COMUNISMO

Dictadura del proletariado para la abolición del trabajo asalariado

Órgano central en castellano del Grupo Comunista Internacionalista (GCI)


COMUNISMO No.24 (Marzo 1988)


Editorial

Introducción: Transformar nuestras debilidades en fuerza

Pocas veces en nuestras páginas hablamos de nosotros mismos, y cuando lo hacemos nunca comenzamos por ello. En este caso haremos una excepción, dado un conjunto importante de dificultades que nuestro grupo ha tenido y cuya manifestación más evidente fue la no salida de nuestras revistas centrales en francés y en español durante un año entero, por lo cual pedimos disculpas a todos los que sostienen nuestro esfuerzo y siguen nuestras publicaciones.

En este editorial hablaremos de dichas dificultades tratando de dar a través de ello un primer paso en nuestra definición pública de lo que consideramos el fin de una etapa en nuestro grupo y el comienzo de otra. Nuestro esfuerzo tiende a sintetizar, en forma de lecciones, conclusiones y directivas, la experiencia vivida en la primera década de existencia de nuestro pequeño grupo de militantes.

Una organización comunista, no tiene nada que ver con una pequeña "sociedad comunista" en plena sociedad capitalista, no es un oasis de perfección en plena sociedad podrida aunque se cristalice en ella la vanguardia real del proletariado. Es por el contrario la expresión viva de la contradicción real que hace avanzar al proletariado permitiéndole ir hacia adelante de ruptura en ruptura (la lucha comunista es una constante de negaciones, de rupturas, de superaciones...); pero es evidente que se concretarán también en su seno diferentes expresiones de la no ruptura con la sociedad presente. El materialismo vulgar o el idealismo, en general combinados, son desviaciones constantes que desde las primeras tentativas de lucha contra el capital y el Estado se manifiestan en el interior mismo de las organizaciones comunistas y que éstas, por su crítica y autocrítica, luchan por superar. Dichas expresiones pueden manifestarse en todos los tipos de acción revolucionaria, desde la acción cotidiana en la clase a las publicaciones. Para luchar contra las mismas nuestro grupo no ve otra vía que la asumación de la crítica y la autocrítica permanente, la actitud más atenta posible a las críticas que vienen de diferentes contactos o proletarios en general y la centralización de esta crítica en base a la polémica interna e internacional que siempre hemos realizado. Esta crítica asumida por el conjunto de militantes y centralizada por una serie de mecanismos organizativos nos permite avanzar.

Así por ejemplo, nuestro grupo ha auto-criticado en su propia prensa artículos publicados anteriormente (1) como "Pour un front de classe" aparecido en Le Communiste Nº3 y "La nature catastrophique du capital" en Le Communiste Nº7 (2). Dicha crítica, y la discusión interna que la precedió, manifestó un avance claro en la afirmación programática, permitiendo profundizar la ruptura con la política de la izquierda de la social democracia y con la economía política. Ello se expresó al mismo tiempo en la exclusión de ciertos compañeros que luego constituyeron un reagrupamiento sin perspectiva que denominaron "Fraction Communiste Internationaliste". En la última fase vivida por nuestro grupo, esta misma tendencia caracterizada por el dualismo y el idealismo socialdemócrata reapareció, bajo formas apenas diferentes concretándose en un conjunto de prácticas que llevaron a una fase de clarificación que se concretó, también, en la exclusión de varios compañeros.

La desviación central del artículo "Por un frente de clase" (que inmediatamente después de publicado fue criticado totalmente en el grupo, y con posterioridad en forma pública) era el no ver en el proletariado otra cosa que la heterogeneidad de las ideas; en vez de ver lo que es decisivo, la comunidad real de intereses, de perspectivas, el mismo proyecto social, el mismo programa; es decir dejando en un segundo plano todo lo que constituye las determinaciones esenciales e históricas del proletariado y no viéndose más que tal o cual determinación inmediata. Esta misma desviación se encuentra en los principales portadores de la línea idealista contra la cual hemos luchado últimamente.

Dicha línea (de la cual lo anterior no es más que un ejemplo) se expresa en diferentes artículos de nuestras revistas e inclusos en textos globalmente correctos. Así, por ejemplo, un texto que pone en primer lugar las líneas invariantes del Partido Comunista como "Las tareas de los Comunistas" dice textualmente en su versión original en francés: "Y repetimos una vez más, aunque se pongan rojos los nuevos filósofos de la ultraizquierda comunista, lo que diferencia al proletariado de la burguesía es la voluntad (sic) de luchar (subrayado en el original) contra la alienación y toda la mierda capitalista" (Le Communiste Nº21 pag.5) (3).

Esta mismísima desviación se expresa también en el editorial de Le Communiste Nº25 "La Europa de los Versalleses" que inmediatamente publicado suscitó una crítica generalizada de todas las secciones territoriales de nuestro grupo. De la misma manera, el cuadernillo "Barcelona Mayo de 1937", que publicamos en común con un grupo de militantes revolucionarios denominado Raia, presenta también grandes problemas en directa relación con esta línea idealista que aquí criticamos. Así, por ejemplo, el partido es presentado como un ser exterior y extraño a los proletarios en lucha: "la falta de partido" no es expresada en tanto que debilidad real de la relación de fuerzas mundial, ni tampoco como la debilidad real del proletariado en su preparación, centralización y dirección programática de sus luchas, sino como la ausencia inmediata de una organización genial pero inexistente (una especie de "Rambo" o de Zorro del comunismo, ¡qué lamentablemente no existió ni existirá nunca!) cuya función sería la de "detentar" las lecciones a dar a los proletarios. Se liquida con ello la concepción internacionalista del partido pues en ese mismo momento y en otra parte nosotros reconocemos militantes organizados en la línea histórica del partido (como por ejemplo la fracción de comunistas italianos existentes en Italia y reagrupada en Bélgica en torno a Bilán, o los comunistas de izquierda de México que publican Comunismo) y que sin embargo por más claras que podían tener las cosas no pudieron evitar la profunda derrota de su mismo Partido en España. De la misma manera que la lucidez de Marx sobre la Comuna (luego de instaurada, porque antes de ello tuvo posiciones oscilantes) no pudo impedir la derrota de la misma, y es totalmente ridícula la posición de Trotsky acerca de la "falta de partido" durante la misma Comuna, pues la misma lucha insurreccional de nuestra clase es la expresión de la lucha de nuestro partido.

"Sea lo que sea, la insurrección parisina, aunque sea reducida por los lobos, los cerdos y los perros de la vieja sociedad, es desde la insurrección parisina de junio, la más gloriosa hazaña de nuestro partido." (Marx a Kugelman)

Y por supuesto que con estas afirmaciones nosotros no renunciamos para nada a nuestra organización específica de comunistas que no acepta ninguna disciplina de los obreros en general, ni se disuelve en ninguna democracia consultiva, sino que vemos en cada combate fundamental de nuestra clase nuestro combate, en cada ausencia de ruptura, de centralización de dirección, los problemas de nuestro propio partido; lo que nos lleva a un rechazo total de las posiciones doctorales que, en vez de situarse en las propias debilidades de nuestra clase, luchando por su superación, se imagina que lo que falta para que la insurrección se realice son los consejos de ellos mismos y a eso denominan "partido", afirmando en cualquier análisis de la historia que se hace que lo que le faltó al proletariado es ese consejero infalible que ellos denominan "partido" y que en el fondo no es más que la imagen idílica de un intelectual burgués sentado en una biblioteca y juzgando todo él pasado desde su pequeño ombligo y con su pequeño cerebro.

Los ejemplos mencionados no son limitativos, la lucha "interna y externa" de nuestro grupo contra tales expresiones que gangrenan al movimiento proletario ha sido y será permanente. Nuestra afirmación militante es una afirmación práctica, contra los que confunden el movimiento proletario con tal o tal bandera que flota sobre la cabeza de los protagonistas (como decía Bilan); contra los que en vez de ver (y actuar en) el partido, en la historia imaginan al partido histórico como un ideal a alcanzar; contra los que creen que la transformación del mundo depende principalmente de la actividad voluntaria y se activan y desgastan su energía en la creación de cualquier comité para cualquier cosa sin ninguna perspectiva general; contra los que pretenden abolir la familia en plena sociedad capitalista o abolir la explotación yéndose a plantar repollos a la Patagonia; contra los que se imaginan que el comunismo se desarrolla independientemente de las contradicciones de la sociedad capitalista y que en vez de definir al proletariado por su vida real en tanto que clase explotada y clase revolucionaria lo definen según su propia voluntad como exclusivamente revolucionario; contra todos los que ven la acción organizada de los comunistas como una acción de incitación, de excitación, de "creación" (!) del movimiento, en vez de comprenderla como una acción de dirección de un movimiento que surge espontáneamente de la putrefacción de la sociedad existente, en fin contra todos los que confunden la organización comunista con un "bureau" de pensadores; que analizan la realidad a partir de sus conceptos (¡y no a la inversa!), que identifican programa comunista con la Conciencia o el Ideal a aplicar. Contra eso nuestra práctica se sitúa en la línea histórica del materialismo práctico, del materialismo comunista (4). El idealismo explica siempre la historia a partir del individuo, de su voluntad y de sus ideas; el materialismo histórico explica por el contrario como son las condiciones sociales que producen al individuo, su voluntad, sus ideas. ¡La ideología misma es siempre una práctica, un momento de la práctica, un producto social material y como tal fuerza material! Como materialistas militantes partimos siempre no de las ideas que uno se hace sobre el mundo, sino de la vida social (¡es decir, material!), del arco histórico que va desde la comunidad primitiva al comunismo integral; ¡en síntesis, de la vida misma!

Pero como lo decíamos antes, una organización comunista no es nunca totalmente permeable a ese tipo de desviación propia del mundo de la Razón que impone la burguesía y sería un idealismo típico de los partidarios del Pensamiento puro el buscar garantías absolutas y formales (estatutarias, por ejemplo) para que ese tipo de desviaciones no se expresen en el seno de las organizaciones revolucionarias, o que el individualismo no reaparezca en los mecanismos de decisión organizacional. En cuanto a nosotros solo contamos mucho más modestamente con la verdadera crítica y la autocrítica, considerados como momentos importantísimos de nuestra actividad práctica, en especial porque no encontramos otra forma de funcionar, otro tipo de "garantías" para el desarrollo de nuestra lucha que la discusión centralizada y la critica compañera. La historia de la lucha de nuestra clase está sembrada de errores, de tentativas de avances y retrocesos, de tentativas abortadas... Transformar estas debilidades en fuerza a través de la crítica y autocrítica, ha sido la práctica de siempre de los elementos más decididos del Partido: en eso consiste hoy nuestra práctica y nuestra línea directriz.

Contra el idealismo

La década del 60, luego de muchos años de contrarrevolución, vio resurgir al proletariado a nivel internacional como fuerza social en la escena histórica. Una vez más contra aquellos que solo eran capaces de ver lo que ellos creían posible, la revolución comunista volvía al orden del día evidenciando que no estaba muerta y que el viejo topo había seguido cavando a pesar del profundo sueño obligado al que había sido sometido por la más duradera de las paces sociales capitalistas. Dichos combates de nuestra clase dieron vigor y confianza a aquellos que no habían cedido a la ideología burguesa y que contra la corriente habían seguido defendiendo nuestro proyecto de abolición de todas las clases. Al terror de la burguesía frente al espectro de la revolución correspondió en el proletariado un reforzamiento de su comunidad internacional de lucha y la victoria de los luchadores de esa fase era precisamente la solidaridad creciente que se desarrollaba en la medida en que se organizaba el enfrentamiento con el enemigo capitalista.

En esos periodos, la organización en fuerza, la tendencia a constituirnos en Partido, a darle un centro a nuestras luchas, no es ni puede ser el patrimonio de tal o tal grupúsculo: es la misma realidad que exige e impulsa al reagrupamiento de los revolucionarios.

Pero el reflujo de la lucha en los años 70, que se concreta ahí donde el proletariado había ido más lejos, planteando la lucha por su propia dictadura, en una espantosa derrota y una fase de terrorismo de Estado abierto, y en otras partes en un agotamiento en pequeñas luchas sin perspectiva, permitió la re-imposición de la paz social, con todas sus terribles características: competencia entre los proletarios, sectarismo, anti-organizacionismo, individualismo,... que llega hasta la guerra entre hermanos, y que son aún hoy (y hasta diríamos en forma cada vez más aguda) las características centrales del período actual. En tales circunstancias, las fisuras abiertas en el muro de la paz social no son lo suficientemente importantes aún, para la reaparición histórica internacional del proletariado, aunque el desarrollo de todas las contradicciones del capital ponga cada vez más plomo en las alas de las consignas burguesas, ello está aún lejos de conducir a la transformación revolucionaria de este mundo.

En este clima de repliegue generalizado, en el cual cada cual trata de arreglárselas como puede y busca un respiro para reproducir sus ilusiones, la separación objetiva entre las pequeñísimas minorías de militantes comunistas por un lado y la gran mayoría de la clase obrera, que pareciera agachar el lomo y aceptar mansamente todos los sacrificios pedidos por el otro (5), es más espectacular que nunca. Esta terrible realidad contrarrevolucionaria, producida siempre luego de la derrota de una ola de luchas, se expresa ideológicamente en la concepción idealista que considera como "sujeto" de la revolución a un grupúsculo de intelectuales autoproclamados como el "partido" poseedor de la "consciencia" y de la "voluntad", y al proletariado como un mero objeto de "intervención". La contrarrevolución produce la contrarrevolución: el conjunto de teorías que dividen al movimiento comunista colocando de un lado a los "obreros" y del otro a los "intelectuales revolucionarios" no es más que el reflejo monstruoso de la realidad actual que, como fotografía, (es decir en términos no dinámicos), hace efectivamente aparecer por un lado al conjunto de obreros como simples átomos de ésta sociedad y del otro a una serie de grupúsculos que teorizan.

Pero la fotografía de la realidad no es más que el árbol que esconde el bosque, identificar la realidad con la expresión estática que de la misma aparece ante nuestros ojos aquí y ahora, es cerrar los ojos frente a toda la dinámica de un ser -el comunismo- que solo puede expresarse en toda su riqueza en tanto que fuerza histórica -ayer, hoy, mañana-, es construir de una manera lógico formal, una inferencia, una proyección mecanicista hacia el futuro basada exclusivamente en lo que el proletariado parece ser hoy.

Nosotros nos situamos en contraposición viviente con esta forma de actuar y de pensar. Es la sociedad sin clases, es la dirección hacia un ser colectivo unitario -la GEMEINWESEN- expresada unívocamente en cada ola de lucha proletaria en la tendencia hacia una sola centralización mundial quien clarifica y determina nuestra práctica comunista, nuestra lucha contra esta división contrarrevolucionaria impuesta por la democracia, el terrorismo de Estado y que tiende a disociar "los proletarios", a atomizarlos transformándolos en individuos libres y separados de "los comunistas" que no serian otra cosa que "importadores de la conciencia", y por lo tanto también individuos libres, cuya función sería algo así como la de curas del "comunismo" (!!).

En nuestro propio grupo hemos sufrido de esta terrible enfermedad idealista, dualista, socialdemócrata, que consiste (en total desconocimiento de las determinaciones sociales de nuestra comunidad proletaria de lucha, de interés, de programa, de necesidades, de perspectiva revolucionaria, del cual también nuestro propio grupo es producto y factor histórico; comunidad de lucha cristalizada en cada periodo de lucha en la tendencia ineluctable a la constitución del proletariado en clase y a la centralización única en Partido) en teorizar que la clase está determinada por el aquí y ahora, por la heterogeneidad, por la contingencia, por el inmediato, por el conformismo, por la falta de "Consciencia", etc., y el partido por el contrario por el "ayer, hoy y mañana", por la homogeneidad, por lo general, por la voluntad, por la consciencia; por la revuelta.

El GCI no es ni pretende ser una isla de comunismo en plena sociedad capitalista. En un contexto social en donde la competencia y el individualismo se encuentran en su cúspide, el GCI, a pesar de ser un polo en la lucha contra toda la mierda de esta sociedad, no puede dejar de reflejar, incluso en su seno, algunas de las debilidades actuales que vive el conjunto del proletariado en su difícil proceso de constitución en clase.

Durante todos estos anos, contra la corriente y a pesar de nuestras enormes debilidades a las cuales estamos sometidos por la situación social extremadamente desfavorable que vivimos, hemos intentado asumir las tareas de siempre de los comunistas: desarrollar el internacionalismo, extraer de manera permanente y en toda la historia de las luchas, las lecciones de las derrotas de nuestra clase, impulsar la organización en fuerza del proletariado, el reagrupamiento de los revolucionarios y la lucha por la centralización única. Pero todos estos esfuerzos para asumir el porqué nosotros existimos, no nos ponen al abrigo del conjunto de determinaciones descriptas anteriormente: los venenos mortales del anti-organizacionismo y del individualismo se desarrollaron también en nuestro propio seno. El idealismo práctico que sufrimos en los últimos tiempos y frente al cual ahora mismo podemos reafirmar frontera, tendía a liquidar, por su contenido antipartido, nuestra comunidad de lucha. Durante todo ese período ese viejo enemigo, el idealismo, reapareció bajo formas diversas, pero con una característica común que reconocemos en el hecho de considerar siempre al "partido" a "los comunistas" como una realidad pura, fuera de toda determinación social. Este es el punto de vista invariable del idealismo vestido de marxista, el dualismo según el cual existiría de un lado los obreros atomizados, hundidos en toda la mierda de esta sociedad y del otro un "Partido" puro, perfecto, estrictamente determinado por el revolucionarismo contra la sociedad, por una "consciencia y una voluntad" que parecieran venir de un más allá y no mezclarse nunca con los problemas terrenales de nuestra clase.

En la práctica comprobamos una vez más que la concepción de ese partido ideal, tan celestialmente alejado de los seres humanos con sus problemas terrenales, tan dramáticamente separado de la lucha real de los proletarios reales, lleva a veces al rechazo de toda práctica en nombre de la teoría, otras a una apología frenética de la primera lucha inmediata que aparece, pero en la mayoría de los casos a la oscilación práctica y permanente entre activismo y teoricismo. En efecto, los que no conciben al partido de otra manera que como una perfección divina caída sobre la tierra o como un partido poseedor de la teoría que salvará a los proletarios, caen mucho más a menudo de lo que pudiera pensarse en el activismo, toda lucha obrera se transforma en el objeto de una carrera desesperada para hacer en fin "real la idea que les faltaría a esos proletarios para realizar la revolución. Autoproclamados como la encarnación de aquel ser ideal, los idealistas se sienten obligados a justificar su existencia y sus ideologías corriendo detrás del primer pedo que se tira un obrero. El idealismo cae así invariablemente en el más chato obrerismo e inmediatismo. Como toda ideología burguesa, esta forma del idealismo no es pues un simple conglomerado de ideas sino que se trata efectivamente de una práctica efectiva de sabotaje real de nuestra comunidad de lucha, de una práctica individualista de sabotaje de todos los esfuerzos militantes para constituir un cuadro organizativo común.

La teoría del individuo comunista que detentaría la consciencia y la voluntad de todo el devenir social, es el punto de partida y de llegada de esta concepción que niega al proletariado como sujeto de la historia y que expresaría decepción de algunas minorías frente a la debilidad real de las luchas proletarias en un. ciertos periodos. Frente a su propia desilusión, frente a una revolución que no "viene" como se preveía, estas minorías creen poder sustituir las debilidades de los obreros en base al simple hecho de consciencia y de voluntad de autoproclamarse "partido", creyendo así que una simple asociación de revoltosos o de teoricistas que se autoproclaman "revolucionarios" podría cambiar el mundo.

En tanto que comunistas, nosotros sabemos (y es el ABC) que la relación de fuerzas internacional no se cambia en base a la voluntad y la consciencia de tal o tal grupo por más Partido que se autoproclame y que cuando el proletariado no concreta en la lucha su tendencia a organizarse en fuerza para centralizarse en Partido, aunque se ponga en ello todo el esfuerzo colectivo y centralizado de algunos militantes descoordinados y desparramados por el mundo, los resultados reales serán muy, muy modestos. Debemos saberlo de antemano para no desilusionarnos y desgastar inútilmente nuestra modesta energía en tareas imposibles. En una fase sectaria como la que vivimos, la gran centralización internacional del proletariado a la que aspiramos está aún lejana. El sectarismo actual es el reflejo real de la competencia generalizada que soporta el proletariado y que como siempre corresponde a una fase discontinua con violentos altibajos de reconstitución embrionario del proletariado. Podemos poner todo nuestro esfuerzo voluntario, consciente, organizado y centralizado para luchar contra el sectarismo de la fase actual, y es lo que intentamos hacer, pero no podemos olvidar que el comunismo surque de las entrañas del capital, de la mierda de este mundo y que de ninguna manera esos elementos de consciencia y voluntad de un puñado de militantes aislados en la paz social puede destruir el capital. Nuestra propia experiencia, el conocimiento histórico de la experiencia de nuestra clase nos hacen ser mucho más modestos, mucho menos pretenciosos, en cuanto al papel del individuo en la historia que lo que se imaginan ser los Rambos del comunismo o/y los eternos leninistas constructores de partidos. Los límites contra los cuales se enfrentan los revolucionarios -para quienes el internacionalismo no es una palabra vacía- que son los más decididos en la organización de la comunidad de lucha y de acción contra toda frontera, contra toda nación, son los límites reales del período. Pensar poder sustituir las reales relaciones de fuerza en este mundo, por "hechos de consciencia y voluntad", conduce a todos esos antimaterialistas (en la medida en que niegan la potencia material de la relación de fuerzas entre las clases) a la construcción de sectas cada vez más "puras", fabricando en su cabeza un mundo de ilusiones ideales que bastaría, como pequeño detalle, que el proletariado acepte para realizar la revolución "comunista". Y por supuesto que reprocharán al proletariado mañana el no haber adoptado su receta ya totalmente pronta para arreglar el mundo.

Sean cuales sean las formas en que se concreta esta ideología, los que piensan suplantar el movimiento real de abolición del orden establecido por su propia "consciencia" y "revuelta individual" caen irremediablemente en la apología de su propio individuo. Dichas concepciones se materializaron en el seno de nuestro grupo por toda una serie de prácticas individualistas que tendían todas a imaginar al proletariado organizado en torno a su propio ombligo, haciendo todo trabajo de discusión orgánico imposible, por la defensa ciega del libre pensamiento individual asociado a la máxima tautología y sectaria de "quien no esta conmigo está contra mi"!, lo que por supuesto que no hace más que empujar a la desorganización general y que no es otra cosa que la penetración en el seno mismo de nuestro grupo de la competencia individual que se libran los proletarios entre ellos.

