"A pesar de los extremistas, la sangre y las convulsiones que ello produjo, la República de los Consejos aseguró una tipo de organización y de orden durante un período en donde la más terrible anarquía de la chusma constituía una verdadera amenaza."

 

                                                                                                                                             Oszkar Jászi.

  (lider del Partido Radical burgués húngaro)

 

 

INTRODUCCION

 

 

     Si tuviéramos que resumir brevemente los ejes centrales que determinan la existencia de nuestro grupo y las bases bajo las cuales nos hemos constituido, comenzaríamos por subrayar la importancia de la centralización internacional (de militantes dispersos a través de todo el mundo, de la comunidad de lucha, ...), de la formación de cuadros revolucionarios (es decir, de compañeros preparados a asumir la organización y dirección de la lucha en futuras olas revolucionarias) y de la reapropiación programática (1). 

 

Esta última tarea la consideramos central, puesto que las lecciones que sacamos de la historia, como mo­mento de nuestra propia experiencia, constituyen la base bajo la cual podremos orientar las luchas futuras sin reproducir las debilidades del pasado.

 

       Para determinar los ejes centrales de este trabajo de reapropiación programática tuvimos que tomar como punto de partida el período, en el que el nivel de lucha proletaria fue más alta, tanto desde la perspectiva de su fuerza, como de su generalización. En este período, que lo situamos globalmente entre l917-23, las bases del viejo mundo temblaron ante el intento del proletariado de constituirse en una fuerza organizada internacionalmente. Para destruir el impulso proletario y para hacer surgir una contrarrevolución compacta (de la cual hasta ahora soportamos sus efectos; sólo hay que ver, por ejemplo, la monstruosa confusión que sabiamente se ha entretejido entre nuestro proyecto comunista de destrucción del dinero, del trabajo, de las clases y del Estado y el de los que se llaman ¡países comunistas!(!?) (2)) fue necesaria la movilización de todas las fuerzas de la burguesía, desde la reacción fascista  hasta la socialdemocracia (particularmente en sus expresiones radicaloides: luxemburguismo, bolchevismo, ...).

 

       Con respecto al trabajo realizado sobre este período, hemos determinado como prioritario la crítica de las debilidades de los momentos y lugares más altos de la lucha contra el Estado. Es por ello que la revolución y contrarrevolución en Rusia fue el centro de nuestras investigaciones y discusiones; resultado parcial de lo cual, fue la publicación de toda una serie de textos al respecto en nuestras revistas centrales. Actualmente, nuestros esfuerzos se centran en lo que fue la revolución y la contrarrevolución en Alemania durante el período en cuestión lo que se exteriorizará también en la publicación de textos en nuestras revistas centrales.

 

     Pero nuestros esfuerzos por la reapropiación de la experiencia de nuestra clase no se limitan exclusivamente a estas regiones, como tampoco a este período; la historia del proletariado esta llena de experiencias importantísimas: España 1936-37, Argentina 1919, China 1927, ...  o aún más recientemente y de acuerdo con la ola mundial de lucha del 68-73,  México o Praga en 1968, Watts y Berkeley en Estados Unidos, París y Birmania, Córdoba en mayo del 69, ...  .  Por esta razón hemos publicado diferentes textos de "memoria obrera" que dejan en evidencia puntos programáticos esenciales contra toda la obra de olvido que la contrarrevolución lleva adelante.

 

       Es en este sentido y contexto que publicamos esta contribución sobre el movimiento revolucionario en Hungría a principios de siglo. En efecto, la lucha del proletariado en Hungría en esa época fue otra manifestación importante del movimiento comunista que sacudió todos los países. Los compañeros comprenderán, leyendo el texto, que el desarrollo de la revolución en Hungría tuvo una importancia particular sobre las posibilidades de extensión, generalización y centralización de la revolución mundial en 1917-23.

 

       Este trabajo tiene que relacionarse estrechamente con el más global realizado sobre el período 1917-23 porque ofrece elementos suplementarios para evaluar la correlación de fuerza durante esa época, mostrando el potencial de generalización y (por ello) de triunfo de la revolución mundial que encerraba el movimiento insurreccional. A este respecto, remitimos al lector al capítulo 2 de este artículo en el que se describe brevemente la situación internacional y las relaciones de fuerza entre las clases en ese año crucial que fue 1919.

 

       Como veremos, los inevitables desfases y heterogeneidades en el tiempo y en el espacio tendían a reducirse, en ese momento, por la expansión brutal de la lucha del proletariado en esa región. La lucha contra los blancos en Rusia, los enfrentamientos cada vez más violentos en Hungría, el clima insurrecional en Austria, el derrotismo revolucionario que sacudió a los ejércitos "aliados", el desarrollo del movimiento proletario en Baviera y las huelgas de marzo en la Ruhr, Alemania Central y Berlín, la efímera república de consejos en Eslovaquia, .... fueron expresiones de este proceso de homogeneización. Este recuento no debe ser tomado como un rompecabezas militar, constituido de diferentes piezas correspondientes a cada país, de las cuales cada pieza "triunfante" acercaría a la victoria final; sino más bien, como la expresión de una combatividad mundial que determinaba que las luchas se centralizarán orgánicamente a través de la generalización del esfuerzo revolucionario. Los límites a esta generalización fueron las dificultades que encontró el proletariado para determinar al Valor, a la comunidad del dinero, como su enemigo; los agentes más eficaces del desarrollo de estos límites fueron precisamente los "comunistas", que desde Béla Kun a Szamuely se revelaron como socialdemócratas pintados de rojo, bolches, que encuadraron y transformaron el movimiento revolucionario en Hungría en otro ejército más de la burguesía mundial.

 

       Más allá de la importancia particular que tiene la potencialidad de generalización revolucionaria, que hemos querido poner de manifiesto, queremos concluir esta introducción afirmando que siempre se produce  una ruptura inevitable entre revolución y contrarrevolución, que se encuentra permanentemente presente en el texto, que opusieron en Hungría a las fuerzas que "parlamentaban" contra las que "llevaron adelante la acción directa", a las que "negociaron el poder" con las que prepararon la insurrección, a las que intentaron gobernar el Estado con las que lucharon por "la destrucción del Estado", a las que querían "negociar la paz" con las que lucharon por "generalizar la revolución"; en síntesis, en 1919 en Hungría se opusieron, como siempre, las fuerzas sociales burguesas contra las fuerzas sociales proletarias.

 

 

 

 

1. A propósito del carácter impersonal

    de la revolución y de la contrarrevolución.

   

 

       El estallido de la revolución que se dio a nivel mundial a comienzos de siglo y que se concentró en unos pocos años, no dejó marcados en la memoria los hechos y azañas de millones de proletarios que organizaron y centralizaron su lucha hacia una victoria definitiva, sino la historia de algunos "grandes hombres" que, a pesar de que ejercieron un papel catalizador de esa energía expresaban, a su vez, todos sus dramáticos límites. Nuestro análisis del desarrollo de la revolución en Hungría en 1919 tiene que enmarcarse fuera de la perspectiva engañosa que consiste en hablar de la revolución sea como una cuestión "política" de unos pocos "elegidos" del pueblo, sea considerando a estos hombres como sometidos a una tempestad revolucionaria en la cual sus errores subjetivos no tuvieron ninguna influencia. ¡La historia hace a los hombres y los hombres hacen la historia!

 

       El límite de la mayoría de las fuentes históricas con las que contamos consiste en el poco caso que le hacen los historiadores burgueses (fascistas, "socialistas", izquierdistas,...) a las acciones llevadas a cabo por las organizaciones efímeras de proletarios en lucha. La historia del movimiento comunista, no es más que la historia de esas innumerables tentativas proletarias de organización para destruir el Capital.  El historiador burgués retiene y relata, en el caso de la revolución en Hungría, la creación del Partido Comunista Húngaro por Béla Kun y Tibor Szamuely y la entrega "responsable" del poder que hicieron los republicanos a los social-demócratas y a los "comunistas"; dejando así de lado el papel decisivo que tuvieron los 30.000 metalúrgicos de Csepel que se prepararon, en marzo del 19, para el enfrentamiento armado para derrocar al Estado burgués en Hungría.

 

       Lo que es aún peor: la historiografía burguesa, fuere cual fuere su versión (estalinista, trotskista, liberal, ...), ve en la creación del Partido Comunista Húngaro, solamente una nueva peripecia en la danza de todos esos partidos burgueses, mostrandose incapaz de captar el significado cualitativo que tiene la tentativa de centralización de las fuerzas revolucionarias en una única organización, e incapaces también de reconcer en ello el receptáculo de una energía y una fuerza social antes que el esfuerzo voluntario de tales o tales individuos.       Se trata entonces de dar el lugar que corresponde a los hechos reales y al desarrollo objetivo de la revolución, a sus ataques violentos contra la propiedad y el dinero; de ir a la esencia de los cambios sociales que determinan al movimiento comunista, en vez de partir de las formas y las personas que expresaron (en el mejor de los casos por "torpeza" o en el peor por voluntarismo) los dramáticos límites contenidos en el movimiento y que institucionalizaron sus debilidades convirtiéndolas en leyes para la recomposición del Estado burgués.  Después de haber hecho estas afirmaciones metodológicas acerca de la reapropación de la historia, es decir, después de haber insistido en una lectura de esta que no esté determinada por la historia individual de los hombres; es necesario insistir aquí, en que complementariamente, al igual que la ideología se transforma en fuerza material, el prestigio y la confianza que las masas revolucionarias le atribuyen en un momento dado a algunos de sus dirigentes, cuando se institucionaliza, puede constituir un enorme peso material, que complementado por el seguidismo, se transforme violentamente en potencia contra la revolución.

