COMUNISMO

Dictadura del proletariado para la abolición del trabajo asalariado

Organo central en castellano del Grupo Comunista Internacionalista (GCI)


COMUNISMO No.31 - CONTRA EL ESTADO (Febrero 1992):



CONTRA EL ESTADO

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El comunismo como contraposición histórica al Estado

El comunismo, en todas sus formas, -tanto como sociedad primitiva, como movimiento histórico o como futura comunidad humana universal- es el antagonismo mismo de toda sociedad de explotación y por ello de todo Estado, que no es más que la organización en fuerza de una parte de la sociedad para reproducir aquella explotación.

A partir de la subsumsión histórica y universal de la humanidad al capital (al mismo tiempo que se produce la unificación misma de la especie humana), el Estado, no es más que el capital constituido en fuerza para reproducir el sistema universal del trabajo asalariado. "... el Estado... no es otra cosa, cualquiera sea su forma, que una máquina capitalista, el Estado de los capitalistas" (1).

Las diferentes expresiones formales que para mejor desempeñar ese papel, adopta el Estado, realizan todas la esencia misma del capital como comunidad ficticia, contrapuesta siempre al comunismo. Si bien su expresión más pura e idílica es el reino total y universal de la democracia pura, de la sumisión generalizada al mundo del ciudadano, en donde el terrorismo solo resta como potencialidad; su concretización práctica no puede ser más que el resultado de un conjunto muy complejo y entrecruzado de formas particulares de "Estados", con diversas articulaciones del terrorimo abierto o encubierto, que adoptan formas parlamentarios o bonapartistas y que se estructuran necesariamente como "naciones", "coaliciones nacionales", etc.

Ello se debe a la contradicción del capital mismo, que solo puede existir en tanto que muchos capitales; a que las oposiciones inteburguesas son la forma suprema de contraposición al movimiento comunista. O dicho de otra forma, al hecho de que el capital solo puede asegurar la subsumsión general del género humano en su ser, concretizándose como competencia generalizada de todos contra todos y más particularmente oponiendo a cada emergencia de su enemigo histórico diferentes oposiciones al interior mismo del Estado: luchas entre naciones, fascismo-antifascismo, derecha e izquierda, etc.

Fuera y contra el Estado y sus aparatos

El movimiento del proletariado, durante su larga y contradictoria emergencia histórica, solo puede asumir su propia esencia, como movimiento revolucionario, comunista; y por ello actuando fuera y contra el Estado capitalista, fuera y contra cada expresión nacional del Estado burgués, fuera y contra todo aparato del Estado burgués, fuera y contra toda la acción electoral, parlamentaria, o de presión sobre el poder del Estado.

Esta crítica a la política, fue tanto más fuerte y clara, como avanzó el movimiento revolucionario, es decir en la misma relación en la cual el proletariado logró efectivamente constituirse en fuerza histórica, en partido revolucionario contrapuesto a todo el orden social existente.

Es cierto, que, como en otros aspectos programáticos, en muchas ocasiones el movimiento proletario, incluidos algunos de sus mejores militantes, fueron atraídos por el Estado burgués y de una forma u otra, negando su propia esencia revolucionaria, participaron en distintas formas o estructuras del mismo. En efecto, bajo la forma de apoyo a tal o tal fracción burguesa, o a tal o tal "nación", o bajo el mito del sufragio universal como medio de redención social, o luego bajo la forma más subtil de parlamentarismo "revolucionario", franjas enteras del proletariado y de militantes comunistas, renunciaron a su práctica de clase, fueron cooptados por el capital para la defensa del sistema capitalista. Esta es una causa fundamental todas las derrotas sufridas.

La socialdemocracia, en tanto partido histórico de la contrarrevolución, se especializó en este proceso de cooptación, en desarrollar por todas las formas posibles una teoría y una práctica social que liquidara toda la fuerza subversiva de la revolución social situada fuera y contra el Estado capitalista y la transformara en una fuerza de reformas al interior del Estado mismo.

En este como en todos los otros aspectos programáticos, la contraposición es total, general, irreconciliable, en terminos históricos programáticos e independientemente de la consciencia que los protagonistas, en cada gran batalla hayan tenido de esa contraposición.

En este número de Comunismo dedicado a la lucha proletaria contra el Estado, se presentan un conjunto de materiales que ponen en evidencia esa contrapoisición absoluta. Por un lado presentamos materiales históricos de nosotros y de nuestros compañeros: como el texto "sobre el Estado", o los textos de Marx, Roig de San Martín...; por el otro algunas citaciones representativas de los más grandes teóricos del pensamiento socialdemócrata: Bernstein y Kautsky.

Como es evidente esta selección es parcial y no pretende en absoluto resolver todas las cuestiones planteadas en la lucha contra el Estado. Temas como el de la dictadura del proletariado solo aparecen esbozados en contraposición a las posiciones politicistas y socialdemócratas (tanto en "Notas sobre el Estado", como en el textos de Marx que presentamos).

En esta selección primera, hemos tratado de abocarnos al problema en sus aspectos más generales, sin entrar en conceptualizaciones específicas que tuvieran una importancia particular en el movimiento obrero y en la afirmación revolucionaria, como por ejemplo la de Bakunin y nuestra concepción crítica de la misma, ni tampoco en formas posteriores y más suptiles de oponerse a la ruptura revolucionaria contra el Estado y la política como las desarrolladas por la Tercera Internacional, ni las tentivas de respuesta comunista a las mismas (KAPD por ejemplo).

Se debe tener en cuenta, que con este número de Comunismo, no empiezan ni terminan el tratamiento del tema, que por una parte volveremos al tratamiento de la cuestión que por otra parte desde la existencia misma de nuestro grupo no hemos cesado de desarrollar (Ver por ejemplo el número 1 de Comunismo "Contra la democracia").

Y por sobretodo las cosas, que la lucha contra el capital y su Estado no es el patrimonio de tal o tal persona o grupo, de tal o tal partido político formal, sino bien por el contrario una lucha histórica de la humanidad, que empezó mucho antes que nuestro grupo u otras expresiones de la revolución comunista, mucho antes que la Liga de los Justos o de los Comunistas, donde militaron Marx y Engels, mucho antes que Bakunin escribiera su "Estatismo y Anarquía" o Arnould "El Estado y la Revolución"... y que solo terminará con la destrucción generalizada del capitalismo y su organización en fuerza terrorista (el Estado), con la comunidad humana mundial.

¿Anarquismo?

Para terminar esta presentación general, nos parece indispensable hacer una aclaración contra las afirmaciones corrientes de que sería el "anarquismo" que lucha contra el Estado. La contrarrevolución sigue siendo tan potente, la deformación ideológica es tal, que en la burguesía en general y la socialdemocracia en particular, han logrado que en todo el mundo se asimile la lucha contra el Estado a una posición "anarquista".

Sin embargo, tal como aquí lo desarrollamos, el comunismo se contrapuso siempre al Estado y como Marx y Engels lo señalaron sin cesar: "El programa de nuestro partido... no es únicamente socialista en general, sino directamente comunista, es decir un partido cuyo objetivo final es la supresión de todo Estado y por consecuencia de la democracia".(Engels).

En este número y en otros que seguirán, quedará totalmente aclarada esta cuestión; tanto la lucha histórica e invariante del comunismo, en tanto que partido histórico, como que es una falsificación general la de presentar el comunismo o el socialismo revolucionario como partidarios de ocupar el Estado y el "anarquismo" de destruirlo. Mostraremos que fue la socialdemocracia histórica en su defensa de la política y el Estado burgués, en su formación del "marxismo", como una teoría política reformista, que creó este mito.

El termino "anarquista" tanto como el de "comunista" o "socialista" ha querido decir absolutamente cualquier cosa; encontramos tantos defensores del Estado, en una como en otra denominación. Los grandes teóricos del reformismo, los Lasalle, los Bernstein, los Prudhon (2), los Kautsky, los Abad de Santillan,... todos defensores del orden burgués depurado de sus contradicciones, se llamaron "socialistas", "anarquistas"... En los momentos claves, esas ideologías socialdemócratas justificaron el accionar de hombres que fueron decisivos en la defensa del capital y el Estado burgués: los Noske, los Scheidemann, los Ministros "anarquistas" en España, los Stalin en Rusia.... o a los que en nombre de aquel "socialismo", "comunismo", "anarquismo", llamaron a defender la patria como Plejanov o Kropotkin. No es este el lugar para explicar cuales son las bases conceptuales comunes de esa ideología fundamental de la socialdemocracia (3), pues ello exigiría un trabajo aparte, lo que nos parece esencial aquí es dejar claramente establecida la contraposición entre tales sujetos y los revolucionarios.

En efecto, en contraposición, a todas estas tendecias contrarrevolucionarias, la guerra contra el capital y el Estado, fue desarrollada por compañeros que se denominaron "comunistas" pero también, "anarquistas", "socialistas", "socialistas revolucionarios", "comunistas anarquistas" y hasta "liberales" (!!!) como el grupo de Ricardo Flores Magón, Praxedis Guerrero, Librado Rivera en la revolución proletaria mexicana...

Aquí tiene más aplicación que nunca aquello de que hay que juzgar, los hechos y los personajes, no por lo que dicen estos de ellos mismos, sino por lo que efectivamente son. Para nosotros son compañeros, revolucionarios, comunistas, todos los que lucharon y luchan contra el capital y el Estado, cualquiera sea la denominación que adopten. Para nosotros pertenecen al esfuerzo histórico del proletariado por constituirse en Partido contra el capital, independientemente de las críticas que pueden hacercele a uno u otro, por su no ruptura total con la ideología burguesa (4), tanto Blanqui, como Bakunin, tanto Engels como Weitling, tanto Cabet como Flores Magon, tanto Pannekoek como Maknho, tanto Marx como Archinov, tanto Roig de San Martin como Jan Appel, tanto Severino di Giovani como Miasnikov, tanto Gorter como Gonzalez Pacheco, tanto Roland Holst como los compañeros asesinados en Chicago por los que se conmemora el 1º de mayo, tanto Wilckens como Babeuf... y tantos otros comunistas con o "sin partido" que marcaron con su lucha y su ejemplo, jalones esenciales en nuestra lucha de siempre.

Para concluir recordemos que los más consecuentes de los compañeros que la historia oficial los coloca como "anarquistas" se denominaban ellos mismos comunistas, o comunistas anarquistas, para distinguirse de esos "anarquistas", o "libertarios" de salón con los que nada tenían que ver.

Y que todos los socialistas y los comunistas dignos de ese nombre, han reconocido que el objetivo de su movimiento es la liquidación del Estado, la anarquía.

Como lo decía Marx, contra Bakunin que quería hacer del "anarquismo" un movimiento específico y diferente (5) justificando una escisión en la Internacional:

"Todos los socialistas entienden por anarquía esto: el objetivo del movimiento proletario, la abolición de las clases, alcanzada,... el poder del Estado desaparece y las funciones gubernamentales se transforman en simples funciones administrativas."
Karl Marx "Las pretendidas escisiones en la Internacional".

Notas

1. Roig de San Martin, en El Productor de La Habana, el 5 de abril de 1888.
2. Prudhon, como otros reformistas criticará algunos aspectos de la sociedad presente, pero en nombre de un programa que mantiene lo esencial: el valor, el precio, la banca, el crédito, el intercambio, la mercancía, el impuesto, la competencia, la ganancia, el monopolio... y por lo tanto, le guste o no el capital y su Estado. Si bien algunas formulas de Prudhom, serán revolucionarias (como la afirmación de que el sufragio universal es la contrarrevolución o que en la sociedad futura el poder sobre las personas dejará su lugar al poder sobre las cosas) y como tal serán adoptadas por los revolucionarios; con tales concesiones su oposición al Estado no pueden ser más que las típicas lamentaciones de protesta de la pequeña burguesía impotente y como tales serán la clave del "anarquismo" populista contrarrevolucionario que será dominante y que dará lugar hasta a hombres de Estado que se dirán "anarquistas". Prudhon, sin llegar a tanto, había coqueteado hasta con el Bonaparte ("esforzándolo en realidad en hacerlo aceptable para los obreros franceses" Marx en carta a Schweitzer 1865)!
3. Como lo hemos dicho en otras oportunidades para nosotros la socialdemocracia, como verdadero partido burgués para los obreros, incluye sin lugar a dudas a esos sectores del "anarquismo" reformista.
4. Lo que es inevitable pues en esta sociedad, ni los mejores revolucionarios, ni los más conscientes de los militantes proletarios pueden escapar en forma absoluta a la ideología burguesa.
5. Hasta el termino mismo de "marxismo" fue inventado para darle credibilidad a esta oposición entre "anarquismo" y "marxismo" por los compañeros próximos de Bakunin y luego utilizado por algunos de los seguidores de Marx en Francia, antes de transformarse en la moda general gracias a Engels y la socialdemocracia internacional. (Ver al respecto "La leyenda de Marx y Engels fundador" de Maximilien Rubel). Esta leyenda sería complementaria, con la creencia de los bakuninistas de que Marx era partidario del "Estado popular libre" (lo que solo se probaría publicamente como una mentira con la publicación tardía de la "Crítica al Programa de Gotha").



CONTRA EL ESTADO

Borradores y manuscritos

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Presentación de la rúbrica

Con la publicación de este borrador inacabado, iniciamos en la revista central en español (en nuestra revista central en árabe este tipo de materiales y este mismo borrador sobre el Estado ya fue publicado), una nueva rúbrica que titularemos "borradores y manuscritos".

En la misma incluiremos un conjunto de materiales inacabados, de borradores, de discusiones internas, que consideramos merecen una mejor crítica que la roedora de los ratones a la que como se sabe, quedaron sometidos siempre documentos importantísimos de nuestro partido histórico, comenzando por muchos de los propios manuscritos de Marx y Engels (de quienes por supuesto adoptamos la simpática expresión de "crítica roedora de los ratones").

Si hubiésemos esperado o esperáramos a considerar un material como terminado, para publicarlo, muy poco hubiese sido publicado, por nuestra clase, por nuestro partido (así como por nuestro pequeño grupo internacional de militantes). Conviene recordar aquí, que lo mejor de la obra de Marx y Engels nos lo legaron bajo la forma de manuscritos, borradores, inéditos. En efecto, una característica central de los materiales de nuestra clase durante su historia es ese carácter de textos de combate, de textos de negación, de esbozos, de rabias, de proyectos superpuestos que se contradicen y se superan unos a otros, sin que nunca se pueda cumplir con los objetivos fijados en una primera instancia (1), productos de militantes que nunca encuentran ni poseen las condiciones, ni el tiempo necesario (tiempo siempre expropiado al capital) para hacer un bello producto acabado, como puede hacer el burgués, o el pequeño burgués a quien le pagan para ello. Pero además nuestros materiales, son inacabados, contrariamente a todo lo que se produce que tiende a conservar el sistema, porque la crítica revolucionaria es, por su propia esencia inacabada mientras persista la sociedad capitalista y ello por más que un texto en su negación del presente pueda expresar el porvenir del movimiento.

Con esos mismos criterios, hemos decidido también, el publicar en esta rúbrica, algunas de las discusiones internas (al GCI) internacionales que permitieron un salto cualitativo en nuestra apropiación colectiva del programa revolucionario y que consideramos importante dar a conocer, no solo en tanto que resultado, sino en tanto que proceso.

Nuestra práctica se contrapone, también aquí, con los portadores de la consciencia. Para los pseudopartidos "del proletariado", su doctrina se encuentra acabada y solo se trata de trasmitirla a las masas (de "conscientizar"). En esta concepción iluminista, culturalista, educacionista, personalista, la prensa publica solo la revelación de la palabra y el pensamiento de sus jefes, que se presenta siempre como un pensamiento acabado. Para nosotros y en general para las organizaciones internacionalistas del proletariado, es por el contrario, importante poner en evidencia que las afirmaciones programáticas se van afirmando en un rico y contradictorio proceso histórico colectivo internacional.

Por eso, nosotros siempre intentamos dejar claro que las posiciones programáticas que son las nuestras, no son producto de nuestra cabeza, de nuestra ocurrencia, sino del arco histórico del comunismo, del enfrentamiento secular entre revolución y contrarrevolución y que otros revolucionarios antes que nosotros, hicieron el mismo tipo de afirmaciones, lucharon por lo mismo (y sobretodo contra lo mismo!), sea cual sea la forma en que se expresaron. Por eso, siempre que afirmamos una posición, al mismo tiempo que la ponemos en evidencia como producto inevitable de las contradicciones reales, citamos fracciones o militantes revolucionarios que antes que nosotros afirmaron, con su práctica dicha posición. Pero además, como todas las posiciones de los comunistas se afirmaron en negación a los partidos del capital y en especial a los partidos burgueses para los obreros (socialdemocracia), citamos o mencionamos también las tendencias contra las que tal afirmación se forjaron.

Ese es el proceso histórico por el cual el programa se refuerza, esos son los mecanismos por los cuales las formulaciones van siendo cada vez (es decir en cada gran choque revolución - contrarrevolución) más tajantes, claras y precisas y el partido del proletariado va afirmándose y apropiándose de su propio programa histórico.

La polémica, la contradicción, la crítica despiadada de todas las ideologías burguesas, la contraposición práctica a la contrarrevolución,..., son formas indispensables de la afirmación programática, que mientras nuestros enemigos tienen interés en ocultar, nosotros tenemos interés en divulgar, en dar a conocer al interior de nuestra clase. E insistimos," en nuestra clase" y con los criterios de nuestra clase, porque aquí no estamos reivindicando ni el "libre pensamiento", ni la "libertad de crítica", ni cualquier cosa está sujeta a discusión (2), tan de moda hoy y que constituye parte esencial y constante del programa de la contrarrevolución; sino bien por el contrario el avance programático basado en la polémica que se desarrolla al interior de los que luchan contra el capital, como parte indispensable y dinamizadora de la comunidad de lucha revolucionaria contra el sistema social burgués.

Nosotros constatamos que, incluso en nuestro propio grupo, la afirmación de una posición como resultado, es totalmente inferior en cuanto a fuerza, que la afirmación de la misma posición como proceso. Repetir que se está en contra de la democracia, cualquiera sea su forma, no tiene la potencia que ejemplificar la contraposición histórica entre la democracia y la revolución. Y mucho menos cuando esa contraposición se vivió directamente en la lucha, en la sanguinaria guerra de clases; cuando en la pelea se aprendieron 3 o 4 cosas y recién luego, dentro de un calabozo, en la clandestinidad, o en el exilio, se "aprendió" con sorpresa y con lágrimas en los ojos que los libros servían para algo, que aquellas 4 verdades, escritas de otras maneras yacían muertas en los libros, desde hace décadas, desde hace siglos, escritas por otros compañeros de ese mismo lugar o de cualquier otro (3).

Estos son pues los principales criterios que nos impulsan a iniciar esta rúbrica de borradores y manuscritos inacabados. Si esta práctica no es más general o masiva, es por la triste época en que vivimos, en cuanto a la idiotización generalizada de los obreros, su desinterés general por su propia historia y la perspectiva de nuestro movimiento.

oOo

Para terminar queremos decir que trataremos de mantener en lo posible, el texto, tal como fuera redactado, pero esto requiere evidentemente algunas observaciones y restricciones.

Claro que en el momento de publicar una polémica interna o un borrador que años antes fue concebido como parte de un texto para publicar, estaremos siempre tentados de modificar el original. Sería muy raro, que la experiencia adquirida, las discusiones desarrolladas durante esos años, no nos hayan aclarado tal o cual punto y no nos tienten a cambiar el contenido o al menos a "mejorar" tal o cual formulación. También cuando leemos textos históricos, de otros comunistas, sentimos la tentación por ejemplo de dejar más explícito, lo que en la época solo podía estar implícito. Pero por supuesto que esto llevaría precisamente a no permitirnos mostrar el proceso contradictorio que queremos poner en evidencia, a liquidar la riqueza de la evolución de las posiciones a la luz de la experiencia histórica y en contraposición al centrismo y al oportunismo siempre renovado en sus formas. Por otra parte, con el mismo sentimiento que cuando Marx y Engels, en junio de 1972, redactaron un prólogo para el Manifiesto, a pesar de encontrar en él un conjunto de insuficiencias, de formulas que "resultan envejecidas en su desarrollo", decían "es un documento históricos y ya no nos arrogamos el derecho de modificarlo", nosotros consideramos que ninguna fracción revolucionaria puede atribuirse la facultad de cambiar lo que no le pertenece en forma privativa; dado que solo es propiedad del conjunto de la comunidad de lucha contra el capital.

En principio, pues, aplicaremos el mismo criterio a nuestros textos históricos que a los de otros compañeros que nos han precedido, en otras latitudes y en otros períodos. Sin embargo, como dijimos, este principio tiene un conjunto de restricciones prácticas que trataremos de solucionar lo mejor posible. Los textos inéditos tienen muchas veces diversas versiones, o a través del mismo el autor propone en algunos pasajes diferentes formulaciones que muchas veces son discutidas internamente. En estos casos, de no ser de mucha importancia (en cuyo caso se justificaría poner las diversas versiones) pondremos la última versión, la que el autor proponía en ultima instancia.

Otra restricción, es la cuestión de las traducciones. El hecho mismo de que una polémica interna se desarrolle internacionalmente entre compañeros que se expresan en diferentes idiomas presenta todo el problema de las traducciones, de las versiones de las traducciones, de las diferentes posibilidades de las traducciones. Al respecto solo podemos decir que haremos lo posible, al mismo tiempo que reiteramos nuestro llamado a los lectores a colaborar en traducciones para nosotros.

Por último en algunos casos en la polémica interna, a veces se hace referencia a características del autor o a comportamientos más generales que podrían permitir su identificación, en caso de ser publicados. En estos casos, por supuesto que haremos las modificaciones que consideramos necesarias, para que el autor no sea identificado por el enemigo. Desde nuestro punto de vista de clase, de partido, lo importante en este patrimonio histórico -programático, no es que lo haya dicho fulanito, menganito o sultanito, sino que tal posición resulta de la experiencia histórica de la clase y que desde tal momento se la explicaba de tal o tal manera.

Notas

1. Por ejemplo Marx cuando comienza a trabajar sobre "el capital", piensa escribir un capítulo sobre el mismo y luego otros sobre el "trabajo asalariado", "el Estado", "el mercado mundial", etc; pero poco a poco, las presuposiciones del capital así como las cuestiones metodológicas planteadas toman proporciones inesperadas (escribe tantos manuscritos sobre ellos que dan lugar a varios libros: Contribución a la Crítica de la Economía, Grundrisse...) y el capítulo del capital va tomando forma de sección, luego de libro,... en fin de varios libros...
2. El como, y el qué se discute (y que es discutible) depende evidentemente del desarrollo mismo de la comunidad de lucha contra el capital, del tipo de estructura formal y de la época histórica de que se trate. Daremos dos ejemplos: a) en un consejo revolucionario por ejemplo, se puede discutir como generalizar la lucha y extender la lucha, pero de ninguna manera si hay que hacerlo. b) en 1860 se discutía en todas las organizaciones obreras si el sufragio universal serviría al proletariado o era un medio de engaño, hoy una organización que admita esa discusión, al desconocer la experiencia histórica más elemental de la clase, se sitúa fuera del campo proletario.
3. Se comprenderá entonces, no solo los límites de toda "formación" escolástica, sino los límites mismos de la formación exclusivamente intelectual por trasmisión de experiencias.



Presentación del borrador:

"Notas sobre el Estado"

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Este manuscrito fue escrito aproximadamente en 1979 y tuvo en su momento la pretensión de ser un texto general de crítica de la política, es decir un texto general sobre el Estado y la Revolución que incluyera desde el conjunto de las polémicas al respecto en el siglo pasado y el principio de este, hasta la revolución y la contrarrevolución rusa en 1917-1923. Por supuesto, que una definición tan amplia no podía hacerse en el cuadro de un texto, encargado en principio a un solo compañero y rápidamente los temas que el mismo trataba fueron incorporados a otros textos, o simplemente abandonados por proyectos más ambicioso y colectivos, como la discusión general internacional interna en el grupo sobre el período 1917-23. Así como la primera parte (cuya versión original no poseemos), que trataba en forma global la cuestión de la invarianza del programa revolucionaria, fue utilizada en diferentes textos explicativos y luego fue modificada hasta constituir la base de la Presentación de las Tesis Programáticas del Grupo Comunista Internacionalista y la continuación nunca llegó a superar la forma de proyecto; esta parte, que hoy publicamos en Comunismo, había quedado inutilizada e inservible, en un sótano cualquiera, hasta que algunos compañeros insistieron primero en hacer conocer este tipo de materiales al interior de nuestro propio grupo (4); luego -los considerados mejores- en forma pública.

En cuanto a los fundamental, de este texto, claro está, nada que agregar. Sin embargo, muchas son las cosas que desde entonces aprendimos y que hoy formularíamos distinto. Como no queremos extendernos en esta introducción haremos fundamentalmente mención a dos problemas:

1) En el texto, se adopta la posición clásica de defensa de la Comuna de París, como totalidad, como ejemplo de (tentativa de) dictadura del proletariado, como hizo Marx. El estudio de documentos de la época y la polémica interna, nos lleva claramente a diferenciar hoy entre el movimiento social revolucionario del proletariado en la Comuna de 1871 y el Gobierno de París que se conoce con el nombre de "La Comuna" y a considerar como clave la contraposición entre ambos: entre el populismo y el patriotismo que con el frentismo coexistirán en la "acción de la Comuna" que lograrán al fin paralizar al proletariado revolucionario, llevándolo a la masacre final.

2) Lenin aparece en este texto, como decisivo en la afirmación programática de la destrucción del Estado burgués y la extinción del semi estado proletario, aunque se nombre a Pannekoek y otros revolucionarios. Y ello aunque se diga en una nota que luego Lenin revisó completamente esta concepción, como se verá en textos posteriores (5). Hoy, un conocimiento más global de esta posición, nos lleva a afirmar que esta posición revolucionaria de Lenin que aparece en el "Estado y la Revolución", posición clásica de los revolucionarios, Lenin solo la adoptó durante unos pocos meses. Que hasta ese entonces dicha posición sostenida por las fracciones comunistas más consecuentes a nivel internacional (incluidas fracciones de los mismos bolcheviques) era considerada también por Lenin como "anarquista" y por otra parte, que desde que estuvo en el Gobierno, Lenin se opuso terminantemente a la difusión de esa posición: recuérdese la ridiculización que Lenin va a hacer ya en 1918 del periódico "Comunismo" que quería difundir dicho texto. En efecto, desde el punto de vista de la teoría dominante en los bolcheviques desde 1918, de desarrollar el capitalismo gracias al gobierno "obrero", el Estado no podía más que ser considerado un instrumento y por lo tanto se pasó a reprimir (ya!) a todos aquellos que luchaban por la destrucción del Estado!!!

Notas

4. En estos años nuestro pequeño grupo internacionalista ha cambiado mucho en su composición y muchos compañeros y hasta estructuras regionales del grupo compenetrados con la defensa de las tesis y el conjunto de posiciones del Grupo Comunista Internacionalista, desconocen sin embargo el proceso de tal o tal polémica, el cómo se forjó tal o cual posición. Para suplir en algo esta carencia, se hacen circular interna e internacionalmente los materiales del grupo y se ponen a disposición de los compañeros que militan a parte entera en el grupo el conjunto de materiales históricos. Estas notas sobre el Estado escritas en 1979, circularon internamente en el grupo en 1988.

5. Esto efectivamente se hizo en los textos sobre "Rusia: Contrarrevolución y desarrollo del capitalismo" Números 15 - 16, 17, 18... de Comunismo.



Notas sobre el Estado (6)

* * *

... contra más de un siglo de falsificaciónes "marxistas"

Hace exactamente un siglo el "marxismo" daba sus primeros pasos como ideología burguesa para los obreros y el propio Marx, no solo la combatía sino que se vio obligado a declarar "Todo lo que sé, es que no soy marxista". Esta toma de posición de Marx con respecto a los "marxistas" franceses en 1880, será varias veces reiterada por Engels contra los "marxistas" alemanes. Hoy, cada vez que debemos reafirmar los elementos constitutivos del programa comunista, en continuidad con la obra de Marx y Engels, estamos obligados a denunciar al mismo tiempo todas las falsificaciones "marxistas"; a poner al descubierto los mecanismos utilizados para falsificar, a oponerles el movimiento comunista real y la práctica de Marx, Engels y otros militantes en la medida que se inscriben en él.

En primer lugar el "marxismo" sostiene en general que "el comunismo parte de una doctrina (ver de principios) inventada por Marx y Engels". Nosotros demostramos abundantemente en nuestros textos que esto es enteramente falso. Aquí subrayaremos que el trabajo de Marx y Engels fue un trabajo de Partido, que por lo tanto tiende a dirigir, centralizar, explicar teóricamente, el movimiento real existente del proletariado.

En segundo lugar como para el "marxismo", Marx y Engels inventaron la "doctrina comunista", esta se reduce a un juego de palabras y de citaciones en permanente revisión. Así los sindicalistas "marxistas" combatirán la "palabreja" molesta de "abolición del trabajo asalariado" por lo cual lucha toda asociación obrera, como Marx y Engels pusieron en evidencia. De la misma manera Kautsky en su obra maestra de la falsificación "La dictadura del proletariado" (sic) dirá que los bolcheviques "han recordado a tiempo una palabreja" (así como suena ¡! "des Wortchens" comenta Lenin) "sobre la dictadura del proletariado que Marx empleó una vez en 1875 en una carta"¡! (7). A nosotros por el contrario nos interesa subrayar que la verdadera ruptura de Marx y Engels con el Hegelianismo, es no partir de principios, de ideas, del hombre abstracto; sino por el contrario partir del hombre concreto, de la concentración de deshumanización de toda la "humanidad" en el proletariado, de su vida práctica como sujeto histórico del comunismo, que "todo el movimiento de la historia es el acto real del nacimiento del comunismo, el acto de nacimiento de su ser empírico, y de conciencia pensante" (8), que el desarrollo y lucha de este ser empírico no es personalizable, pues es afirmación de clase, es decir de Partido. Hoy, en esa misma lucha del Partido Comunista, contra todas las falsificaciones, cuando reivindicamos integralmente "la dictadura del proletariado para la abolición del trabajo asalariado" no estamos reivindicando "palabras" ni "palabrejas" (siempre susceptibles de ser vaciadas de su contenido); estamos, por el contrario, reivindicando integralmente el contenido de una lucha histórica, que fue demarcando al proletariado como clase portadora del comunismo y que como tal, no está sujeta a ningún tipo de revisiones.

