Primera serie de textos
Co21-22-23 Delimitación de nuestra crítica de la economía
Objeto y método: su relación dialéctica
4. Crítica de la economía política. Definición (1)
En este texto comenzamos a exponer nuestra propia concepción, la crítica de la economía, en el sentido propio del término. Sin embargo ella no admite una definición en sí misma, sino que por su propia naturaleza se define necesariamente en contraposición a la sociedad y a la economía política (ciencia del capital autoanalizándose).
4.1. La necrología del capital, punto nodal de la crítica de la economía
La economía política es básicamente la ciencia del capital autoanalizándose, el estudio de la anatomía del sistema capitalista (2). La crítica de la economía en su aspecto teórico (3) es, en contraposición con aquella, la necrología del capital, es decir el estudio del proceso histórico que conduce a la muerte del capital, o dicho de otra forma el estudio de las leyes de la sociedad capitalista que conducen a su supresión violenta. En forma más sucinta aún, pero sin embargo más complexiva, podemos decir que (como veremos), la crítica de la economía no tiene por objeto la descripción del capitalismo, sino del comunismo (4).
Este punto nodal de ruptura entre la economía política y su crítica (5), que define un objeto totalmente diferente que al mismo tiempo está indisociablemente ligado a una contraposición metodológica y a la contraposición en cuanto al sujeto que realiza la crítica de la economía (proletariado versus burguesía), ha sido como cualquier otro punto central de ruptura entre la burguesía y su enterrador ‑el proletariado‑ camuflado y falsificado por la contrarrevolución triunfante durante décadas. Dicha falsificación, que ha permitido que se utilice el nombre de Marx en la reconstitución de la economía política, como ciencia de la anatomía del capital, sólo puede ser puesta al descubierto gracias a un profundo estudio de la misma contrarrevolución, que fuera iniciado por las fracciones comunistas (6) y es sólo en base a los materiales elaborados por ellas que tratan de la crítica de la economía que hoy puede definirse (o mejor aún reconstruirse) el objeto, el método, el sujeto de dicha crítica.
En 1960, en la reunión de Florencia, Bordiga definía el objetivo de la crítica de la economía en una forma remarcablemente concisa: «Nuestra ciencia no es la respuesta a la pregunta imbécil: "¿Qué es el capital?", sino la demostración de que el capital morirá y de que su muerte será violenta... Nuestra ciencia, lejos de ser la biología del capital, es su necrología» (7). E inmediatamente después pone en evidencia que la dificultad con la que se encuentran los economistas al querer entender El capital es precisamente la no comprensión de este aspecto esencial, la que permite a su vez a Bordiga el reafirmar, contra las interpretaciones minimalistas, el verdadero objetivo de dicha obra: «El pasaje difícil del Primer Libro de El capital al Segundo y al Tercero sólo puede ser comprendido si se capta que no sólo en cada libro y en cada capítulo, sino por decirlo así, en cada página, nos encontramos frente a tres momentos de nuestra concepción, que nace y vive como análisis, como iluminación, como batalla fulgurante y como gloriosa apocalipsis» (8). Y luego de haber explicado el primer momento (capital de empresa), y el segundo (leyes del conjunto de la sociedad capitalista considerada como un todo), define así el tercer momento, el momento vital: «El tercer momento es el momento vital y para quien tiene suficiente luz en los ojos y en el espíritu para comprenderlo, brillará como mil fuegos. No se trata ya de la empresa industrial, ni de la sociedad burguesa histórica, sino que está descripta en forma segura, la teoría de la sociedad comunista futura. En este tercer aspecto, la ciencia escolástica y académica, superada y despreciada desde el primer momento, ha sido abandonada como fría palinodia apagada. Estamos en el dominio del programa, en el campo del partido revolucionario, en el fuego de esta crítica que ya no es suficiente realizar en un libro, sino con las armas. Todos esos desgraciados que no han visto esa luz resplandeciente, por ese hecho no han sabido trasmitir la visión histórica de la sociedad burguesa dada por Marx, ni tampoco hacer los cálculos simples de la economía de empresas que emplea asalariados, galera de esta infame sociedad, y han errado entre las falsificaciones miserables y deformadas y las ilusiones vacías acerca de las panaceas sociales. No vieron la sociedad de mañana que se opone radicalmente a las iniquidades del capitalismo moderno, la última y mayor fase de su sufrimiento por los que pasa la atormentada humanidad» (9).
La obra de Marx forma un todo precisamente porque este aspecto vital está presente por todos lados («por decirlo así, en cada página»), está contenido en cada una de las explicaciones como necesidad misma de todo ser que nace y está condenado a morir (10) y porque cada parte (¡y lo que se conoce de la obra de Marx sigue siendo hoy una parte!) expresa a distintos niveles la totalidad. Sacrificar, camuflar, liquidar ese aspecto como han hecho los economistas marxistas al construir sus sistemas económicos haciendo abstracción de la destrucción del trabajo asalariado, o por ejemplo al explicar la compatibilidad del socialismo con el mercantilismo (11), no es sólo liquidar un aspecto, es traficar la obra en su totalidad y terminan necesariamente renunciando a comprender los más simples análisis de la biología del capital: incluidos los aspectos primero y segundo en la exposición de Bordiga. «Ni tampoco hacer los cálculos simples de la economía de empresas.»
Eso es lo que ha pasado sin excepción con todos aquellos que pretenden que El capital sólo trata del modo de producción capitalista, terminan tarde o temprano distorsionando lo más simple, incluida la unidad contradictoria de la mercancía, la contraposición trabajo concreto-trabajo abstracto y repitiendo la teoría del valor trabajo de la economía clásica. Estamos ante el abc de la montaña de la dialéctica que el materialismo vulgar es incapaz de escalar y ante la cual continúa resbalando en su ladera.
No se comprende que la clave para determinar todas las formas inferiores es la forma superior ‑recordemos que como decía Marx, «la anatomía del hombre es la clave de la del mono» (12)‑, que así como la clave de la economía antigua nos la dio la economía burguesa pero sólo en la medida en que comenzó su autocrítica (13), la clave de la anatomía del capitalismo la encontramos en el comunismo, o lo que es exactamente lo mismo hoy: la negación positiva del capitalismo, el movimiento real que se desarrolla en las entrañas del capitalismo y que contiene su supresión (14). Tampoco se comprende que es la negación la que define, es decir esa negación en acto de la sociedad presente la que la condena y al mismo tiempo la delimita. En fin, no se comprende que esa sociedad como totalidad es una contradicción en movimiento que implica superación y que cualquier aspecto de esa totalidad que debe ser expuesto requiere abarcar como totalidad esa contradicción fundamental que contiene su negación. Por eso la mayoría de los economistas en El capital o en los Grundrisse no encontraron otra cosa que un análisis del capitalismo.
Para nosotros, aquel aspecto negativo, aquella descripción de la supresión del capitalismo es el centro de toda la teoría y lo encontramos necesariamente en todas y cada una de las obras o textos de la crítica de la economía política. Citemos otro pasaje brillante de Bordiga al respecto: «Un punto crucial antiguo y moderno en la batalla acerca de la teoría del movimiento revolucionario proletario es el de [determinar, NDR] si Marx en sus obras y en la más monumental de entre ellas, incompleta aún cuando sobrevino su muerte, El capital, tuvo como objetivo sólo la descripción de las leyes que gobiernan la economía capitalista o por el contrario, también, el de la presentación ante la masa que lucha del claro programa de la organización social que resultará de la revolución obrera, el socialismo, el comunismo. La posición de la izquierda marxista radical, o sea de los únicos marxistas que tienen el derecho a tal adjetivo (sea correcto o no el derivar adjetivos de nombres de personas), ha sido siempre la de [sostener, NDR] que en la obra de Marx está en primer plano ‑por decirlo fuera de todos los equívocos y de forma cruda‑ la descripción de los caracteres de la sociedad comunista». (15)
Antes de pasar a otros aspectos de la crítica queramos subrayar más explícitamente aún que no se trata en absoluto de un punto más o menos accesorio que pudiera por ejemplo agregarse a posteriori del análisis, es decir que bastaría con hacer un «análisis» del capital «tal como es», en «forma objetiva y científica» y luego agregarle algunas frases sobre la liquidación del trabajo asalariado, la mercancía, el valor, el dinero, etc. En efecto, liquidar el aspecto muerte del sistema capitalista es transformar la visión del conjunto de la totalidad compleja, cuyas contradicciones la determinan a producir los elementos de su propia negación en un puro análisis (descomposición de partes), como hace precisamente la economía política. Es totalmente falso el imaginarse que la materia es y que después actúa (16), que existiría el capitalismo con leyes "objetivas y científicas y que para conocerlo basta con analizar sector por sector (o peor, país por país), descomponer sus partes y estudiarlas por separado. En realidad cada una de sus partes (y en una cierta fase del estudio no negamos el análisis), solo existe en tanto que parte en movimiento de un todo complejo también en movimiento y la determinación de la parte se encuentra siempre en la totalidad. El capitalismo no es y después se mueve hacia su destrucción. sino que el capitalismo sólo conquista su existencia como entidad viva porque va hacia su superación histórica, hacia su muerte. En cada sector, en cada modo de producir cosas que el capitalismo ha subsumido en su ser, en cada sector de la que se denomina actividad económica, en cualquier partición válida del capitalismo (17) se reproduce esto: sólo se es sector, parte, porque se es movimiento, sólo se es porque se mueve (18) y no sólo porque se mueve para cualquier lado sino porque se mueve como parte de la totalidad a la que las sucesivas catástrofes le son inherentes. O dicho en términos más «naturalistas», si se quiere comprender la vida de un cuerpo hay que estudiar su génesis, su evolución, sus revoluciones, su reproducción, su muerte, su superación, para lo cual en una fase determinada el análisis puede ser útil, pero por el contrario si por tener miedo a la muerte del capitalismo se desprecia su génesis y sus revoluciones, se está liquidando incluso la comprensión biológica, se está (parafaseando a Hegel), aunque resulte paradójico, trabajando con cadáveres (19).
