Nuestra posición general de lucha contra la actual dispersión de las fuerzas de vanguardia del proletariado internacional

Compañeros:

Como ustedes saben (1) desde que nuestro grupo existe hemos hecho todo lo que nuestras modestas energías nos han permitido para estructurar, coordinar, centralizar las fuerzas del proletariado internacional que luchan contra el capital mundial. Para nosotros éste es un objetivo vital, central; una tarea decisiva e impostergable.

Creemos que no es necesario insistir aquí sobre la falta total de coordinación de la acción de la vanguardia obrera que hoy enfrenta al capital; pues la conciencia de ello, la comprensión del aislamiento y falta de plan de conjunto y coherencia en cada grupo revolucionario, de que ello constituye una tragedia enorme derivada de décadas de contrarrevolución, y que es una tarea vital de los revolucionarios, constituyó el punto de partida del contacto, del trabajo conjunto ‑aún muy limitado‑ entre nuestros grupos y un punto de base de los que dimos origen al conjunto de reuniones que se concretan en la reunión de Montevideo de febrero de 1986 que da origen a la Propuesta Internacional (2).

Ya en 1980 cuando el Grupo Comunista Internacionalista no tenía aún dos años de existencia lanzamos una «proposición internacional» para «constituir una coordinación» de grupos y militantes revolucionarios para «organizar y centralizar internacionalmente la unidad de la acción proletaria». Ver «Hacia la organización internacional del proletariado» en Comunismo nº 4 y Le Communiste nº 7. Dicha propuesta la lanzamos durante lo que pomposamente se llamaba Conferencia Internacional de los Grupos de la Izquierda Comunista. La misma, lejos de ser una adhesión al programa u a los métodos de tales conferencias, era una crítica global a la concepción de las mismas, así como una propuesta claramente alternativa.

Mientras aquellas conferencias habían demostrado ser en sus anteriores versiones un parlamento academicista en que cala uno de los grupos concurrentes exponía sus teorizaciones frente a los demás (para lo cual como lo expusimos entonces ni siquiera las conferencias eran necesarias porque bastaba con leer las posiciones en las prensas respectivas); nosotros contrapusimos una concepción de la centralización del proletariado completamente distinta y opuesta.

Las conferencias tomaban como modelo consciente u inconsciente la evolución en la Segunda Internacional, y como ella de espaldas a la lucha obrera, tenían como objetivos para algunos (especialmente para la CCI) el realizar un conjunto de declaraciones de principios sobre la situación internacional y para otros (especialmente el PCI-Battaglia) el formalizar un conjunto de acuerdos bilaterales entre «partidos» nacionales. Implícitamente o explícitamente en todos los casos dichos grupos se concebían como un conjunto de intelectuales que debían llevar la conciencia a los obreros que estaban luchando.

Basándonos en la historia real de nuestra clase, en las experiencias aunque limitadas de las distintas tentativas de centralización internacional, en especial la acción de la Liga de los Comunistas durante el exilio, de la Primera y la Tercera Internacional, nosotros sosteníamos y sostenemos que las centralizaciones que sirven y servirán a la revolución proletaria no tienen nada que ver con reagrupamientos o congresos de intelectuales en los que cada uno expone su visión sobre cómo debe de ser el mundo, sino que fueron y serán las que coordinen, estructuren, organicen la comunidad de lucha real existente contra el capital. En todos los casos históricos mencionados que constituyeron un nivel de formalización aún limitado del Partido del proletariado durante la historia, el punto de partida era ya la comunidad existente (aún no estructurada ni formalizada) que hacía imperiosa la ayuda mutua, la solidaridad, la coordinación contra la represión, o más llanamente contra la competencia que se libran los obreros entre ellos, la constitución de fuerzas anticarneros internacionales, y sobre esta base se estructuraba una vanguardia que planteaba los problemas centrales del movimiento, su perspectiva y que objetivamente preparaba la dirección de la revolución proletaria internacional (no es éste el lugar para insistir en los límites programáticos de esas tentativas).