"La competencia aísla a los individuos entre si, no solo a los burgueses, sino principalmente a los proletarios... Los individuos aislados no conforman una clase, salvo en la medida en que luchan contra otra clase; en el caso contrario se encuentran en tanto que enemigos en la competencia." (Marx, "La ideología alemana")

La lucha política en el seno del GCI contra esta desviación no data de hoy, y por supuesto que no se ha acabado aún. Ella existe desde el nacimiento de nuestra organización y se materializó por un conjunto de rupturas organizacionales que condujeron todas sea al indiferentismo, sea al activismo, sea al abandono puro y simple de toda actividad militante. En cada una de estas oportunidades hemos constatado que los "grandes desacuerdos programáticos" puestos en primer plano no fueron otra cosa que una hoja de parra ideológica, que recubría una cierta desmoralización -o mejor dicho "una desmoralización cierta"- frente a la difícil tarea de luchar contra la corriente, en especial en un grupo con experiencias tan disímiles, con orígenes tan distintos, con historias o culturas tan diferentes; que escondía una práctica individualista e irresponsable, traducida en la no asumación de las responsabilidades militantes, que camuflaba una ruptura real del cuadro orgánico. En fin, los sucesivos "grandes desacuerdos programáticos" no fueron en general otra cosa que el taparrabos, para esconder una serie de desilusiones sucesivas acerca de los resultados de la actividad inmediata y que se fueron sucesivamente concretando en la incapacidad para asumir las prioridades fijadas centralmente por nuestro grupo.

El punto de llegada de este tipo de ruptura con la comunidad de lucha y el centralismo orgánico, es también (y siempre) el individuo que como se le antoja y, día a día, fija sus propias prioridades: cayendo un día en la agitación desenfrenada e inmediatista, metiendo al día siguiente en cuestión toda la actividad centralizada; proponiendo un día la exclusión de compañeros que no asumieron tales o tales tareas, proponiendo al otro día a esos mismos camaradas el constituir una organización en la organización con ellos; sosteniendo un día que "en el período actual el Partido solo debe hacer tareas teóricas" y dispersándose al día siguiente en la agitación desenfrenada en su propio lugar de trabajo o en su propio barrio; desarrollando un día la ilusión de la abolición inmediata de la familia en pleno capitalismo y volviendo al otro día a las peores caricaturas socialdemócratas en lo que concierne al dualismo vida privada-vida militante ("cada uno es dueño de su vida privada" complemento indispensable del funcionariado político); en fin decidiendo siempre individualmente de no asumir las tareas decididas colectiva y centralmente porque ese oportunista que es siempre el individuo, sometido a las alzas y bajas de su propio ombligo, considera repentinamente que "hay otras tareas más importantes".

En nuestro grupo eso se tradujo, por ejemplo, en la no asumación de una revista central en italiano, como había sido centralmente decidido (6), en el hecho de no haber actuado adecuadamente (menos fuerza de lo que nosotros podíamos y debíamos haber puesto en tales acciones) en la huelga de los ferroviarios en Francia, en el enlentecimiento, ver incluso la parálisis, de ciertas tareas centrales como la elaboración de la versión a publicar de nuestra "tesis de orientación programática", etc.

Frente a tal libre arbitrio, frente a tales rupturas del cuadro orgánico y colectivo, la organización solo puede formalizar la exclusión confirmando al individuo la reconquista de su libertad burguesa de acción y de pensamiento. Centenas de páginas escritas sobre la "sociedad a venir" o el "partido de cuadros" a construir camuflan mal esa práctica individualista y sectaria.

Nosotros no les deseamos a los militantes excluidos, o a los que han ido renunciando a la militancia en nuestro grupo durante estos últimos 15 meses, el que conozcan el mismo triste fin de las rupturas precedentes, pero queremos llamar la atención sobre el hecho de que esa misma práctica sectaria e individualista, que condujo a esas rupturas irresponsables de todo el cuadro colectivo de trabajo común, solo puede conducir a reproducir en el seno mismo de las estructuras que crearan dichos ex-compañeros las mismas taras. ¡No se resuelven los innumerables problemas que plantea la organización de una comunidad internacional de lucha, por la ruptura irresponsable de todo el cuerpo disciplinario forjado conjuntamente, en base al primer argumento ideológico (por otra parte muy variante e impreciso en todos los casos que hemos conocido) que a uno se le ocurre! Tarde o temprano, esas mismas taras que se concretan en la incapacidad para dejar un poco de lado su propio ombligo y asumir un trabajo colectivo común para centralizar los inevitables e indispensables debates ligados a la acción comunista, conducirá a la reproducción de esa práctica de secta (7).

Por cierto que nosotros no negamos que en cada una de estas rupturas no hayan también verdaderos desacuerdos programáticos, pero en general no son los que creen y expresan como las "causas de sus rupturas" tales o tales ex-militantes de nuestro grupo. En efecto, no son sus ideas que determinaron su práctica, sino que su práctica determinó sus ideas, y por ejemplo el peor de los activismos sin principios fue, en el grupo, cubierto por un discurso ideológico que teorizaba el "partidismo" más puro (como fue el caso, por ejemplo, del ex-compañero que luego formó la "Fracción Comunista Internacionalista"). La experiencia de clase y nuestra propia experiencia nos confirma eso, el liquidacionismo organizacional siempre fue cubierto por una idealización del partido o/y de la sociedad a venir: la perfección, la purificación a alcanzar hacen considerar siempre como secundarios la acción práctica y organizativa de hoy; de la misma manera que la idealización de los "cuadros revolucionarios a. formar" lleva a un desprecio sistemático de los compañeros de hoy. Es en este sentido que la ideología de los individualistas, de los sectarios y los liquidacionistas es importante y debe ser analizada. Ella puede, por otra parte, cimentar su actividad y atraer seguidistas hacia su misma mierda, pero la ideología no puede jamás constituir para nosotros el verdadero punto de partida de nuestra comprehensión, ni tampoco de nuestra acción. El verdadero punto de partida de toda esa práctica que estamos criticando no es tal o tal teoría, sino la sociedad burguesa, la competencia que se realizan los proletarios entre ellos, de la misma manera que cualquier otra ideología, que no puede bajo ningún aspecto explicar el punto nodal de la práctica (por ejemplo. la ideología nacional que no explica la guerra internacional, sino que su explicación debe buscarse en el capital mismo), pero precisamente en tanto que ideología, se transforma en un elemento material de cohesión cuya consideración es indispensable (el capital y su guerra producen la ideología nacional, pero sin ella no habría posibilidad de llevar al matadero a los proletarios y por lo tanto no habría guerra).

Autocrítica del artículo "La Europa de los Versalleses"

En el número 25 de la revista central en francés "Le Communiste" de noviembre de 1986, fue publicado un editorial titulado "La Europa de los Versalleses" que desde su aparición abrió en el grupo una violenta polémica que tuvo un conjunto de repercusiones importantes desde esa fecha hasta hoy. Dicho artículo estaba previsto para ser publicado también en castellano (con una adaptación, como hacemos en general cuando se pasa no solo de una lengua a otra sino de un cuadro referencial a otro), pero de inmediato algunos compañeros plantearon la crítica de los fundamentos mismos de la concepción idealista-voluntarista que el mismo expresa (8). Dicha crítica fue inmediatamente asumida por el grupo y centralizada asumiéndose de inmediato las acciones prácticas en consecuencia: lo más concreto al respecto fue la resolución central de no sacar ese editorial en Comunismo, la decisión de determinar ejes más claros para el editorial a publicar en Comunismo (cuyo resultado fue "Contra el terrorismo de Estado, de todos los Estados existentes"). Pero además de estas consecuencias inmediatas, se abrió todo un proceso de clarificación sobre elementos centrales del programa revolucionario, así como sobre los criterios de las publicaciones, una decantación progresiva de posiciones y que como dijimos se tradujera también en una serie de exclusiones-dimisiones. En el momento de escribir estas páginas llega hasta nosotros un pasquín realizado por uno de los ex-compañeros del grupo que pretende presentar su exclusión como "Escisión con el GCI" y que realiza una reescritura tal de la historia, que presenta dicho artículo como si fuera "la culpa de los otros" cuando en realidad fue publicado bajo su total y exclusiva responsabilidad y con las correcciones y modificaciones que él decidió.

Pero no nos detengamos en los problemas de responsabilidad que conciernen más específicamente a nuestro equipo de trabajo y concentrémonos en lo decisivo para nuestra clase ayer, hoy y mañana. Porque si bien al lector castellano (inglés o árabe) le pudimos ahorrar lo que consideramos un artículo profundamente erróneo, y ahora la rectificación de detalle del mismo centralmente decidida y que en este momento es publicada en francés, una explicación global nos parece indispensable dada la importancia crucial del asunto y para ejemplificar nuestra crítica, no puede encontrarse nada más adecuado que ese artículo (9).

Comencemos por hacer algunas citas significativas del mismo:

"La crisis de su mundo, considerada por los izquierdistas como factor revolucionario, ha revelado ser el arma más potente de la contrarrevolución: Europa no es por el momento un centro de la lucha de clases ... la sumisión en este continente, es la sumisión a la economía nacional y a la economía a secas. El asociacionismo obrero sigue riendo excepcional, la competencia entre proletarios por su propia supervivencia sigue siendo la regla. La práctica más generalizada es la de hacer depender su propia existencia, la de hacer depender su supervivencia de la supervivencia de los explotadores, en síntesis la de casarse con la economía. ... Esperando que los casados con la economía hagan sus cuentas, que calculen el precio del sacrificio en términos de vida, nosotros nos dirigimos a los que no se encuentran en esta jungla,'en las aguas heladas del cálculo egoísta' (Marx). Nuestra actividad se dirige a aquellos, que frente al chantaje terrorista del Estado, se niegan a pagar el rescate. La fuerza de la no lucha es grande, es por eso que más que nunca, es necesario asociarnos, centralizarnos ... Frente a esta fuerza realista del capital, el discurso no puede cambiar gran cosa, la razón menos aún (todos los proletarios saben de que está hecha "la vida"). Solo puede cambiar algo la asociación de minorías de militantes comunistas internacionalistas, que refuercen el comunismo ahí en donde existe, o más exactamente preparándole el terreno. En síntesis, la asociación de los que encuentran que cuesta menos caro el 'rehacer el mundo' que hacerse al mundo." (Le Communiste Nº25, págs.3 y 4 (10))

El lector puede observar en estas citaciones una lógica de hierro en la cual se mezclan un conjunto de elementos ciertos sobre la falta de constitución del proletariado en clase, con un conjunto de interpretaciones cuya tesis central cuasi explícita es el desconocimiento de todo determinante material que empuja a los obreros ("obliga", "fuerza" -según las expresiones de Marx) a constituirse en fuerza y, una vez evacuada dicho determinismo, se desprecia en perfecta lógica la potencialidad revolucionaria de la masa proletaria y solo se ve la "revolución" en las "minorías militantes comunistas".

Entendámonos bien, nosotros no estamos para nada desconociendo el papel decisivo de esas "minorías militantes comunistas internacionalistas" (pero incluso dichas minorías solo pueden comprenderse realmente como producto de las determinaciones materiales de la sociedad, los hombres con su consciencia y su voluntad hacen la historia, solo en la medida en que son producidos por condiciones materiales que son sus presuposiciones y que ellos no deciden!), en toda nuestra acción insistimos en el lo que estamos haciendo es criticar el dualismo (el viejo dualismo socialdemócrata! entre obreros e intelectuales burgueses portadores de la consciencia, solo que en su versión más radicalizada!), la separación, la oposición que lleva una visión -concepción- idealista, voluntarista que termina imaginando que es la voluntad y la conciencia de los revolucionarios o del "partido" (!) lo que produce la revolución.

Tampoco estamos desconociendo la terrible situación en la que se encuentra el proletariado, claro que es cierto que "el asociacionismo obrero sigue siendo la excepción" que "la competencia entre proletarios sigue siendo la regla" y salvo algún eurocentrista rabioso puede pretender rebatir la tesis de que "Europa no es por el momento un centro de la lucha de clases"; lo que no podemos admitir bajo ningún aspecto es la irresponsable liquidación de todo determinante social y su sustitución por tal o tal acto de los revolucionarios, el desconocimiento de la dialéctica del movimiento comunista (11) y el idealismo de pretender que el mundo lo van a "revolucionar" los "revolucionarios".

Digámoslo netamente: si así fuese no habría ninguna posibilidad revolucionaria, si la revolución dependiese de "los revolucionarios" pobre de "la revolución", pues no vemos por qué milagro la voluntad, la consciencia, la perseverancia, la actitud, la constancia, la incorruptibilidad (todos elementos bastante relativos y que se ha verificado histórica y prácticamente son muy difíciles a mantener en el largo periodo en un grupo -o varios- de militantes cuando lo que predomina es la contrarrevolución!!!) de los militantes podría cambiar la correlación de fuerzas actuales en la que justamente lo que domina es todo lo mencionado antes!!! Es decir que si no fuese porque "las contradicciones del capital se encuentran en el capital mismo" (Marx), porque el desarrollo del capital (incluido evidentemente el desarrollo de la contrarrevolución) es el desarrollo de todas sus contradicciones, porque el ascenso del capital no puede ser otra cosa que la expansión de sus propios límites y antagonismos, no habría ningún tipo de condición subjetiva que pudiese cambiar las cosas.

Esto nos lleva particularmente a la cuestión de la "crisis". Sin entrar aquí en la consideración de todo lo que puede recubrir dicha expresión en la historia del comunismo, ni siquiera en la obra de Marx, resulta evidente que el artículo mencionado en vez de tomar esta expresión en el sentido contradictorio que nosotros le damos de agudización de los determinantes (agudización de las contradicciones), hace referencia simplemente al término tal como lo utiliza la izquierda burguesa (los "izquierdistas") y hasta los estalinistas en el sentido de "aumento de la miseria que provoca las revoluciones". La crítica de ese materialismo vulgar, lineal, mecanicista,... que se hace al afirmar que la crisis desarrolla la competencia entre los proletarios y por lo tanto la contrarrevolución, se hace desde un punto de vista también unilateral y en términos de simple antítesis idealista, como si el capital no tuviese límites, como si la "crisis" solo produjera más capital y más contrarrevolución, como si la "crisis" no agravara las condiciones de dominación burguesa (una clase dominante solo puede mantenerse si es capaz de presentar su proyecto social como el único posible, como el que coincide con el de toda la sociedad), como si no asociase a los parados en la calle contra él, como si no hiciese de cada obrero un parado potencial, como si no produjera más disconformidad todos los días, etc.

Si por ejemplo, llamamos crisis a la agudización de todas las contradicciones del capital que se opera luego del fin de la fase expansiva de la post-guerra (12) y que se cristaliza en forma cada vez más explosiva en los ciclos que se repiten y amplifican desde entonces hasta abarcar todos los países, vemos el absurdo de ambas tesis: ni la crisis es un arma automática de la revolución, ni lo es de la contrarrevolución como afirma el texto aquí criticado. Dicha agudización ha provocado la ola de luchas de la segunda mitad de los años sesenta, pero también provoca el aumento de la competencia al que se hace referencia. Es propio de la crisis misma, el desarrollo del polo revolución y el polo contrarrevolución, no solo simultáneamente, sino a veces cíclicamente primero uno y luego otro, o incluso en una sucesión variada de revolución y contrarrevolución (13).

El ejemplo supremo de esto es la guerra que es la manifestación, la concreción más fantástica de toda la crisis del capital (14). La guerra como le hemos dicho muchas veces es la contradicción, concretiza el avance de la contrarrevolución y es posible solo por ella. Pero al mismo tiempo -como hemos visto en todas las experiencias revolucionarias- la guerra produce la revolución, las luchas proletarias revolucionarias más importantes de la historia de la humanidad hasta el presente fueron luchas contra el capital en guerra.

Es decir, esas afirmaciones de la crisis, no solo caen en la antítesis idealista del materialismo mecanicista, sino que de paso desconocen profundamente el abc de la dialéctica: la contradicción en el seno de la unidad, el ser creando su negación. Más aún, una vez desconocido todo determinismo social, e imaginado el cambio de sociedad a partir de la idea que los "revolucionarios" se harían del mundo, se "vuelve a la sociedad" para reprocharle al proletariado su propia esencia como clase explotada, es decir el hecho de reproducir a sus "propios" explotadores: "La práctica más generalizada es la de hacer depender su propia existencia, la de hacer depender su supervivencia de la supervivencia de los explotadores, en síntesis la de casarse con la economía..." Y a quien puede referirse esta frase sino al proletariado mismo. Es decir que el culto a la voluntad individual llega a tal extremo de imaginarse que es cada individuo que "hace depender su propia existencia... de la de los explotadores", como si esto fuese una opción voluntaria entre otras y no como es en realidad la determinación social central del proletariado que solo podrá destruir destruyéndose a sí mismo con la revolución social: no es que tal o tal individuo "haga depender" su existencia voluntariamente de la de los explotadores, sino que hasta la auto supresión del proletariado, el proletariado solo sobrevive en dependencia objetiva (dado que sus medios de vida le son ajenos) con respecto a la reproducción ampliada de sus explotadores.

En conclusión, el artículo aquí criticado, es una receta perfecta para repetir el viejo ensopado idealista: en la crisis no se ve otra cosa que la contrarrevolución, el proletariado no se define por ninguna de sus determinaciones histórico sociales, sino por un conglomerado de individuos que habrían elegido libremente la no lucha; y en esas circunstancias "el partido" en perfecta oposición (dualista) con esa realidad sería el único portador del comunismo,... En esas circunstancias todo depende de aquellos que han "comprendido" (consciencia) o/y que "quieren" (voluntad) otro mundo. Definido así, a partir de categorías puras del pensamiento, el partido se reduce a una estructura a construir piedra sobre piedra y que un día desembarcará como un nuevo Salvador para encarrilar por fin a esta humanidad perdida. Negando así todas las determinaciones que lo hacen surgir espontáneamente "del suelo mismo de la sociedad" (Marx) y reduciéndolo a un simple hecho de consciencia y de voluntad, se llega de una manera o de otra, al individuo creador del Partido, en donde aquel se presenta como en cualquier religión, como garante de la revolución. Es una de las características de la contrarrevolución la de presentar al individuo en período de paz social como el garante de la verdad.

"Es en esos momentos, que la fría e inerte molécula que es el individuo se recubre de una especie de caparazón que llaman conciencia y se pone a parlotear afirmando que ella irá adonde ella quiera, elevando su inconmensurable nulidad y estupidez a la altura de motor, de sujeto casual de la historia." (Bordiga)

Estas desviaciones que nosotros combatimos en nuestro seno y en particular a través de la crítica de este artículo "La Europa de los Versalleses", no es más que una expresión de una concepción mucho más global que tiene hoy un enorme peso social. En efecto, aunque no vaya hasta extremidades tales como las teorizadas por grupos, como por ejemplo Voluntad en España, corresponden a una práctica abiertamente burguesa, esas desviaciones son propias, como vimos, de una concepción voluntarísta, inmediatista y demuestran una visión globalmente idealista. Nosotros combatimos este tipo de visión incluso en nuestro propio seno, sabiendo que se trata de una fuerza social presente hoy en muchos grupos y militantes que "quieren" cambiar el mundo, que significa una enorme dilapidación-dispersión de la energía revolucionaria y que como tal debemos combatirla. Dicha realidad es claramente perceptible en la proliferación y desaparición de muchísimos grupos, círculos... sin ninguna perspectiva, es también un fruto del periodo y de la correlación de fuerzas entre las clases. Cuanto más los idealistas y los portadores de la consciencia se creen por encima del común de los mortales, como determinantes de la historia; es decir cuanto más ignoran los mecanismos contradictorios que explican el movimiento de la sociedad y hasta su propio "movimiento", más se dejan influenciar por los vaivenes de su propia consciencia inmediata, más dependientes son de las ilusiones y desilusiones de tal o tal individuo, más se agitan por organizar lo que mañana desorganizan, más claramente serán portados, por la marea social, como átomos insignificantes hacia el lado que va la corriente o la moda.

Errores y garantías contra los errores

El reconocimiento de errores, es la base de la superación de los mismos y la posibilidad de transformar una debilidad real en una fuerza para el futuro.

Pero frente al reconocimiento de nuestros propios errores y puntos débiles, nuestros enemigos se deleitarán y aprovecharán una vez más la oportunidad para denigrar nuestro esfuerzo militante, diciendo que es un escándalo, que el publicar una posición y luego criticarla no ofrece perspectivas para la lucha. Habrá también simpatizantes, contactos, lectores, en una palabra, compañeros, que se plantearán preguntas como las siguientes ¿con ese tipo de errores, es posible tener confianza? ¿Puede un grupo que se equivoca así, dirigir la lucha proletaria mañana?

La respuesta que esbozamos a continuación se dirige exclusivamente a estos compañeros; en cuanto a los otros, nosotros no tenemos ningún interés en justificar nuestra práctica frente a ellos y por otra parte no es a ellos que nuestra prensa va dirigida, sino a aquellos que de innumerables formas la consideran como su propia prensa, como un arma de su lucha. Además frente a un error (o en general el tipo de errores) como los que aquí (auto) criticamos, constatamos siempre dos tipos de reacciones globalmente opuestas: - la primera: pedante y libresca proveniente de ese tipo de intelectuales burgueses que desde hace siglos se dedican a introducir su miserable consciencia en la cabeza de los proletarios y/o que no tiene otra preocupación que la descalificación fácil y su propia "coherencia" ideológica; y por el otro: la proletaria, que expresando la solidaridad con nosotros, ve en este tipo de debilidades su propia debilidad, nuestra propia debilidad, las flaquezas de nuestra propia clase, la de nuestras actuales expresiones teóricas, las debilidades de nuestras tentativas, aún modestas, de centralización internacional e internacionalista.

Entremos por lo tanto en el centro del asunto: las garantías pasadas, presentes y futuras. Lo hemos afirmado más de una vez: ningún estatuto, ningún reglamento formal, ningún procedimiento administrativo, ningún dirigente por más genial que pueda ser, es una garantía contra los errores. Solo en la coherencia programática puede encontrarse la garantía. Pero esta afirmación fundamental no puede -como es evidente- contener una receta para decidir en cada caso, al interior de una organización comunista, que texto debe ser publicado y cual no debe serlo.

Hay dos maneras de no autocriticarse nunca, de no criticar nunca un texto: la adopción unánime de cada cosa a publicar y la no puesta en cuestión, por parte del conjunto del grupo, de lo que se escribe por considerarlo sagrado. Existe una tercera forma aún más caricaturesca, la de "Programa Comunista" (grupo que se pretendía el heredero de la izquierda comunista italiana, sin reconocer sus mejores aportes), en donde los cambios de 180 grados de sus posiciones eran explicados por un error de comprehensión del lector ("el lector puede haber comprendido tal cosa... pero nosotros hemos querido afirmar... tal otra") En todos estos casos estamos en el más puro democratismo.