 

       Reivindicamos el carácter impersonal de la revolución, pues comprendemos que es este mismo carácter del Capital el que transforma en gestionarios del valor a aquellos que ayer lo enfrentaban con las armas para destruirlo definitivamente. Un ejemplo de ello fue Lenin, al que su posición revolucionaria, contra la corriente en 1914/17, cuando llamaba a los proletarios para luchar por la derrota de su propia burguesía dirigiendo los fusiles contra los oficiales, le permitió obtener la fuerza para imponer, algunos años después. basándose en su prestigio personal, sus propuestas contrarrevolucionarias con respecto a la paz en marzo 1918 en Brest-Litovsk.

 

       Si abordamos previamente este punto es porque, con respecto a la revolución en Hungría en 1919, la historia burguesa (cuando nos habla) sólo nos da como referencia el nombre de Béla Kun y la proclamación de una República de Consejos.  En base a esta interpretación sólo se puede percibir vagamente una serie de trastornos que provocaron cambios en este país; las luchas proletarias brillan por su ausencia.

 

       Los manuales de historia ocultan criminalmente la masacre del proletariado en las guerras para dejar el espacio a disertaciones brillantes sobre el genio militar de las victorias de Napoleón o sobre el drama existencial que lo torturó cuando se retiró a la isla "Sainte-Hél­ene".  Esto es lo que hace la burguesía, en especial en sus versiones radicaloides, cuando ahogan la emergencia de una clase y de su programa revolucionario en las oscuras tinieblas de las relaciones de fuerza descriptas únicamente desde las decisiones de tal o cual individuo, de la constitución de tal o cual gobierno, de la ciencia táctica de tal o cual militar.  Nosotros no podemos caer en esa trampa; más aún, cuando las trampas metodológicas se multiplican y la burguesía nos precipita en el planteo de interrogantes como: ¿Béla Kun era un burgués o un comunista? , ¿los consejos en Hungría fueron revolucionarios o contrarrevolucionarios?, ¿la República de consejos estaba compuesta por obreros o por burgueses?. Marx fue fulminante con respecto a este tipo de cuestionamiento: la respuesta está contenida en la misma pregunta. Es decir, la misma formulación de la pregunta, que empuja a escoger uno de los términos, impide abordar el movimiento, la contradicción, la dinámica social que puede determinan el paso de uno a otro campo.

 

 

       Si partimos de una realidad externa al movimiento real, movimiento en el que se enfrenta la fuerza social de la conservación contra la fuerza social de la revolución de nuestra sociedad mundial, jamás podremos comprender las determinaciones esenciales que rigen el mundo.

 

       Los burgueses nos imbecilizan con concepciones que explican la realidad a partir de la definición que le da la etiqueta ideológica, para luego clasificar las fuerzas políticas que surgen de esta sociedad en cajitas distintas.  Esta lógica vulgar nos lleva a comprender la historia como: los buenos y los malos, las buenas y malas voluntades, el nivel de riqueza o de pobreza, ...  Es así como algunos dan escusas a los humanistas burgueses que buscan responder, con tanta sinceridad, a los pedidos de los proletarios; como si la sinceridad definiese la justeza de un acto y el lado de la barricada en el que se encuentran; mientras que los otros, luchan encarecidamente por defender una u otra forma que toma la revolución, en correspondencia a una etapa de la lucha en un momento determinado y de acuerdo con las relaciones de fuerza y luego hacen todo lo posible por institucionalizar lo que, como cualquier momento de la lucha, no puede ser tomado más que desde el punto de vista de su continua revolución y superación; es decir en términos de fuerzas y debilidades, ... de antagonismos, entre las fuerzas sociales de conservación y las de revolución, que continúan enfrentándose, en el seno mismo de las asociaciones obreras.

 

       Todas estas ideologías, que ocultan la materialidad del movimiento de oposición de las clases (al que reducen como se hace con los restos del cerdo en los embutidos para luego clasificarlo en pequeños compartimientos), toman al proletariado y a la burguesía como entidades puras, definidas sea por sus partidos respectivos o por sus estructuras organizacionales, sea por la cantidad de dinero que tienen en su monedero o por la suciedad de sus manos, o por las ideas, la conciencia o la voluntad. Este es el materialismo vulgar y maniquesita que domina la visión de tantos izquierdistas burgueses, en su búsqueda permanente de nuevos conceptos para justificar los inevitables movimientos que se operan en la realidad de la lucha de clases.

 

       ¡Volvamos a nuestra problemática!

 

       Decíamos que cuando se reduce y se clasifica la realidad en pequeñas casillas se imposibilita la comprensión del movimiento real de oposición dinámica entre las dos clases de la sociedad.  La lógica vulgar nos dice: "los consejos húngaros están llenos de obreros, es por ello que son revolucionarios", a lo que replican los políticos: "obreros": "la república de consejos es obrero­­/burgués, puesto que ella esta compuesta tanto por burgueses progresistas como por "comunistas"".

   

       La realidad es al mismo tiempo más simple y más compleja.

 

       Más simple porque, como lo veremos más adelante, la república asume una función de reforma y por ello de conservación del Capital que la sitúa, independientemente de los individuos que la encarnen, en el campo de la burguesía. ¡Punto!

 

       Más compleja, porque las asociaciones obreras, como los consejos o las organizaciones que se autodenominan anarquistas o comunistas, pueden ser estructuras proletarias, a pesar de contener múltiples debilidades. Sin embargo, si dichas debilidades, no son superadas estas organizaciones pueden transformarse en apéndices del Estado burgués; perspectiva peligrosísima en la medida en que el barniz que tendrá será más "radical" aún. Esto fue la realidad de la mayoría de los consejos constituidos en Alemania en 1918, que fueron rápidamente cooptados por el Estado, o, en relación más directa a nuestro sujeto, los creados en Hungría.

 

       Por ello, y para terminar con los engaños de los interrogantes antes denunciados, es completamente imbécil presentarse la cuestión en base a dilemas del tipo: ¿Es qué Béla Kun es un burgués? o ¿un comunista?, con la adopción unilateral de uno de estos dos términos, porque es imposible dar una respuesta sin tener en cuenta los factores sociales que determinaron en un momento dado que Béla Kun se situara claramente en el campo de la revolución y los que lo empujaron, más tarde, a asumir la función más claramente contrarrevolucionaria que pueda existir.

 

       Como veremos en este texto, la falta de ruptura de Béla Kun con respecto a la socialdemocracia, en el período anterior a la guerra, fue completamente relativizada por su presencia en la Rusia revolucionaria de 1916-19: donde fue subsumido, en el fuego de la acción revolucionaria, por el impulso proletario y absorbido por el movimiento comunista. La totalidad de las condiciones en las cuales se encontraba sumergido (situación de exilado, su papel en la organización de los proletarios encarcelados por diferentes países, su participación en la lucha contra los Blancos, ...) lo situaron rápidamente en el campo de los revolucionarios de la izquierda comunista. Así, por ejemplo, tomó posición, al lado de Bujarin, contra Lenin en cuanto a Brest Litovsk. Cuando regresó a Hungría jugó un papel nefasto aceptando una alianza con los socialdemócratas, lo que lo situó de hecho en una dinámica que terminará transformándolo rápidamente en agente del capital. Al margen  de su propia voluntad, sinceridad, etc... la función y dirección que asumió como ministro de relaciones exteriores durante el gobierno socialdemócrata, lo transformó en el saboteador contrarrevolucionario más efectivo.         El punto de partida tiene que ser el de las fuerzas sociales, del movimiento social, de las contradicciones sociales que dirigen nuestra comprensión de la acción revolucionaria y de su contradicción contrarrevolucionaria. Este es el único punto de partida que nos permitirá captar, en el flujo y reflujo de las fuerzas sociales, los factores que constituyen tanto la debilidad subjetiva de un individuo, o de un grupo revolucionario, como su influencia en el movimiento.

 

       Solamente desde esta perspectiva la burguesía aparecerá no bajo la forma monstruosa de una asociación de individuos siniestros, maquiavélicos que conducen el mundo según sus voluntades; (y esto a pesar de que en ciertas circunstancias la conciencia del peligro proletario conduce, a los contrarrevolucionarios, a organizar complots, atentados,     contra nuestra clase), ....; sino como un ser sometido a otro que la supera: el Capital. Captamos sus contradicciones internas (en la competencia capitalista, interimperialistas, interburguesas ...), como un momento de nuestra derrota, y esto  al margen del nivel de conciencia que tengan sobre los resultados de su acción. ¡La función, como la historia, hace al hombre antes de que el hombre haga la función!

 

       Para concluir afirmaremos que el carácter impersonal de la revolución no es una reivindicación de la revolución sino su propio contenido. Esta afirmación no tiene que ser comprendida como lo hacen los stalinistas, que borran las características personales de los hombres que luchan por el comunismo, sino  como el desarrollo una energía que no se detiene por el prestigio, elocuencia o pasado de tal o cual miembro de nuestra clase, que lo más que pueden significar es la cristalización durante su vida del esfuerzo secular del proletariado para transformar su lucha en fuerza. ¡No más héroes, nunca más! ( [1] )

 

2.  La revolución será mundial o no será nada

 

 

       Es necesario recordar, antes de comenzar con el relato de la historia y de algunas de las experiencias que sacamos del movimiento revolucionario y de su derrota en Hungría, el contexto mundial en lo que todo esto se desarrolló.

