EL ABC
La fuerza e importancia de las revueltas proletarias actuales no pueden ser comprendidas en toda su profundidad y significación histórica si no se las sitúa como lo que son: la respuesta actual de la humanidad frente a la sociedad burguesa y su desarrollo cada vez más catastrófico; si no se parte de su premisa real, el desastre generalizado de la sociedad burguesa para la Tierra, para la Vida en general y en particular para la especie humana (1).
Contradiciendo todo lo que se dice y trafica, el proletariado mundial ha vuelto a aparecer en la escena mundial. No es a causa y sólo contra sus “dictadores” directos que los proletarios en Túnez, Argelia, Egipto, Yemen, Siria, Irak, Libia, Baréin.... (2) salen a la calle y atacan e incendian bastiones y símbolos del poder. Una vez más, el proletariado sale a la calle porque su propia subsistencia está amenazada, por el aumento de precios de todos los productos de primera necesidad, porque la sociedad actual hambrea a los proletarios, porque entre las necesidades de la acumulación capitalista y la vida humana la contradicción, ¡ya ha explotado!
La protesta, cada vez más universal, no es contra tal o cual tirano o dictadura particular, sino globalmente contra la dictadura general del capitalismo mundial. Las luchas que se generalizan por doquier no son contra la dictadura política de tal o cual opresor, sino contra la tiranía social de una sociedad que se les/nos ha vuelto totalmente insoportable.
No sólo las minorías revolucionarias, sino también otras fuerzas, ponen en evidencia el aumento del precio de los artículos alimentarios de primera necesidad como causas primeras de las revueltas en el Mundo Árabe(3). Pero sólo las pocas expresiones que reconocen al proletariado como clase en lucha (y no como simple clasificación sociológica) han insistido en que lo que sucede, en todos esos países, es justamente eso: la lucha del proletariado internacional contra el capitalismo mundial. Ésa es la gran verdad ocultada por todas las fracciones burguesas del mundo, por todos los medios de deformación de la opinión pública, por todo aquel que pretende cambiar algo para conservar lo esencial de este catastrófico mundo, por todas las fuerzas que pretenden cambiar la jeta visible de tal o cual Estado («el dictador») para dejar todo (es decir, los fundamentos de esta sociedad) como está. Toda la potencia dominante del mundo se ha concentrado en ocultar lo importante y crear distracción propagando las alternativas políticas, democráticas y/o religiosas a la forma actual de la dictadura, para preservar lo esencial de la dictadura democrática y religiosa del capital.
En el fondo ¿cuál es la diferencia entre esas revueltas en Medio Oriente (en plena expansión cuando escribimos estas líneas) y las que ya están comenzando a estallar en el Lejano Oriente con las revueltas anteriores en América Latina, en África o la de Grecia o los barrios pobres en Francia? ¿Qué diferencia puede haber entre la lucha de los proletarios en Túnez y Siria, con las del proletariado, hoy mismo, en Bolivia? ¿Y en Estados Unidos, se puede creer todavía que la riqueza nacional de la economía puede impedir la miseria de los proletarios y la inevitabilidad de la revuelta? Nosotros auguramos lo contrario: el proletariado en Estados Unidos o en la «rica» Alemania, también estará forzado a entrar en la revuelta que ya llevan adelante sus hermanos de clase. No hay causas diferentes, no hay métodos diferentes, no hay enemigo diferente, no puede haber perspectivas diferentes. Si la revuelta estalla todavía, con desfasajes en el tiempo, es por la capacidad del capital mundial (capacidad que se sigue reduciendo por la propia catástrofe capitalista) de atacar paquete por paquete al proletariado, en base a la dosificación de los planes de austeridad (capacidad que sigue disminuyendo en función de la catástrofe del capital)(4), en función de los consejos de los aparatos de contrainsurgencia y a la incapacidad organizativa y centralizadora del proletariado como clase, a nuestras propias debilidades como fuerza, es decir, a la desorganización histórica del proletariado como partido revolucionario.
ELEMENTOS SOBRE EL AUMENTO DE LOS PRECIOS DE LOS PRODUCTOS ALIMENTICIOS
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Claro que en esas valerosas luchas proletarias en Medio Oriente siempre aparece como enemigo principal un “dictador”; pero dicho “dictador” no es sólo el resultado de una opresión nacional y menos de una locura asesina y torturadora particular. A nivel global, la explotación y la opresión locales no son más que representaciones del capital mundial. A un nivel más concreto, la opresión política de las dictaduras en cuestión han sido sistemáticamente impuestas y reproducidas por las grandes potencias imperialistas mundiales (Estados Unidos, Estados Europeos, Israel…). En todas partes los milicos franceses, británicos, norteamericanos, israelíes… han enseñado y aplicado esa receta esencial de la democracia internacional basada en la tortura y el terrorismo político estatal. Las armas, con las que se reprime en todo el Medio Oriente, vienen de Francia, de Estados Unidos, de España… ¡Toda la dominación democrática del capitalismo mundial está fundada en ese terror de Estado internacional! Fueron ellos los que formaron y entrenaron a los escuadrones de la muerte argentinos, chilenos, uruguayos, brasileros, pero también egipcios, tunecinos, marroquíes, sirios, sauditas, yemenitas, argelinos… El modelo es el mismo, los intereses defendidos son los mismos: el capitalismo cueste lo que cueste y pese a quien pese. Los brutales asesinatos políticos, la tortura, la desaparición de personas como método de dominación y opresión no son un invento de los Mubarak, Ben Ali, Gadafi…., sino el método general de dominio propio de la civilización capitalista y su ideología judeocristiana (¡e islámica!) impuesto por la violencia y garantizado en los cinco continentes por las potencias europeas, por Estados Unidos, por Rusia, por Israel…
¡Qué nos vienen a hablar ellos de la dictadura! ¡¿Qué dictadura no han apoyado los demócratas de todo el mundo?! Justamente la democracia, modo de vida y dominación del capital, es siempre dictatorial; el terror de Estado ha sido siempre la esencia del modo de producción capitalista a escala internacional.
¡Nos bombardean con imágenes repugnantes de tal o cual déspota para que olvidemos que al principal déspota universal lo siguen defendiendo: el despotismo de la ganancia del capital, la tiranía del mercado capitalista!
Una de las mejores síntesis de este ABC de la lucha está contenida en un volante firmado por “los amigos de octubre” y del que reproducimos en recuadro una buena parte.
Sólo para mencionar algún ejemplo concreto,
los gases lacrimógenos de los milicos tunecinos son fabricadas
en Francia por la sociedad Sofexi ; los cuerpos represivos antimanifestaciones
y antirrevueltas egipcios fueron adiestrados y entrenados por expertos
franceses en 2010 (el curso iniciado en octubre se llama elegantemente
gestión de masas y grandes acontecimientos); el Estado
libio (Gadafi) había negociado la compra de 120 VBR (carros blindados
con ruedas) a la sociedad francesa Panhard, Rusia encargó a Francia
la fabricación de 500 tanques livianos (también previstos
contra los movimientos sociales). Fuente: Compilation Jura Libertaire,
febrero/marzo de 2011. |
Contra todas las separaciones, los revolucionarios afirman que «es la humanidad alzándose contra la tiranía de la economía»; contra todas las limitaciones geográficas, la comunidad de lucha grita que la lucha es la misma en todas partes; contra toda recuperación democrática, los militantes proletarios afirman que luchamos por destruir el sistema; contra quienes falsifican a nuestros hermanos de clase en lucha desde Medio Oriente a Asia, los revolucionarios afirman que la lucha es una sola; contra quienes dividen al proletariado en capas sociológicas, los protagonistas de todos los continentes afirman que somos una misma comunidad de lucha alzándose contra la dictadura del capitalismo.
Magreb y Oriente medio. La reemergencia del proletariado
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«Aquí o en otro lugar: ¡una sola lucha, la lucha de clases! Las revoluciones que incendian el Mundo Árabe bien podrían ser los primeros signos de una revolución social y política que atraviese los mares y los océanos, para finalmente derrocar al orden capitalista mundial»(6)
Así se va forjando y afirmando, contra corriente, la posición de los revolucionarios en todas partes del mundo:
¡CONTRA LA DICTADURA
DE LA ECONOMÍA!
¡VIVA LA REVUELTA INTERNACIONAL DEL PROLETARIADO!
