CUARTA PARTE: IGUALDAD DE DERECHOS, BLACK POWER, FEMINISMO, DERECHOS DEL HOMBRE

Ahora podemos explicar claramente como diversas consignas de la izquierda burguesa han sido claramente retomadas, o/y utilizadas contra el proletariado, o dicho de otra forma, como la igualdad de derechos, el black power, el feminismo, etc. han sido armas fundamentales del ejercito y del Estado norteamericano en su lucha por doblegar la resistencia del proletariado a constituir carne de cañan de la guerra imperialista.

IGUALDAD DE DERECHOS ENTRE BLANCOS Y NEGROS Y PODER NEGRO

La guerra de VietNam fue iniciada bajo la dirección de un presidente, Kennedy, que había predicado siempre la igualdad de derechos entre los blancos y los negros.  Para ello se dictaron, bajo su administración, una serie de leyes en este sentido y en la elaboración de los grandiosos planes concernientes la "respuesta flexible", el propio Kennedy había subrayado muchas veces "la necesidad de darle una mayor participación en el ejército a la comunidad negra". Sin embargo cuan­do Kennedy murió, solo el 8% de los soldados eran de raza negra dado que los test de aptitud y de instrucción eliminaban a la mayoría de ellos.

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La Administración Johnson se encargaría de realizar en los hechos un paso aún más importantes en la igualización de los derechos, o dicho de otra forma realizaría lo que la administración Kennedy había preparado ideológicamente, que concluiría en la conscripción selectiva en sentido inverso, al privilegiarse expresamente en el reclutamiento tanto a los sin trabajo, como a los que terminaban la escuela primaria sin entrar en la secundaria. El informe que introdujo este cambio ra­dical de orientación, que fue el primer paso importante hacia el 40%  de soldados negros en el ejército, ponía el acento en "los méritos inestimables del servicio militar para los negros: entrenamiento, experiencia, ventajas económicas para los ex-combatientes, absorción de la de­socupación que afecta más severamente a la comunidad negra que a la blanca, ocasión única de ser tratado en un pie de igualdad con los blan­cos, entrar en un universo viril ... superior al hogar maternal ..."[1]

El paso siguiente en ese sentido fue dado por la concordancia de intereses entre el populista Black Power -cuyo dirigente máximo fue Carmicahel- y la política de la Administración Nixon.

En la línea claramente definida por Nathan Wright con el slogan "COMPRE NEGRO", se enmarcan las principales conferencias del Black Power (Newark 1967, Filadelfia 1968 y Atlanta 1970) que serían directamente sostenidas por el propio presidente Nixon. El proletariado negro (y blanco) se veía así obligado en los hechos a en­frentar, al único Poder Negro posible y real, al de Carmicahel y Nixon, al del capitalismo negro unido al blanco. El ejército marcaba, una vez más, él paso de toda la sociedad en forma anticipada (como lo había hecho en la época de Johnson) al introducir la conscripción selectiva en sentido inverso al realizado hasta ese momento, los oficiales negros comenzaron a ser promovidos y por primera vez en la historia llegan a ocupar puestos claves en la estructura del ejército. Hoy, el asegurarle a los oficiales negros un porcentaje igual al que representa la población negra en la población total, en todos los puestos claves de las fuerzas militares, incluidos los Estados Mayores y los Comandos Generales, se ha transformado en una regla admitida unánimemente en todas las Fuerzas Armadas y poco a poco se transforma en una norma general en todos los puestos de decisión importante en el Estado Norteamericano (Ministerios, Embajadas, Universidades, Directorios de Sociedades Anónimas y Sindicatos ...)[2].

He aquí la realización del black power y de la igualdad de derechos entre blancos y negros, consignas tan cacareadas por los izquierdistas, en y para el beneficio de las fuerzas militares de los Estados Unidos de Norteamérica.    

LA REALIZACIÓN DEL FEMINISMO Y MAS IGUALDAD DE DERECHO

Los feministas reivindicaron desde siempre la igualdad de derechos, la igualdad de salarios entre hombres y mujeres, etc., como las panaceas sociales a las que habría que aspirar.  Fue también el ejérci­to, el que anticipándose al resto de la sociedad ha comenzado a dar satisfacción al feminismo.

