Ceausescu (como para el papa!) "el aborto viola las leyes de la naturaleza, del Estado y del progreso social". Fue en nombre de esas mismas leyes de la naturaleza que el régimen rumano instauró la "policía de la mestruación": en las fábricas las autoridades obligan a las mujeres a someterse a controles regulares del ciclo menstrual, haciendo imposible el incumplimiento del deber patriótico: las que a pesar de esos controles lo intentan son suceptibles de ser encarceladas.
A pesar de ello muchas mujeres elijen el aborto ilegal, porque la otra perspectiva es aún peor, más miseria, imposibilidad de ocuparse de los niños en las condiciones insalubres de vivienda en que subsisten, presión permanente de la explotación asalariada, falta de los productos más elementales de subsistencia y de dinero para procurarselos.... Las que logran hacerlo sin ser descubiertas escapan a la justicia del pueblo; otras son descubiertas y pagan con carcel (1 a 3 años) y otras con menos suerte aún, revientan abortando; miles de mujeres mueren como consecuencia de la inadecuación de las condiciones, la falta de instrumentos médicos apropiados, los locales insalubres en los que se practican esos abortos o por el hecho de que apenas terminan de abortar tienen que ir a trabajar para pasar desapercibidas frente al control oficial que, en caso contrario, podría hasta descubrir el delito contra la nación.
No es para nada una exageración irónica, el de hablar de crimen de "lesa patria" en relación a dicho acto. En junio de 1986, por ejemplo, el Consejo de Estado decreta una amnistía general y reduce las penas de todos los condenados por derecho común, pero entre los delitos que se excluyen explícitamente de dicha aministía figuran los abortos ilegales.
El profesionalismo burgués logra sus efectos: de 1983 (año de introducción de los controles más estrictos) a 1985 el porcentaje de nacimientos aumenta de 1,36 a 1,64. Y a pesar de que la mortalidad de los niños y de las madres alcance niveles nunca conocidos antes, a causa de la alimientación insuficiente y las condiciones miserables de vida, los burgueses rumanos pueden felicitarse: han asegurado, para la economía nacional, algunos miles de esclavos adicionales por año.
En 1981, por ejemplo, los resultados de la agricultura eran insuficientes para la economía nacional, dado que se constató una disminución de 1 % en relación a los resultados del año precedente y comparados con los objetivos del plan (que en realidad no son otra cosa que los deseos de los burgueses locales), la diferencia llegaba a 10 %. La solución del gobierno de Ceausescu fue la introducción en 1982 de una reforma en el sistema de salarios de los "campesinos": así del sistema de salario habitual, ya muy bajo, solo se garantiza un 30 %; el resto depende de los resultados de la producción en las empresas agrícolas.
Esta táctica tuvo éxito: gracias al brutal agravamiento de la presión sobre los proletarios y al buen tiempo, el mismo año de aplicación de esta reforma, se logra una cosecha abundante. Y sin embargo, fuera de la "felicidad" de leer en el periódico las alabanzas desenfrenadas y redundantes a la buenísima política económica que el gobierno había aplicado, los proletarios en Rumania, no vieron ni las migas de tal "conquista socialista". Bien por el contrario, las condiciones de vida siguieron empeorando, el poder de compra de los salarios siguió deteriorandose y las colas frente a los comercios de alimentación siguieron creciendo.
Lo mismo sucedió luego de la decisión, ya mencionada, del Comité Central del Partido Comunista Rumano de junio de 1983, acerca del reforzamiento de "la aplicación de los principios de autogestión y del autofinanciamiento de las empresas" (en ese momento Gorbatchev no es más que un oscuro secretario del partido, prácticamente desconocido...). El "desarrollo del mecanismo económico y financiero" y el "del sistema de remuneración" debía significar "una relación más directa entre los resultados cualitativos y cuantitativos del trabajo y el salario de los trabajadores". En la práctica, todo eso condujo a una explotación aún más dura, y a una deteriorización aún más rápida y violenta de las condiciones de vida de los proletarios en Rumania.
Y en relación a la campaña para aumentar la población, circula una versión de ese mismo chiste. El llamado del gobierno a la población dice: "La nación necesita 4 niños en cada familia" Un proletario que escuchó el llamado le dice a su mujer: "Según el gobierno debieramos hacer 4 niños". "De acuerdo, hacerlos podríamos, -responde la mujer- pero luego ... ¡tendríamos que exportar tres!".
No hay todavía una fracción de "oposición" (en el sentido de una fracción burguesa que constituya una verdadera alternativa) fuerte, a pesar de las eternas querellas e intrigas, entre los capangas de la fracción gubernamental, dada la lucha incesante por las mejores posiciones en el aparato (como en cualquier otra empresa capitalista) y para liberarse de la responsabilidad cuando el jefe busca culpables de tal o cual fracaso económico. Claro que, los restos miserables de los "sindicatos libres" continúan aún descomponiendose, y que algunos intelectuales descontentos no dejan de mantener una oposición moralizadora, tanto en Rumania como en el exilio, como por ejemplo los escritories Paul Goma y Eugenio Ionesco.
Ello mismo hace mayor, el constante peligro de las revueltas obreras no encuadradas por ninguna organización oposicional. Es sintomático que, durante todo ese período, prácticamente todas las huelgas en Rumania comiencen como huelgas "salvajes": ni la oposición "democrática", ni los "sindicatos libres" fueron capaces de organizar una huelga, una manifestación violenta, una acción contra el gobierno. Por ello, el régimen para reproducirse necesitó, de una fuerza omnipresente, moderna, diversificada, de represión: el desarrollo de la Securitate se transforma cada vez más en tarea prioritaria.
Sin embargo, no se debe mistificar dicha organización policial: comparada a la actividad de la CIA, del FBI o de la KGB y sobretodo a la eficacidad y omniprescencia de la BKA/Verfassungschutz en Alemania del Oeste, los métodos de la Securitate se encuentran en un lamentable nivel artesanal. En 1968 ya comienza un gran esfuerzo para ampliar y modernizar su aparato (26), pero los métodos siguen siendo aún primitivos: en general es por medio de la cantidad (y la bestialidad sin límites) que los milicos rumanos intentan contrabalancear la falta de calidad.
Las cuatro instituciones armadas más importantes, desde el punto de vista del mantenimiento del orden social en Rumania, son el ejército, la Securitate, la policía y la Guardia Patriótica. Del ejército nos ocuparemos luego, la policía es exactamente la misma en todas parte, la Guardia Nacional, como todas las organizaciones estatales paralelas, paramilitares, tiene una utilidad muy relativa en los períodos de paz social y una utilidad dudosa en los momentos de explosiones sociales. Solo cuando se logra encuadrar, muy bien a los proletarios, dicha institución resulta relativamente importante.
Queda la Securitate: una verdadera "fuerza de acción" subordinada a la fracción gobernante y al mismo tiempo privilegiada por su lealtad hacia los patrones. La predecesora de la Securitate fue la Siguranta, fundada en 1907, luego de la revuelta de los "campesinos" (fueron ejecutados 11.000 proletarios agrícolas) y ampliada en 1918, para impedir la repetición de la ola de luchas proletarias. Al final de la decada del 80, la Securitate tiene unos 70.000 efectivos y una muy buena infraestructura de vehículos blindados, tanques, aviones, helicópteros. Un pequeño ejército, al lado del otro que es más numeroso pero menos confiable. La Securitate tiene una gran proporción de torturadores y asesinos profesionales, de matones y tropas de choque, de oficiales muy muy bien pagados, de mercenarios al servicio total del poder, elegidos muchas veces de los orfanatos para que no tengan ninguna relación personal, ni familiar con los proletarios locales a quien se encargaran de atormentar.
Y una red de informantes, desarrollada con los métodos conocidos en todos los países del mundo: chantaje oficial contra los delincuentes quemados de baja calaña, para transformarlos en instrumentos dóciles de los milicos; constante búsqueda de los prolos débiles, frustrados y destruidos por la individualización, por la competencia, por la desolidarización, llevados al extremo durante la paz social; encuadramiento de todos lo que, por algunas migajas, se prestan a vender a sus hermanos.
Se dice que en Rumania hay hasta un millón de esas ruinas humanas. Tal vez más, tal vez menos, lo importante es destacar que no se trata de un fenómeno excepcional; que el oficio de informante, de soplón, de alcahuete, de batidor, existe en todas partes del mundo: desde los "junkies" que funcionan como milicos en Estado Unidos, a los ciudadanos - denunciadores en Alemania, a los porteros informantes en España o Bélgica, a los taximetristas en Argentina... Comparados por su actividad, los métodos "especiales" de la Securitate (como el registro obligatorio de toda máquina de escribir) son de una importancia secundaria.
Otros métodos utilizados también en Rumania para acentuar el aislamiento de la fuerza de trabajo, es el severisimo filtraje y la distorsión de las informaciones que se le dan a los proletarios. En todas partes del mundo, los medios de difusión de la información, se encargan de ahogar todo signo de lucha de nuestra clase en el mar de las imbecilidades, la politiquería o tal o tal otro acontecimiento espectacular. En Rumania, el régimen de Ceausescu, eligió una solución mucho más radical: el control militar de todo el sistema de comunicaciones del país (desde el principio de la década del 80, este sistema se encuentra directa y abiertamente bajo el control de la Securitate) y la exclusión total de toda información que podría ayudar a los proletarios locales en la clarificación de su comunidad existente con sus hermanos de todo el mundo.
"De las luchas proletarias nada, de su encuadramiento un poco más, de la política solo lo que resulta útil a las necesidades inmediatas de la fracción gobernante" así podemos resumir la consigna de los propagandistas burgueses del sistema dirigido por los Ceausescu. Es bajo esta consigna que, por ejemplo, se corta toda la información acerca de las revueltas en el Caucaso, esperando el momento en el cual podrían ser presentadas como un simple y "puro" conflicto entre algunas "nacionalidades". Y en forma más estricta aún se aplica ese principio en relación a las revueltas en el interior del país, ocultándolas y guardando absoluto silencio al respecto primero, presentándolas luego como "acciones aisladas de agentes provocadores de potencias extranjeras".
Esa será, sin excepción, la argumentación de Ceausescu, en su discurso del 21 de diciembre de 1989, en relación a la manifestación de Timisoara, asi como luego durante la comedia del "proceso" contra él y su mujer, cuando dos grandes mentiras compitan para imponerse como verdad propagandística: el tribunal de los generales proclamará que toda la revuelta proletaria era una "revolución del pueblo" (incluyendo explícitamente al ejército y las otras fracciones burguesas), mientras que Ceausecu se aferrará a su versión, de que se trataría, de un "golpe de estado organizado por los agentes enemigos de Rumania...
El horror llega a niveles indescriptibles cuando llega el invierno. Las colas de proletarios mal alimentados, reventados de cansancio, delante de los comercios lúgubres en la calle fría y oscura; la interminable espera de autobuses para ir al trabajo; los mil y un miserables e indispensables rebusques para subsistir; la muerte de todos los débiles -bebés, viejos, enfermos - en los apartamentos helados o en los hospitales andrajosos y harapientos; y además el terror en todos lados: teléfonos escuchados, paredes con oídos, colas con provocadores e informantes, fábricas y oficinas miliqueadas, calles llenas de gendarmes...
La reacción fue violenta: entre 20.000 y 30.000 proletarios se volcaron a las calles: "De acuerdo, iremos a votar, pero a nuestra manera". Ya a las 9 de la mañana, el centro de Brasov es un campo de batalla: vehículos de la policía incendiados, vidrieras rotas, saqueos, lucha abierta entre los proletarios enfurecidos y los defensores del orden, que en su mayoría, se ven obligados a huir (momentaneamente, dado que luego reapareceran con refuerzos). Aunque la masa "pida" (sin dirigirse a nadie en especial) cosas como "aumentos de salarios", "distribución de comida" y que por supuesto, grite "muera el dictador"(Ceausescu), "abajo el partido", "viva la libertad" no se trata de una manifestación con reivindicaciones "realistas", sino que es por el contrario, una explosión de rabia proletaria.
Una hora después, 20.000 obreros se concentran frente al edificio del "consejo del pueblo" (intendencia), armados de todo lo que encontraron (cuchillos, botellas rotas, piedras, fierros). Ocupan la intendencia y matan a los milicos que intentan detenerlos. De inmediato se dirigen hacia el edificio del comité del partido, destruyendo al pasar todos los símbolos de la explotación, et de l'Etat.
El gobierno, reacciona con la severidad que lo caracterizaba, enviando refuerzos para auxiliar a las fuerzas del orden local: las fuerzas policiales y el ejército (3000 a 4000 soldados) ocupan la ciudad, tratando de liquidar la revuelta por todos los medios: palo, gaz lacrimógeno y ametrallando a un numero aún desconocido de insurrectos. La Securitate se especializa en hacer desaparecer toda huella de lucha proletaria (como veremos, durante los acontecimientos de diciembre de 1989 en que sucederá otro tanto): un numero aún dificil de calcular desaparecerá en las cárceles o en los cementerios cladestinos administrados por dicha policía política.
El caso de la fábrica de autos Dacia es un ejemplo particularmente ilustrativo: durante varios años, los obreros de dicha fábrica saboteban el armado de los autos, de una forma tan generalizada y sistemática, que en algunos otros países del Este, en donde los Dacia se vendían en gran cantidad, pasó a ser un hecho totalmente normal para los compradores, el retirar el auto recién comprado y llevarlo directamente al primer taller especializado para arreglarlo y hasta rearmarlo, intentando así evitar la precoz desintegración del coche... Otro ejemplo: a los proletarios de la prisión de Gherla se los obliga a trabajar en una fábrica de cerillas; sin embargo todo el mundo sabe que dichas cerillas no sirven para encender nada...
Una forma importante de sabotaje, en una época en la cual la correlación de fuerzas es desfavorable para el proletariado, es la resistencia proletaria contra la educación y la propaganda burguesa, contra las campañas de individualización y que buscan exacerbar la competencia entre los proletarios. En Rumania, fuera de las revueltas puntuales, la única expresión posible del odio proletario contra el Estado, eran los chistes contados en círculos pequeños de amigos íntimos, burlándose en general del Conducator. Un ejemplo es la historia del viejo campesino de Transilvania (protagonista de muchisimos chistes rumanos) que va a la estación de Cluj. "¿Cual tren quiere tomar usted?" le pregunta la cajera. "Yo, solo he venido a preguntar cuando, se irá, por fin el de Bucarest" ("el de Bucarest" puede ser el tren o ... Ceausescu). Y es sintomático, del miedo que ese tipo de chiste producía en la fracción burguesa gobernante, que solo por un chiste tan imbécil como ese, contado en presencia de un provocador, se podía desaparecer en las garras del Estado.
