“Nuestro objetivo final es la supresión de todo Estado y por consiguiente, de la democracia” - Engels, 1894

A medida que la burguesía mundial se ve cada día mas confrontada a la realidad de su crisis histórica, a medida que la agravación de esta crisis determina más y más a la clase obrera a entrar en lucha contra su enemigo mortal; se suceden a un ritmo acelerado las campañas de la burguesía, para preparar material e ideológicamente la guerra imperialista generalizada: campañas por los “derechos del hombre”, campañas “antiterroristas” (formula cómoda para amalgamar toda violencia sin determinar su naturaleza de clase), campañas “antifascistas”, ...todas estas campañas forman parte en realidad de la misma tentativa de la burguesía, tanto del este como del oeste, de reconstituir la unión nacional (todas las fracciones burguesas confundidas) en el Estado nacional de la constelación de Estados.  Esta voluntad permanente de la burguesía de disolver al proletariado dentro del “pueblo”, de negar explícitamente los intereses “egoístas” de la clase obrera en nombre de “la nación entera”, de no dirigirse sino a los “ciudadanos”, es la afirmación más manifiesta y más universal del reinado de la democracia, del reinado de la dictadura del capital.

Desde hace varios decenios, la burguesía actúa globalmente en la misma forma para atomizar al máximo a cada proletario, para hacer de él un completo esclavo del capital, sometido totalitariamente a su dominación material e ideológica.  ¡A la invariancia del programa comunista corresponde la invariancia de la contrarrevolución! Esta táctica invariante de la burguesía consiste en desviar los antagonismos de clase, proletariado contra  burguesía, hacia polarizaciones exclusivamente Inter.-burguesas tales como “bonapartismo” (o monarquismo) contra republica, fascismo contra antifascismo, gobiernos “fuertes” contra gobiernos “débiles”, que no son en realidad más que diferentes formas de la dictadura del capital, de la dictadura del Estado burgués. Ahora bien, el más superficial análisis muestra claramente como ningún polo de estos antagonismos cuestiona el sistema de producción mercantil, la esclavitud asalariada. En la misma medida en que ellos son presentados a los ojos mistificados del pueblo (según la vieja y excelente receta del maniqueísmo cristiano que tanto ha servido a los sistemas de explotación); en esa misma medida, la realidad de su contenido de clases es la misma: la defensa exclusiva de los intereses de la clase burguesa.

Para el proletariado, en tanto que no se haya organizado en clase dominante, el Estado será siempre el Estado de la burguesía, Estado que deberá destruir violentamente, sea cual sea la mascara liberal, popular, “obrera”, fascista... que este Estado adopte para esconder el mismo rostro odioso. Todas las teorías del  “mal menor” que tratan de hacer escoger al proletariado “ a pesar de todo” uno de los dos campos burgueses “menos malo”, más “socialista”, incluso “etapa necesaria”, ... deben ser entendidas por el proletariado como lo que son: ¡armas de la contrarrevolución responsables de millones de asesinatos de proletarios en el mundo entero!

Todas estas teorías que tienen como objetivo presentar al proletariado “alternativas”, “atajos”, “etapas”, siempre bajo el pretexto de combatir al “enemigo principal del momento”, para arrastrarlo a las alianzas anti-natura con una u otra fracción burguesa considerada en la ocasión como “progresista” o como menos “reaccionaria”, tienen en común:

o       El rechazo o la falsificación de la teoría marxista del Estado;

o       La incomprensión visceral de la democracia, verdadero “modo de vida” de la dictadura del capital, ligada  en su esencia misma a la sociedad mercantil y por lo tanto a la dictadura del trabajo muerto sobre el trabajo vivo, independientemente de las formas que pueda adoptar esta dictadura;

o       Y en consecuencia, la imposibilidad de aprehender la estrategia, las tácticas y los métodos de la lucha realmente obrera, los cuales son los únicos que permiten a la clase obrera afirmarse como fuerza autónoma antagónica a todas las demás.

Estas incomprensiones conllevan necesariamente al frentismo interclasista, al reformismo parlamentario, al programa mínimo o de transición, en una palabra al democretinismo.  (Encontramos aquí todas las características de todas las corrientes burguesas radicales que se expresan en nombre del proletariado, tales como el trotskismo, el maoísmo, las corrientes burguesas del anarquismo). 