De esas dos concepciones se derivan dos visiones totalmente diferentes acerca de la composición o los criterios de adhesión de lo que está (o no) llamado a ser un embrión de una internacional proletaria:

‑según la concepción de las Conferencias (¡y si insistimos sobre el tema es porque estamos convencidos de que esa concepción sigue teniendo una vigencia nefasta!) los criterios de adhesión consisten en un conjunto de principios ante los cuales se pide una adhesión formal.

‑según nuestra concepción, como no se trata de inventar (o «crear») un Partido («el Partido nace espontáneamente del suelo de la sociedad moderna», Marx) sino de estructurar, formalizar, dirigir la fuerza real y existente que se desarrolla (es decir que nuestra misma actividad conciente y voluntaria es un producto de la lucha) en el enfrentamiento de clases, lo principal no es la elaboración de una plataforma formal, sino la coordinación efectiva de la acción. Es decir que afirmamos que no hay ninguna garantía en la adhesión formal a un número dado de principios, como lo hemos verificado durante toda la historia (incluso aquí las famosas 21 condiciones de adhesión a la Tercera Internacional son un ejemplo), y contraponemos a ello la verificación práctica de la comunidad de lucha.

De ahí que nuestra proposición internacional de 1980 o lo que hoy impulsamos con Emancipación Obrera y Militancia Clasista Revolucionaria parte de exigir un compromiso militante, una práctica consecuente y propone la promoción internacional de un conjunto de tareas. De ahí que dichas proposiciones no contengan un conjunto de principios formales de adhesión, sino que se dirijan a quienes desarrollan una práctica efectiva y cotidiana en la lucha por la revolución. Léase, en la Propuesta Internacional, «¿A quiénes hacemos esta propuesta?», y los diferentes puntos que proponemos como compromiso militante en nuestra propuesta de 1980.

En 1980 aclarábamos ya por un lado que dicha proposición no se dirigía exclusivamente a los participantes de esa conferencia si no a los compañeros que en cualquier parte del mundo constituían la vanguardia del proletariado en su lucha contra el capital y que como tales conformaban una comunidad de lucha aún no asumida plenamente (falta de conciencia de este hecho, falta de coordinación, de plan de conjunto, de directivas y direcciones claras, etc.) y por otro lado que para nada considerábamos esa proposición como nuestra propiedad y que frente a cualquier otra proposición seria que se situara en esa línea (y cualquiera sean las formulaciones con que la misma se realizara) estaríamos dispuestos a asociarnos activamente realizando el trabajo organizativo correspondiente. Por ejemplo en uno de los párrafos introductorios a aquella propuesta decíamos concretamente:

«Nuestro planteo, que no está sujeto a las conferencias ni se dirige a sus participantes exclusivamente, intentará abrirse camino y pujará por su concretización. Reiteramos que nuestro planteo está sustentado, no en cómo nosotros quisiéramos que fueran las cosas, sino en las condiciones materiales de desarrollo del enfrentamiento de clases, de donde se deriva una necesidad social, vital, imperiosa de coordinar las fuerzas obreras que actúan hoy sin ninguna visión, ni plan de conjunto. Que por lo tanto no nos consideramos propietarios de la proposición, ni defendemos ninguna forma particular para poner en marcha una coordinación de fuerzas obreras en el mundo, que estaremos dispuestos a trabajar activamente en todo esfuerzo de la clase en ese sentido ‑como lo hacemos hoy ahí donde podemos‑ pues sabemos que no puede situarse en contradicción con la línea general de nuestra proposición. Si hemos tomado esta iniciativa, sabiendo que es una necesidad general hacia la cual tenderán a converger muchos esfuerzos en el mundo, es porque nuestra actividad organizada y organizativa no irá a la cola de los hechos sino que tenderá siempre a impulsar y dirigir las necesidades que espontáneamente se manifiestan en el movimiento hacia sus objetivos profundos y generales: la centralización de la fuerza de clase, la dictadura del proletariado para la abolición del trabajo asalariado.» (3)

En esa línea hemos actuado durante estos años, siendo aún los resultados muy parciales y limitados: seguimos aún en una fase grupuscular, de contactos internacionales entre grupos, de conocimiento mutuo (4), pero salvo ocasiones excepcionales en donde sobre hechos concretos se asumen posiciones y prácticas comunes con otras organizaciones, no se ha logrado poner en práctica una coordinación efectiva y permanente, que por sobre todas las cosas, tienda a una sola centralización internacional, asumiendo así, el programa histórico del proletariado de constituirse en una sola fuerza mundial.