No se trata de un fenómeno excepcional, ni de un fenómeno típicamente rumano. Todo lo contrario, millones y decenas de millones de proletarios en todas partes del mundo, reaccionando ante el canibalismo del capital, que se ha agudizado con el desarrollo de la crísis, y al no vislumbrar una verdadera solución (el ataque colectivo y clasista contra la burguesía mundial), utilizan esta salida individual de escaparse y de refugiarse en cualquier parte. Según las estadísticas (y a pesar de que las mismas están llenas de distorsiones y eufesmismos, también con respecto a este asunto) el número de "refugiados" se duplicó durante la última década en Europa, Asia, América y Africa...Y por supuesto que dentro de esta millonada, los proletarios que salen del Este para refugiarse en el Oeste, no son más que una minoría.
En Rumania, la fuga masiva comienza ya en la década del 70. En los hechos, podemos constatar dos procesos paralelos: la fuga de proletarios que viven en la campaña, extremadamente pauperizados y a la búsqueda de una mejora de sus condiciones de vida en las ciudades (aunque parezca absurdo); y la fuga de cientos de miles de proletarios, de Rumania hacia otros países, en forma legal o ilegal y a la búsqueda (muchas veces ilusoria) de una situación más vivible.
En la mayoría de los casos, dicha aventura termina trágicamente: las autoridades de los países vecinos (Bulgaria, Hungría, Yugoslavia) los reexpulsan hacia Rumania, lo que en muchos casos, puede significar una pena de muchos años, y dificultades interminables para la familia del "criminal". Muchas veces, la persona expulsada desaparecs para siempre en las prisiones o en los campos de trabajo forzado del Estado.
A los proletarios de lengua alemana la vía que se le ofrece, en la mayoría de los casos, es la de emigrar a Alemania Occidental: el gobierno de ese país tiene buenas razones políticas (nacionalismo alemán) y económicas (fuerza de trabajo barata), para comprarlos. De su parte el gobierno de Bucarest, está dispuesto a venderlos por una suma, nada despreciable, lo que a su vez le para mantener su imagen de "relativamente liberal" con respecto, por ejemplo, al gobierno de Rusia (que en esa época, se mostraba mucho más burocrático para la realización de ese tipo de comercio de esclavos).
Los proletarios de lengua húngara, por su parte, intentan orientarse hacia Hungría. Muchos de ellos eligen el método del "casamiento blanco" con un ciudadano del vecino país, y luego de un largo y cansador trámite, que dura años, se obtiene el permiso de emigración.
Sin embargo, el fenómeno de la fuga masiva fue un fenómeno relativamente limitado hasta 1989, cuando el aumento de la tensión social en el país, conjuntamente con otros cambios políticos en todo el contexto, provocan una verdadera explosión: decenas de miles llegan a Hungría y se quedan ilegalmente allí. Todos los meses, miles de proletarios pasan clandestinamente la frontera perseguidos por las patrullas de los milicos rumanos y también acosados por los milicos húngaros (con más "razón" aún, cuando muchos de los refugiados no son -solo- "húngaros" sino proletarios de lengua rumana). Una cantidad de ellos -que nadie se atrevería a precisar- son reexpulsados, encarcelados y torturados por los milicos rumanos.
Todo el ingenio de estos criminales se pone al servicio del terrorismo de Estado. Así, los milicos rumanos llegan a inventar una frontera "húngara" en pleno territorio rumano, con banderas húngaras y disfrazando los milicos rumanos en agentes húngaros de frontera. Cuando los que intentan escapar, luego de pasar mil peripecias, visulaizan los colores húngaros se creen a salvo y se muestran abiertamente; lo que facilita la detención, cuando no se les ha dado la orden de tirarles abiertamente y ejecutarlos ahí mismo.
Y a pesar de todo muchos, varias decenas de miles tuvieron la suerte de pasar la frontera. El gobierno húngaro decide aceptarlos como refugiados, para utilizarlos para su propios fines políticos. Tal como los refugiados en Alemania del Este, dichos proletarios son utilizados para las campañas gubernamentales humanistas, acerca de los derechos del hombre y la democratización. Son algo así como la materia prima de esas campañas. Los burgueses húngaros, con este asunto, ganan por tres lados distintos: -con el gesto humanista de la acogida de los refugiados, se popularizan mundialmente como campiones de los principios de la libertad burguesa; -mezclando en la propaganda las verdaderas razones de la fuga (la miseria de los proletarios) con las frases nacionalistas y democráticas, utilizan a los refugiados para fortificar la unidad nacional y apoyar la campaña de ciudadanización en Hungría; y - mostrando a los "pobres refugiados rumanos" felices de aceptar cualquier tipo de trabajo en Hungría (los peores! y con el sueldo más bajo) logran ejercer una presión general sobre la fuerza de trabajo local ("Vuestra situación no es tan mala; otros la envidian").
En un período de paz social, este tipo de métodos burgueses funciona bastante bien. Muchos refugiados se encuentran muchas veces obligados a aceptar ese papel de instrumentos en las manos de sus nuevos patrones y muchos proletarios locales se enceguecen con ese nuevo elemento de la competencia y son incapaces de solidarizarse con los recién llegados. En los primeros momentos, todo signo de solidaridad es liquidado al ser encuadrado por la caridad burguesa. Luego, dada la falta de perspectiva inmediata para la lucha, lo que inevitablemente predomina es la división y la competencia.
La fuga ante ciertas condiciones particulares puede verificarse a veces como realizable pero solo a nivel individual y a título temporario. En realidad ante las leyes universales de la sociedad burguesa, no hay ninguna fuga posible. Hay unas sola solución proletaria a la barbarie del capital: la lucha común contra el conjunto de la burguesía.
A principios de 1989, y más aún durante el verano, la fracción gobernante de Rumania se muestra irremediablemente desgastada. Divergencias cada vez más agudas aparecen en la relación entre Rumania y Rusia: los burgueses rusos con Gorbachev a la cabeza, continúan su campaña acerca de la perestroika (para la reestructuración del aparato económico y organizativo de la produccción capitalista y en dicho cuadro imponer una drástica disminución del salario social) y de la glasnost (cuyo principal objetivo es encuadrar la inevitable resistencia proletaria contra el aumento de la explotación que la perestroika implica). La fracción de Ceausescu, hubiera seguido aplicando esta linea si hubiera sido posible, pero para ello, su credibillidad es insuficiente y por eso se opta por representar el otro polo, el de la continuidad política y económica con los métodos de reformas moderadas aplicadas en Rumania desde 1980.
Para reforzar sus propios bandos, los burgueses rumanos y rusos acentúan las campañas nacionalistas, salpicadas de discusiones "ideológicas". Un ejemplo sintomático de ello es la noticia publicada en la prensa de Moscú en octubre de 1989, de que dos agentes secretos rumanos habrían sido arrestados, en Moldavia por haber incitado al separatismo a la población de origen rumano. La noticia en sí, no tiene nada de extraordinario; lo que por el contrario si lo tuvo, fue la decisión del gobierno ruso de hacer pública tal tipo de noticia; dado que, hasta ese momento, los asuntos de esa clase quedaban en el dominio de las discusiones confidenciales entre las dos fracciones burguesas "fraternas".
Dicho incidente, no es separable de la otra rivalidad nacionalista de Rumania: la que tiene en relación con Hungría, a propósito de la cuestión transilvánica. El éxito en la utilización de dicha cuestión en Hungría (28) , para reforzar la unidad nacional en dicho país en un período de ataque bestial contra las condiciones de vida de los proletarios, tiene por efecto el empujar a Ceausescu a hacer lo mismo con la Moldavia.
En lo que concierne las relaciones de la fracción de los Ceausescus con sus colegas del Oeste, salta a los ojos, en forma cada vez más clara, la falta de credibilidad del "viejo dictador" para realizar las reformas consideradas necesarias por todo el capital. Si antes todavía existen muchos circulos económicos y políticos interesados en el mantenimiento del poder de Ceausescu, desde el comienzo del otoño todos comienzan a reflexionar sobre la necesidad de un cambio de careta. Políticamente, la continuidad del "socialismo en una familia" no es demasiado digerible dada la imagen omnipresente de "democratización" (parlamentarización) universal, popularizada por la propaganda burguesa tendiente a reforzar mundialmente, la dominación terrorista de la democracia contra los proletarios explotados y oprimidos. Económicamente, una serie de círculos capitalistas del Oeste tienen interés (fuerza de trabajo y territorio barato, perspectivas de cooperación lucrativas) en impulsar la apertura radical del mercado rumano, que hasta ese momento se había mantenido en un nivel de protección bastante elevado.
Todo ello contribuye, en forma inevitable, a una disminución de la popularidad de los Ceausescus entre los burgueses del mundo entero. No se trata de provocar la caída de la fracción gobernante en Rumania; pero sin dudas, un número, cada vez mayor de hombres de negocios y de políticos ya especula con las posibilidades de un cambio de gobierno en Bucarest.
Es en tales condiciones, que se realiza el catorceavo Congreso del PC Rumano. En la apertura, Ceausescu se muestra seguro de sí mismo y del poder del aparato estatal; y ataca a "todos los que vienen del socialismo y se aproximan al capitalismo". Y agrega Rumania "se opondrá, por todos los medios, a la puesta en cuestión del socialismo científico". Luego, se autoelogia por "las conquistas extraordinarias" del desarrollo de la economía nacional, a pesar de que no niegue las necesidades de hacer algunas correcciones para adaptarse a las exigencias del mercado. Y el viernes 24 de novienbre, es reelegido por unanimidad como Secretario General del PC. Y por supuesto que también aplaudido, por todos los burgueses presentes al unísono; es decir por los que un mes después se presentarán como los "combatientes de la resistencia contra Ceausescu". Se mantiene así como el símbolo de la explotación y la opresión de los proletarios del país, lo que si bien para él será fatal, será extremadamente útil para el conjunto de la burguesía, tanto a nivel local como internacional.
"Matar al revolucionario sin destruir el trabajador que dormita en su interior, he ahí la represión bien comprendida."(Riviale: "La balada del tiempo pasado")
Pareciera que en este entusiasmo unánime de los periodistas y políticos del mundo entero (incluidos los del Este), los banqueros y los otros gestionarios de la economía son las únicas personas que no hubiesen perdido su lucidez. En efecto lo que ellos constatan es una imagen totalmente diferente: una deteriorización generalizada, durante 1989 y 1990, de las condiciones de producción de valor en la región de Europa del Este, una reestructuración económica demasiado lenta, un empeoramiento generalizado y espectacular de todos los indicadores acerca de la deuda como por ejemplo, el cambio desfavorable en el índice deuda dividido por las exportaciones anuales (indicador de la capacidad de pago). Globalmente en los 7 países de Europa del Este (lo que cuenta en esos cálculos es evidente que son las "divisas convertibles"), dicha relación aumenta de 153 en 1988, a 169 en 1989. Pero mientras en cada uno de ellos este deterioro de la capacidad de pago se confirma durante ese año (Polonia de 504 a 532, Hungría de 290 a 326, Bulgaria de 196 a 263, Rusia de 90 a 133, RDA 106 a 118, Checoslovaquia de 80 a 95,), en Rumania, gracias a Ceausescu, dicho parámetro de solvencia mejora de 32 a -1. (29)
No es la deuda en sí, de las economías nacionales que
presenta problemas graves a los gestionarios del capital, dado que las
deudas adicionadas por más que hayan aumentado mucho (de 95 miles
de millones de dólares en 1988, a 114,5 miles de millones de dólares
en 1989),representan un porcentaje relativamente pequeño de la producción
total adicionada de esos países (no comparable con las situación
de otros), teniendo en cuenta la enorme parte que la producción
de los mismos representa en la economía mundial. Pero todos los
otros indicadores económicos le resultan preocupantes a la burguesía,
en especial aquellos que indican la tendencia; como por ejemplo la evolución
del producto y del ingreso nacional:
|
media anual 1986-1990 |
|
|
|
Bulgaria
Hungría Polonia RDA Rumania Rusia Checoslovaquia |
3,2 3,5 4,6 10,6 4,2 3,5 |
0,9 4,9 4,3 7,3 4,1 2,6 |
3,0 1,7 3,6 4,3 2,3 2,1 |
0 -2 1 2 0 1 |
Fuente: Cifras oficiales del CAME (Comecon) y de los buró de planificación de los países individuales aparecido en "Zycie Gospodarcze" (Polonia) el 12 de enero de 1990.
Podemos constatar, que se está dando un proceso inadmisible (valorización demasiado débil en relación con la cantidad enorme de capital acumulado), para el capital, que es subrayado por todas las fracciones de la burguesía mundial, desde cada uno de los gobiernos de los países del Este hasta el Fondo Monetario Internacinal, desde las fracciones de oposición a los partidos "comunistas" de la región. El capitalismo no puede tolerar un deteriorización tan drástica de su acumulación, que conduce a la cuasi reproducción simple en una región entera. La solución es bien conocida, y ha sido aplicada desde hace tiempo en una serie de países desde Argelia a la Argentina: hay que liquidar las industrias no rentables e invertir en los sectores con buenas ganacia; para lo cual es necesario atraer capitales, asegurar una ganancia atractiva y ello, principalmente, bajando el salario social, es decir aumentando los precios, limitando los servicios sociales, aumentando el ejército industral de reserva, impulsando la competencia que se libran los proletarios entre ellos...
Sin embargo la situación social es ya muy tensa en la región y los partidos gubernamentales no parecen apropiados para gestionar dicha transición tan drástica. Un proceso muy complejo y dialéctico comienza: las medidas de austeridad y de reestructuración son aplicadas con una velocidad creciente, acompañadas de un conjunto de medidas tendientes a reforzar la democracia (campañas de parlamentarización, de ciudadanización, de moralización...) con un doble objetivo: impedir, las explosiones de descontento y si ellas se hacen inevitables y se producen, encuadrarlas.
Para ello, la burguesía mundial necesita falsas polarizaciones en todo el mundo y particularmente en el Este, en donde, con pocas excepciones, la deteriorización de las condiciones de vida proletaria deberá ser extraordinariamente rápida. Canalizar y encuadrar las explosiones: para ello los Ceausescu de la región en su papel de "otro polo" (de "los malos") resultan indispensables. "Si no existiesen, habría que inventarlos". Y si no es necesario inventarlos, como en el caso que nos ocupa, es indispensable agrandarlos, inflarlos por todas partes: las "fuerzas antiperestroika" en Rusia, los Vasil Bilaks en Checoslovaquia, los llamados "puchistas de izquierda" en Hungría, los círculos de la "Stasi" (Staatssicherheit - seguridad de Estado) en Alemania del Este...