En tercer lugar, los ideólogos de la contrarrevolución, coherentes con su ideología de "los principios descubiertos por Marx" dicen: "no fue el proletariado el que tuvo por primera vez la idea de que necesitaba organizarse en partido, sino Marx; no fue aquel sino éste el que utilizó por primera vez la 'palabra' dictadura del proletariado". A esta reaccionaria separación entre teoría y práctica, nosotros le oponemos la unidad indisociable del movimiento comunista, como ser empírico y conciencia pensante, y coherente con ello subrayamos:

En cuarto término, la contrarrevolución, al presentar a Marx y Engels como inventores de la doctrina y los principios comunistas, les hace "el homenaje" de petrificarlos en el altar de la "ciencia" ("excelentes filósofos", "buenos economistas",...) lo que le permite integrar su "doctrina" y lo que es más importante ocultar /enterrar su obra real, su obra de Partido. La fuerza de Marx y Engels en su crítica de la economía política, de la filosofía, etc., es la fuerza de una clase en movimiento que critica el capital, y todas sus ideologías. Cada problema teórico de difícil resolución para Marx y Engels en su lucha contra la filosofía de Hegel o/y de Feuerbach, encuentra su solución práctica o el esbozo de la misma, en la acción real del proletariado. Toda la crítica a la ideología se funda en la existencia y el desarrollo del proletariado como clase, que tiene como punto de convergencia teórico-práctico, la acción del Partido Comunista a la que Marx y Engels dedicaron su vida. Toda separación entre el trabajo de Marx y Engels y su acción de Partido es falaciosa y mistificadora; pues solo como militantes del Partido Histórico del Proletariado pudieron explicar deterministicamente su programa, sistematizarlo, afinarlo, formalizarlo, ampliarlo, demostrarlo, evidenciarlo, asumirlo, etc.

En quinto lugar y como consecuencia de toda su concepción formalista y doctrinaria, el "marxismo" como ideología de la contrarrevolución, concibe el Partido como realidad ideológica formal y por lo tanto accesoria. En base a ello es incapaz de comprender (=falsificar, distorsionar, etc) la obra de Marx y Engels como obra de Partido, pues no ve en la vida de éstos un grupo formal que se autodenomine Partido. A esta falsificación respondemos:

El programa comunista condena los "partidos marxistas" de hoy

Habiendo expuesto las bases de las falsificaciones del "marxismo" y opuesto éste a las posiciones programáticas que el movimiento comunista fue conformando con su lucha, estamos ahora en condiciones de echar una ojeada a todo lo que hoy se llama "marxista".

En primer lugar están los más sinceros representantes del capital que han renunciado explícitamente a la dictadura del proletariado, y que han liquidado de los programas de sus "partidos marxistas, socialistas o comunistas" toda referencia a la misma sustituyéndola por la "dictadura de todo el pueblo", "democracia popular" o simplemente "democracia". Si la semisinceridad con la que sus personeros defienden la dictadura de la burguesía, será o no circunstancia atenuante para salvar sus cabezas, cuando el proletariado ejerza su dictadura, no lo sabemos; pero por ahora ni sus cabezas, ni las elucubraciones y autojustificaciones que de ellas emergen son dignas de ser tenidas en consideración aquí. Nos interesa, mucho más en este texto, denunciar a todos aquellos cuyo "marxismo" sigue reconociendo la fórmula "dictadura del proletariado".

En segundo lugar, encontramos entonces un conjunto de "partidos marxistas" que desde el Estado Burgués (sea en el gobierno o en la oposición) utilizan la fórmula "dictadura del proletariado" para ejercer su dictadura (desde el gobierno, desde la propiedad del capital, desde los sindicatos, desde los partidos) contra el proletariado y reproducir el trabajo asalariado. No solo no hablan de abolirlo sino que han "descubierto" (sic) que el "socialismo" es compatible con él, con la mercancía, la ley del valor, etc. Si en el fin del siglo pasado la burguesía había bien asimilado su necesidad de contar con partidos y sindicatos de oposición que al interior del Estado "defiendan los derechos de los obreros", en este siglo, y en forma cada vez más abierta, en la medida que la contrarrevolución mundial avanza, ha comprendido que los partidos "marxistas" resultan indispensables para asegurar su lucratividad y su dominación de clase. Más aún, cuanto más unificados estén bajo la fórmula vaciada de "dictadura del proletariado", la propiedad del capital, los partidos, los sindicatos, el gobierno (es decir en los llamados "países socialistas" -sic); más plusvalía puede extorcarse al proletariado con una tecnología deficiente. O mejor dicho, el capital ha comprendido que puede compensar parcialmente (o al menos disimular coyunturalmente) un retraso tecnológico organizativo con respecto a sus competidores internacionales (que se traduce en un aumento más lento de la plusvalía relativa), centralizando formalmente sus diferentes aparatos en torno a banderitas rojas, retratos de Marx y de Lenin autoproclamandose "partido comunista" y "dictadura del proletariado" y en base a ello movilizando a los obreros para que trabajen más en el mismo tiempo de trabajo (aumento de la intensidad: stakhanovismo, emulación "socialista", etc.) o/y que directamente trabajen más tiempo por día o por semana (horas de trabajo "voluntario", domingos "rojos" o "socialistas", o lisa y llanamente supresión de vacaciones, de días de reposo, aumento de la jornada de trabajo, etc.). Claro que, esto de disimular la incapacidad del capital mundial de desarrollar los medios de trabajo detrás de un mayor desgaste de sangre, sudor, cerebro, brazos humanos; esto de pretender competir con altos aumentos de la plusvalía relativa en base a un aumento de la tasa de explotación basado principalmente en la plusvalía absoluta; tiene sus límites físico-sociales que se concretizan: en los campos de trabajo, en los campos de concentración, en los índices de ausentismo más elevados del mundo, en los hospitales psiquiátricos, en las grandes masas proletarias que buscan por todos los medios escaparse del país. Estos límites (que recuerdan los límites históricos de toda la burguesía como clase), junto con la emergencia despareja de las luchas obreras contra esos Estados, anuncian la violencia inevitable que asumirá ahí la crisis social y política venidera que será en todo el mundo la más grande de la historia del capitalismo. Sin embargo, en esos Estados donde no hay ni abolición del trabajo asalariado, sino fortificación de la esclavización salarial, ni dictadura del proletariado, sino dictadura del capital contra éste, (siendo ambos términos inseparables), la burguesía ha logrado (mejor aún que en otros lados) que el proletariado no se reconozca en su programa, que su ignorancia sobre su propia historia sea aún más terrible, que los obreros identifiquen Marx, Engels o Lenin con los agentes del régimen de explotación, o con "los héroes del trabajo" -los stakhanofs infiltrados en sus filas. La repugnancia que sienten los obreros de vanguardia por la pretendida "dictadura del proletariado", es entonces lógica e inevitable; sin embargo su lucha contra las condiciones cada vez más imponentes de explotación y contra el trabajo asalariado en general, es ya una lucha por su propia dictadura, y lo empuja a solidarizarse con la lucha de los obreros de todo el mundo, por la dictadura del proletariado para la abolición del trabajo salarial.

En tercer lugar, están los más cínicos de todos los oportunistas, los más sutiles, aquellos que dicen luchar por la "dictadura del proletariado" y también por la "abolición del trabajo asalariado" pero como no luchan por ninguna de las dos cosas (que no está de más repetir que es una misma e inseparable lucha), tienen, como veremos a continuación, que falsificar el contenido de ambas. Este grupo es realmente un zoológico que presenta las variaciones más estrafalarias, en cada uno de los cinco continentes, pero que sin excepciones sirve a la burguesía y forma parte de ella desde "la oposición a su majestad". No pudiendo por ello ser exhaustivos mencionamos a continuación los principales grupos:

Para denunciar a fondo estas posiciones de los diferentes herederos de Kautsky, haremos una breve incursión sobre el programa de la socialdemocracia, para luego retomar el análisis que hemos interrumpido momentáneamente, el de las determinaciones esenciales del programa comunista, conformado a través de la lucha de clases y la acción del Partido.

El eterno programa de la socialdemocracia: no a la destrucción del Estado burgués

La socialdemocracia alemana, creadora del "marxismo", se encuentra en el punto de partida de todas las falsificaciones no solo del Programa Comunista, no solo de la obra de Marx y Engels sino también de la historia de las lucha obreras y de las polémicas entre las corrientes proletarias que acompañaron estas luchas.

Como lo hemos dicho muchas veces Kautsky es su expresión más acabada e inteligente, de este partido de reformas. En sus obras sucesivas Kautsky escamoteará primero el problema de la destrucción del estado burgués, para luego confesar abiertamente que la socialdemocracia lucha por conquistar el poder de Estado y no para destruirlo.

Lenin en el "Estado y la Revolución" que es por su contenido, a pesar de su terminología, una reafirmación importantísima para la época del programa comunista contra la ideología socialdemócrata, comentando "El camino del poder" de Kautsky subraya acertadamente que éste:

"luego de haber proclamado categóricamente que la era de las revoluciones estaba abierta, en un libro especialmente consagrado, como lo dice el mismo, al análisis del problema de la 'revolución política' deja nuevamente completamente de lado la cuestión del Estado. Todas esas tentativas para darle vueltas a la cuestión, todos esos silencios y reticencias han tenido como resultado inevitable su reunión completa con el oportunismo..." (14)
En su polémica contra Pannekoek, Kautsky dice:
"Hasta aquí, la oposición entre socialdemócratas y los anarquistas consistía en que los primeros querían conquistar el poder del Estado y los segundo destruirlos. Pannekoek quiere uno y el otro." (15)
Y Lenin, agrega:
"La distinción que él (Kautsky NDR) establece entre socialdemócratas y anarquistas es completamente errónea: el marxismo es definitivamente desnaturalizado y envilecido." (16)
Era cierto que la falsificación de la obra de Marx era total, el comunismo había luchado siempre por la destrucción del Estado y nadie había puesto en evidencia ello en forma más contundente que precisamente Marx y Engels. Pero no lo era el hecho de que fuera una falsificación de la obra de la socialdemocracia, de la obra del propio Kautsky, ni la de sus predecesores; pues estos nunca habían luchado contra el Estado, sino por ocupar el timón de ese mismo Estado. Kautsky lo que hace aquí es confesar (como lo habían hecho tantos otros antes que él, ejemplo Bernstein, August Bebel, Wilhelm Liebknecht, etc.) lo que era una realidad desde la fundación de la socialdemocracia alemana. En efecto, la socialdemocracia que se había consolidado como organización en base a sucesivas fusiones al mismo ritmo que había avanzado la contrarrevolución sobre todo el continente europeo posterior a la Comuna de París, no fue jamás un partido del proletariado revolucionario. Ello no es solo aplicable a sus alas de derecha provenientes del Partido Popular Alemán, o a los Lasallanianos, sino a su ala izquierda proveniente del Partido de Eisenach, que la socialdemocracia hará pasar a la posteridad como el ala "marxista". Estos "marxistas" que no integraron a parte entera ni se comprometieron a fondo con la Asociación Internacional de Trabajadores, que promovieron y aprobaron un programa de fusión que Marx y Engels rechazaron de plano (17), era tan "marxistas" como los "marxistas" actuales y a menos de una década de la Comuna de París confesaban:
"Es un hecho que nosotros nos conformamos a la ley, porque nuestro partido es efectivamente un partido de reformas en el sentido más riguroso del término, y no un partido que quiere hacer una revolución violenta -lo que de todas maneras sería un absurdo-. Niego en la forma más solemne que nuestros esfuerzos tiendan a derribar por la violencia el orden vigente del Estado y de la sociedad." (18)
"Protestamos contra la afirmación según la cual nosotros seríamos un partido revolucionario... La participación de nuestro partido en las elecciones es un acto que demuestra que la socialdemocracia no es un partido revolucionario... A partir del momento en el cual un partido se coloca sobre la base de todo el orden legal, el derecho al sufragio universal y testimonia así que está totalmente dispuesto a colaborar en la legislación y en la administración de la comunidad, a partir de ese momento ha proclamado que no es un partido revolucionario." (19)
¡¡Más claro imposible.!!

¡¡ Y esta era la izquierda de la socialdemocracia!!

¡¿Cómo podemos aceptar entonces, que Kautsky del 14-15, sea un renegado de la socialdemocracia?!

De ninguna manera, la socialdemocracia nunca fue otra cosa que eso: un partido de reformas del capital. Su programa fue siempre:"NO a la destrucción del Estado" y esto no sólo la oponía a Bakunin, no solo a los propios Marx y Engels, sino a todo el proletariado revolucionario.

He aquí como resume Kautsky ese programa:

"...El rol de la huelga de masas, no puede ser jamás el de destruir el poder del Estado, sino solamente el obtener del gobierno concesiones sobre una cuestión dada, o el de reemplazar un gobierno hostil al proletariado por un gobierno que vaya adelante de las necesidades del proletariado... Pero nunca en ningún caso ello puede llevar a la destrucción del poder del Estado, de él solo puede resultar un cierto desplazamiento de la relación de fuerza al interior del poder del Estado... el objetivo de nuestra lucha política sigue siendo entonces, como en el pasado, la conquista del poder del Estado a través de la adquisición de la mayoría en el parlamento y la transformación de éste último en amo del gobierno." (20)

Al centro del programa comunista. La destrucción del Estado burgués

Son innumerables las variantes del "marxismo" que presentan las cosas así "los que están por la abolición, demolición, del Estado son anarquistas, los que están por conquistar el Estado, por transformarlo en un Estado más libre, más popular, hasta su extinción son marxistas". Podemos decir, sin temor a equivocarnos que esta frase condensa todo el revisionismo anticomunista.

Basta la reelectura de esa frase para comprobar que se habla del Estado en general (sin aclarar de que clase es ese Estado), es decir de la concepción burguesa del Estado árbitro, a clasista, neutro, que podría ser utilizado para hacer el bien o el mal según los hombres y las ideas de esos hombres que lo ocupen. Como toda concepción burguesa se destruye ante la vida real, ante la lucha de clases. Jamás existieron, ni pueden existir, los Estados en general, lo que existe es el Estado de una clase. El Estado es siempre la organización de una clase para dominar a otra. El Estado en el capitalismo, es el Estado de la clase capitalista, cualquiera sea la forma o la cobertura que adopte (representativo, monárquico, bonapartista, fascista, "marxista", popular, libre, etc.) y cualquier sea el grado de autonomía con el que los que controlan el timón del Estado aparezcan frente a los capitalistas (un ejemplo clásico es la autonomía del Estado de Luis Bonaparte frente a la sociedad burguesa). Todos los cambios de una forma a otra, no son más que "revoluciones" exclusivamente políticas (en el sentido más estrecho de la palabra y que nosotros en general en nuestros textos, para combatir toda ambigüedad no denominamos "revolución") y tienen como objetivo conquistar el Estado y perfeccionarlo. Así

"la república parlamentaria, en su lucha contra la revolución, vióse obligada a fortalecer, junto con las medidas represivas, los medios y la centralización del poder del gobierno. Todas las revoluciones políticas perfeccionaron esta máquina en vez de destrozarla. Los partidos que lucharon alternativamente por la dominación, consideraban la toma de posesión (o conquista -según las traducciones NDR-) de este inmenso edificio del Estado como el botín principal del vencedor." (21)
En 1871 (en plena Comuna de París) el propio Marx comentando este pasaje dice:
"... En el último capítulo de mi 18 Brumario remarco... que la próxima tentativa de Revolución en Francia no deberá consistir en hacer pasar la máquina burocrática y militar a otras manos, como sucedió hasta aquí, sino en destrozarla." (22)
En efecto, la Comuna confirma lo que las fracciones de vanguardia del proletariado sostenían y lo demuestra ante los obreros de todo el mundo:
"la clase obrera no puede tomar simplemente posición de la máquina estatal ya acabada y ponerla en movimiento para sus propios fines" (23), debe por el contrario romperla, demolirla, abolirla, destruirla.
Y Lenin insiste:
"Romper, demoler, la máquina Estatal ya acabada y no limitarse a tomar posición de ella...: en estas pocas palabras se encuentra brevemente expresada la principal lección del marxismo sobre las tareas del proletariado con respecto al Estado en el curso de la revolución. Y es esta lección la que no solo ha sido totalmente olvidada, sino además francamente desnaturalizada por la 'interpretación' dominante del marxismo debida a Kautsky."
La Comuna afirma, demuestra, ante los ojos del mundo entero, fortifica el programa del proletariado: no se trata de ocupar el Estado burgués de cambiarle de forma política, sino de destruirlo por medio de la dictadura del proletariado, pero de ninguna manera revisa o cambia el programa del proletariado (24).

Efectivamente, la lucha del proletariado fue adquiriendo conciencia a través de su propio desarrollo, muchas veces se ilusionó (y aún hoy lo hace) con el cambio de una forma de Estado por otra, pero por ser esencialmente lucha contra la sociedad capitalista y no contra una de sus formas de organización, no podía situarse al interior del Estado capitalista, sino primaria e instintivamente siempre contra ese Estado. Lo que la Comuna va a confirmar había sido expresado también en forma más o menos clara por distintas fracciones de vanguardia del proletariado. Sin lugar a dudas por Blanqui, o incluso por Weitling fundador de la Liga de los Justos:

"Los nombres de República y Constitución por bellos que sean no pueden bastar al pobre pueblo, que nada tiene en el estómago, ni en el cuerpo, ni cesa de sufrir. He aquí porqué la próxima revolución debe ser social."
Marx describe excelentemente este proceso anterior del proletariado (no solo anterior a la Comuna, sino anterior al 48):
"El proletariado al menos en los comienzos de su movimiento, derrocha tanto más sus fuerzas en motines ininteligentes, inútiles y bañados en sangre cuanto más desarrollada y más generalizada es la mentalidad política del pueblo (es decir sus ilusiones en el cambio de la forma del Estado y no en su destrucción NDR) Ya cree en la forma de la política, y ve la razón de todos los abusos en la voluntad y todos los medios de remediarlos en la violencia y el derrocamientode una determinadaforma de Estado. Como ejemplo tenemos las primeras explosiones del proletariado francés. Los obreros de Lyon creían que no perseguían más que fines políticos, que solamente eran soldados de la república, cuando en realidad eran soldados del socialismo. De este modo su inteligencia política les ocultaba la raíz de la miseria social, falseando así la comprensión de su verdadero objetivo. Así su inteligencia política engañó su instinto social." (25)
No solo Marx pone en evidencia que la lucha del proletariado es contra el Estado a pesar de sus ilusiones "políticas" (voluntaristas diríamos hoy: "El principio de la política es la voluntad"), sino que sus textos dejan clarito su propia posición: no se critica una forma de estado sino su esencia):
"En todas partes donde hay partidos políticos, cada uno de ellos halla la razón de cada mal en el hecho de que su adversario ocupa su lugar en la dirección del Estado. Incluso los políticos radicales y revolucionarios (crítica furibunda de todos los 'revolucionarios' reformistas, es decir a aquellos para los cuales la revolución es la toma del Estado más las 'reformas sociales' NDR) encuentran la razón no en la esencia del Estado, sino en una forma determinada de Estado que pretenden reemplazar por otra..."
"... esa bajeza, esa esclavitud de la sociedad burguesa, constituyen el fundamento sobre el cual reposa el Estado moderno, al igual que la sociedad de la esclavitud constituía el pilar natural sobre el cual reposaba el Estado antiguo. La existencia del Estado y la existencia de la esclavitud son inseparables." (26)

Estado anti-Estado: la Comuna de París

La Comuna fue, como ya lo dijimos, una reafirmación crucial de todo el programa que el proletariado se había ido forjando. No insistiremos con el tema,archiconocido, pero subrayemos las grandes conclusiones (27).

La Comuna fue una "dictadura del proletariado" en germen, lo que implicó necesariamente que:

Es esta contradicción, no de la idea sino de la realidad la que la lógica vulgar jamás podrá aprehender, jamás concebirá. Contra los que pretenden que el proletariado debe ocupar el Estado y hacerlo más popular, más libre, el proletariado se organizó contra el Estado y luchó por su destrucción. Contra los antiautoritarios en general, los antiestatistas puros, los "democracia obrera", el proletariado se organizó en fuerza autoritaria, estatista. Y si hay una crítica fundamental a realizar a la Comuna es haber organizado elecciones cuando debía imponer el autoritarismo revolucionario contra la burguesía apoderándose de la Banca y otros mecanismos de poder del capital y especialmente destruyendo el terror blanco que se preparaba en Versalles con el terror rojo de la Comuna, el terrorismo obrero del proletariado en armas y a la ofensiva.

Es decir la Comuna es la unidad contradictoria: Estado-Antiestado.

Pero, para nueva desgracia de la lógica vulgar, la contradicción no termina ahí, sino que como ya lo adelantamos por su propia esencia el Estado del proletariado es un No-Estado, y su propia fortificación, desarrollo, extensión, es a la vez ladisolución, la extinción, la desaparición de todo Estado.

¿Contradictorio?

SI, sumamente contradictorio, como lo es la esencia misma del proletariado como clase, contra el capital, que necesita constituirse en clase, en clase dominante, para suprimir todas las clases y suprimirse como clase.

Estado del proletariado - gemeinwesen - extinción del Estado

Todo el misterio de la cuestión del Estado se revela cuando dejamos de hablar del Estado en general y nos referimos al Estado de una clase, al Estado burgués o a su antagónico el Estado proletario. La máscara de los "antiestatistas" o de los "reformadores del Estado" queda desecha ante la cuestión: ¿el Estado pero de qué clase? Los "reformadores", los oportunistas de ayer y de hoy, los kautskistas de todo tipo dicen que es anarquista pretender destruir el Estado, que este se extinguía. Pero justamente ¿cuál es el Estado que puede extinguirse?

Sin ninguna duda no el Estado capitalista, cuya fortificación es la fortificación de la polarización de clases, (pues por su propia esencia no puede liquidar a su enemigo), cuyo desarrollo es el desarrollo de la guerra contra el proletariado y contra otros Estados capitalistas, cuya extensión es la extensión de una fuerza especial de represión contra la enorme mayoría de la población. Este Estado, como lo afirmó el proletariado revolucionario, en sus luchas prácticas y teóricas, no se extinguirá nunca, a este Estado hay que destruirlo. Pero así como el Estado capitalista ejecuta lo que el capital lleva en su interior la esclavitud salarial y la opresión de la masa siempre creciente de los que no tienen otra cosa que vender que su fuerza de trabajo; el Estado del proletariado realizará necesariamente lo que contiene su propio movimiento actual: la afirmación del ser humano, de la Comunidad humana mundial.

En efecto, el Estado del Proletariado por más embrionario que sea, parte de bases antagónicas, como lo señala Marx en "La guerra civil en Francia" (29) su fortificación es fortificación del Partido, afirmación programática y multiplicación creciente del proletariado consciente que va haciendo de más en más que las tareas de dirección de la sociedad, iniciadas por una minoría (y a no dudarlo, que con respecto al conjunto del proletariado mundial, ha sido y será una minoría la que inicie estas tareas) se disuelvan en el conjunto de la clase consciente, hasta la disolución total en la humanidad que el partido, que la clase, prefiguró. Su fortificación es simultáneamente aumento de su capacidad destructiva del capital y de todas las bases en que se sustenta su desarrollo: ejércitos, policías, partidos, iglesias, propiedad privativa, sindicatos, mercancía familia y muchísimos más etcéteras cuya enumeración actual sería una pretensión absurda, pues la más optimista de ellas será considerado por las generaciones futuras como ridículamente modesta y miserable.

No puede haber fortificación sin destrucción despótica del capital y participación creciente de los productores en esta destrucción que es exactamente lo mismo que la dirección de la sociedad hacia el comunismo y viceversa.

Cuanto más profunda es esa participación, esa destrucción, esa dirección, es decir, cuando más a fondo llegue su actividad como Estado, menos existe como Estado, más existe como "No Estado". Es este "Estado", el del proletariado el que se extingue.

Lenin rompiendo con toda concepción "marxista" dominante refiriéndose a los tan controvertidos pasajes de Engels sobre la extinción del Estado dice:

"Engels habla aquí de la 'supresión' por la revolución proletaria del Estado de la burguesía, mientras que lo que dice de la extinción se refiere a lo que subsiste del Estado del proletariado, luego de la revolución socialista. El Estado burgués según Engels no 'se extingue', sino que es 'suprimido' por el proletariado en el curso de la revolución. Lo que se apaga después de esta revolución, es el Estado del proletariado, o dicho de otra manera un semi-Estado." (30)
Es evidente que el texto de Engels no es tan claro como Lenin lo pinta, que presenta ambigüedades y como en todos los casos de formalizaciones inacabadas, la contrarrevolución las utilizará para falsificar el contenido. No debe olvidarse que estas formulaciones serán las utilizadas para decir que el Estado (si, el Estado a secas- sin clase) no hay que destruirlo pues se extingue. Lo importante en nuestra lucha impersonal de partido es que el contenido de la tesis de Lenin, en un momento crucial de la lucha del proletariado mundial: plena guerra imperialista, lucha revolucionaria contra la guerra, preparación de la insurrección (31), ataca el fondo mismo de la falsificación.

Los antiestatistas en general que se llevan rotundamente mal con la dialéctica, responderán diciendo: "pero y si el Estado del proletariado decide fortificarse, como ha pasado hasta ahora, sin destrucción del capital y sin participación creciente de los productores en esa destrucción-dirección de la sociedad, el Estado no se extinguirá".

La incomprehensión que revela este tipo de afirmaciones es total.

Primero porque detrás de esas afirmaciones hay una concepción de Estado que aunque pretenda ser general es particular: se piensa en un Estado Nacional,en el Estado de un País, es decir un Estado Burgués.

Segundo porque los Estados no se definen por lo que dicen sino por lo que hacen, no por tener en su dirección hombres salidos de las filas obreras sino por su práctica de destrucción del capital, de guerra revolucionaria contra él, de generalización de toda la actividad "estatal" al proletariado.

Tercero, entonces, porque lo único que se puede fortificar en esas condiciones es el Estado capitalista y es clarísimo que éste no se extinguirá nunca.

En síntesis el antiestatismo en general es totalmente incapaz de diferenciar, la naturaleza esencialmente diferente, antagónica entre Estado burgués y Estado (Comunidad) del proletariado (de la humanidad) y por lo tanto generaliza las leyes que rigen el Estado burgués a su "Estado" a secas; lo que es ni más ni menos que generalizar las leyes de la burguesía al proletariado. He ahí el fondo de la utopía reaccionaria del antiestatismo.

Pero esas "leyes" que rigen la vida real son hoy antagónicas y no pueden no serlo mañana. ¿Cómo puede extenderse y desarrollarse un Estado burgués; sino desarrollando sus cuerpos especiales de represión y dominación? ¿Cómo puede desarrollarse, extenderse un Estado proletario sin armar a todo el proletariado y con ello mismo estar desapareciendo como cuerpo especial de represión y extinguiéndose como Estado? En la vida misma de hoy, el Estado capitalista no puede hacer otra cosa que fortificarse y separar el cuerpo de especialistas, administradores, organizadores, políticos, sindicalistas, militares (gestores del capital en general) etc., de la masa de los que no son nada más que proletarios. Son dos realidades "colectivas", son dos "seres colectivos" pero de naturaleza antagónica.

La primera, el Estado burgués no puede hacer otra cosa que desarrollar una esfera dominante de la sociedad a expensas de la propia sociedad. Su ser colectivo, el ser del Estado burgués "STAATWESEN", no solo es colectivo como totalidad abstracta separado de la vida real y "sería impensable sin la contradicción organizada entre la idea general y la existencia individual del hombre" (32). Todas las luchas por el poder de este Estado, parten del aislamiento que una fracción de los gestores del capital tienen con respecto al ser del Estado, y del poder.

En cambio:

"el ser colectivo del que se halla separado el trabajador es un ser colectivo de realidad distinta, de distinto alcance que el ser político. El ser colectivo del que le separa su propio trabajo es la vida misma, la vida física e intelectual, las costumbres humanas, la actividad humana, el goce humano, el ser humano. El ser humano es el verdadero GEMEINWESEN de los hombres. Del mismo modo que el funesto aislamiento de este ser es incomparablemente más universal, más insoportable, más terrible, más lleno de contradicciones que el hecho de estar aislado del ser colectivo político; asimismo la supresión de este aislamiento -e incluso una reacción parcial, un levantamiento contra éste aislamiento- tiene un alcance mucho mayor, al igual que el hombre es mucho más que el ciudadano y la vida humana mucho más que la vida política. Por muy parcial que sea, la sublevación industrial encierra en ella misma un alma universal. En cambio, la insurrección política por más universal que sea disimula bajo su forma colosal un espíritu limitado." (33)
Por ello, todos los males sociales son considerados... (34)

Notas

6. Como dijimos, este borrador contenía originariamente al principio, otros capítulos en los que se tomaba posición por la invarianza del programa revolucionario, al mismo tiempo que se explicaba la necesidad del desarrollo permanente y afirmación del programa en sus diversas formalizaciones.
7. Kautsky "La dictadura del proletariado". El sarcástico comentario de Lenin es de su respuesta a Kautsky: "La revolución proletaria y el renegado Kautsky".
8. Marx, Manuscritos de 1844.
9. Este es el título original del Manifiesto. Al lector que se sorprenda de poseer una edición donde se haya suprimido Partido, le advertimos que no debe extrañarse, pues la mayoría de las traducciones no utilizan la primera edición alemana del 48, sino las realizadas por la socialdemocracia alemana de 1872, 1883 o 1890, donde como es lógico se "olvidaron" de la "palabra" Partido.
10. Evidentemente que por "síntesis de la teoría de autoemancipación del proletariado" nos referimos a la puesta en evidencia sistematizada de la necesidad y posibilidad del proletariado de transformarse por la revolución en clase dominante y abolir la sociedad de clases y de ninguna manera a tal o tal medida concreta propuesta.
11. Marx y Engels ya en 1872, en el Prólogo a la edición alemana, insisten en que la experiencia de la lucha del proletariado y en especial la Comuna de París, exigían el cambio de esos pasajes.
12. Este ejemplo es proporcionado por Roger Dangeville en su "Introduction" a "La social-democratie allemande" (10/18).
13. Como veremos más adelante, el Estado del proletariado, es un Estado y no es un Estado al mismo tiempo.
14. Lenin "El Estado y la Revolución".
15. Citado por Lenin. Idem.
16. Idem.
17. La crítica de Marx es la que se conoce bajo el nombre "Glosas marginales al Programa de Gotha" o simplemente "Crítica al Programa de Gotha". Engels resumirá así el contenido de este programa: "se componen de 4 partes: 1. Principios y slogans lasalleanos... 2. Reivindicaciones democráticas redactadas enteramente en el sentido y el estilo del Partido Popular. 3. Reivindicaciones con respecto al "Estado actual" (...) que no son solo confusas, sino totalmente ilógicas. 4. Proposiciones generales tomadas en préstamo del Manifiesto y de los Estatutos de la Internacional, pero que han sido acomodadas a tal extremo que son o bien absolutamente falsas o bien totalmente ineptas..."
18. Wilhelm (no confundir con Karl) Liebknecht en el Reichstag 17/3/79.
19. Wilhelm Liebknecht en la Dieta de Saxe en 17/2/1880.
20. El texto es de 1912 y lo reproducimos tal como lo cita Lenin en El Estado y la Revolución.
21. Marx "El 18 Brumario de Luis Bonaparte". El subrayado es nuestro.
22. Marx a Kugelmann el 12/4/71. El subrayado es de Marx.
23. Este pasaje de "La guerra civil en Francia". Mensaje del Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores, es citado por Marx y Engels en el prólogo de 1872 al Manifiesto, intentando colmar las ambigüedades que el mismo contiene sobre el tema.
24. Esto es sumamente importante, pues los innumerables herederos de Kautsky existentes hoy, prisioneros de su formalismo: considerarán que o bien eso de destruir el Estado burgués por medio de la violencia como simples "frases" o palabrejas de Marx en un momento dado (SIC), o bien utilizarán ese supuesto cambio, revisión de 180º en el programa "marxista" para justificar todas sus revisiones.
25. Marx: "Glosas críticas marginales al artículo 'El rey de Prusia y la reforma social, por un prusiano'", Los subrayados son de Marx.
26. Marx idem. Los subrayados son de Marx.
27. Ponemos entre comillas los pasajes más conocidos de Marx y Engels sobre el tema.
28. Utilizamos "Estado del proletariado", "organización del proletariado en clase dominante" indicando las tendencias los gérmenes pues "la solución no puede ser alcanzada en ninguna parte dentro de las fronteras nacionales... La revolución no encontrará aquí su término, sino su comienzo organizativo" (Marx: "Las Luchas de Clases en Francia 1848 a 1850").
29. "El primer decreto de la Comuna fue... la supresión del ejército permanente y su reemplazamiento por el pueblo en armas".
30. "El Estado y la Revolución".
31. Será obra de textos específicos sobre el tema poner en evidencia la revisión que hará Lenin de dicha tesis.
32. Los pasajes entre comillas son del texto de Marx "Glosas marginales al artículo: 'El rey de Prusia y la reforma social por un prusiano'". Marx designa el ser colectivo del Estado burgués por STAATWESEN, y al ser humano, al ser colectivo de los hombres el comunismo: GEMEINWESEN.
33. Marx: "Glosas críticas marginales al artículo: 'El Rey de Prusia y la reforma social' por un prusiano."
34. El borrador se termina aquí.



