ANEXO:

APROPOSITO DE

UNA REUNION INTERNACIONAL DE TRABAJO.

En el cuadro de nuestras perspectivas de siempre, y tal como lo anunciáramos oportu­namente, hemos organizado una reunión internacional de trabajo contra la guerra y el terror de Estado y particularmente contra su desarrollo brutal en Irán e Irak.

                             

Para nuestro grupo, cuya perspectiva de trabajo es inter­nacional e internacionalista y que incluso su trabajo interno es internacional, este tipo de reunión no es algo extraordi­nario; sino que se inscribe en la línea general de nuestra acti­vidad, como una de las concre­ciones de nuestro accionar centralizador que impulsamos cons­tantemente. La única particu­laridad de esta instancia es la de haberse concentrado en un eje particular (pero de una impor­tancia decisiva: la lucha contra la guerra y el terror de Estado) de la lucha revolucionaria y de haber fijado como cuadro geográ­fico una región particular (también de una importancia decisiva en las luchas recientes y futuras: Irán e Irak).

La perspectiva de este eje de trabajo se sitúa plenamente en el cuadro de nuestra lucha general internacional, en coherencia con nuestra propuesta de 1980 (1) y sus primeras concretizaciones, como la propuesta de 1986 que efectuáramos conjuntamente con Militancia   Clasista Revolucionaria y Emancipación Obrera (2). El hecho de que algunos grupos sinceramente interesados en la propuesta se hayan hundido en el espectáculo democrático del intercambio de ideas y que otros se hayan ido desorganizando, no hace perder en absoluto validez a ese tipo de proposición de trabajo internacional e interna­cionalista, y por ello hemos con­tinuado y continuaremos impul­sando dichos ejes. En efecto, cualquiera sean los resultados inmediatos, las concretizaciones que se logran, (que en una época profundamente sectaria, como la presente y como ya lo previmos en 1980, son necesariamente muy modestos) nosotros continuamos desarrollando la línea general de acción que nuestro programa revolucionario nos determina.

Las fuerzas y debilidades de las minorías revolucionarias son la expresión de las fuerzas y debilidades de la clase a la cual pertenecen y ello es verdad aunque nuestra lucha de Partido, sea una lucha fundamentalmente contra corriente. Hemos verificado dicha realidad en todas las fases de la reunión muchas veces incluso contra nuestras expectativas, en general demasiado optimistas (dicho optimismo es una característica general de los revolucionarios de todas las épo­cas) en relación a la triste realidad actual.

La característica principal de la época actual no es la falta de luchas proletarias, sino más bien la ausencia de luchas organizadas, centralizadas, concientes, con una perspectiva clara, la debilidad general de las minorías comunistas, la au­sencia casi total de apropiación del programa comunista por parte de la masa de proletarios en lucha.

En la fase preparativa de la reunión, hemos constatado esta triste realidad. Toda la informa­ción que poseíamos permitía cons­tatar un nivel muy elevado del terrorismo de Estado, pero también, un nivel muy alto de enfrentamientos proletarios contra la guerra en Irán y en Irak (3). Pero si bien durante este enfrentamiento se había ido estructu­rando la deserción masiva y desa­rrollando niveles elementales de organización de la resistencia contra el Estado y de lucha con­tra la política de austeridad (que aumentó en violencia cuando la burguesía impuso la paz), la inversión de la praxis seguía siendo extremadamente débil (¡cómo en todo el mundo!} y los grupos que veían un poco más lejos, que esta organización inmediata de la resistencia y la supervivencia eran la excepción (hemos citado materiales de algunos de estos grupos exilados en Europa, en Comunismo Nº.25).

Con la preparación y realiza­ción de esa reunión, nosotros intentábamos coordinar la acti­vidad internacionalista con ese tipo de organización proletaria, contribuyendo así a dar coheren­cia y perspectiva explícita al programa contenido en las luchas proletarias por  la supervivencia.