Puntos centrales de la concepción marxista del Estado

Los puntos centrales de la concepción marxista del Estado son un producto de la historia, que se han afirmado en cada experiencia obrara con más y más claridad, en ruptura contra el programa de la contrarrevolución, en ruptura con todas las tentativas de revisión, de “modernización” o de momificación de la concepción marxista del Estado.  Esta concepción, expresada en su forma más clara por Marx y Engels (1) particularmente explicita, después de la experiencia de la comuna  de Paris, ha sido sistemáticamente deformada, desnaturalizada por la social – democracia (Lasalle, Bernstein, Kautsky, Millerand, Vandervelde, ...). El anarquismo (Kropotkin, Jean Grave, Pelloutier… ) hermano enemigo de la socialdemocracia, tiene también una gran responsabilidad en la deformación sistemática de la experiencia obrera en cuanto a la necesidad que tiene la clase obrera de organizarse en clase dominante y por lo tanto en Estado Obrero. La comuna de Paris, en efecto, mostró definitivamente el rol contrarrevolucionario  de la ideología anarquista, mostrando la completa bancarrota del federalismo y del gestionismo proudhoniano. (En la comuna de Paris, los proudhonianos eran los peores conciliadores).  Y fue a Lenin a quien tocó intentar la restauración teórica y práctica de estos logros programáticos de nuestra clase, en su obra fundamental “El Estado y la revolución” anticipándose en algunos meses a la insurrección proletaria de 1917, a la instauración de la dictadura del proletariado bajo la dirección del partido bolchevique, o más exactamente, de su fracción de vanguardia, agrupada alrededor de Lenin y Trotsky.

El hecho de recordar así la línea histórica invariante del programa revolucionario no se sitúa en la línea de la fetichización / ideologización de tal o cual jefe proletario del cual cada escrito sería el evangelio de la revolución de mañana.  Por el contrario, la verdadera invariancia se afirma a través de la historia por medio de las rupturas sucesivas con las concepciones y prácticas burguesas, para colocar, cada vez con más claridad, en primera línea el programa de la revolución – implícito desde las primeras luchas obreras – opuesto al de la contrarrevolución (2).

En este sentido, las posiciones de los comunistas sobre esta cuestión pueden resumirse así:

Es la división de la sociedad en clases antagónicas – producto ella misma de la división del trabajo y de la autonomización del valor de cambio – la que determina la existencia, la necesidad de un Estado. Este es por lo tanto un producto histórico ligado, como las clases mismas, al desarrollo histórico de la producción. En consecuencia, a la desaparición de las clases – a la sociedad sin clases – corresponde necesariamente la desaparición, la extinción de todo Estado – la sociedad sin Estado, la comunidad humana –.

El Estado no es un órgano “neutro”, de arbitraje, que se encontraría por encima de las clases. Es un órgano de opresión, de dominación de una clase sobre las demás.

“Según Marx, el Estado es un organismo de dominación de clase, un organismo de opresión de una clase por otra; es la creación de un ‘orden’ que legaliza y afirma esta opresión moderando el conflicto de clases” (Lenin, “El Estado y la revolución”).

El Estado se presenta y es representado por sus múltiples defensores como si fuera únicamente un órgano de conciliación de clase, que planeara, neutro, por encima de ellas. Esta mistificación no tiene más objeto que camuflar el hecho de que el Estado tiende siempre a contener, a conciliar los antagonismos de clase dentro de los limites razonables para él, - es decir, que no ponen en cuestión su dominación –. Esta conciliación se efectúa siempre según el interés exclusivo y global de la clase dominante; siendo el Estado siempre el Estado de una sola clase.

Solamente el Estado obrero, es decir el proletariado organizado mundialmente en clase dominante, podrá afirmar abiertamente su naturaleza de clase y su proyecto social: la dictadura del proletariado para la abolición del trabajo asalariado (es decir, para la negación violenta de la democracia).

El Estado es así una fuerza nacida de la sociedad de clases y constituida principalmente por los “destacamentos especiales de hombres armados que disponen de prisiones, etc.” (Lenin). Esta fuerza al servicio de la clase dominante – cuyos componentes son tanto el terror violento como el terror más “ideológico” – no puede ser destruida más que por una revolución violenta, por otra fuerza de clase que instaura su propia dictadura por el terror revolucionario. Para el proletariado, clase revolucionaria y explotada de la sociedad moderna, no se trata por tanto ni de “ocupar” el estado burgués, ni de “transformarlo”, ni de “apropiárselo”,... sino de destruirlo completamente.

“Es claro que la liberación de la clase oprimida no sólo es imposible sin una revolución violenta, sino también sin la supresión del aparato de poder del Estado que ha sido creado por la clase dominante”. (Lenin)

En el modo de producción capitalista que domina sobre todo el planeta desde hace varios siglos, el Estado es el Estado burgués, al servicio de las relaciones capitalistas de producción. Sea cual sea la forma que pueda adoptar su dictadura, ésta es siempre la dictadura del capital y sólo puede ser destruida por la violencia obrera conducida y dirigida por el partido comunista mundial.

Esta permanente naturaleza dictatorial de la dominación capitalista, determina que el programa de la revolución comunista debe necesariamente ser:

·         Anti-frentista (autonomía del proletariado).

·        Anti-nacional (los obreros no tienen patria).

·        Violento (al terror de la burguesía, el proletariado opone su propio terror de clase).

·        Anti-democrático (porque suprime despóticamente todos los presupuestos materiales de la democracia: la mercancía, el asalariado... y al mismo tiempo, constituye la comunidad humana mundial).

