También en Francia, con la huelga de los ferroviarios y el movimiento "estudiante" (1), el proletariado, única fuerza capaz de aportar una respuesta definitiva a la crisis de este sistema de miseria y muerte, ha sacudido ligera­mente el frente de paz social. Pero esta paz social, que dominó durante largos años los es­píritus y la misma práctica de nuestra clase, ha dejado profundas huellas en la conciencia co­lectiva del proletariado y su peso nefasto sub­siste y constituirá aún en el futuro, una ver­dadera traba a la radicalización de las luchas. Para combatir esas trabas, para comprender mejor (condición indispensable para su superación futura), hemos considerado útil el analizar las características principales de la evolución social en Francia desde la instalación de la izquierda en el gobierno.

Si titulamos "1984" es para indicar que ciertas tendencias en la sociedad actual fueron, hace muchos años, previstas por ciertos hombres; pero no olvidemos que en el mundo imaginario de Orwell, la lucha de clases fue suprimida por big brother. Ello no es más que una ilusión reaccionaria, una utopía del capital que se auto imagina  sin  contradicciones  y  luchas,  y  resulta triste constatar que el campo de los reaccio­narios sigue aumentando por el aflujo de los desilusionados del proletariado y de la revo­lución comunista. Para nosotros, el desarrollo de la miseria, el reforzamiento de la dominación mercantil sobre la sociedad, el aumento de la competencia entre los proletarios (aspectos que caracterizan estos últimos años dada la ausencia de una verdadera respuesta proletaria), traducen el aplastamiento temporal, pero bien real, del proletariado. Sin embargo vemos también, en ese proceso, un reforzamiento de las determinaciones que inevitable e inexorablemente conducen a nuestra clase hacia enfrentamientos decisivos. Esta será la conclusión del artículo que presentamos a continuación.

En este texto hemos indicado los fenómenos tendenciales que en vez de suprimir la lucha de clases sólo posponen y acentúan los enfrentamientos de clase a pesar de los esfuerzos de la burguesía para ahogarnos en la democracia.

En los últimos tiempos, y en función del 20avo aniversario del mayo francés del 68, se ha hablado mucho de tales acontecimientos, no solo en Francia mismo, sino en general en Europa y también en otros países. Pero por supuesto que no fue para mostrar el movimiento real del proletariado, que en aquella fecha hizo tambalear todo el orden social burgués, sino para ocultar su verdadero significado y, en base a emisiones tales como  las hechas por el  propio Cohn Bendit, para presentarlo como un movimiento del pasado, utópico y sin perspectivas, (el propio nombre de la emisión fue: "¡a la revolución la hemos amado tanto .!") y en el cual los protagonistas llevaban todas las de perder (no por casualidad las televisiones del mundo y las películas filmadas al respecto insisten tanto en las apa­leadas sistemáticas de manifestantes y nunca en lo que el movimiento emprendió de subversivo!).

Claro está que el 68 y los años si­guientes marcaron, en Francia y en Europa en ge­neral, el renacimiento de la perspectiva revo­lucionaria, casi inexistente en la vida social de este continente durante 50 años, pero este ciclo de luchas estalló mucho antes en otras partes del globo, como en América latina y en Asia en donde las primeras respuestas del proleta­riado a la crisis del sistema capitalista mundial surgieron en los años 50. Es en el transcurso de estos movimientos que el proleta­riado se reapropia de su experiencia de lucha, organización, reconoce sus intereses y su naturaleza históricamente antagónica a la socie­dad existente. El 68 francés no fue el punto más alto del movimiento comunista, como lo cree el eurocentrista medio, sino "simplemente" un episodio de este movimiento, que confirmó una vez más la naturaleza internacionalista de nuestro combate. En este sentido, todo este pe­riodo es importante, como momento de resurgi­miento de la subversión proletaria que fue ente­rrada, por la fuerza de la contrarrevolución, decenas de años atrás.

En los años siguientes, quedó claro -trá­gicamente- que esta primera reemergencia del proletariado estaba aún marcada por numerosas debilidades e ilusiones que determinaron el curso de los enfrentamientos futuros: así la importancia real de estas luchas mundiales no permaneció como experiencia, como una práctica colectiva del proletariado, sino que pudo ser completamente devorada por la contrarrevolución que no tardó en transformarla en producto/mer­cancía de la "contra-cultura" y del consumo. La fuerza del movimiento fue que la perspectiva y el "deseo" de una revolución se transformaron en una necesidad concreta para un gran número de proletarios en diferentes lugares del mundo, pero una de sus mayores debilidades (principal­mente en Europa y Estados Unidos) fue que los medios de esta revolución (dictadura del prole­tariado por la destrucción del estado y del trabajo asalariado), jamás fueron asumidos como directivas, sino que fueron remplazados por un programa de realización de "deseos", de proyec­tos  autogestionarios  y  se  realizaron  numerosas experiencias "comunitarias" en las cuales muchos jóvenes canalizaron sus energías, encon­trándose así incapacitados para llevar adelante una crítica seria, destructiva de la sociedad burguesa. Estas experiencias "paralelas", que en sus orígenes se constituyeron en conflicto con los valores morales del poder, fueron reab­sorbidos poco a poco por el propio movimiento del capital, que es el de la valorización y de­mocratización; transformándolas así en un factor activo de la acumulación y de la contrarrevolu­ción.