Nosotros nunca nos hemos hecho ilusiones sobre la concreción de esta tarea decisiva a corto plazo, ni sobre los ecos favorables que puede tener una propuesta de este tipo. Creemos que esto debe ser una vez más subrayado para evitar la recaída del entusiasmo ante los compañeros de Emancipación Obrera y Militancia Clasista Revolucionaria, así como ante los otros militantes o grupos que junto a nosotros estén dispuestos a asumir las tareas que de esta propuesta se derivan. Repetimos lo que decíamos al respecto en 1980 dado que las condiciones generales no han variado:

«En el estado actual de dominio de la ideología de la contrarrevolución de dispersión y de desorganización de las fuerzas revolucionarias no nos hacemos ilusiones sobre los ecos favorables a nuestra proposición. Pero trabajamos en el sentido de una unidad de acción sobre bases de clase rigurosas y continuaremos haciéndolo porque la única fuerza que se opone a la preparación burguesa de la guerra imperialista es el proletariado mundial que lucha por sus propios intereses. Una coordinación como la que proponemos puede adoptar el conjunto de los puntos citados, o agregar otros; puede concretizarse a corto plazo o no; pero ella se constituirá, porque corresponde a una necesidad social imperiosa, que hay que formalizar al nivel más internacional posible» (5).

Creemos por lo tanto ser totalmente coherentes con nuestras posiciones de siempre cuando nos inscribimos voluntariamente en esta nueva Propuesta Internacional, cuando participamos en la reunión de Montevideo que plasmó sus modalidades principales a partir de las bases presentadas por los compañeros de Emancipación Obrera, cuando contribuimos a su concreción a través de tareas, de proposiciones concretas, cuando difundimos materiales de grupos como Emancipación Obrera, Militancia Clasista Revolucionaria, de «Unión Proletarienne»... cuando la damos a conocer internacionalmente a través de nuestra prensa, cuando se la enviamos a nuestros contactos, cuando hacemos aclaraciones indispensables o cuando defendemos nuestras posiciones específicas impulsando la concreción de esta coordinación.

Como en 1980 insistimos que en la lectura militante de esta Propuesta no hay lugar para formalismos, que como se dice en la misma no puede haber ninguna lista de principios a pruebas de centristas u oportunistas (6), que lo que se propone es la coordinación (pues hablar de centralización sería aún demasiado pedir) de una práctica común así como nuevas tareas derivadas de la misma, y les decimos, «a los grupos y militantes revolucionarios... que no hay que buscar en tal o tal punto, en la forma de redacción, los acuerdos teoricistas. Que simplemente hemos querido formalizar en una proposición concreta los compromisos indispensables a asumir para un trabajo de coordinación internacional, en los cuales se interesa toda nuestra clase. Que nosotros no nos aferramos a defender al pie de la letra esta proposición de trabajo, sino a defender su sentido general» (7). Que no la consideramos «nuestra propiedad» (ni tampoco lo consideran así los compañeros de EO y MCR) sino como «la formalización de una necesidad vital del proletariado que deberá concretizarse tarde o temprano y que nosotros apoyaremos siempre, aún si la forma que podrá tomar esta coordinación fuese diferente a la que proponemos hoy» (8).

Algunos problemas concretos

En la reunión de Montevideo los participantes asumieron un conjunto de compromisos en cuanto al lanzamiento internacional de la Propuesta. Lamentablemente hubo muchísimas dificultades en el contacto entre el Río de la Plata y Europa. Los problemas que tuvo nuestro grupo con la represión especialmente en Francia y en Bélgica y la consecutiva pérdida total de contacto nos retrasaron enormemente en lo acordado.