 

       En 1919, una realidad dirige el conjunto de las perspectivas revolucionarias que ofrece la lucha contra la guerra y la explotación: ¡ La revolución será mundial o no será revolución!

 

       En Rusia los comunistas son conscientes de esta realidad, y por intermedio de Lenin, se comunican con Budapest, donde la insurrección avanza, para escuchar la confirmación directa y verbal de "la toma de poder de los obreros húngaros" (3)

 

       La importancia vital de la generalización de la revolución es comprendida por todos.  El proletariado insurrecto en Hungría envía agitadores a Viena y otros lugares de Austria, para colaborar con el desarrollo de la revolución.

 

 

       El internacionalismo, que es el contenido fundamental de estas tímidas iniciativas de extensión de la revolución, es la expresión del desarrollo mundial de la acción comunista en esta época: entre 1917 al 23, en todas partes del mundo, desde la Patagonia a Rusia pasando por la India, Europa, México, Africa del Sur, Australia, Estados Unidos, ... ,surgieron y se desarrollaron  movimientos sociales que  plantearon, más allá de la contingencia de tal o cual huelga o amotinamiento, más allá del aspecto parcial de tal o cual movimiento insurreccional , al orden del día, la transformación radical de las relaciones sociales capitalistas.  El proletariado, como fuerza, se organiza como movimiento, barre con todos aquellos que intentan limitar su emancipación revolucionaria, al cuadro de una nueva gestión de su propia explotación.      

      

El movimiento, cuando ataca los fundamentos de la relación social capitalista: "la propiedad  privada", demuestra claramente por todos lados su esencia revolucionaria.  Los proletarios atacan lo bancos, aterrorizan a los patrones, ejecutan a los propietarios, funcionarios y otros representantes de la gestión del dinero.  En Rusia, por ejemplo, a cada representante del capital le toca su turno: el zar Alejandro, el príncipe Lvov, Milioukov, Kerensky  (versión de "derecha" o luego de "izquierda" con una mayoría social demócrata) fueron expulsados del gobierno independientemente de las sucesivas promesas de pan y paz.  Los proletarios atacaron al Estado y se necesitó toda la ciencia política de los bolcheviques para poder atacar y frenar al movimiento de destrucción del Estado y al de generalización de la insurrección que el proletariado llevaba adelante.

       En marzo de 1918, mientras que el proletariado luchaba por generalizar la revolución, Lenin pide la firma de los acuerdos de Brest Litovsk .  Esto iba claramente en contra del interés de la revolución mundial, situándose, así, en la defensa patriótica del bastión nacional ruso.  Pero a pesar de que este Tratado fue un golpe brutal contra el desarrollo del movimiento comunista, éste no fue aplastado:  1919 fue un año decisivo.

 

       En Rusia el proletariado continuaba su lucha resistiendo victoriosamente a los ataques de los blancos y, aunque más dificilmente, al reordenamiento del Estado burgués realizado por los bolcheviques.  En el resto de Europa (y del mundo, como ya lo afirmamos anteriormente) se produjeron grandes enfrentamientos de clase.

 

       En noviembre de 1918 el proletariado con su derrotismo revolucionario, que provocó la derrota de Alemania y de Austria-Hungría, logró parar la guerra.

 

       En enero del 19, en Berlín, el capitalismo vacila frente a la determinación  de los proletarios armados; fueron necesarias todas las irresoluciones de los antiguos jefes socialdemócratas, ahora a la cabeza, del Partido Comunista Alemán (KPD-S) (recientemente creado) para, por intermedio de múltiples acuerdos con los contrarrevolucionarios del USPD y del SPD, sabotear la insurreción cavando, así, la tumba de las fuerzas obreras insurrectas.  Noske terminó la obra de los Liebknecht, Ledebour, Daumig y consortes.

 

       La masacre de Noske en Berlín, no logró destruir el avance proletario: las huelgas insurreccionales que estallaron en toda la Alemania central y del norte materializan la increíble fuerza del proletariado en esos momentos.  El 8 de abril de 1919, los guardias rojos realizan impresionantes desfiles y se enfrentan con el socialdemócratas Hoffman, que intentaba destruir el movimiento insurreccional que se desarrollaba en Baviera.

 

       Al mismo tiempo, en Viena, se produce una agitación comunista que se extiende rápidamente: todos saben que se necesita poco (¡una estrategia insurreccionalista y la centralización de las fuerzas revolucionarias internacionales !!!!) para que la república caiga y los obreros tomen el poder.  Es así que Béla Kun envía a Ernst Bettelheim a mediados de mayo; éste intenta organizar una insurrección  en un clima en donde los proletarios se encontraban, en muchas ocasiones, al borde de incendiar el parlamento.

 

       La agitación, al interior de los "países que ganaron la guerra", también gana terreno. A pesar de que la burguesía logra consolidar fácilmente la unión nacional gracias a la "victoria": en cada lugar en el que los soldados de los países aliados, entran en contacto con el proletariado revolucionario se producen amotinamientos, fraternización, derrotismo. Los "prisioneros de guerra", en los bastiones de proletarios insurrectos en Rusia, Hungría,  se alinean al lado del proletariado y forman batallones revolucionarios.  Así en 1919, una gran parte de la escolta del coronel Vyx, representante de los Aliados en Budapest, deserta y se adhiere a la revolución.  Estos desertores fueron los que después exhortaran a sus antiguos compañeros de frente para que desertaran e hicieron múltiples llamados derrotistas en vías de la fraternización.  En Crimea, los marineros de 3 acorazados del ejército francés, en misión para apoyar la contrarrevolución, se amotinan y fraternizan con sus hermanos de clase en Rusia.

 

       Podríamos tomar cientos de ejemplos que ilustran claramente el carácter extensivo de la combatividad proletaria en el transcurso de este período.  Los proletarios en Servia se encontraban en perpetuo estado de revuelta.  En junio del 19 en Marbourg, los reservistas del 45° regimiento yugoslavo se amotinan; en Varesdin (Crotia) derrotistas del regimiento de caballería toman presos, con la ayuda de los obreros de la ciudad, a sus oficiales y proclaman la Comuna.  A Esseg, en Eslavonia, los obreros decretan la huelga general e izan la bandera roja cuando llega el ejército francés, ....  No hemos hecho más que tomar alguno de los tantos ejemplos de lucha que se desarrollaron en Europa, sin tener en cuenta lo que se produjo en Italia, ni la agitación en España y Portugal; asimismo no hemos tenido en cuenta todos los movimientos que se desarrollaron en los Estados Unidos, y Canadá, las luchas terribles y decisivas que se produjeron en América Latina,  en Austria, en Africa del Sur, en India, ...

 

       Es, en este clima revolucionario y mundial, y en el medio de esta fase revolucionaria, que además de la insurrección del proletariado en Rusia, se afirma en los movimientos de carácter insurreccional en Alemania y la expansión del derrotismo revolucionario en los rangos de los ejércitos victoriosos que se se plantea la insurrección armada del proletariado en Hungría: marzo de 1919.

 

       Es dentro de este contexto que se puede comprender fácilmente el terror que vivió la burguesía mundial; terror que la determinó a reagruparse, más allá de todas sus contradicciones imperialistas,  vencedores y vencidos, enemigos de ayer y de mañana,  contra su enemigo mortal: el proletariado.

 

       Más adelante veremos los planes que esta elaboró y todo lo que hizo para destruir la revolución.  Sin embargo, desde el punto de vista de la revolución es necesario tener presente, a lo largo de nuestro trabajo, la situación revolucionaria que hemos descrito brevemente para comprender hasta que punto fueron criminales las debilidades de la dirección que el proletariado se dió y la falta de resolución de los cuadros y organizaciones proletarias.

 

       La crisis revolucionaria que se extendió desde noviembre del 18 (momento en que el proletariado logra imponer el fin de la guerra) hasta aproximadamente junio del 19 (derrota del proletariado en Alemania, en Baviera, en Hungría, ...) es, probablemente, desde el punto de vista internacional, el momento en el cual el proletariado se aproximó más a la victoria final.  Esto no quiere decir que las luchas en una u otra región del planeta, alcanzaron, de una manera mecánica, su punto culminante en 1919. ( [2] )                                                                                         

       En Rusia, por ejemplo, la insurrección de Octubre de 1917 es evidentemente uno de los momentos más altos de la revolución en este lugar del mundo y por otra parte tuvo un gran valor de ejemplo para el proletariado mundial. De la misma forma, el movimiento del proletariado en Alemania no se encuentra derrotado en junio de 19 (a excepción de la Baviera).  Así, cuando el proletariado en marzo del 20 se enfrenta al golpe de estado de Kapp, libera, a partir de sus experiencias vividas en enfrentamientos locales, unos meses después, toda su energía revolucionaria: en dicha ocasión, el movimiento alcanza, su punto culminante: se organiza un Ejército Rojo que logra apoderarse de casi todo el norte y el centro de Alemania.

