Las declaraciones oficiales

Como es de público cono­cimiento, 1994 se abrió con el sublevamiento arma­do de Chiapas; ¿nueva­mente el proletariado en México había aga­rrado las armas para combatir al capital?

 

       Por el momento nosotros no disponemos de ninguna información directa. La mayoría de lo que se dio a conocer públicamente, en cuanto a los que serían los protagonis­tas del alzamien­to armado, así como hasta el propio nombre de del EZLN (Ejército Zapatis­ta de Libera­ción Nacional), nos hablan de un movi­miento nacionalis­ta, antilatifundis­ta, de defensa de la demo­cra­cia, de elecciones libres, etc. es decir de un movi­miento burgués de tímido corte reformis­ta.

 

 

       Aquellos que la gran pren­sa define como los jefes del movimiento han ido más lejos aun haciendo decla­racio­nes explíci­tas de adhesión a la democra­cia, de antite­rrorismo y de anti­revo­lucionarismo, de no socia­lismo, de no ser soli­darios con las luchas que se desarrollan en otros lados, etc...

 

       Así el Mayor Mario que tiene 25 años y según él 10 de preparación de la gue­rra dice: "nosotros no so­mos terroristas y no tene­mos nada que ver con las bombas que explotaron en México y Acapulco... nuestra organi­zación no es socialista... lo que queremos es la demo­cracia, la realización de elecciones sin fraudes, tierras para los campesinos, casas dignas, atención médica, escuelas. Queremos ser tratados como seres humanos, comer carne como los otros. Es así de simple. La guerra puede durar mucho tiempo porque no entrega­remos las armas hasta que no hayamos obtenido lo que queremos. Preferimos morir en combate, con digni­dad, que morir de cólera, paludismo o de sarampión y soportar el maltrato de los terratenientes"

 

       Los comunicados del EZLN así como las declara­ciones de quien figura como su máximo represen­tante, el Subcomandante Marcos, también abundan en el mismo sentido de simplemente plantear reivindicacio­nes democráticas, de liberación nacio­nal,... según lo cual todo ese movimiento no sería más que una enési­ma repetición del clásico refor­mismo burgués.

 

 

 

¿ Y el movimiento real ?

Y sin embargo, nosotros pensamos que el movi­miento real puede superar estas banderas, que el proleta­riado se contrapondrá a esas miserables consig­nas y reivindicaciones burguesas en las cuales esos supues­tos representantes del movimien­to quieren encerrarlo.

 

       Más aun pensamos que como en el México de la revolución de principios de este siglo (¡y cómo en tantas otras partes y épocas!), el antagonis­mo irreconci­liable entre esas reivindica­ciones y los intereses del proletariado, asume ya hoy un carácter explosivo, pensamos  que la mayoría  de los proleta­rios que están empuñando las armas en México luchan por sus intereses de clase totalmente antagó­nicos con el capital, la democracia, las elecciones y la famosa liberación nacional.

 

       Pero como es evidente el bloqueo de la informa­ción es y será total. De la derecha a la izquierda burguesa, desde adentro como desde afuera de México, todo se ha organiza­do para aplastar a los proletarios que luchan con la liberación nacional y la democracia y aislarlos así de la lucha de sus hermanos en todas partes.

 

       Pero ya hoy hay varias cosas que están contradi­ciendo esas versiones.

 

       Primero que nada, a pesar de las declaraciones oficiales del EZLN, del Gobierno Mexicano y de todos los medios de información de que el subleva­miento en Chiapas tenía únicamente causas locales, que era contra los caudillos locales, el accionar del proletariado se ha incrementado en todo el territorio de México. Las manifestaciones de solidaridad con el subleva­miento armado en el Distrito Federal han sido muy importan­tes y un conjunto de huelgas en dicho Distrito se han declarado explícitamente solida­rias con la lucha en Chiapas.

      

        Últimamente (en estos primeros días de febrero 1994), otro conjunto de hechos han venido a confir­mar que el movimiento no se limita a lo que el EZLN lo ha querido limitar, ni en la práctica social y programática, ni tampoco en términos geográfi­cos:

 

- así en Teopisca en Chiapas que fuera ocupada por el EZLN y luego abandonada, grupos de proletarios decididos ocuparon la intenden­cia, tomaron varios rehenes y exigieron y obtuvieron la renuncia del intenden­te Hector Alvarez miembro del PRI.

 

- así en Mapastepec también en Chiapas grupos obreros incendia­ron la intendencia y se enfrentaron violentamente con los milicos.

 

- así en la capital de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, los maestros están en pie de lucha y 3000 de ellos manifes­taron exigiendo 100 por ciento de aumento de sueldos y el apoyo total a la lucha armada iniciada en Chiapas.

 

 

       Pero como dijimos, la extensión no se limitó a todo el Estado de Chiapas:

 

- así en el Estado de Oaxaca, 4.000 proletarios princi­palmente agrícolas, tomaron por la fuerza varios edificios públicos reclamando tierras, exigien­do trabajos públicos y la abolición de sus deudas con los bancos. Hubo varios enfrentamientos con la policía en las diferentes ciudades de ese Estado; así en Santa María Xadani varios manifestantes y policías resultaron heridos cuando los primeros ocuparon varios edificios gubernamentales.