Así, por ejemplo, en lo que respecta a la información sobre las luchas, existen diferentes canales de circulación, tanto en Irán como en Irak, en las prisiones y en los campos de refugiados de los países de la región, o incluso en Europa. Dichos canales son en general producto de agrupamientos ocasio­nales, constituidos de hecho por familiares y amigos y totalmente informales y si bien serán el punto de pasaje obligado para un nivel superior, centralizado, (pues es efectivamente en la vida cotidiana que se tejen los lazos que van haciendo del proletariado una clase), los mismos son total­mente insuficientes. En efecto, esos canales de circulación de la información, aunque cumplan una cierta función, no permiten una circulación sistemática de la información, ni contrarrestar realmente la falsificación de los hechos operada por el capital, ni tampoco desarrollar una acción coherente y eficaz. Con la reunión internacional intentá­bamos dar un paso en ese sentido y con algunos grupos y contactos (o para ser más precisos con aquellos que podían participar en una reunión en Europa -lo que de hecho excluía una parte de las fuerzas que acordaban en luchar por los mismos objetivos, por falta de medios u otras razones como los problemas de documen­tación, visas, etc.-) formar un comité de centralización de la información para estructurarla, hacerla fluida y permanente en una red creciente de organiza­ciones y militantes en lucha.

En lo que respecta, por ejem­plo, a la red elemental de super­vivencia de los luchadores socia­les perseguidos, exilados, encar­celados, "interrogados", la ine­xistencia de una solidaridad cla­sista es total y predominan las salidas individuales, los lazos familiares, amicales, terreno ideal para el desarrollo de una "solidaridad" interclasista y la potenciación del Exilio orga­nizado por la contrarrevolución (4). Junto a otros grupos y militantes próximos, queríamos en esta reunión y en base a una delimitación claramente prole­taria, poner en funcionamiento una dirección o casilla de correo adonde poder dirigirse en casos urgentes, constituir una caja para solventar gastos y formar un equipo permanente capaz de coordinar la acción frente a tal o  tal necesidad concreta.

Y más allá de los ejemplos que aquí damos a propósito de la información, la red de contactos y de ayuda económica frente al enemigo, nuestro grupo estaba (y está) totalmente abierto a discutir, coordinar, asumir, toda propuesta de acción tendiente a los mismos objetivos: genera­lizar, organizar, estructurar, dirigir, la lucha del proletaria­do que se desarrolla espontáneamente contra la barbarie de la sociedad del capital.

Pero la reunión de Berna, nos permitió comprobar (¡una vez más!) la falta de receptividad y de comprensión con respecto a nuestra Propuesta en general y con respecto a las modalidades de implementación en particular. No solo las respuestas alentadoras fueron pocas (aspecto previsible dada la actual fase anti-organizativa, sectaria, de no concreción/cristalización de la ten­dencia del proletariado a cons­tituirse en Partido), sino que incluso entre los compañeros y grupos que manifestaron su inte­rés en participar en esa inicia­tiva y entre los que participaron en la reunión, pocos fueron los que vieron más lejos que las dis­cusiones de mutuo conocimiento y lograron superar la actitud pasi­va consistente en "ir a ver que pasa", ir a ver lo que los otros proponen. Y si ya ello limitaba mucho la posibilidad de hacer una verdadera reunión de trabajo,  la presencia de varios militantes que no habían participado en el trabajo preparativo previo , que no conocían nuestra concepción de la comunidad de lucha y que no habían desarrollado un accionar común con los otros participantes de la reunión; a lo que además se agregaron los problemas de idio­mas y de ausencia de conocimiento mutuo, limitó enormemente -y a nuestro pesar- las posibilidades de trabajo organizativo de dicha reunión.

Sería justo agregar que las luchas del proletariado en Irán-Irak, así como las reacciones de solidaridad del proletariado en otras partes con aquellas, había generado en muchos compañeros una sobreestimación de las posibi­lidades inmediatas de lograr algunas concretizaciones con res­pecto a nuestros planteos de siempre. Desde ese punto de vista podríamos afirmar que en dicha reunión éramos muy pocos; pero desde el punto de vista de la presencia de compañeros que no estaban realmente al tanto del cuadro exigente de la reunión, nosotros afirmamos (sin que ello implique ningún prejuicio negativo con respecto a la capacidad revolucionaria de esos compañeros) que éramos demasiados y al respecto nosotros nos sen­timos parcialmente responsables.