Por ello la comprensión de la crítica de la economía política como estudio de las leyes de la sociedad capitalista que conducen a su supresión define en un solo acto no sólo el objeto, sino que nos introduce ya los aspectos centrales de la metodología.
4.2. Crítica de la totalidad económica: de la sociedad y sus doctrinas
Otro aspecto fundamental y decisivo de la crítica de la economía en su fase teórica es que es a la vez y simultáneamente:
1. una exposición y una crítica de toda la sociedad existente, no en el sentido de acusar a sus agentes, sino de poner en evidencia su antagonismo creciente e insuperable con la especie humana, que conduce a su supresión violenta;
2. una crítica de todas las doctrinas económicas desde la economía vulgar a la economía política, pero concentrándonos siempre en aquellas que constituyen las expresiones más inteligentes y hábiles de análisis de la sociedad presente: la economía política;
3. la permanente puesta en evidencia de la interacción de ambos puntos, es decir de las doctrinas económicas como producto de la sociedad del capital y como tentativa de incidir en ella para su reproducción, reforma, transformación, o en el caso de la economía vulgar, para la administración y la defensa apologética.
Es por esta razón que nosotros hemos preferido desde el principio referirnos a la crítica de la economía para conceptualmente abarcar esos tres aspectos en una totalidad.
Pero esta crítica de la economía, que debe ser concebida como totalidad, como crítica de la realidad económica en su conjunto, crítica del capital y del trabajo asalariado así como de todas sus expresiones ideológicas, es decir crítica del ser y de su conciencia, es al mismo tiempo (y no podía ser de otra manera) una totalidad como ser y como consciencia, como ser consciente, es decir que su realidad es el movimiento real de abolición del orden establecido (y de sus ideologías, evidentemente).
4.3 El sujeto de la crítica de la economía
Es decir que, rompiendo con todas las corrientes filosóficas y económicas, la crítica en su fase teórica se asume como parte esencial de una crítica eminentemente práctica (20), se autorreconoce como la expresión de una clase social determinada, el proletariado (21).
La crítica de la economía es, pues, la acción práctica de contraposición (negación) de la economía y como tal es la obra de un movimiento social bien preciso: el movimiento comunista. Barrot resume así lo que considera «la tesis esencial de la función de la teoría revolucionaria y de la crítica de la economía política (22), que constituye su base:
«Es la expresión de un movimiento real, de un movimiento social, salido de las entrañas del mundo capitalista. Es componente y parte integrante del movimiento subversivo de la sociedad capitalista, que tiende a liquidar los elementos constitutivos de la estructura esencial del capital, para dar nacimiento a un nuevo tipo de sociedad fundada sobre un nuevo sistema de producción: el comunismo (23). Dicho movimiento se origina en la dinámica del propio capital, quien la produce a pesar suyo y cualquiera sea la resistencia que opongan.» (24)
Esto no es una originalidad de la crítica de la economía, pues en realidad toda doctrina económica es la expresión (y una parte) de un movimiento económico social preciso y en el capitalismo la expresión de una clase social determinada. Lo que es realmente una ruptura con el pasado es afirmar abiertamente lo que realmente es, reconocerse a sí misma como totalidad actuante en todos sus aspectos teórico prácticos, reconocer además a su enemigo (la economía y todas sus expresiones) también como totalidad y por eso mismo no buscar en sus expresiones teóricas ninguna validación en sí, positiva, aclasista, científica (25), como hacen las doctrinas económicas que disimulan su carácter de clase, sino asumirlo abiertamente: la crítica de la economía es necesariamente clasista, proletaria (26). Sólo el partido del proletariado, en su más amplia acepción histórica (27), es capaz de realizar la crítica de la economía. Por eso el aspecto teórico de la crítica de la economía se asume explícitamente como parte de una totalidad práctica. El propio Marx y luego las fracciones comunistas insistirán hasta el cansancio en que:
- las tesis principales de eso movimiento práctico de crítica de la sociedad existente, de crítica de la economía, no son de ninguna manera el resultado de principios descubiertos por tal o cual reformador del mundo. sino el resultado de un movimiento real, la lucha del proletariado por la abolición del trabajo asalariado (28);
- esta es una obra histórica y colectiva y por lo tanto las contribuciones a la crítica de la economía política más importantes que han realizado tal o cual hombre en un momento dado (como el propio Marx) consisten principalmente en la sistematización teórica de esa crítica, que simultáneamente lo sobrepasa y lo incluye, pero que se desarrolla como práctica social global de lucha proletaria;
- esa obra de sistematización teórica queda desnaturalizada cuando se la concibe como creación personal y que debe ser comprendida como lo que es, obra de Partido, por más importante que en la vida de éste haya sido la contribución de tal o cual persona (29).
4.4 La negación como principio esencial de la crítica de la economía: la negación de la negación
«El gran principio general de la dialéctica materialista es la negatividad. Es negativamente, por la crítica despiadada, que puede afirmarse positivamente la posición de los comunistas. "El momento esencial, el momento dialéctico es el de la negatividad" (Hegel). Lo positivo no es sino el residuo de la negatividad. El comunismo se define en primer lugar negativamente por aquello a lo que se opone. "La crítica negativa viene a ser positiva; la polémica se transforma en una exposición más o menos coherente del método dialéctico y de la concepción comunista del mundo" (Engels)» (30).
El proceso histórico de aparición de la economía, es decir de la sociedad como sociedad económica, del enriquecimiento como único fin de la sociedad (y de la economía política en tanto que ciencia del enriquecimiento, «de la riqueza de las naciones» como expresión teórico ideológica de la misma), es ya un proceso de negación de la comunidad, de la propiedad humana, de la comunidad como individuo -indivisible- (31), es el arco histórico del valor constituyéndose en comunidad dinero como única comunidad que excluye (niega) toda otra comunidad entre los hombres. Esta negación del hombre como comunidad, que con el capital llega a su expresión más acabada, lo persigue en tanto que negación durante toda su existencia. El capital como positividad se realiza material e ideológicamente siempre en referencia a aquella negación, aunque la misma sea imaginada por sus ideólogos como mera continuidad positiva (progreso, civilización, desarrollo...). Así, la comunidad ficticia del dinero contiene como afirmación no sólo la negación de la comunidad primitiva, sino que su desarrollo es la negación de toda comunidad humana, aunque el ideólogo (el economista) nos la presente como el resultado natural del desarrollo del cambio entre los hombres y como comunidad esencialmente humana. Así, la democracia, que es el modo de vida de aquella comunidad vacía de humanidad, es decir la organización de la sociedad una vez que se ha separado al hombre del hombre mismo, la organización de la separación y de la guerra de todos contra todos inherente a la sociedad mercantil generalizada, no deja de ser nunca una negación de la verdadera comunidad humana, aunque el ideólogo nos la presente como objetivo de la humanidad, y como desarrollo positivo de una pretendida democracia contenida en la naturaleza misma del hombre. En términos más concretos (32) el ciudadano, el hombre como sujeto de deberes y derechos (33), ...es la negación de la humanidad del hombre, aunque el ideólogo crea que es su realización; el estado es la negación de la sociedad como organicidad y la estructuración en cuerpo organizado de una parte de la sociedad contra otra (la organización de la clase dominante contra los explotados y oprimidos con el consecuente monopolio de la violencia es su inevitable concreción) aunque el filósofo nos lo haya presentado como la realización de la idea del hombre (incluido Hegel): el estado «nación» es una expresión más de la guerra de todos contra todos contenida en la generalización de la mercancía y como tal negación de toda comunidad humana, y aunque precisamente para ello deba existir materialmente como comunidad ficticia (34); la igualdad jurídica, expresión de la igualdad económica entre comprador y vendedor y condición necesaria a la realización como social de un trabajo privado es la negación de toda igualdad humana aunque el jurista nos lo presente como realización de la igualdad entre los hombres; la libertad, que es la expresión de la libertad de compra y venta y de la separación de los individuos como seres opuestos, es la negación de la liberación del ser humano como especie, de la liberación del hombre de las cadenas de la explotación.
No se trata pues de un mero problema ideológico, aunque el ideólogo cumpla un papel muy importante. El capital como ser social y como sociedad es una negación permanente de toda la humanidad que hay en el ser humano. Ahora bien, esa negación de toda humanidad es común a la burguesía y el proletariado, pero la burguesía y su ideólogo se realizan en esa negación, su vida, su razón de ser y su poder no son más que el lado positivo de esa negación concretado en la formación social actual; por ello en la sociedad capitalista la burguesía representa esta sociedad como tal, o si se quiere la negación como simple negación, la reproducción infinita de la negación de la humanidad. El proletariado por el contrario es esa negación hecha carne y hueso, es la aniquilamiento general y práctica de toda humanidad en base a la realidad de una existencia inhumana (35) y como tal es la contraposición práctica a esta negación, es la negación realizada en tanto que deshumanización acabada, la pérdida completa del hombre que no puede reconquistarse a sí mismo más que por la reapropiación completa del hombre; en síntesis su desarrollo como clase no puede ser un simple componente de esta sociedad, sino la afirmación total y completa de la negación de la negación (36).