 

 - así en San Mateo Atenco, hubo una violentísima manifestación­ con varias horas de enfrentamientos con la policía, en la cual los cocktails Molotovs fueron moneda corriente.

 

- así diversas huelgas obreras, como por ejemplo de los cañeros de Michoacan se declararon abierta­mente partidarios del "movi­mien­to zapatista" y en otros estados como en Puebla, los manifestan­tes repudiaron explícitamente no solo al oficialista PRI, sino al princi­pal partido de la izquierda burguesa el PRD.

 

       Pero lo que es todavía más importante es que estos elementos de extensión incuestionable del movimiento que va generalizándose por todos estos Estados Unidos de América denominados "México" (y no habría que olvidarse que históricamente el proletariado de los otros "Estados Unidos de Améri­ca" de un poco más al Norte tiene un porcentaje muy grande de su proletaria­do de origen mexicano y sus luchas siempre fueron influenciadas por éste), es que, a pesar del esfuerzo de toda la izquierda burguesa latino­americana (partidaria de la liberación nacional) y mundial también programá­ticamente el movimiento no se deja encerrar en el programa burgués de la liberación nacional y la demo­cracia. En todas estas luchas lo que predominan son las reivindicaciones clasistas, proletarias, sea como afirma­ción de lucha contra la explotación, sea como declara­ción abierta de lucha contra la sociedad capitalis­ta.

 

       Incluso a la televisión mexicana (y a la española) se le escapó una entrevista a uno de los protagonis­tas de la primera hora de Chiapas que apareció unos breves instantes, enmascarado y empuñando armas, en la cual el mismo, cuando le preguntaron el objetivos de la lucha, no solo no hizo ninguna apología de la democra­cia, ni de la liberación nacional sino que dijo escueta­men­te todo lo contra­rio:

 

    "Nosotros no dejaremos nuestra lucha hasta que no hayamos destruido el ejército burgués y el Estado Mexicano y cambiado el sistema"

 

 

 

 

¡¿ Y Zapata !?

Muchas veces la contrarrevolución se viste y adopta los ropajes de la revolución, la recons­titución capitalista una vez derrotada la revolución utiliza algunas banderas o los nombres de los lideres revolu­cionarios para afirmar la contrarrevolu­ción con un cierto encuadramiento y "apoyo" de los proletarios.

 

 

       Como sabemos lo que en Rusia se conoció como "revolución socialista", como transformación del "capita­lismo en socialismo", fue un invento del Stalinismo que se fue consolidando al mismo ritmo que liquidando lo que quedaba de resistencia revolucionaria y el país se transformaba en un vasto campo de concentración y de trabajo reproductor del capital: el "socialismo" nacional ruso fue el resultado directo de la liquidación del internaciona­lismo proletario y revolucionario. Y nada le impidió a Stalin y a sus sucesores hasta hoy el hecho de que se siguieran llamando "bolchevique" y "Partido comunista", ni reivindicándose de Lenin; aunque los verdaderos comunistas y la mayoría de los bolchevi­ques que habían participado en la insurrección de 1917 fueron torturados, desaparecidos y liquidados por el aparato policial stalinista. 

 

 

       En México sucedió otro tanto. El Partido Revolu­cionario Institucional es, como su nombre lo indica, el resultado de institucionalizar la revolución, es decir de castrarla y transformarla en su contrario: una fuerza de gestión del orden burgués. Así como en Rusia la contrarrevolución aseguró su continui­dad formal con la revolución a la que había derrota­do hablando "revolu­ción" de "socialismo", de "inter­nacionalismo proletario", de Marx, de Lenin y de otras banderas que en la práctica traicionó; en México la contra­rrevolución siguió durante 80 años hablando de "revolución", de Zapata, de gobierno obrero, de antimperialismo, etc. No nos extrañemos pues de que hoy, en pleno 1994, no solo se reivindi­quen de la "revolución" y de Zapata, no solo dos fuerzas tan contradictorias como el proleta­riado en lucha y una organización que levanta la bandera de la liberación nacional, sino hasta el propio presiden­te Mexicano Carlos Salinas de Gortari (1).  

 

       La revolución que inicia el proletariado en los primeros años de este siglo (la primera tentativa insurreccional data de 1906, la segunda de 1908, luego la misma se generaliza entre 1910 y 1917) fue castrada, liquidada por la democracia, por la libera­ción nacional. En efecto, gracias a la acción de los constitucio­nalis­tas y demócratas agrupados en torno a la figura de Fran­cisco Madero primero, a la acción contrarrevoluciona­ria de los sindicatos urbanos que hicieron un pacto con Carran­za después, a la traición cada vez más abierta del movimiento dirigi­do por Pancho Villa, la revolución iniciada por el proletariado contra el régimen social capitalista, fue liquidada, aplastada.