Democracia: modo de vida del capital (3)

La historia misma de la democracia (“poder del pueblo”, “de los ciudadanos”)  está indisociablemente ligada a la división de la sociedad en clases. Ella nace a partir del momento en que hay división entre los hombres, apropiación de los bienes materiales y disolución de la comunidad por los intercambios. Es decir, que ella nace con la propiedad privada, con los “individuos” ya producidos – que han perdido su unidad orgánica original con la comunidad (4) –, con la formación de la sociedad en clases y con la formación del Estado.

A partir del momento en que es destruida la comunidad primitiva, el ser humano se separa, se enajena más y más de su producción, de los otros y de sí mismo. Como decía Marx, el hombre se separa de lo más humano que hay en él. Pero mientras más separado está el ser humano, mientras más reificadas están sus relaciones – cuya alienación encuentra su punto culminante en la condición del obrero moderno –; tanto más la sociedad debe reconstituir una unidad  ficticia, una nueva “comunidad” que reemplace artificialmente al desaparecido comunismo primitivo. Esta unidad es lograda por el capital dentro de la comunidad material: la comunidad de las mercancías, de los no – hombres.

“La clase propietaria y la clase proletaria representan el mismo estado de enajenación del hombre. Pero la primera se complace en esta situación, ella encuentra ahí su confirmación, ella concibe la enajenación como su propio poder y posee en ella la apariencia de existencia humana. El proletariado, por el contrario, se siente anulado por esta enajenación, ve en ella su impotencia y vive la realidad de una existencia inhumana. Para emplear una expresión de Hegel, el proletariado se encuentra en la decadencia. La revuelta contra esta decadencia, a la cual se ve empujado necesariamente por la contradicción entre su naturaleza humana y su existencia vital, es la negación manifiesta, decisiva y total de esta naturaleza”  (Marx, “La sagrada familia”, 1845).

Es precisamente esta contradicción entre “su naturaleza humana y su existencia vital” la que trata de conciliar la democracia en el seno de su comunidad material, donde, para el capital, los obreros no son más que mercancías valorizadoras de otras mercancías.

Desde su origen, la democracia se encuentra ligada en su esencia misma a la mercancía. De la misma manera que la democracia trata de reconstituir, de manera mítica, la desaparecida comunidad, reconciliando lo inconciliable: las dos clases antagónicas, así la mercancía debe reconciliar en una misma envoltura material su contradicción mortal entre valor de uso y valor de cambio. Es esta misma contradicción entre valor de uso y valor de cambio la que se reproduce aún más claramente entre el trabajo individual del productor y el aspecto necesariamente social que debe adoptar este trabajo.

La contradicción de la democracia entre su tentativa de disolver, de negar violentamente las clases, y el hecho de que en la práctica debe enfrentarse continuamente a la clase obrera en reconstitución, es por tanto la misma contradicción que opone en forma cada vez más aguda el valor de uso al valor de cambio. La democracia aparece entonces como un medio de conciliar los contrarios, como la fuerza política más apta para unir lo que ha sido dividido. Ella representa la conciliación entre la vieja comunidad desaparecida y la nueva sociedad. La mistificación reside en la aparente restitución de la unidad perdida.

Esta conciliación evidentemente no se lleva a cabo sin dolor, sino al precio de la utilización sistemática de la violencia y del terror de Estado, en base a los cuales la clase dominante logra imponer la unidad aparente en la “nación”, el “pueblo”, el “Estado popular”…

Democracia y mercancía se desarrollaron juntas a través de la historia. Juntas perecerán, destruidas por el proletariado, que al destruir la producción mercantil, destruye la democracia y realiza la unificación del hombre consigo mismo y con la especie: el comunismo, la comunidad humana.

* * *

La democracia se afirma  y se purifica a medida  que  la  propiedad  privada  se  generaliza y a medida que las clases aparecen con más claridad. En la sociedad antigua por ejemplo, la democracia estaba limitada a los "ciudadanos" -a  los miembros de la ciudad, es decir, de la clase dominante- excluyendo a los esclavos, que no eran conside­rados como seres humanos.  Con el desarrollo de las fuerzas producti­vas se fue autonomizando el valor de cambio (de su soporte material, el valor de uso)  para culminar en la reversión capitalista, en la cual la mercancía  no es más que un intermediario -dinero/mercancía/dinero- de -la acumulación capitalista. Es por tanto en el capitalismo que la de­mocracia, es decir la atomización del hombre completamente sometido al capital y organizado en medio de una comunidad ficticia, alcanza  su  apogeo y su universalidad.      

En efecto, únicamente el capitalismo puede .permitir la generalización a todo el mundo de la democracia, puesto que impone a cada proletario individualmente, como única solución para vivir, la venta de su fuerza de trabajo a cambio de un salario que le permita reproducir­la socialmente. Es este el primer modo de producción basado sobre una relación de producción: el asalariado-, que al mismo tiempo que libera al siervo de su atadura a la gleba, para hacer de él un proletario, somete a éste totalmente al capital, que dispone de él enteramente hasta el extremo de eliminar a millones de proletarios (en 1979, ¡12 millones de niños murieron de hambre, según UNICEF!) que desde el punto de vista del capital son exedentarios.