A los obreros las opciones que se le ofrecen, no son tales; en el cuadro de las luchas políticas interburgueses, todos los programas económicos son idénticos para los proletarios: reestructuración (agravación de la miseria) bajo el gobierno del partido único, (ya completamente descredibilizados); sea la misma reestructuración (y aumento de la miseria) bajo un sistema parlamentario, con varios partidos que (dado que han estado en la oposición o son de creación reciente) tienen la ventaja de poder formular promesas "creibles" para el futuro y dar algunas pequeñas concesiones baratas (como el permiso para viajar para quienes tengan el dinero para ello), en el presente, aprovechando, al mismo tiempo, el odio sociamente acumulado contra sus rivales "conservadores".
Mientras los proletarios tienen aún un poco de paciencia (para continuar soportando, hasta no se sabe cuando, la miseria), esa táctica burguesa marcha relativamente bien e incluso, si pierden la paciencia, la falta de asociacionismo obrero, la falta de lazos con el propio pasado de nuestra clase, la falta de internacionalismo obrero práctico, los hacen facilmente encuadrables luego de las revueltas parciales y las masacres sucesivas.
Así, la orgía obscena de la política burguesa puede continuar.
Y sin embargo el encuadramiento preventivo está ya en preparación. Para los observadores (y la burguesía tiene buenos observadores, cuando se trata de sus intereses), resulta cada vez más claro, que una explosión de rabia proletaria es inevitable en Rumania. Habrá que matar a muchos proletarios y luego de la represión asegurar el funcionamiento de la economía nacional rumana, su reestructuración.
No se puede destruir físicamente al proletariado entero que es la fuente de toda la valorización capitalista. La burguesía mundial ve, que en la situación actual (de debilidad extema de nuestra clase internacional), con un encuadramiento bien preparado, y administrado en forma competente, se puede efectivamente limitar los daños causados por las revueltas proletarias puntuales. La necesidad de un "encuadramiento preventivo" más potente que las habituales campañas de fortificación del polo individual, nacional, familiar.... de la fuerza de trabajo, se plantea cada vez que, los efectos locales de la crisis mundial del capitalismo empujan al proletariado a la revuleta. Las fracciones locales de la burguesía, necesitan armarse, también ideológicamente y se preparan, al mismo tiempo, que a arreglarle las cuentas a los proletarios más decididos, a una competencia más aguda para ocupar el cargo de mejor administrador de la economía nacional.
Se dijo por todas partes que, la fracción de Ceausescu fue condenada a desaparecer, por no ser capaz de seguir la linea de reestructuración mundial y su concretización local, la perestroïka. Una serie de teorías acerca de una conspiración en este sentido se desarrolló y se especuló con la hipótesis de que la KGB había decidido eliminar a Ceausescu por su "testarudez" (30). La realidad es totalmente opuesta: fue precisamente como "perestroit el" (reestructurador) que Ceausescu, cumplió su papel en la década del 80 y ahora se encuentra demasiado desgastado y descredibilizado. En diciembre del 89, Ceausescu termina con broche de oro su papel, asumiendo la responsabilidad personal de la masacre que toda la burguesía necesita. Y con ello se produce su muerte política definitiva (la física es solo un episodio sin importancia), el futuro es de los burgueses que se distancian de él. Aunque aquel fuese capaz de seguir con las reformas, no es capaz de canalizar el descontento generalizado en aras de la economía nacional; otras personas y si es posible otras fracciones del capital, pueden asegurar mejor la continuidad de su obra.
En primer lugar el nacionalismo, no puede ser reducido a una cuestión de propaganda; la materialización del nacionalismo como instrumento de encuadramiento burgués de los proletarios insurrectos no depende exclusivamente de lo que aquellos "crean" en la propaganda nacionalista. De hecho la existencia del proletariado, como clase mundial, universal, comunista, se encuentra escondida por nuestra situación de derrota; nos encontramos materialmente divididos en el sentido más estricto de la palabra, por la falta de accionar internacional e internacionalista; por la falta de organizaciones proletarias capaces de superar las fronteras nacionales, por la falta de una solidaridad activa, internacional, masiva, con las luchas de nuestros hermanos que viven en otras partes, por la falta de contactos internacionales, regulares, organizados entre los nucleos de proletarios en lucha: falta de una actividad común, fuerte, de centralización, clarificación, información....
La ausencia de estos elementos materiales, constituye una condición previa, que facilita tanto el éxito de las formas de encuadramiento burgués és, como el desarrollo de la competencia entre los proletarios (individual, nacional o entre categorías). El estado de derrota, de división, de sometimiento, a una existencia individual, profesional, familiar, nacional, es la fuente principal del encuadramiento burgués, siempre ligado a la competencia que se desarrolla entre nosotros mismos y que constituye la negación práctica y viviente de nuestra comunidad.
En dicha situación, la propaganda burguesa, lo único que necesita hacer es reforzar los elementos ya presentes. Y en el caso de Rumania, todas las limitaciones de una perspectiva inmediata de lucha clasista se encuentran presentes, resultan visibles y extremadamente fuertes:
El 13 de diciembre, las autoridades prohiben la conmemoración del aniversario de la manifestación de los tipógrafos de 1918. Se trata de una medida excepcional, dado que hasta el momento, dicho día fue siempre una ocasión para el desfile especial organizado por el poder estalinista, donde el mismo buscaba afirmar su pretendida naturaleza "proletaria". Durante años, los himnos de Ceausescu, se burlaban regularmente de la historia del movimiento obrero y los propios obreros, eran obligados a participar en ese circo apuntados por un ejército de milicos de particular y en uniforme.
Ahora el poder "comunista" se encuentra objetivamente terrorizado, por la posibilidad del resurgimiento del movimiento obrero. No hay conmemoración oficial, en lugar de ello los agentes de la Securitate invaden toda la ciudad intentando impedir toda concentración proletaria. El ambiente se llena de miedo, de hostilidad de clase, de rabia reprimida.
El régimen teme también a los jóvenes proletarios; las masas de jovenes, en las escuelas, liceos y otros centros de estudio, son consideradas peligrosas: en forma inesperada (pero bien comprendida por todo el mundo) el gobierno anticipa el principio de las vacaciones de invierno para todos los estudiantes. No solo se pretende mandar a los estudiantes a su casa, sino mantener ocupados a los padres de los más pequeños durante los días de trabajo, con problemas que en dicho país lleva muchísimo tiempo, como por ejemplo conseguir algo para hacer de comer en la casa para los niños.
El sábado 16 de diciembre, unas 5.000 personas manifiestan en Timisoara. Los proletarios se concentran alrededor de la casa del pastor protestante Làzlo Tökés e intentan impedir su deportación de la ciudad.
No es este el lugar para ocuparse de hipótesis, tal vez no totalmente sin fundamentos, según las cuales la fracción de los Ceausescu, asustados por el ambiente social del momento intentaron provocar un ajuste de cuentas en Timisoara, con algunos protagonistas húngaros para intimidar a toda la población del país y dividir a los proletarios en base a la lucha contra los "húngaros irredentistas". Lo cierto es que , con la prohibición de la conmemoración de la manifestación de 1918, la casa de ese pastor, (que se negaba a obedecer a su jefe, el obispo de Oradea -también abiertamente ligado a la Securitate que le había ordenado irse de la ciudad - y esperaba la deportación forzada) se constituyó en el lugar más adecuado para, expresar su rabia contra las autoridades.
El 10 de diciembre, Tokés lanzó un llamado desde su parroquia, para concentrarse alrededor de su casa y unos 200 fieles obedecen a su llamado. Pero el 15 de diciembre, los tipógrafos y otros proletarios deciden utilizar, dicha oportunidad, para hacer de todas formas su manifestación obrera, planificada originalmente para el 13 de diciembre: es así que proletarios que, nada tienen que ver con las ideas de Tokes, ni de sus amigos, y que por otra parte son en su mayoría de lengua rumana se concentran alrededor de la casa del pastor. Al anochecer del 15, ya hay miles de proletarios ahí. escuchando discursos sobre las virtudes del pacifismo, a favor de la Iglesia y de los demócratas perseguidos por la dictadura de Ceausescu.
Hasta ahí, ¿provocación exitosa?
Si se trataba de una provocación premeditada, o no ya tiene poca importancia, porque de todas formas los resultados superan todo lo que los planes estatales hubieran podido desear y prever. La tarde del 16 de diciembre, los proletarios insurrectos dominan la ciudad: por todas partes circulan grupos con barras de fierros, martillos, garrotes de madera, y botellas rotas. Los "vándalos" rompen vidrieras, "saquean" lo que pueden y envían delegaciones a las fábricas llamando a los obreros, que aún trabajan, a plegarse al movimiento y durante la noche, una enorme marea humana marcha contra el edificio del Comité del Partido. El ejército y los milicos tiran, los manifestantes dejan muchos muertos y heridos en la calle. Los carros de asalto, aplastan a los caídos, otros insurrectos mueren apretados, por dichos carros, contra los muros.
El 17 de diciembre, la carnicería continúa. Decenas de miles de proletarios, se concentran en la plaza de la Opera, en el centro de la ciudad gritándole a los soldados "No tiren!, ustedes pertenecen a nuestras filas!". Error parcial y mortal: al menos los oficiales, no pertenecen al proletariado. Y ellos dan la orden de tirar contra la masa. Algunos soldados, se niegan, y son ejecutados de inmediato por sus oficiales y los agentes de la Securitate (33). Los muertos se cuentan por centenas; los miembros de la Securitate se encargarán de hacer desaparecer rápidamente los cadáveres.
La revuelta comienza a generalizarse; ese mismo día otras manifestaciones se desarrollan en otras ciudades como Arad, cerca de la frontera Húngara. Hay también algunos movimientos de menor importancia en otras ciudades como Cluj, Oradea, Brasov, Ploiesti... pero muy débiles aún.
Lunes 18 de diciembre, la batalla se repite en la plaza de la Opera en Timisoara. Las ilusiones y falta de organización proletaria, son trágicas. La influencia de los discursos pacifistas de Tökes y Compañía es fuerte, muchos proletarios marchan con velitas hacia la plaza y se ponen de rodillas en honor a las víctimas del día anterior. Son así blanco fácil, de las balas de los milicos apostados en las azoteas y las ventanas de los edificios cercanos. En otras partes, los saqueos continúan, se incendian fábricas y los casos de desobediencia en el ejército se multiplican. Por el contrario la actuación de la Securitate sigue progresando, arrestan a miles de proletarios, algunos de los cuales desaparecerán para siempre.
Hasta aquí, "business as usual", nada extraordinario, para los gestionarios rumanos del capitalismo. La revuelta de Timisoara y de algunas otras ciudades, no parece ser más que otro episodio del tipo de Brasov en 1987. Nicolae Ceausescu, luego de haber dado las instrucciones necesarias para el aplastamiento de las revueltas y gritado contra el general Vasile Milea porque en su opinión, no es suficientemente duro contra los "vándalos" -aunque ya los cadáveres de Timisoara testimonian de lo contrario-llega a Teheran para una visita de Estado de tres días. Las ciudades de Oradea y de Cluj (capital de Transilvania) son puestas bajo el control del ejército; los tanques se sacan demostrativamente a la calle por todas partes y las patrullas se multiplican, incluso en Bucarest.
Martes 19 de diciembre: Varias concentraciones de protesta se desarrollan en las fábricas de Timisoara y de Arad. La policía y la seguridad continúan la carnicería, intentando aterrorizar a los proletarios. Emil Bobu, numero 2 del PC rumano y un poco después que él, el primer ministro Dascalescu, van secretamente a Timisoara, pero no logran entrar en la ciudad. El jefe del gobierno y el secretario del partido gobernante son expulsados de una ciudad de su mismo país: el poder del Estado parece estar realmente enfermo. En Bucarest, comienzan a desarrollarse también algunas huelgas, las calles de la capital son constantemente patrulladas. Una explosión (¿bomba?) hace temblar el hotel Embajador; el metro deja de funcionar.
Durante los dos días siguientes, la insurrección se generaliza en el país. De Cluj a Iasi, de Brasov a Ploiesti, los proletarios se niegan a trabajar; el movimiento de generalización de la huelga se hace imparable. El miércoles, Nicolas Ceausescu afirma, en un programa extraordinario en la televisión rumana, que el ejército intervino en Timisoara el domingo y el lunes, para "responder contra grupos de fascistas,...vándalos,...y agentes de los poderes extranjeros". Habla también de "elementos hooligans", "antinacionales" y de "terroristas" (34). Al caer la noche, la televisión rumana, anuncia que se ha proclamado el estado de emergencia en la región de Timisoara.
En realidad, es un poco por toda Rumania, que el estado de guerra social comienza a afirmarse. Se multiplican las huelgas, las manifestaciones violentas, las expropiaciones masivas de los comercios. Varios milicos, agentes de la seguridad, funcionarios del partido gubernamental y del aparato administrativo son ejecutados. Una decena de ciudades se encuentran ya paralizadas por la huelga general.
Y fue el jueves, 21 de diciembre, cuando la ola de insurrección irrumpió en la capital Bucarest.
Desde arriba y en base a los helicópteros, la policía ataca con ametralladoras. En la avenida Magheru, los milicos reciben un apoyo importante, el de los activistas de las organizaciones democráticas de oposición, los "amigos del pueblo", que gritan "nuestra noble revolución contra la dictadura" y lanzan la consigna criminal de "¡sin violencia!"
Muchos jóvenes proletarios obedecen y se arrodillan repitiendo "Timisoara, Timisoara". Y gracias a la cooperación entre las fuerzas del orden y las organizaciones oposicionales, se repite la carnicería de Timisoara: las fuerzas armadas atacan a los proletarios pasivos, la masacre es terrible. Los carros blindados del ejército y de la Securitate, aparecen en la plaza Uniri, con una velocidad de 80 kms. por hora, reventando a decenas de luchadores. Los milicos tiran sin dudar sobre los proletarios, momentaneamente paralizados por el pacifismo. Hay centenas de muertos. Para terminar la obra los milicos utilizan los garrotes, los tira agua, gaz lacrimógeno, los perros... Los animales entrenados causas heridas horribles.
