Cuando terminábamos nuestro texto a propósito de la guerra en Yugosla­via y de las luchas llevadas adelante por el proleta­riado contra la degrada­ción permanente de sus condicio­nes de vida, estallaron en ciertos sectores del ejército serbo toda una serie de sublevamientos que confirman que aún en las peores situaciones de con­trarrevolu­ción nuestra clase continua a ser la única alternativa viviente al horror capitalista. Las informa­ciones que nos llegan de esa parte del mun­do son muy fragmenta­rias, pero sin embargo nos dan una idea general si no de la fuerza del proletariado, por lo menos de su carácter subversivo y la contradicción social que contiene y que mina todos los organismos, hasta las tropas mas "fieles" y "seguras" de la burguesía.

 

 

 

 


 

Tres unidades de élite del bastión serbo de Banja Luka (en el Noroeste de Bosnia): el Primer Cuer­po del ejército de la Krajina, la 16ª unidad motori­zada y la 1ª brigada blindada, se amotinaron el 10 de setiem­bre cuando regresaban del frente. Los amotina­dos "serbos" (¡en momentos como estos las nacionalida­des se disuelven!) entraron en la ciudad con sus tan­ques y tomaron el control de los principales edificios oficiales, en particular la radio y la televisión locales, el ayunta­miento y el Cuartel General del Ejército Los rebeldes se dotaron rápidamente de una dirección, un "Esta­do-Mayor de crisis", bautizado "Setiembre 93", dirigido por suboficiales y oficiales subalternos y a la cabeza del cual se encontraba un cabo.

 

       Sus exigencias fueron: aumento de los "salarios de miseria" (los que con las justas alcanzaban al equivalen­te de 1 dolar por mes para los soldados rasos), que se arrestasen a "los aprove­chado­res de la guerra, que en lugar de vigilar en las trincheras aumentan sus riquezas con la bendición del poder actual, llevando, así, una vida fácil ,a veces munda­na". Una "lista negra" de 700 "aprovechadores" se establece y se comienza a arrestar­los; en la misma noche el alcalde de la ciudad tiene el honor de inaugurar las inmundos calabozos enmoheci­dos. Los soldados, que no son más que proletarios alistados bajo el uniforme de la patria, denunciaban, desde algunos meses atrás, sus condiciones de no-existencia y amenaza­ban, en muchas ocasiones, con "dar vuelta sus fusiles hacia atrás", según expresio­nes de ellos mismos. Cada vez que se les otorgaba licencia para salir, encontraban a sus familias viviendo en la miseria más absoluta. Miseria que ni siquiera su propia muerte llegaba a borrar: los subsidios que el Estado asignaba a los familiares ¡no alcanzaban ni para los gastos del entierro!

 

       Este movimiento revela las profundas fracturas sociales que se desarrollan en la medida en que la guerra se eterniza. En Banja Luka fue la unión sagrada que ESTALLO EN PEDAZOS, todos los "llamados a la calma y a la razón" fueron vanos. Desde entonces la burguesía impuso un silencio prudente, que expresa claramente el terror que le producen estas luchas de clases, la posibilidad de extensión. Los burgueses se encontraron obligados a reconocer "la obsesión de ver despertar conflictos serbos-serbos a los que no pudie­ron jamás escapar a través de la Historia". La burgue­sía, detrás de esta verborrea sacada de "Le Monde", intenta ocultar el espectro que la obsesiona, el terror que tiene frente a la perspectiva de que el proletariado vuelva a tomar sus verdaderas armas, clase contra clase, para enfrentar esta pesadilla funesta.

 

       Los amotinados controlaron la ciudad con la solidari­dad de otros proletarios. Fueron la expresión formal y puntual, de un profundo movimiento de "¡no va más!". Luego la situación se mantuvo calma, durante la noche no se tira, lo que estaba mostran­do que el Estado no se atrevía o no tenía los medios de enviar tropas "seguras" para aplastar la rebelión. Los "Ram­bos" de turno, que corrientemente se encargaban de la represión, desapa­re­cen de las avenidas barridos por la revuelta.  Por  primera  vez,  luego  de  muchos  meses,


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Banja Luka es abastecida ininterrum­pidamente en electricidad. Los insurrectos toman las centrales eléctri­cas y abastecen a las regiones que están bajo su con­trol. Contra todos los sacrificios impuestos por los burgueses y su econo­mía de guerra, los proletarios derrotistas de Banja Luka IMPONEN EN LOS ACTOS Y POR LA FUERZA ¡la satisfac­ción inmediata de las necesidades más elemen­tales!