CONTRA EL ESTADO

Las Glosas Críticas Marginales

escritas por Marx

* * *

Presentación

El hecho de que Marx no haya concentrado en un solo volumen su crítica de la política y del Estado, ha facilitado la obra de los revisionistas, que como Bernstein, Kautsky y tantos otros, fundarían el "marxismo" como verdadera teoría del Estado ("popular","libre", "democrático"...).

Sin embargo, desde cuando comienza su ruptura con el hegelianismo y con la democracia en 1842-44, Marx piensa en escribir un libro sobre (contra) el Estado. Pero a diferencia de sus contemporáneos que hacían una crítica platónica del Estado, oponiendo el pueblo bueno al Estado malo, Marx buscará los fundamentos del Estado mismo en las relaciones sociales de producción; lo que lo conduce lógicamente a considerar la crítica de la política como una consecuencia lógica de la crítica de la economía. Por eso Marx en 1845, poco antes de exilarse en Bélgica, firma en París, un contrato con un editor alemán en el que se compromete a entregar una obra en dos volúmenes que lleva por título: "Crítica de la política y de la economía política". En ese momento no sabía que dicho proyecto le llevaría toda su vida y que el mismo no sería acabado.

Esa obra debía dar continuidad al conjunto de trabajos del año 43 - 44. La "Crítica de la filosofía del Estado de Hegel", pero sobre todo "La cuestión judía", la "Crítica de la filosofía del Derecho de Hegel", las "Glosas críticas marginales al artículo "El Rey de Prusia y La Reforma Social por un prusiano"", así como los manuscritos, denominados "manuscritos de París". En dichos trabajos, se consuma y consolida la ruptura de Marx con toda la sociedad burguesa. La crítica del Dinero y el Estado, en su relación dialéctica, constituyen la clave de todos esos trabajos. El proletariado, en tanto que negación viviente del dinero, del Estado, de la economía, del trabajo,... es el sujeto activo de esa crítica. La superación de la filosofía, coincide con la negación práctica de la economía, la política... el arma de la crítica no puede sustituir la crítica por las armas, la revolución social proletaria aparece como una necesidad histórica, la autoemancipación del proletariado es la base de la emancipación total del hombre.

Unos años más tarde Marx hará otro plan de su obra en el cual luego de los "capítulos" (más tarde los llamará "secciones" y después "libros") sobre el "capital", la "propiedad de la tierra", y el "trabajo asalariado" concibe un libro sobre "El Estado". El hecho de que la intensa actividad militante durante toda su vida le haya impedido abordar explícitamente este tema en forma detenida, ha permitido decir imbecilidades tales como que en "Marx no hay una teoría del Estado" (1) o que "Marx no hizo una crítica de la política" o peor aun, el mantener la leyenda bakuninista y kautskista (luego leninista, stalinista) de un Marx adorador del Estado. Además del texto que presentamos aquí y de los que venimos de mencionar de los años 43-44, existen en la obra de Marx otros documentos que son terminantes para probar lo contrario. Entre ellos, con Rubel citemos:

a) "Notas al margen del libro de Bakunin "Estatismo y Anarquía" 1873;
b) La "Crítica al Programa del Partido obrero alemán de Gotha" 1875;
c) "Comuna campesina y perspectivas revolucionarias en Rusia" (respuesta a Vera Zassoulitch) 1881.

"Estos tres documentos constituyen de alguna manera la quintaescencia del libro que Marx pensaba escribir sobre el Estado"; ver al respecto "Marx théoricien de l'anarchisme" (Marx teórico del anarquismo) de Maximilien Rubel y en general su libro "Marx, critique du marxisme" (Marx crítico del marxismo) o el un pequeño fascículo de Rubel titulado: "El Estado visto por Karl Marx" editado por Etcétera (2).

oOo

En cuanto a las circunstancias que llevaron a Marx a escribir las "Glosas críticas marginales..." que presentamos aquí, reproducimos a continuación la "Nota Introductoria" efectuada por Etcétera:
"A finales de 1843 Marx abandona Alemania y se traslada a París, junto con otros intelectuales alemanes a raíz de las ordenanzas del gobierno prusiano concernientes a la censura, que le hacen dimitir del puesto del Director del periódico demócrata-liberal "La Gaceta Renana", y que le suscita este comentario, evocando Plinio el Joven: "¡Oh, rara fortuna, la de los tiempos en los que se puede pensar lo que se quiere, y decir lo que se piensa!" con el que cerraba su artículo "Notas sobre la reciente reglamentación de la censura prusiana", escrito en enero-febrero de 1842 y publicado un año después en los "Anekdotas" que dirigía A. Ruge en la Suiza alemana.
Ya en París proyecta junto con Ruge la creación de una nueva revista "para realizar la crítica despiadada de todo lo existente", "Los Anales Franco-Alemanes" cuyo primer y único fascículo aparece en febrero de 1844, en donde Marx publica dos artículos: La Cuestión Judía y Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. Este último lo presentaba Marx a modo de Introducción de un estudio más extenso que comenzó a elaborar en la primavera-verano de 1843. Durante este período se había retirado a Kreuznach (residencia de Jenny, con la que se casa en junio de ese año) donde aborda la revisión crítica del paradigma hegeliano, denunciándolo sin reservas como una pura mistificación y de donde se infiere ya su adhesión a la causa obrera. Los Manuscritos de Kreuznach, inacabados, no se publicaron hasta mucho tarde (1927), pero se descubren ya en ellos sus meditaciones acerca del Estado en sus relaciones con la sociedad civil, sobre la burocracia y las órdenes corporativas, y sobre la propiedad privada.
La corta estancia de Marx en París, poco más de un año, es gracias a la generosidad de sus amigos de Colonia que le envían dinero con el que puede atender las necesidades domésticas de su familia, muy fructífera.
Francia representaba en aquel momento las avanzadilla de la civilización burguesa y el país de las tradiciones revolucionarias. Las lecturas de Marx en París se centran en el estudio de la Revolución Francesa y en la corriente histórica que explicaba el desarrollo de la sociedad francesa desde la Edad Media, como una serie ininterrumpida de la lucha de clases: autores como Guizot y Thierry son citados en sus apretados cuadernos de notas, como ejemplos de esta corriente histórica. También se interesa por la Filosofía materialista, que, arrancando de Descartes y Locke, sobre todo de éste último, desembocaba en una filosofía social y que fue el sustento teórico que esgrimieron los enciclopedistas contra las clases gobernantes en el siglo XVIII.
El contacto con el movimiento obrero es revelador para Marx. Ya antes de salir de Alemania, y sin abandonar el terreno filosófico, advertía que no bastaba con que la idea clamase por hacerse realidad, sino que era necesario que la realidad gritase también por erguirse en idea; es pues con esa convicción de conjugar teoría y práctica cuando descubre precisamente la misma teoría en movimiento, socialismo y movimiento obrero convergiendo.
En esta época mantiene largas conversaciones con Proudhon, a las que se unirá después Bakunin, y de esta época es la edición de "La Unión Obrera" de Flora Tristán, cuyo postulado principal anunciaba la emancipación de los trabajadores por ora de los mismos trabajadores y donde aparecen ya los términos "proletariado" y "clase" que Marx introduce en la Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel.
Si este escrito es importante porque descubre al proletariado como clase emancipadora de toda la humanidad, mucha más importancia tiene, como aportación a su teoría de la revolución, el artículo publicado pocos meses después en el "Vorwärts!" titulado Glosas críticas marginales al artículo El Rey de Prusia y la Reforma Social. Por un Prusiano.
El "Vorwärts!" era un periódico alemán fundado en París a principios de 1844. A partir de mayo, el nuevo director, Bernays, le imprime una tendencia acusadamente antiprusiana y llama como colaboradores a Ruge, Heine, Herwegh, Bakunin, Weerth, Engels y Marx. Ruge, que había escrito varios artículos en el citado periódico, firma uno de ellos bajo el seudónimo de "un prusiano", según Mehring para achacar su paternidad a Marx. En este artículo, Ruge criticaba una orden de Federico Guillermo IV por la que las autoridades encargadas de asistir a los pobres hacían un llamamiento a la caridad cristiana de todos los alemanes. La contestación del periódico parisino "La Réforme" veía en dicha orden una medida tomada bajo los efectos del miedo y el sentimiento religioso, poco después de la revuelta de los tejedores de Silesia y afirmaba que la ordenanza prusiana era el signo precursor de una revolución que Europa no podía evitar.
El hecho histórico concreto que sirvió de pretexto a la polémica era la rebelión de los tejedores de Silesia: esta zona de Alemania constituía un núcleo de población obrera que trabajaba en las fábricas de tejidos, alargando las jornadas en su casa con el trabajo a domicilio y donde la explotación sin límites de la mano de obra constituía el filón para una acumulación rápida del capital. Los tejedores expresaban con un canto de asombrosa lucidez no sólo su propia situación sino la de los dueños de las fábricas:
"Sois la fuente de la miseria
Que oprime aquí al pobre
Sois vosotros los que arrancáis
El pan seco de su boca
(...)
Pero vuestro dinero y vuestro bien
Un buen día desaparecerán
Como la mantequilla bajo el sol
¿Qué será de vosotros entonces?"
El 4 de junio la policía detiene a un tejedor que cantaba este himno bajo la ventana de un fabricante. La respuesta fue inmediata y por la tarde una multitud amotinada saqueó las casas de los industriales y destruyó los libros de contabilidad. Al día siguiente 3.000 tejedores se dirigieron a un pueblo vecino continuando la revuelta y enfrentándose al ejército que, a pesar de disparar contra la multitud y ocasionar muertos, no pudo contener la furia de los tejedores que lograron expulsar a los soldados del pueblo con piedras y palos. El gobierno mandó el 6 de junio a 3 compañías de infantería y a una batería de artillería que aplastó la rebelión. Los supervivientes buscaron refugio en las montañas y en los bosques vecinos.
Marx contestaba a Ruge con el artículo que aquí se presenta, dando un nuevo paso en la valoración del movimiento obrero y en su ruptura con el Neohegelianismo. Mediante el concepto de "conciencia", Marx se desprende de la separación filosofía activa-proletariado pasivo, unificando filosofía y proletariado y convirtiendo a éste en el elemento activo de la revolución."
En cuanto a los problemas conceptuales y de traducción leer, luego del texto de Marx, las "aclaraciones finales..."

Aclaramos al lector que lo subrayado en "negrita" en el texto de Marx, fue efectuado por nuestra redacción.

Notas

1. ¡¡Si ni siquiera han faltado los tarados para decir que Marx nunca escribió una teoría sobre las clases sociales y que tampoco las definió!!
2. Etcétera, Apartado de Correos 1363 - 08080 Barcelona España.



Glosas Critícas Marginales

al artículo: "El rey de Prusia y la reforma social. Por un prusiano" (3)

* * *

El número 60 del "Vorwärts" contiene un artículo titulado "el Rey de Prusia y la Reforma social", firmado por "un Prusiano" (4).

El pretendido prusiano se refiere en primer lugar al contenido de la orden del Gabinete del rey de Prusia concerniente a la insurrección obrera de Silesia (5) y a la opinión, al respecto, del periódico francés "La Réforme" (6). "La Réforme" considera, según él, que el "terror y el sentimiento religioso" del rey han dado origen a la orden del Gabinete. Asimismo descubriría en ese documento el presentimiento de grandes reformas que se avecinan a la sociedad burguesa. El "Prusiano" alecciona de este modo a "La Réforme":

"El rey y la sociedad alemana todavía no han llegado al presentimiento de su reforma (7): ni siquiera las sublevaciones de Silesia y Bohemia han hecho nacer en ellos tal sentimiento. Es imposible hacer comprender a un país no político como Alemania que la miseria parcial de las regiones manufactureras es una cuestión de orden general, e incluso un perjuicio ocasionado a todo el mundo civilizado. Para los alemanes, ese acontecimiento es de la misma índole que una inundación o una penuria locales. Por ello el rey la trata como un defecto de administración o de beneficencia. Por esa razón, y puesto que se han requerido pocas tropas para acabar con los indefensos tejedores, la destrucción de fábricas y de máquinas no inspira el más leve "terror" al rey y a las autoridades. Más aún, no es el sentimiento religioso el que ha dictado la orden del Gabinete: esta orden es una muy sobria expresión tanto de la ciencia política cristiana como de una doctrina que no deja subsistir nada que se oponga a su único remedio, la "buena disposición de los corazones cristianos". La pobreza y el crimen son dos grandes males, pero ¿quién puede curarlos? ¿El Estado y las autoridades? No, tan sólo puede hacerlo la unión de todos los corazones cristianos."
Una de las razones por las que el "prusiano" niega el "terror" del rey, es que no se hayan necesitado más que unas pocas tropas para acabar con los indefensos tejedores.

Así pues, en un país donde los banquetes con brindis liberales y champaña liberal recuérdese la fiesta de Dusseldorf provocaron una orden del Gabinete real: en un país donde no se necesitó soldado alguno para apagar el deseo de libertad de prensa y de constitución en toda la burguesía liberal: en un país así ¿el empleo violento de la fuerza armada contra débiles tejedores no sería un acontecimiento,y, sobre todo, un acontecimiento aterrador? Además los indefensos tejedores salieron vencedores del primer choque, siendo reprimidos posteriormente gracias a un aumento del número de tropas. ¿Es menos peligrosa la sublevación de una masa de obreros por el hecho de que no sea necesario emplear el ejército para reducirla? que nuestro astuto Prusiano compare la revuelta de los tejedores de Silesia con las insurrecciones de los obreros ingleses, y entonces los tejedores de Silesia le parecerán tejedores fuertes.

Mediante la relación general de la política respecto a los males sociales explicaremos porqué el alzamiento de los tejedores no podía inspirar ningún "terror" particular al rey. De momento nos bastará decir que dicho alzamiento no estaba dirigido directamente contra el rey de Prusia, sino contra la burguesía.

Como aristócrata y monarca absoluto, el rey de Prusia puede no estimar a la burguesía; y menos aún puede alarmarse cuando ve que la tensión y la dificultad de las relaciones entre proletariado y burguesía aumentan el servilismo y la impotencia de esta última. Además, el católico ortodoxo es más hostil al protestante ortodoxo que al ateo, del mismo modo que el legitimista lo es más respecto al liberal que al comunista. No es que el ateo y el comunista sean más próximos al católico y al legitimista, sino que por estar fuera de su esfera, les son más extraños que el protestante y el liberal. El rey de Prusia, como político, tiene a su contrario inmediato en el liberalismo. Para el rey, la contradicción del proletariado existe de modo tan exiguo como el rey existe para el proletariado. Sería preciso que el proletariado hubiera alcanzado ya una fuerza decisiva para ahogar las antipatías, las oposiciones políticas, para de este modo atraerse toda la hostilidad de la política. Por último, es evidente que el rey, cuyo carácter ávido de cosas interesantes e importantes es conocido universalmente, debía estar sorprendido y encantado a un tiempo al encontrar en su propio terreno ese pauperismo "interesante" y "de enorme porvenir", y al hallar de ese modo una nueva ocasión para situarse en primer plano. ¡Cuál no debió ser su dicha al saber que poseería, en lo sucesivo, su "propio" pauperismo real prusiano!

Nuestro "Prusiano" es aún más desafortunado cuando niega que el "sentimiento religioso" sea el origen de la orden del Gabinete real.

¿Por qué no es el sentimiento religioso el origen de esa orden del Gabinete? Porque esa orden "es una expresión muy sobria del arte político cristiano" una expresión "muy sobria" de la doctrina "que no deja subsistir nada que se oponga a su único remedio, la buena disposición de los corazones cristianos".

¿No es acaso el sentimiento religioso el fundamento del arte político cristiano? Una doctrina que posee su remedio universal en las buenas disposiciones de los corazones cristianos, ¿no está fundada en el sentimiento religioso? Es más, yo pretendo que es un sentimiento religioso muy engreído, muy embriagado consigo mismo, que busca la "curación de los grandes males" -curación cuya posibilidad niega "al Estado y a las autoridades- en "la unión de los corazones cristianos". Se trata de un sentimiento religioso tan ebrio de sí que, como declara el "Prusiano", ve todo el mal en la falta de sentido cristiano y remite a las autoridades al único medio que existe para fortalecer ese sentido religioso: "la exhortación". La finalidad de la orden del Gabinete es pues, según el "Prusiano", el sentimiento cristiano. Es evidente que el sentimiento religioso se considera a sí mismo el único bien cuando está ebrio, no cuando está sobrio. Allí donde ve el mal lo atribuye a su propia ausencia: en efecto, puesto que es el único bien, sólo puede producir el bien. La orden del Gabinete inspirada por el sentimiento religioso dicta pues, en consecuencia, el sentimiento religioso. Un político de sentimiento religioso sobrio, hallándose "perplejo", no buscaría "auxilio" en "la exhortación del piadoso predicador al sentimiento cristiano".

¿Cómo demuestra pues el "Prusiano" de la "Reforma" que la orden del Gabinete no es una emanación del sentimiento religioso? ¡Presentándonosla por doquier como una emanación del sentimiento religioso! ¿Puede esperarse que una mente tan ilógica comprenda los movimientos sociales? Oigamos su palabrería sobre la relación de la sociedad alemana con el movimiento obrero y con la reforma social en general.

Distingamos, cosa que el "Prusiano" olvida, las diferentes categorías que se han agrupado bajo la expresión "sociedad alemana": gobierno, burguesía, prensa, y finalmente los propios obreros. Reparemos en los diferentes grupos de que se trata, y de los que el "Prusiano" hace un todo homogéneo condenándolos en masa desde su elevado punto de vista. Así, según él, la sociedad alemana no ha llegado todavía al presentimiento de su "reforma".

¿Por qué carece de ese instinto?

"Es imposible hacer comprender a un país no político como Alemania" responde el Prusiano, "Que la miseria parcial de las regiones manufactureras es una cuestión de orden general, e incluso, un perjuicio ocasionado a todo el mundo civilizado. Para los alemanes, ese acontecimiento es de la misma índole que una inundación o una penuria locales. Por ello el rey la trata como un defecto de administración de beneficencia".

Nuestro "Prusiano" explica pues esta concepción trastrocada de la miseria obrera mediante la particularidad de que Alemania es un país no político.

Se nos concederá que Inglaterra es un país político, y se nos reconocerá también que es el país del pauperismo: incluso el término es de origen inglés. El examen de Inglaterra será pues el medio más adecuado para conocer la relación de un país político con el pauperismo. En Inglaterra, la miseria obrera no es en modo alguno parcial, sino universal; no se limita a las regiones industriales, sino que se extiende a las regiones agrícolas. Los movimientos no están en sus comienzos, resurgen periódicamente desde hace casi un siglo. ¿Cómo conciben el pauperismo la burguesía inglesa, y el gobierno y la prensa ligados a ella?

En la medida en que la burguesía inglesa admite que el pauperismo es un defecto de la política, el Whig (liberal NDR) considera al Tory (conservador NDR) y el Tory al Whig como la causa del pauperismo. Según el Whig, la causa principal del pauperismo es la gran propiedad rural y la legislación proteccionista que prohibe la importación de cereales. Según el Tory, todo el mal reside en el liberalismo, la libre competencia y el sistema manufacturero llevado al exceso. Ningún partido encuentra la razón en la política en general sino, más bien, únicamente en la política del partido contrario. Y ninguno de los dos partidos piensa en una reforma de la sociedad.

La expresión más precisa de la comprensión inglesa del pauperismo -nos referimos en todo momento a la comprensión de la burguesía inglesa y del gobierno- es la economía política inglesa, es decir, el reflejo científico de la situación económica inglesa (8).

Uno de los mejores y más famosos economistas ingleses, que conoce la situación actual y debe poseer una visión global del movimiento de la sociedad burguesa, Mac Culloch, alumno del cínico Ricardo, ha osado recientemente en un curso público y en medio de aplausos, aplicar a la economía política lo que Bacon dice de la filosofía:

"El hombre que, con un verdadero e infatigable afán de conocer, interrumpe su razonamiento, avanza gradualmente, superando uno tras otro los obstáculos que, como montañas, detienen la marcha de su estudio, terminará alcanzando con el tiempo, la cúspide de la ciencia, donde se disfruta del sosiego y del aire puro, donde la naturaleza se ofrece a la vista en toda su belleza, y desde donde, por un camino cómodo y fácil puede descenderse hasta los más mínimos detalles de la práctica."
¡Qué mejor aire puro que la atmósfera infestada de las viviendas inglesas situadas en sótanos! ¡Qué mejor maravilla de la naturaleza que los extraños andrajos de los ingleses pobres y las arrugadas y ajadas carnes de las mujeres gastadas por el trabajo y la miseria; los niños acostados en las basuras; los engendros que produce el exceso de trabajo en el mecanismo uniforme de las fábricas! ¡Detalles últimos, adorables, de la praxis: la prostitución, el asesinato, el patíbulo!

Incluso aquellos burgueses ingleses que se dan cuenta del peligro del pauperismo lo conciben, así como a los medios para remediarlo, de una forma no tan sólo particular sino, digámoslo sin rodeos, pueril y estúpida.

Así, por ejemplo, en su folleto "Recent measures for the promotion of education in England", el doctor Kay lo reduce todo al descuido de la educación. ¡Se adivina por qué! Por falta de educación, sobre todo, el obrero no comprende "las leyes naturales del comercio" que lo reducen necesariamente al pauperismo. Ello sería la razón de su rebelión, que "podría entorpecer la prosperidad de las manufacturas inglesas y del comercio inglés, quebrantar la mutua confianza de los hombres de negocios, reducir la estabilidad de las instituciones políticas y sociales".

Esta es la gran irreflexión de la burguesía inglesa y de su prensa respecto al pauperismo, epidemia nacional de Inglaterra.

Supongamos pues que los reproches dirigidos por nuestro "Prusiano" a la sociedad alemana son fundados, y veamos si se halla la razón, como él argumenta, en el estado no político de Alemania. Mas si la burguesía de la Alemania no política no alcanza a comprender la significación general de una miseria parcial, la burguesía de la Inglaterra política sabe, por el contrario, ignorar la significación general de una miseria universal que ha manifestado su importancia universal por su reaparición periódica en el tiempo, su extensión en el espacio y por el fracaso de todas las tentativas destinadas a suprimirla.

El "Prusiano" imputa también al estado no político de Alemania el hecho de que el rey de Prusia encuentre la causa del pauperismo en un defecto de administración y de beneficencia y busque pues en las medidas de administración y de beneficencia los remedios al pauperismo.

La legislación sobre asistencia pública, tal como rige en la Inglaterra actual, data de la ley del acta 43 del reinado de Isabel (9). ¿En qué consisten las disposiciones de esta legislación? Pues en la obligación impuesta a las parroquias de socorrer a sus obreros indigentes, en el impuesto para los pobres, en la beneficencia legal. Tal legislación -la beneficencia por vía administrativa- ha durado dos siglos: y tras largas y dolorosas experiencias, ¿cuál es el punto de vista que defiende el Parlamento en su ley de enmienda de 1834? El Parlamento empieza por declarar que el enorme crecimiento del pauperismo se debe a "un defecto de administración".

Por lo tanto, se reforma la administración del impuesto para los pobres que correspondía hasta entonces a los funcionarios de las parroquias respectivas, y se constituyen uniones de unas veinte parroquias sometidas a una única administración. Una Junta de funcionarios -Board of Guardians- designados por los contribuyentes, se reúne un día determinado en la sede de la unión y decide la adjudicación de las ayudas. Las juntas están dirigidas y controladas por delegados del gobierno, que constituyen la comisión central de Sommerset-House, el ministerio del pauperismo, como lo denomina un francés (10). El capital que esa administración controla es casi tan considerable como el presupuesto de guerra de Francia, y el número de administraciones locales asciende a 500, contando cada una de ellas con un mínimo de doce empleados.

El Parlamento inglés no se ha limitado a una reforma meramente formal de la administración.

Es precisamente en la ley de pobres donde ha descubierto la causa principal del estado crítico del pauperismo inglés. El remedio legal contra ese mal social, o sea la beneficencia, favorecería el propio mal; y en cuanto al pauperismo en general, sería, según la teoría de Malthus, una ley eterna de la naturaleza:

"Dado que la población tiende a sobrepasar incesantemente el límite de los medios de subsistencia, la beneficencia es una vana locura, un estímulo oficial a la miseria. Por lo tanto, todo lo que el Estado puede hacer es abandonar la miseria a su suerte y facilitar al máximo la muerte de los desvalidos."
El Parlamento inglés completó esta filantrópica teoría con la idea de que el pauperismo es la miseria cuya culpa hay que achacar a los propios obreros, por lo que no hay que prevenirla como una desgracia, sino que por el contrario, hay que castigarla como un crimen.

Ese fue el origen de las Workhouses, casas de trabajo, cuya organización horroriza a los desválidos impidiéndoles encontrar en ellas refugio para no morir de hambre. En esas casas de trabajo la beneficencia se combina ingeniosamente con la venganza que la burguesía desea infligir a los desválidos que apelan a su caridad.

Primeramente, pues, Inglaterra intentó eliminar el pauperismo mediante la beneficencia y las medias administrativas. Seguidamente se dio cuenta de que el crecimiento incesante del pauperismo no era la consecuencia necesaria de la industria moderna, sino del impuesto para los pobres. Así concibe la miseria universal únicamente como una particularidad de la legislación inglesa. Lo que atribuía antes a una falta de beneficencia, se achacó entonces a un exceso de beneficencia. Finalmente se consideró la miseria como un delito de los desválidos y se castigó como tal.

La importancia general que la Inglaterra política extrajo del pauperismo se limita a que éste en el curso de su desarrollo, a pesar de las medidas administrativas, se erigió en institución nacional; convirtiéndose, de ese modo, en el objeto de una administración intrincada y cada vez más amplia, cuya tarea ya no consistió en yugularlo, sino en disciplinarlo, en eternizarlo. Esta administración renunció a agotar la fuente del pauperismo mediante medios positivos, contentándose con prepararle, cada vez que afloró a la superficie del país oficial, con suavidad policial, un nuevo lecho de muerte. El Estado inglés en lugar de ir más allá de las medidas administrativas y de beneficencia ni siquiera llegó a ellas, se limitó a administrar el pauperismo dominado por la desesperación de dejarse apresar y de hacerse encarcelar.

Hasta el momento el "Prusiano" no nos ha revelado nada de particular sobre la conducta del rey de Prusia. Pero por qué, exclama el gran hombre con una rara ingenuidad, "¿por qué el rey de Prusia no ordena inmediatamente la educación de todos los niños abandonados?" ¿Por qué se dirige primero a las autoridades y atiende sus planes y sus propuestas?

El muy astuto "Prusiano" dejará de inquietarse cuando sepa que en ésta, como en todas sus demás acciones, el rey de Prusia no ha mostrado originalidad alguna, y que tan sólo se ha limitado a seguir la única vía que puede tomar un jefe de Estado.

Napoleón quiso erradicar de una sola vez la mendicidad, para lo cual encargó a las autoridades que preparasen unos planes para eliminar la mendicidad en toda Francia. El proyecto se hacía esperar, Napoleón perdía la paciencia y escribió a su ministro del Interior, Cretet, comunicándole la orden de suprimir la mendicidad en el plazo de un mes:

"No hay que pasar por esta tierra sin dejar huellas que justifiquen nuestro recuerdo para la posteridad. No me vuelva a pedir tres o cuatro meses para recabar información. Dispone de jóvenes auditores, de sagaces prefectos, de ingenieros de caminos, canales y puertos bien preparados; póngales en movimiento a todos, y no se distraiga con el trabajo burocrático habitual."
Todo se realizó en pocos meses, y el 5 de julio de 1808 apareció la ley que prohibía la mendicidad. ¿De qué modo? Pues mediante la creación de los hospicios, que se transformaron rápidamente en establecimientos penitenciarios a los que no se accedía sino después de haber pasado ante el tribunal correccional. Sin embargo, M. Noailles du Gard, miembro del cuerpo legislativos, se permitió decir:
"Debemos eterno agradecimiento al héroe que asegura un refugio a la indigencia y alimentos a la pobreza. La infancia no se hallará ya nunca jamás abandonada, las familias pobres ya no estarán privadas de recursos, ni los obreros de estímulo y ocupación. Nuestros pasos no serán interrumpidos por la desagradable imagen de las enfermedades y de la vergonzante miseria."(11)
Este último pasaje cínico es la única verdad de este panegírico.

Ya que Napoleón ha recurrido al discernimiento de sus auditores, de sus prefectos, de sus ingenieros, ¿por qué no iba a hacer otro tanto el rey de Prusia, recurriendo a sus autoridades?

