Hemos explicado el conjunto de condiciones que hicieron inevitable el enfrentamiento y las condiciones generales de impreparación del proletariado, cuando fue obligado a entrar en guerra abierta, que lo condujeron a una derrota inevitable. Aquí veremos las características fundamentales de esa derrota y las perspectivas de resurgimiento del proletariado.

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En general, no se rastrean el conjunto de condiciones económico-políticas que llevaron a esos formidables enfrentamientos de 1967-1973 ni a su desarrollo en favor de la burguesía. No conocemos ningún otro trabajo (que los que hemos ido publicando en esta revista) que explique esa derrota del proletariado. Peor aún en la mayoría de los casos ni siquiera puede hablarse de una verdadera descripción de la derrota. En general la derrota ha sido minimizada (negada en todos los casos en una primera fase por todos los grupos que hacían figura de revolucionarios) o simplemente descrita en términos represivos o/y económicos.

Es cierto que lo más visible y brutal de la derrota del proletariado se encuentra y hasta puede medirse cuantificarse, compararse (terreno en el que se complace la ideología dominante y en general la ciencia burguesa) en los aspectos económicos y represivos. Pero cuando, como desde nuestro punto de vista, se analiza el mundo en base a la perspectiva histórica del comunismo, en términos de perspectiva revolucionaria, esos aspectos deben integrarse a un todo mucho más profundo: la liquidación total (por un periodo histórico más o menos largo) del sujeto del comunismo, o dicho de otra manera, la negación total del proletariado como clase. No es por casualidad que los revolucionarios insistimos siempre en esta globalidad.

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Todos los aspectos de la derrota están indisociablemente ligados.

Para barrer al proletariado de la escena social, para imponer la política económica que existió en el Cono Sur durante la última década, el aspecto dominante fue el terrorismo abierto y generalizado del Estado: asesinato de los cuadros del movimiento obrero, tortura sistemática y generalizada, cárceles clandestinas, política de “desaparecidos”… Llegó un momento en todos esos países en que la mínima expresión de la vida de la clase era condenada a muerte (ejemplo una asamblea y una huelga obrera eran reprimidas en base a la “desaparición”, el asesinato o la reclusión en centros clandestinos de todos sus promotores), sin que se pudiese esperar una respuesta generalizada. Lo importante es comprender que esta situación extrema está posibilitada por la falta de solidaridad proletaria que impuso la derrota, por la inexistencia de una respuesta generalizada al terrorismo de Estado, por la destrucción del proletariado como clase. Ello nos conduce directamente a plantearnos que el círculo vicioso del terrorismo de Estado, y derrota del proletariado, sólo puede romperse (por donde ya se comienza a romper) por la reemergencia del asociacionismo obrero…, por la reconstrucción de la solidaridad clasista.

Este punto de vista se contrapone totalmente con aquellos que se contentan con describir, las horribles condiciones de la represión haciendo hincapié en la maldad de los ejecutantes de esta política, posición que no encuentra otra “salida” que la sustitución de estos gobernantes por otros, la tan cacareada “democratización” y en general un conjunto de recetas que reproducen de hecho la inexistencia del proletariado.

El otro aspecto en el que la derrota aparece patentemente es en el aspecto económico, pero también aquí no debe olvidarse la unidad dialéctica de todos los aspectos. En efecto ese elemento que vimos en primer lugar, que domina todo, el hecho de que el método general de gobierno haya sido la tortura y el asesinato, está determinado por la necesidad imperiosa de imponer condiciones económicas muy precisas al proletariado: hay un aumento brutal de la tasa de explotación llegándose a reducciones del salario real de más del 50 %. Aquí también lo importante es comprender que este elemento está reflejando la destrucción del proletariado como clase, como sujeto de lucha contra la explotación. Analizando las cosas así no cabe duda de que sólo se pueden cuestionar esas condiciones de explotación, en base a la lucha contra la misma, y ello en base al asociacionismo obrero para esa lucha, a la solidaridad obrera en esa lucha.

Aquí también nos contraponemos totalmente, con aquellos que creen que el proletariado es algo totalmente constante e igual al conjunto de obreros y que por lo tanto no comprenden para nada el punto de vista marxista de conformación y destrucción del proletariado como clase. En general ellos describen, las condiciones de miseria como resultado de una mala política económica (¡mala para todo el pueblo!) y pregonan como “salida” una “política económica más progresista”.

En todos los casos no se comprende que la política económica y el terrorismo de Estado no fueron una opción entre otras, sino la única política económica y estatal compatible con el capital en la región, que implicaba la negación total del proletariado (16).