 

       Rápidamente, ante el anuncio del motín de Banja Luka, numerosos proletarios incorporados en diversas brigadas del ejército serbo de Bosnia envían telegramas de solidaridad. Gracias a esta solidaridad los sublevados declararon tomar el control de TODAS esas unidades.

 

       Pero no se generaliza un movimiento con pala­bras, las declara­ciones y los telegramas de solidari­dad no son suficientes, lo determinante es la acción. La única solución, si el proleta­ria­do quiere desha­cerse definitiva­mente de la carnice­ría que lo extermi­na desde hace más de dos años en esta región, es la GENERALIZA­CION a través de actos de derrotis­mo revolucionario. Tenemos que terminar con los "serbos", "cróa­tas", los "musulma­nes", y otras catego­rías con las cuales el Capital intenta destruirnos. El desarrollo de la lucha de clase tiene sus exigencias: tiene que romper la cohesión social no solamente en el ejército sino en el conjunto de la socie­dad, para ello es necesario terminar de una vez para siempre con el nacionalismo reafirmando claramente que los proletarios no tienen ningún interés en esta guerra, ni en este mundo putrefacto. Los revolucio­narios reivindi­can UNA SOLA GUERRA, AQUELLA QUE NOS OPONE A NUESTROS EXPLOTADORES, sean serbos, croatas, musulmanes o como se llaman. Contra ellos no hay que tener ninguna piedad, tenerla es una prueba de debilidad.

 

       La mejora de nuestras condiciones de vida -y su SUPERACION- solamente puede imponerse a través de una generalización de una correlación de fuerzas que los amotinados de Banja Luka solo pudieron imponer localmente. Generalización significa en los hechos el ataque directo y la destrucción de todo lo que de cerca o de lejos represente el Estado. Los proleta­rios de diversas unidades, solidarios con los sublevados, se contentaron con emitir declaraciones de intención, cuando la situación EXIGÍA otra cosa: no solamente el pasar abiertamente CON ARMAS Y PERTRECHOS al campo de la insurrección, sino también el ACELE­RAR­LA radicalizando las reivindica­ciones y globalizán­dolas para termina con la carni­ce­ría imperialista. La situación exigía el arresto de "sus propios" oficiales, la utilización de las armas para atacar al Estado, etc ...

 

       ¡Las palabras nunca lograron cambiar en un ápice nuestra miseria!

 

       Esta situación caracteriza el estado actual de debili­dad generalizada de nuestra clase y se consta­tan en todas las luchas que se dan en el mundo entero: falta de continui­dad, de contactos militantes, y de extensión. Por todo lados estallan luchas, huelgas, sublevamien­tos,... Pero dichas explosiones son separadas en el tiempo y en el espacio y el Capital logra mantener esta separación, a pesar de que exista una gran ¡comunidad de miseria y de lucha!.

 

       Mientras que en Banja Luka, los sublevaDos firma­ban su pérdida, por el hecho de haber encara­do un negocia­ción en la cual esperaban que el Estado les otorgue lo que solo pueden conquistar con las armas, otro regimien­to de soldados en Lituania se amotinaba en medio de la indiferencia total.

 

       A través de ese tipo de acción el proletariado busca imponer la respuesta de nuestra clase frente a las guerras de extermina­ción: el derrotismo revoluciona­rio, el rechazo del nacionalismo, de los planes de sacrificios por ¡"su" nueva patria!. Allí donde la burguesía logró alistar a los proletarios ciudada­nizados y atomizados en una masa llamada "pueblo", ¡nuestra clase levantará tarde o temprano la cabeza! La revuelta en Banja Luka, si bien fue "el primer movimiento de rebelión militar entre los Serbos de Bosnia luego del comienzo de la guerra" (como lo vociferan los medios de comuni­ca­ción), no fue la primera manifes­tación de derrotismo proletario contra este conflicto (1).