Es útil recordar aquí como Marx define el proletariado como la negación completa del hombre y como tal forzado a ser la negación revolucionaria de esa negación:
«Una clase de la sociedad burguesa que no es de la sociedad burguesa, un estamento que es la disolución de todos los estamentos, una esfera que tiene un carácter universal por sus sufrimientos universales y que no reivindica un derecho particular, porque no se le ha hecho ninguna injusticia en particular, sino la injusticia a secas, que ya no puede invocar ningún título histórico sino su título humano; que no está en oposición con las consecuencias, sino en oposición general con todos los presupuestos del sistema político... Es por último una esfera que no puede emanciparse sin emanciparse de todas las otras esferas de la sociedad, emancipando así a todas ellas. En una palabra es la pérdida total del hombre y por tanto sólo puede reconquistarse a sí misma por la reapropiación completa del hombre. Esta descomposición de la sociedad en tanto que clase particular es el proletariado» (37).
Es decir que en la sociedad capitalista, la burguesía como polo positivo es el mantenimiento de la negación simple, es la parte conservadora, la expresión subjetiva de la economía, el sujeto de su realización (así como la política, la filosofía, la ciencia...); mientras que el proletariado es la negación abierta de aquella negación, la parte destructora, la expresión subjetiva de la crítica de la economía (así como de la ideología, la política, el derecho, la religión. la ciencia,,,), el sujeto de esa crítica.
«Proletariado y riqueza son términos antitéticos. Constituyen en cuanto tales un todo. Ambos son configuraciones del mundo de la propiedad privada. Lo que interesa es la posición determinada que asumen uno y otro en la antítesis. No basta con declarar que constituyen los dos elementos de un todo. La propiedad privada en cuanto propiedad privada, en cuanto riqueza, está forzada a conservar su propia existencia y con ello a conservar la de su término antitético, el proletariado. Es éste el aspecto positivo de la antítesis, la propiedad privada que se satisface a sí misma. El proletariado, a la inversa, está forzado en cuanto proletariado a suprimirse a sí mismo y, con ello, al término antitético que lo condiciona, que lo convierte en proletariado, a la riqueza. Es éste el aspecto negativo de la antítesis, su perturbación interior, la propiedad privada disuelta y que se disuelve... Dentro de la antítesis, pues, el propietario privado es la parte conservadora, el proletariado la parte destructiva. De aquí proviene la acción que pugna por el mantenimiento de la antítesis (conservación de la inhumanización general -NDR-), de éste la acción que pugna por su aniquilamiento (negación de esa deshumanización, negación de la negación de la gemeinweisen del hombre, del ser humano como ser colectivo -NDR-)» (38).
Claro que el capital como sociedad contiene su negación, que el límite del capital está en el propio capital, pero ello sólo en la medida en que sus propias contradicciones lo llevan a la catástrofe permanente, a que la economía destruye todo resabio de humanidad y genera la fuerza histórica que porta y lleva esta contradicción a las últimas consecuencias, que desarrolla el sujeto de esta deshumanización como negación inevitable de esta sociedad:
«La propiedad privada, ciertamente, en su movimiento económico se ve arrastrada hacia su propia disolución, pero sólo a través de un desarrollo independiente de ella, inconsciente, que ocurre contra su voluntad, condicionado por la naturaleza de la cosa, sólo en tanto ella genera al proletariado como proletariado, a la miseria consciente de su miseria, a la deshumanización que es consciente de su deshumanización y que por tanto se suprime a sí misma. El proletariado ejecuta la sentencia que la propiedad privada, por su creación del proletariado, pronuncia contra sí misma, así como ejecuta la sentencia que el trabajo asalariado, al generar la riqueza ajena y la miseria propia, pronuncia contra sí mismo. Si bien el proletariado alcanza la victoria, de ningún modo se convierte por ello en aspecto absoluto de la sociedad, pues sólo vence en la medida en que se suprime a sí mismo y a su contraparte. Desaparecen entonces tanto el proletariado como el término antitético que lo condiciona, la propiedad privada.» (39)
Y esta negatividad general de toda la sociedad presente (y no solo de su polo positivo como pretende la economía marxista al identificar el socialismo con la abolición de la propiedad privada de los medios de producción sin la autosupresión del proletariado), lejos de ser la afirmación simple del polo proletario, o partir de una reivindicación de la humanización del proletariado, parte del proletariado como negación suprema de la humanidad y tiene por objetivo la negación total de esa negación:
«Cuando los escritores socialistas asignan al proletariado esta misión histórico universal (la negación de la propiedad privada y su autonegación -NDR-) ello no ocurre, en modo alguno y pese a lo que diga creer la crítica (o en nuestro caso la economía marxista, ver texto anterior en Comunismo nº 22 -NDR-), porque consideren dioses a los proletarios. Más bien a la inversa. Como en el proletariado desarrollado está prácticamente consumada la abstracción de toda humanidad, incluso de la apariencia de la humanidad; como en las condiciones de vida del proletariado se compendian todas las condiciones de vida de la sociedad actual en su extremo más inhumano; como en él el hombre se ha perdido a sí mismo, pero a la vez no sólo ha adquirido la conciencia teórica de esa pérdida, sino que además se ve forzado por una indigencia que ya no es posible negar ni encubrir, por una indigencia absolutamente imperiosa -expresión práctica de la necesidad-, a rebelarse contra esa inhumanidad, por eso el proletariado puede y tiene que liberarse a sí mismo. Pero no puede liberarse a sí mismo sin suprimir sus propias condiciones de vida. No puede suprimir sus propias condiciones de vida sin suprimir todas las condiciones de vida inhumanas vigentes en la sociedad actual y que se compendian en su situación. No pasa en vano por la dura pero vigorizante escuela del trabajo. No se trata aquí de lo que este o aquel proletario o incluso el proletariado entero imagine momentáneamente que es su meta. Se trata de lo que el proletariado es (la negación en carne y hueso de toda humanidad en su expresión más acabada -NDR-) y de lo que con arreglo a ese ser se verá forzado históricamente a hacer (la negación de la negación, el comunismo -NDR-). Su meta y su acción histórica están trazadas palmaria e irrevocablemente en su propia situación vital así como en toda la organización de la actual sociedad burguesa» (40).
Por eso mismo, en tanto que sujeto de la crítica de la economía el proletariado es negación viviente de la misma. El secreto de la economía marxista se condensa en el ocultamiento de esta negación, de esta doble negación, y que se proyecta como tentativa de humanización de la economía (reformismo clásico, ocultamiento de la negación del ser humano realizada en el proletariado) o de dictadura política para suprimir la propiedad privada (estatizaciones) sin autosupresión del proletariado, es decir la realización de una economía socialista, de un país socialista (reformismo stalinista -o trotskista-, ocultamiento consecutivo al interior de la negación de la negación). En ello no hay nada de extraño pues el economista marxista, como todo economista, tiene por objeto la riqueza, la riqueza de las naciones, el desarrollo económico (ver capítulo siguiente). Frente a ella, la crítica no parte de una teoría, de un ideal o de un conjunto de aportes teóricos, sino de la vida misma, de una situación vita1 que está constituida por la riqueza en negativo. En efecto, el proletariado se define antes que nada por una negación y la consecuente contraposición. Negación general de la vida humana y negación específica de toda propiedad, el proletariado, el sujeto de la crítica de la economía, es en principio clase excluida de toda otra propiedad que la de la fuerza de trabajo, negación ésta que presupone lucha, contraposición, exclusión, activa represión: históricamente la expropiación general de los productores (41) y en permanencia el terrorismo de estado que mantiene al proletariado separado de toda propiedad y forzado por ello a vender su fuerza de trabajo (42). Lo absurdo que resulta pues dar una definición estática, económica, sociológica del proletariado salta por lo tanto a los ojos, es el punto de partida de la negación como totalidad y de su movimiento necesario como negación de la negación. Se comprende también el interés de la economía en no ver en el proletariado otra cosa que el trabajador, así como el del economista marxista en concebir el socialismo como una economía de trabajadores, o como una nueva organización del trabajo (43).
Toda la vida del proletariado es negación. Para existir y reproducirse como objeto de carne y hueso trabaja y reproduce así la negación de su humanidad, «el trabajador se empobrece tanto más cuanto más riqueza produce, cuanto más aumenta su producción en potencia y volumen» (44), al producir el trabajador produce su propia dominación (45). Cuanto más niega su humanidad, más aparece como la negación viviente de la riqueza que crea, más forzado está a asumir la negación activa de la misma, como sujeto de la crítica de la economía. Toda tentativa de afirmar sus intereses, todo asociacionismo para ello (negación de la competencia) es el esbozo de la crítica de la economía, de la negación de aquella negación.
En lo que concierne a la fase teórica de la economía y como aspecto particular de toda la acción del proletariado de negación de la sociedad tiene que tener también en la negación su principio esencial. Por ello toda la obra teórica de crítica de la economía es una obra de negación, de crítica del sistema social y de sus expresiones ideológicas.
«Toda la obra de los marxistas revolucionarios, desde Marx a la Izquierda Comunista, es una obra de polémica, de crítica, de negación. Es contra Proudhon y sus discípulos, "reformadores del mundo", gestores del capital, que Marx afirma el fin catastrófico del modo de producción capitalista. Es contra "Bruno Bauer y consortes" que Marx y Engels afirman la concepción materialista de la historia, llevada por la única clase revolucionaria de su época: el proletariado. Es contra Dühring y todos los "cientificistas" innovadores y farsantes que Engels afirma el método dialéctico como fundamento metodológico del programa comunista. Es tanto contra los economicistas como contra los terroristas que Lenin en Qué hacer afirma la necesidad del partido combatiente, etc. Toda la historia cada vez más clara de los principios invariantes del comunismo se puede titular crítica, demolición, negación; todas las obras del marxismo revolucionario pueden llamarse "el anti"» (46).
