¡Contra la visión de la prensa! ¡Contra el bloqueo de la información!

El 4 de setiembre de 1980, aprovechando el caos reinante en Irán, luego de la caída del Chah, Saddam Hussein y el partido Bass (que cumplía las funciones de gobierno) enviaron al ejército iraquí para que “reconquistase" la región del Chatt el Arab. Khomeny, bien instalado en la dirección del gobierno iraní responde movilizando a sus tropas para lanzarlas a una guerra santa contra el “satán Hussein”. Fue así que se creó el decorado del conflicto, y desde ese momento los periódicos de todo el mundo, en grandes titulares sensacionalistas, se esfuerzan por describir el conflicto como una guerra estrictamente interimperialista, e vitando, así, tratar toda información necesaria para su real comprensión. Los periodistas adoptaron, sea expresando su simpatía por un campo o por el otro, o sea pretendiéndose “neutros y objetivos”, la visión estrictamente burguesa según la cual la guerra se reduce a una lucha entre dos países por la conquista de un territorio (región del Chatt el Arab), a una guerra religiosa (¡musulmanes contra musulmanes!), a una guerra “popular, histórica” (árabes contra persas), a una guerra de pueblos, o a un momento de la lucha entre los dos grandes bloques (Este-Oeste). A pesar de que algunas de estas visiones se basan en contradicciones reales (guerra interfraccional burguesa), esto se hace ocultando el motivo real de la guerra --guerra burguesa destrucción masiva de fuerzas productivas, guerra de destrucción del proletariado-- y la existencia de la lucha de clases --cómo contradicción determinante-- que opone, tanto al interior como al exterior de estos dos países, a explotados y explotadores, fuerzas derrotistas y belicistas, militantes revolucionarios y organizaciones paraestatales, soldados desertores y policía militar, fusilados y “fusiladores", huelguistas y amarillos..., proletariado y burguesía.

En la medida en que el conflicto de clases se desarrolla empezó a perfilarse en los mismos hechos, la realidad de las fuerzas sociales irreductiblemente antagónicas e históricamente enemigas: el proletariado y la burguesía. El mismo hecho de organizarse para resistir a su destrucción, a través de la acción derrotista, es un verdadero cuestionamiento proletario a la forma como la burguesía trata de remediar el desarrollo de la crisis: pero lo que más teme la burguesía es que esta práctica de los obreros frente a la guerra, cunda como ejemplo, se generalice, y que el proletariado se constituya en clase mundial. Para impedir esto y camuflar la lucha real de clases la burguesía utiliza el enorme arsenal de medios y canales de información, tratando así de moldear la famosa opinión pública. La función de los medios de comunicación burgueses es la de negar la existencia de contradicciones sociales que sacuden violentamente los aparatos militares en los países donde la lucha se agudiza.          Esto lo hace camuflando los antagonismos de clase existentes en el interior de los ejércitos en sus comentarios “objetivos” de victorias y fracasos sucesivos de las fuerzas militares en presencia. Pero la “objetividad”, con la que tanto alardea, no es más que la restricción “subjetiva” (del punto de vista de clase) de la descripción de lo que sucede en el Golfo Pérsico, a la visión mistificada que la burguesía da de la guerra (y no exclusivamente de la guerra).

La ideología dominante, mediatizada, entre otras cosas, por los diferentes canales de información,  es la manifestación / materialización teórica del terror en acto, con el que la burguesía somete a su enemigo de clase. Pero este terror ideológico sería mucho menos eficaz hoy en día si se limitase a ocupar el terreno bajo una fachada “tolerante” para los explotados. Esta es una lección que la burguesía ha sacado de la historia: es decir, no puede contentarse más con afirmar enérgicamente la explotación y sus razones, tiene que mistificar la realidad negándose –teóricamente-- como clase y disfrazando ideológicamente las diferentes formas de explotación bajo apariencias benévolas, conduciendo, así, a los obreros a sentirse solidarios de sus explotadores. Obreros y patrones se reencuentran codo a codo, iguales en derecho, en el triste mundo del ciudadano, del comprador y vendedor de mercancías. Es este mundo libre que debieran defender en cuerpo y alma los ciudadanos-soldados cuando son enviados a la carnicería. Y esto lo hacen con grandes cantos patrióticos, discursos exaltando el nacionalismo... y con bayonetas en la espalda.

