Deuda externa: las fantasías sin salida (1)

No hay tema del que se haya escrito y hablado tanto y tan mal como en el caso de la deuda externa.

Causa principal de todos los males, remedio absoluto para lograr la felicidad, la deuda y el no pago han sido el tema central de campañas políticas, conferencias, folletos, artículos, encuentros latinoamericanos y mundiales, puntos programáticos y ejes centrales de la acción política de la izquierda tradicional.

Demócratas de izquierda, estalinistas, trotskistas, sindicalistas, socialistas (socialdemócratas) de varias especies, maoístas, intelectuales iluminados, burgueses «progresistas», artistas, clérigos y hasta humoristas han coincidido en llamar a un frente común de los deudores por un no pago, una moratoria, diciendo que es el problema fundamental que afecta a la Argentina, a Latinoamérica y a todo el «tercer mundo».

Si bien muchos de aquellos manifiestan que la lucha revolucionaria y contra la explotación pasa hoy por el no pago de esa deuda y la ruptura con la dependencia, trataremos de mostrar en este trabajo que en realidad aquellos planteos son la oposición más firme a todo cambio revolucionario, contribuyen a dividir a la clase obrera y demás trabajadores y trabajadoras y significan la defensa de izquierda del régimen de explotación del capital. Y sus planteos, lejos de aportar a una movilización en contra de la explotación y las injusticias, contribuyen a reforzar a actual situación de dominación de la clase dominante, a darle más oxígeno.

Los pequeños imperialistas

Lo primero que es necesario dejar claro es que todos estos partidos políticos e individuos no están defendiendo ningún interés obrero, sino, por el contrario, están defendiendo intereses de sectores del capital.

Siempre la burguesía trató de camuflar sus intereses materiales tras las banderas de la «nación», el «Estado» o el «pueblo», y esto se ve claramente con la izquierda «antiimperialista» (es decir, nacionalista) argentina.

En uno de los últimos y más divulgados trabajos de estos paladines tercermundistas (2) se menciona que los 500 más grandes bancos del mundo son los principales acreedores de América Latina. Y señalan que el 22% está compuesto por bancos norteamericanos; el 12% por japoneses; el 9% por alemanes; el 5% por italianos, el 4% por ingleses y el 3% por franceses. Resulta llamativo que no hayan sacado la cuenta: ello da un 55%. ¿Y el 45% restante? ¿No serán casualmente bancos del «tercer mundo»?

Es que con los inventos de «tercer mundo» se trata de tapar que este«tercer mundo» es también un mundo capitalista, y su intento de enfrentar al «primer mundo» con el «tercero» no es ni más ni menos que un enfrentamiento interburgués.

Esta izquierda antiimperialista en definitiva sólo se opone a ciertos países (Estados Unidos, Gran Bretaña, etc.) en favor de otros, y no promueve bajo ningún aspecto la lucha de la clase obrera y demás trabajadores de cada país, de todos las países, contra su propia clase dominante, contra toda la clase dominante del mundo, para acabar con el sistema capitalista (imperialista) mundial, sino la defensa de su propio capitalismo, al que quieren ver más desarrollado y fuerte, es decir, que explote más y mejor.

Una prueba de esto que decimos se desprende de los mismos datos que se citan en la revista señalada: el caso de Bolivia. Bolivia le debe un 10% al Banco Mundial (el gran cuco); un 14% al otro gran monstruo trasnacional, el BID; pero... ¿a que no saben a quién le deben más que a todos, un 23%? ¡A Brasil y Argentina!

Y no termina allí el asunto. Cuando Bolivia (3) planteó y resolvió el no pago de la deuda externa, encontró una firme aposición de Argentina y Brasil (amén de Estados Unidos, etc.), y las presiones argentinas y brasileñas lograron que Bolivia se comprometiera a pagar religiosamente toda la deuda que se le debe al Estado argentino, brasileño y otros Estados u organismos internacionales y que sólo pospusiera el pago de la deuda a la banca privada (21%, en la cual también hay argentinos acreedores).

Y tampoco termina aquí la cuestión. La Argentina es uno de los principales compradores y vendedores de Bolivia. Le compra a un precio muy bajo gas natural, unos 700 millones por año. Pues bien, durante el democrático gobierno de Alfonsín, Argentina se negó a pagar por el gas recibido (creándole problemas a Bolivia) y exigió que Bolivia adquiera más cosas de Argentina para compensar desfasajes en el comercio exterior.