En efecto, y como todos nues­tros lectores saben, para noso­tros no se trató en ningún momento de hacer una reunión "pública", ni tampoco una confe­rencia de intercambio de opi­niones acerca de la situación o las posiciones de los parti­cipantes; sino bien por el con­trario de hacer una reunión de trabajo organizativa con una serie de grupos y compañeros que desarrollan una actividad común contra la guerra y la paz en Irán e Irak, contribuyendo así a la centralización de la acción directa. Para ello se habían desarrollado una  serie de reuniones preparativas y     nosotros creíamos que se había preparado el terreno para que en la reunión misma se pudiese discutir de primera sobre la situación y las diferentes propuestas de acción que podrían asumirse. Lamentable­mente, nuestra insistencia no ha­bía sido suficiente dado que dichos compañeros fueron invi­tados sin la debida preparación por otros que sí habían parti­cipado con nosotros en el trabajo preparatorio.

Nos consideramos por ello parcialmente responsables de los problemas que se derivaron de tal situación, dado que nuestros com­pañeros eran responsables de aplicar los criterios de filtraje en Berna, lo que objetivamente no se hizo de la forma adecuada y repercutió directamente en el no respeto del orden del día pre­establecido. Los compañeros en cuestión quisieron saber más sobre los compañeros presentes y los grupos que algunos de ellos representaban (lo que resulta totalmente lógico a incriti­cable); pero en un fin de semana ese tipo de presentaciones así como las cuestiones que las mismas inevitablemente indujeron, a lo que hay que agregar las explicaciones sobre lo que el conjunto de compañeros comprende por comunidad de lucha y el porqué de la invitación de tal o tal grupo y no de tal otro....debían necesariamente tomar demasiado tiempo en relación con los objetivos fija­dos

Luego de una primera tenta­tiva de presentación breve de los grupos y compañeros presen­tes, intentamos retomar las discu­siones de fondo que estaban pre­vistas sobre el periodo actual y las campañas burguesas, discusión que debía servir de cuadro para las discusiones sobre el "que hacer" revolucionario en la lucha proletaria contra el capital en la   región   Irán-Irak.    Pero   los compañeros que no habían parti­cipado en los trabajos preparato­rios se encontraban objetivamente en una posición que los obligaba so riesgo de pasividad a plantear permanentemente una serie de pre­guntas que nos hacían a cada rato salir del tema en discusión; mientras que para los otros compañeros que en algunos casos desde hace tiempo desarrollan una actividad común eran no solo innecesarias sino objetivamente una perdida de tiempo con respec­to a los objetivos preestable­cidos. Sucedía esto por ejemplo frente a la discusión general sobre el contenido del derrotismo revolucionario, o sobre la no invitación a  tal o tal grupo.

En tales circunstancias noso­tros propusimos constituir dos niveles de trabajo, dos reunio­nes teniendo en cuenta los nive­les diferentes de implicación común pasada. Ello implicaba que algunos de los compañeros dejaban la reunión principal para traba­jar con los compañeros menos implicados para responder al con­junto de aquellas preguntas, para no trabar el desarrollo previsto de la reunión. Lamentablemente nuestra propuesta no fue compren­dida, lo que para nosotros demuestra una vez más la difi­cultad para romper con la demo­cracia incluso en lo sectores de la vanguardia proletaria.