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Para nosotros, derrota es destrucción del proletariado como clase. Ello no quiere decir que no haya más obreros, pues sin ellos el capital mismo no podría existir, sino la incapacidad total de actuar como clase en la defensa de sus intereses, es decir de tener como cuerpo social una práctica propia, separada y contrapuesta en la burguesía (17).

Por ello toda tentativa de cuantificar, en cifras económicas o en números de reprimidos, la derrota es sumamente limitada y aunque se refleje la correlación de fuerzas, no se llega al meollo del asunto: la inexistencia del proletariado.

El proletariado no existe más cuando no es capaz de responder ni a la represión, ni a las medidas económicas, como hemos visto, pero diciéndolo mucho más general cuando, es incapaz de tener una vida política propia y toda la sociedad es repolariza entre opciones burguesas.

Eso es precisamente lo que sucedió en esos 10 años. Se pasó de una situación, en la que la lucha autónoma del proletariado había puesto al orden del día, la lucha por la dictadura del proletariado, la destrucción del Estado, la revolución social; a una situación de retroceso tal en la que nadie se atrevía a sobrepasar el horizonte burgués, de intercambios en los medios o los hombres que ejercen esa dominación.

La manifestación más evidente de la contrarrevolución, y de su profundidad, fue precisamente, que en ese agitado Cono Sur en el que no queríamos dejar piedra sobre piedra, se impuso, una situación en la que cualquiera aceptaba cualquier cosa o promesa contento… Y que hasta los más odiados representantes de la oposición burguesa se transformaban en “opción” para millones de proletarios incapaces de actuar y vivir como clase. Más aún, la situación fue tal, que si exceptuamos los pequeñismos círculos a los que los vimos reducidos por la represión, los militantes revolucionarios, nadie concibe la situación contrarrevolucionaria y de retroceso en otros, términos que en el represivo o en el de las condiciones de trabajo, sin darse cuenta que el resultado más importante de la contrarrevolución, fue la desaparición total del proyecto del proletariado y la imposición total de un programa democrático burgués.

En efecto teniendo en cuenta el ciclo histórico que comienza a mediados de los años 60, en donde sectores cada vez más importantes del proletariado se colocan abiertamente en contra de todas las formas de dictadura del capital (republicanos o bonapartistas) el hecho de que a mediados de los años 70, la “democracia” aparezca como una solución diferente al terrorismo de Estado (!) (18) y hasta como una salida para “todos”, constituye el triunfo más importante de la contrarrevolución. En este sentido otra vez resulta cierto aquella afirmación clásica de la tradición revolucionaria que “el peor producto del fascismo es el antifascismo”.

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En lo más profundo de la contrarrevolución, la reducción de los revolucionarios a pequeñísimas grupos sin ninguna capacidad de influir la masa de obreros fue total y lo sigue siendo aún. Es una característica propia y general de toda situación de ese tipo, todo grupo de militantes que sacrifica el programa de la revolución para “seguir presente en las masas” en épocas de reflujo, termina renunciando totalmente al programa, siguiendo a las masas en el programa contrarrevolucionario que la burguesía les logra imponer, y en casi todos los casos, siendo útiles a estos efectos. En el Cono Sur de América, la mayoría de los grupos que habían actuado del lado del proletariado, renunciando totalmente a su programa histórico, y en su desbandada general, terminaron integrando los frentes populares y democráticos que el capital organiza en la oposición.

Si exceptuamos momentáneamente los grupos que contra la corriente mantienen la lucha contra toda la burguesía, sea “fascista” o “progresista” de derecha y de izquierda, en lo que se basará la perspectiva de organización del proletariado en Partido, podemos decir que durante todos esos años nadie más apostó al proletariado, el asociacionismo obrero, a las luchas del proletariado en otras partes del mundo, a la ineluctabilidad de nuevas contradicciones económicas que empujarían inevitablemente a nuevas luchas autónomas...

Durante años todo se cocinó no sólo como si el proletariado no existiese (lo que constituía una cierta realidad), sino como si nunca más pudiese existir. Se hicieron y se deshicieron 10.000 tipos de alianzas, partidos, frentes, a cada cual más democrático burgués. Todos apostaban a tal oficial o grupo de oficiales contra tal otro, a tal partido democrático o populista, contra los “fascistas”, a tal o tal “apertura democrática” con organización de elecciones para tal año. Y todos tranquilos sabiendo bien enterrado al proletariado como clase (19).