En Francia, durante el periodo posterior a los años 68, el objetivo esencial de la izquier­da fue el de aplastar el movimiento subversivo para intentar después la desmovilización definitiva del proletariado (destrucción en tan­to que clase). Así se le exigía a este último que renunciase momentáneamente a sus aspiracio­nes esperando la victoria electoral del "progra­ma común" (programa de gobierno PC-PS). Los años 70 fueron los del apogeo de las "luchas" izquierdistas: ecología (malville, larzac), fe­minismo (lucha por la libertad de abortar), autogestión (lip), ... Estos movimientos refor­mistas fueron, indudablemente, la respuesta del capital a la subversión; su canalización/trans­formación en un movimiento por la reforma y el "mejoramiento" de la sociedad; lo que implicó una reestructuración de las formas y los modos de vida arcaicos, una modernización de la so­ciedad llevada adelante por quienes decían combatirla.

El año 1978, con el fracaso de la izquier­da en las elecciones legislativas de marzo y con las desilusiones que de ello se derivaron tanto entre los obreros como entre quienes pretendían transformar la sociedad en base a la izquierda, marca en Francia el principio de la crisis de la "militancia": las reuniones y movilizaciones de los izquierdistas y los sindicalistas serán cada vez más desiertas y las huelgas cada vez más insignificantes.

Tres años después, cuando la izquierda triunfa en las elecciones, no es por mera casua­lidad sino porque resulta más apta para concluir, una vez por todas, esta desmovilización de la clase obrera en Francia. Una vez logrado esto (durante todo el periodo el número de días de huelga disminuirá constantemente), la izquierda (no olvidemos su papel histórico en la escena internacional como garante del orden capitalista) dará una coherencia global a la reestructuración necesaria de la sociedad francesa:  control  de  la  inmigración,  "productividad" ("las 35 horas"), modernización de' los diferentes cuerpos represivos, ejército, controles policiales en los barrios, en el metro y   las    fábricas,    ...    La   izquierda    llevará adelante su ofensiva en todos estos frentes para poder así reforzar el lugar competitivo del Estado francés con respecto a los otros Estados.

ALGUNAS   TENDENCIAS   QUE  MARCAN  LA   ATMOSFERA   SOCIAL HOY  EN  DÍA.

Hoy en día solo quedan algunos grupejos para reivindicar un "nuevo sujeto" de la revo­lución, posición tan en boga en "la autonomía" de los años 70: "tíos "jóvenes", las "mujeres", los 'inmigrados", los "prisioneros, los "homo­sexuales",... (2); ¡nadie habla de luchas sec­toriales! Ello es el resultado de la inte­gración de las aspiraciones, que confusamente llevaron adelante estos sectores, por el mismo capital: las mujeres tienen su ministerio de la condición femenina, los ecologistas sus es­pecialistas en los ministerios, los inmigrados tienen a su disposición poderosos grupos de pre­sión y hasta... un secretario de estado de de­rechos del hombre. Esta recuperación que hace la sociedad capitalista de las aspiraciones de los jóvenes, inmigrados, etc,... se hace negando el mismo fundamento de estas y su contra­partida ineluctable es la agravación de las con­diciones de vida de estás diferentes categorías de proletarios: es precisamente para ocultar esta agravación y para que toda posibilidad de una verdadera respuesta, contra nuestra miseria, resulte cada vez más difícil, que se hicieron estas reformas. Esta realidad evidencia el contenido nefasto de la teoría del "nuevo sujeto" de la revolución; solamente luchando en tanto que clase mundial, es decir extendiendo toda lucha al conjunto de los proletarios, se podrá realizar contra esta sociedad de ex­plotación y de clase, la sentencia definitiva, que solo puede ser comunista. El desmentido de aquellos planteamientos parcializadores, efectuado por la propia realidad, fue más claro aún con el desarrollo mismo de la crítica y la política universal de ajuste de cinturones que toca al conjunto del proletariado.

La izquierda había levantado como consigna la "reducción de las diferencias salariales" y fue precisamente esto lo que el capital rea­lizó nivelando las condiciones de vida de diferentes sectores del proletariado: así por ejemplo se duplicó en 3 años el número de traba­jadores que reciben el salario mínimo y por otra parte se impuso una política de disminución de las diferencias entre activos y parados (y entre "jóvenes y menos jó­venes"). En base a promesas de "un hermoso futuro" impusieron la flexibilidad, los contratos de formación y la masificación de contratos a corto plazo (trabajadores temporales y precarios), los T.U.C. (3) ... Esto implicó un verdadero ataque contra nuestras condiciones de vida, que fue posi­ble por la debilidad de la respuesta proletaria, lo que se materializa claramente  en  el reforzamiento de la atomización de los proleta­rios, es decir en la destrucción del proletaria­do como clase que acompaña inevitablemente toda agravación de nuestras condiciones de vida. Los proletarios, destruidos por la miseria, son ato­mizados, es decir no se reconocen en tanto que una franja de una clase mundial que tiene los mismos intereses, se someten cada vez más a las exigencias de la sobrevivencia capitalista: ¡cada uno  para sí  mismo y todos por la   economía nacional! Las últimas luchas que se dieron en diciembre y enero en Francia, y que moviliza­ron a ferroviarios, agentes de la RAPT (servi­cio de transportes urbanos) del EDF, maestros y profesores, todos encuadrados y limitados por los sindicatos, mostraron que solo reaccionan contra los ataques particulares que recibe cada sector como franja dé clase, siendo, en las actuales circunstancias, incapaces de una verdadera generalización de  la acción directa, de la lucha.          