Los medios de difusión, presentándose como órganos de difusión de hechos en estado bruto, de cosas "concretas” de datos medibles que presentados predigeridos a la opinión pública (suma de ideas del conjunto de individuos desposeídos y expropiados de su propio pensamiento), debieran permitir una correcta apreciación de la realidad, constituyen en los hechos el mejor vehículo para la descripción mistificada de un mundo evacuado de antagonismos sociales. El inalcanzable fantasma de la objetividad, perseguido constantemente por los periodistas, no es en la descripción mistificada, que nos dan de las relaciones sociales, más que el punto de vista dominante, el punto de vista de la clase dominante, un punto de vista objetivamente burgués. Para hacer desaparecer de la conciencia social el hecho de la lucha de clases, la burguesía no puede únicamente limitarse a describir la realidad desde un punto de vista aclasista (evidentemente punto de vista plenamente de clase puesto que oculta el enfrentamiento social para reforzar su dictadura de clase) sino también se encuentra obligada a ocultar los hechos decisivos de las acciones proletarias. Los medios de difusión conforman así, bajo la cobertura cínica de la neutralidad, una verdadera barrera de la información: diarios, radios, TV... prefieren ignorar abiertamente las luchas obreras en Irán e Irak, la fraternización en el frente, los actos de sabotaje que atacan a la economía nacional, el derrotismo revolucionario, el proceso de descomposición de los ejércitos en guerra, la deserción, en síntesis la lucha llevada adelante por el proletariado en Irán e Irak contra la guerra (sea esta justa o no), contra el trabajo (“libre o popular”), contra su propia burguesía y por ello contra el Capital mundial.

El relatar estos hechos, situados en su verdadero nivel, el de la lucha de clases sería para la burguesía suicida, sería repartir armas para su propio derrocamiento. Es exactamente este el objetivo que persigue este texto; divulgar esas informaciones en el proletariado mundial, es armarse. Las mismas, sobre el nivel alcanzado en la lucha de clases en esos países, han sido reunidas por los compañeros con que elaboramos el "Manifiesto contra la Guerra entre Irán e Irak" que fuera publicado en nuestra revistas centrales: en español (No. 1), en francés (No.14), en inglés (No.1) y en árabe (No.1).

IRÁN-IRAK: En el frente o en la fábrica, el enemigo del proletariado es propia burguesía.

El estallido en setiembre del 80, de la guerra contra Irán obligó a la burguesía irakí a soldar lo más duramente posible, la sacrosanta conciliación nacional; había que lograr que la población se solidarizase, lo más firmemente posible, con sus propios explotadores. Al terror en el frente se le agrega, para complementarlo, medidas de represión si precedentes, en el interior del país para obligar a los proletarios a apoyar la guerra a través del trabajo. Para compensar la falta de mano de obra, ocasionada por el reclutamiento en el ejército del 60% de los trabajadores, el Estado irakí recurrió a la movilización civil con la ayuda de diferentes “organizaciones populares" creadas y sostenidas por el partido baas: “Unión de estudiantes”, "Liga de mujeres”, “Sindicatos profesionales", “asociación de defensa"... que reclutaban estudiantes, mujeres, escolares, jubilados..., forzados a reemplazar a los obreros que partían al frente. Además se les saca más del 50% del salario para pagar los gastos de la guerra y se aumenta brutalmente el tiempo de trabajo,  todo esto claro está, en nombre de “la lucha por la nación árabe", y “la defensa del interés nacional". Frente a este ataque generalizado a los obreros, frente a esta tentativa de liquidar físicamente al proletariado en tanto que clases surgen las acciones derrotistas revolucionarias.

Éstas se materializan, al interior del país, el rechazo puro y neto de las decisiones gubernamentales, el rechazo de la paz social, de la “unión sagrada”, el repudio a la guerra a través de la lucha contra la explotación forzada, contra el trabajo.

En Bagdad, Bassorah, Mossul, Kuh, Suliamania, Amara..., un número importante de proletarios rechazan las decisiones del Estado, las campañas por “el trabajo popular”, y se enfrentan a las fuerzas del orden. Los enfrentamientos en Mossul fueron bastante violentos y dejaron como balance varios heridos en los dos campos; y se extendieron a otras ciudades de la región como por ejemplo a Dukak. Durante los meses que precedieron este enfrentamiento, los obreros de obras públicas desencadenaron un movimiento de huelgas en Rania y Suliamania contra las decisiones gubernamentales que estipulaban un aumento de 4 horas del horario “normal” de trabajo, lo que implicaba obligarlos a trabajar !!12 horas por día!! Indudablemente, estos movimientos de lucha atacaban directamente la economía nacional y deterioran el consenso nacional tan necesario para que el Estado pueda enviar a los proletarios a la masacre. Se llega así a una situación de creciente peligro para los planes del capital, la burguesía decide entonces recurrir a la represión enérgica y abierta de los proletarios. Pero la represión no logró sus objetivos, el movimiento de huelga continuó. Frente a ello el Estado decide movilizar, en el marco de la campaña por el “trabajo popular", a varios sectores de la clase obrera para que reemplazasen a los huelguistas: se aprobó una ley que estipula la pena de muerte para los obreros que rechacen someterse al “trabajo popular”.