 

       Claro está que siempre existió, y existirán, terribles heterogeneidades, tanto en el tiempo como en el espacio, en las luchas del proletariado; pero es precisamente por esta razón, que en el transcurso de una crisis revolucionaria el esfuerzo por centralizar, organizar y generalizar la insurreción revolucionaria es extremadamente vital.

                                                                                                  

Esta es la realidad que nos muestra esta fase crucial de la revolución en la que durante 7 u 8 meses, desde noviembre del 18 hasta junio del 19, las insurrecciones, tomas de poder, huelgas de proletarios armados, se desarrollaban sin parar en todos las partes del mundo sin que ninguno de estos enfrentamientos haya tenido la audacia de destruir las fronteras burguesas, a pesar de que las condiciones para esta generalización parecían darse, como jamás se dieron (ni antes ni después del 17 al 23).

                                                                                                                      

Sabemos que los bolcheviques, cuando rechazaron la entrada de tropas alemanas en Rusia y firmaron el tratado de Brest Litovsk, frenaron el movimiento (4).  Sin embargo el respeto imbécil de las fronteras bloqueó también el desarrollo de la lucha y la posibilidad de generalización revolucionaria, limitándola a tal o cual marco nacional cuando la correlación de fuerza se encontraba a favor del proletariado.  Cuando los proletarios revolucionarios infligieron, en junio del 19, una terrible derrota al ejército franco-rumano y cuando bajo el avance de la insurreción revolucionaria que se declara en Eslovaquia y que se produce por los esfuerzos combinados  de los proletarios de la región y de sus compañeros del Ejército Rojo, Béla Kun da la orden formal de parar el avance y generalización de la insurrección está confundiendo la extensión social de la revolución con la invasión militar burguesa. ¡Fetichismo mortal de las fronteras! Siguiendo, e invocando el ejemplo de Brest Litovsk, y contra la mayoría de los proletarios armados de ambos lados de la frontera, firma un acuerdo de paz con los delegados internacionales de la conferencia de paz convocada por Clemenceau y los aliados.  Esta era la única salida que tenía la burguesía para frenar la revolución, la consecuencia de esto fue el aplastamiento y la masacre del proletariado insurrecto en Eslovaquia y la derrota, más tarde, del proletariado en Hungría que frente al sabotaje de sus "jefes" quedó totalmente desmoralizado.

      

      

Otro ejemplo del poder de las fuerzas de generalización del proletariado, como de la capacidad de la contrarrevolución para destruir esta fuerza, en 1919, se materializa en los movimientos insurreccionales del proletariado en Austria.

 

       Los movimientos insurreccionales en Hungría y lo que aparece a los ojos del proletariado como la toma del poder en Hungría en marzo de 1919 (la edificación de la República de los Consejos) provocaron un movimiento, en Austria, que ve cada vez más real la posibilidad de la dictadura del proletariado; lo que determina, en el transcurso de muchos meses, una situación insurreccional que a su vez determinará la necesidad de todos los esfuerzos de las diferentes fracciones burguesas, en particular del centrismo, para destruirla.

 

       En abril 1919, los Aliados invaden Hungría por intermedio del ejército rumano con el objetivo evidente de destruir la potencia de la revolución.  El revolucionario anarquista Léo Rotziegel, en el transcurso de un mitin toma la palabra frente al ayuntamiento y defiende la necesidad internacionalista de solidarizarse con el desarrollo de la revolución en Hungría.  El 2 de abril, cuatrocientos voluntarios, a los que se adjuntan ochocientos proletarios armados, parten a Hungría.  Bela Kun los recibe en Budapest y  .... ¡los envía al frente de Debrecen!  Al margen de todas las ilusiones que aquellos militantes del internacionalismo  puedan haber albergado a propósito del gobierno republicano húngaro y de la no comprensión de que la mejor solidaridad es luchar directamente por la generalización de la revolución en Austria, estos mil doscientos proletarios partieron para solidarizarse con sus hermanos en Hungría (5), expresando, así, prácticamente tanto el poder del internacionalismo proletario, como las posibilidades reales de generalización.

 

       Evidentemente la historia no se construye a golpes de "y si" (... "si los revolucionarios en Hungría hubiesen generalizado el movimiento", por ejemplo); sino que es indispensable considerar el conjunto de condiciones existentes en ciertas fases históricas para comprender, más allá del localismo limitativo, que las derrotas,   incluso las locales, fueron determinadas, no por el aislamiento inevitable y momentáneo de los comienzos de una insurrección, sino, como siempre, por los golpes que asesta un patriotismo, muy preocupado por preservar la integridad nacional, contra el desarrollo mundial y la victoria definitiva de la  insurrección comunista (y por ello también contra la victoria local también!!).

 

       Béla Kun, cuando rechaza la generalización y frena el movimiento con su actitud diplomática con respecto a los Aliados, asesta, sin lugar a dudas, un golpe muy ( [3] ) duro a las posibilidades de generalización y establecimiento mundial de la dictadura del proletariado.  Dictadura que tendía a reafirmarse durante estos meses cruciales del 19: en Rusia los proletarios se aproximan a la victoria final contra los blancos, en Alemania, Austria y en todo el centro de Europa la situación es insurreccional.Pero más allá de la influencia personal de un Bela Kun o de un Lenin, lo que hay que criticar son los límites globales de la práctica internacionalista en el transcurso de estos años. Estos elementos son los únicos que nos permitirán comprender mejor la derrota de la insurrección en Hungría.

 

       En 1919, las relaciones de fuerza entre burguesía y proletariado se encuentran, como ya lo hemos visto, a un nivel de exacerbación tal, que la burguesía se encuentra obligada a otorgar,  concesiones enormes, al proletariado insurrecto. Pero estas concesiones, que fueron rápidamente aceptadas como victorias por el proletariado, y como triunfos que había que defender por la socialdemocracia, fueron al mismo tiempo la tumba que se cavó para enterrar la revolución.

 

       Esto hay que considerarlo desde un doble punto de vista: desde las limitaciones de la práctica internacionalista proletaria y desde la fuerza anti-internacionalista de la burguesía.

 

       Desde el punto de vista del proletariado mundial, el internacionalismo es considerado como una adición vulgar de revoluciones nacionales; lo que se materializó organizacionalmente en el más estricto federalismo de las diferentes tentativas comunistas de organización.  Tibor Szamuely y Bela Kun fueron enviados a Hungría, con 30,000 rublos en el bolsillo, para crear, bajo las consignas del ejemplo ruso, un Partido Comunista Húngaro.  Así Bela Kun reúne a socialdemócratas de izquierda, anarquistas y comunistas en el Partido Comunista Húngaro. Después de que la república le lega el gobierno, lucha por obtener un acuerdo entre el Ejército Revolucionario en Hungría y el Ejército Rojo en Rusia que se encontraba en plena guerra contra los Blancos. Pero a pesar de que este acuerdo nunca pudo ser llevado a la práctica, porque el Ejército Rojo estaba muy ocupado en su lucha contra los Blancos, estas tentativas de acuerdo entre ejércitos nacionales, por las que Bela Kun había obtenido un acuerdo incondicional de un buen número de fracciones húngaras de "derecha", son la expresión acabada del federalismo que ve la construcción del Partido Comunista país por país. Esta idea de desarrollo de los partidos comunistas no se encuentra muy lejos de la idea de construir el Partido Comunista "en un solo país" (para imitar a Stalin).

 

       El nacionalismo se desarrolló irremediablemente con el llamado a la defensa de los bastiones revolucionarios y, tanto en Hungría como en Rusia, el punto de vista que dirige realmente a quienes pretenden ser el porvenir del movimiento comunista es el del defensimo local,  el de la defensa de las concesiones burguesas presentadas unilateralmente como victorias, el reforzamiento, a cualquier precio, de bastiones geográficos. La ilusión de la consolidación de la revolución sin su extensión internacional, constituyó una enorme debilidad, en la lucha proletaria en el transcurso de este período.

 

       Por ello, desde el punto de vista del proletariado, la fuerza de su internacionalismo se encuentra mucho más en su oposición a los ataques burgueses, en su negación de la barbarie capitalista; y esto a través de los actos de derrotismo revolucionario, de la organización de deserciones, la fraternización en los frentes, las acciones de sabotaje en solidaridad con los proletarios que luchan en otros países, etc.... que en la organización positiva y la creación efectiva de un Partido Comunista mundial que afirme el internacionalismo del proletariado y guiado, no por tal o cual situación local o puntual, sino por las necesidades globales de la revolución mundial. Es así que la única tentativa importante por constituir una centralización mundial de la revolución, se transformó rápidamente en una sucursal de los intereses de la política "exterior" de Rusia:  la Internacional Comunista, una vez eliminada las oposiciones de izquierda (a través de la exclusión o asimilación), hubiese podido llamarse, más acertadamente, "Ministerio de Relaciones Exteriores" de la nación Rusa!

 

       Desde el punto de vista de la burguesía, la fuerza de su antiinternacionalismo residió en su capacidad para responder, desde sus intereses y su punto de vista, a las necesidades revolucionarias del proletariado; es decir en transformar el enfrentamiento social en una guerra de defensa del territorio y en proponer, frente al rechazo proletario de la guerra, la paz democrática y mundial para todos los pueblos: con respecto a la época a la que nos referimos, el plan Wilson fue la respuesta que se le dio a los llamados de paz y derecho a la autodeterminación de los pueblos de la Rusia "revolucionaria"; este llamado no era otra cosa que la recuperación del desarrollo de la revolución hacia la necesidad burguesa de restablecer la paz social.

