Las dos primeras partes de este texto fueron publicadas en Comunismo No. 12. En la primera parte hemos subrayado la importan­cia de conocer el ejército, pilar fundamental de Estado burgués, que tiene en todos los casos el doble papel contrarrevolucionario de reprimir directamente la lucha proletaria y de desarrollar la guerra imperialista y la necesidad del proletariado de luchar por su destruc­ción. En la segunda parte vimos la evolución de la política mili­tar del Estado norteamericano, el como la estrategia de la "respuesta flexible de un ejército presente en todas partes y pronto para todo" se ha ido afirmando a pesar de sus marchas y contramarchas y el avance forzado y monstruoso que la aplicación de la misma conoce en la actualidad. En la tercera parte daremos una explicación di­ferente a todas las que se conocen habitualmente, de porqué dicha estrategia fue interrumpida en su aplicación, y meteremos en evidencia la importancia del proletariado en el sabotaje de los proyectos de militarización, señalándolo como la única fuerza capaz de impe­dir/enfrentar la guerra imperialista. En la cuarta parte, veremos el papel del feminismo, la igualdad de derechos, el black-power, las campañas por los derechos del hombre, etc. en la militarización, en la fortificación del ejército y la política militar del Estado Norteamericano. Finalmente ante la reemergencia inevitable -con más fuerza aún- de las contradicciones de clase, planteamos las perspectivas de las dos clases de la sociedad, dejando solidamente establecido que la de la destrucción de todos los planes de guerra de la burguesía, la de la supresión de todos los ejércitos de­pende integralmente del proletariado, de su capacidad de organizarse, centralizarse, constituirse en partido mundial de la revolución comunista.

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TERCERA PARTE:  EXPLICACIÓN ALTERNATIVA

El desarrollo en la continuidad entre la época de la guerra efectiva (con su necesario retroceso momentáneo de "postguerra" durante Eisenhower), la de la administración Kennedy con la tentativa de organización en la línea de la "respuesta flexible" y la de la actual administración está por lo tanto bien establecido. Lo que por el contrario requiere ser explicado es la interrupción de dicha estrategia, que es la que se considera, corresponde mejor a los intereses del Estado Norteamericano, durante Johnson, Nixon, Ford, Cárter[1]. Hemos descripto el proceso, el abandono del proyecto considerado grandioso, el pasaje a concepciones anti-intervencionistas, el repliegue sobre los aliados y sobre una parte de los intereses considerados centrales”, lo que fue teorizado como la "estrategia de la guerra y media" que se aproximaba (de hecho, sin asumirlo) a la concepción de una sola guerra, la respuesta masiva más la lucha antisubversiva. Ahora, se requiere explicarlo.                                                       

"ERROR ESTRATÉGICO Y TRAICIÓN"

Al respecto, la explicación oficial, la dada y avalada por la administración actual, es la de señalar que los poderes ejecutivos anteriores cometieron un grave error estratégico, por haber actuado sin la necesaria determinación en lo que concierne la política militar, por no haberse preparado para ello, por haber llevado adelante lo que se considera una política de distensión unilateral confiando en la distensión general cuando en realidad los enemigos, especial­mente el Estado Ruso, continuaba su agresividad y carrera armamentis­ta. Dado que la ignorancia-inocencia de un Jefe de Estado Norteame­ricano, en lo que respecta a la política real del Estado Ruso, es to­talmente increíble, pues está permanentemente informado acerca del avance en la militarización de la economía rusa, de los planes tecnológicos y estratégicos, así como de las tentativas de desestabilización o/y golpes de Estado llevados adelantes por los cuerpos especia­les ruso-cubanos, etc. dicha explicación tiene un complemento necesario "los elementos antiamericanos en los Estados Unidos", "la debilidad cómplice", "la traición" de tal o tal administración, comprendido el presidente.

Dicha explicación es sumamente importante, no porque la misma explique la realidad, sino porque es con ella que se dirige la opinión publica y con la cual el Estado Norteamericano cuenta para la nueva fase militarista.

La explicación no es nueva. Nos hemos acostumbrado a escuchar a menudo "Rusia fuente del comunismo mundial", "pretende destru­ir el régimen capitalista", "detrás de toda subversión se esconde el Oso Soviético" y otras falsedades similares. Ello se acompaña con cifras (verdaderas o falsas) sobre el armamento ruso, que tienden ate­rrorizar, al mismo tiempo que se habla de las armas que serían necesa­rias "para defenderse", de "aumentar el presupuesto de Defensa", de "la necesidad de movilizar toda la nación", etc.[2]. Los que, de una forma o de otra, no  siguen esta orientación son acusados de "elemen­tos anti-norteamericanos" o de "traidores".

Con dicha historia, en cada período presidencial se consti­tuyeron diferentes grupos de generales, "hombres notables", agentes de la CÍA, intelectuales, parlamentarios para "anunciar el peligro y opo­nerse a la pasividad nacional", para "reaccionar contra el desarme unilateral de Estados Unidos", para "combatir la falta de compromiso, la retirada", "la traición frente al comunismo".

Ya durante Johnson, esos grupos tomaron una gran importancia. Nixon, que se había anunciado siempre como un gran inquisidor "antico­munista" y que definía la política del partido demócrata como de "cul­pablemente débil frente a Moscú", decepcionará rápidamente por haber continuado, como hemos visto, la línea no intervencionista. Por ello, durante su segunda presidencia dicha ideología se reconstituye en la oposición y continúa desarrollándose durante la época de Ford, para llegar a su punto máximo con Cárter, época considerada como la de la peor situación del ejército de USA.