Pero, en forma totalmente independiente con respecto a todos esos preparativos de las diferentes fracciones burguesas para relevarse en el ejercicio de la dominación, la evolución de la crisis y de la lucha de clases a nivel mundial siguió su curso. Si en el gran sacudón del 74-75, la clase obrera en el Cono Sur en plena derrota no dio señales de existencia, a partir de ese nuevo punto crítico de la economía capitalista mundial que fue el año 81, en donde en la región aparecían rápidamente agotados los “milagros económicos” de los respectivos regímenes militares, comienzan a darse algunos síntomas de luchas obreras.

Confirmando el análisis marxista, esas luchas no surgieron de una prolongación por la izquierda a la salida democrática, sino por el contrario de las propias condiciones de explotación y contra ellas: es decir que contrariamente a todo lo que los izquierdistas habían anunciado, los obreros no dieron síntomas de querer vivir gracias a sus inmundos compromisos en nombre de los frentes generales contra las “dictaduras”, sino por el contrario en base a los intereses del proletariado en su lucha contra la miseria y las condiciones de explotación.

Se llega así al año 1982, en donde el proletariado en Argentina y Bolivia (y secundariamente en otros países como Chile) da muestras de existencia, de reorganización. Rapidísimamente y mucho antes que el contenido, las banderas, el alcance de esas luchas del proletariado así lo exigiera: éste se vio reconsiderado, por la burguesía como en el pasado como fuerza social poderosa. No era aún la fuerza del proletariado en sí que lo llevaba nuevamente al centro de la escena social, sino más bien el pánico atroz que sintió la burguesía (y en particular todas las fuerzas que participaron directamente en la represión abierta) ante el fantasma de la reemergencia posible de un proletariado con experiencia directa en lo que respecta a las formas más elevadas de guerra de clase contra clase (es decir niveles que sólo pueden encontrar como salida histórica o el terrorismo sanguinario del Estado burgués o la dictadura del proletariado).

Como en otras oportunidades históricas (ejemplo Guerra de España) la burguesía contrapone a la lucha del proletariado, El “enemigo de toda la nación” tratando de reconstituir así la unidad nacional. Ese es el elemento fundamental que explica la guerra de las Malvinas, que debe seguir siendo considerado como el primer intento serio del capital en la región de imponer las condiciones de la guerra capitalista. Las burguesías y los milicos más implicados en el terrorismo de Estado de la década del 70 y los primeros años de la del 80, en particular en los países en el cual el fantasma de la reemergencia del proletariado los hacía temblar, es decir en Argentina y Bolivia, se comprometieron a fondo en esa alternativa. El fracaso rotundo en la movilización nacional, y en particular el hecho de que toda tentativa al respecto degeneraba con una lucha contra el régimen especialmente en la propia Argentina (20), hizo imposible, al menos temporalmente, el desarrollo continuo de esa alternativa (21). Ello no quiere decir que el peligro de la guerra capitalista entre diferentes estados haya desaparecido, dado que el capitalismo mundial no tiene ninguna otra alternativa para ofrecer, sino que lo único que la frena, que la suspende en el tiempo, es la falta de adhesión del proletariado y que una y otra vez el capitalismo volverá a intentar encuadrar a los obreros en una alternativa de ese tipo en nombre de las “patrias” respectivas.

Además no debemos olvidar que lo que más le reprochan las oposiciones respectivas (con razón desde su punto de vista) a los milicos argentinos, bolivianos, etc. Justamente esa incapacidad de encuadramiento nacional de los proletarios y que al respecto aquellas, por sus caretas populares y antifascistas (peronistas, en Argentina, UDP en Bolivia...), se consideran más aptas para ello.

Con el fracaso los milicos argentinos, bolivianos, etcétera, en el encuadramiento nacionalista de los obreros que se vino a sumar a la falta total de salida económica para esos países, aquellos se vieron rechazados más que nunca por la masa de la burguesía extraparlamentaria (la misma que los había llamado antes de sustituir a los putrefactos “políticos”) que los acusaban de fracaso total en la conducción política y económica (21). Los milicos habían servido para reprimir pero el Estado se venía abajo si no cedían su lugar a los viejos políticos de siempre.

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Esas fueron sólo algunas de las expresiones más importantes del temor frente a la posible reemergencia del proletariado en el Cono Sur. Pero en el 82 no estábamos aún en la reemergencia misma sino solo en sus primeros anuncios.