 

       Este también fue el sentido que tuvo la política burguesa de alentar las heterogeneidades reales, en el tiempo y en el espacio, que existían entre los diferentes focos revolucionarios, para así aplastar el movimiento comunista internacional parte por parte, bastión por bastión, por las armas y la masacre sistemática, en la mayoría de casos, o por intermedio de los bolcheviques en Rusia, transformado así la insurrección proletaria en la fuerza más potente de la contrarrevolución que se haya conocido,  por la edificación de un estado pintado de rojo, por el desarrollo de la gigantesca mistificación de un país que construía el "comunismo".

 

       Cuando la relación mundial objetiva entre las clases no permite la victoria del proletariado y el desarrollo de su dictadura contra el Valor, las debilidades subjetivas serán las fallas que permitirán a la burguesía edificar su respuesta a fin de restablecer su propia dictadura.  La burguesía saca lecciones de los enfrentamientos y gracias a esto instituye una contrarrevolución compacta cuyas fuerzas desicivas se asemejan a un amortigüadore gigante que impide que toda ruptura revolucionaria encuentre su camino hacia la generalización y su desarrollo. ( [4] ) ( [5] )

 

3. El proletariado provoca la derrota de la burguesía en guerra en Hungría.

 

 

       La proletarización en Hungría, se desarrolló espectácularmente a fines del siglo XIX y a principios del XX. Los ingresos de más del 88 % del "campesinado" eran inferiores a los 50 florines por semana, que eran considerados como lo mínimo necesario para alimentar una familia.  45% de la población agrícola no poseía ni una pequeña parcela de tierra (cifra que incluye los miembros de la familia) lo que implicaba que ya en esa época seis millones de personas se encotraban totalmente separados de sus medios de vida y obligados a buscar comprador para su fuerza de trabajo para subsistir. La hambruna era crónica en el transcurso de este período: de 1891 a 1914 más de 2 millones de "sin reservas"  emigraron de Hungría hacia América.

 

       Así mismo, en este mismo período, se desarrolló rápidamente la industria: de 1890 a 1910 la cantidad de obreros industriales pasa de 900.000 a 1,5 millón, y al interior de estos el porcentaje de obreros empleados en las grandes fábricas crece de 23% a 45%.

 

       En las fábricas de materiales de construcción, los niños de 10 a 12 años trabajan cotidianamente 16, 17 horas, los salarios y las condiciones de vida eran particularmente miserables.  Las viviendas proletarias, en Budapest, eran consideradas como las peores de todas las capitales de Europa.

 

       La urbanización se desarrollo rápidamente: de 1870 a 1910, por ejemplo, la población de Budapest pasa de 280.000 a 880.000 habitantes, la mayoría de las familias obreras vivían en una precariedad extrema.  La similitud con lo que se desarrolla como grandes polos hoy en día, particularmente en Asia y en América del Norte y del Sur, pero también en Europa, es evidente.

 

       Una serie de sublevamientos se dieron, principalmente en la campaña, contra estas condiciones de vida, durante la última década del siglo XIX.  Los "gendarmes"(6), la policía, reprimieron cada sublevamiento con una brutalidad extrema.

 

       A partir de comienzos de este siglo las huelgas se dieron una detrás de la otra; en 1902, 2000 obreros de la industria inmensa de vagones de ferrocarril en Gyor se declararon en huelga, en 1904, los obreros de los ferrocarriles prolongaron sus huelgas saboteando las líneas, parando todos los trenes; a partir de enero de 1905, las huelgas estaban al orden del día en todo el país.   En Budapest, Szeged, Pécs, Cegled, etc. las fábricas textiles, las minas, la construcción se paralizaban.  El nivel más elevado de la lucha se dio en mayo 1905 cuando 30.000 obreros metalurgicos se declararon en huelga.  El Estado solo pudo asegurar el orden y la ley por la colaboración directa con los jefes sindicales y de la socialdemocracia.  Estos proponían manifestaciones pacificas y llamaban a la disciplina y a la responsabilidad; pero a pesar de esto y contra estas fracciones del capital, las manifestaciones violentas continuaron y la represión fue también dura.

 

       En junio de 1906, estallaron huelgas en Debrecen.  En julio, 4.000 mineros inician un conflicto en Salgotaryán, las minas fueron, finalmente, ocupadas por la gendarmeria y un regimiento del ejército.  En 1907, los mineros del valle del Jiu (7) declaran la huelga.

 

       De la misma manera, el proletariado agrícola, libró en la época grandes combates.  En junio de 1905, estallaron varias revueltas de los "sin reservas" en tres grandes regiones de la campaña húngara: las regiones de Somogy, Tolna y Veszprem. Las huelgas, sabotajes y revueltas resultaron al fin aplastadas por los gendarmes y por unidades del ejército.

 

       El 23 de mayo de 1912, el proletariado manifiesta masivamente en Budapest; la policía tira sobre las masas y los proletarios replican logrando liquidar algunos agentes represivos. Los obreros despedidos ocupan las fábricas. El gobierno, aterrorizado por las dimensiones que adquiere el conflicto, retrocede invalidando el lock out y exige que se restituya a los obreros despedidos.

 

       Con el desencadenamiento de la guerra se intenta aplastar las luchas que el proletariado oponía, más o menos regularmente, a la crisis capitalista. A pesar de ello y de su total prohibición en 1917, las huelgas continúan. En ese año la actividad industrial del país fue militarizada.

 

       Este cuadro, de resistencia y de lucha permanente del proletariado, permite comprender mejor como tanto Hungría (con más exactitud el Imperio Austrohúngaro), como Alemania, fueron países derrotados en la guerra imperialista. El factor principal de ello fue la combatividad continua de los obreros con respecto a la degradación de sus condiciones de vida que les imponía el Capital y en particular la tenacidad de la lucha proletaria específica contra la guerra.

 

       En efecto, los primeros movimientos específicamente de enfrentamiento a la guerra se dieron en 1915 bajo la influencia, entre otros de Ervin Szabo.  Organizador de una corriente de izquierda al interior de la socialdemocracia, había presentado en los congresos de 1904 y 1905 de la socialdemocracia, tesis

( [6] ) que habían sido consideradas como muy radicales. En ellas denuncia la voluntad del PSD de " .... perpetuar la dominación de una pequeña oligarquía sindical sobre el proletariado".  Szabo llevará a cabo así su ruptura con la socialdemocracia, organizandose luego en el Círculo Galileo. Dicha organización fundada en 1908, en la universidad de Budapest, tenía como base posiciones antimilitaristas y anticlericales y al principio se limita,, a organizar lecturas y conferencias pero luego se radicalizará con la guerra. El "Círculo Galileo" se componía principalmente de una mezcla de anarquistas, de socialistas revolucionarios excluidos de la socialdemocracia, de pacifistas, ....  A pesar de que el círculo no era más que una agrupación de discusión y de polémicas, sin contener ni desarrollar perspectivas claras, jugó luego un importantisimo papel en la propaganda derrotista revolucionaria.

 

       Como decíamos es a fines de 1915, bajo el impulso de Ervin Szabo y de sus compañeros que se constituye el movimiento de lucha específico contra la guerra, Fuera y contra los planteos socialdemócratas, estalla, en un país constituido en una gran selva de bayonetas, una huelga contra la guerra que se extiende por todas partes bajo las consignas de "Abajo la guerra", "Abajo el militarismo" ...  A estas banderas la socialdemocracia opone las del sufragio universal y secreto llamando a parar la huelga. Al fin logran quebrarla gracias a la famosa "disciplina de partido".  Los socialdemócratas fueron reconocidos por lo que eran (y son): patriotas, nacionalistas, y factores escenciales en la guerra imperialista.

 

       Pero, en continuidad con esos movimientos del proletariado contra la guerra, la acción derrotista revolucionaria constinuó extendiendose y el propio ejército húngaro fue invadido por la ola derrotista. Doscientos mil refugiados, procedentes de Galicia y Transilvania, se instalan en Budapest entre 1915 y 1916, constituyendo un verdadero vivero para los derrotistas revolucionarios y los desertores.  A principios de la primavera de 1916, la policía, para luchar contra la agitación creciente, reprime y logra desmantelar el Círculo Galileo. El proceso de los militantes revolucionarios provocó numerosas huelgas tanto en el frente como en las fábricas metalúrgicas del Estado.  El Círculo renacerá luego a partir de sus propias cenizas.         Cuando en Alemania se encarcela a Karl Liebknecht, como símbolo de resistencia a la guerra y por haber manifestado publicamente su derrotismo, independientemente de lo que en realidad era (8), estallaron toda una serie de manifestaciones obreras que fueron la catalización de la corriente contra la guerra del proletariado.  De la misma manera, el Círculo Galileo, a pesar del carácter "pacifista" que tuvo en sus orígenes, constituyó el soporte sobre el que se organizaran los proletarios combativos para expresar su acción contra la guerra.  Las huelgas, consecutivas a la represión que toca a los militantes de este Círculo, fueron brutalmente reprimidas, pero provocaron otras huelgas de solidaridad aún más generales. Se entretejía, así un movimiento que se expresará con una gran amplitud a partir de 1917.