LA LUCHA DE LOS PROLETARIOS EN EL MUNDO ÁRABE, ES NUESTRA LUCHA.
EL ENEMIGO ES EL CAPITALISMO Y LA DICTADURA DEL MERCADO MUNDIAL.
EL OBJETIVO ES EL MISMO EN TODAS PARTES:
¡REVOLUCIÓN SOCIAL!
¡DESTRUCCIÓN DEL CAPITALISMO Y EL ESTADO!(7)
LA FUERZA DE LA REVUELTA
La fuerza de la revuelta viene de ese contenido universal, de que aunque no se hayan consultado democráticamente (como les gustaría a sus enemigos) los proletarios de todos esos países coinciden en la pelea por sus propios intereses. La fuerza de la revuelta es que no la pueda parar ninguna potencia estatal del mundo. ¡Y en el Mundo Árabe todas, absolutamente todas, están presentes!
La fuerza de la revuelta estriba en esa organicidad natural de la acción del proletariado peleando por sus intereses en todas partes y desencadenada puntualmente por un aumento generalizado de los precios de una parte importantísima de los artículos de primera necesidad y en que el poder unificado de la burguesía no logró en absoluto cantonar nacional, regional, ni religiosamente la revuelta.
Por todas partes se habla del efecto dominó, de imitación, de contagio. En realidad se trata de un mismo interés, un mismo movimiento, de estimulación mutua, de una misma organicidad fundamentada en los intereses comunes y donde, además, cada parte del todo se siente parte del todo.
La negación histórica del proletariado ha sido demasiado profunda para que dicha clase se denomine por su nombre y proclame la necesidad histórica e ineludible de la revolución comunista, pero no se puede ocultar que, en todos los países, la estimulación de los proletarios en lucha superó fronteras y que, poco a poco, los protagonistas reales se fueron afirmando como parte de UN MISMO Y ÚNICO MOVIMIENTO CONTRA EL PODER. No se puede negar la simbiosis real de todas las «fracciones nacionales»(8) de una clase que no tiene intereses fraccionales, ni nacionales, y que lucha contra todo el sistema social. La gran mayoría de los protagonistas todavía no proclama que quiere abolir el capital y el Estado; pero, los proletarios, en la práctica, no dudan en sentirse parte de la misma lucha contra el statu quo dictatorial que impide vivir. Más, por primera vez en muchísimo tiempo, hay sentimiento de fuerza social superando fronteras y enfrentando el poder.
Ello será un secreto para los analistas y sociólogos” expertos en cambios”, pero para los luchadores sociales que están enfrentando al capitalismo armado en cualquier parte del mundo, ESO YA DEJÓ DE SER UN SECRETO Y SE COMIENZA A AFIRMAR COMO SENTIMIENTO DE UNA MISMA COMUNIDAD DE LUCHA.
“El mismo corazón, la misma necesidad de vivir... ¡Cambiaremos el mundo de base! Los trabajadores del mundo entero son los únicos que pueden acabar con la explotación y opresión social capitalista y absolvernos de la miseria en la que se descompone toda la humanidad. Esto no es una creación ideológica nuestra, ni una invención profética comunista, sino una realidad histórica, que se rebela contra toda ideología burguesa y se manifiesta con las masivas y combativas luchas proletarias a lo largo y ancho del globo” (9).
Ese elemento cualitativo que todavía nuestros enemigos logran tapar a medias, y cuyo fundamento es la identidad de intereses y perspectivas, se desarrolló también por la calidad y tipo de la revuelta y por las consignas levantadas. Efectivamente el “no se aguanta más”, fue general; el “¡que se vaya!, ¡que se vayan!” no lo pudieron encerrar en ningún confín o banderita nacional.
En realidad, el movimiento mostró no sólo que estaba cansado de los tiranos en el poder, sino de todos aquellos que le habían pedido paciencia, resignación, sumisión y un correspondiente comportamiento ciudadano. Y recordemos que el islamismo es y quiere significar precisamente ese conformismo, que islamismo significa literalmente “sumisión”(10). El proletariado desoyó totalmente a islamistas y otros demócratas, cuando en vez de «luchar» democráticamente y querer cambiar el mundo con votos, o con rezos a los dioses, salió a la calle y peleó abiertamente. Contra el terrorismo de Estado, el proletariado asumió la necesidad de la violencia proletaria. Desoyendo todo tipo de llamado pacifista, islamista y demócrata se organizó para una lucha abierta con el Estado, en la que no faltaron ni los destacamentos armados, ni las acciones decididas de minorías proletarias, que asumiendo las necesidades sociales planificaron y asumieron acciones decisivas contra el Estado. La lucha es cada vez más antagónica con los consejeros democrático burgueses, el proletariado se organiza afuera y en contra de los partidos y sindicatos oficiales y de la oposición democrática(11). Al mundo de la mercancía, el hambre y el terror de Estado, el proletariado contrapuso y sigue contraponiendo la violencia revolucionaria.
La importancia histórica de esa contraposición general, entre el proletariado generalizando su lucha y la dictadura de la economía mundial, fue subrayada por organizaciones revolucionarias e internacionalistas en otras partes del mundo.
Contrariamente a todos los apologetas de la “revolución ciudadana y pacífica”, todo lo que hizo de importante el proletariado lo hizo fuera y en contra de la ley. La clave de la revuelta fue justamente esa desobediencia colectiva y generalizada de todos los consejos ciudadanistas y democráticos. Las manifestaciones estaban prohibidas, los presos no fueron liberados por leyes y amnistías, sino arrancados de las cárceles por sus compañeros y familiares; los proletarios no tenían ningún derecho democrático para salir a la calle y organizarse y mucho menos para atacar e incendiar palacios, comisarías, cárceles, cuerpos especiales, tribunales y juzgados. La organización del proletariado como fuerza arrolladora de la opresión y del terrorismo de Estado nunca fue autorizada, ni permitida, ni legalizada por nadie. ¡Fue asumida e impulsada por minorías decididas!
¡LA LUCHA PROLETARIA EN OTROS PAÍSES ES NUESTRA LUCHA!
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Nadie puede negar que esa pérdida de miedo, frente al terror del Estado unificado, se extendió como un reguero de pólvora, que cuando en uno u otro país el proletariado se impuso en la calle y la represión empezó a desestabilizarse, eso llenó de coraje a los proletarios de los otros países y al mismo tiempo desestabilizó a los otros Estados regionales, así como a la política imperial internacional que le brindaba apoyo. Más que contagio o efecto dominó debemos hablar de organicidad, de unicidad de intereses y perspectiva. Cada victoria se convierte en un jalón y un ejemplo, cada salto de calidad en un impulso revolucionario, cada aparato del terror destruido(13) en una ilustración viviente de lo que se puede hacer en todas partes y constituye un potente llamado a la unificación real de la clase. En algunos países las cárceles se vacían, la alegría vuelve a los hogares proletarios. ¡Torturadores del mundo, temblad! ¡A quemar y reventar todos los baluartes del terrorismo de Estado! (14)
También eso forma parte de los secretos mejor guardados, de una parte esencial de la política contrainsurgencia mundial. Por eso mismo hay que gritarlo fuerte: en la medida que el proletariado ganaba en decisión y fuerza (justamente por no comportarse nada democráticamente, por rechazar ese comportamiento de animal civilizado que es el ciudadano) y ese sentimiento de fuerza superaba las fronteras, la contrarrevolución internacional comenzó a entender que ya no bastaba con sacrificar a tal y cual tirano regional, que ya no bastaba apoyar a tal o cual agente del capital local, sino que se estaba perfilando la amenaza general contra el orden burgués y contra el terrorismo del Estado democrático mundial. Las consignas degage (es decir, “despeje” o “¡fuera!”), que “se vaya”, que se “vayan todos” (¡cómo unos años antes en América del Sur!) pronunciadas localmente fueron resentidas por los que las gritaban, así como contra quienes se gritaban, como lo que realmente son: consignas internacionales, expresión de la necesidad y de rabia colectiva internacional.
