Al «fin del régimen militar», cuando toda la burguesía mundial apostaba por el recambio UDP, los medios de difusión ponían en un primer plano las campañas sobre ese país. Nunca se habló tanto de las condiciones miserables en las que vive el «pueblo» boliviano, como cuando se nos vendían los espejitos de colores acerca de las posibilidades de recambio que podría ofrecer «la joven democracia boliviana» y nunca se pidió tanta solidaridad para con ella ante la asunción del nuevo gobierno. Pero lo más «sorprendente» es que cuando las primeras medidas económicas del gobierno de la UDP, que demostraban la continuidad de hecho con el régimen anterior, comenzaron a ser respondidas por las luchas de los obreros, se dejó como por arte de magia, de hablar de Bolivia. ¡Cómo si aquellas condiciones de miseria, que los medios de difusión internacional atribuían a los militares, hubiesen también desaparecido por arte de magia! En realidad lo que esconde la burguesía con tales campañas de información y desinformación es el terror que le infunde la lucha del proletariado en Bolivia, en particular que se conozca internacionalmente con la facilidad y rapidez con que se rompe en miles de pedazos el gran mito que el capital mundial había preparado cuidadosamente: el de las aperturas democráticas y los gobiernos de frente popular tipo UDP (1).

En efecto, las contracciones capitalistas revientan por todas partes del mundo, y la burguesía se horroriza pues es consciente que cualquier fisura en su tan enparchado mantenimiento de las relaciones capitalistas de producción que cualquier radicalización en la lucha del proletariado puede desencadenar una situación revolucionaria que con los niveles que alcanza la crisis mundial del capitalismo no encontraría mayores obstáculos en generalizarse y barrerla de la historia una vez por todas. Es por eso que trata de neutralizar toda lucha proletaria que cuestione sus «grandes» mitos que sirven para conservar, para mantener su podrido sistema, es por eso que se unifica (y muy a pesar de las contradicciones que la separan) para presentarse en bloque contra el proletariado. Lo que trata de ocultar a diestra y siniestra es que en Bolivia el proletariado está demostrando cada vez más claramente que NINGÚN TIPO DE GESTIÓN del capital puede cambiar un ápice la situación ya tenebrosa bajo la que vive, ni detener irremediable proceso de degradación. En concreto, el gran mito de que el régimen «democráticamente elegido» encabezado por la UDP podría cambiar y mejorar la situación de los obreros bolivianos se desmorona, y lo que queda tan claro como el agua es que NO TIENE NADA DIFERENTE QUE PROPONER U OTORGAR QUE LOS MEDIOS PLANES DE AUSTERIDAD QUE EL RÉGIMEN ANTERIOR, el militar. Y es así que a título de ejemplo, a los índices de accidentes en el trabajo de las minas de veinte por ciento... a los porcentajes de enfermedades ocasionadas por las condiciones de trabajo del veinticuatro por ciento... se le agrega ahora una baja del poder adquisitivo de los trabajadores. Se estima que entre noviembre del 82 y marzo del 83 ¡el costo de vida ha aumentado en más o menos trescientos por ciento!, que ¡el salario de los trabajadores bajó de ciento veinte dólares mensuales en junio del 82 a cuarenta y dos dólares en enero del 83! Duro balance para «la joven democracia» que una vez en la oposición se creyó o mejor dicho que hizo hacer creer que una vez ella en la gestión se podría corregir los malos manejos de los milicos ¿¡!?

Y el proletariado boliviano protesta y tiende a gritarle a todos sus hermanos de clase, a través de sus luchas «es este el destino que nos repara el capitalismo GESTIONELO QUIEN LO GESTIONE». Es esto lo que le horroriza a la burguesía y por ello se apresura rápidamente a redorar su mito, sea a través del humanitarismo hipócrita o de nuevos planteos  gestionistas, todo con la finalidad de ocultar la verdadera causa de todos los males: EL CAPITAL.

Descomposición del régimen militar (2)

Desde principios del 82, en Bolivia, se presentaba con indispensable un ajuste en la situación crítica que alcanzaba la crisis capitalista en esta zona del planeta. En estas condiciones la burguesía a través de su régimen militar, intenta dar un primer paso en la sistematización de medidas que permitieran enfrentar esta situación. El FMJ y el gobierno militar deliberan juntos y como era de esperarse se decide llevar adelante el primer paquete de medidas: cancelación de los subsidios a los bienes de primera necesidad (arroz, azúcar, leche, combustible), suspender los acuerdos saláriales, devaluar la moneda boliviana...

La concretización de estas medidas chocó estrepitosamente con la ejemplar combatividad de un proletariado, que las elecciones y la represión militar de los años 80/81 no lograron eliminar (3).