 

       En efecto, en 1917, con el desarrollo de la combatividad obrera, surgen diferentes grupos que tenían en común el rechazo a la política socialdemócrata y más globalmente una práctica común de contraposición a la guerra.  Así aparece un primer grupo que se forma en base al rechazo corporatista de la socialdemocracia a trabajar con los "cuellos blancos"; técnicos e ingenieros se asocian, para formar un Comite Inter Fábrica, que dirigirá y organizará las huelgas que la socialdemocrácia no apoyaba.  Rápidamente otros militantes, asqueados por el sabotaje contrarrevolucionario de los socialdemócratas, entran en dicho Comité que se convierte en un grupo poderoso que toma posición por la acción directa y la organiza.  Más tarde este grupo entra en contacto con uno de los grupos del Círculo Galileo y pasan a autodenominarse Socialistas Revolucionarios.

 

       Asimismo, Ilona Duczynska regresa de Suiza con panfletos contra la guerra que recibió de Balabanov en Zimmerwald.  Ervin Szabo quedó muy impresionado con el material de Zimmerwald y organiza mitines en los cuales Duczynska sitúa el contenido de las discusiones de Zimmerwald.  El Círculo Galileo se inspira de esta conferencia, para iniciar una propaganda contra la guerra  en noviembre 1917; esta campaña es mucho más determinada que la precedente y se difunden volantes en los que firman: "Grupo de Socialistas Húngaros afiliados a Zimmerwald" (9).  De la misma manera la Insurrección de Octubre en Rusia determina una orientación más clara hacia la acción directa contra la guerra.  Se difunde un primer volante derrotista revolucionario, y se produce una escisión al interior del círculo entre los partidarios de continuar con la organización de conferencias y discusiones a propósito de la guerra y los que se comprometen prácticamente en el trabajo de propaganda clandestina.

 

       Fue en estos momentos que Otto Korvin, militante revolucionario que se autodnomina anarquista, con otros compañeros de su grupo y con militantes del Comité Inter Fábrica, entran en el grupo de agitación de propaganda clandestina del Circulo Galileo.  Dicho grupo, que se autodenomina, como dijimos, "socialista revolucionario" en referencia a los "Socialistas Revolucionarios de Izquierda" de Rusia, difunden un segundo volante titulado "Ni un centavo, ni un hombre para el ejército" en una manifestación contra la guerra organizada por el Comité Inter Fábrica, que había sido convocada en solidaridad con la revolución en Rusia y en la que se denuncia, sobre el mismo pie y como belicista, al gobierno y a la socialdemocracia.

 

       Como se puede observar, la lucha contra la guerra fue el producto de una miríada de acciones de sabotaje ( [7] ) y deserción que se centralizaron, más bien, alrededor de militantes reconocidos por su combatividad que en torno de una organización revolucionaria bien definida, y las polarizaciones políticas se operaron directamente en el fuego de la lucha, en función de las necesidades.  La lucha unificaba en una misma comunidad, tanto a militantes que rompían, más o menos claramente, con la socialdemocracia, como a revolucionarios cuyo rechazo a la socialdemócrata, los llevaba a agruparse bajo la bandera del anarquismo. La lucha tendía a unificar a aquellos que asumían la acción directa contra los nacionalistas, provocando rupturas en los diferentes reagrupamientos informales, y esto independientemente de la etiqueta ideológica que adoptaban los diferentes militantes.  Así vemos a los anarquistas Ervin Szabo y Otto Korvin, en una misma comunidad de acción con los marxistas del Comité Inter Fabricas. El apelativo de "Socialistas Revolucionarios" se le debe a Otto Korvin, pero todos partían de Rusia como punto de referencia.  Los grupos se formaban y se descomponían en función del desarrollo de la lucha contra la guerra, y de los golpes repetidos de la represión; pero esto no impedía el desarrollo del derrotismo revolucionario.

 

       En Pola, Otto Korvin organiza a los marineros que se amotinan;  los soldados del frente italiano también se sublevan. En Budapest, un regimiento de guardias nacionales rechaza las ordenes de partir al frente. Muchachos de 16 años se deslizan, cuando la oscuridad de la noche lo permitía, penetrando en los cuarteles para distribuir volantes para incitar a los soldados al sublevamiento. Cuando fueron descubiertos fueron brutalmente golpeados por la policía y enviados a los campos de concentración, pero su ejemplo fue seguido por otros proletarios.

 

       El 12 de enero de 1918, el Círculo Galileo fue prohibido y los miembros de los Socialistas Revolucionarios fueron encarcelados, excepto Szabo y Korvin que logran escapar.  El 18 de enero, los proletarios que se encontraban trabajando, apoyan los sublevamientos de sus hermanos en el frente y declaran la huelga general. Ello aterrorizó enormemente a la burguesía, pues en el mismo momento las huelgas estallaban también en Alemania y Praga y se generalizaban.  Ciento cincuenta mil obreros ocuparon las calles de Budapest, mientras que grupos proletarios llevaban adelante acciones de sabotaje en las centrales eléctricas y los ferrocarriles para paralizar al país. Los Socialistas Revolucionarios, continuaron  difundiendo su propaganda por el derrotismo revolucionario, articulando su oposición a la socialdemocracia rechazando el parlamentarismo. En uno de sus volantes dicen: "Ud. cree que la victoria de los ideales proletarios puede obtenerse a través de leyes electorales?"

 

       El 1 de febrero, los marineros del puerto adriático Cattaro se amotinan en 40 buques que quedan totalmente inmovilizados, izan la bandera roja. La burguesía llamará, para reprimir el motín, a los submarinos alemanes. El 20 de mayo, el 6° regimiento de infantería de Ujvidek, en Pecs, se amotina. Los derrotistas revolucionarios toman la ciudad. Se envía dos regimientos enteros para acabar con el movimiento. Tres días les hicieron falta a estos perros sangrientos para terminar con el movimiento, el precio fue enorme: 1 hombre cada 10 fueron fusilados.

 

       En junio del 18, 50.000 proletarios entran en huelga reivindicando aumentos de salarios y se enfrentan, armas en la mano en ciertos lugares, a las unidades policiales.  La actitud de los socialdemócratas con respecto al combate que llevaba adelante el proletariado es siempre la misma.  El Partido Social Demócrata escribe en su órgano central:

 

       "Los combates heroicos y los sacrificios de los trabajadores no pueden ser suficientes para llegar a un resultado frente a la fuerza del gobierno. En este sentido, no tiene sentido continuar el combate, esto solo llevará a la muerte de un gran número de personas y rompería la fuerza de la clase obrera. Es por esto que suplicamos, a todos los obreros que luchan: ¡volved directamente al trabajo!"

 

       En setiembre, los militantes del Círculo Galileo son juzgados; Iona Duczynska y sus compañeros aprovechan el juicio, para transformarlo en una tribuna, en donde critican violentamente al Partido Social Demócrata y la guerra.  En el transcurso de este mes los desertores, cada vez más numerosos, adoptan otro comportamiento: en vez de escaparse deciden replicar a sus perseguidores con las armas; los escuadrones especiales del general Lukachich, encargados de reprimir a los derrotistas revolucionarios, no logran contener las grandes olas de deserción, los actos de insubordinación y los motines.  Las ejecuciones públicas de desertores no provocaban más el miedo en aquellos que eran testigos, sino más bien la hostilidad y la cólera contra los verdugos.  Los desertores empezaron a organizarse constituyendo grupos que respondían organizadamente a los disparos de sus perseguidores y daban vuelta sus fusiles contra los oficiales.  Motivados por el triunfo de estas acciones, dichos grupos comenzaron a tomar iniciativas propias de ofensiva contra el enemigo de clase.

( [8] )

         La revolución gana terreno e impide que la burguesía, en Hungría, continue sus objetivos imperialistas. La unión nacional y la paz social se desmoronan. El proletariado, a través de su lucha, clavará un puñal libertador en la espalda de los tiburones imperialistas de "su" país, logrando así parar la guerra.  La consigna que llama al proletariado para que luche contra su propia burguesía, contra su enemigo directo, nos muestra, en este caso, toda la fuerza de sus conclusiones.  El edificio político austrohúngaro se desmorona. Puesto que la burguesía no puede masacrar a los proletarios en la guerra trata ahora de calmar la situación que ha comenzado a escapar de su control.

 

       Sus diferentes fracciones desfilarán entonces en el gobierno húngaro quemando sucesivamente la carta del federalismo y de la república, preconizada por la izquierda republicana, con Karolyi a la cabeza  (10), la carta de los socialdemócratas que apoyaron a Karolyi, y la de los socialdemócratas de izquierda atraidos por el Partido Comunista.  Será la unificación del Partido Social Demócrata de Hungría con el Partido Comunista de Hungría y su ocupación del gobierno lo que logrará finalmente apaciguar y luego destruir el ardor revolucionario.  A nivel internacional, la burguesía que "ganó" la guerra (los Aliados) completará la represión del desorden revolucionario cuando frente al debilitamiento de su adversario por las negociaciones deja entrar al ejército rumano en Hungría y cuando prepara, desde los comienzos de abril del 19, en complicidad con los jefes del ejército francés, una ofensiva que tenía como objetivo aplastar militarmente la revolución.