Cuanto más se agravaba la crisis de reclutamiento del ejérci­to y cuanto más era reconocida públicamente como tal por todos los ex­pertos en la materia (1976-79), más el feminismo multiplicaba sus decía raciones sobre los derechos iguales, los "derechos del hombre" y "de la mujer", “la capacidad de hombres y mujeres de servir por igual a la patria"...  Ellos hicieron más por el reclutamiento femenino masivo que los sargentos reclutadores, siempre demasiado "machistas" para cumplir bien sus funciones.  El crecimiento del número de mujeres en el ejército y de la proporción de las mismas no se hizo esperar: hay más de 200.000 mujeres con el uniforme de las fuerzas militares de USA. En el peor momento, el reclutamiento masivo de mujeres constituyo una importante tabla de salvación para la crisis de reclutamiento, y no era exagerado el titulo de Le Soir illustré del 12-6-80, que resumía la situación y la opinión de los expertos titulando: "El ejército nor­teamericano salvado por las mujeres". Paulatinamente, las mujeres fueron promocionadas a puestos de responsabilidad, y la igualdad de dere­chos, especialmente en lo que concierne a ascensiones, es actualmente la política real y oficial del ejército.

Pero "el ejército norteamericano salvado por las mujeres" no quiere decir únicamente reclutamiento y promoción de mujeres. Ello significó también que gracias a la ideología feminista, la motivación y por lo tanto la aptitud de las mujeres es mayor. En efecto, todos los informes coinciden en afirmar que en todos los cuerpos del ejército, gracias al hecho de que es el único sector de la sociedad que aplica rigurosamente el principio "a trabajo igual, salario igual", y que permite acceder a las mujeres a puestos de responsabilidad que en el resto de la sociedad están reservados a los machos, la motivación por el ejército (transformado por lo tanto en verdadera vanguardia real y efectiva de todo el movimiento feminista) de las mujeres, es muy superior a la de sus colegas hombres.

La gran prensa presenta de esta manera el problemas "contrariamente a los jóvenes hombres, las mujeres no ingresan en el ejército por estar desesperadas y no encontrar nada mejor, sino que la mayoría de ellas tiene una mejor instrucción de base que sus camaradas masculinos, aprueban con mayor facilidad y brillo los test de aptitud y por sobre todas las cosas, ellas se sienten motivadas: ‘no hubiese podido pagar nunca los estudios qué el ejercito me ha proporcionado’,... Además el ejército es una institución igualitaria que aplica rigurosamente el principio, a trabajo igual, salario igual, y ofrece a las mujeres responsabilidades a las cuales es sumamente difícil que accedan en el sector privado..." Y luego de haber explicado las dificultades que encuentran los hombres para aprender el funcionamiento de las armas modernas, el mismo artículo dice: "Las mujeres que ingresan al ejército se familiarizan rápido con el funcionamiento de los equipos sofisticados. Una de las razones por las cuales las mujeres triunfan en el ejército es que en la actualidad, la mayoría de las actividades reclaman menos músculo y más inteligencia, según explica una mujer soldado, que sabe bien de lo que habla porque tiene el grado de general" [3].

En la medida que el esfuerzo de la burguesía de constituir su deseado ejército totalmente flexible, presente en todas partes y dispuesto a todo, ha ido encontrando como obstáculo fundamental la falta de disposición y actitud del proletariado a someterse al uniforme y a la disciplina del ejército, que ha ido quedando en evidencia que el ejército profesional, sin servicio militar obligatorio, no era tampoco una solución y se comienza a hablar de reintroducción de la conscripción, las feministas han hecho hasta lo imposible para aportar su granito de arena a la política gubernamental.  Así, cuando la "política Reagan" (eufemismo para referirse a la militarización general) comienza a ser aplicada por la administración Cárter y ésta presenta el proyecto de censar a todas las mujeres para preparar la conscripción, Eleonor Smeal Presidenta de la Organización de Mujeres Americanas, declaro: "Nosotros somos ciudadanos con todos los derechos y debemos servir a nuestro país".