4.5 Acerca de la metodología de la crítica de la economía
Es sumamente difícil definir el método de la crítica de la economía y exponerlo «en sí», en su «pura esencialidad», como lo concibe el hegelianismo (47). Más aún, si esta posibilidad existe todavía en el caso de la filosofía especulativa (sin olvidar que incluso en este caso se define el método no en su «pura esencialidad», sino en base a la negación activa -lucha contra- de la metafísica), para el materialismo dialéctico sería totalmente incorrecta 1a pretensión de exponer cualquier tipo de esencialidad separada de su existencia práctica. Por eso si bien los «marxistas» se ocuparon siempre de presentarnos exposiciones en sí del método, la obra de la crítica de la economía se presenta como una totalidad en donde los fundamentos metodológicos de la crítica de la economía son inseparables de los fundamentos de la crítica de la sociedad del capital, lo que se refleja siempre en la exposición (48): en Marx toda exposición acerca del materialismo dialéctico está indisociablemente ligada a la crítica del capitalismo y de sus ideologías y toda tentativa de separación lleva a resultados desastrosos.
Pero no sólo se trata de que el método de la crítica de la economía es la contraposición crítica del método de la economía política, lo que ya es muy importante, pero seguiría aún admitiendo relativamente una exposición crítica más o menos autónoma, sino que la crítica de la economía y por lo tanto su método no puede encasillarse en el marco estrecho de la ciencia (49). En efecto por ciencia se comprende socialmente tarea de especialistas, actividad separada, «positiva», «objetiva», «válida para todas las clases sociales» y si bien ciertos elementos de la crítica podrían ser admitidos metodológicamente en este campo, reducir la crítica de la economía política a ese solo aspecto sería parcializarla, castrarla.
La crítica de la economía comienza fuera de la ciencia, en la explotación misma, y si bien para realizar su objetivo requiere apropiarse de un conjunto de elemento científicos, dotarse de un arsenal teórico, se desarrolla (por decirlo de alguna manera) en la calle, en la lucha cotidiana contra el sistema económico actual, y terminará su función social también fuera de ese marco estrecho y limitado.
Se entenderá por lo tanto por qué en ninguna parte de este estudio se pretende realizar una exposición extensiva y completa del método para la crítica de la economía pues o estaríamos saliendo de nuestra propia concepción (al por ejemplo definir las relaciones entre conceptos en sí y no en oposición y unidas a la crítica del sistema) o desbordaríamos ampliamente los marcos de este estudio, en el cual no puede tener cabida una exposición general de la metodología de la lucha del proletariado para terminar con el capital, sino que más modestamente intentamos establecer una delimitación general de la crítica de la economía.
Pero eso no quiere decir que podamos eludir esa cuestión metodológica, sino que ella está presente en la totalidad de este esfuerzo, y se requerirá permanentemente en el curso de la exposición recurrir a esas bases. Ello se hará con esos criterios fundamentales, es decir no determinándose como esencialidad pura, sino primero contra la economía y sus doctrinas, como comenzamos a hacer en los textos precedentes (particularmente en el apartado 3, capítulo acerca del método), y segundo teniendo en cuenta que esta parte de la crítica de la economía es precisamente una parte, cuyo sistema constituye una totalidad social en movimiento, que no es otra cosa que el movimiento de supresión de la economía del capital, y por ello todos los criterios de abstracción deberán basarse en el sistema.
Trataremos de ilustrar esto poniendo en evidencia tanto la unidad dialéctica que constituye el objeto y método de investigación de la crítica de la economía a través de los criterios de abstracción utilizados que se contraponen a los de la economía política y veremos cómo los criterios de partición de la economía política (tomaremos como ejemplo la clasificación en países que realiza la economía política), al hacer abstracción del ser humano, se contraponen a los de su crítica y podremos así mostrar que el verdadero punto de partida de ésta es el hombre de carne y hueso en su larga lucha por reapropiarse de su humanidad, lo que nos permitirá evidenciar que los puntos nodales de la crítica de la economía en su fase teórica (50) que aquí nos ocupa están determinados, como no puede ser de otra forma, por la crítica en su conjunto, es decir por el movimiento social tendiente a la abolición del sistema capitalista. Habremos así sintetizado teóricamente la síntesis real.
4.6 La coherencia objeto-método en la fase teórica
La fase teórica de la crítica de la economía es el estudio del proceso histórico de unificación de la humanidad bajo el reinado de la economía del capital, que obliga a aquélla a contraponerse a ésta, hasta su liquidación total, verdadero punto de partida de la historia de la humanidad (51). El método de apropiación teórica de dicho proceso (52) consiste en –a partir de la experiencia acumulada de Partido (53)– romper con el concreto representado de la realidad presente (54), comenzando así a elevarse a abstracciones cada vez más desarrolladas (para lo cual las sistematizaciones efectuadas con anterioridad por la crítica de la economía son decisivas) hasta obtener categorías cada vez más simples, que si son correctas no pueden ser otra cosa que abstracciones realizadas prácticamente por el propio desarrollo económico y que por lo tanto resistirán el proceso contrario, inverso, de concretización progresiva, de constrastación práctica, hasta que se consolida como un concreto pensado y transmisible, como reproducción del proceso real por vía del pensamiento.
Tanto la abstracción como la concretización, ambas en sus secuencias sucesivas, así como en sus criterios fundamentales en la economía política, se contraponen completamente a las de la crítica de la economía. Así, por ejemplo, en contraposición con el método de la economía política, la abstracción no es una simple antítesis intelectual de la vida real, y por lo tanto no tiene como objeto ni un modelo teórico ni una simple reproducción simplificada de la historia, sino que es la reproducción teórica de la abstracción histórica y por lo tanto condensa no sólo la vida real presente, sino sobre todo su devenir. Dicha contraposición es determinada por la contraposición más general de ambas concepciones que hemos visto.
Veamos un ejemplo específico. La circulación simple de mercancías en su forma caricatural de Robinsón y Viernes, de los cazadores de lobos y castores... así como en cualquiera de sus forma modernas, de donde todos los economistas extraen sus categorías, es un modelo teórico que surge de la idealización de la sociedad presente, y dejando aquí de lado la utilidad que pueden o no presentar dichas construcciones en la administración de tales aspectos de la sociedad, hacen abstracción justamente de aquellas contradicciones que condenan a la sociedad a simplificar y exacerbar sus antagonismos hasta su necesaria supresión. Con estos criterios, los economistas reinterpretaron a su manera la circulación simple de mercancías expuesta por Marx; y los marxistas han pasado un siglo discutiendo sobre si tal circulación simple de mercancías había existido alguna vez en alguna parte, o si se trataba de un modelo teórico próximo frente al cual no faltaron quienes lo asimilaran al mundo maravilloso e imbécil de la competencia perfecta de los neoclásicos. Unos y otros fueron incapaces de captar que la circulación simple de mercancías no es ni un modelo ni un momento histórico, sino el sustrato histórico futuro que sintetiza muchos siglos de historia o, mejor dicho, la abstracción de la historia que impuso como determinación necesaria al capital. No se trata ni de un modelo ni de un pedazo de historia concreta. De la misma manera que hoy el futuro de la humanidad no se decide ni en un modelo ni en tal o cual historia regional, sino en las contradicciones generales que contiene el capital y que incluso el futuro de la humanidad se encuentra en substrato (aunque en forma aún negativa) en dichas contradicciones; el futuro de la humanidad como el capital se encuentra en su prehistoria condensado en la autonomización del valor de cambio y en la indispensable conquista por parte de éste de la producción. Esta realidad histórico-abstracta escapa totalmente a quienes reducen la circulación simple a un modelo lógico construido así, como a aquellos que pretenden encontrar un lugar y una época en la que la tan mentada circulación simple hubiera existido. Lo que complica las cosas al materialismo vulgar y a la lógica formal es el hecho de que el criterio central de abstracción no se encuentre ni en la lógica ni en la historia pasada, sino en el futuro. En efecto, la comprensión teórica de la circulación simple de mercancías, tal como lo concibe Marx en contraposición a cómo lo definen los economistas, está determinada por el capital (así como éste está determinado por lo que está obligado a secretar en tanto que cuerpo extraño y antagónico: el comunismo) y solo es comprensible cabalmente a partir de éste (así como en última instancia todas las determinaciones del capital sólo serán comprendidas en el comunismo).
Vemos así la coherencia objeto y método en la fase teórica. Todos los criterios de abstracción están determinados por la dinámica del devenir. La revolución del ser, la superación, la necrología, el fin de una fase histórica, la negación, las contradicciones que la determinan, constituyen siempre no sólo el objeto, el centro principal del estudio, sino el elemento determinante de todas las opciones metodológicas, de todos los criterios de abstracción.
A su vez, ésta no es una decisión voluntarista, arbitraria. En efecto, aunque ésta es inseparable de toda la práctica voluntaria y dirigida hacia el objetivo del Partido Histórico, dicha decisión es encuentra también en el ser mismo de las cosas: sólo se puede comprender la transformación social estudiando la negación en su afirmación, la contradicción en su desarrollo.
En cada época histórica hay siempre muchas contradicciones, muchas «realidades», infinitas explicaciones posibles. Pero sólo es verdadera (no en el sentido científico limitado y contingente, sino en el sentido histórico) aquella contradicción cuyo desarrollo contiene el devenir, y no se avanza un sólo ápice en la comprensión de la realidad si el análisis hace abstracción precisamente de esa contradicción que será precisamente abstraída por la realidad histórica (55). Sólo hay una «realidad» que contiene en negativo la abolición de la realidad presente, sólo hay una explicación (explicación susceptible de presentarse de varias maneras) que reproduce la esencia de la abolición presente.