¿Qué hubiera hecho esta izquierda si hubiese sido Estados Unidos o Gran Bretaña quien hubiera actuado como Argentina? No es difícil suponerlo, pero como lo hizo Argentina «es distinto»... ¿Y qué es lo distinto? Justamente, lo principal es la defensa del capital argentino, incluso en los casos que ese capital actúa (como todo capital desea) expandiéndose, explotando aquí y allá, especulando, dominando, acaparando, concentrándose.

Y asá, si nos ponemos a estudiar la composición concreta de la deuda de muchos países de Latinoamérica, veremos que una parte de su deuda se debe a Argentina, Brasil o México, y naturalmente a propios conciudadanos.

En el caso de Argentina, que es el que conocemos más, esta izquierda hace vista gorda a la penetración argentina en Uruguay (controla una buena parte de la banca, es prácticamente dueña de una ciudad ‑Punta del Este‑ y de varias industrias, especialmente textiles y plásticas), Paraguay también le debe, le debe Perú (recientemente nomás le hizo un préstamo por 400 millones de dólares)... y hasta Cuba. Uno de los motivos por el cual Fidel Castro habla de romper con el FMI y no pagar la deuda, y él sigue pagando, es que no es Estados Unidos o el FMI el principal acreedor de Cuba (4) sino países del llamado tercer mundo (5), y lo que busca con la formación de un frente lationamericano antiFMI o antiyanki es tratar de lograr una alianza con otros sectores burgueses (a la manera del Mercado Común Europeo) para poder potenciar sus capitales frente a las principales potencias del mundo.

Miseria, desocupación... ¿por la deuda?

Se trata de presentar la deuda externa coma causa de miseria, desocupación, hambre, etc. Es sin duda una de las muletillas principales de todas estas tendencias, tal vez la que hace más creíble su discurso, y, sin embargo, es la mentira más colosal que se halla fabricado.

No está en nuestro ánimo defender uno de los mecanismos mediante el cual la burguesía, a nivel nacional y mundial, se reparte la plusvalía que se le extrae a la clase obrera de todo el mundo. Pero es ridículo concebir al capitalismo sin esa distribución en el seno de la clase dominante o a la distribución del fruto de la explotación con la explotación. De allí que es totalmente equivocado suponer que lo que dejase de ir a algún sector de la burguesía iría a manos del proletariado. Todo lo contrario, y es la misma deuda una prueba de ello. Veamos porqué.

Para empezar, como los mismos tercermundistas reconocen, la actual situación y magnitud de la deuda es cosa reciente, de la última década. Los sindicalistas argentinos que fueron a Cuba el mes pasado, en su declaración en pos de una moratoria, dicen que la deuda casi no existía en el 55 y que era pequeña en el 76. Sin embargo, todos sabemos que antes, durante y después de esas fechas la clase obrera fue explotada, hubo represión, hambre y desocupación, poca o mucha, según los años y en función de los propios ciclos del capitalismo y la correlación entre las clases.

Luego, cuando por cuestiones analizadas en el anterior PyA (6) se da el vertiginoso proceso de endeudamiento, se recibieron dólares del exterior como prestamos pero no se pagaba nada. Es decir, la burguesía local y el Estado recibía plata... ¿y adónde iba?: ni un dólar fue a manos de los trabajadores.

Así pasan varios años donde no se paga ni un peso de interés o de capital, sino que se consiguen nuevos créditos y se refinancia la deuda sin pagar ni devolver ni un dólar de los recibidos. Sin embargo, hay hambre, desocupación, bajos salarios...

Luego llegamos a los últimos años, donde aquel excedente de capital mundial ya no es tal y los inversores (de todo el mundo, incluido argentinos) pretenden cobrar sus intereses por los préstamos dados. La crisis en que está sumido el sistema capitalista mundial hace ello muy difícil, y más porque las magnitudes prestadas exceden las posibilidades de fácil pago. Y vienen los problemas... Pero observemos, antes de pasar a ello, que la desocupación, los bajos salarios, la represión existen aunque no se haya pagado ni un peso de deuda y, por el contrario, se hayan conseguido refinanciaciones a nuevos préstamos... que siempre van a parar a la clase dominante (sea por préstamos particulares o al Estado).

