El «PCI-Programa» (1), en su putrefacta evolución, continúa su proceso acelerado de descomposición; ahora, varios grupos, secciones y hasta gran parte de la dirección confiesan su total ruptura con el derrotismo revolucionario y se reconocen abiertamente en las viejas posiciones socialchovinistas de la socialdemocracia, o de sus versiones trotskistas y estalinistas.
El Oumami («el internacionalista»), periódico de la antigua sección argelina de dicha organización, «explica» el abandono de la organización programista como consecuencia de una «crisis larvada que roe al PCI desde hace por lo menos un año» (¡cómo si dicha organización hubiese existido alguna vez sin crisis larvada y abierta!) y sobre la base de la ¡«legitimidad del sentimiento nacional árabe»! Los sucesos de Líbano habrían constituido el elemento catalizador de la disputa entre «dos posiciones» que en realidad se oponen sobre un apoyo más o menos abierto al nacionalismo palestino, lo que, como es evidente, implica de facto la participación más o menos confesada en la carnicería capitalista.
En realidad, Programa, que es una organización sin ningún tipo de principios (a pesar de sus permanentes declaraciones de fidelidad formalista a la ortodoxia), nunca fue capaz de adoptar una posición clara, neta e invariante sobre la cuestión nacional (ni sobre ningún otro punto): según la oportunidad afirmaba que en tal zona se había cerrado lo que denominan «era de revoluciones nacionales» (¡!) y al día siguiente que había aún que apoyar tal «liberación nacional» para pasar a reexplicar (siempre achacándole al lector el no haber comprendido bien) un día después que en realidad el asunto ha vuelto a cambiar en tal o cual región. Concretamente, lo que ha hecho esa organización es el ser un clásico representante de la ideología socialdemócrata radical, según la cual el capital se extiende progresivamente sobre el planeta. Para ellos, el capital no es un modo de producción, que al subsumir toda forma particular de organización social y de producción, engloba necesariamente el planeta entero, sino que sería, por el contrario, la adición de capitalismos nacionales. Para ellos, la sociedad no está dividida en dos clases antagónicas, sino también en zonas capitalistas y otras zonas, que aún no habrían alcanzado ese estadio. No comprenden el desarrollo del capitalismo como lo que es: polar, contradictorio, sino que lo idealizan reteniendo sólo su polo positivo o asimilando así capitalismo a riqueza, crecimiento, industria..., y negando la pauperización, la destrucción como consecuencias inevitables de la lógica capitalista. Para Programa, como para sus homólogos, el modelo del capitalismo es Europa occidental, y en tanto que el desarrollo de otras zonas del planeta no se presenta como este modelo, el proletariado debe apoyar a la burguesía «autóctona» en su lucha por la emancipación (generalmente del imperialismo norteamericano, tomando así partido por el de URSS), por el desarrollo de la industria. En otros términos, el proletariado debería defender los intereses burgueses sin perder su «autonomía» (¡prosiguiendo con la defensa de sus propios intereses que son contradictorios a los de la burguesía!!!), lo cual equivale a pedirle que luche por sus explotadores, que desarrolle su propia explotación sin renunciar a luchar contra ella!!!???
Sobre la base de este frentismo, la burguesía, en su expresión socialdemócrata, pudo siempre aplastar al proletariado en lucha; estalinistas, leninistas, trotskistas... siempre se aliaron a los «chang-kai-chek» locales y a los «attaturk», liquidando la lucha proletaria. Y el PCI Programa, después de haber apoyado la lucha «de los pueblos de color» contra la autonomía del proletariado (mezclando el nacionalismo, el racismo, el populismo), llega hasta el extremo de retomar la consigna «Palestina vencerá». Programa no debe entonces extrañarse de ver a sus partidarios y antiguos militantes terminar colaborando prácticamente en la lucha por la defensa de las naciones árabes, tomando posición por el capital en su guerra contra el proletariado.
De hecho, El Oumami no hace mas que llevar a sus últimas consecuencias las posiciones programáticas y la dinámica que los «programistas», desde hace más de veinte años corroídos por la ideología leninista, fueron adoptando en todos sus corolarios: el activismo (sindicalista, legalista, oportunista...), el apoyo a las luchas de lo «pueblos de color».
El Oumami no hace mas que decir en voz alta lo que Programa piensa bajito... «Imaginémonos por un instante que el ejército sionista invada Siria. ¿Es que deberíamos quedarnos indiferentes o, peor aún, llamar al derrotismo revolucionario so pretexto que el Estado sirio es un Estado burgués que hay que destruir? Si los camaradas del Proletaire fuesen consecuentes deberían declararlo públicamente.» (2)
Efectivamente, El Oumami (3) tiene razón en lo que concierne a este punto. Si Programa tuviese un mínimo de coherencia, debería inevitablemente seguir a sus antiguos camaradas en el apoyo y el sostén no solamente del Estado burgués palestino la OLP (lo cual hace «críticamente»), sino también del sirio (¡!), cayendo en la «guerra popular revolucionaria», vieja treta maoísta que no sirve más que para ocultar la participación en uno de los frentes de la guerra imperialista. ¿Cómo se puede rechazar la única posición obrera, el derrotismo revolucionario, y por lo tanto participar en una guerra burguesa, y «salvaguardar la independencia de clase»? Esto equivale a repetir las viejas inepcias social chovinistas (participar sí, pero...) que tuvieron como única función la de enganchar al proletariado en la carnicería capitalista en defensa de intereses que no fueron ni serán nunca los suyos.