Por ello la crítica de la economía se sitúa en un terreno totalmente extraño al de la economía que sin excepción hace abstracción de la necrología, y se contenta con la anatomía. El estudio de los cadáveres, los pedazos de los cadáveres con los que trabaja la economía, como en la anatomía pueden aportar innumerables elementos de comprensión, incluso para el estudio de la vida al igual que esta ciencia aporta a otras ciencias naturales; pero la esencia de la vida, de la contradicción, de la negación, de la muerte como totalidad del ser, escapan a la economía y son patrimonio exclusivo de la crítica. Y ello no sólo como objetivo declarado, tal como ya hemos visto en las definiciones del objeto de ambas concepciones, ni tampoco sólo por el conjunto de los elemento metodológicos que vimos, sino además porque la combinación de ambos elementos lleva a terrenos totalmente diferentes.
En efecto, el objeto de la economía y su metodología la llevan a situarse necesariamente en el terreno nacional, a constituirse en tanto que economía nacional, o al menos a adoptar como criterio de partición (y todo criterio de partición implica un criterio de abstracción) primero y decisivo el país (56) o el grupo de países. Por eso la economía es siempre economía nacional y los economistas, economistas nacionales.
En ese terreno no le molesta ni el hombre de carne y hueso, ni la necrología de la sociedad presente, y puede –como en la mayoría de los casos– cantonarse en la economía de «la riqueza de las naciones», que en su versión moderna, no por ello menos cínica, se denomina economía del desarrollo o del subdesarrollo.
4.7. Crítica de la economía nacional, crítica del desarrollo económico.
Por su realidad viviente, por la vida misma del movimiento del proletariado, por la esencia de su lucha y de sus determinaciones inmediatas e históricas, la crítica de la economía es necesariamente crítica de la economía nacional, crítica del desarrollo económico. El antagonismo total entre los intereses del proletariado y la economía nacional han sido sistemáticamente puestos en evidencia en todas las obras de Marx, Engels, así como en los sucesivos aportes de los comunistas y nosotros no dejaremos de insistir en ello durante todo nuestro trabajo.
En este apartado, nos interesa de sobremanera el explicar brevemente como este hecho se cristaliza en la teoría del economista. También queremos subrayar como la crítica de la economía en su fase teórica se sitúa en contraposición con la economía nacional y sus doctrinas.
La economía nacional, es la ciencia del enriquecimiento de la riqueza nacional como lo dejara ya claramente establecido el propio Marx en base a la lectura de los economistas clásicos (57). El hecho de que el objetivo declarado no se llame hoy riqueza, sino desarrollo, no cambia en nada la cuestión, en todos los casos el economista nacional parte del presupuesto idealista y que es da de cabezas con la realidad, de que el interés del hombre concreto es fundamentalmente cuantitativo: aumentar el enorme arsenal de mercancías existentes (58). Tampoco cambia en nada fundamental el hecho de que a esta concepción general del desarrollo económico de los países, se le agregue la necesidad de "distribuir mejor los frutos del progreso"', de nacionalizar o estatizar los medios de producción, (como siempre se hizo), en todos los casos la conformidad de base con la sociedad actual es presupuesta. En coherencia con ello, el economista estudia la sociedad actual en base a los países y o bien estudia tal o tal país, su desarrollo y su "subdesarrollo", su "falta de desarrollo" o estudia las relaciones entre países. Aquí también el objeto y el método de la teoría económica se revelan como totalmente coherentes, coherencia que está determinada a su vez por la coherencia más importante de constituir expresión teórica de los intereses del capital.
Efectivamente, en el terreno del país, la cuestión de la destrucción del valor, de la abolición del trabajo asalariado, etc. no existe. No solo no existe teóricamente, sino que es una imposibilidad práctica la destrucción de las relaciones de producción mercantiles en un solo país y por lo tanto la teoría está en completa coherencia con la práctica (59).
La crítica de la economía, por el contrario, no puede desarrollarse ni en un país, ni en un conjunto de países, ni aunque resulte difícil de comprender en todos los países pues tanto las causas que la generan como la fuerza que la lleva adelante, así como sus objetivos, constituyen una dinámica diferente de la realidad país, conjunto de países. En su fase teórica volvemos a encontrar la coherencia total entre objeto y método de la crítica de la economía, entre la finalidad y el criterio de abstracción solo se puede captar la esencia del devenir de la sociedad actual, abstrayendo la partición superficial en países y concentrándose en el capital como realidad mundial contradictoria (60). Dicha coherencia está a su vez indisolublemente ligada a otra doble coherencia
la abstracción teórica corresponde a una abstracción práctica, las determinaciones esenciales de la sociedad actual, es decir del capital (como hemos puesto en evidencia en nuestros textos de crítica a la liberación nacional) subsume en su ser a todas las determinaciones de tipo sectorial o nacional; o dicho de otra manera, la valorización impulsa al capital a poner en cuestión permanentemente "su país, (así como "su sector" u otras determinaciones secundarias con las que se ha conceptualizado la nación: lengua, cultura, raza, etc) a autonomizarse con respecto a él, a reconstituirse otras banderas y sectores adecuados a su determinación esencial. Es decir que el desarrollo del capital hace todos los días abstracción, no solo del hombre concreto (hecho que es capaz de reconocer la economía nacional (61) sino de todo tipo de “patria”, para adoptar como tal el espacio que le permita la máxima valorización (hecho cuya comprensión se haya fuera de la economía teórica) y su dinámica propia solo es comprensible no solo en base a la comprensión de esta abstracción, sino en su necesaria afirmación como Estado del capital mundial, con la indispensable subdivisión en "Estados territoriales con ropaje nacional". Ya en otros textos (cómo por ejemplo` en nuestra posición en la polémica Henaut Jean acerca de las causas de las guerras) hemos puesto en evidencia que si bien el capital en tanto que Estado Nacional es una necesidad histórica ineludible, la misma no es el punto de partida hacia lo que pasa en el mundo sino al revés, que la secuencia 1ógico histórica no es capital individual, mercado interno, capital y Estado Nacional, Estado internacional ... sino por el contrario: capital global, mercado y guerra mundial, Estado nacional ...
Dicha abstracción es además la realidad misma del proletariado en su propio ser, pues en su vida la nación; se encuentra ya abolida (62) y porque solo se manifiesta como clase en la medida de que se constituye contra la economía nacional. En efecto, desde su punto de partida, en tanto que lucha contra la intensidad de la explotación (la lucha contra el aumento de la tasa de explotación es necesariamente lucha antinacional), a su punto dé llegada, la destrucción de toda nación y de la explotación misma, el proletariado, solo es ser propio, en base a la afirmación de sus propios intereses antagónicos a los de toda nación.
Es evidente que esta misma abstracción práctica de la sociedad actual, tiene en cada una de las clases sociales (y en sus respectivas expresiones teóricas) dos expresiones y consecuencias antagónicas. En el capital 1a negación de la nación es una negación particular y simple y que contiene una nueva afirmación en tanto que Estado nacional (63); en el proletariado dicha negación es una negación general. No solo una negación de “su” nación particular (en realidad la de sus explotadores inmediatos), sino de todas las naciones y del mismo Estado nacional. Nada más coherente por lo tanto que el hecho de que la economía política en cualquiera de sus formas, incluida la marxista sea sin excepción una teoría de la economía nacional y que la crítica de la economía en todas sus expresiones históricas se haya explícitamente autoconsiderado como crítica de la economía nacional.
4.8. El limitado horizonte de la economía nacional
Los límites de la economía nacional, de la economía del desarrollo, no se encuentran solo en que presuponen como objetivos. los de la sociedad burguesa y reducen el objetivo de la vida a la producción de mercancías, en que tengan como horizonte deseado el modelo existente en tal o tal país depurado de sus aberraciones evidentes, sino además en que la partición por países, los criterios comparativos, las cuentas nacionales, etc. se excluyen totalmente con el desarrollo humano y la superación de esta sociedad.
Ya Marx observaba que "cada vez se abstrae más de los hombres que cada vez se prescinde más de la vida real para entender al movimiento abstracto de la propiedad inhumana. Los promedios son insultos en toda regla, injurias contra los individuos singulares reales”(64)
Ello lo afirmaba sin haber aún conocido las maravillas cuantitativas de la “economía del desarrollo”, ni las estúpidas e insultantes comparaciones entre "países desarrollados y subdesarrollados" hecha por cuanto gasta tinta sociólogo y economista de los “países subdesarrollados” que tanto pululan por las universidades. Pero eso no es todo, aunque el economista se dignase a preocuparse de la miseria, de otra forma que en forma de pobre miseria, aunque resintiese la reemergencia de la revolución, aunque incluso se preguntase hacía donde va el mundo y aunque comprendiese, aunque más no sea que es una utopía imbécil la de la eternidad del capitalismo, sería totalmente incapaz de avanzar en la comprensión del devenir de la sociedad actual. Todos sus libros, todas sus referencias todas sus cuentas y papeles, se mueven hasta tal punto en el horizonte nacional, en el estrecho marco de la comparativa entre naciones, que no vería incluso en el desarrollo de la revolución misma más que su negación "la revolución nacional" (65).
Y en ello no hay nada raro. En plena Edad Media, el ideólogo del feudalismo no podía encontrar jamás ni en su propia ideología religiosa, ni en su feudo, ni en general en la comparación de un feudo con otro (o de cualquier otro modo de producción inmediato) las razones de la supresión necesaria de su sociedad.