Con el objetivo de reforzar las fuerzas represivas se forma un ejército de civiles, un “ejército popular” de apoyo al régimen y tropa de choque de Saddam Hussein. Un cuarto de estos soldados es enviado al frente en segunda línea para controlar los puntos neurálgicos y prevenir los actos de sabotaje realizados por los derrotistas; al resto se le mantiene al interior del país para participar en la represión de las luchas sociales y el encuadramiento ideológico de la población. Así, en las escuelas se establece en presencia de los militantes 'baasístas", la obligatoriedad de izar cotidianamente la bandera a los escolares y se los conmina a recitar poemas dedicados a la gloria de Saddam Hussein, a cantar himnos patrióticos, a ensalzar la victoria de los soldados iraquíes sobre los iraníes... A pesar de la obstinación histérica que despliega la burguesía para resolidificar la “unión sagrada”, corroída por la lucha de clase, a pesar de la represión feroz a la que recurre contra el proletariado combativo, a pesar del terror ideológico, del terror armado, el Estado burgués en Irak no pudo impedir la unificación de millares de obreros a través de todo el país, en la lucha contra las disminuciones de salarios, contra el aumento del tiempo de trabajo, contra las condiciones de vida, contra el trabajo. Los obreros iraquíes al luchar contra sus explotadores, al provocar directamente la descomposición del consenso nacional, al interior del mismo ejército, se constituyeron en actores y propagandistas del derrotismo revolucionario internacional. Para sobrevivir en el sistema capitalista, los obreros lo único que tienen para vender es su pellejo. Miles de ellos, no lo logran y por ello revientan de hambre cada día. Su necesidad de vivir se opone a las necesidades de valorización del Capital. Pero cuando el monstruo vomita capitales, cuando sus sanguinarias necesidades de valorización no pueden ser satisfechas, cuando la sobreproducción (¡sobreproducción en relación a sus propias necesidades y no en relación a las necesidades humanas!) sacude violentamente todo su ser, la condición necesaria para su supervivencia, es una fase de feroz destrucción de una gran parte de lo que él engendró. Y además de lo que él ha engendrado, será el proletariado (el que produce con su trabajo forzado el valor cristalizado en las mercancías), el que tendrá que ser eliminado cada vez en mayor número. Después de haber succionado el sudor y la sangre obrera para alimentar su cuerpo, masacra sin ninguna piedad a la fuerza de trabajo transformada en excedentaria en relación a sus necesidades. La burguesía, personificación del Capital, desencadena la guerra y envía a todas las partes del mundo, a masas innumerables de proletarios, a la carnicería.

La paz y la guerra se revelan, así, como dos momentos de una misma sumisión del hombre a la implacable dictadura del Capital. El proletariado, víctima sublevada y sujeto revolucionario de la realidad social, es un ser en constitución que atacando tanto la paz como la guerra burguesa deja de concebir estos dos momentos como dos alternativas diferentes: “trabajar o reventar" o “marcha y revienta". Es solamente en base a esta comprensión de la realidad, de este conjunto inseparable al que somete el Capital a los proletarios, que estos últimos podrán luchar contra la guerra, contra el trabajo, o mejor aún que luchando contra el trabajo podrán luchar contra la guerra. Los proletarios conscientes de esta lucha, sabrán descubrir a sus enemigos, localizarlos, no en uno u otro campo de las fracciones burguesas concurrentes, sino en “su propio”, país. En el frente o en la fábrica, el enemigo del proletariado es su propia burguesía. Cuando el proletariado instiga la derrota “su” propio Estado, pisotea la ideología de la nación, da vuelta a sus fusiles y apunta contra sus oficiales, bloquea la producción; está llamando a sus hermanos de clase a solidarizarse contra el asesino común: la burguesía mundial. El internacionalismo proletario no tiene nada que ver con los nacionalistas “críticos", los antifascistas (utilicen o no la lucha armada), los tercermundistas radicales u otros patriotas que no son más que masacradores disimulados, siempre dispuestos a sostener el campo “menos malo", la guerra más justa.

Derrotismo revolucionario y guerra de clases en Irán-Irak.