Contra todo esto, nuestro grupo ha organizado en su interior, la discusión y la crítica centralizada del conjunto del material publicado. Y no nos referimos aquí a una crítica formal que consistiría en definir cada vez los "grandes pasos adelante hechos por el grupo", sino por el contrario a una verdadera discusión y una crítica que tienda a mostrar las debilidades, a reconocerlas sin temor y más aún a rectificarlas si es necesario. Se trata evidentemente de mejorar lo más posible la calidad de nuestros materiales, de fortificar nuestra práctica. Para ello, la única solución que hemos encontrado es la formación programática, la discusión, la homogeneización teórica internacional y la designación para cada publicación de un responsable dictatorial que actúa en base del preestablecimiento de un cuadro determinado y límites precisos decididos por las estructuras centrales del grupo (ejemplo: ejes sobre los temas o textos a publicar y si es posible -no siempre- el preestablecimiento de sumarios para todas las revistas). Queremos subrayar aquí que para nosotros un responsable no es nunca un simple delegado de la base o de un grupo local, como en los grupos federales y democráticos, sino que es por el contrario el garante de la coherencia central y del programa comunista. En lo que concierne la necesidad de un responsable dictatorial, por publicación, reconocemos haber sido fuertemente inspirados por la asumación explícita y abierta de la dictadura, reivindicada por Marx y Engels, como la única manera de hacer funcionar un periódico.

Para recordar dicha posición, dicha práctica, tan opuesta a todo lo que hoy se dice, citemos lo que decía Engels algunos años después sobre Marx y la Nueva Gaceta Renana:

"La redacción estaba organizada bajo la dictadura pura y simple de Marx. Un gran periódico diario que debe estar terminado a una hora fija solo puede asegurar la continuidad y la coherencia de sus posiciones con este tipo de organización. Pero además en, nuestro caso, la dictadura de Marx se imponía por sí misma de manera incontestable y era voluntariamente reconocida por todos." Engels, "Marx y la Nueva Gaceta Renana".

Es verdad que en la publicación de nuestras revistas centrales, no estamos aún confrontados a las exigencias de un periódico diario, pero estamos sin embargo frente a la responsabilidad de asumir la confección de diferentes revistas en diferentes lenguas realizadas por compañeros de diferentes países entre los cuales la comunicación es muy difícil, irregular y lenta. En esa medida hemos considerado que había una sola manera de asumir ese tipo de tarea histórica: el no dejar ninguna duda sobre el hecho de que la responsabilidad de decisión en última instancia debe estar concentrada y centralizada.

Claro que la utilización del término "dictadura" chocará a muchos en una sociedad en la que la más sanguinaria de las dictaduras (del Valor, del Capital, de la Democracia) se presenta como la expresión de la "voluntad de los hombres". Pero nosotros preferimos -como Marx y Engels- llamar a las cosas por su nombre, aunque hacerlo predisponga contra nosotros, incluso a aquellos grupos de proletarios que asumen la inevitabilidad de la dictadura del proletariado, en abstracto "exclusivamente contra la burguesía", como si la dictadura proletaria pudiese ejercerse sin contradecir los deseos y las voluntades de tal o tal proletario individual, como si hubiese otra forma de centralidad revolucionaria que la orgánica, en la cual la organicidad del todo se impone a través de las estructuras correspondientes contra el libre juego de cada individualidad (15); en fin, ¡como si la burguesía no se expresara a través de cada individuo de esta sociedad!.

Pero, cuando, nosotros hacemos referencia a la responsabilidad dictatorial de tal o tal compañero, de tal o cual equipo de compañeros, esto no tiene nada que ver con el "jefe" burgués de toda democracia (ver la validez de la crítica de toda la izquierda comunista en el mundo entero contra los "jefes" socialdemócratas), al cual como corresponde en dicho sistema se lo teme y se lo endiosa (culto a la personalidad), sino que por el contrario nos referimos a un miembro de nuestra clase, a un compañero o a un equipo de compañeros, que, por el hecho de mostrar en forma constante su capacidad en el combate que libramos contra la burguesía, goza (nunca de forma definitiva, idealista o imbécil como en el culto a la personalidad) de la confianza de la totalidad para garantizar en última instancia, la adecuación programática de tal o tal acción, de tal o tal directiva, de tal o tal publicación.

Como decían nuestros compañeros hace más de 50 años:

"Es necesario, proclamar una vez más, que la esencia del marxismo no está en la adulación de los jefes proletarios o de sus formulaciones, sino por el contrario en la prospección viviente y en progresión continua, así como el capitalismo progresa siempre en el sentido de aprisionar las fuerzas de producción. No completar el aporte doctrinal de las fases anteriores de la lucha proletaria equivale a hacer impotentes a los obreros frente a las nuevas armas del capitalismo. Dicho aporte, por su parte, no consiste en la suma do posiciones contingentes, de frases aisladas, de los diferentes escritos y discursos de aquellos cuyo genio expresa el grado alcanzado por la conciencia de las masas en un período histórico determinado, sino por la substancia de su obra que fue fecundada por la experiencia dolorosa de los obreros ... el marxismo no es una biblia, sino por el contrario un método dialéctico; su fuerza reside en su dinámica en su tendencia permanente hacia la elevación de las formulaciones que el proletariado va adquiriendo en su marcha revolucionaria. Cuando la tormenta revolucionaria barre sin piedad las reminiscencias, cuando hace surgir profundos contrastes entre las posiciones proletarias y el transcurrir de los acontecimientos, el marxismo nunca conjura a la historia tratando de que ésta adopte sus fórmulas caducas, ni le ruega que vaya para atrás, sino que por el contrario, comprende que las posiciones de principios elaborados anteriormente deben ser desarrolladas más (16), que el pasado debe ser dejado a los muertos: es Marx rechazando sus fórmulas de 1848 sobre el papel progresista de la burguesía, es Lenin pisoteando despreciativamente en Octubre de 1917 sus hipótesis de septiembre sobre el carácter pacífico de la revolución, la expropiación con indemnización de los bancos, ambos para superar enormemente sus posiciones para asumir las verdaderas tareas de la época."
"BILAN 1935 (Órgano teórico de la Izquierda Comunista Italiana).

Que un artículo-editorial que globalmente no corresponde a nuestras posiciones, haya salido en una de nuestras revistas centrales, se debe al tipo de funcionamiento basada en la confianza y la responsabilidad. Si en forma inmediata hemos podido criticar internamente dicho texto y ahora autocriticarnos públicamente dicha toma de posiciones, ello se debe también al tipo de funcionamiento que empuja a todos los compañeros y contactos próximos a someter a la critica todo lo que publicamos y a las estructuras centrales del grupo a centralizar la misma y ponerla al servicio de toda la lucha revolucionaria (como hacemos también cuando criticamos las debilidades de toda lucha obrera, porque las consideramos como debilidades que traban nuestra constitución en fuerza). En tanto que momentos de centralización de nuestra actividad, las revistas juegan una importante función, pero dicha centralización no tienen nada que ver con el centralismo democrático de la izquierda, en donde en base a un conjunto de mecanismos democráticos paralizantes se mantiene la ilusión de que "todos los militantes deciden" (viejo mito socialdemócrata que no es más que la aplicación "obrera" del principio burgués de la soberanía popular o/y el sufragio universal), que se acompaña inevitablemente (como en toda democracia) del hecho que las verdaderas decisiones se toman siempre en pequeño comité y detrás de bastidores, si es posible sin que la masa sometida a la democracia se entere de la existencia de tal nivel de decisión (17).

Nuestro centralismo es por el contrario orgánico, como venimos de exponer. Las necesidades mismas de la lucha, del programa, del asociacionismo obrero implican un nivel de cohesión, de confianza mutua, de responsabilidad, que se basan no en la creencia de tal o tal "individuo genial" que sería a priori el garante de la continuidad programática (incluso los militantes más claros de nuestra clase, han cometido errores y además errores graves), sino en una práctica militante común reforzada y verificada continuamente gracias a la critica permanente. Decidir en un grupo de revolucionarios -lejos de implicar ausencia de crítica- implica responsabilidad, en el sentido más directo de la palabra: responsabilidad frente a los compañeros, a la clase por todo error grave. Y en base a esa responsabilidad y a la confianza mutua, en todos los niveles, desde la redacción de un texto (que en principio busca expresar el nivel más acabado posible a un nivel de abstracción prefijado sobre un sujeto, alcanzado no por el individuo que lo escribe, sino en tanto que resultado colectivo no solo del grupo sino de todo nuestro Partido histórico), a la responsabilidad dictatorial para cada una de nuestras publicaciones (con más fuerte razón aún "responsabilidad" en el sentido más global e histórico de la misma), que se desarrolla orgánicamente la centralización -geográfica e histórica- de nuestra actividad, sin por supuesto pasar por un control burocrático de lo que tal o cual hace. Así, por ejemplo, cuando un compañero escribe un texto sintetizando el conjunto de discusiones y conclusiones sobre el tema que existen en nuestra organización (lo que es a la vez un nivel de centralización de la discusión más general e histórica), dicho texto no pasa por ningún tribunal democrático que reuniría el conjunto del grupo y que tendría por función el controlar ¡No! Le hacemos globalmente confianza a ese compañero en la medida de que es un órgano de expresión (y por lo tanto también de centralización) de síntesis, de lo que el conjunto de discusiones ha permitido clarificar y es evidentemente el responsable de cada revista quien decidirá un última instancia si ese artículo saldrá o no (18). Si dicho responsable, hace publicar un texto que globalmente es contrario a nuestras afirmaciones programáticas, es evidente que él mismo será criticado e incluso, si es necesario, sancionado (19).

Luchamos pues para que, cada vez más, el conjunto de militantes se reconozcan en las iniciativas centralizadoras de los otros compañeros -lucha muy difícil en un período como el actual-, lo que está necesariamente acompañado de decisiones muy duras para quienes rompen esta confianza fundamental por su práctica irresponsable. Sin dudas, nuestra práctica tendiente al centralismo orgánico, complica a veces nuestro esfuerzo organizacional y "crea" -aun en las fases embrionarias en las que nos encontramos todos los proletarios internacionalistas hoy- problemas como los subrayados y criticados aquí (20). Claro que sería mucho más fácil el reducir nuestra actividad (acompañada o no por grandes congresos de tiempo en tiempo) a la traducción de textos de un "gran jefe" como en cualquier organización estalinista. Nosotros preferimos el "riesgo" de la organicidad que se refleja en todo un conjunto de problemas (21), no porque la misma se nos presentaría como una opción entre otras, como si tuviésemos que elegir entre diferentes concepciones de lucha, sino porque el movimiento comunista implica, en sus objetivos, en su programa, en sus medios, en sus métodos,... un contenido en el cual las relaciones entre los hombres no se basan en el obedecimiento servil a los jefes, ni en el seguidismo de los monos en relación al director de circo, ni tampoco en la división del trabajo entre pensadores, escribas y traductores, ni entre intelectuales, manuales, etc. Luchamos pues para que cada militante sea portador de la totalidad, lo que significa por un lado que cada uno tiende a capacitarse para asumir toda función y que, por el otro, cada momento de su actividad contienen la totalidad del proyecto social de abolición de todas las clases que nos anima.

Es en este sentido que para nosotros tiende a resolverse la terrible contradicción que la burguesía, en su esfuerzo por "razonar" el mundo (es decir someterlo a su Razón), no ha dejado de subrayar: la contradicción entre "libertad" y "necesidad", a la cual Marx le arregló cuentas dándole como cuadro, en vez del individuo encadenado a la mercancía y cantándole loas a su libertad, lo que el proletariado ha sido, es y estará históricamente forzado a hacer, en conformidad con su ser. Nuestras decisiones no se deducen pues de tal o tal consultación o seguidismo a un "guía" métodos complementarios inseparables y que caracterizan la democracia; sino de la historia de nuestra clase y de nuestra propia experiencia en esta historia.

Podemos pues responder a la cuestión de las famosas "garantías" en contraposición a todo lo que dice la corriente, no habrá ningún estatuto, ningún procedimiento formal, ninguna garantía democrática, en una organización de revolucionarios que garantice contra las desviaciones. Para garantizar la coherencia programática, solo disponemos del desarrollo de la crítica compañera y de la centralización internacional de esta crítica. Los compañeros, corresponsales, lectores, deben considerar esto como un llamado.

La crítica y la autocrítica permanentes son demostraciones de fuerza de nuestra clase. En la preparación de los combates que se anuncian, el proletariado necesita, no señoritos intelectuales, pedantes o seguidistas (a los que se los mantiene de ilusión en ilusión), sino por el contrario combatientes forjados en el fuego de la crítica. Militantes, capaces de mantener contra la corriente la organización de las rupturas con este mundo y por lo tanto también capaces de la crítica con respecto a nosotros mismos.

La crítica entre militantes, la centralización de la misma, su propia transformación en tanto que crítica conjunta y centralizada contra toda la sociedad burguesa, no tiene nada en común con el debate de ideas inconsecuente de los "concienciadores" de obreros. Toda la historia del proletariado y de sus afirmaciones clasistas es la historia de sus rupturas, de sus dolorosas rupturas con respecto a errores del pasado, su superación programática en base a la crítica y la autocrítica, que transformadas en fuerza de clase centralizada se transforman en un arma no para convencer, sino para destruir el adversario.

"La crítica no es una pasión de la cabeza, sino que es la cabeza de la pasión. No es un bisturí, sino un arma; su objetivo es el enemigo a quien no quiere contrariar, sino aplastar."
Marx, "Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel".

En conclusión, llamamos a los compañeros y simpatizantes a mejorar nuestras publicaciones, a participar en una verdadera crítica compañera para fortificar y centralizar nuestra crítica revolucionaria cuyo objetivo es la destrucción del sistema capitalista mundial. Las publicaciones del GCI no son "privadas", sino como puede verificarse en esta asumación -centralización de la crítica hecha por diferentes niveles de contacto con el Grupo, son el producto colectivo, de una clase que vive, que lucha para suprimir toda explotación y de la cual el GRUPO COMUNISTA INTERNACIONALISTA "no es más que" un órgano de centralización.

Proletariado contra individuo (22)

La característica central e invariante del idealismo es que define la realidad depurada de toda imperfección, pura y perfecta. El idealismo, sea cual sea la forma que adopta (consejista, bordigista, leninista,...), jamás concibe la "solución" revolucionaria a partir del movimiento mismo de descomposición del Capital, dentro del cual la acción revolucionaria del proletariado es la misma descomposición transformada en negación positiva. El idealismo se muestra incapaz de comprender que es en el interior del capital mismo, donde se encuentra el límite de éste. Por ello, de lo que se trata, para estos reformadores del mundo, es de definir el ser puro, el Mesías redentor que vendrá, del exterior del mundo real, del exterior de la mierda capitalista, a dictar la conducta que deberán seguir los obreros (23). Para Kautsky-Lenin, son los intelectuales burgueses que componen la fuerza, el partido, que importará del exterior la conciencia a los proletarios. La desviación idealista también se expresa en los blanquistas (o los partidarios de la "acción ejemplar") cuando piensan que tienen que intervenir, desde el exterior, en el desarrollo de la lucha constituyendo un cuerpo de combatientes bien decididos que por golpes de fuerza realizaran la revolución por cuenta del proletariado.

Por lo tanto, los idealistas, sea cuales fuesen las variantes, al imaginarse el surgimiento de la revolución del exterior del mismo movimiento de descomposición de la sociedad, conciben y definen la función de los comunistas únicamente a partir de la determinación de la voluntad y de la consciencia. Pero estos seres puros tienen que descender a la prosaica realidad y "ligarse a los obreros", para "convencerlos" y "enseñarles como hacer la revolución". Para ello se crean estructuras, se define una política para las masas, discursos, adaptados en función de lo que los proletarios pueden comprender, se hacen "cartas abiertas" para los indecisos, se designan directores para el circo y monos que lo sigan, se hace entrismo en las estructuras "en las cuales se encuentran los obreros", para llevarles la consciencia,... se esconde el programa "final" y se hace un programa mínimo o de transición, en fin, ¡se reforma!

Es lógico que para todos aquellos para los que el proletariado no existe (más) como clase históricamente determinada a imponer violentamente el comunismo, que los únicos "sujetos" de la revolución sean esos seres puros definidos por su consciencia y por su voluntad, y que según algunos deben intervenir en el movimiento proletario para "indicar el camino de la revolución" y según otros "deben reforzar gradualmente el comunismo en los lugares donde ya existe"! Visión idealista y voluntarista! Los militantes comunistas serían los introductores del comunismo en el proletariado, como si la contraposición del proletariado con el capital no tuviese ningún contenido programático, como si el comunismo de esa lucha no fuese inherente a la negación del capital, como si el proletariado fuese una masa neutra sin proyecto social en su ser.

Nuestro grupo ha afirmado, desde sus inicios, que la clase no se define estáticamente por el lugar que ocupan los individuos en el proceso inmediato de producción (ver al respecto nuestra posición sobre los desocupados y otros excluidos del proceso inmediato de producción), ni por la idea que se hacen los individuos de ellos mismos ni por lo que piensan o imaginan ser (y no falta como variante idealista quienes reducen al proletariado a "los militantes comunistas"!), sino que se define por su práctica de contraposición a la otra clase, por las condiciones sociales e históricas que esa contraposición implica y que determina su proyecto social. La contraposición viviente con la propiedad privada (fuerza de trabajo) define al proletariado como negador en acto de la totalidad de la relación social capitalista. En la condición proletaria se encuentra concentrada -realizada- al mismo tiempo la deshumanización total y el carácter inevitablemente revolucionario de la (negación) lucha contra esta deshumanización. El proletariado es el portador de esta inmensa determinación histórico-social; su necesidad y posibilidad de derrocar este sistema social y el establecer una sociedad en fin humana es exactamente lo mismo. El comunismo, no viene pues del exterior, sino que existe en términos de negación viviente en el proletariado; más aún los militantes revolucionarios (¡los verdaderos y no "los introductores de comunismo"!) mismos son un producto orgánico del proletariado, son la expresión más desarrollada de esa negación.

Es decir, que nuestra posición se contrapone simultáneamente con la de los partidarios y apologistas de la condición obrera ("ser proletario es una desgracia" (Marx)), y con la de aquellos que a pesar de criticar al obrerismo no hacen más que reproducir la misma mierda bajo la forma de antítesis pura, haciendo la apología del individuo abstracto ("el combatiente", "el comunista"...) de su consciencia, de su voluntad, de su opción y donde toda referencia a las determinaciones sociales e históricas que determinan nuestra clase fueron borradas. La antítesis simplista y lineal de la posición mecanicista-economicista de la definición del proletariado cae en su contrario y simétrico sin comprender las determinaciones materiales y objetivas: definición inmediatista y subjetivista del "individuo que lucha". Los más "revoltosos", los con mayor "voluntad" -como son definidos por ese tipo de idealismo- forman evidentemente parte de la clase revolucionaria, pueden ser una parte muy importante pero no son "el proletariado constituido en clase revolucionaria". Claro está que la rebeldía, el rechazo de la sumisión se encuentra en la base de toda lucha, pero es nefasto limitar el movimiento comunista a una simple cuestión de "rebeldes" (y con más razón a una simple cuestión de "rebeldes lúcidos"). Como siempre lo hemos afirmado, el comunismo es un movimiento cuyas determinaciones se encuentran lejos en el tiempo, en la historia de las sociedades de clase y sus determinaciones históricas, por ejemplo la contraposición con respecto al Estado (¡organización en poder de la clase dominante!) sobrepasan ampliamente el cuadro de la lucha contra la ignominia de nuestra situación inmediata de clase.

Los comunistas no se organizan y dirigen la lucha del proletariado, para defender los intereses parciales de tal o tal franja de proletarios, que pondrían en primer plano, sino que hacen valer los intereses comunes de todo el proletariado, el objetivo general de su movimiento- toda su actividad (y por lo tanto a los que se dirigen) están en función de este objetivo. Dicha actividad requiere una ruptura PRACTICA, VOLUNTARIA, CONSCIENTE, ORGANIZADA, con todo inmediatismo, con todo voluntarismo ("movilizar al proletariado", "organizarse cueste lo que cueste, poco importan las perspectivas"). En este sentido nuestra lucha no se dirige más a aquellos "que saben" que a los que "ya han comprendido", que a los "que rechazan", pues en todos estos casos se está parcializando y concibiendo de forma voluntarista distintos fenómenos de un proceso de ruptura incipiente de la paz social y ninguna de esas expresiones particulares en sí constituye o puede constituir una fuerza social.

El "rechazo" en el cual el voluntarismo quiere encontrar una raíz natural es contingente, se encuentra más ligado a las particularidades de las condiciones de vida inmediata de los individuos que a la esencia universal de la condición proletaria. La situación de clase del proletariado es una realidad contradictoria, que lo empuja, muchas veces a pesar de él mismo de su consciencia inmediata, al combate (por ello es extremadamente importante la actividad dirigente, organizada, consciente, voluntaria, de minorías comunistas que trabajan en la centralización internacional de la lucha) a sublevarse en contra de su situación de clase explotada. Este combate es el decisivo en la negación de las determinaciones contradictorias del proletariado (clase explotada, reproductora de la explotación y clase revolucionaria destructora de la explotación), pero no se trata de un acto único, ni de un cambio lineal, sino de un tumultuoso proceso dialéctico que no tiene nada en común con lo que imagina la visión positivista que ve al comunismo como una excrecencia positiva cuya raíces se encontrarían en plena sociedad capitalista (como imaginan, por ejemplo, los apologetas de la autogestión como parcela de nueva sociedad, o los ideólogos de las zonas liberadas) y que se trataría de extender hasta suplantar el capitalismo.

La teoría de la "revuelta" escamotea todo lo relacionado con la reificación, con la dinámica de la lucha, con la inversión de la praxis, es decir la cuestión del Partido. Es la ideología anarquista con su lógica de la lucha "individual" (Bonnot, Ravachol...) quien hace ese culto de la revuelta (ideología que se inspira en gran parte del radicalismo individualista de Max Stirner "El único y su propiedad"). Para los comunistas aun en el caso de que no exista más revuelta, cuando los proletarios abandonan la lucha abierta y cuando son reincorporados en la democracia, el antagonismo fundamental no desaparece: el bajón en la lucha no nos lleva a identificar al proletario con el representante del Estado burgués (bajo ningún pretexto puede identificarse los obreros en Polonia cuando estos paran la huelga con los Walesa o los mineros derrotados en Inglaterra con Scargill). Toda la actividad militante del Partido-Marx (contra los Proudhonistas, los Lassallistas, los Bakunistas,...) para poner en evidencia "las condiciones sociales reales del proletariado", "las causas fundamentales que provocaron la miseria y la opresión del proletariado"; toda la crítica de la economía política que permitió al Partido demostrar prácticamente "... que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado, que esta dictadura es la transición a la supresión de todas las clases y a las sociedades sin clases", es negada por la concepción anarco-individualista que pone no a la clase sino al individuo, al YO, único frente a la sociedad que lo aplasta. Estamos frente a la contraposición de siempre entre los utopistas e idealistas y la visión del marxismo revolucionario basada en la crítica de la sociedad mercantil y del ciclo de todas las sociedades de clases.