 

       Una vez más aquí, las diferentes naciones burguesas, "ayer" y "mañana" en guerra por la conquista de territorios, se unifican "hoy día" para aplastar a su adversario común: el proletariado.  Si la importancia de una generalización revolucionaria no se le escapaba a los proletarios, tampoco se le escapó a la burguesía en 1919. En la medida en que en Hungría se desarrollaba una situación revolucionaria, se instalaba un terror sin nombre al interior de los burgueses; más aún cuando las acciones de fraternización en el frente determinaban, para los países vencedores también, una situación en la que el orden era precario.  Por todo lo que venimos de decir, y porque la burguesía no pudo vencer militarmente al proletariado en Rusia, la burguesía mundial instaló, en 1919, un verdadero bloqueo e intentó imponer una especie de cordón sanitario  alrededor de esas zonas pestíferas, es decir las zonas insurrectas en Rusia, esperando así, terminar de una vez por todas, con el contagio revolucionario que parecía ganar el mundo entero.  El movimiento proletario en Hungría contrariaba brutalmente este hermoso plan de saneamiento; es por ello que la burguesía mundial le otorgó una atención particular.( [9] )

4.  República y represión del proletariado

 

 

 


       El 16 de octubre de 1918, la izquierda republicana, con Karolyi a la cabeza, forma el embrión de un Consejo Nacional Húngaro, que tenía como función oponer una alternativa al gobierno oficial, completamente desmembrado por la acción subversiva. Karolyi comprende perfectamente la misión que se le confía: lo primero que escribirá en sus notas personales es que "ahora hay un trabajo enorme a realizar para enseñar a los obreros que no deben balear más a los ministros" !!!  Entonces, Karolyi negocia con el emperador, pero el movimiento lo deja completamente atrás obligándolo a romper con la legalidad para mantener algo de credibilidad. Hungría se separa de Austria y se federa.  Se pretende, por todos los medios, apagar el descontento creciente.  El 23 de octubre, regimientos considerados como batallones de élite, se rinden, como muchos otros, y ocupan los cuarteles para manifestar,así, su rechazo a la guerra. Paralelamente, se producen violentas manifestaciones en Budapest y en el resto del país; la burguesía responde enviando a la guardia real que las reprime brutalmente. Las manifestaciones reivindicaban la paz inmediata y la formación de un gobierno "revolucionario".

 

       Del 29 al 31 de octubre, la insurrección en Budapest se va generalizando. El proletariado , frente a los tímidos cambios que le proponen, opone su acción y busca imponer su propia dictadura frente a la guerra. Luego de violentos y mortales enfrentamientos con la policía republicana, el proletariado fuerza los depósitos y arsenales y se apodera de las armas.  La noche del 29 de octubre, grupos de revolucionarios se ocupan el Gran cuartel General y de la Central telefónica; los guardias de estos edificios fraternizaron directamente con ellos.

 

       Algunos días antes, militantes Socialistas Revolucionarios y del Círculo Galileo, disueltos a principios del año, fuerzan el prescinto de sus antiguos locales, cerrados por la policía, y reconstituyen diferentes niveles de organización.  Todos estos militantes participan activamente en el movimiento que se desarrollaba. El 30 de octubre, los combates recrudecen y contraponen la policía a los soldados amotinados en Budapest.

 

 

       El 31 de octubre la insurrección es general en Budapest.  En esa fecha, soldados, que regresaban del frente, acompañados de otros proletarios armados de Budapest, fuerzan la mansión del Conde Tisza, ex primer ministro y responsable de la política proguerra de la burguesía, y lo ejecutan OJO (11).  Algunos días después, el 8 de noviembre, le tocará el turno al procurador del Rey de Gyalokay de ser fusilado por negarse a liberar a los prisioneros.

      

Los obreros declaran la huelga y crean consejos por todo el país.  Es en este momento que los socialdemócratas se "adhiere" al movimiento.  La burguesía, desbordada por completo e incapaz de controlar la situación, se encuentra obligada, en un primer momento, a desmembrarlo:  los socialdemócratas, cómo OJO Canada Dry, tiene el color del socialismo, la bandera del socialismo, las palabras del socialismo, ... pero no son "el socialismo". Los social demócratas intentan tomar la dirección del movimiento colaborando, en un primer momento, con el gobierno del Consejo Nacional Húngaro dirigido por Karolyi, lo que le da a éste un rostro más radical.

 

       Pero el objetivo es claro: desmembrar la lucha de clases a través de la imposición del interés de la nación y reestablecer la paz social, so pretexto de preparar las elecciones.  El 1° de noviembre de 1918 el socialdemócrata Zsigmond Kunfi anuncia sus intenciones en un mitin:

 

 

       "Yo, un socialdemocrata convencido, tengo dificultades para dicirlo, pero lo hago: durante las próximas  seis semanas, tiempo previsto para instalar la forma institucional bajo las condiciones parlamentarias apropiadas, no deseamos utilizar el arma de la lucha de clases"

 

 

       Kunfi afirmará luego, en sus memorias, que un gran terror se apoderó de él y de su amigo burgués Oszkár Jászi cuando, a la víspera del mitin, frente al increíble movimiento insurreccional que se desató ellos se refugiaron en los corredores del Hotel Astoria. Aterrorizados por la audacia del proletariado, que se había literalmente apoderado de la ciudad y aconstados en las alfombras del hotel se decían: "Mañana nos ahorcarán".  Pero si los socialdemócratas reconocen al proletariado insurrecto como a su enemigo, y frente a él se sienten aterrorizados, aquel no hace otro tanto: los proletarios insurrectos no los ahorcaron y unos días más tarde permitieron a Kunfi y compañía establecerse en el gobierno.

 

       Fue así, que un mes más tarde, el 16 de noviembre, ante los ojos crédulos del proletariado, los socialdemócratas lograron presentar la proclamación de la República como una alternativa a la dictadura del Imperio.  Erno Garami, líder del Partido Social Demócrata, y ministro, en esta fecha, al interior de la coalición gubernamental, define claramente la naturaleza de su alternativa explicando que solamente tiene que existir una y solamente una tarea: ¡¡¡"trabajar, trabajar y trabajar" !!!

 

       El 9 de noviembre en Berlín, el 12 noviembre en Viena y el 16 noviembre en Budapest, los mismos socialdemócratas, las mismas fuerzas contrarrevolucionarias intentan tomar el control del movimiento a través del mismo artífice: la proclamación de la República. Pero los obreros sabían perfectamente lo que había que pensar sobre la República social después de la siniestra experiencia de 1848 en Francia: cuando la burguesía no logra unificar democráticamente a obreros y burgueses detrás de la monarquía, lo que propone a los proletarios es la disolución de sus intereses en el pueblo y en la realización de su unificación detrás de los colores de la República.  De todas maneras, que se llame a la República, al Socialismo, o a la Monarquía, no cambia nada, no son palabras diferentes lo que el proletariado precisa. Y en este fin del año 18 en Hungría, el movimiento proletario expresó esto armándose y atacando la propiedad capitalista.

 

 

       Cuando el gobierno hablaba de repartir las tierras, los obreros las tomaban por la fuerza, cuando el gobierno hablaba de reforma y de la espléndida gestión del trabajo, los obreros decretaban la huelga, los desempleados exigían la supresión de los alquileres, los revolucionarios saboteaban la economía nacional, perseguían a los patrones y los notarios y profundizaban la revolución imponiendo el terrorismo contra todos los que de cerca o de lejos pretendían mantener el Capital y por ello mantener sus privilegios. Todos estos movimientos fueron enfrentados con violencia por la policía de Karolyi y por los socialdemócratas: centenas de muertos jalonan estos combates ... ¡pero no únicamente en el campo del proletariado!

 

 

       La República, con todo sus cortejos de buenas palabras, sus votos, su "agua bendita y árboles de libertad", tiene solamente dos días de existencia y ya tiene sangre proletaria en sus manos; pero sin lograr quebrantar el asalto proletario contra la propiedad privada, la guerra y la explotación.  Los obreros no tienen nada que ganar con un frente con la burguesía, con los que decretan, desde lo alto de sus asambleas, el sufragio universal y la inconmensurable ventaja que constituye, para los obreros, el hecho de poder escoger libre y secretamente, a través del voto, a los explotadores y policías que serán sus dirigentes.

 

       Cuando el proletariado se constituye en fuerza, asociándose a miles de niveles, intentando dotarse de una centralización única; cuando los proletarios pasan de la reacción a las agresiones capitalista a la acción voluntaria y consciente para destruir violentamente el fundamento que los domina; cuando el proletariado se organiza en Partido, todas estas supercherías burguesas (asambleas constituyentes, administración popular, libertad de asociación, ...) surgen y son destruidas por lo que son realmente: politiquería destinada a desviar a quienes no tienen nada que perder sino sus cadenas, de su único objetivo, la destrucción completa del Estado burgués, la demolición total del órgano central conformado por la burguesía como órgano para reproducirse como fuerza dominante y asegurar la perenidad de su dios el Dinero.