Un agravamiento, como este, de nuestras con­diciones de vida si bien no constituye automática y mecánicamente la base de la cual surgirá una situación revolucionaria, implica indudablemente una agudización del anta­gonismo entre burguesía y proletariado y deja entreveer la dimensión de los enfrentamientos futuros. Lo mismo sucede con los jóvenes proletarios que son frecuentemente los primeros en situarse a la cabeza en los combates contra el estado; 

-                 lo que se verificó en los movimientos revolu­cionarios del pasado, en los cuales fueron frecuentemente ellos los que desplegaron la audacia indispensable a toda empresa subversiva;

-                lo que se verifica hoy en día, cuando vemos que son los jóvenes proletarios los que se encuentran en primera fila en los combates en África del sur, en Corea, en Cisjordania, o en Limbourgo (Bélgica), en donde fueron los jóvenes proletarios en paro y los hijos menores de los mineros que atacaron violenta­mente los locales de los partidos burgueses y de los sindicatos;

-                 lo  que  se verifica en  las ciudades y en  los suburbios   ingleses en donde los   jóvenes rechazan el encuadramiento efectuado por y a través de las campañas, o/y las organizaciones burguesas y en donde regularmente, por la acción directa, ellos hacen la crítica  contra la miseria.

Estos jóvenes proletarios, cuando luchan a la vanguardia, nos están indicando claramente la perspectiva revolucionaria. Ellos muestran prácticamente como la alternativa no se encuen­tra entre reventar en la fábrica o reventar en el paro; o peor entre morir de hambre o morir de aburrimiento, sino entre reventar o luchar, entre aceptar la sumisión a esta sociedad, en la qué la mercancía y el dinero dominan todo, hasta .la vida misma, o luchar. Es esta la única alternativa real!!! Contra el reforzamiento de la miseria, contra el ajuste de cinturones que suceden a otros planes de austeridad,  contra  los gobiernos de izquierda que suceden a los de derecha,... contra el reforzamiento de la democra­cia, la única vía es la lucha. La única pers­pectiva realista en esta sociedad de muerte es la lucha.

Por ello, los esfuerzos de la sociedad se dirigen muy especialmente a controlar, someter, encuadrar a los jóvenes proletarios. Es también al interior de esas capas del proletariado que, muy a menudo, vemos la atomización a su nivel más acabado, la desesperación que conduce brutalmente a la propagación de la heroína entre los jóvenes: medio utilizado por el capital y su Estado para imbecilizar y reprimir a los jóvenes proletarios.

¡Es la misma sociedad, su evolución y su adaptación constante a las nuevas exigencias de la guerra de clases (es decir al enfrentamiento entre dos proyectos contradictorios al inte­rior de la misma sociedad) que inducen y refuerzan la atomización! Así, la inadaptación de los jóvenes al trabajo se acompaña de una evolución de la escuela que, como la familia, no tiene más como función (o en todo caso no es más capaz) que la de afirmar una autoridad, imponer una disciplina, en vista de integrar a la juventud a la "vida activa": es en este sentido que la crisis de la escuela y de la familia, de los años 70, fue digerida por la sociedad, llegándo­se así a la democratización de estas institu­ciones. La realidad de estas democratizaciones es… la transformación de las escuelas en verdaderos "aparcamientos" (prisiones) que pro­ducen millones de analfabetos (iletrados), es... la familia, en tanto que célula pedagógica (castración), a la que se la reduce a su más sim­ple expresión (ver más adelante a propósito de la individualización) y la tarea de la "sociabilización" de los niños es abandonada a la tele­visión. Al mismo tiempo, si la familia conti­nua a beneficiar de una cierta importancia es por la seguridad económica (se aumenta la tasa de explotación y con un salario se mantiene y reproduce 3, 4  o más prolos) y pseudo-afectiva que ella proporciona. No queremos negar las di­ferentes tentativas burguesas para revalorizar, tanto ideológicamente como moral y económica­mente, estas dos instituciones: la oposición tradicional entre la izquierda y la derecha permite reactualizar regularmente los valores contrarrevolucionarios de la escuela y de la fa­milia. Así en Francia, la orientación actual es la de hacer entrar la escuela en la fábrica, en el ejército y en la familia, y paralelamente la fábrica, el ejército y la familia visitan la escuela; ¡¡¡he allí la realidad de la democratización, la sumisión de cada uno a las necesidades de valorización del capital!!!

Es esta democratización de la miseria la que destruye corrientemente la revuelta de los jóvenes proletarios, diluyéndolos al interior de esa masa amorfa que es el ciudadano/elector, e impide hoy en día (dado que la contraposición real es -especialmente con el desarrollo de la crisis- con el conjunto de la relación social mercantil), ver claramente quien es el adver­sario inmediato contra el que se debe ejercer y desarrollar la revuelta.

 

Es, también, una cierta "tradición" de revuelta (en la escuela, en el ejército, ...), muy fuerte en los años 60, que no se ha logrado trasmitir a la nueva generación y que ha desa­parecido por completo generalmente en beneficio de las ideologías democráticas, y conservadoras. Muchos jóvenes solo han conocido la televisión como principal instrumento de "sociabilización" (señalemos dé paso que podemos considerar se­riales como la de "Starsky y Hutch" como extre­madamente más ricas e inteligentes que la media de las seriales que pasan, 24 horas sobre 24, en Estados Unidos), es decir que se los somete a la cultura del olvido permanente del pasado colec­tivo. La mayoría de ellos no tienen ninguna experiencia de lucha, jamás han participado, ni de lejos, en huelga alguna y tales experiencias no forman parte del cuadro de referencia que tienen; viven en un presente permanente que se les escapa.

Incluso, se ha desarrollado un cierto espectáculo organizado para la juventud y sus rebeldías, en especial a través de la música (punk, nuevas olas,... alimentadas, en particular, de la experiencia del paro, del rechazo a aceptar pequeños trabajos de mierda, etc). La música no es más que otro medio de integración de la juventud, así el joven tiene la ilusión de estar en el centro del mundo: ¡la afirmación "el mundo pertenece a los jóvenes" oculta la triste realidad de los jóvenes que pertenecen a este mundo... mundo del valor en proceso!