En concreto, aunque teníamos un borrador de lo acordado en Montevideo, sólo dispusimos del documento final y del agregado efectuado («Nota aclaratoria») unos meses después en Buenos Aires a finales del mes de agosto de 1986, cuando en Europa ya otros grupos se habían hecho eco de la Propuesta. Hoy en la primera quincena de setiembre de 1986 no sabemos aún si Emancipación Obrera dispone del conjunto de materiales que les enviamos para agilizar la propuesta, en particular las listas de contactos y direcciones de grupos que les hemos ido enviando.

Antes que nada queremos decir que lejos de plantearnos un problema el hecho de que los compañeros del Río de la Plata hayan asumido solos el lanzamiento internacional de la propuesta nos llena de satisfacción y nos reafirma en la confianza hacia ellos en cuanto a la seriedad militante y el compromiso con lo asumido. Y reafirmamos que ello es correcto a pesar de que nuestro grupo tenga desacuerdos con el agregado efectuado en la reunión posterior (marzo del 86) en la Argentina.

Hoy nos enteramos por Emancipación Obrera que han perdido contacto con el MCR y que suponen que dicho grupo ha tenido problemas y que tal vez se ha desorganizado. Nosotros no tenemos contactos con ellos desde principios del 86. Frente a ello, reiteramos nuestro apoyo a los que siguen adelante con el proyecto y volvemos a insistir con el principio general de que estas tareas centrales del proletariado internacional e internacionalista no pueden bajo ningún pretexto supeditarse a los problemas que tengan los militantes o grupos formales que toman la iniciativa y que debemos forjar las bases que nos permitan actuar a pesar de la labor represiva y desorganizativa de las fuerzas de nuestro enemigo histórico.

Por nuestra parte apenas recibimos el texto definitivo nos hemos impuesto la tarea de difundirlo en la forma más amplia posible (cosa que ya había sido decidida por nuestro grupo), entre los militantes obreros. La publicamos en nuestra revista central en español: Comunismo; y en la medida de nuestras fuerzas en otros idiomas.

Por supuesto que también asumimos el compromiso de enviarla a los contactos de nuestro grupo y que seguiremos enviando direcciones de grupos obreros a la dirección en Argentina para hacer que los contactos sean lo más fluidos posibles.

Por dónde empezar y por dónde no

La Propuesta Internacional en cuanto e las tareas a promover señala siete puntos específicos. Cuando se trata de actuar prácticamente es necesario fijar un orden de prioridades, que no está determinado por la voluntad de los participantes, sino por las necesidades y posibilidades. Al respecto nos parece evidente que hay puntos en donde existen posibilidades inmediatas y otros que dependen de la concreción de los primeros, es decir sólo se podrán iniciar algunas actividades cuando se han concretado otras y sabiendo específicamente con qué fuerzas se pueden realizar las otras. Por ejemplo, no tendría ningún sentido la creación de una polémica «interna» común (punto 7) o una revista internacional (punto 5) (ni tampoco el punto 6), sin la concreción previa de una práctica común frente a los ataques del capital (punto l). O mejor dicho, como la Propuesta lo deja muy claro, sólo se podrán realizar este tipo de tareas entre quienes efectivamente coinciden en una práctica y la coordinen conscientemente (especialmente en el punto 1): «Entre aquellos que no sólo comparten un conjunto de puntos sino que efectivamente coinciden en una práctica y llevan adelante todos los puntos de la propuesta, en particular el punto 1 (acción común), se hace vital organizar la polémica y sólo para ello proponemos: la organización internacional de la correspondencia, la revista internacional, etc.

E insistimos en esto porque la propuesta ya ha sido interpretada por algunos como una propuesta de polémica internacional o de organización de una revista internacional. Como lo dijimos en otras oportunidades y lo señalamos hasta el cansancio en nuestra prensa la polémica internacional sólo tiene sentido en el cuadro de una práctica común y nosotros o los otros compañeros que formalizaron la Propuesta no estamos dispuestos a hacer una revista o una polémica «interna» con quienes no existe una real comunidad de lucha, con quienes prácticamente no somos capaces de dar «una respuesta coordinada ante... ciertos ataques del capital» (punto 1). Y además aunque no lo diga expresamente el texto de la Propuesta consideramos que está implícito en «su sentido general», que es lo que nosotros defendemos, que ello incluye: la solidaridad militante ante la represión, la ayuda mutua, la lucha por la liberación de los presos de los grupos hermanos, la recepción y el albergue de los perseguidos, la práctica consecuente de denuncia y enfrentamiento al terrorismo de Estado, etc.