El ejemplo más actual de cuales son las necesidades belicistas del capital, lo constituye la experiencia del proletariado en Irán e Irak. Es imposible establecer cifras (dejamos esta tarea mórbida a las estadísticas de las diversas rúbricas periodísticas) de las monstruosidades de la empresa de destrucción humana organizada por las fracciones burgueses rivales. Frente a los horrores de la guerra imperialista, los soldados iraníes e iraquíes intentan oponer la acción derrotista y la fraternización en el frente.

Cuando los nacionalistas kurdos le dan una mano al Estado capitalista en Irak encarcelando o masacrando a los desertores, en el Norte de Kurdistan un grupo de soldados iraquíes, colocados en primera fila, fraternizan con los soldados iraníes. De igual manera, cuando se lleva acabo la “batalla de Fuka", la gran mayoría de los soldados iraquíes se niega a obedecer las órdenes, al mismo tiempo, proyectaban organizar la fraternización con los soldados del campo adverso. El comando militar, que perdió totalmente el control de los soldados, atemorizado con la idea de que se pudiese establecer relaciones de solidaridad con los soldados iraníes, ordena el bombardeo puro y simple de ¡sus propias posiciones iraquíes! No se escatimaron los tiros de artillería, aviación, mísiles, para eliminar a los insurrectos de la “batalla”, en menos de dos horas, logró 8.500 víctimas. Estas informaciones provienen de víctimas que sobrevivieron a la masacre.

Mientras que los desertores e insurrectos de las ciudades se juntaban en las montañas del Kurdistan y las regiones de los pantanos para organizar acciones derrotistas, las fuerzas de represión multiplicaban las medidas de intimidación: inspección de viviendas, control de documentos de identidad, búsqueda de sospechosos, toque de queda... Regularmente se ve en las ciudades desertores colgados por “alta traición” o acto de “cobardía”; en realidad se trataba, en la gran mayoría, de soldados que se negaron a obedecer las órdenes y que organizaban acciones derrotistas. Un ejemplo de esto fue Kut, donde en mayo del 83, 500 proletarios fueron acusados de “crimen contra la nación”. El constante aumento de los proletarios encarcelados obligó, al gobierno iraquí a crear nuevas cárceles en todas las regiones del país. Éstas fueron verdaderos centros de tortura donde la alternativa era la pena de muerte o la reexpedición al frente. En Bagdad y en otras ciudades, fueron los milicos sudaneses, pakistaneses y egipcios que, al mismo tiempo que aportaban mano de obra inmigrada de estas regiones para trabajar, le dieron una mano a las fuerzas de represión locales. Fue el Capital mundial que aseguró el mantenimiento del orden.

En Amara, derrotistas hicieron saltar un arsenal próximo a la ciudad. La explosión fue reivindicada por un grupo de soldados como una acción de solidaridad con la lucha de militantes derrotistas opuestos a la guerra en las regiones de los pantanos. Un atentado similar se llevó adelante en Kut. En la primavera del 83, la región de los pantanos se encontró sacudida por una serie de acciones derrotistas: se organizaron sabotajes, en los cuales participan miles de soldados que desertaban del ejército o escapaban al “trabajo popular”. Las fuerzas armadas iraquíes lanzaron una vasta ofensiva contra ellos durante los meses de abril y mayo, particularmente en la región de Babed entre el 29 de abril y el 5 de mayo. El ejército iraquí bombardeó, con la ayuda de la artillería pesada, cohetes y la aviación, toda la región durante casi dos semanas, antes de lanzar la infantería para que efectuase la operación “rastrillo”.  Las ciudades que mantuvieron una actitud complaciente con respecto a los militantes derrotistas fueron sistemáticamente incendiadas. En Duro, un pueblo situado al sur de Hilla, los habitantes rechazaron, con las armas, a las fuerzas del orden para impedir así que se buscase en las casas y se arrestase a los desertores. En Kasem, en la misma región, un destacamento armado de desertores atacó al ejército iraquí que aseguraba la guardia de la vía ferroviaria que une Bagdad a Bassorah. En la región de Kefel, el 3 y 4 de mayo del 83, se produjo enfrentamientos entre el ejército iraquí, enviado para “limpiar la región de toda fuerza subversiva”, y elementos derrotistas apoyados por los habitantes de la región. El ejército, a pesar de la movilización de toda su fuerza y de una dura batalla, no logró controlar la región. Fue necesario el refuerzo en armas y tropas para bombardear los pueblos, masacrar a los derrotistas y los elementos que los apoyaban o que simplemente se encontraban presentes durante las acciones. Luego se embarcó, sobre los vehículos militares, los cadáveres de militantes derrotistas para exhibirlos en las ciudades con el objetivo de “mostrar a los ciudadanos que la nación no cede su poder a los enemigos y que no los dejará impunes” (comunicado del comando general de las fuerzas armadas iraquíes durante el mes de abril del 83).