En el año 1983 esta tendencia se confirma. A pesar del terrorismo generalizado, el asociacionismo obrero vuelve a dar muestras de existencia en todo el Cono Sur. Esas primeras explosiones de rabia obrera en Bolivia, Argentina, muy espontáneas, no se quedaron ahí... Ellas obedecían ya a nuevas tentativas asociacionistas que siguieron fortificándose haciendo retroceder a los gobiernos respectivos. Al mismo tiempo quedaba en evidencia el carácter burgués de las reivindicaciones de los derechos democráticos propios a las oposiciones burguesas: todo lo que el proletariado iba haciendo lo hacía sin tener ningún derecho, para ello sin derecho de reunión de prensa, ni para asociarse, ni derecho a la huelga, ni a las manifestaciones...

Simultáneamente en Uruguay y en Chile el proletariado seguía, en forma menos explosiva y espontánea en un principio las huellas del asociacionismo obrero, y hoy en junio de 1983, ya se han visto las primeras manifestaciones de dicha reemergencia que se viene a sumar a los esfuerzos del proletariado en los otros países.

Aún hoy no se puede comparar la situación del proletariado en el Cono Sur a la de los años más fuertes. Lo que se están dando ahora son los primeros pasos en la reorganización del proletariado del Cono Sur, que anuncian que más temprano o más tarde, se producirá una nueva fase de luchas más potente que las que conocimos en el pasado.

Desde el punto de vista revolucionario, el analizar las perspectivas, no tiene nada de adivinanza sobre el futuro; se trata a la luz de la experiencia histórica, de poner en evidencia el conjunto de contradicciones que se acumulan irremediablemente y que requerirán una solución más o menos explosiva en el futuro; sin que podamos por ejemplo predecir hacia que lado, en que sentido esas contradicciones se resolverán. Al respecto es posible poner en evidencia las condiciones que las diversas fuerzas requerirán para resolver las contradicciones en su favor.

En primer lugar, contrariamente a todas las expectativas creadas por las oposiciones burguesas, no existe ningún proyecto serio de reorganización del capitalismo en la zona que pudiera reconstituir la reproducción ampliada del capital, sino que la situación de crisis con la consiguiente constante posibilidad de guerra capitalista, seguirá agravándose. Esto no debe ser considerado desmentido si en estos años 1983-86 que todo parece indicar corresponderán la parte más alta del ciclo del capital mundial, se manifiesta una modesta recuperación, dado que en el fondo estará anunciando una agravación aún peor de la crisis a fines de la década.

En segundo lugar ninguna de las fracciones burguesas del Cono Sur tiene nada nuevo que ofrecer, que lo que ya han ofrecido antes y que desde el punto de vista de las condiciones de vida obrera, es exactamente lo mismo que lo que nos dieron los milicos durante todos estos años: más miseria. Esto es esencialmente válido, aunque las formas en las que la misma política económica fundamental sean aplicadas requieren otro tipo de coberturas y matices ideológicos. Al respecto todo el arsenal de derechos democráticos, de programas de integración de los obreros dóciles en la gestión del capital (autogestión, control obrero), se anuncian como los medios para ellos.

En tercer lugar, las tendencias al asociacionismo obrero a la reorganización y reemergencia de la clase, seguirán desarrollándose, sean cuales sean los métodos que la burguesía emplee en su contra (la represión abierta o la combinación de ésta con el programa de derechos) y necesariamente entrarán en choque violento con toda la política económica aplicada en el Cono Sur por el capital mundial.

Por lo tanto es ineludible la reorganización del proletariado como clase y el desarrollo cada vez más explosivo de contradicciones de clase. Esa organización, estructuración en fuerza de las dos clases de la sociedad, se irá desarrollando en el Cono Sur en condiciones mundiales sociales muy diferentes a las que condujeron a los enfrentamientos de los años 1967-1973, así como a la derrota del proletariado.

Al respecto el elemento más importante y decisivo es que ya no estamos frente a un Cono Sur “excepción” en cuanto a las manifestaciones de la crisis del capital, sino ante una situación de crisis irreversible del capital mundial, que por todas partes lo empujan a la guerra imperialista mundial. La época de las depresiones intermedias y “curativas” se acabó en el 73-74 y sobre todo en el 81. La pequeña recuperación puede haber (tal vez) en estos años, sólo está anunciando una depresión más fuerte en los últimos años de esta década. Dicha depresión colocará al capital mundial en aquellas condiciones que describimos al principio como particular al Cono Sur en la mitad de la década del 60 y que contribuyeron el motor primero de todo el proceso de guerra abierta de clase contra clase.