Claro que cada una de esas frases o consignas puede interpretarse en su forma más restringida, pacifista y limitada, como hacen todas las fuerzas de la contrarrevolución (la prensa traduce: “Los manifestantes pidieron la renuncia de Fulano de Tal” y “elecciones libres”), o bien de forma más o menos centrista (“contra tal partido” “contra la corrupción”) o como lo que realmente contiene: un cuestionamiento de todo el poder, de toda la opresión, de toda la sociedad. Esas “lecturas” o interpretaciones corresponden claro está, a los intereses de clase de quienes las hacen: es tan normal que los que tienen el poder en el mundo lo presenten sólo como una cuestión de que “piden la renuncia de tal dictador”, como que desde nuestro punto de vista de clase lo vivamos como un salto cualitativo en la lucha contra el capital y el Estado mundial.
El cinismo de los medios
Otro ejemplo del papel que ocupa la prensa burguesa en la reproducción de esta sociedad En Argelia, desde hace décadas(15), el proletariado no ha cesado
de definirse como clase, no ha dejado de afirmar su autonomía
con respecto a sus opresores y explotadores, no ha parado nunca de contraponer
intereses propios de clase a los intereses del capitalismo. |
En algunos casos, para que el enemigo no lo trampee y deforme, los mismos protagonistas en cada barricada (¡como nosotros adonde podemos!), buscan ser mucho más explícitos y expresan claramente que no quieren medias tintas, que no aceptan un simple cambio de gobernante o dictador. Como en el “¡Que se vayan todos!” de Argentina de 2001/2002, en donde se grita explícitamente que la lucha es contra todo el sistema político. Así en Argelia los proletarios, que en anteriores revueltas decían claramente “¡Poder Asesino!”, ahora expresan abiertamente que quien tiene que desaparecer es todo el sistema social; el “degage” viene acoplado con “poder” o con “sistema”:
“¡Degage le système!”
“¡Fuera el sistema!”
“¡Abajo el sistema!”
La contrainsurrección
De la falsificación al cambio para que todo quede como está, del cambio a la guerra imperialista.
Primero se niega el movimiento o las razones del mismo, luego se falsifica y se busca el cambio para que todo quede como está, en fin en una tercera fase en que el supuesto cambio es cuestionado y el movimiento sigue afirmándose, la estrategia de siempre: transformar la protesta social en contradicción interburguesa, pasar a la fase superior, la acción militar abierta imperialista cuyo objetivo es la transformación de la revolución en guerra imperialista, es decir, la liquidación de la fuerza proletaria y la repolarización de la población en dos campos imperialistas enfrentados.
Todo lo que hace la burguesía en el mundo es contra el movimiento proletario. Toda represión, falsificación de la información, llamado a elecciones y a cambios políticos, acción de guerra…, son acciones que forman parte de una estrategia general de respuesta al movimiento; es decir, son actos de la estrategia contrainsurreccional global. En el centro de toda esa estrategia se encuentra la desinformación, la fabricación de ideologías de recambio, la necesidad de negar al proletariado mismo como clase. Todo se hace para desposeer al enemigo histórico de su perspectiva de conjunto, para tratar de impedir la radicalización y la extensión del movimiento.
Es a eso que obedece la intensa movilización internacional fundamentalmente digitada por los Estados gendarmes, tanto de forma encubierta (diplomacia secreta, servicios de inteligencia, operaciones de cuerpos militares especializados, expertos político militares en contrainsurgencia) como abierta (tanto en el interior como el exterior del país concernido), tratando de imponer en todas partes un «realismo político» que consiste invariablemente en el clásico gatopardismo: cambiar algo para que todo quede como está. Todos los medios de información están aceitados para recitar el mismo discurso y funcionar al diapasón de un nuevo discurso oficial. En realidad, hace ya más de una década que la clase dominante ha vuelto a hablar de cambio en preparación, de un recambio que contrainsurreccionalmente se sabía inevitable. No es por casualidad que el cambio haya sido el discurso dominante de Lula, de Obama y luego de fracciones dominantes y de recambio en todo el mundo. La socialdemocracia claro que no dejó de asumir su papel histórico de partido de encuadramiento y liquidación del proletariado, sino que, con la misma unificación del programa por parte de toda la burguesía, su función es asumida mucho más generalmente por todas esas fracciones del capital que hablan de reformas, de cambio, de antiimperialismo… No es que la socialdemocracia se haya aburguesado (como dejan entrever quienes le atribuyen ser más «neo-liberal», porque siempre fue un «partido burgués para los obreros»), sino que la situación se ha vuelto tan crítica para la dominación política, que un número siempre creciente de fracciones del partido del orden clásico han introducido «el cambio» en sus discursos, ocupando así, funciones clásicas de la socialdemocracia. Tal vez lo que más sintetiza hoy ese pensamiento burgués, de cambiar algo para que todo siga como está, sea la consigna «otro mundo es posible». Parecería que la misma fuese un verdadero cambio del mundo y en realidad, ideológica y socialmente se le ha dado el contenido opuesto «otro mundo es posible sin destruir el capitalismo», «otro mundo es posible con un comportamiento ciudadano», «otro mundo es posible gracias a la tasa Tobin» o cualquier otra ridícula reformista democrato ecologista(16).
Ese discurso del “cambio” es entonces totalmente lógico frente al estallido en el “Mundo Árabe”. Cuando el cuestionamiento del proletariado en la calle resultó imparable y general, nos “empezamos a enterar”, por los medios que ellos controlan, que los regímenes que siempre habían apoyado, ahora eran “corruptos”, que había “excesivo enriquecimiento personal”, que había un “desprecio del pueblo”, que existía “un verdadero nepotismo”, que se trataba de una “autocracia”, que existía una verdadera “cleptocracia” (gobierno de cleptómanos, NDR). Cuando se llega al extremo, esos mismos y cínicos medios confiesan lo que siempre ocultaron: “que en el fondo se trataba de verdaderas dictaduras”. Evidentemente que el problema para el capitalismo no es sacrificar una fracción gubernamental, que luego de décadas de buenos servicios resulta ahora incapaz de seguir asegurando la paz social, sino de constituir una carta de recambio para controlar el proceso.
Entonces arremeten en todas partes con “la comunidad internacional”, “los Estados democráticos”, el “concierto de las naciones”. ¡Cómo si realmente hubiera otra comunidad capitalista que no estuviese contra nosotros! Con ese palabrerío vacío y cínico se busca tapar la guerra de buitres al acecho para tomar el puesto de los sacrificados en la explotación de materias primas y seres humanos. El sucio mundo de la nueva repartija, de los acuerdos mercantiles, los acuerdos comerciales y militares, las colaboraciones entre represores y escuadrones de la muerte, queda encubierto por la “comunidad de naciones” denunciando tal o cual dictadura.
Paralelamente a la redistribución de cartas entre las fracciones burguesas y a la constitución de una alternativa política, se “politiza” el movimiento proletario en el sentido de una reducción a la política burguesa. Se trata, por un lado, de hacer pasar a segundo plano las razones materiales de la lucha y por lo tanto su perspectiva revolucionaria. En vez de eso los políticos, los intelectuales, los medios…, a la Kautsky o Lenin, introducen la ideología en la conciencia de los proletarios, explican que lo importante no son sus intereses inmediatos o económicos, sino los políticos, los “cambios democráticos”.
Ideológicamente, para sacarle la radicalidad al movimiento se reduce el mismo a la lucha contra tal o cual personaje y simultáneamente se le trata de depurar de todos sus componentes clasistas, en particular de la violencia radical del proletariado. Se niega y se ocultan las evidencias, se deploran los “excesos”, se desvirtúa la acción minoritaria, se condena a “los incontrolados” y en general todo acto de desbordamiento clasista. Se llega a hacer todo tipo de amalgamas entre los sectores más radicales del proletariado, que en realidad fueron decisivos para llegar a esa situación, con tal o cual acción represiva. Acciones de terror del aparato represivo del Estado contra tal o cual pequeño propietario o contra barrios enteros se presentan como similares y se tratan de identificar con la acción más decidida de grupos insurrectos. Lo que el proletariado toma como blancos de su rabia, sean mercantiles o estatales, son sistemáticamente falsificados u ocultados porque su verdadero conocimiento puede servir como ejemplo y contribuir a la extensión del movimiento.