Si bien es cierto que la fuerza del proletariado no se calcula según el número de muertos que deja sobre el terreno de la guerra revolucionaria ( sería más significativo el contar los muertos del otro lado de la barricada de clase) ni tampoco en base al poder represivo de su enemigo, estas informaciones no dejan lugar a dudas, en lo que respecta la exacerbación del conflicto de clase en Irak y la real tentativa del proletariado para oponer a la guerra imperialista el derrotismo revolucionario como manifestación de la guerra de clase.

El bloqueo de la información en Irán es más resistente, y sin lugar a dudas hay que ver en esto el reflejo de un consensus nacional más fuertemente implantado; pero lo que parece dudoso es que el Estado en Irán no se haya encontrado frente a movimientos similares de desagregación de su ejército. Hay que recordar, para relativizar la perpetuidad de la "unión sagrada", la cohesión y la fuerza que tenía el ejército del Shah, uno de los ejércitos más poderosos del mundo, desagregado, en un tiempo menor al necesario para decirlo, por la lucha derrotista del proletariado. Hoy en día la situación general de Irán nos permite afirmar que los actos de fraternización, relatados anteriormente, entre los soldados de los países beligerantes, no son más que la parte visible del iceberg. “La agresión iraquí” evidentemente sirve de catalizador para reforzar la represión de las luchas obreras e igualmente para la burguesía iraní, el frente de más o menos 1.000 km. le sirve para enviar, contra su voluntad, a la masacre a miles de proletarios inmigrados, desempleados, o escolares. ¡Pero la guerra santa tiene sus límites!, ella es un elemento sólido de mistificación para enviar a los soldados al suicidio forzoso, pero los miles de cadáveres en putrefacción que pestilan el frente le hacen correr el riesgo perder su olor a santidad.

Un testigo relata una de esas batallas donde, según los términos de un general iraquí, “más de 13.000 hombres fueron hechos papilla en 17 horas de combate. Las tropas iraníes, sometidas a tiros de artillería pesada, mísiles, cohetes, fueron totalmente diezmadas. Los pantanos y los diques fueron cubiertos de millares de muertos sobre un frente de 30 Km de largo y 20 Km. de profundidad. Los militares iraquíes que participaron en la operación afirmaron que tenían la impresión de ordenar ejecuciones masivas (¡no era solo una impresión! NDR). En Irán, cuando las escuelas cerraban, se enviaban a los niños, como ganado, al frente. Yo he visto centenas de prisiones iraníes, en su mayoría niños, que gritaban: ¡fui obligado, fui obligado!”.

Si el encuadramiento de los proletarios parece relativamente más eficaz en Irán, la misma necesidad de luchar contra su destrucción aparece, no obstante, en los hechos y deja pensar que la fuerza que el proletariado deberá desplazar para parar el horror de su masacre y abrazar más extensamente el campo del derrotismo, aún si esto toma más tiempo en materializarse, será más poderoso. ¡Qué los asesinos no se confíen mucho!

Solidaridad internacionalista

Para la burguesía, tanto de un lado como del otro, el aspecto crucial de cada batalla es la derrota del proletariado. Que el ejército iraquí bombardee las tropas iraníes o sus propias tropas (o viceversa), que la ejecución de proletarios sea la obra de uno o del otro “adversario” imperialista, no tiene mayor importancia, por el contrario lo que verdaderamente le importa a la burguesía, como clase mundial, es que a través de su masacre sistemática, el proletariado sea eliminado, para así abrir un nuevo ciclo de valorización en la región. Otra perspectiva que se le abre es la extensión del conflicto a nivel mundial. La implicación directa, en el conflicto de Arabia Saudita, el apoyo de los Emiratos Árabes Unidos (ambos aliados al Estado Norteamericano) a Irak, constituyen los primeros elementos de una posible generalización de la guerra de la burguesía, acorralada por la crisis, pudiera efectivizar.