En dicha línea y como su expresión actual más pura se encuentra el "Comitee of the Present Danger"[3], cuya posición se encuentra expresado en la obra de Robert Conquest "Present Danger" del Institut Hoover y en la del General Daniel Grahan "Shall American be defended" (“¿América será defendida?"). Con el afer de los "rehenes de Irán" y la invasión de Afganistán por el Ejército Ruso, esa orien­tación adquiere una importancia fundamental hasta culminar como teoría de la Administración actual. El propio Reagan hará la publicidad del libro "The present Danger" de Norman Podhoretz (director de la revista judía-nacionalista Commentary) que se ha transformado en un gran "best seller".  Dicho libro está consagrado a combatir lo que considera el "peligro de finlandización de los Estados Unidos", denunciando para ello "el abandono sucesivo del desarrollo de la fuerza militar ameri­cana".  Según dicho libro, en la época de Kennedy se asiste a lo que el denomina "el primer abandono". Nixon y Kissinger tendrían un rol im­portante en la "traición", en la "nueva estrategia de retirada", de "desimplicación", "de falta de compromiso", de "escudamiento, atrincheramiento"... que permite "la acentuación del desequilibrio militar en favor de Rusia". La época de Cárter es considerada por el autor, u otros escritores similares, como la del "derrumbe estratégico".

La importancia de dicha "explicación" se encuentra no en su validez real, sino por el contrario en el hecho de constituir la línea de propaganda militarista del actual gobierno y por definir tam­bién su política militar.

OPÓNGANOS A UNA "EXPLICACIÓN" QUE NO EXPLICA NADA, OTRA EXPLICACIÓN BASADA EN LAS CONTRADICCIONES DE CLASE DE LA SOCIEDAD.

Para nosotros, en todos esos discursos no hay ninguna expli­cación de fondo. Por el contrario, son parte del viejo arsenal bur­gués, consistente en aterrorizar y abombar al proletariado para forti­ficar a costa de él la unidad nacional e imperialista.

Toda esa historia entre "palomas", "halcones", y "halcones entre los halcones", palomas democráticas, republicanos, derecha e izquierda, con las cuales la burguesía ha decidido difundir su ima­gen a través de los medios de comunicación de masas, presentar las "distintas políticas posibles" ante la opinión pública, constituye una caricatura de las contradicciones reales de la burguesía. En realidad, ni las clasificaciones entre partidos, ni entre "palomas y hal­cones" reflejan la realidad ni la ayudan a explicar.

En efecto, hoy por ejemplo se nos presenta a los demócratas como débiles, como las palomas, y nosotros hemos visto que fue preci­samente durante la administración Truman, demócrata, que efectivamente hubo un ejército efectivamente preparado y en disponibilidad per­manente a la acción, que ese proceso se interrumpió durante Eisenhower, republicano, y que sería bajo la presidencia de un demócrata Kennedy, que se intentaría el retorno a la política de un ejército siempre disponible y con una capacidad de respuesta flexible.

La época de Nixon es hoy asimilada, con razón, a la de Cár­ter, y por el contrario se presenta la de Reagan como una ruptura con todo aquello (a pesar, claro esta, que se reconoce que la política Rea­gan comenzó a ser aplicada durante el último año de Cárter). Ahora sería la era de los halcones en contraposición a la de las palomas. ¿! Pero como olvidar que Nixon precisamente llega a la Casa Blanca presentándose como un "halcón" contra las palomas, como un verdadero "anticomunista" !?!

Es decir no hay coincidencia entre el Partido y la política militar llevada adelante por el gobierno, ni entre la política anun­ciada estilo halcón y la política llevada adelante a través del gobierno.

Los "demócratas" se comportan como "republicanos" y Reagan, republicano, reivindica de hecho la época de Truman, demócrata, con la utilización de la bomba atómica y la intervención en Corea y la de Kennedy con la respuesta flexible, la guerra de VietNam y la in­tervención directa en América Latina. Los halcones de hoy condenan el comportamiento de los Halcones de ayer; los acusan de haber trai­cionado, los consideran de hecho como "palomas". Al mismo tiempo la distinción "derecha e izquierda" pierde su importancia y aparece como lo que ella es en realidad, una terminología con diversas significaciones según la oportunidad. Hombres de "derecha" como Ford aparecen defendiendo la necesidad de un contacto directo con la OLP, posición considerada como de "izquierda" y hombres de "izquierda" conocidos como Norman Podhoretz se transforma en inspirador oficial (la propaganda oficial del libro de Podhoretz, antes mencionado, es hecha por una banda publicitaria donde el propio Reagan aconseja fuertemente su lectura) de la política abiertamente "halcón" del ejército (incluso "halcón" entre los "halcones").

Por lo tanto, toda esta mierda no contribuye en absoluto a explicar algo. Todas esas falsas dicotomías parten del "error" de que son los hombres políticos con su voluntad los que determinan la política militar estratégica a seguir[4], cuando en realidad, es el ca­pital que la determina, sin dar grandes libertades[5] en cuanto a opciones estratégicas, ni al tipo de política que los hombres de Estado aplicaran. Incluso, en un trabajo destinado a comprender las importantes contradicciones interburguesas de muchas naciones que se concentran al interior de los aparatos del Estado Norteamericano, las dicotomías "republicanos-demócratas", "halcones-palomas", "liberales -conservadores", "izquierda-derecha" y sus combinaciones, tendrían una importancia muy relativa, dado que las oposiciones verdadera entre fracciones burguesas las atraviesa a todas.  En el caso de este trabajo, donde, sin que signifique un desconocimiento, no se trata de ana lizar las contradicciones interburguesas, sino de explicar la política militar, dichas dicotomías no sirven para nada. Por ello, en el texto, y contra todo lo que sobre el tema circula, no hemos insistido sobre esas divisiones que se suponen explicarían los cambios estratégicos. Por el contrario, hemos presentado la estrategia del ejercíto hacia la total flexibilidad de respuesta como una continuidad fre­nada, como una misma estrategia con dificultades de aplicación.