Y esto es tapado constantemente por estos agentes de izquierda del capital. Porque poniéndose en contra de los acreedores, en los hechos lo que defienden son a los deudores, los que efectivamente recibieron esos dólares e hicieron sus negocios con ellos.

Muchos de los que recibieron esos créditos a muy bajo interés, pues los créditos internacionales tienen intereses bajísimos si los comparamos con los intereses que se cobran internamente (7), los reinvirtieron en el exterior, incluso cerrando fábricas de aquí pues ganaban más plata con la especulación o invirtiendo en otras países, a en el interior en el sistema financiero o ampliaron sus empresas. Nada de esto significó menos represión a la clase obrera o mayores salarios.

Sin embargo, esos tercermundistas tratan por todos los medios que la clase obrera luche... ¡porque quien los explota diariamente pueda no pagar sus deudas a otros capitalistas! ¿Y por qué no luchan porque esos deudores (y esos acreedores) paguen lo que les deben a la clase obrera, lo que le han robado legalmente día tras día, año tras año, generación tras generación? ¿Por qué no lucha por expropiar a los capitalistas (incluido al Estado) de sus fábricas, tierras, empresas para que sean ellas y sus productos de la clase obrera y demás trabajadores?

¡No! ¡A los patrones argentinos hay que defenderlos, hacer alianzas, ayudarlos en sus negocios, reactivar su economía, morir en la defensa de sus posesiones, votarlos en sus elecciones y apoyarlos en contra de sus competidores!

Hay cifras que arden

Esta gente califica la deuda como causante del «subdesarrollo». Veamos la «demostración» que dan de ello con este gráfico:

Algunos indicadores sobre la deuda externa como traba al desarrollo de América Latina

América Latina

1978

1979

1980

1981

1982

1983

1984

Relación entre los intereses netos y el PBI (en %)

1.5

1,9

2,3

3,1

4,1

4,3

4,8 e

Relación entre los intereses netos pagados y las exportaciones (en %)

15,5

17,4

19,9

26,4

39,0

35,8

35.4

Relación entre la deuda externa y las exportaciones (en %)

246

222

210

242

301

332

350 e

Fuente: ONU y CEPAL

e=estimado

En realidad esta tabla muestra otra cosa. Es sabido que el capitalista que presta plata lo que quiere es cobrar intereses, ganar con ese préstamo. La devolución inmediata no le Interesa si su inversión está asegurada y le rinde la máxima ganancia. Estos tercermundistas se horrorizan porque los intereses de la deuda externa son entre el 1,5 y el 5% del producto bruto interno y tratan de lograr una movilización para que no se paguen. Sin embargo, los gastos militares de cualquiera de los países citados (8) supera ampliamente el 5%, el 10% e incluso el 20% en algunos casos del producto bruto interno. En Argentina nomás, el porcentaje del producto bruto interno destinado a gastos represivos (militares, servicios, etc.) anduvo entre el 15% y el 25%. ¡Y qué decir si le sumamos los gastos burocráticos o los intereses que el Estado paga a la burguesía interna a través de los bonos internos, los bonex u otros títulos públicos!

Pero lo fundamental, lo que no inquieta a ninguno de estos adalides de la liberación nacional y social, es que una minoría de la población, la burguesía instalada en Argentina, recibe todos los años el 60% del producto bruto interno (9) y con lo que gana esta «pobre» burguesía «dependiente» alcanzaría sobradamente para pagar los intereses y la deuda entera (10). Nótese que todos estos tercermundistas, «comunistas», etc., organizan conferencias internacionales, imprimen periódicos, revistas, pintan paredes, hablan por los medios de difusión protestando porque burguesías de otros lugares le quitarían a la propia un 5% del producto bruto interno (a más, o menos), pero no realizan el mismo esfuerzo en luchar contra el 60% de lo producido por la clase obrera, que le quita la burguesía autóctona, nacional, instalada en el propio país.

Es evidente que a esta gente no le interesa si la clase obrera es explotada por el capital (no importa de qué origen sea), para ellos no es un problema que las amas de casa también sean explotadas y oprimidas, que el capitalismo condene a una vida que no es vida a la mayoría de la población. No. Lo que a ellos les preocupa es que toda la riqueza que se le extraiga a la clase obrera sólo vaya a parar a manos de la burguesía argentina y ni un mango a la extranjera. Pero esto veamos otras cifras que dan ellos, tras un pomposo título de que «Latinoamérica ya pagó».