A las 23 horas los discursos pacifistas no funcionan más. La rabia proletaria se hace sentir. Es verdad, que ello puede deberse, a un cierto cambio sociológico en la composición de la masa: miles de obreros que tenían que trabajar durante la noche se incorporan a la lucha. De todas formas es un sublevamiento totalmente espontáneo, no una insurrección proletaria organizada:
las fuerzas armadas reciben refuerzos y en algunas horas, el centro de la capital vuelve a sus manos.
Por la mañana, entre las 6 y las 7 horas, los proletarios salen de sus casas como todos los días y los barrios pobres se llenan de gente en las calles. Pero esta vez, esos miles de proletarios, no se dirigen como todos los días a sus fábricas, sino que se dirigen decididamente hacia el centro de la ciudad. Es un paseo largo, pero lo hacen a pié y a medida que avanzan, las columnas proletarias se hacen cada vez más densas, cada vez más duras. No es un cortejo fúnebre; los proletarios se encuentran serenos, seguros de su propia fuerza. Caminan y son cada vez más, decenas de miles, centenas de miles.
El cordón de soldados y milicos que bordea el centro de la ciudad se hace añicos ante la presión de la masa que se dirige hacia el palacio presidencial. Algunos representantes del orden tratan de impedir el avance y se los pasa por arriba: hay varios muertos. Pero una masiva fraternización comienza entre los soldados y los manifestantes; incluso muchos soldados abandonan sus cuarteles y se pliegan al movimiento de su clase. Solo algunas unidades, geográficamente separadas de los proletarios en lucha, y los militares profesionales continuan obedeciendo a los generales: se ataca a la masa desde los helicópteros. En las calles, la batalla se intensifica. Ya no se trata de ciudadanos contestatarios, de manifestantes pacífistas: los proletarios están aramdos de cockteles molotov, de piedras y en algunos casos de armas de fuego. Y por supuesto: las utilizan.
Durante la mañana, el estado de urgencia es proclamado en todo el territorio del país, pero en ese momento ese tipo de decretos no es más que un pedazo de papel. Plaza del Palacio, Plaza de la República, Magheru...un millón de proletarios en lucha. Brasov, Sibiu, Timisoara.... diez millones de proletarios en lucha. Aquí, en Rumania, la burguesía mundial es temporalmente incapaz de controlar la situación.
Aún más representativo, aunque confuso, es el artículo de Virgil Tenase (escribano rumano exilado dede 1977). El título de este artículo, aparecido en Le Figaro del día siguiente (36) es: "Solo los intelectuales, pueden frenar la violencia y el odio". Tenase está, al menos tan preocupado como su rey: "El drama de la situación rumana es que no existe, del lado de lo que debemos ahora llamar los insurrectos, ninguna fuerza política, capaz de impedir un ajuste de cuentas sangriento."
Agregando a continuación: "...entre los dos odios, solo una actitud moral firme ... podría abrir las vías a una reconstrucción capaz de entusiasmarnos." Y precisa la vía que considera que debiera abrirse: "... si quienes, han obtenido la victoria sobre Ceausescu, saben parar la violencia y el odio, este país posee muchísmas condiciones para levantarse."
La argumentaciópn de Tanase, sobre las perspectivas de la continuidad capitalista en Rumania, parte de un homenaje involutario a Ceausescu: "Sin deuda exterior, con sus riquezas naturales importantes, con una capacidad de trabajo y una capa de intelectuales que siempre miraron hacia el Occidente con curiosidad y competencia, Rumania puede con toda seguridad, levantarse económicamente en forma espectacular".
Claro que no son más que dos ejemplos; además solo se trata de dos burgueses exilados. Pero sobre estas cuestiones, los intereses y opiniones burgueses, son todas idénticas, en el país y afuera, desde Moscú a Washington. A mediodía del 22 de diciembre, la fracción de los Ceausescu se encuentra irremediablemente a la defensiva, incapaz de ganar el control de la situación y del otro lado como el escritor Tanase lo ha formulado: "no existe ninguna fuerza política" por el momento capaz de encuadrar y "parar" a los proletarios que se van haciendo cada vez más agresivos.
La oposición "reformista" - parlamentarista trata, con todas sus fuerzas, de ponerse a la cabeza del movimeinto y de desviarlo de sus objetivos "anarquistas". Los proletarios están dispuestos a ovacionar a los intelectuales "demócratas", campiones de la libertad, que aparecen por todos lados y que juegan a los héroes de la "revolución", pero esta popularidad barata, no significa una capacidad real para dirigir el movimiento. Los proletarios en general, buscan como satisfacer sus necesidades elementales: matar a los enemigos de clase (al menos a los más reconocibles por ellos); destruir los símbolos del poder burgués (he aquí lo que permite el "malentendido" de que los proletarios en Rumania solo se sublevan contra los "comunistas"); romper el asilamiento individual y vivir un poco la comunidad real de lucha (una euforia nunca antes vivida, se apodera de centenas de miles de proletarios: bajo las ráfagas de las metralletas de los helicópteros, se lucha, se baila, se ríe y en los bulevares de la capital se abraza, y se besa a cualquier "desconocido"); rechazar el trabajo y tomar los productos que necesitan y de los que siempre fueron privados.
La masa ocupa los edificios de la televisión y de la radio; tanto en la capital como en muchas otras ciudades y pueblos, los saqueos se generalizan y un número desconocido (pero seguramente importante) de burgueses es ejecutado; en las cárceles las revueltas son generales; varias casas lujosas son incendiadas; la residencia de Ceausescu es tomada por asalto y se riegan las alfombras con los lujosos perfumes traidos de Paris de Madame Elena. Se expropian las reservas de alimentación.
¡Al fin se come carne!
Es demasiado. A las 14 horas 30 minutos, el general Militaru aparece en las pantallas de televisión y anuncia que el ejército (¡incluidos los generales!!!) se han puesto del lado de la "revolución". Los insurrectos tienen razón es un deber patriótico el luchar contra ... Ceausescu (como crimen principal de éste, Militaru, hace referencia al asesinato del general Milea, el ministro de la defensa) y contra la Securitate. Queda así bien definido y cantonado el programa de la "revolución" que el capital puede admitir; todo lo que exceda dicho programa será por supuesto considerado "vandalismo, terrorismo, anarquismo". Hay que terminar con la violencia, reestablecer el orden, volver al trabajo lo más rapido posible.
El primero es el estado de paz social, con todo el peso del dominio físico - ideológico de la burguesía: el trabajo y la ideología del trabajo; la nación fuerte y la ideología del nacionalismo; la individualización agresiva y la ideología del individualismo, de la competencia; la total sujeción de los proletarios a la religión de la ciencia o de dios; la atomización práctica y su expresión y reforzamiento, la ideología de la familia... En una palabra, la dominación total de la democracia.
Dicho estado es superado en Rumania (aunque dicha superación, al ser solo local, solo pueda ser transitoria, débil y condenada a no ser duradera) a mediados de diciembre, con la revuelta de Timisoara. Huelga general, negación del trabajo; unificación de proletarios de lenguas y de culturas diferentes, negación de la nación; lucha común de diversas categorías, negación de la competencia; revuelta violenta contra el orden, contra la propiedad, contra la lógica del sistema mundial del capitalismo, negación de dios y de la ciencia. El proceso de unificación orgánica de los proletarios se dá en su lucha contra su condición de capital variable: negación de la democracia.
Al mismo tiempo dicho proceso, contiene ya, sus propios límites: limites prácticos, límites ideológicos, jamás separables, tan materiales unos como los otros; limites ligados a la situación mundial, histórica. Los proletarios son empujados hacia la negación práctica del trabajo, pero siguen siendo portadores de la ideología del trabajo; en su lucha son obligados prácticamente a negar la nación, la competencia, la religión, la ciencia, la familia, su propio estado de individuo, pero siguen siendo sujetos y portadores, productos y reproductores de su enemigo mortal, la democracia.
Esta contradicción es visible desde el primer momento de la lucha y se concretiza en una serie de contradiccones concretas, en el seno del movimiento, entre las diferentes acciones, entre las acciones (que tienden a hacerse cada vez más clasistas) y las consignas (muchas veces confusas o abiertamente interclasistas, democráticas). Los límites históricos de las revuelta, la falta de asociacionismo proletario previo, la falta de contactos y de generalización internacionales, la falta de contacto con el pasado de nuestra clase...frenan la pulverización de la dominación ideológica burguesa; y la continuidad de esta dominación, a su vez, como fuerza material presente en el movimiento mismo,frena la revuelta, su generalización y su tendencia a hacerse más profunda.
Para la burguesía, para su gestionario local, el clan Ceausescu, no es aún demasiado grave: los mecanismos de paz social se encuentran descompuestos, pero siguen existiendo. La solución que se ofrece es la mezcla acostumbrada utilizada siempre y por todas partes en estos ultimos años, desde Nigeria a la Argentina. Masacre, división, promesas de reformas, algunas pequeñas concesiones, fortificación de la democracia, del aparato estatal (incluida la dominación ideológica) y de la sujeción de los proletarios al Estado.
En Rumania, ese estado parece haberse agotado el 21 de diciembre. Hasta ese día, el ejército y la Securitate. juntos, masacran los proletarios insurrectos; los periodistas, sin excepción subrayan la importancia de la disciplina del ciudadano: Ceausescu anuncia el despido de los "responsables de los problemas" y hace una serie de promesas de aumentos de salarios; incluso en la práctica cotidiana, desde el 20 de diciembre el aprovisionamiento de los comercios estatales comienza a mejorar de manera espectacular.
Y a pesar de ello, el movimiento continua imparable. Por la propia dinámica de su revuelta, los proletarios en Rumania, son empujados, en lo hechos, a ir más lejos de lo que sería "realista" teniendo en cuenta la (falta de) preparación, las perspectivas inmediatas (inexistentes) de una generalización internacional y de una generalización y profundización de las tareas revolucionarias que pueden asumirse.
Los proletarios de Bucarest al marchar contra el palacio presidencial, el 22 de diciembre, están serenos: son conscientes de su fuerza, e inconscientes de sus debilidades. Marchan hacia una experiencia inaudita, histórica , que cambiará por mucho tiempo el ambiente social en la región; pero al mismo tiempo, en lo que concierne hacia su futuro inmediato, marchan hacia la muerte del entusiasmo imbécil de la "victoria", hacia el encuadramiento burgués en una guerra intercapitalista, corta pero sangrienta, marchan hacia la vuelta al trabajo bajo el dominio del poder del estado reorganizado.
No es una sola acción, puntual, por más heroica que sea que podrá cambiar la historia de la lucha de clases.
Si los elementos burgueses del primer estado (masacre, concesiones, división, reformas...) no funcionan más, el poder burgués dispone aún de la posibilidad de transformar la guerra social incipiente en guerra interburguesa, en una guerra imperialista, sea entre fracciones burguesas del país, sea por una intervención internacional. Ambas opciones serán creadas y mantenidas como posibilidades abiertas en Rumania.
Guerra burguesa interna: cuando el general Nicolae Militaru anuncia, por la televisión, que el ejército se dió vuelta, no piensa para nada en un fín rápido del conflicto: lo que evidentemente, tiene en la cabeza, es la utilización decidida y decisiva del ejército contra la Securitate. El objetivo principal, en ese momento, no es un cambio de gobierno a la ligera, sino la canalización del movimiento obrero, su subordinación a la logica de las rivalidades interburguesas y su supeditación a la lógica militar del capital; enfin, una guerra de desgaste capaz de debilitar y encuadrar a los proletarios en revuelta.
La condición indispensable para ello, la creación de una polarización interburguesa creible, ya ha sido asegurada por la constitución del Consejo del Frente de la Salvación Nacional. Es decir, un verdadero gobierno alternativo; más tarde en febrero de 1990 con el fin de esa falsa polarización, el Consejo se transformará, con la praticipación de varios partidos políticos, en Consejo Provisorio de Unidad Nacional (38).
El 22 de diciembre, a eso del mediodía, Radio Bucarest anuncia que Ceausescu abandonaba el poder y era reemplazado por el Consejo del Frente de Salvación Nacional dirigido por el ex-ministro de Relaciones Exteriores, Corgneliu Menescu. Durante la tarde se desencadena un verdadero festival de democretinismo y de curofilia en la televisión; generales, actores, escritores, expolíticos, curas, dejados de lado por Ceausescu, así como algunos obreros para darle credibilidad, todos vestidos de "revolucionarios", dan instrucciones y directivas, subrayando sin cesar el caracter "democrático del levantamiento popular", formulan promesas cien veces más absurdas que las de Ceausescu y aseguran por unanimidad que la tarea principal, o el bien único, de todos los que luchan es la eliminación de la Securitate.
Esta movilización de la "población" significa, en primer término, una formalización democrático - jurídica del hecho de que los proletarios luchan y sirve, al mismo tiempo, para transformar a los proletarios en lucha, en carne de cañón de una guerra interburguesa. "La insurrección, escribe Riviale, desarrolla su propia dinámica; todo lo que ella ocupa es destruido en su función social (39), la ocupación por los insurrectos de manufacturas, puestos de policía, oficinas gubernamentales, locales de correo, estaciones y comercios, todo ello, permite a la insurrección de elevarse al nivel de una realidad social, de hacer imposible el funcionamiento de las estructuras del Estado. Al contrario, tales ocupaciones efectuadas por un ejército solo corresponden a un objetivo militar puramente táctico" (40).
Aquí, en Bucarest, no se trata aún de una insurrección que "desarrolla su propia dinámica"; se trata más bien de una revuelta que puede transformarse en una insurrección, con todos los límites del periódo histórico, pues ni los proletarios en lucha pueden ilusionarse, ni los burgueses pueden temer demasiado el peligro, de una generalización de la lucha más allá de las fronteras nacionales.
Al mismo tiempo, la burguesía, se encuentra momentaneamente insegura, tanto en Rumania como en el extranjero, nadie sabe bien si el metodo de la canalización interburguesa de la lucha y su limitación en cuanto a objetivos (limitación al objetivo de liquidar la Securitate) tendrá éxito o no.
Es por ello, que muy rápidamente otras fracciones burguesas comienzan a plantearse seriamente la posibilidad de intervenir militarmente. Los burgueses en Alemania y en Francia, en Inglaterra y en Estados Unidos, miran hacia Moscú. Las declaraciones se multiplican en el sentido de que sería comprensible y hasta elogiable, que dada esta situación anárquica en Rumania, Rusia asuma la tarea de reestablecer el orden, apoyando la fracción reformista rumana.