Se sale así de la historia "explicada" entre los buenos y los malos", los "consecuentes y los traidores", a la que nos habituaron tanto Hollywood como los falsos partidos de la subversión, y se la sitúa en sus verdaderas contradicciones y, antes que ninguna otra, la contradicción fundamental: capital y comunismo, es decir burguesía que tiende irremediablemente a la guerra imperialista y proletariado como sujeto de la única lucha contra la guerra posible: la revolución comunista

Situando las cosas así, se comprende cada uno de los episo­dios como parte inseparable de una lógica de conjunto, donde la ver­dadera línea estratégica es la necesidad de tener un ejército dispuesto a todo, pronto para todo, con un conjunto de dificultades para llevar adelante ese proyecto.  A partir de eso se comprende que Nixon no es un "traidor" que era realmente imposible "ser consecuente", y se comprende el repliegue sobre los aliados y la disposición a defender exclusivamente "el centro" no como un cambio estratégico, sino como un repliegue táctico frente a la descredibilización y la desorganiza­ción parcial de la dominación burguesa en Estados Unidos. Es en este sentido, que incluso la descripción realizada en la segunda parte de este trabajo (ver Comunismo No. 8) se distancia totalmente de las efectuadas habitualmente, y qué no hemos considerado los cambios como dependientes de los planes estratégicos distintos sino muy por el con­trario hemos descripto los "planes estratégicos diferentes" al de la respuesta flexible como una teorización a posterior de la no reali­zación del proyecto inicial. (ps*. 60-62 del Comunismo anterior)

Ello significa que ninguna fracción burguesa se opone seria­mente a la línea estratégica de los "halcones" y que en realidad es frente al proletariado que la burguesía debe disfrazarse como paloma. Ello no significa solamente centrar la explicación sobre el eje cen­tral, la contradicción guerra-revolución, dándole la importancia fundamental al proletariado como único freno á la guerra efectiva, sino que significa también que será posible poner en evidencia la continuidad total, allí donde la opinión publica ha sido adiestrada para ver solamente oposiciones irremediables. Por ejemplo entre Cárter y Reagan no hay solo continuidad, sino imposibilidad de Reagan sin Carter y, como hemos dicho, la política de Reagan -supuestamente antagónica- comienza a ser aplicada, incluso antes de saber quien sería el nuevo presidente, por la propia Administración Cárter," Al mismo tiempo, puede comprenderse porqué no constituye ninguna casualidad el hecho de que solo desde la oposición los "halcones" hayan funcionado a la perfección o pueda preverse que frente a las dificultades y fracasos de la política de Reagan, que  bien pronto serán palpables, los actuales "halcones" del gobierno sean acusados a su vez de "traición" o/y de ser "palomas.

PARA COMPRENDER LA ACCIÓN DEL PROLETARIADO COMO FRENO A LA GUERRA IMPERIALISTA

No queremos ser mal interpretados: la lucha del proletariado en el mundo entero y en los Estados Unidos en particular, está dema­siado lejos de la revolución y está por lo tanto muy lejos de constituir un verdadero golpe mortal contra la guerra imperialista[6]. Lo que afirmamos es que la lucha del proletariado contra el ataque burgués, contra la mayor miseria social, contra la guerra de VietNam, contra el reclutamiento, por el ejército norteamericano, tanto al interior como al exterior de Estados Unidos, ha desorganizado parcialmente los planes elaborados por la burguesía.  

Dicha lucha ha sido siempre subestimada, la burguesía de los dos bloques tiene el mismo interés en ocultar detrás del "heroico pueblo vietnamita" o el "cambio estratégico" el secreto de la lucha contra la guerra.  Por otro lado, el idealismo acerca de las condiciones mismas de la revolución venidera, tan normal como común entre los jó­venes militantes obreros, que se imaginan que ella puede manifestarse por su propio contenido, que se oponen a la deserción y el sabotaje de hoy, en nombre de una acción futura más radical, organizada y cons­ciente, que esperan para reconocer la lucha comunista, que los obreros uniformados se organicen en soviets contra los oficiales, ha contri­buido también a desconocer la importancia de cientos de pequeñas ac­ciones que de hecho desorganizaron parcialmente y durante dos décadas los planes del ejercito más potente del mundo.

El problema, para comprender la importancia de la lucha del proletariado internacional, y en particular en Estados Unidos, contra la guerra imperialista, que ha distorsionado, frenado, los planes es­tratégicos del ejército norteamericano, no es un problema de informa­ción, pues todo el mundo ha escuchado hablar de sabotajes en el ejér­cito de Estados Unidos, de problemas de disciplina, de deserción ma­siva en el frente VietNam, cientos de miles de cartas de reclutamiento quemadas en la retaguardia, de luchas callejeras que no pueden ser paradas durante varios días, de sargentos reclutadores apedreados, de huelgas no sindicales sobre todo al final de los años 60, de sabo­tajes en la producción, de revueltas "raciales", de miles de atentados contra puestos del ejército y de la policía, de armamento en los "barrios negros", de "robos" masivos y generalizados en las mayores ciudades (incluida New York), de todos los "peor es nada" que el Estado intentó para consolar a los enviados a asesinar y morir por inte­reses que no son los de ellos (show, droga, mujer de goma ...) tratando así de evitar la desintegración total; sino que es principalmente un problema conceptual.  Todos esos elementos son conocidos, pero son comprendidos como los medios de difusión los presentan, como hechos aislados, sin su conexión profunda con la lucha derrotista revolucio­naria del proletariado y muchas veces como producidos por los elemen­tos "antiaméricanos" (léase pro-rusos), o como problemas de razas, etc.

Todas esas interpretaciones son esencialmente idénticas a la visión con la que se presentó en el mundo la lucha de clases en Chile entre el 68-73, como si fuese una lucha entre reformistas allendistas y derechistas pinochetistas, ocultando la unidad fundamental de ambos contra el proletariado, o también a la visión con la que hoy se presentan los hechos de Polonia como una lucha en donde no se ve más lejos que el statu quo o los reaccionarios y católicos discursos de los sindicalistas y se deduce por ejemplo que la "lucha del proletariado es reaccionaria porque hace el juego del imperialismo yanqui" ...  El problema de información, sin duda también importante, se agrega siem­pre a la predisposición a aceptar la visión burguesa dominante[7].

Para comprender la realidad es necesario saber:

- que jamás el derrotismo revolucionario del proletariado, se ha manifestado como tal en forma explícita y pura y que nunca podrá ser así.