A la opinión pública siempre se la lleva arrastrando y re­conociendo con un enorme retraso los hechos reales. Así, en los me­dios dé comunicación, en el Congreso, se dice aún hoy que a pesar de la importancia relativa cada vez mayor de las mujeres, las mismas no serán enviadas al combate y que en ningún caso participarán en un combate directo. Para los especialistas, oficiales hombres y mujeres esto es un mito cuya realidad la opinión pública no está aún en con­diciones de digerir.  Así se toma, por ejemplo, la famo­sa división 82 aerotransportada, que en caso de conflicto tipo "semi-guerra" será la primera en entrar en acción, donde sobre el total de 35.000 militares hay 1700 mujeres, es inimaginable la mantención de la distinción entre "combatientes" y "no combatientes". En efecto, supo­niendo incluso que la consigna de que las mujeres no sean combatientes sea mantenida en caso de acción militar, las mujeres paracaidistas preparadas para ser lanzadas en territorio enemigo, para desempeñar la misión de organización y apoyo logístico, se encontrarán en los hechos mezcladas en un combate que no conoce más ni "líneas", ni "frentes", dado que para ese tipo de cuerpos de intervención rápida las batallas son esencialmente móviles, como ayer en VietNam, hoy en Afganistán o en cualquier "semi-guerra" con una importancia considerable de la guerrilla. En la fuerza aérea, por ejemplo, las mujeres son pilotos de helicópte­ros, de aviones cisternas y de los aviones de transporte gigantes, lo que sin dudas no las podrá mantener en la categoría de "no combatientes”. En el ejército de tierra se ha reconocido explícitamente, en un documento oficial, que "las mujeres no son soldados de tiempos de paz, ellas pueden ser enviadas contra el enemigo, encontrarse en contacto directo con él y correr los riesgos de ser capturadas"[4].

El mito de que las mujeres pertenecen aún a una categoría de soldados que serían los "no combativos" es mantenido en la opinión pública, porque incluso el feminismo más radical recula frente a la integral realización de sus propias consignas "servir a la patria en igualdad integral con los hombres".

EL ÉXITO DE CÁRTER

A pesar de los buenos servicios de los feministas, de los ideólogos del Black Power y en general de la política de igualdad de derechos en el ejército americano, el número de reclutas continuó decre­ciendo hasta 1979.

Luego de esa fecha, hubo un aumento importante del ritmo de reclutamiento y en 1980 los objetivos cuantitativos planificados (en 1979 105.000 reclutas nuevos) fueron logrados. Si bien dicha cifra es consideraba totalmente insuficiente en relación a las necesidades estimadas, en concordancia con los planes existentes, el hecho de haber alcanzado los objetivos programados -hecho que no ocurría desde hace va­rios años- es un triunfo objetivo, aunque parcial, en la línea de militarización proyectada.

Dicho triunfo relativo de la burguesía forma parte del triun­fo más global del Estado Norteamericano, en el proceso de militarización gracias a la política de la Administración Cárter.  Como lo hemos dicho antes, la "política Reagan" fue comenzada por Cárter durante el último año de su mandato.  Fue durante el último año del mandato de Cárter que por primera vez, desde la época de Kennedy, se aceleró el ritmo de crecimiento de los gastos militares, se recupera un poco de adhesión de la población a la política del Estado y se logran los objeti­vos cualitativos en el reclutamiento militar.

Evidentemente, que todo esto contradice el sentido común y también lo que han escrito los "analistas" (incluidos los izquierdis­tas) que ven en el fracaso electoral de Cárter un fracaso de su política. Nada es más falso que ello. En realidad el éxito de la administración Cárter en la fortificación del Estado, conducía necesariamente al sacrificio del personaje Cárter y ello, evidentemente, independientemente de la voluntad de los protagonistas.