 

A las luchas del proletariado minero se articularon las de otros sectores de los trabajadores bolivianos, que impulsados y decididos a defender sus condiciones de vida optaron por llevar adelante diversas formas de lucha: manifestaciones, huelgas, sabotajes..., que se fueron transformando en serios enfrentamientos contra el capital y su Estado. Es así que no solo se paralizan las minas, centro neurológico de la acumulación capitalista, sino también la banca y el comercio, simultáneamente los contralores aéreos decretan la huelga y los obreros del calzado y tejido paralizan las fábricas y manifiestan contra las medidas de austeridad...


Y como no es difícil de imaginar cualquier proletario que lucha por sus intereses de clase y por la generalización de su lucha, la central sindical, es decir la COB (4), presionada por este resurgir de las luchas obreras y con la clara preocupación de integrarla a objetivos diferentes de los que se manifestaban decreta un paro nacional de 48 horas. A través de este paro dicha central pretende tomar las riendas de la situación e imponerle reivindicaciones y banderas diferentes a las que surgían de la dinámica del enfrentamiento. La COB acusa al régimen por «dar prioridad a los intereses extranjeros en perjuicio del país...» y propone como única alternativa para salir «del caos... la participación de las organizaciones sindicales, políticas y civiles como solución a la crisis, por la legalización de las organizaciones sindicales y suspensión de las medidas económicas recientemente adoptadas».

No solo COB, se preparaba para enfrentar esta nueva coyuntura en la lucha de clases, sino toda la burguesía. El régimen militar consciente de su desagregramiento decide retroceder como una bestia acorralada: se liberan presos, se promete una amnistía, se llama al diálogo (¡así se sientan en una misma mesa del ministro del interior con tres delegados de la COB!) a las elecciones y se reconocen ciertos políticos y movimientos sindicales. Pero en la medida que estas disposiciones no apaciguaban los ánimos de los obreros en lucha, la burguesía respondió acelerando el proceso de democratización. Fuerzas que antes apoyaron y se alinearon detrás de la junta militar, la abandonan y se ligan a la oposición para elaborar conjuntamente una salida «honrosa» a la situación. El FMI apoya la democratización, la Conferencia de Empresarios por intermedio de un documento titulado «Democracia ya» se alinea (alineamiento tan cacareado por la COB como un triunfo obrero ¿¡!?) a los demócratas y plantean que la única solución posible a la crisis es la convocatoria al congreso elegido en 1980 (5) para que un nuevo presidente asuma el poder en agosto de ese año (1982).  

El «proceso de democratización» se abría así, con la participación cada vez más abierta de todas las fracciones burguesas. Las luchas obreras durante esta fase eran combatidas como «obstáculos a la democratización» y se trataba de canalizarlas hacia la integración democrática prometiéndole, al proletariado que, con la participación de sus organismos en la gestión de la economía del país y las elecciones se resolverían todos los problemas que le aquejaban.

La UDP a la gestión del capital en Bolivia

El aislamiento del régimen militar era cada vez más evidente, las denuncias y purificaciones de lo que se denominaba «la base moral del actual régimen», no era suficiente y la burguesía mundial se alineaba con mayor fuerza en la alternativa de la «apertura democrática». Es así que en octubre del 82 se entrega el gobierno de la UDP, se abren las puertas a los exiliados del régimen anterior y antiguos opositores del MIR, del P«C»B y otras formaciones políticas de la burguesía entra otra vez (!) a ocupar puestos en los senados y se preparan a su nueva tarea de gestores del capital.

Todas las fuerzas burguesas internacionales les brindan apoyo: el BID anuncia que proporcionará doscientos millones de dólares para la realización de diferentes proyectos, Alemania Federal se apresura a reanudar su cooperación económica, Miterrand recibe con brazos abiertos, bombos y platillos a Siles Suazo, se renegocia exitosamente la deuda exterior con el capital financiero internacional...

Pero una vez en el gobierno, la UDP solo tuvo una cosa que hacer: recurrir al mismo plan elaborado por el régimen militar anterior y así «nace» el «nuevo» plan con el nombre de Plan de Emergencia. Este solo se diferencia del anterior porque se trata de adornarlo con planteamientos obreristas de cogestión en las empresas estatales, participación de las organizaciones obreras en la gestión del desarrollo del país. El precio de la gasolina sube de 8 a 20 pesos el litro, se aumentan las tarifas de transportes públicos se vuelven a imponer los aumentos de precios de los productos de primera necesidad (pan, arroz, carne, azúcar...).

