Cuando una banda de asaltantes asalta un banco o realiza un asesinato por encargo, la Justicia imperante trata de capturar y condenar a todos los participantes de este hecho el “campana”, el que conducía el auto, el que tira del gatillo, el que planifica la acción. Y no se queda allí: trata de encontrar a los mentores ideológicos y a los beneficiarios, de manera de “hacer justicia”, también con ellos.

Generalmente, entre otras acusaciones, se los engloba a todos bajo el rótulo de asociación ilícita. Si esta asociación ilícita tiene una parte legal, la justicia también la juzga y la disuelve, expropiando sus bienes y encarcelando a sus responsables y beneficiarios.

En Argentina, durante estos últimos 20 años --por poner un límite-- hubo horrendos crímenes perpetrados por el Estado: los asesinatos y vejaciones cometidos por las fuerzas públicas contra manifestantes y activistas en las épocas de Onganía, Levingston, Lanusse ... y también bajo los gobiernos de Perón e Isabel Perón. La Justicia, la misma justicia a la cual algunos ingenuamente piden "justicia", se encargó de colaborar en la labor represiva del Estado de la que es parte: negó cientos y miles de habeas corpus, condenó a activistas, justificó legalmente lo que ocurría apoyando a los que estimularon, llevaron a la práctica y se beneficiaron con la represión.

No nos olvidamos del Parlamento, al cual algunas personas ingenuamente le piden “investigación”: participe de las represiones del 73-76, promotor de algunas, avaló la política de terror aplicada y obstaculizó todo intento de enfrentar a la nueva ola represiva que se inauguró en Ezeiza. Centenares de obreros de Tucumán están muertos o desaparecidos gracias a su empeño, sin hablar de todos los presos políticos que ayudó a "producir". Y el actual, como todos los parlamentos, ascendió en puesto y sueldo (que pagamos nosotros) a notorios oficiales asesinos.

Y es imposible negar el papel que les cupo a la mayoría de los partidos políticos, a la Iglesia Católica y a las cúpulas sindicales en la labor genocida. Tenemos fresco el recuerdo del partido radical, con Balbín a la cabeza, exigiendo mano dura para “terminar con la guerrilla fabril” refiriéndose a las luchas obreras y paros. Y no es necesario detallar el nombre de actuales legisladores peronistas --u otras autoridades-- en la formación de la 'Triple A" o en la tesonera labor de individualización y/o exterminio de activistas obreros y de izquierda.

Por último ¿nadie recuerda los pedidos de represión o los aplausos por la misma que hizo la clase empresarial argentina y sus organizaciones gremiales (Unión Industrial Argentina, CGE, Sociedad Rural, ADEBA –asociación de bancos-, etc... etc.) ¿Es que la represión se hizo ”por motivos divinos” --como justificaban algunos curas-- o por la bolsa contante y sonante? ¿QUIÉN SE BENEFICIABA CON QUE NO HUBIESE HUELGAS, CON LOS SALARIOS BAJOS, CON LA ANIQUILACIÓN DE TODA REBELDÍA? 'No era la clase capitalista la primera en exigirla y la primera en embolsar?

Desde que hay capital en Argentina hay obreras, obreros y activistas asesinados o reprimidos por el Estado. ¿Es necesario recordar los asesinatos de la Semana Trágica o de la Patagonia (ocurridos bajo gobiernos constitucional Radical)? ¿Es necesario hacer una imposible y larga lista de las víctimas del capital? ¿Y es imprescindible afirmar que esos crímenes siempre quedaron impunes?

Esto reafirma que no es sólo un problema del último período militar ni que la causa hay que buscarla en un uniforme. Pero si se dice que aquello pasó hace mucho, y se quiere cuestionar la última ola represiva, esta comenzó antes del golpe del 76. Miles de personas fueron golpeadas, detenidas, torturadas y/o asesinadas durante el último gobierno democrático y la campaña de terror estatal comenzó aquí.

Si Fiscal, Gobierno y oposición admiten que hubo una práctica terrorista desde el Estado ¿por qué entonces no se aplica al mismo Estado la figura de las de “asociación ilícita” o “asociación para delinquir?

Como en el ejemplo que poníamos al principio, aquí hubo todo eso : desde el “vigía" hasta el que conducía el auto, desde el que tira el gatillo hasta el que planifica la acción, desde los mentores ideológicos hasta los beneficiarios de tales acciones. Y contribuiríamos a perpetuar esta farsa si no dijésemos las cosas por su nombre y apellido:

Los instigadores y principales beneficiarios del terrorismo de Estado son los grandes empresarios argentinos (de la ciudad y del campo), que aparte contribuyeron a financiar la represión. Los principales ideólogos fueron los jerarcas de los partidos peronistas, radical, liberal y los intelectuales pagos de la burguesía (incluidos aquí los Magdalenas, Giñazu, los Grondona, los Ernesto Sábato, los obispos Plaza).