Por lo tanto la unificación de la política del capital es inevitable. De ello ya tenemos las primeras pruebas, todos los discursos ideológicos van quedando como lo que son, meros adornos y coberturas, de la misma política de explotación y miseria capitalista. En todos lados se habla el mismo lenguaje que en el Cono Sur nos anunciaba la guerra abierta de clases: Fidel Castro hablando de ajustes de cinturones se parece demasiado a un Onganía o un Pacheco Areco; Mitterrand nos recuerda a Frei, Mobutu a Belaunde, Felipe González es igualito a Reagan, Adropov no se diferencia de Pinochet, Silez Suazo se parece a Duvalier...

La lenta reemergencia mundial del proletariado, será forzada a acelerarse, constituyéndose en verdadera fuerza internacional, o el proletariado será barrido de la historia mundial por muchas décadas. En los próximos 10 o 15 años, no habrá lugar para modestas tentativas sociales, para proyectos “realistas” y “razonables”; todo asumirá el ritmo febril y acelerado de aquel Cono Sur y sólo se podrán imponer las opciones que vayan a la raíz de los problemas reapareciendo así los proyectos que durante décadas se rechazaron como utópicos.

En el Cono Sur, esa lucha encontrará a un proletariado experimentado, no sólo a un proletariado que cuenta con una larguísima trayectoria secular de la cual lamentablemente conoce muy poco, sino sobre todo de un conjunto de combatientes proletarios que como dijimos vivieron y sufrieron en carne propia, la experiencia fundamental de la lucha abierta contra el Estado en sus expresiones más elevadas, así como la derrota. De ahí el papel decisivo que jugará en la nueva fase de la guerra social mundial que se anuncia.

Pero lo importante no es la experiencia en si, sino la experiencia estructurada, organizada, difundible. En el caso contrario no sólo se caerá en los mismos errores y falta de perspectiva del pasado, sino que la burguesía podrá aislar regionalmente e intentar destruir batallón al proletariado más experimentado y combativo.

Hoy todas las organizaciones que no tienen otra perspectiva que la Nación, son totalmente reaccionarias y que sitúan por debajo de ese proceso de reemergencia del asociacionismo proletario que constatamos en todo el Cono Sur y que se caracteriza, como no podía ser de otra forma, porque se trata en el fondo de una correlación de fuerzas entre las clases que supera las fronteras, por la reemergencia conjunta, la combinación y la articulación objetiva (ya consciente en muchos casos pero no organizada como tal) de sus diversos componentes regionales.

Pero esto es totalmente insuficiente, las fronteras que tenemos que romper ahora no son sólo las de las republiquetas sudamericanas, sino las de toda América y el mundo. Se trata precisamente de impedir que el conjunto de diferencias regionales en el desarrollo de la crisis del capital y de la lucha de clases, junto con toda la ideología a su servicio (regionalismo, continentalismo, latinoamericanismo opuesto al norteamericanismo (23), etc,) jueguen en el pasado, como elementos de la derrota, ... primero de la derrota regional, luego de la derrota mundial.

Por ello es importante que aquella fundamental experiencia del proletariado del Cono Sur, no se transforme en un elemento de ombliguismo. Es totalmente cierto que la revolución no se desarrolla en todas partes al mismo tiempo y que necesariamente ella tiene puntos nodales, pero pretender establecer hoy centros geográficos de la futura revolución como hacen algunos grupos es absurdo y solo contribuirá a fomentar el chovinismo y la división entre los obreros. Esa experiencia es y será un elemento fundamental y decisivo, si está organizada, estructurada, etc ... (¡lo que está aún por hacerse!) como lo es también otras grandes experiencias de luchas de clases que hubo en estos últimos años como por ejemplo en el Medio Oriente. Pero además ese elemento de experiencia más o menos reciente es uno entre muchos otros, en los elementos decisivos para la revolución futura. Así, los centros de acumulación capitalista y de poder político militar del capitalismo mundial, es decir USA y URSS y la lucha del proletariado en ellos es y será decisiva. Así la lucha del proletariado en las mayores concentraciones mundiales, como México, San Pablo, New York, Shangai... será crucial. De la misma manera la experiencia menos reciente, la larga trayectoria histórica y las lecciones extraídas de ellas que sin duda encuentran, a pesar de la debilidad actual de la lucha de clases, en Europa el lugar decisivo, serán fundamentales.