Bernard Kouchner, uno de los responsables de los asuntos humanitarios del gobierno francés, declara que considera, totalmente lógica, una intervención militar, (41) aunque no precisa en que ejército está pensando. Dos tías más tarde Roland Dumas, se expresa en forma mucho más concreta: "Francia apoyaría una intervención de parte de Rusia". Y el secretario de estado norteamericano, James Baker, declara lo mismo, (42) agregando incluso que los Estados Unidos estarían dispuestos a participar en una misión de ese tipo. También algunos políticos y politólogos consideran necesaria una "intervención humanitaria" por parte de la Naciones Unidas, como por ejemplo se patrocina a través de The Daily Telegraph (43).
Y la ironía (en el fondo totalmente lógica) de la historia burguesa: el 24 de diciembre el Forum Cívico Checoslovaco, heredero del movimiento burgués reformista, privado del poder gubernamental en 1968 por una intervención del ejército ruso, declara, también, que estaría de acuerdo "con toda acción internacional o regional que lograra poner fin a la violencia en Rumania, en forma rápida y eficaz" (44).
El Frente de Salvación Nacional, por su parte, no excluye estas posibilidades. Iliescu, el presidente del Frente, se apura a tomar contacto, desde el mismo 22 de diciembre, con la embajada de Rusia, para explicar "cual es la situación en la que nos encontramos" (45). Y, si bien, el general Akhromeiev, consejero de Gorbachev, declara por la AFP que no sabe "nada de concreto acerca de una posible ayuda militar", las condiciones diplomáticas y propagandísticas se encuentran indiscutiblemente creadas para practicar el "internacionalismo" burgués, para aplastar la lucha proletaria en Rumania.
En lo que concierne la solución concreta, el Consejo del Frente de Salvación Nacional, tiene una visión más realista: basádose en métodos que históricamente han probado ser eficaces, mantiene en reserva, como posibilidad extrema la de una guerra entre Rumania y Hungría. El pretexto es preparado conjuntamente por los gobiernos de ambos países: (ha sido revelado luego que) ya el 23 de diciembre, el Ministro de Defensa rumano se comunica teléfonicamente con su colega húngaro y en pocos días más el plan estuvo preparado. Algunas centenas de soldados húngaros son movilizados y esperan solo la orden para entrar en Rumania, sin armas y con una "misión humanitaria"; dicha orden sería dada si la "revolución popular" dominada por generales y por la falsa polarización entre el ejército y la Securitate se mostraba incapaz de contener la revuelta proletaria. En tal caso, no podemos dudar ni un instante que muchos soldados húngaros resultarían muertos por las fuerzas militares rumanas, lo que daría pretexto para la transformación de la guerra social en una guerra interburguesa, sea bajo la forma de una intervención militar húngara, sea bajo una intervención militar internacional mucho más general, en la cual cada uno de los participantes tendría sus buenas justificaciones: los burgueses húngaros hablarán de defensa de sus soldados que cumplían una "misión humanitaria" (así como de la "minoría húngara amenazada"), los rumanos de "guerra justa" contra los "invasores y agresores extranjeros".
Pero la situación no llega a tal extremo de hacer necesaria la aplicación de dicho plan. Sintomáticamente, la "tarea humanitaria" de los soldados húngaros resulta también innecesaria y es dejada sin efecto por parte de las autoridades húngaras sin ninguna explicación; los proletarios uniformados, que habían sido preparados para jugar el triste papel de corderos enviados al sacrificio se salvaron raspando. Los insurrectos en Rumania por su parte, aceptan (al menos por el momento), colocarse en el terreno de su enemigo, digiriendo sin demasiado protestar la falsa polarización entre el "pueblo revolucionario" y la Securitate: se dejan utilizar como infanteria al lado de los tanques del ejército, y dirigir hacia el enfrentamiento directo con los agentes "securistas" especialmente entrenados para aplastar a ese tipo de masas en movimiento.
Desde el 22 de diciembre hasta fin de año, será precisamente esta táctica contrainsurreccional que determina el proceso: todos los días las batallas se repiten en lugares simbólicos para el pueblo, pero irrelevantes desde el punto de vista de una insurrección proletaria. Así se llega a una situación en la cual, a excepción de algunos grupos, aislados y acusados de criminales desde todas partes, todo el movimiento es encuadrado, disciplinado, dominado por la burguesía.
Dicho Consejo de la nación, constituido luego de la "demisión" del Primer Ministro Constantin Dascalescu, hizo conocer un programa de 10 puntos, sin dudas muy popular, y que no tiene casi nada que ver (salvo algunas migas, necesarias para aumentar la credibilidad de tal gobierno) con las causas reales que empujaron a millones de proletarios hambrientos a la revuelta: promesa de elecciones libres a partir de abril 1990; la creación de un comité para preparar la nueva Constitución; la abolición del rol dirigente del Partido y la organización del sistema pluralista; el cambio del nombre de la "República Socialista de Rumania" que se llamará "Rumania" a secas; la reestructuración de la economía del país según los principios de la rentabilidad y de la iniciativa privada; al mismo tiempo que algunas promesas en el sentido de parar las exportaciones de los productos alimenticios y la disminución de las de los productos petroleros pero garantizando, evidentemente, el respeto de los compromisos internacionales de Rumania, en especial con respecto al Pacto de Varsovia, y el respeto de los derechos de las minorías (cuestión que será rapidamente utilizada para dividir nuevamente a los proletarios), de los derechos del hombre y de la libertad de circulación.
Masacre y reforma, seguidas de nuevas masacres contra los sobrevivientes (desde el punto de vista físico o político) de la primera ola de represión y que no se someten a cambio de las "concesiones" a su polo individuo - ciudadano, porque en la propia dinámica de la lucha superaron este estado de ciudadanización... Nada nuevo, localmente, en la táctica de los explotadores para mantener su poder: recordamos el decreto del Emperador de Habsburgo, luego de la revuelta dirigida por Horia y Closca y ahogada en un baño de sangre en 1784, en el que se establecen "los intereses justos" de los campesinos; o las reformas propuestas por el Consejo Nacional Rumano en 1918 en nombre del "respeto de los derechos democráticos" en plena masacre de los obreros insurrectos"; o , si se quiere, para citar un ejemplo más conocido, el manifiesto poublicado por el gobierno del Zar en Rusia el 30 de octubure de 1905, con la promesa de una Constitución nueva que respete las libertades cívicas..
Prisioneros, inevitables, de la lengua de esta sociedad burguesa, estamos forzados a expresarnos en forma analítica; es decir en forma poco dialéctica (aunque el proceso de la vida siempre lo es!). En principio, el ejército, si lo miramos como unidad separada (separación que en la realidad no existe) de otros aspectos del Estado como el aparato "productivo" (en el sentido más estricto (49)) o los partidos políticos, o las iglesias, tienen sus propios intereses que defender. En la primera semana que sigue la revuelta de Timisoara, es decir desde el 15 al 22 de diciembre, la dinámica de la generalización del sublevamiento penetró también en el ejército, las deserciones se multiplicaron y la disciplina se deterioró con una velocidad alarmante para los generales.
El contacto directo entre los soldados y los otros proletarios en lucha ejerce siempre un efecto destructivo sobre el ejército. Así, desde el punto de vista, estricto, del mantenimiento del órgano capitalista denominado "ejército", los generales se encuentran enfrentados el dilema siguiente: o bien continuan utilizando las tropas contra los proletarios en lucha, y aceptan el riesgo de una desintegración de las unidades militares; o bien deciden retirar los soldados para impedir que los contactos en el terreno de la lucha los contagie con el virus de la revuelta. Sin embargo este método, solo funciona en una situación estática (como la de Timisoara) y durante unos pocos días. Si la lucha se generaliza enserio, los burgueses no pueden darse este lujo de retirar el ejército y dejar el terreno libre a los proletarios.
Por consecuencia, incluso desde ese punto de vista, totalmente limitado y profesional, para los responsables del ejército, la única solución es la de intentar transformar el conflicto de clase en una especie de guerra popular en donde el ejército sea capaz de guardar al menos las bases de su estructura burguesa y su capacidad de plantear los elementos hacia un enfrentamiento militarista (50) para poder así reestaurar la paz social. Para ello, el ejército que en la fase anterior había sido desenmascarado como un instrumento de la burguesía contra el proletariado, debe ahora presentarse como un ejército popular en "lucha común" con los proletarios contra una fracción burguesa - cómo si la burguesía no estuviese en el pueblo mismo...
Todo ello claro está, solo marcha en el caso en el que los proletarios, a causa de sus límites universales, históricos y también a aquellos contingentes, acepten esta "alianza" con una fracción de su enemigo mortal, la burguesía mundial. En Rumania, en este período, es visible que el encuadramiento de los proletarios funciona sin problemas muy graves; además los generales pueden estar tranquilos al respecto, sobretodo viendo el contexto mundial, el festival de nacionalismo, gestionismo, parlamentarismo por todas partes desde Checoslovaquia a Alemania del Este, desde Estonia hasta Argentina.
Sin embargo, sería demasiado raro (o mejor dicho imposible) que los burgueses que dirigen el ejército de un país, tomen una decisión de esa importancia, exclusivamente en base a sus propios intereses de aparato, sin tener en cuenta los de las otras fracciones de la burguesía. De hecho, el "giro" del ejército en diciembre del 89, corresponde a la convicción de muchos burgueses rumanos de que la "democratización" -es decir la parlamentarización parcial o total del país- aparece como la forma de defender mejor la competitividad en el mercado mundial. (no nos interesa aqui analizar la validez o no de dicha creencia, es decir si dicha suposición corresponde a la realidad o se trata únicamente de una ilusión de algunas fracciones influentes de la burguesía mundial).
Para que esta parlamentarización sea creible y visible, es necesario, antes que nada, masacrar - encuadrar a los proletarios insurrectos y al mismo tiempo, desembarazarse de la fracción de los Ceausescus, aunque esta se muestre dispuesta a participar en el proceso de "cambio" - pues de todas formas ella estaría demasiado descredibilizada, para participar en el proceso de "cambio" y asumir un papel en esta transformación de careta del sistema invariante de la explotación y la opresión capitalista. Hacia fines de diciembre, los generales, ministros, curas, y compañía, reagrupados en el Consejo del FSN, tienen demasiadas razones para hacer desaparecer "el dictador", y aparecer como abanderados de la lucha contra "la dictadura",la hora de la ejecución de Nicolas y Elena Ceausescu ha sonado,... la dinámica insurreccional se ha roto, la masacre de algunos elementos más decididos y la canalización hacia una guerra interburguesa ha cumplido su función.
Todo fue bien administrado por el Consejo, ese montículo de basura putrefacta y pestilenta, flor de la burguesía rumana; la política realizada por el FSN representó la solución óptima para toda la burguesía mundial; no es por casualidad que ese proceso parece ser la repetición - combinación de los métodos utilizados con éxito en una serie de países (Haití, Argelia, Argentina, Birmania...) en los últimos años.
Durante la primera semana del conflicto de diciembre, las unidades del ejército y de la Securitate lucharon juntas contra los insurrectos. Gracias a la agitación pacifista de las organizaciones burguesas alternativas, hubo muy pocas pérdidas del lado de las fuerzas del orden en esta fase ( si no contamos, evidentemente, los soldados asesinados por sus oficiales por negarse a tirar contra los proletarios o las desersiones que, unos días después, se hicieron masivas.
Luego del "giro" del 22 de diciembre, una apariencia de polarización fue creada entre las dos fracciones de las fuerzas del orden, pero esta polarización es falsa, en los dos sentidos de la palabra: en el sentido más general, porque se trata de dos fracciones burguesas que se enfrentan, principalemente para asegurar juntas - como siempre - la continuidad del sistema capitalista; y también en el sentido más limitado, porque en realidad la burguesía (mundial) que transforma la revuelta proletaria en una especie de guerra interburguesa y coloca a la mayor parte del ejército del "lado del pueblo" (porque ella es incapaz de impedir la fraternización entre los soldados y los proletarios en lucha), canalizando cuidadosamente, al mismo tiempo, todo el enfrentamiento según la estrategia de una organización - dirección militar que tiene como objetivo visible asegurar que las víctimas de ese enfrentamiento sean , preferentemente, los proletarios más combativos. Es sintomático de esto, que durante las dos semanas desde el 15 de diciembre hasta el fin del año haya habido (contrariamente a los desmentidos hechos luego por la prensa internacional, como explicamos más adelante) haya habido muchos miles de proletarios asesinados por el ejército y la Securitate y que en el mismo período; el número de muertos en el ejército solo haya sido de algunas centenas (según cifras oficiales se habla de 270 muertos y 673 heridos entre el 17 de diciembre y el 30 de enero contando los soldados ejecutados por sus propios oficiales (51)).
Un ejemplo de esta estrategia, se produce en la noche del 22 de diciembre en Bucarest, cuando los generales transformados en "revolucionarios" , en vez de enviar sus tropas demasiado "infectadas" con el virus de la revuelta, enviaron a miles de proletarios insurrectos, la mayoría sin armas de fuego, contra los asesinos profesionales de la Securitate concentrados en la Plaza del Palacio, en la plaza de la República, en el edificio de la televisión rumana, en la avenida Magheru... Otro ejemplo, es el caso de Arad y Timisoara, en donde los soldados fueron condenados a la inactividad (enviados a recorrer las calles pero solo para el espectáculo, dado que no llevaban armas) mientras que los grupos de la Securitate continuaban tirando, en esas dos ciudades, contra los proletarios. Hasta los tanques, mantienen una neutralidad ejemplar en tales circunstancias: aunque se muestran en los centros de esas ciudades, evitan toda implicación en las batallas.
Los generales del ejército justificaron esta estrategia de la carnicería premeditada aduciendo la falta de munición y la superioridad militar de la Securitate. Sin embargo el argumento es ridículo, el ejército cuenta con 107.000 soldados y 70.000 reservistas; y en esa fase, luego del 22 de diciembre, no quedan más que unos 10.000 securitates que continuan la lucha "contra el pueblo". En efecto, aunque los efectivos de la Securiate fuesen en principio unos 70.000 agentes, la mayoría de ellos no intervienen en los combates, ni están preparados para ese tipo de tarea y por otra parte, a esa altura la mayoría, estaba también del lado del nuevo gobierno.
Y las batallas en las cuales los generales implican a los proletarios, (que nada tienen que ver con las tareas militares asumidas por una insurrección proletaria) pueden ser adecuadas y ventajosas para un ejército regular con armas de combate (52); pero, para los proletarios insurrectos y luego encuadrados por la "causa del pueblo", que son enviados a un campo de batalla, que por su estructura, obedece a las reglas del conflicto militar urbano entre fuerzas militares regulares, sin poseer un entrenamiento adecuado, sin armas adecuadas, sin dirección competente, es objetivamente enviarlos al matadero.