- que la lucha del proletariado contra su propia burguesía, contra la guerra imperialista es inseparable de la lucha llamada "económica", de la deserción, del sabotaje de la producción y del ejército, que el deber de los comunistas es el de participar en dicho proceso real para dirigirlo hacia un nivel superior de derrotismo revolucionario: "apuntar los fusiles contra los oficiales, insurrección contra su propia burguesía".

- que ese punto culminante solo es posible como acumulación de todos los otros sintetizado con y por la acción conciente y voluntaria de la minoría de vanguardia comunista consolidada como órgano real de dirección del Partido Comunista del Proletariado.

Llegamos así a re-subrayar la importancia de las afirmaciones fundamentales hechas al principio de este texto: la salud del ejército marca el estado de desarrollo de la lucha de clases, constatación que a la vez nos impulsa a ir más lejos, a desarrollar la recíproca, relativizando totalmente la autonomía y la importancia del factor estrictamente militar en el desarrollo de la capacidad desarrollar exitosamente una guerra Dicha relativización no es una invención propia a nosotros los marxistas, sino que toda la burguesía la reconoce y ella ha sido miles de veces teorizada durante los últimos siglos, especial­mente desde Clausewitz (178O-1831). Hoy todo tratado de importancia sobre la guerra, todo curso para oficiales superiores, insiste sobre la "debilidad de una estrategia puramente militarista para llevar adelante la guerra". La potencia para triunfar en una guerra no se mide en absoluto por el factor militar strictus sensus. Se tiene en cuenta, por el contrario, el concepto de potencia global de un Estado definido por cuatro componentes: a), "la potencia económica", b) el "factor psico-social, c) la cohesión política y

d) la solidez del ejército y su logística. Las variantes existentes en las diferentes teorizaciones de la potencia guerrera son muchas, pero ellas no nos interesan aquí. Es necesario retener que todos reconocen que el factor militar es un factor dependiente de los otros.

Mirando más detenidamente cada uno de esos cuatro factores, considerados primordiales por los estrategas de la burguesía mundial, se ve que lo que siempre es crucial en realidad es "la adhesión acti­va de la población" y sobretodo -claro está- de los que trabajan en esa guerra, que no es la de ellos. Así la potencia económica de un Estado: (a) depende de la concentración y la potencia de las fuerzas objetivas de producción producidas por las generaciones pasadas de proletarios (factor que aparece casi predeterminado en la preparación de la guerra y en el cual los que la dirigen no pueden incidir) y sobre todo de las fuerzas productivas subjetivas, de la "buena voluntad" de los trabajadores a romperse el lomo más que nunca. Ello depende a su vez del factor "psico social";(b) que de hecho no es otra cosa que la dominación de la ideología burguesa sobre los obreros, su buena disposición “psíquica" a acompañar "el esfuerzo de la nación". Ese elemen­to está también indisociablemente ligado a la cohesión política (c) que no es otra cosa que la capacidad de la burguesía de contener los diferentes "problemas sociales" al interior del cuadro de los poderes establecidos. La guerra imperialista lleva al máximo el sentimiento de malestar social generalizado. Para aquellos que realizan la función social de llevar como carneros los obreros a la guerra imperialista (estructuras de propaganda y de reclutamiento del propio ejército, sindicatos, partidos políticos...) se trata de canalizar todo ese sentimiento nacido de la barbarie que engendra en permanencia el sistema capitalista para que no desborde el Estado burgués. Para que los proletarios tengan una buena disposición "psicosocial" (b) a sacrificarse por la nación, a continuar a trabajar como locos (a) a matar y hacerse matar (d) no es necesario que apoyen globalmente al gobierno, es suficiente, pero indispensable, que una gran parte de ellos crean en las oposiciones presentadas por la burguesía (militaristas vs. pacifistas) o lo que es lo mismo que consideren que existe una solución política a su miserable situación social de vida.

Dicho de otra forma, es indispensable para mantener (consi­derado con razón como sinónimo de desarrollar) la potencia global, que los obreros no le hagan la guerra al Estado y que por el contrario sean convencidos de que la solución se encuentra en la esfera misma del Estado Burgués, y en las relaciones entre ese Estado Nacional con los otros Estados Nacionales: "lucha por un gobierno más fuerte que impon­ga rápido la paz" a un Estado rival o, lo que en el fondo es lo mismo desde el punto de vista de la potencia global de un Estado, "lucha por un gobierno más pacifista" que obtendrá más rápido la paz. La guerra se hace siempre en nombre de la paz. El sindicalismo "apolítico", el pacifismo, el ecologismo,... son sin discusión también "soluciones de ese tipo, por el hecho de partir de verdaderas necesidades humanas contra la guerra sentidas por los proletarios y canalizarlas al interior del Estado burgués, Constituyen fuerzas y "opciones" indispensables para aumentar la potencia global del Estado, para llevar a buen término la guerra imperialista de destrucción.

Ahora puede comprenderse bien que la dependencia del factor estrictamente militar, es total.  La logística (d) dependen integralmente de la producción (no solo de armas sino de todo) (a), que depende a la vez del conjunto de otros factores (b) y (c). La solidez del ejército (d) en realidad no es otra cosa que la disciplina, el obedecimiento, la disposición de los trabajadores soldados a someterse, aceptando la militarización y acatando las ordenes de "sus" jefes,  es decir la adhesión general de los obreros al Estado burgués. Lo que hacen los tratados y manuales que tratan globalmente la cuestión de la guerra, es reconocer que la potencia global de un estado depende integralmente de su capacidad de someter a los trabajadores.