La mejor forma de debilitar un movimiento es evidentemente hacer la apología de sus debilidades. Se lo diseca, se separa lo que para nosotros es inseparable (justamente los intereses inmediatos e históricos de nuestra clase) se desvitaliza la subversión, se la despedaza y sus trozos inertes son recocidos junto con el crapuloso reformismo construyendo así, en base a los fuegos de colores de los medios de desinformación general, una criatura digna de Frankestein a quien bautizan sin vergüenza con el nombre de “revolución”, al que por suerte le agregan calificativos rimbombantes y floridos como “del jazmín”, “democrática”, “árabe”. Esa obra frankestiana, espectacularizada y transformada en vedette universal por todos los medios, tiene gracias a eso la potencia para descalificar toda práctica que no corresponda a las del buen ciudadano, traduciendo en su propio lenguaje dominante toda reivindicación expresada por el movimiento en forma de una buena reforma ciudadana(17). Así la lucha «contra el poder» se traduce en «pedido de que renuncie tal dictador»; el enfrentamiento al Estado, en los manifestantes «reclamaron elecciones democráticas»; la protestas contra los aumentos de precios, en «necesidad de cambios en la política económica»…
LOS DESFASAJES EN LAS MEDIDAS DE AUSTERIDAD
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El éxito en la estrategia contrainsurreccional no se juega en la capacidad del Estado y la clase dominante en funcionar al unísono, porque eso es cuestión de rutina, sino en imponer esa representación frankestiana, para que, como proyección ideológica, funcione como fuerza material contra el movimiento mismo. La representación que el movimiento se hace de sí mismo, de su fuerza, de su potencial pero también de sus contradicciones, es parte sustancial de la relación de fuerza entre las clases. Así como el impulso y la radicalidad revolucionaria en una parte “contagia”, anima, estimula al movimiento en otra parte, otro país o continente; la desfiguración de las acciones, las razones, los objetivos, la transformación de la lucha por las necesidades humanas en simples demandas reformistas, ciudadanas, democráticas… desfuerza y tiende a liquidar el movimiento. La clave del éxito de la contrarrevolución es, evidentemente, la imposición de las ideas de la clase dominante y, principalmente, que el movimiento sólo puede realizarse como movimiento político de reformas, de oposición política interna al capitalismo.
Con dicha propulsión se hace recular al proletariado, para que renuncie a sus intereses y a la lucha que asumió al enfrentarse violentamente al despotismo estatal. El conjunto de reformas se supone serían una aplicación (troncada pero al menos “realista”) de sus aspiraciones. Por lo que sólo le queda volver a su casa, al trabajo y confiar su suerte a la providencial “oposición” (bien presentada por todos los medios de fabricación de la información) y al parlamentarismo. Resumiendo: dejándose arrancar su propio corazón palpitando de rabia acumulada contra este mundo y aceptando que en su lugar le injerten un marcapasos que bata al ritmo de la valorización capitalista y que siga el calendario de las reformas políticas.
Simultáneamente se (re)constituye y sobre todo se financia una “oposición política”, se maquilla la imagen, haciendo de todo para que sea lo más creíble posible (honorándola con la presencia de víctimas de la represión del régimen caído), cuya tarea más difícil será tragarse las aspiraciones y reivindicaciones proletarias y vomitarlas en forma de espectáculo de reformas con alguna pinturita de liberación nacional del yugo imperialista, de economía nacional orientada nuevamente hacia las necesidades de la población…, con la eterna promesa que luego del sacrificio vendrá un porvenir próspero.
Entre el abanico de reformas, el gastado cuento de la “Asamblea Constituyente”, vieja canción de la socialdemocracia (que en su tiempo también Lenin adoptó hasta que tuvo que renunciar por la presión revolucionaria del proletariado), se sigue reciclando para que sirva, una vez más, para enterrar las luchas proletarias.
Considerando que la maniobra va dando suficiente resultado (para lo cual se destinan todos los medios posibles de información, militares, diplomáticos y políticos -indisociables en la práctica-) y para consolidarla, los jerarcas políticos mundiales arman algunas visitas y apariciones mediáticas remarcables, ensalzando la llamada “revolución democrática” en desarrollo, saludando “el coraje y la abnegación de los pueblos a hacer caer los tiranos”, condenando la violencia (“desproporcional” o “ciega”) de los “regímenes”, con los cuales esos mismos jerarcas firmaban ayer todo tipo de tratados económico-militares, cuya tinta de sangre todavía está fresca.
La burguesía adapta esos mecanismos para aislar las luchas y separar el “allá” con el “aquí”, tratando de esconder el proceso real detrás de una doble cortina de humo: al habitual discurso sobre la alteridad del “Mundo Árabe”, de los “regímenes árabes”, de las “revueltas árabes” se lo sustituye por una repugnante apología de la identidad de destino y de aspiración… democrática y progresista de los pueblos, en los cuales los “pueblos árabes” habrían sido iluminados por las famosas “luces” eurocentristas y ahora sí debieran seguir sus sabios pasos.
Democracia
Sinteticemos entonces el papel de la democracia internacional como método contrainsurgencia. En esa política antiinsurreccional la democracia internacional juega un gran papel en todos los sentidos(18):
- Antes que nada tirando contra la protesta cuando se hace realmente fuerte. La reacción unánime de los Estados y la democracia mercantil universal (¡TODOS Y EN TODAS PARTES!) es siempre enviar a sus cuerpos de choque, tirar a mansalva contra el movimiento social, torturar, desaparecer…, en esa primera fase (¡que a veces dura décadas!) no hay ninguna demarcación con respecto al tirano, sino que se lo asume como lo que siempre fue, parte del todo. La democracia arma a los tiranos, forma escuadrones de la muerte, asesina a mansalva, tira contra las manifestaciones…(19)
- Cuando no se pudo contener al movimiento mismo, se implementa la demarcación con respecto a los personajes más odiados como mejor medio de encerrar al movimiento e imponerle el horizonte democrático: derrocar “el tirano” para conquistar la “revolución democrática” (y no tan entre paréntesis podríamos agregar al decir de los colonizadores: “¡que los países civilizados hicimos hace 100, 200 o 300 años!”).
- La democracia rehace una nueva jeta, como supuesta alternativa diferente al terror de Estado, como supuesto objetivo de todas las revueltas. Con esa nueva figura, la democracia es en realidad un verdadero muro (¡defendido por guardias bien armados!) que pretende ser infranqueable.
- La democracia actúa como potencia contrainsurgencia ahora a otro nivel: en la medida que se aplica como método de dilución de la clase en individuos atomizados, que se condena a la clase. Al mismo tiempo en base a cuerpos parapoliciales, cuerpos especiales de las fuerzas de seguridad internacional (de Reino Unido, Estados Unidos, Israel…) y nacionales (Egipto, Arabia Saudita, Libia, Siria, Irán…) realizan acciones contra gente y cosas que afectan a la población, tratando de crear la confusión general y la amalgama de esas acciones con las acciones decididas de las minorías proletarias.
- La democracia, presentada como método de decisión, actúa buscando paralizar y despegar a la vanguardia del resto del proletariado, acusándola de no respetar “la opinión mayoritaria”. En ese sentido la democracia es una potencia de desorganización políticomilitar del adversario.
- Al mismo tiempo, funciona como propaganda de reconocimiento de todo el espectro social que se contrapone a la acción revolucionaria y va descalificando (como “exceso”) y aislando toda expresión clasista que asume orgánicamente los intereses subversivos del movimiento en curso (¡la democracia se opone por todos los medios a la necesidad de negación, de destrucción, que todo movimiento sano contiene!)
- La democracia actúa, además, como mínimo común denominador que liquida la ruptura cualitativa en la adición individual, que es la base indispensable a la reproducción de la dominación burguesa. Es la expresión misma de la evolución y el progreso contraponiéndose a la negación revolucionaria.
- La democracia prepara en fin el recambio político y la reimposición del terrorífico mundo de la resignación, de la sumisión del explotado y del ciudadano.
Todos y cada uno de esos expedientes fueron utilizados desde el principio para calmar y canalizar las revueltas del proletariado en Oriente Medio, incluso el nivel superior de la estrategia contrainsurreccional, que es la transformación de la guerra social en guerra imperialista. Ése es el objetivo supremo del capital, porque es el que liquida totalmente al proletariado como clase opuesto a todas las burguesías y a todos los Estados, reimponiendo una polarización interburguesa y en última instancia interimperialista.