¿Por qué Napoleón no ordenó inmediatamente la supresión de la mendicidad? La pregunta que se hace el "Prusiano" es del mismo estilo: "¿Por qué el rey de Prusia no ordenó inmediatamente la educación de todos los niños abandonados?". ¿Sabe el "Prusiano" lo que, en tal caso, el rey debería ordenar? Nada menos que la aniquilacíon del proletariado. Para educar a los niños hay que alimentarlos y dispensarlos de trabajar para ganarse la vida. Alimentar y educar a los niños abandonados, es decir alimentar y educar a todo el proletariado creciente, significaría eliminar el proletariado y el pauperismo.

La Convención tuvo, por un momento, el valor de ordenar la supresión del pauperismo, pero no inmediatamente, como el "Prusiano" exige a su rey, sino tan sólo después de haber encargado al comité de salud pública la elaboración de planes y las propuestas necesarias y una vez que éste hubo utilizado los detallados informes de la Asamblea Constituyente sobre la situación de la miseria en Francia y propuesto, por mediación de Barrère, la fundación del "Libro de la beneficencia nacional", etc. ¿Cuál fue la consecuencia de la orden de la Convención? Que hubiera una ordenanza más en el mundo y que al cabo de un año las mujeres hambrientas asediaran la Convención.

Ahora bien, la Convención significó lo máximo en cuanto a la energía política, la capacidad política y la inteligencia política.

Ningún gobierno en el mundo ha tomado, inmediatamente y sin acuerdo con las autoridades, medidas contra el pauperismo. El parlamento inglés llegó incluso a enviar comisarios a todos los países de Europa, con el fin de conocer los diferentes remedios administrativos contra el pauperismo. Sin embargo por más que los Estados se han ocupado del pauperismo no han pasado de las medidas de administración y de beneficencia.

¿Puede el Estado comportarse de otro modo?

El Estado jamás descubrirá en "el Estado y la organización de la sociedad", como pide el "Prusiano" a su rey, la razón de los males sociales. En todas partes donde hay partidos políticos, cada uno de ellos halla la razón de cada mal en el hecho de que su adversario ocupa su lugar en la dirección del Estado. Incluso los políticos radicales y revolucionarios encuentran la razón no en la esencia (Wesen) del Estado, sino en una forma determinada de Estado que pretenden reemplazar por otra.

Desde el punto de vista político, el Estado y la organización de la sociedad no son dos cosas diferentes. El Estado es la organización de la sociedad. En la medida en que el Estado reconoce la existencia de anomalías sociales, busca la razón de las mismas ya sea en las leyes naturales que ninguna fuerza humana puede doblegar, o en la vida privada que es independiente del Estado, o bien en una inadaptación de la administración que depende del Estado. Es así como Inglaterra justifica que la miseria tiene su razón de ser en la ley natural según la cual la población debe sobrepasar en todo momento los medios de subsistencia. Por otro lado, explica el pauperismo por la mala voluntad de los pobres del mismo modo que el rey de Prusia lo explica por el sentimiento no cristiano de los ricos y la Convención por la mentalidad contrarrevolucionaria de los propietarios. Por ello Inglaterra castiga a los pobres, el rey de Prusia exhorta a los ricos, y la Convención guillotina a los propietarios.

En definitiva, todos los Estados atribuyen a deficiencias accidentales o intencionales de la administración la causa, y consiguientemente, a medidas administrativas, el remedio a todos sus males. ¿Por qué? Precisamente porque la administración es la actividad organizadora del Estado.

El Estado no puede suprimir la contradicción existente entre la finalidad y la buena voluntad de la Administración por una parte, y sus medios y posibilidades por otra, sin eliminarse él mismo, puesto que se funda en esa contradicción. Se fundamenta en la contradicción entre el interés general y los intereses particulares. Por lo tanto, la administración debe limitarse a una actividad formal y negativa, pues allí donde empiezan la vida civil y su trabajo cesa el poder de la administración. Más aún, en lo que concierne a las consecuencias que se derivan de la naturaleza no social de esa vida civil (12), de esa propiedad civil, de ese comercio, de esa industria, de ese pillaje recíproco de las diferentes esferas civiles, frente a tales consecuencias la ley natural de la administración no es otra que la ineficacia. Pues esa división llevada al extremo, esa bajeza, esa esclavitud de la sociedad civil constituyen el fundamento sobre el cual reposa el Estado moderno, al igual que la sociedad civil de la esclavitud constituía el pilar natural sobre el cual reposaba el Estado antiguo. La existencia del Estado y la existencia de la esclavitud son inseparables. El Estado antiguo y la esclavitud antigua -verdaderas oposiciones clásicas- no estaban tan íntimamente vinculados el uno a la otra como lo están el Estado moderno y el mundo moderno del trapicheo sórdido -hipócritas oposiciones cristianas-.

Si el Estado moderno quisiera eliminar la ineficacia de su administración, sería preciso que suprimiera la vida privada actual; y si quisiera suprimir ésta, debería suprimirse a sí mismo puesto que no existe más que en oposición a ella. Ningún ser viviente cree que los defectos de su existencia inmediata (Daseins) estén basados en el principio de su vida, en la esencia de su vida, sino más bien en circunstancia ajenas a su vida. Del mismo modo que el suicidio está considerado como un acto contra natura, el Estado no puede creer en la ineficacia intrínseca de su administración, es decir, en su propia incapacidad. No puede descubrir más que imperfecciones formales y accidentales y esforzarse en remediarlas. Si las modificaciones realizadas resultan infructuosas es que el mal social es una imperfección natural, independiente del hombre, una ley de Dios, o bien, que la voluntad de los particulares está excesivamente corrompida para corresponder a las buena intenciones de la administración. ¡Y qué pervertidos particulares: arremeten contra el gobierno cuando éste limita la libertad del mismo modo que le piden que impida las consecuencias necesarias de esa libertad!

Cuando más fuerte es su Estado más político es un país, y menos dispuesto está para buscar la razón de los males sociales y para comprender su principio general, en el principio del Estado, o sea, en la organización actual de la sociedad de la que él mismo es expresión activa, consciente y oficial. La inteligencia política es precisamente inteligencia política porque piensa en el interior de los límites de la política: y cuanto más aguda se manifiesta, más viva se encuentra y más incapaz es de comprender los males sociales. El período clásico de la inteligencia política es la revolución francesa, cuyos héroes, lejos de percatarse del origen de las imperfecciones sociales en el seno del Estado, lo descubren por el contrario en las taras sociales como fuente de los fracasos políticos. Así es como Robespierre no veía en la gran pobreza y la gran riqueza más que un obstáculo para la llegada de la democracia pura. Por ello deseaba establecer una sobriedad general a la espartana. El principio de la política es la voluntad. Cuanto más unilateral, o sea, cuanto más perfecta es la inteligencia política, en mayor medida cree en la omnipotencia de la voluntad, mostrándose más ciega en la consideración de los límites naturales y espirituales de la voluntad, y por lo tanto más incapacitada está para descubrir el origen de los males sociales. No es preciso que avancemos más para destruir la ridícula esperanza del "Prusiano" de que "la inteligencia política" está llamada "a descubrir, para Alemania, la raíz de la miseria social".

Es insensato pedir al rey de Prusia que posea un poder comparable al de la Convención y Napoleón juntos; esperar de él un punto de vista que sobrepase los límites de toda política, un modo de ver que tanto el astuto "Prusiano" como su rey están lejos de poseer. Toda esta declaración del "Prusiano" resulta aún más estúpida cuando él mismo nos confiesa:

"las buenas palabras y los buenos sentimientos son baratos, pero el discernimiento y las acciones eficaces son caros; y en nuestro caso, son más que caros, están todavía por llegar."
Entonces, si aún están por llegar, que se reconozcan los esfuerzos de todo individuo que intenta realizar lo que le es posible en función de su situación. Por lo demás, a este respecto deja al cuidado del lector la decisión sobre si el lenguaje mercantil agitando -"barato", "caro", "más que caro", "están aún por llegar"- puede situarse en la categoría de las "buenas palabras" y de los "buenos sentimientos".

Supongamos pues que las observaciones del "Prusiano" sobre el gobierno alemán y la burguesía alemana -comprendida esta última evidentemente en la "sociedad alemana"- están absolutamente fundadas. ¿Está más desamparada esta parte de la sociedad en Alemania que en Inglaterra o en Francia? ¿Puede haber mayor desamparo que el que existe, por ejemplo, en Inglaterra, donde la perplejidad se ha erigido en sistema? Cuando en la actualidad estallan sublevaciones obreras en toda Inglaterra, la burguesía inglesa y el gobierno inglés no son mucho más sagaces de lo que fueron durante el último tercio del siglo XVIII. Su único recurso está en la fuerza material, y como ésta disminuye en la misma medida en que aumentan la extensión del pauperismo y la inteligencia del proletariado, la perplejidad inglesa aumenta necesariamente en una proporción geométrica.

Por último, decir que la burguesía alemana ignora totalmente la significación general de la insurrección silesia es inexacto, pues expresa no haber tenido en cuenta los hechos. En muchas ciudades los patrones intentan asociarse con los obreros. Todos los periódicos liberales alemanes, órganos de la burguesía liberal, no cesan de hablar de la organización del trabajo, de la reforma de la sociedad, de la crítica del monopolio y de la libre competencia, etc,: y todo ello como consecuencia de los movimientos obreros. Los periódicos de Tréveris, Aix-la-Chapelle, Colonia, Wesel, Manheim, Breslan, e incluso de Berlín, publican frecuentemente artículos sociales bastantes razonables en los que el "Prusiano" puede aprender siempre alguna cosa. Y aún más, en las cartas que llegan de Alemania, se expresa constantemente la sorpresa de que la burguesía ya no opone resistencia a las tendencias y a las ideas sociales.

Si el "Prusiano" estuviera más al corriente del movimiento social se hubiera hecho la pregunta a la inversa. ¿Por qué la burguesía alemana concede a la miseria parcial una importancia relativamente universal? ¿De dónde vienen, por una parte, la animosidad y el cinismo de la burguesía política y, por otra, la falta de resistencia y las simpatías de la burguesía impolítica respecto al proletariado?

("Vorwärts!", No. 63, 7 de agosto de 1844)

oOo

Volvamos ahora a las sentencias del "Prusiano" a propósito de los obreros alemanes.

"Los alemanes pobres" dice en tono burlón, "no son más astutos que los pobres alemanes; o sea, no ven otra cosa más allá de su hogar, de su fábrica, de su distrito. Hasta el momento toda la cuestión ha sido dejada de lado por el espíritu político que todo lo penetra".

Para poder establecer una comparación entre la situación de los obreros alemanes y la de los obreros franceses e ingleses, el "Prusiano" tendría que haber comparado la primera forma, los albores del movimiento obrero en Francia e Inglaterra, con el movimiento que se inicia actualmente en Alemania. Al olvidar esto, su razonamiento conduce a una trivialidad como es decir que la industria alemana está todavía menos desarrollada que la industria inglesa, o bien que un movimiento en sus comienzos no se parece a un movimiento en desarrollo. Pretendía hablar de la particularidad del movimiento obrero alemán, y no nos dice ni palabra. Que el "Prusiano" se sitúe en el punto de vista exacto, y verá que ni uno solo de los levantamientos obreros en Francia o en Inglaterra ha presentado unas características tan teóricas, tan conscientes, como la rebelión de los tejedores silesios.

Recordemos ante todo la canción de los tejedores, esa atrevida consigna de guerra en la que no se hace mención alguna del hogar, ni de la fábrica, ni del distrito, y en la que en cambio el proletariado clama inmediatamente, de forma brutal, contundente, violenta y tajante su oposición a la sociedad de la propiedad privada. El levantamiento silesio comienza precisamente donde terminan las insurrecciones obreras inglesas y francesas, con la conciencia de lo que es la esencia del proletariado. La misma acción presenta este carácter de superioridad, pues no se destruyen tan sólo las máquinas, rivales del obrero, sino también los libros de comercio, los títulos de propiedad; y mientras todos los demás movimientos en principio tan sólo se dirigen en contra del patrono industrial, enemigo visible, este otro se vuelve igualmente contra el banquero, enemigo oculto. Ni siquiera uno de los levantamientos obreros ingleses se ha llevado con tanta valentía, superioridad y resistencia.

En lo que concierne a la cultura de los obreros alemanes en general, o a su aptitud para instruirse, recordaré los geniales escritos de Weitling (13) que, desde el punto de vista teórico, superan incluso frecuentemente las obras de Proudhon, a pesar de resultar inferiores en cuanto a su ejecución. ¿Qué obra comparable a la de Weitling, "Garantías de la armonía y de la libertad", puede presentarnos -respecto a la emancipación burguesa, la emancipación política -la burguesía- comprendidos sus filósofos y sus sabios? Que se compare ese gigantesco zapato de niño del proletariado con el zapato político y enaniforme de la burguesía alemana, se podrá predecir una forma atlética para la cenicienta alemana. Debemos admitir que el proletariado inglés es el economista y que el proletariado francés es el político, así como que Alemania posee tanto una vocación clásica para la revolución social como una incapacidad para la revolución política. Del mismo modo que la impotencia de la burguesía alemana es la impotencia política de Alemania, las aptitudes sociales de Alemania; la desproporción existente entre el desarrollo político y el desarrollo filosófico de Alemania no tiene nada de anormal, sino que es una desproporción necesaria. Tan sólo en el socialismo puede un pueblo filosófico encontrar su práctica adecuada, y únicamente en el proletariado puede hallar el elemento activo de su liberación.

Pero en este momento no tengo ni tiempo ni ganas de explicarle al "Prusiano" la relación de la "sociedad alemana" con la conmoción social, extrayendo de esa relación, por un lado, la débil reacción de la burguesía alemana contra el socialismo y, por otro, las excelentes condiciones del proletariado alemán para el socialismo. Los primeros elementos para la comprensión de ese fenómeno los encontrará en mi Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel (Anales franco-alemanes).

Así pues, la inteligencia de los alemanes pobres está en razón inversa a la inteligencia de los pobres alemanes. Pero aquellos a quienes toda cuestión debe servir para realizar ejercicios de estilo públicos, llegan mediante esta actividad formal a un contenido contrario que, a su vez, impone de nuevo a la forma el sello de la trivialidad. De ese modo el intento del "Prusiano" de proceder -en un asunto como los acontecimientos de Silesia- mediante la formulación de antítesis le ha llevado a la mayor antítesis respecto a la verdad. La única tarea de un hombre, que ama la verdad y cree en ella, consiste -frente a la primera explosión del levantamiento obrero de Silesia-, en lugar de actuar como un maestro de escuela, en estudiar su aspecto específico. Para ello es necesario ante todo una cierta perspicacia científica y cierto amor a los hombres, mientras que para la otra operación basta una fraseología bien dispuesta, inmersa en un vacío egoísmo.

¿Por qué el "Prusiano" juzga con tanto desprecio a los obreros alemanes? Porque para él "toda cuestión" -la de la miseria de los obreros alemanes- ha sido "hasta el momento" dejada de lado "por el espíritu político que lo penetra todo". Seguidamente expone su amor platónico por el espíritu político:

"Todas las sublevaciones que estallen en el funesto aislamiento de los hombres de su ser colectivo (14) y en el aislamiento de sus ideas respecto a los principios sociales, serán sofocados con sangre y con incomprensión. Pero desde el momento en que la miseria engendre la inteligencia y la inteligencia política de los alemanes descubra las raíces de la miseria social, entonces también en Alemania se dejarán sentir estos acontecimientos como los síntomas de una gran conmoción."
Ante todo, nuestro "Prusiano" debe permitirnos una observación sobre su estilo. Su antítesis es incompleta. En la primera mitad dice "la miseria engendra la inteligencia" y en la segunda "la inteligencia política descubre las raíces de la miseria social". La simple inteligencia de la primera mitad deviene, en la segunda, la inteligencia política, así como la simple miseria de la primera mitad de la antítesis deviene, en la segunda, la miseria social ¿Por qué nuestro orfebre estilista ha ordenado tan desigualmente las dos mitades de la antítesis? No creo que haya reparado en ello. Intentaré interpretar su verdadero instinto. Si el "Prusiano" hubiera escrito: "La miseria social engendra la inteligencia política, y la inteligencia política descubre la raíz de la miseria social", la sinrazón de esta antítesis no habría escapado a ningún lector imparcial. Todos se hubieran preguntado, en principio, por qué el anónimo escritor no asocia la inteligencia social a la miseria social y la inteligencia política a la miseria política, tal como reclama la más elemental lógica. Pasemos pues a ello.

Tan falso es que la miseria social engendra la inteligencia política, que es, precisamente al contrario, el bienestar social el que produce la inteligencia política. La inteligencia política es espritualista, se da en quien ya posee, en quien está cómodamente instalado. Nuestro "Prusiano" debe escuchar a este respecto a un economista francés M. Michel Chevalier:

"En 1789, cuando la burguesía se sublevó, tan sólo le faltaba para ser libre, participar en el gobierno del país. Para ella la liberación consistía en retirar de las manos de los privilegiados, que poseían el monopolio de esas funciones, la dirección de los asuntos públicos, los altos cargos civiles, militares y religiosos. Rica e ilustrada, capaz de bastarse a sí misma y de gobernarse sola, quería apartarse del régimen de voluntad arbitraria."
Hemos demostrado ya al "Prusiano" hasta qué punto la inteligencia política es incapaz de descubrir el origen de la miseria social. Pero aún hemos de añadir algo más respecto a su manera de ver las cosas. El proletariado, al menos en los comienzos de su movimiento, derrocha tanto más sus fuerzas en motines ininteligentes, inútiles y bañados en sangre cuanto más desarrollada y más generalizada es la mentalidad política del pueblo. Ya que cree en la forma de la política, y ve la razón de todos los abusos en la voluntad, y todos los medios de remediarlos en la violencia y el derrocamiento de una determinada forma de Estado. Como ejemplo tenemos las primeras explosiones del proletariado francés. Los obreros de Lyon creían que no perseguían más que fines políticos, que solamente eran soldados de la república, cuando en realidad eran soldados del socialismo. De este modo su inteligencia política les ocultaba la raíz de la miseria social, falseando así la comprensión de su verdadero objetivo. Así su inteligencia política engañó su instinto social.

Pero si el "Prusiano" cuenta con que la miseria engendra la inteligencia, ¿por qué asocia "represiones sangrientas" con represiones por incomprensión"? (15) Si la miseria en general es un medio, la miseria ensangrentada es un medio más drástico para engendrar la inteligencia. Por lo tanto el "Prusiano" debería decir: la represión sangrienta eliminará la ininteligencia y proporcionará a la inteligencia un impulso necesario.

El "Prusiano" profetiza la represión de las rebeliones que estallan en el "aislamiento funesto de los hombres del ser colectivo y en la separación de sus ideas respecto a los principios sociales".

Hemos señalado anteriormente que en la explosión de la rebelión silesia no existía ninguna separación de las ideas y de los principios sociales, por lo que no hemos de ocuparnos más que del "aislamiento funesto de los hombres del ser colectivo". Por ser colectivo debemos entender aquí el ser político, el ser del Estado (Staatswesen). Es la vieja cantinela de la Alemania no política.

Pero, ¿no sucede acaso que todas las rebeliones, sin excepción, estallan en el aislamiento funesto de los hombres del ser colectivo? Toda sublevación, ¿no presupone necesariamente este aislamiento? ¿Hubiera podido tener lugar la Revolución de 1789 sin este funesto aislamiento de los burgueses franceses del ser colectivo? Estaba precisamente destinada a suprimir este aislamiento. Pero el ser colectivo del que se halla separado el trabajador es un ser colectivo de realidad distinta, de distinto alcance que el ser político. El ser colectivo del que le separa su propio trabajo es la vida misma, la vida física e intelectual, las costumbres humanas, la actividad humana, el goce humana, el ser humano. El ser humano es el verdadero ser colectivo de los hombres(16). Del mismo modo que el funesto aislamiento de este ser es incomparablemente más universal, más insoportable, más terrible, más lleno de contradicciones que el hecho de estar aislado del ser colectivo político; asimismo, la supresión de este aislamiento -e incluso una reacción parcial, un levantamiento contra ese aislamiento- tiene un alcance mucho mayor, al igual que el hombre es mucho más que el ciudadano, y la vida humana mucho más que la vida política. Por muy parcial que sea, la sublevación industrial encierra en ella misma un lama universal. En cambio, la insurrección política por más universal que sea, disimula bajo su forma colosal un espíritu limitado.

El "Prusiano" finaliza dignamente su artículo con esta frase: "Una revolución social sin espíritu político (es decir, sin comprensión organizadora que actúe desde el punto de vista de la totalidad) es imposible".

Ya lo hemos visto: aún cuando no se produzca más que en un único distrito industrial, una revolución social se sitúa en el punto de vista de la totalidad porque es una protesta del hombre contra la vida deshumanizada, porque parte del punto de vista de cada individuo real, porque el ser colectivo del que el individuo se esfuerza en no permanecer separado es el verdadero ser colectivo del hombre, el ser humano. Por el contrario el espíritu político de una revolución consiste en la tendencia de las clases sin poder político a suprimir su aislamiento respecto del ser del Estado y del poder. Su punto de vista es el del Estado, una totalidad abstracta que tan sólo existe por la separación de la vida real, que sería impensable sin la contradicción organizada entre la idea general y la existencia individual del hombre. De acuerdo con su naturaleza limitada y ambigua, una revolución con espíritu político crea pues una esfera dominante en la sociedad a expensas de la propia sociedad.

Vamos a explicarle ahora al "Prusiano" lo que es una "revolución social" con espíritu político, y le revelaremos el secreto de su incapacidad para situarse a pesar de sus bellos discursos, por encima del limitado punto de vista político.

Una revolución "social" con espíritu político es o bien un complejo absurdo, si el "Prusiano" entiende por revolución social una revolución "social" opuesta a una revolución política y dotada nada menos que de un espíritu político en lugar de un espíritu social, o bien una simple paráfrasis de lo que de ordinario se conoce como "revolución política", o una "revolución a secas". Toda revolución disuelve la antigua sociedad, y en este sentido es social. Toda revolución acaba con el antiguo poder, y en ese sentido es política.

¡Qué escoja nuestro "Prusiano" entre la paráfrasis y el absurdo! Pero así como una revolución social con espíritu político es parafrástica o absurda, una revolución política con espíritu social es algo completamente racional. La revolución en general -el derrocamiento del poder existente y la supresión de las antiguas relaciones- es una acto político. El socialismo sin renovación no puede realizarse; tiene necesidad de destrucción y de disolución. Pero allí donde empieza su actividad organizadora y donde surgen el objetivo y el espíritu que le son propios, el socialismo rechaza su apariencia política(17).

Ha sido preciso desarrollar esta larga explicación para desmenuzar la sarta de errores disimulados en una sola columna de periódico, ya que no todos los lectores puede que tengan la cultura y el tiempo precioso para percatarse de semejante charlatanería literaria. El "Prusiano" anónimo en reconocimiento a sus lectores, ¿no tendría acaso la obligación de renunciar a toda elucubración literaria en el ámbito político y social, y a las disertaciones sobre la situación alemana, aplicándose en su lugar al estudio concienzudo de su propia situación?"

("Vorwärts!", No. 64, 10 de agosto de 1844, París, 31 de julio de 1844)


Aclaraciones finales acerca de la traducción:

Dadas las dificultades que una traducción de Marx presenta, reproducimos una extensa nota final de Etcétera y agregamos otras aclaraciones:

Nota de Etcétera: Marx opone "Gemeinwesen" a "Statwesen" y afirma aquí que el ser humano es la verdadera "Gemeinwesen" del hombre. "Gemeinwesen" es la expresión alemana del concepto de comunismo, que Engels empleará más tarde para nombrar la Comuna de 1871. La separación del hombre de la "Gemeinwesen" verdadera, del ser humano, expresa su infinita miseria. El movimiento comunista destruye esta separación.

A lo largo de su obra, Marx va enriqueciendo esta conceptuación. Ya en la Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1843), afirma que la verdadera superación del Estado no puede darse más que en la comunidad (Gemeinwesen).

En La Cuestión Judía (1884), folleto de 30 páginas inspirado por la lectura de Bruno Bauer sobre la emancipación política de los judíos alemanes, que sólo propone una reforma del Estado prusiano, Marx afirma que la emancipación política no acaba con la alienación sino que reduce al hombre, por una parte, en un individuo egoísta y, por otra parte, en ciudadano abstracto. El proletariado, artífice de la emancipación humana hará desaparecer el ciudadano abstracto en provecho del individuo en su vida empírica y social: "Tan sólo cuando el hombre individual, ser social, haya recuperado al ciudadano abstracto y haya llegado a ser, en tanto que individuo, un ser social en su vida empírica, en su actividad individual, en sus relaciones individuales, sólo entonces el hombre habrá reconocido y organizado sus propias fuerzas como fuerzas sociales y, por este hecho, ya no separará más de él mismo al poder social bajo la forma de poder político: solamente entonces se realizará la emancipación humana".

En los Manuscritos económico-filosóficos (1884) afirma que la comunidad (Gemeinwesen) no puede oponerse al ser individual: "Hay que evitar, sobre todo, el fijar de nuevo la Sociedad como una abstracción frente al individuo. El individuo es el ser social. La manifestación de su vida -aunque no aparezca bajo la forma inmediata de una manifestación comunitaria de la vida realizada con otros y al mismo tiempo que ellos- es pues una manifestación y una afirmación de la vida social. La vida individual y la vida de la especie del hombre no son distintas, aunque -y ello de modo necesario- el modo de existencia de la vida individual sea un modo particular o más general de la vida de la especie o que la vida de la especie sea una vida individual más particular o más general".

En sus anotaciones al libro de James Mill (Notas a los Elementos de Economía Política de James Mill, 1844), cuando Marx describe las relaciones liberadas ya del sistema asalariado y por tanto del Capital, desarrolla más ampliamente su concepción de "Gemeinwesen": "Supongamos ahora que producimos en tanto que seres humanos. Cada uno de nosotros se afirmará doblemente en su producción: a sí mismo y a los otros. 1). En mi producción, realizaré mi individualidad, ni especificidad; en consecuencia, en la actividad, experimentaré el gozo de una manifestación individual de mi vida y, en la contemplación del objeto, tendré la dicha individual de tener la confianza de mi personalidad en el poder del objeto, concretamente tangible y por encima de toda duda, de mi actividad. 2) En tu gozo, al utilizar mi producto, tendré la dicha inmediata y la conciencia de haber satisfecho, con mi trabajo, una necesidad humana, haber realizado la naturaleza humana y, por tanto, de haber dado a la necesidad de otro hombre el objeto correspondiente a su naturaleza. 3) Tendré conciencia de servir de mediador entre tú y el género humano, de ser reconocido por ti mismo como un complemento a tu propia naturaleza humana y como una parte necesaria a ti mismo, en otras palabras, me sabrás confirmado en tu pensamiento y en tu amor. 4) En mi actividad vital personal, habré realizado y afirmado directamente mi verdadera naturaleza, mi ser social, la colectividad, la 'Gemeinwesen'".

La Comuna de París es para Marx una revolución contra el Estado que realizó un ensayo de "Gemeinwesen" -ser humano colectivo-: "La Comuna no fue una revolución contra una forma cualquiera de poder de Estado, legitimista, constitucional, republicana o imperial. Fue una revolución contra el Estado como tal, contra este aborto monstruoso de la sociedad: fue la resurrección de la auténtica vida social del pueblo, realizada por el pueblo" (primer ensayo de redacción de La Guerra Civil en Francia). (Nota de Etcétera).

Por su parte la revista Invariance, cuando publicó estos textos en francés hacía las siguientes aclaraciones, luego de insistir en la importancia de los mismos en cuanto a "la crítica de la democracia y la superación definitiva de la misma por el proletariado: el comunismo":

"Pero, si bien el aspecto antidemocrático de esos textos fue puesto en evidencia, en muchas ocasiones, el de la Gemeinwesen (comunidad) nunca fue subrayado. Y justamente en (esos textos NDR), Marx aborda dicha cuestión mostrando que la separación del hombre de su Gemeinwesen hace inevitable la revolución, la cual solo es posible, como luego explicaremos, como consecuencia de la crisis económica que debilita la potencia de represión de la clase dominante y da la energía necesaria a la clase oprimida para intentar el asalto insurreccional. Además se encuentra en los mismos, la afirmación de que solo el ser humano es la verdadera Gemeinwesen (comunidad) del hombre.

Pero, ¿quién puede en esta sociedad representar esta Gemeinwesen? ¿cuál es la clase de esta sociedad que puede sublevarse a título humano? El proletariado. Esta respuesta dada en "Por una crítica de la filosofía del derecho de Hegel" muestra hasta que punto hay una unidad profunda entre todos estos textos. Hay una unidad porque la cuestión de la comunidad es una cuestión central del movimiento proletario. De manera sintética, la misma se presenta así:

a. Comunidad humana primitiva;
b. Destrucción de ella con el desarrollo de dos movimientos el del valor y el de la expropiación de los hombres;
c. Formación de la comunidad material con la fusión de los dos movimientos anteriormente separados: el capital - valor en proceso;
d. El comunismo científico, la comunidad humana nuevamente lograda que integra todo lo conquistado en los períodos anteriores.

... Esta última palabra (Gemeinwesen) indica mejor que cualquier otra la idea de que en el comunismo, hay una comunidad, pero que ella es un ser común, colectivo, en su devenir (en su movimiento NDR)... porque la palabra "comunidad" nos parece demasiado estática, indicando un resultado dado y no el devenir y porque el ser en el mismo, no aparece." (18)

Presentamos a continuación un extracto de las OME (Grijalbo) de las Glosas Críticas Marginales, que adoptan una solución diferente en la traducción de las obras de Marx a la adoptada por Etcétera. En vez de la palabra civil, se encuentra la palabra burgués y las palabras alemanas "bürgerliche Gesellschaft" fueron traducidas, no por "sociedad civil" como en Etcétera,. sino por "sociedad burguesa":

"Más aún, frente a las consecuencias que brotan de la naturaleza antisocial de esta vida burguesa, de esta propiedad privada, de este comercio, de esta industria, de este mutuo saqueo de los diversos sectores burgueses, la impotencia es la ley natural de la administración. Y es que este desgarramiento, esta vileza, este esclavismo de la sociedad burguesa es el fundamento natural en que se basa el Estado moderno, lo mismo que la sociedad burguesa del esclavismo fue el fundamento natural en que se apoyaba el Estado antiguo. La existencia del Estado y de la esclavitud son inseparables..."