El individualismo es mucho más que un veneno teórico producido por el periodo contrarrevolucionario que vivimos, el individualismo es una práctica contrarrevolucionaria que se reproduce en el movimiento comunista desorganizándolo. Las organizaciones revolucionarias no se encuentran exentas de esta terrible realidad. Sería correcto afirmar que una organización revolucionaria es una lucha permanente contra la confianza desmesurada que cada uno, mirándose el ombligo, se atribuye. Frente a los otros, nada más fácil que creerse en la verdad de su ombligo! Muchas veces hemos encontrado, en nuestro grupo, compañeros que, no pudiendo digerir un debate contradictorio, toman el camino fácil del abandono de la discusión o incluso de la militancia lo que en realidad busca reencontrar la sacro-santa libertad de pensar y de movimiento del ciudadano. Estas renuncias, evidentemente, se justifican siempre por "divergencias", pero realmente materializan el rechazo a ser criticado y la voluntad de, al final, quedarse solos con su famosa consciencia, sin tener que rendir cuentas a nadie más que a uno mismo, o a algunos monos que hasta aceptarían jugar con el director del circo, si este les ordena, al espectáculo de la contradicción.

La ideología del Individuo, del Yo, único, se encuentra en la ideología bakunista de la organización en la organización (24). Nosotros hemos tenido que soportar esta tendencia organizada y desorganizadora al interior del GCI. Esta teoría se basa en la idea de que la lucha de Partido, la lucha por centralizar internacional-mente nuestras fuerzas, en base de toda la historia de rupturas de nuestra clase, sería una lucha permanente de "organización en la organización" identificada con la lucha de "fracción". Acá se confunde el trabajo histórico de fracción que llevaron adelante las izquierdas comunistas para romper con organizaciones contrarrevolucionarias... y la práctica de mierda que defiende, en una organización comunista, la organización en la organización en torno al individuo a partir de sus propias ideas (peor aun si no son más que delirios!) como a priori ideológico, y que busca permanentemente reclutar las "masas" alrededor de si mismo.

La esencia de la contradicción que hace avanzar, de ruptura en ruptura, una organización comunista no es un simple debate, sino que se trata de enfrentamientos de diferentes prácticas! no se puede por un lado reivindicarse del centralismo orgánico y por el otro crear una estructura en la estructura, para luchar contra las instancias centralizadoras de la organización argumentando que fue la historia de las fracciones obreras!!! Hay que denunciar claramente que de lo que se trata es de una reformulación de la práctica de Bakunin con respecto a la organización contra la cual Marx luchó pues la táctica de la organización en la organización, el autoritarismo no público, la dirección oculta, conduce al federalismo como concepción política y esto cualquiera sea el discurso que los justifique. Marx denunció siempre esta pretensión clásica del idealismo, que preestablece una élite formal que garantizaría la revolución, concepción que la encontramos en Kautsky, en Lenin y con mayor fuerza en Stalin, Zinoviev y Bordiga. El postulado individualista que parte de la idea, de que SUS ideas son las buenas y que por ello se permite cualquier medio para imponerlas, fracciones, federalismo, maniobras... es un postulado del sectarismo y de la política de la diferencia! Eso no tiene nada que ver con el centralismo orgánico, a pesar que se le reivindique -formalmente-. Más bien hay que repetirles a esos pedantes y orgullosos que es en la práctica que se verifica el programa que se defiende. Contra todos los individualistas hay que reafirmar que no es más tolerable la "libertad" de circulación de ideas, que la libertad de fracción!!! La constitución de una fracción al interior de una organización que conduce a una ruptura y a la constitución de una nueva organización no es un problema de "libertad" sino de necesidad que solo se justifica en términos de ruptura con la contrarrevolución. La práctica permanente de la organización en la organización, elevada a un nivel de "principios" en base al argumento de que al interior de la vanguardia "hay siempre una vanguardia de la vanguardia" cuyo punto culminante es siempre el individuo "genial", el fraccionalismo, el federalismo práctico, dígase lo que se diga, no solo no hace "madurar los debates" o las contradicciones entre compañeros, sino que los liquida, los ahoga en prácticas democráticas de promoción individual y de culto de la personalidad.

Es decir esa práctica tiene como verdadero objetivo la promoción y la potencialización de algún individuo y se sitúa objetivamente contra la organización militante, contra la revolución. La lógica que conduce a esa apología de su propio ombligo, en tanto que individuo genial es simple: la teoría de la necesidad de la fracción en toda organización (teorizada como tarea invariante de los comunistas!!!) de la vanguardia en la vanguardia y de fracción en la fracción... conduce inevitablemente a fracciones en otras Fracciones, llegándose al Individuo Genial, al Jefe, a la Personalidad. Es claro que todo eso solo conduce a una cosa: a la reproducción de la democracia con su cortejo de seguidistas y burócratas. Como en lo más profundo todo se justifica por el Individuo Genial y su justa Razón, no existe ningún problema en lo que concierne a la utilización de medios para llegar a sus fines: maniobras, discurso doble, decisiones individualistas,... todo esto se justifica porque, a priori, todo ello conduce al "Programa" del que se esta íntimamente convencido que es "comunista", cayéndose en otra aplicación de la máxima "el fin justifica los medios".

Para nosotros es claro, frente a todas esas bestialidades, que solo el trabajo colectivo, la organización y el respeto de una disciplina programática cristalizada en una disciplina organizacional (25), la confrontación en la lucha común, son los elementos que nos permiten verificar, de una manera permanente, el avance en nuestras rupturas con el mundo del ciudadano, del individuo, del "yo hago lo que se me antoja"... con el mundo burgués! El sectarismo y el individualismo como política al interior de una organización revolucionaria, debe ser enérgicamente combatido pues destruye la confianza mutua y el compañerismo militante, compañerismo y confianza que solo se desarrollan en la práctica, en la lucha, en el compromiso común y en la crítica compañera. Claro que esto es muchísimo más difícil -en especial en un período como el actual- que el poner en primer plano tal o tal desacuerdo y hacerse apoyar en la "lucha fraccional" por compañeros nuevos o poco implicados. Si, dados los múltiples y necesarios desacuerdos que pautan la vida de toda organización realmente revolucionaria, se constituyera una fracción para cada desacuerdo, existirían por lo menos 10 fracciones por militante!!!

El sectarismo, al interior de una organización, reproduce ineluctablemente, el libre pensamiento, el individuo, la división del trabajo entre los que "comprenden" y "los otros", es decir... la DEMOCRACIA. Más complejo y más rico aunque más difícil es afirmar nuestras contradicciones poniendo en primer plano lo que nos une como miembros de una misma comunidad de enfrentamiento al Estado. Los revolucionarios no constituyen grupos de pensadores que compiten por el trofeo de Genio o la medalla de Jefe! El comunismo surge de las determinaciones materiales históricas reales; la consciencia solo es un producto necesario y colectivo de un movimiento, de una fuerza que surge espontáneamente de y en la historia, del suelo de la sociedad capitalista. La conciencia no es el motor de la Historia ¡aunque no les guste a los idealistas! El proletariado solo enfrentando a su enemigo, organizándose en fuerza única, internacional y centralizada, constituyéndose, por ello, en partido, por ello se manifiesta como sujeto de la historia.

Para finalizar este capítulo, queremos expresar, una vez más, nuestro odio profundo por el individuo democrático, por esa quimera burguesa que resurge permanentemente y en todos los lugares para, en nombre de la Ciencia, de la Razón, del Libre Pensamiento y del Libre Arbitrio, destruir los vínculos forjados por una práctica de lucha y de crítica colectiva.

Al individuo y al culto de la Consciencia, nosotros le contraponemos nuestra certeza de la revolución, nuestra determinación de lucha y nuestros esfuerzos para actuar en el sentido de afirmar lo que nos une a nosotros proletarios, en tanto que órganos de una comunidad de lucha, parte integrante de un grandioso movimiento histórico que nos engloba y que nos sobrepasa.

Libre de todo, es decir de toda posesión, libre de creer incluso que puede hacer lo que quiere, el Individuo solo es en definitiva una mercancía que se sublima presentando las leyes de la libre circulación, a las que se encuentra sometido, como el cuadro de sus propias elecciones deliberadas y personales, sin ver que esas leyes fueron impuestas por el capital para realizar el mercado de la fuerza de trabajo. El individuo, libre de hacerse explotar por el que le parezca mejor, "olvida" que esta libertad es solamente sinónimo de su explotación. ¡Ni más ni menos!

Dejemos, entonces, que este egoísta que es el Individuo se agarre de los más bellos adornos para que juegue el espectáculo de la Consciencia. Para nosotros, proletarios, que sabemos que no tenemos nada para ganar en este mundo que nos trata como mercancías, ¡el Individuo es siempre un traidor a nuestra clase, un enemigo: un Vendido!

Conclusión

Las clarificaciones que hicimos no están dirigidas a ningún "medio revolucionario", que las cosas sean claras: nosotros denunciamos este famoso "medio" por el papel nefasto que juega en el período actual. Nosotros lo despreciamos, particularmente por su democratismo y pacifismo (cuya base es la no-ruptura con la tradición socialdemócrata) que ha vuelto a ilustrarse recientemente en la iniciativa del BIRD y otros,... de crear una colaboración, un frente, una publicación pues "... se trata de reaccionar de una forma más unitaria con respecto a la represión de la cual son objeto cada vez más los militantes del medio", cuando está claro -desde siempre- que decenas y decenas de millares de militantes comunistas (que no forman parte del "medio") son masacrados, torturados, encarcelados en el mundo entero; que "Battaglia Comunista" no tiene ninguna vergüenza en proclamar "que no existen prisioneros comunistas en Italia"! Indudablemente, esto forma parte de la barbarie capitalista propia de los países del "tercer mundo"! Por nuestra parte consideramos que no existen dos programas, uno para los comunistas y otro para los proletarios! Nosotros no colaboramos con el enemigo (y se trata bien del enemigo de clase!) que, por un lado, escupe sobre millares de proletarios que el capital mantiene como rehenes en sus siniestras cárceles, y proponen, por el otro, la resistencia común de los "núcleos comunistas" con respecto al Estado! Miseria del idealismo! Es decir, estos grupos solo están dispuestos a "ofrecer" su miserable "solidaridad" a los que consideran como "comunistas". El planteamiento de una categoría totalmente ideológica contrasta con la actitud invariante de los comunistas que fue, por ejemplo, la de la izquierda comunista en Italia que manifestó su solidaridad con los anarquistas "terroristas" perseguidos; como con todos los que combatían contra el Estado, y ello a pesar de sus divergencias.

Como hemos tratado de demostrar a lo largo de este primer artículo de nuestra revista, lo que se encuentra en la base de toda distorsión de nuestras posiciones (26) es el idealismo, que considera el Pensamiento, la Consciencia, como determinación primera, y que hace primar la idea del comunismo sobre el movimiento comunista real. Para nosotros, esto no es un simple error teórico, sino una práctica, una totalidad que está integralmente en contradicción con el proceder militante. La concepción idealista conduce, como lo hemos podido observar en nuestra -pequeña- historia, a una práctica anti-organizativa al reforzamiento de una fuerza antimilitante, que sobrepasa de lejos el cuadro de nuestra pequeña realidad de grupo y que, sin embargo, desde que nuestro grupo existe y bajo diversas formas hemos estado obligados a combatir permanentemente. Este editorial pretende ser, por la definición y la globalización que en él realizamos, un eslabón de esta lucha, y el primer paso de un balance que marca el fin de una etapa y el comienzo de otra.

Las luchas internas, que combaten el conjunto de estas prácticas antimilitantes, ralentizaron evidentemente el trabajo de nuestro grupo. Particularmente, en el transcurso del último año hemos tenido que pasar por una fase de francas dificultades de centralización que nos ha frenado en el desarrollo de nuestros ejes centrales. En el transcurso de más de un año hemos tenido que enfrentar y combatir esta práctica imbécil que solamente percibe al comunismo a partir de la idea que se tiene, lo que lleva cada vez más a las peores aberraciones programáticas que buscan, de una manera u otra, definir al "partido" como surgiendo de las ideas que estos compañeros tienen: la asociación de todos los rebeldes de la tierra, el agrupamiento de intelectuales que "quieren" la revolución... Estas fueron las razones que explican el retraso enorme de la publicación no solo de nuestras revistas centrales en español y en francés, sino también de nuestras Tesis Programáticas. Esta descentralización de nuestra actividad constituye una debilidad que contamos transformarla en fuerza, en particular, utilizando, bajo la forma de textos públicos, las lecciones que hemos sacado de los debates que han animado nuestro grupo en estos últimos años. En cualquier caso, para nosotros la lucha continua y la línea idealista, cuyos franco portadores acabamos de excluir de nuestro grupo, nos ha permitido realizar un paso suplementario en el necesario trabajo de ruptura con el centrismo, fuerza de la contrarrevolución que porta todos los atavíos de los obreros, pero que no es más/la enésima tentativa de destruir desde adentro, por una actividad anti-partido, la necesaria centralización revolucionaria.

Una expresión de la línea idealista que aquí criticamos, con la cual formalizamos frontera programática en esta contribución y cuyos principales exponentes fueron excluidos, se materializó en el Editorial "La Europa de los Versalleses" publicado en "Le Communiste" N°25. Nuestros lectores encontrarán otra expresión de esa misma línea idealista, en la próxima aparición de un folleto titulado "Escisión con el GCI" publicado bajo la responsabilidad del mismo ex-compañero y refrendado por algunos ex-compañeros que lo han seguido. Nosotros solo podemos aconsejar la lectura, porque además del tipo de descalificativos y calumnias que hemos constatado en la circular dirigida por este ex-compañero a sus amigos del "medio" no dudamos que el mismo expresará, en todo su esplendor, esa concepción idealista y dualista criticada aquí. Queremos además subrayar que, los principales portadores de aquellas posiciones que fueron excluidos algunos hace un año y otros recientemente no se ponen de acuerdo en los calificativos acerca de nuestro grupo y que si bien algunos nos tratan "de burócratas y leninistas", otros nos tratan de "anarquistas-modernistas" repitiendo en general el tipo de calificativos (no hay demasiados en el mercado!) que los grupos del "medio" nos dirigen. Nosotros estamos seguros que para este juego de ping-pong ideológico, existen aún muchas tablas libres en el supuesto "medio revolucionario".

Febrero 1988

Notas

(1) Los ejemplos que se mencionan en este Editorial se refieren específicamente a nuestra revista central en francés pues es en ese idioma que el grupo ha constatado más problemas y contradicciones, que se concretó, por otra parte, incluso en la exclusión de varios responsables de la redacción de esa revista. Ello se debe, en primer lugar, a que ese idioma es el de expresión mayoritaria en el grupo, que es comprendido por una buena parte de los compañeros y que hasta el único posible, por ejemplo, en el cual algunos de los militantes de lengua árabe se comprenden con un hispano-hablante. Se debe, también, a que por eso mismo y por tener en la actualidad como principal región de implantación y de integración de militantes a compañeros con el francés cono lengua maternal es en esa lengua que más se han cristalizado todas las contradicciones; aportes fundamentales pero también debilidades graves (un material publicado por primera vez en Le Communiste es más rápidamente criticado por todos los compañeros que algo publicado en árabe o español). Pero el estallido de esas contradicciones, principalmente en francés, se debe también al hecho de que los compañeros que asumieron la responsabilidad central de esas revistas durante estos años manifestaron en sucesivas oportunidades una ruptura insuficiente con la sociedad en general, y con todo lo que en Europa se autoproclama como "medio revolucionario" en particular, que se tradujo prácticamente en la publicación de textos que lejos de presentar el nivel de ruptura, que el Grupo tiene con todo ese "medio" y con sus ancestros, la socialdemocracia, eran tímidas críticas adaptaciones de grupos centristas como el PCI, la CCI u otros, y en las dificultades reales de esos mismos (ex-)compañeros en forjar y asumir una disciplina colectiva.
(2) Un ejemplo de lo dicho anteriormente fue en el grupo la publicación de estos textos, en los que lejos de buscarse la publicación de una posición centralizada en el grupo, el compañero responsable publica su posición contra el resto del grupo en base a un conjunto de maniobras que el grupo combate hasta decidir su expulsión.
(3) La discusión interna permitió criticar dicha posición y decidir centralmente un cambio que se tradujo en el hecho de que la versión en castellano no contiene tal aberración: "Afirmamos entonces una vez más, aunque alarme a los nuevos filósofos de la ultraízquierda democrática, lo que diferencia al proletariado de la burguesía es justamente la necesidad de luchar contra la enajenación y toda la mierda capitalista." Ver Comunismo N°21 pág.18.
(4) Nos parece indispensable utilizar y subrayar aquí las mismas expresiones que Marx utilizó contra las más sutiles y desarrolladas expresiones del idealismo: el "materialismo" humanista de los jóvenes hegelianos, que aún hoy constituye la línea filosófica más desarrollada -sean conscientes o no sus expresiones actuales- de la apología del Hombre (¡con una gran H mayúscula!) y del individuo y ello desde Feuerbach a Stirner.
(5) Diferentes personeros de los organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OCDE... concuerdan todos en señalar que cuando recomendaron tales y tales medidas de austeridad a los gobiernos y sindicatos estos sostenían que llevarían a violentísimas explosiones sociales y que sin embargo en estos últimos 20 años se han aplicado "sin las dificultades previstas".
(6) Lamentablemente los compañeros que podían haber llevado adelante tal tarea, y por el tipo de razones que aquí analizamos, no forman más parte de nuestro grupo, lo que hará difícil hacerla en el futuro próximo.
(7) Aquí empleamos la expresión "sectaria" no en el sentido de la total contraposición y de la entera independencia programática y organizativa del proletariado frente a toda la sociedad actual, sino por el contrario en referencia al sentido tradicional de la palabra, al de secta religiosa. El sectarismo es la práctica de los grupos que hacen de "la política de la diferencia" la clave de su actividad y que se limitan a defender el sistema social imaginado en la cabeza de tal o tal jefe.
(8) Critica que de más está decir no tiene nada que ver con la crítica eurocentrista del mismo lanzada por algunos grupos eurocentristas.
(9) Los lectores de Comunismo, que puedan leer en francés, pueden pedirnos dicho texto así como la critica detallada del mismo aparecida en francés.
(10) La traducción es mucho más literal de las que hacemos habitualmente, pero queríamos evitar lo más posible los problemas que puedan ser considerados interpretativos en la traducción, lo que es bastante difícil (traductore = traditore).
(11) En ese sentido el artículo "Europa de los Versalleses está en total contradicción con la citación publicada en la tapa de la misma revista: "Para nosotros el comunismo, no es un estado que debe ser creado ni un ideal según el cual la realidad debiera amoldarse, sino que llamamos comunismo al movimiento real de abolición del orden establecido. Las condiciones de ese movimiento resultan de los factores que existen en el presente".
(12) En oposición a dicha utilización, el término eliminer, puede ser utilizado en forma mucho más genérica y abstracta o/y mucho más específica y hasta coyuntural. En efecto, incluso refiriéndonos al término "crisis" en el sentido predominantemente económico (por oposición a la crisis "política" en el sentido de crisis de dominación de una fracción o de toda la burguesía, o a la crisis "social", en el sentido de la crisis de un sistema social visto en su conjunto, o de crisis revolucionaria en ese sentido de una crisis social o/y política acompañada de la capacidad de la clase revolucionaria de solucionarla de manera revolucionaria), debemos subrayar que, en el propio Marx, dicho término recubre desde las contradicciones generales inherentes al capital mismo (y en ese sentido el capital está desde que existe hasta su muerte en crisis permanente), hasta el fin coyuntural de un ciclo expansivo (que se termina por una depresión) y en ese sentido el término crisis tiene un contenido mucho más coyuntural: cada 8 a 10 años -ciclo corto- coincidente con el tiempo de rotación del capital fijo).
(13) Ejemplo el periodo que precede a la insurrección del 17.
(14) Es en los ejemplos extremos donde se ve mejor la contradicción al interior de la unidad.
(15) Un ejemplo biológico -con todos los problemas y riesgos que puede tener este tipo de ejemplos o de paralelismos- es la necesidad del todo orgánico de comer es impuesta por los aparatos respectivos (pongamos el digestivo), sin ninguna consulta democrática entre el dedo gordo del pié y la oreja izquierda y aunque dichas extremidades consideren otras "acciones" como prioritarias: las necesidades del todo no están nunca representadas por la atomización y adición de los átomos (como se imagina el demócrata que toma como universal lo que no es más que una forma histórica y contingente de decisión basada en la competencia de todos contra todos y la conciliación del egoísmo universal en la sumatoria de los átomos), sino por partes orgánicas (órganos, aparatos, en tanto que conjunto coherente de órganos) cuya esencia es precisamente ser la expresión más elevada de la totalidad, de la centralidad.
(16) Esta es una excelente definición de nuestra concepción programática, de la afirmación de la invarianza real (contra la invarianza de tal o tal formulación) a través de sucesivas y violentas afirmaciones cada vez más desarrolladas, explícitas y precisas.
(17) El ejemplo típico de este tipo de funcionamientos son los grandes congresos o asambleas "obreras" en la que se discute de todo y de nada para aclamar al fin como gran resolución algo que ya había sido cocinado entre bastidores por los jefes.
(18) Tal vez no esté demás insistir en que, contrariamente al centralismo democrático en donde la decisión por mayoría pasa por ser también una sanción acerca de quién "tiene razón" como si fuese un criterio de verdad el tener la mayoría, en nuestro centralismo comunista la decisión, y la ejecución de la misma, no implica para nada juzgar sobre el contenido de la discusión, si no hay acuerdo la misma seguirá desarrollándose y es deber de las estructuras centrales el fomentar tal discusión. La discusión posterior y la centralización de la misma, permitirá pronunciarse sobre el contenido de la decisión y es necesario realizar la crítica de la misma, así como del responsable de ella.
(19) Cómo explicamos en la "Advertencia al lector" no fue única, ni principalmente, por el "error" de haber reproducido este tipo de posiciones que el redactor y responsable de la publicación del artículo "La Europa de los Versalleses" se encuentran fuera del GCI, sino por una serie muy grande e importante de rupturas organizacionales y programáticas, de lo cual ese artículo no es más que una muestra, pero que de todas formas dadas, su aparición pública el GCI no podía dejar pasar.
(20) Por otra parte, no vemos de que otra forma pudiera funcionar una estructura proletaria internacional, para asegurar la centralización programática a pesar de la descentralización geográfica real que se traducirá, a nivel de publicaciones, en la producción creciente de revistas en idiomas diferentes desde países distintos, sin posibilidades materiales de una comunicación fluida, ni de una discusión internacional previa (so riesgo de paralización general) en cada caso.
(21) Más de una vez nuestros enemigos nos reprochan, por ejemplo, los matices que pueden existir entre las diversas revistas centrales, es evidente que ese tipo de problemas no existen en organizaciones socialdemocratas-stalinistas que reconocen un centro formal y el resto de las secciones se dedican a traducir los artículos del centro, difundir volantes y redactar artículos sobre los problemas locales. A nosotros nos parece inevitable, en el estado actual de "centralización" proletaria (debiéramos decir de no centralización), que incluso sus expresiones de vanguardia vivan efectivamente estos problemas reales de la centralización internacional. Aquellos que se creen tan superiores a nosotros y al proletariado en general con su centralización de traductores y de difusores, no son en el mejor de los casos más que una caricatura democrática de la centralización obrera y en el peor una organización de intelectuales burgueses pretenciosa y pedante (¡qué pretende haber resuelto en su cabeza lo que el proletariado en su lucha aún no resolvió!) de portadores de la consciencia que como siempre no servirá para otra cosa que para confundir y servir a la contrarrevolución.
(22) Acá utilizamos el término "individuo" en el sentido de átomo de la sociedad burguesa, componente indispensable de la democracia. Es decir, en sentido de individuo consciente subsumido en una simple clase (clasificación) de la sociedad, y en oposición a la persona humana, al individuo personal componente de una comunidad de lucha y de intereses. La distinción es muy importante, y como dijo Marx "La diferencia entre individuo personal e individuo contingente no es una distinción de concepto sino un hecho histórico". Así, "Resulta de todo el desarrollo histórico, hasta nuestros días, que las relaciones colectivas en las que entran los individuos de una clase y que están siempre condicionadas por sus intereses comunes con respecto a un tercero, fueron siempre una comunidad que englobaba a estos individuos únicamente en tanto que individuos medios (contingentes NDR), en la medida que vivían bajo las condiciones de existencia de su clase; eran pues relaciones en las que participaban no en tanto que individuos, sino en tanto miembros de una clase. Por el contrario, en la comunidad de los proletarios revolucionarios y en la de todos los miembros de la sociedad, se produce lo inverso: los individuos participan en tanto que individuos (personales. NDR)." Marx, "La Ideología Alemana".
(23) Como lo hemos dicho muchas veces el idealismo es siempre coherente y complementaria con el materialismo vulgar y mecanicista. Así la idea del salvador externo "partido", "intelectual burgués", etc, es complementaria con una concepción apartidista del proletariado, sociológica, economicista: el proletariado en vez de ser concebido como clase en base a su constitución en partido, existiría siempre y se identificaría al conjunto de los obreros.
(24) Ver el "Programa de la Fraternidad Internacional" de 1872 escrito por Bakunin. Este es uno de los textos en el cual Bakunin define su estrategia federalista de la organización en la organización: dirección oculta, construcción del Partido desde la cúspide, autoritarismo oculto, no público (y por ello "más poderoso") y consecuentemente doble discurso, táctica de diferentes niveles internos, internacionalismo asumido y asegurado solo por la cúspide de la pirámide,... etc. etc.
(25) Insistimos sobre el aspecto organizativo porque en el periodo actual están muy de moda las prácticas antiorganizativas, justificadas ideológicamente con el mito de la disciplina "solo" con respecto al "programa histórico" y el "cuadro histórico" que no se concretizan en una práctica organizacional y centralizadora precisa, sino en la idea pura, propia a la filosofía especulativa (hegeliana). Así por ejemplo se hace cualquier cagada, que implica una grave ruptura en los niveles de confianza y del trabajo colectivo de nuestro pequeño grupo y se justifica luego diciendo que "no es grave porque de todas formas el GCI no es el Partido" Es decir, en lugar de asumir la distinción entre nuestro modesto equipo de trabajo y el Partido histórico, para situarse concretamente en la línea de éste en base a una acción organizacional precisa y consecuente, se pretende justificar la mayor de las inconsecuencias en base a dicha distinción. En general, esta práctica está ligada a la idealización del Partido histórico, en lugar de luchar consecuentemente por el Partido en la historia, se imagina que el Partido histórico sería un ideal que habría que realizar y dado que "no existe", las irresponsabilidades con respecto al grupo actual no son importantes. De la misma manera el desprecio de los compañeros de carne y hueso va siempre acompañado de una idealización "del verdadero cuadro comunista".
(26) La cual es también vehiculizada, a diferentes momentos, por diferentes militantes que lucharon al interior del GCI y que fueron excluidos de nuestro cuadro organizativo.