Sólo lograremos que aquellos desfasajes en la crisis del capital y en la lucha de clases no le sirvan al capital para derrotar al proletariado región por región, sólo transformaremos las experiencias regionales en verdaderos aportes a la lucha internacional, constituyéndonos en una sola clase y fuerza internacional, organizándonos en una sola Internacional Comunista, o mejor dicho en un solo partido mundial.

Para terminar, veamos rápidamente algunos elementos de la actual preparación por parte de ambas clases para los inevitables enfrentamientos futuros.

La burguesía no tiene nada fundamentalmente nuevo que proponer. Discursos, métodos, programas..., son los mismos de siempre. Su dominación política, derivada de la explotación, se mantiene exclusivamente por la división de los obreros, o peor aún porque siempre encuentra una parte de la sociedad dispuesta a reprimir a la otra, (sociedad, no lo olvidemos en la que la mayoría son proletarios) (24). Frente a la tendencia de los obreros a estructurarse de acuerdo a sus intereses, la burguesía responde de dos maneras que se han articulado muy hábilmente en el Cono Sur, el consenso nacional y la polarización de la sociedad entre la izquierda y la derecha.

Notas

(1) Creemos que dicha afirmación guarda toda su pertenencia general, aunque haya habido incluso durante los años más duros, valientes intentos de reconstitución del proletariado en Bolivia y aunque en Argentina en los años 73-74 la derrota que se consolidaría en los dos años posteriores solo comenzaba a mostrar sus primeros efectos.

(2) Este tipo de tesis es una de las cosas que más mal le ha hecho al proletariado internacional en sus tentativas de unificación y centralización a nivel mundial. Cada cual cree que es frente a sus narices que la lucha es más radical y que "su" movimiento es más consciente. Ello se deriva (incluso en los casos en que uno se desprende de todo tipo de sentimiento patriotero y chovinista lo que: es sumamente difícil en una sociedad en donde la dominación se basa en el desarrollo de esos sentimientos) de la posibilidad de tener bastante información directa de la lucha de clases del lugar en donde se vive y de que la de todas las otras partes viene en general (el proletariado nunca tuvo un verdadero centro de información mundial acerca de sus propias luchas) filtrada, disminuida, falsificada, deformadas por los órganos de prensa. Peor aún, en algunos casos sólo se comprende el carácter proletario de la lucha en la que uno participa directamente y se interpreta tal como lucha "nacional" o puramente reformista a la que está lejos. Hoy por ejemplo en muchas partes del mundo el proletariado no reconoce como suya la lucha del proletariado en Polonia contra el Estado, o más trágico aún por sus consecuencias, la Tercera Internacional creía que las luchas en Asia o en América del Sur tenían objetivos no proletarios, lo que constituyó un elemento fundamental en su incapacidad de constituirse, en un verdadero centro mundial de la revolución.

De ahí que tengamos que estar sumamente atentos frente a tales afirmaciones, lo que no quiere decir ni mucho menos que el desarrollo de la consciencia de clase pueda ser homogéneo. Sin dudas siempre hay alguna parte del mundo en donde la conciencia de clase, la organización, la centralización, tiene sus más altas expresiones, pero estos aspectos no son en absoluto una característica de la época que estamos considerando en relación al pasado del proletariado y como se verá, si es preciso evaluarlos, nos veremos obligados a hacerlo en forma negativa diciendo por ejemplo en esta parte del mundo hubo tal vez un pico menos de falta de conciencia, inorganización por parte del proletariado que en otras, pero este elemento es a la vez algo totalmente derivado y que en ningún momento llegó a tener su propia dinámica.

(3) Aquí no estamos haciendo ninguna afirmación estilo juicio de valor, sino la más pura constatación material y objetiva derivada de nuestra comprensión metodológica. Ver sobre el tema "Notas sobre el Materialismo Dialéctico" aparecido en COMUNISMO nº 11.

(4) “Mucho antes” no en el sentido cronológico estricto, sino desde el punto de vista de su contenido histórico.

(5) Ver “Contra el Trabajo” COMUNISMO No. 12

(6) Recordemos aquí, que contrariamente a todo tipo de reformistas, nosotros como Marx, consideramos que los límites del capital se encuentran en el propio capital (y no en ninguna estructura precapitalista que existiría en la actualidad), que es su propia ley inherente a la valorización desenfrenada que provoca disminuciones de todos los valores unitarios, las depresiones generalizadas, las desvalorizaciones brutales de todo el capital (incluido el capital-mercancías), el desarrollo de la miseria, la traba al desarrollo de las fuerzas productivas, la paralización misma de la acumulación (que es la esencia misma del capital), las situaciones regionales de reproducción simple, e incluso de reproducción cada vez más restringida (disminución general de la producción) y en fin que esa misma ley inherente al capital (valor en proceso, valor que tiene que valorizarse, sino quiere desaparecer) la que va eliminando el valor de toda la materia física y que por lo tanto contiene el secreto de su liquidación histórica: una sociedad sin valor, sin dinero, sin capital…

(7) Véase por ejemplo la “Presentación” en Comunismo No. 1.