 

       A pesar de las debilidades que hemos evocado, el contagio de la rebelión de Banja Luka ganó terreno y el 14 de setiem­bre, los diarios anunciaban que no solo los amotinados fortifica­ban su movimiento sino que el derrotismo se extendía a otras unidades; la ciudad guarnición de Sokolac, cerca de Sarajevo, es un ejem­plo. Sin embargo la rebelión, por sus propias contradic­cio­nes, oscila entre sus fuerzas y sus debilida­des. Los proleta­rios caen en la trampa de los profesio­nales de la palabra, cada vez más el sublevamiento se vacía de su substancia subversiva para entrar en un ciclo infernal de negociacio­nes, proposiciones, contra-proposiciones, acuerdos y otros menjunges de este género que no cambian ESTRICTA­MENTE NADA a las condiciones de miseria insoporta­bles. Poco a poco los insurrectos tendrán su lugar propio en el gran espectáculo perma­nente de la política burgue­sa. Los proletarios, luego de haber levantado reivindica­ciones inmediatas que tenían como objetivo mejorar sus condiciones de vida, serán gangrenados por el politicismo y comienzan a responsa­bilizar por sus desgracias a una fracción del Estado. Los insurrec­tos, en el atolladero de las negociaciones, van perdiendo su fuerza. Van hacien­do entrar por la ventana lo que expulsaron por la puerta: exigen la renuncia  del   gobierno   nacionalista  de  Karadzic  y


 


reclaman elecciones generales anticipadas. Hasta ese entonces solo habían contando con sus propias armas -la huelga y el derrotismo- para imponer la mejora de sus condiciones de vida, a partir de entonces se some­ten al circo electoral.

 

       El Estado, que se aprovecha de estas debilidades, llega, luego de un primer tiempo de impotencia, a reorientar al movimiento al interior de un cuadro estricta­mente negociable para evitar el desborde. El objetivo era el de reducirlo a una situación particular, reabsorberlo y vaciarlo de todo contenido subversivo. Para una unidad de los insurrectos la cuestión de sueldos es la clave de las negociaciones, para otras la destitu­ción de ciertos oficiales y políticos "corruptos", etc. ... Era el comienzo del fin, los sublevados ya no se atreven a afirmar su superioridad frente al Estado todo-poderoso. Ninguno, de los diferentes negociadores de alto rango que fueron sucesivamente a parlamen­tar con  ellos, fue tomado como rehén, lo que hubiese producido una fortificación de sus reivindicaciones. No, una vez estable­cidas las negociaciones se desarrollaron según el esquema clásico del pacifismo y de la concilia­ción. El parlamentarismo y la negociaciones se transfor­man en el verdadero terreno de las contradicciones, la fuerza de la burguesía se condensó en la capacidad de imponer esto. El movi­miento continuó durante más de una semana, pero de una parte a la otra fue el estatu quo que se impuso. Los burgueses, después de haber utilizado amenazas, adula­do, y haber realizado llamados al patriotismo, lograron extenuar al movimiento; el tiempo y la falta de perspecti­vas de parte de los prole­tarios reforzaron a la burguesía. Esta intenta tempori­zar y declara "justas" las reivindica­ciones pero no los métodos de los sublevados. Los burgueses, recuperando ciertas reivindica­ciones, intenta­ron frenar al movimien­to para luego dejarlo pudrir. Así se esperaba asquear a los proletarios aislando a los más combativos acusán­dolos de "traidores". Luego se les llama a volver a los cuarteles agitando la bandera de "la patria en peligro". Una vez estigmatizada esta revuelta que "beneficia a nuestros enemigos", se hace un vibrante llamado al patriotismo de los amotinados en el mismo momento en que los combates en Krajina redoblan en violencia.

 

       Los amotinados, que se encuentran enredados en la lógica parlamentarista, se limitan a reclamar "medi­das enérgicas contra los que se benefician de la guerra". Y ¿a quién se dirigen para pedirle esto? ¡Al Estado! Es decir los primeros representan­tes de esta clase que VIVE  de la guerra:  la burguesía.  A pesar de que se


afirme que los diputados actuales "no son dignos de sus funciones" puesto que han abusado de ellos "para enriquecer­se", no aparecen en la "lista negra", tampoco aparecen aquellos persona­jes con los que se negocia, y esto es también una contra­dicción de los amotinados.