Advertencia al lector

Las pretendidas escisiones en el Grupo Comunista Internacionalista

"'Para hacer de la clase obrera la verdadera representante de los intereses de la humanidad, es necesario que sus organizaciones estén guiadas por la idea que deben triunfar. Hacer desprender esta idea de las necesidades de nuestra época, de las tendencias intimas de la humanidad, a través de un estudio permanente de los fenómenos de la vida social, para luego hacer penetrar este ideal al interior de nuestras organizaciones obreras, debe ser nuestro objetivo...' Finalmente 'hay que formar al interior de nuestras organizaciones obreras, verdaderas escuelas socialistas revolucionarias'. Asi, las secciones autónomas de obreros se convierten de golpe en escuelas en las cuales estos señores de la Alianza serán los maestros. Ellos deducirán la idea a partir del 'estudio continuado que no deja la más mínima huella, para luego hacerla penetrar al interior de las organizaciones obreras. Para ellos, la clase obrera es materia bruta, un caos, que para tomar forma, necesita del soplo de su Espíritu Santo."

"LAS PRETENDIDAS ESCICIONES EN LA INTERNACIONAL",

Circular General de la AIT hecha por Marx contra Bakunin


Recientemente un ex compañero excluido del grupo ha dirigido una carta a todo el "medio" pseudo-revolucionario izquierdista, para hacerles participe, en nombre de ciertas otras personas, de lo que el llama una escisión en el GCI, carta en la cual encontramos todo un entretejido de calumnias y falsificaciones sobre lo que es la práctica de nuestro grupo. El GCI no pretende aquí responder a cada una de estas falsificaciones, cosa que es imposible para una organización de revolucionarios que es, por esencia, constantemente calumniada; sino más bien denunciar el nudo metodológico de estas falsificaciones (1).

Nosotros no juzgamos a los hombres, a las organizaciones en base a lo que ellas dicen de si mismos, sino sobre la base de lo que hacen. Por otra parte hemos constatado una vez más que los discursos más "comunistas" sobre el mundo a venir o sobre el "partido" a construir pueden ocultar una práctica anticomunista y liquidacionista hoy. Y frente a esto de nada sirve una discusión al nivel del discurso, como en el pasado será la contraposición de prácticas lo que delimitará programas. Debemos, sin embargo, reconocer la capacidad de uno de los compañeros excluidos del grupo para movilizar a otros (ex-militantes a diferentes niveles de desimplicación) detrás de los discursos más variados y también para darse una nueva imagen de "coherencia" frente al mundo del espectáculo y el medio pseudo-revolucionario. Incluso ha logrado presentar su propia exclusión decidida por su práctica LIQUIDACIONISTA ANTI-PARTIDO como si fuese una escisión en nuestro grupo, en base a la maniobra democrática de hacer firmar su texto por algunos seguidistas recolectados para la ocasión. Más aún, ha llegado a ocultar los motivos de su exclusión y a disfrazarse de defensor del "Programa", del "Partido", frente (según su versión) a un supuesto peligro "anarco-modernista" (concesión evidente, incluso terminológica, al medio contrarrevolucionario al cual se dirige!) que "gangrena al grupo".

El futuro revelará, sin ninguna duda, más claramente el carácter calumniador de estas afirmaciones y de las que escucharemos aún. Por el momento nos contentamos con esclarecer la posición del grupo con respecto a este ex-compañero y a los que lo siguieron a posterior!.

Este compañero no fue excluido por su discurso sino por su práctica, en la cual predominó, cada vez más, el anti-centralismo y la anti-organización, en beneficio del individuo libre.

Es así que el grupo tuvo que enfrentarse a un programa que desarrollaba, por sus actos y sus teorizaciones permanentes, una política federalista de organización en la organización, que actuaba en base a la constitución de estructuras internas escondidas frente a las estructuras centrales del grupo (teniendo como camuflaje ideológico toda una serie de discursos, muy variados, que iban de la apología del comunismo en una sola casa, so pretexto de abolir la familia y la propiedad privada,... a la doctrina de la consolidación de la vanguardia al interior de la vanguardia) y que iba, evidentemente, de par con un cuestionamiento, un desconocimiento sistemático de todas las decisiones centrales.

Y, como Bakunin, al interior de la AIT (y siempre bajo la cobertura de la teoría de la vanguardia), el nivel supremo de esta vanguardia era,... el mismo compañero (!) que enviaba sus delegados, para oponerse sistemáticamente a las decisiones colectivas y centralizadas (federalismo práctico).

Esta defensa práctica y permanente del "individuo garante del programa" llevó a este ex-compañero a la utilización de mecanismos democráticos clásicos: textos firmados en vista de hacer "presión", llamados a asambleas, congresos para discutir "todo", cuestionar "todo", tentativas de persuasión con respecto a compañeros menos formados para que sigan en bloque todas sus tomas de posición, política burocrática del anti-substitucionismo, consistente en rechazar la asumación de las tareas de clase so pretexto de denunciar los roles mal asumidos en el grupo, etc. etc.

Mencionaremos, entre dichos mecanismos democráticos, el proceder demagógico que consiste en presentarse, ahora, como un mártir, para utilizar el hecho de que en el subconsciente colectivo burgués, ¡los "que sufren" tendrían a priori más razón que los otros! ¡Para terminar (aunque esta lista esta lejos de ser exhaustiva), este compañero rompió definitivamente el marco de la comunidad de lucha que nos une, aplicando lo que el calificó una "huelga de la militancia" en sabotaje abierto de todo el centralismo orgánico.

Es este último punto el que demuestra prácticamente su concepción individualista del Partido. Frente al conjunto de estos elementos el GCI decidió inmediatamente su suspensión exigiendo de inmediato explicaciones y una discusión global centralizada. Ante la negativa sistemática a ello, decidió su exclusión. Lo que caracteriza prácticamente la concepción antiorganizativa de este ex-compañero es la profunda incomprensión de lo que significa una huelga (para nosotros una huelga es uno de los medios de lucha del proletariado contra la burguesía) que lo lleva a sostener y defender que la huelga no busca romper la comunidad de lucha militante sino simplemente "a llamar la atención sobre algunas cuestiones a discutir"!!! Más aún, pretendía consolidar esta posición de huelguista en el grupo," pidiendo no ser excluido dado que según él los proletarios hacen huelgas también dentro de las organizaciones obreras y contra otras organizaciones obreras y daba como ejemplo los marinos de Kronstadt!!! Es decir, cualquier cosa, incluso (para nosotros aquella lucha proletaria se oponía al Estado capitalista no destruido y no a un Estado obrero!!!), para justificar una práctica individualista y liquidacionista.

Así el lector comprenderá mejor el título de esta advertencia "una pretendida escisión en el GCI". Para nosotros el hecho de que la circular de este compañero sea refrendada por otros, o que ella contenga toda una argumentación, una justificación ideológica, solo confirma su fuerza para recubrirse de una nueva legitimización teórica y así movilizar a otras personas. Pero, desgraciadamente para ellos, la realidad no tienen nada que ver con una "heroica escisión comunista por la defensa del Partido", no es ni siquiera una simple escisión (es decir la división de un grupo por la existencia de dos fracciones, de dos programas diferentes), sino que es la conclusión lógica, en tanto que individuo libre (a pesar de los seguidistas), de alguien cuya involución llega a tales extremos como para defender el nivel supremo del federalismo: las secciones y los individuos en "huelga" contra el centro! Y ello aunque, conociendo su capacidad, podamos prever la reconstitución de una nueva estructura organizativa.

Algunos lectores que no nos conocen se preguntarán porque no respondemos a tal o cual acusación teórica lanzada contra el grupo y que mañana será tomada por todo el espectáculo izquierdista del "medio". Nuestra respuesta es clara: ¡no es nuestro objetivo! Jamás hemos pretendido entrar en el juego estéril de polémicas sobre la consciencia del deber ser del comunismo, típica a este medio. Simplemente hemos considerado indispensable el explicar prácticamente como alguien que fue un compañero, que luchó con nosotros, no lo es más hoy día. Queremos, así, clarificar y subrayar el hecho de que el proceso de integración que lleva a ciertas personas a integrarse al grupo, se hace sobre la base de una práctica real común, de una comunidad de lucha, y que de la misma manera toda separación con respecto al grupo obedece a una ruptura práctica de esta comunidad. Nosotros no reclutamos por adhesión a un programa formal; los compañeros no son excluidos (ni dejan el grupo) por una/varias divergencias teóricas sino por una profunda contraposición de prácticas.

En este caso, este ex-compañero se situó no solamente fuera de nuestro pequeño grupo por su práctica individualista, sino también fuera y contra todo esfuerzo organizativo del trabajo de centralización de nuestra clase, trabajo que implica necesariamente la lucha contra el individualismo, el federalismo, el democratismo.

En lo que concierne a las personas que siguieron a este ex-compañero, no tenemos una posición única, puesto que la mayoría de ellos estaban en un proceso de desimplicación notorio, aunque a diferentes grados, de la actividad militante (algunos habían anunciado su abandono puro y simple de la militancia): el GCI permanece abierto a toda discusión con ellos, a pesar de que por ahora hayan otorgado su acuerdo para "seguir" y firmar, al final de una página, las justificaciones ideológicas e individualistas del ex-compañero; y a pesar del rechazo de discutir con las estructuras del GCI.

La pretensión de constituir una "organización de cuadros revolucionarios" sobre tales bases, solo puede hacernos reír.

Nota

(1) Además, nos atenemos a precisar que no nos dirigimos a todo este medio pseudo-revolucionario con el cual estamos en contraposición total sino más bien a los lectores, contactos, a los compañeros que se encuentran en diferentes países y que no tienen la información necesaria en lo que concierne este sujeto.

oOo

Este texto no se encontraba aún en impresión, cuando constatamos que esta última previsión se verificaba, que la CCI aplaude a los pretendidos escisionisitas. Reiríamos efectivamente frente a las convergencias ideológicas entre ellos y la CCI, si esto no expresara trágicamente la miseria del izquierdismo intelectual que se desarrolla en círculo privado, contento de reencontrarse en la misma práctica de funcionarios políticos y encontrando "nuevos temas" para la polémica ideológica de su parlamento "medio revolucionario". Acá tienen, las dos coplas de la misma canción que hemos recibido recientemente en nuestra casilla de correos:

"... Hemos tenido que globalizar nuestras críticas contra la línea "anarco-modernista" que predomina en el GCI ... Claras desviaciones practicistas ... Graves concesiones en el análisis del reformismo armado y una oscilación oportunista en lo que concierne la no demarcación clara con respecto a los grupos que se sitúan de hecho sobre el terreno de la guerra interimperialista (ver sus análisis de grupos como "Sendero Luminoso")".
¡Los insultos de los pretendidos escisionistas enviados, entre otros, a la CCI!

"La escisión al interior del GCI solo puede parecemos positiva en el sentido que ella es una reacción a la involución neta de esta Organización hacia el anarco-modernismo. Nosotros participamos de las críticas formuladas,... y con mayor razón pues la formulamos desde hace muchos años,... El GCI esta enredado en los hilos del anarquismo que hace de la "práctica" y de "la acción" típicamente pequeño burguesa, su guía política; sus tomas de posición son ambiguas, ver claramente contrarrevolucionarias, en la caracterización del carácter de clase de organizaciones terroristas (Sendero Luminoso, etc....) ... Saludamos el hecho de haber dirigido esta carta a los diferentes grupos del medio político revolucionario ... ESTO PASA POR EL RECONOCIMIENTO DE ESTE MEDIO Y DE TODAS LAS IMPLICACIONES QUE ELLO IMPLICA..."
¡La enhorabuena del CCI!

Esperamos (sin hacernos muchas ilusiones) que los pedantes vaivenes idealistas de nuestro ex-compañero, que lo aproximan al centrismo, no lo conducirán hasta la política de colaboración abierta que la CCI lleva adelante con el Estado y sus campaña antiterroristas para asegurar el monopolio de su violencia.


Una vez mas, la CCI del lado de los milicos contra los revolucionarios


Hemos denunciado en repetidas oportunidades el papel reaccionario de esos continuadores de la socialdemocracia que se denominan CCI: Corriente Comunista Internacional. Hemos comprobado y denunciado su papel, por ejemplo, en manifestaciones obreras (y de parados) en donde con el mismo pretexto sindicalista de siempre de la "unidad" de la manifestación "contra las provocaciones", la CCI, megáfono en mano, aseguraba la separación entre los "provocadores" y el resto de la manifestación. El trabajo de la policía, parisina en este caso, era facilitado por el hecho de que los "horribles provocadores" que habían intentado poner en cuestión el enterramiento sindicalista de la lucha obrera, tirando algunas piedras contra empresas negreras (intermediadoras en la compra de fuerza de trabajo temporal) quedaban aislados y la policía podía arrestarlos sin mayor resistencia de los otros proletarios encuadrados en la manifestación.

En otras circunstancias el papel de denunciadores y alcahuetes de esos pacifistas infatigables fue tomado tan en serio por las policías de algunos países europeos que en los interrogatorios a nuestros compañeros la policía se basaba en artículos de prensa de ese grupo que decían: "el GCI se dedica a guardar fusiles en los sótanos".

Su papel de alcahuetes, típico de todo antiterrorista en general, se concreta hoy en la colaboración abierta de la CCI con la amalgama sistemática que realiza el Estado entre los grupos que ellos llaman "terroristas" y los internacionalistas. Así, utilizando toda la significación ideológica que la burguesía da hoy a la palabra "terrorista" la CCI dice, a quien quiere oírla, que en nuestro grupo "hay terroristas", lo que ha implicado para algunos compañeros una agravación de su situación en relación a la represión y diferentes problemas en la vida de todos los días, incluso problemas en el trabajo. Este tipo de acción de denuncia se hace gracias a la confusión deliberada que hace la CCI entre nuestra reivindicación marxista del terrorismo proletario, del terrorismo revolucionario en tanto que dirección inexorable y la afirmación de que cada uno de nuestros militantes o que algunos de ellos "son terroristas", que tiene, como es obvio, muy graves consecuencias policiales. Confusión que por otra parte hizo sistemáticamente la socialdemocracia desde siempre para meter a la vanguardia revolucionaria en el brete: sea renunciando a la afirmación del programa comunista, sea entregándose a la represión.

En este artículo, trataremos de una campaña particular que ha lanzado la CGI desde hace un tiempo para denigrar nuestro grupo y nuestros militantes diciendo que nosotros trabajamos con grupos nacionalistas. En particular, han hecho circular por todas partes LA GIGANTESCA CALUMNIA de que nosotros apoyamos a y -según las versiones- hasta que colaboramos con Sendero Luminoso (1).

Ello plantea dos problemas. El primero, es el método estalinista de denigrar y de insultar para descalificar a las organizaciones, que desde el punto de vista de su mentalidad, le hacen competencia a la CCI (2), en especial en un momento en el cual los jefes de la CCI no solo tienen cada vez mayores dificultades para justificar, frente a sus militantes de base, el fin de las ilusiones CCI; presentada en el pasado como "EL" "polo de reagrupamiento mundial de revolucionarios", sino también el desgaste manifiesto de toda una serie de mentiras típicas de todo grupo izquierdista tendientes a mantener las ilusiones de "militantes" reclutados sobre bases inmediatistas y activistas: los "años 80 son los años de Verdad", "la tercera ola",... "la cuarta ola de luchas proletarias sacude Europa"..., en fin, todo lo que en alguien no formado en la lucha da la ilusión fugaz -pero importante en tanto que lo mantiene como idiota útil- de la inminencia de la revolución a venir. Si bien esta cuestión es, en última instancia, su propio problema interno, el segundo problema es mucho más grave e importante y consiste en la colaboración objetiva de este tipo de campaña con la amalgama realizada por el Estado para justificar la represión de los revolucionarios y al mismo tiempo la colaboración objetiva con la empresa de confusión llevada adelante por los diferentes aparatos del Estado burgués, que tiene por objetivo el destruir toda opción, diferente, clasista, revolucionaria, internacionalista, al asimilar toda lucha, toda acción, todo grupo con el "enemigo público número 1": "los terroristas" (3).

Y ello precisamente en un momento muy difícil para el proletariado de la región y más particularmente para su vanguardia, que con todas sus fuerzas trata de forjar -necesariamente en oposición a grupos tales como Sendero, dominados por la ideología maoista- una dirección comunista.

Más aún, en el mismo momento que la CCI lanzaba su campaña de denigración de nuestros militantes, compañeros nuestros, militantes comunistas de Perú y Colombia, (que como nosotros tienen una claridad total sobre la necesidad de la organización del proletariado en Partido distinto y opuesto a todo el orden establecido y que entran permanentemente en contradicción con la línea de grupos tales como Sendero) eran perseguidos y reprimidos en base a la misma amalgama que hace la CCI. Desde hace un año nosotros no tenemos noticias de algunos de esos compañeros y ello a pesar de todos los esfuerzos hechos en esos mismos países por diferentes contactos y las tentativas hechas desde aquí para retomar contacto con ellos. Y repetimos, nuestros compañeros están siendo reprimidos por la misma identificación hecha por la CCI entre todos los que luchan violentamente contra el Estado y tal o tal grupo acusado de "terrorismo".