 

       El movimiento comandado por Emiliano Zapata que tanto se conoce internacionalmente, fue parte de un movimiento social mucho más vasto y más claro programáticamente, cuyo centro revolucionario fuera el Partido Liberal y que no cesó nunca de denunciar todo el reformismo: constitucionalismo de Madero, reforma agraria y obrerismo de Carranza, así como al "gobierno laborista y amigo del obrero" que enarbolara también la bandera de "lucha contra el imperialismo Yanqui".

 

       Si bien gracias a la influencia permanente de los núcleos comunistas (2) los sectores del movimiento proletario encabezados por Emiliano Zapata, se contrapusieron al capital, enfrentaron la propiedad privada, las reformas agrarias, la ley y los partidos y gobiernos reformis­tas, obreristas y supuestamente "revoluciona­rios" y "antimperia­lis­tas" que se fueron imponiendo, éste nunca rompió abiertamente, al menos en lo formal, con el proyecto reformista radical que se conoció con el nombre de Plan de Ayala y el reformis­mo agrario (Ver la famosa Ley Agraria). 

 

       Pero a pesar de ello, a pesar de que las divergen­cias que hay entre la posición de los militantes revolu­ciona­rios en México y Zapata fueran profun­das, no cabe dudas de que Zapata fue influenciado por el movimien­to mismo del proletariado y por esos militan­tes revolu­cionarios, hasta afirmar, sobretodo al fin de su vida, en la práctica y en la palabra acciones que horroriza­rían hoy a muchos de los que se dicen zapatistas en México y especial­mente a los que se autotitu­lan comandantes de un "ejército zapatista de liberación nacio­nal". Tome­mos por ejemplo algún párrafo del Manifiesto de Milpa Alta en agosto de 1914:

 

 

    "Eso de gobierno militar primero y parla­men­ta­rismo después, reformas en la Admi­nistración para que quede organizada, pureza ideal en el manejo de los fondos públicos, responsabilida­des oficiales escru­pulosamente exigidas, liber­tad de imprenta para los que no saben escribir, libertad de votar para los que no conocen a los candi­datos; correcta administración de la  justicia  para  los que jamás ocupan un abo-

    ga­do; todas esas bellezas democráticas, todas esas grandes palabras con que nues­tros abue­los y nuestros padres se deleita­ron, han perdido ya su mágico atractivo y su significa­ción para el pueblo. El pueblo ha visto que con elecciones o sin eleccio­nes, que con sufragio efectivo o sin él, con dictadura porfirista o con democra­cia maderista, con prensa amorda­zada o con liberti­naje de la prensa, siempre y de todos modos, él sigue rumiando sus amargu­ras, devorando sus humillaciones inacabables, y por eso teme, y con sobrada razón, que las libertado­res de hoy vayan a ser igua­les a los caudillos de ayer..."

                                                           Emiliano Zapata 1914

 

 

 

Solidaridad proletaria

La solidaridad proletaria con el movimiento del proletariado mexicano, hoy como ayer no tienen nada que ver con el llamado a la unidad con los patriotas, con los partidarios de la liberación nacional o de la buena democracia.

 

       Por el contrario, hoy como ayer tenemos interés en mostrar el abismo total de intereses entre bur­guesía y proletariado, entre liberación nacional e internaciona­lismo proletario, entre la lucha democrá­tica y la lucha por la revolución social, entre reforma agraria y la liquidación del capitalismo,  entre los políticos, caudillos y guerrilleros demócratas bur­gueses (ayer llamados Madero, Carranza o Pancho Villa; hoy comandante Marcos o mayor Mario) y los comunistas, los internacionalistas.

 

 

       Por eso en este número en solidaridad con los proletarios que empuñan las armas en México, nosotros publicamos textos de ruptura con la contra­rrevolución, de ruptura con la institucio­nalización de la revolución (PRI), de ruptura con al liberación nacional, de ruptu­ra de clase.  En este caso textos escritos por nuestros compañeros del Partido Liberal de México.

 

       Esta pequeña contribución, no puede asimilarse a un estudio  acerca  de la  revolución y la  contrarrevolución a principios de siglo en México que desborda nuestras posibilidades actuales. Simplemente nos limitamos a publicar dos textos:

 

- El primero es un texto programático fundamental el Manifiesto del 23 de septiembre de 1911, redactado por la Junta Organizadora del Partido Liberal mexi­cano y que fuera una bandera y una dirección decisiva del proletariado en momentos de alza revolu­cionaria pero donde ya se manifestaban todos los intentos de recupe­ración burguesa.

 

 - El segundo (aunque el lector se asombre) es una obra de teatro redactada por el compañero Ricardo Flores Magón titulada "Tierra y Libertad" (3) y tiene por objetivo el hacer conocer en forma simple y condensada el drama de la revolución y la contra­rrevolu­ción en México. Hoy se podrá ver este texto como demasiado simple y sin embargo, el mismo cuenta la dramática historia real: efectiva­men­te los Gobiernos capitalistas abanderados en la revolu­ción, en el reformismo, en el obrerismo, en el antimperia­lismo, lograron el apoyo de los sindicatos y su participación activa en la represión de la revolución social por la que luchó y lucha el proleta­riado.

 

   

                                                                10 de febrero de 1994.

 


CO34.1 ¿La bandera de Zapata flamea nuevamente en los campos de Mexico ?