La respuesta obrera a este plan fue la misma que se le había dado al régimen militar; el proletariado minero paraliza las actividades en las minas exigiendo aumentos saláriales, en marzo los trabajadores de la Salud también están en pie de huelga por aumentos saláriales... lo siguen los empleados de la Banca Central. Los estudiantes de secundaria llevan adelante toda una serie de luchas contra el aumento en los transportes y porque se les distribuya sus útiles escolares, los pobladores de la barriada de El Alto bloquean los transportes protestando contra el alza de los transportes y logran paralizar gran parte de la actividad de la capital La Paz.

Poco después, el 22 de abril, los trabajadores del campo bloquean las rutas paralizando los grandes centros de la actividad económica: La Paz, Oruro y Potosí.

Ante el derrumbe del mito gestionistas de la UDP el ultraizquierdismo de la COB  propone la gestión.

La respuesta obrera al Plan de la UDP obliga al rompimiento estrepitoso de la luna de miel de la COB con el gobierno. Así, nuevas «discrepancias» se generan en las dirigencias de la COB divergencias que se irán acentuando al ritmo de la lucha obrera, y «nuevos» planteos aparecen para poder dar credibilidad al gestionismo burgués y darles nuevos halos de oposición a la tan cuestionada cogestión y al control obrero.   

En efecto, el proletariado en Bolivia al enfrentarse al régimen de la UDP critica con el filo duro de su lucha el mito de encuadramiento burgués, rompiendo teórica y prácticamente con esta alternativa hacia la que convergían casi todas las fracciones del capital. Este proceso lo está llevando y lo llevará a plantarse el problema del forjar su propia alternativa clasista en ruptura con los diferentes mitos que continuamente utilizan fuerzas sociales burguesas. Pero actualmente este proceso choca con la labor altamente calificada de una fracción de la COB y del FSTMB, que partiendo de las necesidades que se plantea el movimiento obrero y de un lenguaje ultraizquierdoso se prepara a forjar nuevos mitos de integración capitalista y viabilizar así el desarrollo capitalista sobre los escombros de una derrota proletaria.

Indiscutiblemente, la clase obrera en Bolivia a través de su lucha histórica, ha ido marcando sus verdaderos intereses de clase: mejora de sus condiciones de vida a través de una reapropiación más ventajosa de la riqueza que ella produce, desolidarizándose completamente de las posibilidades que tenga el capital de ofrecerlas y con ello de la reconstitución de la economía nacional. Este proceso la deberá llevar inequívocamente a alzar la única bandera posible en la lucha coherente con estos intereses: la dictadura del proletariado para la abolición del trabajo asalariado. El objetivo de la COB y del FSTMB que va quedando cada vez más claro ante el proletariado boliviano es alejarlos de ese proceso, refinando sus engaños y mitos. Toman como base las necesidades que plantea el movimiento obrero para deformarlos y convertirlos en simples reformas y alternativas capitalistas. Así, se pretende encauzar la lucha proletaria contra el «nuevo» proyecto gestionista de la UDP en base a otro proyecto de cogestión mayoritariamente obrero que sería, según esa Central el verdaderamente obrero.