Claro, que frente a esta perspectiva la reacción de clase es aún insuficiente. La clase obrera, a pesar de ciertas tentativas de organización de la acción espontánea de proletarios para luchar contra su destrucción no ha llegado a romper sustancialmente, es decir de forma continua y organizada, con las ideologías y estructuras de encuadramiento burgués (mito democrático, grupos sindicalistas, fuerzas nacionalistas, regionalistas, partidos “comunistas”...) y a dotarse de una dirección propia, autónoma, de una organización centralizada para la lucha internacional del proletariado, un partido de clase, un partido comunista. Cuando el proletariado enfrenta a su enemigo todavía no es capaz de comprender en qué medida se encuentra frente a las mismas fuerzas que reprimen hoy en día al proletariado en Inglaterra y Brasil o ayer en Marruecos, Túnez y Polonia, y que mañana se opondrán en todos lados (y esto hasta la destrucción completa) a la lucha de la clase obrera.

La lucha en el frente Irán-Irak, como casi en todas partes del mundo, comienza a organizarse en base a la experiencia directa. La mistificación generada por “los años de prosperidad capitalista” y el sometimiento a más de 60 años de contrarrevolución constituyen aún grandes barreras para que el proletariado pueda recuperar la experiencia de las luchas revolucionarias pasadas y del período contrarrevolucionario que le sucedió. El proletariado choca aún con enormes dificultades para poner al orden del día, para hacer consciente y materializar, las perspectivas de la revolución internacional que son propias a su existencia como clase revolucionaria. Esta realidad no es sólo la del proletariado en Irán e Irak, sino que está determinada por la relación de fuerzas mundial entre las clases, por la falta de preparación general de la lucha a la que el proletariado se encuentra confrontado. Con respecto a esta situación, no podemos elaborar deseos piadosos, el papel de los comunistas es el actuar en la inversión efectiva de dicha correlación de fuerzas tomando a cargo activamente las tareas internacionalistas.

No es por una inquietud periodística que publicamos estas informaciones sobre las luchas que se desarrollan en estos momentos en Irán e Irak, sino porque es una necesidad para la lucha de clases el poner al descubierto el carácter internacional que ellas condensan.

Hacemos un llamamiento para que estas informaciones circulen de la manera más amplia posible en el interior de nuestra clase, al mismo tiempo denunciamos el asqueroso desprecio e indiferentismo criminal existente, incluso en grupos que se pretenden “revolucionarios" internacionalistas, que solo tienen ojos para ver los movimientos que se desarrollan en sus narices. Limitar el internacionalismo al “continentalismo" vía eurocentrismo o latino americanismo... es nada más y nada menos que una concesión “radical" a las ideologías nacionalistas burguesas.

La concentración del Capital en ciertos lugares, y por ello la formación de polos de acumulación es una variable importante en las determinaciones que el proletariado encuentra para luchar, pero este desarrollo polar se realiza y se desplaza sobre la totalidad del globo terrestre. Limitar la posibilidad objetiva de la revolución comunista a Europa, a América Latina... o a cualquier otra parte equivale a someterse y propagandear la mistificación burguesa de un mundo dividido en países desarrollados y subdesarrollados, ricos y pobres. Cuando se opone el “tercer mundo" (etimología burguesa utilizada por estos grupos) a los otros dos tercios (“socialista", “capitalista”, “no alineado”, etc.) se refuerza la oposición, defendida ideológicamente por la burguesía, entre grupos obreros con intereses supuestamente diferentes. Por un lado se sostiene que los obreros del “centro” se han “aburguesado" debido a decenas de años de paz social y que no se puede esperar nada de ellos (esta es la versión izquierdista, o por lo menos una de sus variantes); por el otro lado, se complementa la mistificación reduciendo los polos de acumulación del Capital y la lucha de clases al “centro", despreciando de manera racista los movimientos de clase que surgen en otras partes del mundo.

Las luchas que hoy en día lleva adelante el proletariado en Irán e Irak, como parte de la guerra de clases que se desarrolla a nivel mundial, demuestran en los hechos la falsedad de las concepciones izquierdistas tercermundistas y ponen al orden del día la necesaria asumación de las tareas de solidaridad internacionalista, es decir de la lucha revolucionaria en todas partes del mundo.

Desarrollar la lucha de clases a nivel internacional, reforzar el internacionalismo es hoy en día --entre otras tareas-- sostener, por todos los medios (difusión de la información, solidaridad y encuadramiento de los exilados, organización de la lucha... ), la acción derrotista que los proletarios en Irak e Irán oponen a la guerra imperialista. Solo se puede comprender el mundo cuando se le transforma. Reforzar la centralización internacional organizar la lucha contra todos los Estados, todos los gobiernos, todos los ejércitos, es comprender también lo que significa el internacionalismo proletario.