¡Intentar comprender el devenir de la sociedad actual en el marco de un país (o en el de la comparación interpaíses) es tan absurdo como pretender deducir el fin del feudalismo en el marco del feudo (o de sus relaciones con otro)! De la misma manera que en el feudo como tal no se producía ninguna revolución y todos los ideólogos de la época eran incapaces de percibir el alcance de la revolución, así como lo limitado de su horizonte hoy, la economía (que en ningún aspecto supera el papel de la religión en sí y que en última instancia será mucho más fácil de superar en el futuro que ésta que se seguirá mostrando muy persistente (66) es incapaz de ver la revolución, pues directamente en su marco nacional (67) no hay revolución. ¡También a éste la revolución le está pasando por las narices!
También, entonces, todos los modos de producción existentes estaban siendo negados por una realidad que los superaba, que se situaba fuera del cuadro geográfico e ideológico adecuado a aquellos modos de producción y que era totalmente inaprehendible en ese marco estrecho. El capitalismo era también imposible en un feudo como el socialismo lo es en un país o conjunto de países. Y además la comprensión mínima de la sociedad de la época implicaba ya la ideología burguesa, mercantilista, absolutista (68) nacionalista y como unidad geográfica del análisis, no el feudo sino su negación: la ciudad, el país, las relaciones entre países, el mercado mundial en plena revolución.
En contraposición podemos decir que la comprensión de devenir de la sociedad exige hoy como concepción la de la crítica de la economía. como coordenadas históricas el arco histórico de la humanidad desde el comunismo primitivo al comunismo superior y que solo admite como unidad geográfica del análisis el mundo.
4.9 El horizonte indispensable: aclaraciones metodológicas necesarias.
El horizonte, el marco de referencia histórico, geográfico, "productivo" (69)... está por lo tanto estrechamente ligado a una concepción, es decir a una visión del mundo correspondiente con una clase o fracción y con él modo de producción que ésta representa. Sin embargo sería absurdo pretender crear una definición en sí (es decir más allí de la contraposición) del marco de la crítica de la economía, por las razones que ya hemos expuesto. En todos los casos ese marco resultará de una contradelimitación con respecto a los de la economía, como lo iremos viendo en futuros textos. Pero ya aquí podemos sintetizar algunos elementos para evitar interpretaciones erróneas en cuanto a lo que acabamos de decir.
La nación, con todas las categorías nacionales y sus cuentas correspondientes, las relaciones entre naciones, la comparación entre países o grupos de países, cuyo análisis constituye la esencia de la economía política, no son desconocidos, como no son desconocidos en general las expresiones ideológicas de la actual economía, o si se quiere como tampoco se desconocen los precios de las mercancías determinados por la famosa demanda y oferta, o en general cualquier otro elemento de la superficie de la sociedad. Pero, para la crítica de la economía estos elementos son preteóricos, son algo así como la materia prima que la economía proporciona para su crítica: la crítica como tal no ha comenzado aún, pues como vimos el punto de partida de la crítica es la ruptura con esta visión fenomenal de la realidad.
Por otro lado, ello no quiere decir que no se pueda estudiar una parte de la sociedad capitalista mundial. Como dijimos el análisis es parte de la crítica. Podemos así tomar una sola categoría y aislarla (abstracción), comprender todo su desarrollo y sus determinaciones históricas (método genético) y también descomponerla en sus subdivisiones (método analítico).
Podemos incluso (¿porqué no?) tomar la categoría nación, y hasta si se quiere, tal nación particular. Llegado este punto el economista se interrogara sobre si aún persiste la diferencia, la contraposición entre su ciencia y la crítica de la economía.
Nuestra respuesta es tajante, en la parte es donde más decisivo es el todo en el análisis particular es donde más decisivo es la comprensión global, pues en cada parte se esconde la totalidad. El economista seguirá en la anatomía, la tomará tal como ella aparece, y considerará el análisis de la nación como punto de partida y de llegada. La crítica de la economía (70) comenzará cuando asume el hecho de que tal análisis es solo el dato, la materia prima de la teoría, cuando yendo a la raíz de las cosas capte la contraposición entre el hombre y la nación, se pregunte por la génesis histórica y 1ógica de la nación, cuando se vea obligada a recurrir a otras categorías explicativas como por ejemplo la guerra, la lucha de clases y fracciones de clases, y en fin, el capital. De esta manera la crítica, va aproximando su objeto, aplica su método, y redefine su marco en contraposición al punto de partida. Y el estudio teórico de esas categorías más abstractas llevarán a comprender por ejemplo tal como vimos en la serie de textos "Contra la mitología que sustenta la Liberación Nacional", no solo que la nación es una ficción, sino que además es una ficción existente socialmente. Volveremos así al campo del economista pero en el nos situaremos en contraposición evidente: mientras que el economista desarrolla la ficción y se mueve dentro de ella como en su medio, pues el objetivo de su ciencia es el desarrollo de la nación, la crítica de la economía desnuda al Estado, a la fuerza concentrada de la clase explotadora, rompiendo su ropaje de Nación y asume su objetivo práctico: la lucha por la ruina total de toda nación, por la supresión definitiva de toda nación.
Otra aclaración indispensable es la correspondiente al marco histórico. También aquí, independientemente del periodo analizado el marco histórico es el arco histórico completo. En efecto aunque se tome un período específico por las mismas razones, será indispensable elevarse a categorías que engloban y explican las otras, hasta llegar por ejemplo al valor, a su génesis, a su desarrollo hasta su muerte.
Por último digamos que este marco histórico geográfico, que constituye un cuadro general que permite cada explicación particular determina a su vez otras coordenadas conceptuales (y metodológicas) en donde la, crítica a la economía y esta última se encuentran también contrapuestos. Así por ejemplo para la economía, la producción es en general producción de cosas (o peor aún de "bienes”) y el modo de producción (en especial para la economía política marxista) es necesariamente el modo de producción de cosas, el modo inmediato de producción. Esto se halla en total concordancia con el método predominante en economía política (materialismo vulgar, identificación de materia con materia física), así como con el objetivo de la ciencia (la producción de mercancías) y con la función real de la economía y de la ideología económica (la explotación del proletariado). Ello está a su vez indisociablemente ligado al marco geográfico que ésta se da y que corresponde a esa producción (Estado nacional como unidad en la lucha competitiva), así como a su visión de la historia (los modos de producción que esta considera (71) son los modos de producción de cosas).
Por el contrario para la crítica de la economía la producción es antes que nada producción de la especie humana, o más exactamente reproducción (72) de la humanidad en tanto que especie. Esto se halla en total concordancia con el método (materialismo dialéctico), así como con el objetivo de la teoría (estudiar las contradicciones que conducen al fin de la mercancía), así como con la función real de la crítica (teoría de la emancipación del proletariado, de su autosupresión). Todo lo que está a su vez indisociablemente ligado al marco geográfico de ésta emancipación (el mundo), así como a su visión de la historia: la producción del hombre y la contradicción entre la humanidad y el valor de cambio autonomizado, la subsunción en éste de todos los modos de producción de cosas o lo que es lo mismo la reproducción de la humanidad a partir de su inclusión dominación en la producción mundial de capital, hasta la liquidación de éste.
Es decir una visión de la historia en donde lo que está en el centro no es la economía en sí, sino el hombre en contraposición a la economía que lo subsume, una visión de la historia en donde la determinación económica misma es explicada históricamente y por lo tanto se la niega como determinación general, natural, suprahistórica como sucede con ella en la economía política (especialmente marxista). Una visión de la historia en donde todos los presupuestos "naturales" de la economía son expuestos al fuego vivo de la crítica y mostrados en su génesis. No nos referimos solo a la propiedad privada, al individuo, etc.: sino precisamente a esa determinación productiva, a la génesis misma de la producción de cosas como fin y a la, reducción del hombre a un mero medio de la misma, para no hablar ya de la explicación misma de la historia a partir de la producción de cosas considerada como un hecho suprahumano.
En fin, una visión de la historia que no tome como punto de partida y llegada "el modo de producción”,(en realidad modo inmediato de producción), el hombre deshumanizado sino por el contrario el hombre como ser humano, como comunidad. De ahí la necesidad de la crítica de la economía de tener siempre como marco histórico de referencia todo el arco histórico: la comunidad primitiva, el dinero como comunidad ilusoria, el comunismo.
10. Definición complexita de la crítica de la economía, descripción del comunismo.
Ahora podemos hacer comprensible nuestra definición de que el aspecto (fase) teórica de la critica de la economía es la descripción del comunismo. Creemos que no requiere mayores aclaraciones el hecho que desborda este trabajo pero que lo contiene, de que la crítica de la economía en su totalidad (en todas sus fases) se identifica prácticamente con el comunismo y que en su resultado histórico, éste niega definitivamente. (73)
Aquí es importante dar un paso adelante en nuestra definición de la crítica de la economía. Como vimos la crítica de la economía en su expresión teórica puede ser definida en relación exclusiva con el presente modo de producción y en este sentido es necesario comprenderla como la necrología del capital (o si se quiere como las condiciones de emancipación, de autosupresión del proletariado). Ya vimos en que medida esta definición se contrapone con la economía porque esta considera como objeto el análisis del capital y no las condiciones de su liquidación histórica.
Dar un paso más significa definir la crítica en relación con todo el arco histórico que constituye su marco en concordancia con su objeto y metodología. No hay otra forma de definir la crítica de la economía en relación a ese marco que el de definirla como descripción del comunismo.
Es decir descripción:
- del comunismo en su forma primitiva: el comunismo primitivo.
- del comunismo como resistencia de la especie humana al dominio cada vez mayor del valor
- del comunismo surgiendo de las entrañas del capitalismo, es decir como acción del proletariado.
- del comunismo como abolición del orden establecido
- del comunismo superior, del comunismo como sociedad humana mundial.
No estamos solo frente a un problema de definiciones sino que efectivamente en la realidad misma no solo el capitalismo produce al comunismo en sus entrañas como lo señalara Marx, sino que el comunismo abarca como totalidad al ciclo histórico del valor y éste logra subsumir a la humanidad precisamente por constituirse como falso comunismo, como comunidad ficticia: el dinero.