En los años 60, el odio que sentía la gente respetable de este mundo hacia los jóvenes y sus valores -o mejor dicho anti-valores- ha desparecido completamente en favor de una especie  de  veneramiento de los jóvenes,  de su respetabilidad, de su sentido de responsabilidad (como se acaba de ver recientemente en la propaganda a favor de las manifestaciones de los "hijos de la república" como decía el diario izquierdista "liberación"). En realidad de lo que se trata no es principal­mente de la adaptación de los jóvenes, sino más bien de la adaptación (reforma) del capital, de su fuerza de atomización, de democratización: el capital tolera primero, luego integra y desa­rrolla a su manera toda contestación parcelaria, no totalizadora. Y en todo esto la burguesía ha logrado victorias objetivas. Así es muy raro ver a jóvenes proletarios luchando por los intereses de su clase, pero común verlos paseando por las calles por diferentes movili­zaciones organizadas por el capital y su Estado. Es repugnante, por ejemplo, ver 100.000 jóvenes manifestando por una radio libre (diciembre del 84 en Paris) o adhiriendo a diferentes campañas directamente organizadas por la burguesía, como movimientos caritativos (Etiopía) o pseudos antiracistas (fiestas "antiracistas"), o/y por la libertad de personajes burgueses cuya práctica contrarrevolucionaria no puede dejarnos la más mínima duda (como Nelson Mandela), y es terriblemente triste cuando esos mismos jóvenes no reaccionan contra la miseria creciente a la que son especialmente sometidos: es entre los jóvenes proletarios que la tasa de paro es la más elevada (en especial entre las mujeres jóvenes y entre los inmigrantes de África del Norte) y en la mayoría de los casos solo escapan ficticiamente al paro en base a pseudo ocupacio­nes totalmente miserables como los T.U.C. y los T.L.C.. y es cierto que, por el momento, es corriente que cada uno trate de salir indivi­dualmente de esta situación, guardando la ilu­sión de no encontrarse entre el gran número de perdedores. Hace 20 años los jóvenes hablaban de poder del dinero, del beneficio,... para es­cupir sobre ellos (estos valores eran claramente reconocidos como valores antihumanos, que había que destruir); hoy en día nos confrontamos corrientemente en las discusiones (¡cuándo se puede llegar a discutir con alguien!) con la apología y la exaltación de estos valores y por ende de la sociedad misma. Hoy se justifica la competición, la guerra de todos contra todos, la lucha par ser un "winner" (ganador). Lo que caracteriza nuestra época es pues un reforza­miento importante del individualismo que enve­nena toda la atmósfera social.

ATOMIZACIÓN   Y  PROGRESO

Este reforzamiento, como acaba de demos­trarlo el movimiento "estudiante", es frágil, no puede durar; por ello la contrarrevolución requiere una victoria, una solución mucho más definitiva. El Estado trata, por todos los me­dios, de darle, a este individualismo que el capital produce incesantemente, una base aún más sólida. Al embrutecimiento de todos los días se agregan los suicidios (más de 10.000 por año en Francia), los misticismos, las drogas (alcohol, medicamentos,...) la locura (en Francia hay 200,000 internados en hospitales psiquiátricos); como "soluciones" para todos aquellos que "no se atreven" y no pueden aún hacer de su vida un enfrentamiento: ¡el. Estado trabaja permanente, metódica y científicamente,  para destruirnos pura y simplemente!

La relación entre el individuo y el Estado, que se nos impone a cada uno de nosotros, en tanto que ciudadanos atomizados, se transforma en un elemento clave de la contra­rrevolución; para construir al individuo-átomo, el Estado debe realizar la "libertad". Esta "libertad", que tanto se vanagloria, no puede permanecer como una simple referencia a un ideal abstracto (que, dicho sea de paso, en tanto que reivindicación, ha llevado a muchas luchas hacia el fracaso), sino que tiene que realizarse con­cretamente, "acá y ahora"; tiene que transformar­se en nuestra razón de existencia, tiene que recorrer nuestras venas, irrigar nuestros vasos, alimentar nuestros cerebros,... ¡"el individuo es libre!",...¡el guardián de esta libertad es el Estado !

El Estado debe realizar su ideal: la des­trucción de todas las comunidades que no están directamente  sometidas  a  él;  la  realización  de la  comunidad ficticia:   individuo-dinero-Estado; es decir la democracia.

"El  mismo  dinero es la comunidad y no puede  tolerar otra que le sea superior... Allí donde el dinero no es la comunidad, es necesario que éste disuelva la comunidad"

(Marx, Grundisse)

Es el mismo capital que atomiza a los pro­letarios, es en el mundo de la mercancía que la clase desaparece para dar lugar a los ciuda­danos libres e iguales.

"En el ámbito de la.circulación de las mercancías no existen clases; todos son ciu­dadanos y hombres iguales que aparecen respec­tivamente como compradores y vendedores de mercancías, como iguales, libres y propietarios. Incluso cuando se trata de la compra-venta de la mercancía fuerza de trabajo, se está en pleno paraíso de los derechos del hombre y del ciudadano. Cada uno persigue su propio interés privado en el reino de la libertad, la igualdad, la propie­dad".

(Comunismo nro.1, "Contra el mito de los derechos y liber­tades democráticas")

Para realizar mejor el individuo, el Estado emplea cada vez más todos los aspectos de la vida social: milicos, especialistas, psiquia­tras, asistentes sociales, curas (que están de nuevo a la moda), consejeros familiares, psicólogos, sexólogos,... (4). ¿Es qué podemos sorprendernos verdaderamente cuando constatamos que hoy en día (y sobre todo en Estados Unidos) el abogado es el intermediario indispensable entre el hombre y la mujer, entre los padres y los hijos?