Notas

3. Debo aclarar, por razones especiales, que el presente artículo es el primero que he mandado al Vorwärts. (nota de Marx).
4. "Un Prusiano": Arnold Ruge, que escribía bajo este seudónimo en el "Vorwärts!". "Vorwärts!" (¡Adelante!). Periódico, alemán que aparecía dos veces por semana en París de enero a diciembre de 1844. De tendencia comunista. Criticaba en particular la situación en Prusia, lo que costó a Marx, Engels y otros redactores la expulsión de Francia en enero de 1845 bajo el mandato de Guizot. (Nota de Etcétera).
5. Insurrección de los tejedores silesios, del 4 al 6 de junio de 1844. Primer gran enfrentamiento entre el proletariado y la burguesía en Alemania. (Nota de Etcétera).
6. Órgano francés de los demócratas republicanos pequeño-burgueses (1843-50). (Nota de Etcétera).
7. Hay que hacer incapié en el absurdo estilístico y gramatical: "El rey de Prusia y la sociedad alemana todavía no ha llegado al presentimiento de su reforma..." (nota de Marx).
8. Marx había leído ya a los economistas ingleses y hecho la crítica a la Filosofía de Hegel. En la Economía Política inglesa encuentra el mejor instrumento para analizar la anatomía de la sociedad burguesa, de la misma forma que lo había sido la Filosofía en las anteriores formaciones sociales. (Recordemos el carácter aún enciclopedista de las obras de A. Smith y D. Ricardo, que abarcan el estudio de la totalidad del progreso social).
El Capital (Crítica de la Economía Política) supondrá la continuación de este análisis de la totalidad (después la economía se convierte en una Ciencia Positiva de técnicas parciales), pero al desvelar y "poner sobre sus pies" todos los conceptos de la escuela clásica, convertirá a la Economía Política, de arma de la burguesía para justificar y explicar su mundo en arma del proletariado para subvertir el mundo. (Nota de Etécetera).
9. No es preciso remontarnos para nuestro propósito hasta el estatuto de los obreros en tiempos de Eduardo III. (Nota de Marx).
10. Eugène Buret (Nota de los Werke, p. 397, t I).
11. En francés en el texto original. (Nota de Etcétera).
12. Debe saberse que la palabra alemana para "civil" y "burgués", es la misma, de ahí que las traducciones que adoptan una u otra versión den resultados hoy tan diferentes. Vease en las "Aclaraciones finales..." este mismo pasaje, con otra traducción.
13. W. Weitling, uno de tantos emigrados alemanes, alternó su exilio en París y en Suiza. Autodidacta y sastre artesano, frecuentó los círculos obreros y, fundó La Liga de los Justos, con la que Marx tomará contacto y donde tiene oportunidad de conocer sus escritos. Ya en 1838 diseña un modelo de Estado igualitario de clara inspiración Sansimoniana y Fourierista, en donde proclama la abolición de la herencia y la propiedad privada y donde imagina un mundo en que el trabajo se confunda con la diversión. La vocación de revolución social a que alude Marx queda respaldada con esta cita de Weitling: "los nombres de República y Constitución, por bellos que sean, no pueden bastar al pobre pueblo, que nada tiene en el estómago ni en el cuerpo, ni cesa de sufrir. He aquí por qué la próxima revolución, para su mayor bienestar, debe ser social". (Nota de Etcétera).
14. "Staatwesen" es la palabra alemana que utiliza Ruge para designar el ser colectivo. Para él la inferioridad de los tejedores de Silesia viene del hecho de estar separados del ser colectivo del Estado (traducción de "Staatwesen"), del hecho de no ser políticos. En cambio, para Marx ésta es su superioridad: separarse del ser colectivo del Estado para suprimir toda separación con el ser colectivo humano, con la "Gemeinwesen". (Nota de Etcétera).
15. Inteligencia, comprensión: Verstand. Incomprensión: Un-verstand (Un- equivalente a una negación). De aquí, literalmente: "represión por la incomprensión" (ininteligencia). (Nota de Etcétera).
16. Marx opone "Gemeinwesen" a "Staatwesen", al respecto ver al final del texto: "Aclaraciones finales acerca de la traducción".
17. Veanse las Tesis de Orientación Programática del GCI números: 44, 45, 46, y 50.
18. Invariance "Numero special" Noviembre de 1968.



CONTRA EL ESTADO

El Estado, la política, la democracia... defendidos por la socialdemocracia

"El 24 de febrero de 1848 depuntó el alba de un nuevo período histórico. Quien dice sufragio universal lanza un grito de conciliación."

F. Lassalle "Programa obrero" (1)

* * *

El programa de la revolución es invariante. El programa de la contrarrevolución, lo es también. Así como el proletariado revolucionario se define históricamente por su contraposición abierta, declarada y cada vez más consciente al Estado y la política; el programa de la contrarrevolución es la defensa del Estado y de la política, o más precisamente la canalización de todo el antagonismo social hacia su incorporación democrática en el Estado, en la política... hacia la utilización del Estado como si este fuese un simple instrumento que pudiera servir para todo, incluso para "instaurar el socialismo".

Presentamos en este artículo un conjunto de extractos característicos del reformismo y el centrismo internacional (entre comillas), sobre el Estado y la política, en donde se explicitan las posiciones que nosotros combatimos. Agregamos algunos comentarios breves de nuestra redacción (únicos párrafos que no contienen comillas).

Dichos extractos, las hemos elegido de los representantes más clásicos y célebres del reformismo y el centrismo internacional en la fase inmediatamente anterior a la ola de guerra y revolución: Bernstein y Kautsky.

Si los lectores encuentran, en los mismos una total coincidencia con los personajes que enfrentan a diario en cada uno de los países, ello no es una pura casualidad, el oportunismo, el revisionismo, el centrismo, son siempre los mismos y aquí estamos frente a los padres espirituales de todos los socialdemócratas (llámense así o no) (2).

Siempre que nos ha sido posible, los textos se presentan para cada autor, en orden cronológico. Por otra parte, salvo aclaración en contrario los subrayados (negrita) son de la redacción de Comunismo.

El reformismo clásico: Eduard Bernstein

Bernstein es el representante más clásico del reformismo, el revisionismo y el oportunismo. Como tal, hace siempre la apología del progreso, de la democracia, del desarrollo del capitalismo y de su Estado como pasos "naturales" hacia el socialismo:
"La democracia moderna, asentada en la clase obrera, adquiere como hemos visto una influencia creciente directa e indirecta sobre el Estado y la comunidad. Cuanto más fuerte es ésta, tanto más se modifican en el sentido de la democracia los principios de la gestión empresarial. Los intereses de la minoría privilegiada se subordinan cada vez más al interés común... Pretender caracterizar ese desarrollo inequívoco con palabras tales como "capitalismo de Estado" o "capitalismo Comunal", significa cerrarse forzosamente la comprensión de su importancia histórica. Pues tal desarrollo tiene una orientación decididamente anticapitalista, contra la apropiación de medios de producción y excedentes de producción por los capitalistas, que es justamente el aspecto característico y esencial del sistema económico capitalista... Y, lo que es igualmente malo, se hace abstracción del hecho de que hay Estados muy diferentes, se equipara la empresa estatal de los sitios donde el Estado es un órgano que está por encima de la sociedad, que se le opone en forma casi independiente, a la empresa estatal donde el Estado está subordinado a la sociedad y esta misma sociedad está democratizada en alto grado."
Bernstein: "Observaciones generales sobre el utopismo y el eclecticismo" (1896) (los subrayados son de Bernstein)
Así como la economía burguesa, naturaliza ideológicamente las categorías sociales e históricas de la economía, el revisionismo naturaliza todas las categorías sociales e históricas de la política, incluyendo el propio Estado. Esa es la mejor forma de presentar tal categoría como eterna:
"Así como en el mundo animal, al evolucionar la diferenciación de las funciones se torna inevitable el desarrollo de una osamenta, y así en la vida social, con la diferenciación de las economías, se hace necesaria la formación de un cuerpo administrativo que represente al interés social como tal. Hasta ahora, y todavía en la actualidad, este cuerpo es el Estado."
Bernstein: "La significación política y social del espacio y del número" (1896-97)
El reformismo clásico se caracteriza por la claridad con la que defiende el "socialismo" como idéntico a un conjunto de modificaciones moderadas y democráticas del capitalismo:
"Si por realización del socialismo se entiende la organización de una sociedad regulada en forma estrictamente comunista en todos los órdenes, yo no tengo inconveniente alguno en reconocer que en mi opinión ella está bastante lejana. En cambio, estoy firmemente convencido de que nuestra generación vivirá muchos logros socialistas si no patentados, sí en los hechos. La continua ampliación del círculo de los deberes sociales, esto es, de los correspondientes deberes y derechos de los individuos frente a la sociedad, y de las obligaciones de la sociedad frente a los individuos, la extensión del derecho de control de la sociedad -organizado a nivel de la nación o del Estado- sobre la vida económica, el desarrollo de la autonomía administrativa democrática en las comunas, distritos y provincias y la ampliación de las funciones de estas asociaciones; en mi opinión todo esto significa desarrollo hacia el socialismo o si se quiere realización del socialismo. Naturalmente, este desarrollo irá acompañado por el pasaje de las explotaciones económicas de la gestión privada a la pública, pero este traspaso sólo se verificará paulatinamente. Y serias razones de conveniencia imponen moderación en este sentido... En una buena ley fabril puede haber más socialismo que en la estatización de todo un grupo de fábricas. Reconozco abiertamente que para mí tiene muy poco sentido e interés lo que comúnmente se entiende como "meta del socialismo". Sea lo que fuere, esta meta no significa nada para mí y en cambio el movimiento lo es todo. Y por tal entiendo tanto el movimiento general de la sociedad, es decir el progreso social, como la agitación política y económica y la organización que conduce a este progreso."
Eduard Bernstein "Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia" 1899
He aquí una excelente síntesis de todo el programa histórico de la socialdemocracia, acerca del Estado (que de paso pone en evidencia la unidad programática entre la defensa del capitalismo, la democracia, el nacionalismo, el racismo y el imperialismo) que reproducimos en extenso:
"Lo que ella (la socialdemocracia) debe hacer, y ésta es una tarea a largo plazo, es organizar políticamente a la clase obreras y formarla para la democracia y la lucha en el Estado por todas las reformas conducentes a elevar a la clase obrera y a transformar el Estado en el sentido de la democracia. En lo que respecta a la cuestión de la política colonial, y la conquista de nuevos mercados, para mantener en algo sus propios principios la socialdemocracia deberá oponerse a todo chovinismo colonial, a todo chovinismo en general, sin caer por ello en el extremo opuesto de proscribir sin distinciones toda reclamación y exaltación de los derechos nacionales, toda consciencia nacional, tachándola de chovinista. Luchará contra la violación y el saqueo de los pueblos salvajes o bárbaros, pero renunciará a toda oposición a su incorporación a la esfera de las instituciones civilizadoras por inoportuna y desistirá de toda lucha sistemática contra la ampliación de los mercados. La ampliación de los mercados y de las relaciones comerciales internacionales fue una de las palancas más poderosas para el desarrollo social; favoreció extraordinariamente el desarrollo de las relaciones de producción y se acreditó como un factor del incremento de la riqueza de las naciones. Pero también los obreros se interesaron en este incremento a partir del momento en que el derecho de coalición, las leyes efectivas de protección y el derecho político de sufragio los pusieron en condiciones de asegurarse una participación creciente en el mismo. Cuanto más rica es la sociedad, tanto más fáciles y seguras son las realizaciones socialistas. Si se tienen en cuenta lo dicho tendrá que ser muy diferente la posición de los socialistas de los diferentes países con respecto a la política colonial, pues ella depende de las instituciones y de las condiciones del país que quiere llevar adelante semejante política, de la naturaleza de las colonias proyectadas y de la forma en que el país en cuestión coloniza y administra sus colonias."
Eduard Bernstein "Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia" 1899
Difícilmente se puede ser más explícito, desde el punto de vista "socialista", en la defensa racista e imperialista de los intereses de su propia burguesía y en los llamados al proletariado (¡en nombre de sus intereses!) a participar en la guerra capitalista que se preparaba y cuya concreción será la denominada "Primera Guerra Mundial".

La actitud nefasta de Marx y Engels consistente en esconder las virulentas críticas a la política contrarrevolucionaria de la socialdemocracia, que se hacían solo en privado y en no romper, a pesar de la decena de amenazas, públicamente con esta organización y luego de la muerte de Marx la sumisión casi total de Engels a la práctica y la teoría de la socialdemocracia, serían utilizados a fondo por nuestros enemigos:

"Es muy probable que consideraciones de este tipo hayan condicionado a Engels cuando expuso en el prefacio a Las luchas de clases, con una decisión nunca antes demostrada, las ventajas del sufragio universal y de la actividad parlamentaria, como instrumentos de emancipación para los trabajadores y cuando abandonó definitivamente la idea de la conquista del poder político a través de golpes revolucionarios."
Eduard Bernstein "Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia" 1899
La defensa de la democracia como sinónimo de avance hacia el socialismo es clave en la política del capital para los obreros:
"La democracia es al mismo tiempo un medio y un fin, el medio para la lucha por el socialismo y es la forma de realización del socialismo... El principio de la democracia consiste en la supresión del dominio de clase."
Eduard Bernstein "Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia" 1899
He aquí lo que nuestros enemigos responden a la propaganda revolucionaria contra las elecciones:
"En la democracia, el derecho de voto hace virtualmente a su titular partícipe de los asuntos públicos y esta participación virtual debe traducirse a la larga en una participación efectiva. A una clase obrera que no está desarrollada numérica ni intelectualmente, el derecho de voto le puede parecer durante mucho tiempo todavía como el derecho a escoger su propio "verdugo", pero a medida que crece numérica e intelectualmente, se convierte en un instrumento para transformar realmente a los representantes del pueblo, de patrones en servidores del pueblo."
Eduard Bernstein "Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia" 1899
La socialdemocracia, a pesar de las declaraciones de los centristas (3), nunca concibió otro medio de "transformación social" que el sufragio universal:
"La socialdemocracia no tiene un instrumento mejor para apoyar este proceso que situarse sin reticencias, aun a nivel doctrinal, en el terreno del sufragio universal y de la democracia. Prácticamente, es decir en sus actuaciones, la socialdemocracia en el fondo siempre lo ha hecho; aunque muchas veces no lo hayan dicho así y aun hoy día no lo digan sus representantes literarios en las declaraciones que efectúan."
Eduard Bernstein "Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia" 1899
Lo que más molesta de Bernstein es la confesión de este tipo de verdades y sus llamados a abandonar las declaraciones y las formulaciones que la socialdemocracia mantiene, como las menciones a la revolución o a la dictadura del proletariado, que para Bernstein son un "lastre del pasado". Simultáneamente la defensa del sufragio universal como medio de transformación social, conduce necesariamente a negar la necesidad de la dictadura del proletariado:
"Las expresiones formuladas en un período en que en toda Europa dominaba sin opositores el privilegio de la propiedad -y que por lo mismo eran explicables y en cierta medida justificables en dichas circunstancias, pero que hoy solo significan un lastre,- son tratadas con un temor reverencial como si el avance del movimiento dependiera de ellas y no de la conciencia viva de lo que se puede hacer y es urgente hacer. O ¿tal vez tiene sentido, por ejemplo, aferrarse a la expresión de la dictadura del proletariado en un período en que, por todas partes, los representantes de lasocialdemocracia se sitúan prácticamente en el terreno de la acción parlamentaria, de la representación proporcional y de la legislación pública -cosas todas que se oponen a la dictadura?. En la actualidad dicha expresión ha sobrevivido a sí misma, de tal manera que la única posibilidad que existe para conciliarla con la realidad consiste en despojar el término "dictadura" de su significado efectivo y atribuirle un contenido más moderado. Toda la actividad práctica de la socialdemocracia está encaminada a la creación de situaciones y requisitos que hagan posible y garanticen el tránsito sin rompimientos violentos del moderno orden social a un orden superior."
Eduard Bernstein "Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia" 1899
Bernstein será acusado en realidad de revelar un secreto de partido, de decir abiertamente lo que la socialdemocracia es: un partido de reformas. Pero éste persistirá y volverá a afirmarlo.
"Bebel en su discurso sobre los atentados, rechazó con suma energía la insinuación de que la socialdemocracia podía patrocinar una política de violencia, y todos los diarios del partido registraron con aplausos estos discursos, sin suscitar ninguna protesta. Kautsky en "La cuestión agraria", desarrolla una serie de principios de política agraria de la socialdemocracia que del principio al fin son principios de reforma democrática y el programa comunal aprobado en Brandeburgo es un programa de reformas democrático. En el Reichstag el partido solicita la introducción obligatoria y la ampliación de los poderes de las comisiones de arbitraje industriales, que son órganos promotores de la paz industrial. Todos los discursos de sus representantes tienen un aire de reforma. En la misma Stutgart, en que según Klara Zetkin, se había dedo el golpe de gracia a la "bernsteiniada", inmediatamente después del congreso de los socialdemócratas establecieron un acuerdo electoral con la democracia burguesa para las elecciones del Consejo comunal y el ejemplo fue seguido en otras ciudades de Württemberg. En el movimiento sindical, un sindicato tras otro van introduciendo la asistencia a los desocupados - lo que significa prácticamente el abandono del carácter de mera coalición- y se declaran a favor de la institución de oficinas de colocación paritarias, compuestas por empresarios y trabajadores, al mismo tiempo que en algunos grandes centros del partido, como Hamburgo y Elberfeld, socialistas y sindicalistas se disponen a fundar cooperativas de consumo. Por doquier se lucha por reformas, por el progreso social, por la conquista de la democracia; en todas partes se estudian las particularidades de los problemas cotidianos y se buscan las palancas y puntos de apoyo para, sobre base de éstos, impulsar el desarrollo de la sociedad en el sentido del socialismo. Esto exactamente era lo que escribía yo hace un año, y no veo ninguna razón que pueda obligarme a cambiar una sola palabra."
Eduard Bernstein "Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia" 1899
Bernstein irá, en nombre de decir la verdad, de que la socialdemocracia se opone a la revolución, hasta el extremo de aterrorizar a sus compañeros de partido con lo que precisamente más temen: la catástrofe del capitalismo y la solución revolucionaria.
"Un desarrollo de este tipo no puede interesarle a la clase obrera ni le puede resultar deseable a los adversarios de la socialdemocracia, que ya se han convencido de que el orden social del presente no es eterno, sino que está sujeto a las leyes de cambio y de que una evolución catastrófica, con todas sus espantosas desvastaciones, solo puede evitarse si se toman en cuenta los cambios en las relaciones de producción y de intercambio y la evolución de las clases aun en términos de los derechos políticos. Cada vez es mayor el número de los que se van dando cuenta de esta realidad. Su influjo sería más grande que en la actualidad si la socialdemocracia tuviera el valor de emanciparse de una fraseología que ha sobrevivido a los hechos y el deseo de presentarse como lo que realmente es en la actualidad; un partido de reformas sociales democrático."
Eduard Bernstein "Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia" 1899.

El centrismo: las posiciónes invariantes de Karl Kautsky

La izquierda de la socialdemocracia, los centristas serán mucho menos sinceros que Bernstein, esconderán su reformismo dentro de una fraseología radical; hablarán de revolución social y política, pero mantendrán lo que es esencial en la socialdemocracia: la defensa del Estado burgués.

Se criticará el reformismo a la Bernstein, precisamente porque amenazaba por separar las alas radicales del proletariado de la socialdemocracia, eliminando su función primera que es la de controlarlo.

Claro que por esa misma razón, la defensa que Kautsky realizaría del Estado, de la política, de la dominación burguesa (es decir de la democracia), se presenta siempre en forma indirecta y muy a menudo con un pretexto o con una fraseología "revolucionaria".

En lo que sigue no debiéramos olvidar que Kautsky, pasaba por ser el mejor discípulo de Marx, el verdadero defensor del marxismo ortodoxo, contra el revisionismo. Téngase en cuenta que en algunos países y en algunos idiomas, casi no se conocía Marx sino a través de Kautsky y se comprenderá porqué, si esto era "el marxismo" (aunque Marx declarase que no era "marxista"), muchos revolucionarios y comunistas, se decían expresamente, "anarquistas", "socialistas revolucionarios", "marxistas revolucionarios", "comunistas anarquistas", para diferenciarse de estos "marxistas".

Veamos primero, como desde muy temprano Kautsky se mostraba partidario de la eternidad de los parlamentos:

"La legislación directa por el pueblo no puede... hacer superfluo al parlamento... Hacer que ella decida de la legislación de un Estado es absolutamente imposible... Por largo que sea el tiempo que subsistan los grandes Estados modernos, la mayor parte de la autoridad incumbirá siempre a los parlamentos."
Kautsky, Programa de Erfurt, 1891
Al mismo tiempo, se puede constatar, como se hace propia y se introduce en "el socialismo" esa "confusión" permanente de la opinión pública, entre Estado y país. Se trata de una forma apenas encubierta de negar el carácter de clase del Estado y de presentarlo, como sinónimo de toda "la nación".

Esa será una constante en Kautsky, la de neutralizar en la frase lo que en realidad es de la burguesía, la de presentar los órganos de concentración del poder del capital, como si fuesen estructuras neutras que todos pueden utilizar (lo que es una cuestión esencial de la democracia).

"... la idea de que el parlamentarismo es, por encima de todo una representación de la burguesía,... recibe una cierta justificación... por lo menos... al tiempo en que Rittinghaussen concebía su proyecto de legislación directa. Hoy ya no la tiene, pues entre aquel tiempo y hoy media un período de gran pujanza para el proletariado... Es preciso estar ciego en política para sostener que el sistema representativo asegura, aun bajo el reinado del sufragio universal, la dominación de la burguesía y que para derrocarla se necesita entonces apartarse de este sistema. Ya se ve de un modo manifiesto que un régimen realmente parlamentario puede ser instrumento de la dictadura del proletariado como lo ha sido de la dictadura de la burguesía."
Kautsky "Parlamentarismo y socialismo" 1893
Si bien Kautsky no renunciará aún abiertamente a la frase "dictadura del proletariado" (4), tratará claramente de liquidar todo su contenido revolucionario asimilándola a la democracia burguesa e incluso a la forma republicana de la misma:
"... la dictadura del proletariado es la utilización del poder de clase del proletariado en el contexto de las libertades democráticas... para mudar las relaciones sociales y reprimir, con la fuerza y autoridad emanadas del consenso de la mayoría, la acción de los contrarrevolucionarios."
Kautsky "Bernstein y la socialdemocracia alemana" 1899 (5)
Kautsky se opone al "economicismo" de los reformistas clásicos, en tanto que defensor permanente de los derechos políticos, de la "politización" de la lucha en el sentido de la conquista de la democracia, hasta la conquista del poder en el Estado burgués. Así contra Woltmann (que era un partidario abierto de Bernstein) defenderá a raja tabla el programa de Erfurt, en la interpretación politicista que se había hecho de la vieja frase de que toda lucha de clases era una lucha política. El programa de Erfurt decía así:
"La lucha de la clase obrera contra la explotación capitalista es, necesariamente, una lucha política. La clase obrera no puede entrar en el combate económico, ni desarrollar su organización económica sin derechos políticos."
Y Kautsky ironizando contra Woltmann defenderá abiertamente esta perspectiva:
"Confesamos que es muy inocente lo de reclamar los derechos políticos al Estado, pero desgraciadamente olvida Woltmann el decirnos a quien se los podríamos reclamar, si no es al Estado y sus organismos: el Gobierno y el Parlamento. El pasado año, nuestros amigos de Bélgica fueron una vez más, lo suficientemente cándidos para pedir el sufragio universal al Parlamento y al Gobierno, y no a una cooperativa de consumo."
Karl Kautsky "Bernstein y la socialdemocracia alemana" 1899
Contrapone así, al reformismo economicista, el reformismo politicista; si para los reformistas clásicos, todas las fuerzas obreras hay que ponerlas al servicio del progreso económico, para el reformismo politicista, todas las fuerzas, hay que ponerlas al servicio de los derechos políticos, hasta la conquista del Estado:
"He aquí las fuerzas que ha empleado la clase obrera, las que emplea y empleará siempre para conquistar los derechos políticos. Es muy natural que emplee los derechos políticos para desarrollar organizaciones económicas y acrecer así más todavía su potencia. Nadie ha negado aún que un proletariado fuertemente organizado en sindicatos, disponiendo de ricas cooperativas de consumo, de numerosas imprentas, de diarios muy leídos obtenga resultados muy diferentes en las elecciones y en el Parlamento de los que obtendría un proletariado que careciera de todas aquellas armas de combate. Pero la potencia económica fundamental del proletariado es la potencia creada espontáneamente por la evolución económica. Y la forma más elevada de la lucha de clases, la que da su carácter a todas las demás, no es la lucha entre organizaciones económicas aisladas, sino la lucha sostenida por la colectividad del proletariado para la conquista de la más poderosa de las organizaciones sociales, el Estado; es la lucha política. Esta es la que todo lo decide."
Karl Kautsky: "Eduard Bernstein y la socialdemocracia alemana" 1899
Nunca, nunca se trata de destruir el Estado (eso dirán estos "marxistas": "es anarquismo"), sino de conquistar las riendas, el timón, el poder del Estado e incluso cuando se supone la "toma del poder del Estado" por "los socialistas" y la perdida del mismo, no cambia nada de esencial en el Estado mismo. La neutralidad del Estado es la clave de toda esta concepción:
"No tenemos es verdad, ninguna garantía de que el Partido Socialista podría mantenerse en posesión del poder, si mañana lo consiguiera merced a un súbito huracán político. Quizás pronto o tarde se le escaparán las riendas del Estado o le serían arrancadas, como sucedió a las clases democráticas cuando la Revolución Inglesa del siglo XVII y cuando la Revolución Francesa. Pero ¿qué remedio preventivo hay contra la victoria prematura? No hay más que uno: la disolución del Partido Socialista. Un partido, si existe debe de luchar, y luchar significa combatir por la victoria. Y el que combate por la victoria, debe contar siempre con la eventualidad de que pueda ser vencedor (suponemos que aquí debiera decir "vencido" NDR). Si queremos, estar seguros de que el poder no se nos escapará por un triunfo prematuro, no tenemos nada que hacer sino echarnos a dormir."
Karl Kautsky: "Eduard Bernstein y la socialdemocracia alemana" 1899
Pero, en esta época de paz social en la que Kautsky escribía, el centrismo no requería oponerse en demasía al reformismo clásico. Por eso hasta esas menciones a la "toma del poder político", o a la "revolución social", serán acompañadas en Kautsky por expresiones tendientes a tranquilizar a la policía (en realidad a toda la burguesía) sobre el carácter de la socialdemocracia, reiterando así las viejas garantías que otros socialpacifistas habían dado:
"No se trata aquí, naturalmente, de revolución en el sentido que la policía da a esta palabra, es decir de sublevación a mano armada. Un partido político sería insensato si se decidiera en principio por el motín, cuando estuvieran en su disposición otros medios más seguros y menos terribles. En este sentido, el Partido Socialista, no ha sido jamás, en principio, revolucionario. Es revolucionario únicamente en el sentido de que es consciente, de que no podrá emplear el poder político, el día en que lo consiga, sino para destruir la forma de producción sobre la que descansa hoy el orden social. Me avergüenza tener que repetir estos lugares comunes; pero me veo obligado a ello cuando Bernstein aturde los oídos con su polémica contra nuestra táctica, que, según él, está basada en la eventualidad de catástrofes."
Karl Kautsky: "Eduard Bernstein y la socialdemocracia alemana" 1899
Pero incluso, cuando frente a la proximidad de la ola revolucionaria, el centrismo, es un poco más radical, siempre defendió al Estado, como si este fuese un instrumento, un aparato neutro que una vez conquistado pudiera ser utilizado por el proletariado:
"... el Estado es un instrumento y hasta el instrumento más formidable de dominación clasista, y que en la revolución social hacia la cual se dirigen los esfuerzos del proletariado no podrá cumplirse hasta que éste haya conquistado el poder político... Al partido socialista corresponde combinar todas estas modalidades diversas de acción,..., consciente del propósito que quiere alcanzar y que culminará en las grandes luchas finales por la conquista del poder político. Esta es la concepción expuesta en principio en el Manifiesto del Partido Comunista y reconocida hoy por los socialistas de todos los países. Sobre ella reposa el socialismo internacional de nuestra época."
Kautsky "El Camino del Poder" 1909
"Pero no basta que el proletariado resista al máximo posible todo intento de amordazamiento. Su situación será cada vez más intolerable si no consigue imponer una transformación de las instituciones, que le permita poner constantemente el aparato político al servicio de sus intereses de clase."
Kautsky "El Camino del Poder" 1909
La revolución política misma, de la cual Kautsky se muestra partidario, se define, como "un enérgico desplazamiento de fuerzas en el Estado" (Kautsky "El Camino del Poder" 1909) y hasta se considera al proletariado (no como una clase antagónica sino) interna al Estado y a sus aparatos:
"El proletariado llega a ser la clase más numerosa en el Estado y también en el ejército, sobre el cual reposa el poder del Estado."
Kautsky "El Camino del Poder" 1909
La preocupación más importante es la canalización de la fuerza revolucionaria hacia el interior del Estado:
"Para ello, las fuerzas del proletariado deben aumentar enormemente en el curso de las luchas; y no podrá salir victorioso de ella, no podrá alcanzar el objetivo definido más arriba, o sea, la democracia y la supresión del militarismo, si no consigue una posición dominante en el Estado... La locura de los armamentos irá creciendo, pues, hasta que el proletariado tenga fuerza para dirigir la política del Estado, poner fin a la política imperialista y sustituirla por la del socialismo."
Kautsky "El Camino del Poder" 1909
El centrismo se muestra así invariantemente partidario del trabajo al interior y para fortificar los aparatos del Estado:
"Pero no fueron solamente los éxitos de los sindicatos, sino también las luchas victoriosas libradas en torno a los parlamentos y dentro de ellos, lo que exaltó poderosamente en el proletariado el sentimiento de fuerza y con ello su fuerza misma... Es el miedo a que las continuas victorias electorales del partido socialista confieran al proletariado tal sentimiento de fuerza e intimiden hasta tal punto a sus adversarios, que cualquier resistencia llegue a ser imposible; y una vez impotentes los poderes públicos, se produciría una total dislocación de fuerzas en el Estado."
Kautsky "El Camino del Poder" 1909
La contraposición a toda acción revolucionaria de las masas no se hace en forma generalizada y abierta, como en el caso del reformismo clásico, pero "para no dar pretexto al enemigo". Como los izquierdistas modernos, toda acción decidida de una minoría revolucionaria, se la condenará como una "provocación" y se dirá que sirve "a la derecha":
"La situación política en que se encuentra el proletariado hace prever que, mientras le sea posible, procurará aprovecharse del uso exclusivo de los métodos legales antes mencionados. El peligro de ver contrarrestada esta tendencia reside sobre todo en el nerviosismo de las clases dirigentes. Sus hombres de Estado desean generalmente este acceso de cólera y, a ser posible, no sólo por parte de las clases dirigentes, sino también de la masa de indiferentes; desean verlo estallar lo más pronto posible, antes de que el partido socialista tenga fuerza para resistirlo. Es el único medio que aún les queda para retrasar, por algunos años al menos, la victoria de los socialistas. ... Así, pues, el partido socialista no sólo no tiene razón alguna para adoptar esta política desesperada, sino que tiene motivos sobrados para maniobrar de modo que el ataque de cólera de los dirigentes, si fuese inevitable, se demore al menos en los posible, a fin de que no estalle sino cuando el proletariado haya llegado a ser lo bastante fuerte como para abatir al loco furioso y dominarlo sin necesidad de otros medios; este ataque sería, así, el último y los daños que causaría, los sacrificios que costaría serían los mínimos posibles. El partido socialista debe, pues, evitar, y aun combatir todo lo que pueda equivaler a una inútil provocación de las clases dirigentes, todo lo que pueda dar a sus hombres de Estado un pretexto para despertar en la burguesía y su camarilla un ataque de furia asesina, cuyas consecuencias pagarían los socialistas. Si declaramos que es imposible organizar revoluciones, si juzgamos que es insensato y hasta funesto el querer fomentar una revolución y si obramos en consecuencia, no es ciertamente por amor a nuestros gobernantes, sino sólo en interés del proletariado militante. Y en este punto, la socialdemocracia alemana, está de acuerdo con los partidos socialistas de los demás países. Gracias a esta actitud los hombres de Estado de las clases dirigentes no han podido hasta ahora ensañarse como hubieran querido con el proletariado militante."
Kautsky se cita el mismo en "El Camino del Poder" 1909 haciendo referencia a un texto de 1893 que había aparecido en el doceavo aniversario de su periódico Neue Zeit.
Cómo se ve se hace la misma inversión de todo que realiza el antifascismo burgués posterior, presentando a un sector de la burguesía como enemigo de la legalidad, para llamar así al proletariado a ser el defensor de la legalidad de su enemigo. En ese mismo texto, Kautsky se aproxima demasiado al reformismo clásico, contraponiéndose demasiado abiertamente a todo movimiento revolucionario y en general a toda minoría revolucionaria a los que por supuesto pondrá, como la policía y la opinión pública, en el mismo saco de "anarquistas" (tal vez sea útil recordar que el mismo Lenin recibiría este tipo de acusación por parte del socialismo burgués en 1917):
"La Comuna de París constituye, como ya hemos dicho, la última gran derrota del proletariado. Desde entonces, la clase obrera ha hecho progresos continuos en casi todos los países, siguiendo el método que hemos descrito, progresos menos rápidos de lo que habríamos deseado, pero más seguros que los de todos los movimientos revolucionarios anteriores....Solo en algunos casos el movimiento obrero ha tenido que sufrir, después de 1871, reveses notables; el error se debió en cada uno de ellos a la intervención de ciertas personas que se sirvieron de medios que el uso idiomático actual designa como anarquistas y que responden en todo caso a la táctica de la "propaganda por los hechos" predicada hoy por la inmensa mayoría de los anarquistas actuales. Recordemos el perjuicio que los anarquistas ocasionaron a la internacional y al levantamiento revolucionario español de 1873. Cinco años después de este levantamiento se produjo la reacción general de cólera provocada por los atentados de Hödel y Nobiling; sin estos atentados, Bismark difícilmente habría conseguido hacer aprobar la ley contra los socialistas...Después fue en Austria donde... el poderoso empuje del movimiento socialista fue quebrado no por las autoridades, sino por el furor general de la población, que achacó a los socialistas la obra de estos anarquistas. Otro revés se produjo en América en 1886. El movimiento obrero había tomado entonces en este país un impulso rápido y potente...Entonces, el 4 de mayo de 1886, fue lanzada en Chicago la famosa bomba, en uno de los numerosos choques que ocurrían por aquella época entre la policía contra los obreros. Todavía se ignora quién fue el autor del atentado. Los anarquistas ejecutados por este hecho el 11 de noviembre y sus compañeros condenados a largos años de cárcel, fueron víctima de un asesinato judicial. Pero el acto respondía a la táctica que han preconizado siempre los anarquistas, y por ello desencadenó la furia de la burguesía americana, llevó el desorden a las filas obreras y desacreditó a los socialistas, que a menudo no se sabían o no se querían distinguir de los anarquistas..."
Kautsky "El Camino del Poder" 1909, Idem
Frente a las masas proletarias que se sienten atraídas por la revolución, "el anarquismo", la socialdemocracia de izquierda, tiende siempre a atraerlas hacia la política, a tener confianza en una alternativa estatal, aunque para ello vea como indispensable la radicalización del discurso. Aquí la oposición con Bernstein aparece como total, mientras aquel llama a decir de la socialdemocracia "lo que realmente es en la actualidad: un partido de reformas sociales democráticos" (cf. ver más arriba), Kautsky explicará a sus pares que es indispensable hablar de "revolución" para que los proletarios no abandonen el partido, que hay que hablar menos de paz para mejor defenderla. Y creemos que es difícil ser más claro y explícito:
"Las dos causas principales que inclinaban a las masas hacia el anarquismo eran la falta de visión política y la desesperación y, sobre todo, la imposibilidad aparente de alcanzar alguna mejora por medio de la política... Cuanto más "moderados" nos volviésemos, más haríamos el juego a los anarquistas, prestando así nuestro apoyo a un movimiento cuyos esfuerzos tienden a reemplazar las formas civilizadas de lucha por formas más brutales. Puede afirmarse, pues, que hoy en día no existe más que una circunstancia que podría decidir a las masas proletarias a renunciar voluntariamente a los métodos pacíficos de lucha antes expuestos: y es que dejasen de creer en el carácter revolucionario de nuestro partido. Manifestando un amor excesivo por la paz, no podríamos sino comprometer la evolución pacífica.... Así pues, el peligro de la situación actual consiste en que corremos el riesgo de parecer más "moderados" de lo que somos..."
Kautsky "El Camino del Poder" 1909 Idem
Se podría discutir quien es más útil a la contrarrevolución, si los sinceros o los cínicos, si los que dicen las cosas como son o los que llaman a esconder el reformismo detrás de un discurso "revolucionario" (y en realidad esta era la discusión que había en la socialdemocracia), si para defender el pacifismo es mejor hablar de paz o de "revolución", lo que es cierto es que frente a la revolución ¡¡siempre hubo, hay y habrán los Bernstein y los Kautsky!! Por otra parte si bien en épocas de paz social, los Bernstein funcionan maravillosamente bien, en épocas revolucionarias, solo los Kautsky, o los centristas más radicales aun (como por ejemplo lo fue Rosa Luxemburgo en Alemania) logran impedir, trabar o enlentecer, la ruptura fundamental que el proletariado (primero contra la SPD, luego contra la USPD, en Alemania)- requiere para la revolución.