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(1) Los textos 1 y 2 aparecieron en Comunismo No. 21, el texto 3 en Comunismo No.22.
(2) Ver Epílogo a la Segunda Edición Alemana de "El Capital". "El Capital" Libro primero, Volumen 1 páginas 11 y siguientes. Ed. Siglo XXI.
(3) Aspecto que constituye parte de la crítica general de la economía realizada prácticamente por el proletariado. sería aún más adecuado designar esta parte como fase para liquidar toda reducción a una "etapa". Ver más adelante.
(4) Esta afirmación solo adquiere su significado al final de este texto. Ver punto 10 "Definición complexiva de la critica de la economía: descripción del comunismo"
(5) Sobre esto ya habíamos dado las principales indicaciones en el texto precedente. Lo que distingue la obra de Marx de todos los economistas no es el análisis de la lucha de clases, sino la puesta en evidencia de la necesidad histórica de la supresión de todas las clases y la fase, de transición mundial necesaria para ello, la dictadura del proletariado.
(6) Nos referimos a aquellos sectores que ni en los peores momentos abandonaron los intereses (inmediatos e históricos) del proletariado y que por lo tanto mantuvieron la defensa intransigente del programa revolucionario contra el degeneramiento y liquidación de la Tercera Internacional, que no adhirieron a ningún frente popular o antifascista y que frente a la segunda guerra mundial; sumum de la contrarrevolución, mantuvieron la posición clásica de derrotismo revolucionario.
(7) Ver "Reunión de Florence": Troisème Partie "La science économique marxiste en tant que programme révolutionnaire" Invariance No. 7 Paris, p. 119.
(8) Idem. p. 119
(9) Idem. P. 120
(10) "Cuanto nace es digno de perecer" palabras de Mefistófeles en Fausto de Goethe (Parte I. escena 3) citado por Engels P. "Dialéctica de la Naturaleza OME 36 p.21.
(11) El ejemplo supremo al respecto es el pasquín de Stalin J. escrito un poco antes de su muerte "Los principios económicos del socialismo en la URSS" que constituye el broche de oro a la barbarie de la guerra capitalista y a los millones de hombres en los campos de concentración antifascistas.
(12) Prólogo a la contribución a la Crítica de la Economía Política en "Contribución a la Crítica de la Economía Política" Marx K. Madrid, Comunicación.
(13) "La economía burguesa proporciona así la clave para la economía antigua pero no según el método de los economistas que borran todas las diferencias históricas y ven en la forma burguesa en todas las formas de sociedad... la economía burguesa solamente llegó a comprender la sociedad feudal, antigua, oriental, cuando la sociedad burguesa comenzó a criticarse a sí misma".
(14) Obsérvese bien que por comunismo no entendemos ningún ideal según el cual quisiésemos amoldar el mundo, sino movimiento presente de abolición del estado de cosas actuales y su realización. Sin embargo es claro que solo el comunismo realizado, el comunismo superior, podríamos completar la crítica de la economía, realizándola para suprimirla.
(15) Bordiga A. “Traiettoria e catastrofe della forma capitalistica nella classica monolitica costruzione teorica del marxismo" in Economia marxista ed economia controrivoluzionaria, Milano, Iskra 1976, p.178.
(16) Cometen este error todos aquellos que por ejemplo definen al proletariado como clase puramente económica sociológica, sin tener en cuenta que el proletariado solo puede constituirse en contraposición, en lucha contra la burguesía y que su propia organización en clase está indisociablemente unida a su constitución en fuerza orgánica propia es decir en partido. Es el caso de Kautsky e incluso de Lenin, así como de todo el marxismo contemporáneo. De hecho se renuncia total y completamente el materialismo dialéctico.
(17) Y al mismo tiempo solo se puede hacer una partición válida del capitalismo (criterio de abstracción) partiendo de la totalidad.
(18) Queda sobreentendido que movimiento no quiere decir como para el materialismo mecánico desplazamiento de lugar, sino cambio, oposición, contradicción, transformación de cantidad en calidad y viceversa.
(19) “Así, por ejemplo, los miembros y los órganos de un cuerpo vivo no deben considerarse simplemente como partes de él, ya que solo son lo que son, dentro de su unidad y no se comportan en modo alguno, de un modo indiferente ante ella. Solo se convierte en parte del cuerpo en manos del anatomista, el cual ya no se ocupa, sin embargo de cuerpos vivos, sino de cadáveres" Hegel, Samtiliche Werke. Ed. Jubilar, Tomo VIII, página 306. cita reproducida en Engels F. Dialéctica dé la Naturaleza OME 36, p. 215.
(20) Se comprenderá ahora que para nosotros no se trata de escindir la realidad en dos aspectos uno teórico y otro práctico, pues la teoría misma es siempre práctica social de una clase determinada. Pero no encontramos otra forma de expresar la totalidad de la crítica (ni creemos que la haya, dados los límites de toda la forma actual de pensar y hasta del lenguaje de que disponemos mar cado por la 1ógica formal, el dualismo, el análisis), que el partir de su expresión sistematizada (la necrología) y mostrarla como fase de un movimiento social.
(21) "En la medida en que tal crítica represente, en general a una clase, no puede representar sino a la clase cuya misión histórica consiste en trastocar el modo de producción capitalista y finalmente abolir las clases: el proletariado" Marx 031 Capital" p. 15 y 16.
(22) Se comprenderá también mejor ahora porqué hemos preferido "crítica de la economía" a crítica de la economía política, pues esta última es sólo una parte de la otra.
(23) La contrarrevolución, la vulgarización del materialismo dialéctico, su transformación en materialismo simple, mecanicista, fisiológico, lleva a que el concepto de producción se asocia en “economía marxista" a la producción de cosas o peor aún de "bienes". En este sentido decir del comunismo que es un nuevo sistema de producción sería una aberración total y flagrante. Nosotros utilizamos siempre el término en el sentido global producción, como producción y reproducción de la especie humana.
(24) BARROT Jean “Le mouvement communiste» p. 36.
(25) "El marxismo no puede ser considerado como una ciencia, aún sí se le da a este término la más amplia significación burguesa, comprendiendo hasta la filosofía más especulativa. Hasta el presente, se llaman al socialismo y al comunismo marxista, socialismo científico, para oponerlos a los sistemas crítico utopistas de un Saint Simón, de un Fourier, de un Owen, etc., y se ha aportado así, durante años, un indecible alivio a la honesta conciencia pequeño burguesa de numerosos socialdem6cratas alemanes pero este bello sueño se derrumba apenas se constata " precisamente en el sentido reconocido y burgués de la palabra, e1 marxismo no ha sido jamás una ciencia y no puede serio mientras sea fiel a el mismo. No es ni una ‘economía’, ni una ‘filosofía’, ni una ‘historia’ ni cualquier otra ‘ciencia humana' (Geitstes wissenschaft) o combinación de esas ciencias y ello desde el punto de vista de ‘espíritu científico' burgués. Aún más, la principal obra económica de Marx es desde el principio al fin una crítica de la economía política tradicional pretendidamente ‘imparcial’ y en realidad puramente burguesa, es decir, determinada y entrabada por prejuicios burgueses; esto supone por lo tanto que esta crítica de la economía burguesa se adhiere abiertamente al nuevo punto de vista de la clase que, única entre todas las clases existentes, no tiene ningún interés en mantener los prejuicios burgueses, y que sus condiciones de existencia, la llevan por el contrario cada vez más a su destrucción definitiva práctica y teórica” KORSH Karl: Marxismo y filosofía).
(26) “Contra todo el cretinismo científico y su puta la objetividad, nosotros afirmamos claramente como no objetivos (en el sentido de pretensión de aclasista o imparcial y no como no reproduciendo la realidad como objeto por la vía del pensamiento NDR), por el hecho de partir sistemáticamente de una toma de posición de clase, sabiendo de antemano lo que nosotros queremos demostrar. Repitámoslo una vez más, el marxismo (utilizado aquí en contraposición a la economía marxista NDR), no es una ciencia, sino la práctica destructiva de un Partido que sólo encuentra su razón de ser en el futuro. Nosotros no queremos de ninguna manera arreglar los males do este mundo, sino destruirlo" Pour la Critique de l’Economie Politique en Le Communiste No 21 p. 33
(27) Téngase en cuenta que el concepto de Marx de Partido no tiene ningún punto
en común con la concepción "marxista" de Partido. Mientras esta lo reduce y lo asimila a la organización voluntaria de un grupo de hombres, el Partido es para Marx el producto espontáneo de la sociedad del capital por el cual el proletariado se constituye históricamente como clase mundial. Así por ejemplo contra la formación del “marxismo” en su propia época se vio obligado a afírmar:
"Yo he intentado liquidar ese mal entendido según el cual yo entendería por partido “una Liga muerta desde hace 8 años o la redacción de un periódico disuelta hace doce años. Yo entiendo el término Partido, en su amplia aceptación histórica (Citado por Invariance No.1 p. 23) y que “La Sociedad de las Estaciones de Paris y cien otras sociedades, no han sido más que un episodio en la historia del Partido que nace espontáneamente del suelo de la sociedad moderna, Icrení.P. 22
(28) Ver por ejemplo Marx y Engels "Manifiesto del Partido Comunista" Obras escogidas T. 1 Moscú Editorial Progreso p. 32
(29) Ver por ejemplo Carta de Marx a Lasalle 12/11/1858, citada en "Nota del traductor sobre OME 21-22” OME 21 p. XXVII
(30) De "Notas críticas sobre el materialismo dialéctico" p. 21 Comunismo No. 11
(31) La propiedad privada es la negación de la propiedad social.