La familia, que en transcurso de la historia de las sociedades de clase fue una de las bases más sólidas de las relaciones de producción, se reduce actualmente al núcleo restringido papá-mamá-hijos,... y a veces... ni tanto (!)... si tenemos en cuenta que en numerosos países las guarderías "acogen" nuestros hijos hasta 12 horas por día.

 

El individuo se transforma así en la pie­dra angular de la sociedad. No porque la fami­lia tradicional represente un peligro con res­pecto a la sociedad mercantil, pues como es sabido ella garantizó, desde siempre, la perennidad de las relaciones de propiedad burguesa, sino que de lo que se trata es de des­truir los vínculos que aún puedan perdurar al interior de la familia (aunque sean vínculos putrefactos) entre los proletarios, pues hasta la existencia de estos vínculos representan, para el capital, un peligro potencial contra la atomización: cualquier otro vínculo que no sea el de (dinero) individuo-estado es a priori sos­pechoso ... Puede escapar al control del Estado... y por ello susceptible de engendrar un poco de solidaridad humana... y por ello peligroso.

El Estado nunca dudó en torturar y supri­mir a una persona por los vínculos familiares que mantenían con otra, pero que enorme progreso en la individualización generalizada de la so­ciedad es el que el hijo denuncie a los padres, como vimos recientemente por ejemplo en los Estados Unidos (¡país de la libertad!), por un problema de droga. Y más cercano a nosotros, en Francia, cuando en el más completo anonimato y la incomunicación generalizada de las grandes ciudades, vemos que todos los días proletarios mueren de frío acostados en las bocas de los metros (en donde se refugian intentando recibir un poco del calor que sale del metro) o que aparecen muertos en pequeñas y miserables piezuchas sin que ni siquiera alguien se de cuenta y que solo se descubra el cadáver cuando pasa el cobrador de la luz o del gas o que los vecinos denuncian a la policía aterrados por el olor putrefacto de la sociedad ... y del cadáver en descomposición. Y no hay porqué extrañarse si el nivel extremo de esta miseria (extraño tam­bién en el sentido de antagónica a la comunidad y existente al interior mismo de la colectividad de hombres que se han vuelto incapaces de soli­daridad!) es acompañado de un sistemático bombardeo publicitario sobre los "winners", de exaltación del individuo, de su libertad y de su triunfo (este último necesariamente a costas de los demás!).

Además, esta ideología de "cada uno para si" ("el hombre es un lobo para el hombre") va acompañada de la caridad, que no es más que la prostitución realizada por el capital de todo sentimiento humano de solidaridad; para compro­barlo basta observar como se desarrollan todas las campañas de "solidaridad" con los pobres (Etiopia, Bangladesh,...) en las cuales los propios organizadores directos de esta miseria, es decir por el mismo Estado, aparecen como los salvadores.

El Estado moderno se refuerza cada vez más: cuanto más impone su poderío más requiere controlar las partículas que domina, y para ello tiene que identificarlas e individualizarlas.

*

Pero, aparte de estas campañas ideológicas, que son una fuerza material contra la lucha del proletariado, es el mismo capital y el desarrollo de las fuerzas productivas que refuerza la democracia, es decir el reino de los átomos iguales y libres que continuamente des­truyen las relaciones reales entre los hombres.

Esto no es una innovación, o un fenómeno nuevo en la sociedad de clase, sino por el contrario -y como lo hemos subrayado y analizado en nuestros trabajos (ver comunismo No.1: Contra la democracia)- la democracia se desarrolla concomitantemente con la mercantilización de todas las esferas de la sociedad. Este desa­rrollo de la democracia y de las fuerzas produc­tivas produce las diferentes ideologías que aca­bamos de evocar, es decir estas nacen a partir de la base material de la mercantilización del mundo.

"Podríamos escribir toda una historia partiendo de las invenciones realizadas a partir de 1830 para defender al capital contra las insurgencias obreras"

(Marx, El capital)

Siempre hemos insistido sobre el carácter destructor de las fuerzas productivas, sobre los antagonismos que oponen estas fuerzas producti­vas del capital a las exigencias mínimas de la vida (¿hay que recordar Tchernobyl, o más recientemente la catástrofe Goais - Brasil que toda la prensa occidental se puso de acuerdo para ocultar, para confirmar esto?). Los proletarios vivimos día a día estos antagonis­mos en  carne propia: desde que muy  temprano por la mañana suena el despertador y no se termina nunca, pues hasta en sueños el terror de esta sociedad nos persigue.

La racionalización constante del proceso de trabajo hace que las propiedades y particularidades del trabajador aparezcan cada vez más como simples fuentes de errores; el hombre no aparece, ni objetivamente, ni en su comporta­miento con respecto al proceso de trabajo, como .el verdadero actor de este proceso, sino que se lo incorpora al sistema mecánico e informático, que tiene frente a él y que funciona con total independencia con respecto a él, como un simple instrumento al que se debe someter. Toda actividad en esta sociedad está directamente sometida a las necesidades del capital, es decir a las necesidades del valor, del orden, de la muerte.

"... el balancear del péndulo se ha trans­formado en la medida exacta de la actividad relativa de dos obreros, tal como la veloci­dad lo es entre dos locomotoras. No debiera decirse pues, que una hora de un hombre vale una hora de otro, sino más bien que un hombre de una hora vale otro hombre de una hora. El tiempo es todo, el hombre no es nada a lo máximo es el caparazón del tiempo. No se trata más de la calidad. Solo la cantidad decide todo: hora por hora, día por día...”

(Marx, Miseria de la filosofía)

La uniformización de la actividad productríz de los hombres hace posible su medida en cantidad de tiempo para realizar el intercam­bio mercantil a través de la intermediación de un equivalente general (el dinero). Este análi­sis, que fue claramente enunciado por Marx hace más de un siglo, se verifica una vez más hoy en día en la evolución actual de la organización del trabajo como también en la evolución de las técnicas, las ciencias, el progreso.