Se podría pensar que lo que dice la CCI no tiene una influencia directa sobre la represión de nuestros compañeros. En efecto, puede ser que solo haya una coincidencia objetiva entre los milicos y la CCI como lo hemos visto muchas veces en la historia. Sin embargo, las calumnias de la CCI no son algo que ha permanecido tapado en su medio y que constituiría un chisme más de bajo calibre de esa bolsa de gatos sectaria y sin principios que caracteriza ese "medio". Por el contrario es una calumnia que ha tomado tales proporciones que varios grupos y contactos (de Méjico a la Argentina pasando por Colombia y desde Inglaterra hasta España), nos han advertido de la importancia que adquiría esa denuncia que solo podemos considerar como policial. Más grave aún, la calumnia ha tomado una autonomía no solo en el sentido de una burda falsificación y tergiversación en relación a lo que nuestro grupo hace y escribe, sino que incluso se repite deformado y distorsionando las mentiras mismas de la CCI. Así un grupo diletante y revisionista que aficha abiertamente su reconocimiento formal de Kautsky denominado "Comunismo o-y Civilización" escribe que nuestro grupo "apoya acríticamente a Sendero Luminoso". A estas porquerías el proletariado hará comer un día pedacito por pedacito no solo cada uno de los papeles en donde reproducen calumnias por el estilo, sino también todo el putrefacto ensopado que escriben.

oOo

Esos grupos tienen, luego, el cinismo de hablar de solidaridad "entre comunistas" cuando, frente a la represión sanguinaria que hace el Estado de nuestros compañeros, guardan un silencio cómplice, como lo hicieron de hecho en relación a las masacres de prisioneros proletarios en Perú y también en otros países. Esos grupos se atreven aún a autoproclamarse marxistas cuando hacen exactamente la misma confusión que todo estalinista y en general la opinión pública entre bandera y movimiento, entre lucha proletaria y tal o tal organización podrida. Su "solidaridad" es siempre una negociación mercantil e ideológica: solo están dispuestos a "solidarizarse" con los grupos que tienen su misma ideología. Solo están dispuestos a reconocer al proletariado cuando éste actúa como ellos se lo imaginan en los niveles inferiores de su lucha (huelga masiva de brazos cruzados, manifestaciones pacíficas) y en especial cuando se trata del proletariado en Europa. Así durante la década infernal en que los desparecidos y las masacres se constituyeron en método de Gobierno en todo el Cono Sur, la CCI no se dignó nunca a solidarizarse con la vanguardia del proletariado decapitada de esa manera, y en la mayoría de los casos contribuyó a las campañas democrático-burguesas, presentando la lucha del proletariado como una simple lucha entre fracciones de la burguesía.

Esos grupos, en fin, tiene la misma posición sobre la lucha del proletariado de la mayoría de los países de lo que ellos denominan "tercer mundo" (4) que el estalinista medio sobre las luchas de los países del Este. El estalinista identifica bandera y movimiento, organización formal y organización real y por ejemplo en Polonia se hace cómplice de la represión, calumniando la lucha del proletariado como si ella fuese una lucha católica, democrática, nacionalista. La "argumentación" no consiste en otra cosa que en la afirmación de que quienes se encuentran a la cabeza de los desórdenes son en la mayoría de los casos miembros de Solidarisnosc. Y del lado de la CCI ¿qué hizo por los presos, por los torturados, por los desaparecidos, en Argentina, en Chile? Nada porque para la CCI y sus grupos hermanos (Battaglia, CWO, etc.) esos militantes reprimidos no son "Comunistas". Con el mismo pretexto son incapaces de situarse del lado de los proletarios reprimidos hoy en el Perú, en Colombia, en México,... Y si se les pregunta por la masacre de presos, o mejor dicho por la sucesión sin fin de las matanzas de presos, ellos dirán que se trata de luchas interburguesas y la prueba, es que los asesinados "solo son maoistas".

Y, sin embargo, toda lucha del proletariado se hace con (y a pesar) una ideología burguesa y muchas veces encuadrada por organizaciones formales dominadas por ideologías burguesas. ¿Resulta aún necesario repetir que la insurrección de octubre de 1917 en Rusia se hizo con un conjunto de consignas burguesas como "por la paz"? ¿qué el partido bolchevique tenía un programa formal fundamentalmente democrático burgués? Es evidente que esas consignas y esas estructuras formales constituyen una debilidad. Debilidad que se cristalizó más tarde en la dirección oscilante y oportunista de los soviets, del partido bolchevique, de la Internacional... Debilidad contra la cual nosotros combatimos no solo en base a una crítica implacable, sino también en base a la lucha por la constitución de una dirección realmente comunista. Debilidad que se concreta hoy en el Perú en el hecho objetivo de que decenas de miles de proletarios combativos enfrentan el capital y el Estado con una dirección, un programa formal y un cierto encuadramiento (5), que no es comunista en el sentido qué nosotros lo comprendemos y que por ello llevan al proletariado a un callejón sin salida. Debilidad frente a la cual no sirve para nada el lamentarse con la frase cómoda y con la que todo pretenden explicarse de la "falta de Partido" (definido invariantemente como algo exterior al movimiento real mismo, que si existiese le garantizaría a aquel su triunfo!!!), dado que solo en la lucha proletaria misma debe y puede forjarse la alternativa revolucionaria (6). Debilidad contra la cual, nosotros y los comunistas en el Perú y en todas partes luchan en base a la crítica implacable de todas las ilusiones y representaciones que se hace el proletariado en su lucha, contra toda la ideología que domina aún a los obreros combativos, contra las direcciones y los dirigentes que desarrollan esas ilusiones y esas ideologías. Y dicha lucha pasa hoy en el Perú por la denuncia de la ideología nefasta de Sendero que tiende a conducir al proletariado hacia el callejón sin salida de la "guerra popular prolongada" tal como lo denunciamos anteriormente en nuestra prensa. En fin, esta lucha pasa por denunciar y desenmascarar toda la política de amalgama hecha por toda la sociedad burguesa y con la cual la CCI colabora.

El antagonismo entre los intereses del proletariado mundial y los de la CCI resulta evidente. Para el proletariado mundial, es indispensable reconocer en la lucha del proletariado en el Perú, su propia lucha y ayer en la masacre de los proletarios presos en El Frontón, en Lurigancho, en Santa Barbara,... (masacre por otra parte que continua aumentando por la desaparición sistemática de combatientes proletarios), la masacre de sus propios hermanos, de sus propios compañeros. Toda la burguesía mundial tiene por el contrario interés en que dichas tremendas masacres dejen indiferente al proletariado internacional (y es necesario reconocer que esta es la situación que predomina hoy), en que en lugar de ver compañeros, hermanos de clase, el proletariado no vea en esas masacres que "estalinistas", "maoistas", "polpotianos", o/y de conflictos entre traficantes de coca. No hay ninguna duda que es este segundo polo de la alternativa que la CCI se sitúa.

Pero este tipo de posición de la CCI sobre el Perú es, en última instancia, la que siempre tuvo ese grupo en relación con todas las luchas importantes del proletariado fuera de Europa. La CCI nunca tomó posición clara y neta por el Cordobazo o más próximo de nosotros por el movimiento insurreccional del proletariado en Irán que logra la destrucción de uno de los ejércitos más importantes del mundo, el ejército del Sha. Dicha secta confunde sistemáticamente esos movimientos con "el peronismo" y "el islamismo". Ello es totalmente contradictorio con la apología acrítica que hace la CCI con respecto a toda huelga obrera que se desarrolla en su país, Francia. Así, en la última huelga de los ferroviarios fueron incapaces de criticar a fondo la ideología, las banderas, las debilidades, las estructuras podridas que dominaron a los proletarios durante la lucha. Y sin embargo, los mitos, las ideologías, los límites mismos del movimiento de obreros en Francia en los últimos tiempos no son peores que los de los proletarios peruanos que creen que Sendero es su propia alternativa.

La CCI es así totalmente "coherente" cuando sostiene en su propio país las manifestaciones sindicales con el pretexto de que el proletariado está presente, o cuando se hace cómplice de la represión del proletariado en otras partes bajo el pretexto de que el proletariado no esta presente, que solo se trata de "terroristas".

La verdadera coherencia de todo eso está dada por la concepción socialdemócrata eurocentrista y europeísta del mundo entero que supedita "las posibilidades de liberación de la humanidad a lo que puede pasar exclusivamente en los "países civilizados, lo que en los hechos significa la defensa de la Civilización Occidental y Cristiana y de la Raza Blanca Europea" (7).

Notas

(1) El lector puede leer una breve crítica de ese grupo en nuestro texto "Imponente masacre de prisioneros en el Perú, Solidaridad Internacional con el Proletariado y sus Presos en el Perú" en Comunismo N°22, Junio-Septiembre 1986. Por otra parte ese mismo texto ha permitida, a diferentes contactos nuestros, responder a las calumnias de la CCI.
(2) Nosotros rechazamos totalmente estos criterios, porque nos situamos fuera y contra "el medio" de la CCI, pero es un hecho que la CCI nos considera como formando parte de ese mismo medio de mierda en donde las diferentes sectas ofrecen su mercancía ideológica en búsqueda de compradores: "simpatizantes", "militantes"...
(3) Ver nuestro texto al respecto en "Contra el terrorismo de Estado, de todos los Estados Existentes" en Comunismo Nº23 Octubre-Enero 1986-87.
(4) Dichos grupos utilizan la misma terminología de todos los enemigos del proletariado: países centrales, países periféricos, tercer mundo, países desarrollados...
(5) Una de les cosas que a quienes no han participado nunca en un movimiento social subversivo del proletariado (la actual generación de proletarios y militantes en Europa) les resulta más difícil de comprender es la relatividad de todo encuadramiento formal en relación al movimiento real. En todo movimiento profundamente subversivo de la sociedad, una parte importante del proletariado lucha utilizando consignas o llamándose de tal o tal grupo, con respecto al cual no solo no tienen ningún contacto, sino de hecho no conocen. Decenas de miles de proletarios que se identifican hoy con Sendero no leyeron nunca un papel de ese grupo (empezando porque la mayoría de ellos no saben leer) y no tienen ninguna idea de lo que significa el estalinismo y/o el maoísmo.
(6) Dadas las dos dimensiones fundamentales del Partido, la histórica y la internacional, esta afirmación no debe ser comprendida en el sentido inmediatista. Sin extraer las lecciones de las luchas pasadas internacionales de la clase, sin programa, sin dirección internacional... ello es imposible; pero todas estas cuestiones no conciernen únicamente a los revolucionarios del Perú, sino que concierne a los comunistas del mundo entero.
(7) De nuestra denuncia de la CCI hecha en el artículo: "CCI Socialdemocratas y Pacifistas" publicado en el Boletín Nº3 Suplemento para España de Comunismo, 1984.


Subrayamos

Colombia: terrorismo de Estado e insensibilidad ciudadana


"... en el país no hay solidaridad permanente, hay una solidaridad de 24, 40 horas o de un minuto de silencio cuando matan un personaje.

Pero es que no matan un personaje todos los días, sino cada 20 o 30 días, y ahí es donde se conmueve la sociedad colombiana, pero se les olvida que todos los días están matando campesinos, obreros, sindicalistas y humildes personas del pueblo; yo, como Procurador, en este año he visto, con dolor, cómo llegan las madres, las esposas y los padres de los desaparecidos; hay una masacre de 20 ó 30 campesinos, la insensibilidad total. Solamente hay que matar al personaje, un ministro, un Procurador o yo no sé quién, para que la gente piense que tenemos que pensar en Colombia, que tiene que haber solidaridad. Las investigaciones no llegan a nada, porque los que ven los crímenes no declaran por miedo; estamos sitiados por el miedo, el país no puede dejarse acorralar por los sicarios y los bandidos, pero lo grave es que ya ni los sicarios tienen que taparse la cara para matar. Porque tienen como cómplice al ciudadano temeroso y cobarde que no declara y no señala al delincuente. Anteriormente el que iba a cometer un delito se tapaba la cara al menos, ya no lo hace; ya lo hace a la faz de la luz del Sol y de la Luna; todo el mundo ve quién comete el delito, pero nadie ve ni oye. Entonces, cuando al Procurador le piden qué hay de las investigaciones, Procurador; mandamos a los funcionarios que hacen la vigilancia judicial de los procesos y se encuentran con el drama desolador, que el juez únicamente tiene el acta de levantamiento del cadáver y la necropsia, porque nadie declara y nadie ve nada.

Vemos matar al vecino y quedamos callados; como no es conmigo, que importa. En el país está surgiendo una solidaridad de clase; únicamente nos duele los de nuestra propia clase y no miramos al vecino. Mientras el país no piense que tenemos que salvar a Colombia solidariamente venciendo al miedo, le va a pasar a Colombia y aquellas personas que creen que no tienen obligación de denunciar el crimen de su vecino, porque no es con él, y por eso yo quiero recoger esto de Bertolt Brecht, cuando escribió: 'Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó porque yo no era; en seguida se llevaron a unos obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco era; después detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó porque yo no soy sindicalista; luego apresaron a unos curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó. Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde'. Y el Procurador le dice al Senado y al pueblo colombiano, hagamos algo, ojalá que no sea demasiado tarde.

Carlos Mauro Hoyos, Procurador General de la Nación.
Extracto de la intervención en el Senado el 29 de septiembre de 1987. Fue ASESINADO el 25 de enero de 1988.


Cisjordania, Gaza, Jerusalén...

La burguesía prepara en respuesta a la lucha del proletariado la masacre


Todas las fracciones burguesas mundiales, desde la OLP a Regan pasando por los Estados de Israel, de Siria, de Egipto y Cía., pretenden hacer de las luchas en Gaza, Cisjordania, Jerusalén, etc., un problema estrictamente "palestino". El ruido de los tanques, el garrote y la tortura, los discursos y las "conversaciones de paz" se hacen en nombre del "derecho o no" a "la autodeterminación del pueblo palestino".

Pero cuando en Gaza, en Cisjordania, en el Líbano o en otras partes, cuando en los campos de concentración en los que tan generosamente (!) han amontonado a los llamados "refugiados palestinos" (que en realidad se trata de parias venidos de Palestina, Siria, Irak,... Afganistán o incluso Pakistán), el grito de lucha se hace incontenible, cuando la sublevación contra las espantosas condiciones de vida que le son impuestas se hace mundialmente inocultable, de lo que se trata no es ni más ni menos que de la vieja lucha de clases, de una clase que si bien ahí la condición de proletaria es aún más exacerbada (apátrida, sin ninguna otra cosa que su pellejo para vender, etc.) es exactamente la misma clase mundial que se encuentra en todos los campos de concentración del mundo capitalista, desde los campos de la muerte, las prisiones, los establos denominados tan pomposamente "hogares para trabajadores inmigrados", como las favelas, las villas miserias, las barriadas,... o más simplemente esas prisiones del trabajo denominadas: fábrica, minas, empresas,...

Desde hace siglos Palestina ha sido una zona de atracción de capitales y de una gran importancia estratégica; la historia de esta franja de tierra, arrinconada entre el mar y el desierto, codiciada por fracciones burguesas del mundo entero, pasó por diferentes momentos de conquista y guerras de rapiña realizadas sobre las espaldas de los proletarios encorvados por el trabajo, o arrodillados en las trincheras, y luego de los cuales tratados, pactas y compañía... venían a ratificar las relaciones de fuerza en esta zona. Uno de los últimos fue el tratado que da lugar a la creación del Estado de Israel, confirmado en la función de gendarme garante del orden capitalista en toda la región, por la guerra de 6 días en donde este Estado se anexa además el control de Cisjordania, Gaza, Jerusalem Este y el Golan.

Además, históricamente, contra las diferentes olas de expropiación por las cuales capas cada vez más amplias de la población fueron desposeídas de todo, deportadas, expulsadas, encerradas en campos bajo el control militar permanente, cuando no eran simplemente masacradas masivamente y dado la importante mezcla de proletarios de orígenes geográficos tan diversos esta franja territorial del Medio Oriente tuvo una tradición de intensas luchas proletarias que marcaron toda la historia de la primera mitad de nuestro siglo: 1921, 1925, 1929, 1933, 1936...

La burguesía mundial en todos los casos respondió, según el nivel de la lucha proletaria, sistemáticamente con la represión feroz. Así, por ejemplo en 1936 después de seis meses de huelga general que paraliza los puertos y se extiende hasta la refinería de petróleo de Haifa, luego de tres años de lucha en la campaña contra los terratenientes palestinos, ingleses, sionistas,... Los jefes del Estado de Arabia, Irak, TransJordania, comenzaron a preocuparse por el desarrollo casi insurreccional de la lucha y exhortan a la "gran nación árabe en Palestina para que encuentre la paz, y ponga fin a la huelga y a los disturbios", discurso que se tradujo en el asesinato de más de 5.000 huelguistas, y la detención de otros 6.000, realizado por los ejércitos árabes, ingleses y sionistas.

En el 48, concluida la guerra árabe-israelí, el ejército israelí ocupa Palestina: expulsión general, destrucción de ciudades enteras,... para dar lugar al sionismo organizado a nivel del Estado. El Estado de Israel, desde su consagración con la masacre de Deir Yassine en el 49 da el tono: para los proletarios con los que la burguesía no puede contar por no identificar a sus intereses y sacrificarse por la causa sionista, es el éxodo forzado. Se dislocan las familias y se las empuja hacia Cisjordania y Gaza, los que intentan resistir son brutalmente masacrados.

Las miras expansionistas del Estado de Israel no se limitaron a esto. En el 67, más del 10 % de la población en Israel (96.000/950.000) está en paro, capitales y capitalistas se retiran del país. Los Estados vecinos ven, con mucha ambición, el debilitamiento de su rival, pero la guerra de 6 días pone término estas codicias. El ejército israelita ocupa Gaza y Cisjordania. Otra vez, miles de proletarios se encontraron obligados al exilio y escapan hacia el Líbano y Jordania, pero en todos lados eran los indeseables, y fueron amontonados en campos militarmente vigilados.

Estas concentraciones proletarias, que revientan de miseria, superpobladas y sometidas a las peores brutalidades represivas... amontonadas en las fronteras, son, desde entonces, algo parecido a una granada lista a explotar que los diferentes Estados concernientes se lanzan. Pero hay una cosa en la que todos los Estados de la región han demostrado coincidir objetivamente que la única "solución" a este problema es el genocidio.

Por el momento esta fuerza de trabajo disponible y barata sirve de ejército de reserva contratado ocasionalmente para los peores trabajos y despedida sin gastos y sin problemas.

Pero estas condiciones de vida, sean bajo la "administración" egipcia, jordana de las fuerzas de la ONU, sirias, libaneses o israelitas, (en participación o no del Ejército Francés, Italiano, Norteamericano, etc).... sólo han podido ser mantenidas por el estado de sitio cuasi permanente y las sucesivas masacres. Y esto porque la producción y reproducción de masa de proletarios, en estos campos, excede ampliamente a las necesidades industriales de reserva del capital y porque constituyen un potencial de lucha, por su enorme concentración, muy peligrosa para la burguesía.

Ese terrorismo de Estado contra el proletaiado ha sido sistemáticamente dosificado por los diferentes Estados de la región (sosteniendo o completando la labor del ejército de Israel) liquidando militarmente toda tentativa de generalización y toda aspiración de unificación de ese odio de clase -del proletariado "palestino" y "no palestino"- contra el conjunto de las fuerzas burguesas en la región.

En 1970, mientras Israel concentra las tropas en la frontera del río Jordán para que nadie se escape, es el Estado de Jordania que realiza la impresionante masacre que se conoce con el nombre de Septiembre negro, en la cual solo en la ciudad de Aman se asesinó a 20.000 personas en base a un bombardeo sistemático, de escuelas, hospitales, mezquitas, edificios a los cuales acudía el proletariado para protegerse cuando sus casas habían sido arrasadas; mientras que en el mismo momento Arafat y otros representantes y organizaciones "representantes del pueblo palestino" viajaban por todo el mundo árabe para asegurarles que ellos eran totalmente inocentes (¡lo que era cierto!) con respecto a los enfrentamientos que habían precedido esa masacre.

En 1971 en nombre de una campaña "antiterrorista", los reservistas que mantienen el orden en Gaza fueron remplazados por unidades de élite de paracaidistas. Gaza fue cortada en sectores y rastrillada, las plantaciones que obstaculizaban el rastrillaje de la ciudad fueron arrasadas, las casas que se encontraban en callejuelas estrechas fueron destruidas para permitir el acceso de los blindados a los campos de refugiados, obligándose así a miles de proletarios expropiados a amontonarse en otras partes de la ciudad. Los paracaidistas allanaron casa por casa, cada sótano, susceptible de albergar "terroristas", fue sellado con hormigón.

En junio de 1976 estallan toda una serie de huelgas, manifestaciones, revueltas en los confines de los Estados libaneses, sirios, jordanos e israelitas. Después de las tentativas infructuosas de diversas formaciones de la OLP para desarmar el movimiento, estas se retiran para dejar la organización de la masacre de Tell-el-Zaatar a los ejércitos sirios y libaneses. Durante 52 días los proletarios de los campos resistieron a la ofensiva militar, resistencia que solo fue posible gracias a la ayuda de los proletarios de Jordania y del Líbano que organizaron acciones de solidaridad, de sabotaje, de aprovisionamiento de agua,... Y el hijo de puta de Arafat, después de haber rendido homenaje a diferentes jefes de Estado, vuelve y les dice a los proletarios que se ocuparan de sus muertos, que si el número de estos era enorme fue porqué no se siguieron sus consignas!!!

En 1982, cuando los ejércitos israelitas invadieron el Sur del Líbano, el objetivo era claro: destruir la nueva ola de manifestaciones que estallaron de manera concomitante en todos los principales campos de Cisjordania, Gaza y el Líbano. El Estado libanes, transformado en receptáculo de todas las tensiones del Medio Oriente se encontraba totalmente debilitado, desgarrado entre las diversas fracciones que, sin pretender rivalizar con Israel, intentaban obtener una mejor situación en la correlación general de fuerzas de la región, preparando así, las negociaciones que, inevitablemente, un nuevo período de estabilización impondrían. Las demostraciones de fuerza entre estas fracciones rivales de la burguesía, compiten entre ellas para demostrar quién hace mejor el papel de sanguinario guardián del orden: Sabrá, Chatila,Bourj el Brajneh,... "campos" que aún hoy día son constantemente bombardeados por uno u otro bando. Guerra en la cual las milicias "chitas", "cristianas", "drusos" (unas principalmente apoyadas por el Estado de Siria, las otras por el Estado de Israel), diferentes componentes de la OLP,... se disputan el honor de amontonar el número más grande de cadáveres de proletarias no únicamente "palestinos" sino de cualquier origen, "identidad", etnia o religión! Los asesinos no dudan en hacer alarde de sus sangrientos crímenes, el general Rabin afirma en la Knesset respondiendo a las críticas de "derecha", que: "Yo he expulsado tres veces más de palestinos que ustedes, el Likud" (diciembre del 87). Hoy día, un número cada vez más importante de burgueses del mundo entero se dan cuenta que la cuestión de los campos resulta cada vez más insostenible, lo que no es el producto de un halo de humanidad que hubiese enternecido el corazón de aquellos que, desde siempre, solo responden al metálico y frío dinero, sino porque para todos ellos es claro que la situación puede transformarse en "incontrolable" incluso para las fuerzas de la OLP! Un militar israelita, miembro del Kiboutz Beit Gouvrin, declara: "La explosión es inevitable, esta situación vergonzante de pobreza es el ingrediente de una bomba de tiempo".