En la actual situación internacional, sólo la contraposición del proletariado a esa transformación puede pararla y recíprocamente, toda la lucha actual del proletariado contiene la tendencia a liquidar esas guerras e imponer la revolución social.
LA CREACIÓN HISTÓRICA DE LA POLARIZACIÓN FASCISMO-ANTIFASCISMO SIGUIÓ ESE MISMO RECORRRIDO
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Intereses imperialistas e intereses generales del capital
Como hemos desarrollado en otras oportunidades, el capital total no es más que capitales en competencia y oposición, cada átomo del capital contiene la guerra imperialista. Aunque cada fracción del capital entre en guerra por lo que cada fracción imperialista quiere imponer, en la guerra se realiza el interés general del capital; la guerra interimperialista es siempre una guerra contra el proletariado. En plena generalización del movimiento del proletariado internacional, la guerra imperialista es objetivamente el arma suprema para destruir la revolución social, canalizando y alineando a los proletarios en las fuerzas imperiales; llevando, a las masas alineadas en banderas nacionales e imperiales, a la carnicería generalizada. La transformación de la revuelta internacional del proletariado en guerra interburguesa es por eso el objetivo real de toda la polarización interimperialista.
Más allá de la lucha por materias y mercados, más allá de la ruptura de alianzas y reconstitución de nuevas y variadas constelaciones imperiales, toda la propaganda que niega los objetivos generales y para toda la especie humana, que contiene la revuelta proletaria, contribuye y tiende a imponer esas contradicciones intercapitalistas.
La acción de las diversas fracciones burguesas para la defensa de sus intereses fraccionales coincide con su interés en encuadrar al proletariado, disolviéndolo en diferentes alianzas o frentes hasta liquidarlo como ciudadano, y al mismo tiempo, es la expresión misma de la naturaleza profunda del capital que contiene la guerra y la necesidad de destruir al proletariado como fuerza en constitución.
Contra todas las luchas proletarias actuales, actúa esa tendencia ineluctable del capital a empujar a la guerra imperialista para destruir al proletariado como clase autónoma. En ese sentido, y como tendencia ineluctable del capital contra el proletariado, el caso de Libia es emblemático, por ser en ese territorio que se da el salto cualitativo de la aplicación de la violencia contrarrevolucionaria de las potencias imperialistas internacionales de forma abierta, por ser adonde se bombardea a la población civil con armas de largo alcance no dejándole otra opción que luchar contra quien la bombardea, por ser ahí donde más claramente aparecen bandos imperialistas enfrentados.
Sin embargo, no debe olvidarse que la guerra imperialista es sólo una generalización de la guerra entre fracciones burguesas con la que siempre responde la burguesía en todas partes, que desde el principio la respuesta burguesa a los alzamientos proletarios en el Mundo Árabe es tratar por todos los medios de encuadrarlos en contradicciones interburguesas, que el expediente general de liquidar una fracción burguesa por ser demasiado “dictadora” no es más que una lavada de jeta de la otra, que todo ese proceso contiene siempre el interés capitalista de canalizar al proletariado en bandos interburgueses enfrentados, que en última instancia en cada uno de esos países actúan todas las potencias e intereses imperialistas enfrentados buscando sacar tajada de un nuevo reparto de cartas.
Las acciones armadas imperialistas no comenzaron cuando nos dijeron que la ONU, la OTAN, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, etcétera… empezaron a tirar bombas contra el territorio y la gente en Libia. Hubo acciones militares, sobre todo efectuadas por fuerzas especiales y de contrainsurgencia de esas potencias en el mismo territorio libio mucho antes, y sus acciones contra la población fueron denunciadas en muchos medios, no tan oficiales, en todas partes. En otros países la presencia militar directa de los gendarmes internacionales es permanente y, por supuesto, forman parte de las fuerzas de contrainsurgencia y también defienden los intereses particulares de las potencias respectivas y hasta en algunos casos de tal o cual empresa petrolera o armamentista yanqui, inglesa o francesa… Nadie duda de la importancia de esa presencia y acción militar en Egipto o Arabia Saudita y su acción permanente en esos países, así como en operaciones puntuales de “invasión militar preventiva”, como ha hecho contra el movimiento del proletariado el Estado de Arabia Saudita en Baréin, por ejemplo. Pero hecha esta aclaración no puede caber dudas de que el salto cualitativo, en ese esfuerzo militarista para destruir la autonomía del proletariado, es la acción militar misma: el bombardeo y la militarización de toda la contradicción política. Cuando escribimos estas líneas, estamos en plena agresión imperialista generalizada con el burdo pretexto de defender a los humanos, aunque no tienen reparos en decir que si no van a invadir otros países adonde ya no se pueden ocultar las masacres, es porque no tienen petróleo. El cinismo es tal que, hasta los que empujan a bombardear, admiten públicamente que Libia es importante “por el petróleo bueno y liviano y no por la cantidad o calidad de muertos que hace el señor Gadafi”.
Un bombardeo sistemático de las ciudades, como están haciendo las potencias gendarmes en Libia, evidentemente que hace muy difícil la supervivencia y, por más ejemplar que sea la lucha del proletariado, si los proletarios de otras partes no impiden ese guerra imperialista contra el proletariado que vive en ese país, es muy difícil, sino imposible, mantener la autonomía de clase en ese país. Las bombas, los compañeros y familiares muertos, las dificultades innumerables para conseguir subsistir hacen de la vida cotidiana un infierno. Aunque se sepa que ambos bandos de la guerra imperialista son asesinos, es imposible sobrevivir y afirmar la automía proletaria sin impedir por la fuerza esos bombardeos internacionales.
En Libia la lucha del proletariado tuvo un desarrollo inusitado, llegándose a atacar centros históricos represivos (dirección de la Seguridad), a rodear e incendiar cuarteles, a liquidar personajes claves de la represión y torturadores conocidos, a incendiar bancos, tribunales, cárceles, comisarías y centros de la policía militar. Durante ese desarrollo, el proletariado fue armándose de forma embrionaria y afirmándose con relativa autonomía a los grupos de acción estatales, paraestatales y otras fuerzas especiales de las potencias occidentales que ya actuaban en base a pequeños destacamentos en la región. Sin embargo, ante el bombardeo sistemático de las potencias imperialistas, sin la logística de las fuerzas imperialistas en presencia en ambos bandos, es imposible para el proletariado aparecer como fuerza autónoma y potenciarse como opción creíble frente a los bandos imperialistas. Hasta la más elemental subsistencia en Libia está totalmente desorganizada por la fuerza imperialista del capital internacional y reorganizada en beneficio del capitalismo desde el exterior. Como en otras guerras contra la revolución (ejemplo: Irak 1991), esta desorganización/organización por el capital reduce objetivamente al proletariado a población asistida. El objetivo estatal es siempre “entreguen las armas, les daremos de comer y curaremos a sus heridos”. Las bombas y la caridad organizada, una vez más el garrote y el plato de lentejas, buscan liquidar toda la autonomía clasista que se había desarrollado contra el régimen.
Sólo el desbande generalizado en los ejércitos en pugna y el derrotismo revolucionario por doquier, dirigido por el proletariado en armas, puede invertir ese proceso, para lo cual nos parece imprescindible una lucha consecuente de los proletariados cuyos Estados están interviniendo, lo que lamentablemente no es el caso. Justamente es por ese riesgo que esas potencias tiran bombas desde lejos, porque temen una guerra de desgaste para sus milicos. Si están bombardeando Libia y no otros países, no es evidentemente para defender gente, pero además de lo del petróleo, además de las contradicciones que pueden tener con Gadafi, además de necesitar polarizar la sociedad en términos interimperialistas, es porque es mucho más fácil hacer intervenciones sólo desde lejos especialmente en un país que es puro desierto y sólo tiene ciudades en la costa, totalmente expuestas a los bombardeos. Desde lejos y apretando botones, sin vivir los horrores de la guerra es mucho más fácil, incluso para quienes aprietan los botones o para aquellos que como proletarios constituyen la retaguardia de la guerra, la opción militarista burguesa y de gendarmería en Libia y no en otra parte. Otra cosa sería para las potencias imperialistas y para sus retaguardias, intervenir militarmente (a favor o en contra del gobierno, eso es lo de menos) en Egipto, Siria, Irán… en donde los ejércitos tendrían que adentrarse en la tierra (como sucede en Irak y Afganistán)y los milicos se empantanarían en una intervención sin fin, adonde el derrotismo revolucionario podría generalizarse, sobre todo frente a una ola de luchas como la actual, pues el gendarme internacional se encontraría confrontado a movimientos sociales masivos. Por lo que hay que decir las cosas claramente: quien puede impedir esa acción imperialista contra el movimiento social es el proletariado internacional y principalmente el proletariado de los países que actúan como potencias gendarmes, la lucha contra “sus propios” burgueses, contra sus propios Estados.