 

       El sublevamiento, una vez desestabilizado, agotado, entrega las armas y se deja enterrar en base a prome­sas y repre­sión. El Estado atribuye a los sublevados, que renunciaban así a su lucha, 10 días de permiso y prome­te satisfacer sus exigencias sociales, mientras que una represión selectiva castiga a los principales dirigen­tes de la rebelión. La cárcel para los más decididos fue la respuesta final de nuestros enemigos.

 

       La continuación de la carnicería capitalista y la reanuda­ción del juego diplomático (las negociaciones de Ginebra) solo pudieron imponerse ¡cuándo se destruyó al proletariado!"Un nuevo Ginebra exigía ¡el restableci­miento de la calma en Banja Luka!" Cuando los burgue­ses logran destruir nuestra perspectiva de clase, manejan magistralmente el arte de acomodar la guerra y la paz a sus intereses, de apaciguarnos, pacificarnos, llevarnos docilmente sea al matadero o sea a la fábrica.  El Estado, en la medida en que pudo aprovecharse de todas las debilidades del subleva­miento, de la falta de exten­sión, del veneno democráti­co que lo gangrenaba, terminó por aplastarlo y logró al menos por el momento, reimpo­ner la paz social lo que al mismo tiempo le permitió relanzar su guerra impe­rialista con renovados bríos.

 

 

       Los militantes comunistas, a pesar de la crítica sin piedad que tenemos que hacer de las debilidades y los límites que se expresan en este sublevamiento, decimos clarito que esos actos demuestran claramente que existen minorías derrotis­tas revolucio­narias; subrayamos que esas acciones indican la vía, la perspec­tiva de nuestra clase. Las rebeliones derrotistas revolucio­narias del mañana darán el salto cualitativo constituyen­do sólidos lazos organizativos entre los HERMANOS DE CLASE de todos lados, de todas las porquerías de fronteras que nos impone el capital.

 

       La resistencia de los proletarios de Banja Luka nos demuestran hoy en día que el proletariado no está jamás completa­mente listo para dejarse masacrar tranquilamen­te en una nueva carnicería capitalista. Ni tampoco está dispuesto a aceptar los sacrificios, la austeridad, la miseria, la muerte , ...

 


       ¡ SOLIDARIDAD  DE  CLASE  CON  LOS  DERROTISTAS 

REVOLUCIONARIOS

DE  TODOS   LOS  CAMPOS !

 

         ¡ APUNTEMOS  NUESTRAS  ARMAS  CONTRA 

"NUESTROS" GENERALES

CONTRA  "NUESTRA  PROPIA"  BURGUESIA !

 

 

 

Notas :

 

(1) Otros movimientos colectivos de derrotismo revolucionario se han producido en este años en otros frentes, como por ejemplo en Azerbaidjan en donde la burguesía terminó ordenando como medio para enfrentar la ola de deserciones que minaba al ejército en el frente de Magorny-Karbagh: la suspensión de todos los permisos y el alistamiento de todos los jóvenes de 18 a 25 años en el ejército nacional a partir de abril del 93. Por otra parte, se reforzaron las sanciones contra los desertores, confirmando así que el derrotismo revolucionario ha penetrado en las tropas azeries. Ver otros ejemplos en nuestro texto central sobre Yugoslavia (en esta misma revista).

 



([1])    Otros movimientos colectivos de derrotismo revolucionario se han producido en este años en otros frentes, como por ejemplo en Azerbaidjan en donde la burguesía terminó ordenando como medio para enfrentar la ola de deserciones que minaba al ejército en el frente de Magorny-Karbagh: la suspensión de todos los permisos y el alistamiento de todos los jóvenes de 18 a 25 años en el ejército nacional a partir de abril del 93. Por otra parte, se reforzaron las sanciones contra los desertores, confirmando así que el derrotismo revolucionario ha penetrado en las tropas azeries. Ver otros ejemplos en nuestro texto central sobre Yugoslavia (en esta misma revista).


CO34.5.1 Sybrayamos: Sublevamiento en Banja Luka (ex- Yugoslavia) Septiembre 1993