Nos parece indispensable sub­rayar esto para mostrar que en esa reunión, como casi siempre y en todas partes, lo que parecía ser radical y revolucionario por reclamar la "asamblea de todos” la "participación de todos" "la decisión con la participación de todos" era en los hechos un igualitarismo democrático en el que "todos" se conformaban con el mínimo común denominador, una verdadera nivelación en el más bajo de los niveles. No se trata de una clasificación cuantitativa de los compañeros, sino de la existencia objetiva  (independientemente de la voluntad de los protagonistas) de niveles corres­pondientes a diferentes prácticas, como sucede en toda tentativa de asociacionismo obrero. En tales situaciones la tendencia dominan­te es casi siempre la de hacer primar los acuerdos más generales y vagos (a lo que llamamos arriba "mínimo común denominador") para ser lo más numerosos posible; lo que objetivamente implica que los criterios que predominen no sean los intereses generales de nues­tra clase, sino la situación inmediata de algunos militantes; se pasa así, de un criterio revo­lucionario determinado por el devenir de la clase a un criterio numérico-democrático.

Así, algunos participantes sostuvieron que se trataba de una propuesta sectaria y lo comprendieron como un rechazo a trabajar con esos compañeros; cuando en realidad, dada la situación, era la única propuesta capaz de permitir un verdadero trabajo con esos compañeros, sin que su realidad frene nuestra actividad, sin que ellos sean objetivamente rechazados por las diferencias de niveles. El trabajo de prepa­ración del terreno que propo­níamos iniciar aparte con ellos era indispensable para trabajar juntos. Si por el contrario nues­tra concepción del trabajo con­sistiese en hacer conferencias para hacer firmar declaraciones de principios ese tipo de dife­renciación de niveles, no era necesaria. El sectarismo hubiese consistido, por el contrario, en aceptar una presencia formal y luego ponerse mayoritariamente de acuerdo con (y por lo tanto, también contra) tal o tal grupo. Una vez más hemos preferido la solución más difícil (nada más fácil y a favor de la moda y la corriente que la utilización de este tipo de expedientes democrá­ticos), el impulsar los criterios de lucha tratando de determinar el tipo de actividad posible para cada nivel  en  función de una convergencia cada vez mas fuerte y clara hacia los intereses y nece­sidades de nuestra clase en su proceso de constitución en Parti­do.

Las reacciones negativas a nuestra proposición impusieron (además de poner en evidencia la falta de ruptura con la demo­cracia "obrera" de algunos de los participantes), muy a nuestro pesar y en tanto que relación de fuerzas ineludible, los lími­tes de la reunión. Pedimos enton­ces a esos compañeros que tengan en cuenta la situación y que el conjunto de preguntas generales que seguían queriendo formular, sobre las posiciones de cada uno de los militantes y grupos parti­cipantes y particularmente sobre el GCI, para discusiones anexas, para que la discusión prevista pueda avanzar. A pesar del acuer­do sobre este punto ello continuó -como no podía ser de otra manera- a plantear problemas dado que esos puntos generales y las posiciones fundamentales de los presentes volvían a surgir cuando se abordaban todas las otras cuestiones, y particularmente en todo lo ligado a las actividades futuras que se intentaban implementar. 

Pese a todas las dificultades que ello provocó es necesario reconocer que la puesta en evidencia, eminentemente práctica, de la influencia de la democracia en el seno de los grupos revo­lucionarios y las discusiones y reflexiones que esto provocó, nos permitió fortificar ciertos as­pectos de nuestra crítica de la democracia y poner en evidencia que esta se concreta también en tanto que autocrítica práctica del proletariado en su lucha contra el viejo mundo; que la democracia vendrá bajo sus formas más radicales a trabar cada paso de la actividad y de la orga­nización revolucionaria, que es el canal confeso o escondido para diluir cada nivel de   la  centralización proletaria en un nivel que le es inferior, hasta los niveles más descarados del "ir a las masas" y entrar en los sindicatos o/y los partidos "reformistas-obreros", como lo hemos constatado mil y una vez en la historia del movimiento obre­ro.