Como ya dijimos, además del bombardeo de Libia, la tendencia a imponer la guerra imperialista está en todas partes. Aunque mucho menos mediatizada que “la cuestión Libia”, la verdadera invasión militar de Baréin, por parte del Estado de Arabia Saudita, tiene una enorme importancia estratégica: tanto para contener el movimiento como en general como ensayo de gran alcance de repolarización imperialista. Dicha invasión constituye, sin dudas, un salto de calidad decisivo en el accionar del capitalismo contra el proletariado, no sólo por la cantidad y calidad de la presencia militar de Arabia Saudita en Baréin (¡para de paso, asegurar la base de Estados Unidos en Juffair!)… contra las manifestaciones proletarias (en ese pequeñísimo país, esos mil(20) milicos más fuertes y modernamente armados por las potencias imperialistas occidentales, pesan enormemente), sino porque desestabiliza interimperialistamente toda la región, al marcar la presencia pronorteamericana y proeuropea contra el Estado de Irán, que desde el pique reaccionó con denuncias, declaraciones y amenazas de intervención en Arabia Saudita apenas veladas(21).
En el mismo sentido deben comprenderse otras acciones militares de los Estados de la región y de las potencias occidentales. En estos mismos días, desconociendo todos los criterios que dicen defender, los odiados milicos franceses no dudan en tirar contra los pueblos de África como por ejemplo en Costa de Marfil. El cambio de un presidente por otro no se hizo sin armar a una fracción contra otra, sin tirar contra la población, sin imponer a su candidato y agente del Fondo Monetario Internacional a sangre y fuego. Aunque escondido en las fuerzas de ese presidente, o vestido con el ropaje de las Naciones Unidas, el terrorismo secular en África, del Estado francés, fue predominante para preservar la propiedad privada y sigue siendo el principal guardián del orden burgués.
PROLETARIADO E IDEOLOGIA BURGUESA
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PROLETARIADO FUERZAS, DEBILIDADES Y PERSPECTIVAS
El proletariado se define como clase defendiendo sus intereses vitales contra el capital. Pero, como es evidente, eso no es suficiente para imponer sus intereses contra el capitalismo y menos para destruirlo. El poder histórico de la burguesía se ha ido perfeccionando, desarrollando fuerzas, ideologías, estructuras especializadas, contra todo movimiento que pretenda subvertir el orden.
Para que el proletariado pueda triunfar requiere ser una fuerza más potente que su enemigo histórico, y aunque tenga la ventaja estratégica de ser la clase que crea toda la riqueza de este mundo, sin la organización, la estructuración, la dirección, la conciencia… que corresponde a sus intereses y su perspectiva revolucionaria no puede liquidar la sociedad burguesa. Es lo que los revolucionarios llamamos la constitución del proletariado en clase y por lo tanto en partido opuesto a todo el sistema social capitalista.
Las actuales revueltas del proletariado internacional (centradas principalmente en Oriente Medio pero con tendencia a la generalización en todo el planeta) poseen las características que venimos señalando desde hace décadas(24). En este texto hemos hablado de los elementos de fuerza y subrayado que se ha ido más lejos en generalización, en la organicidad de acción, en la estimulación mutua…
Ahora quisiéramos hablar un poco de las debilidades, comenzando por aclarar que NO siempre podemos hacerlo, porque sería repetirnos infinitamente sobre lo mismo, sin que se pueda dar elementos cualitativamente diferentes. Si bien las fuerzas pueden ser muy diferentes en cada movimiento, en cada generalización o como ahora cuando el movimiento supera las fronteras nacionales, las debilidades son estrictamente las mismas. En efecto, cuando el movimiento arranca localmente puede hacerlo por razones locales o por la concreción local de causas generales, como sucede con los aumentos generalizados de precios de la alimentación, pero en los dos casos hay siempre algunas características que son diferentes, como si se volviera a nacer, y en ese sentido, cada ascenso del mismo, aporta algo relativamente “nuevo”, “original”.
Las debilidades, por el contrario, son globalmente las mismas, porque es como clase mundial que el proletariado fue históricamente derrotado por la contrarrevolución, porque desde hace digamos unos 90 años no ha logrado volver a funcionar como fuerza mundial, porque la organización y conciencia internacional del proletariado como clase es una verdadera calamidad. A nivel mundial existe menos centralización proletaria que en toda la historia del capitalismo, existen menos organizaciones y publicaciones clasistas, no sólo que a principios del siglo XX, sino que a mediados del siglo XIX. Cada vez que actuamos en las luchas proletarias o escribimos sobre ellas, no podemos repetir que “falta conciencia”, que “falta organización”, que falta “autonomía clasista”, que “falta internacionalismo”, que falta “ir a la raíz de la crítica del capital”, “falta centralización internacional”, que hay “demasiadas banderas nacionales”... porque preferimos concentrarnos en aportes más cualitativos que son diferentes según los casos, aunque sí es verdad que falta todo eso y que nunca está de más subrayarlo aunque sea sucintamente.
¿Quiere decir entonces que la revolución está todavía más lejos que hace dos siglos? Rotundamente NO, pero no es gracias a la organización, centralización y conciencia de clase del proletariado mundial, porque se debe reconocer, que desde ese punto de vista, se está peor(25); sino porque el capitalismo no tiene ningún futuro y que su situación es y será cada vez más catastrófica. Más claro todavía: es seguro que el capitalismo seguirá empujando a las masas desheredadas a la lucha en todo el mundo porque no tiene nada que ofrecerles, porque el futuro del capitalismo es para el proletariado mundial una catástrofe permanente y siempre peor. O sea que si antes las revueltas eran esporádicas o estallaba en una u otra región «aislada», ahora es normal que haya centenas de miles de proletarios peleando y luchando casi en permanencia y cuando parece que en un lado la revuelta se acabó, recomienza en otra parte con más fuerza. Lo mismo sucede con las divisiones en el proletariado, antes las revueltas eran de «los excluidos», «los inmigrantes», «los desocupados», «los obreros agrícolas»… ahora la generalización al territorio, y el hecho de abarcar problemas más generales y reconocidos como sociales, es casi la norma. En realidad el proletario ocupado o desocupado, agrícola o urbano, mujer y hombre, viejo y niño y de todo pelo y color, se ve empujado cada vez más a la lucha abierta contra el Estado.
Es fundamental subrayar además que es empujado a la lucha incluso contra sus creencias morales o políticas. Que crea en dios o no, que crea que la izquierda será menos mala que la derecha o sepa que es lo mismo, que se ilusione con el “antiimperialismo” de Gadafi o sepa que el mismo es la otra cara del imperialismo; su supervivencia social se verá amenazada por la catástrofe del mundo del capital y se verá cada vez más forzado a luchar por su vida.
Es decir, más allá de cualquier creencia o ideología, la “normalidad” del capitalismo, en catástrofe permanente, hace que se trate de muchas regiones y países a la vez, que ninguna categoría del proletariado quede al margen de la catástrofe y de la lucha, que la lucha por la supervivencia implique cada vez más una guerra social general internacional. Es muy difícil vaticinar los ciclos de esta guerra internacional de clases, pero puede afirmarse que en esta década se está entrando en una fase de permanencia e intensificación desconocida hasta el presente.
Justamente eso es lo que verificamos en la revuelta actual, parecería que todavía es más general que en el 2008, más regiones y más países, más emulación mutua, incluso más conciencia de que lo mismo (y relativamente que es por las mismas razones) está pasando en otros lados.