La Administración Cárter logró presentarse a si misma, tanto nacional como internacionalmente, como demasiado débil y poco militarista, y logró presentar su política de militarización como una necesidad inevitable de respuesta al ataque del otro bloque y a aplicar con­tra su voluntad ante las exigencias crecientes de la población nacional e internacional. El asunto llega a tal extremo que el Gobierno, que fue precisamente el que dio el salto más grande de postguerra en la militarización, aparece como la parte menos comprometida en dicha política, como el que acepta de mala gana ejecutar la militarización que la opinión pública internacional y nacional, en nombre de la demo­cracia, le piden[5]

El éxito no es por lo tanto un triunfo de Cárter, sino un triunfo del Estado burgués (de la dominación de la clase misma),  que, sacrificando un poco a sus héroes reales, convirtiéndolos en anti-hé­roes e incluso en traidores, en responsables directos del "desbande y decadencia militar en Irán, Afganistán, de la debilidad en África...", se fortifica. Un triunfo que se concreta incluso en que no sea desde el Estado, tal como aparece, que se grita sangre y fuego, sino que se lo hace desde la opinión pública, (que en realidad no es otra cosa que un enorme monstruo deforme cuya única cabeza es el propio Estado burgués). No es con su propia jeta gubernamental que el Estado pide masa­cre, lo logra hacer como opinión pública, a través de sus aparatos menos descentralizados de fabricación de slogans y líneas de pensamiento. En efecto, fue durante Cárter que ese monstruo, la opinión pública na­cional e internacional, exigía "transformar a Irán en un parking" (con­signa enormemente significativa, del año 80, que aparece en canciones y discos), sustituía "VietNam nunca más" por "Irán nunca más", o en gene­ral: mayor firmeza en la política del Estado norteamericano, más armas, mas reclutas, más acción y respuesta militar directa. Y en esas mismas exigencias de la opinión pública, estaba implícita la sustitución de la Administración de Cárter por la Administración Reagan. Es ni más ni menos que la concreción de la política de los "derechos del hombre", forma de acción y de ataque imperialista, en el cual lo que cuenta no es el resultado militar inmediato, sino un resultado políti­co más global, que hoy permite pasar a cobrarlo en efectivo.  Para encontrar un paralelismo entre las diferencias, entre las conducciones Cárter y Reagan del Estado Norteamericano, puede pensarse en la diferencias que existen entre un usurero colocando y prestando su dinero y el mismo usurero cobrando ese dinero más los intereses[6]. Por eso no podemos extrañarnos de que el "cambio", en la política militar, haya comenzado un año antes de las elecciones, en que quedaría establecido quien la aplicaría en forma más permanente,

LA NUEVA CAMPAÑA PUBLICITARIA DE RECLUTAMIENTO

Habiendo llegado al punto crítico de 1979, y tal como hemos visto, no por un cambio estratégico en la política militar, sino por el contrario porque en la misma línea estratégica, el Estado norteamericano no encontraba las posibilidades tácticas de una nueva fase de militarización, la Administración Cárter lanzó, al comenzar 1980, una nueva campaña publicitaria, basada en reglas totalmente diferentes a las utilizadas hasta esa fecha, y que confirman una vez más la antici­pación del ejercito sobre el resto de la sociedad burguesa.

Fue la Agencia Publicitaria AYERS, localizada en New York, la encargada de dicha campaña. Para dicha compañía se trataba de confec­cionar las normas publicitarias capaces de "vender" el ejército, como hacen con otros productos (con un conjunto de particularidades que ve­remos enseguida), hacer estudios de mercados, determinar el perfil del consumidor potencial (muchachos y muchachas que tienen entre 17 y 24 años de edad), etc. La Agencia Ayers reconoció una sola gran diferen­cia entre el ejército y los otros productos:  mientras en general cuando se hace el estudio de mercado, el producto puede aún sufrir un con­junto de modificaciones, y que dicho estudio tiene por objetivo el de­terminar tipos y calidades que serán mejor comercializados; con el ejército las modificaciones permitidas son muy reducidas, se trata de adaptar al consumidor a un producto muy predeterminado por su propia esen­cia (de pilar fundamental del Estado Burgués, de la opresión y el expansionismo capitalista-imperialista). Así por ejemplo, se puede consta­tar que al consumidor-candidato no le gusta la disciplina del ejército, pero las adaptaciones posibles en ese sentido, lo son principalmente en la imagen a dar, más que en la realidad, so riesgo de construir no un ejército, sino una buena "escola do samba".