 

El desarrollo de la crisis y los métodos de racionalización que la burguesía utiliza para contrarrestar la baja de su tasa de beneficio, han impuesto cada vez más una total sumisión de los trabajadores a las exigencias de la produc­ción capitalista. La flexibilidad, el trabajo dominical, el desempleo total o/y parcial,... no solamente implican una mayor disponibilidad de los proletarios (tomemos como ejemplo los horarios móviles, que rompen totalmente el ritmo de las noches, de los fines de semana, de las estaciones, de las vacaciones) sino también, y prioritariamente,  la  adhesión  de  los  proletarios  al espíritu de la empresa, a su “patria” Francia, en síntesis la movilización por los proyectos capitalistas. Así, evolucionamos hacia la instauración de un verdadero contrato de confianza, en la empresa, entre trabajador-ciudadano y patrón (ejemplo: la moda de los "círculos de calidad" en las empre­sas).

Quizás el proyecto del salario al mérito (principal motivo de la huelga de los ferrovia­rios) es el que expresa mejor esta evolución. No basta con trabajar para el patrón y la patria, sino que hay que hacer prueba, también, de devoción hacia ellos. Es cada vez  más im­posible permanecer neutro en la sociedad. El Estado exige una participación siempre más activa en su propio refor­zamiento.

Nuestra época se caracteriza por la introducción del ordenador, el video, la tele­vigilancia... (principalmente gracias a su miniaturización) no solamente en los lugares de pro­ducción, sino también en todos los aspectos de la vida cotidiana; lo que significa un importante aumento de nuestro desarraigamiento con respecto al espacio y al tiempo. Los ejemplos abundan. La introducción de la informática ha ocasionado sistemáticamente un aumento de la cantidad del trabajo; el desarrollo de la video, de la tele-distribución, de las antenas públicas (a través de las que se puede captar canales de otros países) aumenta la presencia del Estado, durante todo el día, en la casa, se rompen las conversaciones transformándonos en seres cada vez más solos; la instalación de medios de comu­nicación más modernos nos somete aún más a los diktas del péndulo. La paradoja es cada vez más demencial: cuanto más se desarrollan los medios que  eliminan  el  tiempo  y  el  espacio, más se transforma el hombre en esclavo del tiempo y del espacio. En el reino de la mercancía el hombre es solamente un objeto, un átomo, indiferente a los otros átomos.

En un informe presentado por la cumbre de Versalles en el 82 se decía: "la tecnología moderna ayuda a liberar a los hombres de las limitaciones de la distancia y del tiempo". Este es el ideal burgués; se quiere el valor, el aumento incesante de la riqueza,... eternas, sin ninguna restricción, sin límites temporales y espaciales, depurados de todas las restriccio­nes "terrestres" y entre ellas... los hombres y sus luchas. Pero, esta clase de vida no es otra cosa que la negación de la vida, ES EL REINO DE LA MUERTE.

¿Qué nos queda de la vida cuando se nos bambolea de un país para otro, se nos exila permanentemente? Para nosotros, proletarios, se trata de una misma realidad, de privaciones y sufrimientos des que nacemos hasta que morimos.

Lo que distingue al hombre de las cosas, lo que le permitiría romper con su estado de “cosas” en la sociedad, sería el deber y poder ligarse, reconocerse en su medio ambiente, el poder situarse en el tiempo y en el espacio, es decir reapropiarse del tiempo, del espacio, del medio ambiente. Efectivamente, sin estas relaciones con la vida que nos rodea, y en primer lugar con los otros hombres, como pasaje obligado de la reapropiación de nuestro pasado y nuestro futuro (nuestros proyectos), se nos reduce efectivamente al estado de objetos.

La inmediatez, es decir la discontinuidad en base a la ausencia de referencias en el tiempo y espacio, que hace que la realidad dialéctica, en movimiento, que tiene un pasado, un presente y un futuro, desaparezca en beneficio de nuestras creencias, en nuestras proyecciones mentales, que tienden a sustituir la realidad, produce la locura y la muerte. Esto lo han comprendido perfectamente los verdugos y torturadores, por ello han intensificado y generalizado la utilización de la tortura blanca (la que justamente reprime toda referencia de orden espacio-temporal a través de la privación del sueño, supresión de todo contacto, a través de un medio ambiente indiferenciado: luz artificial las 24 horas del día, vigilancia a través de cámaras únicamente, prohibición de toda vista, ausencia de objetos, muros blancos con ángulos redondeados,…) para destruir más hábil y atrozmente nuestra resistencia.

La burguesía  organiza, cada vez más racionalmente, este “olvido” de nuestro pasado y nuestra autonomización con respecto a los otros proletarios: destrucción de la memoria colectiva, organización del olvido sistemático, ocultamiento, y cuando no es posible, falsificación de la historia de nuestra clase, de sus luchas (confiesa así el terror que siente de verse enfrentada una vez más a las fuerzas que la aniquilarán). Y así, como no hay nada más normal que la burguesía trata con todas sus fuerzas de esconder la historia proletaria, es normal que el proletariado luche por desenterrar su historia, por hacerla conocer, o revivificarla, puesto que solo así podremos superar los errores del pasado y no repetirlos.

