Los culpables de las decenas de miles de desapariciones, torturas y asesinatos..., como todo el mundo sabe están bien, gracias a dios, al capital, al Estado y sobre todo a quienes desde la oposición llamaron incansablemente a someter a los culpables al poder judicial de ese mismo Estado ("juicios civiles”, ¡gritaban los trotskistas!). En el fondo, como lo dicen los compañeros aquellos no fueron más que los ejecutantes directos de las necesidades de todo el sistema y forman la misma banda con estos últimos, con los sindicalistas, con los actuales gobernantes...

Lo más grave es no solo que no tengamos la fuerza social para vengar a los caídos y limpiar la superficie de la tierra de esos repugnantes criminales (lo que lamentablemente será una constante hasta la revolución social), sino que el proletariado se deje entretener por la mascarada de los juicios o que no vea otra alternativa que la levantada por la izquierda democrática burguesa, de oponer a los jueces del proceso jueces civiles o a los jueces cómplices, jueces demócratas.

Y peor aún es constatar que con respecto a todo esto el proletariado no está ni siquiera a la altura de lo que estuvo en 1919. La “poesía” que presentamos a continuación (si una expresión tan transparente del odio de clase puede llevar el nombre de “poesía” es otro problema), a pesar de todas las formulaciones propias de la época y de aspectos algo personales al final, es más clara sobre la concepción de la perspectiva proletaria con respecto a ese tipo de criminales que todo lo que hemos escuchado sobre el asunto y por eso la publicamos, seguros de que más de uno ya ha comprendido que sin revuelta proletaria generalizada, no habrá “castigo” para ningún culpable. Además expresa el odio a la contrarrevolución organizada en una forma que solo el proletariado puede hacer en épocas de grandes luchas sociales y que hoy es indispensable volver a poner al orden del día.

¿Quién es su autor? Podríamos decir que es “anónimo” porque se desconoce el autor individual, pero preferimos responder: el proletariado internacional e internacionalista en Argentina en 1919. ¿Quién es su destinatario? El jefe de los responsables directas, de la contrarrevolución organizada en enero de 1919 contra la Comuna Revolucionaria de los Talleres Metalúrgicos Vasena (no sabemos si se trata del Jefe de la Policía o de la Liga Patriótica Argentina, pero para el caso es lo mismo).

¡Ha! Tiránico cretino,

¡ha! Satánico bribón,

los clarines tocan las notas

de vibrantes clamoreos

preanunciando los derrumbes

de tu casta y tu sistema.

Y ni leyes, ni poderes,

ni las fuerzas equipadas

podrán nunca detener

la avasallante cometida

de la próxima revuelta proletaria

que fermenta en muchos pechos

ya cercanos a reventar.

Barricadas, a millares

se alzarán por esas calles

y a la música infernal de los fusiles

y a la voz alentadora

de la brava dinamita

reventando en arsenales,

en palacios y en conventos

y doquiera hay fuerza viva

defendiendo el tambaleante

simbolismo gubernamental.

Verás rostros encendidos

verás testas desgreñadas

verás ropas destrozadas

empapadas en la sangre

de su mismo cuerpo herido

Verás puños levantados

verás dientes afilados

verás ojos llenos de odio

escrutando tu forteza

para ver si tu carroña

aún resiste a los embates

de la furia popular.

Para ti no habrá perdón,

para tí no habrá piedad

tus infames fechorías

no se borran, no se olvidan

ni se dejan de saldar.

Mefistófeles infame

traficante de conciencias obreriles

inservil, degenerado, libertino,

licencioso, disoluto, pervertido,

buhonero miserable sin conciencia,

y sin pudor,

mil chupóptero infernal insaciable

de la sangre dulce y pura

de este pueblo laborioso

vil criatura indecorosa

que no vale lo que vale

el defecado de un obrero.

Hombre triste, hombre malo,

hombre inútil, hombre inmundo,

pernicioso, testaferro,

larva fétida, envidiosa.

Yo te lanzo la blasfemia de este siglo

yo compárote al infame

papa negro de la Rusia

yo te aplasto

con la carga miserable

de otro nombre,

yo te llamo, tenlo en cuenta,

con el nombre más inmundo...,

yo te llamo ... Rasputín.


CO19.3 La alternativa a la mascarada de los juicios.