Claro que todo eso, es acompañado de una fraseología "revolucionaria" por parte de los generales y los oficiales rumanos. Si los burgueses no tuviesen posibilidades de utilizar este método, resultaría claro para todo el mundo, que los comandantes del ejército estan del lado burgués de la frontera de clase (como en Birmania) y les sería mucho más difícil impedir la ruptura de los soldados con el conjunto del ejército, como institución y su pasaje a filas de los insurrectos. Por otra parte, la fraternización entre los proletas y los agentes de la Securitate, (formulando un eufemismo) es muchisimo menos probable, dado el papel jugado por la policía secreta en décadas de terrorismo y represión y la situación privilegiada de los componentes de tal institución.
Dicho esto, cabe agregar que la falsa polarización entre por un lado "pueblo y ejército" y por el otro la Securitate, tiene por objetivo presentar el conflicto (y transformarlo en) un enfrentamiento entre dos proyectos estatales diferentes, entre dos posibilidades del Estado burgués, mientras que en realidad, se trata de un conflicto de clase (también) en el seno del ejército. Como quedó abiertamente en evidencia en los sucesos de China en junio de 1989, o en Birmania en 1988: en ambos casos el proceso de desintegración del ejército se hizo visible, a pesar de que en Birmania, en forma mucho más profunda que en China; o en Egipto, hace algunos años, cuando una revuelta de soldados simples de la policía fue aplastada utilizando unidades del ejército regular.
Guerra inter - nacional o guerra interburguesa al interior de un país, en tanto que soluciones finales de la burguesía para reventar al proletariado y desarmarlo: "se puede ver ahí (escribe Riviale (53)) el papel supremo de la organización militar del Estado capitalista, cuando la propia existencia de la sociedad capitalista se encuentra amenazada, esta organización permite transferir las relaciones sociales en relaciones mililtares y obtener por la guerra, la sujeción de todos a las relaciones de producción".
El mensaje publicitado, a través del espectáculo asqueroso, del proceso contra Ceausescu y su mujer (asqueroso no por la muerte de estos repugnantes sujetos, sino por todos los cómplices de ellos que gracias al espectáculo de ese proceso salvan su pellejo), es claro: le está diciendo a los proletarios que "desde ahora la lucha es condiderada injustificada". Un día antes de la difusión por televisión, de la película sobre la ejecución de los Ceausescus, el FSN proclama la ley marcial exigiendo que los proletarios entreguen a la autoridad todas las armas tomadas, durante la lucha, a los milicos. "El pueblo ganó", el desarrollo democrático se encuentra asegurado,; así, los que tienen la intención de continuar la lucha contra la propiedad, el orden Estatal.... no pueden ser más que criminales, perseguidos en todos los países civilizados del mundo.
También para los agentes de la Securitate, el mensaje es claro: ahora está "decidido" cual es la fracción victoriosa de la burguesía: la que efectiva y prácticamente ha demostrado su capacidad para encuadrar la lucha del proletariado y frenarla: las fuerzas "reformistas" del partido y del ejército. La otra fracción debe (puede) terminar la lucha. Y en los hechos, excepción hecha de algunos grupos de "securitates" que resultaron incontrolables (los torturadores y asesinos profesionales de ese tipo -como vimos por ejemplo en la Argentina- tienen mucha tendencia a desarrollar una dinámica especial ejerciendo su profesión), la mayoría de las unidades de la Securitate, comprendió el mensaje perfectamente y se rindió uno o dos días depués.
El 22 de diciembre, ya se encuentra preso (aunque en forma reservada, quedando abiertas las diferentes posibilidades, o el reestablecimiento de "su" poder o su ejecución, según las necesidades del orden). Incluso en ese momento, es claro, que la lucha entre las fracciones burguesas depende del desarrollo de la situación de la lucha contra los insurgentes. Y el 25 de diciembre, es el día oportuno para su ejecución; inevitable también por razones personales de los nuevos dirigentes -Iliescu, Manescu, los Generales,..- que serían totalmente descredibilizados, si le dieran la ocasión a Ceausescu de hablar de todos sus socios antes del "viraje"... y también por el simple hecho de que se hizo necesario desde el punto de vista de su clase, la burguesía mundial.
El culto a la personalidad de Ceausescu es alimentado cuidadosamente desde hace mucho tiempo, tanto por sus amigos, como por sus rivales. La propaganda de su fracción, dice que él "conduce a la patria hacia nuevos horizontes, nunca antes conocidos, de progreso y de civilización, desarrolla el bienestar general del pueblo, y asegura la independencia y la soberanía del país" (54); que él es "el dirigente experimentado y bien amado del pueblo rumano, el arquitecto de la Rumania moderna, que dedicó toda su vida al servicio de las ideas de la justicia social, de la libertad, de los intereses de su patria, y que ha construido una época señalada con letras doradas en la histoira de la nación y llamada época de Nicolae Ceausescu" (55)...
Pero, estos discursos oficiales de deificación, están lejos de ser los únicos elementos del culto a la personalidad; la demonización de Ceausescu, sistemáticamente practicada por las fracciones rivales de la burguesía, desde siempre y llevados hasta extremos ridículos, durante los días de la revuelta proletaria, forman parte del mismo mito. Ceausescú es presentado como la única fuente de todos los males, y mistificado como si no fuese un burgués normal sino un "diablo" que no tendría nada en común con el resto de los mortales. No vamos a detallar aquí, las alucinantes historias contadas por la prensa mundial como por ejemplo aquellas que "demuestran" que Ceausescu es la reencarnación de Vlad Tepes, el "Drácula" que chupaba la sangre (56) o la historia de los "alter egos"....
Dicha mistificación es utilizada a fondo, por el Consejo del FSN, para aumentar la confusión durante algunos días, luego de la captaura de Nicolas y Elena Ceausescu el 22 de diciembre. La televisión trata, hasta el 25 de reforzar la falsa polarización (estado de guerra interburguesa) inventando toda serie de novedades contradictorias según las cuales Ceausescu está en Irán, en Alemania, en Bulgaria o quien sabe donde, pero siempre "pronto para volver a reestablecer su dictadura". Es recién el 25 de diciembre, cuando todo está cocinado, que Ion Ileiescu, reconoce que "Nicolae Ceausescu está desde el principio entre nuestras manos. Fue detenido con toda su familia, la tarde del 22. Su mujer, su hermano, su hijo fueron arrestados" (57).
Evidentemente que todo ello, se encuentra en relación directa con la ideología del individuo, del espectáculo, etc. Es verdad, que la personalidad del "número uno" de Rumania era un instrumento ideal para reforzar el efecto de esas ideologías: un caso extremo, un burgués en apariencia totalmente chiflado, con exentricidades muy espectaculares y muchas veces, hasta ridículas. Por eso mismo se adecúa tanto para mantener y desarrollar el mito del dirigente "folclórico", lo que produce una imagen que esconde la pertenencia de cada burgués, a su clase real, la burguesía mundial. Se logra así que cada político aparezca como el producto "específico" de su nación, de "su pueblo" y fomentar el espectáculo del populismo. Por otra parte, dicha ideología que refuerza la unidad nacional (y por lo tanto la negación de las clases antagónicas), es construida por los medios de difusión masivos de la información subrayando (exagerando) algunos rasgos de connotación "local" de los individuos burgueses que ocupan puestos espectaculares del poder estatal. Así existe " Strauss, el gordo tomador de cerveza de Baviera", "Khruchev y su alter ego" actual Yeltsin, caracterizados por "ser rusos venidos de la campaña y amantes del alcohol", o la Tatcher "la mujercita inglesa pequeño burguesa, severa y gruñona", etc.
Ceausescu tenía pues bien ganado, su lugar privilegiado en esta sociedad de títeres folclóricos: el "vampiro de los Balcanes", el "típico dictador comunista del Este"; "un arribista mal educado que se apoderó del poder en un país subdesarrollado y salvaje"; y que para colmo, se hacía llamar, (tanto a él como a su mujer): "camarada academicista", "doctor", "ingeniero",etc. Además esta imagen, era decorada por algunos elementos propagandísticos netamente políticos: "el dirigente comunista que otorga una ración de 300 gramos de pan a sus conciudadanos"; así como por un conjunto de aspectos racistas. Por ejemplo, para los nacionalista húngaros de Tansilvania y de Banat, es el símbolo del "rumano salvaje y cruel"; mientras que los nacionalistas rumanos de las fracciones rivales "descubrieron" muy rapidamente que Ceausescu "no era un verdadero nativo de Scornicesti y que en realidad no era rumano", que venía de una "familia tartara - zígana" (sic) , lo que da "una explicación satisfactoria de sus tendencias destructivas, de origen psicosomático"... como lo expusiera muy seria, profunda, racista y cientificamente la revista Renasterea Bonateana, a principios de este año (58).
Esta mistificación racista, es en general ampliada a los servidores directos de ese Drácula de opereta, es decir a todos los agentes de la Securitate. En efecto, partiendo del hecho innegable, de que en las filas de las fuerzas del orden, hay un cierta cantidad de mercenarios extranjeros (¡como en todas partes del mundo!), se lleva adelante toda una campaña de exacerbación del nacionalismo y el racismo, para transformar en la conciencia de la "población", el conflicto de clase en un conflicto "racial": si los securitates, son lo que son, es porque no son rumanos, sino árabes, iranís y hasta (según Eugenio Ionesco, que en esa declaración, pierde todo su barnís intelectual para desenmascararse como un burgués vulgar cualquiera) "terroristas, traídos desde Corea del Norte"... (59) En realidad es consecuente: si la frontera se encuentra entre Ceausescu y "el pueblo", toda argumentación xenófoba y racista puede servir para falsificar el antagonismo y el verdadero papel del Conducator mismo.
Pero sobretodo, se cuestiona sistemáticamente, su forma de gobernar. "Era un loco", es el juicio que se oye por parte de todos los representantes de las otras fracciones burguesas del mundo. Por ejemplo, el propio Eugenio Ionesco, que es el intelectual rumano de moda del mundo del espectáculo internacional, resume 25 años de historia rumana diciendo que lo que ha sucedido es que: "una familia loca terrorizó a todo el pueblo"...¡cómo si la crueldad del poder estatal, la miseria de los proletarios, la explotación y la opresión en este mundo pudiese ser atribuida a la "falta de lógica"!; ¡Cómo si no fuese precisamente la lógica de la reproducción capitalista de la sociedad burguesa, quien produjera, en forma inevitable, todas las atrocidades, que empujan al proletariado a la revuelta.
En realidad, Ceausescu no tenía un pelo de loco. Era un burgués "excéntrico" si aceptamos como modelo la imagen que los burgueses eurocentristas han creado de sí mismos. Sin embargo, en el mundo del capital desde Etiopía a Turquía, desde Colombia a Estados Unidos, son los Ceausescu que representan la regla y se comprenden y cooperan muy bien con sus críticos "bien educados". (por solo citar un ejemplo: recordemos la tierna amistad personal entre el Jefe de Estado Francés de la nobleza de ese país Giscard D'Estaing y Bokasa el emperador antropófago de Africa Central). No es por casualidad que Ceausescu era tan alabado por personajes, en apariencia, tan diferentes como Georges Marchais, el dirigente del PC francés que pasaba muy gustosamente sus vacaciones como invitado personal de Ceausescu; o Elisabeth, la Reina de Inglaterra, que había declarado sentirse alagadísima con la condecoración que había recibido de Ceausescu de "Estrella de la República Socialista Rumana" y que ella misma había considerado al Conducator rumano, como digno para recibir la orden de "Caballero de la Corona Británica".
En lo que concierne las tareas asumidas por Ceausescu durante 25 años, al servicio del capitalismo mundial, las cumplió en forma excelente: asegurando la explotación del proletariado en Rumania, el comercio entre Rumania y el resto del mundo, el pago en forma relativamente ordenada del dinero invertido por la banca internacional (y en forma de interés, evidentemente, le ha trasmitido su parte en la plusvalía...) y lo que es aún más importante, desde el punto de vista de la burguesía mundial, ha asegurado durante ese largo período, la represión sistemática de todos los movimientos proletarios, surgidos en el país, que su fracción administra.
Y tenía además otra cualidad útil para el capital: con sus métodos inevitablemente excéntricos (porque Rumania no es un "centro") y con sus excentricidades personales, Ceausescu podía ser presentado como la encarnación ideal de un polo en la polarización burguesa entre parlamentarismo y totalitarismo; lo que en el juego de la política, constituye un papel indispensable para la burguesía en su conjunto. Los Mitterands son impensables sin los Marchais y los Lepen; como los rumanos y los etiopes son necesarios para intimidar a los proletarios en Estados Unidos y Europa y "hacerlos felices". Como lo señalamos en el numero 30 de nuestra revista en francés:
"Nuevamente hoy, los medios de comunicación del mundo entero, se apoderan de los acontecimientos para intentar hacer creer que la dictadura capitalista en Rumania, es un caso aislado y arcaico y separar así los proletarios de ese país de los del mundo entero. Esas campañas, que utilizan imágenes de desolación y de martirología, tienen también por objetivo, el hacer entrar en la cabeza de los ciudadanos que su interés es el de defender sus elecciones, sus explotadores, sus partidos,..., su miseria!".
Los primeros pasos hacia la reconstrucción de la economía nacional (privatización, apertura comercial...) han sido efectuados ya. Pero en ese terreno, la competencia entre los países del Este de Europa es muy dura. Por su parte las economías nacionales "ricas" del Oeste, tienen también bastantes dificultades para no entusiasmarse demasiado con promesas y limitarse solo a las inversiones con promesas inmediatas de ganancia. El cuerpo de Ceausescu, se encontraba caliente aún, cuando "Le Monde" constataba con preocupación: "la Revolución rumana hizo aparecer en forma más cruda aún que en otra parte, los problemas que la reconstrucción plantea.... No son solo Hungría y Polonia, que golpean la puerta del club de los ricos, como hace 6 meses, cuando se hizo la cumbre de "l'Arché", sino 6 países, a cada cual más desmunido". Desde el punto de vista estrictamente francés, esta situación en relación a Rumnania, parece ser más preocupante aún: "Y podemos prever, que los nuevos dirigentes de Bucarest, cualquiera sean, apelarán a la solidaridad latina, para solicitar muy particularmente la ayuda de Francia" (61).
Pero, los empresarios, negociantes y financistas occidentales, no pierden el tiempo en tales gimoteos, sino que ocupan las oficinas gubernamentales de Bucarest, para negociar la continación del comercio, analizar las posibilidades de inversiones, de cooperación, de créditos.... Sintomáticamente, el suntuoso palacio construido en el nuevo centro de la capital, por orden de Ceausescu y condenado por toda la prensa mundial como superfluo, inutilizable y hasta feo... se transforma también en un sujeto de las negociaciones: una empresa japonesa quiere comprarlo para hacer un hotel.