ACERCA DE LA CONCIENCIA
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Sin embargo, es evidente que la organicidad real que está mostrando el proletariado en la revuelta internacional actual, que la realidad de lucha simultánea contra el capitalismo en todas partes, no se traduce todavía suficientemente en organización, conciencia, dirección… Aunque estamos seguros de que, todas los engaños y seudocambios en el poder político, no cambian absolutamente nada, aunque sabemos que las lavadas de jeta de cada uno de esos Estaditos (¡el Estado mundial sigue intacto!) cambia para no cambiar nada esencial, aunque sabemos que todas y cada una de las consignas democráticas, religiosas o “marxistas leninistas”, no lograrán solucionar nada; no podemos asegurar que el movimiento seguirá creciendo y desarrollándose como sería lógico. La experiencia pasada indica que parte del movimiento cree en esos cambios de jeta de la dictadura como un paso hacia la libertad, que esos “cambios” desarticulan la fuerza en pleno proceso de constitución del proletariado, que lo disloca como fuerza y que desaparece por un tiempo más o menos largo de la escena política. Así, por ejemplo, cuando escribimos estas líneas y la lucha se sigue radicalizando en nuevos países y regiones, en algunos de los primeros que se entró en revuelta, los gatopardistas han logrado imponer un cierto orden en base al cambio “ya logrado”, al dictador ya defenestrado… lo que evidentemente es una traba a ese proceso de constitución del proletariado en clase mundial.
Pero por todo lo dicho antes, no nos parece que esta desaparición pueda durar, ni en el tiempo, ni en el espacio. Es imposible que el capitalismo, en la situación actual, pueda calmar su contraposición con los intereses de la humanidad, realmente parecen excluidas las posibilidades de imponer paces sociales con la estabilidad del pasado.
Por otra parte creemos que el movimiento ha avanzado no en el sentido de haber conquistado tal o cual reformeta o renuncia de un tirano, sino más bien ese sentimiento de que se puede ser fuerte, que descendiendo a la calle se pueda imponer y pensamos que, aunque no hay garantías, eso será lo más difícil de borrar para todos los dominadores y opresores. En base a ello, pensamos que aunque el proletariado vuelva a desaparecer puntualmente de la calle, guardará su experiencia y volverá a emerger pronto más fuerte y potente. Pensamos también que eso depende mucho de la capacidad que tengan las minorías clasistas más consecuentes.
Además, aunque el capitalismo tape un agujero surgirán muchos más por otros lados, porque las calmas que impondrá en un lugar o frente a una o varias categorías serán muy difíciles de generalizar y serán precarias como la vida misma del ser humano sometida a la catástrofe presente. Pensamos que esa forma de grandes saltos y períodos más calmos y reconstituidos, en los que se recomience a forjar combatientes y conciencias proletarias, para saltar cada vez más fuerte y más alto, será la desordenada evolución proletaria hacia la organización como clase que permita enfrentar más globalmente al enemigo y no sólo a las jetas visibles del mismo.
Cuando escribimos estas líneas, mientras “el cambio” ha logrado imponer una calma, aunque sea muy relativa, en base a una cierta expectativa (Túnez, Egipto…(26)), en otras regiones se está en plena expansión de los enfrentamientos y la represión abierta (Siria, Baréin, Yemen…, y en alguna medida en Jordania, Irak, China, Bolivia…); mientras ahí adonde el discurso del cambio está en el poder hace tiempo, como en América Latina, el mismo se muestra cada vez más desgastado y ya aparece el cuestionamiento proletario expresando claramente que el supuesto cambio no cambia nada esencial. Una vez más debemos señalar el ejemplo que le da al mundo el proletariado en Bolivia. Ni el gobierno de Evo, ni la COB, han podido controlar al proletariado que se afirma cada vez más en la calle. Los mineros se situaron a la cabeza de las manifestaciones que han desbordado todas las estructuras de control y dinamita en mano y contra todas las prohibiciones entraron al centro histórico de La Paz atacando locales oficiales. La consigna central parece expresamente dirigida a lo que están viviendo sus hermanos en otras latitudes: “Si esto es el cambio, el cambio es una mierda”(27). Consigna simple, sencilla que puede parecer limitada y que sin embargo expresa con claridad total los intereses del proletariado frente a la burguesía que precisamente se dedica a cambiar para que nada cambie, que a nivel internacional sólo puede hacer esos cambios de mierda(28)
Ninguno de los problemas centrales por los que salieron a la calle cientos de miles, millones de proletarios pueden ser solucionados por el capital en plena catástrofe, ninguno de los Estaditos regionales puede calmar a las masas con zanahorias reales (¡las ficticias ya las prometieron todas!). Lo que sería normal, para una clase que se afirma como mundial, es que otras expresiones en otras regiones tomen el relevo y que quienes están en la calle sigan afirmándose como clase y como poder…, pero sin estructuras permanentes, sin afirmarse realmente como clase organizada, nadie puede asegurar que el movimiento será más fuerte, como sería indispensable, a corto plazo. Por eso no debemos extrañarnos de que existan próximamente un cierto reflujo, otros saltos, más reflujos, más enfrentamientos y afirmaciones regionales. Tampoco podemos augurar que en tal o cual región la lucha tiene más perspectiva que en tal otra, pero es evidente que la lucha en una extensión que desbordó por todos lados los límites del “Oriente Medio” o de los “Países Árabes” y que tuvo repercusiones en China, India, o América del Norte, del Centro y del Sur, está indicando que se puede ir hacia ese famoso salto de calidad de la simultaneidad generalizada internacional. Que tal vez estemos muy cerca de esa generalización de la lucha mundial clase contra clase que los revolucionarios del mundo siempre auguraron(29).
El capitalismo hace de todo para impedirlo, pero el propio dinamismo catastrófico de la sociedad burguesa tiende irremediablemente hacia esa división del mundo en dos campos enemigos. Los revolucionarios no sólo deben augurar esta fase sino impulsarla, teorizarla, organizarla y dirigirla, porque sin la constitución del proletariado en partido mundial opuesto a todo el orden establecido, esa inevitable fase sería horriblemente larga y cruenta. En estas batallas presentes y futuras, el desarrollo de la lucha para imponer la conciencia de constituir una sola clase, una sola fuerza, una sola dirección (la revolución comunista mundial), es tarea fundamental de la lucha de la vanguardia revolucionaria.
¡A luchar
con todas nuestras fuerzas
para la organización del proletariado en clase
y por lo tanto en partido!
¡A desarrollar
la lucha contra todos los tiranos y opresores, hasta que se asuma abiertamente
como lucha contra toda la tiranía y opresión
del capitalismo mundial!
Abril 2011
NOTAS:
1. Ver al respecto: Comunismo números 58 y 60. CATASTROFE Y REVOLUCIÓN
I y II y muy particularmente CATÁSTROFE CAPITALISTA Y LUCHAS PROLETARIAS,
Primera parte (número 58), en donde se trata de la gran ola de revueltas
proletarias de 2008; Segunda parte (número 60) concentrada en la explicación
de la contradicción del capital con la Tierra y la vida y lo que fue
una verdadera Tercera parte sobre la revuelta proletaria en Grecia: Catástrofe
capitalista y luchas proletarias
, esto continúa (número
60).
2. Cómo en 2008 toda enumeración de la revuelta del proletariado
por países, tal como es tratada por los medios, es una limitación
(inconsciente o deliberada) y siempre se queda corta. Las denominaciones Magreb,
o Mundo Árabe, o lo que sea, que nos vemos obligados a utilizar aquí
a falta de otras mejores, tampoco tienen gran sentido y además fueron
desbordadas por la realidad social que el movimiento abarca. En cuanto al
número de zonas afectadas y de proletarios que van entrando en la batalla
ya se ha superado las olas de revueltas anteriores, por lo que toda denominación
reductora es puesta en ridículo o simplemente superada. Como si fuera
poco, cuando escribimos estas líneas, se pelea en las calles de ¡China!,
de ¡Burkina Faso!, de ¡Bolivia!, ¡de Sudán!, de ¡Tanzania!,
de ¡Zimbabue!...
3. Los Elementos sobre el aumento de los precios de los productos alimenticios
pertenecen, por ejemplo, a un artículo en ese sentido hecho, ni más
ni menos, que por un jefe de Estado: Fidel Castro.