Programa y sus jóvenes discípulos juegan hoy en día el mismo papel contrarrevolucionario que jugaron los trotskistas en los años treinta: el reclutamiento de los proletarios a través de una verborrea radicaloide y «crítica», para uno de los campos burgueses; el apoyo directo a uno de los campos imperialistas.
Y, evidentemente, a partir de estas argucias seudo teóricas, esos «leninistas argelinos» caen rápidamente en la más asquerosa apología nacionalista y chovinista, «Palestina vencerá», que una vez más significa ni más ni menos que el sacrificio de centenas de proletarios sobre el altar de la nación, de la patria... ya sea árabe, rusa o alemana. «Palestina vencerá», como ayer el FLN, «Vietnam triunfará» o los sandinistas, siempre significará primero el cementerio para millones de proletarios, después la «reconstitución nacional», con sus campos de trabajo forzoso!!!! Son estos que se dicen comunistas, pero «argelinos de verdad», que después de veinte años de la «independencia nacional de Argelia» quieren orientar la lucha del proletariado en Palestina, en Líbano, en Jordania..., en el camino podrido que permitió al capital, una vez más, desarrollarse a partir de la masacre de millares de obreros en Argelia, como en todos los otros países «liberados». La liberación nacional no es mas que la liberación del capital!
Y, ¿qué paso con su consigna «No habrá paz sin la destrucción de Israel» (El Oumami, número 1)? Además de la connotación contrarrevolucionaria de la consigna «paz», pues tanto la paz como la guerra son momentos de la política militar del capital, lo que es necesario es destruir todos los estados burgueses del mundo entero, pues ellos, tanto el de Israel, como la OLP, el Estado sirio... o el Estado argelino... aseguran la reproducción de las relaciones capitalistas de explotación, la esclavitud salarial. Pero claro está, Programa (o las publicaciones regionales de ese grupo) aún no osa afirmar abiertamente tales inepcias contrarrevolucionarias. Prefiere masturbarse con «los límites entre dos épocas», «se cerró la fase nacional burguesa»..., para finalmente sostener, en los hechos, la misma política burguesa que sus amigos de El Oumami. Más aún, gracias a la forma tan descarada que adopta El Oumami en la defensa del orden burgués, los «programistas» podrán darse el lujo de aparecer como «más radicales» (en realidad radicaloides) y rehacerse una nueva «virginidad»... Pero nosotros no nos hacemos ninguna ilusión. El Oumami no es más que el puro producto de Programa, y este último llegará, como la lógica de sus mismas posiciones lo impone, a defender y volver a adoptar un poco más tarde esas mismas posiciones burguesas, preparadas desde hace décadas por sus «teorizaciones», Es en este sentido que el mismo título del artículo de escisión, Del partido-programa al partido de acción revolucionaria, explicita claramente los pasos seguidos por El Oumami. Simple y llanamente, la continuación de la misma línea del PCI Programa llevada a su extremo. La diferencia es que ellos (El Oumami) son un poco más activistas, un poco más obreristas, un poco más nacionalistas..., un poco más burgueses. Es esta involución siniestra la que está condenado a seguir todo grupo o individuo que, en nombre del «concretismo», del «activismo», de las «tareas inmediatas», del «programa mínimo», de las «reivindicaciones transitorias»..., abandona el terreno de la defensa intransigente de los intereses históricos del proletariado, para hundirse cada vez más en el pantano de la contrarrevolución.
Que los revolucionarios midan la distancia que separa a estos que dicen ser sucesores del combate de la Izquierda Comunista italiana, de la verdadera práctica y toma de posiciones de esta última!! (4). En lo que nos respecta, y en nombre de la Izquierda Comunista de Italia y de todas las fracciones comunistas del mundo, llamamos a los proletarios a luchar por la destrucción de estas organizaciones del capital.
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Notas
1. Partido «Comunista Internacionalista», cuya revista central es Programa Comunista.
2. Algunas observaciones sobre el artículo intitulado El medio 0riente al límite de dos épocas, en El Oumami, septiembre de 1982. Los subrayados son nuestros.
3. El Oumami se transformó en el «órgano de los comunistas leninistas argelinos». Estos individuos no son capaces de darse cuenta de la contradicción que existe entre el título de su revista El internacionalista y su concepción nacionalista del partido y de la Internacional, concebida como una adición de partidos nacionales. Otra contradicción más con la Izquierda Comunista de Italia y con su concepción del partido mundial.
4. Es ampliamente suficiente el recordar que el conjunto de contribuciones de la fracción en el exilio (Bilan-Prometeo) fueron sistemáticamente ocultadas por todos los falsos epígonos de esta corriente. ¡De la misma manera se ocultaron las múltiples contribuciones de militantes revolucionarios como Bordiga y Vercesi!