De la misma manera, todo aquello que para el capital son derechos del hombre, libertad. No significa en realidad sino la imposición cada vez mayor de la esclavitud asalariada. Marx lo subrayaba ya: "Primero que todo constatamos el hecho de que los pretendidos derechos del hombre, distintos de los derechos del ciudadano, no son nada más que los derechos del miembro de la sociedad burguesa, es decir, del hombre egoísta, del hombre separado del hombre y de la comunidad (...) La aplicación práctica del derecho de libertad es el derecho de propiedad". (Marx "La cuestión judía", 1844)

En nuestro, mundo  ¡LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD!

"Pero, la esclavitud de la sociedad burguesa es, aparentemente, la mayor libertad, puesto que es, aparentemente, la independencia acabada del individuo para quien el movimiento desenfrenado, libre de las trabas generales y de las limitaciones impuestas al hombre, de los elementos vitales de los cuales ha sido despojado. Por ejem­plo la propiedad, la industria, la religión etc.; es la manifesta­ción de su propia libertad, cuando en realidad no es otra cosa que la expresión de su absoluto sometimiento y de la pérdida de su ca­rácter humano.  Aquí, el privilegio ha sido reemplazado por el derecho"  (Marx "La Sagrada Familia" -subrayado por nosotros-).

Es claro que la democracia  no excluye de ninguna maneja al Estado, a la dictadura de clase. Por el contrario, ella es su funda­mento mismo.  En efecto, quien mejor que el Estado capitalista para regular las relaciones entre los individuos atomizados dentro del cuadro del sistema (en nombre del interés "común" de la comunidad ficticia), para garantizar a la vez el poder a la burguesía dominante.

En nuestra época, "la época de la burguesía (que) se distin­gue sin embargo por la simplificación de los antagonismos de clase" y en la cual "la sociedad toda entera se divide de más en más en dos vastos campos enemigos, en dos grandes clases diametralmente opuestas: la burguesía y el proletariado" (Marx), la democracia es la mayor tentativa (5) material e ideológica de negación de las clases, de negación de la existencia en la sociedad civil de intereses irremediable­mente antagónicos, y esto, con el objeto de no tener que tratar .sino con simples ciudadanos -electores- vendedores-compradores-consumido­res-...  Así, cuando la democracia logra hacer de cada proletario un perfecto ciudadano, vendedor de su fuerza de trabajo y comprador de mercancías, logra negar a la clase obrera en tanto que clase, en tanto que fuerza orgánica autónoma.

El ideal del capital es el reino de la no-clase, el reino del ciudadano. La democracia permite así preservar la libertad que tiene cada ciudadano de vender su fuerza de trabajo (en particular, reprimiendo las huelgas u otras formas de lucha obrera), al mismo tiempo que garantiza, de la mejor manera posible, por medio de su estado, el mante­nimiento del modo de producción capitalista y la dominación de la bur­guesía.

Vemos así por que la democracia está indisociablemente liga­da al asalariado y por que la una no se explica sino por el otro, donde hay producción mercantil generalizada, asalariado, hay dictadura del capital, democracia.

El comunismo contra la democracia

Se puede definir con Marx el comunismo acabado como "la su -presión positiva de la propiedad privada, y por lo tanto de la auto-enajenación humana, (como) la reapropiación real de la esencia humana por el hombre y para el hombre.  Es el retorno completo del hombre a sí mismo en tanto que ser-para-sí, es decir, en tanto que ser social, humano; retorno conciente que se logra conservando toda la riqueza del desarrollo anterior".  (Marx "Manuscritos de 1844-").  El comunismo su­prime al individuo para realizar al ser humano.

El proyecto social comunista es fundamental y directamente antidemocrático, puesto que tiene como objetivo, desde ahora, la recons­titución de ser colectivo, "das gemeinwesen" del hombre en y por la comunidadhumana.  Desde el momento en que el proletariado se consti­tuya en clase para-sí, en partido, se .estructura de hecho en un nuevo ser colectivo, que actuando en función de sus intereses históricos -la sociedad sin clases- prefigura la comunidad humana. Con mucha mayor razón, la dictadura del proletariado, transformación autoritaria de las relaciones de producción, abolición conciente y progresiva del asalariado, se opone por principio a la democracia.

"Constantemente sé olvida que la supresión del Estado es también la supresión de la democracia, que la extinción del estado es también la extinción de la democracia" (Lenin "El Estado y la Revolución").

Mientras más avanza hacia el comunismo el período de transi­ción, más se extingue el estado obrero, más se suprime la democracia. Después de la .toma del poder por la violencia y por el terror, el proletariado no tiene necesidad de democracia, y esto no porque las cla­ses hayan desaparecido de la noche al amanecer, sino porque no debe haber más camuflaje de la dictadura, no debe haber más mistificación. Desde que el proletariado se organiza en clase dominante, en Estado, comienza la unificación de la especie, comienza la formación de la comunidad, y por tanto, comienza la negación de todas las separaciones que daban cuerpo a la democracia.