Los expertos internacionales en economía preven un aumento del 30 por ciento en el comercio entre Rumania y los países de la OCDE. Luego de las elecciones de mayo, es probable que se liberen los precios, y por otra parte el gobierno tiene la intención de mejorar las posibilidades de repatriación de las ganancias para las sociedades extranjeras que inviertan en Rumania. En base a ello, aquellos expertos, estiman que el número de sociedades con participación extranjera, pasaría en el correr del año, de 5 a 50!! (62).
Indiscutiblemente, el gobierno rumano, con su ejército y su policía, debe haberse recredibilizado un poco frente al mundo entero. Los hombres de negocio del mundo entero, saben que deben negociar, en la mayoría de los casos, con los mismos dirigentes que ocupaban puestos claves en la administración de Ceausescu y que las empresas que inviertan en Rumania, contarán con el mismo ejército y la misma policía que en diciembre tiraba, sin piedad, contra los proletarios.
Ello explica porqué, por todas partes se intenta hoy relativizar y disimular lo que ha pasado, para que incluso sea más aceptable su repetición en el futuro. Los medios de información, que ayer "nos convencían" con todo tipo de montaje, que lo que pasaba era horrible; tratan ahora por todos los medios de ocultar la masacre efectivamente ocurrida. Así, cuando el proceso de los exoficiales de la Securitate en Timisoara, se montó una verdadera comedia, en donde los jueces consideraron que las víctimas "probadas" del terrorismo estatal se reduciría a algunas decenas de individuos: el acto de acusación jurídico formal habla de 94 muertos y de 23 desaparecidos. Sin embargo, habitantes de la ciudad, con los que militantes de nuestro grupo hablaron, afirman que solo juntando informaciones personales, inevitablemente fragmentarias, estiman que solo en Timisoara fueron asesinados entre 800 y 1000 proletarios, por parte del conjunto de las fuerzas del orden. (y repetimos: no solo por los de la Securitate).
Todas la prensa mundial se encarga de relativizar (esconder) ahora el verdadero nivel del terror estatal: mientras en diciembre en todo el mundo, se difundían por todas partes las imágenes de la martirología, buscando probar la imágen diabólica del "comunismo"; ahora en febrero del 90, los periódicos corrigen las cifras, desenmascaran sus propios métodos de manipulación , hasta tal punto por ejemplo que "Le Monde Diplomatique" se burla de la "televisión necrófila", pone en envidencia algunos mecanismos del espectáculo y de la instrumentalización política, en la manera en que la gran prensa cubrió los acontecimientos y minimaliza toda el asunto. Haciendo referencia a "Le Monde" del 14 de febrero constata: "Hoy se sabe, que el número de muertos - incluidos los partidarios de Ceausescu- no supera los 700 y que en Timisoara es inferior a 100... (63). Felicitaciones señor periodista, con un poquito más de esfuerzo usted hubiese podido llegar al cinismo de Gheorghe Oprea, vice jefe del gobierno de Ceausescu, que el 21 de diciembre en Turquía, afirmó que el número de muertos en Timisoara era de "menos de 10 personas" (64).
El aparato estatal asesino, es así lavado (o casi) y sale limpito; el moralismo democrático internacional deja así todo pronto para asegurar otra fase de valorización del capital. Hoy una de las condiciones más importantes en el flujo de capitales de inversión, es sin duda la estabilidad política y social, es decir la dominación imperturbable del orden capitalista. En efecto, ya antes de la "campaña internacional de rectificación de cifras acerca de los muertos", que le dará el tan deseado apoyo moral, el gobierno rumano había decidido el reforzamiento del aparato policial (aumento de sus efectivos) haciendo referencia a la "criminalidad generalizada" en todo el territorio. En efecto días antes, varios "ajustes de cuentas" habían tenido lugar (fudamentalmente ataques contra personajes burgueses del régimen particularmente odiados), así como la continuidad de los saqueos en toda Rumania.
También la justicia es modernizada, porque los actuales mandatarios, consideran que las leyes de Ceausescu, eran demasiado liberales: en marzo se publica un decreto aprobado por el Consejo Provisorio de la Unidad Nacional, firmado por Iliescu según el cual, los tribunales pueden agregar 5 años a la pena normal prevista contra quienes cometen "delitos contra los órganos estatales, las instituciones, los partidos y la propiedad", etc. y establece que esos procesos gozan de "una urgencia extraordinaria" (65)...
Para impedir la huelga general, los responsables del FSN, entre los cuales el nuevo primer ministro Petre Roman, negocian con los representantes de los mineros y acuerdan un aumento de salario y la reducción del tiempo de trabajo en las minas...(paciencia, compañeros, la revocación no se hará esperar...). Al mismo tiempo, algunos mineros de Jiu, momentaneamente satisfechos, son movilizados y utilizados por el Gobierno en el cuadro de varias manifestaciones contra las fracciones rivales en el seno de la nueva unidad nacional (los burgueses en Rumania, demuestran un nivel elevado de conciencia, de que les es necesario volver a crear una falsa polarización para poder encuadrar el descontento continuo). Ion Illescu habla de "peligro de anarquía" para movilizar a los mineros, a favor de sus propios intereses fraccionales y de clase.
Polarización falsa también en Timisoara: como respuesta a la fuerza extraordinaria de la revuelta de diciembre y a la continuación de las huelgas, en febrero, la mayoría de las veces por "reivindicaciones económicas", la burguesía apela a su proyecto más radical: la autogestión. En esta ciudad, el gobierno del FSN no tiene ninguna credibilidad, los muros de la ciudad se encuentran llenos de escrituras: "FSN = PCR" y sobre los restos de las escrituras que decían "Jos Ceausescu" (que significa "Abajo Ceausescu") ahora se lee la nueva consigna: "Jos Iliescu" (al parecer nuestros hermanos de Timisoara deberán agregar aún muchos nombres a esta lista hasta llegar a "Jos burghezie" es decir "abajo la burguesía"). A Timisoara, una forma más fuerte de encuadramiento burgués es necesaria: son los "comités revolucionarios" y los "consejos" de diferentes sectores que asumen el reestablecimiento del orden en la ciudad, subrayando su crítica muy dura, (solo verbal, por supuesto), al gobierno central del FSN, pero cumpliendo localmente el mismo tipo de tareas que el gobierno.
Dicho proceso comienza ya a finales del mes de diciembre, se militariza en enero con la toma del poder administrativo por parte del ejército (también organizado de una manera "autogestionaria" en la región de Timisoara) y llega a un punto culminante el 11 de marzo, con la gran manifestaión organizada por las asociaciones autogestionistas en la plaza de la Opera y la publicación del "Manifiesto de Timisoara". Dicho manifiesto, que contiene 13 puntos, es un resumen de todas las frases radicales de las organizaciones burguesas en Rumania sobre la "revolución" y un condensado de todas las consignas burguesas de moda, desde la "fraternidad" hasta el "retorno a Europa", pasando por el pluripartidismo, la aprobación de una nueva ley electoral, la privatización de las empresas bajo la forma de las acciones para los trabajadores (recordemos que esta última idea en lo que concierne Rumania, proviene originalmente de Ceausescu).
Al mismo tiempo, ese "manifiesto, marca el principio de una compleja campaña, de manipulación de los burgueses rumanos, para reforzar todas las divisiones entre los proletarios: así por ejemplo el documento ataca, aunque sea de forma indirecta, a los mineros del valle del Jiu, que al hacer huelga, se habrían demostrado "irresponsables" con respecto a la situación de la economía nacional, mientras que por el contrario, "los trabajadores de Timisoara son capaces de abstenerse de hacer huelgas" (¡por suerte esto no es completamente cierto! NDR).
El "Manifiesto de Timisoara", cumple su papel, porque corresponde al estado de derrota, social, política, militar, ideológica, del movimiento proletario en Rumania. El 1 de abril, la masa concentrada en la plaza de la Victoria,frente a la sede gubernamental, hace referencia a la solidaridad con Timisoara, de la misma forma que lo había hecho el 22 de diciembre, pero el contenido de esta "solidaridad" es ahora totalmente diferente: ahora no es más la Timisoara de la revuelta proletaria, armada, violenta, dinámica; sino de una ciudad en donde reina la política burguesa y en donde la "población" se encuentra encuadrada en las luchas interburguesas.
Por otra parte, hay una falta total de asociacionismo proletario, de una red de ayuda "roja" internacional, que podría hacer llegar la ayuda "material" a los grupos proletarios implicados en las luchas puntuales como esa. Por ello, son unicamente las asociaciones burguesas que movilizan, para canalizar, encuadrar y utilizar para sus objetivos la solidaridad expresada por los proletarios individualizados, liquidando sus objetivos clasistas en forma asquerosa y con un cinismo increíble.
Son las iglesias, los partidos políticos, las asociaciones humanistas del tipo Equilibrio - Amistad - Rumania, Médicos del Mundo, curas de Malta, que coleccionan las donaciones y las envían acompañadas de su pestilente propaganda. Y con las donaciones, llegan también los provocadores, para dividir a los proletarios, que en y por la lucha, habían superado las divisiones.
Ceausescu habló siempre de provocadores extranjeros, cuando se trataba de explicar las revueltas obreras. Era falso: para sublevarse contra la explotación y la opresión, los proletarios en Rumania, nunca necesitaron "provocadores", ni "instigadores". Ahora por el contrario, los provocadores se hacen realmente necesarios desde el punto de vista burgués, para encuadrar a los proletarios, deformar su lucha, dividirlos.
Durante los últimos días de diciembre y sobretodo en enero, un verdadero ejército de activistas de diferentes organizaciones políticas, todas sin excepción extremadamente nacionalistas (66) de Hungría, invadieron las ciudades y pueblitos de Transilvania, incitando a los proletarios de esa región, en húngaro, a luchar por la "independencia de la región" o también por la anexión de Transilvania a Hungría.
Las entregas de alimentos, en la mayoría de las donaciones de los proletarios de Hungría y Yugoslavia, llegan a los depósitos del gobierno rodeados por las unidades del ejército o de las iglesias en donde los curas, partiendo en general de criterios de nacionalidad para la distribución, refuerzan de forma muy "material", las hostilidades nacionalistas alimentadas por todas las fracciones de la buguesía desde siempre (gobierno, oposición, partidos, iglesias...).
Otra vez, funciona el mercado de las pulgas de Timisoara. Otra vez se compra y se vende de todo, zapatos y vestimentas miserables por algunas centenas de leis; píldoras contraconceptivas (presentadas como una "conquista de la revolución", porque gracias a la incipiente reestructuración la burguesía ya sabe que, el problema no será, como para Ceausescu, la falta de fuerza de trabajo, sino el que hacer de los desocupados, que ya hoy, aumentan todos los días; la contracepción ha pasado pues de ser crimen de lesa - patria a símbolo de modernidad, ¡aunque por una dósis de un mes haya que pagar el salario de varios días...!); otros medicamentos expuestos sobre la tierra por los vendedores y vendidos por sumas astronómicas; jabones, manteca, café, venidos de contrabando de Austria y de Hungría, o recibidos como donaciones caritativas y vendidos por algún cura o burgués humanista por debajo del mostrador....
En efecto, casi todo lo que ha llegado a las organizaciones de caridad, termina en al mercado negro: la burguesía (médicos jefes de Hospitales, curas, funcionarios de la administración) logró apoderarse de la gran mayoría de los productos llegados a Rumania, y sin nigún tipo de reparos vende el botín en la feria de las pulgas (no personalemente, por supuesto, ¡no faltaría más! ¡empolvarse las manos!). También los proletarios, a quienes le tocaron algunas migajas de la solidaridad organizada por el capital, las venden porque los 100 lei son más necesarios, para comprar algo de carne que la aroma europea de los jabones venidos de Alemania...
Y la fecha, que marca ese proceso triste, confuso, de renacionalización, de reciudadanización de los proletarios, es también simbólica: 15 de marzo, aniversario de la revuelta de 1848 en Hungría, fecha cuya conmemoración es tradicionalmente una fecha utilizada, por la burguesía, para el reforzamiento del nacionalismo. Esta vez, el 15 de marzo, señala el comienzo del tercer estado del proceso en Rumania: el de la competencia racista entre los proletarios del país.
Las dos fracciones burguesas, la rumana y la húngara, necesitan un conflicto. En Hungría, se vive un período preelectoral y además un período de rápida deteriorización de las condiciones de vida de los proletarios. En Rumania, tres meses después de la revuelta proletaria, el poder del gobierno "revolucionario" es aún debil y se encuentra muy cuestionado prácticamente por todo el mundo; además la campaña electoral que ha comenzado ahora (mediados de marzo) agudiza la competencia, durante estos dos meses, entre los diferentes partidos políticos para presentarse como el mejor garante de los interéses nacionales.
Mientras tanto, se sigue agudizando peligrosamente el descontento en ambos países, principalemente en Rumania: las huelgas locales se multiplican, las manifestacioes contra el gobierno son moneda corriente y las fuerzas del orden se han mostrado incapaces de terminar con los saqueos que los proletarios continúan practicando.
Con el asunto del 15 de marzo, la campaña simultánea de exacerbación del nacionalismo dá un salto de calidad. En la misma, las organizaciones burguesas de ambos países asumen caracter protagónico: del lado húngaro, la Alianza Democrática de Húngaros de Rumania (RMDSZ) apoyada por todas las iglesias y partidos políticos húngaros y sobretodo por el Forum Democrático (destinado a transformarse en el principal partido del país en las elecciones del 25 de marzo) y el gobierno (del partido socialista) de Budapest; del lado rumano, la Vatra Romanesasca (67) con el apoyo de la Guardia de Fierro (organización fascista fundada en 1927 por Corneliu Zlea Codreanu y cuya mayoría de activistas viven en el exilio: España, América del Sur y del Norte), del Partido Paisano y por supuesto del gobierno rumano que por todos los medios quiere agravar y utilizar el "conflicto entre nacionalidades" para reforzar su propia posición como "árbitro estatal".
El conflicto, fue en los hechos desencadenado por dichas fuerzas durante las conmemoraciones del 15 de marzo: Transilvania fue invadida por los representantes de las organizaciones húngaras, en búsqueda de movilizar a las masas, con la bandera de la "reunificación" y haciendo referencia a 1940 (dicha región había sido repartida en dicha fecha en Viena bajo la influencia de Hitler). Simultáneamente, el gobierno rumano, busca por todos los medios movilizar a los proletarios "rumanos" para enfrentar la "amenaza contra la integridad del país". El intendente de Tirgu Mures, por ejemplo, anuncia que Transilvania está llena de "húngaros armados que buscan reconquistar la región y someter nuevamente a la población rumana a la opresión minoritaria húngara".