(8) En términos más generales, de largo plazo, el capital solo se ha expandido luego de las guerras y su ciclo largo puede resumirse así: expansión, expansión limitada, tendencia al estancamiento, depresiones cada vez más fuertes, guerra, reconstrucción, nueva expansión…

(9) Téngase en cuenta que un espacio geográfico productivo dado, puede mantener durante décadas en reproducción simple y que ello se verifica a veces históricamente; pero que en cambio la burguesía como tal se niega a sí misma si su capital no se valoriza.

Lo que sucedió fue que una parte del capital fue liquidada como tal y muchos burgueses resultaron negados, sacrificados en tanto que burgueses mientras que otra con mayor capacidad de adaptación, con tipo de capital menos ligado a un medio de producción dado (como el capital usurario, financiero) con mayor fuerza, pudo situarse en otro espacio geográfico (fuga de capitales, compra de medios de valorización en otras regiones) hasta darse el caso casi general y paradójico en el que la burguesía “argentina”, “uruguaya”, “chilena”… que mejor resistió a esa circunstancia fue la que más colocó sus capitales en el “extranjero”. De ahí que la acusación hecha por aquellos burgueses desclasados que coincidiera con la “izquierda” que la burguesía que detentaba el centro de los aparatos de Estado de ser “extranjerizante” fuese fundamentalmente cierta. Lo que éstos nunca comprendieron era que constituía la única forma de actuar con coherencia con la acumulación de sus capitales y que en última instancia el reproche de conducir mal la economía resulta totalmente absurdo, dado que no hay ninguna forma mejor para conducir “su” economía que buscar para “su” capital las mejores condiciones de su valorización y esta incomprensión les costó el perder no solo parte de la bolsa, sino incluso la corona: muchos terminaron siendo reprimidos junto con el proletariado.

(10) Nuevas depresiones dificultarán dicha operación que constituye la base de la unificación, ciertamente ejemplar para toda la burguesía mundial, de todas las fracciones de la burguesía “norteamericana”.

(11) Deben incluirse en esta rúbrica, no solo la pérdida directa del poder adquisitivo de los salarios, (aumentos de precios no compensados por aumento de salarios) sino la disminución de todas las “prestaciones sociales” y el aumento de todas las rúbricas represivas.

(12) Ejemplo entre 1960 y 1973 en el Cono Sur los aumentos de salarios reales fueron nulos o casi nulos, mientras que en países europeos en ese mismo período los salarios reales casi se duplican.

(13) Recordemos como Marx expresaba esto: “… nos referimos a las personas en cuanto personificación de categorías económicas, como representantes de determinados intereses y relaciones de clase. Quien como yo concibe el desarrollo de la formación económica como un proceso histórico natural, no puede hacer al individuo responsable de relaciones de las que él es socialmente criatura, aunque subjetivamente se considere muy por encima de ellas” El Capital.

Los “marxistas” pacifistas han aprovechado esto para hacernos creer que el empleo de la violencia contra un individuo “no es marxista”. En realidad ello no quiere decir que el marxismo revolucionario renuncie al empleo al terrorismo revolucionario, a la ejecución de personeros de la contrarrevolución organizada, etc. Lo que sucede es que aunque torturado y torturador, explotado y explotador, oprimido y opresor, sean tanto uno como el otro ejecutantes de una política que los sobrepasa; la única solución histórica contra la explotación, la opresión y la tortura es la revolución comunista con la inevitable ola de venganza, de terrorismo, etc. En este sentido podemos decir que la única forma de actuar del explotado (oprimido o torturado…) en concordancia con su ser histórico (el proletariado constituido en Partido) es la de actuar revolucionariamente, sin ningún complejo de culpa (producto aún del humanismo burgués) al ejecutar todo agente de la contrarrevolución que se meta en el camino. Pero en dicha ejecución, no se trata de “castigar culpables” en el sentido burgués del término, pues en ese campo sería muy difícil encontrar “no culpables” y el terrorismo perdería su carácter de revolucionario; si no simplemente afirmar el ser del comunismo, para lo cual en la fase de desarrollo de la dictadura del proletariado el imponer el terror frente a la contrarrevolución organizada es una cuestión histórica ineludible, impuesta por la contrarrevolución misma.