Latinoamérica ya pagó

1. Fuga de capitales (1974-1984) (en millones de dólares)                    160.000

2. Deterioro en los términos del intercambio (1981-1984)                     55.000

3. Pagos de utilidades e intereses (1974-1984)                         204.000

4. Pagos netos de servicios (1979-1984)                                              50.000

Total                                                                                                   469.000

Menos el monto de la deuda externa                                               360.000

Saldo a favor de América Latina                                                      109.000

Lo que ellos llaman «fuga de capitales» son capitales argentinos y latinoamericanos que buscan inversiones (ganancias) en el exterior. Su miopía nacionalista llamará a los capitales de otros países que vienen a este como «penetración extranjera", pero si son de aquí los que van a otros se trata de «fuga de capitales». Respecto a estos capitales «fugados» es sabido que la mayoría de ellos se colocó en el circuito financiero internacional (Suiza, Estados Unidos, etc.), lo que nos autoriza a suponer que gran parte de ellos forman parte de los acreedores, de los que se están beneficiando con los intereses que pagan por sus préstamos, préstamos que hacen tanto a países como Argentina... como a Estados Unidos, que parece ser que todos olviden que es el principal deudor del mundo.

Denme cualquier número y haré magia

El cuadro muestra también la «seriedad» de estos intelectuales de izquierda. Como vemos no sólo que no hay deuda sino que los acreedores deben plata. Como demagogia puede ser buena, pero... ¿qué podemos pensar y esperar de una política que aún se funda en la mentira, en el engaño..., aunque ellos no son sus peores crímenes.

Por empezar... su oportunismo queda claro cuando hablan de Latinoamérica como algo homogéneo y solidario. «Latinoamérica recibió préstamos», «Latinoamérica pagó intereses», «Latinoamérica ya pagó». Por si no lo saben, en Latinoamérica hay clases sociales con intereses objetivos antagónicos, en particular esta la clase burguesa y la clase obrera. Esta última no recibió ni un dólar de nadie, ni tampoco fue al FMI o a cualquier banco a negociar o a darles dólares o moneda local para saldar la deuda «externa». Es la burguesía latinoamericana ‑o parte de ella‑ la que realiza los negocios, recibe y da créditos, paga y cobra intereses y capitales. ¿Que lo hace con lo que explota a la clase obrera? Seguro. El dinero no crea riquezas. Son los trabajadores productivos quienes lo hacen. Y el fruto de su trabajo bajo el capitalismo es robado legalmente por el capital que se apropia una parte de él.

Un burgués o un Estado va a un banco y saca un crédito. Supongamos que 100 millones de dólares. Al cabo de un año viene el banquero y le reclama la devolución del crédito (100 + 10 de intereses). El burgués pide un nuevo crédito (allí o en otro banco) por los 110 (o por los 10 de interés, si es en el mismo banco) y renueva la operación. Esto lo hace durante varios años. ¿Qué resultado daría? (11)

En el primer año, como dijimos la refinanciación daría 110; en el segundo 121; en el tercero 133,1; en el cuarto año la deuda refinanciada sumaría 146,4; en el quinto 161,1; en el sexto 177,1; en el séptimo 194,87; en el octavo 214,43; en el noveno 234,87 y en el décimo 259,46 millones de dólares. Es decir, se ha sacado un crédito y para pagar ese se sacó otro y así sucesivamente durante diez años. Aquí es donde llega un colaborador izquierdista que hace una movilización frente al banco y le dice al banquero:

«Señor banquero. Nuestro burgués, nuestro Estado, le ha pagado el primer año 10 millones de dólares, el segundo 11, el tercero... y así le hemos pagado 159,46 millones de dólares de intereses, lo que restado a la deuda de 100 millones significa que usted en realidad nos debe 59,46 millones...»

O mejor aún, pueden hacer la cuenta sumando 10 el primer año, 21 el segundo, 33 el tercero y así contar los montos brutos de intereses y capital con lo que les dará la friolera de 750 millones «pagados», a los cuales les descontarán los 259 obteniendo un «superavit» a favor del deudor de 491 millones de dólares... pero los banqueros no son estúpidos ni los verdaderos deudores tampoco.