Cuando el Estado nos impone un presente eterno, busca eliminar para siempre, y hasta a nivel de idea, la perspectiva revolucionaria. Este presente nos es impuesto de mil maneras. Ya hemos hablado del embrutecimiento que ejerce la televisión, esencialmente a nivel de la “sociabilización” de los jóvenes. No olvidemos tampoco el enclaustramiento del cual son víctimas los jóvenes, a los que por todos los medios se le dora sus jaulas acribillándolas, hablándoles, constantemente de otras situaciones siempre peores, así se lo acosa incesantemente con la propaganda sensacionalista acerca del horror nazi en el pasado, sobre los peligros del holocausto nuclear en el futuro, y ni hablar de las poderosas campañas realizadas sobre la barbarie que existe invariablemente “en el exterior”, por ejemplo “en los países del Tercer Mundo”,… todo esto bien mezclado y dosificado con diferentes salsas. Y para aquellos que rechazan el encuadramiento en el presente y en la inmediatez, para aquellos que entretejen relaciones de solidaridad entre los explotados de aquí y de allí y de todo el mundo, para aquellos que preparan el futuro sacando las lecciones del pasado, para todos aquellos,… existe el chantaje permanente de las prisiones, los tribunales, los asilos, la deportación, los cuerpos de choque del Estado.

ESTADO – INDIVIDUO – GUERRA

Todos sabemos que el Capital, para enfrentar sus contradicciones internas y sobre todo su            contradicción mortal hecha carne en la lucha que lleva el proletariado, tiene que enfrentar sistemáticamente a su polo que lo niega, tiene que desorganizarlo, destruirlo en tanto que negación. La guerra es el medio privilegiado para realizar esta eliminación.   

La guerra, en la medida que se ha vuelto continua, ha dejado de existir; se ha generalizado poco a poco para transformarse en  realidad permanente de la sociedad civil; ya no es más una amenaza para el futuro o en el "extranjero" sino una constante de la vida en todas partes. Esto ha sido posible por el reforzamiento de la relación individuo-Estado; cada ciudadano se encuentra ligado al Estado por un pacto de sangre en el que se precisa que debe sacrificar sus fuerzas en beneficio de la eco­nomía nacional, su carne y huesos por la nación.

Es cierto que la guerra existe además como amenaza de un salto cualitativo, en cuanto a una agudización aún peor de la miseria que la bur­guesía reserva al proletariado mundial para el futuro,.... pero la atomización creciente, la individualización, los múltiples sacrificios, son también uno de los pasos y condiciones de la generalización de la guerra; y con mayor razón cuando el proletariado en lucha, en tanto que único freno real, permanece ausente de la escena social !!! Las tendencias a la individualización, cada vez más potentes, no forman parte de elucubraciones fantasiosas o futuristas, sino que corresponden a las tendencias que existen realmente en la sociedad. Si dichas tendencias pudieran ser empujadas hasta el extremo ideal del burgués, habría robots en lugar de proletarios, o lo que es lo mismo máqui­nas humanoides sin vida, sin lucha...

Desde la doctrina de la "respuesta flexi­ble" en el empleo de las armas nucleares, táctica de la OTAN, hasta los múltiples conflic­tos armados locales que desde la "Segunda" guerra han matado a más proletarios que durante las "primera y segunda" guerras mundiales juntas, ... desde la declaración de Weinberger (secretario de la defensa de los Estados Unidos) "sobre la necesidad, para USA, de prepararse para desplegar  dos  guerras de gran envergadura al mismo tiempo, una en Europa y otra en otra región del mundo, por ejemplo en el Medio Oriente"... a la preparación y fabricación en serie de la bomba a neutrones (arma termo nu­clear de una irradiación reforzada, concebida especialmente para "privilegiar" el desprendi­miento, sobre el campo de batalla, de flujo de neutrones a alta energía, causando daños significativos a una adversario, advirtiéndole, así, por última vez antes de recurrir a armas estra­tégicas) ... nos confirman que ya estamos en guerra y que solo la lucha proletaria podrá impedir una situación aún peor. La posición de los comunistas, según la cual "el derrotismo revolucionario contra la guerra no es una consigna para el futuro, sino que se practica cotidiana­mente enfrentando toda la adhesión a la econo­mía nacional, enfrentando todos los proyectos burgueses", toma en este contexto toda su signi­ficación.

Las conversaciones acerca de la paz, y otras negociaciones a propósito del desarme, no son más que un medio privilegiado de regulación de esta guerra permanente, una condición real de la guerra. Lo que se negocia son los términos de la guerra, el reparto de sacrificios, la importancia de las destrucciones' a realizar. Incluso las guerras localizadas, circunscriptas territorialmente requieren, en primer término, la adhesión de los ciudadanos atomizados, sus sacrificios y su consentimiento; las campañas terroristas y antiterroristas orquestadas por el Estado, sirven directamente a estos objetivos: "Estamos en guerra. Todo el mundo con el Estado!!"  (5).

Y A PESAR DE TODO…

Partimos de la atomización creciente de los proletarios, de como el capital, a través de la misma evolución de su sociedad, refuerza la individualidad de cada proletario '(destruc­ción de su constitución en clase) que es el se­creto de su dominación pues destruye toda posi­bilidad de  constitución-organización  del  proletariado en base a sus intereses históricos de clase. Las ideologías de la libertad, del "winner", del éxito, existen para reforzar aún más el "cada uno para si mismo" ("la competencia que se libran los proletarios entre si" como decía Marx).

En base a análisis de algunas de las ten­dencias de la sociedad moderna hemos puesto en evidencia el salto de calidad realizado por el capital en el re forzamiento de la atomización de los proletarios. Ahora bien, de la misma forma que la presencia y el peligro del virus se evidencian únicamente por la masa de anticuer­pos que. lo atacan, el aspecto subversivo de la actual situación se manifiesta mucho más en lo que las fuerzas de la contrarrevolución cons­truyen como barreras que por lo que realiza actualmente el movimiento revolucionario mismo.