Exigir la democracia, aunque sea "obrera", equivale a tratar de hacer marchar la rueda de la historia para atrás, hacia el capitalismo. ¡Proletariado y democracia expresan el mismo antagonismo que proletariado y burguesía!  La dictadura de clase del proletariado y su semi-estado se encuentran en permanente lucha contra el resurgimiento de toda, democracia, y no pueden por lo tanto, .ser de ninguna manera asimilados a una pretendida "democracia obrera".  De la misma manera que la dictadura del proletariado elimina al asalariado, ella elimina, al mismo tiempo y por los mismos actos, a la democracia. La asimila­ción de la dictadura del proletariado a la "democracia obrera" (hecha notoriamente por Lenin), puede, en el mejor de los casos, expresar la naturaleza fundamentalmente diferente y opuesta a la de toda otra dictadura de clase., de la dictadura del proletariado, la cual actúa para negarse en tanto que clase y por consiguiente, en tanto que clase do­minante, con el objetivo de realizar progresivamente una sociedad sin clases, una sociedad sin Estado... Pero esta asimilación conlleva todas las desviaciones tendientes a explicar la reaparición del estado burgués como causada por la falta de democracia (Cf. trotskismo, consejismo, anarquismo...); cuando, evidentemente, es dentro de la mayor democracia que se corre el riesgo de reorganizar el estado burgués. (Cf. la reorganización del estado burgués en la Unión Soviética).

Por otra parte, el marxismo revolucionario ha considerado igualmente que la destrucción de la democracia significa su única posi­ble realización; de la misma manera que Marx consideraba que el proletariado, al negar la economía, la política, la filosofía... las rea­liza. En efecto, si consideramos que el movimiento de destrucción de la comunidad ficticia -la-democracia- es al mismo tiempo el de la constitución de, la humanidad en ser colectivo; vemos que este movimiento co­rresponde a la realización de aquello que la democracia siempre ha pretendido realizar, sin jamás lograrlo, puesto que para la democracia, la comunidad no es sino una comunidad ficticia, exterior, mediatizada, y por lo tanto, inhumana. En este sentido, la destrucción de la demo­cracia es su única posible realización.

Puesto que el programa comunista es la destrucción de la so­ciedad mercantil, del asalariado; y es la construcción de la sociedad humana, este programa se opone a la democracia, que es la esencia misma de la dominación del capital. Sean cuales fueren las caretas -fascista o antifascista, republicana o monárquica… - con las cuales se cubra esta dominación, ella tendrá que ser destruida implacable­mente.

Fascismo / antifascismo: alternativa burguesa

Estas nociones del marxismo revolucionario nos permiten entender por qué el simple hecho .de plantear la alternativa "Fascismo o Antifascismo", es suficiente para mostrar que quien la plantea se co­loca de lleno en el terreno de la ideología burguesa (1).

El objetivo de las teorías burguesas tanto de "derecha" co­mo de "izquierda", consiste en presentar la sociedad como un todo -la comunidad ficticia-, en negar la existencia de clases ineluctablemen­te antagónicas, en convertir las cuestiones de poder de una clase so­bre otra en cuestiones de organización más o menos violenta de la so­ciedad, en hablar siempre en nombre del "interés general", del pueblo o .de la nación... para defender mejor al estado capitalista. Y es­to es lo que hacen tanto el fascismo como el antifascismo, que no son más que dos expresiones del mismo contenido democrático. En efecto, ambos comparten la misma "filosofía social", la misma concepción de un estado abstracto que flota por encima de las clases y que organi­za "armoniosamente" la sociedad en interés "de todos".

Si tomamos como ejemplos: el nazismo en Alemania (1932-45) o el fascismo en Italia (1923-44) y el frente popular en Francia (1936-39) como estereotipos del famoso antagonismo fascismo/antifascismo, podemos constatar fácilmente el idéntico contenido democráti­co en todas sus respectivas concepciones de las relaciones sociales, del interés de la nación, y por tanto, del interés del capital.

En efecto, al individuo/superhombre germánico, de raza blan­ca, obrero/soldado, ciudadano del pueblo elegido (3° Reich) total y totalitariamente organizado desde su más tierna infancia para actuar dentro de las estructuras estatales -Estado, partido único, sindicato, ...- corresponde el individuo/pueblo francés, de raza blanca, que participa en la administración de su empresa y en el esfuerzo de guerra de su patria, total y totalitariamente organizado dentro de las estructuras estatales -Estado, frente de partidos, frente de sindicatos..."

(1) Para caracterizar al conjunto de formas de gobierno de la socie­dad que se alejan en diferente medida de la dictadura de tipo re_ publicano, del régimen de estricta separación de los "tres poderes" -legislativo, ejecutivo y judicial-, tales como el fascismo, el stalinismo, el peronismo, el monarquismo, el populismo, el franquismo, etc., el marxismo revolucionario ha utilizado el término genérico de "bonapartismo".  En este texto utilizaremos de manera indistinta "bonapartismo" y "fascismo".