Además las cuentas son por demás rebuscadas. Si el Estado saca un crédito (o un particular) lo que un tercer particular haga con su plata (por ejemplo invertirla en el Uruguay o Suiza) no puede contabilizarse como pago de la deuda contraída por los primeros. Para algunos puede resultar inmoral, pero les recordamos que el capitalismo no se mueve por la moral sino por el lucro. Además, qué curioso que les resulte inmoral que un burgués argentino saque sus capitales afuera del país (y bueno es señalarlo pues nadie lo dice, para explotar en otros lados) y no ven nada inmoral en que exploten aquí a la clase obrera.

Los ítem 3 y 4 se superponen. Es como si el burgués le llevara al banco una lista de lo que éste le cobró durante diez años y luego otra lista donde discriminara una parte de eso que le cobró pero durante cinco años, y pretendiera sumarlos con los anteriores (los servicios están incluidos en las utilidades de los bancos). (12) Cuanto más, lo que se podría afirmar es que si la deuda actual «latinoamericana» es de 360.000 millones de dólares, es razonable suponer que 160.000 millones se le deben (o podrían deber) a burgueses latinoamericanos. De los 200.000 restantes más de un 25% se le debe a instituciones o capitales de la propia Latinoamérica (es decir, unos 50.000 millones), y un 20% se le debe a otros países de menor acumulación de capital (es decir, unos 40.000); lo que queda 110.000 se le debería a burgueses de los países de mayor acumulación de capital.

Otra suposición que se podría hacer es que si la deuda actual «latinoamericana» es de 360.000 millones de dólares, la misma equivale a un préstamo de 200.000 millones de dólares efectuado diez años atrás. (13)

Nada de revolución social: es época de ayudar a los explotadores

Fidel Castro, con el aplauso de todos los «antiimperialistas», «comunistas», sindicalistas e intelectuales de izquierda latinoamericanos, señaló que esta no era época de revoluciones, sino que el problema central de Latinoamérica y el Caribe era el de la deuda externa.

La problemática de la deuda externa es una problemática burguesa. Y no lo decimos solamente nosotros. Transcribamos lo que señala el diario El economista, genuino representante del gran capital argentino, refiriéndose a la izquierda, en particular al Frepu («PC», MAS, etc.):

«[El Frepu] pretende aglutinar dentro de sus confusos límites ideológicos al electorado habitual del PC, el MAS y lo que puedan aportar sus pequeños aliados y a una supuesta mesa radicalizada de los sectores de la clase media. Nuevamente, el discurso proselitista se orienta hacia la «burguesía». «Para ello, vuelven a levantar las banderas de la moratoria unilateral, el rompimiento con el FMI, y el caso del MAS, una acción tendiente a modificar desde dentro lo que ellos califican de «democracia liberal». (14)

También Fidel Castro, en otro tramo de su discurso, es suficientemente claro sobre esto:

«Nosotros no estamos planteando ni promoviendo cambios revolucionarios, estamos planteando un movimiento de liberación nacional en la lucha por el no pago de la deuda, por la implantación del Nuevo Orden Económico Internacional, por la integración de América Latina. Es una lucha por la liberación de los pueblos del Continente.»

Más claro, echarle agua...

Las ventajas del antiFMI para la burguesía

Entre los argumentos que dan esos partidos e individuos para exigir el no pago de la deuda (o la moratoria) están los que dicen:

«Hay que ser concretos, hablar de la explotación de la burguesía es algo abstracto para la clase y no moviliza. Por el contrario, contra la deuda externa sí moviliza. Además, contra la deuda es más unificador, ya que puede plantearse un gran frente contra ella. En cambio en la lucha de la clase obrera contra la explotación burguesa está sola, y son tan pocos los obreros... primero hay que hacer el capitalismo más fuerte, así hay más obreros. Entonces sí, corresponderá la lucha por la revolución socialista».

Para esta gente que el patrón de la fábrica (muchas veces con la ayuda del banco de la nación o de la provincia) cierre la fábrica y deje en la calle a quienes no tienen posibilidades de conseguir otro trabajo no es algo concreto y contra lo cual luchar. Tampoco es concreto que los empresarios bajen los salarios reales de los obreros, les obliguen a hacer horas extras, los suspendan, no. Y la lucha contra el capital, contra ese capital que nos explota diariamente no es concreta. Veamos qué de concreto tiene la lucha en contra del pago de la deuda externa.