Si la burguesía encuentra el programa de sus intereses históricos (contrarrevolución) inscripto en todo momento en su situación inmediata; el proletariado NO. Nuestra situa­ción inmediata es mistificada, ella no aparece ante nosotros como es en la realidad (6). Los modernistas confirman esta mistificación, así juntan su voz al discurso dominante de la desa­parición del proletariado, de la caducidad del movimiento comunista,...

El gran error de los grupos que teorizan la inevitabilidad de la derrota o la desapari­ción del proletariado de la escena social, es el de no comprender la determinación material -ineluctable- del surgimiento revolucionario de las entrañas mismas de la sociedad actual. Lo único que les queda entonces, es reemplaza esta determinación perdida por la "voluntad" de los hombres para instaurar una sociedad... no de­terminada (como es la comunista) sino soñada y libre (construida a partir de los deseos y la voluntad de los hombres). No negamos la impor­tancia de la imaginación en el proyecto comunis­ta, sino que al contrario somos conscientes de los límites sociales de la actual imaginación y afirmamos que ella misma será revolucionada con la revolución social y transformada por la desa­parición de las relaciones reificadas y por la instauración de las verdaderas relaciones hu­manas entre los hombres. Esto no tiene nada en común con la imaginación/fantasmográfica que existe hoy en día, completamente embrutecida por la miseria (determinación negativa), es decir la imaginación del proletariado-ciudadano atomizado que, por otra parte, se disuelve cotidianamente en la sociedad mercantil.

En realidad, es del fondo de toda esta mierda de la sociedad moderna, de la lucha contra esta frustración permanente (de estar privado... de las verdaderas relaciones con la naturaleza, con los otros hombres, con la vida), de la negación del orden establecido, que surgirá el movimiento subversivo. Nuestra si­tuación de clase explotada, al interior de las relaciones de producción capitalista, constituye la determinación esencial de la revuelta y del combate proletario. Es pues totalmente correcto hablar de determinismo, de la imposibilidad social de una "elección", de la ineluctabilidad de la lucha -violenta y anti-democrática- contra la inhumanidad. Nosotros comprendemos este determinismo en su significación histórica: es decir el proletariado está social e históri­camente condenado a afirmarse como FUERZA SOCIAL desde su propia existencia, a organizar su lucha para destruir el capitalismo e imponer una nueva comunidad, al fin humana (7). A la elección libre del individuo en esta sociedad burguesa, se le contrapone el movi­miento comunista que fuerza al proletariado a la lucha totalizadora contra la explotación.

Los comunistas, al desenmascarar al ene­migo, denuncian claramente los peligros que amenazan al proletariado y a sus luchas, con­tribuyen al resurgimiento revolucionario y a romper la complicidad de los proletarios con sus propios enemigos.

NOTAS:

(1) En “Parti de Clase” (revista en Francia de nuestro grupo) hemos analizado estos movimientos “Cheminots: leçons pour l’avenir” y “Etudiants ou Proletaires”

(2) Existe una importante excepcion: los Verdes que hoy movilizan masa con la historia de la ecologia y el pacifismo. No es muy difícil darse cuenta que es directamente el Capital quien tiene interes en promover la investigación y experimientacion de soluciones mas apropiadas y equilibradas con respecto a su frenetica carrera hacia la muerte y la destrucción de la naturaleza.

(3) Como durante la “gran crisis”, con la politica de trabajos publicos del New Deal en USA, o la de Hitler o Mussolini en Italia, o más cercano aún la política de la burguesia rusa, o en general de los paises del Este, se pone a trabajar a los desocupados (y luego se dice ¡que hay menos desocupados o que se ha abolido la desocupación!) bajo diferentes formulas “trabajos de interes colectivo”, “trabajos de utilidad publica”, etc (TUC, TLC, etc). Aunque el trabajo consista en hacer pozos y volverlos a tapar, como propone cinicamente Keynes para crear una demanda efectiva, esa pseudo-actividad tiene una enorme “utilidad” desde el punto de vista de la mantención de la paz social.

(4) Los izquierdistas cumplen regularmente con su papel, denunciando la policialización cada vez mayor de la sociedad, sin ver jamas que el reforzamiento del Estado y su intervención creciente en todas las esferas de la vida social es un hecho ineluctable de toda sociedad burguesa. Esto invalida, también, sus pretensiones pacifistas, según las cuales el proletariado deberia abandonar el recurso a la violencia, a favor de la actuación masiva, para hacer presion sobre el Estado, para obligarlo a retroceder. Nosotros constatamos, por el contrario, que la realidad es que jamas el Estado dejo de armarse; en especial durante un periodo de paz social. Solo la accion decidida, masiva y violenta de nuestra clase, centralizandose hacia la constitución de una fuerza de clase mundial para imponer el comunismo, puede constituirse en freno a la militarizacion de la sociedad y en la medidad que se dirija hacia la necesidad de destrucción del Estado.

(5)   Con  respecto a este punto,  la  guerra,  ver también el  artículo  "Cours  catastrophique du Capitalisme et  lutte de classe",  en Aube  In­ternationaliste de Agosto 1986.

(6)        El poder real de los medios de comunicación de masas es justamente su ca­pacidad de  mistificar  la  realidad,  de quitarle todo lo que tiene de  real  y no como nos quieren hacer creer por su supuesta capacidad de "criticar" la realidad. El proletariado atomi­zado, totalmente alienado, al interior de la sociedad moderna, de toda participación en la historia, puede contemplar, todas las noches, entre dos páginas de publicidad y a través de algunas imágenes espectaculares, el aconteci­miento del día presentado por su animador preferido !!!

(7)   Para mayores precisiones ver  "Las  Tareas de los Comunistas" en Comunismo Nº21


CO27.1"1984" ...85...87...89 Peor que lo previsto - La cuidanización de la vida.