SER PATRIOTA ES SER ASESINO

ABAJO TODOS LOS ESTADOS

SOLIDARIDAD ACTIVA E INTERNACIONALISTA CON IA LUCHA DE LOS MILITANTES DERROTISTAS REVOLUCIONARIOS EN IRÁN E IRAK.

junio 84 (1)

(1) Este artículo fue escrito hace un año, las informaciones utilizadas tenían aún más tiempo. Luego de eso las informaciones directas han escaseado. Sin embargo la necesidad de difundir ese tipo de materiales, de propagar esa información sigue siendo la misma; el propio contenido no ha perdido en absoluto de actualidad. En efecto, en la información que está disponible seguimos constatando el reforzamiento de ambas tendencias, la de la guerra capitalista y la de la lucha contra la misma: el bombardeo directo de las capitales con reconocimiento explícito en la gran prensa de la tendencia a tirar contra las concentraciones obreras (constante de todas las guerras capitalistas y presente desde siempre en la guerra Irán-Irak, por ejemplo en el bombardeo sistemático de centros históricos de la lucha proletaria como Bassorah) marca un nuevo salto en la criminal escalada militarista y, por ejemplo, el hecho de que los grupos de desertores organizados y fuertemente armados controlen zonas enteras o que los sabotajes y actos terroristas contra ambos ejércitos de autores anónimos y “sin partido" se sigan multiplicando.

A PROPÓSITO DE LA EJECUCIÓN DE 3 MIEMBROS DEL KOMALA

Recientemente varios grupos izquierdistas europeos han desarrollado una campaña a propósito del asesinato de 3 miembros del Komala, efectuado por el PDKI, lo que les ha servido para ratificar su apoyo apenas encubierto al nacionalismo kurdo, a la reforma del capital en Irán..., que de hecho significa colaborar abiertamente con la guerra capitalista Irán-Irak. En nuestras publicaciones hemos señalado siempre el papel contrarrevolucionario de todos los nacionalismos. El del Estado kurdo no es ni puede ser ninguna excepción. Tanto el PDKI, como el Komala, son dos organizaciones nacionalistas. En particular el Komala (PC de Irán) se aproxima enormemente a la ideología nacionalista de la Tercera Internacional estalinista.

Por ejemplo, el Komala en los comienzos de la guerra Irán-Irak defendió una posición súper clara: Irak es el agresor, hay que defender “las ventajas” obtenidas a través dela revolución Iraní (SIC!), las masas están a favor de la guerra, el derrotismo revolucionario es una utopía... Llamaron así a participar en la guerra contrarrevolucionaria, a apuntar los fusiles contra los proletarios Iraquíes, como buenos discípulos de Kautsky/Stalin. Estos señores, antes de referirse a los crímenes cometidos por el PDKI deberían fijarse en los suyos, y contar todos los crímenes que cometieron contra los proletarios que se niegan a ser sus agentes en la guerra imperialista.

La consigna de “libre autoderminación de las naciones”, una vez más mostró su tenebrosa significación práctica: libre asesinato de los proletarios, libre fraternización con las burguesías nacionales. Y los tres militantes asesinados del Komala, fueron carne de cañón en un arreglo de cuentas entre bandas nacionalistas rivales. El único movimiento revolucionario que existe realmente en la zona es el movimiento de fraternización, el movimiento de deserción, el movimiento obrero contra la guerra que como lo señalamos en el artículo que precede, existe desde hace muchos años, tanto en Irán como en Irak. Este es nuestro movimiento, el derrotista revolucionario, el que actúa contra la histeria nacionalista iraní e irakí, contra las bandas nacionalistas kurdas que en Irak participan en la masacre de desertores, encarcelan o asesinan a los internacionalistas, contra aquellos que en Irán llaman después de mucho tiempo a la guerra contra Irak y a la defensa de “zonas liberadas”, (es decir bajo el control de la burguesía local).

Nosotros, que en la medida de nuestras fuerzas, participamos en el movimiento derrotista revolucionario, denunciamos el papel contrarrevolucionario del PC de Irán y de todos los grupos que en Europa lo apoyan.

Una vez más, queda en evidencia que la consigna de revolución ininterrumpida o/y permanente, vieja posición trotsko-maoísta, es utilizada para apoyar la contrarrevolución nacionalista. Contra todo ello nosotros levar tamos el llamado que hiciera el Manifiesto Comunista un siglo atrás: El Proletariado no tiene patria.

PERLA DE LA BURGUESÍA

“La guerra es criminal, puesto que se da muerte a centenas de millares de árabes, lo cual debilita el campo árabe y elimina a combatientes potenciales que podrían destruir Israel”. El Monadhil, exOumani, variante de Programa Comunista... posición que es muy difícil de distinguir de la de los Hermanos musulmanes.