La peculiaridad de esta «lucha» es que la clase obrera no puede tomar ninguna medida concreta para llevarla a cabo: no puede ir y no pagar (como lo podría hacer con los alquileres, el crédito o la heladera), pues no ha recibido nada del FMI, ni firmado ningún pagaré, ni refinanciado nada.

Sólo le quedan dos caminos: presionar al gobierno para que no pague la deuda (que es lo que recomienda Fidel Castro) o tumbar al gobierno para lograr el no pago. Ahora bien, si la clase obrera tuviese tal fuerza para imponerle al gobierno una medida que no desea tomar o para tumbarlo... ¿porqué no usar esa fuerza para terminar con la explotación o, si no se tiene tanta, para aumentar los salarios reales, quitarles un % de ese 60% del PBI que nos roban legalmente, reducir la jornada de trabajo, imponer a la burguesía que garantice un trabajo o un ingreso a los trabajadores, conseguir asistencia y medicamentos gratuitos, o viviendas apropiadas?

Así, el contenido práctico de la lucha «contra la dependencia» (?) es dejar tranquilo al burgués de aquí, y presentar la causa de los males como algo extranjero y fuera del país, cuando en realidad la causa de la desocupación, de la represión, de las caídas salariales, de vivir toda una vida de un salario mientras los empresarios se enriquecen, tienen lujos y placeres... es una causa concreta y muy argentina: el capitalismo, la clase burguesa, su sistema de explotación. Además es una causa muy brasileña, paraguaya, estadounidense o francesa: en todos los países pasa lo mismo, en todos ellos, con deuda o sin deuda (14) explotan a la clase obrera, tienen millones de desocupados, han restringido los salarios y reprimen a los movimientos anticapitalistas o de resistencia obrera al capital.

A la burguesía le vienen muy bien estas políticas nacionalistas, distractivas, ya que contribuyen a canalizar el descontento de los trabajadores contra sus competidores. Y a pesar de que no coincidan en los planteos de la izquierda nacionalista, en su interior agradecerán su contribución a la paz social interna, es decir, a que no se luche contra los explotadores de carne y hueso que día a día se benefician con nuestro trabajo y nos imponen planes para hacernos caro el peso de su crisis.

La deuda: rompedero de cabeza para la burguesía

No nos extenderemos más sobre el tema. Señalemos solamente que la deuda será cada vez más un tema que la burguesía pondrá una y otra vez sobre el tapete para justificar sus políticas y la pequeña burguesía le hará el juego como siempre.

En realidad, tanto para acreedores como para deudores la deuda es un problema que no saben muy bien como resolver. No es de extrañar que la misma burguesía que hoy se opone a la moratoria y critique a la izquierda nacionalista por su infantilismo, mañana realice una moratoria o se declare en cese de pago. No tiene nada de nuevo ni de revolucionario.

Pocos lo saben, pero uno de los que no pagó la deuda en su oportunidad fue Estados Unidos. A mediados del siglo XIX, Estados Unidos era un país de mediana o baja acumulación de capital que utilizaba abundantemente el financiamiento europeo. En Londres, la principal plaza del momento, se veía a Estados Unidos como:

«Un país con poca solvencia y con negros antecedentes de malversaciones, anuncios fraudulentos e incumplimiento en sus pagos. Los inversores y banqueros de Londres, encabezados por la casa Baring, habían arriesgado dinero en obligaciones y deudas norteamericanas, pero los gobiernos de Estados Unidos, animados por el resentimiento popular contra los bancos extranjeros, se negaban a crear los impuestos que habrían permitido pagar los intereses». (15)

En 1839 hubo una crisis económica y la quiebra de bancos importantes. Los estados más prósperos, Maryland y Pennsilvania, no podían pagar sus deudas y estaban en mora los de Mississipi y Louisiana... para hacerla corta: por ejemplo, en 1875, el estado de Mississipi dictó una enmienda constitucional por la que desconocía simplemente, sus obligaciones. Así gran parte de la deuda no se pagó o se pagó mal. Y ello no significó ningún mejoramiento para las poblaciones trabajadoras, en particular para la masa negra que vivía en esos estados, sino todo lo contrario. Es más, la represión contra los negros fue tan o más brutal que antes, y sus condiciones de vida miserables a más no poder, durante esa época Estados Unidos siguió expandiéndose y quitando a otras burguesías sus territorios, caso de México. por ejemplo, o de Cuba.