Los principales ideólogos-planificadores del terrorismo fueron la oficialidad superior de las tres fuerzas armadas, gendarmería y policía, con la inapreciable ayuda gratuita de la burguesía mundial. Los principales legalizadores del terrorismo de Estado fueron los Poderes Ejecutivo, Parlamentario y Judicial. Los ejecutores y recreadores de estos planes fueron una parte de las fuerzas represivas legales, con la ayuda de activistas nacionalistas anticomunistas políticos o sindicalistas amarillos, ardientes defensores de la sociedad de la libre empresa (estimulados no sólo por las políticas de los Iglesias y de los Lorenzo Miguel sino también de los Triacca y los Barrionuevo).

Los allanamientos, la persecución política, el arrojar personas vivas desde helicópteros, las torturas, las detenciones-desapariciones, las matanzas no fueron obra de un grupito ilegal y clandestino, sino responsabilidad individual y colectiva de esa clase dominante y de sus instituciones fundamentales.

Un buen sector de la clase dominante desea que sólo estos jefes militares sean condenados y sobre la base de su justicia civil, para de esta manera echar un manto de olvido sobre las reivindicaciones de aparición con vida y contra la represión burguesa y salvar a los demás burgueses, a ellos mismos, y a sus instituciones.

Y le hacen juego a ello los partidos de izquierda (burguesa) que, cabalgando sobre justos deseos y aspiraciones de mucha gente, reclaman “tribunales populares" guardando un oportunista silencio en base a qué leyes juzgarían y con qué fuerza político-militar aplicarían los resultados de los mismos. ¿O es que ellos también promueven el espectáculo pero más “de izquierda?»

Todas estas constataciones quedarían incompletas si no señalásemos la significación política, que tiene este juicio público. Pues se hace hoy --y no un año atrás-- en determinado entorno socio-económico-político. Forma parte de una estrategia que busca ganar tiempo, atemperar conflictos, exigir sacrificios y conseguir consenso. Con él se busca cerrar el círculo de la amnistía democrática al terrorismo de estado. Autoamnistía que ya comenzó el Ejecutivo y el Parlamento al principio de la gestión democrática (al declarar libre de culpa y cargo a las instituciones, a los que obedecieron órdenes y al dar por sentado que no hubo ni causa ni beneficiados, salvo la de algunos jefes militares y no que estos sirvieron a una clase de la que son parte).

El juicio será la manera consensual  de dar por terminado, el problema del terror estatal del período pasado, especialmente si hay una condena (democrática) a los miembros de la junta.

Para terminar. Respecto a una consigna voceada por sectores juveniles, señalemos que si de imponer se trata, la cuestión no pasaría "por un largo paredón" sino por expropiación (del poder económico de la burguesía) y disolución (de su poder político y militar).  Pero hoy el proletariado no está en grado de imponer su poder y su revolución, lo que no significa que haya que hacer oportunismo. Aun que en diversas formas, la represión sigue existiendo y el capital la utilizará más y más en la medida que sus planes de sacrificios (nuestros) no se cumplan como desean. El aparato represivo de la burguesía sigue en pie y seguirá hasta que no sea barrido por la revolución proletaria, de allí que la lucha y la organización contra la represión burguesa sea una tarea permanente. Los detenidos-desparecidos SIGUEN SIN APARECER CON VIDA, siguen existiendo presos políticos --incluidas las mujeres presas por abortar-- y se siguen asesinando a personas: concretamente más de 700 jóvenes desocupados han perdido la vida en manos de las fuerzas del orden (democráticas). La alternativa sigue siendo una: luchar contra la burguesía y sus instituciones.

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LUCHEMOS POR LA ABOLICIÓN DE LA EXPLOTACIÓN y en este camino conseguir mejoras reales independientemente si éstas le convienen o no al capital, sí "pueden” dar las o no.

1 de mayo de 1985

EMANCIPACIÓN OBRERA Y MILITANCIA CLASISTA REVOLUCIONARIA

¿Qué vamos a hacer? Pacifismo; seguir poniendo la mejilla; continuar haciendo sacrificio, para engordar a los burgueses y fortalecer al capitalismo; formar un frente anti-imperialista policlasista olvidando que el desarrollo del capital (nacional o extranjero) es el desarrollo de la explotación, de la Miseria del Proletariado con la excusa de combatir al FMI? ¿O ante el pedido (IMPOSICIÓN) de nuevos sacrificios para el capital responderemos con una negativa rotunda, organizando la resistencia para que no aumenten nuestras penurias y trabajo en nombre de la defensa de su economía nacional? Ante sus crisis y sus planes nacionales:

ROMPAMOS LAS FRONTERAS, EXTENDAMOS Y UNIFIQUEMOS LAS LUCHAS OBRERAS CONTRA EL CAPITAL.

1 de Mayo de 1985

EMANCIPACIÓN OBRERA Y MILITANCIA CLASISTA REVOLUCIONARIA


CO19.2.7 Cono sur de América Latina: Militancia clasista revolucionaria, Emancipación Obrera.

"Juicio, algo más que circo?"