APPEL HA FALLECIDO

El 4 de mayo de 1985 en Masstricht falleció el compañero Jan Appel cuando contaba con

94 años de edad.

Si subrayamos este hecho, no lo hacemos ciertamente, para ceder al siniestro culto de la personalidad, sino por el contrario para recalcar la vida activa de un militante comunista que luchó y mantuvo contra corriente posiciones revolucionarias cuando casi la totalidad de las organizaciones formales del proletariado se desmoronaban y pasaban a la contrarrevolución.

Appel (conocido bajo los seudónimos de Max Hempel, Jan Arndt, Jan Vos) estuvo entre ese valiosísimo puñado de militantes revolucionarios internacionalistas que contra el degeneramiento cada vez más general de la Internacional Comunista defendieron claramente la perspectiva comunista: la lucha intransigente contra el sindicalismo, el parlamentarismo, por la acción organizada y centralizada de los comunistas y esto a pesar del sarcasmo y las maniobras de la dirección burguesa de la Internacional Comunista (1). Jamás podríamos insistir suficientemente sobre la importancia de la lucha del KAPD (al interior del cual Appel representaba firmemente una de las posiciones más claras y avanzas) contra las posiciones contrarrevolucionarias desarrolladas por la Internacional Comunista y esto notablemente en las intervenciones en el

Tercer Congreso de la Internacional en 1921.

Subrayar la vida (y no la muerte, aunque en este caso sea en ocasión de su muerte) de este compañero, significa para nosotros, comunistas, poner el acento en las rupturas más radicales y decisivas del movimiento comunista, para reapropiarnos de las mismas y hacerlas servir en el presente y el futuro de la revolución. Se trata, pues, de ligarnos, de reconocernos, no en individuos, por más brillantes que estos hayan sido, sino en las posiciones, en las lecciones de la ola de lucha de clases 1917-23; de reafirmar, en base a la historia de nuestra clase, las fronteras entre el campo revolucionario y el burgués.

(1) Ver al respecto los números de Comunismo dedicados al tema “Contrarrevolución y desarrollo del capitalismo en Rusia" (No. 15, 16, 17 y 18). Próximamente publicaremos también textos de dicha fracción internacionalista, junto con otras contribuciones de la Izquierda Comunista Internacional. Además aconsejamos vivamente la lectura de los pocos materiales que sobre dicha izquierda comunista existen en español, en especial el libro de Jean Barrot y Denis Authier “La izquierda comunista en Alemania 1918-1921" Editorial Zero ZYX,” Madrid.

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“La república burguesa más democrática, no es sino una máquina de represión de la clase obrera por la burguesía, para la opresión de las masas trabajadoras por un puñado de capitalistas"

F. Engels

“(...) Los estados burgueses tienen las formas variadas pero su esencia es la misma: todos esos estados, cual quiera sea su forma, en última instancia son inevitablemente la dictadura de la burguesía. La transición del capitalismo al comunismo, producirá ciertamente una enorme abundancia y variedad de formas políticas, pero la esencia será inevitablemente la misma: la dictadura del proletariado” Marx a Weydemeyer 1852

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¿Cuál es la barrera que puede parar la revolución de mañana? La misma contra la cual se estrelló la revolución de ayer: la repugnante popularidad del burgués vestido de político...

Cosecharemos una vez más la desgracia, si el día del próximo triunfo, la olvidadiza indulgencia de las masas permite a uno de esos hombres subir al poder...

Discursos, sermones, programas, creían una vez más versos y mentiras; los mismos malabaristas aparecerían nuevamente en escena para, con la conocida bolsa de trucos, repetir los mismos actos, y formar un primer anillo de una nueva cadena de reacción aún más sangrientas! (...)

NO DEBE QUEDAR UN SOLO FUSIL EN LAS MANOS DE LA BURGUESÍA, de lo contrario seremos derrotados.

Los elementos decisivos del progreso, los verdaderos medios para liquidar la miseria, son las armas y la organización.

¡QUIÉN TIENE EL FIERRO TIENE EL PAN!

Frente a los proletarios armados, los obstáculos, las resistencias, las imposibilidades, todo desaparecerá.

(...) Pero para los proletarios que se dejen distraer por ridículos paseos por las calles, por plantaciones de árboles en nombre de la libertad, por rimbombantes frases de abogados, habrá primero agua bendita, luego insultos, al final plomo, metralla... y miseria, siempre miseria.

BLANQUI 1851


CO19.5 Irán-Irak: Guerra de clases contra guerra imperialista