Con esto queremos señalar que haga lo que haga la burguesía de aquí o de cualquier lado del mundo, la suerte de la clase obrera y demás sectores trabajadores no dependerá de si le va bien o mal a la clase dominante del propio país o del mundo, sino si logra sacudirse de ella y para siempre. Seguramente el tema de la deuda dará lugar a miles de especulaciones más, traerá aparejada diversas crisis, alianzas o competencias, pero en todos los casos tendrá un común denominador: será un problema de un sector de la burguesía en contra de otro. Y el nuestro es la existencia de todos ellos, incluyendo a sus colaboradores de izquierda.

Áticus

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Notas y referencias

1. El texto que damos a conocer fue publicado en Cuadernos para pensar y actuar, revista editada en Argentina. Lo hacemos porque, como el lector observará, aporta otros elementos para desmitificar la cuestión de la deuda y completa lo publicado en Comunismo nº 19, «La cuestión de la deuda: Basta de versos!». [Nota de la redacción.]

2. Nos referimos la publicación especial de El periodista de Buenos Aires, titulado «La deuda externa», de Julián Lemoine.

3. Cuando nos referimos a Bolivia, a Argentina o a cualquier país en realidad nos referimos a la clase dominante de ese país, no a toda la población.

4. En realidad, con el llamado «mundo occidental» la deuda cubana es pequeña. La principal la tiene con los llamados países del este, pero de ésta no los hemos escuchado hablar...

5. A partir de aquí, a éstos, en comparación con los países del tipo Estados Unidos, Alemania, etc., los llamaremos países de menor acumulación de capital (a de plusvalía) en distinción de los países de mayor acumulación de capital. Lo hacemos para poner en evidencia que tras las palabras «desarrollo» o «subdesarrollo» lo que existe es capitalismo, países capitalistas, con mayor o menor acumulación (histórica) de plusvalía.

6. En el artículo «Fondo Monetario Internacional: Las excusas de la burguesía», Cuadernos para pensar y actuar, nº 18, pág. 91.

7. Generalmente los mismos que reciben la plata de afuera la prestan adentro haciendo la diferencia. Por ejemplo en este momento cuando la tasa internacional real es aproximadamente del 9 o 10% anual, en Argentina la tasa real mensual es mayor que ese porcentaje anual.

8. Tal vez con la sola excepción de Costa Rica.

9. Cifra que en otros países de Latinoamérica es mucho mayor.

10. En algunos países se necesitaría sólo lo que ganan en pocos meses, en otros demandaría más de un año, en algunos casos más de dos. Pero se podría pagar fácilmente con una pequeñísima parte de sus posesiones locales o extranjeras.

11. Estamos tomando un interés del 10% anual real, pero en realidad los intereses han sido mucho menores, si descontamos la inflación del dólar: en el año 1977 el interés real fue de 1,03%; en 1980 de 1,27; en 1981 de 9,67; en 1982 de 12,36 y en 1985 es estimada en el 6%. Datos sacados de la revista citada.

12. E1 punto 2 también es incorrecto, pero ello nos llevaría a refutar la teoría del «intercambio desigual», lo que escapa a las posibilidades de este trabajo. Señalemos, no obstante, que la caída de los precios de los productos agrícolas (que es uno de los argumentos que se esgrimen) no afectan sólo a los intereses burgueses de los países latinoamericanos, sino a todos los exportadores de esos productos. El principal exportador de productos agrícolas es Estados Unidos y le sigue la Comunidad Económica Europea, por lo que también a ellos les afectan los precios. Por otro lado, no hay que ignorar la guerra comercial que libran entre ambos, subsidiando las cosechas, y que es una de las causas de la actual caída en los precios de esos artículos. Además la tendencia histórica del capitalismo es a abaratar esos costos.

13. Considerando un interés real promedio del 6% anual, interés que es bastante cercano a la realidad

14. E1 economista, 4-10-1995, pág. 8.

15. En la actualidad la mayoría de los países del mundo presentan grandes deudas públicas y privadas. Estados Unidos, por ejemplo, tiene un déficit en la balanza comercial de 200.000 millones de dólares sólo este año y su deuda pública... !a agarrarse! es... de... ¡¡¡dos billones de dólares!!! ¿Recomendarán allí el no pago?

16. Así lo cuenta Anthony Sampson en su libro Los bancos y la crisis mundial.


CO21.3 Deuda externa: Las fantasías sin salida.