4. Es decir, todavía es posible, para sectores de la burguesía
en algunas regiones, no aplicar los planes de austeridad que en otras regiones
le resultan indispensables. Con zanahorias y espejitos de colores se intenta
que algunas franjas del proletariado no se sientan concernidas por lo que
le sucede al resto del proletariado mundial. Históricamente es en base
a ese principio, que los países, cuyos Estados funcionan como gendarmes
represivos en otras partes, mantienen la complicidad de sus proletarios,
indispensable para desempeñar esa repugnante función. Pero esto
depende de esa capacidad de otorgar ciertos beneficios o reformas sindicales
a esos proletarios, e incluso eso, como sucede en países como Estados
Unidos y Europa, es hoy difícil de mantener para las burguesías
correspondientes.
5 Correo electrónico de los amigos de octubre: amigosdeoctubre@gmail.com
6. Título y parte de un volante producido en Francia y cuyo texto completo
publicamos luego de este artículo. La dirección que figura en
el mismo es:comitesoutienstbg@yahoogroupes.fr
7. Principio y fin de uno de los volantes efectuados por el Grupo Comunista
Internacionalista en marzo 2011. Ver el texto completo de ese y otros volantes
de nuestro grupo al final de este texto. También puede ser descargado
de nuestro sitio Web. Llamamos a la difusión de éste y otros
volantes en todos los idiomas y países posibles.
8. La denominación clásica de fracciones nacionales
corresponde a un cierto nivel de organización de la burguesía,
tanto en su lucha con otras fracciones como para explotar y dominar al proletariado.
Cuando se aplica al proletariado, que no tiene intereses fraccionales ni nacionales,
se está en realidad negando al proletariado o mejor dicho concibiéndolo
sometido a los intereses de la burguesía. La constitución del
proletariado en clase y por lo tanto en partido es precisamente la negación
de todos esos fraccionismos.
9. Un mismo corazón, una misma organicidad, la misma necesidad
de vivir, expresa lúcidamente la organicidad del proletariado como
clase. Ésa es la realidad que todo el mundo burgués quiere ocultar.
La cita es un extracto del volante realizado por el Grupo de Esclarecimiento
Comunista - G.E.C. (Perú), http://esclarecimientocomunista.blogspot.com
y que por su importancia también reproducimos en el anexo.
10. «La palabra Islam, de la raíz trilítera s-l-m, deriva
del verbo árabe Aslama, que significa literalmente; aceptar,
rendirse o someterse, Wikipedia. Según otras fuentes: islam
es sumisión, entrega voluntaria y total a Dios, www.mercaba.org.
11. En algunos casos, surgen o asumen un cierto protagonismo, estructuras
que responden a la radicalización del proletariado y que expresan,
a su vez, la necesidad de los proletarios de asociarse para luchar, así
como la necesidad de la burguesía de responder a esa necesidad, con
encuadramientos más radicales. Será el desarrollo de esa contradicción
que conducirá a la explosión, en algunas podrá afirmarse,
aunque sea coyunturalmente, formas o expresiones de la autonomía proletaria;
pero la mayoría de ellas, si todavía no son burguesas, serán
recuperadas y se afirmarán como nuevos sindicatos y partidos que, cambian
algo, para que lo esencial, quede como está.
12. comunismoobarbarie@gmail.com Dada su importancia y claridad publicamos
el texto completo de este volante luego de este texto.
13. En el sentido más global es claro que el proletariado no ha destruido
el aparato general del Estado terrorista. Pero queremos subrayar aquí
los casos en los cuales la acción del proletariado paralizó,
desorganizó y liquidó el espíritu de cuerpo (gracias
a la indisciplina y el derrotismo en las filas represivas) destruyendo así
su función primera y esencial que es la de reprimir.
14. Dicho sentimiento de potencia contra la opresión sigue profundizándose
y a veces haciéndose explícito en distintas latitudes cuando
escribimos estas líneas (abril de 2011). La rabia contra la represión
no la paran las fronteras, se vuelve a sentir la hermandad (todavía
de forma incipiente) frente a la tiranía de todo el sistema social,
la alegría de un tirano caído o una cárcel vacía
o un bastión de la tiranía quemado se expande y se levanta como
bandera en otra parte,. En China los proletarios salen con carteles vivando
a los luchadores del Mundo Árabe; en el propio Mundo Árabe y
países vecinos se sigue peleando a brazo partido, se apaga un foco
de revuelta y renace otro, en donde se denuncian los seudo cambios.
15. Ver sobre esa lucha y la consigna ¡Poder asesino!: Proletarios
de todos los países, la lucha de clases en Argelia es la nuestra,
publicado en Comunismo número 45 (2000); Argelia: No habrá
un solo voto aunque tengamos que quemar todo, Comunismo número
49 (2002).
16. Ver Comunismo Nº 47 Contra las cumbres y anticumbres. Tentativas
burguesas de canalización de las luchas proletarias a escala internacional
y la lucha invariante por la ruptura proletaria.
17. Ver Reivindicación y reforma, Comunismo número
60.
18. Como toda enumeración de este tipo los puntos no son separables,
se trata de facetas de una misma realidad, de expresiones sucesivas y complementarias
de lo que es esencial en la dominación burguesa mercantil, en la opresión
sociopolítica capitalista.
19. No debe olvidarse que el democrático y populista Obama ratificó
todo lo que el imperio había hecho en Medio Oriente antes, incluyendo
el apoyo incondicionado a las masacres efectuadas por cada uno de esos Estados,
por cada uno de esos dictadores y muy particularmente las realizadas por Israel.
20 Hay denuncias que sostienen que en realidad los represores enviados a ese
país son el doble o el triple de dicha cifra. A ello debe agregársele,
la importancia represiva en ese pequeño territorio, de la estratégica
y poderosa base militar estadounidense que, como es sabido, no puede contenerse
en sus instintos represivos contra todo lo que se mueve.
21 Merece destacarse que el Estado iraní es uno de los pocos que dice
apoyar todo el movimiento social en el «mundo árabe y musulmán»
dado que lo considera como una «ola de despertar islámico»,
como producto de la «caída del influjo de Estados Unidos y Europa
en la zona». Ver «Irán advierte a Arabia Saudita de que
puede ser intervenida militarmente», ABC, 18 de abril de 2011.
22. Lo que si se quiere no es que sea falso, sino que es el polo
que más le interesa del proletariado: los que más producen valor
y nada cuestionan. ¡Si eso fuese el proletariado, el capitalismo sería
eterno! La falsificación consiste en parcializar y fijar lo que está
en movimiento, en confundir la foto con la realidad, su perspectiva (de clase)
con la vida y analizar la vida social en función de esas fotos.
23. «
en conjunto se les puede caracterizar como movimientos de
las clases no explotadoras.., la clase obrera no estuvo a la cabeza de esas
rebeliones
, el campesinado y otras capas provenientes de modos de producción
más antiguos [clarito son países más atrasados que tienen
modos de producción todavía más antiguos que el capitalismo
cuando lleguen al capitalismo se harán proletarios
y después
lucharán por el socialismo, NDR]
Ilusiones, sobre todo en la
democracia, que son extremadamente fuertes en los países regidos por
una combinación de tiranía militar y de monarquías corruptas
Estas expresiones (que extraemos del texto que hizo la Corriente Comunista
Internacional ¿Qué pasa en Medio Oriente?) resumen
bien el meollo de la ideología dominante.
24. Ver al respecto el texto cuadro: Características generales
de las luchas de la época actual, Comunismo número 33,
julio de 1993. Sobre el tema en general y la descripción de dichas
características hemos ampliado y profundizado muchas veces,
a través de los años, por lo que también es aconsejable
consultar el sitio o el CD del Grupo Comunista Internacionalista. =>
25. Esta afirmación es válida sólo a nivel global pero
no a nivel particular. Pensamos que sí hay minorías proletarias
en casi todas partes, que actúan organizadamente y que tienen muy clara
la lucha contra todos los recuperadores. Que las mismas organizan acciones
decididas contra los opresores y también reafirman el clasismo revolucionario.
En este sentido de ruptura en ruptura hay avances cualitativos, pero los mismos
todavía no se asumen ni organizativa, ni programáticamente a
nivel de centralización internacional.
26. Lo que evidentemente no quiere decir que no exista la lucha, la represión
y la reorganización del terrorismo de Estado.
27. Grito actual de lucha de MINEROS Y OTROS PROLETARIOS EN BOLIVIA
28. ¡Y con perdón para la mierda! ¡Pues no tenemos nada
contra ella!
29. «Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en
dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente:
la burguesía y el proletariado, Manifiesto del Partido Comunista,
1847.