En 1909, la contrarrevolución y la revolución se preparan. Kautsky será por algo el mayor teórico del centrismo de todas las épocas. El mamó de Marx y fue el principal arquitecto del "marxismo" (6) internacional. No es de extrañarse de que sea totalmente capaz de prever la inevitabilidad del estallido de las contradicciones venideras. En ese mismo libro ("El Camino del Poder") dirá: "Se aproxima de un modo amenazante la guerra y la guerra es la revolución". En el mismo considera sus consejos de 1893, más actuales que nunca, en tales circunstancias, son verdaderas alarmas dirigidas a sus pares socialdemócratas "marxistas". Incluso insiste en que su teoría ya se verificó por la derechización extrema de los socialistas:

"Así decía el artículo e 1893. Contiene asimismo una profecía que se ha cumplido. Lo que yo temía en 1893, sucedió pocos años después. En Francia, una fracción de los socialistas llegó a participar temporariamente en el gobierno. Las masas obreras tuvieron la impresión que el partido socialista había renegado de sus principios revolucionarios, perdieron su confianza en él y pasaron en gran parte a ser presa de la variedad más reciente del anarquismo, el sindicalismo revolucionario... Entre los socialistas franceses son justamente los revolucionarios marxistas quienes se han opuesto más categóricamente a estos manejos. Combaten al sindicalismo tan enérgicamente como al ministerialismo; consideran tan nocivos el uno como el otro."
Kautsky "El Camino del Poder" 1909

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Con esta última cita, que expresa maravillosamente bien, la táctica del centrismo y que es un broche de oro de toda esta puesta en evidencia de que Kautsky siempre fue un contrarrevolucionario (y no un renegado como dice el mito leninista) y de que la socialdemocracia formal fue siempre un partido burgués de reformas (contrariamente al mito de la traición del 14) aunque algunos de sus exponentes hicieran un discurso "revolucionario", cerramos esta primera selección de textos de la contrarrevolución.

En este número de Comunismo, por un problema de espacio, solo nos hemos contentado con citar a Bernstein y a Kautsky (anterior a la guerra) por ser los representantes más importantes del reformismo y el centrismo clásicos respectivamente. En trabajos posteriores mostraremos que con la ola de guerra y revolución que se abrió en 1914 Kautsky pasará a ocupar la posición anterior de Bernstein y que se desarrollan formas posteriores y más sutiles del centrismo como el leninismo, el luxemburguismo, el sindicalismo revolucionario, el consejismo etc. Estas formas se caracterizan por llamar a la violencia revolucionaria y en muchos casos por asumir y dirigir actos de violencia (insurreccional o no) del proletariado, por criticar las formas clásicas de la democracia burguesa, por denunciar el parlamentarismo y el sindicalismo. Sin embargo, no tienen por objetivo la destrucción del Estado sino su conquista, no se contraponen al trabajo dentro de sus aparatos (la consigna que caracteriza a los revolucionarios es "fuera y contra") sino que llaman a trabajar en su seno. Transformarán así el parlamentarismo clásico en parlamentarismo "revolucionario", el sindicalismo clásico en sindicalismo "revolucionario" (o/y harán la apología de los consejos "obreros" como si dicha forma pudiese garantizar el contenido de la revolución). En este sentido cumplirán luego de 1914, el papel de izquierda de la socialdemocracia (aunque se llamen "comunistas") que Kautsky cumplió hasta 1914, pues constituirán la última barrera de contención para impedir la ruptura del proletariado con el Estado y sus aparatos. Al parlamentarismo, al sindicalismo, por más que le agregaron el calificativo de "revolucionario", siguió cumpliendo la función de cooptación de los proletarios al Estado burgués (¡como veremos lo hizo aun más eficazmente que el parlamentarismo y el sindicalismo clásico!) y por lo tanto, como no podía ser de otra forma, siguió siendo contrarrevolucionario, a pesar de la nueva denominación.

Notas

1. Citado por Eduard Bernstein en nombre del objetivo supremo, la conciliación en su libro "Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia" 1899, capítulo "Tareas y posibilidades de la socialdemocracia" subtítulo "Democracia y socialismo".
2. Y ello, aunque esos representantes locales ni siquiera conozcan y mucho menos hayan leído a Bernstein, a Kautsky... De la misma manera que el proletariado en todo el mundo tiende al mismo programa revolucionario (y hasta a la misma centralización), los defensores del orden tienden necesariamente al mismo programa: invarianza de la revolución y de la contrarrevolución.
3. No solo los centristas de entonces a la Kautsky, o los de un poco más tarde como Lenin o Rosa Luxemburgo, sino que actualmente todos los que se reclaman herederos de la socialdemocracia, incluso los izquierdistas del tipo del autollamado "medio revolucionario" como la CCI, Battaglia Comunista, CWO, etc, pues el mito de que la socialdemocracia habría traicionado en 1914 (¡y no como nosotros sostenemos que es una organización que nació para oponerse a la revolución!) se basa en la ocultación de este tipo de verdades.
4. Como buen centrista, solo lo hizo cuando no tuvo más remedio en plena revolución mundial cuando la dictadura del proletariado se planteaba como posible en 1917-1919, no solo en Rusia, sino en Alemania (su "patria" y la de socialdemocracia por excelencia).
5. Atención, este libro ha sido traducido en español bajo el titulo de "La Doctrina Socialista". En efecto la primera traducción española del libro de Kautsky fue hacha por los dirigentes Partido Socialista Obrero Español Pablo Iglesias y Juan A. Mella en 1909 y las versiones posteriores en este idioma han mantenido dicho título.
6. "Marxismo" tal como lo definimos en nuestras "Contribuciones a la crítica de la economía" en Comunismo No. 21, 22 y 23.



CONTRA EL ESTADO

"El Estado y la Revolución"

de Arthur Arnould

* * *

Presentación

El título del libro "El Estado y la Revolución", se asocia unánime y universalmente al nombre de Lenin. El mundo capitalista en su conjunto (y el Estado capitalista ruso en particular (1)) se regocija de esa asociación unilateral, así como de la asimilación de Lenin como heredero de Marx y más en general, con la asimilación de su nombre al del comunismo. El hecho de que las posiciones del "Estado y la revolución" no eran históricamente las de Lenin sino las de los militantes que fueron tratados luego de "infantiles", de que Lenin haya defendido abiertamente la necesidad de no destruir el Estado capitalista en Rusia, sino de desarrollar el capital, el que haya llegado hasta oponerse a publicar ese libro son todos hechos mucho menos conocidos y también de ello se regocija el capital mundial. Y no hablamos aquí de lo que se hace abiertamente para impedir el conocimiento de la historia a los principales interesados: los proletarios del mundo.

Si hay algo esencial en ese libro y por lo cual los revolucionarios lo han reivindicado es por la afirmación de que no se trata de conquistar el Estado, sino que hay que destruirlo, demolerlo. Ahora bien, esta idea central con la que Lenin se opone a la socialdemocracia, no es como hemos visto nada original, no solo era la posición de los fracciones comunistas y en particular de Pannekoek contra Kautsky, sino que como el propio Lenin lo señala, se basan estrictamente en las obras de Marx y Engels (2). Lenin cita in extenso las posiciones centrales de Marx y Engels, repitiendo una y otra vez, la idea central de que se trata de romper, demoler, la máquina estatal: "Romper la máquina burocrática y militar: en dichas palabras se encuentra brevemente expresada la principal lección del marxismo sobre las tareas del proletariado con respecto al Estado en el transcurso de la revolución" (3). Pero los propios Marx y Engels al referirse al Estado se refieren a la lucha de clases en Francia y en particular a la experiencia más alta del proletariado la Comuna de París. Es decir que contrariamente al mito permanente de Lenin identificado a un genio, producido por el stalinismo (y su hermano menor el trotskismo) el Lenin de carne y hueso, para afirmar la idea central de que hay que destruir el Estado, se basa en Marx y Engels y estos en la experiencia del proletariado, en la Comuna de París.

De ahí la importancia de estudiar más la Comuna y de no satisfacernos con las historias oficiales sobre la misma. Pero en general a pesar de que llagábamos a conclusiones cada vez más opuestas a las oficiales (sobre todo en el sentido de la total contraposición histórica entre el movimiento del proletariado y el gobierno que se conoce con el nombre de Comuna de París) y a pesar de que esa idea de destruir el Estado se expresa en algunos compañeros de la época, como Marx, Engels, Bakunin... no hubiésemos imaginado que los protagonistas inmediatos expresaron claramente tal idea. Al contrario pensábamos que eran los historiadores o los militantes revolucionarios que hablaban de dictadura para destruir el Estado, como una lectura que ellos hacían de los hechos, pero no como una expresión consciente de los protagonistas mismos.

Pero nuestra visión cambia cuando nos enteramos que el "communard" (4) Arthur Arnould, había escrito un libro titulado "El Estado y la Revolución". El mismo ha sido reeditado en francés por "Editions Jaques-Merie Laffont et Associés (Lyon)" y contiene una introducción (titulada: "Arthur Arnould ou la vie d'un mort est toujours fictive" (5)) de Bernard Noël escritor de un conjunto de materiales sobre la Comuna (Dictionnaire de la Commune).

De dicha introducción extraemos lo siguiente, que relata la sorpresa del autor cuando descubrió tan escondido por los historiadores oficiales de la Comuna, los materiales de Arthur Arnould; primero su "historia... de la Comuna" y luego su libro sobre el Estado y la Revolución. Noël, luego de explicar su larga marcha de investigador de la Comuna, de haber leído las historias más conocidas (Lissagaray, Bourgin, Gruhat-Dautry-Tesen), los recuerdos, las memorias y hasta "los ciento cuarenta y un periódicos de la época" nos dice:

"Fue recién al final de ese trabajo que descubrí una obra que yo imaginaba, muy secundaria, dado el poco caso que se le hacía: "Historia popular y parlamentaria de la Comuna de París". La lectura de los tres pequeños volúmenes de esta historia me golpeó vivamente porque el testimonio directo se encontraba acompañado de una síntesis de la ideas de la Comuna que constituía aproximadamente el tratado ideológico que yo buscaba.
El carácter sintético de esta historia hizo que yo no vaya más lejos con este autor: me parecía haber reunido todo lo que había que decir acerca de la Comuna y además el editor me apuraba, más interesado en cortar que en aumentar mi Diccionario. Fue solo dos o tres años más tarde, cuando al fin logré comprar un ejemplar de la muy difícil de encontrar "Historia popular y parlamentaria de la comuna", que mi interés fue animado nuevamente, a tal punto que decidí comenzar una bibliografía de su autor. Fue entonces que tuve la sorpresa de descubrir, bajo su nombre un libro titulado "El Estado y la Revolución" publicado en 1877.
La existencia de un libro con el mismo título que la gran obra de Lenin y que trataba el mismo tema, pero cuarenta años antes, debe ser algo impensable porque esta existencia ha sido tratada como si no existiese. El lugar de ese libro sigue siendo pues vacío o invisible. Sin embargo, suponiendo incluso que dicho libro no tuviese interés, su título es en sí histórico y hubiera debido ser suficiente para haber llamado la atención, la calidad de ex-communard de su autor, debiera haber sido una atracción adicional.
Esta conjunción entre el interés evidente y la inexistencia me turbó durante mucho tiempo. Un librero especialista en la historia de la comuna, por medio del cual yo intentaba encontrar el libro, me dijo de primera que tal libro no existía... ¿Es realmente imposible encontrarlo? ¿Lo habrán destruido?. ¡Por suerte la Biblioteca nacional conservaba un ejemplar!
Mientras que el autor, por su parte, ha caído en el olvido, a pesar de que sea obligatoria su mención por todos los historiadores de la Comuna; o mejor dicho se ha transformado en un nombre, es decir en la nada..." (6)
Los historiadores de la Comuna han sido en general socialdemócratas (stalinistas o no) y es normal que olviden a un militante que además tenía el "defecto" de estar por la destrucción del Estado. Como dice Noël a propósito de Lucien Scheler:
"En su prefacio, Lucien Scheler intenta una biografía de este Arthur Arnould que tanto se ha oscurecido aparece. Cuando llega al período de "El Estado y la Revolución" Lucien Scheler evita la mención de este título y se contenta de escribir "el conjunto de sus artículos sobre las cuestiones sociales, anti-estatales, anarco-colectivistas que aparecieron en los Derechos del Hombre, agrupados en un volumen fueron editados en Ginebra en 1978 por El Trabajador".
Para Lucien Scheler el ser "anti-estatal" es una tara, y dicha tara lo autoriza a silenciar el título de un "conjunto" políticamente dudoso; al menos que la tara no tenga por función la de exonerarlo de citar un título molesto..." (7)
En el libro de Arnould, como en el de Lenin de 40 años más tarde, se trata pues de destruir el aparato del Estado; Lenin renunció abiertamente a ello. Aun sin conocer mucho el papel de Arnould y las tentativas del mismo ¿no es todo esto sumamente molesto para quienes escriben la historia oficial del marxismo? ¿Acaso Lenin, plagió hasta el título de Arnould? Nosotros no tenemos elementos para afirmarlo, no sabemos si Lenin estudió a fondo Arnould, lo que no cabe dudas es que el libro de Arnould circulaba en Suiza entre los refugiados socialistas rusos en la época de Lenin.

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Por todo ello, en este número de Comunismo, dedicado al Estado y la Revolución, nos pareció imprescindible hacer conocer Arnould y reproducir algunos extractos de su libro. Por supuesto que ello no implica adherir al conjunto de sus posiciones, pues claro que en muchos casos no estamos de acuerdo (por ejemplo Arnould es claramente federalista y anticentralista); sino subrayar algunas posiciones de este militante obrero, como jalones en la larga experiencia del proletariado por afirmar la lucha contra el Estado. En realidad es verdad, que hasta el título mismo del libro, es un jalón en esta afirmación histórica!

Merece dejarse claro sin embargo, que tanto Arnould, como su libro, presentan aspectos contradictorios; Arnould fue un militante de vanguardia y luego dejó de militar, haciéndose budista y místico al final de su vida; las posiciones de Arnould parecen oponerse a toda la corriente y explícitamente se contrapone a todos los socialistas de su época (de Marx a Proudhon) y luego parece aceptar posiciones de este último totalmente burguesas como la de la federaciones locales y nacionales; en algunas partes parece estar por demoler todo incluida toda la democracia y el sufragio universal y en otras aparece admirando la Federación Suiza!. Más aún, en algunos pasajes presenta una lucidez sorprendente criticando toda ilusión sobre las libertades políticas, la izquierda burguesa, el principio mayoritario, denunciando la dictadura de clase burguesa detrás de cualquier república y afirmando que sin revolución social, no hay revolución política y por el contrario en otros pasajes hace la apología del comunalismo, del federalismo y el corporativismo. Pero por más grandes que sean nuestros desacuerdos con estas posiciones (en realidad posiciones de la contrarrevolución) el lector podrá comprobar hasta que punto el libro el Estado y la Revolución de Arnould, contiene, 40 años antes que el libro homónimo de Lenin, afirmaciones programáticas esenciales que constituyen jalones decisivos en la contraposición histórica entre el proletariado y el Estado.

No pudiendo hacer una bibliografía del autor (a tales efectos remitimos el lector a la presentación de Noël, ya mencionada), nos contentaremos de subrayar algunas posiciones de Arnould antes y durante la Comuna.

Poco antes de la Comuna, en 1869, Arnould colaborará en un periódico titulado La Marsellesa. Antes que el mismo sea clausurado por el gobierno Arnould escribirá unos sesenta artículos, que luego reunió en un libro intitulado "Una campaña a la Marsellesa". De dichos artículos Noël extrae algunas posiciones de Arnould que nos parecen decisivas en la trayectoria que lo conducirán a escribir "El Estado y la Revolución":

"Un parlamento... nunca puede representar aspiraciones diferentes a las de las clases gobernantes y siempre procederá de acuerdo con las antiguas tradiciones."
"El sufragio universal se limita siempre a lo existente,... nunca se pronunciará masivamente contra un gobierno establecido dado en favor de un gobierno a venir."
"Para nosotros, fundar la libertad, es reunir lo que nunca debió ser separado: el poder y la nación, o mejor suprimir uno de esos dos términos, restituyendo el poder a la nación misma."
Durante la Comuna, Arnould fue elegido para el Consejo de la Comuna, por los distritos 4 y 6 de París, optando por el primero. En los debates se pronunciará siempre por hacer públicas todas las discusiones de la Comuna, exige que los votos se hagan a mano levantada, que cada uno asuma públicamente la responsabilidad por sus actos. En cuanto a las represalias contra los versalleses, se opone a las calaboceadas y a la toma de algunos rehenes, pero propone por ejemplo demoler las propiedades en París de los versalleses y en especial derribar el Hotel que tenía Thiers en París.


El Estado y la Revolución

* * *

No pretendemos a continuación sacar una muestra representativa de las fuerzas y debilidades del libro de Arnould; sino que solo seleccionamos algunos pasajes en el que sus posiciones son más claramente partidarias de la destrucción del Estado cualquiera sea su forma y presentan una crítica del sistema representativo, del sufragio universal, etc.

Del capítulo "La Teoría del Poder"

"¿Qué es lo que yo he dicho siempre? Qué el Estado era la negación misma de los derechos de los ciudadanos, que eso... que se llama gobierno, parlamentario o no, solo representa la dictadura del Estado, que toda libertad era vana, ilusoria o irrisoria, mientras que el Estado estuviese ahí, dado que el mismo no puede permitir, soportar ninguna de ellas.
Algunos necios no dejaron de pretender que yo exageraba, y que nada era más fácil que conciliar el fuego y el agua, el Poder y la libertad, el Estado y la democracia, la Centralización y la Autonomía, la Unidad y el gobierno directo. (...)
-El Estado soy yo - decía ayer Luis XIV.
-Yo soy todas las luces, yo soy la ciencia infusa, yo soy la infalibilidad, -por lo tanto yo tengo todos los derechos y ejerzo todos los Poderes. -dice hoy el Estado.
¿Qué diferencia, desde el punto de vista de la libertad, veis entre las dos fórmulas?
Notad que el Sr de Marcère tiene razón, pues si el Estado no fuese todas las luces, si no fuese toda la ciencia infusa, si no fuese la infalibilidad, ¿qué sería? - Un simple agente de ejecución de la voluntad popular. - Pero entonces obedecería en lugar de mandar - No sería más la Dictadura, no sería más el Estado. - Sería el pueblo que tendría los derechos y que ejercería el Poder - y el gobierno, absorbido por la soberanía popular, desaparecería.
Hay pues antinomia absoluta, contradicción irreductible, entre soberanía popular y la soberanía del Estado. No se puede obedecer y mandar al mismo tiempo, ser a la vez gobernante y gobernado y el sistema parlamentario de la delegación de la soberanía del pueblo solo puede ser el sistema de la abdicación de la soberanía del pueblo.
Delegar sus Poderes, es darse un amo.
Yo lo digo y el Sr de Marcère lo prueba.
Mientras el Estado subsista pues, no esperéis nada.
Toda pretendida libertad será despotismo o irrisoria entre sus manos.
Toda representación será suya o no será nada.
No hay derecho contra la fuerza. ¡No hay otra soberanía frente al Poder, que el Poder!".

Del capítulo "El régimen parlamentario"

"Un hecho que tiene que chocar a los espíritus más indiferentes, es que los lamentos y las críticas son siempre las mismas, sea cual fuese la forma de gobierno que preside nuestros destinos, y que, a excepción de los nuevos advenedizos, los descontentos son siempre los mismos y se reclutan en las mismas categorías sociales.
Esto nos induce a pensar que los abusos no desaparecen y que los sufrimiento persisten. No obstante, la "Republique français", el "Siècle" y los otros diarios del oportunismo, no han parado de cantarnos las alabanzas del régimen parlamentario y de oponerlo al régimen personal.
Cierto es que si consideramos solamente la superficie, un abismo separa al Imperio de la República...
Tomemos la situación en el mejor de los casos, desde el punto de vista teórico, abstrayéndoos de todos los inevitable golpes de Estado y admitiendo que la Constitución sea respetada y practicada lealmente, y démosnos cuenta de la realidad.
Ayer, Francia tenía un jefe inamovible, y por consecuencia irresponsable, Francia le pertenecía a tal punto que el hijo de este jefe debía heredar la nación, como se hereda una casa o un rebaño. Dicho jefe tenía el derecho de la paz y de la guerra - ¡y bien que usaba del mismo!...¡
(...) En una palabra Francia estaba en manos de un hombre!
Bajo la Tercera República, el jefe del Poder es temporario, elegido por los representantes de la nación. No tiene más el derecho de paz y de guerra, ni siquiera el de amnistía. Solo le han dejado la "amplia clemencia"...
En todos los escalones de la máquina política, tenemos la elección y los elegidos son temporarios...
¡Qué diferencia entre los dos regímenes!
Es a eso que los autores consagrados y los sabios llaman organización de la democracia. Todos los poderes salen del pueblo por el sufragio universal, y todos los Poderes son revocables.
Un habitante de la luna a quien le contaran esta historia juraría que no tenemos nada más que desear.
Resultado: -¡Nada!
Ni una libertad más en la esfera política, ni una mejora en la esfera social.
Ese Poder electivo y temporario nos hace trotar como el Poder personal y hereditario.
¡Ni una reforma! -¡Ni un progreso!
El barrendero que ganaba 1 franco 50 bajo Louis Felipe o Napoleon III, los gana aun bajo Thiers o Mac-Mahon, y se sorprendería muchísimo si le dijésemos que una inmensa Revolución se realizó en nuestras instituciones y que hemos pasado de un régimen monárquico al republicano y del despotismo a la democracia.
El día en que el Sr. Gambeta reemplace al Mariscal Mac-Mahon, se puede incluso temer que ese barrendero no pueda participar en los festejos públicos de los Sres. Challemel-Lacour y Jules Ferry,- pues se puede haber muerto de miseria justo en el instante en que tan feliz acontecimiento se produzca (8).
¿Cómo puede ser que régimenes tan diferentes en apariencia, y de hombres tan distintos en el Poder, no modifiquen nada, no cambien nada al estado verdadero de las cosas?
¡Nada más simple! -Mientras no lo comprendemos no saldremos del despilfarro y la servitud!
El jefe del Poder (es) temporario, -es verdad,- pero él es siempre el jefe del mismo Poder, de un poder cuyas atribuciones, medios de acción y la omnipotencia, no variaron nada (9).
Y el mariscal se ha encargado de probarlo.
Se lo debe reemplazar cada 7 años, -sin dudas- pero es como si el rey muriera cada 7 años, en vez de morir a intervalos irregulares.
Es elegido, y escapamos a los azares de la herencia -eso es seguro- Pero estamos sometidos a los azares de una mayoría sujeta a todos los arrastres y oscilaciones, a los que la someten algunos vivos y algunos ambiciosos.
Que un miembro de la izquierda tenga gripe el día de las elecciones presidenciales, - y de ahí la marcha del país se modifica por 7 años, pues es suficiente un voto para determinar nuestros destinos.
No hace mucho la República y la Monarquía se jugaban a cara o número en la Asamblea precedente y fue por un voto que se decidió la suerte de esta gran nación.
En el Senado, -que tiene derecho al veto de todas las leyes y que puede disolver la Cámara de diputados,- la mayoría depende de un grupo de diez votos que se posicionan en la derecha o la izquierda, según su interés personal.
¿porque se llame régimen parlamentario, encontráis que es una garantía suficiente? (...)
Ayer, pertenecíamos a la voluntad, al capricho, a los intereses de un hombre. Hoy, pertenecemos a la voluntad, a los caprichos, a los intereses de quinientos individuos, entre los cuales no es para nada la voluntad del pueblo que decide, sino la fuerza bruta de una cifra.
El voto de un oportunista cualquiera, o de un Lorgeril, o de un Belcastel, puede parar todas las reformas en un momento dado (...)
El régimen parlamentario, no es pues, más que una apariencia, un engaño,... en el fondo siempre se encuentra la potencia total del Estado y la dictadura del gobierno. Es siempre el principio de autoridad que domina todo. La autoridad cambia de una mano a la otra, pero siempre por sobre la cabeza del pueblo.
En una palabra, que el gobierno sea hereditario o electivo, temporario o a vida - ello no cambia la naturaleza de las cosas. - Es siempre un hombre, o una colección de individuos, o una clase dirigente, que detiene el Poder y que decide del destino de la nación.
Por más que se renueve la delegación de la Autoridad, no se modifica su carácter autoritario y el pueblo no es menos desposeído. También se renueva el agua y el carbón de las máquinas de vapor; pero ¿es qué por ello la máquina deja de ser la misma máquina?.
Póngase en el Poder a quien se quiera, éste siempre será el mismo Poder. Por lo tanto, siempre que exista un Poder por encima del Pueblo, este Poder estará contra el Pueblo, de esto tiene ud. la prueba desde que estamos supuestamente en República.
Como si cuando los esclavos de las colonias reclaman su emancipación le dijésemos:
¿Queréis la libertad mis buenos amigos? Nada más simple; de ahora en adelante en vez de ser vendidos en el mercado, podréis escoger vuestros amos. Los esclavos alzarán los hombros sabiendo perfectamente que el amo, elegido o no, los fustigará a su capricho.
Queríais vuestra emancipación - se os concede el poder de elegir vuestros propios gobernantes y los farsantes os asegurarán de que ahora sois libres. Pero los patíbulos de mayo de 1871, luego de los de junio de 1848 (10), os enseñan que aunque vosotros elijáis al amo, ello no impide que él os fustigue,... con su mano de amo."