      

En noviembre 1918 fue este tipo de fábula democrática que los socialdemócratas cantan a los obreros argumentando que si el Consejo Nacional Húngaro de Karolyi, en el que participaban, no era un gobierno plenamente "obrero" esto no quería decir que no se debía apoyar, puesto que con respecto a la monarquía era un paso hacia la liberación de la humanidad.  Para los socialdemócratas la democracia parlamentaria y el sufragio universal son triunfos que hay que defender. Para el proletariado, la esencia de la democracia es la reproducción una sociedad cuyo objetivo es la acumulación de capital basada en su explotación y ello cualquiera sea la forma de gobierno (fascista o antifascista, ....); es decir en el hecho de que cada una de estas formas son parte constitutiva del esfuerzo del Valor (del que los burgueses son sus mediadores) para someter a todo individuo, a toda parcela de humanidad, a su dictadura. El objetivo del gobierno no es el de gobernar las clases, sino de aplastar y atomizar a los proletarios transformándolos en ciudadanos (mercancías) libres, negarlos en el pueblo, atarlos violenta y dictatorialmente a los intereses de la nación. El comunismo, en tanto movimiento, se contrapone a la democracia, sea cual fuese su formalización (republicana, monarquista, "obrera", popular, ....), y ambos polos no pueden coexistir, o ella logra destruir la revolución o el movimiento comunista la destruye. Por ello, y en contradicción antagónica con todos los progresistas e izquierdosos que ven en la República parlamentaria un impulso hacia la revolución, los revolucionarios vemos y vivimos en su instauración, en momentos insurreccionales, un peligro aún peor que la represión abierta de los fascistas, monarquistas, estalinistas, etc.  La República, democrática u "obrera", perpetúa la misma relación social, defiende los mismos valores, pero los pinta según los colores y símbolos del proletariado. Es lo mismo, pero en momentos en que con la represión no es suficiente y además prepara siempre una fase de terrorismo aun peor.

 

       En Hungría, fue la Républica que condujo la situación revolucionaria a toda una serie de ambigüedades. Los proletarios, en vez de armarse contra la República y combatir violentamente a todos aquellos que, so cualquier pretexto, defendían la conservación de los fundamentos capitalistas, en vez de actuar activamente contra los nuevos déspotas, permanecieron en una fase de reacción:  esperando los golpes de los socialdemócratas sin ver realmente que era al interior de este mismo gobierno y desde su instauración, que se preparaba el aplastamiento de la alternativa revolucionaria.  Obnubilados por los discursos, cada vez más "revolucionarios", de los republicanos, de los socialdemócratas de derecha y de izquierda, y luego de los frentistas del Partido Socialista y de los Comunistas de Hungría, Bela Kun a la cabeza, no atacaron frontalmente al Consejo Nacional Húngaro, limitándose a ejercer presiones para que se juegue un vals de cambios de gobierno.

 

       Los proletarios no actuaron directamente contra la República, sino que se limitaron a reaccionar, organizándose en innumerables asociaciones revolucionarias, para continuar la lucha contra la burguesía, sin tener en cuenta las consignas gubernamentales.

 

       Así, por ejemplo, los soldados en estado de insurrección se organizaron, independientemente del Ministerio de Guerra (dirigido por Bartha) instituido por el Consejo Nacional  Húngaro, en diferentes consejos y se centralizaron en un Consejo de Soldados que tenía un programa que defendía, en contra del gobierno de turno, la disolución definitiva del ejército, el armamento del proletariado y la constitución de Guardias Rojas.  Los proletarios, organizados a múltiples niveles y por casi todas partes, liberan a todos los prisioneros, ejecutan a los propietarios, se apoderan de las tierras, desalojan a los burgueses, ...

 

       El proletariado, que durante años había sufrido el terrorismo de Estado, que se le hacía reventar de hambre para obligarlo a trabajar por un salario de miseria, que se le enviaba, con la presión del fusil en las espaldas, a la guerra con el vientre vacío, que se lo aprisionaba, apaleaba, masacraba, cada vez que reclamaba pan, que se le condenaba a vivir en casuchas mientras los burgueses vivían en castillos; se venga de todos sus enemigos que lo habían oprimido directamente, que lo  habían humillado y apaleado, tomando todo aquello de lo que se le privó durante tanto tiempo: pan, vivienda, tierras, ...   y los fusiles para aplastar definitivamente el mundo que los ahoga¡   El armamento del proletariado expresó el salto de calidad que se dió en esos momentos en la determinación de los objetivos que perseguian los obreros: la dictadura transitoria del proletariado hacia el comunismo, y la sociedad finalmente liberada del dinero y de las clases.

 

 

       Como ya lo vimos, esta determinación se enfrentó, de hecho, al gobierno de Karolyi y a los socialdemócratas.  La presión que ejerce el proletariado sobre la burguesía fue tan enorme que determina cambios importantes en la gestión del Estado; la extrema izquierda asumirá esta función.

 

 

 

       La Segunda Parte de este trabajo será presentada proximamente en COMUNISMO.

 

       "...Los proletarios, organizados a múltiples niveles y por casi todas partes, liberan a todos los prisioneros,  ejecutan a los propietarios, se apoderan de las tierras, desalojan a los burgueses,..."

 

 

Notas:

( [1] )  Más adelante veremos como el establecimiento de la República de Consejos no tiene nada que ver con la dictadura del proletariado y que los defensores más eficaces del capital fueron los dirigentes "comunistas" húngaros.

( [2] )  Los bolcheviques, con el pretexto de preservar las zonas que dominaban, entregaron a los ejércitos burgueses alemanes toda Ucrania, lo que determinó localmente, una reacción insurreccional obrera violenta y demuestra lo absurdo, lo reaccionario y criminal de la argumentación, que Lenin y Trostsky opusieron a las oposiciones de izquierda , a propósito del pretendido agotamiento de los proletarios.

( [3] )  La fuerza de la situación insurreccional en Austria, expresada por las acciones internacionalistas que acá describimos, tuvo su prolongación en nuevas manifestaciones espontaneas de proletarios que se dieron en Viena el 18 de abril.  En esta fecha el proletariado estuvo a punto de incendiar el parlamento.  Bela Kun envía, en este contexto de ascenso de la lucha insurreccional, a Bettelheim para "organizar" la insurrección. En realidad, lo único que este logró fue desorganizar el movimiento insurreccional real que se desarrollaba prácticamente. Bettelheim preparaba el desencadenamiento de la insurrección para el 15 de junio; pero se le dió por escribir a Bauer, uno de los más eminentes socialdemócratas en el gobierno, comunicándole los proyectos del Partido Comunista y para pedirle su colaboración (¡¡¿¿!!??).  Y como no podía ser de otra manera, se denuncia el proyecto lo que provoca la anulación, por parte de los "comunistas", de todos los preparativos insurreccionales; pero a pesar de ello, miles de proletarios, completamente desorganizados pero bien determinados, salieron a las calles de Viena para enfrentarse, en esta fecha, contra los milicos "socialistas" y tratar de imponer la revolución.  El Ejército Rojo, cercado en su cuartel, no pudo intervenir y el proletariado es derrotado.

( [4] )  La palabra "gendarme" en húngaro proviene del francés y luego se transformara, en base a una distorsión lingüística interesante, en "csendör" que literalmente quiere decir "guardián del silencio" ¡¡!!!

( [5] )  Esta región minera, que hoy pertenece a Rumania, fue el lugar en el que se produjeron las grandes huelgas de los años 70.

( [6] )  Sin embargo Karl Liebeknech esta muy lejos de ser un miltante revolucionario con posiciones comunistas. Mereció la consideración del proletariado por organizar en el frente el derrotismo revolucionario cuando distribuyó el célebre panfleto que define como enemigo a "su propia burguesía". Sin embargo su falta de ruptura con la socialdemocracia lo condujo, en múltiples ocasiones, al compromiso con la burguesía, y el prestigio que este tenía en las masas, le permitió legitimizar sus proposiciones reformistas.

( [7] )  Los jóvenes radicales, organizados en sus orígenes alrededor del periódico del Partido Social-Demócrata Húngaro, enviaron, en base a los contactos que tenían, a un tal Mandel a Zimmerwald. Sobre dicha base elaboraron volantes contra la guerra.  El hecho de firmar en nombre de Zimmerwald y otras formas de reivindicaciones de la conferencia de Zimmerwald expresan perfectamente los límites de la ruptura, que en estos momentos el movimiento producía con respecto a la guerra. Las minorías comunistas, ahogadas en el pacifismo de los organizadores de una reunión que esencialmente tenía como objetivo su organización afuera, pero no contra, la social democracia, permanecieron globalmente sometidas a los discursos espectaculares y a las declaraciones espectaculares que emanaban del comite director de dicha conferencia; en vez de romper con los métodos, la práctica, y el programa socialdemócrata.  Los Tribunistas fueron los únicos que se situaron afuera y en contra de esta conferencia, lo que demostraba prácticamente la vía que tenían que seguir aquellos que luchaban por la creación, a través de la lucha contra la guerra, de la Internacional Comunista.

( [8] )  La historia oficial burguesa presenta al conde Károlyi como un buen burgués de izquierda, humanista, conmovido por la lucha de los obreros y que a pesar de ser noble y poseedor de inmensas extensiones de tierra decide, un buen día, donarlas voluntariamente a los campesinos del lugar.  La realidad fue otra, bajo la amenaza de los obreros agrícolas era tal que aquel se encontró obligado a cederlas. Lo de la "donación" forma parte de la tentativa de desorganizar una situación de muy dificil control para él en particular y el capital en general.

( [9] )  Ilona Duczynska, Ottó Korvin y otros Socialistas Revolucionarios preparaban desde unas semanas antes, un atentado contra Tisza. Estos desertores que regresaban del frente les ganaron de mano, lo que pone en evidencia el desfase que existía entre el desarrollo del movimiento insurreccional y las dificultades que tenían los revolucionarios para responder en términos de centralización, dirección y organización de la revolución.


CO29.2 1919: Revolución y contrarevolución en Hungría (1)