En ambas formas de dominación burguesa, que se pretenden radicalmente diferentes, el ciudadano/proletario es preparado para ser enviado a la carnicería mundial de 19¿í-Oí4j-5, en nombre- de los mismos mitos Ínter clasistas: de los mitos del pueblo y de la nación,.... En cada una de ellas, se realiza una unión sagrada sin fallas, que evita todo riesgo de -transformación de la guerra imperialista en guerra civil.

El-objetivo tanto de los regímenes fascistas como'.de los antifascistas, es el reforzamiento del estado, la purificación de la democracia.  Estas formas del estado capitalista tienden más que ninguna otra, a alcanzar el ideal de la democracia: la unificación (violenta siempre que sea necesario evidentemente) de todos los ciudadanos dentro del estado, la negación total de los intereses de las clases antagónicas. La izquierda comunista, en contra de todo el confusionismo del antifascismo pseudo-revolucionario, había ya tratado de entender como el. Estado fascista representa un proceso de purificación de la democracia, de reforzamiento de su terror estatal:

"Así, no es una modificación orgánica lo que se verifica dentro del Estado democrático (para asumir su forma fascista NDR), - 'sino un proceso de purificación de este estado, que destruye por la violencia todos los factores adversos a él que hubieren podido formarse.  El movimiento obrero surgió como negación de la democracia, y no puede retomar su curso sino a condición de permanecer dentro de los límites de su programa, que se expresan en la necesidad de crear un Estado obrero, fundado sobre el principio de la dictadura del proletariado.  Este régimen de transición que permite barrer toda resistencia de las fuerzas enemigas, realiza también las con­diciones que llevan a una mayor expansión de la técnica de producción y prepara las condiciones para que - pudiéndose expresar libre mente la voluntad de los productores con miras a la satisfacción de las necesidades -  se  establezcan los fundamentos de una real igualdad y se supriman las bases mismas de la democracia que no es en definitiva, y dentro de la mejor de las hipótesis, que el consentimiento por parte de la mayoría de confiar la gestión de sus intereses a una minoría de gobernantes y privilegiados" (Bilan N° 12, págs.  30-31, el subrayado es nuestro).

Para ilustrar el hecho de que no es "una modificación orgánica lo que se verifica dentro del Estado democrático", basta con comparar algunas citas escogidas de los teóricos del fascismo y de los del frente popular antifascista. Veamos, para comenzar, el manifiesto "Por la salud del pueblo francés" adoptado por el VII congreso del PCF:

"El PCF es el partido de la unión de la nación francesa... la nación francesa es el pueblo admirable de nuestro país, de co­razón generoso, de fiera independencia y de coraje indomable.  Pueblo francés, es por tu salud que te invitamos a la unión…”

Las declaraciones de Thorez (Stalin francés) de 1936 no dejan tampoco ninguna duda:

"Te tendemos la mano, católico, obrero, empleado, artesano, campesino, nosotros que somos laicos, porque tu eres nuestro hermano y tu estás - como nosotros agobiado por las mismas preocupaciones. Te tendemos la mano, voluntario nacional, antiguo combatiente que llegó a ser Cruz de Fuego, porque tú eres un hijo del pueblo y por­que tú sufres como nosotros por él desorden y la corrupción, por -que tu quieres, como nosotros, evitar que el país se deslice -hacia la ruina y la catástrofe".

Y sin detenerse, una vez que ha tomado tan buen camino, Thorez define su programa :

"Preconizamos el frente francés:

Frente francés por el respeto de las leyes, lo cual no puede significar en este momento otra cosa que la aplicación de los acuerdos de Matignon, la disolución efectiva y el desarme de las ligas, la defensa de la constitución y de todas las leyes de la república.

Frente francés por la defensa de la economía nacional, lo cual no puede significar en este momento otra cosa que la ayuda, la protección a los elementos de las clases medias, el apoyo a los campesinos, el hacer pagar a los ricos y el impedir a ciertos capitalistas que saboteen la producción nacional procediendo al licenciamiento de personal y al cierre de los talleres y las fábricas.

Frente francés por la libertad y la independencia de nuestro país, lo cual quiere decir, en el momento actual, una política activa y consecuente en acuerdo con todos los países que desean efectivamente la paz indivisible y la seguridad colectiva...

Podemos decir que en este sentido, el Frente popular será un verdadero frente francés, un frente del pueblo de Francia... Pensamos luchar verdaderamente contra la reacción y el fascismo, lanzando un llamado al pueblo incluyendo a aquellos que podrían estar aún alejados de nosotros... personalmente jamás he levantado el puño, pero considero que el gesto que mejor expresa nuestra política es el de la mano tendida al pueblo de Francia".

Es de esta misma manera que todas las constituciones de .los "Estados obreros", de las “democracias populares" o "socialistas" (China, Cuba, URSS...) afirman cada una ser "la constitución más democrática del mundo".