Del capítulo "Los Mayores y los Menores"

"El sufragio universal debería asegurar el triunfo de la democracia. El nos ha dado el imperio, el Oportunismo, y el orden moral, cuyos hermosos resultados continúan desarrollándose bajo nuestros ojos.
Gracias a este nuevo mecanismo introducido en la máquina gubernamental, es verdad, que no es más, bajo el nombre de derecho divino, ni de la oligarquía burguesa y censual, que somos gobernados, sino en nombre de la mayoría, del número bruto y sin otra moralidad que un total.
Ahora bien, en un país que sale de catorce siglos de monarquía y de catolicismo, el poner el destino de la nación al azar de una operación aritmética solo puede producir las consecuencias a las que estamos sometidos.
La mayoría, en las circunstancias actuales, es necesariamente ignorante, inconsciente o indiferente a los intereses que no comprende y que le parece no la tocan directamente..."

Del capítulo "La abdicación"

"...Todos los argumentos que antes se hacían valer contra los plebiscitos del Imperio, cuando se sostenía con razón que un pueblo no tiene el derecho de abdicar, de estipular por las generaciones futuras - todos esos argumentos, se pueden aplicar al sistema representativo.
No se tiene más derecho de desprenderse de su soberanía por hacerlo por cuatro años, por un año, por un mes, por una hora, por un minuto, que por hacerlo por cien años o por la eternidad. No se tiene más derecho de comprometer el día de mañana, que el siglo próximo.
Vuestras elecciones son plebiscitos en los cuales vosotras abdicáis. Le duración de la abdicación no prueba nada - vuestra Soberanía no dura más que un segundo: -el segundo durante el cual metéis el boletín de voto en la urna.
La misma consiste exclusivamente en el hecho de que os acuerdan la facultad de remitirla a otro. Aunque ello se renueve a intervalos más o menos regulares y seguidos - veis bien que ya no sois libres.
El gobierno imperial decía: -Vosotros declararéis, una vez para siempre que yo soy vuestro amo para siempre - yo y mis descendientes.
El gobierno representativo -republicano o no - os dice: nombraréis vuestros amos cada cuatro años. ¿cuál es la diferencia?
Cambiar de amo, no es cambiar de collar.
Los que duermen en una pieza amueblada porque no tienen casa también tienen la facilidad y el derecho de cambiar de propietario. Hasta pueden cambiar una vez por semana. ¿Es que por esta razón se encontrarán más en su casa? ¿Es que por esto serán más propietarios de la pieza que ocupan?
Y eso no es todo.
No solo vuestros representantes, una vez nombrados no dependen más de vosotros, y pueden liquidar todas vuestras libertades -como lo hacen- sino que, los encargados de representaros, son vuestros adversarios.
Vosotros sois la clase dirigida - y vuestros representantes pertenecen a la clase dirigente.
Vosotros sois los asalariados y los explotados, -ellos son los industriales, los comerciantes, los rentistas.
Vosotros sois los trabajadores, ellos son los patrones.
Vosotros sois los poseídos, ellos son los posesores.
¡Y vosotros los acusáis de falta de energía, cuando ellos sacrifican vuestras más queridas esperanzas, cuando postergan y rechazan vuestras más legítimas reivindicaciones!
¿Qué les falta la energía? - ¡De ninguna manera!
Los habéis visto en junio de 1848 y en mayo de 1871.
¿Decidme si alguna vez la Convención, de enérgica memoria, mostró tanta energía contra los realistas, la Vendée (11) y el extranjero, como la desplegada, contra el proletariado sublevado?
¿Qué les falta la energía?
Contra vosotros,- ¡nunca!
Para vosotros,-¡siempre!
Plantead la cuestión revolucionaria y todas esas liebres de la izquierda, para quienes el Senado no es más que un bocado, se transformarán en truenos de guerra contra el París comunalista.
En el 89, el Tercer Estado ¿encargó a la nobleza y el clero de hacer la revolución?
De ninguna manera, lo hizo él mismo, pues se trataba de sus intereses propios, que eran opuestos a los intereses de los representantes de la vieja sociedad.
Hoy la revolución burguesa está hecha y requete hecha.
El Tercer Estado es todo y tiene todo. (...) Todo lo que reclamáis, lo tienen vuestros amos.
¿La libertad de asociación? ¿Es qué los capitalistas no la tienen en forma plena y entera, llevada hasta el Internacionalismo que se os prohibe? Hay fronteras para el trabajo y para los trabajadores. No lo hay, desde hace mucho tiempo, para los escudos y los accionarios.
¿El derecho de reunión? - ¿No tienen ellos todos los círculos, todos los clubs que les convienen?
¿La organización corporativa? - ¿No lo tienen ellos y en el ejército y en el clero, y en la magistratura, y en la administración y en los foros judiciales, y en las Cámaras de comercio y en las compañías financieras?
¿El producto integral de vuestro trabajo? - No lo tienen ellos, - y del de vosotros también?
¡Todo lo que os falta ellos lo poseen - y vosotros contáis con ellos para que os lo den!
Vosotros decís: - ¡Ellos abandonan todas las libertades! Error: Ellos solo abandonan las vuestras. Ellos no pierden nada. Son lógicos. Sois vosotros quienes no lo sois:
Abdicando de vuestra parte de Soberanía en el mecanismo representativo.
2º Eligiendo además vuestros supuestos representantes entre los miembros de la clase enemiga.

Del capítulo "La República y la Revolución Social"

Si el pueblo de Francia, en menos de un siglo, ha reestablecido tres veces la República, si la quiere, si esta muy relacionado a ella, no es, sin lugar a dudas, por un sentimiento clásico de admiración por las Repúblicas de la antigüedad. Esas Repúblicas se basaban en la esclavitud del trabajador, de la mujer y del niño, y sacrificaban, en nombre de la razón de Estado, hasta la autonomía del ciudadano libre, lo que solo podía inspirar horror, a pesar de su incontestable grandeza política.
Si el pueblo quiere la República no es tampoco por un fetichismo estrecho de tal o cual forma de gobierno, puesto que nadie ignora que, como Roma pagana, Venecia católica y Versalles orden-moralista lo han probado, que el despotismo anónimo de una oligarquía es algo tan espantoso y más difícil de destituir que el Poder personal en manos de un bandido. No es, tampoco, por adoración al parlamentarismo, que no es otra cosa que la encarnación de la Dictadura burguesa (...)
Entre los dictadores de ayer, en nombre de los principios conservadores y los de mañana en nombre del Oportunismo, -el pueblo no tiene nada que elegir y no elige.
Si hay un poco más de sangre en las manos de unos que en la de los otros, es un asunto de circunstancias, no de consciencia.
Si por lo tanto el pueblo ha querido y quiere la República, es que espera otra cosa que lo que puede esperar de la monarquía.
Pero, para que la República le procure las ventajas a las que tiene derecho, es necesario que tenga órganos apropiados a su misión. Pero el Poder político, sea o no republicano es siempre la expresión de alguna dictadura.
A la sociedad feudal y guerrera, improductiva y religiosa de la edad media, corresponde la forma monárquica pura. Esta sociedad representa el Derecho de la fuerza. - Ella proviene de la conquista y reposa sobre dos columnas: Dios, el rey de arriba, que tiene sus privilegios de la gracia y sus millones de sujetos del infierno y el Rey, ese dios de abajo, que tiene sus favoritos de nacimiento y sus condenados de la gleba y del trabajo.
A la sociedad burguesa y capitalista corresponde el parlamentarismo. - El Estado es un cofrefort, la clase dirigente una Compañía anónima a capital variable para la explotación del trabajo de otro. Cómo en toda asociación de ese género, hay un consejo de administración, -poder ejecutivo,- y un consejo de vigilancia, - poder legislativo.
El país pertenece a un cierto número de accionistas en comandita, que se reparten los dividendos llamados instrucción, fortuna, instrumento de trabajo, empleos asalariados,gobierno.
Lo que distingue la monarquía absoluta del parlamentarismo, -es idénticamente la diferencia que distingue la gestión arbitraria de una fortuna privada, recibida por herencia, de la gestión controlada de los capitales de bolsistas unificados, siempre ávidos de riquezas.
Ese control de la bolsa, por los que tienen los hilos, ha recibido el nombre de libertades constitucionales o políticas.
Que dicho régimen se manifieste con la ayuda de un rey que reine pero no gobierne, o de un presidente que gobierne pero no reine, o de un consejo de ministros que reine y gobierne - ¿qué gana el pueblo? (...)
Que un Napoleón III esté en el trono - y sus crímenes, su inepcia, atraen todas las miradas. - Uno se figura que cuando parta ese bandido o ese idiota, se llegará a un gran sentimiento de alivio: que Francia una vez vuelta a sí misma, serán la libertad y la justicia que ocuparán el Poder.
La República proclamada, la libertad se llama Thiers, o Mac-Mahon, la justicia Dufaure, o Martel o de Broglie.
El déspota se fue, el despotismo continúa.
No hay más Monarquía, hay República y a pesar de ello nada ha cambiado.
Es que el despotismo político no es más que la forma exterior de la esclavitud económica.
Aquel nace de ésta, - y ésta lo engendra.
Por eso, es la esclavitud económica que hay que abolir-
¿Se puede separar la Revolución social de la Revolución Política?
¿Se puede resolver el problema en uno de sus términos únicamente?
En una palabra, ¿hay dos Revoluciones?
No; - hay una sola.
Es tan imposible fundar la libertad política como lo pretenden los llamados liberales y oportunistas, sin resolver la cuestión del servilismo social, como solucionar la cuestión social sin tener los instrumentos de la libertad política.
Del hecho de que la libertad política sea una ilusión sin la igualdad social, no vayamos a creer, por otra parte, que la igualdad social pueda crecer y florecer sin la luz abundante de la libertad política.
Solo, que esta libertad, hay que buscarla ahí donde está.
No hay que pedirla a las formas gubernamentales, al método unitario y centralista, - en una palabra al Estado; hay que pedírselo al federalismo, a la autonomía de los grupos, es decir a la Comuna a la Corporación..."

Lo que se encuentra bajo todo Gobierno

"Cuando se desarma al pueblo para armar al Poder, el gran argumento, es que es necesario crear una fuerza independiente que planee sobre todas las pasiones y los intereses de los partidos, asegurando así el triunfo de la ley y de la justicia uniformes para todos, una fuerza cuyo papel sea la de identificarse con las voluntades y las necesidades de la mayoría, de hacer respetar, las primeras, de satisfacer las segundas, etc., etc.
Esta teoría sería perfecta si no fuese absurda, si los hechos no la desmintiesen siempre. ¿Cuándo el Gobierno ha jugado, un día una hora, un minuto, un segundo, ese papel fantástico y providencial que se le atribuye?
¿Y como podría jugarlo?
¿Qué, el gobierno planee sobre las pasiones y los intereses de los partidos?
Llamese a si mismo ya partido conservador, ya partido republicano, él sólo habla de los intereses de ese partido (...)
Ved que en realidad solo representa las pasiones y las voluntades de los hombres en el Poder, que no hay ni reglas, ni principios, ni ningún tipo de garantía, que es el estado de guerra permanente, que el Gobierno, no es otra cosa que una fortaleza en donde cada partido penetra, cuando le toca, por la violencia, y desde donde se tiraniza y se terroriza a los enemigos, nunca os dio y nunca os dará la libertad.
Sacad las falsas narices constitucionales, parlamentarias, representativas y solo encontraréis detrás:

LA ESCLAVITUD EN EL DESPERDICIO!"

Notas

1. Tanto ayer, cuando se reivindicaba de Lenin, pues era la expresión misma de una posición antiestatal cooptada por el Estado capitalista; como hoy (1992), que el comunismo y el antiestatismo, son considerados como algo superado y como los culpables de todo lo que marcha mal en el capitalismo ruso. En ambos casos el antiestatismo es liquidado, antes por estar en el Estado mismo, ahora porque ha sido superado.
2. Ver en este número de Comunismo el borrador "Notas sobre el Estado".
3. Lenin: El Estado y la Revolución.
4. Miembro de la Comuna de París de 1871.
5. "La vida de un muerto es siempre ficticia".
6. Noël, Obra citada, páginas 18 y 19.
7. Op. cit. p. 19.
8. Como se ve Arnould se ríe aquí de las diferencias entre la izquierda y la derecha de la burguesía.
9. Aquí Arnould aproxima una teoría de la esencia del Estado invariante independientemente de los hombres que lo ocupan.
10. En francés dice "pontones" donde hemos traducido "patíbulos", que creemos que expresa lo que el autor quiere decir mejor que si hubiésemos traducido literalmente "pontones". Lo importante es que se refiere a las masacres que siguieron las dos grandes batallas del proletariado en Francia en 1848 y 1871.
11. Insurrección contrarrevolucionaria desarrollada en Vendée en 1793. Los insurrectos (o Blancos) constituyeron un ejército primero "católico y romano", luego "católico y realista" de unos 40.000 hombres.



CONTRA EL ESTADO

Contra la política

Notas de lectura y extractos de

EL PRODUCTOR

de La Habana Cuba (1887 - 1890)

* * *

Nos ha parecido importante en este número dedicado a la lucha del proletariado contra El Estado, a la contraposición práctica entre revolución y socialdemocracia, el mostrar como en la misma época en que se hacía mundialmente dominante la socialdemocracia en tanto que teoría y práctica de cooptación estatal del proletariado, diferentes fracciones revolucionarias de nuestra clase seguían afirmando invariantemente, la crítica de la política.

En ese contexto hemos seleccionado algunos extractos del periódico obrero "El Productor" de La Habana Cuba. Para quienes no conozcan este periódico, ni la lucha desarrollada en América en esos años, recomendamos la lectura de "Acerca de la lucha contra la democracia en los difíciles años 80 del siglo pasado" y "El Productor" en Comunismo nº 8 de 1981, así como también "De como se falsifica y distorsiona la historia de nuestra clase" en Comunismo nº 11. Para quienes hayan leído o lean esos textos, se impone hacer una rectificación. No en las afirmaciones programáticas que los mismos contienen, que mantienen toda su vigencia, sino en una cuestión informativa. En la página 15 de Comunismo número 8 en base a la información que disponíamos en la época, dábamos el nombre de Saturnino Martínez como uno de los principales animadores de ese periódico. Se trata de un error, el grupo que daría lugar a dicho periódico se conocía en la época como "grupo de los 3 Enriques": Enrique Roig de San Martín, Enrique Messonier y Enrique Creci; siendo el primero de ellos el principal editorialista de "El Productor". En otra oportunidad daremos más detalles de la historia de este núcleo revolucionario y la falsificación histórica que se sigue haciendo en la isla de Cuba. Por el momento nos contentaremos con algunos extractos que a pesar de un estilo que hoy puede resultar difícil, rebuscado y que no está a la moda (¡¡esa mierda que es la moda!!) afirman las posiciones claras de estos compañeros, contra la política y el Estado.

El lector debe tener en cuenta que la conservación de estos periódicos no es buena y que muchas veces el texto apenas se lee o aparecen partes donde el original está roto y debemos sustituirlo por tres puntos suspensivos (los subrayados y negritas son de la redacción de Comunismo). Los editoriales aquí citados fueron escritos por Roig de San Martín.

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En 1888 "El Productor" publicaba una serie de textos titulados "Realidad y Utopía" (I a VI) que explican en grandes líneas la concepción global de nuestros compañeros de entonces. Dada su importancia, en la lucha contra la corriente, en un momento en que las soluciones democráticas, liberales, autonomistas, independentistas (la "liberación nacional de Cuba") eran dominantes, publicamos a continuación una parte importante de los mismos.

"Realidad y Utopía"

"...Tantos y tantos desengaños han lacerado el corazón de las sufridas masas populares, que ya no es posible engañarlas por más tiempo.

Por eso los ideas socialistas, que tanto terreno han ganado en las agrupaciones obreras, se hacen cada vez más aceptables por los trabajadores del mundo entero.

Porque ante ellas no se presentan redentores hipócritas ofreciéndoles grandes bienes a cambio de una candidatura...

Esto es tan cierto como que el socialismo les dice a los pueblos: "he ahí mi doctrina síguela si quieres redimirte, pero no esperes que nadie te redima, porque tu redención ha de ser la obra de ti mismo."

La verdad que entraña esta fórmula es de tal modo tangible aún para los cerebros más obtusos, que vanamente se empeñan por desvirtuarla aquellos cuyas ambiciones se estrellan ante ella.

Desacreditados ya ante la conciencia popular los sistemas políticos puestos en juego hasta el día, causa risa oír decir a sus interesados panegiristas que huelga hablarle a los pueblos de su redención que ya la política los ha redimido; afirmación tan desgraciada como que en su seno lleva la ponzoña que ha de darle muerte.

Sostener semejantes tesis, equivale a decirle al infeliz asalariado: "tu eres un ser insensible; si alguna vez, la vergüenza de los vejámenes que sufres sube a tu rostro y colorea tu semblante, es porque eres un estúpido que no alcanzas a comprender lo que vales y de lo que es capaz, gracias a los procedimientos que la política pone a tu alcance."

¡Horrible y sangriento sarcasmo, comparable únicamente a los crueles latigazos que el más despiadado de los mayorales asestara en un tiempo sobre las espaldas del negro esclavo!

¡Parece increíble que ante un pueblo que vive atado al poste de la mayor degradación se hagan afirmaciones semejantes!.

Felizmente los hombres que saben sentir y pensar toman nota de tales palabras y de ellas deducen lo que deben esperar de tales redentores.

Por eso los abandonan, y cada día van a engrosar un sinnúmero de hombres-pueblo, las filas de los que, parapetándose tras las doctrinas socialistas, solo encuentran en ellas medio seguro de contrarrestar los empujes de una sociedad madrastra que los esclaviza de la manera más desnaturalizada.

Utópica llaman nuestros adversarios esta manera de pensar de tales hombres, sin pararse en que los que piensan, conocen la marcha histórica que el socialismo ha seguido en el desarrollo de las edades.

Harto saben los que con el calificativo de utopistas se les honra, que el socialismo, es hijo del reflejo en la inteligencia de la lucha de clases que existe entre los poseedores y los desposeídos...

Hijo de ese sentimiento de justicia, y de la lucha consiguiente entre proletarios y burgueses, es que la historia engalana hoy sus páginas con los nombres de Tomás Münzer, los niveladores y Babeuf.

Nadie que de un tanto instruido se pique, dejará de conocer las teorías que nacieron, como consecuencia de los levantamientos de esos revolucionarios defensores de una clase, que si bien es cierto aun no estaba formada, era, digámoslo así, la precursora del proletariado moderno.

Aparecieron, pues, las teorías francamente comunistas del siglo XVII, calcadas de la antigua Esparta, y como consecuencia de ellas, los hombres de Saint-Simon, Carlos Fourier y Roberto Owen..." (1)

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"... Hoy el proletariado es más miserable que el esclavo de la antigüedad, que el errante de la edad media, pues que no tiene como el primero, quien vele por su subsistencia, y si goza de más libertad que aquel, es únicamente de la libertad de morirse de hambre; y más miserable que el errante de la edad media, porque no tiene la independencia de restituirse, como aquel, de lo que la sociedad, dentro del orden que rige la propiedad, le ha usurpado.

Tenemos pues, que el rico es hoy más rico y el pobre más pobre que lo que fueron jamás.

... Mejor alimento, más cuidado, mejor habitación tiene el caballo de un barón Hirsch que un infeliz proletario...

Estos milagros de redención que muy a la ligera señalamos, se han realizado merced a la política (atención que como se ve luego, el autor hace hablar a nuestro enemigos NDR), que trabaja incesantemente por allegar a los pueblos mayor suma de libertad; y si el hecho real es que las clases proletarias son hoy más libres, pero más miserables que antes, debemos estar conformes, porque entre nosotros no existe el esclavo de la antigüedad.

¿Qué importa la miseria de un pueblo ante el sufragio universal?

¿Qué importa el que un padre de familia se acueste hoy sin un pedazo de pan con que alimentar sus hijos mañana, cuando tiene el derecho de ir a las urnas y depositar su voto en favor de algún protegido?

Bienes son éstos que para poseerlos, bien merecemos morirnos de hambre.

Mas los socialistas, esos pícaros utopistas que tienen ya el colmillo duro en asuntos de esta especie, pasan la vida soñando lamentablemente y entienden las cosas de otra manera. Piensan saber distinguir la realidad de la utopía, y en su error, afirman que los pueblos no deben ser libres en tanto no se rediman económicamente.

Y esta verdad que creen, no haber descubierto sino aprendiendo en la historia, tiene en su apoyo todos los grandes movimientos políticos habidos en el mundo, los cuales nada han resuelto económicamente a favor de las clases proletarias.

El mas grande de eso movimientos, la Revolución Francesa, ¿qué hizo en ese sentido?

Con razón ha dicho de ella un notable escritor: "El desarrollo de la industria sobre una base capitalista hizo de la pobreza y de la miseria de las masas obreras la condición vital de la sociedad" Y más adelante añade: "Si los vicios feudales, que antes se encontraban públicamente, se habían refugiado en la sombra, los vicios burgueses, que antes se conservaban ocultos, brillaron en todo su apogeo. El comercio se hizo a poco una estafa legalizada: la fraternidad de la enseñanza revolucionaria se personificó en las disputas y rivalidades de la concurrencia: la corrupción general suplantó a la opresión violenta y el oro al sable como primer motor social: el derecho de pernada pasó del barón feudal al dueño de la fábrica; la prostitución tomó proporciones hasta entonces desconocidas; el matrimonio continuó siendo, bajo la forma legal, encubridor oficial de la prostitución, completándose con el adulterio; en una palabra, las instituciones políticas y sociales que siguieron al triunfo de la Razón, comparadas con las pomposas promesas de los filósofos, parecieron engañosas y tristes caricaturas."

De tal manera lo transcrito se aviene con nuestra manera de pensar, que ya en nuestro artículo anterior dijimos, refiriéndonos a la Razón proclamada por los filósofos del siglo XVIII, que no fue otra cosa, que la Razón burguesa..." (2)

oOo

"... Así es que, si a tales lectores les extraña el que un periódico esencialmente obrero emita ideas puramente obreras, a nosotros, no nos admira de modo alguno el que los políticos sean contrarios a los obreros...

Sentadas ya de una manera positiva por el materialismo moderno, las bases de una revolución en la concepción de la naturaleza, era lógico y natural que hechos subsiguientes hiciesen experimentar un cambio en la manera de concebir la historia.

Los obreros de Lyon, en 1831 dieron el primer paso, y de 1838 a 1842 el cartismo inglés adquirió proporciones colosales.

Eran ya inevitables los acontecimientos, y la guerra de clases entre proletarios y burgueses entró violentamente a ocupar un paso en la historia; guerra notablemente recrudecida a medida que aumentaba el desarrollo de la grande industria y de la supremacía política.

Entonces se vió claramente que las doctrinas económicas burguesas, la identidad de intereses entre el capital y el trabajo y otras lindezas por el estilo, eran desmentidas por los hechos..." (3)

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"Libertad, Patria, Gloria, Victoria; bellísimas palabras que podemos reducir a uno de estos dos términos: muerte o miseria.

¡Libertad! palabra santa de la cual se vale la política para conducir al campo de batalla a millares de hombres en busca de ilusorias esperanzas; mágico talismán con el que han sabido atraer a los pueblos los embaucadores de oficio y sonoro reclamo tras el cual corremos desalentados en demanda de la muerte.

¡Oh, qué bella realidad!...

Tras una miserable infancia, gastar la virilidad de los años juveniles mordiendo el cartucho y derramando nuestra sangre al golpe de mortífero bayonetazo.

Y todo ¿por qué?

Porque se nos ha dicho que el sistema de gobierno bajo el cual vivíamos era despótico, cruel, inhumano: y que luchando por la república, haciéndola vencer, nuestros hijos serían felices, nuestra manera de llevar la vida cómoda... porque se nos ha hablado de educación de derechos y que sabemos de cuantas cosas más, que los pueblos no conocen sino por el nombre.

Y tras ellas ha ido y allá va... el sencillo y honrado trabajador, dejando en cien combates un brazo aquí, una pierna allá y la vida, la más de las veces, en cualquier lugar.

Más ¡oh realidad nunca bien soñada!... la república ha vencido y sus esquilmadas huéstes, victoriosas, retornan al hogar henchidas de esperanzas.

¡Viva la libertad! exclama el pueblo en transportes de entusiasmo... El tiempo corre, un Presidente sumamente ilustrado ha regido los destinos de la patria durante algunos años, y los harapientos hijos del infeliz que luchó por redimirlos se encuentran como antes, hambrientos e ignorantes...

¿Qué se hicieron las bellísimas promesas?

Preguntádselo a los padres del pueblo, a los políticos de oficio y ellos os contestarán que hay que hacer algunas reformas y luchar nuevamente.

¡Oh perdurable ignorancia de los pueblos, he ahí la realidad en que vivís.. luchando siempre, y siempre ignorantes y hambrientos!

¡Patria! ¡qué hermoso nombre! ¿quién no adora el rincón en que nació?

¿Quién no se extasía al recuerdo de las caricias de una madre, hechas al amor de la lumbre en una noche de invierno y bajo el techo paterno?...

¡La patria está en peligro! ¡a las armas hijos de la patria! y allá van los honrados hijos del pueblo a derramar su sangre y a morir por el pedazo de tierra que guarda sus más sagrados recuerdos.

Al cabo de algún tiempo vuelven parte de los que fueron, orgullosos y triunfantes. El invasor ha sido arrojado a la frontera. ¡La patria está libre! ¡Viva la patria!

¿y la viuda y los hijos? ¡Ah, la viuda y los hijos! ¡Vedlos harapientos y muertos de hambre!

¿Porqué?

Preguntádselo a los padres de la patria, a los políticos de oficio...

¡Gloria! sueño dorado...

¡El hijo de un héroe, os responderá; mi padre fue un soldado glorioso de la patria!

¿Sabes leer, habéis comido hoy?

El pobrecillo os tenderá la mano en demanda de una limosna y bajará la cabeza abochornado.

¡Victoria! centelleante corona de héroes...

Y el pueblo sufrido va en busca de su honrada aspiración, aquí dejando un brazo, allí una pierna y la vida en todas partes...

Cuando vuelven, si alguno de los que fueron les es dado volver, encuentran que a pesar de su sangre derramada, la patria no es libre, la gloria fue para otros, la libertad es su esclavitud y la victoria el miserable encumbramiento de los menos sobre los más.

Este es el cuadro salvador que a los hijos del pueblo espera si a manos de la política entregan sus destinos.

En cambio la escuela socialista procede de muy distinto modo...

Cierto es que la escuela socialista más se ocupaba en describir los antagonismos creados por la producción, que en buscar las causas que los originaba; mas vino Carlos Marx y con él aparecieron la concepción materialista de la historia y la explicación de la producción capitalista por medio de la supervalía... De aquí se dedujo naturalmente y quedó explicado, que la apropiación del trabajo no retribuido era la forma fundamental de la producción capitalista y de la explotación de los obreros. Quedó demostrado asimismo que todo capitalista, al pagar la fuerza de trabajo del obrero, extrae de ella más valor real que el que le ha costado adquirirla y que esta supervalía acumulada, constituye la masa de capital, siempre creciente, en manos de los poseedores..." (4)

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"Bellísimos tiempos alcanzamos,; la civilización lo invade todo y los pueblos, pletóricos de bienestar, si quieren ser felices, no deben abandonar la realidad en que viven por seguir quiméricas ilusiones. La democracia, tambor batiente, se abre paso por entre las filas de los esclavócratas y el mundo marcha a pasos agigantados a la realización de sus esperanzas. Presto lucirá sobre el horizonte de los pueblos, el sol de la libertad y los por tantos años oprimidos se verán libres, por fin, de tantas y tan pesadas cadenas como hoy oprimen su mísera existencia. Que avanzamos, que el porvenir es nuestro, lo comprueba la inmensa distancia que nos separa del esclavo de otros tiempos, pues mientras ellos no tenían una grosera camisa con que cubrir su desnudez, nosotros usamos guantes y frac y habitamos frescas casas.

Esto, o cosa parecida, dicen a diario nuestros redentores, los hombres de la política.

Mas, los que un tanto nos detenemos en el examen del medio en que vivimos, los que sin preocupaciones de ningún género tenemos la pretensión de deducir de él el porvenir que nos espera, a seguir este orden de cosas, no podemos estar conformes en modo alguno con semejantes afirmaciones.

Nosotros no podemos admitir que un pueblo sea libre entanto la miseria lo domine.

Ved si no esos pueblos, emporios de la civilización y de la libertad; cuentan con grandes sabios, con poetas a centenares, con historiadores, con músicos inspirados, con ingenieros, con doctores, con acaudalados propietarios, con ricos industriales y que sabemos con cuántas cosas más.

Cualquier ciudadano, un leñador, un sastre, puede llegar a regir los destinos de millones de hombres, y culpa será del que a tanto no se atreva, pues que tiene los medios a su alcance... la instrucción es gratuita y las cátedras están abiertas al que quiera.

¿Por qué pues, no se redimen esos pueblos? ¿Es la política, acaso, responsable de su indiferencia?

¡Ah! si hacéis una visita domiciliaria, de casa en casa, a los habitantes de países tan dichosos en apariencia, encontraréis bien pronto la respuesta... ¡la miseria!

Ante la miseria no hay libertad de enseñanza, no hay cátedras libres. Apenas si el infeliz trabajador puede enseñar a leer y escribir malamante a sus hijos pues tan luego como cuentan con fuerzas suficientes para trabajar, es preciso, es forzoso que ayuden a llevar las cargas de la familia. ¿Qué hombres podeis hacer de los infelices niños que apenas si concurren a la escuela 3 o 4 años? ¿Y que responsabilidad podeis exigir a unos padres que se acuestan hoy sin estar seguros de tener un pedazo de pan para mañana?

¡Horrible injusticia sería!

Por eso hemos dicho otras veces que los grandes principios proclamados por la revolución francesa fueron estériles para el proletariado. En efecto; ¿de que vale proclamar la igualdad, la libertad y la fraternidad, si no hemos de ser iguales, libres y hermanos, dadas las diferencias de condiciones sociales?