A pesar de estos importantes límites, la reunión continuó con­centrándose en la discusión de las luchas en Irán e Irak. Al respecto es necesario subrayar los aportes importantes, a nivel del intercambio de la informa­ción acerca de la actual situa­ción del proletariado en la re­gión, que la reunión permitió. Se logró un acuerdo global sobre la caracterización de la situación de las luchas del proletariado, en el sentido de que se vive una calma relativa luego de la tor­menta (aunque algunos compañeros insistan más que otros en que el hecho de que el terrorismo de Estado habría logrado sus obje­tivos fundamentales y que real­mente el nivel de destrucción del proletariado es enorme) y sobre el tipo de perspectivas que ella nos determina. Recordemos que en ese momento el cese del fuego terminaba de ser decretado. Si bien dicho cese del fuego (haciendo abstracción aquí de lo que ello implicaba en términos interbur­gueses) unánimemente lo conside­rábamos como un producto de la fuerte lucha proletaria, éramos conscientes que, a través del mismo, el Estado intentaba retomar la situación en manos y reorganizar su guerra contra el proletariado. Pero en la medida en que esa paz significaba y significa siempre un llamado redoblado al trabajo, a la reconstrucción, etc., poniendo en evidencia lo absurdo para el proletariado de esos 8 años interminables de guerra en los cuales dejó más de un millón de muertos, millones de heridos y mutilados y una miseria sin fin, no   resultaba evidente   en   ese momento que esa paz momentánea no produciría una nueva fortifica­ción de la lucha de clases. Hoy parece claro que los más pesi­mistas tenían razón y que efec­tivamente el Estado burgués ha reforzado sus posiciones (en am­bos países), como lo sostuvieron en Berna algunos de nuestros compañeros. Pero las caracterís­ticas mismas de ese cese de fuego muestra que el Estado no conside­raba, ni considera hoy la situa­ción como muy estable y aunque hoy se juegue menos, la posibi­lidad de una ruptura del cese del fuego sigue vigente.

Sobre la base de estos acuerdos se impulsaron pers­pectivas de trabajo común, aunque dados los limites impuestos y el poco tiempo que quedaba, se hizo demasiado rápidamente. Varias propuestas fueron efectuadas, yendo desde la simple propuesta de una casilla de correo común para recoger la información hasta la propuesta de asegurar una revista común internacional, pa­sando por el comité permanente de contacto.

Queremos señalar, aquí, la actitud correcta del grupo que tomó la iniciativa de proponer una revista común; más allá de la propuesta en sí, por haber venido a la reunión con una proposición concreta de trabajo preparada y argumentada. Sin embargo, noso­tros recibimos con muchas reser­vas esta propuesta concreta y no la apoyamos, pues dado el estado actual de fuerzas de esta comu­nidad de lucha, una revista de ese tipo se transformaría fácil­mente en una revista-tribuna, de exposición de las diversas posi­ciones de cada grupo y no en una revista de propaganda, agitación, dirección de la acción. Y como el lector sabe, nosotros nos oponemos totalmente a toda revis­ta-tribuna (ver "Al margen de la nota aclaratoria" en Comunismo Nº.23 pag.31 y siguientes).

Conscientes unánimemente de las debilidades actuales de nues­tras fuerzas, la propuesta adop­tada en la reunión fue mucho más modesta: la creación de un comité para reunir informaciones sobre la lucha de clases particu­larmente en el Medio Oriente, así como la constitución de un fondo para ayudar a los revolucionarios de esta región a escapar a la represión.

Pero hasta esta modestísima proposición resulta de muy difí­cil aplicación en las actuales circunstancias, como hemos ido verificando a partir de la reunión de Berna. Así por ejemplo, algunos compañeros pre­sentes en la reunión y que entonces aprobaron la creación del comité de centralización de la información y se compro­metieron a impulsar la red de supervivencia frente a la represión, continúan, a pesar de todo ello, a no asumir una acción hacia la centralización de la información y siguen utilizando criterios individuales para en­viar dinero a refugiados iraníes e irakíes que conocen perso­nalmente y que se encuentran en los campos, lo que sin ninguna dudas nos permite constatar que siguen predominando los criterios personales de conocimiento y de amistad frente a los criterios colectivos y programáticos que impulsamos.