Claro está que esto no implica que entre grupos o militantes con los que ya tengamos una práctica común, en donde se ha ido tomando conciencia de la comunidad de lucha que se constituya, deban esperar que los demás avancen a este nivel para asumir puntos tales como la polémica «interna». En lo que nos concierne con ellos seguiremos avanzando en este camino.

Pero creemos concretamente que la Propuesta debe comenzar a concretizarse entre quienes existe una comunidad de lucha en base al punto 1:

«Una respuesta coordinada ante ciertos ataques del capital (por ejemplo en la cuestión de los mineros ingleses, de los trabajadores de Irán e Irak, etc.): volantes y campañas comunes, indicaciones políticas, momentos de efectivo enlace y orientación ante cuestiones concretas y graves que afectan al proletariado mundial.»

Nosotros proponemos ahora definir ejes comunes de trabajo y de denuncia al mismo al mismo tiempo que constituir bases mínimas para responder ante coyunturas precisas haciendo por ejemplo volantes únicos. Concretamente proponemos:

1. el lanzamiento, a la brevedad posible, de la campaña internacional contra la guerra capitalista.

2. la constitución de una estructura organizativa mínima, un Comité de coordinación restringido, que nos permita estructurar aquella, así como el responder en forma unificada y rápida ante coyunturas precisas.

Trataremos de explicar ambos puntos.

1. Entre los compañeros que adhieren a la Propuesta no es necesario extenderse sobre la tendencia general del capitalismo a la guerra, sobre la afirmación del terrorismo de Estado que la acompaña, así como sobre la necesidad del proletariado de retomar las banderas del derrotismo revolucionario frente a ella. Nosotros consideramos que fundamentalmente dicha campaña debe basarse en:

a. la coordinación de la acción común contra la economía de guerra en todas partes contraponiéndole los intereses del proletariado y la denuncia del capital mismo como portador de todas las guerras interburguesas e interimperialistas;

b. la coordinación y el lanzamiento de acciones especificas de información, propaganda y agitación sobre las guerras que se desarrollan en la actualidad. dentro de las cuales nosotros proponemos como decisiva una campaña específica contra la guerra Irán-Irak;

c. la coordinación de la acción común contra el terrorismo internacional de Estado basadas en la ideología del antiterrorismo en general.

La campaña específica contra la guerra Irán-Irak, con los ejes arriba mencionados, constituye un buen ejemplo de concreción de la Propuesta y de verificación práctica de la capacidad de coincidencia en la acción de los distintos grupos y militantes que manifiesten un interés en la misma. Y permitiría además una decantación basada en la práctica, de aquellas adhesiones puramente formales o platónicas que existieran en respuesta a la Propuesta. En concreto y siguiendo la línea del Manifiesto que hemos publicado y difundido contra dicha guerra (Ver Comunismo, nº 10), estamos preparando materiales, buscando las vías para mejorar los contactos con sectores del proletariado directamente atacados por esta guerra capitalista, e intentaremos realizar una reunión de coordinación que aunque se realizará en lenguas o lugares no accesibles a los que tomaron la iniciativa de la Propuesta, la consideramos parte de la concreción de la misma independientemente de las posibilidades de viaje o de traducciones ‑en la que se insiste con razón en el texto de la Propuesta‑ los compañeros que adhieran prácticamente a la Propuesta estarán presentes. Una reunión como ésta que intente coordinar aspectos de la acción derrotista revolucionaria que desarrolla el proletariado de Irán e Irak, y que nos ha sido planteada como necesidad por compañeros de esa región, permitiría un importante intercambio de información, informaciones en general inéditas en Occidente, la coordinación de un conjunto de tareas prácticas sobre problemas prácticos; en fin, la verificación práctica en la asunción de tales tareas por parte de los grupos que dirán adherir a la Propuesta, con la consiguiente demarcación, decantación. (9)