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Hoy día, desde los "territorios ocupados" (Cisjordania y Gaza) parten todos los días cerca de 120.000 obreros para trabajar en Israel. Todavía es de noche cuando los camiones vienen a buscarlos y será ya de noche cuando los despositan, con la prohibición formal de permanecer en Israel. El salario que se les da es la mitad que el que recibe un obrero de nacionalidad israelita, más del 40% de lo que ganan regresa al Estado de Israel bajo la forma de impuesto.

En Jebalya, campo de 45.000 refugiados en Gaza, el campo es un laberinto de callejuelas que en muchos casos solo tienen 80 cm. de largo. Las alcantarillas desbordan, la densidad de la población es una de las más elevadas del mundo, siempre hay gente en las calles, los niños corren con los pies desnudos en una alfombra de botellas y de pedazos de hierro oxidado. Los barcos pesqueros tienen obligatoriamente que ser pintados de color amarillo vivo para ser fácilmente identificados y se prohíbe a los pescadores alejarse más de 12 km. de la costa.

En Deishe (Cisjordania) y también en Napluse, todas las callejuelas del campo fueron obturadas con toneles de hormigón para obligar a la gente a entrar por la misma vía de acceso. Por la noche se alumbra el campo con proyectores y la ruta queda totalmente trancada con alambres de púas. Cotidianamente: prohibición de salir del campo, obligación de permanecer durante horas parados, bajo un sol insoportable y sin agua, allanamientos inesperados, registros corporales, interrogatorios en las noches... Represalias permanentes, en las que se destruye todo con bulldozer o se dinamitan habitaciones, hospitales, escuelas.

Y, cada vez más: son los colonos que se encargan de las expediciones punitivas, con fusiles 22 atacan a todo aquel que se atrevió a lanzar piedras o aquellos que merodean cerca de sus propiedades.

Hoy, es la primera vez en la historia de los enfrentamientos en los "territorios ocupados" que la participación en las manifestaciones es tan masiva, y que el desbordamiento de la OLP es tan general. Dicha fuerza es, a pesar de ello, la más potente en el control de las masas capacitada para transformar esta lucha contra las condiciones miserables de vida que tienen que soportar estos sectores del proletariado mundial, en una lucha de conquista de territorios, de defensa de un Estado, de liberación nacional con connotaciones anti-imperialistas, es decir para hacer de esta lucha una guerra fraticida en la cual el proletariado "palestino" y los proletarios "israelitas" o "libaneses" o "sirios", "jordanos", "egipcios", "irakies"... se matan en beneficio del capital.

Es también la primera vez, en esta época, que las manifestaciones de solidaridad con la lucha de los proletarios de Gaza y Cisjordania desbordan las fronteras y se extienden desde Jerusalem Este hasta el Cairo...

En el Líbano, donde la burguesía creía haber eliminado el peligro proletario a través de la liquidación sistemática de los proletarios amontonados en los campos, los motines del año pasado y las huelgas actuales, solidarizan a miles de proletarios de diferentes orígenes (nacionalidad ó religión) lo que demuestra la realidad internacionalista de la lucha proletaria, y que no se trata del "problema palestino".

El nivel de vida del proletariado es tan espantoso (bombardeos sistemáticos, hambre, salarios en extremo miserables...) que durante los motines del pasado verano los proletarios linchaban a los calificados como "dolarizados" y demolieron bancos, casas de cambio... en fin todo lo que simbolizaba el dinero, la riqueza cruelmente acumulada sobre sus espaldas y de la cual están privados.

Cuando en el Líbano, el proletariado lucha por sus intereses inmediatos defiende, al mismo tiempo, los intereses de la lucha de los proletarios en Cisjordania, Gaza y Jerusalen-Este; todos llevan adelante una misma lucha contra las condiciones drásticas de vida heredadas de tantos años de guerra, de la guerra perpetua que la burguesía lleva contra el proletariado contra su fuerza de clase; es decir contra el proletariado forjando su comunidad de lucha para terminar con su condición de clase explotada.

Si insistimos sobre la real existencia del internacionalismo proletario en estas luchas, no es para ocultar la gran debilidad de la lucha, que es justamente la de no reconocer esta identidad de intereses y, consecuentemente, la no centralización de sus fuerzas. No es la combatividad, ni la masividad que hacen falta, sino la determinación clara de contra quien se lucha, la definición neta del enemigo de clase. Enemigo que la burguesía, a través de su democracia y de sus diversos representantes: sindicatos, partidos, frentes de resistencia,..., trata de hacerlos cada vez más difusos.

Así, cada vez que el movimiento se radicaliza, la OLP se subdivide en todas las tendencias que se requieren: de izquierda como de derecha, pro-sirios o pro-irakies,... islámicos o cristianos, cada cual más extremista que el otro. Todo este teatro es montado para que toda crítica, todo distanciamiento con respecto a su dirección, a sus objetivos de lucha, no salgan del marco de la defensa del Estado palestino. Y, si a pesar de todo este abanico de formaciones, digna de toda representación parlamentaria, se desdibujan tendencias clasistas en rompimiento con el nacionalismo, y que intentan organizarse fuera y contra de la OLP (que tiene su propio ejército, prisiones,... como todo Estado que se respeta) esta responde con la tortura, con la prisión, con la persecución sistemática y con el asesinato.

Hoy día, en el interior de este marasmo democrático-nacionalista-de resistencia o de liberación,... no pareciera perfilarse (1), después de semanas de enfrentamiento, una ruptura que exprese explícitamente la tendencia real a la autonomía de clase. Los enfrentamientos son desordenados, sin objetivos precisos, sino el de atacar al enemigo inmediato y fácilmente designado: las fuerzas represivas del Estado de Israel. Pero esta falta de perspectiva corre el riesgo de agotar la combatividad proletaria; las consignas de la OLP de resistencia pasiva materializan, evidentemente, este objetivo que permitiría, a mediano plazo, otro "arreglo del conflicto" a través de una nueva masacre.

A pesar de todas estas debilidades de la lucha, todos los Estados temen la desestabilización del orden capitalista en esta región y que Jerusalem, después de Beyrut, se transforme en otro punto de concentración de todos los conflictos en el Medio Oriente, perspectiva que sería nefasta para la burguesía mundial por la misma posición particular del Estado de Israel en la región. En efecto, la función de gendarme, atribuido (y muy bien asumida!) solo es posible si este mantiene una cohesión interna, una paz social relativamente bien establecida (2).

Si el proletariado israelí, como consecuencia de la extensión del movimiento a Jerusalem-Este, comenzara a reconocer en la lucha de sus hermanos de clase en Jerusalem, Gaza, Cisjordania, Líbano,... su propia lucha, esto sería el fin de la función específica del Estado de Israel. Ya los dos años de servicio militar obligatorio, que tiene que soportar la juventud en Israel, no son bien aceptados y con el desarrollo de los conflictos, el Estado comienza a temer que "el ciudadano se oponga al soldado", "el civil al militar", que al interio de su ejército (históricamente uno de los más fuertes del mundo, pero también muy sometido a prueba últimamente) se desarrolle la insumisión, el rechazo de ir a combatir! El problema actual de la burguesía mundial es que ningún Estado está realmente capacitado a tomar el relevo.

Por su parte el Estado de Israel afirma sus propias calidades. Históricamente, por su "firmeza" por su capacidad de "agresión" y de represión feroz, lógicamente posible por una unidad nacional excepcional, verificada especialmente en la guerra de los seis días y las sucesivas olas de represión antiobrera que fue no solo confirmada su función internacional específica sino extendida a toda la región; lo que al mismo tiempo implicó un nuevo y gran aflujo de capitales de la "diáspora" y del mundo entero.

Si hoy día existen discrepancias al interior del gobierno israelita entre "halcones" y "palomas" es porque la gestión de los territorios "ocupados" plantea cada vez mayores problemas al Estado. Se hicieron sugestiones secretas a Egipto para que tomase el control de Gaza (como antes del 67) pero dicho Estado no aceptó. Nadie quiere ocuparse de esta masa de proletarios de la cual más de la mitad (51,3%) nació durante la ocupación y fue educada en el odio hacia el Estado Israelita y que están dispuestas a reproducir este odio frente a cualquier otro ocupante. Y si hoy la ONU hace algunas declaraciones humanistas y críticas del Estado de Israel no es para condenar la represión de la lucha proletaria, pues el debate verdadero es ¿quién puede encargarse de aplastar de una vez por todas las posibilidades de explosión de lucha concentradas en estos campos, sin que dicha recrudescencia de la represión constituya un factor de endurecimiento y extensión de la lucha en toda la región?

Cuando más habla la burguesía de paz, más está preparando la guerra. Todos los planes de paz de la burguesía mundial, como sus cumbres de Hafez -el Assad a la de Ammán, de Damasco a Alger..., confirman el papel de gendarme del Estado Israelita en esta región. Evidentemente, su paz es la paz de los cementerios. Para la burguesía el aplastamiento de todos los bastiones proletarios de la región es la condición necesaria para la estabilización de la situación y para la reorganización del proceso de valorización de los capitales. Cuando la burguesía congela por un tiempo las relaciones de fuerza establecidas entre todas las fracciones burguesas, la paz capitalista, la paz social, le permite relanzar su búsqueda desenfrenada del beneficio a partir de una explotación cada vez más violenta de la fuerza de trabajo de los proletarios.

Cuando en los llamados territorios ocupados, sobre una población de más de un millón y medio, 60 mil colonos sionistas, alrededor de 4% de la población, poseen el 28% de las tierras (en las cuales trabajan como peones los proletarios expropiados) y gozan de subvenciones del Estado, cuando los otros ven partir, lo poco que reciben, al Estado bajo la forma de impuesto; cuando unos disponen de 27.000 m de agua por cabeza y por año, y los otros no pueden tener más que 200 y pagan cuatro veces más caro,... cuando los que gozan de estos privilegios son casi exclusivamente de nacionalidad israelita y los que revientan en la miseria son "refugiados",... es decir, cuando la división en clases se entre mezcla con una separación voluntaria burguesa de las "identidades nacionales", las condiciones existen para distorsionar el odio de clase en un odio a-clasista, es fácil distorsionar el odio de todos estos proletarios "refugiados", "palestinos" y otros en un odio del Israelita, sin distinción de clase, sea este burgués o proletario.

Lo mismo sucede en el África del Sur donde los proletarios son mayoritariamente negros y los burgueses blancos, la burguesía mundial explota esta situación y nos habla de racismo del "apartheid" para ocultar el antagonismo de clase a través de una polarización racial. En el Medio Oriente, la burguesía y su vanguardia la OLP, intenta transformar el antagonismo de clase en una polarización nacionalista, en un conflicto entre israelitas y palestinos, en un problema de compatibilidad o no de coexistencia de dos "pueblos".

Para la población de los "territorios ocupados", en donde la proletarización más terrible corresponde al hecho de ser deportado, es también fácil de hacerle creer que la desgracia de su suerte es debida a la falta de nacionalidad.

Para esta población que tuvo que sufrir la represión sangrienta realizada por un ejército "extranjero", es fácil hacerles pasar las fronteras de clases por fronteras territoriales y, consecuentemente, la lucha contra las condiciones de vida que se les impone por una lucha de "liberación nacional".

En los campos, desde la más tierna infancia los niños gritan "Viva la OLP", "Palestina vencerá", etc. desde que perciben un soldado israelita. En Gaza un refugiado, respondiendo a un periodista, muestra su permiso de circular en el cual se ha puesto un sello "UNDEFINED" (indeterminada) en la rúbrica "nacionalidad"; para luego decir: "No soy nada, no existo".

Pero lo que el proletariado "undefined" debería darse cuenta es que lo que está escrito en su pasaporte es: proletario no rentable - debe eliminársele. Efectivamente, para el capital no existen más. Y si hoy el capital se encuentra molesto es porque estos proletarios, cuya fuerza de trabajo no le interesa, luchan, porque expresan la existencia de la clase proletaria.

"Los proletarios no tienen patria, no se les puede quitar lo que no poseen." (Marx)

A los proletarios del mundo entero: cualesquiera sean las identidades nacionales con los que nos aturden, el "Estado", la "bandera", no son otra cosa que el espacio de nuestra explotación: ¡¿Qué coño cambia que seamos explotados por burgueses auténticamente palestinos o israelitas?! Todos los Estados del mundo deportan, meten en sus prisiones y asesinan a los proletarios según las necesidades del desarrollo de sus capitales. El beneficio es quien manda. El Estado Palestino será, como todos los Estados del mundo, un Estado de la burguesía CONTRA el proletariado. Si mañana los "refugiados", los "undefined" adquieren la nacionalidad, el derecho de voto, etc. dicho título de ciudadanía nada cambiará, sino que ocultará el hecho de que los proletarios tienen el derecho de callarse, producir, escupir valor para enriquecer un mundo del cual siempre serán excluidos.

Hoy día, la burguesía mundial tiene miedo y por eso reflexiona seriamente (lo que no excluye la posibilidad de otra masacre) sobre la posibilidad de darles un derecho de ciudadanía a los "refugiados" de Gaza y Cisjordania. Miedo de la extensión de la revuelta proletaria y del cuestionamiento de los Estados de la región, miedo que los proletarios de Israel, Palestina, Líbano, Siria y otros lugares vean en sus luchas una única y verdadera comunidad, la del enfrentamiento contra el Estado.

Hoy la burguesía reflexiona a propósito de la ciudadanía, pretendiendo con eso apaciguar por un tiempo los antagonismos de clases, dando la ilusión a los proletarios que obtener una mejoría en este mundo. Pero la única cosa que habrá cambiado es el color de las banderas bajo las cuales seguirán trabajando como mulas, bajo las cuales vivirán miserablemente, cada vez más desposeídos, bajo las cuales irán a las guerras por intereses que no son los suyos,...

Cuando los proletarios gritan "Viva la OLP, Palestina vencerá” y aspiran a elegir sus propios verdugos; en realidad están elevando gritos que están en contradicción antagónica con sus propios intereses de clase y están, así, lanzando las consignas que entierran sus propias luchas.

La OLP y sus diversas formaciones constituyen una de las primeras fuerzas operantes de la burguesía. Cuando estos organizan los comités de lucha, de defensa de refugiados, cuando participan en los enfrentamientos,... el objetivo que persiguen es el de controlar el movimiento para desviarlos, conducirlos al impasse, extenuarlo y PARA AISLAR A LOS PROLETARIOS MAS COMBATIVOS Y ENTREGARLOS A LA REPRESIÓN, israelita, si es posible,... para alimentar la polarización!

Solo es necesario constatar que hoy en día, la OLP, teniendo todos los medios militares para hacerlo, no arme la lucha, sino que juegue la siniestra carta de la masacre de un pueblo desarmado. Arafat y todos los demócratas del mundo ante la extensión del movimiento, saben que el mismo es inocultable y prefieren, claro está, hacer el espectáculo de la condenación de la represión, tomando el caso de tal o tal niño que torturaron hasta la muerte. Si directamente boicotearan la información, correrían, claro está, el peligro de que el movimiento terminase asumiendo y expresando su carácter proletario e internacionalista. Es precisamente contra ello que la burguesía ha dado su versión de los hechos.

De lo que se trata, para la burguesía, es de legitimizar la revuelta de un "pueblo" contra una flagrante "injusticia social" y por ello preservar la imagen mayoritaria y mártir de la lucha. Para ello, la imagen espectacular de la piedra lanzada contra un tanque es muy eficaz. Es decir, mientras el proletariado no tome la iniciativa de organizar y armar su lucha, no podrá ir más lejos que una simple explosión sin perspectivas, lo que permitirá a la burguesía continuar adulando las debilidades del movimiento, con la apología de todo lo que va en contra de la lucha, de todas las ilusiones democráticas, pacifistas nacionalistas. Cuanto más se mantenga esta imagen, cuanto más asegurado esté el monopolio estatal de armas (y la OLP es un Estado!), más se destruye la perspectiva proletaria y la burguesía dejará caer una pequeña lágrima a causa de la triste vida de estos proletarios.

Esta es la misma respuesta de la OLP. En primer lugar, la OLP no arma la lucha porque armarla puede ser verdaderamente peligroso para la burguesía, visto el nivel de combatividad proletaria, y segundo, porque Arafat obtiene de esta situación muchas ventajas políticas. Por un lado, corteja a todos los jefes de Estado, demostrándoles que él es es capaz, como lo otros jefes de Estado, de tomar el control de las luchas, de dirigirlas según las necesidades del capital, dejando la puerta abierta a uno u otro colega para operar una masacre nocturna que finalice el aplastamiento: es decir asegurar la paz social a cambio de una mayor proporción en la repartición de la torta. Por otra parte, pone en la balanza de las negociaciones, la posibilidad de armar la lucha para hacerle comprender a sus competidores que no solo su palabra tiene que ser respetada, sino que también tiene las armas que hacen valer su palabra.

Frente a todas estas maniobras politiqueras, en donde cada solución propuesta es sinónimo de masacres de centenas o de miles de proletarios, se desarrolla el integrismo islámico que por sus perspectivas radicales, recluta grandes masas de jóvenes proletarios que jamás pudieron ver otro horizonte que el de sus "campos" alambrados y por ello se reconocen difícilmente en las perspectivas de "reencontrar sus tierras ancestrales", y que desde el nacimiento se mezclaron con inmigrantes de todo el Oriente, lo que desacredita los discursos nacionalistas y los hace más permeables a la dimensión universal del islamismo.

Hoy día la burguesía trata de captar el interés de la opinión pública hacia los "pobres desheredados" de los "territorios ocupados". La comisión de los derechos del hombre de la ONU... todo el mundo, se asocia para evitar que se trasluzca que la situación de los campos de refugiados de Gaza, Cisjordania,... es la misma que los de Soweto en África del Sur o las mines en Bolivia y que... o gran mito de la historia que no se puede tocar... los campos de concentración de la guerra del 40-45, célebres en Alemania pero que también existieron en Francia, Inglaterra, Rusia y con los que los Estados de todo el mundo colaboraron.

Es la propia existencia del capital la que produce estos campos. Ninguna "nacionalidad" de proletarios ha podido escapar al privilegio del genocidio. Es la única salida burguesa que se le reserva a la masa de proletarios excedentarios... en relación a las necesidades del capital y de su ejército de reserva... sea cual sea su origen, "palestinos", "judios", "argelinos","bolivianos", "argentinos",...

Los proletarios apátridas de Cisjordania y de Gaza concentran toda la condición proletaria; toda la historia de expulsiones, migraciones, amontonamientos, desposesión, explotación, exterminación, del proletariado del mundo entero. Si la burguesía se esfuerza en otorgar una patria a estos proletarios es porque ellos, por su propia tradición de lucha, representan el futuro del movimiento proletario. Y es a esto que le tiene terror la burguesía; por ello larga una campaña mediatizadora; por ello la OLP no arma a al movimiento.

Si en este texto hemos trazado las condiciones de vida de los proletarios en los campos no es para llamar, como lo hace la burguesía, a la piedad para que se viertan algunas lágrimas,... sino porque estas son la forma exacerbada de las que vivimos aquí y en todo el mundo.

Desde los comienzos del movimiento, la burguesía, a pesar de que tuvo que reconocer la espontaneidad, masividad y desbordamiento de las estructuras de encuadramiento de la OLP, acusó a esta última de fomentar la revuelta. Esto hacía de la OLP "los promotores" y los representantes de los mártires lo que permitía la identificación de la lucha con la causa de la OLP. La imagen, así recreada, es favorecida por el hecho de que la burguesía está realmente dividida en fracciones concurrentes y que Israel lleva adelante una guerra contra la OLP.

Pero a pesar de todo lo que busca potenciar la burguesía, el movimiento de lucha del proletariado representa el futuro del movimiento proletario por no ser "palestino" porque desborda el encuadramiento de la OLP, porque lleva en si la perspectiva del desbordamiento de las fronteras de los "territorios ocupados", porque puede desarrollar su autonomía de clase situándose afuera y contra de todas las tendencia de la OLP y del Estado burgués mundial, porque es una expresión de la lucha del proletariado mundial CONTRA la burguesía mundial.

Notas

(1) Puesto que la información que tenemos es la que la burguesía filtra.
(2) Paz social, históricamente asegurada por el hecho de que el Estado de Israel fue constituido sobre la base del sionismo. Desde sus inicios fue un Estado de voluntarios, cada componente era minuciosamente seleccionado; todo esto implicó, como ya lo dijimos, la expulsión de poblaciones que por su misma historia no podían Identificarse con la causa sionista.



Nos hablan de paz... (1)


Con el tan cacareado acuerdo Reagan-Gorbatchev, acerca de tales o tales otros misiles, los proletarios del mundo entero debieron soportar otra salva espectacular de nuevos discursos sobre "La PAZ" (2) y acerca de los avances hacia ella. Gorbatchev y Reagan, Jean Paul y Walessa, Alfonsín y Fidel Castro, Ayatolah Komeni y Gemayel, Alan García y Ortega, Felipe Gonzales y Pinochet, Simón Peres y Yaser Arafat, Amnesty Internacional y la ONU, nos hablan de paz. Todos, absolutamente todos los Estados del mundo, todas las instituciones del Estado, todos los personajes de esos Estados, nos hablan de Paz. Todos, absolutamente todos los partidos del orden tienen en la boca la palabra paz para escupir cotidianamente. Las iglesias, los sindicatos, las policías, los ejércitos, los jueces, los sociólogos, los empresarios, los medios de comunicación del mundo entero, HABLAN, HABLAN, Y HABLAN DE PAZ.

Si hubiese una relación directa entre lo que tan importantes señores dicen y lo que hacen, la paz universal reinaría. Pero dejemos por ahora de lado la clientela de Papa Noel, la Cruz Roja, Amnesty Internacional, las Iglesias o los Sindicatos,... es decir aquellos que creen en lo que' tales individualidades dicen de sí mismos.

Nosotros, proletarios que escuchamos mil y una vez esos cínicos discursos, nosotros que no creemos ni podemos creer en ningún otro mundo idílico que el que existe y soportamos, nosotros que vivimos el yugo cotidiano de la explotación despiadada hasta la exterminación de la vida misma, nosotros que constatamos en cada instante que millones de hermanos se matan en diferentes partes del mundo en la barbarie civilizada de la guerra entre Estados, nosotros que no olvidamos ni podemos olvidar las carnicerías de las guerras generalizadas a nivel internacional, nosotros que sabemos que hoy mismo en este minuto en todos los minutos, están reventando de hambre y miseria niños, viejos, adultos, mujeres y hombres... ejecutados por el mismo sistema capitalista que engloba todos los países, nosotros que vivimos los sacrificios que acompaña cada llamado de paz, nosotros que constatamos que la superproducción de los discursos de paz (o de los planes de paz) es directamente proporcional a la superproducción de medios de guerra, nosotros no podemos contentarnos con no creer lo que nos dicen los pacifistas de este mundo, NOSOTROS ESTAMOS OBLIGADOS A COMPRENDER QUE SUS GRITOS DE PAZ Y QUE "SU PAZ" ES SIEMPRE UNA GUERRA CONTRA NOSOTROS

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En efecto, hay, por así decirlo, en primer lugar, un hecho digamos "evidente", que todo proletario constata: ellos mienten, todos los pacifistas del mundo mienten.