Es la miseria y la falta de perspectivas de lucha dinámica en lo inmediato, que dan una base al encuadramiento: como reacción contra la reivindicación del RMDSZ, según la cual la "minoría húngara" (noción tipicamente aclasista, que tiene, sin embargo, sus fundamentos históricos preparados y reforzados por la burguesía), debe entrar en posesión de sus escuelas, las organizaciones rumanas como Vatra Romaneasca, con la ayuda de la televisión rumana, hacen correr la información de que la desocupación amenaza a todos los empleados rumanos de las escuelas que pronto serán "húngaras". Además entre los habitantes de lengua rumana de Tirgu Mures, se divulgan rumores, según los cuales en tal farmacia, los empleados húngaros no sirven más a clientes rumanos. Sea falso o verdadero, las organizaciones nacionalistas saben aprovechar tales circunstancias.
En pocos días, la desilusión con respecto a la "revolución", que objetivamente no dió nada a los proletarios, se encuentra totalmente encuadrada en Transilvania por las organizaciones nacionalistas. Lo que se produce entonces, en Tirgu Mures, es exactamente lo contrariode lo que comenzó tres meses antes en Timisoara: allí los proletarios "húngaros" y "rumanos" superaron, en la práctica y durante el momento de autonomización clasista, todas las divisiones y lucharon unidos contra el poder estatal del capital; ahora en Tirgu Mures el estado de derrota (social, militar, ideológica...) de los proletarios se demuestra de una manera brutal; el descontento sigue siendo proletario, pero los proletarios expresan su rabia atacando otros proletarios. No actúan como proletarios, sino como ciudadanos; como hombres nacionales, como soldados de una "justa causa" burguesa (para unos esta "justa causa" es la lucha por los derechos del hombre -o el derecho de las minorías nacionales- para los otros dicha "justa causa" es el peligro del reestablecimiento de la "dominación extranjera").
En diciembre, el estado de sitio fue proclamado en Timisoara por un aparato de estado burgués aterrorizado con la revuelta; en marzo cuando el estado de sitio es proclamado en Tirgu Mures y los carros del ejército ocupan la plaza central de la ciudad, es una acción de un gobierno seguro de sí mismo, actuando sobre su terreno normal: reestablecimiento del orden, arbitraje en la competencia (ahora, bajo la forma de racismo mutuo) entre los proletarios, intercambio de trámites diplomáticos con el gobierno húngaro, enfin... preparación de una solución más de fondo, una guerra internacional.
Tokes, el cura provocador de Timisoara, había sido tan superado por los acontecimientos que no había tenido más remedio que desaparecer. A mediados de diciembre, el Estado necesitabe elementos mucho más fuertes contra los proletarios en revuelta. Ahora, a mediados de marzo, Tokes reaparece como protagonista del proceso: se hace recibir por el Presidente de USA y en Estados Unidos es llamado "The person of the week" (el personaje de la semana). Más aún, posa como valiente defensor de los "derechos de su pueblo" y aparece negociando las condiciones comerciales entre los dos países.
En diciembre, los héroes de la lucha fueron anónimos: los proletarios sin nacionalidad, que por centenas de miles y hasta millones atacaron de frente al sistema que los explota y oprime. Ahora, por el contrario, el espectáculo burgués prima, con sus "individuos heroicos": el Gapone de Timisoara, los jefes de los gobiernos, los diplomáticos, los periodistas, los politicos, los escritores, los oradores nacionalistas... y las manifestaciones espectaculares de unidad nacional rumana, como el llamado del movimiento "de la Nistru pin la Tisa" de la Dnestere a la Theiss, organizado por el Frontul Popular Roman y el Frontul Popular din Moldova, para crear el 24 de junio, una "cadena viva" a través de todo el territorio llamado rumano, en el cuadro de las conmemoraciones del cincuentavo aniversario de la anexión de Moldavia por parte de Rusia (68).
La paz social, el trabajo, la política para los ciudadanos, las elecciones planificadas para el 20 de mayo en Rumania, los rebusques para sobrevivir, la criminalidad que (dada la fortificación del poder estatal) nuevamente vuelve a atacar al más débil; se llega así a una situación en donde, otra vez, el proletario tiene miedo del otro proletario que se aproxima por la calle sumergida nuevamente en el silencio mortal de la normalidad.
Sería simple decir que todo eso no es más que propaganda burguesa, que en realidad todo el mundo sabe, que los proletarios en Rumania se sublevaron exactamente por las mismas razones que sus hermanos en Argentina, Birmania, Argelia...: es decir contra la agravación de su miseria, contra la explotación despiadada, contra la opresión estatal que determina el orden capitalista mundial. Eso es verdad, pero... solo parte de la verdad. Pues por otra parte los participantes en el movimiento afirmaban luchar "contra los comunistas"; indiscutiblemente levantaron banderas de la nación; e incluso, aquellos más decididos en continuar luchando, limitaron (y dejaron limitar) su percepción del enemigo exclusivamente a los "comunistas"; la única (o casi la única) identidad que reconocen ideológicamente, en su lucha práctica, es la pertenencia de algunos burgueses a la misma fracción ("Jos Ceausescu - Jos Iliescu" o "FSN = PCR").
Es decir, las banderas contrarevolucionarias existen en la realidad del movimiento, provienen de la situación trágica de nuestra clase hoy y al mismo tiempo son reproducidas por las debilidades de la clase. Se trata de una influencia enorme que limita la lucha de los proletarios, que no podrán hacer de un día para el otro, todas las rupturas de las cadenas que aún los atan a la sociedad burguesa.
Es decir que desde un cierto punto de vista el anticomunismo (aquí sin comillas) ha estado efectivamente presente en los acontecimientos de Rumania: no en el sentido en el cual todas las organizaciones burguesas hablan, sino en el sentido de las limitaciones objetivas, es decir por las características histórico - universales de la época en que vivimos. El tan cacareado anticomunismo de los proletarios no existió en la lucha misma: todo lo contrario, en su práctica insurreccional, en la dinámica de la generalización, los proletarios insurrectos fueron capaces de identificar el enemigo de clase, aunque no hayan sido capaces de llamarlo por su verdadero nombre. Aunque hablen de luchar por la nación, practicaron una misma lucha común con el resto del proletariado del mundo que se levanta contra la misma explotación, contra la misma opresión; hablan de desembarazarse de "comunistas" pero se enfrentaron a los burgueses explotadores, sirvientes del mantenimiento del orden estatal del capital. En esta dinámica, el hablar de "comunistas" no es más que una cuestión de terminología.
El aspecto anticomunista de los acontecimientos, no es la lucha (cuya realidad es comunista, a pesar de la consciencia limitada de los protagonistas), sino por el contrario, todos los límites de esa lucha: la falta de generalización dinámica por encima de las fronteras nacionales, la falta de profundidad en las negaciones prácticas de la sociedad del capital, el hecho de que el desarrollo mismo de la lucha no llevó aún a la identificación de todos los enemigos. Matar a los "securitates", los agentes del orden de la explotación, no es, ni será nunca anticomunista; lo que efectivamente si lo es, es el no luchar contra todos los agentes del capital, cualquiera sea el nombre que se dan para esconder su naturaleza invariante. Luchar contra una "República Socialista Rumana" no es anticomunista, lo que efectivamente lo es, es el parar la lucha cuando algunos burgueses deciden que su república pasa ahora a llamarse "Rumania".
Es aquí, que el problema terminológico se revela por lo que efectivamente es: como una fuerza material. En realidad cada proletario que participó en la revuelta en Rumania, sabe que no luchó contra los Ceausescus porque eran "comunistas", sino porque no lo eran, porque todo lo que ellos hicieron y dijeron era la negación de la comunidad humana y la defensa evidente de los intereses de los burgueses contra los de los proletarios. Cada proletario, que vivía esa situación desesperada, sabe que Ceausescu era un burgués, un individuo, un hombre nacional, un explotador que se autollamaba "comunista". Si toda la propaganda burguesa, de los rivales de Ceausescu, también lo llamaban comunista, repitiendo lo que él decía de sí mismo, era para impedir la clarificación de la realidad: la identidad de todos los burgueses del mundo.
En los hechos, hay muchas cosas en las cuales Ceausescu y sus rivales estaban y están de acuerdo, sin por supuesto reconocerlo siempre abiertamente. Por ejemplo, que los proletarios trabajen lo más posible, que obedezcan a las leyes, y que esten dispuestos a morir por la nación... Hay sin embargo, una cosa con respecto a la cual, están de acuerdo y lo proclamaban abiertamente: él se decía comunista y todos los burgueses repetían a coro que sí, que lo era. En la medida en que los proletarios insurrectos se asociaron a ese coro burgués que repite esa autocalificación de "comunista" de Ceausescu, negaron verbalmente el contenido comunista de su propia lucha; y esa negación verbal del movimiento de nuestra clase para destruir el valor, refleja objetivamente una debilidad real del movimiento y contribuye a su debilitamiento práctico.
Ceausescu habló siempre de "democracia del pueblo" (¡cómo si la democracia no significase, ya en sí, siempre, la dominación del pueblo, producto de la dictadura del valor!). Los insurrectos de diciembre rechazaron la concretización llevada adelante por Ceausescu de esta democracia, pero cantando "Noi sintem poprul - Jos cu dictatorul" ("nosotros somos el pueblo, abajo el dictador"), es decir aceptando la fraseología democrática lo que inevitablemente contribuiría a su vez a mantenerlos bajo el yugo de la democracia, cuya personificación principal no es tal o tal "dictador" como parece, sino el conjunto de la burguesía (69), con sus milicos, políticos, empresarios, banqueros, generales e intelectuales, sus ideólogos y sus curas.
Lo que con este texto asumimos, no es más que un esfuerzo de clase para contribuir a nuestra comprensión común de lo que sucedió en Rumania; para subrayar algunos elementos de una evaluación clasista, contra toda la mistificación burguesa acerca de esos acontecimientos; para afirmar la solidaridad de todos los proletarios en lucha contra el poder estatal, mundial, del capital, con nuestros hermanos cuya lucha, llegó a hacer tambalear, aunque en forma momentanea y local, el orden monstruoso de la paz social; para intentar extraer algunas lecciones en vista de un futuro, en el cual, las explosiones de ese tipo, se multimplicarán inevitablemente, hasta su generalización universal y su cambio de calidad: la revolución mundial.
Lo que podemos extraer como lecciones de la experiencia del movimento de nuestra clase, no surge del imperio de las ideas puras, ni tampoco resulta útil la incesante repetición de generalidades (aunque sean fundamentales) acerca de la lucha de clases, la naturaleza burguesa de toda democracia, o cualquier otra verdad programática.... Los esfuerzos hechos en cada caso particular por los proletarios, cuando intentan autonomizarse contra el peso mortal de la democracia, petenecen a la experiencia común de nuestra clase mundial, refuerzan y enriquecen el conjunto de nuestras posiciones práctico - teóricas, contribuyendo así a una mejor comprensión de los puntos programáticos invariantes del comunismo. Es por ello, que es indispensable, para cada uno de nosotros y para el conjunto de nuestra clase de proletarios en lucha, el no contentarnos con una comprensión general (que en el momento que ella pierde su base, el contacto con la realidad viviente, contradictoria, se transforma inevitablemente en una comprensión imaginaria), sino el intentar ver y vivir el movimiento real incluso en algunos aspectos que pueden parecer de detalle, sin perder, claro está la ligazón con lo esencial.
Desde ese punto de vista, podemos decir más bien, que nuestro texto carece de detalles necesarios, lo que sumado a las dificultades derivadas de la dominación burguesa que soportamos (falta de fuerzas, de tiempo, de información, de energías ...), hace que sea sumamente difícil, de relatar, aunque más no sea de forma aproximada, la euforia de la lucha, lo abominable del encuadramiento, la tragedia de la derrota ... y más aún, (el aspecto más dificil) la contribución material de todo ese proceso al cambio, lento, contradictorio, histórico, de las relaciones de fuerzas entre nosotros y nuestro enemigo histórico, el capital.
Así, en este caso concreto, no fue tanto la superioridad militar que aseguró, el triunfo de la burguesía; los proletarios en Rumania perdieron la batalla por sus debilidades más generales, que tienen su origen en la debilidad actual de todo el proletariado mundial. Miles y miles de muertos, una horrible carnicería, a pesar de lo que ahora nos quieren hacer creer, pero no fue el aplastamiento físico, el que liquidó la fuerza de los millones que salieron a pelear. El arma principal de la burguesía fue su capacidad para encuadrar a los proletarios, canalizarlos, desviarlos, desmoralizarlos, dividirlos; hasta quebrar la dinámica insurreccional. Por ello el Estado pudo permitirse no matar a un millón para lograr la sujeción y la dominación de los otros millones. "Matar al revolucionario, sin destruir al trabajador que dormita en su interior, he ahí la represión bien comprendida."
¿Todo es en vano, entonces? Desde el punto de vista inmediato tal vez, desde el punto de vista histórico, de ninguna manera. Luego de un largo período histórico, esta revuelta fue, al menos en esta región, el primer gran resurgimiento local de una larga y rica tradición del movimiento de nuestra clase. Las revueltas en Rumania, así como los movimientos similares en otras partes, pueden señalar el comienzo de una modificación de la situación mundial. Claro que la paz social, ha sido reestablecida, con la competencia interproletaria, el dominio cuasi total del nacionalismo, el triunfo de la democracia....Pero en lo más profundo, el ambiente social ha cambiando en Rumania y podemos asegurar que el mismo no será nunca más como antes de diciembre del 89, cuando por una vez, los proletarios expulsaron a los agentes del orden de la explotación.
La burguesía puede, momentaneamente, festejar su victoria; pero los burgueses a nivel mundial, no tienen muchas reservas para asegurar una paz social durable. Por ello tenemos buenas razones para afirmar: a pesar de que de hecho los proletarios en muchos lugares de Rumania, escribieron en los muros "abajo los comunistas" (porque, ahí el enemigo inmediato en ese momento, era como administrador local del capital mundial, una fracción que se llamaba "comunista"), lo que vivimos en Rumania fue un resurgimiento (muy lento, muy limitado, muy "impuro", porque es real y porque lleva todos los signos de nuestra época) del movimiento histórico del comunismo.