Y, haciendo eco a estas declaraciones, responden las de Goebbels, ministro de propaganda del 3° Reich, y las de Mussolini:

"El III Reich es la más noble manifestación de un Estado democrá­tico" (declaración de Goebbels)

"El fascismo ha devuelto al Estado su actividad soberana. Ha reivindicado contra todos los particularismos de clases y de categorías, el valor ético del Estado; ha devuelto al gobierno del Estado, reducido al rol de instrumento ejecutivo de la asamblea elegida, su dignidad de representante de la personalidad del Estado y la plenitud de su poder de mando; él ha sustraído la administración de las presiones de todas las fracciones y de todos los intereses" (declaración de Mussolini al Consejo de Estado).

O aún otra, concerniente a la atomización del proletario/ciudadano dentro y por el Estado, fundamento de la democracia:

"En nuestro estado no falta la libertad al individuo. El la posee aún más que el hombre aislado, puesto que el Estado lo protege; él es parte del Estado. El hombre aislado queda sin defensa" (E. Ludwig: Entrevistas con Mussolini).

La apología del estado hecha aquí por Mussolini se inscribe en perfec­ta continuidad con el programa de Lasalle (criticado por Marx en su "Crítica del programa de Gotha"  (6) según el cual el Estado popular libre habría podido arreglar "la cuestión social". Así Mussolini dice:

"El liberalismo negaba al Estado en interés del individuo, el fascismo reafirma al Estado como la verdadera realidad del individuo Y, si la libertad debe ser el atributo del hombre real y no del fan toche 'abstracto en el cual pensaba el liberalismo individualista, el fascismo está por la libertad .'. Está por la única libertad, que pueda ser cosa seria, la libertad del Estado y .del individuo den­tro del Estado..." (“La doctrina del fascismo”, Mussolini).

"Este (el Estado) no es ni el número, ni la suma: de los indi­viduos que forman la mayoría de un pueblo,  El fascismo se opone en ello a la democracia que asimila al pueblo al mayor número de individuos y lo rebaja a este nivel. . Sin embargo, él es la forma más pura de la democracia, al menos si el pueblo es concebido, co­mo debe serlo, sobre el plan cualitativo y no cuantitativo; si significa la idea más potente por cuanto es la más moral, la más co­herente, la más verdadera que encarna al pueblo como conciencia y voluntad de un pequeño número, o incluso de uno solo, como un ideal que tiende a realizarse en la conciencia y la voluntad de todos” (“La doctrina del fascismo”, Mussolini).

Por otra parte, la organización social fascista, tanto como la anti-fascista, se basa sobre la paz social:

"La solidaridad de los diversos factores de la producción encuentra su expresión concreta en el contrato colectivo de trabajo, obtenido por conciliación de los intereses opuestos de los empleadores y de los trabajadores y su subordinación a los intereses superiores de la producción". (Carta de trabajo adoptada por el consejo fascista en 1927).

Como puede verse, al nacional-socialismo de Hitler o de Mussolini, corresponde rasgo a rasgo, el socialismo nacional de los frentes populares!! Como en todos los casos es la sociedad capitalista la que se propone organizar y administrar, no tiene nada de asombroso el que, excepción hecha de su demagogia propia, sus programas se parezcan tan­to. De hecho, no podía ser de otra forma, pues, como lo hemos visto, las formas de organización social (formas diferentes que adopta la dominación burguesa) no son cosas arbitrarias, modificables a voluntad, sino que se encuentran por el contrario determinadas por las relaciones de producción, por las relaciones entre las clases.

"La alternativa" fascismo/antifascismo no tiene por tanto ninguna significación histórica, pues estos términos no representan dos sociedades de clase diferentes, el paso de una a la otra no implica ningún cambio fundamental en la dominación de una clase por otra (7).

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Y lo que está en juego hoy a través de la reaparición de este "viejo" debate, es la necesidad que tiene la burguesía confrontada al resurgimiento de la lucha obrera, de reforzar, de blindar la democra­cia (8). Si este reforzamiento/blindaje se realiza gracias a una solución de tipo fascista o de tipo frente popular antifascista, o incluso gracias a una alternación de los dos (Cf. la situación chilena); en todo caso, lo que cuenta para el capital es desarrollar, como en el pasado, su terror estatal, así como intentar realizar, recrear, una nue­va unión nacional como preparación para su "solución" a la crisis; la guerra generalizada.

Fascismo y antifascismo se colocan así de lleno sobre el terre­no mismo de la dominación burguesa, del mantenimiento de la dictadura capitalista y de su Estado. Ciertamente que estas evidencias marxistas chocan frontalmente contra todas las ideas que se encuentran generalmente.  Pero estas falsas "alternativas" se mantienen siempre co­mo una arma clásica del arsenal burgués.

Recordemos que en el transcurso de la guerra del 14-18, la izquierda de Zimmerwald y Lenin a su cabeza tuvieron que luchar contra "la alternativa" burguesa: Guerra o paz. Repudiando como a la peste la idea de una alianza con los pacifistas (posición crucial) Lenin mostró que la guerra y la paz están indisociablemente ligadas al capita­lismo y que la única alternativa real para el proletariado era guerra o revolución. La adopción de consignas pacifistas "anti-guerra" se opone prácticamente a la lucha por la transformación de la guerra imperialista en guerra civil y no puede hacer otra cosa que encerrar al proletariado en el sistema burgués que es el sistema de la paz... se­pulcral.