LA POLÍTICA BURGUESA VISTA COMO EFECTO DE RETORNO DIALÉCTICO DE LA LUCHA PROLETARIA

Con lo que terminamos de ver, la información de la cual se dispone adquiere necesariamente otro contenido.  Lo que separado, analizado[8], descompuesto por los medios de difusión de la época, no tenía ningún sentido, toma, como globalidad, una importancia fundamental para explicar la imposibilidad del Estado Norteamericano de cumplir con sus planes de militarización[9]. Las frecuentes rebeliones de soldados en el ejército contra su disciplina, que durante la guerra de VietNam no pudieron ser escondidas, pero cuyos relatos aparecían perdidos en la gran prensa, en pequeñas letras, adquieren ahora un significado totalmente nuevo. Los innumerables procesos realiza­dos contra los insubordinados, los efectuados contra los que denunciaban aspectos parciales de la barbarie hecha por el ejército norteame­ricano en VietNam adquieren otra dimensión. Los incontables hechos, que el Frente Nacional de Liberación de VietNam o Prensa Latina y en general del bloque del capital imperialista Ruso se encargó de propagandear en esa entonces, exigen una interpretación total y radicalmente diferente.

Así por ejemplo, hechos como la firma del "tratado de paz entre los pueblos de VietNam y "Estados Unidos", efectuada al principio de la década de los 70 por el FNL "de un lado" y una muy importante delegación de sindicatos y otras organizaciones progresistas "del otro lado", como la prisión de Angela Davis y otros demócratas burgueses, sobre los cuales los Estados Ruso, Vietnamita, Cubano, así como sus agentes de "izquierda" en el mundo, hicieron una inmensa propaganda[10], deben ser interpretados del lado del imperialismo del bloque ru­so evidentemente como correspondiente a sus intereses, pero del la­do de los sindicalistas y progresistas norteamericanos (dejando de lado aquellos que pudieran ser efectivamente agentes del otro bloque, sin lugar a dudas una minoría), como la obra de un sector de la burguesía que, por tener un mayor contacto con los obreros (pues su función es la del control directo contra la autonomía del proletariado), com­prendieron antes que el resto la desagregación que existía en los aparatos del Estado Norteamericano, especialmente en los sindicatos y el ejército y la necesidad de diferenciar la suerte de los sindicatos de la que ya comenzaba a soportar el ejército. Esos sectores del Estado norteamericano estarían por esa razón a la vanguardia de la posición de la necesaria desimplicación militar en VietNam. En el fondo la recredibilización de los sindicatos preparaba en los hechos una nueva fase de militarización más creíble.

Ello ayuda, al mismo tiempo, a comprender la actual oposición sindical a los medios propuestos por Reagan para la nueva fase de militarización, que se parecen demasiado a los del pasado y a descubrir que las consignas "VietNam nunca más" e "Irán nunca más”, con cuya pretendida oposición se ha dirigido últimamente la polarización en la opinión pública, tienen en realidad el mismo objetivo: responder al hecho indiscutible de que sin la adhesión activa de la población no ha­brá verdadera potencia global del Estado Norteamericano para la realización de sus intereses[11].

De la misma manera, cada uno de los principales cambios polí­ticos, en la línea del Estado Norteamericano, pueden y deben ser com­prendidos como efecto de retorno dialéctico de la lucha proletaria y solo secundariamente como resultado de la imposición de la política de una fracción sobre otra de la clase dominante[12], El pasaje a la respuesta flexible, a la preparación más efectiva del ejército norte­americano, la guerra directa en VietNam, chocaron con una enorme resis­tencia proletaria, que explica el no cumplimiento de los planes trazados por el Estado en material militar y también la adopción de un con junto de políticas directamente incompatibles (según sus propios expertos) con la guerra efectiva y la línea de la respuesta flexible. El ejemplo mas claro e impactante al respecto está constituido por la eliminación del servicio militar obligatorio (hoy -en concordancia con lo que venimos desarrollando- puesta de nuevo en cuestión) que fue votado por el Congreso para "contribuir a la pacificación de una juven­tud animada por sentimientos hostiles hacia la guerra en VietNam y hacia el ejercito"... El estado burgués formalizaba así legalmente, integrándolo en su legalidad, para recuperarlo y en última instancia transformarlo en su contrario, lo que el proletariado había conquistado en la calle (Ver sobre los Derechos Democráticos COMUNISMO No. 1).

Situando las cosas al nivel de la globalidad real y en base a sus determinaciones principales, tendencia del capital hacia la guerra imperialista, lucha proletaria contra de ésta y por la revolución comunista, se pueden comprender las diferentes tácticas políticas y oscilaciones de la burguesía del Estado Norteamericano, por lo que ellas realmente son y no como se pretende, desde los medios de difu­sión de derecha e izquierda, como si fueran diferentes opciones estratégicas. Situando las cosas a ese nivel se pueden comprender los grandes problemas existentes en la actualidad para reimponer (o me­jor dicho imponer efectivamente) la flexibilidad de respuesta y el sutil apoyo que dan a este nuevo esfuerzo el feminismo, lo que queda del Black poder, la campaña por los derechos del hombre, etc.

ELEMENTOS PARA VALORAR LA DIMENSION DE LA DESORGANIZACION MILITAR NACIONAL E INTERNACIONAL

Se necesitaría mucha más información de la que disponemos para medir con precisión el verdadero nivel de desorganización militar que ha existido en los Estados Unidos en la década del 70. Se­ría necesaria una obra muy extensa y voluminosa para sistematizar y organizar en conjunto los diversos actos de esa lucha del proletariado contra el ejército. En este texto, no podemos más que contentarnos con subrayar algunos de los elementos peor interpretados de esta lucha.

En primer lugar nos parece importante precisar que, a pesar de que la diplomacia norteamericana haya logrado "ganar la paz" en VietNam o al menos no perderla, el ejército norteamericano, según todos los informes de sus expertos, considera que ha perdido la guerra, dado que la desorganización había llegado a tal extremo que los "di­ferentes cuerpos de las fuerzas armadas habían perdido toda capacidad de iniciativa"[13]. Es importante subrayar el carácter proleta­rio que tuvieron los movimientos, sublevaciones, rebeliones "racia­les", los sabotajes y actos de insubordinación, por ejemplo, en la Marina de los Estados Unidos, sin dudas, un cuerpo de élite, de vanguar­dia al interior de las fuerzas armadas, responsable directo de centenas de masacres proletarias en el mundo. Dada las graves consecuen­cias que hubiese tenido para la moral del resto de las fuerzas mili­tares el conocimiento y el significado real de dichas sublevaciones, se intentó de todo para esconder la realidad detrás de conflictos entre "negros y blancos". En un folletín, editado en francés, un gru­po obrero ponía en evidencia, ya en 1973, la importancia revoluciona­ria de tales actos[14]: "A pesar de que esta indisciplina adopta a me­nudo la forma de un conflicto racial entre negros y blancos, dadas las condiciones en las cuales ella se ejerce tiene una considerable importancia para la revolución .... la revista alemana "Stern" sub­titula un artículo sobre la cuestión la arrogancia de los oficiales blancos de la Marina provoca las mayores sublevaciones raciales que ha conocido la Marina de U.S. agregando qué el número de incidentes por mes amenazaba la capacidad de iniciativa de la totalidad de la flota. Para protestar contra la discriminación racial los marineros negros y blancos obligaron al capitán del portaviones Constellation a volver a puerto (Stern 25-1-1973)".