(14) Ver página siguiente.

(15) En muchos casos su programa se quiebre en plena aplicación. Es el caso del gobierno de Onganía, frente a las sucesivas insurrecciones de la liberación violenta de todos los presos políticos en 1973 cuando el peronismo quería dejar a todos los peligrosos entre rejas; del recule de la burguesía uruguaya frente a las luchas obreras 68-69; etc.

(16) Además en las descripciones más habituales de los aspectos más terribles de la miseria y la represión, no se trata de poner en evidencia ante el proletariado mundial que esas condiciones generales e inevitables en una situación en la que el proletariado es barrido como clase y que ese peligro existe en el mundo entero, poniendo en evidencia las condiciones generales que van haciendo factible una “salida” de ese tipo; si no que se insiste por el contrario, en las descripciones en el carácter de excepcionalidad de la represión y de la miseria, lo que contribuye a mantener conforme al proletariado que no vive esas condiciones en la actual situación.

(17) Recuérdese que desde el punto de vista marxista, el proletariado sólo existe por su práctica de contraposición económico-política al capital y que su expresión más elevada es su organización en Partido en lucha por la revolución social.

(18) Recordamos que el terrorismo de Estado está siempre presente en la dominación del capital; que la democracia no excluye en absoluto el terrorismo de Estado. Recordemos también que la democracia, no es solo una forma de la dictadura del capital (forma que preferimos designar con otro término como “republicana”, parlamentaria) sino que es la expresión ineludible de la sociedad mercantil generalizada y que constituye en realidad el contenido mismo de la negación de los intereses de clase del proletariado, de la producción del individuo-ciudadano, de la constitución de la comunidad del capital.

(19) Sólo pequeñísimos grupos, que como nuestro caso, tienen como principio el desprecio total por la popularidad, siguieron trabajando paciente y oscuramente en la línea y la expectativa del resurgimiento del proletariado.

(20) Las consignas de esas manifestaciones no son aún una clara ruptura con el nacionalismo y la guerra capitalista, pero al menos, contrariamente a lo que pregonaba toda la burguesía de oposición, sabotean toda posibilidad de un frente nacional, al enfrentar violentamente a todos los responsables de la represión y ponerse explícitamente contra toda tentativa del “perdón nacional” al levantar la espada de la venganza. Esa contradicción está expresada en consignas tales como: “Las Malvinas son argentinas, pero los desaparecidos también”.

(21) Con respecto a las Malvinas, la guerra imperialista y la falta de adhesión proletaria ver COMUNISMO nº 9 “Malvinas, contra la guerra imperialista: la revolución comunista mundial”, COMUNISMO nº 10 “El proletariado no tiene patria”, así como el texto “Argentina guerra di popolo per le Malvine o guerra proletaria di classe?” Publicado en “Il Lavatore Comunista” nº 13 (publicación de Nuclei Leninisti Internazionalisti-Cristina Concetta CP 448 Milano) texto que contiene extractos de diferentes materiales de un grupo argentino de la industria automovilística (Comisión por un mundo nuevo) que asumía una posición proletaria frente a la guerra capitalista.

(22) En realidad nosotros no creemos que había otras posibilidades de conducción política de la economía como pretenden las oposiciones burguesas y no dudamos que éstas hubiesen hecho en general exactamente la misma política económica, como ya lo está demostrando el ejemplo de Bolivia, como lo veremos en la Argentina si los peronistas llegan al gobierno, o en el Uruguay o Chile de las “aperturas democráticas” que comienzan a vislumbrarse.

(23) La burguesía temerosa de la potencia que tendrá la unificación del proletariado latinoamericano con el norteamericano (y el europeo) y utilizando la confusión típica en la opinión pública que asimila el Estado represor y opresor de USA, con los habitantes de ese país, erige la bandera de la Nación Latinoamérica. Ella constituye uno de los más poderosos instrumentos de la reacción y contrarrevolución mundial.

(24) En 1866 J. Fould gran burgués norteamericano presentaba las cosas así: “Yo tengo los recursos como para contratar a la mitad de la clase obrera para matar a la otra mitad”.


CO13.2.2 Cono sur de América: Elementos de balance y perspectiva :

Segunda parte:

Lo mas profundo de la derrota y las perspectivas de resurgimiento del proletariado