2. La constitución de una estructura organizativa mínima, de un Comité de coordinación, con capacidad para tomar decisiones urgentes o decidir sobre volantes específicos a ser asumidos por todos los participantes de la coordinación resultante de la Propuesta, es una necesidad ineludible. En efecto, sin una estructura de ese tipo no seremos capaces de responder en forma adecuada a los ataques del capital como nos lo proponemos en el punto 1. Por ejemplo, para hacer volantes comunes entre los que existe una comunidad de lucha y acepten los lineamientos de la propuesta, es necesario una estructura ágil de decisión. El temor que tenemos es que se pretenda proceder tan democráticamente, con aprobación por unanimidad, que cuando los volantes salgan no tengan ninguna actualidad. Contra ello es indispensable constituir un Comité restringido, que recibirá las distintas proposiciones y decidirá la mejor o que realizará otra teniendo en cuenta los mejores aportes, o si las circunstancias lo piden sea capaz de tomar con urgencia la iniciativa y decidir un volante o campaña específica sin esperar los meses que tardaría el recibir y discutir las distintas proposiciones. Tal vez algunos no comprendan la necesidad imperiosa de ese tipo de centralización mínima, para nosotros es claro que si cuando las papas queman una coordinación de este tipo no es capaz de sacar una sola expresión, una posición única, con una sola firma que marque la continuidad de la acción común organizada, no sólo es imposible asumir los otros puntos de la proposición que se derivan de éste, sino que la misma «respuesta coordinada» sería una mentira, para nosotros mismos y frente a la clase. O dicho de otra forma si cuando más necesario sea actuar como un sólo cuerpo en forma urgente y eficaz, en vez de una decisión rápida de un Comité restringido, cada grupo y militante sigue actuando solo y saca su pequeño volante, estaríamos volviendo al punto cero de la Propuesta, al lamentable estado actual que queremos combatir.

Tal vez otros imaginan que dicho Comité deba constituirse por representaciones proporcionales, de grupos y militantes. Pero fuera de las desviaciones de fondo que se esconderían detrás de tales pretensiones democráticas, el mismo es una imposibilidad práctica absoluta. Por las razones prácticas que se mencionan en la Propuesta misma, dificultades de viaje y de contacto por correspondencia, un Comité de ese tipo no podrá ser intercontinental (¡pues otra vez estaríamos en el caso de que pasaría meses para decidir!) y por lo tanto el criterio de representatividad no podrá ser retenido.

Nos guste o no, ese Comité es por un lado indispensable y por el otro no podrá fundarse en los criterios de representatividad. A nosotros ninguna de estas constataciones nos asusta. En efecto, si realmente existe una comunidad de lucha y la coordinación es su expresión formal, el Comité deberá basarse en la confianza mutua resultante de esa práctica común y siempre verificable.

Pensamos que lo más adecuado es que en una primera instancia ese tipo de Comité sea asumido integralmente por Emancipación Obrera, y creemos que aunque en forma aún no explícita ya se procede de hecho de esta manera, cuando prácticamente será este único grupo que responderá oficialmente en nombre de la Propuesta. Ya en el encuentro del Uruguay habíamos manifestado que no tenía sentido que hubiera por ejemplo cuatro respuestas diferentes (una de EO, otra de MCR, otra nuestra, otra de algún otro compañero no integrante de esos grupos) ante quienes manifiestan un interés práctico en la Propuesta. Creemos por lo tanto que algunos compañeros de Emancipación Obrera asumirán de hecho esta función y creemos de deben hacerlo conscientes de sus implicaciones, es decir que ya no estarán respondiendo en forma bilateral en nombre de su grupo, sino como secretariado o comité de coordinación (y el nombre es lo de menos) de la Propuesta.