La contradicción de fondo en ese sentido es evidentemente insoluble, pero la agencia ha hecho los mayores esfuerzos para atenuarla. En la encuesta realizada por la agencia, ha quedado en evidencia precisamente que la imagen del ejército era bastante realista, que pocos se hacían ilusiones sobre el tipo de vida en el ejército y que por ello solo era capaz de reclutar los idiotas, o los que no podían pagar las deudas y aceptaban esa vida monstruosa porque no veían ninguna otra solu­ción. Se decidió entonces "reposicionar el producto", creando -dado que no se podía crear otro ejército- una imagen totalmente nueva del ejército. Publicistas, sociólogos, psicólogos testaron una serie de fórmulas para recredibilizar el ejército frente a los ojos de los pobres candidatos.  Sobre base de esas encuestas e investigaciones, la campa­ña fue estructurada y fue lanzada por todos los medios de comunicación en un momento clave, el definido como "la mayor catástrofe nacional y humillación del Estado Norteamericano" (es decir el del negocio de los rehenes en Irán): "El ejército es elegante (smart) y fraternal". El argumento tecnológico fue definido como el decisivo para tocar al con­sumidor, para seducir al candidato potencial era necesario insistir acerca del alto nivel de competencia técnica: "Vuele con el ejército", "Realízate al máximo en el ejército", "Viaja, conoce el mundo con el ejército" ...

Habituada a encontrar una clientela, incluso si ella no está dispuesta a pagar al contado, la agencia Ayers ha encontrado también para el ejército la fórmula "compre ahora pague después": ella consiste en firmar ahora, recibiendo dinero en forma anticipada, y entrar en el ejército un año o hasta un año y medio más tarde. Firmado el compro­miso, que le da al futuro recluta una seguridad económica financiera, se presenta el período que va hasta el ingreso de servicio como "las mejores vacaciones de toda la vida".

Claro que en esas campañas no faltan los cartelones y pelí­culas para televisión, distribuidos y proyectados gratuitamente en las escuelas secundarias, con hombres y mujeres lo más atractivos posibles. Más aún se presentan grupos de hombres y mujeres sexualmente sugesti­vos y se titula en grandes "Gang upon the army" "Entra en barra al ejército" y se explica que ahora el ejército no es más tradicionalista y burocrático, que se puede entrar en grupo: "Trae a tus amigos y amigas, vosotros no seréis separados"... "acompañado de tus amigos y amigas podrás tener nuevas y excitantes experiencias en Europa"...

Viendo los anuncios, parecería que se tratara de invitar a una juerga, o que lo que se estuviera propagandeando fuera un club de relaciones afectivas y sexuales o un centro de vacaciones europeo con fiestas y piscinas. En realidad es una de las empresas criminales más impresionantes, donde se vende pasaportes para la muerte, la invalidez y el asesinato. Y así como bien propagandeado se vende hasta la contaminación empaquetada, durante él año 80 la campaña obtuvo los resultados esperados, reinvirtiéndose la tendencia de los años anteriores en cuanto a la crisis de reclutamiento.



[1] Transcripto del libro de Daniel Guérin antes citado. El subraya­do es nuestro.

[2] Esta situación sería hoy todavía inconcebible (y es muy mal vista) en otras potencias imperialistas, menos golpeadas por la lucha de clases en el ejército.

[3] "Le Soir Illustré" idem.

[4] Citado por Le Soir Illustré, idem.

[5] Este tipo dé situaciones es sumamente similar a aquellas en las

cuales el terrorismo blanco avanza sin encontrar una respuesta del proletariado como clase, y entonces los obreros y demás proleta­rios, guiados por partidos burgueses, le reclaman al mismo Estado Bur­gués que los defienda. En estos casos se llega a tan absurdas situaciones (pero sin embargo tan reiteradas históricamente), en las que las masas dirigidas por el antifascismo reclaman del gobierno orden y represión y los gobierno aparecen como el ala moderada de la ejecución de tal política. Ello termina siempre en la fortificación de los aparatos represivos del estado burgués, contra el proletariado, hecha ahora en nombre de las masas y con un cierta cara de disgusto por parte de los que desde el gobierno comienzan su aplicación.

[6] Las contradicciones entre las dos administraciones, derivadas de intereses interfraccionales diferentes, que no hemos considerado aquí, se sitúan en un segundo nivel de importancia con respecto a lo que aquí afirmamos.


CO9.4.2 El ejército y la política militar de los Estados Unidos (2) :

Cuarta Parte : Igualdad de derechos, "black power", feminismo, derechos del hombre.