Estas diferencias, digan lo que quieran los apasionados detractores nuestros, no es la política quien ha de vencerlas, entendiendo por política la ciencia del Estado y el arte de gobernar.

Es y no nos cansaremos de repetirlo, el Socialismo, quien ha de resolver ese problema ante el cual se estrellan todas las escuelas políticas conocidas.

Por eso el Socialismo estudia con entera conciencia las causas que se oponen al establecimiento de la libertad sobre la tierra, y de su estudio saca la consecuencia de que el orden social presente es obra de la burguesía, clase actualmente dominante...

Mas la producción capitalista, o séase su introductor, la burguesía, tenía una misión histórica que cumplir, y hubo de dedicarse a concentrar los medios de producción... para aquellos de nuestros lectores que quieran instruirse en este asunto, existe El Capital de Marx,...

Esta forma de hierro dentro de la cual se revuelve en vano el proletariado, es la que se impone al obrero entre los medios de producción y de existencia y la que le impide vivir. Destrúyase, pues este sistema, funcionen los medios de producción sin tomar la forma de capital, y el proletariado tendrá la seguridad de la existencia.

Los capitalistas no son ya capaces ya de dirigir las fuerzas por ellos acumuladas y el proletariado tiende a la solución del antagonismo...

Y ya que del Estado hemos hablado, vamos a decir cuatro palabras respecto a este organismo, que no es otra cosa, cualquiera sea su forma, que una máquina capitalista, el Estado de los capitalistas.

... habrá de suceder, necesariamente, una sustitución de la apropiación capitalista por una apropiación basada en la naturaleza misma de las fuerzas productivas. Estas fuerzas productivas, acrecentándose cada vez más y más, tienen que ser a no dudarlo, el ejército que ha de efectuar esta revolución.

El proletariado, dice a este respecto un escritor, después de apoderarse de la fuerza pública, transforma los medios de producción en propiedad del Estado; mas por este hecho él mismo destruye su carácter de proletariado, así como toda distinción y antagonismo de clase, y, por consecuencia, destruye el Estado como Estado.

El Estado era la representación oficial de toda la sociedad, su encarnación en un cuerpo visible; pero sólo lo era mientras era el Estado de la clase que en aquella época representaba la sociedad entera; mas desde el momento en que es representante de toda la sociedad, será al mismo tiempo su último acto como Estado.

Luchar necesitamos para llegar a merecer... la victoria.

Seamos firmes en nuestras convicciones, que medios nos cobran que utilizar en provecho de nuestra causa.

Y dejemos entregados al severo juicio de los tiempos venideros a los que pudiendo emplear sus buenas facultades en la cooperación de una obra redentora, sólo se entretienen en discutir personalidades y no ideas, y establecer distingos entre hombres que sólo deben ser humanos." (5)

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"Cada día que pasa recibimos una prueba más de la desconsoladora realidad en que vivimos: ayer fueron los asesinatos de Chicago, los fusilamientos de Río Tinto; hoy la aparición de un nuevo invento del ingenio humano viene a aumentar el número de los factores que tienden a mantener en eterna esclavitud al infeliz proletariado.

Los periódicos de esta capital han dado cuenta en estos días del perfeccionamiento llevado a cabo, por un maquinista americano, en la máquina de hacer tabacos, inventada hace algún tiempo. Pronto, muy pronto, veremos que los industriales acaparadores de la producción a gran escala, habrán de hacerse dueños de ese nuevo instrumento de su bienestar presente, y que los obreros que al torcido del tabaco se dedican, sufrirán idéntica suerte a la que han sufrido aquellos de sus compañeros que fueron sustituidos por la maquina-herramienta...

Mas no se crea por lo que dejamos dicho, que la aparición de una nueva máquina en el campo industrial nos apena en modo alguno.

Harto sabemos que las grandes revoluciones no se llevan a cabo si no contribuye a ellas el factor indispensable... la necesidad; y es necesidad de los pueblos el rebelarse contra todo aquello que los esclaviza.

Esclavos son hoy los pueblos y cada día lo serán más, a pesar de las cacareadas libertades que disfrutan, porque se encuentran atados con ligaduras fortísimas al poste de la miseria, sin más esperanzas que ser más libres políticamente hablando, pero teniendo en lontananza siempre un invento que debiera pertenecerles y que será acaparado por los capitalistas para sumirlos en la indigencia.

Esta es la realidad de hoy, y será la de mañana; más libertad pero más hambre...

Ya en nuestro artículo anterior dejamos demostrado que la apropiación por la sociedad de los medios de producción ha de ser consecuencia forzosa del gran desarrollo que ha tomado ésta, y que de dicha apropiación habrá de deducirse necesariamente la abolición del Estado.

La abolición de las clases, antes que la del Estado, será hija también de la apropiación a que nos referimos; abolición cuya necesidad ser hace sentir cada vez más, puesto que las condiciones materiales para ponerla en práctica acrecientan de un modo rápido; y al decir que las condiciones materiales acrecientan, no queremos referirnos en modo alguno a lo que muchos se refieren en sentido político, es decir, a la necesidad de igualdad, de justicia o de fraternidad, palabras vacías de sentido para nosotros en tanto no se pretenda encontrarlas en el advenimiento de nuevas condiciones económicas.

Acaso se nos diga que la división de la sociedad en clases ha sido hija de la división del trabajo; consecuencia fatal que no negaremos. Sobradamente sabemos que allí donde el trabajo no rinde sino lo estrictamente necesario para el mantenimiento de todos, el trabajador tiene que emplear en producir todo el tiempo de que dispone, dando esto origen a una minoría exenta de trabajo, que se encarga de la dirección general del gobierno, de la justicia, etc. etc. Esta minoría se hace dominante, consolidando su poder en detrimento de la clase laboriosa, y cambia la dirección social en explotación de las masas.

Esto sentado, sucederá que ese derecho histórico sólo lo tendrán las clases privilegiadas en tanto exista la producción poco desarrollada, y que dejará de existir tan luego como los capitalistas, transformando la producción individual en social le impriman un desarrollo máximo. Por eso hemos dicho en uno de nuestros artículos anteriores, que dentro del sistema llevaban el castigo.

En efecto, cuando por medio de la apropiación por la sociedad, de la producción hayamos abolido las clases, entonces habremos alcanzado un nivel social de tal consideración que será superfluo todo obstáculo que se oponga al desarrollo político e intelectual.

Porque redimida la sociedad económicamente, se verá libre de la única, de la verdadera traba que hoy le impide abordar franca y desembarazadamente el camino de la redención.

Si como esperamos, la sociedad llega a tomar posesión de los medios de producción, pondrá fin, necesariamente, a la apropiación de los productos por una clase determinada y dejarán de ser los productores dominados por su propio trabajo.

Este hecho destruirá el desbarajuste que hoy reina en la producción social, sustituyéndolo por una organización consciente en la que desaparecerá la lucha por la existencia.

Desde ese instante, y solo desde ese instante, el hombre se verá separado del reino animal y habrá cambiado sus condiciones por otras verdaderamente humanas.

Pensar de otra manera, tratar de invertir los términos del problema es girar eternamente en un circulo vicioso. Lo accesorio no puede ser lo principal.

Cuando la apropiación de la producción por la sociedad sea un hecho y cuando por consiguiente, la humanidad esté en aptitud de dominar las condiciones que hoy la rodean, entonces el hombre someterá a su inspección el conjunto de aquellas condiciones y será verdaderamente dueño de la Naturaleza.

La Humanidad, como muy bien ha dicho un pensador saldrá por fin del reino de la fatalidad para entrar en el de la libertad...

Las Leyes que hoy rigen la acción social se han levantado hasta aquí implacables frente a frente de los hombres, dominándolos extrañamente; pero mañana, gracias a la lógica que de ese hecho habrá de desprenderse, esas mismas leyes serán aplicadas por los hombres con pleno conocimiento de causa y, por tanto, dominadas...

Es grave error pensar que el hombre habrá de verse libre, por fin practicando tal o cual doctrina política.

Podrá redimir a la patria del látigo de un déspota, podrá ser libre e independiente, políticamente hablando; pero su absoluta libertad, la libertad a que debe aspirar, no le será dado alcanzarla en tanto no se redima económicamente.

La Humanidad, como de Cuba ha dicho el ilustre Saco, será la imagen de un hombre, que envuelto en un rico manto, oculta las profundas llagas que devoran sus entrañas.

Aquí damos fin a nuestro trabajo. Hemos tratado de condensar nuestras ideas cuanto nos ha sido posible y sin embargo, ha resultado un tanto extensa esta serie de artículos.

Tan rica en deducciones es la materia que nos ocupa, tal alcance y extensión tiene el asunto que muy ligeramente hemos tratado que fatigaríamos demasiado a nuestros lectores, si a él dedicásemos el espacio que requiere.

Hemos concluido pues." (6)

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A más de un siglo de estos artículos, la lucha sigue siendo exactamente la misma!

Contra todo lo que dicen los herederos abiertos o encubiertos de la socialdemocracia, como queda bien claro en estos extractos, no todo el movimiento obrero estaba sometido a la socialdemocracia. Y no todos los que no se sometían eran "anarquistas", en el sentido que la socialdemocracia le ha dado a esta palabra. No cabe dudas que este grupo de compañeros tenía muy en cuenta los aportes de Marx a nuestra lucha, aunque en algunas cosas, como el sufragio universal o la cuestión de la independencia nacional, no compartían las posiciones de aquel.

Lo que sucede es que mientras las obras de un Kautsky o sobretodo de un Lenin, uno las encuentra en cualquier librería, las obras de éstos, de nuestros compañeros son dificilísimas de conseguir y son totalmente desconocidas por los más interesados. Además como se ve, desarrollos tan complejos y abstractos, como el que se expresan aquí aparecen entrecortados en un periódico de aparición semanal, en el que por otra parte los compañeros se ven obligados, una y otra vez, a cortar el hilo, para responder a tal o tal ataque del que son objeto, o para asumir tal o tal defensa de los intereses del proletariado, en particular de los trabajadores del tabaco del cual "El Productor" era órgano.

A pesar de las dificultades que dicha forma determinan y de limites o debilidades ligados a la época (¡en un período fundamentalmente contrarrevolucionario, por otra parte!) no cabe duda de la riqueza de la afirmación programática de estos compañeros. No queremos dejar de subrayar, entre otros, los siguientes puntos:

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Citemos otro artículo de El Productor endonde se expresa esa contraposición entre los intereses del proletariado con todas las alternativas políticas de la burguesía:

"Obreros antes que todo"

"Las simpatías que en un gran número de obreros de la Habana y de la Isla en general ha despertado nuestra propaganda socialista, y el decidido empeño que han demostrado con el fin de organizarse de una manera definitiva y fuerte,. parece que ha sido causa suficiente para que algunos que, con justos títulos merecen el calificativo de reaccionarios, hayan puesto el grito en el cielo y tratado de demostrar a los hijos del trabajo que se intentaba conducirlos por vías ajenas a su redención.

... lo que pretendemos es hacer de todos los trabajadores un solo hombre, comprendiéndolos en una aspiración común.

Los que sí los extravían, los que sí los dividen, son los que tratan de fomentar sus pasiones políticas, cavando de ese modo un profundo foso entre unos y otros.

Dividir sus fuerzas solo conseguirían los obreros, distrayendo su atención de la cuestión trabajo que la reclama imperiosamente, y entregándose a una política que solo disgustos y odios personales habría de proporcionarles...

Estamos en tierra de Cuba donde las pasiones políticas están más enconadas que en ningún otro país...Ante tan lamentable estado de cosas hemos tratado de desviar a los obreros de la política, no tan sólo porque nuestras doctrinas sociales así nos lo exigían, sino porque el fraccionamiento de los trabajadores (7) era aquí mayor que en ninguna parte.

Con nuestra propaganda hemos suavizado muchas asperezas y la idea de libertad económica, única a que deben aspirar los trabajadores, se ha ido infiltrando poco a poco en los cerebros más reacios.

Porque es preciso que lo sepan un vez y para siempre los obreros, ni con la asimilación, ni con la autonomía, (8) ni con la democracia, ni con sistema político alguno habremos de ganar nada, económicamente hablando, ni los negros ni los blancos, trabajadores, pertenezcan al bando que quieran.

Bajo tal régimen de gobierno tendremos quizás mayor suma de libertad política que bajo cuál otro; pero nuestra esclavitud económica será la misma bajo cualquiera. Esto que dejamos dicho está tan demostrado, que no hay trabajador que ignore lo que les pasa a sus compañeros así en Suiza como en los Estados Unidos, donde de tanta libertad disfrutan.

Redimirse económicamente, debe ser el objeto principal de las clases proletarias, si aspiran a ser libres, y para ello el socialismo pone a su alcance los medios necesarios. Pretender que la política ha de ponerlos en posesión de la libertad a que como hombres tienen derecho, es pretensión tan vana, como que los distrae del único punto hacia el cual deben dirigir sus pasos.

Y esto que decimos no es nuevo, Ya Saint-Simon afirmó en 1816 que la política no era más que la ciencia de la producción y anunció la absorción de ella por la Economía, y aunque aquí solo se encuentra en embrión la idea de que las condiciones económicas son la base de las instituciones políticas, contiene, sin embargo, claramente la proposición de la conversión del gobierno político en una administración o sea en la abolición del Estado.

Los que dando riendas a sus ardorosos o interesados sentimientos, creen que solo en la política, pueden encontrar las clases trabajadoras el medio de emanciparse de la tutela en que viven, se equivocan grandemente, o pretenden equivocar a los otros para alcanzar el fin que se proponen.

Y se equivocan, porque mientras el proletariado no resuelva la cuestión económica que lo esclaviza, no puede ser libre en modo alguno. Haciendo política, ni el sastre logrará un real más en la hechura de una levita, ni el albañil el más leve aumento de su jornal, ni el tabaquero un peso más en vitola.

Esas son esperanzas que solo habrán de alcanzarse rompiendo la ley del salario que los oprime y esta ley, esencialmente económica, no son ni los demócratas, ni los monárquicos que han de romperla.

Han de ser los trabajadores los únicos que han de abordar tamaña empresa, si quieren ser libres.

Uníos para romper esa ley, trabajadores, y antes de establecer distingos entre vosotros por razones de nacionalidad o raza, sed obreros." (9)

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Los compañeros de El Productor, además de exponer de manera abstracta estas posiciones comunistas y de oponerse a cada tentativa de llevar a los obreros hacia el sufragio universal (10) se encargaban de desmistificar en la práctica las democracias y las repúblicas modelos existentes en ese momento especialmente en América (como Estados Unidos, Argentina, México...).

Así por ejemplo en el artículo "La República Modelo" publicado en El Productor, el 27 de diciembre de 1888, se cita in extenso un discurso del presidente de USA, en el cual el mismo reconoce que la contraposición entre opulencia y miseria no ha disminuido en absoluto sino que ha aumentado en ese modelo de república.

En el mismo puede leerse:

"En varias ocasiones, cuando hemos hablado de los diferentes sistemas políticos que rigen el mundo, hemos dicho que ninguno de ellos era suficiente a llenar nuestras aspiraciones, porque todos absolutamente todos, no eran otra cosa que medios de que se servía la clase dominadora para bien atar a sus pueblos, y he aquí que cada día que pasa, vienen nuevos hechos a robustecer más y más nuestras creencias.

Mas, si nuestras opiniones fuesen puestas en duda por alguien, bastaría leer el Mensaje de Cleveland para convencerse de que el único enemigo con que tiene que luchar los trabajadores, es el capitalismo.

Todo esfuerzo que el pueblo trabajador emplee en sentido político, será inútil, pues que, no logrando otra cosa que variar la forma de gobierno, siempre tendrá en frente el enorme pólipo que lo ahoga con sus tentáculos formidables.

El capital, lo hemos dicho mil veces, es lo único que esclaviza a los trabajadores, ya sea en las Monarquías, o ya en las Repúblicas, y mientras no nos organicemos como clase, para combatir frente a frente al enemigo común, en vano será que corramos a las urnas a depositar nuestros votos con la esperanza de mejorar nuestra situación económica, que es la piedra angular de nuestra libertad..." (11)

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Dicho artículo es seguido por otro que concierne, esta vez, "Otra República", la de los Estados Unidos Mexicanos:

"Otra República"

"En el golpe de gracia dado por Mr. Cleveland a la República Norte-americana, en su reciente Mensaje, habrán podido ver nuestros lectores que clase de beneficios podrá encontrar el pueblo trabajador dentro del tan cacareado sistema republicano.

Allí, en la tierra clásica de la libertad, en la República modelo, en los Estados Unidos de América, por fin, el proletariado no es otra cosa que lo que es bajo todos los sistemas de gobierno conocidos; es decir una clase de la sociedad, la más numerosa, explotada en provecho de una minoría bien hallada y satisfecha.

Lean, estudien debidamente los obreros republicanos el modo de ser del pueblo americano: ausculten, digámoslo así, con solícita atención los órganos vitales de ese gran enfermo que se llama pueblo, y verán que allí, como aquí y como en todas partes, el mismo mal consume lentamente la vida de los trabajadores; mal que llamaremos parasitismo burgués, que a la manera de una enorme tenia, se nutre de nuestro organismo.

Y nos se crea que el apasionamiento de escuela es el que nos guía a escribir de la manera que lo hacemos; no, que los hechos diarios que en el mundo republicano se vienen sucediendo, ponen de manifiesto, a cada paso, lo desapasionado de nuestros juicios.

Véase, si nó, lo que está pasando en Vera-cruz (Méjico), y dígase si proceder más despótico podía emplearlo el mismo Alejandro de Rusia.

Ya nuestros lectores tienen conocimiento de la huelga de tabaqueros llevada a cabo en la población que referimos; y puesto que están en autos de ese movimiento, bueno será que se enteren de los procedimientos que se están empleando con aquellos trabajadores, a fin de obligarlos a volver al trabajo. Para ello insertaremos el siguiente manifiesto que hemos recibido:

"... (luego de exponer los hechos el manifiesto termina así: NDR)... Los tabaqueros huelguistas hacen un encarecido llamamiento a la prensa noble y generosa, así de la localidad como de la República, para que en nombre del derecho, de la ley, de la justicia y de la libertad, clame eficazmente contra los tiránicos rigores a que están reducidos doscientos pobres jornaleros, por defender la libertad de su trabajo, y cumplir dignamente sus compromisos. En cuanto a mí, ya sé que con esta declaración recrudece contra mi persona la saña vengativa del Jefe político, pero quedaré contento, cualesquiera que sean los padecimientos que me sean infligidos, si el sacrificio de mi individualidad fuere útil de alguna manera a mis compañeros huelguistas, al honrado, laborioso y perseguido gremio tabaquero.
Rafael Mercado, Veracruz, Enero 1º de 1889"
Mas los tabaqueros huelguistas de Veracruz viven en un error si creen que la prensa noble y generosa habrá de clamar "en nombre del derecho, de la ley, de la justicia y de la libertad contra los tiránicos rigores a que están reducidos doscientos pobres jornaleros, por defender la propiedad de su trabajo y cumplir dignamente sus compromisos".

¡La propiedad de vuestro trabajo!

¡Qué ironía! ¿sois vosotros dueños, acaso, de vosotros mismos? ¡Vuestro trabajo! ¿de cuando acá ha sido vuestro? ¿acaso tenéis derecho a otra cosa que al miserable mendrugo que se os concede con el fin de que vayáis conservando vuestra vida, en tanto que el burgués os necesita?

¡Vuestro trabajo! ¿cuándo habéis sido dueño de él? ¿quién ha sido el verdadero usufructuario toda la vida de vuestro trabajo, el burgués que os explota ó vosotros, que produciendo ríos de oro, pasáis la vida miserablemente consumidos por la anemia?

Esperad, esperad que la prensa noble y generosa clame en nombre de la justicia, del derecho, de la ley, de la libertad; esperad, que ya veréis lo que la prensa entiende por derecho, por justicia, por ley y por libertad.

Pronto os habrá de decir esa prensa por quien clamáis, que sois unos revoltosos mal avenidos con la tranquilidad pública (12); por que justicia es haceros morder el freno, cuando no queráis sufrir las imposiciones del capital, derecho, el que tiene el burgués a explotaros, ley la que ha sido hecha para exclavizaros y libertad la que tenéis de votar vuestros propios tiranos.

Y eso os habrá de suceder en tanto esperéis que la prensa noble y generosa interceda por vosotros, y en tanto penséis que fuera de vosotros habréis de encontrar elementos que os apoyen y defiendan.

Podrá haber, sí, quien os diga que vivís en una República y que la ley, el derecho y la justicia garantizan vuestra libertad; que sois electores y que con el sufragio universal en la mano podeis barrer de un soplo a todos esos mandarines que os incomodan pero que tenéis que ir a trabajarle a vuestro amo el de la fábrica "La Unión" (que "Unión" había de llamarse (13)) so pena de ser atropellados, como lo han sido, por una "autoridad sin inteligencia, sin educación, sin conciencia, y sin freno", vuestros camaradas, Manuel Iglesias y Julio Castillo.

Eso, y nada más que eso habréis de alcanzar.

Mas si sacudiendo el letargo que os entumece, os diponeis a formar parte del movimiento universal iniciado por los trabajadores, entonces, y solo entonces os colocaréis en buen camino, porque todo lo que sea esperar vuestra redención por esfuerzos ajenos a vosotros mismos es una ilusión... es acariciar la idea de ser hombre libre por el hecho de vivir en una República, y de este error buena demostración estáis recibiendo..." (14)

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La lucha contra los mitos republicanos y patrióticos es una constante, en la historia de los comunistas. Porque todo el programa de la contrarrevolución se concentra en la supeditación democrática del proletariado a tal o cual fracción de la burguesía (como puede verse en este mismo número de Comunismo en el artículo dedicado a la socialdemocracia) es esencial para los revolucionarios mostrar que monarquía y república, que dictadura por la voluntad del pueblo o dictadura contra la voluntad del pueblo, que tal o cual "patria", no cambian nada a la esencia de este sistema de explotación universal que es el capitalismo. En esa tarea invariante nosotros reconocemos nuestro compañeros de ayer y de siempre:
"Además, en las filas en que humildemente milita El Productor, se combaten despiadadamente todas las supersticiones -la del capital inclusive- y muy sin cuidado nos tienen las palabras de monarquía y república, y en general, toda la hueca tecnología de esa mezquina política, que cuando su esfera de acción no se halla limitada al nombre propio de algún ídolo de barro, ora sea Sagasta ora Cánovas, lo está por un río, una montaña o cualquier otro accidente geográfico. ¡Ah! no, demasiado estrechos nos vienen los moldes de esa malhadada política, que en resumen, sólo viene a ser la consagración de la explotación de los más por los menos; no, nosotros ni somos monárquicos, ni somos republicanos; más levantado es nuestro ideal, más nobles son nuestras aspiraciones; queremos la fusión armónica de todas esas colectividades que, bajo el nombre de naciones, bullen y se revuelven en los horrores de la esclavitud; hemos venido a la vida pública a defender los intereses de una clase social que se llama clase trabajadora, sin distinción alguna de nacionalidad; queremos un solo pueblo y un solo altar, nuestro pueblo es la humanidad, nuestra diosa la eterna justicia, cuyo reinado habrá, por fin de implantarse sobre este mundo durante tanto tiempo mancillado por la explotación del hermano por el hermano." (15)

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Por supuesto, que ya entonces, el proletariado y los revolucionarios, se hacían acusar de indiferentes por esta actitud clasista, de servir a la reacción por no apoyar la democracia y la lucha por la independencia. Así respondía Roig de San Martín a los que serían los argumentos claros del centrismo (Kautsky, pero luego Lenin, Trotsky, Stalin, Bordiga,...) para engancharlo al carro de la burguesía (¡cómo si el proletariado no hiciese política, por no adherir la esfera política de la burguesía!):
"Es, pues, original lo que aquí sucede. El proletariado incrédulo ante tantos desengaños, desconfiado de cuantas promesas hechas con las solemnidades de ritual, en los días en que los políticos le daban cita para las barricadas, háse pronunciado en favor de una organización esencialmente obrera, y al desligar sus intereses de los antagónicos que poseen los partidos, es objeto de escarnio y befa por parte de sus antiguos aduladores. Unos, intitulados demócratas federalistas, pero déspotas, sin educación e instinto, lo zahieren acusándolo de inconsciente aliado de la reacción, de indocto comodín de las situaciones que lo han explotado sin tasa, haciéndolo responsable de la pérdida de libertad que no tiene otros defensores que los políticos de filiación conocida. ¡Un obrero satélite de la reacción, es decir amante de la servidumbre del despojo de la tiranía! Esto es estúpidamente absurdo y descaradamente incierto. Pero si se quiere que de una vez digamos lo que acerca de la política en general pensamos, llámense reformistas o estacionarios, no tenemos inconveniente en afirmar que respecto a la causa del trabajo no cabe establecer distingos. ¿Qué diferencia se nota entre el autócrata ruso desterrado a Siberia a los que conspiran para que desaparezca el obstáculo que se opone a la felicidad del pueblo moscovita, y los demócratas republicanos franceses negando a los ciudadanos el ejercicio de un derecho que es individual, y como ellos dicen, anterior a toda ley, cual es el de organizar las municipalidades con arreglo al sistema organizado por los Consejos Obreros en sus asambleas soberanas? ¿Por ventura es potestativo de un poder democrático el negar los derechos que se desprenden de los principios que forman la base de ese gobierno, o será quizás que la democracia acomodaticia de estos señores no consiente que el cuarto estado deje algún día de obedecer, para mandar y ser obedecido?... ¡Vuestro apostolado es farisáico! Vuestra austera virtud democrática una sangrienta burla; acariciáis al pueblo como Bruto a Cesar, como Corina a Augusto, como Judas a Jesús: son caricias que matan, porque las engendran sentimientos mezquinos, propios de déspotas...

Suponen los políticos de oficio, esos que viven preocupados con la suerte de los pueblos, a trueque de obtener un asiento en el festín del presupuesto, que la clase obrera, desligada de sus organizaciones convencionales y de sus sistemas estériles, cuando no dañinos, comete un crimen del cual no puede absolverla hoy la conciencia social, ni mañana el tribunal inapelable de la historia...

Los que creen que el proletariado no hace política porque no milita en las filas de los núcleos organizados que turnan en la gobernación de los pueblos o aspiran a implantar en ellos sus doctrinas, esos políticos avisados y expertos no conocen la organización obrera, ni los fines que se propone realizar esta falange que fue hasta hace poco el alma de todas las situaciones, el nervio de los grupos de oposición, la amenaza perpetua de los proscritos y la eterna pesadilla de los hombres de Estado. ¿Pues qué, no se llama política la que hace el Cuarto estado de acuerdo con sus peculiares intereses y aspiraciones, con su modo de ser social, especialísimo, sui generis, porque ninguna organización se asemeja a la que necesita para formar para hacer viables sus propósitos, persuadido de que dentro del más amplio liberalismo no hallará panacea que cure sus ya crónicos males? ¿No hay, por ventura, más política que esa de cabildeos y mortificaciones que todo lo envenena con su vaho deletéreo, política que nos ha empobrecido y apartado del sendero que debimos emprender para no perder de vista los intereses proletarios que estuvieron entregados a manos mercenarias, que ora nos vendían al son del himno de Riego, ya nos sepultaban en los calabozos en nombre del orden y de la propiedad? No. Esta es otra clase de política al fin, que no cree en Monarquía ni en República porque no espera nada de ellas y sí de sus propias fuerzas organizadas, de la solidaridad saludable de los interesados en que surja potente y vigorosa la emancipación del cuarto estado, que será obra de su laboriosidad, de sus virtudes cívicas, de su unidad de acción, vinculada en sus propias y exclusivas fuerzas..." (16)

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Para terminar y para los hermanos proletarios de Cuba que contrariamente a todo lo que se les dice, tienen que luchar por la revolución, por la misma revolución que el proletariado en todas partes, volvemos a citar a nuestro compañero Roig de San Martín, en un texto que parecería hacer referencia a la situación que viven hoy nuestros compañeros cubanos:
"Hasta el presente y lo decimos muy alto, todas las revoluciones no han sido más que miserables parodias...

De los esfuerzos realizados, de la sangre vertida, ¿quienes han sido en realidad los verdaderos usufructuarios?... Respondan por nosotros los millones de hombres que gimen en la miseria; aunque mejor sería que respondiese la insolente plutocracia que, merced a la candidez de los pueblos ha venido a sustituir la aristocracia...

Harto conoce (la burguesía NDR) que la política es el único medio que tiene de sostenerse y teme el instante en que los trabajadores se organicen como clase, porque sabe que el día que estos la abandonen es el último de su dominación. Por eso la vemos con tanta insistencia combatir nuestras ideas. Por eso nos dice diariamente, que fuera de la política no hay redención posible para los pueblos, porque sabe que la política es el medio para tenerlos encadenados." (17)

Notas

1. Publicado en El Productor, Realidad y Utopía, I, 8 de marzo de 1888.
2. Publicado en El Productor, Realidad y Utopía, II, 15 de marzo de 1888.
3. Publicado en El Productor, Realidad y Utopía, III, 22 de marzo de 1888.
4. Publicado en El Productor, Realidad y Utopía, IV, 29 de marzo de 1888.
5. Publicado en El Productor, Realidad y Utopía, V, 5 de abril de 1888.
6. Publicado en El Productor, Realidad y Utopía, VI, 12 de abril de 1888.
7. El fraccionamiento de trabajadores al que Roig de San Martín se refiere aquí es al existente entre españoles, cubanos y negros, según se deduce del mismo texto.
8. Se refiere, a la oposición burguesa entre mantenerse como colonia española (asimilación) o independizarse (autonomía).
9. Publicado en El Productor, 1º de marzo de 1888.
10. Por ejemplo en el artículo "La Política y los obreros a 'La Lucha'" publicado en El Productor, 1º de noviembre de 1888.
11. Publicado en El Productor, el 13 de enero de 1889.
12. La invarianza real de la contrarrevolución nos sorprende siempre. Pensar que recientemente (en 1991) algunos militantes y grupos que se pretende proletarios, "descubrieron" que la prensa era contrarrevolucionaria, que estaba al servicio del capital, que era un aparato del Estado. Y bien, Roig de San Martín decía esto hace más de un siglo!
13. "Unión Obrera" se llamaba la unidad sindical amarilla y rompehuelgas en la industria tabaquera en Cuba, y "La Unión" el órgano periodístico de dicha organización. La misma es la repuesta patronal a las campañas de El Producto, a la acción de la Alianza Obrera fomentada por el grupo de los tres Enriquez y al Congreso Obrero de 1887.
14. Publicado en El Productor, "Otra República" el 17 de enero de 1889.
15. Publicado en El Productor,"En nuestro terreno" el 11 de agosto de 1887.
16. Publicado en El Productor, "Principios y fines", 1º de setiembre de 1887.
17. Publicado en El Productor, "Lean y piensen", 11 de agosto de 1887.