Esos sucesos formaban parte de la potente ola de lucha del proletariado mundial que abarcó desde la segunda mitad de la década del 60 hasta 1973, lo que nos conduce a subrayar, en segundo lugar, la importancia de la desolidarización del proletariado occidental con la política de "su propio" bloque imperialista, por medio de la lucha abierta contra "su propio" Estado que participaba directa e indirectamente en la política del ejército Norteamericano. La lucha contra la política imperialista, que "su propia burguesía" llevaba adelante en Vietnam, en Santo Domingo, en Cuba.., constituyó una contundente contribución, derrotista-revolucionaria, a la lucha del proletariado de América del Norte y en muchos casos la precedió, la superó y la guió.

Aquí también, como en todo episodio fundamental de la lucha de clases, la burguesía ha hecho lo posible para esconderlo, falsifi­carlo, distorsionarlo, liquidar su contenido. Como siempre, la burguesía representada por el Estado Norteamericano, presente en cada uno de los países, ha hecho todo lo posible para presentar esas lu­chas como sinónimos de pro-rusas, de "comunistas" que quieren una so­ciedad tipo URSS, China o Cuba[15]. Dicha versión le  conviene también al bloque imperialista constituido por los integrantes del Pacto de Varsovia y asimilados. Toda política derrotista revolucionaria del proletariado es combatida diciendo que sirve, e incluso que es dirigida, por el bloque adverso y sería imposible, utópico, el pretender que dicha lucha obrera contra su "propia" burguesía no sea infiltrada por los agentes del otro bloque (cuando los bolcheviques adoptaron posiciones derrotistas, fueron acusados en Rusia de servir al Estado Ale­mán, y al mismo tiempo el Estado Alemán pretendió utilizar dicha po­lítica para sus fines propios[16]).

A ello solo puede contraponérsele el desarrollo de la organización internacional del proletariado, el derrotismo revolucionario en todos lados simultáneamente, principal enemigo de la política na­cional e imperialista de derrotismo de un solo lado.

En esta óptica queremos destacar que ha sido la lucha obrera la que ha impedido, en América Latina, el envío masivo de tropas desde los diferentes Estados de la región a Corea, como lo pretendía la burguesía de todo el continente (hubo, si, algunas tropas enviadas con ese fin, pero los grandes problemas de disciplina planteados, impidieron la masificación de la experiencia); que en la época de Johnson -principio del repliegue sobre los aliados- la lucha del proletariado impi­de de nuevo el envío masivo de tropas a VietNam; que en 1965 la lucha contra la política imperialista de la burguesía de todos los países del continente da un enorme paso adelante (que conocerá su apogeo en 1968-73) en el cual encontramos por primera vez, desde los años 20, que la unidad indiscutible de la lucha contra la explotación y la lucha contra la política imperialista y militar de "su" burguesía es asumida, conscientemente, como tal, por los proletarios de más de 20 países. La invasión de Santo Domingo por el ejército norteamericano, secundado por fuerzas de intervención del resto de los Estados de la OEA, fue el ele­mento catalizador que permitirá ese salto cualitativo en la lucha del proletariado latinoamericano y norteamericano contra la explotación y contra la política imperialista de los Estados de América Latina y de Estados Unidos en VietNam y ejecutada por el ejército de ese país. Los gloriosos motines de los obreros negros en Watts, Los Ángeles, que en agosto de 1965, dieron la señal para su expansión por todo el país (Newark, Detroit ...) y de lo cual no se salvó ni el propio ejército de Estados Unidos ese mismo año, se inscriben, sin discusión posible, en el mismo movimiento y la misma lucha de los obreros bolivianos (huel­gas generales y acciones de terrorismo revolucionario durante todo el año en todo el territorio) y es inseparable con la respuesta dada por el proletariado en ese año en todos los puntos de América y el mundo[17].

En tercer lugar debemos subrayar, que lo que ha permitido a la burguesía decir que en muchos casos se trataba de lucha de razas, que eran los negros que luchaban contra la guerra, tenía como base objetiva el hecho de que era principalmente el proletariado de raza negra el que luchó con más decisión contra el Estado en los Estados Uni­dos, dándole un ejemplo a toda la clase, que era principalmente en los barrios donde la mayoría son proletarios negros que se escondían los desertores y los que no se presentaban y que eran también ahí donde estaban los escondites de los que la policía buscaba como "bandas armadas de extremistas". Recordemos que los jefes de la represión aseguraban que "todos los meses descubrimos una nueva banda guerrillera"[18].

En los hechos nada podía ser más normal, que el proletariado negro haya estado a la vanguardia de la lucha contra "su" Estado, "su" ejercito y la guerra de VietNam, pues constituía la capa del proletariado mas bestialmente golpeada por la realidad de la crisis y la gue­rra imperialista:

- el capitalismo racista golpea con su miseria aún  más violentamente a los trabajadores negros. El esfuerzo militar, la guerra de VietNam implicaba el concebido ajuste de cinturones para todo el prole­tariado, pero éste golpeaba particularmente a los proletarios (desocupados, obreros, empleados, etc.) negros;

- el gobierno invocaba directamente la guerra de VietNam para suspen­der una serie de reformas proyectadas antes y que según sus patrocinadores conducirían "a la igualdad entre las comunidades blancas y negras"[19]

- el porcentaje de negros enviados a matar y morir en VietNam, con respecto al conjunto de soldados, era muy superior al de la minoría negra en los Estados Unidos en relación a la población total;

- las pérdidas en vidas humanas golpeaban más brutalmente a los de raza negra: ¡los soldados muertos de raza negra llegan al 40% del total de soldados muertos en la guerra de VietNam !