La degradación de la situa­ción social y política del prole­tariado, el desarrollo creciente de la atomización y del indi­vidualismo, dificultan toda la actividad militante. Y cuanto mas débiles son los lazos (dificul­tados por las distancias, los pro­blemas idiomáticos, el costo de las comunicaciones y de los via­jes) y cuanto menos profundos los acuerdos (hechos hoy más difí­ciles que nunca dada la enorme ola de despolitización general (5), más difícil resulta el mantener una actividad común conjunta. Aunque la propuesta aprobada en Berna, sea una propuesta sumamente modesta, resulta de muy difícil aplicación, al menos en la hora actual. Pero dicha propuesta tiene una validez mucho más general que los resultados inmediatos que esperamos. En efecto, la actividad de nuestro grupo y la de los com­pañeros próximos en Europa ha tenido importantes repercusiones, lo que se tradujo por ejemplo en el hecho de que grupos militan­tes asumieran y difundieran nuestras posiciones, muchas veces sin contacto directo con nosotros (6), o en el hecho de que el enemigo de clase en Iran-Irak respondía públicamente a nuestras posiciones de­rrotistas revolucionarias y desa­rrollaba operaciones y provo­caciones para reprimir nuestra actividad incluso en Europa. De la misma manera, la reunión realizada en Berna, a pesar de todas sus debilidades, tiene una validez que no puede reducirse a las débiles fuerzas que contri­buyeron a su realización, lo que por otra parte nos es señalado por compañeros que, por diversos problemas, no pudieron hacerse presentes en Berna. Por ello el Grupo Comunista Internacionalis­ta, ha decidido continuar impul­sando las resoluciones de Berna a pesar del aislamiento y las otras dificultades de aplicación que venimos   enfrentando; y hemos abierto una casilla de correo y una cuenta corriente en Gran Bretaña (7).

LLAMAMOS A TODOS LOS COMPAÑEROS QUE LUCHAN POR UNA SOLIDARIDAD PROLETARIA CLASISTA, A LOS INTERESADOS EN LA LUCHA CONTRA EL AISLAMIENTO Y LA ATOMIZACIÓN A CONTACTAR ESTA DIRECCIÓN, A ENVIAR INFORMACIONES Y TOMAS DE POSICIONES, CONTRIBUCIONES MATERIALES PARA INTENTAR CENTRALIZAR AL NIVEL MAS AMPLI POSIBLE LA ACCIÓN COMUNISTA.

También aquí, un paso real en la centralización de nuestras fuerzas, en la coordinación de nuestras energías vale más que mil discursos acerca de como debiera ser la solidaridad y el  internacionalismo

NOTAS:

(1) Dicha propuesta la efectuamos como alternativa y en contrapo­sición a   las conferencias  internacionales del   medio pseudos revolucionario  (ver Comunismo Nº.4).

(2) Ver Comunismo Nº. 23.

(3) Ver  "La masacre de Halabya" en Comunismo Nº.25.

(4) Ver."Exilio,  revolución   y con­trarrevolución"  en Comunismo Nº.2.

(5) No nos referimos aquí a la "despolitización", en tanto que deserción masiva de los sindicatos, organizaciones de izquierda burguesa, ni tampoco al indiscu­tible desinterés general por las elecciones y otros carnavales democráticos; sino más bien a la despolitización en el sentido más abstracto de   desinterés   general en cuanto a la perspectiva revolucionaria, a la ausencia de discusiones sobre la revolución a venir, sobre el programa revolu­cionario, etc. Desde este punto de vista, la situación del prole­tariado es la peor que ha vivido nuestra clase desde hace décadas y en muchas regiones desde hace más de un siglo.

(6) Este fenómeno se desarrolló también en otras regiones, parti­cularmente en Colombia (donde los contactos directos fueron rotos) o en El  Salvador  (donde no  teníamos contactos directos.

(7) Escribir a: ALEXANDRE Box 35 -37 STOCKES CROFT - BRISTOL BS1 3 PY  GRAN  BRETAÑA.


COCO27.4 ANEXO: A propósito de una reunión internacional de trabajo.