La clase obrera, según estas corrientes izquierdistas, va adquiriendo mayor conciencia y poder, no a través de su lucha y su fuerza por la destrucción de las bases del capital, sino sentándose a discutir cómo mejorar la economía nacional. El Estado obrero no sería el fruto de la destrucción del Estado Capitalista, sino su ocupación progresiva a través de la gestión realizada por obreros: «La FSTMB como respuesta se consolida y afina su puntería hacia formas de producción y administración sociales, que aseguraren el libre desarrollo de las capacidades y la libre satisfacción de las necesidades del Hombre»... (esto) «significa una cogestión a mayoría obrera y la participación de los trabajadores en la gestión de las finanzas de las empresas, el control de la comercialización de los productos, etc. En otros términos reivindicamos un cambio en la orientación en la gestión de las empresas, en la perspectiva de introducir la autogestión obrera» ... «consideramos que si suprimimos los puestos de los burócratas, si damos una nueva orientación a la utilización de los recursos, si introducimos nuevas máquinas... podemos rentabilizar las empresas. En los casos de empresas poco rentables, buscaremos los medios de aumentar la producción»... «es irremediable y urgente sentar las bases de una política minero-metalúrgica nacional en base a la integración en un solo ente, la exploración, investigación, siderurgia y comercialización con la finalidad de rendir frutos y bienestar a la Nación (!!!)». «El control obrero para el sector privado en base a estas tres consideraciones fundamentales: a) para evitar la evasión de impuestos, b) para evitar la fuga de capitales, c) y para las divisas entregadas por el Estado, para insumos y otros, se reinviertan en el país». Así se pretende ir preparando mejor a los obreros en la gestión del capital, es decir no para destruir el mundo de finanzas sino para «la participación en la gestión de las finanzas de las empresas», no para destruir la sociedad comercial sino para «el control de la comercialización de los productos», no para destruir el mundo de la rentabilidad responsable de toda la miseria, la desnutrición, el hambre, el terror de Estado... sino para «rentabilizar las empresas». Y como fuera poco se defiende esta política como superior a la política de otros organismos centrales del capital «El 20 abril, se abrió en la Paz, a iniciativa de las Naciones Unidas una mesa redonda sobre la cooperación internacional con Bolivia, con la participación de representantes de cuarenta países y veintisiete organizaciones internacionales, ... en la que discutían sobre los medios de sacar a Bolivia de la terrible crisis actual, sin llegar a un acuerdo. Muy cerca de esta reunión de obreros se reunían en la sede del COMIBOL y discutían la manera de aportar una respuesta obrera a la crisis de las empresas más importantes del país, proponiendo tomar a cargo la prospección y la explotación de las minas, la comercialización, la exportación de los productos, la importación de las máquinas, de los instrumentos de trabajo y el reaprovisionamiento de los productos de consumo corriente de los centromineros» lo que significa «trabajaremos por afirmar el trasbordo del poder económico hacia el pueblo, y reconoceremos las implicaciones que esto supone para la transferencia del poder político a los trabajadores». «Frente a las amenazas de la realidad y la necesidad de garantizar lo eficiente de la cogestión obrera del Comibol, y de todo el sector nacionalizado de la economía, exigimos la participación preponderante y orgánica de los trabajadores bolivianos en los centros de decisión del poder político»...???!!!

Por su parte el proletariado boliviano no puede esperar nada de todos esos intentos izquierdistas de emparchar un mundo podrido que se está cayendo a pedazos. El proletariado solo puede mejorar sus condiciones de vida, solo puede aspirar a una vida humana, empujando a ese mundo a reventar.

¡La economía nacional está herida de muerte y se requiere más sacrificios obreros, con gestión obrera mayoritaria, para salvarla! ¡Qué muera, que reviente la economía nacional junto con todo ese mundo capitalista que quieren salvar cooptando obreros para su gestión! Sólo así, sin aceptar ningún sacrificio, la clase obrera podrá imponer sus intereses, y en última instancia destruir este mundo de sacrificios, de dilapidación de riqueza.

De ninguna manera el proletariado puede hacerse cómplice en la gestión de este mundo, en la gestión del hambre, en la gestión de muerte precoz por enfermedades laborales, en la gestión de las finanzas de las empresas (¡QUÉ ES EXACTAMENTE LO MISMO!) ... sino que debe contraponerle la lucha por un mundo por primera vez humano, por un mundo comunista.

De la lucha que llevan adelante los proletarios bolivianos, de la emergencia de grupos clasistas en completa ruptura con todos los mitos gestionarios, antifascistas, demócratas y de la nueva fase de luchas que resurgen en América Latina y en el mundo entero, que está anunciando una nueva ola de enfrentamientos mundiales entre las dos clases de la sociedad burguesa, del fortalecimiento revolucionario de estos procesos depende la eliminación de toda la miseria capitalista y con ella de las condiciones tan angustiosas de explotación que sufren nuestros hermanos de clase en Bolivia.

(1) Gobierno presidido por Siles Suazo del MNR - I (Movimiento Nacional Revolucionario de Izquierda) y Jaime Paz Zamora del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria). Las organizaciones principales componen el UDP son: el MNR - I, el MIR, el PCB (Partido «Comunista» Boliviano).

(2) Sobre las condiciones del golpe militar que derrocara el Congreso electo en 1980 ver «Bolivia: aperturas democráticas plomo y metralla contra el proletariado indomable pero sin dirección revolucionaria» Comunismo nº 5, octubre-enero de 1980.

(3) Para tener una dimensión más clara de las luchas obreras y de la incapacidad de la burguesía para canalizarlas referirse a «Bolivia... ídem».

(4) COB (Central Obrera Boliviana), sindicato que reúne tendencias estalinistas, trotskistas y guerrilleristas.

(5) Después de las elecciones del ochenta se forma el Congreso que lo componen las siguientes organizaciones burguesas: en la cabeza la UDP, luego la Alianza Movimiento Nacionalista Revolucionario (que incluye principalmente el Movimiento Nacionalista Revolucionario, Frente Revolucionario de Izquierda, MNRI-Uno), luego Acción Democrática Nacionalista y finalmente el Partido Socialista Uno.


CO13.4 Bolivia: La UDP continúa la política del régimen militar