De la misma manera, la adopción de consignas antifascistas no ha servido a otra cosa que a encadenar al proletariado a una fracción de la burguesía, arrastrándolo, tras ella, a las masacres de las guerras imperialistas. Para nosotros no se trata de permanecer indiferentes al dilema burgués fascismo/antifascismo, sino por el contrario de mostrar como la única respuesta de clase, la comunista, pasa por la destrucción violenta del fascismo y el antifascismo, atacando lo que ambos sostienen: el orden burgués, la dictadura del capital.

Vemos así como, desde que se nos hable de paz, de interés general, de defensa de la nación, se trata exclusivamente de los intereses de la burguesía. Intereses que la burguesía trata constantemente de hacer respetar e incluso de hacer defender por el conjunto de la "población".

Hoy como ayer, la burguesía trata de arrastrar al proletariado tras falsas alternativas tales como fascismo/antifascismo, guerra/paz, racismo/antirracismo… porque su sistema mismo, minado por sus propias contradicciones (sus crisis) necesita un refuerzo/purificación permanente de su democracia, de su dictadura, de su fuerza estatal, sin importar si para ello debe utilizar su violencia cinética o poten­cial. Hoy como ayer, la única alternativa real, portadora de porvenir para la humanidad es la de:

¡OPONER A LA DICTADURA DEL CAPITAL, LA DICTADURA DEL PROLETARIADO!

En este texto hemos querido sentar las bases materiales para la comprensión de la democracia que, debido a su nexo orgánico con la mercancía, tiende a realizarse en toda su plenitud en y por la dictadura del capital.

Las consecuencias programáticas de esta afirmación son de va­rios órdenes distintos:

1.      que el proletariado en su lucha para negarse en tanto que última clase explotada de la historia, debe necesariamente afrontar y abatir violentamente al Estado burgués, independientemente de las formas de violencia más o menos declaradas o camufladas que éste ejerza.

2.      que la lucha proletaria, que porta ya en sus flancos a la sociedad sin clases no puede de ninguna manera orientarse a conquistar la democracia, sino que debe por oí contrario destruirla radicalmente (es decir destruir sus raíces)

3.      que los métodos mismos de la lucha obrera - la acción directa, la huelga salvaje, la lucha armada, el terrorismo revolucionario, la insurrección, la dictadura del proletariado... vuelven la espalda a todo democratismo, por cuanto ellos están basados sobre la fuerza de una clase en lucha y no sobre tal o cual derecho de mayo­ría... o cualquier otro artificio democrático.

Como la misma práctica de la clase obrera nos lo ha demostrado:

“La crítica teórica a la democracia y del liberalismo bur­gués alcanza el sumum de intensidad, en la expulsión hecha por los obreros armados de ese hato de canallas que constituyen la asamblea constituyente democráticamente elegida".  (Bordiga, "Lenin en el camino de la revolución").

Notas :

1. Cf. “El  manifiesto del  Partido Comunista”, “La guerra civil en Francia”, “EL origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado”, “La cuestión judía”, “La crítica del derecho político hegeliano”, “La sagrada familia”, “Glosas marginales críticas al artículo ‘El  rey de Prusia y la reforma social’”...

2. Sobre este punto, Cf. “La liberación nacional, cobertura de la guerra imperialista”, COMUNISMO números 2 y 3.

3. Sobre este punto, los lectores pueden consultar COMUNISMO N° 1: “Contra la democracia”, la revista  INVARIANCE (Cf. “La mistificación democrática”, 1969), así como otros trabajos anteriores de las revistas PROMETEO, BILAN y de  Amadeo  Bordiga.

4. Esta es otra paradoja de las sociedades de clases en las cuales el ser humano, separado de su producción y de su ser mismo es llamado “individuo” (= indivisible!) cuando concentra en él todas las separaciones!!

5.Tentativa, puesto que el proletariado tiende siempre a reconsti­tuirse en clase, en fuerza autónoma, en partido: "Esta organización del proletariado en clase y por ello en partido político es des­truida sin cesar por la competencia que los obreros se hacen entre ellos. Pero ella renace cada vez más fuerte, más sólida v más poten­te" (Marx "Manifiesto del Partido Comunista" -subrayado por nosotros-).

6. "En lugar de tratar a la sociedad presente como el fundamento del Estado presente, (los lassallistas) tratan por el contrario al Estado como a una realidad independiente que poseyera sus propios funda­mentos intelectuales, morales y libres" (Marx).

7.Cf. el artículo de Bilan "Antifascismo, fórmula de confusión" reimpreso en LE COMMUNISTE N° 8.

8. En el conjunto de nuestros materiales en francés y en castellano ponemos en evidencia esta tendencia generalizada a la democra­cia blindada.


CO7.1 Fachista o Antifachista, la dictadura del capital es la democracia.