Cada uno de nosotros, bien o mal, sabe que una cosa es lo que los hombres dicen de sí mismos y de su institución y otra totalmente diferente lo que ellos son y hacen en la realidad, en la práctica. En nuestro caso, basta con constatar que son precisamente los que hacen la guerra capitalista los que más hablan de paz, basta saber, que el mejor argumento de cualquier fábrica de armas es el de "mantenimiento de la paz"; que el Estado Ruso envió sus tropas a Afganistán con el mismo argumento que ayer Hitler y Stalin se repartían Polonia, o que el Estado Norteamericano bombardeaba Hiroshima, Nagasaki, Dresde, etc.: "el mantenimiento de la Paz"; que la masacre realizada por el Estado de Israel en Gaza, en Cisjordania, en el Líbano, se hizo -y se hace- por la paz y también que la paz es la que sirve de bandera en las sucesivas intervenciones, en todos los continentes, del Estado USA, Inglés, Francés, Cubano, etc., basta recordar en fin que se trata de la misma Iglesia, de los mismos Partidos, de los mismos Sindicatos, que ayer, en nombre de la misma historia de la paz, enviaron a millones de seres humanos a las carnicerías imperialistas, los que hoy nos hablan de paz; para darse cuenta que estamos frente a una gigantesca y cínica mentira organizada de una sociedad en putrefacción. Dicho de otra manera, es suficiente observar su práctica para constatar y poner en evidencia que su discurso es una mentira, basta con denunciar su práctica social para evidenciar que cada una de sus palabras de paz es una mentira.

Sin embargo, esto no es suficiente, si todo fuese una simple mentira la cuestión sería simple. Pero no es así, detrás de todos esos discursos sobre la paz existe "otra verdad", más importante y trascendente, más profunda y decisiva para la organización de nuestra clase. En la línea de siempre de nuestra acción, tendiente a poner al descubierto la realidad para contribuir y dirigir el movimiento de autonomización de nuestra clase, nosotros insistiremos aquí sobre esta "otra verdad".

¿PORQUE TODOS NUESTROS ENEMIGOS NOS HABLAN DE PAZ?

Volvamos a comenzar por lo que se constata a diario. La situación económica y social de nuestra clase se agrava, la represión de nuestra lucha sigue el mismo curso, la burguesía se muestra cada vez más incapaz de realizarse como clase (acumular indefinidamente) sin aumentar nuestra miseria, y al mismo ritmo los discursos de paz se multiplican. En la misma medida que los estallidos de guerra imperialista se desarrollan, los discursos acerca de la paz se multiplican. Hay evidentemente una relación precisa, entre la realidad y lo que ellos nos cuentan, entre la crisis, la guerra y los discursos de paz, aunque dicha relación no sea la que aparece frente a la opinión pública, sino su antagónica.

La crisis capitalista, no tiene otra solución capitalista que la guerra de destrucción capitalista: la crisis capitalista, cuyas manifestaciones bursátiles y financieras resultan ya inocultables, empuja a cada capital a hacer saltar la guerra comercial que se libran en permanencia fuera de su propio cuadro; o mejor dicho a prolongar la competencia al plano militar. Las diversas fracciones burguesas necesitan hacerse su guerra. Pero si bien, esta guerra es exclusivamente la de ellos, en el sentido de que está directamente originada en el sistema burgués y en el de que solo la burguesía tiene algo a ganar en ella (la fracción triunfante), no son ellas las que irán a hacerse matar, o a matar, a autodestruirse,... No es el ministro, ni el jefe del partido "de derecha" o "de izquierda", ni los parlamentarios o burócratas sindicales que dejarán sus huesos en el campo de batalla; sino que será por el contrario al proletariado (uniformado o no) a quien se le atribuirá el triste honor de la defensa de la patria. El capitalismo no está por lo tanto únicamente obligado a hacer la guerra imperialista, sino que está obligado a forzarnos a hacerla en su nombre, a enviarnos al matadero de su guerra. Hacer la guerra imperialista significa, no solo (ni principalmente) tener muchas armas y un ejército disciplinado (obediencia de los obreros uniformados!), sino (como todo Estado capitalista sabe), una economía que funciona, una buena cohesión social y política. El ABC de la guerra del capital es que no solo el ejército guerree sin descomponerse, sino que toda la población colabore; la fuerza relativa del Estado capitalista depende precisamente del nivel de convicción y movilización del "conjunto de la población nacional" (3).

Si a un ministro se le antojara venir a contarnos que hay que ir a matar rusos, o a destruir fábricas en el Japón, porque eso le vendría fenómeno a "nuestros" patrones, a "nuestro" Estado; si un sindicalista largara una campaña de movilización para matar a todos los desocupados del mundo entero resolviendo, así, el problema de la desocupación; no hay dificultad en imaginar como terminarían ese ministro y ese sindicalista! Pero no se puede contar con la imbecilidad de nuestros enemigos, además en tanto que ministro, sindicalista o general, alguien que desnudara tan explícitamente los propósitos del capital no duraría un solo día más: los mecanismos del sistema de cooptación democrática aseguran que dichos cargos sean ocupados por personas competentes en cuanto a la capacidad de engaño y dominación, y sino cumplen con ello el sistema los destrona despiadadamente. Desde el punto de vista del capital, los verdaderos objetivos de la guerra deben necesariamente quedar ocultos frente a la masa movilizada. Cualquiera de ellos sabe que no se puede utilizar como argumento de la guerra la misma guerra, la necesidad y agresión, de destrucción y que para ser seguidos, para cumplir su misión histórica de movilizar en su servicio a las masas, es indispensable que presenten cada paso hacia la guerra como un paso hacia la paz. Así, sería ilusorio esperar que se nos presente la fortificación de la OTAN, por lo que ella es en realidad: un desarrollo de la capacidad agresiva y expansionista del bloque occidental. Ella debe ser presentada necesariamente en nombre de la paz. Y demás está decir que lo mismo hace y está forzado a hacer en su lógica burguesa el Pacto de Varsovia. El ministro nos explica así que "necesitamos defendernos", el sindicalista nos cuenta que "la paz social" es necesaria, que "no hay que comprometer nuestros derechos haciendo huelgas salvajes", los curas, los generales,... todos los dirigentes de la sociedad actual nos invitan a trabajar para "preservar la paz".

Además, la complementariedad es perfecta, no solo entre ministros, parlamentos, sindicatos, iglesias,... de cada campo imperialista, sino también entre los de ambos ''campos": es necesario mantener la paz social, toda perturbación de ella beneficia al "enemigo agresor" ("agresor" es, evidentemente, siempre el otro campo), "ellos se preparan a la guerra, nosotros estamos por la defensa de la paz".

Los parloteos sobre la paz, no son por 1o tanto simples mentiras VACIAS, sino que son mentiras necesarias, mentiras LLENAS de necesidades de hacer la guerra.

¿QUÉ PAZ?

La mentira no nos deja por lo tanto indiferentes: detrás de cada discurso pacifista se esconden intereses y objetivos precisos, que tienen como verdadera finalidad el desarmar a la única fuerza que puede liquidar la guerra imperialista: el proletariado del mundo entero. La "mentira" de la paz sirve para preparar la guerra y constituye un arma indispensable para que los obreros del mundo entero se maten entre ellos en una guerra en la que no tienen nada que ganar. No hay nada de anormal entonces en el aumento paralelo de los discursos, conferencias, y tratados de paz con la superproducción de capital a escala planetaria y la necesidad consecutiva de generalizar la barbarie de las guerras imperialistas existentes. Desde nuestro punto de vista, proletario, ello implica la necesidad imperativa de organizamos en forma independiente y contra todos los pacifistas de este mundo,

Somos conscientes que este tipo de afirmación de base, de todo el programa comunista, provoca diversas reacciones, a veces antagónicas, y diversas malas interpretaciones. Dejemos de lado las reacciones de aquellos directamente beneficiados con el pacifismo (parte indispensable de la guerra) en este mundo, dado que, de todas formas, nuestra prensa no está dirigida a ellos.

Concentrémonos, pues, en las reacciones que comprobamos siempre ante tal tipo de afirmaciones en nuestras propias filas. Muchos proletarios ponen el grito en el cielo cuando decimos claramente que debemos organizarnos contra todos los defensores de la paz y nos dicen: "yo estoy por la paz entre los hombres" y "lucho por una sociedad de paz y de libertad", etc. Estos compañeros podrán tener razón en querer recordar el objetivo de la lucha de nuestra clase, pero el peligro es que eso lo hacen confundiendo aquel con la "paz" de los pacifistas. En realidad, entre ambos hay un abismo de clase, una frontera en la guerra de clases.

La paz entre los hombres presupone la existencia de una sociedad de hombres y no de una sociedad de explotados y explotadores, de oprimidos y de opresores, de dominados y de dominantes, de bestias de carga y de zánganos. El tiempo vendrá de hablar de libertad y de paz entre los hombres cuando exista una verdadera sociedad humana, cuando la explotación del hombre por el hombre sea barrida de la tierra, cuando la esclavitud asalariada, indisociablemente ligada a la existencia del Estado, sea demolida por la dictadura del proletariado (4). Antes de ello, el hablar de paz y de libertad, es no solo absurdo, sino reaccionario.

El sindicalista puede creer en su mundo fantástico e imbécil en donde todo será concertación, patrones y obreros, de la misma forma que el cura puede creer en su reino de los cielos. Pero el problema no está ahí, en ese mundo imaginario, ni tampoco en el hecho de que crean en ese mundo de manera sincera, el problema es, por el contrario, que en nombre de ese "mundo" actúan hoy, aquí, en este mundo real en el que estamos condenados a sufrir, en la defensa de la concertación social, de la paz social. El mundo fantástico con el que nos aturden y que dicen (y a veces creen) que constituye su objetivo, es en la realidad un verdadero medio para obtener la paz social en e] mundo tal como es. Por lo tanto la paz entre explotado y explotador, la paz capitalista es de hecho su verdadero objetivo. Ser pacifista en este mundo implica defender la paz del mundo capitalista. Se trata por lo tanto de una paz bien particular, de su paz, de la paz de nuestros enemigos.

Partimos primero del discurso de la paz y dijimos que era una mentira, vimos luego que no se trataba de una mentira vacía, sino de una mentira llena de necesidad de hacer la guerra imperialista, demos ahora un paso más en nuestra afirmación: la mentira expresa la verdad desde el punto de vista de nuestros enemigos, ella expresa su verdad: su práctica es realmente la defensa de la paz capitalista.

Toda verdadera lucha obrera tiene por objetivo disminuir (o/y oponerse al aumento de) la explotación (trabajar menos sea en cantidad de tiempo o en intensidad, apropiarse de una mayor parte del producto). Incluso, sin saberlo, esa lucha comienza a poner en cuestión la explotación misma, perturba la paz capitalista y ataca directamente la producción de plusvalor y por lo tanto de ganancia. Toda lucha obrera (que merezca tal nombre (5)) pone en cuestión la paz social, la unidad nacional imprescindible para hacer la guerra imperialista. Cuando dicha lucha se fortifica, se generaliza y comienza a dotarse de objetivos propios de clase, destruye la cohesión social y política del "pueblo", traba la buena marcha de la economía de guerra, creando enormes problemas de disciplina en el ejército. Asumiendo la dirección insurreccional, secretando una dirección comunista, dicha lucha liquida las posibilidades de la guerra imperialista y se sitúa explícitamente en la línea histórica de la liquidación de toda guerra.

Por ello, lo que conduce a la guerra no es solo el discurso acerca de la paz en tanto que fuerza material, sino que su misma paz es un motor de la guerra, dado que es antagónica a toda posibilidad de parar la guerra o de oponerse seriamente a los preparativos para hacerla efectiva. Dicho de otra forma, solo la puesta en cuestión de su paz, la lucha obrera independiente contra el Estado y todos sus representantes, puede impedir y destruir la guerra imperialista. Su paz, no es, ni puede ser, por lo tanto, otra cosa que la paz de decenas de millones de proletarios masacrados en la "primera" y la "segunda" guerra, paz de los cementerios pasados y futuros que nuestros enemigos pacifistas preparan sin reposo.

Más aún, dijimos que el Estado tenía necesidad de "convencer" a los obreros de hacer la guerra. Para ello el Estado utiliza evidentemente los discursos de los parlamentarios, de los sindicalistas, de los curas,... los buenos oficios de las iglesias, de las escuelas,... pero todo esto resulta siempre insuficiente cuando de lo que se trata es de enviar a millones de seres humanos a morir y matar en nombre de cualquier cosa (la nación, el Islam, las Malvinas, el socialismo,...), pero que implica siempre el abandono de todo interés obrero. Además el Estado, para defender su paz, tiene siempre necesidad de utilizar argumentos más fuertes para "convencer": el garrote, las prisiones, el plomo y la metralla... La policía, los cuerpos de choque patronales y sindicales, se encargan de confirmar el hecho de que su paz es la paz de las prisiones y de los cementerios.

Esa es otra de las razones que nos llevan a afirmar que los discursos de paz no son solamente una mentira, sino una verdad, su verdad. Pero hay más.

Cuando, frente a toda lucha obrera, todos los sectores burgueses gritan que la lucha proletaria beneficia al enemigo, lo que intentan es lógicamente imponerse como los defensores de toda población ("defensa de la patria") e imponernos sus intereses a través de la psicosis del miedo. Pero tampoco en este caso estamos frente a una pura mentira. Frente a la fortificación de la lucha obrera, la burguesía se siente verdaderamente débil y en casos extremos llega a aterrorizarse, y expresa ese terror de su manera. Por otra parte, es verdad, que esa lucha "beneficia al enemigo" de la burguesía, antes que nada al proletariado mismo. Es solo porque su enemigo interior, verdadero y total, en base a su lucha expresa su oposición a hacerse utilizar en la guerra nacional imperialista (y como dijimos toda verdadera lucha obrera, aunque se exprese por motivos puramente económicos, es esencialmente una puesta en cuestión de la adhesión de los proletarios a la guerra o/y sus preparativos), que la burguesía es más débil frente a su "enemigo" exterior. Desde nuestro punto de vista, nosotros no tenemos nada que perder y todo que ganar en la fortificación de nuestra lucha y en la debilidad de "nuestra" propia burguesía para imponernos su guerra.

Es totalmente lógico pues que los enemigos del proletariado griten que hacemos el juego del enemigo exterior, que ayudamos al invasor extranjero, todo obrero revolucionario será perseguido y acusado de espía. Lenin, también, en el apogeo de su ruptura derrotista revolucionaria insurreccionalista contra la social democracia de todos los países, era acusado en Rusia de ser agente de "los alemanes". Nosotros continuaremos nuestro camino combatiendo frontalmente a "nuestra" burguesía, a la que directamente nos impone la miseria y la guerra; su fracaso, la desorganización de su ejército y de todas las instituciones que recluían y movilizan para su guerra (iglesias, partidos, sindicatos,...) nuestra organización independiente constituyen, al mismo tiempo, la base de la destrucción del Estado burgués y el germen de la organización de nuestra clase en clase dominante.

Y seguirán insistiendo en el enemigo exterior. Evidentemente que nosotros también tenemos enemigos en el exterior: la burguesía de todos los países y por eso estamos directamente interesados en que nuestros hermanos de clase de todo el mundo actúen de la misma manera, destruyendo "su" ejército, la economía de guerra de "sus" propias burguesías. Pero nosotros tenemos una sola manera de contribuir realmente a lo que hacen los proletarios de todos los países. La organización internacional del proletariado y nuestra acción directa contra "nuestra" burguesía, contra "nuestro" ejército, contra la paz social de "nuestro" Estado nacional, sin lo cual todo discurso sobre la solidaridad internacional del proletariado es un sin sentido.

"El proletariado no puede asestar un golpe de clase a su gobierno ni tender (de verdad) la mano a su hermano, al proletario de un país 'extranjero' en guerra con 'nosotros', sin cometer un 'delito de alta traición' sin contribuir a la derrota ni ayudar a la disgregación de 'su gran' potencia imperialista." (6)

En efecto, la derrota de "nuestra propia" burguesía es idéntica a la descomposición del ejército y ésta a la posibilidad efectiva de tomar la iniciativa en la confraternización entre soldados de "campos rivales" y por lo tanto en la posibilidad de actuar directamente para destruir el ejército rival junto con nuestros hermanos.

"Los adversarios de la consigna de la derrota tienen miedo pura y simplemente de sí mismos, porque no se atreven a mirar cara a cara el hecho evidentísimo de que existe una relación indisoluble entre la agitación revolucionaria contra el gobierno y la contribución necesaria para su derrota." (7)

Claro que nunca la descomposición de los ejércitos será igual en los "dos lados", y evidentemente que este hecho será utilizado por la burguesía para tratar de convencernos de hacer la guerra en su beneficio "nuestro enemigo está fuertemente organizado, nosotros estamos desorganizados". Para nosotros, esta es una razón adicional para desplegar todos los esfuerzos para destruir totalmente el ejército, porque sabemos (como la revolución del 17 lo puso en evidencia) que ello enciende la pólvora en los ejércitos del mundo entero, porque sabemos que esa es la mejor contribución al trabajo hecho por los revolucionarios de los otros países, porque sabemos que el hecho de poner en evidencia delante de millones de obreros uniformados del mundo entero que ellos pueden dejar de matar y de hacerse matar en una guerra que no es la suya, imponiendo su propio poder sobre la sociedad, es el hecho más subversivo y desorganizativo que puede producirse en "el ejército rival", porque sabemos que es el único camino para eliminar no solo esta guerra, sino todas las guerras, eliminando las causas de las guerras: la sociedad capitalista.

CONTRA LA PAZ DE NUESTROS ENEMIGOS

Se nos ha reprochado el partir siempre de la guerra imperialista sin tener de hecho en cuenta que "en el capitalismo hay también épocas de paz", que "muchos pacifistas actúan para mantener, al menos, esta paz", que "el pacifismo de un general no es el mismo que el de la sirvienta (8), o el de tal o tal comité de paz o de Amnesty Internacional" que "el general está siempre por aumentar las prisiones y Amnesty Internacional por liberar a los presos políticos", etc.

Nuestra respuesta frente a esto es clara y neta:

Para terminar, queremos subrayar que la comprensión de que la paz capitalista es siempre la guerra contra nosotros, que la paz es un arma de la guerra capitalista, que los pacifistas son los agentes estatales del mantenimiento de la barbarie de la contrarrevolución, implica para nosotros una acción organizativa real. No es suficiente con conocer todos y cada uno de los métodos utilizados por nuestro enemigo: es necesario destruirlo y solo en este sentido la teoría es un arma de la práctica. No solo es necesario organizarse en forma independiente, revolucionaria y clasista, para luchar contra la paz capitalista, sino que es necesario centralizar mundialmente nuestra fuerza, hacer de esa comunidad de lucha una fuerza compacta, potente y coherente con los objetivos de nuestra lucha. Hay que afirmar el programa histórico del comunismo, o en otras palabras, luchar para la constitución de nuestra clase en un verdadero PARTIDO COMUNISTA MUNDIAL.

Notas

(1) Este artículo resulta de una adaptación de nuestro texto "On nous parle de paix!" publicado en Action Communiste Nº2; publicación en Bélgica del GCI, octubre 1980.
(2) El nombre de la capital de Bolivia de donde derecha e izquierda dirigen secularmente las masacres del proletariado, pareciera todo un símbolo de "la paz".
(3) Ver en cuanto a esto y al concepto de "potencia global de un Estado" el subcapitulo "Para comprender la acción del proletariado como freno a la guerra imperialista", en el texto "El ejército y la política militar de los Estados Unidos" publicado en Comunismo Nº9.
(4) Incluso entonces el término "paz" será totalmente inadecuado y como el de "libertad", aunque sea un poco más difícil comprenderlo, están totalmente determinados ideológicamente por la sociedad burguesa. Ninguno de ellos tendría sentido en una sociedad comunista. La paz es siempre un subproducto de la guerra ¡la paz solo puede hacerse con el enemigo! De la misma manera que no se "hace paz" entre compañeros, en la comunidad humana futura sería un sin sentido hablar de paz. La paz misma, como otro conjunto de categorías derivadas de la sociedad, desparecerá, como sucederá con "el robo" cuando sea abolida la propiedad privada. Exactamente lo mismo puede decirse de la "libertad entre los hombres". El término pudiera usarse, como lo hace Marx, para contraponer el mundo de la necesidad al mundo de la libertad y en este sentido tendría sentido decir que la comunidad humana será "libre", pero dicha expresión pierde todo sentido aplicada a cada ser humano, pues la libertad de un ser humano con respecto a otro no es más que el reconocimiento del egoísmo reciproco, propio a toda la sociedad mercantil y que constituye el fundamento de todas las otras libertades burguesas: libertad de propiedad, libertad de comercio, libertad de trabajo, etc.
(5) Excluimos por supuesto el simulacro sindical de la misma que hacen de tanto en tanto los sindicatos, precisamente pare evitar una lucha proletaria.
(6) Lenin Sotsial Demokrat, N°43, 26 de julio de 1915.
(7) ídem.
(8) Estas fórmulas es cierto que estuvieron presentes en toda la lucha derrotista revolucionaria durante la primera guerra que concluye con la insurrección proletaria en Rusia. Sin embargo, la revolución no avanzó gracias a tales fórmulas y consignas pacifistas, sino a pesar de ellas. Cuando tales consignas como la de una "paz justa y democrática" se concretaron en base a sucesivos tratados de Paz (Brest Litvosk, Rapallo,... etc.), lo que se impuso no fue la revolución sino la CONTRARREVOLUCIÓN.
(9) El hambre permanente, sistemático, generalizado (y no como el resultado de tal o tal catástrofe natural, como en el pasado precapitalista) es un hecho relativamente nuevo, moderno, fruto del progreso del capital, es decir, de su desarrollo desenfrenado.
(10) Irracional desde el punto de vista humano, desde el punto de vista de capital no hay nada más racional que esto.
(11) Se ha probado que los proletarios de los siguientes países europeos occidentales contribuyeron directamente en la producción de armas del Estado de Irán: Francia, Italia, Bélgica, Alemania Occidental, España, Portugal y la "neutral" Suiza, y de más está decir que del lado de Europa Oriental la lista seria tan extensa como esta. ¿Y si contamos las contribuciones del Este y del Oeste al otro bando, al Estado de Irak?