(32) Todo lo que sigue no son más que las expresiones particulares de la comunidad ficticia dinero/democracia. Ver Comunismo No. 1 "Contra la democracia".
(33) El individuo como sujeto de derecho, es ya la negación total de toda comunidad, pues lo que se reglamenta siempre es su derecho frente (léase: contra) los otros.. El concepto mismo de libertad individual nunca supera el de una libertad frente a los otros, como una libertad de poder hacer todo lo que no se oponga a la libertad y el derecho de los otros, es decir que no es más que un reconocimiento del antagonismo de los hombres sometidos al capital.
(34) Ver al respecto "Contra la mitología que sustenta la liberación nacional", especialmente la crítica de la tesis 5 y 6 en Comunismo No 7 y 10.
(35) "La clase poseedora y la clase del proletariado representan la misma autoenajenación humana. Pero la primera clase se siente a sus anchas y confirmada en esa auto enajenación, sabe que la enajenación es su propio poder y posee en ella la apariencia de una existencia humana: la segunda se sien te aniquilada en la enajenación, descubre en ella su impotencia y la realidad de una existencia inhumana. Es para usar una expresión de Hegel, en la degradación la rebelión contra esta de degradación, una rebelión a la que se ve empujada necesariamente por la contradicción entre su naturaleza humana y su situación vital, la cual constituye, la negación franca, decidida y general de esa naturaleza" MARX "La Sagrada Familia' OME 5 Po. 35 y 36.
(36) "El comunismo es la afirmación como negación de la negación y por consiguiente, en la próxima evolución histórica el factor real, necesario de la emancipación y recuperación del hombre" Marx “Manuscritos de Paris" OME 5 P 388
(37) Marx "Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel" OME 5 ps. 222 y223
(38) Marx "La Sagrada Familia,* OME 6 Pa Y y 36.
(39) Idem p. 36.
(40) Idem ps. 36 Y 37
(41) “Si el dinero, como dice Augier viene al mundo con manchas de sangre en una mejilla, el capital lo hace chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies Marx "El Capital” Libro Primero Volumen 3 p.950 Siglo XXI.
(42) El fundamento del trabajo libre es el terror de Estado que asegura la separación del proletariado con respecto a sus medios de vida.
(43) “El trabajo es el fundamento vivo de la propiedad privada; la propiedad privada no es más que el trabajo objetivado. No basta simplemente atacar la propiedad privada como un ‘estado de cosas’, ¡sino que hay que atacarla como actividad, como trabajo, o si se quiere darle un golpe mortal. Una de las equivocaciones más graves es la de hablar de trabajo libre, humano, social, de trabajo sin propiedad privada. El trabajo es por su esencia, la actividad no libre, inhumana, asocial condicionada por la propiedad privada y creándola a su alrededor. La abolición de la propiedad privada no llegará a ser realidad más que cohibiéndola como abolición del trabajo, abolición que evidentemente habrá tenido que ser hecha posible por el trabajo mismo, es decir por la actividad material de la sociedad y que no hay que imaginar como sustitución de una categoría por otra. Una
‘organización del trabajo' es por lo tanto una contradicción. La mejor organización que se le puede dar al trabajo, es la actual organización, la libre competencia, la disolución de todas las organizaciones del trabajo .que pudiesen parecer ‘sociales’. Marx "Crítica de la economía nacional" 1845.
(44) "Manuscritos de Paris" Marx OME 5 P349
(45) Idem p. 358
(46) “Notas críticas sobre el materialismo dialéctico”, Comunismo No. 11 ps.21 y 22.
(47) HEGEL: "El método no es otra cosa que la estructura de toda exposición en su pura esencialidad”.
(48) Si hoy elementos de este tipo requieren una exposición parcialmente aparte como adición se debe precisamente a la vulgarización del marxismo.
(49) En realidad esto es válido también para las doctrinas económicas, pues son siempre una totalidad del cual su aspecto teórico, explicitado como ciencia es solo eso, un aspecto. La diferencia está en este reconocimiento necesario de la no separación entre teoría y práctica.
(50) Expresamente utilizamos el término fase y no etapa, para que se comprenda como parte de una totalidad en permanente cambio, y que no preste a la interpretación de considerar la teoría como etapa cronológica de la praxis. En este sentido seguimos más el sentido físico químico actual del término fase que su origen etimológico, retenido aún en muchos diccionarios. Es decir en el sentido que se expresa aquí: “en el agua el mercurio se encuentra en varios porcentajes su fase sólida y en su fase disuelta y pasa de una a la otra (precipitación disolución)” y no como apariencias sucesivas de un planeta debida a la influencia solar.
(51) Simplemente estamos haciendo más explícita la definición realizada al principio de este texto, acerca del objeto de la crítica de la economía política.
(52) Como dijimos (ver subtítulo "el método" en el texto anterior) no es en el procedimiento en sí, en la “receta de conocimiento” que puede captarse la contraposición entre crítica de la economía y esta última, si no en la determinación social, en los criterios de abstracción, en el significado de las categorías, etc.… es decir en el carácter dialéctico del materialismo que es propio de la crítica de la economía.
(53) Esto no es solo válido hoy, sino por ejemplo en la época de Marx. En efecto, el partido en su amplia "acepción histórica, precede la vida de Marx. Este reconoce por ejemplo en movimientos sociales del siglo XVI manifestaciones efectivas de la vida de ese Partido.
(54) Es decir romper con las ideologías en su totalidad, que no solo se interponen a una comprensión de la realidad (aspecto que el simple materialismo es capaz de percibir), sino que son parte de la realidad que le permite esconderse de sí misma (aspecto que escapa siempre al materialismo vulgar).
(55) La "realidad histórica” como sujeto gramatical puede chocar y admitimos que en el fondo tampoco históricamente tiene mucho sentido considerarla sujeto. El sujeto de la historia, es según el ángulo que nos coloquemos un aspecto determinado de esa historia el comunismo, el capital, el valor autonomizado, la comunidad primitiva, etc. Pero en términos generales no encontramos otra expresión mejor (dado que lo más general sería "comunismo" y esto haría el texto incomprensible). De todas maneras la preferimos de lejos a todas aquellas que consideran al científico como sujeto histórico y gramatical de la abstracción.
(56) Utilizamos como sinónimo país y nación.
(57) Ver extractos de lectura de Marx en 1844 OME 5 ps. 259 y siguientes.
(58) "Según el economista nacional el interés del trabajador nunca se opone al Interés de la sociedad. En realidad la sociedad se opone siempre y necesariamente al interés del trabajador" Marx "Manuscritos de Paris" OME p. 313.
(59) Podemos ejemplificar esto con el socialismo nacional, el socialismo en un país o conjunto de países, pertenece necesariamente a la economía a la economía nacional y al respecto el nazismo y el stalinismo fueron totalmente coherentes tanto en su práctica como en sus expresiones teóricas: la realización del socialismo nacional no podía ser otra cosa que la movilización nacional para el desarrollo del capitalismo.
(60) Es importante precaverse ya de una interpretación errónea de nuestra afirmación del capital como realidad mundial, según la cual el capital sería igual a un solo capital global, sin más. Como veremos el capital es al mismo tiempo totalidad y descomposición permanente o inevitable en capitales particulares en lucha permanente, en contradicción insuperable.
(61) Ver Extractos de lectura de marx: en 1844 sobre David Ricardo OME ps. 260 a 271.
(62) "Y en fin, mientras que la burguesía de cada nación conserva aún intereses nacionales particulares, la gran industria crea una clase cuyos intereses son los mismos en toda las naciones y para la cual la nacionalidad ya ha sido abolida, una clase que rea1mente se ha desembrazado del viejo mundo y que al mismo tiempo se opone a él. No son só1o las relaciones con el capitalismo, sino que es la misma propiedad que hace que el trabajo resulte insoportable para el obrero" Marx y Engels "La Ideología Alemana".
(63) Ver las Tesis y Contratesis Números 5 y 6 en Comunismo No. 7 y Número10 respectivamente de la serie de textos "Contra la mitología que sustenta la liberación nacional".
(64) Extractos sobre John Ramsay Mac Culloch in "Extractos de lectura de Marx en l844." OME 5 p. 272.
(65) En general fue esto lo que sucedió con la ola revolucionaria de los años 1917/23. A lo que el economista llama revolución socialista, no es en realidad otra cosa que la contrarrevolución nacional rusa. Ver Rusia: contrarrevolución y desarrollo del capitalismo en comunismo Número
15/16, 17, 18.
(66) Esta realidad del comunismo ya resulta hoy palpable: incluso aquellas negaciones aún parciales, pero sociales y violentas de la economía nacional tienen mucho más dificultades para negar toda religión.
(67) Y no nos referimos para nada a su país sino a su marco metodológico ideológico.
(68) La ideología de la libertad, igualdad y fraternidad será una descendiente directo, aunque posterior a la monarquía (aunque se presente en algunas partes como su antitesis).
(69) A continuación aclararemos lo que esto quiere significar aquí.
(70) En realidad este proceso, la crítica lo realiza una sola vez en el sentido histórico de la palabra aunque cada hombre que la inicie lo recomience. Es el proceso mismo de ruptura teórico metodológico de la crítica con la economía y todas sus doctrinas.
(71) E incluso eso sólo es válido cuando la economía política no es totalmente vulgar, naturalista y totalmente ahistórica.
(72) La economía política sólo tiene en cuenta ésta en tanto que reproducción de la fuerza de trabajo, es decir que reproducción mercantil.
(73) También desborda a este trabajo el hecho de que esta negación de la economía es su realización como acontece con la filosofía, las ciencias naturales, etc.