Con razón esto fue comprendido, por el proletariado negro y blanco, de todos los continentes como un genocidio racista, y denunciado como tal.

En cuarto lugar queremos subrayar que, si bien en comparación con las luchas de los años 68-73, el reflujo general sigue en el mundo (a pesar de los grandes movimientos como en Irán, El Salvador, Polonia) entero, y en Estados Unidos en particular, el fantasma del comunismo reemerge y se sigue manifestando en el corazón mismo del ejército Nortea­mericano, por los enormes problemas de reclutamiento que existen en el mismo, que lejos de haberse solucionado luego de la eliminación del ser vicio militar obligatorio, se ha agravado y ha llegado a su punto más crítico en el año 1979.                                                                                        

He aquí lo que dice la prensa burguesía en 1980: "Todos los informes coinciden: el  problema crucial del ejército americano es un pro­blema de reclutamiento. Un escándalo reciente ha puesto al desnudo el hecho de que sargentos reclutadores incapaces de alcanzar la cuota que el ejército les fija, desconocían expresa y sistemáticamente los criterios de reclutamiento y hacían firmar contratos a débiles mentales y a analfabetos[20], a veces incluso con la amenaza o/y la intimidación. Los jóvenes americanos están asqueados del ejército[21]. En los hechos explica un oficial de alta graduación del Pentágono, "la clase media"[22] ha dicho claramente "NO" al ejército. De todas las carreras es, con certeza, la que atrae menos jóvenes ambiciosos que se apuran a hacerse un lugar entre los cuadros.  ¿Quiénes se meten en el ejército? Solo los que no saben hacer nada más, dicen los cínicos. Y es casi verdad: 40%  de los reclutas son negros infraeducados. No hay que ex­trañarse de ello, es en la comunidad negra y principalmente entre los jóvenes que la desocupación es más aguda y una de las principales cau­sas de la desocupación de los negros es la infracalificación profesional. Al menos el ejército les ofrece la ocasión de aprender un oficio; no es por nada que se le llama la escuela del pobre! Pero el problema de reclutamiento se agravó aún más el año pasado; por primera vez, nin­guna de las tres armas, ni tampoco los Marines, lograron alcanzar sus objetivos; los aviones quedan clavados en el suelo por falta de pilo­tos y muchos navíos están inmovilizados por falta de personal. La Marina sola tiene un déficit de 20.000 oficiales. El problema de los reservistas es grave. Una reciente encuesta parlamentaria demuestra que sería imposible compensar las pérdidas sufridas en las primeras sema­nas de un conflicto de gran envergadura; faltaría un millón de hombres luego de 90 días de combate[23]. Más grave aún es la tasa elevada de abandonos. Apenas terminado el plazo estipulado por contrato, los re­clutas abandonan el ejército y pasan al sector privado"[24].




[1] Durante esos 5 periodos presidenciales, el crecimiento de los gastos militares en precios constantes es casi nulo (entre 0,5 y 0,3 % según las fuentes) mientras que en ese mismo periodo el aumento de los gastos militares de la URSS fue de 3,3%, el de los otros países del Pacto de Varsovia de 7,4%, el de el Medio Oriente 15,3%, el de África de 16.6%

[2] Ningún Estado llama a las cosas por su nombre. A nadie se le ocurriría tener un Ministerio de la Agresión, del Ataque ... sino

que todos tienen un Ministerio de Defensa. El bloque imperialista ruso hace exactamente lo mismo, su política imperialista, armamentista, militarista se hace en nombre de una su puesta "lucha de defensa de la paz" contra "el capitalismo y la agresión imperialista norteamericana".

[3] "Comité acerca del peligro presente" que cuenta entre sus miembros más funestamente distinguidos a: Eugen Rostov, David Packard, PaulNitze, Lane Kirland ...

[4]  Nosotros rechazamos la idea dé que ese “tipo de explicación" constituya exclusivamente algo creado para la publicidad, en lo cual la propia burguesía no cree.  De hecho, ellos creen, es el propio ho­rizonte político burgués, el de la opinión pública, que les impide ver más lejos.

[5] Sucede lo mismo que en todas las grandes libertades burguesas. La libertad de empresa no le permite al capitalista jugar con su

capital. Al contrario es el capital el que se toma la libertad de o­bligar al burgués a valorizarlo a un ritmo (tasa de ganancia) adecua­do: si no lo hace, la quiebra, lo sanciona y el burgués, como burgués, desaparecer.

[6] "Lejos" desde el punto de vista de su generalización, de su fuerza, de su contenido explícitamente comunista y no "lejos" en el tiempo.

[7] Este es un problema fundamental indispensable a superar en la unidad del proletariado mundial. Particularmente ejemplar de ello es la visión con la que en toda Europa se concebían las luchas en Africa, Asia, América (y que hoy sigue siendo dominante) y con la que la Tercera Internacional, siguiendo la línea de la Segunda, no rompió. Ver Comunismo No. 7 Memoria Obrera: “La izquierda Comunista en la India".

[8] El pasaje del todo a las partes sin la comprensión de la globa­lidad, por el cual se pierde no solo el sentido de la relación dialéctica entre cada uno de los elementos, sino también el de todo lo que esa globalidad tiene de substancial, es producido por el propio desarrollo de la sociedad del capital (es un procesó paralelo al de la permanente deshumanización del hombre social, la individualización burguesa y la reconstitución de una totalidad ficticia en la democracia, o, visto de otro lado, al de la reducción de la producción a la producción de productos privados y su socializa­ción anti-social a través de la mercancía) y los analistas políticos, los periodistas, y toda esa repugnante resaca, dedicada a interpretarnos lo que pasa en el mundo, no son más que sus ejecutores.