Ello no excluye, a nuestro entender, que luego en función de la información, de la adecuación política, de la velocidad de los contactos ese Comité pueda ser asumido en otra parte, en Europa o en otro continente y por otros compañeros. Ni tampoco, que habiendo establecido claramente los criterios de decisión, se pueden constituir dos Comités, o tres, uno en cada continente, siempre y cuando quede bien claro para todos los participantes qué es lo que le compete decidir a cada uno (por ejemplo, en base a un criterio geográfico, y/o lingüístico del cual depende la información), en qué circunstancias debe tomar la iniciativa cada uno. Lo importante no son pues las modalidades concretas que debe asumir esa estructura indispensable de coordinación, frente a lo cual estamos totalmente abiertos a todo tipo de sugestiones, y no debe preocuparnos una representatividad formal en la toma de decisiones, sino el dotarse de un mínimo de capacidad operativa como coordinación, de una estructura que permita que la coincidencia en la acción y toma de posiciones comunes se transforme en comunidad de acción organizada, es decir con capacidad de actuación como cuerpo y no como adición descoordinada de grupos y militantes sueltos.

Y si alguien nos habla de las garantías que puede ofrecer un tipo de estructura que funcione sin representatividad decimos claramente que ese tipo de garantías que esos compañeros buscan no existen nunca, ni siquiera en las más representativas de las estructuras, que la única garantía son los intereses comunes y la práctica que de esos intereses se deriven contra el enemigo histórico, y que ante una desviación con respecto a los mismos no se puede establecer ninguna garantía formal, que se producirá una ruptura objetiva de la comunidad de acción que hará perder sentido a toda coordinación o comité formal y que simplemente habrá llegado la hora de una decantación, de una ruptura, de una nueva estructuración en función de la práctica común y la confianza mutua.

De más está decir que ese tipo de Comité es imprescindible para dar vida a las otras tareas fundamentales que la Propuesta señala, tanto a la organización internacional de la correspondencia, como a la circulación organizada de la información, como a la perspectiva de una revista internacional.

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Notas

1. Nos dirigimos en particular a los compañeros que participaron en el encuentro en Uruguay y en especial a los de EO y MCR, a los que enviamos esta carta pero también a través de la publicación en nuestra prensa a todos los grupos y militantes interesados en la perspectiva que a través de la Propuesta Internacional pujamos por concretar.

2. Ver introducción a la Propuesta internacional.

3. Comunismo nº 4, págs. 14 y 15.

4. Conocimiento aún totalmente incompleto y limitado. Además en estos años ha habido una profunda descomposición de la izquierda burguesa en todo el mundo, así como del medio pseudorrevolucionario, que en algunos casos produjo, en contraposición y ruptura con todo aquel excremento socialdemócrata, un conjunto de pequeños grupos aún no estructurados organizativamente, en muchos casos sin publicaciones propias que tienden a forjar la alternativa clasista y revolucionaria, pero aún con enormes dificultades. En estos ejemplos, las dificultades de contacto internacional (saboteado permanentemente por la represión de todos los países), la falta de ligazón orgánica y teórica con las fracciones comunistas del pasado (en muchos casos por el simple y trágico desconocimiento), el espíritu aún sectario y a veces localista hace que entre estos grupos la regla sea aún el desconocimiento mutuo y en muchos casos la indiferencia.

5. Comunismo nº 4, pág. 25.

6. Ver Propuesta Internacional, «Sobre algunas prevenciones».

7. Ver también el primer párrafo de «Aclaraciones finales de la Propuesta Internacional».

8. Comunismo nº 4, pág. 26.

9. De más está decir que esta campaña específica dentro de la campaña general que proponemos no excluye otras acciones concretas a realizar y que bienvenidas sean las propuestas al respecto. Sólo a título de ejemplo mencionamos la proposición de un grupo de compañeros ingleses nos ha dicho de realizar, con motivo del quinto aniversario de Malvinas, una campaña específica en Argentina e Inglaterra al respecto. Al margen de cómo se juzgue la oportunidad de realizar o no campañas basadas en esos aniversarios creemos que iniciativas similares sólo tendrán perspectivas dentro de un cuadro mucho más global de coordinación de la acción común, como el que pretendemos constituir precisamente a través de la propuesta. Comprendiendo esto los compañeros discutirán globalmente sobre ella y tomarán contacto con los compañeros del Río de la Plata.


CO23.2.2 Propuesta internacional: Invarianza de nuestro trabajo internacional y algunos elementos concretos para implementar la propuesta (GCI)