[9] Esta globalización no ha sido aún realizada, lo que pone otra vez más en evidencia la falta de organización del proletariado en Partido, a pesar de que ésta exista bajo su forma no desarrollada (embrionaria) de grupos comunistas. Dicha globalización no es solo una cuestión teórica, a pesar de que dicha teoría sea también importante y haya constituido una tarea permanente de las fracciones comunistas. En efecto la organización y la dirección centralizada del proletariado implica que el contenido revolucionario (incomprensible como tal en los hechos aislados, sensible a partir de la globalización teóri­ca), se presenta directamente como contenido y fuerza. En esas con­diciones la globalización revolucionaria no es un hecho a posteriori, dado que en cada acción el actor no es más el actor particular (grupo de obreros, con o sin uniforme) con su conciencia siempre enormemente limitada y dominada por la ideología burguesa, sino que ella es directamente fuerza actuante centralizada orgánicamente y por ello capaz de dirigir acciones que por sus condiciones serán necesariamen­te descentralizadas desde el punto de vista geográfico, como una globalidad conciente y universal. Sin ello, sin el Partido Comunista Mundial, los obreros podrán triunfar en una insurrección (como en Ru­sia en el 17) pero jamás podrán realizar la revolución social.

[10] Por ejemplo en setiembre de 1971 bajo el gobierno de Allende se reunieron en Chile representantes de todos los países del mundo

que sostenían dicho proceso de "paz" y los firmantes de la misma fueron presentados a las masas chilenas en la calle por el propio Allen­de y los representantes de su régimen intentarán hacer saltar las lágrimas por Angela Davis.

[11] Por razones cuya explicación supera las posibilidades de este texto, la no realización de los intereses del principal centro

del capitalismo mundial es muy relativa y ha sido ampliamente exage­rada sobretodo adentro mismo de los Estados Unidos. En general, la no realización de ciertos intereses directos e inmediatos (políti­cos), más que nada por compromisos anteriores con ciertas fraccio­nes caducas del aparato de opresión en VietNam y en Irán, no ha significado un verdadero sacrificio de los intereses más globales y económicos,

[12] Por más aguda que sea la lucha interfracciones siempre tiene el límite de la lucha conjunta contra el proletariado amenazante y la potencia de una fracción sobre otra siempre es directamente pro­porcional no solo a su potencia económica, sino a su capacidad de controlar a los proletarios, de presentar su propio proyecto político y económico como el proyecto en general, para el público en general, disolviendo así a su amenazante enemigo histórico en el pueblo.

[13] Esto es considerado real tanto en la Aviación como en la Marina y el Ejército: pero no en los Marines.

[14] "Lordstown 72  o los disgustos de la General Motors" editado por "Los amigos de 4 millones de jóvenes trabajadores".

[15] Como se hace hoy al presentar toda lucha del proletariado de los países del Este o. en Cuba como proamericanas, prooccidentales, etc

[16] Fue por esta razón que el Estado Alemán dejó pasar por su territorio a los militantes rusos, mencheviques y bolcheviques conside­rados derrotistas.

[17] He aquí una lista, ciertamente incompleta, de las localidades de Amé­rica Latina en donde entre la invasión de Santo Domingo (mayo 1965) y los movimientos de Watt (agosto 1965) hubo movimientos masivos, huel­gas, manifestaciones violentas, enfrentamientos con las fuerzas del orden burgués, ataque de los locales del ejército, de los sindicatos del régimen, de la policía, en los cuales los participantes y protagonistas señalaron explícitamente la unidad de la lucha contra la explotación y la lucha contra la política de "su" Estado y la del Estado Norteamericano: Santiago (Chile), Rosario (Argentina), Lima (Perú), Turen y Esteller (Venezuela), Panamá (Panamá), San Francisco de Macorsi, Santo Domingo (República Dominicana), Guatemala (Guatemala), Avellane­da-Buenos Aires (Argentina), Bogotá (Colombia), Pereira (Colombia). Era el prólogo de 1968-73.

[18] Declaraciones de Mc Guerre, jefe de policía de Illinois en 1971, a un periodista. A continuación agregaba "Observe las operaciones de la policía de esta nación y ¿qué es lo que usted ve? Cascos, mascaras y vehículos blindados. Nuestras jefaturas de policía se han convertido en fortalezas defendidas con barricadas. En los tribunales de nuestra nación tenemos que poner guardias armados hasta los dientes. Los allanamientos para buscar bombas son actualmente servicios de rutina..." Según informaciones oficiales, por ejemplo durante 1970, solamente en el Estados Washington "hubo no menos de 1450 acciones guerrilleras".

[19] Ver "De L'oncle Tom aux Panthères Noires" de Daniel Guérin pgs. 250 y siguientes.

[20] También ha sido descubierto que muchos sargentos, para poder llegar a las cuotas exigidas, hacían en nombre de los candidatos y en forma anticipada los test de admisión, de tal manera que los candidatos eventuales tenían aprobada la admisión, en los hechos sin ningún test ni control.

[21] Otro periódico expresa la realidad en forma aún mas prosaica: "en las cafeterías, en los liceos, los reclutadores son bombardeados

con queso blanco y se les aconseja gentilmente de meterse sus prospec­tos sobre el ejército en el agujero del culo... Se asiste a una muy neta decadencia del sentimiento patriótico y la opinión más generalmente compartida es que, el ejército solo es una buena ocupación para los retardados y tarados".

[22] "Clase media" son considerados los que han hecho estudios secunda­rios.

[23] La cifra de un millón de hombres uniformados en menos con respeto a las necesidades, es utilizada a menudo en las informaciones sobre el problema.  La misma, es sin embargo considerada, demasiado modesta por algunos ("halcones") que llevan esa cifra al doble o al triple.

[24] Esta larga citación ha sido tomada de "Le Soir Illustré"


CO9.4.1El ejército y la política militar de los Estados Unidos (2)

Tercera Parte : Nuestra explicación.